image/svg+xmlVoces Recobradas26En el otoño de 1982 yo tenía onceaños. Una mañana, salí con mihermano menor a comprar unregalo para mi mamá, que cumplíaaños. No volvimos a casa conningún paquete, pero ella todavíacuenta muy orgullosa que noshabíamos gastado toda la plata enel camino, poniéndola en los tachosblancos del Fondo Patriótico quehabía en cada esquina. A cambio, tedaban una cinta celeste y blancacon la silueta de las islas Malvinas,símbolo del aporte al esfuerzonacional, y mi hermano y yoteníamos el pecho lleno de ellas. Elpaís estaba en guerra, pero menosde un mes después de esecumpleaños, todo había terminado.RecuerdosnegadosMalvinas:la Historia Oraly nuestro pasado recienteVoces Recobradas26
image/svg+xmlVoces Recobradas27LA ÚLTIMA DICTADURAsta pequeña anécdota personal sirve paraejemplificar la actitud de la mayoría de los argentinosdurante la guerra, pero también porque en ella y en laperplejidad posterior a la derrota está el origen de mivuelco a la Historia Oral. Ya como estudiante, elinterés en el período de la última dictadura militar(1976-1983) y en la Guerra de Malvinas me llevó aplantearme la posibilidad de estudiarlos apelando alos testimonios vivos, y fue entoncesque supe que existía algo que sellamaba Historia Oral, ausente delos programas de, por lo menos, elinstituto en el que yo estabaestudiando. La primeraconsecuencia, entonces, fue que miformación como historiador oralcoincidió con la investigación de laguerra, o sea que fuefundamentalmente práctica.Malvinas fue una guerra quecostó a la Argentina más de 600vidas y el doble de heridos. El 2 deabril de 1982 fuerzas de desembarcoargentinas expulsaron a losocupantes británicos de las islas,objeto de una disputa más que centenaria con GranBretaña. La Junta Militar, en particular el presidentede factoLeopoldo Galtieri, estaba decidida a explotarel espontáneo apoyo popular a la recuperación.Como resultado, las tropas destacadas en las islas,concentradas alrededor de Puerto Argentino,enfrentaron durante 74 días el aislamiento delContinente producido por el bloqueo de la TaskForcebritánica, y posteriormente, los bombardeos ycombates sangrientos que culminaron con larendición de las fuerzas argentinas el 14 de junio.Igualmente graves fueron las consecuencias deposguerra, traducidas en índices muy altos desecuelas psicológicas y suicidios.Este conflicto es el únicoenfrentamiento bélicolibrado por Argentina en el siglo XX yha dejadoimportantes huellas en una sociedad que,paradójicamente, conoce muy poco acerca de sudesarrollo. Fue una guerra que se perdió, y esto hacondicionado la apropiación social del hecho, ya quees mucho más lógico que una comunidad busqueEl fin de siglo y el umbral del tercer milenio (1983-1999)Recuerdos negados. Malvinas: la Historia Oral...AutorFederico Guillermo Lorenzexplicaciones para una derrota que para una victoria.Explicaciones y responsables: fue más fácil echar lasculpas a un grupo minoritario (los veteranos) queasumir una responsabilidad colectiva, y así, la heridaalorgullo nacional fue paliada mediante laelaboración del mito de Malvinas.Mi investigación estudia las relacionesestablecidas a raíz de la Guerra de Malvinas entre losindividuos y tales versionescolectivas del pasado. Para ello,mediante entrevistas con treintaveteranos (hasta 1996) y “nocombatientes” de distintas edades,y un relevamiento de fuentesperiodísticas y bibliográficas,rastreo la evolución de la imagensocial de la guerra y su relación conlos recuerdos de los combatientes.Sin embargo, hasta llegar a esteenfoque debí modificar varias vecesmis hipótesis. Pese a haber leídopreviamente sobre la guerra, al cabode dos o tres entrevistas concluí enque no sabía prácticamente nada deésta, y menos aún si lo veía desde laóptica de los soldados. Al mismo tiempo, comencé apercibir que existía una contradicción fundamentalentre las experiencias de los veteranos y la versiónsocial de la guerra, que es la que yo mismo teníaoriginalmente. Gradualmente pasé del interés inicial“en la guerra” a hallarme cada vez con másfrecuencia comparando los recuerdos de los exEFue una guerra que seperdió, y esto hacondicionado laapropiación social delhecho, ya que es muchomás lógico que unacomunidad busqueexplicaciones para unaderrota que para unavictoria.Todo es Historia,Nº 357,Abril de 1997, p. 28.
