image/svg+xmlVoces Recobradas3130Revista de Historia OralVoces RecobradasRevista de Historia Oral3130Introducción Repensar la historia oral en el siglo XXI signifca consi-derarla en el marco de diversidades y desigualdades, y en simultáneo conduce a asumir sus alcances y limitaciones. Recurrimos al caso de la comunidad gitana de la ciudad de San Salvador de Jujuy para así intentar vislumbrar la compleja impronta de la oralidad en este grupo. La orali-dad se presenta como rasgo constitutivo identitario, pero también como forma predominante de intercambio comu-nicativo y patrón de organización social, cultural y étnico.En el esfuerzo por describir y comprender la articu-lación y convivencia de la oralidad y la escritura en la co-munidad gitana local desembocamos indefectiblemente en la ampliación del espectro de análisis. Las pretensiones de exhaustividad y rigurosidad indican ahondar aspectos que hacen a la constitución identitaria, su conformación cultural, historia, tradición y costumbres. Estos elemen-tos viabilizan enriquecer la mirada sobre el fenómeno puntual que se intenta estudiar, pero por sobre todo se convierten en verdaderos facilitadores contextuales.Abordar la oralidad como práctica primaria y cons-titutiva de una comunidad tiene implicancias muy dis-tintas de aquellas en las que la oralidad se presenta como complemento de la escritura en la dinámica cotidiana, llámese oralidad secundaria. De acuerdo con Walter Ong “la era electrónica también es la era de la ‘oralidad secun-daria’ (…)”, referida a aquella que se vincula a las tecnolo-gías de la información y comunicación, que “depende de la escritura y la impresión para su existencia” (1987: 12).Al plantear el funcionamiento de la comunidad ha-llamos que la oralidad se presenta como rasgo diferen-ciador del grupo que a su vez es acompañado de otros elementos que no solo reafrman la peculiaridad del caso sino que lo complejizan.Algunas de estas singularidades la constituyen, por una parte, la impronta oral como forma predominante de comunicación; por otra, un modo de especial de orga-nización social y por tanto una cosmovisión del mundo diferente de los letrados. Otro aspecto a considerar es la dimensión idiomática, puesto que se trata de una comu-La comunidad gitana jujeña entre la oralidad y la escrituraLa diversidad y convivencia de distintos grupos sociales sig-nifica también diversidad en las cosmovisiones, en el modo de vi-vir la cotidianeidad, en la manera de construcción de los vínculos y en la forma de configuración identitaria.nidad bilingüe1y con prácticamente nulo acceso a la es-critura en la mayoría de los casos. Estas peculiaridades conllevan a considerar la oralidad en un doble sentido, a saber: como objeto de análisis y como metodología de estudio. Los gitanos del mundo entero han prescindido históricamente de la escritura,2razón que indica un va-cío en el registro y la documentación acerca de este grupo étnico.Tratándose de un grupo predominantemente oral, no hay que obviar que viven insertos en sociedades escri-turales, diría Ong (1987) atravesadas por la tecnología de la palabra. Entonces, ¿cómo es posible el desenvolvimiento cotidiano?, ¿qué estrategias van incorporando e im-provisando para poder contrarrestar su condición de oralidad en un mun-do letrado?3Las diferencias entre grupos orales y escriturales no son marcas superfciales sino que, muy por el contrario, indican diversifcacio-nes estructurales y concepciones del mundo disímiles, y por tanto las consecuencias de estas divergencias también lo son.La diversidad y convivencia de distintos grupos so-ciales signifca también diversidad en las cosmovisiones, en el modo de vivir la cotidianeidad, en la manera de cons-trucción de los vínculos y en la forma de confguración identitaria. Estas diferencias comúnmente se traducen como desigualdad y por tanto el costo es la exclusión de circuitos básicos: acceso a una vivienda digna, inserción en el mundo del trabajo formal, salud y estabilidad en ge-neral. En suma, las particularidades socioidentitarias se plasman en la supresión no solo de la escritura sino como inequidad con relación a las posibilidades en general.En este sentido, desechamos todo planteo lineal/cau-sal que postule la lectoescritura como condición excluyen-te y exclusiva de estabilidad social, económica y cultural. Pertenecería al campo de lo fccional suponer que quienes cuentan con esta técnica tienen garantizado un nivel bási-co de bienestar. Lo que sí afrmamos es que la preeminen-cia de la oralidad y la falta de destrezas en la lectoescritura disminuyen las posibilidades de acceso a ciertos bienes, servicios y oportunidades. Consideramos superadas las discusiones de esta naturaleza, ya que tratándose de una particularidad de la comunidad, y no siendo privativa de esta, los posiciona en desventaja respecto de aquellos que sí manejan la técnica. La concatenación de la diversidad con la desigualdad e identidad devela que el manejo de cierta técnica, en este caso la escritura, dibuja los límites de lo que queda por fuera de ciertos circuitos sociales que se presentan como hegemónicos.Algunas incursiones por el mundo escrito: estrategias utilitariasHay signos que tiñen de particularidad a la comunidad gitana local, los encon-tramos desde la forma de vestir, el or-denamiento y la ornamentación del espacio donde viven, sus tradiciones, costumbres e idioma, y en la oralidad como un elemento central. La rele-vancia reside en la preservación ante históricos intentos de asimilación a los patrones de funcionamiento de las co-munidades receptoras. Existen antece-dentes a nivel local de gitanos, mayormente hombres, que han tenido y tienen algunas incursiones en la escritura.Distinguimos dos situaciones: con la primera aludi-mos a algunos integrantes masculinos, de edad avanzada, que aprendieron a leer y escribir e incorporaron algunas operaciones básicas matemáticas con el objetivo de mane-jar más sueltamente las actividades económicas de subsis-tencia. En esta dirección el caso paradigmático encarnado por Elías, quién aprendió a leer y escribir con una vecina criolla que iba por las tardes a su carpa y le enseñaba. Este gitano fnalmente publicó en 2003 Vida y tradición gita-na, editado por la Secretaría de Turismo y Cultura de la Provincia de Jujuy. Se trata de un libro corto, sencillo, casi autobiográfco y alude a algunas particularidades desta-cadas de la comunidad, vinculado a festividades, creen-cias y tradiciones. Elías mismo defnió la necesidad de esa publicación como una forma de desmitifcación construi-da por los propios criollos. La publicación se trata enton-ces de un ejemplo poco frecuente dentro de la comunidad y se constituye como suceso extraordinario.La segunda situación está dada por los niños que efectivamente van a la escuela. Y acá nos detendremos, Agustina RomeroISHIR-UNIHR (Investiga-ciones Socio Históricas - Unidad de Investigación en Historia Regional) de la Universidad Nacional de Jujuy
