Voces Recobradas4
n este artículo de la revista quisimos reflejar
el trabajo que realizamos en los diferentes barrios
de la ciudad, revisando el siglo XX con la gente.
Este trabajo comenzó a diseñarse en 1998,
cuando convocamos a un grupo de historiadores
con los que el equipo del Instituto Histórico tra-
bajó el siglo XX y consensuó sus hechos signifi-
cativos y su cronología. Fue así que el siglo XX
comenzó para nosotros en 1880, cuando el país
necesitó gente para consolidar su Estado y crear
una Nación.
La década de 1990 se caracteriza por la au-
sencia de la pasión y debate de ideas. Aturdida
por el espejismo de la estabilidad económica, la
sociedad asistió en silencio al desmoronamiento
de sus prácticas políticas, de las que sólo han
perdurado sus envolturas.
Y otra vez, en este fin de siglo asistimos a
una nueva inmigración, que si bien viene empu-
jada buscando lo que no tiene en su Nación de
origen, no sueña con "hacer la América", sólo
quiere sobrevivir. Este país hoy le ofrece eso,
EL SIGLO DE LA GENTE
VOCES
E
RECOBRADAS
SUS
INTRODUCCIÓN
sobrevivir, y no le exige que renuncie a su iden-
tidad, porque aun cuando todavía nadie lo diga
con todas las letras la Nación no existe. Existen
sí, las pequeñas identidades locales. Las fronte-
ras se borran, los mercados son comunes y las
monedas también. Y aprendimos a convivir y a
pensar que es posible en este contexto un futuro
con más dignidad.
Los testimonios que nutren los trabajos
ponen el acento en lo cotidiano aunque podamos
percibir en algunos momentos una fuerte impreg-
nación política de los acontecimientos diarios.
Aun cuando el siglo XXI no comienza en el
2000, lo elegimos así para marcar un hecho sig-
nificativo y una vocación de cambio "moral" que
reflejó la sociedad argentina en las últimas elec-
ciones. Es el fin de la frivolidad y aquí pusimos
nosotros el punto. Porque como dice Fontana: "el
pasado explica el presente pero no lo legitima".
Lic. Liliana Barela
Voces Recobradas4
Voces Recobradas 5
El siglo de la gente: sus voces recobradas
Autores
Dora Bordegaray, Carlos Ferrera,
Laura Martino, José Sánchez,
Susana Vega, Marcela Vilela.
EMPIEZA EL SIGLO
Y SE VIENE EL CRACK
(1880-1930)
Para contarlo elegimos testimonios que ilustran
distintos aspectos de la vida del siglo a través de los
recuerdos propios o conocidos.
El siglo XX nace como un siglo de búsqueda. Esa
búsqueda intencional dará como consecuencia distin-
tas soluciones. Nuevas fuentes de energía, distintos
modelos políticos, la investigación aplicada a la tec-
nología, el progreso de la ciencia, la creciente partici-
pación popular en los procesos políticos, nuevas for-
mas y medios de expresión artística, la lucha de la
mujer por la igualdad, nuevos espacios donde vivir y
la adaptación consecuente.
En algunos casos las referencias de los participan-
tes aluden directamente a la vida política, institucional
o económica del país. En estos casos tratamos de esta-
blecer como eje la presencia o ausencia del rol del Es-
tado. En otros, la memoria se remite a la vida privada
y cotidiana. Estos recuerdos en algunas oportunida-
des se encuentran entrelazados y en otros más dife-
renciados. Este primer período tiene algunas particu-
laridades: los recuerdos de protagonistas sobre fines
del siglo pasado son escasos, casi todos se refieren a
historias escuchadas, y generalmente son los más vie-
jos, los que pueden contarnos cosas de principios de
Coordinadores de Talleres:
Dora Bordegaray
(Floresta: Club Ima Sumac, Flores:
Centro Cultural Roberto Arlt, Villa Lugano: Centros
Culturales Barrio Copello y Juan Carlos Castagnino);
Carlos Ferrera
(San Telmo: C. C. Fortunato Lacámera);
Luis García Conde
(Saavedra: C. C. Lino Spilimbergo);
Francis La Greca
(Floresta: C. C. B. F. Moreno)
;
Laura Martino
(Barracas: C. C. La Usina)
;
José Sánchez
(Villa Soldati: C. C. Antonio Talerica);
Susana Vega
(Caballito: C. C. Sebastián Piana);
Viviana Véntola
(La Paternal: C. C. La Paternal)
Marcela Vilela
(Villa Crespo: C. C. Villa Crespo).
Voces Recobradas6
siglo. Es un viaje guiado y fundamentado por los rela-
tos de los participantes en los talleres.
El proyecto de 1880 sienta las bases de una Ar-
gentina nueva. Roca es la encarnación de ese modelo
de Nación orientada claramente hacia un progreso cre-
ciente e infinito en lo material e ideológico, basado en
las premisas positivistas y evolucionistas. Ahora bien
ese proyecto por sus propios principios filosóficos es
optimista pero a la vez es excluyente. El papel rector
del proceso que llevaría al progreso es protagonizado
por un grupo encarnado en la clase dirigente. Sueña
una Nación pero, ¿para cuántos?, ¿para quiénes?, ¿a
qué costo?
El proyecto se muestra claramente exitoso en lo
económico: logra la inserción de la Argentina entre los
principales países exportadores de alimentos y mate-
rias primas. Pero al mismo tiempo genera y amplía
grandes contradicciones. Un claro ejemplo de éstas será
la actitud ambivalente hacia los inmigrantes, invita-
dos a través del Preámbulo o la Ley de Inmigración, y
deportados a través de la Ley de Residencia. La repre-
sión aparece como el modo de superar las contradic-
ciones. A partir de 1880 la ciudad de Buenos Aires cam-
bia, encubre sus resabios de colonia española, para
pretender ser una ciudad más europea. El Estado que
busca obsesivamente ser moderno se ve reflejado en
una veloz urbanización. El proyecto del 80 muestra
solidez a través de majestuosas obras públicas pensa-
das para cubrir las necesidades de una ciudad que cre-
ce, pero que a la vez son símbolos externos del poder
que detenta.
Uno de los símbolos de ese cambio urbanístico es
la demolición de la Recova. Se termina con un claro
recuerdo de la condición de ciudad colonial. Paralela-
mente, se construyen edificios públicos y mansiones
que en poco tiempo hacen de Buenos Aires una ciu-
dad cosmopolita.
Ese Estado ejerce su poder sobre una sociedad que
cambia y que crece.
La sociedad de nuestro país a principios de siglo
se ve profunda y estructuralmente conmovida por la
inmigración. El aporte no sólo demográfico marca de
una manera definitiva la vida cotidiana de nuestro país.
La vida privada se modifica. Mucha gente, mi-
llones de personas llegan, muchos idiomas, muchas
costumbres diferentes dan como resultado un mosai-
co abigarrado de diversidades culturales. Ese mo-
saico define al país en ese momento, por sí mismo.
Si se fundieron en un crisol de razas, o se yuxtapusie-
ron como identidades, será tema de debate académico
posterior.
Esas gentes, los que estaban y los que vinieron
dibujaron un perfil cultural dinámico. Buscamos en la
memoria de los participantes de nuestros talleres, tes-
timonios que nos permitan conocer e incorporar imá-
genes de ese pasado.
La realidad de principios de siglo da la sensación
de una Buenos Aires - Torre de Babel, que crece cons-
tantemente.
Los Inmigrantes
"Me da la impresión que nuestros antepasados,
nuestros abuelos, tenían alguna expectativa de cam-
bio y cosas que nosotros no tenemos. Tenían una ex-
pectativa de cambio porque tenían una serie de posi-
bilidades... ejemplo, el hecho de cambiar la jornada
laboral, de poder conseguir toda una serie de cambios
sociales... inclusive más, me da la impresión de que anti-
guamente frente a ciertos cambios había líderes que podían
llegar a dirigir esos cambios, en cambio ahora no."
Los testimonios recogidos desde el hoy están carga-
dos de nostalgia, pero no sólo por el afecto hacia los antepa-
sados, sino también por un mundo de progreso que pare-
cía posible y hoy parece perdido. Aquellos abuelos son vis-
tos como héroes de esa época legendaria de principios de
siglo.
"Mis bisabuelos vinieron a la Argentina en
1896. Se embarcaron en el puerto de La Coruña. Eran
mis dos bisabuelos y a sus hijos no los recuerdo
bien, recuerdo a Jesús, Ovidio, Juan, mi abuelo, Ali-
cia, doña Arabia. La otra hija quedó en España, era
monja, se llamaba Alianza.
Llegaron a Buenos Aires y según lo que mi abue-
la decía empezaron a trabajar en una curtiembre.
Me olvidaba que se vinieron porque los varones te-
nían que hacer el servicio militar en África. Mi bis-
abuelo era doctor, pero no pudo ejercer en Argentina.
Voces Recobradas 7
Como no les gustó Buenos Aires se fueron a
Casilda (Santa Fe) y después, algunos a Córdoba y
otro a Chilecito (La Rioja).
Por parte de mi madre no conocí a mi abuelo, pero
también llegaron de España, eran descendientes de
vascos y a mi abuela la conocí pues falleció en 1959 a
los ochenta años, era muy hermosa.
Tuvieron varios hijos e hijas, 4 mujeres y 3 varo-
nes. Siempre trabajaron en el campo, sólo mi tío
Gerónimo estudió y era profesor en las escuelas. To-
davía vive mi tía Blanca, tiene más de noventa años."
"... mis padres, inmigrantes, vinieron a este país
para estar mejor y con mucho esfuerzo y trabajo lo
lograron; mi papá adoraba este país. Él vino de
Mersin, Turquía, en el año 1927, para no hacer el
servicio militar en la frontera, que duraba 4 o 5 años,
y a veces no se volvía. Era como escaparse, y lo hizo
con los documentos de un hermano que era menor.
Vino a vivir a Barracas y empezó a trabajar como
vendedor ambulante o marchante. Vendía ropa casa
por casa en la zona de Piñeiro, Avellaneda, cruzando
el puente Bosch.
Llevaba mucha mercadería envuelta en una tela
y formaba un gran paquete que se cargaba sobre el
hombro. Vendía a crédito, a pagar por mes y bastaba
solamente con la palabra del que compraba. Yo pien-
so que aprendió solo a leer y a escribir."
Hay muchos testimonios que nos hablan de las razo-
nes de la inmigración. En general, venían huyendo de gue-
rras, se enviaban a los varones en edad de ser reclutados
para participar en conflictos de los que no se sabía si iban a
regresar. La sensación es que había que irse, "como esca-
parse" de aquel lugar donde habían nacido. Con documen-
tos prestados o de polizontes, de cualquier modo.
La tierra de promisión alimenta grandes expectativas,
que se potencian con la necesidad de huir, de encontrar un
sitio en paz, sin guerras y con rápidas posibilidades de tra-
bajo. En los testimonios no aparece la posibilidad de deso-
cupación. Se podían emplear de manera estable o
temporaria, en el campo o en la ciudad en obras públicas.
En el caso del inmigrante llegado de 1927 de Turquía no
podemos evaluar las posibilidades de emplearse durante
la década del 30, porque optó por la venta ambulante que,
como era tradicional entre los turcos, pudo estar facilitada
por "paisanos".
En los relatos de inmigrantes que recogimos no apare-
cen menciones al Estado argentino. Sí aparecen con respec-
to al país expulsor en la figura del reclutamiento.
La sensación que dejan traslucir los testimonios es la
llegada a un país en donde las posibilidades de asentamiento
y trabajo son de búsqueda individual o facilitadas por las
sociedades de socorros mutuos de las colectividades.
"Mis abuelos eran colonos traídos por la Jewish
Colonization del Baron Hirsh que venían con sus
tierras y no sé si hasta tenían la casa hecha. Te-
nían un fondo comunal y estaba organizado en for-
ma comunal. Mis abuelos fueron a San Gregorio...
Mi familia llegó a la Argentina alrededor de 1904.
No encontré los pasaportes, sólo las libretas de ca-
samiento de mis abuelos. Cuando llegaron mis
abuelos, algunos venían casados con seis hijos, al-
gunos de ellos casados vinieron con nietos. Mi abue-
la tenía seis años y alcanzó a ir a la escuela acá.
Mis abuelos enseguida casados se vinieron a la ciu-
dad, en el campo sólo quedaron los abuelos y sus
otros hijos."
La función del Estado que es reconocida es la posibili-
dad de educación popular facilitada por la Ley 1420, san-
cionada durante el gobierno de Roca.
Hay un testimonio que refleja una realidad de la épo-
ca, la posibilidad de estudiar una carrera para un hijo solo.
Los demás, a trabajar, incluso aquél que tenía un título de
médico en su país se resignaba a no poder ejercerlo. La con-
signa parecía ser sobrevivir.