image/svg+xmlVoces Recobradas28soldados y los de los“civiles”. Para losprimeros la guerra nosólo es una verdad “quese oculta”, sino quesienten que tampocoencajan en la imagenquela sociedadconstruyó de ellos. Enuna primera conclusión,afirmé que los veteranoscargan tanto con eltrauma producido porla experiencia bélica ensí, como con la frustración producida por lacontradicción entre la versión socialde lo que pasóen Malvinas ysus propias historias.La posguerra de Malvinasenfrentó y enfrenta dos valoracionesdistintas acerca del hecho común ycolectivo de la guerra. En la visiónsocial influyó el manejo de lainformación durante el conflicto. Laprensa estuvo sometida a unasevera censura, lo que originó laparadoja de una euforia belicistacoexistente con una carencia total denoticias que le sirvieran de base.Luego de la rendición, losargentinos pasaron de la euforiapatriótica a la desilusión, sumada alasensación de haber sido estafados: “Hubo unagran cantidad de lectores crédulos que confiaron enla información militar ycreían que íbamos ganandola guerra. Y cuando esos lectores se vieronenfrentados a laevidencia de la derrota, fue intoler-able”1, sobre todo porque la guerra, según los medios,se ganaba “hasta cuatro horas antes de saberse laderrota definitiva”2. ¿Qué había pasado? ¿Cómoexplicar el fracaso a una sociedad sin experiencia enguerras modernas? La construcción de una respuestaaceptable fue la que generó el conflicto latente en lasentrevistas. Los veteranos, la mayoría de ellosconscriptos de 19 años al momento de la batalla,fueron el chivo expiatorio. Bautizados por lasociedad como los chicos de la guerra3en razón desu corta edad, devinieron para la comunidad envíctimasy actores pasivosdel conflicto. Comoagravante, la Guerra de Malvinas fue absorbidadentro del proceso del retorno a la democracia,aumentando la valoración negativa: la guerra justahabía sido planeada y conducida por militaresantidemocráticos y culpables de violaciones a losderechos humanos, sin que nadie reparara en ladistancia entre éstos y un simple soldado raso. Estetestimonio de uno de mis alumnossintetiza la visión generalizada quese tiene de los veteranos:Yo opino que a la guerra teníanque haber mandado gente... preparadapara una guerra y personas concapacidad, y no a esos pibes inocentesque no sabían nada de nada sobre unaguerra... Se les tendría que agradecermucho porque sin comerla ni beberlafueron y lucharon por la Patria yalgunos perdieron su vida en esaguerra que no sirvió para nada sinopara que soldaditos argentinosperdieran su vida y otros quedaran traumados para toda lavida... Esa guerra no sirvió más que para cagarle la vida aesos pobres pibes4.Ahora bien, ¿esta visión que la sociedad elaborópara tratar con los veteranos de una guerra coincidecon las memorias que éstos construyeron paracomprender lo que habían pasado? En gran medidano fue así, y en consecuencia, las preguntasfundamentales que intenté responder eran: ¿cómo seven a sí mismos? Y más aún, ¿cómo quieren servistos? ¿Qué relaciones construyeron con suscompatriotas a partir de esta situación?El pasado “oficial”, que institucionalmentepermite a una sociedad reconocerse como partícipe yheredera de un proceso histórico determinado senutre de la memoria colectiva, “el dominio de laapropiación social del pasado, de la retrospeccióncolectiva, de la gestión, del control del pasado”5. Paraello apela a elementos presentes en el backgroundcul-tural de la comunidad, ya que, si bien puede serconstruido en mayor o menor medida, debenecesariamente encontrar un referente previo dentrodel grupo social al cual se dirige, a fin de hallar tantosu validación como una base para su posteriorimposición. En consecuencia, desde la dirigenciaBautizados por lasociedad como los chicosde la guerraen razón desu corta edad, devinieronpara la comunidad envíctimasy actores pasivosdel conflicto.Todo es Historia,Nº 357, Abril de 1997, p. 33.Todo es Historia,Nº 276,Junio de 1990, p. 32.
