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Voces Recobradas
26
M
emoria
e identidad
del exilio
sudamericano
en
M
éxico
Voces Recobradas
26
Trabajo presentado
en la X Conferencia
Internacional de Historia
Oral, Río de Janeiro, Brasil,
del 14 al 18 de junio de 1998.
ECOS DE LOS SETENTA
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Voces Recobradas
27
comienzos de la década de los setenta, la instauración
de regímenes dictatoriales en el Cono Sur del continente obligó
a miles de personas a abandonar sus países de origen. Para una
porción considerable de estos perseguidos políticos, México
emergió como una, y a veces la única posibilidad de conservar
la vida.
Con base en una larga tradición gubernamental en mate-
ria de asilo político, México abrió sus puertas a un nutrido con-
tingente de exiliados sudamericanos (ar-
gentinos, chilenos y uruguayos) que se su-
maron a núcleos de centroamericanos y
caribeños residentes en el país desde tiem-
po atrás. De tal suerte, durante aquella
década y los primeros años de la siguien-
te, el país se convirtió en un lugar privile-
giado para el encuentro y la construcción
de una experiencia que tuvo al fenómeno
del exilio como común denominador.
Pero reconozcamos que no hubo uno
sino múltiples exilios. Cada uno tiene na-
cionalidad, nombre, señas, diferencias de
género y de generaciones, familias; tienen
una amplia gama de adscripciones políti-
cas, formaciones profesionales, suertes dis-
tintas, inserciones y percepciones diferen-
tes. Generalizar, en este como en tantos
otros casos, resulta peligroso y en ocasio-
nes hasta equívoco, si bien finalmente la
riqueza de la diversidad y de la heterogeneidad permiten defi-
nir nuestro universo de estudio.
La heterogeneidad se vislumbra en el interior de cada exi-
lio, en la comparación de unos exiliados con otros, y en la rela-
ción de ellos con México. Provienen de naciones donde la
polí-
tica
es parte constitutiva de la sociabilidad de sus habitantes,
allá desde los comportamientos públicos hasta las actividades
privadas llevan el sesgo de la militancia política.
Con esta marca de origen, el desembarco se produce en
un territorio donde por el contrario, la política aparece como
parcela exclusiva de un sector altamente profesionalizado:
los
políticos
, monopolio de un Estado que se reconoce heredero de
una revolución, y lo hace con tal despliegue de símbolos que
no deja de asombrar a los recién llegados.
México fue sin duda, el primer país del mundo que en
esta centuria arranca con una gran revolución social, vista de
manera diferente y con ópticas varias por el resto de los ameri-
canos. La dualidad de llegar a un país, gobernado durante casi
medio siglo por el partido surgido del triunfo militar y político
de la Revolución de 1910, que aparentemente no presentaba
fisura alguna y mostraba otra cara, la del autoritarismo
presidencialista –al tiempo que abría sus puertas a los
exiliados otorgando ayuda plena a sus esfuerzos por de-
mocratizar sus países– creaba desconcierto en los recién
llegados, que tardaron en descifrar los códigos ocultos del
juego político mexicano.
En sus relatos, los protagonistas de esta experiencia ha-
cen mención al conjunto de circunstancias, las calles sorpren-
den por sus nombres: Insurgentes, Reforma, Revolución (...),
nomenclatura “inaudita” para los sudamericanos; nomencla-
tura que de nuevo se encuentra en las portadas de libros y re-
vistas que llenan tanto anaqueles en librerías, como murales en
los principales edificios públicos.
Con humor recuerda un científico:
Yo venía de un Cono Sur donde se podía per-
der la vida por el simple hecho de poseer un ejem-
plar de
El Capital
de Marx o un libro del Che Guevara.
Un colega chileno me contó que el ejér-
cito de su país había requisado un
tomo sobre el cubismo, por sospechar
que propagaba el ideario de Fidel Cas-
tro. Por eso cuando entré a la librería
Gandhi
en el sur de la ciudad de Méxi-
co, quedé alelado al ver escaparates re-
pletos de libros de Marx, Engels,
Lenin, Gramsci, Mao y el Che Gue-
vara. En la cafetería del piso superior,
el atuendo, barba, cabellos y anteojos
que usaban los jóvenes, los asemeja-
ban a una versión hippie de Trotsky,
o a una revolucionaria de John
Lennon, y empleaban un vocabulario
que en Argentina hubiera provocado
su arresto.
(2)
Hay que recordar además que Méxi-
co, por su proximidad inevitable con el
Coloso del Norte, constituye un espacio sen-
sible a las miradas de un exilio particularmente receloso de las
políticas y las acciones estadounidenses.
Por momentos parece que el tiempo se ha detenido y el
país de los setenta, vuelve a aparecer como tierra de esperan-
zas, de libertad y oportunidades; como cuando cincuenta años
antes, los ojos de una generación latinoamericana se deposita-
ron aquí, gracias a las promesas de una revolución que comen-
zó a ser valorada como ejemplo continental, así, “aprendimos
no sólo que México nos hacía más latinoamericanos, sino que
América Latina existía gracias a México.”
(3)
A pesar de este mundo desconcertante, y a diferencia de
otros exilios latinoamericanos que se desarrollaron al mismo
tiempo, pero en otras latitudes, el verificado en México tuvo la
capacidad de generar patrones de identidad que emergieron
claramente cuando los distintos núcleos retornaron a sus paí-
ses de origen. En forma simultánea se dio una experiencia sig-
nificativa cuando parte de ese grupo decidió quedarse aquí,
asumiendo que el exilio había concluido, pero que los amarres
y raíces se habían truncado en alguna parte, en algún momento
A
Memoria e identidad del exilio sudamericano en México
Autor
Eugenia Meyer
- UNAM
y Pablo Yankelevich
- UNAM
México fue una opción, no una casualidad.
