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Voces Recobradas
43
LA ÚLTIMA DICTADURA
ENTREVISTA
V.R: Para ustedes, el 24
de marzo de 1976 tiene
una significación espe-
cial porque es la razón
de ser de su existencia.
Rosa Roisinblit:
Exactamente. No
existiríamos si no
hubiera existido el 24 de
marzo de 1976, donde se
derrocó a un gobierno
constitucional, un mal
gobierno pero finalmente
constitucional. Y asumió
una Junta Militar que se
instaló como dictadura y
se instaló también una
represión muy intensa,
muy activa hacia todas
aquellas personas que se
opusieran al golpe dicta-
torial. Aquellos jóvenes o
gente madura o ancianos
que no estaban de
acuerdo con el sistema
dictatorial que existía en
aquella época se
transformaban en, entre
comillas, el enemigo del
gobierno militar y por lo
tanto eran perseguidos,
secuestrados, eran
torturados, eran violadas
las mujeres y eran
finalmente asesinados,
eso es sabido. Pero como
dijo bien usted, no
hubiéramos existido si
no hubiera sucedido
todo eso durante la
dictadura.
Nosotras somos madres
y abuelas a la vez,
porque se llevaron a
nuestros hijos o hijas
embarazadas, a los
matrimonios que
formaban nuestros hijos,
con un niño ya nacido.
Porque se han llevado
chicos ya nacidos
también. Y finalmente
han secuestrado también
a los niños de las
mujeres que secuestraron
embarazadas y que
tuvieron sus bebés en los
campos de
concentración.
Fue ahí donde nosotras
empezamos nuestra
actividad, nuestra
búsqueda, nuestro
querer saber qué pasó
con nuestras hijas, qué
pasó con los bebés y al
principio cuando uno
buscaba, así en forma
individual, en soledad,
íbamos a los hospitales,
a las maternidades.
Pensábamos que por ahí
a lo mejor pasó alguna
de nuestras hijas, para
tener el bebé. Por
supuesto que no. Si por
alguna razón, alguna de
ellas hubiera pasado,
tampoco figuraría en
ninguno de los registros.
Después, cuando
calculábamos que la
fecha del parto estaba
vencida, empezamos a ir
a los hospicios, a los
orfanatos, a las casas
cunas. Finalmente, las
mismas personas nos
fuimos encontrando en
todos esos lugares y nos
reencontrábamos en los
juzgados de menores.
Fue ahí donde un grupo
de 12 abuelas decidió
que iba a presentarse
ante la justicia con un
documento firmado por
todas ellas. Las
llamamos las Abuelas
fundadoras, porque ellas
fueron las que se unieron
para presentarse en
conjunto.
ROSA ROISINBLIT
Vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo
V.R.: ¿Eso fue en el año
77?
R.R.:
Año 77. Por esa
razón nosotras tomamos,
como punto de
referencia, el nacimiento
de la Asociación de
Abuelas de Plaza de
Mayo, el 21 de octubre de
1977. Bueno, a partir de
ahí, por supuesto, se
empezaron a hacer cosas
en común. Nosotras, de
ser unas pobres abuelas
ignoradas, pasamos a
ser un grupo de mujeres
que, a pesar del miedo y
del terror que sentíamos,
el cariño por nuestros
hijos y por nuestros
nietos era superior,
asumíamos todas las
diligencias que había
que hacer. Primero, lo
hacíamos en forma, por
decirlo de alguna
manera, doméstica,
Voces Recobradas
43
El fin de siglo y el umbral del tercer milenio (1983-1999)
Entrevista a Rosa Roisinblit
Realizada por
Mercedes Miguez y Laura Martino
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Voces Recobradas
44
porque no sabíamos,
estábamos totalmente
desorientadas, no
sabíamos cómo
proceder. Todo lo
hacíamos así, a
pulmón.
Pero el tiempo pasa.
Los adelantos de la
técnica, de las cosas
como computadoras,
fuimos adquiriéndolos,
gente solidaria se
acercó a nosotras,
colaboró con nosotras,
y sigue colaborando,
por supuesto.
V.R.: ¿En qué año se
integró a Abuelas?