image/svg+xmlVoces Recobradas29LA ÚLTIMA DICTADURApolítica, o desde una clase social dominante, elconsenso puede ser buscado mediante lamovilización de determinados elementos delimaginario social.Ahora bien, aunque el mito apela a estructuras yvaloraciones relativamente estables, tiene un carácteresencialmente dinámico. Es construido y cuestionadoconstantemente desde la individualidad de cada unode nosotros. De acuerdo con esto, todo mito social esa la vez incluyente yexcluyente, debido a losdescartes y recortes que impone toda generalización.La implantación de un imaginario que busca sercomún genera que cada individuo intente versereflejado en la imagen social que debe ser compartida.Para lograr un amplio consenso, las aristasminoritarias o conflictivas deben ser anuladas oatenuadas. Esto plantea la necesidad de estudiar lasrelaciones entre lo individual ylocolectivo, precisamente en su puntode contacto; de investigar “cómocada historia individual encaja enuna cultura común: un desafío a lasrígidas categorizaciones de loprivado y lo público, tanto como lasde memoria y realidad”6.¿Qué sucede cuando elimaginario colectivo relega odistorsiona un suceso del pasadode forma tal que no incluye ocontradicela experiencia personalde los actores de dicho suceso? Enel caso de la Guerra de Malvinas, elrecuerdo de los veteranos chocó con la imagen de susconciudadanos, y surgió un trauma producido poresta contradicción entre sus historias de vida y laversión pública de éstas.Para llegar a esta conclusión, me fue de granayuda el trabajo de Alistair Thomson sobre losveteranos australianos de la Gran Guerra7, en el cualeste historiador aplica la noción de composure,propuesta por el Popular Memory Group de Birming-ham8, y que básicamente consiste en sostener queexiste un proceso de elaboración, síntesis yretroalimentación entre el pasado público y el decada una de las personas que buscan darle sentido alpropio. El énfasis del análisis está puesto en elestudio de las causas que llevan a los individuos aconstruir su pasado de una determinada forma, queno siempre, como dijimos, encaja en el marcopropuesto por la historia pública, es decir, la que sepretende que se transforme en común y compartida.Asume, por lo tanto, que existe una pluralidad devisiones del pasado, y que, en consecuencia, esposible una confrontación en dos planos: por unlado, el terreno del pasado público (field of public rep-resentations of history), donde una visión dominantepuede ser enfrentada por otra que busca su revisión odesplazamiento. Pero, lo que para mi trabajo resultómás importante, el pasado público también escuestionado o contradicho desde elpasado de un individuo, que haelaborado una explicación históricapara darle sentido a sus propiosrecuerdos, es decir a su vida. Deacuerdo con esta visión, el interésdel historiador oral debeconcentrarse en las contradiccionesy las formas que toman losrecuerdos de los entrevistados a lolargo del proceso durante el cualson construidos. Podríamos agregarque de lo que se trata es de rastrearlas raíces históricas de lasubjetividad individual, y que sibien esto nos obliga a descartar la visión del testimo-nio oral como fuente en sí, ofrece a cambio laposibilidad de aplicar todos nuestros recursos alseñalamiento de los conflictos sociales visibles en lascontradicciones del mismo y sus diferentes versionesdescubiertas en las entrevistas.Con esta base propuse, como resultado delanálisis de las entrevistas, tres modelos que... ¿esta visión que lasociedad elaboró paratratar con los veteranosde una guerra coincidecon las memorias queéstos construyeron paracomprender lo quehabían pasado?Todo es Historia,Nº 357, Abril de 1997, p. 38.Todo es Historia,Nº 276, Junio de 1990, p. 35.
