image/svg+xmlVoces Recobradas48ECOS DE LOS SETENTAa socióloga canadiense Patricia Marchak,profesora en la Universidad de BritishColumbia y presidenta de la Academia deHumanidades y Ciencias Sociales de la Royal Societyof Canadá, presentó su libro God’s Assassins. Stateterrorism in Argentina in the 1970s (Asesinos de Dios.Terrorismo de Estado en Argentina en los 70) en la Feriadel Libro y el año entrante será publicado en versióncastellana por EUDEBA. El pasado 5 de mayo brindóuna conferencia sobre la misma temática en la Casa dela Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.Luego de varias visitas a la Argentina, Marchakempezó a preguntarse cómo en un país cosmopolitay con alto nivel de educación se había producido lainstalación del terrorismo de Estado en los años 70.Esto la llevó a un extenso trabajo de investigación quecontiene más de 125 entrevistas, entre las que hayvarias a militares que participaron en la represióndurante la dictadura. Además, se contactó conorganizaciones de Derechos Humanos, las Madres dePlaza de Mayo, académicos y periodistas.Parte de la respuesta a su pregunta inicial, laencuentra en el largo intervencionismo de la fuerzamilitar que comienza en la década del 30 y también enel período peronista. Las instituciones sociales sefueron destruyendo paulatinamente, en especial elsistema judicial y el sistema educativo. Al entrar enLlos años 70, ya no había más institucionesindependientes que pudieran intervenir frente a laviolencia. La única institución que seguía funcionandoera la militar. Otras instituciones, como la Iglesia,algunos partidos políticos o el sindicalismo, desde unlugar de poder, iban generando cada vez más violencia,que la gente iba aceptando. Por otro lado, losestudiantes, al no encontrar una forma de expresiónpolítica, se agrupan en organizaciones políticaspropias, que luego se transformarían en guerrilla.En las entrevistas a los militares que realizó juntocon su marido, que hizo de intérprete, Marchakencontró diferentes posiciones frente a la represión:algunos decían que no había pasado nada. Otros, quelo habían hecho porque no había otra opción: fue algonecesario y la Nación debería agradecerles. Estabanlos que querían dejar la Armada; o los que, como unsacerdote militar, decían que lo que hicieron fue malopero necesario; y los que decían que ambos ladosestaban locos y que ninguno quería la democracia. Losque eran más jóvenes defendían la represión, perocriticaban la gestión de gobierno y la políticaeconómica.Lo que se hace evidente para la académicacanadiense es que los militares entrevistados y los queobserva en los medios se justifican de manera ética y“profesional”, como una especie de máscara. ParaComentario de la conferenciade Patricia Marchak en Buenos AiresLOS ASESINOSDE DIOSVoces Recobradas48
image/svg+xmlVoces Recobradas49hacerlo, creen que llevaron a cabo una misión divina,una guerra santa, como si fueran cruzados. “Hubobajas, pero salvamos al país” dicen, insisten en queestaban defendiendo la cristiandad y la civilizaciónoccidental. Se convierten así en asesinos de Dios. Porotro lado, no es que los militares no tuviesen intereseseconómicos, pero no necesitaban la represión parallevarlos a cabo. Como prueba de ello es que muchosde los capitales extranjeros se fueron del país porqueno estaban a favor del terrorismo. Y en el períododemocrático el neoliberalismo funciona mejor, comose pudo observar en el período presidencial de CarlosMenem.En los ex guerrilleros, en cambio, Marchakadvirtió dudas y una sensación de dolor. Sin embargo,los considera asesinos de Dios porque ellos tambiéntienen una visión mesiánica de la revolución. Dentrode sus organizaciones, tenían un sistema militar yautoritario.La socióloga también establece, como categoríasque permitieron la existencia de este estado terrorista,las condiciones necesarias y las condiciones suficientes.Las primeras serían la anarquía y la caótica situacióneconómica. Las segundas, en primer término, unafuerza militar que sea capaz de controlar un país, locual no ocurre en Canadá, donde el ejércitoprácticamente no existe, pero sí en EEUU. De todasmaneras, que exista esta fuerza no implica que hayaterrorismo. En segundo término, el proceso deacostumbramiento a la violencia que la sociedad vasufriendo desde antes de los años 30 y que se reafirmaa partir de los años 70. Por otro lado, distingue elEstado militar y el terrorismo de Estado. Este últimoes un método para amedrentar y para que la genteobedezca. Es una violencia genérica que se correspondecon el desorden. No es un genocidio, donde se intentaexterminar a un gran número de gente.Para combatir la guerrilla, los militares fueronentrenados en EEUU y, principalmente, en Francia, queera experta en la materia, luego de los conflictos conArgelia e Indochina. Es interesante la observación quehace Marchak con respecto a la guerrilla: la que segenera en esos países emergía de un pueblodeterminado, tenía una unidad. En cambio, la guerrillaen Argentina surge de muchas contradicciones que norespondían a una representación única.A la muerte de Perón, la guerrilla y el poder militarpeleaban abiertamente.Lo que se pregunta es por qué pasó a serterrorismo y no sólo violencia. Para ella, lasinstituciones lo hicieron posible.Para Marchak, este tipo de acontecimientos no esun problema latinoamericano. En todas partes delmundo hay gente capaz de hacerle mal al otro, ya seapor ideología o por poder. Los latinos no son diferentesde los europeos, los africanos o los asiáticos. Entoncesno se puede hablar de una enfermedad latino-americana, pero las instituciones han alentado esteproceso. Hoy mucha gente en la Argentina estácambiándolas. En ese sentido, es poco probable queesto vuelva a ocurrir.En el país se llega al terrorismo por una progresiónrevolucionaria, en donde la principal institución quese quiebra es la Justicia. Hoy, la Justicia logranuevamente su independencia, lo que va a dar un cortecon el pasado.Si bien, últimamente, han aparecido variaspublicaciones sobre este período -en su mayoría de au-tores argentinos, pero también de estadounidenses-,God’s Assassins..., al crear este extenso archivo de voces,muchas de las cuales no son de fácil acceso paralos investigadores argentinos, aporta una miradadistinta.Distinta porque muestra un marco conceptual yexplicativo con una posición desposeída de prejuiciosy una intención a la vez indagatoria y respetuosa deaportar luz sobre estos años tan dramáticos de nuestrahistoria.