Luis Maira
(1)
En la cafEn la caf
En la cafEn la caf
En la caf
etería del pisoetería del piso
etería del pisoetería del piso
etería del piso
supersuper
supersuper
super
iorior
iorior
ior
,,
,,
,
el atuendo el atuendo
el atuendo el atuendo
el atuendo
,,
,,
,
barba, cabellos y anteojosbarba, cabellos y anteojos
barba, cabellos y anteojosbarba, cabellos y anteojos
barba, cabellos y anteojos
que usaban los jóvque usaban los jóv
que usaban los jóvque usaban los jóv
que usaban los jóv
enes,enes,
enes,enes,
enes,
los asemejaban a unalos asemejaban a una
los asemejaban a unalos asemejaban a una
los asemejaban a una
vv
vv
v
ersión hippie de ersión hippie de
ersión hippie de ersión hippie de
ersión hippie de
TrTr
TrTr
Tr
otskotsk
otskotsk
otsk
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,,
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olucionarolucionar
olucionarolucionar
olucionar
ia deia de
ia deia de
ia de
JJ
JJ
J
ohn Lennon,ohn Lennon,
ohn Lennon,ohn Lennon,
ohn Lennon,
y empleaban y empleaban
y empleaban y empleaban
y empleaban
un vun v
un vun v
un v
ocabocab
ocabocab
ocab
ularular
ularular
ular
io que enio que en
io que enio que en
io que en
ArAr
ArAr
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gg
gg
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entina hubierentina hubier
entina hubierentina hubier
entina hubier
a pra pr
a pra pr
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oo
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o-o-
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cado su arcado su ar
cado su arcado su ar
cado su ar
rr
rr
r
estoesto
estoesto
esto
..
..
.
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Voces Recobradas
28
determinado. También se dio el caso de quienes luego de la
vuelta, tan dolorosa como ansiada, habrían de reconocer que
ya no se identificaban con sus patrias, que habían dejado de
pertenecer a ellas y por tanto optaron por retornar a México, en
forma definitiva y permanente. Es entonces que heridas y rup-
turas se hacen evidentes, se asume una toma de conciencia dis-
tinta y obligan a cada hombre, cada mujer, a los hijos, a las
familias, a trazar un camino diverso con expectativas nuevas.
En consecuencia, la experiencia singular del proceso de
expulsión, luego de refugio y finalmente la vivencia cotidiana
desarrollada en México, ha tenido puentes de pertenencia y de
identidad que se traducen en mantener lazos afectivos que se
retroalimentan de manera permanente,
años después de concluido el proceso de
éxodo. Estamos frente a un hecho paradó-
jico cuando la experiencia traumática de
una salida involuntaria y forzosa del país
de origen, se resignifica, y por esta vía la
residencia mexicana asume una valoración
positiva, al punto que la decisión de retor-
nar es percibida como un sentimiento de
pérdida.
Así, la violencia e incertidumbre, el
peligro y los esfuerzos múltiples por so-
brevivir, como también la tenacidad por
mantener asideros y fortalecer la propia
identidad, al tiempo que reconstruyen una necesaria
cotidianeidad, conforman un apretado tejido que trabaja per-
manentemente en la memoria individual y colectiva.
Apoyada en el rescate testimonial y documental esta in-
vestigación en curso,
Refugio a la democracia. La experiencia del
exilio latinoamericano en México,
(4)
pretende recoger y salvaguar-
dar esas memorias. Se trata de escuchar las diferentes voces,
diferentes tiempos y énfasis a fin de reconstruir un proceso cu-
yos protagonistas múltiples fueron tanto los sudamericanos
como los propios mexicanos. Se trata de entender la capacidad
de adecuación y asimilación, como también las expresiones de
rechazo y reserva frente a esa oleada de refugiados políticos. Se
trata, de recuperar del silencio y del olvido una historia recien-
te, una parcela de vida nacional y por ende, de la historia del
siglo XX mexicano.
Nos interesa rastrear ese exilio en México, en tanto espa-
cio de intercepción de ideologías políticas, procesos culturales,
formas y tomas de conciencia, prácticas, modalidades
discursivas, estilos, acciones y reflexiones que se crean y re-
crean en un contexto signado por la pérdida de los, hasta en-
tonces, referentes de la vida cotidiana.
Pretendemos reconstruir esa
experiencia
del exilio, enten-
diéndola como sugiere Raymond Williams, como una de las
modalidades que asume la cultura de una época pasada, a tra-
vés de formas también históricas y sociales de la subjetividad.
(5)
¿Cómo México y los mexicanos se han significado en el
trauma del exilio? ¿Qué tiene a fin de cuentas el país y sus habi-
tantes que lograron meterse hasta los huesos en la experiencia
latinoamericana para finalmente producir ese extraño fenóme-
no de los
argenmex, chilemex, urumex
?
Aquella idea primigenia de que en
“México, la gente es gente”, le dan un ca-
rácter casi virtual, inasible al país y a sus
habitantes, como también aceptar la otra
cara de la moneda, la cerrazón propia de la
cultura mexicana, la extrañeza y la descon-
fianza frente a los
otros
, los resentimientos
por ver cómo, los extranjeros tienen acceso
y oportunidades negadas a los nacionales.
O bien, la afrenta de sentirse minusvaluados
por los sudamericanos, mucho más euro-
peos, mucho más “sofisticados” que los
mexicanos.
Chilenos, uruguayos y argentinos,
(6)
llegan a un país donde simultáneamente se da una solidaridad
con los perseguidos, al tiempo que se expresa una marcada re-
ticencia hacia lo extranjero. Por los intersticios de esa dualidad,
los exiliados fueron desembarcando en una sociedad que a la
postre terminó por cautivarlos; de alguna manera encontraron
la fórmula para
burlar
aquella parte intrínseca de la cultura mexi-
cana, la admiración por y el temor ante los extranjeros:
“En México me siento bien, aceptada por los
mexicanos, (...) a pesar de ser güera, a pesar de tener
ojos claros,”
(7)
o “eso de ser media güera, también
impone distancia.”