R.R.:
A mi hija se la
llevaron el 6 de octubre
del 78. Estaba
embarazada de 8
meses, cuando se la
llevaron. Bueno, yo
supe por informaciones
que tuve por algunas
mujeres liberadas de la
ESMA, que mi hija fue
llevada a la ESMA para
tener el bebé, venía de
otro campo. Y el día 15
de noviembre de 1978,
ella dio a luz en la
ESMA un niño varón al
que le pusieron el
nombre de Rodolfo.
V.R.: Usted hace muy
poco encontró a su
nieto.
R.R.:
Yo encontré a mi
nieto el día 2 de junio
del año pasado, pero no
lo dimos a publicidad
porque queríamos
preservar un poco al
chico, porque nos
acostumbramos a hacer
las cosas con mucha
cautela. Con mucha
discreción. Hacer que él
pueda ir incorporando
esa circunstancia tan
traumatizante, que es,
para un chico que du-
rante 22 años creyó que
esa gente que lo crió
eran sus padres, y
resultó que no eran, que
lo robaron, que le
borraron su identidad,
que le borraron su
historia, que borraron
su origen, todo. Y le
pusieron otro nombre,
en fin, son todas esas
cosas que han pasado
con nuestros nietos.
Que pasó también con
el mío. Y le dimos ese
tiempo. Ahora, como
casualmente el día 8 de
febrero nos enteramos
que el apropiador iba a
ser citado ante la
justicia y que lo iban a
indagar, entonces nos
pareció acá en la
institución, que era el
momento oportuno
para decir que este
señor que está
indagado y que a lo
mejor va a quedar
detenido, como quedó
detenido, es la persona
que anotó como hijo
propio a mi nieto.
Entonces yo salí para
dar publicidad a esas
cosas.
Entra la nieta de Rosa que
trabaja en Abuelas
R.R.:
Ella es mi nieta.
Cuando se llevaron a
los padres ella tenía
apenas 15 meses de
edad.
V.R.:
¿Usted la crió,
Rosa?
R.R.:
No. Fue criada por
los abuelos paternos. Se
pueden imaginar
ustedes, una criatura
que no sabe hablar. Las
cosas que habrán
pasado por su cabeza,
por su corazón. Viendo
que, sola, alejada de
sus padres a tan
temprana edad... ¿no es
cierto? Uno nunca
puede decir qué le pasó,
qué hubiera dicho ella
en ese momento, si
hubiera podido
hablar... Pero
felizmente, ella se
encarriló muy bien.
Desde muy temprana
edad, cuando supo la
verdad, empezó la
búsqueda de su
hermano colaborando
conmigo. Ella, a su
manera, lo buscó.
Cuando tenía 8 o 9
años empezó a
escribirle cartas al
hermano, poemas, esas
cosas. Que después
nosotras los editamos,
acá en Abuelas,
editamos un librito con
los trabajos que ella
hacía. Ahora, ella es
una mujer de 23 años y
Nosotras, de ser
unas pobres
abuelas
ignoradas,
pasamos a ser un
grupo de mujeres
que, a pesar del
miedo y del
terror que
sentíamos, el
cariño por
nuestros hijos y
por nuestros
nietos era
superior,
asumíamos todas
las diligencias que
había que hacer.
Eduardo Gil
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Voces Recobradas
45
LA ÚLTIMA DICTADURA
está trabajando acá con
nosotras. En aquel
momento, era su forma
de búsqueda y yo creo
que es digno de tomarse
en cuenta.
Al igual que yo, ella
quiere saber qué pasó
con su mamá. Qué pasó
con mi hija, porque está
bien: las mujeres que
me informaron cuando
nació mi nieto en la
ESMA... ¿Pero el
momento en que la
sacaron de vuelta de la
ESMA? Porque ellas me
dicen que mi hija salió
de la ESMA después de
4 o 5 días después del
parto, llevando a su
hijo en brazos, ¿dónde
fue? ¿Quién se la llevó?
Ahora si este señor,
ahora está detenido,
tiene a mi nieto, tiene
que saber qué pasó con
mi hija.
V.R.: Hay chicos que
quedaron con las per-
sonas que los criaron.