image/svg+xmlVoces Recobradas30explicaban distintas vías seguidas por los veteranospara reincorporarse a la sociedad y acomodar susrecuerdos a los públicos9. Dependían de dos factores:por un lado, la intensidad y el tipo de lasexperiencias de guerra vividas en Malvinas; por elotro, las distintas formas en la que fueron recibidos,que para ellos implicaban tanto la actitud de la gentecomo las posibilidades de inserción laboral rápida, esdecir, la aceptación por parte de la sociedad de laexistencia de la guerra de la que habían vuelto comoveteranos.De esta primera aproximación surgieron algunasreflexiones teóricas y metodológicas que creo resultande interés, sobre todo para investigadores de paísescon una historia reciente parecida a la de la Argen-tina. Concretamente, me refiero a la realidad desociedades que experimentaron períodos de fuerteautoritarismo y que viven aún hoy situaciones deaguda exclusión y de sistemática negación dedeterminados aspectos del pasado.Los veteranos entrevistadostienen una edad promedio de 33años y esto debió ser tenido encuenta. En muchos casos susexperiencias frustrantes aún no handecantado, sino que la difíciladaptación está en proceso. Comoconsecuencia, para algunosveteranos la evocación de susexperiencias continúa siendotraumática: Mucho no me gusta hablar(...) Hay muchos veteranos que se volvieron mal de lacabeza. Todos te preguntan, te preguntan, te preguntan, yvos seguís recordando de Malvinas... Yo no hablo mucho,porque no me gusta recordar10.Al mismo tiempo, existe entre algunos bastanterecelo a ser entrevistados. En muchos casos,testimonios particularmente duros fueron volcadossólo a condición de que el grabador estuvieraapagado, por lo general episodios que tenían que vercon casos de cobardía, inseguridad, pero sobre todocon la muerte. El testimonio de guerra relatacuestiones tan terribles que el entrevistado prefiereobviar referirse directamente a ellas, tanto por lonegativo del recuerdo como por la imposibilidad dedescribirlo:A veces la forma en que te cuento... no es tan durocomo vivirlo... Terrible (...) Vos podés aguantar el hambre,podés aguantar la sed, podés aguantar lo que sea (...) perolo que no podés aguantar es ver a tus compañeros…tirados... alguno malherido (...) otro enpedazos (...) Es terrible (...) A mí metocó... éramos íntimos amigos, éramosmuy amigos.11Si en veteranos de la GranGuerra es doloroso traer a superficieeste tipo de memorias, pensemos loque puede significar hacerlo parapersonas que tienen un tercio de suedad. Por lo tanto, lo dificultoso demuchos de los recuerdos para elnarrador me llevó a realizarentrevistas abiertas, sincuestionario, para luego revisar enuna segunda oportunidad lostestimonios, transcriptos ograbados. De esta manera, ademásde facilitar el diálogo, la evocación del entrevistadofue la jerarquizadora del testimonio, y no así algúnpresupuesto propio.En todos los casos debí recalcar que yo erahistoriador y no periodista, y creo que esto se debe aque los veteranos piensan que la visión peyorativaque la gente tiene de ellos es culpa de la prensa. Porejemplo, al pedir el apoyo de la Federación deVeteranos de Guerra se me dijo que primero leerían loque yo escribía, porque estaban cansados de que lospintaran en forma desfavorable.12Esta actitud discutible no deja de reflejar unasituación real. Se debe tener presente que, en general,la sociedad argentina, por las razones queesbozamos, no tiene la imagen de que en Malvinashaya habido una batalla. En muchos casos, comoconsecuencia, los veteranos sienten que deberían dardemasiadas explicaciones para ser comprendidos, yse aíslan: A mí me da bronca pero sé que agarrarme apiñas con ellos... es al pedo (...) y entonces agarro y me voyEn el caso de la Guerrade Malvinas, el recuerdode los veteranos chocócon la imagen de susconciudadanos, y surgióun trauma producido poresta contradicción entresus historias de vida y laversión pública de éstas.Todo es Historia,Nº 276, Junio de 1990, p. 40.