(8)
Uno y otros, extranjeros y mexicanos constituyen a fin de
cuentas el universo que estamos explorando. Para los propósi-
tos de nuestra investigación es importante saber qué se sabía
de México antes del arribo:
¿Qué imágenes teníamos de este país? Yo al me-
nos, una que merecería caracterizarse como peque-
ña, parcial, descomedida y arbitraria, concebida se-
guramente cuando era un niño y me sometía a dosis
de películas mexicanas, cantantes melódicos que vi-
sitaban Buenos Aires. Y chistes de mexicanos que
todo lo arreglaban a balazos (...) yo no sabía nada
serio sobre México (...)
(9)
Había una distancia, un desconocimiento que remitía a
experiencias de niñez y juventud, pero poca precisión sobre el
país y sus pobladores. De cierta manera, todo ello impregnado
por la mirada estereotipada de la cinematografía nacional como
de la estadounidense:
No me imaginaba gran cosa, creo que lo más
parecido a México que yo tenía en la cabeza era “El
No me imaginaba grNo me imaginaba gr
No me imaginaba grNo me imaginaba gr
No me imaginaba gr
anan
anan
an
cosa,cosa,
cosa,cosa,
cosa,
cr cr
cr cr
cr
eo que lo máseo que lo más
eo que lo máseo que lo más
eo que lo más
parpar
parpar
par
ecido a México que yecido a México que y
ecido a México que yecido a México que y
ecido a México que y
oo
oo
o
tenía en la cabeza ertenía en la cabeza er
tenía en la cabeza ertenía en la cabeza er
tenía en la cabeza er
a a
a a
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“El“El
“El“El
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an chaparan chapar
an chaparan chapar
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teletele
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visivisi
visivisi
visi
vv
vv
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a.a.
a.a.
a.
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Voces Recobradas
29
gran chaparral”, la serie televisiva.
(10)
O bien,
Nada, nomás lo folklórico, nomás lo de las pe-
lículas mexicanas, las canciones, el tequila.
(11)
Asimismo las imágenes originarias cambian conforme
a recortes generacionales, perfiles profesionales, militancias
políticas:
Como estudiante en la Facultad, recuerdo que
cuando estudiábamos Derecho Constitucional Com-
parado siempre hablábamos de la
Constitución mexicana, la del 17,
que era superavanzada, muy revo-
lucionaria.
(12)
O en forma más elemental nos dice
una entrevistada:
Toda mi referencia de México
era el librito de Silva Herzog sobre la
Revolución mexicana, de la cual te-
nía una imagen idílica, por lo que ten-
go un hijo que se llama Emiliano que
nació en Argentina.
(13)
Interesa rescatar la experiencia de
quienes se asilaron en las sedes diplomá-
ticas mexicanas, como también la de aque-
llos que lograron salir valiéndose de sus
propios medios, y, finalmente, conocer y entender cómo y cuán-
do unos y otros optaron por México.
Las vivencias son múltiples. Mientras que un funcionario
político del régimen de Salvador Allende, recuerda:
Porque nos dimos cuenta de que las personas
que ocupaban ciertos cargos eran muy buscadas (...)
Yo no había pensado salir de Chile, pero conversé
con amigos de Naciones Unidas, donde yo había tra-
bajado (...) y ellos me convencieron de que lo mejor
era salir... y me ayudaron a asilarme en la embajada
de México (...) yo había venido unas cinco veces a
México, a hacer clases y tenía muchos ex alumnos,
muchos amigos, y me gustaba mucho México (...)
(14)
Otros testimonios narran el proceso de toma de decisión
que los condujo a México:
Después de vivir un año de exilio en Perú, nos
íbamos a Venezuela y en un momento dado a mí me
cae una revista de danza de México. Yo siempre qui-
se conocer México, veíamos películas mexicanas, la
Revolución mexicana, (...) y una vez estábamos re-
unidos en la casa y yo digo: “¿por qué no nos vamos
a México?”. Empezaron a ver cómo, si tenemos con-
tactos, qué se yo, porque la cosa ya sabes, se mueve
por los hombres, ¿no? Y entonces resuelven que sí,
que nos vamos a México.
(15)
Las circunstancias fueron diversas. Sin embargo, resulta
emblemático el peso de una tradición que México tenía en ma-
teria de asilo:
Existían varios caminos de salida, pero Brasil
estaba vedado por las condiciones de la frontera, Ar-
gentina (...) la frontera se había cerrado a principios
del 76 (...) ¿qué otra opción quedaba...? Venezuela o
México, los únicos dos países que tenían cierta tradi-
ción (...) de asilo. (...) la gente de la Embajada de Ve-
nezuela no abre la puerta (...) entonces Venezuela
quedaba descartado (...) existían otras posibilidades:
Italia, Alemania, pero eso para gente con familiares
(...) entonces México precisamente por la tradición
de asilo que tenía (...)
(16)
Los orígenes, las actividades, no fue-
ron limitantes u obstáculos para solicitar el
asilo.
En consecuencia, un obrero metalúr-
gico uruguayo recuerda que en 1976:
El embajador me mandó a decir
a través de mi hijo, que me fuera, que
no tenía salvación, que me metiera (a
la Embajada), para no estar corriendo
riesgos porque (...) la represión había
arreciado brutalmente.
(17)
Las opciones y las posibilidades labo-
rales se convirtieron en determinantes para
escoger México:
(...) fueron los arqueólogos pe-
ruanos quienes se pusieron en contac-
to con los arqueólogos mexicanos,
quienes a su vez se conectaron con él (mi marido), a
través de la embajada de México, entonces ellos idea-
ron la forma de salida, el gobierno mexicano nos res-
paldó, nos apoyó, nos acompañó a la policía a sacar
los pasaportes (...) El cuerpo diplomático de la em-
bajada de México nos protegió, nos acompañó hasta
el aeropuerto y salimos.
(18)
El sentimiento de pérdida, se hace manifiesto en los rela-
tos cuando los recuerdos se dirigen al momento de la partida.
