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Voces Recobradas
20
Y MUNDO DEL TRABAJO
EN EL NOROESTE
DE LA PROVINCIA DE TUCUMÁN
MEMORIA Y ORALIDAD
partir del empleo del concepto género -entendi-
do como conjunto complejo de relaciones y procesos,
una realidad cultural tanto en el pasado como en el pre-
sente-, intentamos demostrar que los roles cumplidos
por mujeres y varones en este ámbito rural tucumano
están marcados por los modelos de comportamiento
sexual que la sociedad impone, y por la manera en que
la sociedad estructura sus relaciones de poder. Consi-
derado de esta forma, el género aparece como un ele-
mento constitutivo de las relaciones sociales basadas en
las diferencias que se perciben entre los sexos y es una
manera primaria de significar las relaciones de poder.
En este marco analizamos la organización de la fa-
milia y situamos a la mujer en relación a las vinculacio-
nes intergenéricas e intergeneracionales que operan den-
tro de aquélla, situando a los sujetos concretos que co-
operan, que se involucran sexualmente, que se tratan
como padres e hijos, que trabajan juntos, etc. Situamos
la investigación en el ámbito cotidiano, haciendo visi-
bles las relaciones de poder entre los miembros de la
familia, el trabajo de la mujer dentro y fuera del hogar,
las estrategias familiares y femeninas frente a la crisis, el
protagonismo de la mujer, como producto de la organi-
zación de la familia y del orden económico y político del
capitalismo
1
.
Se realiza este estudio a partir de metodologías cua-
litativas. El objetivo es recuperar, por medio de la pala-
bra, la memoria de las mujeres campesinas del noroeste
de nuestra provincia, a través del “retorno de lo biográ-
fico”, teniendo como uno de los principales propósitos
Nos planteamos bucear en el
mundo del trabajo de las mujeres
campesinas del noroeste de la
provincia de Tucumán,
en el marco de la organización
de la familia, desafiando
el enfoque androcéntrico y
sexista, y proponiendo
la perspectiva de género
para este análisis.
A
Memoria y Oralidad: Mujeres campesinas...
Autor
Hilda Beatriz Garrido-Biazzo
MUJERES CAMPESINAS
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Voces Recobradas
21
captar los signos de las diversas construcciones concep-
tuales y de las interpretaciones e interacciones de los gru-
pos humanos. La idea, entonces es “... captar el modo de
encarnación del proceso social en el sujeto ...”
2
desta-
cando la conciencia o inconciencia de ellos en relación a
éste. “La memoria... es una fuente viva, presente y mo-
vida por el tiempo donde imprime recuerdos y huellas.
La vida cotidiana privada o pública, familiar o social,
individual o colectiva es el ámbito o hábitat del tiempo
presente. La memoria, entonces, abre sus puertas en el
presente y a través de un tejido de recuerdos, un enlazar
continuo de huellas, un espacio insondable de olvidos y
pesares de sueños y fantasías, como presencia y como
ausencia en todos y cada uno, con la ayuda de la imagi-
nación tejida por el tiempo, para reconocer identidades,
evidenciando herencias para entender el presente y to-
mar las riendas del futuro.”
3
ORALIDORALID
ORALIDORALID
ORALID
ADAD
ADAD
AD
Y RECUPERAY RECUPERA
Y RECUPERAY RECUPERA
Y RECUPERA
CIÓNCIÓN
CIÓNCIÓN
CIÓN
DE LA MEMORIADE LA MEMORIA
DE LA MEMORIADE LA MEMORIA
DE LA MEMORIA
En las formas de organización social que los seres
humanos crean, los actores interactúan de forma per-
manente construyendo sus normas de cultura durante
la vida cotidiana; así, la realidad social está siendo per-
manentemente creada y recreada por los actores. En esa
interactuación generan e intercambian información me-
diante las formas de emplear el len-
guaje de la vida cotidiana; pues la vida
cotidiana, por sobre todo, es vida por
el lenguaje que comparten los actores.
El lenguaje aparece así, no sólo como
un sistema de comunicación, sino
también como estructurante de una
manera peculiar de comprender y de
pronunciar al mundo. El lenguaje em-
pleado en la cotidianeidad proporcio-
na de manera continua las ob-
jetivaciones indispensables y dispone
el orden dentro del cual éstas adquie-
ren sentido y dentro del cual la vida
cotidiana tiene significado para el su-
jeto social
4
. Es en el campo de las
interacciones en donde, y a través de
la intercomunicación, se construye un universo simbó-
lico común.
A partir de estos supuestos, sostenemos que la in-
vestigación cualitativa posibilita la formulación de in-
terpretaciones teóricas de los datos de la realidad y pro-
vee un excelente medio para comprender el mundo “que
está allí”.
Irene Vasilachis apunta que: “A diferencia de los
métodos cuantitativos, que se enmarcan en una concep-
ción positivista, que aplican controles rígidos a situacio-
nes “artificiales” y en cuya aplicación el investigador in-
tenta operar manteniendo cierta distancia y neutralidad,
en los métodos cualitativos se actúa sobre contextos “rea-
les” y el observador procura acceder a las estructuras
de significados propias de esos contextos mediante su
participación en los mismos. El presupuesto fundamen-
tal de la investigación social tiene que ser más fiel al fe-
nómeno que se estudia que a un conjunto de principios
metodológicos, y que los fenómenos sociales son distin-
tos a los naturales y no pueden ser comprendidos en
términos de relaciones causales mediante la subsunción
de los hechos sociales a leyes universales porque las ac-
ciones sociales están basadas e imbuidas de significa-
dos sociales: intenciones, actitudes y creencias
(Fielding,1986)”.
5
Al propugnar la validez de lo cualitativo, nos pro-
ponemos -como ya dijimos- la recuperación por medio
de la palabra de la memoria individual y colectiva, a
través del “retorno de lo biográfico”, partiendo de nue-
vas formas de hacer estudios sociales e incorporando
como válidas otras fuentes diferentes de las tradiciona-
les, como historias/relatos de vida, testimonios y entre-
vistas no estructuradas y flexibles. En el empleo de ma-
teriales biográficos, las diversas etapas de la investiga-
ción no se encuentran separadas, no son etapas
discontinuas, sino que se entremezclan permanentemen-
te, pues existe una ligazón inseparable entre la biogra-
fía, la historia y la sociedad.
En relación a la metodología para investigar los te-
mas vinculados a las relaciones de
género, es interesante señalar la opi-
nión de H. Habichayn que afirma que
“hace falta afinar una metodología
que contribuya a elucidar cómo son
estas relaciones intergenéricas. Las
técnicas más adecuadas serán aque-
llas que permitan llegar a los fenóme-
nos desde un punto de vista cualita-
tivo” como los relatos de vida y las
entrevistas en profundidad que per-
miten la recuperación por medio de
la palabra de la memoria individual
y colectiva, a través del “retorno de
lo biográfico”, teniendo como uno de
sus principales propósitos captar los
signos de las diversas construcciones
conceptuales y de las interpretaciones e interacciones de
los grupos humanos
6
.
Las experiencias vitales de los seres humanos pue-
den ser narradas de múltiples maneras, pero la vida de
un ser humano narrada en un relato testimonial supone
una reconstrucción del contexto histórico. El “retorno”
al que referimos tendría que ver, entonces, de acuerdo
a lo que expresa F. Ferrarotti
7
, con un reconocimiento
El lenguaje aparEl lenguaje apar
El lenguaje aparEl lenguaje apar
El lenguaje apar
ece así,ece así,
ece así,ece así,
ece así,
no sólo como un sistemano sólo como un sistema
no sólo como un sistemano sólo como un sistema
no sólo como un sistema
de comunicación, sinode comunicación, sino
de comunicación, sinode comunicación, sino
de comunicación, sino
también comotambién como
también comotambién como
también como
estrestr
estrestr
estr
uctuructur
uctuructur
uctur
ante de unaante de una
ante de unaante de una
ante de una
manermaner
manermaner
maner
a peculiar dea peculiar de
a peculiar dea peculiar de
a peculiar de
comprcompr
comprcompr
compr
ender yender y
ender yender y
ender y
de prde pr
de prde pr
de pr
onon
onon
on
unciar al mundounciar al mundo
unciar al mundounciar al mundo
unciar al mundo
..
..
.
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Voces Recobradas
22
de la crisis que atraviesa la historia como las otras cien-
cias sociales en relación a las formas dominantes de con-
cebir la producción de conocimiento; el autor alude a la
sincronía de la nueva época coral con la ampliación de
la perspectiva “sobre la base del concepto de historia
como vida histórica en un sentido pleno, polisémico y
polimórfico”.
Passerini
8
señala que las fuentes orales ponen al in-
vestigador en contacto con la subjetividad del hablante,
por ello estas fuentes no son objetivas; son fuentes muy
particulares porque hablan y se relacionan con el inves-
tigador intersubjetivamente.
