Voces Recobradas32
UN HOMBRE ENTRE LOS HOMBRES
MONSEÑOR
ECOS DE LOS SETENTA
PODESTA
JERONIMO
Ilustración que acompaña una nota
publicada en la Revista Extra, Año
V Nº 48, mayo 1969, a un año del
Mayo Francés.
*( La entrevista a Monseñor Podestá consta de más de diez horas
de grabación y fue realizada entre los meses de noviembre y di-
ciembre de 1997, en su casa de Buenos Aires, donde vive con su
mujer, Clelia y su familia. Su análisis es el origen a un trabajo más
extenso, aún en preparación).
En el trabajo “Los setenta. Militancia, com-
promiso, participación y violencia”, realizado
por el equipo coordinado por la Lic. Liliana
Barela (Voces Recobradas N°1, 1998) afirmamos,
entre las conclusiones, que muchos militantes
de base de los años setenta se vieron influidos
por un discurso más cercano a los Curas del Ter-
cer Mundo que a la conducción de las organi-
zaciones armadas. Para continuar esta línea de
investigación, hemos entrevistado a uno de los
hombres más comprometidos de la Iglesia,
Monseñor Jerónimo Podestá, obispo casado con
Clelia Luro, cuya vida es, en sí misma, un tes-
timonio invalorable de esta época. La presente
reseña adelanta algunos aspectos analizados en
la entrevista y pretende colaborar en el estu-
dio de nuestra historia reciente. *
Voces Recobradas 33
Monseñor Jerónimo Podestá: Un hombre entre los hombres
Luis García Conde - Lidia González
Autores
Monseñor Jerónimo Podestá
y su mujer Clelia Luro.
(Revista Viva, Clarín, domingo
9 de noviembre de 1997, p.68)
“...¡Atención mi Capitán! Vea usted a ese hombrecito
ensotanado que ahora sale de la Curia: es el obispo ‘Fraza-
da’, llamado así por su extravagante inclinación a repartir
cobijas entre los pobres. El señor cardenal acaba de prohi-
birle todo acercamiento a los sindicatos; y el obispo ‘Fraza-
da’, con las orejas que le arden, vuelve a su diócesis de
Avellaneda. Mi capitán, en ese curita de medias moradas
está germinando ya la encíclica Populorum progressio.
¡Aleluya!- exclamó Patricia- ¡Christus vivit!”.
( Leopoldo Marechal. Megafón o la guerra. Buenos
Aires,Sudamericana,1979, p.127)
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Durante la década del sesenta fue madurando la
idea de lo que luego sería llamado “movimiento ter-
cermundista”. Una corriente de renovación teológica
fue introduciendo lentamente cambios en la relación
de la Iglesia con la gente, favoreciendo especialmente
un acercamiento a los pobres. Así, se fue diferencian-
do de la línea tradicional de la Iglesia, identificada con
el derrocamiento de Perón, una corriente que orientó
su actividad pastoral hacia las clases populares. Pro-
venientes de esta nueva tendencia, accedieron al obis-
pado durante los años sesenta, sacerdotes como Eduar-
do Pironio, Antonio Quarracino y Jerónimo Podestá.
Monseñor Podestá fue Obispo de Avellaneda
entre los años 1963 y 1967. Al frente de su diócesis
inició una acción pastoral orientada a renovar el pa-
pel del sacerdote en la comunidad y a llevar adelante
los conceptos más revolucionarios de la Encíclica “El
desarrollo de los pueblos”. Esta actitud, que implíci-
tamente llevaba a la práctica el cuestionamiento del
poder, tanto civil como religioso, tendrá gran influen-
cia en la génesis del pensamiento cristiano más com-
prometido con la realidad política y social de
Latinoamérica de esos años.
“...yo daba clases en el Seminario y había empezado a
ir los jueves y domingos a hacer una especie de catequesis
en un barrio de Berisso... Al principio había un señor que
me llevaba en su auto... yo después opté por ir por mi cuen-
ta en tranvía. Mucho menos oficial la cosa. Yo iba en tran-
vía, me bajaba, caminaba entre el barro y reunía a la gente.