R.R.:
Si el caso es una
adopción legal, los
chicos se quedan a vivir
con los padres
adoptivos. Yo siempre
digo, nosotras no
somos arrebatadoras de
chicos, porque cuando
hay una adopción le-
gal, la gente adoptó de
buena fe. Después entre
la familia biológica y la
familia adoptante
hacen un arreglo entre
ellos y la institución se
pone a un costado. Eso
tiene que decidirlo la
familia biológica. Ellos
pueden formar una
gran familia, entre la
familia biológica y la
familia adoptante.
V.R.: Entre ambas
partes pueden
construir una
identidad que va a ser
más compleja, que
necesita de las dos
partes.
R.R.:
Así es. De ésos
tenemos 14 casos.
V.R.: ¿Usted a qué se
dedicaba, Rosa, antes?
Porque se enfrentaron
con un mundo
realmente muy duro;
tuvieron que aprender
de cero, guiadas por el
cariño y la
desesperación.
R.R.:
Sí, eso es verdad,
pero yo soy una per-
sona que siempre fui
una gran luchadora.
Eso sí es verdad. Yo
nací en el campo. Yo
viajé 7 km en
sulki
para
ir todos los días a la
escuela primaria. Así
que ya de ahí no más,
ya era una luchadora. Y
después superé muchas
dificultades y transité
por las aulas
universitarias. Yo me
recibí de obstetra, hace
muchísimos años de
eso, pero ejercí mi
profesión durante
mucho tiempo. Pero
cuando se llevaron a mi
hija yo era una jubilada
más. Me dediqué desde
entonces las 24 horas
del día a la búsqueda
de mi hija, de mi nieto,
y de todos los nietos.
Porque yo entré acá, en
la casa de Abuelas, y
además de buscar al
mío, busqué, y sigo
buscando, a los nietos
de todas las abuelas de
Plaza de Mayo.
V.R.: ¿Era su única
hija?
R.R.:
Era mi única hija.
V.R.: ¿Usted se hubiera
imaginado todo lo que
pasó después de ese 24
de marzo teniendo un
historial de golpes de
Estado como tenemos
en la Argentina?
¿Recuerda algo de ese
24 de marzo?
R.R.:
Me acuerdo del 24
de marzo, por supuesto
que me acuerdo. No, yo
no me imaginé. Yo dije,
bueno, un golpe de
Estado más. Casi uno
se sentía más tranquilo.
Hay que reconocer que
nuestros hijos tenían
más conciencia que
nosotras, tenían sus
ideales por encima de
todo. Hicieron un gran
sacrificio, ofrendaron
sus vidas para cambiar
esa situación tremenda
que había. Bueno,
finalmente se consiguió
porque, con la Guerra
de las Malvinas de por
medio, se consiguió por
lo menos que la
dictadura cayera ¿no es
cierto? Y eso es algo
muy importante. Yo era
una persona apolítica,
era pacifista. Yo
solamente disfrutaba de
que era una jubilada y
de que me gustaba
mucho la lectura, me
gustaba mucho ir a un
concierto, me gustaba
mucho ir a una
exposición de pintura.
¿Qué sé yo? Era otra
vida la mía. Yo no
puedo comparar nunca
lo que fue antes de la
desaparición de mi hija
y lo que fue después.
V.R.: Además, en el
caso de ustedes
abuelas, con un trabajo
que es gratificante
cuando consiguen al
nieto, pero también
duro al reinsertarlos en
una nueva historia fa-
miliar. No nueva,
porque es la suya. Pero
hay que reinsertarlos
en esa historia.
R.R.:
Y no es fácil. Para
nosotros es un trabajo
de mucha dedicación,
acá las abuelas
venimos, trabajamos
todos los días, hay
abuelas que vienen
desde muy temprano a
la mañana, y bueno,
trabajamos acá
muchísimo. Parece que
fuera liviano este
trabajo, pero no es nada
liviano. Y sobre todo,
en los casos por
ejemplo como el de
ustedes, que han
venido acá, que yo,
como tantas otras veces,
tengo que revivir todo
lo que he padecido,
todo lo que yo he
sufrido, todo lo que yo
Yo siempre digo,
nosotras no
somos
arrebatadoras de
chicos, porque
cuando hay una
adopción legal, la
gente adoptó de
buena fe.
Después entre la
familia biológica
y la familia
adoptante hacen
un arreglo entre
ellos y la
institución se
pone a un
costado.