El testimonio oral pone en evidencia la emoción del
narrador, su participación en la historia y el modo en
que la historia lo afectó
9
. El narrador que relata constru-
ye y recrea representaciones e imágenes de sentido que
hacen posible una nueva forma de aproximarse a la rea-
lidad; la memoria es un activo proce-
so de creación de significados que no
es inmutable y se inserta en un con-
texto de tiempo y lugar. Los cambios
elaborados por la memoria eviden-
cian el esfuerzo del narrador por dar-
le sentido al pasado y una forma a sus
vidas y colocan a la entrevista y a la
narración en su contexto histórico
10
. La
contextualización, como “necesaria
red de fondo” reposa sobre el carác-
ter selectivo de la memoria y a la ne-
cesidad de construir un marco am-
biental, social y familiar “en el que el
dato biográfico se inserte y respecto
al cual reaccione”
11
.
La entrevista es una forma espe-
cífica de interacción social en la que
el entrevistado es un actor de los su-
cesos narrados, y la oralidad se torna
fundamental pues es la autobiografía
que se dicta, la que se recoge y la que
será escrita por el entrevistador, la que
permitirá arribar a una nueva lectura de la realidad so-
cial. La interacción da lugar a una serie de mediaciones
entre entrevistado y entrevistador y hace posible -a tra-
vés de la oralidad, de los gestos, de las expresiones, de
las reiteraciones, de los silencios-, interpretar la realidad
y otorgarle sentido.
La entrevista, como marco de elaboración teórica
conjunta, supone, además de la interacción referida, otros
tipos de relaciones de acuerdo a lo que sostiene Grele
12
:
el que se refiere a la estructura lingüística, gramatical y
literaria de la entrevista que en la actualidad es objeto
del análisis lingüístico formal; y el tipo o conjunto de
relaciones que el autor considera como el de mayor rele-
vancia para los historiadores, y que se refiere a dos rela-
ciones que estarían contenidas en una, la que se da entre
el informante y el historiador, y aquella entre el infor-
mante y su propia conciencia histórica; vale decir que el
entrevistado no habla solamente “para sí mismo y para
el entrevistador, sino que también habla mediante el
entrevistador para la comunidad más grande y su his-
toria tal como la ve”. Grele afirma que a través de una
lectura “sintomática” de la narrativa, atendiendo a este
tipo de relación, se revelarían niveles ocultos del discur-
so y se podría aislar y describir la problemática que in-
forma la entrevista.
“Es a nivel de esta problemática -el contexto teóri-
co o ideológico dentro del cual se encuentran palabras y
frases y la presencia o ausencia de ciertos problemas y
conceptos- que hallamos la síntesis de todas las diversas
relaciones estructurales de la entrevista, así como la par-
ticular relación del individuo con su visión de la histo-
ria”
13
.
En esta perspectiva, el autor citado estima que la
entrevista es un elemento crucial pues
allí emerge, del pensamiento de un
miembro de la cultura en el que se está
interesado, la idea de la historia y su
relación con la visión mítica y la ideo-
logía con el propósito de captar la
problemática más profunda del entre-
vistado. La visión mítica no es con-
trapuesta a la visión histórica, pues
ambas existen en “tensión dialéctica”
en las diferentes sociedades y, a tra-
vés de combinaciones e interacciones
generan una variedad de visiones his-
tóricas.
En cuanto a la ideología, Grele
la conceptúa como estructurante de
la conciencia de los individuos y de
las concepciones de sus relaciones con
las condiciones de la existencia, y es
lo que conduce las acciones y las prác-
ticas a través de una diversidad de
aparatos tales como la familia, la igle-
sia, los sindicatos, los sistemas de co-
municación, comprendiendo también los modos de con-
ducta y de comportamiento. La ideología aparece de esta
manera como fundamental para la comprensión de la
dinámica de la cultura y de las pautas de conducta apren-
dida. Para entender el funcionamiento de la ideología
es crucial el concepto de hegemonía que toma de
Gramsci
14
. Grele piensa que con una amplia definición
de ideología, una correcta comprensión de la teoría de
la hegemonía, y de los roles que se cumplen a través de
la visión del cambio histórico en el desarrollo de la ideo-
logía, “el historiador oral debería poder sintetizar sus
análisis de los tres conjuntos de relaciones contenidas
en la entrevista, porque la estructura socio o para-lin-
güística, las pautas de conducta y la teoría de la historia
están todas unidas dentro del concepto de ideología”.
En el campo de los estudios sociales y en este estu-
Cuando se alude alCuando se alude al
Cuando se alude alCuando se alude al
Cuando se alude al
génergéner
génergéner
géner
o como catego como categ
o como catego como categ
o como categ
oríaoría
oríaoría
oría
se hace mención a unase hace mención a una
se hace mención a unase hace mención a una
se hace mención a una
imagimag
imagimag
imag
en intelectual,en intelectual,
en intelectual,en intelectual,
en intelectual,
a a
a a
a
una funa f
una funa f
una f
orma de considerorma de consider
orma de considerorma de consider
orma de consider
arar
arar
ar
y estudiar a las perso-y estudiar a las perso-
y estudiar a las perso-y estudiar a las perso-
y estudiar a las perso-
nas,nas,
nas,nas,
nas,
a una her a una her
a una her a una her
a una her
rr
rr
r
amientaamienta
amientaamienta
amienta
analítica que aanalítica que a
analítica que aanalítica que a
analítica que a
yuda ayuda a
yuda ayuda a
yuda a
descubrdescubr
descubrdescubr
descubr
ir zir z
ir zir z
ir z
onasonas
onasonas
onas
olvidadas;olvidadas;
olvidadas;olvidadas;
olvidadas;
es una f es una f
es una f es una f
es una f
ormaorma
ormaorma
orma
conceptual de análisisconceptual de análisis
conceptual de análisisconceptual de análisis
conceptual de análisis
socio-cultursocio-cultur
socio-cultursocio-cultur
socio-cultur
al.al.
al.al.
al.
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Voces Recobradas
23
dio concreto que proponemos, creemos que además del
empleo de métodos cualitativos, es posible el uso de otros
métodos como una estrategia investigativa de conver-
gencia metodológica. La combinación de metodologías
en el estudio de un mismo fenómeno es lo que se conoce
como triangulación. La triangulación es un vehículo que
posibilita la “validación cruzada cuando dos o más mé-
todos distintos resultan congruentes y proporcionan
datos comparables”
15
. Jick señala que a través de la
triangulación es posible lograr un más complejo,
holístico y contextual retrato de la unidad bajo estudio,
pues junto a los métodos cualitativos en particular al
hacer surgir datos y sugerir conclusiones, hace posible
que elementos del contexto sean iluminados; así la
triangulación puede ser empleada no sólo para exami-
nar el mismo fenómeno desde diferentes perspectivas,
sino que hace posible enriquecer nuestra comprensión
al permitir la emergencia de nuevas y más profundas
dimensiones
16
.
GÉNERGÉNER
GÉNERGÉNER
GÉNER
O O
O O
O
Y CONDICIÓNY CONDICIÓN
Y CONDICIÓNY CONDICIÓN
Y CONDICIÓN
SOCIAL DE LAS MUJERESSOCIAL DE LAS MUJERES
SOCIAL DE LAS MUJERESSOCIAL DE LAS MUJERES
SOCIAL DE LAS MUJERES
G. Bock
17
sostiene que la necesidad de encontrar cau-
sas que hicieran explícitas la condición de las mujeres
en diferentes sociedades y la persistencia de las desigual-
dades entre los sexos, requería de un concepto totaliza-
dor. El género aparece así como una categoría funda-
mental de la realidad social, cultural e histórica, y de la
percepción y el estudio de dicha realidad. Uno de los
motivos fundamentales de la introducción del término
género en este sentido amplio y de su rápida difusión
reemplazando a la palabra sexo, ha sido el hecho de que
tanto la cuestión de la mujer, la historia de las mujeres y
los estudios de la mujer, no quedaran reducidos al sexo
como sinónimo de sexualidad, sino que debían abarcar
los diferentes ámbitos de la sociedad, incluyendo sus
propias estructuras.
Cuando se alude al género como categoría se hace
mención a una imagen intelectual, a una forma de con-
siderar y estudiar a las personas, a una herramienta ana-
lítica que ayuda a descubrir zonas olvidadas; es una for-
ma conceptual de análisis socio-cultural que desafía la
ceguera que los estudios históricos han evidenciado en
relación al sexo.