La primera vez fuimos a una biblioteca pública. Había algu-
nos dirigentes peronistas que habían tratado de sembrar cen-
tros en la zona de Ensenada y Berisso. Una de las cosas que
hacían era esto: bibliotecas populares. En esa biblioteca po-
pular del barrio de Berisso, que está bien enfrente de la pe-
trolera, destilería YPF, yo entraba cuatro o cinco cuadras
adentro por el barro y ocupamos el local de esa biblioteca, y
el señor que me llevaba que era de la Acción católica de La
Plata, azorado me dijo: -...padre, ¿ cómo es posible?,¿cómo
Voces Recobradas34
puede decir misa en un local que está todo empapelado con
afiches de Perón y Evita?-¿Cuál es el problema?.¿Y los que
no son peronistas?- Mire, usted no conoce el ambiente de
este barrio. En este barrio yo los conozco uno por uno, fami-
lia por familia, casa por casa. Todos, absolutamente todos
son fanáticamente peronistas, menos una familia y ¿sabe
qué familia? : la catequista”.
Después del golpe del ’55, la relación de
Podestá con el peronismo puede interpretarse como
el camino natural hacia los más humildes, hacia los
más pobres. El mismo Podestá entiende al
peronismo como un fenómeno complejo que se po-
dría explicar comprendiendo lo que significó para
la gente. Recuerda que, cuando amenazado por la
Triple A, debió exiliarse en Perú “ un día iba a tomar
un ómnibus y había una colla, con esas polleras y esos
sombreros redondos que usan los del altiplano y quería
subir al ómnibus, y la mujer era un poco pesada y atrás
intentaba subir una señora muy emperifollada y la colla
se molestó y le dijo: - pero, señora yo soy igual que us-
ted. ¿Por qué me está empujando? Respéteme. Yo tengo
tanto derecho como usted a subir al ómnibus. Entonces
la señora que se ve... era de clase alta, dijo: - ¡ la culpa la
tiene el chulo este de Velazco Alvarado, la gente ya no
nos respeta!... Qué fenómeno que se repetía ahí. No eran
nadie. Con Perón eran algo. Y ahí comprendí porqué esos
dictadores o conductores reciben tanta adhesión de la
gente. La gente siente algo muy profundo y eso aquí ha
pasado.”
«...un hombr«...un hombr
«...un hombr«...un hombr
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es...»es...»
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El cambio que proponía Monseñor Podestá no sólo
se reflejaba en su actitud con la gente, sino que debió
llevar adelante su compromiso ideológico frente a sus
pares, los otros obispos “... algunos se asustaban. Algu-
nos obispos me preguntaron: -¿ pero vos? Como si fuera
una cosa rara. Una cosa curiosa. –Yo también recibo, si vie-
ne un obrero, un sindicalista- No, vos estás equivocado, vos
lo recibís en la gran sala del trono del obispado y ellos vie-
nen a ver al obispo, yo bajo donde ellos actúan, entonces
entro con ellos, al nivel de ellos, en una relación cordial,
voy a las fiestas de ellos, participo en los acontecimientos de
ellos. Entonces ellos conmigo tienen una actitud muy dis-
tinta”.
Este acercamiento a la gente ya había empezado
a demostrarse con el cambio de vestimenta. El aban-
dono de la sotana significó, de algún modo, “... que el
cura no es más un extraño, un alejado, un separado, sino
que yo era un hombre entre los hombres”. Sin embargo, no
dejaba de parecer insólito que el obispo se comporta-
ra como un hombre común.
“... se había comprado una casa nueva / el Obispado de
Avellaneda/... con un gran salón para recibir gente... ha-
bían cambiado el piso y no estaba lustrado. Y yo, el primer
domingo a la tarde que había ocupado la casa, me encontré
con la máquina de pulir el piso. Y yo me puse a pulir el piso
Monseñor Helder Cámara, Obispo
de Recife.