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Voces Recobradas
46
he hecho. Esa lucha,
que cada día,
prácticamente cada día,
uno tiene que volver a
contarla y volver a
decirla. No es tan
simple, a uno no le
resbala eso. Para
nosotros es también
muy doloroso, estar
contándolo todos los
días. Ésta no es una
oficina común, uno no
viene, hace su trabajo
de escritorio, baja la
cortina, se va a su casa
y se terminó. No, eso va
directamente al espíritu
de uno, a la conciencia
de uno, al corazón de
uno, al dolor de uno. No
es una oficina
cualquiera. Ésta es una
oficina con mucho dolor.
Mucha historia, historia
triste.
V.R.: Historia que hay
que estar
permanentemente
contando, porque es una
parte de la misión de
ustedes.
R.R.:
Así es. Queremos
difundirla. Pero a
nosotros nos interesa
que todo lo que pasó y lo
que está pasando sea
difundido. Que el
mundo sepa. Nosotros
hemos viajado por el
mundo entero para
difundir esa situación.
Para que la gente se
entere, para esclarecer lo
que pasó acá porque a la
gente le parecía una cosa
imposible... ¡cómo chicos
secuestrados, separados
de sus madres,
entregados a otras
familias! No lo podían
creer en un principio.
Para ellos era una cosa
que no se concebía. Pero
poco a poco, la gente fue
enterándose. Por eso yo
digo, por más que sea
doloroso para nosotros,
si la gente tiene interés
en hacernos preguntas,
bueno, nosotras
aceptamos gustosas
hacerlo. Pero no nos
resulta tan fácil, no es
como una oficina común.
No es.
V.R.: ¿Qué significación
tiene para ustedes que
las propongan para el
premio Nobel?
R.R.:
Nosotras estamos
muy orgullosas de... ver
que tanta gente está
interesada en
proponernos para el
premio Nobel de la Paz.
Porque acá, dentro del
país y fuera del país, nos
están proponiendo para
el premio Nobel de la
Paz. Ahora, puede que
nos nombren, puede que
no nos den el premio
Nobel, pero el sólo hecho
de sentirnos tan
gratificadas, de ver que
tanta gente está
interesada en que nos lo
den, eso sólo, ya para mí,
es un orgullo, es una
gratificación.
Pero hay otro detalle
también, si nosotras
obtenemos el premio
Nobel de la Paz nos
vamos a poder olvidar
de tener que ir a
conseguir, bueno,
proyectos de dinero de
acá y de allá. Porque acá
para el trabajo que
nosotras realizamos,
hace falta mucho dinero.
Y tenemos que ir, yo digo
muchas veces, a
mendigar el dinero. Al
principio, los primeros
años, acá en la Argen-
tina, ni soñar, nadie nos
daba un centavo. Todo el
dinero que nosotras
conseguíamos, lo
conseguíamos en el
extranjero. Distintas
organizaciones
filantrópicas del mundo
nos ayudaron, y nos
siguen ayudando, por
ejemplo, el Consejo
Mundial de Iglesias, las
Naciones Unidas, la
Unión Europea, mucha
gente, de mucho vuelo,
de mucho poder
económico nos ayudaba
y nos ayuda. Acá,
lamentablemente, en este
país, hace dos años que
en el Congreso de la
Nación se hizo una ley,
las dos Cámaras, la de
Diputados y la de
Senadores, se
comprometieron por ley
a asignarnos una cuota
de 25.000 pesos
mensuales. Todavía
estamos cobrando el año
99, estamos en
septiembre del 99, así
que nos deben parte del
99, septiembre, nos
deben todo el 2000 y lo
que va del 2001.
¿Qué vamos a hacer?
Usted sabe lo que
tenemos que trabajar, lo
que tenemos que luchar
para que nos den una
cuota. Parece mentira
que sea una ley. Porque
es una ley, ellos se
comprometieron por
voluntad propia.
V.R.: Vemos que hay
muchas placas, muchos
patrocinadores
alemanes y austríacos.
