image/svg+xml
Voces Recobradas
4
a historia oral en México ha tenido un de-
sarrollo significativo en los últimos diez años,
aunque sus primeros impulsos y proyectos de
investigación se remontan a principios de la dé-
cada de los setenta. En este camino compartido
por no pocos investigadores de las ciencias so-
ciales y humanas, han destacado en la configu-
ración del campo de la historia oral los historia-
dores involucrados con los problemas contempo-
ráneos y un conjunto diverso de académicos de
otras disciplinas, como la antropología social, la
sociología y la psicología social, entre otras. La
construcción de este campo multidisciplinario ha
sido una característica y una cualidad que no ha
dejado de plantearnos retos y problemas a los
practicantes de la historia oral.
En México no existe a la fecha, y no hay quien
lo proponga, un programa formativo esco-
larizado que otorgue «diplomas» o constancias
de haberse formado como «historiador oral»; ha
sido y lo sigue siendo, una alternativa, una op-
ción para el estudiante o investigador formado
el adscribirse a este «estilo» y a sus métodos de
trabajo. La práctica de la historia oral en nuestro
país, se ha convertido en un estímulo para la co-
municación, en un espacio, que no el único, para
el intercambio y la discusión de todos aquellos
interesados en la tradición oral, los testimonios
personales, en las historias de vida.
Notas sobre la Asociación Mexicana de Historia Oral
Autor
Jorge E. Aceves Lozano
DESDE MÉXICO:
NOTAS SOBRE
LA
ASOCIACIÓN
Jorge Aceves Lozano
es socio-fundador de la
Asociación Mexicana de Historia
Oral (A.M.H.O.) y en esta nota
sintetiza el nacimiento, el
desarrollo y el estado actual de
esta forma de hacer historia.
Aceves Lozano afirma que
“la historia de la historia oral tal
como se ha practicado en el país
está aún por completarse, es un
libro abierto, en construcción
progresiva.”
MEXICANA
DE HISTORIA ORAL
L
image/svg+xml
Voces Recobradas
5
Como un espacio no circunscrito a los deseos
personalistas y decálogos de tal o cual
institucionalidad disciplinar, ha experimentado
un desarrollo libre y de pausado crecimiento. En
los setenta se inició como un esfuerzo pionero y
con mucha exigencia social por delante, había
mucho por hacer y con poco apoyo y recursos
económicos. La práctica de la historia oral no era
del todo reconocida y apenas era considerada un
procedimiento auxiliar. Esta primera generación
de entusiastas de la historia oral ayudó a la con-
figuración del campo y batalló contra inercias de
las instituciones y por la organización de un
modo propio de construir, sistematizar e inter-
pretar sus datos, sus entrevistas, sus fuentes ora-
les.
A fines de los ochenta, podría ubicar el se-
gundo impulso sobresaliente para el estableci-
miento y desarrollo del campo de la historia oral
en México, gracias al florecimiento de varios pro-
yectos de investigación y la formación de archi-
vos orales, la impartición de cursillos y talleres,
la publicación más abundante de avances y re-
sultados de trabajo empírico directo y el mayor
contacto y vínculo entre los que la practicaban,
como fue por ejemplo, el «Primer Encuentro de
Historiadores Orales de América Latina y Espa-
ña», en septiembre de 1988 en la ciudad de Méxi-
co. La práctica de la historia oral era una cues-
tión que no se circunscribía a la capital del país,
era ya para entonces una opción utilizada en las
diversas regiones geográficas y culturales de
México. La necesaria curiosidad entre los practi-
cantes nos llevó entonces a procurar reunirnos
con mayor frecuencia en eventos y actividades
académicas y de difusión de la historia oral. Y
como nos gusta el viaje y la conversación nos
dispusimos a reunirnos.
Aunque por lo general habían existido equi-
pos de trabajo formales para operar los proyec-
tos de investigación adscritos a la historia oral,
no existía -y creo que nadie la quería entonces-
una suerte de supra-organización que produjera
y facilitara las condiciones básicas para la
interrelación entre los llamados historiadores
orales. No la había probablemente porque no la
necesitábamos. Sin embargo existían los practi-
cantes, los interesados, los involucrados. Es así
que iniciamos reuniones periódicas para comu-
nicarnos.
Una de las primeras experiencias que pode-
mos recuperar en esta paulatina inquietud por el
asociacionismo fue un «Coloquio sobre las Fuen-
tes vivas» realizado en la ciudad de Xalapa en
1991. Parte del equipo promotor organizó al si-
guiente año otro Coloquio sobre «Historia y tes-
timonios orales» en el D.F. Varios ya habían par-
ticipado en las Conferencias Internacionales de
Historia Oral y estaban en contacto con muchos
de sus principales protagonistas del movimiento
en Inglaterra, Italia, E.E.U.U., Brasil, Francia,
Argentina, Cuba, Canadá, etc. Los viajes ilustran,
y crece uno en amistades y en posibilidades. Se
realizaron después nuevos seminarios y encuen-
tros dentro del país, nos juntamos en espacios
académicos para la discusión y el enriquecimien-
to colectivo. En el seno de un seminario acadé-
mico permanente, organizamos en coordinación
con varias instituciones el Primer Seminario In-
ternacional de Historia Oral, en 1995, en la ciu-
dad de México, donde se propuso la formación
de una Red Mexicana de Historia Oral y el deseo
de acrecentarla y darle una presencia más dura-
dera.