Promotor del Mensaje de los 18
Obispos del Tercer Mundo, 1967.
Voces Recobradas 35
y me divertía haciéndolo. Empezó a ha-
cer calor, me saqué la camisa y me quedé
de cintura para arriba desnudo. Y pasa-
ron unos vecinos y miraron por la rendi-
ja. Para peor, a la mañana siguiente fui,
no sé si faltaba manteca o leche y fui a
comprar.¡Fijate vos qué pavadas!
Otra vez subo a una mujer al auto
para acercarla a su casa... cuando se
baja ve que yo tenía las medias viole-
tas que usaba antes y se dio cuenta que yo era el obispo...
me identificó por las medias...”
«...tr«...tr
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ansfansf
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vv
vv
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adorador
adorador
ador
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as...»as...»
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El gran cambio de la Iglesia católica en relación
con el mundo, se produjo bajo el influjo del Papa Juan
XXIII que convoca el Concilio Vaticano II, en un in-
tento de encaminar a la Iglesia hacia los rumbos que
tomaba la historia, favoreciendo las demandas de los
pueblos más pobres. El Concilio se reúne entre los años
1963 y 1966. Podestá, que participó en varias de sus
sesiones recuerda que “el episcopado más pobre de los
que actuaron en el Concilio Vaticano fue el argentino. To-
dos los otros grupos de obispos se reunían para discutir,
elaborar tácticas, ideas... el grupo argentino, nunca. Una
vez alguien propuso uno de los temas entonces más impor-
tantes del Concilio, que era la concep-
ción de la iglesia en forma colegiada. Ver
ese verticalismo: los obispos dependían
de Roma, nunca se trataban. Esto lo
iniciaron los brasileños con un gran
genio dentro de la estructura eclesiásti-
ca, que fue Helder Cámara. Inició la
Conferencia de Obispos Latinoamerica-
nos. Primero, la Conferencia de Obis-
pos de Brasil y para los latinoamerica-
nos lo apoyó otro hombre, también bastante visionario, que
era Obispo de Alea, don Manuel Larrain”
El 26 de marzo de 1967, a menos de un año del
Concilio, Paulo VI promulga la Encíclica “Populorum
progressio”, un documento clave para la interpreta-
ción tercermundista del papel de la iglesia en los paí-
ses subdesarrollados. Después de enumerar los más
graves obstáculos al desarrollo y bienestar de los pue-
blos pobres de la periferia, Paulo VI solicitaba “trans-
formaciones audaces, profundamente innovadoras.
Hay que emprender sin esperar más, reformas ur-
gentes.” Era un llamado urgente a la acción: “la hora
de la acción ha sonado ya; la supervivencia de tantos
niños inocentes, el acceso a una condición humana
de tantas familias desgraciadas, la paz del mundo,
el porvenir de la civilización, están en juego. Todos
los hombres y todos lo pueblos deben asumir sus
responsabilidades.” (“Populorum Progressio” en
Mensajes sociales 3, Bs. As., Ed. Paulinas, 1991)
“...la publicó Paulo VI, pero fue preparada por
un dominico francés que había creado unos grupos
de investigación social que se llamaban Grupos de
economía y humanismo. Era todo un programa nue-
¿Cómo puede decir¿Cómo puede decir
¿Cómo puede decir¿Cómo puede decir
¿Cómo puede decir
misa en un local quemisa en un local que
misa en un local quemisa en un local que
misa en un local que
está todo empapeladoestá todo empapelado
está todo empapeladoestá todo empapelado
está todo empapelado
con afcon af
con afcon af
con af
iches deiches de
iches deiches de
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PP
PP
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erón y Evita?erón y Evita?
erón y Evita?erón y Evita?
erón y Evita?
Sacerdotes del Tercer Mundo:
Catena, Dri, Ramondetti, Naser y Concatti.