R.R.:
Sí. Eso hace
muchos años, creo que
están las fechas ahí. Eh...
sí ellos nos ayudaron
mucho y era la época de
la dictadura, y entonces,
ellos creían que con esas
placas nos iban a
proteger para que no nos
pasara nada. Y la verdad
que sí, a veces venían
acá algunos policías que
traían a lo mejor una
cédula, alguna cosa de
ésas, y miraban eso y se
quedaban apabullados.
Es la verdad, eh, pero,
bueno, eso también es
gratificante. La gente
viene acá y ve esas
placas y dice pero cómo,
tanta gente. Porque
nosotros viajábamos por
esos países y nos daban
esas placas.
V.R.:
Desde siempre,
¿ésta fue la sede?
R.R.:
No, tuvo otra antes,
en la calle Montevideo,
entre Corrientes y
Lavalle. Esa sede nos la
compraron esa gente que
ven en las placas. Nos
hicieron una donación y
con ese dinero
compramos el
departamento que
teníamos en la calle
Montevideo. Llegó un
momento en que nos
quedó chico ese
departamento. Entonces
hicimos una campaña,
...cuando se
llevaron a mi hija
yo era una
jubilada más. Me
dediqué desde
entonces las 24
horas del día a la
búsqueda de mi
hija, de mi nieto,
y de todos los
nietos.
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Voces Recobradas
47
LA ÚLTIMA DICTADURA
reunimos fondos. Lo
vendimos y con lo poco
que agregamos, que
conseguimos, con el
dinero de la venta del
departamento,
compramos éste.
Éste es un departamento
que nosotras no
podemos vender, de
acuerdo con nuestros
estatutos. Así, que el día
que nosotras
encontremos a todos
nuestros nietos, que va a
llevar qué sé yo cuántos
años, va a tener que
quedar para otro
organismo. De acuerdo
con los estatutos, cuando
inauguramos la sede de
Montevideo vinieron
distintas personas, de
las Iglesias Evangélicas
de allá. Vinieron a la
inauguración de aquel
departamento. Usted
tenía que ver la gente
vestida de etiqueta, los
hombres de smoking, las
mujeres de largo, era
emocionante verlos a
ellos para dar un realce a
la inauguración de
nuestra sede. Me
acuerdo siempre.
Tenemos fotos también.
Lautaro Murúa vino y
leyó algunas cosas
escritas que teníamos en
un libro que se llama
Botín de Guerra
. En fin...
fue muy, una
inauguración muy linda,
muy emocionante.
V.R.:
¿En qué año? ¿Ya
había terminado la
dictadura?
R.R.:
Creo que ya había
terminado la dictadura...
ya había terminado la
dictadura cuando
compramos la casa.
Antes, habíamos
alquilado un
departamentito. Bueno,
muy chiquito. Y al
principio de todo,
cuando no teníamos
sede, nos encontrábamos
en una confitería.
Hacíamos como si
fuéramos un grupo de
maestras y festejábamos
el cumpleaños de una de
nosotras para que los
mozos ni siquiera se
enteraran de que éramos
las Abuelas de Plaza de
Mayo. Y bueno..., y ahí
conversábamos.
Después algunas
abuelas también cedían
su casa para algunas
reuniones. Pero tuvimos
que tomar los recaudos,
que el portero del
edificio no nos viera,
todo sin símbolos, para
que no se dieran cuenta
de que nos estábamos
reuniendo.
Pero bueno, en ese
sentido todo salió bien.
Acá estamos, tenemos 71
chicos encontrados y
esperamos seguir
encontrando más.
Tenemos presentados
ante la Justicia varios
casos más. Vamos a ver
qué sucede con ello. Pero
esperamos seguir
encontrando, porque
estamos apenas en
febrero y ya hemos dado
publicidad a dos casos.
V.R.: Si usted quisiera
dejarles a los jóvenes un
mensaje que tuviera
que ver con la
dictadura, con el golpe
de Estado, ¿cuál sería el
mensaje que les
dejaría?
R.R.:
Yo les dejaría el
siguiente mensaje: yo
tengo confianza en toda
la juventud argentina y
sé que el día en el que
Abuelas de Plaza de
Mayo no estemos, ellos
van a seguir trabajando
para ayudarnos a
encontrar nuestros
nietos. Hay más, tengo
confianza en la juventud
del mundo entero tiene
que participar, tiene que
colaborar para que haya
memoria y que nadie
olvide lo que pasó en la
Argentina.