Aunque hubo otras realidades.
Voces Recobradas8
"Mi abuelo era el clásico inmigrante italiano, que vino,
se puso un negocio y mandó a todos sus hijos a la secunda-
ria y algunos pudieron ir a la Universidad... Mi tía mayor
era del 95. Mis abuelos deben de haber venido por el mil
ocho sesenta..."
Cuando se invocan razones personales también que-
da la impresión de que venir a América era una alternativa
viable para superar conflictos familiares, también para bus-
car un destino propio.
Notamos que al tratar el tema de los antepasados ha-
bía alguien que no participaba, al invitarlo a contar su histo-
ria nos contestó:
"No, lo que pasa es que mis papás eran criollos, todos
criollos, de acá... entonces... yo no tengo historia..."
A este testimonio se fueron sumando otras voces que
se daban cuenta de que habían ignorado a sus parientes
nativos, en muchos casos cónyuges de los inmigrantes. Se
reforzaba así la idea del "territorio vacío", de la llegada a un
desierto, la de un país en donde la población no parecía
existir y lo más curioso es que hoy parece no merecer ser
recordada.
Los que tenían parientes criollos tenían memoria de
haber hablado con ellos de cómo era la ciudad cuando eran
jóvenes y nadie sabía qué pensaban esos criollos de los re-
cién llegados.
"Tengo tres abuelos italianos y una india. Pascuala y
Felipe vinieron hacia 1895..."
Y el relato continúa sin nada que comentar de la abue-
la india.
No pretendemos sacar una conclusión general. Qui-
zás los participantes del taller interpretaron que el tema era
la inmigración, pero igual resulta llamativo que las histo-
rias de criollos no aparezcan al hablar de antepasados.
El primer destino, para algunos y sólo por una sema-
na era el Hotel de inmigrantes.
A partir de ese momento había que buscar un lugar
donde vivir.
El espacio cotidiano:
la vivienda, del conventillo
a la casa chorizo
A fines de siglo en Buenos Aires ya había muchos
inquilinatos o conventillos donde vivían más de cincuenta
mil inquilinos. Con la llegada de los inmigrantes esta cifra
aumentó.
Algunos se originaron a partir de mansiones abando-
nadas convertidas en casas con cuartos de alquiler, y las
construidas ex profeso con una mínima inversión. Fueron
adoptados como solución al problema de la falta de vivien-
da por los inmigrantes recién llegados. En algunos casos el
"conventillo" era el lugar físico desde donde funcionaban
redes solidarias entre paisanos.
"Mi abuela era del sur de Italia y era considerada al-
guien muy importante en su colectividad. Le tenían tanta
confianza que era ‘el banco’ de los paisanos. Ellos la visita-
Noviazgo y pedido de mano
"Nosotros tuvimos una bisabuela llamada
Mariquita que cuando nació, su padre tenía 32
años. Este señor tenía a su vez un amigo soltero
de su misma edad que era muy rico que al nacer
Mariquita la levantó en brazos y dijo: 'con esta
niña me voy a casar'. Esto fue aceptado por el
padre de la criatura sellando sus manos. Hasta
los 12 años la bisabuela estuvo pupila en un ins-
tituto para 'guardarla' y educarla para ser una
buena 'ama de casa'. Y a los trece años se casó
con el bisabuelo que tenía 45 años pero para esa
época era un viejo.
Sí, mamá siempre nos contaba que su abue-
la Mariquita decía que ella había entrado al cole-
gio con ropa de nena: la pollerita cortona con el
calzón asomando debajo y cuando salió ya tenía
la ropa de señorita preparada para casarse.
Pero gracias a Dios se quedó viuda muy
pronto. Así que cuando nació su hija, es decir
nuestra abuela materna Mariquita, era una nena
que había quedado viuda y rica con muchas es-
tancias. Mientras ella jugaba a las cartas y per-
día mucho dinero, su hija mucho más reposada
cuidaba de su madre, cumplía este rol, era como
si se hubiesen invertido los papeles. Hasta que
su madre se casó de nuevo, tuvo otros hijos, sen-
tó cabeza."
"... Mi abuela contaba siempre la misma his-
toria...
Mis abuelos se estaban por casar, tanto que
mi abuela ya tenía el traje de novia, colgado de
una percha. Según sus propias palabras: le había
dado la viarazza, y parece que le insinuó que ya
que se estaban por casar ella bien le podía dar 'la
prueba de amor'. Entonces mi abuela se ofendió
de tal manera que se sacó el anillo y se lo tiró a la
cara.Mi abuela dice que mi abuelo se agachó para
buscar el anillo, le pidió perdón llorando y le dijo
que se olvidara de lo que había dicho. Ella le res-
pondió. Esta anécdota me la contaba por lo me-
nos una vez por semana. Era en Mendoza, mi
abuela era de 1909 y se casó a los 18 años."
Voces Recobradas 9
ban en el conventillo, le dejaban la plata cuando se volvían
a embarcar, y como mi abuela no sabía ni leer ni escribir,
ataba cada paquetito de plata con un hilo de distinto color
y lo guardaba. Cuando el paisano volvía, después de meses
o años tal vez, sabía que doña Lucía tenía su plata guardada.
Nunca tuvo ningún problema y la gente sabía que ni siquie-
ra tenía que contar la plata."
Hubo inquilinatos famosos: La Paloma, Las Catorce
Provincias, El Testún (cabezón en genovés), El Universo.
La procedencia de los inquilinos fue variada, extranje-
ros de todas las nacionalidades y provincianos. Al avanzar
el tiempo, algunas familias inmigrantes accedieron a la pro-
piedad del inquilinato y éste se transformó en una vivienda
familiar. Al casarse los hijos fueron ocupando habitaciones
y creciendo las familias. Hubo, en particular en La Boca,
inquilinatos donde convivían varias generaciones.
"Yo nací en un inquilinato que todavía existe, en la
calle Brandsen y Ministro Brin, en La Boca. Era de mi bis-
abuelo. Él lo había comprado a medias con su consuegro,
era marino, había viajado por todo el mundo y se quedó en
la Argentina. Fueron viniendo su mujer y sus hijos. Mi abue-
la vino de chica pero nunca aprendió a hablar castellano,
en cambio mis tíos abuelos que nacieron acá eran bien por-
teños. Cuando mi mamá, que era la hija mayor, se casó le
dieron una habitación grande que daba al frente. En esa
habitación nací yo, en 1923. Y cuando nació mi hermano
taparon mi cunita con una sábana y mi mamá en esa mis-
ma habitación dio a luz a mi hermano. Cuando me desperté
me mostraron a mi hermanito. Yo creo que ni sabía que mi
mamá estaba embarazada...
Las cosas que yo he escuchado y leído de los
conventillos no se vivían en mi casa, éramos todos parien-
tes. Yo nací ahí, fui el primer hijo de mis padres, el primer
nieto de mis abuelos, el primer bisnieto de mis bisabuelos y
el primer sobrino de un montón de tíos y todos vivíamos en
la misma casa.
Mi familia era de Trani, cerca de Bari, en el sur de Ita-
lia, pero salvo mis bisabuelos que hablaban en dialecto
tranés, todos hablábamos en genovés que era la lengua de
La Boca cuando yo era chico. En el colegio estaba prohibi-
do hablar en genovés, teníamos que hablar en castellano,
pero las maestras entre ellas hablaban en genovés. Hasta
los yugoslavos y austríacos, que había muchos en La Boca,
sabían hablar en genovés."
Para ser considerado un conventillo debían vivir más
de 5 familias o personas independientes, incluido el encar-
gado, cuya unidad de locación fuera una pieza y que
tuvieran en común el servicio de baños, lavatorios, letrinas
y lavaderos.
El testimonio nos habla de un conventillo familiar de
La Boca. Una especie de ghetto italiano, con dialecto propio:
el genovés. La lengua indica ciertas particularidades: la abue-
la que hablaba tranés (dialecto del sur de Italia) nunca apren-
dió el castellano. Pero parecía no necesitarlo, al vivir en una
casa con algunos de sus hermanos que no sólo hablaban el
idioma sino que eran "bien porteños".
El conventillo era un mundo familiar donde convivían
varias generaciones, en familia se hablaba en tranés; entre
vecinos, en genovés y con los demás, en castellano.
El entrevistado se encarga de aclarar que "las cosas"
que se dicen del conventillo, no son ciertas para él. Creemos
que se refiere a comentarios sobre pautas morales en el
conventillo, sobre cierta promiscuidad, situaciones menos
frecuentes en inquilinatos familiares.
Se dice que la casa chorizo surgió de la división simé-
trica en dos de la antigua casa colonial. Este modelo de vi-
vienda urbana fue muy difundido no sólo en Buenos Aires
sino también en las ciudades de provincia. Era un tipo de
vivienda que se podía modificar de acuerdo con las distintas
situaciones económicas o de comodidad.
"Mi papá se levantaba y lo primero que hacía era
abrir la puerta de calle. Quedaba la cancel cerrada. Y yo
cuando veía una casa con la puerta cerrada decía: ‘- Ay,
¿qué pasará? O ¡qué modernos que son!’
A la mañana la puerta se abría y venía el zaguán, des-
pués venía un vestíbulo, la cancel (mi casa era tan vieja que
tenía la cancel de hierro), después venía una habitación cru-
zada al patio y atrás las habitaciones que daban al aljibe,
los baños. Era del mil ocho sesenta... Y no sabés lo que eran
las rejas. Había sido una comisaría, tenía palenque, todo.
En la calle San Antonio.
Mi papá la compró... vivían mis abuelos maternos (que
eran españoles) y mi papá se la compró a mis tíos, porque
éramos un familión, éramos siete, entonces necesitábamos
El planchado
Se usaba la plancha de carbón. Una plancha
muy pesada de hierro adentro de la cual se me-
tían brasas. Había dos marcas conocidas "Vol-
cán" y "Perpetua".
En algunos casos el planchado era parte de
una serie de ceremonias domésticas.
Voces Recobradas10
una casa grande. Teníamos gallinero, como todo el mundo.
Yo me acuerdo que para ensalzar todas las casas de
mi cuadra, todo el mundo abría la puerta, entonces la casa
que quedaba con la puerta cerrada, yo decía ¿quién vivirá
ahí?"
Este testimonio nos habla de una casa chorizo
unifamiliar, para una familia numerosa, muy antigua, pero
el recuerdo que reaparece varias veces en el relato no habla
sólo de la casa chorizo arquitectónicamente sino, de cómo
la casa se abría no sólo literalmente sino también simbólica-
mente a la calle. El abrir la puerta a la mañana parecía en-
trañar un código barrial.
En otros casos, la misma estructura edilicia parece no
haber sido llamada casa chorizo.
"Bueno, donde yo vivía cuando era chiquita, había una
puerta de entrada con zaguán, después un comedor que so-
bresalía con una doble puerta. Después venía otra habita-
ción y una cocina grande, gigantesca.
-¿Era una casa chorizo?
-No, no. No se llamaba chorizo en aquella época; era
con dos patios, en el primero estaban las plantas y en el
segundo estaba el baño y el servicio y había una escalera
hacia arriba donde se lavaba y colgaba la ropa en la soga."
Algunas memorias
de la vida política
"Los partidos de aquella época eran los conser-
vadores y los radicales, que eran la mayoría. Y tam-
bién había anarquistas, socialistas, muchos, sobre
todo en los barrios de trabajadores. Y aparte había
otros partidos más chicos, por ejemplo el de Lisandro
de la Torre, el Demócrata Progresista."
La revolución del 90
"Nuestro abuelo materno, Juan Sequeira, cuyos
antepasados son criollos desde la época colonial, tenía cam-
pos en Santa Fe (no muy grandes) y vivía en San Lorenzo.
Resulta que este abuelo era una especie de caudillo radical
seguidor de Alem. El 26 de julio, día de la revolución estaba
en el comité, y al salir de allí un opositor a la 'causa' le pegó
un tiro. Y como él tenía la mano puesta así (hace el ade-
mán) agarrando el poncho, la bala no entra en el cuerpo
pero le atraviesa la mano, por eso le tienen que cortar dos
dedos. Y ese mismo día su mujer tuvo una hija."
El testimonio nos habla de la revolución también vivi-
da en el interior y que generó represión sobre los radicales.
En el caso particular de esta descripción, el caudillo perte-
necía a los grupos medios rurales.
El relato suena como una alegoría sobre el radicalismo
naciente hacia 1890.
Desde la revolución del 90 el radicalismo luchó por
la sanción de la Ley electoral.