(Primera Plana, Año IX Nº 453, Buenos Aires, octubre 5, 1971, p.34)
Voces Recobradas36
vo, un enfoque nuevo de la sociedad, era todo lo con-
trario de lo que los neoliberales dicen... La economía
está necesariamente orientada al humanismo, al hom-
bre, el hombre es el fin, y el hombre social... y en la
encíclica se propiciaba sin pelo en la lengua que el
mundo estaba mal organizado, que había que cambiar
de rumbo, que hacían falta reformas audaces, profun-
damente renovadoras, en fin casi textualmente estoy
diciendo algunas expresiones.”
«La difusión de la encíclica«La difusión de la encíclica
«La difusión de la encíclica«La difusión de la encíclica
«La difusión de la encíclica
crcr
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cr
eó un poco de conciencia...»eó un poco de conciencia...»
eó un poco de conciencia...»eó un poco de conciencia...»
eó un poco de conciencia...»
Tuvo Podestá un papel fundamental como
principal divulgador del contenido de la Encíclica
en Argentina: “...a mí me había llamado el Nuncio, y
me dice- mirá, tengo el primer texto escrito que hay de
esta Encíclica y yo creo que vos podrías ser, que tu tarea
podría ser la difusión- Cosa que hice, pero la hice con
mala suerte. Me costó la cabeza...”
“...el primer grupo al cual yo le fui a hablar de la
Encíclica era el grupo de ACDE, Asociación Católica
de Dirigentes de Empresa, la crema y nata de los em-
presarios católicos. Ahora está el Grupo de los ocho,
bueno, en ese tiempo tenía bastante importancia el
grupo de los empresarios católicos y el asesor que fue
hasta su muerte muy amigo mío, el padre Moledo, me
llamó y me dijo- mirá, es muy importante, vos tenés
que hacerles una conferencia, pero no seas muy duro,
bajá los decibeles, sé suavecito, porque están muy
asustados. ¡ La Encíclica era un programa revolucio-
nario! Y entonces los dirigentes estaban asustados, ¿
nos tenemos que hacer portavoces de esto?», decían.
En la Populorum Progressio, el Papa rechazaba
la insurrección revolucionaria, pero exceptuaba aque-
llos casos “de tiranía evidente y prolongada, que aten-
tase gravemente a los derechos fundamentales de la
persona y dañase peligrosamente el bien común del
país”. Este párrafo iría a sugerir distintas líneas de in-
terpretación con respecto al camino de la violencia,
tema que rápidamente daría origen a la cuestión de
“la violencia estructural de la sociedad” y a partir de
la cual se interpretaría la legitimación de “la violencia
de abajo”. “Sin duda, los tres años del ‘Onganiato’ han
configurado ya la tiranía evidente y prolongada que
justifica el empleo de la violencia para derrocarla, se-
gún reza la Encíclica Populorum Progressio. Funda-
mentaban así distintos grupos del peronismo revolu-
cionario en un Informe a Perón sobre la situación na-
cional en agosto de 1969”. ( Baschetti, Roberto (comp.) Docu-
mentos de la Resistencia Peronista, (1955-1970), Bs. As. Puntosur,
1988, p. 411 en Pontoriero, Gustavo Sacerdotes para el Tercer Mun-
do (1967-1976), 1/2, Bs. As, CEAL, 1991,v.1, P.26)
“Nunca más he vuelto a oír hablar de esta Encí-
clica, ni me ha tocado a mí la oportunidad de levan-
tar esta bandera, pero habría que hacerlo. Hay todo
un programa para los países pobres, subordinados. En-
tonces, la difusión creó un poco de conciencia...”.
“Yo suelo decir que lo más importante de unas
ideas, de un movimiento, no es crear una fuerza para
el manejo de las estructuras sino atacar a las concien-
cias, impactar las mentalidades. Y de alguna manera,
la Populorum Progressio, aunque no se la nombre,
aunque no se la cite, abrió un cauce para que haya
gente que piense que no es la ley del mercado la que
Monseñor Jerónimo Podestá
Voces Recobradas 37
debe dominar la vida de la sociedad. Y esto es lo que
puedo decir de la Encíclica y su efecto”.