image/svg+xmlVoces Recobradas3332Revista de Historia OralVoces RecobradasRevista de Historia Oral3332pues la escolarización también tiene sus peculiaridades. Algunas familias gitanas mandan a los niños a la escue-la, generalmente son varones y no asisten al preescolar sino directamente ingresan a la educación primaria que pocas veces se concluye.4Se aspira a que alguno de los miembros de la familia aprenda a leer y escribir, sumar y restar, y una vez obtenidas estás destrezas, que respon-den a sus necesidades más inmediatas para desenvolver-se, abandonan la escuela. Los que van a la escuela son los niños, ya que la cuestión de género es notable dentro de la comunidad. Las mismas mujeres gitanas indican que el hecho de no mandar a las niñas a la escuela es una forma de cuidarlas, de no exponerlas a los varones criollos; ellas mismas avalan estas decisiones.Otro aspecto que merece atención, porque impactó en algunas prácticas al interior de la co-munidad, fue el decreto frmado en 2009 por la Presidenta de Argentina acerca de la Asignación Universal por hijo.5 A partir de la vigencia del plan, muchos decidieron mandar a sus hijos a la escuela,6poniéndose en evidencia lo que denominamos estrategias utilitarias.Esto último se basa en la inexistencia de una moti-vación genuina que vele por la inclu-sión y el progreso, por el contrario, se pone de manifesto una lógica de transacción: el niño es enviado a la escuela porque a cambio reciben la asignación. No se trata de una lectura subjetiva, sino que es explícitamente expresado por los mismos integrantes de la comunidad. Las situa-ciones de intercambio y transacción forman parte de la dinámica cotidiana, por tanto este caso no es la excep-ción ni tampoco es visto como una práctica negativa, sino como una posibilidad que les da el Estado a cambio de cumplir con ciertos requisitos. Lo que intentamos decir es que no hay una problematización ni de las condiciones, ni de los requisitos y tampoco de las consecuencias de la implementación del plan. Sería interesante, a futuro, co-nocer la permanencia o no en las instituciones escolares, puesto que históricamente la escuela fue concebida como transitoria.Otro caso notorio, que se ajusta a la categoría de es-trategias utilitarias, emergió del propio campo como si-tuación inesperada. Una de las mujeres de la comunidad propuso la enseñanza de su idioma a cambio de enseñarles a leer y escribir la lengua castellana a dos de sus tres hijas. En el marco de la puesta en marcha de la propuesta se fue-ron manifestando hechos fortuitos. En primer lugar, las implicancias de un proceso de enseñanza-aprendizaje en niñas de más de 10 años sin ninguna experiencia previa de lectoescritura. En segundo lugar, la consideración de estar involucradas en un proceso de formación predomi-nantemente oral internalizado desde lo cotidiano y que basta para su desenvolvimiento en la dinámica diaria.Se trató de una experiencia enriquecedora pero que no se pudo sostener en el tiempo. Las niñas, en un co-mienzo, estaban entusiasmadas, quizás por la novedad que signifcaba mi presencia y también el contacto con lo nuevo, con una técnica hasta entonces desconocida. Con el paso del tiempo ellas no logra-ron descifrar la utilidad de leer y es-cribir, y por tanto perdieron gradual-mente el entusiasmo. El proceso fue rico para ambas partes, porque en él se estableció un vínculo que posibi-litó otras instancias de conversación, confesiones y acercamiento. Permitió conocer y entender algunos mecanismos de funciona-miento que guían a los integrantes de la comunidad, en-tre ellos la transversalidad de las estrategias utilitarias. El proceso de enseñanza-aprendizaje no se concluyó porque las niñas no lograron identifcar la utilidad ni los benef-cios que signifca la incorporación de esta técnica. En este sentido se pudo entrever el papel de las mujeres como ac-tivas conservadoras y reproductoras de ciertas prácticas milenarias al interior de su comunidad.Se vuelve sugestivo comprender la asimilación de la escritura alfabética castellana por una parte7de la comu-nidad, y dar cuenta de los usos y consecuencias que trae aparejada su incorporación y en qué sentidos se añade.Proponemos un recorrido por la oralidad como ele-mento constitutivo de la tradición gitana, entendida no como contracara de la escritura sino como otra forma de registro. Comprender los sentidos que encarna la lectoes-critura en un sector que la haya incorporado es indisolu-ble de un análisis desde el sentido de oralidad, no podría ser contemplado por fuera de ella. Necesitamos conocer lo más rigurosamente posi-ble las características de la comunidad en relación con la oralidad como rasgo identitario y comprender su relación tradicional con la escritura. Características culturales e identitariasAdentrarnos en el caso de estudio signifca inicialmen-te describirlo. La comunidad gitana local es el lugar de localización de procesos predominantemente orales, con algunas incursiones en la lectoescritura.San Salvador es la capital de la provincia de Jujuy. La ciudad se encuentra abrazada por los ríos Grande y Xibi-Xibi. Dentro de ellos encontramos el casco histórico de la ciudad: el Cabildo, Casa de Go-bierno, la plaza central y la Iglesia Catedral, el centro comercial y todos los organismos administrativos. La mayor parte de los barrios de la ciu-dad están por fuera de estos ríos. La comunidad gitana de San Salvador de Jujuy se ubica en la zona sur de la ciudad, más precisamente sobre la avenida Corrientes y manzanas adyacentes, que se corresponde con el barrio San Pedrito. La zona habitada por la comunidad gitana es claramente visible, inclusive es utilizada por muchos otros habitantes como punto de referencia. La mayoría de los gitanos de la ciudad viven en esta zona, algunos aún en carpas, y otros en casas de material, que en su interior reproducen la ornamentación y disposición de los objetos como lo hacían en las carpas. Lo que los distingue del resto de la comunidad crio-lla no es solo la forma en que ordenan sus hogares o los hábitos domésticos sino también la ocupación no hege-mónica en los distintos campos de la vida social. La condición oral es una característica sobresalien-te que los ubica en la marginalidad, en tanto los grupos letrados forman parte de una dinámica hegemónica do-minante.8Con esto último no pretendemos indicar taxa-tivamente que la sociedad está dividida en grupos ora-les y letrados. Tampoco que la categoría de incluidos sea consecuentemente lineal con la escritura, pues se trataría de una mirada simplifcadora. Pero sí afrmamos que la condición de oralidad es una marca que profundiza los procesos de exclusión. En el marco de un proceso descriptivo, nos interesa indicar que el pueblo gitano, en general, no cuenta con un anclaje geográfco, están diseminados por el mundo entero, vinculado con su origen e historia nómade que se remonta a tiempos inmemorables. La dispersión mundial del pueblo gitano no impide la autoidentifcación de ellos mismos como pueblo-nación y presentan cuantiosos ras-gos compartidos. La comunidad gitana jujeña se presenta y habita como “minoría étnica” respecto a la comunidad receptora mayoritaria. De acuerdo con Fraser (2005) el verdadero origen del pueblo rom o gitano se remonta a la India, nacieron y vivieron en las regiones del Punjab y el Sindh. Distintos estudios lingüís-ticos acuerdan sobre el origen