Los roles femenino y masculino son construcciones
culturales, modelos para afianzar y reproducir los pa-
peles de mujeres y varones. El género es entonces una
herramienta útil para analizar las relaciones sociales que
son, necesariamente, relaciones de poder. El carácter
relacional que incluye el concepto género supone que
las mujeres y los varones son definidos uno en relación
con el otro y no se puede comprender a ninguno estu-
diándolos separadamente; se debe tender a compren-
der los diferentes niveles de los roles sexuales en la
realidad social para encontrar el sentido que tienen y
la manera en que funcionan para mantener el orden
social o para promover el cambio. Pero el género no
es tan sólo un concepto relacional y de equivalencia,
no supone una relación cerrada de subordinación, sino
que es mejor entenderlo como “una intersección pro-
blemática, contextualmente definida y repetidamen-
te construida”. Esto hará posible repensar la sociedad
desde una perspectiva más equitativa para varones y
mujeres, en distintas posiciones y dimensiones de la
vida social.
Nuestra sociedad, signada por un profundo
patriarcalismo
18
, considera a las personas de sexo mas-
culino como eje referencial de la estructuración y orga-
nización sociales. La actitud de desigualdad valorativa
hacia las mujeres se fundamenta en prejuicios que pre-
disponen a actitudes injustas y anacrónicas por parte de
la sociedad en su conjunto. Las mujeres son parte y par-
ticipan del sistema, dado que las relaciones de subordi-
nación están subsumidas en la organización más vasta
que es la sociedad misma. La asimetría fundamental de
género está presente en nuestra sociedad y se manifies-
ta en los distintos niveles de la cotidianeidad.
El orden social de representaciones en torno al gé-
nero ofrece a la mujer una imagen de sí misma que, en
realidad responde, a un patrón ideado por los varones
-que controlan la producción simbólica-, construyéndo-
se estereotipos
19
que asignan a la mujer adjudicaciones
sociales y culturales que pautan y norman sus conduc-
tas de acuerdo con los dictados de su género. Los fun-
damentos ideológicos de la desigualdad genérica -mu-
chas veces no asumida ni siquiera por las propias muje-
res- operan en la construcción de la imagen de la mujer
que la sociedad quiere.
Las mujeres, como señala Mizrahi, son, por un lado,
víctimas de una cultura portadora de una ética sacrifical
que ataca y margina lo diferente; y por otro, son
sostenedoras, continuadoras y multiplicadoras de un
sistema de opresión, porque ellas responden al manda-
to de obediencia, al de sumisión, al de pasividad, al de
secundariedad. Las mujeres son parte del sistema, por-
que el sistema otorga identidad y legitimidad; la idea de
perder, en esta sociedad, el consenso se vive de manera
dramática porque significa la pérdida de la legitimidad,
del lugar social, del reconocimiento, y esto es vivido por
las mujeres en términos de angustia
20
.
“La escala de valoración social... la crea el hombre
dominante, el hombre con poder, y apoyada en su sexo,
en la pura biología, la hace extensiva a toda la masculi-
nidad, a todos los hombres. Todas las mujeres... se ven
afectadas por dicha escala de valoración social que, en
primer lugar, las inferioriza incluso a través de las para-
dójicas formas del endiosamiento o del halago... y en
segundo lugar, crea las “reglas del juego”. Reglas del
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Voces Recobradas
24
juego que siendo masculinas, sin embargo, se universa-
lizan, se imponen como tales, a todos los dominados, y
con singular fuerza a las mujeres.”
21
El hecho de que persista el desequilibrio entre va-
rones y mujeres tiene que ver con la asignación de exce-
dente de valoración invertido en los varones que los dota
de autoridad masculina, autoridad que tiene la aparien-
cia de humana.
Anna G. Jónasdóttir sostiene que, “a pesar de con-
tar con una política pública bien intencionada y activa
para conseguir la igualdad entre los sexos, en las socie-
dades occidentales actuales todavía persiste el desequi-
librio entre hombres y mujeres, y es muy probable que
haya aumentado en ciertas esferas. ¿Cómo y por qué
persiste el patriarcado occidental actualmente?... Los que
se encuentran son... las mujeres como seres sexuales y
los hombres como autoridades personales... Los hom-
bres constituyen la especie con valor efectivo... El exce-
dente de valoración invertido en los hombres los dota
de autoridad masculina... y esta autoridad tiene la apa-
riencia de no ser masculina, sino humana en general y
generada exclusivamente de los méritos logrados de for-
ma individual...Las estrategias feministas para el cam-
bio deben construirse sobre el análisis de los intereses
de las mujeres, en vez de sobre la complementariedad
de géneros, que tiende a infravalorar las relaciones de
poder implicadas...”
22
Siguiendo con lo que venimos diciendo, es impor-
tante señalar lo que Carole Pateman sostiene en relación
al “dominio paternalista”; citando a Gerda Lerner, la au-
tora afirma que el dominio paternalista es una forma
mitigada de dominio regida por derechos y obligacio-
nes mutuas. La dominación paternalista adquiere la for-
ma típica del intercambio de obediencia por protección;
el lenguaje del paternalismo refuerza el modelo tradi-
cional patriarcal del orden político. En el paternalismo
los actos se dan entre “adultos que consienten”
23
.
PRPR
PRPR
PR
ODUCCIÓN-ODUCCIÓN-
ODUCCIÓN-ODUCCIÓN-
ODUCCIÓN-
REPRREPR
REPRREPR
REPR
ODUCCIÓNODUCCIÓN
ODUCCIÓNODUCCIÓN
ODUCCIÓN
EN LA CUENCEN LA CUENC
EN LA CUENCEN LA CUENC
EN LA CUENC
AA
AA
A
DE DE
DE DE
DE
TT
TT
T
APIA-TRANCAPIA-TRANC
APIA-TRANCAPIA-TRANC
APIA-TRANC
ASAS
ASAS
AS
a.- PRODUCCIÓN, TRABAJO FEMENINO
Y ORGANIZACIÓN DE LA FAMILIA
A diferencia del conjunto de la provincia de
Tucumán y del resto de la Argentina, en la Cuenca de
Tapia-Trancas, hay mayor número de varones. En los
años ’80 existían en Trancas 5.362 mujeres y 5.908 varo-
nes. Tal tendencia se fortaleció en la última década. En
1991 había 5.654 mujeres y 6.323 varones, es decir que el
índice de masculinidad ascendía a 111,83
24
.
La Cuenca presenta un paisaje social masculinizado
que puede ser vinculado con las actividades
agropecuarias. Los varones, por ejemplo, son los encar-
gados de la “yerra” del ganado. Los jinetes ataviados
con su típica indumentaria son los encargados del arreo
de los vacunos desde los cerros y montes hasta las es-
tancias para la marca, la descornada, la vacunación y la
yerra. En esta actividad, las mujeres no tienen participa-
ción alguna pues, hasta las tareas consideradas “natu-
ralmente” femeninas como cocinar, la realizan los varo-
nes. La presencia femenina en la yerra se limita a ser la
de un espectador más.
A partir del estudio de casos concretos, de las estra-
tegias de vida y de reproducción que se implementan
en los distintos hogares, de acuerdo a las diversas situa-
ciones vitales en que se encuentran, podemos aproxi-
marnos al conocimiento de la familia y de su organiza-
ción en esta área:
“... Yo nací en Rodeo Viejo, subiendo por los cerros,
de ahí a los seis años mi mamá me trajo a San Pedro, ella
vendía cosas, choclos ... yo tenía nueve años cuando
murió mi papá ... con mis hermanos la ayudábamos en
todo a mi mamá ... vendíamos de todo, verduras, que-
sos ... Yo fui a la escuela hasta cuarto grado ... había que
trabajar. Mi mamá se volvió a casar y tuvo otros hijos ...
a los trece años me fui a trabajar a la ciudad en una casa
de familia, ahí trabajaba mucho y me pagaban poco ...
pero yo me “avivé”, hice la valija y les dije que me pa-
guen y me fui, allí estuve hasta los quince ... Entre los
dieciséis a los diecinueve trabajé con una familia muy
buena, me querían mucho y querían que me vaya con
ellos a vivir a Córdoba ... pero yo me casé con Juan C., él
era del cerro ...Qué pena que no me fui! ... con Juan te-
níamos un quiosco y vendíamos empanadas, pan ... bah!
de todo, pero cuando fue Delegado el “gordo” A. nos
sacó del lugar ... así que nos fuimos a vivir a Chulca con
mi mamá ... yo salía todos los días, yo hacía mi negocio
y el de mi mamá, porque ella ya no podía caminar ... a
veces, yo no tenía para vender pero sólo salía a hacer el
negocio de mi mamá. La verdad que mi vida fue un
“remo” ... muy sacrificada. Tengo nueve hijos Ud. sabe,
los hijos vienen nomás, con el penúltimo casi me muero,
me tuvieron mucho tiempo en el hospital, pero aquí es-
toy. La mayor es mi única hija mujer, la Lucía está casa-
da, tiene dos hijitos y vive en Guiñazú, Córdoba. Se tuvo
que ir porque el marido no quería trabajar con el padre
en el campo, ellos son de la Villa de Trancas; con noso-
tros él tampoco quería trabajar. Bueno, lo que pasa es
que no le gusta el trabajo del campo. El muchacho es
chofer y allá en Córdoba trabaja como repartidor mane-
jando un camión de una embotelladora de gaseosa; cuan-
do vivía en Trancas era camionero, pero se quedó sin el
trabajo y se tuvo que ir. A mi hija tampoco le gustaba
mucho vivir con los suegros, son medio “jodidos”; pero
en Córdoba andan más o menos, mi hija hace tortillas al
rescoldo y dulces para vender, yo les mando cuando
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Voces Recobradas
25
puedo algo de plata y ropa para los chiquitos. En el ve-
rano, la Lucía viene a pasar unos días con nosotros, ella
me ayuda con las tareas de casa y a cuidar a sus herma-
nos, cuando era soltera mi hija me colaboraba en todo...
es una pena que no esté conmigo.