Yrigoyen
Ante la pregunta de cómo vivió ese abuelo el triunfo
radical de 1916, responde:
"Bueno, por lo que nos contaban, con mucha ilusión y
entusiasmo. Mi mamá era muy politiquera... había hereda-
do la fuerza y las ideas de su padre, ella era una heredera
directa de este abuelo seguidor de Alem. Tal es así que cuando
ya tenía 4 o 5 años me había hecho un vestidito rojo y una
boina blanca para llevarme a las manifestaciones y con-
centraciones radicales."
"Nosotros jugábamos en la calle Piedras entre Garay
y Cochabamba hasta que venía el presidente. Cuando pa-
saba el presidente había que dejar todo... era el doctor
Hipólito Yrigoyen. Vivía en Brasil, le pegaba por Piedras y
se iba para el centro, y cuando pasaba siempre saludaba a
todos los chicos."
"Y después me acuerdo que al poco tiempo murió
Yrigoyen, entonces la gente salió a la calle enloquecida y
llevaban el cajón en los hombros. El mismo pueblo que lo
escupió cuando el golpe. Por eso, no es que la gente, que la
Voces Recobradas 11
mayoría tenga la razón, sino que va para donde la llevan,
es voluble ésa es la verdad."
Alvear
Finalizado el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen,
al no haber posibilidad de reelección, lo sucede Marcelo T.
de Alvear.
"De Alvear no se hablaba mucho. Él era un cajetilla,
se hablaba porque la mujer era cantante de ópera... italia-
na. Era la parte más conservadora del radicalismo, les de-
cían antipersonalistas, los de Yrigoyen, los del peludo, eran
gente más de abajo. El otro era el 'pelado'."
Anarquistas y Socialistas
"Los anarquistas tenían un local en la calle Necochea,
y mi papá no nos dejaba pasar, porque decía que eran
'tirabombas' así les decían 'tirabombas'. A mí me parecían
misteriosos, que siempre debían llevar una bomba escondi-
da. Menos dejaban pasar a las mujeres, pero a ellos no les
debían interesar las mujeres, ellos luchaban contra los go-
biernos. Mi papá nos contaba que habían matado a dos
anarquistas: Sacco y Vanzetti, que eran sus mártires,
que habían sido inocentes. Él los respetaba. Pero igual
les teníamos miedo y por las dudas no pasábamos por
Necochea."
"Yo tenía un tío que era socialista. No dejó que a
los hijos les pusieran nombres del Santoral, por eso se
llamaron Ideal y Porvenir. Cuando mi tía ponía
estampitas de santos él les pintaba bigotes,
anteojitos... pobre y ella lloraba."
La revolución del 30
Tras la sucesión de tres gobiernos radicales: Yrigoyen,
Alvear y nuevamente Yrigoyen, la revolución de 1930 quie-
bra el orden democrático. La década del 30 se caracteriza
por una profunda depresión económica a nivel mundial,
producto del crack de 1929.
"Sí, la revolución del 30 yo la recuerdo. Tenía 4 años y
vivíamos en Rosario. Mi abuelo y todos estaban muy afli-
gidos. Sí, realmente estaban muy mal porque fue una cosa
espantosa lo que le hicieron a Yrigoyen. Un insulto no sólo
para los radicales sino para toda la República porque fue
la primera revolución militar. Lo poquito que tenía Yrigoyen,
porque sólo tenía una cama y una pelela debajo, se lo tira-
ron por la ventana. Porque él vivía en una piecita, ni vivía
en una casa. Ése era el presidente de los argentinos en aque-
lla época, no como el de ahora."
Este relato corresponde a la hija de la ferviente radical.
Al preguntársele sobre la actitud visible de la madre ante el
golpe, responde:
"Sacando la época que éramos más chicos e íba-
mos a las manifestaciones, después se aquietó. Además, a
papá no le gustaba la política.
... Mamá era fuerte y clara, era la heredera directa del
Semana Trágica
"Mi papá era jovencito, en el 19, cuando la
Semana Trágica él era de 1897. Contaba que fue
terrible. Que todo empezó en los Talleres Vasena.
Él iba por Pinzón y ahí estaba la comisaría, y ti-
raban para todos lados, con un ruido terrible. Él
quiso escapar, y se fue por Gaboto, y de una casa
espiaban lo que pasaba. Le abrieron un poquito
la puerta de calle y se metió. Esta familia lo dejó
escaparse por las azoteas. Entre esa gente estaba
mi mamá, así, disimuladamente se miraron, se
gustaron y después se casaron. Así que, si no
fuera por la Semana Trágica, yo no estaría aquí.
Mi papá decía que la culpa de la matanza fue de
la policía y de Ramón Falcón, el que tiene la esta-
tua en José María Moreno. Pero que la responsa-
bilidad, al final, era de Yrigoyen, porque él era el
presidente."
Voces Recobradas12
abuelo y además era muy unida a su padre. Él murió en los
brazos de mamá. Así que posiblemente, mientras vivió el
abuelo, mamá militaba más porque eran muy unidos."
Cuando se le pregunta la fecha de muerte de su abue-
lo, dice:
"Y, como en el año 31."
La entrevistada no parece unir el abandono de la
militancia de su madre con la proscripción y represión ejer-
cida sobre los radicales. Atribuye lo que llama "aquietamien-
to" a cuestiones personales: el padre apolítico, el abuelo fa-
llecido. Pero cuando se le pregunta si durante su infancia
recuerda enfrentamientos con los conservadores, dice:
"Sí... en el colegio... nos dábamos unas tortas bárbaras."
La crisis del 30
"Había una desocupación muy grande, mi
papá era carpintero, estuvo seis meses sin tra-
bajar nada... trabajaba en una fábrica de mue-
bles muy finos... Mamá cosía guardapolvos para
chicos... Yo tenía 12 años y mi hermana 16. Mamá
hacía la ropa y nosotros cosíamos los botones y
las llevábamos de vuelta al negocio."
"... volviendo a la crisis del 30. En el caso de mi
tío, que yo contaba la vez pasada, había ido a la Uni-
versidad y su mujer... Ellos ya llegaron muy mal a
este país; mi tío se puso a trabajar en un frigorífico y
mi tía de costurera, aunque nunca había agarrado una
aguja. O sea que tuvieron que trabajar de cualquier
cosa. Entonces ellos estaban muy mal desde el vamos,
por lo que mi tía contaba, la crisis a ellos no los gol-
peó tanto porque ya estaban mal, a lo sumo habrán
estado peor, pero ni es que tuvieron en la República
Argentina un momento de florecimiento. Ya vinieron
mal, y a pesar de todo, en esa casa se cantaba y a los
chicos los disfrazaban para divertirse."
Notamos que la depresión económica de la
década del 30 tuvo impacto sobre la gente, sobre
todo, en cuanto a la desocupación. Las formas de
superar la crisis eran individuales, se buscaban
formas de trabajo domiciliario para subsistir.
Pero, a pesar de la crisis, se sobrevivía de la ma-
nera más alegre posible.
"... Se procura que el chico reciba el menor dolor
posible. Pero en todas las épocas ha pasado eso... Un
compañero mío me contaba que cuando era chico, su
padre se había accidentado y estaba internado, y en-
tonces su madre tuvo que salir a trabajar y que la
Cocción y calefacción
"Antes de nacer mis viejos tenían sólo una ha-
bitación con una mesita precaria y arriba un ca-
lentador ‘Primus’ a querosén, que servía para ca-
lentar y cocinar, pero ya tenían un brasero. Cuan-
do nací yo ya teníamos una pieza y una cocina...
El ambiente se calentaba de dos maneras, una
mientras se estaba cocinando, que se cocinaba con
cocina económica a leña (un fogón de ladrillos
mampostería, una especie de cuadrado abierto
donde se encendía el fuego y se apoyaban las ollas,
al tiempo le agregamos una plancha de hierro fun-
dido arriba, ahí se hacían los bifes, se hacía todo) y
los ambientes eran más reducidos, una habitación,
una cocinita y pará de contar. El que tenía cocina,
el que no, tenía todo en la misma pieza (empezaba
así la gente) o también se ponía en la habitación
un braserito, un pequeño brasero de tres patas de
hierro fundido..."
hermanita, aún más chica, nunca se enteró de esta si-
tuación, de que ella era la única que comía la única
cena que había en la casa; lo hizo después, de grande.
Es decir, a la chiquita, le daban de comer y la acosta-
ban a dormir. Y después, él y su madre tomaban un
café o un mate con un pedazo de pan."
"Mi tía me decía que como yo era muy inquieta,
me disfrazaba, me ponían frutas como si fueran tetas
y me ponían arriba de la mesa para que yo saltara,
bailara o hiciese cualquier cosa que daba lugar para
que ellos se sintiesen un poco mejor, es decir, busca-
ban tener algún tipo de alegría. Y bueno, de esa forma
transcurrían sus días, porque, bueno, no van a estar
todo el día comentando sobre la mala situación so-
bre la que están pasando, y que lo único que tienen
para comer es un plato de sopa."
Notamos que la presencia de la crisis es un re-
cuerdo doloroso, que afectó la vida privada de la gen-
te. Hubo chicos que tuvieron que trabajar o disimular
la situación de miseria en que se vivía pero, a pesar
de esto, se rescata la posibilidad de haber tenido una
infancia con juegos y diversiones. En estos recuerdos
las dos situaciones aparecen jerarquizadas de la mis-
ma manera.
Voces Recobradas 13
DE GOLPE A GOLPE
(1930-1943)
Los libros de Historia cuentan que en la década
del 30 la crisis de posguerra y el crack económico de
1929 llevaron a una depresión que obligó a la mayoría
a bajar su calidad de vida.
En Argentina esa situación se agravó por la falta
de participación popular en la actividad política. Esta
ausencia del pueblo había sido generada por el golpe
del general Uriburu el 6 de setiembre de 1930 y cons-
tantemente alimentada por la práctica del fraude elec-
toral llamado patriótico por los grupos más privile-
giados de la sociedad.
Luis: "Yo nací en el 19. Tendría 10 años y vi por
primera vez la efervescencia política. Por la calle Co-
rrientes, oradores encima de las mesitas que los bares
tenían en las veredas. Eran esas mesitas de mármol
con aro y patas de hierro forjado. Protestaban contra
el gobierno de Yrigoyen. Los medios, igual que ahora,
crearon un clima contra el gobierno... Después vino el
golpe y lo sacaron a Yrigoyen. El pueblo no tenía de-
fensas, se estableció el estado de sitio y no me acuerdo
bien en qué momento hubo ley marcial."
"En abril del 31 Uriburu había convocado a elec-
ciones en la Provincia de Buenos Aires, creyendo que
iba a ganar pero ganaron los radicales de punta a pun-
ta. ¡Lo dejaron loco! De ahí les pusieron rabanitos a
los radicales: son rojos por fuera, como el color de los
conservadores, pero blancos por dentro!"
Los sectores populares soportaron su suerte como
pudieron, llevando al extremo las costumbres que ha-
bían aprendido de sus progenitores, tales como cui-
dar lo poco que tenían, no gastar ni un centavo más de
lo estrictamente necesario, ahorrar todo lo que se pu-
diera.
Alicia: "Mi hermano consiguió un trabajo como
empleado de oficina. ¡Era una maravilla! Mamá lo
hacía cambiar de ropa en cuanto llegaba a la noche; le
lavaba la camisa y la ponía a secar arriba de la coci-
na económica. Tenía una sola camisa de vestir y ésa
era la que se ponía día tras día."
Luis: "El tranvía obrero duró muchísimos años,
debe haber sido como hasta el 45. Se pagaban 10 cen-
tavos ida y vuelta. Lo tomabas a la mañana y podías
volver a la tarde cuando en viaje común salía 10 cen-
tavos. Hasta las 7 de la mañana se tomaba para el
centro y después se volvía, creo, alrededor de las 5 de
la tarde. No podías tomarlo a la tarde sólo y pagar 5
centavos."
Olivero: "Nosotros terminamos la escuela de no-
che porque trabajábamos para ayudar en casa. Yo fui
como dependiente a un almacén. Todo lo que ganába-
mos lo poníamos en una lata que tenía mi mamá. Los
fines de semana si queríamos salir le pedíamos a ella
y de esa lata ella sacaba y nos daba algún dinero."
Muchas de esas familias vivían en los barrios for-
mados en décadas anteriores a medida que la pobla-
ción crecía y las líneas férreas o de tranvías facilitaban
el acceso al centro. Sin embargo, quedaban grandes
vacíos, espacios sin ocupar. Por tal razón muchas zo-
nas, especialmente del sur de la Capital, se lotearon
en esta década. La población llegaba del interior del
país buscando conseguir trabajo o asegurarse los
servicios que sólo la organización urbana podía
brindar. Algunos eran descendientes de argentinos
El luto
"Cuando cumplí 15 años, estábamos en Mar
del Plata y hacía un año que había muerto mi
abuelo. Y no me iban a festejar el cumpleaños
porque todavía estábamos de luto. Pero mi tía le
dijo a mi mamá que era una lástima, que cum-
plía quince años una sola vez. Entonces mi mamá
me hizo en la máquina, en el día, un vestido blan-
co, pero todo ribeteado con una cintita de tercio-
pelo negro, por el luto. Encargaron un servicio
de lunch, no bailamos ni hubo música, pero yo
estaba contenta porque por lo menos lo festeja-
mos."