indio del pueblo gitano, esta disciplina fue una de las primeras en abordar siste-mática y comparativamente al grupo. Desde hace aproximadamente dos-cientos años se sabe que el romaní (idioma de los gitanos) debía de ser de origen indio, debido a los parecidos entre su vocabulario y el de algunas lenguas indias.Respecto de las rutas que fueron siguiendo, las fe-chas, los destinos y las épocas en las que llegaron y se mar-charon de los distintos países son solo aproximaciones. La historia de los gitanos en general no está docu-mentada, por tanto se trata de un mapa que se fue arman-do desde fragmentos. Al momento de dar cuenta del paso por determinados lugares, no hay una indicación explí-cita en la historia escrita, sí hay evidencia de métodos de rastreo creativos que permitieron inferir sobre la presen-cia gitana en ciertos lugares y momentos históricos. Algunos estudios expusieron potenciales fechas de llegada, partida y tiempo de permanencia en distintas ciudades porque existen materialidades que dejan hue-llas. Los documentos judiciales, la norma escrita, las re-presentaciones teatrales, la poesía, son algunos ejemplos de prácticas en las que quedo algún registro del paso de la comunidad.Se aspira a que alguno de los miembros de la familia apren-da a leer y escribir, sumar y restar, y una vez obtenidas estás destrezas, que responden a sus necesidades más inmediatas para desenvolverse, abandonan la escuela.La historia de los gitanos en general no está documentada, por tanto se trata de un mapa que se fue armando desde fragmentos.
image/svg+xmlVoces Recobradas3534Revista de Historia OralVoces RecobradasRevista de Historia Oral3534La llegada al continente americano cuenta con va-rias versiones, se sugiere la presencia gitana en la zona caribeña desde la época de la colonia europea. Algunas voces harían suponer que los primeros gitanos en pisar tierra en el nuevo continente arribaron junto a las expe-diciones de la conquista española. Se referencian oleadas más numerosas, que coinciden con la masiva migratoria al continente, a fnes del XIX y principios del XX.En el caso de Sudamérica, más puntualmente en la Argentina, hay testimonios que indican su llegada con las corrientes migratorias italianas y españolas; también se identifca otro momento inmigratorio en los noventa con la huida de los sistemas comunistas.9Así como encon-tramos que las razones laborales son un motivo común que estimula la partida del lugar de ori-gen (válido para las migraciones en general), en el caso de los gitanos la razón más frecuente lo constituyen las persecuciones raciales, la discri-minación y la extrema pobreza.Con relación a la presencia gi-tana en la ciudad de San Salvador, no encontramos documentos que refejen el proceso histórico. Inferi-mos, por los dichos de algunos gitanos jujeños, a través de sus referencias y descripciones del lu-gar, que llevan más de cuarenta años en la zona sur. Una de nuestras informantes describió el lugar indicando las transformaciones que se fueron sucediendo en el barrio y de las que fue testigo. Menciona que cuando llegó a Jujuy junto a sus padres, al barrio San Pedrito, era una zona casi rural, que muy cerca estaban las plantaciones de tabaco y los corrales con vacas. La zona descripta, en la actualidad, dejó de ser un lugar campestre donde la urbanización se expandió en todas las direcciones. Se trata de un barrio ubicado en los anillos externos del centro administrativo de la ciudad. Con relación a lo laboral, la comunidad gitana capi-talina por su parte presenta ciertas regularidades. En lo que se refere a la sustentabilidad económica, la mayoría de los gitanos hombres están dedicados a la compra y ven-ta de vehículos, algunos austeramente y otros de un modo más organizado. El aporte grueso a la economía del hogar Otro rasgo del grupo lo cons-tituye la endogamia, caracterís-tica común a la comunidad en general, aunque no es privativa del caso local, haciéndose visible en distintas capas de la vida social y comunitaria.actores involucrados demostraron que en la dinámica diaria prescinden de la lectoescritura, aún a sabiendas de que la oralidad los excluye del acceso a otros ám-bitos. Identificamos que la oralidad se encuentra di-rectamente relacionada con un saber práctico que les permite resolver distintas situaciones que se van pre-sentando.Los integrantes de la comunidad van resolvien-do situaciones a medida que se presentan, y ante todo los guía la necesidad, y por tanto la resolución práctica.En suma, la oralidad no solo posibilita un modo particular de intercambio sino que a ella subyace un modo específico de visión del mundo y de las relacio-nes que en él se desarrollan. Memoria, identidad y oralidadI. PerspectivasIdentidad y memoriaIndependientemente de la adquisición de la técnica es-critural por parte de algunos miembros de la comu-nidad, lo relevante e intransferible es la condición de la oralidad como organizador de la estructura social. El caso postulado atestigua el modo en que un grupo internaliza una determinada forma de ver, representar y organizar su mundo y lo que a él rodea, decimos que su cosmovisión está intrínsecamente atravesada por el aspecto oral. Esto último tiene consecuencias directa-mente relacionadas con la memoria y la identidad.La memoria, tanto individual como colectiva, es decisiva porque se constituye en el único soporte de almacenamiento. De acuerdo con Candau (2006) no tiene sentido distinguir las nociones de memoria e identidad, ya que ambas se presentan como las caras de una misma moneda, son distinguibles, pero no puede pensarse la una sin la otra, ya se trate de comunidades letradas u orales, de colectivos o individuos. La consti-tución y reconstitución permanente de la identidad ne-cesita del basamento de la memoria. Aún más radical-mente, continúa Candau (2001: 57) que “la pérdida de memoria es pues una pérdida de identidad”, ubicando lo realiza el hombre, aunque las mujeres también colabo-ran con lo que ganan de la lectura de manos. Práctica-mente la totalidad de las gitanas y gitanos circunscriben la actividad económica de las mujeres a la adivinanza.10Las mismas gitanas cuentan que cuando andan “cortas de dinero” salen en grupos, acompañadas de los niños, nunca solas, para “salvar el día”. El acompañamiento de las más pequeñas sirve como aprendizaje y entrenamien-to de la actividad que luego, ellas mismas, de grandes, de-sarrollarán.Otro rasgo del grupo lo constituye la endogamia, ca-racterística común a la comunidad en general, aunque no es privativa del caso local, haciéndose visible en distintas capas de la vida social y comunitaria. Por un lado obser-vamos la concentración en la elección del lugar de la vivienda y del trabajo, todos están próximos, buscan casas y terrenos cerca de otros gitanos. Es común que la hija o el hijo casado vi-van al lado o a la vuelta de padres o suegros.La endogamia se evidencia tam-bién en los lazos de parentesco, y la mayoría de las relaciones son por du-plicidad. Referimos a que, por ejemplo, además de ser marido y mujer son primos; que además de ser la nuera es la sobrina. Es una costumbre muy arraiga-da conservar la “gitaneidad”, estableciéndose como