Consultado sobre si tuvo la Iglesia alguna res-
ponsabilidad histórica por las muertes que sucedie-
ron en la Argentina de los años setenta, al haber con-
vocado a tantos jóvenes a comprometerse con la reali-
dad de su tiempo, Podestá contestó que “... la Iglesia
no tuvo responsabilidad por haber con-
vocado a los jóvenes, tiene responsabili-
dad por no haberlos orientado... yo creo
que fue un período triste, penoso el que
pasamos, pero no tenemos que avergon-
zarnos, no, no. Yo lo miro como una es-
pecie de fenómeno que me sirvió para
demostrar que los argentinos no todos
son cobardes, blanduchos, inútiles.
Hubo toda una generación que quiso
jugarse, con ideales. A mí me parece ma-
ravilloso. ¿Que se equivocaron?. Y bue-
no...”
«...un mo«...un mo
«...un mo«...un mo
«...un mo
vimiento parvimiento par
vimiento parvimiento par
vimiento par
a que laa que la
a que laa que la
a que la
Iglesia se vuelqueIglesia se vuelque
Iglesia se vuelqueIglesia se vuelque
Iglesia se vuelque
hacia la justicia social...»hacia la justicia social...»
hacia la justicia social...»hacia la justicia social...»
hacia la justicia social...»
En agosto de 1967, encabezados por Helder Cá-
mara, obispo de Recife, se daba a conocer el “Mensaje
de los 18 obispos del Tercer Mundo”. El documento
adaptaba las líneas de la Encíclica “Populorum
Progressio” a los países de Asia, Africa y América la-
tina. Pronto recibió el apoyo de sacerdotes argentinos,
que ya venían trabajando en esta línea, con activo im-
pulso de Monseñor Podestá. Podestá había iniciado
una audaz renovación pastoral, promoviendo los equi-
pos de sacerdotes obreros de fábrica.
“El movimiento lo inició Cámara, Helder Cáma-
ra, pero él inicialmente no buscó un pronunciamien-
to generalizado de Obispos, sino de un grupo muy
definido, de Obispos claves, de to-
das partes del mundo, sobre todo del
tercer mundo. Yo estuve con él,
compartí sus ideas, lo escuché, pero
el primer manifiesto lo firmó él con
otros Obispos. Ahora, después cuan-
do los curitas tomaron la idea, en-
tonces sí,... bueno, yo les facilité las
primeras reuniones que hicieron en
el Hogar Standford de Quilmes que
era propiedad de la Corporación de
Transportes de Buenos Aires. El vie-
jo Storani, el padre de Fredy Storani
estaba manejando eso y me dio la concesión de ese
Hogar que había sido de los tranvías de Quilmes... Y
ahí hicimos las primeras reuniones de los Equipos es-
tos que se transformaron luego adhiriéndose al mani-
fiesto de Cámara y sus obispos, de los Obispos del
Tercer Mundo...”
“...ese movimiento tuvo una gran trascendencia...
Los obispos, en ese momento, no pesaban... y cuando
la gente, los sindicalistas decían iglesia no se refe-
rían a los obispos, la iglesia son los curitas... querían
hacer un movimiento para que la iglesia se vuelque
hacia la justicia social... lograr un espacio de inde-
pendencia para opinar, para actuar...”
¡La Encíclica¡La Encíclica
¡La Encíclica¡La Encíclica
¡La Encíclica
erer
erer
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a un pra un pr
a un pra un pr
a un pr
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io!io!
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...nos tenemos que...nos tenemos que
...nos tenemos que...nos tenemos que
...nos tenemos que
hacer porhacer por
hacer porhacer por
hacer por
tata
tata
ta
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oces deoces de
oces de
esto?esto?
esto?esto?
esto?
Curas de Villas Miseria frente a la Casa Rosada.