Voces Recobradas14
nativos y otros eran inmigrantes o hijos de inmigrantes
europeos que se habían afincado en el campo
pampeano y ahora debían abandonar las tareas
agropecuarias buscando otros horizontes.
Argimiro: "Vinimos... a trabajar a Pehuajó, en
1928. Al año de estar allí mamá se enfermó y el viejo
se la trajo al Hospital Alvear donde se curó."
Lidia: "Recién casados mi mamá y mi papá se fue-
ron a vivir a Tapiales sin agua, sin luz. ¡Fue terrible!
Parque Patricios -de donde era mamá-, no sería muy
lindo, pero era un barrio cómodo. Mamá en Tapiales
sufría mucho y como dos tías mías vivían en Lugano
le empezaron a dar plata para que edificasen una pie-
za acá."
Florencia: "...mis abuelos paternos que vivían en
el campo, eran humildes. Trabajaban la huerta cerca de
Bahía Blanca, se lavaban con jabón blanco en la misma
bañera que sus hermanos. Mi abuela mal no vivía...
pero... yo no podría. ¡Yo sin luz eléctrica no podría vi-
vir! ¡A la noche quiero leer, escuchar música y mi abue-
la leía con una vela!"
No todos vivieron el proceso de manera similar.
Unos mantuvieron su status económico o lo mejoraron y
otros perdieron sus trabajos y se abandonaron a su suerte.
Olivero: "Cuando iba para el almacén, a la maña-
na, me entretenía despertando a los crotos que dormían
a los costados de las vías. ¡Cosa de chico!"
Dora: "Muchos hombres habían abandonado sus
casas y vivían todos juntos en el Puerto Nuevo..."
Luis: "Estaban hechos los diques y todavía no ha-
bía galpones ni nada; era todo de tierra. En ese lugar que
después ocuparon los galpones se ponían..."
Dora: "Se hacían sus ranchitos con lona, chapas,
cartones, lo que fuera... Ahora las villas son un lujo al
lado de aquello. Los domingos, era un paseo de la gente
que tenía coche ir a ver ese espectáculo. Después de años
comprendí lo que era esa miseria. -¡Mira dónde cocinan!
-decía mi tía porque cocinaban en las latas de conserva
o de aceite. Les tiraban 5 o 10 centavos al costado. Ellos
no pedían..."
El proceso de industrialización por sustitución de
importaciones que tímidamente había comenzado du-
rante la presidencia de Yrigoyen, adquiría rasgos más
sólidos. Al calor de la crisis todos los países habían to-
mado medidas proteccionistas de su comercio exterior
y de regulación estatal de la actividad económica. No-
sotros no fuimos la excepción y así poco a poco fueron
apareciendo nuevos puestos de trabajo. Las mujeres
aportaron su grano de arena a la economía familiar y
aunque siempre lo habían hecho, en esta década salie-
ron masivamente de sus casas para convertirse en asa-
lariadas.
Olga: "Las mujeres de mi familia que vinie-
ron desde España, tuvieron acá un rol distinto
al que tenían en sus países; tuvieron que acoplar-
se a la fuerza de trabajo. En sus pueblos de origen
eran mujeres dedicadas a las cosas de su casa o
a la huerta familiar, y en la Argentina accedie-
Los pantalones largos
Este ritual significaba el pasaje masculino de
la niñez a la vida adulta. Había ciertos cánones,
en general regidos por la escolaridad.
"Yo iba a una escuela en La Boca, en la calle
Benito Pérez Galdós, y en primero superior te-
nía compañeros que tenían bigotes, que repetían
y repetían. Y las madres los hacían ir con panta-
lones cortos, claro, si iban a la primaria. Debajo
de los pantalones se llevaban medias largas ne-
gras, éstos, que eran chicos bravos, jugaban a la
pelota y se hacían cada papa en la media, y se les
veían los pelos de las piernas, entonces se pinta-
ban la pierna con tinta, para disimular."
FUSCO
Voces Recobradas 15
ron al mercado de trabajo. Un mercado restrin-
gido pero igual tuvieron que hacerlo. Fueron servicio
doméstico, costureras, telefonistas, enfermeras..."
Alicia: "Mi mamá en España vivía en el cam-
po. Era la mayor de un montón de hermanos a
los que cuidaba. Cuando llegó acá trabajó en ca-
sas de familia y después entró en un hospital a
trabajar como mucama; siguió de enfermera y
como enfermera se jubiló."
Juegos de la infancia
El entretenimiento de los más chicos se ubicaba
en los patios de las casas, en la calle, en los baldíos.
Las chicas jugaban a la ronda, a saltar con la soga y a
otros juegos.
Alicia: "Jugábamos al aro. Era un aro de mimbre
con dos varillas de mimbre que se cruzaba dentro del
aro. Con una se lo sostenía y con la otra se tiraba con
fuerza de modo que el aro salía volando y la que estaba
enfrentada tenía que ensartarlo con sus varillas y vol-
ver a tirar."
En la calle se jugaba a la mancha, al patroncito de la
vereda, a la billarda y por supuesto al fútbol. Aunque
quizás el rango y mida fuera el juego más jugado.
Luis: "-Se agachaba uno, el otro viene lo salta apo-
yándose con sus manos en la espalda del que está aga-
chado y abriendo las piernas. Una vez que saltó se que-
da donde cae. La fila así se va alargando. El último tie-
ne que ir saltando a todos pero entre medio de uno y
otros no puede correr o caminar, desde donde cae tiene
que hacer el salto siguiente."
Bernardino: "-También se jugaba a llevar el aro. Se
hacía con un aro ancho, chato de hierro y con un alam-
bre que en la punta tenía un gancho se lo empujaba. Se
subía y bajaba las veredas cambiando rápidamente el
gancho de lugar y dándole un golpe."
Alfredo: "-... la billarda que se hacía con dos made-
ras. Una de extremos afilados a la que se golpeaba con
otra madera de unos 40 cm. Cuando salía disparada, el
otro jugador tenía que barajarla en el aire."
Luis: "-En el año 30 nosotros nos mudamos a Lanús
y ahí las calles estaban asfaltadas. Tenían hormigón
armado y las juntas de alquitrán; lo que se llamaba
macadam. Y ahí se jugaba al fútbol perfectamente bien.
Se organizaban los equipos con nombre y todo."
Dora: "-Acá en Flores, la primera calle así
fue Aranguren, que se llamaba San Eduardo, en-
tre Fray Cayetano y Artigas. Las otras estaban
adoquinadas. Venían de todos lados del barrio a
patinar con los patines de 4 rueditas. Uno de ellos
era mi hermano Arturo que era el as del patín."
Todos los juegos eran posibles en una ciudad
donde el tránsito sólo pasaba por las avenidas o
por alguna que otra calle empedrada. La felici-
dad de los chicos se interrumpía solamente con
el paso de algún carro repartiendo mercadería o
con la perrera.
Dora: "El enemigo número uno de todos los
chicos del barrio. Cuando era carro se oía de le-
jos por el ruido de los caballos y de los alam-
bres de las jaulas que llevaba atrás. Los chicos
salían adelante corriendo para que los perros se
escaparan. Cuando pasaban delante les gritaban
de todo. Una de las que gritaba era yo: ¡Andá a
trabajar, atorrante! ¡Trabajá de hombre y no de
perrero!"
La vida social
En 1931 el fútbol se profesionalizó y en todo
barrio porteño surgieron nuevos clubes sociales
y deportivos que formalizaron juegos y diversio-
nes de chicos. Muchos de ellos permanecen al día
de hoy. En sus salones o en los lugares de prácti-
ca deportiva, los bailes, especialmente los de car-
naval, eran el punto de reunión y socialización.
Alberto: "-Nosotros nos conocimos en un bai-
le. Tenemos 50 años de casados y 60 años de Club
Independiente.
Y los bailes eran matiné: se iba a las 6 o 7 de
la tarde."
Elena: "-Terminaban a las 11 de la noche."
María del Pilar: "-Y las madres venían a bus-
carnos."
Elena: "-Venían a traernos."
Alberto: "-Venían 5 o 6 chicas con una mamá.
Entonces la mamá se ponía allá en el palco y se
El cine
"Claro, porque hoy por ejemplo miércoles,
daban un capítulo, mañana otro y el viernes el
último capítulo. Enfrente de casa, en la calle Ga-
vilán y Gaona, había un cine que nosotros lo lla-
mábamos el ‘Chinche Hall’ porque era la mugre
caminando y daban algunas películas de miste-
rio, esas de E. Allan Poe o la momia. Las daban
por capítulo también, y recuerdo que eran los
lunes, miércoles y viernes."
Voces Recobradas16
bailaba en la cancha de básquet, en la terraza,
en todos lados..."
María del Pilar: "-Mi mamá llevaba a mi her-
manito más chico cuando me acompañaba a bai-
lar porque, ¿dónde lo iba a dejar? En realidad
acompañaba a la mamá de otra
chica porque yo tendría 12 años,
era muy chica pero me gustaba
bailar. Entonces, ¿se acuerdan
que hacían un intervalo para co-
mer los sandwiches? Mi hermano
siempre se dormía pero cuando
llegaba el intervalo se desperta-
ba para comer."
Otra forma de entretenimien-
to era la radio. En la década del
20 habían comenzado las trans-
misiones, pero recién en la déca-
da del 30 la posibilidad de elegir
entre un espectro más amplio de programas se
hizo cierta.
Isabel: "En la década del 30 había varias es-
taciones. Belgrano era una; en 1934 se creó El
Mundo, en 1937 Radio del Estado y en 1941 co-
menzó a transmitir Radio Splendid."
La familia se sentaba alrededor del gran apa-
rato de la radio a galena para el cual se mandaba
hacer un mueble especial y se buscaba la onda
tratando de hacer coincidir la piedrita. Luego fue
reemplazada por la radio de válvulas que tam-
bién ocupaba mucho lugar.
Alberto: "Había que agarrar el piquito ese a
una piedrita y ponerse a ... ¡¡¡Silencio!!! ¡Dejame
un cachito a mí!
En mi casa había una y tenía un cajoncito,
la piedrita y una antena arriba del techo."
Este imán que era la radio igualaba a todos
los miembros de la familia sin importar la edad.
Se escuchaban noticias, música y radioteatros. En
esos años el programa de mayor éxito se llamó
Chispazos de Tradición, creado por Juan Andrés
González Pulido.
Alfredo: "Mi suegro era el
Tropero Roncatti que participa-
ba de esos programas. Hace
años ya, mi hija tenía 8 meses y
ahora tiene 36 años, le hicieron
un homenaje en el programa de
televisión Volver a vivir. Esta-
ba Blackie, Carlos D' Agos-
tino..."
El teatro y el cine concentra-
ban a grupos de familias de si-
tuación un poco más acomoda-
da. Se inauguraron el Ópera, el Gran Rex, en el
Centro. En Flores ya existía el Fénix y se inaugu-
ró el Pueyrredón.
Dora: "En el Fénix vi Virgencita de madera
con los Hermanos Ratti, Ya tiene comisario el
pueblo con Paquito Bustos y la de Sandrini El
Diablo andaba en los choclos, todas obras de
teatro. Algunas de ellas después se hicieron pe-
lículas. Me parece que en Flores se estrenó al
mismo tiempo que en el Centro una película que
fue un éxito, Sombrero de copa, con Fred Astaire
y Ginger Rogers."
Quienes tenían automóvil, los fines de sema-
na paseaban por la Costanera Sur en donde tam-
bién podían practicar deportes. Tal es el caso de
un grupo de mujeres, que separándose de la Aso-
ciación Cristiana Femenina había fundado el club
Ima Sumac en la década anterior. Con el objetivo
de contar con un predio propio como lugar de
esparcimiento y para practicar deportes como el
tenis, el básquet y el vóley compraron unos lotes
en Floresta frente al Barrio Saturnino Segurola
de casas baratas.
Laura: "El Club era dueño de todos los terre-
nos desde mitad de cuadra hasta la esquina in-
clusive, pero debieron venderlos con las sucesi-
vas crisis económicas a partir del Rodrigazo.
Tenía las canchas y una edificación que abajo
servía como casa de los caseros y arriba eran los
vestuarios. Había baño y un tanque al que había
que encenderle fuego para calentar el agua por-
que cuando las señoritas terminaban de jugar
querían bañarse."