nor-ma implícita que los gitanos deben casarse con gitanos. Hay excepciones de gitanos/as casados con criollos/as, que por lo general adquieren las costumbres y la lengua gitana. En este sentido son estrictos, mantienen vigente el ritual del pago de la dote y los grandes festejos a modo de celebración de la unión.Dentro de la comunidad los roles están claramente defnidos. Existen tres elementos que marcan jerarquía y distinción: el género, la edad y la posesión material.Ser hombre, de edad avanzada y con un buen sus-tento económico es cumplir con los mayores logros. Los hombres durante el día se encuentran fuera de la casa, con la fnalidad de buscar potenciales clientes para la compra y venta de vehículos; las mujeres son las encargadas de la limpieza, cuidar a los niños, lavar la ropa, cocinar y aten-der al marido o los mayores presentes. Ellas, la mayoría del tiempo, están solas en la carpa o en la casa, y en estas circunstancias la mujer de mayor edad es la que imparte las órdenes.Las relaciones de respeto y poder se van redefniendo en función de quienes estén presentes. Inclusive la infde-lidad es naturalizada en el caso de los hombres, pero mal vista para las mujeres y por las mujeres.Las cuestiones de género quedan también evidencia-das en la educación. Los pocos niños gitanos que asisten a la escuela son varones y es igualmente común la deser-ción en los primeros años. En cuanto a la salubridad, la comunidad en ge-neral tiene algún tipo relación con el sistema, asisten a hospitales tanto privados y públicos, son visitantes asiduos de los centros de salud, y ello hace que tengan algún tipo de vínculo más cercano con los profesiona-les del rubro.Como grupo funcionan herméticamente, se ca-racterizan por ser desconfiados de los criollos y se en-cuentran en estado de alerta casi permanente. Entre los valores que guían lo cotidiano encontramos que el respeto y la solidaridad interna son destacables. El va-lor de la palabra es insustituible, lo que se dice se debe cumplir.Hay que destacar que el imaginario generalizado sobre la relación/convivencia entre gitanos y criollos es prácticamente de rivalidad, sostenido en un falso sentido común. No es novedoso que los gitanos son grupos altamente estigmatizados y discriminados, se construye en torno a ellos la encarnación de todos los males, construcción que se hace posible desde el des-conocimiento. Es de suma relevancia trabajar sobre los procesos desmitificadores y así deconstruir ideas afincadas en el sentido común, sin por ello recaer en posicionamientos idealizadores. En la prensa local hay una tendencia a hacer visible a la comunidad en la sec-ción de policiales, poniendo de manifiesto el recorte habitual sobre la cuestión. Pareciera que la condición de pertenencia étnica implica la adhesión a cierto tipo de prácticas, generalmente las delictivas.La mayoría de las dimensiones descriptas, de una u otra manera, están atravesadas por la oralidad, los
image/svg+xmlVoces Recobradas3736Revista de Historia OralVoces RecobradasRevista de Historia Oral3736al binomio en un lugar de indiscutida centralidad. Las distintas comunidades gitanas del mundo entero supie-ron y/o pudieron resguardar sus rasgos identitarios por medio de la conservación y el fortalecimiento de la me-moria, más allá de los innumerables intentos de asimila-ción de las sociedades que los albergaron. Es impensable el ser humano sin memoria, su ausencia desvanecería un sinnúmero de otros pilares que los constituyen como su-jetos e integrantes de grupos sociales.Asimismo, y siguiendo el razonamiento de Candau (2001), la memoria se va concatenando con otros compo-nentes: con la necesidad de orden, con la necesidad de que los aspectos que son recordados puedan ser ordenados, jerarquizados y clasifcados. Ese “orden” al que alude el autor se torna indispensable en tanto permite, además, nombrar lo que se recuerda de una manera menos caó-tica. En el ejercicio de organizar los recuerdos y por tanto nombrarlos, se les otorga visibilidad, en la clasifca-ción se les asigna materialidad. ¿Cómo se rememora?En la activación del recuerdo y la memoria, que facilitan y dinamizan los procesos identitarios, las escrituras vienen a ampliar la capacidad de memoria. El registro es-crito no solo extiende, sino que además posibilita en la rememoración con una mayor rigurosidad. La tentación es preguntarse por los grupos que recapitulan sin la ayu-da de la escritura, como lo prueban los gitanos locales. “Recordar, tanto como olvidar, es pues clasifcar, según modalidades históricas, culturales, sociales, pero tam-bién sumamente idiosincráticas (…)” (Candau, 2001: 82), lo que indica que el recuerdo se irá encarnando de tantas formas posibles como modalidades culturales existan. Así, recordar es un acto polisémico, existirán muchas for-mas de evocación, que no necesariamente estarán regidas por el vector de la escritura, ni ancladas en una sola forma de construcción temporo-espacial. Una situación concreta que refeja no solo otra or-ganización del tiempo sino el desecho del escrito como registro fel, es el modus operandide una situación de transacción cotidiana de compra y venta que permite la subsistencia. Es el caso de una de las gitanas de la comu-nidad que, excepcionalmente, como ya lo indicáramos, se dedica a la venta de telas. Ella posibilita la compra de sus productos a otras gitanas sin recibir el pago en el mo-mento de entrega de la mercadería, dándoles la facilidad de que paguen cuando puedan. Conversamos en varias oportunidades con María11acerca de cómo se desarrolla-ba su actividad. Cuenta que la modalidad consiste en que las demás gitanas se enteran cuando ella llega de viaje con los productos y visitan su casa: me sacan las telas de la mano, me quedo sin nada”.María aprovechó en diversas ocasiones para consultarme: ¿cuánto falta para fn de mes? Te pre-gunto porque por ahí me tienen que pagar (notas de campo, 2010). Insoslayable era la pregunta por cómo registraba lo que le había entregado a cada gitana, cómo sabía cuánto le debían y si no se le mez-claban los casos. María siempre me contestaba: yo me acuerdo, me acuerdo qué le vendí a cada una y lo que me debe. Es decir, el registro estaba en su memoria, se trata del único modo de almacenar la información.Otros aspectos que ponen de manifesto tanto el re-gistro como la organización oral están dados por la ni-miedad en la inscripción escrita y por tanto en los docu-mentos. Esto último se fue verifcando en las conversa-ciones que manteníamos en las horas de campo, mientras estábamos en alguna de las casas o carpas, hablando de cuestiones generales y cotidianas, pero que luego se pre-sentaban como indicadores relevantes de situaciones de gran complejidad. En una de esas conversaciones surgió el tema de los cumpleaños y las edades, y allí se puso en evidencia que las fechas de nacimiento son de escasa re-levancia. La mayor parte de los integrantes de la comuni-dad no conoce la fecha de su nacimiento, quienes fueron inscriptos cuentan con la asignación en el registro civil de una fecha que testifca el día de nacimiento, pero no necesariamente coincide con la fecha real, como así tam-poco los nombres. Lo que fgura