
Voces Recobradas30
1- Habla Andrés Gamero (Bahía Blanca, 1910). Padre de Sevilla,
madre de Zamora. Trabajó en distintas tareas en el puerto, y tam-
bién algún tiempo en la cosecha. Alguna vez se embarcó en un mer-
cante. Es recitador. Archivo Fónico del Museo del Puerto (de ahora
en más, A.F.), nº 163. De una entrevista con Andrés Gamero y Pedro
Quinter en la cocina de la casa de Quinter, 24 de abril de 1996.
2- En cierto modo, recortado frente a la actividad de otras institucio-
nes (universidad, centros, academias, periodismo, escuelas), lo que
distingue la labor con los relatos orales en un museo es la permanen-
cia en la comunidad de quienes realizan el trabajo.
3- Iván «Vinko» Milin nació en Dicklo, Dalmacia, en 1902. En 1927
llegó a Ingeniero White. Desde entonces hasta 1957 trabajó en las
tareas de construcción del muelle nacional. A.F., nº 12, 13, 14 y 15.
Entrevistas de mayo y junio de 1992.
4- Pedro Quinter (Boulevard XX, 1921), pescador. Sus abuelos fue-
ron inmigrantes (alemanes del Volga). A.F. nº 158, 159, 160 y 161.
Entrevistas del 28 de febrero y 6 de marzo de 1996, en su casa.
5- A.F. nº 162, 163 y 164, entrevista Pedro Quinter y Andrés Gamero,
24 de abril de1996.
6- Julia Palomino (Boulevard XX, 1916). Padres españoles. Visita a
su casa del 27 de febrero de 1997.
7- No funciona aquí la ausencia del autor en tanto persona, no aquí
esa mirada que recorre la teoría de la literatura desde el formalismo
de los rusos.
8- Anita Ansaldo (Ing. White, 1913). Padres italianos, de la Toscana.
Notas tomadas luego de una visita a su casa en enero de 1997.
9- Para cada uno de estos encuentros se realiza habitualmente una
tarea de investigación previa donde es fundamental el trabajo con
los relatos orales. Fragmentos de las entrevistas suelen aparecen en
el trabajo de guión: carteles, pie de fotos, etc.
10- Tulio Angelozzi (Ing. White, 1918). Padres italianos. Trabajó en
el F.C.S. y en la Junta Nacional de Granos. Fue socio, cantor, anfi-
trión y mozo de las cantinas Tulio-Il buon mangiare e Il vero Tulio.
Entrevista del 23 de febrero de 1994, en un café.
11- Receta transmitida por María Diomede de Marzocca (Mola, Bari,
Italia, 1913). Llegó a Ingeniero White en 1936 en busca de su padre.
12- Por un lado, los talleres con las escuelas: los pibes se juntan alre-
dedor de la mole de un pescador que se vuelve así el viejo de la
tribu. Por otro, las experiencias de trabajo con distintas familias o
colectividades. En 1996, por ejemplo, se dio un encuentro entre
croatas (quienes no se reunían desde hacía muchísimo tiempo) y
una reunión de tres familias enlazadas en White a partir de un pasa-
do compartido: la vida en un pequeño pueblo de Italia, Roveredo in
Piano.
13- Se realizó una primera serie de tres videos durante 1995. 1. «El
tuco de mamá», por Pirucha Margoni; 2. «La Amasada», por María
Diomede de Marzocca; y 3. «La reventona», por Matea Gómez de
Otero.
14- El Puerto comenzó a publicarse en 1992. Hasta el momento se
han editado nueve números. Esta sería una breve síntesis de sus te-
mas: relatos de visiones de San Silverio, relatos de partidas y llega-
das de inmigrantes, de alumnos e hijos de maestros, de pescadores,
de inmigrantes de la isla de Ponza, de croatas, de futbolistas e hin-
chas, de trabajadores del muelle.
15- Ritacco, M., Los griegos de Bahía Blanca e Ingeniero White, 1992;
Caviglia, M. J., La huelga de 1907, 1993; Liberali, A. M., Historietas
whitenses, 1994; y Raimondi, S., Miguelito, el rey del Chupín, 1995
16- Cuaderno de Vida de Tito Giralde Valle, 1993.
tos: El Puerto por las casas, por los bares, por las es-
cuelas. Y nunca es «lo mismo» lo que se devuelve. Nin-
guna ilusión de reflejo, ninguna suficiencia de «rea-
lismo». Algo ha pasado entre vos y yo. El malenten-
dido en marcha.
¿El pez por la boca muere?
“Panza llena, corazón contento”. La Cocina del
Museo del Puerto, como muchas cocinas, está llena
de refranes. “La casa es chica pero el corazón es gran-
de”. “Donde comen dos, comen tres”. “Gallina vieja
hace buen caldo”. El refrán aparece allí como un con-
densado, un modo donde se cuajan ciertas repeticio-
nes, donde las voces se coagulan. En ellas vive el or-
gullo de la afirmación. En ellas se siente la suficiencia
de querer dar la palabra final, de tener la justa, la pos-
ta. “A buen entendedor, pocas palabras”. “En boca
cerrada no entran moscas”. En su mismo afán por la
síntesis, el refrán parece desprestigiar la charla, el
“mucho hablar”. La labor sobre los relatos, enton-
ces, quisiera violentar esa mudez histórica. Parla,
parla, parla.
La luna es de ceniza.
Graciela Borges le da de comer al
Negro Avagnale, cocinero de la
cantina “Miguelito” (1962).