Toda la sociedad
argentina se vio
damnificada por la
dictadura y por el
secuestro de los chicos.
Porque eso que les pasó
a Abuelas de Plaza de
Mayo, les pudo haber
pasado a todas las
abuelas. A todas las
madres, ¿no es cierto?
Les pudo haber pasado
lo que nos pasó. Así que
yo creo que es algo que
afectó a toda la sociedad
argentina y por suerte,
cada vez más la
sociedad argentina se da
cuenta de que las
Abuelas tenemos razón,
de que no guardamos
rencor, de que no
buscamos revanchismo
ni venganza. Que lo que
queremos es encontrar a
No es una oficina
cualquiera. Ésta
es una oficina
con mucho dolor.
Mucha historia,
historia triste.
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Voces Recobradas
48
...yo tengo
confianza en
toda la juventud
argentina y sé
que el día en el
que Abuelas de
Plaza de Mayo no
estemos, ellos van
a seguir
trabajando para
ayudarnos a
encontrar
nuestros nietos.
Hay más, tengo
confianza en la
juventud del
mundo entero,
tiene que
participar, tiene
que colaborar
para que haya
memoria y que
nadie olvide lo
que pasó en la
Argentina.
nuestros nietos, nada
más justo que los
tengamos. Ya de hecho
hemos perdido la niñez
de los nietos, que es tan
hermosa, las cosas que
una abuelita puede
hacer con su nieto, las
cosas que una abuelita
puede disfrutar con su
nieto, eso es
irrecuperable. Ya pasó,
nuestros nietos tienen
más de veinte años
todos y nunca vamos a
recuperar eso perdido.
Pero, por lo menos, de
ahora en adelante,
poder disfrutar a los
nietos.
Rosa encontró a su
nieto, pero aún no
terminó su lucha;
todavía falta recuperar
muchos nietos de otras
abuelas y todavía le
falta saber qué pasó
con su hija. A Rosa
todavía le quedan
muchas preguntas sin
responder.
R.R.:
El Estado se
llevó a mi hija. Y el
Estado me tiene que
responder. ¿Quién se
la llevó? ¿Por qué se la
llevaron? ¿Quién la
juzgó? ¿Quién la
condenó? ¿Dónde
está? ¿Qué hicieron
con mi hija?
Yo nunca voy a
declinar. Yo quiero la
verdad y la justicia
para aquéllos que
maltrataron a mi hija.
Quiero saber qué pasó.
Yo necesito verdad y
justicia para mi hija y
para los hijos de todas
las mamás que están
en la misma situación
que yo. Las Madres,
que como no son
abuelas, no tuvieron el
privilegio de recuperar
nietos, buscan
recuperar a sus hijos.
Que por lo menos haya
verdad y justicia. Saber
qué pasó con nuestros
hijos, eso es lo
importante.
Y eso nos lo debe el
Estado. El Estado tiene
que tomar una decisión
política para poder
saber esas cosas.
Eso es lo que exijo como
madre, ahora como
abuela ya tuve una
respuesta. Pero hay
muchas abuelas que no
tienen una respuesta.
Tienen que tener una
respuesta. Yo soy una
privilegiada. Pero creo
que todas las abuelas
tienen que tener
derecho a conocer y a
encontrar a su nieto.
Poder abrazar a un
nieto antes de morir,
porque somos
ancianas. Calculen
ustedes, que hace 25
años ya éramos
abuelas. Se da cuenta.
Porque hace 25 años,
cuando el golpe de
Estado, ya se llevaron a
nuestros nietos. Ya
éramos abuelas.
Entonces calcule con 25
años más de abuelitas,
los años que tenemos.
Yo tengo 81 años.
Todos tenemos derecho
a la identidad. Todo ser
humano tiene derecho
a conocer su
verdadera identidad.
Sea un bebé, sea un
adolescente, sea un
hombre maduro, sea
un anciano. Tiene
derecho a conocer su
identidad. Así que eso
es innegable y
nosotros en ese
sentido hemos abierto
camino, porque hemos
viajado por el mundo
para averiguar cómo
se puede formar el
árbol genético de una
persona en ausencia de
sus padres.
Bueno, lo conseguimos.