image/svg+xmlVoces Recobradas31LA ÚLTIMA DICTADURAa mi casa, tranquilo... Que sigan ellos con las boludeces deellos13. Y piensan, algunos, que la gente no tiene la culpasi le fue lavado el cerebro14.En resumen, para lograr un diálogo con unaceptable grado de confianza fue necesario superarestas barreras iniciales, con la excepción de dos casosen que se trataba de compañeros de trabajo, que meconocían previamente. Sin embargo, una vezestablecido éste, la apertura del entrevistado es grande.Existe una necesidad de contar, sumada a laconciencia de haber sido protagonista de un eventoimportante en la historia: Yo me siento bien contando,porque es algo histórico que vos lo viviste, y es bueno quesepan (...) Yo quiero que la gente sepa lo que pasó allá15. Espor esto que muchas agrupaciones de veteranosorganizan charlas en escuelas o centros barriales. Sin embargo, también tienen la sensación de laincomprensión constante por parte de la sociedad. Node falta de solidaridad, que esreconocida, pero sí de suincapacidad para comprender loque fue “ir a Malvinas”:Yo tuve discusiones con gente queme decía: “Y, sí, vos estuviste, pero vosmucho no habrás hecho porque seperdieron las islas”. Y yo lesdecía:“Mirá, yo no sé, poco, mucho, yo estuve.¿Vos qué hiciste? Prendiste latelevisión. Yo hice todo lo que a mialcance estaba”. Al no haber ganado, teagreden16.Tales cuestionamientosagravan una confusa y dolorosamezcla de dudas acerca de la propiaconducta. Hay veteranos que el 2 deabril llevan su medalla pero del ladode adentro de la campera17. Algunos,no contabanporque pensaba que iban aagarrar todo para la joda18. Otros llegan al pensamientode que tal vez “sea injusto” no haber muerto en el lugarde los amigos: Por qué no habré quedado yo allá, que notenía a nadie, yno compañeros que tenían familia19.Los reproches autoinfligidos se agravaron tras elregreso, tanto por la sensación de haber realizado unesfuerzo inútil —debido al recibimiento— como por lasdificultades que muchos veteranos aún experimentanpara encontrar un lugar. ¿Por qué no me quedé en lasMalvinas?... ¡Para qué corno volví si me tratan así ?20. Losveteranos distinguen claramente el proceso hecho porla sociedad argentina para descargarresponsabilidades, y reclaman sinceridad: Galtieri salióen Plaza de Mayo... y la gente dijo que sí, recuperación, yestaba lleno... La gente, el pueblo y los soldados somos todosresponsables de lo que hicimos21. Esto no es otra cosa queun reclamo para que el mito social cambie y los incluya.De la experiencia de esta serie de entrevistasresulta en primer lugar la obligación nunca demasiadoremarcada del mejor manejo posible del contexto porparte del historiador oral, lo que significa una grancantidad de horas invertidas en investigación previa yel cruzamiento permanente de datos y referencias amedida que éstos surgen de las entrevistas, porque estacontextualización del testimonio es precisamente loque permite hallar y explicar las contradicciones entreel pasado público y privado. En este camino no debedesdeñarse ninguna fuente de información, lo queobliga, siguiendo a Ronald Grele, a reconocer que“necesitamos un concepto mayor y más general de lacognición histórica”22, al cual la Historia Oral hace unaporte que actualmente no se cuestiona.En el caso de la Guerra de Malvinas, lo limitado ylocalizado del conflicto me permitió un seguimientobastante preciso, en términos de fechas, lugares, hechosy personas, de las distintas historias de vida. Es posiblehallar testimonios de compañeros delentrevistado, y no es raro dar conrelatos escritos (es decir “públicos”)de un incidente, minúsculo dentro delcontexto de la guerra, protagonizadopor el narrador, con lo que lasomisiones o distorsiones pueden serseguidas minuciosamente.Como segunda observación,resulta claro que si ponemos énfasisen el contexto, el rol activo delhistoriador es preponderante. Enprimer lugar, son las motivacionespersonales las que nos llevan apreguntar: para mí, se trató detraducir las mías en hipótesis detrabajo. Éstas fueron puestas a pruebapor cuestionamientos a la temáticaescogida. En una sociedadhipersensibilizada por el tema militar,fui mirado de reojo. Desde el punto de vista dealgunos compañeros de estudio y profesores, unarevisión sobre Malvinas, querer oír la voz de loscombatientes, se trataba de una reivindicación delmilitarismo. Reacciones de este tipo fueron visibles enlas preguntas del público ante el que presenté porprimera vez el tema en el II Encuentro Nacional deTanto para losentrevistados como paramí debía quedar claroque la fuente no hablaríapor sí sola; pero tambiénque yo no hablaría enrepresentación de ella,sino a través de susrecuerdos para asíprobar una hipótesisdeterminada de trabajo.Todo es Historia,Nº 276, Junio de 1990, p. 41.