en el Documento Nacio-nal de Identidad no les asigna identidad, por lo general los nombres que usan en su cotidianeidad no coinciden con el registro. Tener un documento es una mera formalidad, nada de lo que diga allí les impone un carácter identitario. Para ellos el escrito no tiene ninguna signifcación, el valor verdadero está dado por el funcionamiento pragmático.Tiempo y espacioEn relación con la dimensión del tiempo, Nancy Díaz La-rrañaga plantea que al momento de refexionar sobre la temporalidad, estamos fundamentalmente deliberando sobre procesos de honda complejidad constituidos por “relaciones históri-cas, hegemónicas y de poder, ancla-das en prácticas de socialidad que marcan nuestros modos de actuar, percibir, recordar u olvidar, pensar, ser sujetos sociales” (2006: 8). En este sentido refuerza Candau que la “pri-mera operación de ordenamiento va a consistir en distinguir el presente del pasado (...)” (2001: 83), como mecanismos básicos de separación temporal. En realidad, lo universal es la capa-cidad de clasifcar, ordenar y por tanto acomodar el tiem-po y el espacio, el modo en que cada grupo haga efectiva estas operaciones es lo que tiñe de particularidades cultu-rales a un determinado colectivo. ¿Qué pasa cuando estas puestas en orden no son ta-les, o cuando el registro temporal difere del resto de la sociedad? Es posible que esto suceda, y de hecho habilita a que el grupo que maneja “otra” temporalidad, con rela-ción a la clasifcación espacio-temporal dominante, com-plejice el proceso de análisis. El aparente caos, la aparente indiferencia y despreocupación del tiempo se constituye también como una forma de organización temporal. Se explica porque las dimensiones temporo-espaciales son cambiantes y variables de acuerdo con la cultura, y por tanto “tienen un efecto estructurador al interior de las relaciones sociales” (Díaz Larrañaga, 2006: 9). En idén-tica dirección lo explica Candau (2006) al indicar que el tiempo se trata de una representación y como tal varía según las sociedades y los grupos en los que focalicemos. Es decir, la dimensión temporo-espacial se encuentra ale-jada de ser homogénea, inclusive al interior de una misma sociedad se materializa de diversas maneras: el tiempo puede “percibirse de manera cíclica, reversible o continua y lineal (…)” (Candau, 2006: 38).Existen innumerables maneras de ordenamiento del tiempo y se acompañan de múltiples formas de registro. Para los grupos letrados, estas se presentan como natura-les, aunque escapen a una concepción objetiva y externa al individuo. Partimos de la premisa de que la organización temporal es una construcción sociocultural e histórica y por tanto una formación “artifcial”, entiéndase como ad-quirida. Existen cuantiosos ejemplos de objetos que aparecen como coordina-dores y administradores del tiempo, a saber: los calendarios y agendas se presentan como casos de estos últi-mos. Ahora bien, para las comunida-des orales en general y la gitana en particular indicamos algunos aspec-tos centrales con relación a la repre-sentación y organización de la temporalidad.Por un lado, encontramos que los ayuda-memoria, y que además sirven como ordenadores temporales, son algunos sucesos/acontecimientos. Muchos son compar-tidos, porque tienen signifcancia para la comunidad en general, marcan hitos dentro de la trayectoria del grupo y la mayoría de los integrantes los recuerda como algo rele-vante. Esos acontecimientos se vuelven referentes dentro de los relatos y permiten indicar otros acontecimientos como antes de y después de.Por otro, existen otros sucesos/acontecimientos que se vuelven reveladores pero a nivel individual. Se mate-rializan en algún/nos sucesos notables en la vida perso-nal de un sujeto y por lo tanto es signifcativo para esa persona en particular. Lo impactante puede encarnarse en un nacimiento, en una muerte, en el cambio de lugar de residencia, entre otros tantos, y sirven también como indicadores temporales.Las distintas comunidades gitanas del mundo entero su-pieron y/o pudieron resguardar sus rasgos identitarios por medio de la conservación y el fortaleci-miento de la memoria, más allá de los innumerables intentos de asimilación de las sociedades que los albergaron. Tener un documento es una mera formalidad, nada de lo que diga allí les impone un carácter identitario. Para ellos el escrito no tiene ninguna significación, el valor verdadero está dado por el funcionamiento pragmático.
image/svg+xmlVoces Recobradas3938Revista de Historia OralVoces RecobradasRevista de Historia Oral3938Con relación a esto último, explica Candau (2006) que la conformación del tiempo doméstico y el tiempo de la colectividad son producto de una memoria familiar signada por el recuerdo de una sucesión de hechos consi-derados importantes para ese colectivo, que no necesaria-mente coinciden con la macro-historia.Analíticamente es interesante observar cómo se van hilando estos acontecimientos porque se visualiza un te-jido complejo de sucesos. El desafío se presenta para los investigadores al momento de identifcar lo más felmente posible a qué sucesos están aludiendo en los relatos. Es común que las narraciones de la comunidad se presenten difusas, borrosas, dejando siempre una brecha de signif-cación e interpretación a ser completadas por el oyente. La reconstrucción es fragmentaria, poco nítida, volviéndose una tarea engorrosa la identifcación fel de los sucesos de referencia. La bús-queda de fdelidad responde más a las exigencias de quienes estamos atrave-sados por el vector de la escritura y en la inquisición de situar los aconteci-mientos en la rigurosidad cronológica a la que estamos habituados.Cuerpo y autopercepciónComentamos una situación recu-perada del campo, porque se había vuelto habitual, y es que observamos que sistemáticamente, sobre todo las mujeres gitanas, consultaban la hora y la fecha, inclusive varias veces a lo largo de la visita. Concluimos que la presencia del inves-tigador funcionó como anclaje de un tiempo que se sabe hegemónico pero que a la vez es ajeno. Otro indicador destacado de la temporalidad y, qui-zás donde mayormente se evidencia el paso del tiempo, es el propio cuerpo. Es la forma por excelencia del paso efec-tivo del tiempo: el propio cuerpo, con la vejez que va de-jando huellas visibles. Todo se acompaña de una sumato-ria de sucesos, un cúmulo de experiencias vividas, donde la corporeidad es el referente. Buena parte de las mujeres de la comunidad hicieron alusión a determinados acon-tecimientos del pasado ubicando el propio cuerpo como indicador de un antes y un después. Una integrante de la comunidad comentaba cómo era ella cuando joven, se describía con ciertas caracterís-ticas físicas pero también aludiendo a capacidades hoy inexistentes. Puntualizaba sobre rasgos vinculados con el carácter que se habían modifcado con el paso del tiempo. Es interesante ver cómo la autopercepción tiende a des-cribir el tiempo pasado como preferible, y el relato mismo se impregna de una concepción idealizada, denominador común a la condición humana. El relato autorreferencial es una puesta en práctica del recuerdo de uno mismo: “El recuerdo de la experiencia