El dolor, el desgarramiento y la desesperanza, van cubriendo
un espacio vital cuyos límites se mueven entre el terror que
orilló a la fuga, la decisión de exiliarse y la incertidumbre fren-
te al porvenir:
(...) cuando yo iba caminando hacia el avión
tuve la sensación de que no era como los otros viajes
(...) sentí que salía de Chile y que era una salida así
como nunca (...) y nadie sabía cuándo iba a volver
(...) y en ese momento sí me di cuenta de que (...)
««
««
«
El embajador me mandóEl embajador me mandó
El embajador me mandóEl embajador me mandó
El embajador me mandó
a decir a tra decir a tr
a decir a tra decir a tr
a decir a tr
aa
aa
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vés de mi hijovés de mi hijo
vés de mi hijovés de mi hijo
vés de mi hijo
,,
,,
,
que me fuerque me fuer
que me fuerque me fuer
que me fuer
a,a,
a,a,
a,
que no tenía que no tenía
que no tenía que no tenía
que no tenía
salvsalv
salvsalv
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ación,ación,
ación,ación,
ación,
que me metier que me metier
que me metier que me metier
que me metier
aa
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(a la Embajada),(a la Embajada),
(a la Embajada),(a la Embajada),
(a la Embajada),
par par
par par
par
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a noa no
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estar corestar cor
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rr
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iendo riendo r
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osos
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porpor
porpor
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que (...) la rque (...) la r
que (...) la rque (...) la r
que (...) la r
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esiónesión
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había arhabía ar
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eciado breciado br
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utal-utal-
utal-utal-
utal-
mentemente
mentemente
mente
..
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Voces Recobradas
30
estaba pasando algo terrible (...)
(19)
En todos los casos fue una experiencia singular:
Subirse al avión fue el inicio de un des-
garro que duró muchísimos años.
(...) no paré de llorar, desde que subí al avión
hasta que llegue a Lima. (...) era cobrar conciencia
que dejaba, por las necesidades políticas, mi país.
Yo no tenía ganas de irme de mi país y comen-
zar toda una etapa (...) llegué a Méxi-
co, (...) con la única intención de ver
a mi mujer y a mi hijo, y decir “esta-
mos a salvo” de la muerte física. Du-
rante el primer año de mi estancia en
México, y no por ser México, sino por
estar fuera de Argentina, (sentí) una
especie de muerte. (...), por haber sa-
lido de Argentina, (...) esas cosas pro-
pias del desgarro.
(20)
El dolor y el desarraigo, el miedo y el
desaliento produjeron múltiples prácticas,
a cuya sombra, de manera invisible, tal vez
involuntaria, fueron construidos los puen-
tes culturales y afectivos con el país que
dio cobijo. En realidad y literalmente, al
amparo de México se inauguró un experi-
mento, cuyos productos, un par de décadas más tarde, mostra-
rán una sorprendente vitalidad. Mujeres y hombres en quienes
se entrecruzaron sentimientos que terminarían por cambiar-
les, de una vez y para siempre, la forma de ver y verse en
este mundo.
Para muchos, el exilio fue la certeza de la derrota y, frente
a ella, los mexicanos desplegaron un manto solidario, “más que
el brillo de la victoria nos conmueve la entereza ante la adversi-
dad”, señala Octavio Paz,
(21)
como si la acciones mexicanas se
hubieran dirigido a apuntalar una entereza que por ser extran-
jera no dejo de sentirse propia. “Somos un pueblo ritual”
(22)
in-
siste el poeta. Las formas son objetos de culto exacerbado:
(Teníamos) que aprenderlo todo, es decir,
aprender a saludar al vecino, a dejarle el paso, a no
pasar por entre medio de dos personas que están ha-
blando, a no pasar los platos por delante de las per-
sonas en la mesa; a decir “por favor” cuando pedían
algo, y las correlativas fórmulas “permiso” y “pro-
pio”; a agradecer toda vez que fuera necesario y aún
más de lo necesario, respondiendo a las “gracias”
del otro con un “para servirle”; a no interrumpir a
los demás en las conversaciones, disminuyendo en
lo posible y en el caso de tener el uso de la palabra, el
río verbal; a decir “salud” cuando alguien estornu-
daba, y “provecho” cuando daba comienzo la ingesta
ajena; a ofrecer con un “¿gusta?” la comida propia al
recién llegado (...) tuvieron que aprender a ofrecer
hospitalidad usando la forma de cortesía local que
consiste en decir: “lo esperamos en
su casa
”, para in-
vitar al interlocutor argentino quien creía que el mexi-
cano se refería a
su
casa (...)
(23)
Los espacios de esa ritualidad comenzaron a
alterarse
con
la incómoda presencia de minorías exiliadas. Así, por ejemplo,
un joven, apenas llegado a México recibe como primera reco-
mendación la de
cuidarse
en sus expresiones y de ser amable,
porque de otra suerte enfrentaría el rechazo de la población.
(24)
Latinoamericanos todos, compartíamos valores y cultura,
sin embargo, las diferencias pronto se hicieron notorias. Como
bien ha advertido Juan Goytisolo, la patria común más auténti-
ca es el lenguaje. Se comparte el idioma, no
sus significados: el
mañana
, el
ahorita
, los di-
minutivos permanentes, la suavidad y el
tono diario. Ciertas formas de expresarse
empiezan a calar a fondo; el lenguaje de los
mexicanos, comienza a ser “habitado” por
los extranjeros:
Y México es el mundo de la in-
certidumbre, del
pos quién sabe
, que a
mí yo creo que ha terminado por gus-
tarme (...) porque creo que a veces es
la única actitud sabia frente a una vida
en que no puedo saber qué va a pasar
mañana.
(25)
Llegar, instalarse y empezar a cons-
truir una cotidianeidad en este país tan di-
ferente provocaría sentimientos encontra-
dos. Mientras algunos recuerdan ese pasado con cierta añoran-
za, para otros el impacto de la cultura y la rutina generó recha-
zo y animadversión.