image/svg+xmlVoces Recobradas32Historia Oral en Buenos Aires (1995)23. Para losmilitares de carrera que intenté entrevistar, cualquierduda podía implicar una crítica a la Fuerza. Sin em-bargo, los únicos reparos que me preocupé por vencerfueron los de los mismos veteranos. Muchos estánhartos del “uso periodístico” que uno pueda hacer delas entrevistas, otros no estiman a “gente que viene unao dos veces a preguntar y después nunca másaparece”. Asimismo, hay un resentimiento algoexagerado hacia la sociedad, debido ageneralizaciones fruto del desconocimiento, sobre todoaquellas que los califican de “locos” o “raros”, y que enmuchos casos les impidieron obtener trabajo: Lo que amí me jode son los documentos, porque yo... figuro como queestuve en el Atlántico Sur24.Estas dificultades sólo pudieron ser vencidasenfatizando sin lugar a equívocos el rolque yo pensabacumplir como historiador y el usoque iba a hacer delos testimonios. No se trataría de una recopilación dememorias (línea que suelen seguir lamayoría de los libros sobre Malvinas),sino del análisis de parte de nuestrahistoria en base a fuentes orales yescritas. Tanto para los entrevistadoscomo para mí debía quedar claro que lafuente no hablaría por sí sola; perotambién que yo no hablaría enrepresentación de ella, sino a través desus recuerdos para así probar unahipótesis determinada de trabajo.Establecidas estas premisas, el repasoconjunto de las grabaciones de las entrevistas dio a lostestigos tanto la posibilidad de verificar mi “lealtad”como de revisar su propio testimonio. Por eso, creo quees muy útil realizar este paso en la mayor cantidad decasos posibles, ya que no sirve sólo para lasrepreguntas, sino también para mejorar el nexo entre elhistoriador y el narrador. Mi experiencia personal esque los testigos reconocen y hasta agradecen nuestrotrabajo: Lo que nosotros quisimos hacer, al año, vos lo estáshaciendo ahora, trece años después25.Las entrevistas a veteranos de guerra demuestranque el historiador oral no debe jamás anteponer suinterés profesional al bienestar emocional de losentrevistados. Esta cuestión ética es de importanciavital para testigos de sucesos especialmente duros. Loque para nosotros es una curiosidad histórica, puedeagravar un trauma profundo. Si la confianza delnarrador es destruida, el daño personal es grave.Determinados testimonios deben contarineludiblemente con autorización no sólo para sureproducción sino también para su interpretación. Porejemplo, “Diego” relató en una de las entrevistas lamuerte del subteniente que comandaba su sección,ubicándola en el combate de Monte Two Sisters (11 al12 de junio de 1982). Como ya dije, lo limitado de laGuerra de Malvinas lleva a relatos muy minuciosos delas batallas. Así, una descripción del combate de MonteTumbledown26, producido dos días después,mencionaba la muerte de Silva, el subteniente de quien“Diego” era Jefe de Grupo, al frente de algunossoldados con los que había eludido el cerco británico.Se destacaba el valor del muerto, por haberse replegadoen orden del Two Sisters a pesar de que el grueso desus hombres se había desbandado. En el siguienteencuentro, planteé la cuestión a “Diego”, que semantuvo en su testimonio pero agregó que alsubteniente “lo habían matado por la espalda”.Posteriormente, las memorias del jefe de las fuerzasargentinas en el Tumbledown27me dieron más detallesque confirmaron mi suposición: Silva había sidomuerto por la espalda en ese monte, y no donde decía“Diego”. Mi testigo se había enterado despuésdelsuceso, cuando ya como