Menos uno, todos mis hijos varones viven con no-
sotros. Manuel, el mayor, estudió para mecánico, pero
como no puede poner su taller, antes que trabajar para
otro prefiere trabajar con la familia. El Negro se ha ido a
la Marina, está en el sur y siempre me escribe y cuando
tiene franco viene y trabaja con el padre; también nos
trae algo de plata porque a él le pagan. Al Jorge no le
gusta el campo, así que además de ir a la secundaria, se
la “rebusca” como lavacopas o trabaja en cualquier cosa
en el pueblo y lo que gana lo entrega en la casa y algo se
queda él; pero cuando se lo necesita para la cosecha tra-
baja en la finca con el padre y los hermanos. Los “otritos”
van a la escuela y cuando pueden ayudan en el campo.
Luis está muy rebelde y como no quiere trabajar con los
hermanos, éstos lo retan y le pegan y el padre le dice
que no debe ser hijo de él porque sa-
lió vago... tampoco me lo quiere estu-
diar, pero yo lo mismo lo mando a la
escuela y le digo que es lo único que
uno le puede dejar. Ceferino, que es
el séptimo varón, es ahijado del pre-
sidente ... Alfonsín era entonces
presidente, pero nunca tuvimos nin-
guna ayuda como dicen que dan.
Mi marido y los chicos trabajan
la tierra del “dotor” A.B., con él arre-
glamos a “porcentaje” de lo que sa-
camos, él pone la tierra y nosotros el
trabajo, por eso la mayor parte es para
nosotros. También hemos arrendado
la tierra de “Miquicho” y ahí también
sembramos. Hemos puesto poroto. Si todo anda bien,
va haber “platita”... también plantamos hortalizas para
comer y vender. Yo tengo mi casa propia y unas cuantas
hectáreas cerca de la Villa de San Pedro ... ahí también
plantamos poroto.
Juan y los chicos grandes viven en el Sauzal que
está como a 8 Km, y la otra tierra arrendada está en Las
Tipas... para ahí todos los días van los chicos a controlar
que no roben ni hagan daño, aquí la gente es “dañina” y
amiga de lo ajeno, no hay que descuidarse. Mi marido y
los chicos trabajan la tierra... se la pasan en el “cerco”.
Juan dirige todo el trabajo; yo voy los fines de semana a
lavar la ropa y a cocinarles, o si no vienen ellos. Como
en el Sauzal no hay luz ni agua corriente se vienen a
veces por las noches para aquí, sobre todo en el invierno
que es tan frío.
Durante la semana, mando a los más chicos a la
escuela, me ocupo de que hagan bien los deberes y no se
hagan la “yuta”. Yo les cocino ... uso leña porque es más
barato, aunque tengo la cocina con gas de garrafa. Yo
me ocupo de vender ... salgo a vender arvejas, lechuga,
choclo, zapallos, depende de la temporada y lo que
“aiga” y salgo con el sulky a vender. Por ahí, cuando
carneamos un ternero o un chancho, vendo carne tam-
bién. Tengo algunas casas de veraneantes para limpiar,
siempre hay que buscar unos “pesitos”. Yo me doy tiem-
po para todo. Ayudo, a veces en la cocina de la escuela y
en lo que se necesite ahí. Además soy de la cooperadora
del colegio secundario. También ayudo para las eleccio-
nes, yo “soy” del “dotor” B. y de “Yemita” que son
peronistas y lo quieren al pueblo. Cuando hay reunio-
nes por algún problema del pueblo siempre estoy pre-
sente y opino, yo no me callo, digo las cosas como son
nomás, para eso tengo boca.
En el verano, en Semana Santa, en las vacaciones
de invierno, o en los fines de semana largos alquilo ca-
ballos. Yo me encargo de comprar el ganado porque Juan
sólo sabe “burrear” en el campo, él no sabe de comercio.
Cuando necesito monturas, frenos, peleros, y no tengo
plata, hago cambios con la gente del cerro por animales,
ya sean chanchos, gallinas o carne, o
semillas. Como el Manuel ya está
grande, él se encarga de vender el po-
roto o el maíz en Trancas, él ya sabe
pelearle el precio a los intermediarios.
A veces yo voy a vender junto con Ma-
nuel. Antes iba yo sola. También me
encargo de comprar las semillas para
sembrar.
A veces me canso, y Juan con ese
carácter, es tan “parco”, nunca les
hace una caricia a los chicos, siempre
tan torpe, tan bruto. Ya está viejo, tie-
ne 66 años ya ... bueno siempre fue
así, porque él se crió sin cariño. No
quiere que los chicos salgan y se di-
viertan, no les quiere dar plata; pero yo le digo que si los
chicos trabajan hay que darles para sus gastos. Aunque
ahora con el Manuel más grande ya no se hace “el ton-
to”. Manuel les compró un televisor color para los her-
manos. Ahora ya no me grita ni pelea tanto como antes,
porque los chicos no lo dejan. Además siempre anda
enfermo, no quedó bien desde el accidente del año pa-
sado, y eso no le gusta, lo pone mal, pero ya es viejo. El
año pasado lo tiró un caballo, se “quebró” en varias par-
tes y estuvo varios meses en el hospital ... si no fuera por
el “dotor” B no sé que haríamos, nosotros no tenemos
obra social, así que cuando hay problemas de enferme-
dad yo recurro al “dotor”, él me soluciona todo. Juan a
veces toma mucho, pero antes tomaba más. A mi mari-
do no le gusta mucho que salga, él tiene celos ... mire a
esta edad sigue con los celos ... antes también me mal-
trataba ... pero ahora sólo grita y está siempre de mal
humor ... pero si yo no salgo no se vende, así que aun-
que a Juan no le guste yo ando en la calle, porque como
yo digo para conseguir las cosas hay que moverse.”
«A mi mar«A mi mar
«A mi mar«A mi mar
«A mi mar
ido no leido no le
ido no leido no le
ido no le
gusta mucho que salggusta mucho que salg
gusta mucho que salggusta mucho que salg
gusta mucho que salg
a,a,
a,a,
a,
él tiene celos...él tiene celos...
él tiene celos...él tiene celos...
él tiene celos...
mirmir
mirmir
mir
e a esta edad siguee a esta edad sigue
e a esta edad siguee a esta edad sigue
e a esta edad sigue
con los celos...con los celos...
con los celos...con los celos...
con los celos...
antes también meantes también me
antes también meantes también me
antes también me
maltrmaltr
maltrmaltr
maltr
ataba.»ataba.»
ataba.»ataba.»
ataba.»
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Voces Recobradas
26
En este relato Robita C., 49 años, residente en San
Pedro de Colalao, nos brinda un testimonio de vida que
nos permite analizar el rol de la mujer dentro de la orga-
nización de la familia.
Entendemos por familia a “una organización social,
un microcosmos de relaciones de producción, de repro-
ducción y de distribución, con una estructura de poder
y con fuertes componentes ideológicos y afectivos que
cementan esa organización y ayudan a su persistencia y
reproducción, pero donde también hay bases estructu-
rales de conflicto y lucha”
25
.
En este mundo rural la unidad familiar busca ase-
gurar su reproducción biológica, social y cultural, en una
interacción con los contextos económico, tecnológico,
ecológico, simbólico, ideológico y político. En un marco
socioeconómico global signado por la crisis, la familia
como unidad doméstico-productiva presenta una estruc-
tura de tipo nuclear, en una etapa del ciclo vital de nú-
cleo completo, es decir con la presencia de ambos cón-
yuges, con una madre menor de cincuenta años, con una
hija casada y un hijo fuera del hogar, con otros hijos va-
rones potencialmente aptos para el matrimonio o la mi-
gración y con una división del trabajo entre géneros y
generaciones. La familia tiene un jefe varón adulto que
se hace cargo de la organización de la actividad de los
integrantes del grupo y mantiene el rol tradicional de
proveedor; en tanto le corresponden a la mujer las ta-
reas reproductivas unidas con las productivas. Los hijos
participan activamente en la producción de las unida-
des agrícolas y comienzan a trabajar desde muy jóve-
nes. Los ingresos se componen de una suma de recur-
sos, los monetarios obtenidos por la comercialización de
los productos agrícolas y ganaderos, por trabajo
extrapredial y por el intercambio de productos o true-
que. La mayor parte de los ingresos está destinada a sol-
ventar la reproducción del grupo familiar.