individual resulta así de un proceso de ‘selección mnemónica y simbólica’ de ciertos hechos reales o imaginarios –llamados acontecimientos– que presiden la organización cognitiva de la experiencia temporal” (Candau, 2001: 95).Sabemos que la memoria es una reconstrucción y por tanto nunca es idéntica al hecho en sí mismo, se trata de una representación de ese hecho y por ende puede ser real o producto de la imaginación. La distinción entre real e imaginario no es menor, y se vuelve necesario expresar el sentido que aquí asignamos a cada una de ellas.Recuperamos los distintos rela-tos como legítimos, sin jerarquizacio-nes y valorizando lo que cada actor tiene para decir. Los sucesos que se traen a la memoria escapan a la verifcación de existencia real que, con el tiempo, e inclusive en las sucesivas narraciones, se van transformando. Indicamos que analíticamente no tendría relevancia si lo que se narra fue real o no.En este marco es que resignifcar la palabra de los propios actores involucrados en un determinado proceso social e histórico excede la necesidad de veracidad de los dichos. El fn último no es llegar a una verdad absoluta, sino a aproximaciones acerca de lo que cada integrante de la comunidad relata cómo verdadero, indistintamente se trate o no de un hecho real.La narraciónLas realidades pueden ser (re)creadas y actualizadas en las narraciones de los distintos sujetos pero también en la de un mismo actor. Cada narración se puede ir moldean-do y esculpiendo como objeto creativo.Las comunidades orales, para el resguardo de sus sa-beres, tradiciones y costumbres, se valieron y se valen de la palabra hablada, mecanismo utilizado sistemáticamen-te a lo largo de los años. Se evidencia que la oralidad es una forma efectiva de administración que permite la tras-misión de la memoria de generación en generación, y que difere de las sociedades modernas-hegemónicas. Interesa destacar que no solo se trata de la transmisión de todo un legado de contenidos sino, y ante todo, la constante en elmodo de transmisión de ese legado, que va acompañado de una forma compleja de organización social.Merece aquí la salvedad de Candau (2001) quien ad-vierte sobre los cuidados de la “sobrevaloración y la sobre interpretación” tanto de la memoria como de la identidad porque siempre hay un juego de ambigüedad entre ambas. La prevención del autor está referida básicamente a que la ora-lidad, directamente vinculada a la memoria, utiliza como materia pri-ma el recuerdo; decíamos ya que el recuerdo es fragmentario y recreado en cada decir. Para contrarrestar las li-mitaciones que plantea el uso de la memoria es necesario reubicar la primacía del contexto. Para cualquier ejerci-cio que signifque la puesta en práctica de lo mnemónico es indispensable el anclaje contextual. Acentúa Candau (2006) la utilidad de poder rastrear lo más cabalmen-te posible el contexto sociohistórico macro en el que se insertan los relatos, esto permitirá una construcción en paralelo a la narración, que posibilitará una contribución a los dichos en la narración misma.La memoria que se verbaliza en el relato personal, independientemente del anclaje y/o registro temporal, tiene la particularidad de presentarse coherente. Es nece-sario brindar un relato continuo, aunque esa continuidad se constituya con recortes y fragmentos. Algunos relatos aparecen con mayor consistencia, con anclajes más o me-nos precisos, pero todos apuntarán a una narración re-lativamente estable. Sin perder de vista que el punto de referencia siempre lo conforma el propio sujeto y su colec-tivo de pertenencia, pues es lo que permitirá la cohesión, indistintamente si el resultado es más o menos creativo, más o menos fccional, más o menos real.II. MétodoLa oralidad como metodologíaPoner a consideración lineamientos teóricos conduce ine-vitablemente a la revisión de algunos aspectos metodoló-gicos. Trabajar la oralidad desde la oralidad presenta al-gunas “difcultades” como metodología de recolección de datos, básicamente los aspectos vinculados a la veracidad, y los criterios que la consideran como una herramienta legítima y confable.Lo que durante mucho tiempo fue considerado como mero subjetivismo, impregnado de intencionalidad y alejado de la cientifcidad, como la tradición humanística y la estética, echó luz sobre nuevas posibilidades de conocimiento.En los casos en que no existe regis-tro escrito o documentos, la oralidad se vuelve la forma posible y asequible de conocimiento y por tanto la recons-trucción histórica solo se puede lograr por este medio. Bien lo demostró Daniel James en Doña María(2004), dando cuenta de que “los testi-monios orales pueden ser de enorme ayuda para construir la historia de una comunidad (…)” (2004: 125). La historia oral posibilita acceder a acontecimientos del pasado que escapa-rían a la búsqueda por otras fuentes de uso más común.Ciertamente la objetividad, la validez y legitimidad están más vinculadas al testimonio y documento escrito, pero la oralidad puede aportar datos al conocimiento que no deben ser desestimados. Tomamos distancia de la so-brevaloración de la oralidad, como ya lo señalaba Candau (2001), como forma de acceso a ciertos saberes, pero aún asumiendo sus limitaciones se trata de una herramienta inigualable para un sinnúmero de casos y situaciones. Visualizar lo cuantifcable y objetivo como consti-tutivo de un tipo de producción de conocimiento habilita dar otro lugar a la interacción social, y al conocimiento que de él se desprende: diverso, subjetivo, diferenciado, por lo general irregular y particular. Una integrante de la comu-nidad comentaba cómo era ella cuando joven, se describía con ciertas características físicas pero también aludiendo a capacida-des hoy inexistentes. Puntualiza-ba sobre rasgos vinculados con el carácter que se habían modifi-cado con el paso del tiempo.Se evidencia que la orali-dad es una forma efectiva de administración que permite la trasmisión de la memoria de generación en generación, y que difiere de las sociedades modernas-hegemónicas.
image/svg+xmlVoces Recobradas4140Revista de Historia OralVoces RecobradasRevista de Historia Oral4140La narración y el relato sostenidos en la memoria, tanto individual como colectivamente, son necesarios para la comprensión y posterior interpretación de ciertos acontecimientos sociales.Tomar la palabra como fuente de información tiene sus ventajas y al mismo tiempo sus limitaciones. El eleva-do grado de subjetividad puede signifcar una desventaja, aunque a la vez, en eso mismo reside también su mayor riqueza. Existen numerosos ejemplos que dan cuentan de la relevancia de la oralidad como “forma y método” para acceder a cierta información del pasado y del presente que de otra manera sería inaccesible. A lo anterior subyace la asunción de desafíos que im-plican atender los rasgos propios de la oralidad y la me-moria, considerando que son cambiantes y se transfor-man permanentemente, por eso mismo se afrma su carácter provisional.