El hielero
"Una cosa extraordinaria de aquella época
que siempre me llamó la atención aunque no en
ese momento, sino después. Venía el sodero, le-
chero, hielero y se les dejaba las monedas en el
umbral con las botellas o sifones y nadie robaba
nada. Y en el caso del hielero si uno no estaba en
la casa, las barras se empezaban a derretir. Traía
una barra grande con un gancho y la serruchaba
según cada pedido."
«La aparición de un
Estado regulador fue
siendo percibida por la
gente como una obliga-
ción de los funcionarios
hacia una gama muy
amplia de actividades.»
Voces Recobradas 17
La percepción
del papel del Estado
La aparición de un Estado regulador fue siendo
percibida por la gente como una obligación de los fun-
cionarios hacia una gama muy amplia de actividades.
Cuando la ayuda estatal no llegaba o se retardaba, arre-
ciaban las críticas con la idea de un deber moral incum-
plido. Así por ejemplo, lo decía en un discurso la Presi-
denta de la Comisión Directiva del Club Ima Sumac, al
comprobar que los subsidios pedidos no serían otorga-
dos: "No queremos ni pensar que no se nos ha tenido en
cuenta por descuido, o por ignorar la importancia de
nuestra obra".
La radio
La primera transmisión, la de Los locos de la
azotea, había llevado por el éter los acordes de la
ópera Parsifal de Wagner. Quizás por esa impron-
ta primera, es que muchos cantantes líricos parti-
ciparon de programas radiales en los años 30 o sus
voces eran captadas directamente desde el esce-
nario teatral.
"Yo me acuerdo de la radio 'Galena'. Mi her-
mano la había comprado y con mi sobrina que
tenía seis años y yo escuchábamos juntas, al mis-
mo tiempo, con una especie de auriculares. Te-
nía una piedrita que era la púa que había que
embocar justito para escuchar pero por ahí se nos
iba el sonido."
FUSCO
Voces Recobradas18
DEL PERONISMO
AL GOLPE
(1943-1955)
La sociedad argentina fue transformada du-
rante el peronismo. Hay un antes y un después
de Perón en la política argentina y en la memo-
ria colectiva. La vida cotidiana no quedó fuera
de este hecho. Repensar la época peronista en los
talleres de historia oral todavía implica hablar
de amores y odios. Los recuerdos se mezclan con
los fuertes cambios y problemáticas que desde el
Estado se planteaban. En los tiempos del
peronismo, la memoria de los acontecimientos de
la vida privada une y refleja hechos políticos y
públicos. Era común brindar por "El General" en
una mesa familiar, como enfrentarse entre
peronistas y antiperonistas en un mismo hogar o
en un mismo barrio, a pesar de tener "ciertos cui-
dados" al hablar por la posible presencia de un
peronista delator.
La figura carismática, tanto de Perón como
de Eva, atrapó el accionar de la clase obrera ar-
gentina, no sólo desde su labor de participación
política en sindicatos, gremios, unidades básicas,
delaciones, manifestaciones en la Plaza, sufragio,
sino que también alcanzó o llegó a reflejarse en
"lo emocional" del pueblo trabajador. El senti-
miento de amor hacia Evita, "la abanderada de
los humildes", se manifestó en su velatorio como
en el culto que se hizo a su persona y a la de
Perón.
Si nos remontamos a los orígenes del
peronismo debemos referirnos al golpe militar
que toma el poder en 1943, de la mano del Gru-
po de Oficiales Unidos (G.O.U), el que derroca
al gobierno "constitucional" de Castillo. Se cerra-
ba una etapa de fraude, corrupción y falta de le-
gitimidad de los sectores populares. Paralela-
mente en el plano internacional se desarrollaba
la Segunda Guerra Mundial, a la cual todavía
Argentina no se había sumado a ningún bando;
estas tensiones se manifestaban dentro del ejér-
cito. El gobierno militar tenía que tomar una de-
cisión. Muchos europeos e hijos de inmigrantes
que participan en nuestros talleres recuerdan con
horror la época de la guerra. Son recuerdos de
persecuciones, de hambre, de muerte, de desapa-
rición de familias enteras, de migraciones
compulsivas, de campos de concentración y ex-
terminio, de refugiados, de soledad y desasosie-
go. La figura de Perón comienza a ser controver-
tida: están quienes recuerdan los cajones de la
Fundación Eva Perón, que llegaban con trigo y
ropa a una Italia destruida y pobre; están quie-
nes veían en Perón similitudes con el fascismo
italiano y el nazismo alemán, dudando si aquí no
iban a sufrir las mismas persecuciones a las que
habían sido sometidos en Europa.
Hay algunas fechas claves en los recuerdos
colectivos: el 17 de octubre de 1945; la muerte de
Eva Perón (26 de julio de 1952); los bombardeos
a la Plaza de Mayo (junio de 1955); la caída de
Perón (16 de septiembre de 1955), aunque estos
dos últimos están muy unidos y a veces apare-
cen confusos.
El 17 de octubre de 1945 fue vivido como una
fiesta y era el anticipo del triunfo de Perón en
las elecciones de 1946, era el símbolo del naci-
miento de un nuevo partido político. Muchos re-
Voces Recobradas 19
cuerdan la alegría y las ganas de ver al líder en
libertad y la necesidad de trasladarse a la Plaza
de Mayo de cualquier manera: en camiones lle-
nos de gente amontonada, en los techos de los
tranvías. Otros sectores más acomodados veían
azorados y sorprendidos a esas
"masas sudorosas que pasaban
en camiones jaula".
La memoria colectiva de los
sectores populares argentinos
vincula a Perón con las reformas
laborales, el aguinaldo, la jubila-
ción, las licencias por enferme-
dad, las vacaciones pagas, la po-
sibilidad de acceder a objetos,
vivienda, mejores condiciones de
vida, educación, derechos que
hasta entonces eran desconoci-
dos para un amplio sector de la
sociedad. Estas reformas comien-
zan a aplicarse desde 1943, cuan-
do Perón se desempeñó como Director de la Se-
cretaría de Trabajo y Previsión, cargo al que lue-
go sumó el Ministerio de Guerra y la vicepresi-
dencia de la Nación.
Las reformas en la legislación laboral, apli-
cadas entre 1943 y 1945, fueron acompañadas por
un nuevo reordenamiento político, social y eco-
nómico que tenía al Estado en un rol activo y
como protagonistas de la transformación que se
estaba implementando en la Argentina. Este Es-
tado benefactor implementó un sistema orienta-
do a redistribuir la riqueza para consolidar el
nuevo orden social, mediante el desarrollo de la
industria nacional (metalurgia liviana-metal-
mecánica), expansión del consumo interno, au-
mento de salarios y del nivel de empleo, control
de precios en artículos de primera necesidad y
en alquileres y arrendamientos, acceso a crédi-
tos para crear industrias. Sumado a este plan,
conocido como Quinquenal, el Estado participó
en el desarrollo económico a través de la inver-
sión de capitales en empresas que fueron nacio-
nalizadas, como los ferrocarriles, teléfonos, gas,
aviones, etc. El movimiento de migraciones in-
ternas desde las provincias hacia las ciudades
importantes, donde ya había comenzado el pro-
ceso de industrialización en la década anterior,
se incrementa durante el gobierno peronista. Es-
tos recuerdos se ven mezclados con los senti-
mientos que la llegada masiva de obreros del in-
terior provocaba en los habitantes de la ciudad
de Buenos Aires. La visión de los críticos del
peronismo es muy dura y asocian este movi-
miento de población con las regalías y concesio-
nes que había hecho Perón a los obreros: "se vino
«El 17 de octubre de
1945 fue vivido como
una fiesta y era el
anticipo del triunfo de
Perón en las elecciones
de 1946, era el símbolo
del nacimiento de un
nuevo partido político. »
Voces Recobradas20
todo el interior para acá, porque acá estaban las
fábricas, y hasta se podía tener dos trabajos";
"cuando empezó a venir la gente del interior,
trabajaban dos días y como les alcanzaba,
después faltaban"; "con el congelamiento de al-
quileres, nadie pagaba, lo que se rompía no se
arreglaba, era gente del interior que estaba acos-
tumbrada a vivir peor que acá".
Otro elemento fundamental para analizar la
época peronista desde la memoria colectiva es el
modo en que repercute la política social que
acompañó a las reformas económicas y que tenía
como objetivo mejorar las condiciones de vida de
la clase trabajadora. Esta política de acción so-
cial fue liderada por Evita, a tra-
vés de la Fundación Eva Perón.
Aquí, nuevamente los recuerdos
se contraponen con la figura y la
labor de Eva. Muchos creen que
la política era demagógica, que
el acceso a la educación o a la vi-
vienda sólo buscaba captar votos
que le permitieran a Perón man-
tenerse en el poder, al igual que
la reforma electoral del voto fe-
menino; mientras otros agrade-
cen y bendicen a Perón y a Eva
por permitirles acceder a dichos
derechos. Esta bipolaridad tam-
bién se manifiesta en la percep-
ción que tienen sus más críticos
respecto de la política educativa
y el control de la sociedad como
opinión pública: era obligatorio
el uso de distintivos partidarios
como también afiliarse al parti-
do Justicialista.
"Mi mamá era peronista y
mi papá no. Mi papá la llamaba '¡fascista!,
¡nazi!' Y mi madre fue al velatorio de Eva Perón.
Yo a Eva Perón la admiro. No puedo decir que
soy peronista, fui obligada a afiliarme, porque
trabajaba en el Ministerio de Hacienda. Vino el
director y dijo: 'Chicas tienen que afiliarse'. To-
das dijimos lo mismo 'Ay no, somos apolíticas,
nosotras', 'Bueno, febrero no lo cobran'. Enton-
ces nos afiliamos."
Muchos nos contaban situaciones semejantes en
las que se reflejaban actitudes reiterativas del go-
bierno peronista: colgar cuadros con los retratos de
Eva y Perón en negocios u oficinas públicas o pri-
vadas. Si era un lugar por donde circulaba gente,
tenían que tener dichos cuadros, de lo contrario eran
sospechados de "contras" u "oligarcas" que se esta-
ban oponiendo al sistema. Inclusive existían los je-
fes/as de manzana que siempre tenían a disposi-
ción el cuadro que faltaba en el negocio.
«El movimiento de
migraciones internas
desde las provincias
hacia las ciudades
importantes, donde ya
había comenzado el
proceso de industrializa-
ción en la década
anterior, se incrementa
durante el gobierno
peronista. »
Voces Recobradas 21
"Al padre del odontólogo del colegio, que
también era odontólogo, se le metieron los mu-
chachos y le preguntaron por qué no tenía el cua-
dro de Perón y Eva en el consultorio. Lo puso,
con Cristo en el medio, con el cuadro de Perón y
Eva, uno de cada lado. Cuando volvieron quisieron
llevarlo preso porque eso parecía los dos ladrones cru-
cificados con Cristo. Él se hizo el desentendido pero
ésas habían sido sus intenciones."
En la escuela se leía La razón de mi vida, los lápi-
ces eran de la Fundación Eva Perón, los libros de lec-
tura traían fotos de Perón y Eva, con enunciados que
los alumnos aprendían casi de memoria: ¡Evita me
ama!, ¡Perón cumple, Eva dignifica! El dibujo del mes
siempre era el escudo peronista.
Éstas son las dos caras que la puesta en práctica
de la política socio-económica del gobierno de Perón
generó en la conciencia popular, el debate peronismo-
antiperonismo fue una constante en la sociedad ar-
gentina de la década del 50. Un sector de la sociedad
creía en el gobierno oficial como símbolo de la justicia
social, veía la distribución de la riqueza como una ne-
cesidad concreta de la sociedad argentina y ésta era
"la primera vez" que un gobierno hacía algo por los
trabajadores. El otro sector, especialmente la clase
media y la oligarquía, pensaba que el peronismo era
un movimiento populista, demagógico, autoritario y
con filiación nazi-fascista.
La crisis del modelo va unida a la segunda presi-
dencia de Perón (1952-1955) a pesar de que sus
anticipos comienzan a sentirse desde 1949: se detiene
el proceso de sustitución de importaciones, disminu-
Entierro de Evita.
FUSCO
FUSCO
Voces Recobradas22
yen los ingresos provenientes de las exportaciones,
disminuye el volumen de productos exportables, se
pierden mercados, sequías y malas cosechas. En la me-
moria colectiva los años de la crisis van unidos a he-
chos como: la muerte de Eva Perón, el congelamiento
de los salarios, los bombardeos a Plaza de Mayo, los
conflictos con la Iglesia y la caída de Perón.
"Había que hacer cola para todo. Las papas, el
querosén, el azúcar... escondían la mercadería y la co-
braban más." "El velatorio de Evita fue larguísimo,
no se cuánto duró." "En los días que había muerto
Eva Perón, todos los chicos íbamos en el pueblo con
la cinta los varones y con el moño negro las mujeres.