Los miembros jóvenes de la familia están subordi-
nados a la gestión y decisión del jefe del grupo en las
tareas agrícolas, pues para que la unidad doméstico-
productiva pueda funcionar es necesario contar con el
trabajo no remunerado de los miembros de la familia.
En la asignación de tareas, las labores de la mujer
responden a la existencia de una división sexual del tra-
bajo fundamentada en una asimetría de activida-
des -aún cuando la mujer participa en las actividades
económicas- y en una asimetría de poder que evidencia
el dominio de un sexo por otro. Al respecto, es intere-
sante citar a Dorothy Smith, cuando sostiene que:
“Entendemos la vida y el trabajo de la familia, y la
situación de poder entre marido y mujer, como produc-
to de la organización de la familia y del orden económi-
co y político del capitalismo. La relación entre lo interno
y lo externo, entre la dimensión personal de los víncu-
los... y las relaciones que constituyen organizaciones eco-
nómicas y políticas, es la clave de la experiencia de las
mujeres de que lo personal es político en tanto implica
opresión. Detrás de las relaciones personales entre hom-
bres y mujeres, en el contexto de la familia, hay un pro-
ceso económico y político que proporciona las condicio-
nes, las exigencias, las oportunidades, los poderes y de-
bilidades, y en cuyos términos se da la interacción”
26
.
El trabajo de la mujer aparece intensificado por la
cantidad horas invertidas entre las tareas domésticas y
las actividades remuneradas o que implican ingresos sig-
nificativos al presupuesto del grupo familiar. Muchas
veces se considera al trabajo productivo de la mujer como
una extensión de los quehaceres domésticos o de su rol
de madre o de servicio.
La violencia -visible e invisible- contra la mujer se
evidencia en el uso de la sexualidad, de su trabajo y en
el maltrato por parte de su marido. La violencia domés-
tica tiene diferentes manifestaciones que comprenden
la agresión física, el maltrato emocional -que no es fácil
de ser observado, pero que provoca daños psicológicos-
y el abuso sexual que evidencia diferentes tipos de coer-
ción, como mantener relaciones sexuales por conside-
rarlo un “deber” de esposa, por temor a que el marido
la abandone o por temor a la agresión física. En la
cotidianeidad el patriarcado se manifiesta como una
experiencia real en la que la relación dominio/subordi-
nación convierte al más débil en víctima de la violencia;
la violencia dentro de la familia tiene que ver con esa
relación desigual de poder entre varón y mujer.
La forma de participación de las mujeres fuera
del ámbito doméstico se patentiza en su presencia en
organizaciones comunitarias de tipo escolar, como
cooperadoras de las escuelas; vecinales, reuniones de
la comunidad por problemas puntuales de salud, de
provisión de servicios elementales como el agua; o po-
líticas, actuando como militantes o “punteras” de di-
rigentes de partidos políticos. Esta forma de participa-
ción de las mujeres se da, en algunos casos asumiendo
responsabilidades en cargos como en las cooperadoras
de los establecimientos educativos; en otros asistien-
do a reuniones y opinando acerca de las diversas
problemáticas.
El INTA-Trancas se propone realizar un diag-
nóstico de la participación de las mujeres de la
Cuenca en la producción agropecuaria con el pro-
pósito de capacitarlas en lo vinculado a la toma de
decisiones. Los profesionales del INTA han perci-
bido que los Grupos de Cambio Rural, que son
aproximadamente diez y que trabajan con técnicos
del Instituto, no están respondiendo a los objetivos
planteados en forma óptima; ello se debería al he-
cho de que los grupos se han estructurado sin par-
ticipación familiar y sin contar con la opinión de la
mujer del jefe del grupo. Se percibe que para que
este proyecto pueda avanzar en sus logros es nece-
sario que la mujer esté integrada a éste, pues las
mujeres tienen una activa participación en la pro-
ducción del tambo.
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Voces Recobradas
27
b.- ESTRATEGIAS REPRODUCTIVAS
Y ROLES FAMILIARES
Entendemos el concepto de reproducción como
abarcativo de tres niveles, la reproducción biológica,
vinculada a la fecundidad; la reproducción cotidiana,
referida al mantenimiento de la población mediante las
tareas domésticas de subsistencia; y la reproducción so-
cial, en relación a las tareas dirigidas al mantenimiento
del sistema social
27
.
L. Benería afirma que dados los avances tecnológi-
cos actuales, sólo la reproducción biológica se relaciona
necesariamente con las funciones reproductivas especí-
ficas de la mujer. Sin embargo, la mayoría de las socie-
dades ha asignado universalmente a la mujer dos as-
pectos fundamentales de la reproducción de la fuerza
de trabajo: el cuidado de los niños y el conjunto de acti-
vidades vinculadas al mantenimiento de la familia. Esta
asignación se deriva del control que se ejerce sobre las
actividades reproductivas de las mujeres, y sobre todo
sobre su sexualidad, lo que reduce su movilidad y hace
del hogar su centro primario de actividad. La autora
señala asimismo, que la división del trabajo por sexo en
la producción no doméstica tiende a reproducir jerar-
quías sexuales existentes en la unidad doméstica y a crear
mecanismos de subordinación para la mujer. Tal subor-
dinación se ve reforzada con una estructura de la pro-
ducción jerárquica y explotadora, como ocurre en la pro-
ducción capitalista moderna.
Al entender a la familia como sometida a transfor-
maciones que responden a la dinámica de una econo-
mía y a una sociedad en proceso de cambio, es posible
comprender el rol de la mujer en la reproducción y la
producción, vale decir en vinculación con factores tales
como: el proceso de acumulación y el grado de penetra-
ción capitalista en economías de subsistencia, la
proletarización de la fuerza de trabajo y la integración
de economías locales en mercados nacionales e interna-
cionales.
La actividad reproductiva de la familia aparece
como una tarea inherente a la mujer cualquiera sea su
condición y ámbito. En el medio rural la reproducción
toma características particulares, vinculadas a la situa-
ción de crisis del campo, por las distancias a los centros
de consumo, asistenciales y educativos; o, en algunos
casos, por la carencia de servicios básicos como el agua
y la electricidad. Estos factores inciden negativamente
en las labores cotidianas del hogar haciéndolas más pe-
sadas y con mayor insumo de tiempo.
Las obligaciones domésticas de la mujer abarcan
una amplia gama de actividades:
“En este lugar funcionaba un tambo, nosotros vivi-
mos aquí desde hace ya muchos años... yo, mi marido y
mis hijos... todos mis hijos ya son grandes y casi todos
casados o juntados y con hijos; algunos se han ido por
un tiempo y después han vuelto. Una de las chicas vivía
en la ciudad (S. M. de Tucumán), con un policía que la
golpeaba siempre... ahora está con nosotros y con su hi-
jita. La Norma, otra hija que tengo, vivía aquí con noso-
tros, tiene un marido que aparece y desaparece; cada
vez que aparece le “hace” un hijo... ella ahora está de
casera en una finca cerquita nomás. Cuando eran chi-
cas, a mis hijas las “crió” una señora de la ciudad, que
las hizo estudiar y ellas la ayudaban en la casa y a cui-
dar a sus hijitos. Esta señora también nos ayudaba a
nosotros, nos compraba algunas cosas que necesitába-
mos los otros chicos o yo.
Con mi marido trabajamos siempre en el tambo,
los dos nos encargábamos de las vacas, cuidándolas y él
preparando las pasturas para los animales. Es un traba-
jo pesado que lleva todo el día. Él era el tambero y yo su
ayudante. Los dos nos ocupábamos del ordeñe. Hace
muchos tiempo se ordeñaba a mano, a veces a las vacas
no les gustaba que yo las ordeñe ... no sé porqué sería ...
pero yo las “maniaba” y lo mismo hacía el trabajo. Des-
pués lo cosa se hizo más liviana cuando pusieron los
ordeñadores mecánicos. Se ordeñaba dos veces al día, a
las 6 de la mañana y a las 7 de la tarde, verano e invier-
no, sin domingos, sin descanso. Mis muchachos comen-
zaron a ayudar cuando crecieron en todos los trabajos.