“(…) Sería erróneo querer eva-luar los relatos de vida a partir de los criterios de verdad y falsedad y rechazar pura y simplemente las anamnesis que nos parezcan creíbles porque, –por una parte–, “lo que uno dice de sí mismo siempre es poesía” (Ernest Renan, Souvenirs d´enfance et de jeunesse, París, Presses Pocket, 1992, p. 38) y, por otra, como en toda manifestación de la memoria, “existe una verdad del sujeto que se dice en las distancias visibles entre la narración y la ‘realidad’ de los acontecimientos” (Candau, 2006: 105).Despojarnos de pretensiones estériles de objetividad/neu-tralidad es quizás un camino recomendable para quienes consideramos insustituible la voz de los propios partícipes en el complejo entramado social. El recupero del recuerdo y por tanto el ingreso a los sustratos más profundos de la memoria es una labor compleja, sin dudas se trata del camino más largo aunque tal vez el más rico. Ir viviendo, ir sorteando, ir haciendoEs necesario indicar la vigencia de la oralidad para la co-munidad gitana en particular, ya que siguen existiendo mecanismos de intercambio y de organización social ba-sados fuertemente en este sistema, procedimientos que conviven en un mundo predominantemente escritural y tecnológico.Por otra parte, nos preguntábamos acerca del desenvolvimiento cotidiano y a partir de qué estra-tegias van contrarrestando la oralidad en sociedades que funcionan bajo el manto de la escritura. En primer lugar, estamos en condiciones de adelantar que es el uso de estrategias basadas en un saber práctico movi-lizado por las demandas concretas que surgen en el día a día. Se van tejiendo herramientas para afrontar reso-lutivamente cuestiones habituales: el uso del teléfono celular alienta esta aseveración, dado que la mayoría no sabe leer los números, pero lo usan asiduamente, para ello memorizan la secuencia y el posicionamiento de las teclas.Con el esfuerzo de la retirada de los propios mecanismos de resolu-ción, direccionados bajo el manda-to escritural, comprendemos que la forma de disipar está directamente asociada a lo que denominamos si-tuaciones prácticas. Se devela la in-necesaria incorporación del sustrato teórico, ya sea el manejo del alfabeto o de la lógica de las operaciones básicas matemáticas, porque es la impronta práctica lo que con-duce a realizar otro tipo de recorrido.En segundo lugar, hallamos una pulsión compartida que tiene que ver con lo inmediato. Es poco común en-contrar situaciones proyectadas y planifcadas, la mayoría de las acciones son previstas a corto plazo, existe un “ir viviendo en función de lo que se presente”. Una posible causante de este comportamiento sería la inestabilidad que padecieron a lo largo de la historia, siendo expulsa-dos y rechazados en buena parte de los lugares en los que se instalaban. El entorno infuye y condiciona, por tanto, estar insertos en sociedades hostiles delinea las decisiones de permanencia o no en un lugar, y es una de las razones por las van sorteando el presente. En este sentido hay es-casa problematización del futuro, y es extraño encontrar acciones que no tengan algún tipo de contrapartida. De otra manera, buena parte de las acciones realizadas se hacen efectivas porque existe una contraprestación. Esta lógica forma parte de estrategias de supervivencia y de aprovechamiento de oportunidades. El incremento en la escolarización de los niños gitanos es un claro ejemplo que pone de manifesto el acto de contraprestación al co-bro de la asignación universal por hijo, no por una vo-luntad de progreso o tantas otras razones que pudieren existir, así afrmamos que son motivados por estrategias utilitarias.Aquellas prácticas en las que no encuentran un sentido funcional inmediato raramente se sostienen a lo largo del tiempo. La falta de continuidad de las clases de lectoescritura de dos niñas gitanas responde a que no encontraron en el procedimiento de incorporación de la técnica ningún tipo de benefcio.Existen mecanismos desplegados por los integrantes de la propia comunidad para sortear si-tuaciones cotidianas a las que subya-ce el conocimiento y manejo de cier-tas “destrezas” concatenadas con el conocimiento de una técnica, sea la lectoescritura alfabética o el manejo de operaciones básicas numéricas.Cada una de las transacciones y prácticas que componen la cotidia-neidad, a simple vista, se realizan de idéntica manera por todos los integrantes de una socie-dad, ya sean grupos orales o letrados, lo que evidencia las diferencias radicales son las estrategias que subyacen a esas prácticas y que por cierto son imperceptibles al ob-servador común.En tercer lugar, otra de las estrategias que van apli-cando para resolver aspectos cotidianos es la particular manera de organización temporo-espacial. Pudimos dar cuenta de las distintas estrategias aplicadas para dar un orden a eso que contiene la memoria y que se materializa en el momento del relato. La ubicación de acontecimien-tos y sucesos pasados, de relevancia personal, colectiva o social, y el propio cuerpo se constituyen como recursos para organizar el tiempo, que los ubican como referentes que indican una secuencia y por tanto un pasado, un pre-sente y un futuro. En cuarto lugar, entre las estrategias aplicadas, sobre todo por las mujeres, son las llamadas fórmulas mnemó-nicas. Milman Perry, poniendo atención en la produc-ción homérica, detecta una serie de “fórmulas” orales, las métricas, que funcionaban como ayuda-memoria, com-probándose que la Ilíada y la Odisea contenían múltiples recetas prefabricadas. La explicación recae en que, en el mundo oral, la repetición es central, lo que no se repite sucesivas veces se pierde (Ong, 1987). Entonces estas fór-mulas a las que refere Ong aportan un ritmo pegadizo al discurso ayudadas de rimas, son procedimientos que facilitan y ayudan a recordar. Cuando las mujeres gitanas leen las manos, en realidad, lo que ponen en evidencia es el uso de estas fórmulas. Cuando las niñas acompañan a sus madres u otras mujeres, lo que hacen es mirar, es-cuchar y posteriormente imitar. Las mujeres relatan que esta es la forma en la que ellas mismas aprendieron el of-cio. Cuando se lleva a cabo la lectura de manos existe una transformación en la compostura física, en la entonación de las palabras, en el ritmo de la voz, y el relato adquiere la forma de verso. Con ello se desmitifcan las capaci-dades sobrenaturales históricamente asignadas a las gitanas, no existe un don inherente al grupo étnico, sino que se trata de un ofcio aprendido.Hasta acá aludimos a situaciones que se vinculan con la dinámica cotidiana del grupo en cuestión, inten-tando dar cuenta de la complejidad del entramado social que sustenta estas prácticas regidas por la oralidad.La realidad de la sociedad en la que están insertos pone en evidencia la superposición de cosmovisiones y valoraciones que conviven, viven, se confrontan y partici-pan de permanentes tensiones.Logramos concluir que la incorporación de una téc-nica (en este caso la escritura, pero podría ser cualquier otra) signifca la modifcación en las representaciones mentales. Luria (1976) lo distingue como “pensamien-to situacional”, propio de las comunidades orales, del “pensamiento clasifcatorio”, correspondiente a los gru-pos letrados. Por su parte Ong (1987) interpreta que el pensamiento clasifcatorio es el resultado de mentes que están moldeadas por textos. Para que las mentes estén moldeadas por la escritura no basta simplemente con la La narración y el relato sostenidos en la memoria, tanto individual como colectivamente, son necesarios para la compren-sión y posterior interpretación de ciertos acontecimientos sociales.Cuando se lleva a cabo la lectura de manos existe una transformación en la compostura física, en la entonación de las palabras, en el ritmo de la voz, y el relato adquiere la forma de verso.