(Primera Plana, Año IX Nº 453, Buenos Aires, octubre 5, 1971, p.34)
Voces Recobradas38
«...ho«...ho
«...ho«...ho
«...ho
y mi aby mi ab
y mi aby mi ab
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uelo anticleruelo anticler
uelo anticleruelo anticler
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icalical
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econciliaría con su nieto»econciliaría con su nieto»
econciliaría con su nieto»econciliaría con su nieto»
econciliaría con su nieto»
Monseñor Podestá proviene de una familia
de gran arraigo social y cultural de nuestro país.
De tradición católica, se reconoce como el
producto de generaciones donde se aquilataron
valores que tienen que ver con el sentido de li-
bertad y justicia.
Su abuelo Podestá, genovés, vinculado al mar,
llegó a la Patagonia, llevado por una tormenta. Fun-
da San Antonio Oeste y se dedica a los negocios. Su
abuelo materno, noble belga, Raimundo Wilmart
“según me contaban mis tías fue de
ideas socialistas”. Wilmart había
llegado a Buenos Aires en 1872, tras
participar en el Congreso de la Pri-
mera Internacional en Holanda,
como difusor de las ideas del sec-
tor marxista. Poco después se inte-
gra a la sociedad argentina y se de-
dica a su profesión de abogado, y
a la Cátedra en la Facultad de De-
recho. Años más tarde, Monseñor Podestá tuvo
ocasión de recordar al abuelo Wilmart “... siendo
yo obispo de Avellaneda, cuando el general Onganía
prohibió la fiesta del 1° de mayo... escribí un artícu-
lo... todos los curitas se pusieron de mi lado, porque
yo dije que para mi era un día triste en que a los obre-
ros no les permitieran celebrar su fiesta. No me inte-
resaban las razones... De hecho, era el día del traba-
jador y no se podía prohibir que los trabajadores cele-
«Esto me lo dijo«Esto me lo dijo
«Esto me lo dijo«Esto me lo dijo
«Esto me lo dijo
OngOng
OngOng
Ong
anía mismo que élanía mismo que él
anía mismo que élanía mismo que él
anía mismo que él
había pedido al Nunciohabía pedido al Nuncio
había pedido al Nunciohabía pedido al Nuncio
había pedido al Nuncio
que me hicierque me hicier
que me hicierque me hicier
que me hicier
a callara callar
a callara callar
a callar
...»...»
...»...»
...»
braran la fiesta de su día. Y terminaba con una re-
flexión que a mis tías no les gustó, pero yo la hice de
muy buena fe, diciendo: creo que hoy mi abuelo
anticlerical se reconciliaría con su nieto, porque co-
incidiríamos en la defensa de los valores humanos.”
«¡Y Ong«¡Y Ong
«¡Y Ong«¡Y Ong
«¡Y Ong
aníaanía
aníaanía
anía
estaba furestaba fur
estaba furestaba fur
estaba fur
ioso!»ioso!»
ioso!»ioso!»
ioso!»
(Había empezado a predicar la Encíclica) “...
aquí y allá y Onganía había proscripto no sólo al
peronismo sino a toda manifestación política. Entonces
a mí me invitaban de sindicatos a hablar sobre la Encí-
clica. Venían los políticos, sobre todo
peronistas y al término de mi diser-
tación se echaban a cantar la marcha
peronista. ¡ Y Onganía estaba furio-
so! Y hasta me lo dijo frente a frente,
y entonces me empezaron a armar lío
con Clelia. Recién en el año 67 que
yo la conocí, pero ya los servicios de
información me seguían a todas par-
tes. Amenazaron con hacer un gran
escándalo público si no me hacían callar. Esto me lo dijo
Onganía mismo que él había pedido al Nuncio que me
hiciera callar...”
El compromiso político asumido por Podestá
en su tarea pastoral, agudizó las tensiones con go-
bierno de Onganía. Las presiones recibidas lo em-
pujaron a renunciar al Obispado de Avellaneda en
diciembre de 1967, 8 meses después de anunciada
la Encíclica Populorum Progressio.
Padre Carlos Mugica, sacerdote
tercermundista asesinado por la
Triple A en 1974.