Yo me ocupé siempre de las tareas de la casa, de lavar,
de limpiar, de cocinar, de hacer el pan, los quesillos y
los quesos ... de todo. Mandé a los otros chicos a la es-
cuela. Otras veces lavaba ropa para “afuera” para hacer
unos pesos más.
Hace como unos tres años que el tambo no funcio-
na más, pero nosotros seguimos viviendo aquí ... el pa-
trón, el dueño de la tierra, nos deja. Yo me estoy yendo a
la ciudad a trabajar en alguna casa de gente conocida
para traer algo de plata ... vengo a veces los fines de
semana. La situación se nos ha puesto “fiera” para no-
sotros. Mi hijo mayor se ha ido a vivir con su familia a la
ciudad ... ahí algún trabajo encuentra ... casi ya no vie-
nen porque no tienen para el boleto... Mi otra hija se
quedó con el padre, con la “guagua” y mi hijo menor
que va a la secundaria del pueblo y algunos trabajos hace.
Ahora ella se tiene que ocupar de las tareas de casa. Mi
marido ... el pobre, ya casi no puede hacer nada.”
Este relato de una mujer-madre-ama de casa que
vive en una propiedad que fue un tambo importante de
la Cuenca evidencia la diversidad de tareas domésticas
destinadas al mantenimiento cotidiano de la familia que
se suponen “naturalmente” femeninas. Tales tareas que
implican la subordinación del tiempo y atención de la
mujer a las necesidades del grupo familiar conllevan,
de acuerdo a la división sexual del trabajo, la responsa-
bilidad “inherente” al género femenino de las prácticas
domésticas cercenando la autonomía personal de las
mujeres.
De niñas, dos hijas fueron cedidas para ser “cria-
das” por una mujer del ámbito urbano para que las hi-
ciera estudiar, a cambio de tareas domésticas en su ho-
gar. Estas niñas migraron a la ciudad ingresando tem-
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Voces Recobradas
28
pranamente al mundo del trabajo doméstico, aunque pu-
dieron acceder a la educación. La asunción de nuevos roles
y el abandono del hogar por necesidades económicas de-
terminaron que estas niñas tempranamente asumieran ro-
les adultos, pero con poca autonomía pues dependían de la
persona encargada de ellas. Las niñas dejaron de ser una
carga para sus padres convirtiéndose en realidad en ayu-
das económicas importantes para el grupo, pues la patrona
proveía de distinto tipos de elementos a la familia, como
alimentos, ropa, artefactos del hogar, además de dinero.
A medida que los/as hijos/as conformaron sus pare-
jas fueron a vivir al tambo -con autorización del patrón-
junto con sus padres, y constituyeron un hogar con una es-
tructura de tipo extenso o extendido, donde vivían los pa-
dres, los hijos e hijas casados/as con sus respectivos cónyu-
ges y con los niños.
Este tipo de hogar incluía a más de un núcleo, siendo
el principal el de ambos cónyuges más antiguos que esta-
ban presentes, con una madre mayor de más de cincuenta
años, y la dirección de la familia la detentaba el padre. La
jerarquización, el grado de autonomía y las responsabilida-
des dentro del grupo respondían a pautas de tipo genéricas
y generacionales. Los hijos participaban de las tareas en el
tambo y realizaban sus actividades de acuerdo a los man-
datos del jefe de familia. Las hijas y las nueras compartían
con la madre las responsabilidades de la organización de la
domesticidad, en realidad la madre, cónyuge del jefe del
grupo, era quien asignaba la distribución de funciones para
la ejecución de las diversas prácticas domésticas y quien
disponía las responsabilidades entre las mujeres disponi-
bles de la casa para realizarlas.
Al producirse el cierre de la actividad del tambo se
operó dentro de este hogar de tipo extenso con un jefe va-
rón un proceso de desestructuración del grupo familiar. La
madre se ha tenido que trasladar a la ciudad capital a em-
plearse en tareas de tiempo completo vinculadas al servicio
doméstico a fin de generar un aporte económico que garan-
tice la subsistencia de la familia. La hija mayor se fue del
hogar con sus niños al obtener una ocupación también rela-
cionada al servicio doméstico, pero sus ingresos están des-
tinados a mantener su núcleo. Uno de los hijos ha migrado
con su familia a la ciudad y desempeña empleos tempora-
les y precarios, sus ingresos se orientan asimismo a mante-
ner su núcleo. El hogar quedó conformado con el padre,
una hija con su vástago y un hijo soltero que estudia y reali-
za algunas tareas temporales para generar algún recurso.
Las diversas estrategias que elaboran los integrantes
de la familia aparecen como respuesta ante los cambios ope-
rados, como consecuencia de una situación de crisis, en la
composición de la unidad doméstica. Los motivos que de-
terminan que la mujer casada migre son principalmente
económicos, entendiendo su salida como una proyección
de su rol en el interior de la familia. Esta experiencia
migratoria de la mujer tiene como propósito realizar activi-
dades orientadas a la producción y reproducción de su gru-
po familiar.
De acuerdo a los resultados del Censo Nacional de
Población y Vivienda 1991 para el Departamento de Tran-
cas, los patrones de organización familiar siguen pautas
diferenciadas de acuerdo al sexo y edad del jefe de familia.
Los hogares nucleares son los más numerosos y sus jefes
son mayoritariamente varones, sobre todo en las edades
que oscilan entre los 25 a 64 años; de 64 años o más asciende
en este tipo de hogar el número de mujeres jefas.
En los hogares extensos o extendidos, es mayor el nú-
mero de jefas de familia, en relación a los nucleares. En este
tipo de organización de la familia los lazos de parentesco
conforman un complejo sistema de relaciones en perma-
nente proceso de estructuración y desestructuración vincu-
lado a las necesidades propias de la organización de la do-
mesticidad.
La estructura jerárquica en relación a los géneros, cuan-
do la mujer es jefa, no es rígida y se evidencia una tendencia
hacia la participación y el consenso entre los integrantes de
la familia. Se respetan los criterios generacionales en la asun-
ción de los roles jerárquicos.
En relación al nivel educativo de las mujeres entrevis-
tadas en este estudio, cuyas edades oscilan entre los 35 a 60
años, encontramos mujeres analfabetas que no pudieron
concurrir a la escuela porque cuando eran niñas o jóvenes
no había establecimientos educativos cercanos, o no fueron
a educarse porque tenían que trabajar y ayudar a la familia.
Algunas mujeres aprendieron a leer, escribir y hacer cuen-
tas, pero muchas cosas que les enseñaron se las olvidaron.
Lo que aprendieron es para emplearlo en las actividades
económicas, para que no les “pasen el cuarto” cuando ne-
gocian y para saber firmar y votar. Todas han coincidido
que los hijos e hijas necesitan ir a la escuela, que es lo único
que les pueden dejar como herencia y que la educación les
va a permitir acceder a otras posibilidades laborales. Se con-
sidera el valor de la escuela como un bien en sí mismo y a la
educación como una solución para la movilidad social, pues
permite a los individuos competir y participar libremente
en la vida diaria.
c.- PERSPECTIVAS SOCIALES
EN EL ÁMBITO RURAL
Los cambios económicos, sociales y políticos impactan
de manera notable en las familias, en sus integrantes, y en
las interrelaciones tanto en el interior del hogar como con la
sociedad. No obstante la institución familiar mantiene den-
tro de sí definiciones tradicionales.
En reiteradas oportunidades se ha hablado de la
implementación de estrategias para revertir la crisis que
afronta, desde hace ya muchos años, el ámbito rural
tucumano. Esta crisis se manifiesta en el constante
despoblamiento, la situación de pobreza y de marginalidad
que soportan los habitantes de estas áreas.
La combinación de trabajos prediales, extraprediales
agrarios y urbanos sumados al rol que asume la mujer en
tales mecanismos de sobrevivencia, permiten mantener en
funcionamiento a la unidad doméstica y garantizar la re-
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Voces Recobradas
29
producción de la familia. La mujer rural, en muchos casos,
ha tenido que migrar a las ciudades en procura de trabajo
en actividades vinculadas al servicio doméstico que no re-
quiere calificación.
Ante el avance de la migración de la población del
campo, no se visualizan aún políticas que se dirijan a
modificar esa situación. Este estado de cosas incide par-
ticularmente sobre los pequeños productores, que son
quienes erigen a diario su destino y el de su grupo fami-
liar, como parte integrante de los agroecosistemas.
Dentro de la Cuenca se han identificado los proble-
mas que afrontan las familias de los pobladores rurales:
el vinculado a la falta de una solución global de la te-
nencia de tierras para quienes las habitan y trabajan, la
presencia de latifundios improductivos, la lenta expan-
sión del área productiva por los problemas relaciona-
dos a los recursos hídricos, la poca superficie de pasturas
perennes, la ausencia de una tecnificación del tambo
generalizada, la baja productividad, los problemas de
comercialización y competitividad de la planta
pasteurizadora, la intermediación en la comercialización
de granos, entre otros.