Y a la noche se armó la procesión y todas las mujeres
de la familia hacían las antorchas." "Y los emplea-
dos públicos tres meses con la corbata negra." "Un
amigo mío había estado en los bombardeos a la Pla-
za de Mayo, cuando me enteré no podía asociarlo con
eso." "Mi abuelo, que estaba en la Plaza, creía que
eran aviones aliados a Perón y de golpe empezaron a
caer bombas, todos corrían, él se tiró por la boca del
subte." "Yo estaba en primer grado superior y mi
mamá vino a buscarme a la escuela porque los mili-
tares se habían dado vuelta. Yo pensé que los aviones
volaban al revés."
FUSCO
FUSCO
Voces Recobradas 23
OTRA VEZ
DEL GOLPE AL GOLPE
(1955-1966) Y VAN...
El período que va desde 1955 (Revolución
Libertadora) a 1966 (Revolución Argentina) es poco
recordado por los testigos en contraposición con la
década peronista. En esta etapa son politizados to-
dos los aspectos de la vida cotidiana desde la bene-
ficencia, la educación, el deporte, los medios de co-
municación, las nomenclaturas de escuelas, ciuda-
des y provincias, hasta la administración pública y
la vida militar. Tanto era así, que la política estaba
presente hasta en los juegos infantiles: Cristina re-
cuerda que muchas veces, cuando jugaban al Mar-
tín Pescador, a un bando lo llamaban Perón y a otro
Balbín.
El fenómeno de politización era tan profundo
que Silvia, nacida en el 45, recuerda haber vivido
con angustia la caída de Perón: "No podía imagi-
narme una Argentina sin él. Era como si hubiese
muerto mi padre."
El eje peronismo-antiperonismo atravesó todos
los ámbitos de la vida pública y sin duda también
muchos de la vida privada: "Para mí, después del
55, se acabó la política", dice Lucía desde el
antiperonismo.
Las diferentes lecturas sobre la caída de Perón
evidencian los efectos de la polarización de la vida
política de los argentinos de aquellos años:
Así, Lucía afirma: "Yo sufrí la época de Perón.
Primero, porque yo era maestra y, como no era
peronista, renuncié a mi cargo porque me obliga-
ban a decir cosas con las que no estaba de acuerdo,
a pesar de que me gustaba mucho dar clases. Des-
pués, porque como yo era presidenta de la Acción
Católica de la parroquia de mi barrio, mi prontua-
rio, es decir mi tarjeta de miembro de la Acción
Católica, junto con las de todas las adherentes, es-
taba en la comisaría porque la policía vino y se lle-
vó todos los archivos de la parroquia."
Clara, hermana de Lucía, recuerda: "El día que
Voces Recobradas24
llegó Lonardi estuvimos en el Aeroparque. Fue el
gusto de estar, porque llegaba alguien que para no-
sotros, en ese momento, era muy importante. Ese
día nos pusimos el distintivo de Cristo Vence, que
es una V de la victoria más una Cruz. Por eso noso-
tros decimos que los peronistas se copiaron de no-
sotros." (Clara hace referencia al logo de "Perón
vuelve".)
Lucía: "Nosotros teníamos un disco de la Mar-
cha de la Libertad grabado por el coro del Santísi-
mo Sacramento. Se grabó en la clandestinidad, todo
a capella por el actor Arturo García Buhr en los
sótanos de esa iglesia. Era un disquito de pasta que
desgraciadamente nos lo robaron una vez que en-
traron ladrones en una quinta que teníamos en
Moreno. La Marcha de la Libertad comenzaba más
o menos así: 'En lo alto la mirada/ luchemos por la
patria redimida/ el arma sobre el brazo/ la fe y la
esperanza renacidas'."
Olga: "Cuando cae Perón, en casa realmente
festejaron. Mi papa, a pesar de ser español, andaba
con banderas. Fuimos a la plaza San Martín, que es
la plaza céntrica de Córdoba, y bueno... era un re-
vuelo de banderas, de pañuelos y después de gran
desfile. Yo, en ese momento, con 9 años, lo sentí
como una gran alegría para mi familia, porque en
casa eran antiperonistas."
Silvia: "-En tren de vivencias infantiles, yo es-
taba muy preocupada por la caída de Perón. No
podía imaginarme una Argentina sin él. No había
ninguna otra posibilidad de que no fuera Perón el
presidente de la República. Tenía la sensación de
que no podía existir otra cosa."
Lucía: "-Para nosotros, a diferencia de Silvia,
el que Perón cayera era bueno, porque en ese mo-
mento el país se estaba derrumbando."
Silvia: "-No es que mi familia fuese peronista
o antiperonista. Posiblemente, si hubiese sido más
grande en esa época, tampoco me habría gustado
que se acabase un gobierno democrático."
Lucía: "-Lo que pasa es que ya en ese momento
no era una democracia, sino una dictadura. Porque
uno habla de los 70 pero durante el peronismo tam-
bién estuvieron nuestros desaparecidos, nuestros
muertos y nuestros exiliados...
Además, las delaciones... Uno no vivía tranqui-
lo. Por ejemplo, íbamos al cine y en el vestíbulo
teníamos que hacer silencio. En la escuela, no se
hablaba del tema de Perón, a no ser, por supuesto,
para alabarlo. Está bien, tendrían que haber deja-
do que se cayera solo, pero eso no iba a pasar, la
gente ya no aguantaba más."
Juan: "-El gran error de la Revolución
Libertadora fue la terrible inhabilidad política.
Porque ellos fueron los responsables de que el
peronismo existiera en la Argentina hasta el 76...
El odio de la Marina fue tan grande que no tuvie-
ron capacidad de razonamiento. Porque terminó con
Perón cuando tendría que haber esperado que se
derrumbase solo. Porque dividió a la sociedad ar-
gentina de tal forma que yo creo que desde la época
de Rosas no pasaba algo así. Por eso lo sacan a
Lonardi, por su discurso de 'Ni vencedores ni ven-
cidos'. Por eso existe el culto de los que van y vie-
nen trayendo los mensajes desde Madrid. La Revo-
Juan Carlos Brid: "No teníamos armas, no
podíamos hablar, ni votar, ni hacer nada. No
teníamos explosivos; el sabotaje era la única
manera que teníamos de enfrentar esta banda
que nos explotaba. No teníamos libertad de
prensa, nada. Todo lo que teníamos era el De-
creto 4161 que decretaba que con sólo mencio-
nar a Perón podíamos ir en cana. No podíamos
tener ni siquiera una foto de Perón en nuestras
casas. Así que recurrimos a los caños."1
Envar El Kadri evoca: "Por todo ello, la
Resistencia. La de los que escondían los bustos
de Perón y Evita, lucían el nomeolvides en la
solapa, escribían panfletos a máquina y con
carbónicos, y con tizones dibujaban el 'Perón
vuelve' en las paredes..."2
Juan Carlos Brid en el año 1975.
Voces Recobradas 25
lución Libertadora extendió durante 20 años lo peor
del peronismo: el culto al personalismo."
Nélida: "-Yo en esa época andaba de novia y
me estaba por casar. Por supuesto que me enteraba
de lo que estaba pasando pero yo vivía mi vida. No
era para decir me juego o no me juego. Nunca tuve
perspectivas de grandes cambios. No tenía expec-
tativas de que la Libertadora pudiese hacerlos."
Estos testimonios recogidos son los de algunos
miembros de la clase media que por diferentes ra-
zones se sentían "heridos en su dignidad": los sim-
patizantes de los partidos afectados por la falta de
libertad de expresión, los docentes obligados a
politizar sus clases, los estudiantes universitarios
reducidos al silencio, los empleados públicos some-
tidos a la obligación de la afiliación peronista.
En cambio, dentro de esta misma clase media
existen sectores que dan otra lectura, con mucho de
autocrítica, que significaría un corte con la tradi-
ción familiar antiperonista de la caída de Perón. Esta
crisis ideológica fue originada no sólo por la caída
del régimen, sino también por las decisiones de los
vencedores. Tal el caso de Mariluz: "En mi casa mi
padre era republicano español, era socialista. Por
supuesto, en mi casa éramos antiperonistas. Pero
hete aquí, llega el momento de los festejos y éstos
se hacen en el Barrio Norte. Ahí yo hago mi catar-
sis... una de las cosas que me llamó la atención fue
ver a la gente que era delegada de fábricas, lloran-
do mientras se festejaba en la calle Santa Fe. La
señora que a mí me hizo reflexionar mucho fue una
que vivía en frente nuestro, nunca me la voy a olvi-
dar. Trabajaba en Terrabusi y ella me decía que
cuando sacaban las galletitas del horno se ponían
unos papeles y le quedaban las manos muy hincha-
das hasta que vino Perón. Después, ya empezaron
a organizarse, y bueno... ya sabemos toda la histo-
ria, que eran leyes de los socialistas y todo eso. Me
decía que les dieron guantes, vacaciones... cuando
cayó Perón, era tal el llanto de esa mujer, porque
ellos habían ganado mucho como trabajadores, y
ella había perdido en esa fábrica la vida entera. Y
yo la veía a ella llorando, y del otro lado, los feste-
jos en la calle Santa Fe. Ahí es donde se me produce
el choque. Ahí comienzo a pensar."
Con el testimonio de Cristina, que nos habla de
la tragedia ocurrida a su familia con la caída de Perón,
se evidencia la despolitización de la vida cotidiana a
partir del 55, cuando desaparece la idea de comuni-
dad organizada en la nueva Argentina debido al sur-
gimiento de una prohibición inédita en el país: la pro-
hibición de la palabra. Sin embargo, no se silencia sólo
una palabra sino todo lo que tiene que ver con ese
hecho histórico que la palabra nombra.
Cristina: "...yo pertenezco a una familia que era
peronista. Mi tío era el intendente del pueblo y papá
era el jefe de Correo, él era oriundo de San Andrés
de Giles. La hermana de Cámpora y el cuñado eran
los padrinos de bautismo de mi padre.
El hermano menor de mamá era teniente pri-
mero de Aeronáutica y todos creían que él también
era peronista. Cuando llegó la revolución de setiem-
bre del 55 pasaron varios días sin que tuviéramos
noticias suyas. Al correo llegaban telegramas de
Marta: "A mí me parecía estar viviendo una
guerra. Yo tenía terror porque no sabía qué era
lo que iba a venir después. Como mis padres
habían venido de Europa escapando de la gue-
rra, en busca de tranquilidad y paz, y a mí se
me había transmitido todo aquel horror, yo
pensaba que aquello se repetiría y creía que no
podría soportarlo."
Voces Recobradas26
todos los muchachos que estaban haciendo la
conscripción avisando que estaban bien, pero no-
sotros no recibíamos ninguno. Una mañana, se-
ría como el 20 de setiembre, no recuerdo bien,
porque todo eso lo vivimos como una pesadilla,
yo estaba en el cuarto de mi hermana mayor que
era contiguo a la pieza donde estaba el telégra-
fo, dado que vivíamos en el correo. Y oímos que
uno de los empleados decía a otro: '... aquí hay
un telegrama para don José Lafalce -mi abuelo-
que dice falleció Dardo, quién es?' (en Salto a mi
tío lo conocían por su sobrenombre, Piti). A lo
que el otro le contestó, 'andá, preguntale al jefe'.
Entonces mi hermana me dijo: '... andá al cuarto
de mamá y no dejés que le avisen'. Pero no llegué
a tiempo. Los días que siguieron fueron terribles.
En un momento dado llamaron por teléfono y
dijeron que mi tío no había muerto porque no era
su avión el que había caído. La casa de mi abue-
la se llenó de milicos que venían trayendo el ca-
jón cerrado envuelto en una bandera argentina.
Llenaron de placas el frente de la bóveda y a mí
me impresionó mucho una que decía: 'Por Dios,
por la Patria y por nuestro hogar'. Pasarían mu-
chos años para que yo comprendiera el verdade-
ro significado de Dios, patria y hogar. Nunca su-
pimos exactamente cómo fue que murió. Pero por
lo que se pudo reconstruir, la versión más vale-
dera era la siguiente: mi tío, que estaba en la Base
de Villa Mercedes en San Luis junto con
Capellini, que a fines del 75 encabezara un in-
tento de golpe, fueron los primeros de la Aero-
náutica en levantarse contra Perón. Tanto es así
que según su mujer, si el golpe fracasaba, él se
tenía que exiliar en el Uruguay junto con su fa-
milia.
El avión que él manejaba, un Avro Lincoln,
ya había caído y él estaba herido, pero a último
momento cambió su lugar a otro compañero, jus-
tamente porque había posibilidades de que se
tuviera que exiliar y subió como copiloto a un
aparato piloteado por el capitán Turrado Juárez.