prisionero se reunió con lossobrevivientes de su regimiento en Puerto Argentino. Élestaba entre los que habían huido,cuando su función más importante era“cubrirle la espalda” al subteniente. Du-rante ese repliegue, “Diego” tuvo unaexperiencia terrible: en sus brazos habíamuerto su compañero de promoción en laEscuela de Suboficiales, deshecho por unobús. Esa impotencia se sumó después ala de no haber cumplido con el deber decubrir a su jefe:Lo único que recuerdo, que lo perdí (...)El cuerpo de él lo perdí entre mis manos. Enmi mente quería salvarlo... Quería sacarlo deese lugar... Ahí me echo yo esa culpa. No (...)no tener... lafuerza,¡no sé qué fuerza! (...) De ser médico, o algo por elestilo... hacer una camilla y arrastrarla. No pude hacer eso.¡Nada! ¡Eso yo me echo la culpa!28Tal vez la única forma que “Diego” tuvo desoportar ambas muertes y su “falta” fue la desincretizarlas en un mismo momento de su relato, yaque al narrarlas separadamente, también mezcla lascircunstancias en que se produjeron ambas. Entonces,“¿en qué aporta seguir avanzando, y en cambio, cuántodaño puedo hacerle con ello?” debe ser una ideapermanente en nuestras cabezas cuando trabajamoscon temas dolorosos como la muerte, o la violenciafísica.Es interesante señalar que es posible observarcambios individuales como consecuencia de nuestrotrabajo. “Diego”, tras la segunda entrevista, decidióretomar estudios nocturnos. Al contar “hay algo queparece que se desprende y quedaría como aliviado dealgo”, y por primera vez sus compañeros de estudio “loasumieron y me respetaron por lo que era”. Aunque nopodemos resolver los traumas, sí estudiamos ymostramoslas causas que los originan, teniendo enclaro que “no ayudará a nadie confundir el escucharTodo es Historia,Nº 276, Junio de 1990, p. 26.
image/svg+xmlVoces Recobradas33LA ÚLTIMA DICTADURAcomo historiador con el escuchar como unterapeuta”29. En cuanto a la comunidad, surgenreacciones alentadoras que demuestran lo positivo deeste tipo de historia. Como profesor secundario, losfragmentos que escuchamos en clase con los alumnos,o los que ellos mismos recogen a mi pedido, les resultansorprendentes y disparan su interés en muchasdirecciones. Pero tan asombrados como ellos, es buenodecirlo, estuvieron muchos conocidos que fueronleyendo mi trabajo a medida que lo hacía, personas quevivieron durantela Guerra de Malvinas. La reaccióngeneral podría titularse como “Ah, ¿pero es queestuvimos en guerra?”.Malvinas fue sólo un capítulo de un pasadoreciente muy doloroso, que tímidamente los argentinosnos estamos atreviendo a visitar, y que incluyecrímenes de Estado, proscripciones y persecuciones. Eneste sentido, los recuerdos de la guerra del AtlánticoSur se asemejan cualitativamente a los de ex detenidospolíticos, familiares de desaparecidos, militantesvíctimas de la violencia represiva, que tambiénenfrentan un mito social que explica lo que les sucedió,pero que no siempre los incluye. Creo que lasprecauciones metodológicas y teóricas que seguí frentea un tipo tan especial de testimonios pueden ser útilespara visitar también esos pasados. Mi investigación, enla que espero seguir avanzando, demuestra lasconsecuencias terribles que para las personas puedetener un manejo ligero o antojadizo del pasado, del que lamejor muestra es el uso político que a veces se hace de él.Si bien entendemos al pasado como una complejaarticulación de memorias individuales y colectivas,resulta claro que a veces ésta no es posible, con lasconsecuencias físicas y mentales visibles, en este caso, enlos veteranos