image/svg+xmlVoces Recobradas4342Revista de Historia OralVoces RecobradasRevista de Historia Oral4342• Una versión preliminar fue expuesta en el XVII Congreso In-ternacional de Historia Oral: “Los retos de la historia oral en el siglo XXI. Diversidades, desigualdades y la construcción de identidades” en la ciudad de Buenos Aires, septiembre de 2012.Notas————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———1Los gitanos jujeños hablan un dialecto derivado del monte-negrino, es la lengua que utilizan para la comunicación entre ellos, considerada como lengua principal. También manejan el castellano, lo aprendieron y ejercitan para poder comunicarse con los “criollos” (los no gitanos). Esta es una dinámica común Calvo Buezas, Tomás, ¿España racista? Voces payas sobre los gi-tanos, Barcelona, Anthropos, 1990.Candau, Joël, Memoria e identidad, Buenos Aires, Del Sol, 2001.Candau, Joël, Antropología de la memoria, Buenos Aires, Nue-va Visión, 2006. 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Testimonios orales————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———Ana(seudónimo), más de 30 años, integrante de una familia gitana de Jujuy, madre de tres niñas, San Salvador de Jujuy, fnes de 2009, todo el 2010.Elías, Juan Cristo, más 70 años, jefe de una de las familias gita-nas de Jujuy, autor del libro Vida y tradición gitana (2003), San Salvador de Jujuy, noviembre y diciembre de 2006.Julio(seudónimo), más de 60 años, integrante de una familia gitana de Jujuy, padre de cuatro hijos, se dedica a la compra y venta de vehículos, San Salvador de Jujuy, fines de 2009, todo el 2010.Lula y Mora (seudónimos), 9 y 12 años respectivamente, inte-grantes de una familia gitana de Jujuy, hijas de Ana, San Salva-dor de Jujuy, fnes de 2009, todo el 2010.María (seudónimo), más de 60 años, integrante de una familia gitana de Jujuy, vendedora de géneros, casada, madre de cua-tro hijos, abuela de once nietos, San Salvador de Jujuy, fnes de 2009, todo el 2010.Micaela (seudónimo), más de 25 años, integrante de una familia gitana de Jujuy, madre de tres niños y una niña, San Salvador de Jujuy, fnes de 2009, todo el 2010.convivencia con las distintas técnicas y tecnologías, sino que las mentes moldeadas por la técnica son el resultado de un complejo proceso de apropiación (Luria, 1976).En suma, por más que existen algunos sectores de la comunidad que hayan incorporado la lectoescritura y algunas otras tecnologías de la información y de la co-municación, no bastó para una transformación genuina, siguen las normas organizativas propias de la oralidad. Solo en lo cotidiano podemos dar cuenta que en lo exiguo se materializan de manera aparentemente simple y senci-lla procesos de gran complejidad. Es en la organización del tiempo y espacio, en la def-nición de las prioridades y en el ordenamiento de ellas, en la implementación de determinado tipo de lógica que guía el accionar (en el caso de los gitanos, su motivador son las estrategias utilitarias) que se pueden ver las diferentes maneras en que han sido o no moldeadas las mentes.La forma de vivir, hacer y organizar el ser individual y colectivo, se vincula con mecanismos densos que ex-ceden la experiencia, mucho de ellos son aprendidos co-munitariamente. En este sentido es iluminador revisar la relevancia que tiene lo que se transmite y vive comunita-riamente, más que la experiencia personal en sí. Quizás el ejemplo lo encontremos en que buena parte de los gitanos que conforman la comunidad gitana jujeña, nacieron en Jujuy y nunca salieron de la ciudad, sin embargo están atravesados por la lógica trashumante, aunque jamás la hayan puesto en práctica.Los gitanos locales son selectivos en el uso y apropia-ción de técnicas y tecnológica, son tendentes al empleo de aquellas que les sirven con un fn práctico.en casi todos los lugares en los que se han ido asentando: apren-der la lengua del lugar para satisfacer aspectos de intercambio cotidianos, pero es escasamente ejercitada entre los miembros de la comunidad.2Al indicar que prescindieron de la escritura, aludimos a que por diferentes circunstancias sociohistóricas estuvieron signados a no incorporarla, aunque no por ello se trata de un acto volunta-rio, sino más bien por circunstancias coyunturales. Inclusive la condición de nómadas afectó la ausencia de la técnica escritural. 3Interrogantes que serán recuperados y profundizados en las conclusiones parciales.4No tenemos datos que evidencien lo contrario, tanto a nivel local como nacional. 5La asignación consiste en una paga mensual por hijo menor de 18 años, cuyos padres sean desocupados, trabajadores no registrados, servicio doméstico o monotributistas sociales. Lo interesante del plan es que un 20% de la asignación mensual se cobra al año siguiente como contraprestación de certifcar que el menor fue vacunado y que asistió a la escuela. Para acceder a la vista de los requisitos detallados de la Asignación Universal por hijo, consultar en línea: http://www.anses.gob.ar. Decreto N° 1602/09.6Uno de los requisitos que deben cumplimentar para acceder a la asignación es la portación del Documento Nacional de Iden-tidad y la partida de nacimiento, razón por la cual no todos pueden adherir. 7Con “esa parte” de la comunidad referimos a lo ya descripto, recordamos: predominantemente hombres de edad avanzada y algunos niños que se incorporaron a la escuela, más aún desde la implementación del Decreto 1602/09 de Asignación Univer-sal por Hijo. 8Afrmación que planteamos como válida en relación con la técnica escritural. Aquellos que cuenten en su haber con una destreza –la escritura–, están ubicados en ventaja respecto de quienes no la tienen. Solo planteamos la exclusión/inclusión con relación a la dupla oralidad-escritura.9Buena parte de los gitanos eran provenientes de Serbia, Ruma-nia, Bulgaria, en suma, de la zona de Europa del Este.10 Excepcionalmente encontramos el caso de una gitana mayor que se dedica a la venta de telas. Nuestra entrevistada relató en varias oportunidades que ella cuando era joven aportaba a la economía del hogar saliendo a la calle a leer las manos, pero que eso era antes. Desde hace unos años viaja a Bolivia y Buenos Aires (dado que allí encuentra más variedad y mejores precios) y compra telas que luego comercializa al interior de la comuni-dad. Se trata de una rareza en la trayectoria de la comunidad. 11Utilizamos un seudónimo por cuestiones de respeto a la iden-tidad verdadera de los informantes, por tanto María lo aplica-mos solo como nombre referencial. Bibliografía————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———Bloch, Jules, Los Gitanos, Buenos Aires, Eudeba, 1968.Buckland, Raymond, Hechizos y magia gitanos, Barcelona, Obelisco, 2003.