Aparentemente ellos llevaban como misión bom-
bardear Río Cuarto y se habrían peleado entre
ellos porque Turrado Juárez tenía un tiro en la
nuca, y chocaron contra un cerro en la provincia
de Córdoba. En cuanto al motivo de esa pelea hay
dos versiones: una, que entre la tripulación ha-
bía un suboficial con familiares en Río Cuarto
que se habría opuesto al bombardeo. Y la otra,
que los suboficiales se amotinaron porque se-
guían siendo leales. Posiblemente, fueran ciertos
los dos motivos.
Eso ocurrió el 17 de setiembre de 1955. En
casa, además del dolor por la muerte de mi tío,
se vivían momentos de mucha angustia por la
caída de Perón. Yo recuerdo que mi padre, que no
entendía de trenzas ni de traiciones, ante el exi-
lio de Perón decía: '... este hijo de puta se rajó y
mi amigo -por Cámpora- está preso en Ushuaia'.
Por otra parte, era como que no entendían
qué había pasado con mi tío porque nadie en mi
familia sabía que él no era peronista. A partir de
ese momento hubo una especie de 'pacto de si-
lencio' y por muchos años no se habló de políti-
ca. Ni siquiera los niños lo hicimos: mi hermana
menor, María Eva, durante mucho tiempo se aver-
gonzó de su nombre. La Revolución del 55 y la
muerte de mi tío Piti, para papá, que estaba en-
fermo hacía años, de cáncer, fue el golpe mortal.
Mi tío, el que era intendente peronista, aportó
económicamente para la resistencia, pero de eso
nos enteramos recién en el 73, porque mi tía no
quería saber nada de que actuara en política por
lo que había pasado en casa."
Esta prohibición en el ámbito de una fami-
lia, la casa de Cristina, refleja lo ocurrido en una
nación. Nada mejor que el olvido, después de una
tragedia. Nada mejor que negar todo lo que ocu-
rrió inclusive, la palabra. Empezaron por borrar
los nombres, más adelante borrarían los cuerpos.
Indudablemente, toda la maquinaria monta-
da para extirpar todo vestigio del peronismo, en
cierta medida, surtió efecto.
Con el correr de los años, para el imaginario
FUSCO
Voces Recobradas 27
colectivo los sucesos del 55 se recuerdan, confu-
samente, como un único hecho, como si el mis-
mo día hubieran ocurrido la procesión de Cor-
pus Christi, el bombardeo a la Plaza de Mayo, la
quema de las iglesias, las persecuciones religio-
sas y la revolución de septiembre.
El testimonio que nos brindó Hugo es
ejemplificador de esta confusión: "Me acuerdo
que en el 55 me habían ido a buscar al colegio
más temprano, estaba en primero superior, por-
que se produjo el golpe militar y las madres te-
nían miedo de que nos pasara algo. Mi mamá vino
a buscarme, y yo le pregunté qué había pasado.
Me dijo que se había dado vuelta el Ejército.
Como habíamos visto y oído a los aviones que
pasaban a la mañana, yo pensé que eran los avio-
nes los que se habían dado vuelta y que se nos
iban a caer encima. Al otro día nadie trabajó y
estaban todos con la radio escuchando la infor-
mación que pasaban en Plaza de Mayo: la pila
de muertos, incluso el padre de un compañero mío
había muerto en el bombardeo. Mi abuelo se sal-
vó de casualidad porque se tiró por la boca del
subte. El viejo siempre contaba que estaba la
gente en la plaza cuando vinieron los aviones y
todos saludaban porque pensaban que eran 'alia-
dos', y resulta que los aviones empezaron a bom-
bardear y todos salían corriendo. En la noche, los
primos de mi mamá fueron al centro y contaban
que pasó lo mismo que con la caída de Yrigoyen,
todo el mundo pateaba estatuas y dos personas
pasaban con una placa de Perón y Evita, dicien-
do: 'Escupa aquí'."
Este bombardeo, perpetrado el l6 de junio de
1955, en el transcurso de un abortado golpe de
Estado, fue un hecho tan traumático que pudo
ser ocultado por el poder y convertido en un mito
para el pueblo. Para los militares del 55, tampo-
co hubo muertos en la Plaza, porque, tal como
ocurrió 20 años después: ¿dónde están los nom-
bres? ¿Dónde fueron a parar los cuerpos de los
asesinados desde el aire? Entonces, surgen los mi-
tos. El recuerdo de Lucía lo confirma: "La Plaza
estuvo cerrada para todo el mundo durante tres
o cuatro días. Yo trabajaba al otro lado de la
Plaza y no podía pasar por ahí. Según dijeron,
yo no lo puedo certificar, hubo gente que vino en
camiones desde los frigoríficos del sur de la
ciudad que estaba armada con 'palitos', porque
otra cosa no eran, y mientras gritaba 'Viva Perón'
y 'La vida por Perón', les pasaban los aviones
por encima y los bombardeaban. Según se dijo,
esa gente está enterrada en la Plaza, por eso la
cerraron por unos días y le negaron la entrada al
pueblo."
La resistencia
En este contexto de rápida reestructuración
del espacio social, según Neiburg3, todas las in-
terpretaciones del peronismo propusieron nue-
vos modos de integrar el pueblo a la sociedad
argentina, que implicaban formas de relación
entre dos grupos sociales en disponibilidad: de
un lado, una base social que había quedado huér-
fana de su líder, y de otro lado, líderes políticos
potenciales carentes de base social. Éstos propu-
sieron diferentes alternativas que iban desde su
propia peronización -racionalizada como
autocrítica respecto de una posición antiperonista
anterior, o como descubrimiento de algunas bon-
dades del antiguo régimen- hasta la des-
peronización del pueblo -incluyendo desde pro-
puestas más claramente autoritarias hasta pro-
Patricia: "Yo soy de la generación que tuvo
que hacer revisionismo histórico. Me crié tam-
bién en una casa totalmente antiperonista y
cuando vino la Revolución Libertadora (con la
que no comulgo), cuando vi los destrozos que
hicieron, yo soy de Junín y conocí a todos los
Duarte, le dije a mi mamá: ¿Mami, los pero-
nistas eran hordas salvajes?, ¿y éstos qué son?,
yo me quedé muy asustada, no me hice
peronista pero dejé de ser antiperonista. Em-
pecé a hacer revisionismo histórico."
Voces Recobradas28
cesos más lentos de educación democrática del
pueblo-.
Entonces, así como antes, en la era peronista,
esta Nación estaba constituida por un 'nosotros'
-Estado y Pueblo- y un 'ellos' -la oligarquía, la
reacción, etcétera-. Ahora, la Nación es las masas
a la espera de un nuevo líder y 'él' -el dictador
depuesto, el tirano prófugo, el innombrable-. No
obstante las pretensiones de estos líderes poten-
ciales a la espera de las masas disponibles, el pue-
blo, en todas las contingencias electorales, siguió
las directivas de su líder en el exilio, llámese voto
en blanco, voto a Frondizi, alianza con los conser-
vadores populares o con los partidos provinciales.
En este contexto el intento de desperonización
de la sociedad continúa vigente en todos los que-
haceres de la vida nacional, tal como lo ponen de
manifiesto los siguientes testimonios:
Jacinta: "-Yo en esa época trabajaba en el
policlínico de Avellaneda, que se llamaba Presiden-
te Perón. Todo lo que había en la sala, los cuadros
de Eva, todo desapareció totalmente. A la ropa de
cama, como tenía un redondel que decía Fundación
Eva Perón se lo sacaron y dejaron los agujeros."
Miguel: "-La imagen que tengo del 55 es a mi
viejo quemando libros en casa, artículos o sellos
del justicialismo."
Hugo: "-En el 55 cuando volvimos a clase, nos
dieron unas etiquetas negras que cubrían las hojas
del libro de lectura y tapamos las fotos de Eva, el
escudo y todo lo referido al peronismo, más de la
mitad del libro quedó con las etiquetas negras."
Pero, en este intento demencial por lograr la
desperonización de la sociedad, se llegó aún mu-
cho más lejos: ya no bastó la destrucción de los sím-
bolos, también se destruyeron vidas. La respuesta
al levantamiento de junio de 1956 fue el fusilamiento
de militares y civiles en aplicación de la ley mar-
cial.
Cristina: "Lo que recuerdo de los fusilamientos
de junio de 1956 es algo muy puntual: era un domin-
go, y había ido con dos amigas de visita a la casa de
los tíos de una de ellas. Estábamos escuchando radio
en la cocina, teníamos 10 años; de golpe, en un
informativo dieron la lista de los fusilados, y cuando
lo nombraron al coronel Cogorno, una de mis amigas
exclamó riéndose: 'Cagó Cogorno'. Yo recuerdo que a
mí me dolió pero no se lo pude reprochar porque, como
ser peronista era mala palabra, yo trataba de despe-
garme, me avergonzaba."
Desde otro ángulo, mucho más ideológico,
Patricia recuerda los fusilamientos de 1956: "Yo en
esa época viajaba mucho en tren, donde me encon-
traba con muchos peronistas. Ellos, indignados me
decían: 'Esto lo van a pagar algún día, acordate que
lo van a pagar'. Nunca me olvidé de esta frase, es-
pecialmente cuando lo secuestraron a Aramburu, y
en ese momento me sentí totalmente identificada
con la hija del general Valle cuando justificó este
hecho."
Los períodos
democráticos: Frondizi-Illia
"Un tipo de aspecto profesoral que no vivía en
las nubes. Libros y realidad: la síntesis esperada
durante años. Cultura y eficacia. ¡Qué bien!... Un
Roosevelt que conocía a Lenin, la síntesis de libros y
alpargatas y de unitarios y federales, el Gran Proyec-
to, el país al día. El cielo en el extremo sur de América
Latina."4
Frondizi llega al poder gracias a los votos
peronistas. La ilusión de todo un pueblo que lo acom-
paña, sintetizada por la cita de Viñas, pronto se trans-
formaría en la gran decepción. En sus cuatro años de
Voces Recobradas 29
gobierno, jaqueado continuamente por el poder mili-
tar, comprometido por sus promesas a un electorado
heterogéneo, trata de capear el temporal virando de
izquierda a derecha, y termina librando principalmen-
te tres "batallas" que constituirían la traición del pro-
grama nacional y popular que levantara en los comien-
zos de su campaña política: la política petrolera, la
educación libre y el plan de estabilización de
Alsogaray.
Cristina recuerda esos hechos del gobierno de
Frondizi: "Yo tenía doce años y estaba en sexto gra-
do. Pero a mí me gustaba la laica porque mi herma-
na, que estaba en el secundario era de la laica. En rea-
lidad, en mi escuela éramos solamente dos las que 'éra-
mos de la laica', y nos peleábamos con la maestra,
que era muy católica. En mi pueblo había manifesta-
ciones de uno y otro grupo. A nosotras nos daba risa
porque los de la libre, que eran todos los de la Acción
Católica gritaban: 'Comunistas a Moscú'. Yo mucho
no entendía, pero después mi amiga Tatela, que en esa
época estudiaba en Buenos Aires y militaba en la
FUBA, me contó que en las manifestaciones los estu-
diantes llevaban unos carteles que decían: 'YPF= Uni-
versidad nacional. Standard Oil= Universidad priva-
da'. Yo quería que en Salto también llevaran un car-
tel de esos aunque no tenía ni idea de lo que quería
decir, pero si los universitarios lo llevaban y, ade-
más, al frente de esa manifestación iba el rector de la
universidad (Risieri Frondizi, hermano del presiden-
te), debían tener razón."
Juan evoca la bronca de su padre, delegado gre-
mial de Luz y Fuerza, cuando le tocó negociar con
Alsogaray, entonces ministro de Economía:
"Alsogaray les dijo: 'Bueno, muchachos, este in-
vierno yo me hago un traje menos y ustedes se toman
una botella de vino menos'. Para mi viejo, Alsogaray,
en su soberbia, los había tratado de borrachos."
Todas las contradicciones y los vaivenes
frondizistas, que no hacían otra cosa que demostrar
la endeblez de su gobierno, terminarían por causar
su caída. Los militares, que siempre habían descon-
fiado de su pasado político, no le habían perdonado
su postura original con respecto a Cuba. Tampoco
aceptaron el triunfo de la fórmula peronista Framini-
Anglada en la provincia de Buenos Aires. Éste fue el
golpe de gracia. Frondizi es reemplazado por José
María Guido.
Este breve período es recordado por los frecuen-
tes enfrentamientos entre militares, que aunque na-
die los comprendía, enturbiaban la calma de los ba-
rrios.
El pueblo se mantenía al margen de esta lucha
palaciega, como la caracteriza Jorge, quien también
dice: "Esa lucha, la de azules y colorados, era cosa
de ellos, nosotros los veíamos desde la vereda de
enfrente. No había un sentimiento revolucionario
o antirrevolucionario."