Pero yo decía: “¡esto es horrible!” Yo había leí-
do a García Márquez, pero nunca había experimen-
tado esa sensación de la literatura donde todo crece,
crece, crece, crece,... cerdos en la playa, la mugre en
la plaza... a todo te vas acostumbrando, pero al prin-
cipio sí fue un choque, la miseria, la mugre que exis-
tía en las calles, los niños pidiendo, los viejos (...)
(26)
La impresión más importante fueron las diferencias ra-
ciales. Como reconoce un artista uruguayo, “me vine a dar cuen-
ta que nosotros los criollos estábamos a punto de descubrir la
América profunda”.
(27)
O como recuerda otro artista,
Nos tenían rentada una habitación en un
hotelito (...), en pleno centro de la ciudad de México.
Y allí fue el primer gran impacto. Y yo lo cuento así,
es un impacto racial. (...) Bajo a la calle, año
setenta y seis y no sé, todos indígenas (...) gen-
te pidiendo y vendiendo, ¿y esto qué es?, en-
tonces ahí entendí, fue un impacto físico de lo
que es Latinoamérica de verdad.
(28)
Una escritora argentina, condensa el choque que provocó
en una mujer rioplatense la exuberancia mexicana de formas,
texturas y colores:
La primera mañana que salí a la calle en Méxi-
co fui al mercado de Mixcoac. Es difícil poder des-
cribir sin énfasis de lugar común, la impresión de
esos instantes inaugurales. Pero yo supe que la den-
sidad y la intensidad habrían de conjugarse en mí a
La imprLa impr
La imprLa impr
La impr
esión más impor-esión más impor-
esión más impor-esión más impor-
esión más impor-
tante fuertante fuer
tante fuertante fuer
tante fuer
on las difon las dif
on las difon las dif
on las dif
erer
erer
er
en-en-
en-en-
en-
cias rcias r
cias rcias r
cias r
aciales.aciales.
aciales.aciales.
aciales.
Como Como
Como Como
Como
rr
rr
r
econoce un areconoce un ar
econoce un areconoce un ar
econoce un ar
tistatista
tistatista
tista
urur
urur
ur
uguaugua
uguaugua
ugua
yy
yy
y
oo
oo
o
,,
,,
,
“me vine a dar“me vine a dar
“me vine a dar“me vine a dar
“me vine a dar
cuenta que nosotrcuenta que nosotr
cuenta que nosotrcuenta que nosotr
cuenta que nosotr
os losos los
os losos los
os los
crcr
crcr
cr
iollos estábamos aiollos estábamos a
iollos estábamos aiollos estábamos a
iollos estábamos a
punto de descubrpunto de descubr
punto de descubrpunto de descubr
punto de descubr
ir lair la
ir lair la
ir la
AmérAmér
AmérAmér
Amér
ica prica pr
ica prica pr
ica pr
ofunda”ofunda”
ofunda”ofunda”
ofunda”
..
..
.
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Voces Recobradas
31
partir de ese momento en un intercambio que reuni-
ría la sutileza de un pétalo de flor de miel con la con-
tundencia de una pirámide de chiles; supe que em-
pezaba a ver del modo en que esas mujeres me esta-
ban pidiendo que las viera, del modo en que me es-
taban proponiendo entender la índole de la materia,
el color y la forma; del modo en que me obligaban a
que me les quedara viendo en sus oficios de estirar
la masa, de sostener en el aire suavemente la tortilla
y acostarla sobre el comal, y de dejar que cobrara
existencia el olor, el sabor y otros do-
nes de su condición: ser mujeres re-
sistentes, sufridas, rientes y pudoro-
sas.
(29)
Y así, en forma gradual fueron pe-
netrando el mundo particularísimo de los
mexicanos.
El esfuerzo por convivir y compartir
estuvo presente. El dolor del inicio fue
dando paso a un gusto por lo mexicano.
Sacudidos por la intensidad de la vida en
una metrópolis sobrepoblada, algunos, en
número mucho más reducido, optaron por
vivir en otras partes del país, fuese por
ofertas de trabajo, por buscar sitios me-
nos avasalladores o quizá, incluso persi-
guiendo características geográficas que les
recordasen sus terruños.
Profundamente politizados, encontraron difícil la limitante
legislación mexicana que impide a los extranjeros inmiscuirse
en asuntos de la política nacional. Con frecuencia escuchamos:
“(...) me gustaría ser mexicana para intervenir en la vida políti-
ca”,
(30)
o bien “me frustra mucho no poder participar en políti-
ca, quizá ésa sea la única razón por la cual yo debería naciona-
lizarme”.
(31)
Para quienes debieron abandonar sus países por
razones de persecución política, la restrictiva legislación mexi-
cana, a pesar de la enorme discrecionalidad en su aplicación,
termina internalizándose de tal modo que, encontramos
explicitado en algunos testimonios un discurso reticente, teñi-
do de cierto arrepentimiento por lo dicho: “espero –indica una
mujer con un cuarto de siglo de residencia mexicana–, que esta
entrevista no me complique la vida”.
(32)
Lo ambiguo de una identidad fragmentada, la indecisión
ante un sentimiento de doble pertenencia resultan lugares co-
munes en nuestra indagación: “estoy poseída siempre por la
codicia y el deseo irrealizable de ser mexicana”
(33)
. Mientras que
para otros, no se trata de “ser”, sólo el “estar” en un país que
otorga sentido a una vida que el exilio fracturó: “Como que
estoy quince días en Argentina y ya estoy pensando en volver a
México, no es porque diga que ‘soy mexicana’ sino que en Méxi-
co me siento bien, me siento reencontrada, como que en Argen-
tina me siento perdida, pierdo mi identidad”.
(34)
Pasaron casi dos décadas para aquellos que trasmutaron
de exiliados a inmigrantes. “Al principio me pareció que era
un poco turístico el asunto, como que iban a ser unos meses,
pero íbamos a volver.”