Dentro de este marco, el Estado ha evidenciado una
ausencia casi total de una política global para el ámbito ru-
ral. Las propuestas que se realizan surgen de otros sectores
como la Universidad de Tucumán a través de los Proyectos
de Promoción Comunitaria y del UNIR, y de docentes uni-
versitarios. Por otra parte, el INTA-Trancas tiene en ejecu-
ción los proyectos Cambio Rural y PROCALE que están
siendo evaluados y ajustados permanentemente. En gene-
ral, las agencias del INTA de la provincia, han impulsado
esquemas de promoción agrícola e industrial interesantes
para los agricultores y productores; algunos están en mar-
cha, pero la mayoría terminan estrellándose contra las difi-
cultades que implican el acceso a créditos bancarios
28
.
En el espacio rural la dirección de la familia reside
mayormente en un miembro masculino, ya sea el esposo o
el padre; la mujer aparece cubriendo este rol cuando el va-
rón está ausente. El trabajo y los roles sexuales mantienen
su tradicional división, aunque en la realidad esa diferen-
ciación no es tan clara pues los trabajos domésticos y el tra-
bajo extrapredial están presentes en la experiencia cotidia-
na de las mujeres. En relación a lo que decimos, Benería
señala que al aparecer la mujer como una trabajadora se-
cundaria en el área de la producción social, se convierte en
una reserva de fuerza de trabajo flexible, por otra parte, su
participación en la producción no-doméstica se ve forzada
por una división sexual del trabajo que a la vez que repro-
duce su subordinación la refuerza, estando restringida esa
participación por las exigencias de su concentración prima-
ria en la reproducción
29
.
Lourdes Benería afirma que la división del trabajo por
sexo en la producción no doméstica tiende a reproducir je-
rarquías sexuales existentes en la unidad doméstica y a crear
mecanismos de subordinación para la mujer. Tal subordi-
nación se ve reforzada con una estructura de la producción
jerárquica y explotadora, como ocurre en la producción ca-
pitalista moderna
30
.
Al entender a la familia como sometida a transforma-
ciones que responden a la dinámica de una economía y a
una sociedad en proceso de cambio, es posible comprender
el rol de la mujer en la reproducción y la producción, vale
decir en vinculación con factores tales como: el proceso de
acumulación y el grado de penetración capitalista en eco-
nomías de subsistencia, la proletarización de la fuerza de
trabajo y la integración de economías locales en mercados
nacionales e internacionales.
En muchos casos, el control masculino se garantiza a
través de diversas estrategias donde la violencia hacia la
mujer constituye un recurso usual. La violencia -visible e
invisible- contra la mujer se evidencia en el uso de su sexua-
lidad, de su trabajo y en el maltrato por parte de su marido.
La violencia doméstica tiene diferentes manifestaciones que
comprenden la agresión física, el maltrato emocional -que
no es fácil de ser observado, pero que provoca daños psico-
lógicos-, y el abuso sexual que evidencia diferentes tipos de
coerción, como mantener relaciones sexuales por conside-
rarlo un “deber” de esposa, por temor a que el marido la
abandone o por temor a la agresión física. En la cotidianeidad
el patriarcado se manifiesta como una experiencia real en la
que la relación dominio/subordinación convierte al más
débil en víctima de la violencia; la violencia dentro de la
familia tiene que ver con esa relación desigual de poder
entre varón y mujer.
Fenómenos tales como el creciente aumento de mu-
jeres que participan en trabajos extradomésticos -que la
han convertido en una aportante importante al ingreso
familiar- así como el incremento de las mujeres jefas de
hogar, han comenzado a generar cambios en las repre-
sentaciones sociales, y por ello a trastocar los patrones
culturales, de forma tal que puedan comenzar a desa-
rrollarse identidades de género femenino más allá de
los tradicionales roles de madre y esposa.
Como contrapartida, se observa la permanencia de
una ideología familista
31
tanto al interior del hogar como
en la sociedad, por la cual a nivel de valores, creencias e
ideología se adscribe al tipo ideal tradicional de familia.
Tanto el horizonte simbólico como el imaginario colec-
tivo están teñidos por esa definición ideal de la familia.
“La ideología del familismo mistifica la posición
de hombres y mujeres en la familia, haciendo ver el
trabajo reproductivo y doméstico de la mujer como
algo natural y encubriendo el uso que la familia y so-
ciedad hace del mismo ... El familismo reduce la fa-
milia a la esfera privada y la convierte en refugio y
defensa para el individuo en relación al mundo exte-
rior. La desmistificación de esta realidad permite ver
la familia como un sistema de luchas y conflicto, don-
de las relaciones de poder moldean la experiencia in-
dividual y colectiva, y donde la violencia intrafamiliar
y las asimetrías de poder permean las relaciones de
pareja y de los grupos etarios”
32
.
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Voces Recobradas
30
1
. Smith, Dorothy. 1985. « Mujer, clase y familia». En Bersteyn, V. y
Smith, D.
Women, Class and The State
.
2
. Samuel, Ralph. 1991 En Schwarzstein, Dora.
La historia oral
.
C.E.A.L. Buenos Aires.
3
. Guerrero García, Clara Inés. 1996. “Etnoeducación en Palenque:
una propuesta pedagógica para la identidad”. En
Las Raíces de la
memoria. América Latina, ayer y hoy. Quinto Encuentro Debate
.
Universitat de Barcelona.
4
. Berger, Peter y Thomas Luckman. 1991.
La construcción social de la
realidad
. Buenos Aires, Amorrortu. p.39.
5
. Vasillachis, Irene. 1992.
Métodos cualitativos I. Los problemas teóri-
co-epistemológicos
. Buenos Aires, C.E.A.L.
6
. Cf. Ferrarotti, Franco. 1990.
La Historia y lo cotidiano
. Buenos Ai-
res, CEAL.; Schwartzstein, Dora (ed)
La historia oral
. Buenos Aires,
C.E.A.L., 1991; Forni, Floreal et. al.
Métodos cualitativos II. La prácti-
ca de la investigación
. Buenos Aires, C.E.A.L., 1992; Habichayn, Hilda.
Rosario, 1994. Algunas consideraciones acerca de la teoría del gé-
nero.
7
. Ferrarotti, Franco. 1990.
Op.cit.
pp.100-101.
8
. Passerini, Luisa. 1991.
Ideología del trabajo y actitudes de la clase
trabajadora hacia el fascismo
. En Schwarzstein, Dora,
Op.cit.
p.142.
9
. Portelli, Alessandro, 1991.
Lo que hace diferente a la historia oral
. En
Schwarzstein, Dora.
Op.cit.
p.40.
10
. Portelli, A. 1991.
Op.cit.
p.45.
11
. Ferrarrotti, F.1990.
Op.cit.
p.31.
12
. Grele, Ronald J. 1991.
Movimiento sin meta: Problema metodológico
y teórico en la historia oral
. En Schwarzstein, Dora,
Op.cit.
p.128.
13
. Grele, R.J. 1991.
Op.cit.
p.131.
14
. Hegemonía es «la lealtad espontánea que cualquier grupo social
dominante obtiene de las masas en virtud de su prestigio intelec-
tual y su función supuestamente superior en el mundo de la pro-
ducción» (Antonio Gramsci), Cit. por Grele, R. J. 1991.
Op.cit.
15
. Jick, Tobd D. 1979. «Mezclando Métodos Cualitativos y Cuanti-
tativos: Triangulación en Acción». En
Administative Science
Quarteley
. Vol. 24.
16
. Cf. Jick, Tobd D. 1979.
Op.cit.
17
. Bock, Gisela. 1991. «Historia de las Mujeres y la historia del
género: aspectos de un debate internacional.»
Historia Social
. Nº 9.
Valencia.
18
. “El concepto de patriarcado nombra relaciones, sucesos, sufri-
mientos, impotencia, represión, todo lo cual ocurre de diversos
modos en nuestra experiencia. Sí, se ejerce violencia sobre las mu-
jeres. Existen los modos cotidianos en los cuales las mujeres com-
prenden que no cuentan. Existen las prácticas comunes mediante
las cuales se hace uso, de la sexualidad y el trabajo de las mujeres.
Lo que llamamos “patriarcado” es una experiencia real. Al exami-
nar nuestras vinculaciones, las percibimos como resultado de las
formas en que se ha socializado a hombres y mujeres, en las rela-
ciones de dominio-subordinación. Nos encontramos ... atrapadas
en situaciones que no hemos escogido, ni estamos escogiendo, pero
que son ineludibles, porque ... el patriarcado como ejercicio ideo-
lógico ha buscado quitarnos un sentido de derechos, así como la
seguridad interior que nos permitiría levantar nuestra voz y hacer
uso de ella ... la misma sociedad que aplasta directamente a las
mujeres, ha escrito libros y tratados, ha construído sistemas legales
y reglamentos, ha creado organizaciones y estructurado relaciones
de trabajo, que sistemáticamente subordinan la mujer al hombre y
también sistemáticamente nos ponen en relaciones tales que que-
damos política y económicamente impotentes.” Smith, Dorothy.