de guerra. De la evidencia, surge cuánnegativo es para los individuos el pasado colectivo, siéste es sólo una coexistencia de experiencias individualesenhebradas por una visión histórica común. Desde elpunto de vista particular, la articulación entre lo privadoy lo público es posible cuando este último terreno incluye,o deja el espacio como para que así suceda, experienciasque no por ser minoritarias dejan de ser decisivas parasus protagonistas. El caso contrario es el de la másfrustrante marginación: la negación de sucesos históricosque dieron sentido a nuestras vidas; la carencia del ejesocial para construir nuestra memoria individual. Lasentrevistas con veteranos de la Guerra de Malvinasmuestran cómo esto fue tomado, en muchos casos, comola negación de la propia existencia.1. Lucrecia Escudero, en Clarín, 5/03/95, p. 24. Algunos delos libros aparecidos en forma inmediatamente posterior a laguerra, reflejan el estupor de la sociedad argentina.Los nombresde la derrota, op. cit.; Cardoso, Kirschbaum, Van der Kooy,Malvinas: la trama secreta, Buenos Aires, Sudamericana, 1983;Rubén O. Moro, La guerra inaudita, Buenos Aires, Pleamar,1985; Sergio Cerón, ¿Gesta heroica o derrota vergonzosa?, BuenosAires, Sudamericana, 1984.2. Néstor Montenegro y Eduardo Aliverti, Los nombres de laderrota, Buenos Aires, Nemont, 1982, p. 65.3. Popularizado sobre todo gracias al libro homónimo delperiodista Daniel Kon, aparecido en agosto de 1982 y basepara la primera película argentina sobre la guerra.4. Gabriel Gómez (15 años). Encuesta entre alumnos. Elsubrayado es nuestro.5. Regine Robin, Literatura y biografía, en Historia y fuente oral,No. 1,“¿Historia oral?”, Barcelona, 1989, p. 69.6. Raphael Samuel and Paul Thompson (editors), The MythsWe Live By, London, Routledge, 1990, p. 2.7. Alistair Thomson, Anzac Memories, Living with the Legend,Melbourne, OUP, 1996, p. 11.8. Para el planteo teórico del grupo, ver Popular MemoryGroup, “Popular memory: theory, politics, method”. En RobertPerks and Alistair Thomson (editors) The Oral History Reader.London, Routledge, 1998. pp. 75-86.9. Federico Lorenz, The Unending War. Social Myth, individualmemory and Malvinas. En prensa.10. Domingo Morel (DM), Clase 1963, Regimiento deInfantería Nº 7. Entrevista.11. José Omar Ojeda (JOO), Clase 1963, Compañía ComandoServicios, III Brigada. Entrevista.12. Ver, por ejemplo, No somos los chicos de la guerra, reportajeal presidente de la Federación de Veteranos de Guerra.“Democracia”, 30/01/1994, p. 11.13. DM.14. Alejandro Ramón Cano (ARC), Clase 1963, Grupo deArtillería Aerotransportada Nº 4. Entrevista.15. Ramón Ayala (RA), Batallón de Infantería de Marina Nº 5,Entrevista.16. Omar Olsiewich (OO), Clase 1963, Regimiento deInfantería Mecanizada Nº 3. Entrevista.17. “Diego”. Seudónimo a expreso pedido.18. RA.19. DM.20. “Diego”21. “Diego”22. Ronald J. Grele, “Movimiento sin meta: problemasmetodológicos y teóricos en la Historia Oral”. En DoraSchwarzstein (comp.) La historia oral. Buenos Aires, CEAL,1991, p. 133.23. Federico Lorenz, Yo quiero que la gente sepa. Unaaproximación hitórica oral a la guerra de Malvinas. Ponenciainédita.24. DM.25. OO.26. General de Brigada (R) O. L. Joffre y Cnel. (R) F. F. Aguiar,Malvinas. La defensa de Puerto Argentino. Buenos Aires,Sudamericana, 1987, p. 212 y ss.27. Carlos H. Robacio, Desde el frente. Batallón de Infantería deMarina Nº 5. Buenos Aires, Solaris, 1996, p. 296 y ss.28. “Diego”29. Raphael Samuel and Paul Thompson (editors),op. cit., p. 6.NOTASTodo es Historia,Nº 357, Abril de 1997, p. 41.