(35)
La búsqueda de inserciones labora-
les, de casas donde habitar y de escuelas para los hijos, fue
marcando la pauta de una experiencia que se pensaba provi-
sional. “Yo tardé diecisiete años en amueblar mi casa”,
(36)
o bien,
“para mí, la escolaridad de los hijos fijó el comienzo del exi-
lio.”
(37)
Fueron muchas las ansias por el retorno, el permanente
interés en el acontecer de cada uno de sus países, fue delinean-
do prácticas y actividades.
Espíritu de guetto
, en lo que a ciertas
zonas de residencia se refiere, en relación a las escuelas para
los hijos, a los lugares para vacacionar.
Espíritus
que se conjuntan
en los organismos de solidaridad que el exilio funda, no sin
apoyo de las autoridades mexicanas, como
fue el caso del Comité Argentino de Solida-
ridad, o de la Casa de Chile.
La vida en el interior de cada exilio está
lejos de resultar apacible. Las diferencias
políticas dividen, pero también las desigua-
les oportunidades a las que tuvieron acceso
sectores diferenciados de una misma comu-
nidad de exiliados:
Aquí hubo una división (...) ha-
bía una nobleza en el exilio. La noble-
za del exilio (estaba integrada) por
aquellos que habían sido dirigentes en
Chile, aquellos que tuvieron un cargo
en el gobierno de la Unidad Popular
(...) todos ellos tenían una categoría
aquí, tenían ínfulas, eran tratados así
por el gobierno y les ofrecían trabajo.
Pero los que habíamos sido nada, esos ni trabajo te-
níamos (...) esa nobleza chilena se negó a ayudarnos
(...)
(38)
Primero los argentinos tras la experiencia de casi ocho
años, luego de una década los uruguayos. Al final de los ochenta,
los chilenos empezaron a preparar la vuelta; decisión difícil para
todos. Se trataba de resolver cuestiones laborales, de afinida-
des, de identidades. Se trataba también de reconocerse profun-
damente como trasterrados en México, o ya como inmigrantes.
Era también aceptar que el exilio forzado los había separado
irremediablemente de sus patrias. O, como sucedió con los hi-
jos, que llegaron pequeños, o nacieron en México, eran por so-
bre todo y ante todo mexicanos:
El día en que (mi hija) meEl día en que (mi hija) me
El día en que (mi hija) meEl día en que (mi hija) me
El día en que (mi hija) me
prpr
prpr
pr
eguntó si a mí meeguntó si a mí me
eguntó si a mí meeguntó si a mí me
eguntó si a mí me
gustaban las milanesas,gustaban las milanesas,
gustaban las milanesas,gustaban las milanesas,
gustaban las milanesas,
porpor
porpor
por
que ella me iba aque ella me iba a
que ella me iba aque ella me iba a
que ella me iba a
llelle
llelle
lle
vv
vv
v
ar milanesas a lasar milanesas a las
ar milanesas a lasar milanesas a las
ar milanesas a las
ofrofr
ofrofr
ofr
endas del día deendas del día de
endas del día deendas del día de
endas del día de
muermuer
muermuer
muer
tos cuando ytos cuando y
tos cuando ytos cuando y
tos cuando y
o meo me
o meo me
o me
murmur
murmur
mur
ierier
ierier
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a,a,
a,a,
a,
y y
y y
y
o dije:o dije:
o dije:o dije:
o dije:
“ésta“ésta
“ésta“ésta
“ésta
llegó a México ¡quéllegó a México ¡qué
llegó a México ¡quéllegó a México ¡qué
llegó a México ¡qué
bárbarbárbar
bárbarbárbar
bárbar
a!”a!”
a!”a!”
a!”
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Voces Recobradas
32
El día en que (mi hija) me preguntó si a mí me
gustaban las milanesas, porque ella me iba a llevar
milanesas a las ofrendas del día de muertos cuando
yo me muriera, yo dije: “ésta llegó a México ¡qué bár-
bara!”.
(39)
O como advierte alguno de los que optaron por la vuelta,
(...) éramos, en principio, gente que, en el me-
jor de los casos, venía de una elección dolorosa, por-
que dejar el país propio siempre lo es, llegábamos
desde el miedo, esa estación empobrecedora, nuevo
límite que abrió riesgos desconocidos y nos recortó
de nuestra vida elegida y habitual (...) ahora creo que
este nuevo miedo tapa a otro que por ahí debe andar:
el miedo de volver a vivir en la Argentina, miedo de
tener que volver a pelear mi lugar, miedo a comparar
lo que fui o lo que soy, miedo a examinar mi historia y
mi identidad.
(40)
Hubo de todo y ello constituye parte sustantiva del inte-
rés de este proyecto por rescatar la memoria colectiva del exilio
sudamericano, porque a fin de cuentas, esta tierra que dio refu-
gio a los perseguidos, acabó conquistando a muchos, estable-
NOTAS
1.
Maira, Luis. “Claroscuros de un exilio privilegiado” en Pablo
Yankelevich (coord.).
El México de los exilios. Una experiencia de sudameri-
canos
, México, ITAM, p. 183.
2.
Cerejido, Marcelino. “Exilio, investigación y ciencia”, en Pablo
Yankelevich, (coord.)
El México de los exilios. Una experiencia de sudameri-
canos
, México, ITAM, p. 93.
3.
Maira, Luis en Op. Cit. p. 115.
4.
Con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONACYT), la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacio-
nal Autónoma de México (UNAM) y la Escuela Nacional de Antropolo-
gía e Historia (ENAH) colaboran en esta investigación Gabriela Díaz,
Cecilia Guerrero, Concepción Hernández, René Salas, Gabriela Díaz y
Diana Urow.
5.
Véase, Williams, Raymond.
Marxismo y Literatura
, Barcelona, Penín-
sula, 1980, primera parte.
6.
No existe una estadística precisa que dé cuenta del número de
exiliados, sin embargo, de acuerdo con la información recabada
en el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores
sobre los asilados en las diferentes embajadas mexicanas, así como
listados de quienes llegaron a México, podemos inferir –de ma-
nera provisional– que entre las tres nacionalidades, argentina, chi-
lena y uruguaya, radicaron en el país entre 20.000 y 30.000 perso-
nas.