Con este entusiasmo el pequeño grupo que
había promovido estos seminarios y reuniones,
formó, ante notario público, el 4 de septiembre
de 1996, la «Asociación Mexicana de Historia
Oral, A.C.» con sede en la Ciudad de México,
pero con varios de sus miembros radicando en
image/svg+xml
Voces Recobradas
6
ciudades del interior, como Guadalajara y Jalapa.
Ya formalmente asociados, y en torno a roles asu-
midos nos dedicamos a impulsar su crecimiento
y la afiliación de nuevos miembros. Por lo cual
organizamos el «II Seminario Internacional de
Historia Oral», en noviembre de 1996, en
Zapopan, Jalisco, con el objetivo de abrir el even-
to a un mayor número de participantes e impul-
sar la difusión y la práctica de la historia oral.
Destacados historiadores orales de otros países
nos honraron con su participación y animaron el
proyecto de la AMHO. Alrededor de 80 ponen-
tes y el doble de participantes hicieron del even-
to una experiencia memorable, aunque
agotadora, por el esfuerzo involucrado en su or-
ganización.
Como medio de comunicación y vínculo con
los interesados y los miembros de la Asociación,
se edita un boletín, que ha sido semestral, titula-
do «Entre palabras» y que a la fecha cuenta con
dos números y que resume el panorama del que-
hacer de la historia oral en México. La vida in-
terna de la AMHO se anima con un seminario
mensual de discusión académica en donde parti-
cipan todos los interesados en la cuestión, sean
miembros o no de la AMHO. Se continúa con la
organización de eventos mayores como fue el «III
Seminario Internacional de Historia Oral» en
Xalapa, Veracruz, el pasado noviembre de 1998,
cuyo tema fue: «La historia oral en el umbral del
Siglo XXI: Retos y Perspectivas». Con un énfasis
más regional, de todos modos no excluyo temas
de teoría y métodos de trabajo, así como la parti-
cipación de investigadores extranjeros sobresa-
lientes. Alrededor de 35 ponencias nutrieron la
reflexión en torno a los nuevos y viejos temas tra-
tados por la historia oral, así como los proble-
mas del diálogo entre las diversas fuentes.
La AMHO cuenta ahora con más de 50 aso-
ciados que cubren regularmente sus cuotas y que
es con lo único que puede contar para sus activi-
dades. La Asociación es una institución sin fines
de lucro. Por lo tanto, los planes no son muy
ambiciosos y se batalla para cualquier empresa
colectiva. El ansia de representación ha sido sa-
tisfecha, el poder que da el colectivo ya se ha ido
dimensionando conforme pasa el tiempo, los pro-
blemas que hay que enfrentar y las posibilidades
operativas y financieras que realistamente pue-
de desplegar la AMHO. Hay planes por realizar,
como seguir creciendo en miembros y consolidan-
do la base operativa y de recursos materiales,
producir un medio virtual -una página web de la
AMHO-, proseguir con los Seminarios Interna-
cionales y Encuentros Regionales, reproducir la
experiencia de talleres y seminarios académicos
permanentes en diversas ciudades del país, me-
jorar los vínculos con otras asociaciones nacio-
nales similares y las equivalentes internaciona-
les, y otros propósitos más.
Los miembros de la asociación tenemos pre-
sente, no solo en la memoria personal que evoca-
mos cada vez que nos sentamos a discutir en las
reuniones de la AMHO, los fines y objetivos que
nos llevaron a reunirnos en una tarea común: que
la AMHO pueda procurar crear un espacio a los
historiadores orales para cooperar en la obten-
ción de testimonios orales y en la discusión y di-
vulgación de la historia oral, así como fomentar
la comunicación y coordinación con instituciones
afines, públicas y privadas; en organizar cursos,
talleres, congresos y seminarios relacionados con
nuestros objetivos y llevar a cabo intercambios
de experiencias con interlocutores nacionales y
extranjeros; promover la investigación, asesoría
y publicación de los materiales relacionados con
el campo de la historia oral y establecer los víncu-
los pertinentes con instituciones educativas de
diverso tipo y nivel, y finalmente hacer lo nece-
sario, tales como contratos, convenios y actos
colectivos que nos encaminen a la satisfacción de
nuestros fines por los cuales nos hemos asociado.
A pesar de que no es fácil impulsar un pro-
yecto colectivo como el de la AMHO, existe el
interés y el ánimo para impulsarla y fortalecerla.
La historia oral en México no ha sido en lo fun-
damental y creo que nadie quisiera que así lo
fuera, un territorio privado y excluyente. La his-
toria oral ha sido un campo para la comunica-
ción interdisciplinar y no solo protagonizada por
y para el sector académico. Por lo mismo no ha-
brá quién pueda erigirse en portavoz de todo el
movimiento. En este sentido, la AMHO es solo
una experiencia significativa que comparten
muchos practicantes actuales de la historia oral
en México. La historia de la historia oral tal como
se ha practicado en el país está aún por comple-
tarse, es un libro abierto, en construcción progre-
siva. La AMHO es, según mi particular opinión,
un capítulo interesante y enriquecedor que aho-
ra transita por una etapa de crecimiento y conso-
lidación.