1985.
Op.cit.
19
. “Los estereotipos actúan en dos niveles complementarios: el de
las creencias y el de las actitudes. Las creencias son convicciones
que afectan sobre todo al tipo de conocimiento. Las actitudes son
valoraciones que suponen una toma de postura frente a otros, por
lo que ellas son las consecuencias sociales del estereotipo. Unas y
otras se complementan y refuerzan, si bien es posible una modifi-
cación de las creencias sin que por ello cambien las actitudes. La
mayor resistencia de éstas a ser modificadas las convierte en el nú-
cleo básico del estereotipo ya que las creencias se reducen a ser su
racionalización.” Ortega, Félix. 1994.
El mito de la modernización. Las
paradojas del cambio social
. Anthropos. Barcelona.
20
. Mizrahi, Liliana. 1993. “La educación de la mujer en esta socie-
dad”. En Fainholc, Beatriz.
La mujer y los medios de comunicación
social
. Humanitas. Bs. As.
21
. García de León, Ma. Antonia 1994.
Op.cit.
pp.47-48.
22
. Jónasdóttir, Anna G. 1993.
El poder del amor. ¿Le importa el sexo a
la democracia?
Cátedra. Madrid.
23
. Cf. Pateman, Carole. 1995. El contrato sexual. Antrhopos.
24
. El índice de masculinidad indica la cantidad de varones cada
cien mujeres. Se lo obtiene del cociente entre el número total de
varones y mujeres multiplicado por cien.
25
. Jelín, Elizabeth. 1994. «Familia, crisis y después...» En Wainerman,
Catalina (comp.)
Vivir en Familia
. Unicef-Losada
26
. Smith, Dorothy. 1985.
Op.cit.
27
. Cf. Jelín, Elizabeth. 1994.
Op.cit.
28
. Benería, Lourdes.1984.
Op.cit.
p.33.
29
. Cf. Benería, Lourdes.1984.
Op.cit.
30
. Ibídem.
31
. “... dentro de los aportes críticos que el enfoque de género hace
al análisis familiar, está distinguir entre la familia como una cons-
trucción ideológica y la real experiencia de hombres y mujeres que
viven en diferentes arreglos domésticos. El texto de Barret y
Mackintosh (1982)... habla de la ideología familista. Con este enfo-
que es posible examinar el proceso mediante el cual -y las institu-
ciones por medio de las cuales- la construcción ideológica de fami-
lia se logra y mantiene, y la permanente interacción entre estas cons-
trucciones y las experiencias reales ... este análisis permite
desmistificar la construcción de tipos ideales de familia y mostrar
las falacias de sus supuestos, y de esta manera entrar a explorar las
diferencias reales tanto de género, como de edad y generación que
se dan en las familias. Finalmente, permite entender que las dife-
rencias no son solamente individuales sino también estructurales,
y que los cambios no se resuelven simplemente a través de los indi-
viduos, sino que requieren además variaciones fundamentales en
la manera como las sociedades se organizan”. León, Magdalena.
1994.
Op.cit.
p.37.
32
. León, Magdalena. 1994.
Op.cit.
NOTAS
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Voces Recobradas
31
Mulheres
campesinas
e o moundo
do trabalho
no noroeste da
provincia de
Tucuman
(Rep. Argentina)
Nos proponemos analisar o mundo do
trabalho das mulheres campesinas da Cuenca
de Tapin-Trancas no noroeste da provincia de
Tucumán, dentro do contexto da organização
da familia utilizando o enfoque do género para
este estudio. Partindo do conceito género
como conjunto complexo de relações e
processos, uma realidade cultural tanto no
passado como no presente, intentamos
demonstrar que os papeis realizados por
mulheres e homens neste ambito rural estão
designados pelos modelos de compartamento
sexual que a sociedade impõe e pela manera
em que estrutura suas relações de poder.
Desde o âmbito cotidiano são analizadas
as vinculações intergenéricas e inter-
generacionais que se produzem dentro da
família, fazendo visível as relações de poder
entre seus membros, como trabalho da
mulher dentro e fora do lar, as estratégias
familiares e femininas frente as crises e o
protagonismo da mulher como produto da
organização da familia e da ordem económica
e politica do capitalismo.
Se realiza este estudo a partir de
metodologias qualitativas. O objetivo é
recuperar, por meio da palavra, a memoría
das mulheres campesinas do noroeste da
nossa provincia, através do ¨retorno
biografico¨, tendo em conta como uno dos
propósitos principais o de captar os indícios
das diversas construções conceituais e nas
interpretações e interações dos grupos
humanos, partindo de novas formas de
realizar estudios sociais, incorporando como
válidas outras fontes distintas das tradicionais
como, histórias/relatos de vida, testemunhos
e entrevistas não estruturadas e flexiveis.
No uso de materiais biográficos, as
diversas etapas da investigação não se
encontram separadas e nem descontínuas,
mas que se entrelaçam permanentemente, já
que existe uma ligação inseparavél entre a
biografía, a história e a sociedade.
The Memory
and the Oral:
Countrywomen
and world of
work in the northwest
of the of the province
of Tucuman
(Republica Argentina)
We intend to analyze the world of work
of countrywomen of the Cuenca de Tapia-
Trancas, in the Northwest of the Province of
Tucumán, within the context of the
organization of the family, by using the
approach of gender in this study. Starting from
the concept of gender as a complex ensem-
ble of relationships and processes, a cultural
reality in the past and in the present, we try
to demonstrate that the rôles achieved by
women and men in this rural scope are
marked by the models of sexual behaviour
that society imposes and by the manner in
which it constructs its power relationships.
From everyday scope, ties between
genders and between generations that
operate within the family are analyzed, making
the power relationships among its members
visible, as well as the work of women at home
or outside, familiar and feminine strategies
facing to crisis, the remarkable rôle of women,
as a result of the family organization and of
the economical and political order of
capitalism.
This study is made starting from qualitative
methodologies. The goal is to recuperate, by
means of the word, the memory of
countrywomen of the Northwest of our
Province through the «return of the
biographic», and one of our main purposes is
to detect the signs of the different concep-
tual constructions and of the interpretations
and interactions of human groups, such as life
stories, accounts, testimonies and flexible and
not predetermined interviews.
In the use of biographical material, the
different stages of the research are not
separated, they are not discontinuous stages,
but they intermix permanently, because there
is an inseparable tie between biography,
history and society.
La Memoire
et L’oral:
Les femmes
paysennes et le
monde du travail au
nord-ouest de la
province de Tucuman
(Argentina)
Nous nous proposons d’analyser le mon-
de du travail des femmes paysennes de la
Cuenca de Tapia-Trancas, au Nord-ouest de
la Province de Tucumán, dans le contexte de
l’organisation de la famille, et nous utilisons
l’optique du genre pour cette investigation. A
partir du concept de genre comme un ens-
emble complexe de rapports et de processus
- une réalité culturelle dans le passé et dans
le présent - nous essayons de démontrer que
les rôles accomplis par des femmes et des
hommes dans le milieu rural sont marqués
par les modèles de comportement sexuel que
la société impose et pour la façon de
structurer ses relations de pouvoir.
Dès le contour quotidien, on analyse les
liens entre les genres et entre les générations
qui agissent dans la famille, pour faire visibles
les rapports de pouvoir parmi ses membres;
le travail de la femme à la maison et dehors;
les stratégies féminines et de la famille face
aux crises; le rôle principal des femmes,
comme produit de l’organisation de la famille
et de l’ordre économique et politique du
capitalisme.
On fait cet étude à partir de
méthodologies qualitatives. L’objectif est
récupérer, au moyen de la parole, la mémoire
des femmes paysennes du Nord-ouest de
notre Province, au travers du «retour de ce
qui est biographique», et un des principaux
buts est capter les signes des diverses
constructions conceptuelles et des
interprétations des groupes humains, à par-
tir de nouvelles façons de faire des études
socials et d’incorporer comme valides
d’autres sources différentes des
traditionnelles, c’est à dire, des histoires de
vie, des narrations, des témoignages et des
entretiens sans structurer et flexibles.
Quand on utilise les matériaux
biographiques, les diverses étapes de
l’investigation ne sont pas séparées, elles ne
sont pas discontinues: elles s’entremêlent
d’une manière permanente, parce qu’il existe
une liaison inséparable entre la biographie,
l’histoire et la société.
Voces Recobradas
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