7.
Entrevista con Martha Selser realizada por Diana Urow, México, D.F.,17
de julio de 1997, Proyecto del Exilio Latinoamericano (en adelante PEL),
PEL/1/A-3, (güera es el modismo mexicano para rubia).
8.
Entrevista con Liliana Felipe realizada por Eugenia Meyer, México,
D.F., 6 de octubre de 1997, PEL/1/A-19.
9.
Ulanovsky, Carlos.
Seamos felices mientras estemos aquí
, Buenos Aires,
Ed. de la Pluma, 1983, p. 19.
10.
Entrevista a María Inés Roqué realizada por Cecilia Guerrero, Méxi-
co, D.F., 14 de agosto de 1997, PEL/1/A-6.
11.
Entrevista a Andrea Marcovich realizada por Cecilia Guerrero, Méxi-
co, D.F., 7 de julio de 1997, PEL/1/A-1.
12.
Entrevista con Enrique Zylberberg realizada por Gabriela Díaz, Méxi-
co, D.F., 11 de noviembre de 1997, PEL/1/A-24.
13.
Entrevista con Nora Rabotnikov realizada por Gabriela Díaz, Méxi-
co, D.F., 19 de agosto de 1997, PEL/1/A-7.
14.
Entrevista con José Ibarra realizada por Diana Urow, México, D.F.,
15 de julio de 1997, PEL/1/CH/4.
15.
Entrevista a Mirta Blostein realizada por Cecilia Guerrero, México,
D.F., 6 de octubre de 1997, PEL/1/A-29.
16.
Entrevista con Hugo Morel realizada por René Salas, México, D.F.,
29 de enero de 1998, PEL/1/U-26.
17.
Entrevista a Dionisio Quintán realizada por Concepción Hernández,
México, D.F., 11 de octubre de 1997, PEL/1/U-10.
18.
Entrevista con Beatriz Aguad realizada por Cecilia Guerrero, Méxi-
co, D.F., 21 de noviembre de 1997, PEL/1/A-29.
19.
Entrevista con Gabriela Salgado realizada por René Salas, México,
D.F., 6 de agosto de 1997, PEL/1/CH/6.
20.
Entrevista con Enrique Zylberberg,
Op. Cit
. 12.
21.
Paz, Octavio.
El laberinto de la soledad
, México, Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1972, p. 28.
22.
Ibídem
, p. 37.
23.
Mercado, Tununa. “Esa mañana en la que creí estar en Asia”, en
Pablo Yankelevich, (coord.),
Op. Cit
., p. 109.
24.
Apud
en Sergio Schmucler, “Apuntes para el diario de un exiliado
adolescente”, en Pablo Yankelevich,
Op. Cit
., p. 166.
25.
Entrevista con Nora Rabotnikov realizada por Gabriela Díaz,
Op.
Cit
. 13
26.
Entrevista con Alba Díaz realizada por Gabriela Díaz, Puebla, 5 de
diciembre de 1997, PEL/1/U-22.
27.
Hernández, Anhelo. “Para una crónica del exilio uruguayo”, en Pa-
blo Yankelevich, (Coord.),
Op. Cit.
, p. 32.
28.
Entrevista con Carlos Palleiro realizada por Gabriela Díaz, México,
D.F., 4 de febrero de 1998, PEL/1/U-28.
29.
Mercado, Tununa. “Esa mañana en la que creí estar en Asia”, en
Pablo Yankelevich,
Op. Cit.
, p.111.
30.
Entrevista con Susana Plouganou realizada por Gabriela Díaz, Pue-
bla, 6 de diciembre de 1997, PEL/1/A-37.
31.
Entrevista con Federico Bonasso realizada por Diana Urow, México,
D.F., 24 de febrero de 1998, PEL/1/A-43.
32.
Entrevista con Martha Selser...
Op. Cit.
7
.
33.
Mercado, Tununa.
En estado de memoria
, México, UNAM, 1992, p. 70.
34.
Entrevista con Martha Selser...
Op. Cit
. 7.
35
. Ibídem.
36.
Entrevista con Nora Rabotnikov,
Op. Cit
. 13.
37.
Entrevista con Tununa Mercado realizada por Pablo Yankelevich,
México, D.F., 10 de junio de 1997, PEL/1/A-2.
38.
Entrevista con Rolando González realizada por Cecilia Guerrero,
Culiacán, Sinaloa, 25 de junio de 1997, PEL/1/CH-5.
39.
Ibídem.
40.
Ulanovsky, Carlos.
Seamos felices...
,
Op. Cit.
, pp. 31, 35.
41.
Ibídem
, p. 28.
ciendo sólidos vínculos y permanentes afectos con quienes se
volvieron, al grado tal que un número de ellos encontró impo-
sible la distancia, la nostalgia y al cabo de un tiempo opta-
ron por regresar, ahora ya en forma definitiva a México.
Y entonces, ¿qué tuvo México a diferencia de otros
países que permitió generar patrones de identidad y de
relación tan perdurables? ¿Cómo fue que la cultura mexi-
cana permeó en la vida y la ideología de los exiliados?
¿Cómo los exiliados vivieron las diferencias? ¿Cómo trans-
formó o trastocó el tiempo la obsesión del retorno, del no
ser, de estar aquí pensando en el allá, o bien estar final-
mente allá pensando en el aquí?
Yo le estoy agradecido a México por-
que me ofreció tranquilidad para aprender otras
realidades, distancia para valorar lo propio y
tiempo seguro para solucionar las elecciones más
definitivas. Ahora después de varios años y de
haber vivido como distinto entre otros más dis-
tintos a mí, soy otra persona. En México vi cómo
se sucedía ese género de cosas que ya sabemos
acaecen una vez en la vida, por ejemplo crecer.
(41)
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Voces Recobradas
33
Mémoria
e identidade do
exilio sul-americano
no México
No contexto latino-americano, o México
sobressai por sua política exterior, que está
guiada, principalmente, pela condenação aberta
de toda forma de discriminação racial, política
ou religiosa. No presente século, as ações
empreendidas para proteger vidas humanas,
concederam ao México um merecido prestígio
em matéria de asilo e refúgio para os perse-
guidos por suas ideias políticas.
Neste contexto, e apesar das distâncias geo-
gráficas, no inicio da década de setenta, o Méxi-
co se tornou o lugar privilegiado para o exílio
massivo, esta vez de origem sul-americana: a
Argentina, o Chile e o Uruguai. Nessas nações,
as ditaduras militares eliminaram toda forma
de democracia. A militarização da vida pública
no sul do continente pôs em movimento um
processo de genocidio que transformou em
política de estado a prática da repressão e do
extermínio dos opositores políticos ou de
aqueles suspeitos de o serem. Por causa disto,
miles de sul-americanos foram obrigados a se
tornar refugiados políticos nas embaixadas
mexicanas e a abandonar seus países. Para os
perseguidos, o México apareceu como a única
possilbilidade de sobrevivência. Por isso, du-
rante mais de uma década, o México foi
território de refúgio de miles de perseguidos,
dando nascimento ao fenômeno que tentamos
estudar: a experiência dos exilados latino-ame-
ricanos.
O que é que era tão diferente no México
que se permitiu desenvolver modelos tão
duradouros de identidade? Encontrar a
resposta é o alvo deste trabalho, que tenciona
investigar as características do exílio latino-
americano. Isto significa reconstruir o caminho
que começou com as circunstâncias que os
obrigaram a deixar seus países e ir para o
México, suas primeiras impressões ao chegar,
seus primeiros empregos, as práticas políti-
cas, os códigos de pertenença e as relações
sociais. O assunto desta pesquisa finda quando
esses exilados tomaram a decisão de regressar
e atravessaram a experiencia de reinserção
em seus países de origem, ou os casos daqueles
que decidiram não regresar, tornando perma-
nente aquilo que no princípio, acreditaram
como uma estada transitória.
Memory
and Identity
of the Southamerican
Exile in Mexico
In the Latin American context, Mexico
stands out for it’s exterior politics, which is
guided principally by the open condemnation
of any form of racial, political or religious
discriminations. In the present century, the
actions undertaken to protect refuge for
those persecute for their political ideals.
In this context, and in spite of the
geographic distance, at the beginning of the
seventies, Mexico converted into a privileged
place for another massive exile, this time of
Southamerican origin: Argentina, Chile and
Uruguay. In those nations, the military
dictatorships elliminated all forms of
democracy. Militarization of public life in the
south of the continent put in motion a
process of genocide, that converted into
state politics the practices of repression and
extermination of political opposition or of
those suspected to be. Due to this, thousands
of Southamericans were obliged to become
political refugees at the Mexican embassies
and to abandon their countries. For those
persecuted, Mexico emerged as the only
possibility of survival. Like this giving birth
to the phenomena which we intend to study:
the experience of the exiled Latin-
Americans.
What was so different about Mexico that
such long lasting patterns of identity were
allowed to develop? To find the answer is
the aim of this paper , which intends to
investigate the characteristics of the Latin-
American exile. This means to reconstruct
the path that started with the circunstances
that obliged them to leave their country and
go towards Mexico, their first impressions
on their arrival, their first jobs, the political
practices, the codes of belonging and the
social relationships. The matter of research
ends when the exiles took the decision to
return and went throught the experiences
of the reinsertation in their country of origin,
or the special cases of those who decided
not to return, so making permanent what
they first believed to be a transitory stay.
Memoire et
identite de
l’exile sud-américain
en Méxique
Dans le contexte Latin-Américain, Méxique
excelle par sa politique extérieure, guidée
principalement par sa condamnation ouverte de
toute forme de discrimination raciale, politique
ou religieuse. Dans ce siècle, les actions prises
pour protéger les vies humaines, a octroyé au
Méxique un bien merité prestige par l'asile et le
refuge prêtés à ceux qui ont été persécutés à
cause de ses idées politiques.
Dans ce contexte, et malgré la distance
géographique, au commencement des 70's.
Méxique est devenu un lieu privilegié par un autre
exile massif, cette fois d'origine Sud-Américain:
Argentine, Chili et l'Uruguay. Dans ces nations-ci,
les dictatures militaires avaient éliminé toute for-
me de démocratie. La militarisation de la vie pu-
blique au Sud du continent a mis en mouvement
un processus de génocide que a transformé en
politique d'état les pratiques de la répression et
de l'extermination de l'oposition politique ou de
celui suspect de l'être. Dû à tout cela, des milliers
de Sud-Américains ont été obligés de devenir des
réfugés politiques aux ambassades Méxicaines et
d'abandoner leurs nations. Pour ceux qui ont été
persecutés, le Méxique a émergé comme la seule
possibilité de survivance. C'est pour cela que par
plus d'une décade, le Méxique a été le territoire
de réfuge pour des milliers de persecutés, et a fait
naître le phénomène que nous essayons d'étudier:
l'expérience des éxilés Latin-Américains.
Qu'est-ce que c'était si différent par rapport
au Méxique que on a permis des modèles si
persistants d'identité de se déveloper? Trouver la
réponse est l'objectif de ce travail, qui essaie
d'enquêter sur les caracteristiques de l'exile Latin-
Américain. Cela veut dire reconstruire le chemin
commencé avec les circonstances que ont obligé
à eux à abandoner leurs nations et aller vers le
Méxique, leurs premières impressions quand ils
sont arrivés, leurs premiers travaux, les pratiques
politiques, les codes d'appartenance et les rapports
socials. Le sujet de recherche fini quand les exilés
prennent la décision de retourner et traversent
les expériences de la réinsertion dans leurs pays
d'origine, ou les cas spécials de ceux qui ont décidé
de ne pas retourner, et qui on fait permanent ce
que d'abord ils croyaient un séjour transitoire.
Voces Recobradas
33