La elección de Illia se produce con la proscrip-
ción del peronismo, y con sólo el 25% de los votos. La
debilidad del gobierno marcó este presente en todos
sus actos. En sus casi tres años de gestión, Illia intentó
un gobierno de defensa de la soberanía y trató de fre-
nar el avance de las multinacionales. Una vez más el
poder militar junto con la oposición política de las cor-
poraciones frustraron esta relativa estabilidad
institucional: el 28 de junio de 1966, los militares, con
Onganía a la cabeza, inauguran la llamada Revolu-
ción Argentina.
De la etapa de Illia los testimonios recogidos son
escasos. Nadie recuerda hechos concretos, solamente
la bonomía de ese ex presidente.
Liliana: "Recuerdo la sencillez de este hombre
democrático que nos recibió en la Casa Rosada, nos
dio la mano a cada una de nosotras. Estaba en tercer
año del secundario y decidí ser radical, esperaba cum-
plir los dieciséis. No pude, un mes antes, el 28 de ju-
nio del 66 se cortó mi sueño."
Voces Recobradas30
REVOLUCIÓN Y UTOPÍAS
ENTRE GOLPE Y GOLPE
(1966-1976)
Entre las ironías y bromas impiadosas de algunos
medios de comunicación, se fue gestando el golpe de
Onganía (28 de junio de 1966).
La dura interna entre azules y
colorados en el seno del Ejército se
saldó a favor de los azules.
Las universidades públicas, en
especial la de Buenos Aires, disfru-
taban laboriosamente de una etapa
creativa y dinámica. "La noche de los
bastones largos" (29 de julio de 1966),
terminó con los briosos corceles
policiales pisoteando la autonomía
universitaria e iniciando un prolon-
gado período de decadencia de la
educación superior y la investiga-
ción científica.
Para algunos, el golpe de Onganía fue uno más, y
no tuvo mayor importancia:
Juan: "...Yo tenía 26 años y mucha bolilla no le
daba a la política, al presidente lo dibujaban como
una tortuga, era un radical bastante mayor... y enton-
ces los milicos otra vez... incluso al-
gunos decían que el coso este era me-
dio peronista, incluso me acuerdo
que hubo varios sindicalistas cuan-
do juró Onganía... y, no, mal no,
laburo siguió habiendo, claro que
cualquier otra época comparada con
esta, en la que no hay nada, es bue-
na..."
Algunos historiadores interpre-
tan que la Revolución Argentina
liderada por el general Onganía fue
la consecuencia local del proceso de
recalentamiento de la Guerra Fría. Onganía y su selec-
to elenco de católicos cursillistas se interesaron espe-
cialmente en encuadrar a los jóvenes en los más estric-
tos principios de la civilización occidental y cristiana.
Beatles, hippies, rock, psicoanálisis y demás "mo-
das de la nueva ola" afectaron y alarmaron a los más
conspicuos guardianes de las tradiciones.
Cuba, Fidel y el "Che", y más adelante "los tupas",
fueron las señales estridentes que pusieron alertas a
los defensores del statu-quo, a la vez que alimentaron
el compromiso y las voluntades de la generación jo-
ven en pos de una transformación profunda de las es-
tructuras sociales.
Pablo: "... En el 66 yo estaba terminando el se-
cundario, en una nocturna en Caseros en la que me
recibí de maestro normal nacional... y yo me quería ir
a enseñar al interior... a hacer algo, a ayudar a los
demás... era como que lo más importante era hacer
una sociedad más justa. Al final terminé en la selva
misionera en un obraje que se llamaba Yabotí, a 40
km. de San Pedro, y ahí no me fue bien, me tuve que ir
enfermo de sarna, sin un mango y corrido por los de
la empresa que no me querían..."
Al margen de la renovada proscripción al
peronismo, en los años de la dictadura de Onganía, el
Estado trató de instalar en la Argentina, al igual que
en el resto de los países del Tercer Mundo, el fantasma
del comunismo como un demonio omnipresente e in-
«Beatles, hippies, rock,
psicoanálisis y demás
"modas de la nueva ola"
afectaron y alarmaron a
los más conspicuos
guardianes de las
tradiciones.»
Voces Recobradas 31
sidioso que estaba envenenando las
mentes y las almas de los jóvenes.
Toda posición genéricamente pro-
gresista era tildada de "comunista".
En este empeño, la propaganda ofi-
cial colisionó con la acción renova-
da de algunos sectores de la Iglesia,
inmersa en un profundo proceso de
renovación desde el Concilio Vati-
cano II. La opción por los pobres,
sostenida por el Movimiento de Sa-
cerdotes para el Tercer Mundo fue una enzima pode-
rosa.
Horacio: "... en 1970 yo tenía 18 años y estaba en
el grupo de juventud de la parroquia que había forma-
do un cura joven, el padre Mario, y se nos ocurrió ir a
hacer catequesis en una villa que estaba como a 20
cuadras de la parroquia... me acuerdo que mi vieja me
aconsejó que no fuera, porque era peligroso y además
-esa gente no tiene remedio- me dijo... por esto y otro
montón de cosas yo me peleaba mucho con mi vieja...
pero después de la colimba, me casé enseguida y me
fui de casa..."
Otros argentinos se sintieron sorprendidos por los
cambios y las modas:
Ana: "... uy, ... sí, me acuerdo cuando salieron to-
dos esos nuevaoleros,... mi nena que tendría cerca de
quince años nos hizo comprar un tocadiscos y estaba
todo el día con esa música... a todo lo que da, imagí-
nese... después una se acostumbra... yo no lo quería
decir, pero a mí me gustaba Palito Ortega..."
A nivel de la vida cotidiana los cambios fueron
ostensibles. A lo largo de la década del 60 se produjo
la difusión masiva de los nuevos electrodomésticos
comprados a crédito. Las radios a transistores permi-
tían a los muchachos torturar a sus pacientes novias
escuchando el partido durante el consabido paseo a la
plaza en las siestas del domingo. Futbolero y "Spica"
eran una conjunción inseparable.
El 29 y 30 de mayo de 1969, el "cordobazo" puso
en evidencia la disconformidad social con la dictadu-
ra de Onganía. Además, desencadenó cambios de po-
siciones en todos los actores sociales.
Desde su expectable exilio en Madrid, Perón co-
menzó a alentar a "los muchachos", que emprendie-
ron un camino más arduo y que se revelaría finalmen-
te trágico.
La revolución cultural china de
Mao-Tse Tung, en 1966, hizo surgir
en la Argentina los primeros grupos
maoístas.
Pablo: "... En el 71, yo cursaba
historia en la Universidad de Mar
del Plata, y teníamos cada discusión
con los profesores... me junté con
unos compañeros y fundamos un
grupo que se llamó 'La luz de la re-
volución', y estábamos todos locos
con los textos de Mao... a mí me duró
poco... pero Armando, un amigo mío,
siguió... creo que después se metió en
las FAR y desapareció..."
Parece haber una marcada diferencia generacional
frente a la situación. Mientras los jóvenes, entre 15 y 25
años, se ligaban o comprometían en diferentes grados
en los múltiples y variados grupos empeñados en accio-
nes políticas y sociales, sus mayores resistían o asistían
desorientados y aprensivos a los impulsos de sus hijos.
«El 29 y 30 de mayo de
1969, el "cordobazo"
puso en evidencia la
disconformidad social
con la dictadura de
Onganía. Además,
desencadenó cambios de
posiciones en todos los
actores sociales.»
FUSCO
Voces Recobradas32
Alicia: "... Mire, yo al principio cuando la Claudia
se puso a hacer política pensé: y bueno, son cosas de jóve-
nes, ya se le va a pasar, pero después con lo de Aramburu
me asusté... y ella no me hacía caso... no es que me discutía,
no me hacía caso... lo que pasó es que se dejó llevar por los
muchachos de la facultad... yo no se cuándo estudiaba por-
que estaba siempre de reuniones y de manifestaciones..."
Hacia fines de 1970, el general Lanusse termina de con-
solidar su liderazgo en las FFAA y se dispone a conducir
una retirada ordenada y gradual de los militares.
Los sectores dominantes tradicionales no lograron
homogeneizar sus intereses y se sintieron desbordados por
el empuje de los sectores medios y populares.
Se recurre entonces a una salida de transición hacia la
normalización institucional que, a pesar de fuertes resisten-
cias, incluyó también a Perón.
El 17 de noviembre de 1972, en una destemplada ma-
ñana, Perón llega al aeropuerto de
Ezeiza y se cobija bajo el paraguas
obsecuente del entonces secretario ge-
neral de la CGT, José Rucci.
Rosa: "... Fue terrible... en mi casa
fue un día de duelo... mi papá se des-
compuso... después de todo lo que ha-
bíamos pasado... otra vez..."
El variopinto folclore que se desa-
tó en torno a la casa de la calle Gaspar
Campos alteró la burguesa tranquilidad
de los vecinos de Vicente López,
mientras un incesante desfile de visitan-
tes impedía el descanso del viejo gene-
ral.
Juan Carlos: "... Yo hice la colimba en el año 72, en el
GADA 101 de Ciudadela (Grupo de Artillería de Defensa
Antiaérea)... ahí éramos casi todos estudiantes... recomen-
dados por alguien para no ir lejos de casa, a mí me reco-
mendó el padre de un compañero de trabajo de mi viejo, el
coronel Eizaguirre... se hablaba mucho de política y de his-
toria... sobre todo la historia le gustaba
a muchos de los oficiales jóvenes... a
veces se armaban grupos de a quince o
de a veinte en la cuadra y meta conver-
sar y discutir... los oficiales también...
los 'zumbos' no tanto, porque mucho no
manyaban... mirá cómo sería la cosa que
una vez les organizamos una huelga de
hambre porque nos habían cancelado un
franco, y se armó una... al final me en-
gancharon que yo había sido uno de los
cabecillas... y sí, me dejaron un mes sin
salidas pero nada de calabozos o algu-
na otra cosa jodida... imagináte que si
lo hubiera hecho después del 76 ya esta-
ría muerto..."
Efectivamente, se había instalado en el país un estado
cuasi deliberativo mientras la violencia iba in crescendo
(masacre de Trelew, asesinato de Oberdam Salustro, del
general Sánchez en Rosario, atentados, asaltos a Bancos,
tomas de fábricas).
Montoneros y ERP se instalaron en el escenario
mediático generando temor, desasosiego y al mismo tiem-
po alimentando el imaginario mítico y heroico de los jóve-
nes. Todas las certezas históricas se pusieron en cuestión.
Los hijos de muchos hogares de clase media acomo-
dada, de marcada matriz antiperonista, se afiliaron a la JUP
(Juventud Universitaria Peronista) y descubrieron en Perón
una sorprendente faceta socialista.
En marzo del 73 se hizo realidad la pegadiza consig-
na: "El tío al gobierno, Perón al poder". Jóvenes jacobinos
devenidos "peronistas revolucionarios" aparecieron llenan-
do los casilleros del organigrama burocrático del Estado.
El corto mandato del presidente Cámpora alertó a los
históricos dirigentes del peronismo. El omnipresente "bru-
jo", López Rega, cobijó a los grupos de choque de la derecha
fascista del peronismo y emergió la "contrainsurgencia" en
«...Mire, yo al principio
cuando la Claudia se
puso a hacer política
pensé: y bueno, son
cosas de jóvenes, ya se le
va a pasar, pero después
con lo de Aramburu me
asusté... »
Voces Recobradas 33
la tristemente célebre AAA (Alianza Anticomunista Argen-
tina).El 20 de junio de 1973 se concretó el enfrentamiento en
los campos de Ezeiza. El cambio de rumbo se patentiza en
una ironía que circuló profusamente y que se atribuía al
propio Perón: "Vea m´hijo, si quiere ser un buen conductor
en política, haga como yo, ponga el guiño a la izquierda
pero gire a la derecha". A pesar de lo inconsistente de la
anécdota no puede omitirse la tentación
de asociar este presunto dicho de Perón
con cierto discípulo de ascendencia siria,
si uno trae a la memoria la campaña
electoral de 1989 (elecciones del 14 de
mayo) y los años subsiguientes.
Miguel: "... Durante el gobierno de
Cámpora había muchas libertades, y lo
que no querían los grandes era ni gente
capaz ni gente que tocara sus intereses...
Yo trabajaba en el SENASA (Servicio
de Sanidad Animal), que se ocupaba del
control de la carne y de otros alimentos... Una vez nos tocó
controlar esos polivitamínicos para las veterinarias... Ha-
cemos el análisis varias veces y nos da que tenía la mitad
de lo declarado. Se movía mucha plata atrás de eso y se ve
que nadie lo controlaba. Mi jefe no quiso cambiar el in-
forme y lo rajaron... yo quedé porque era un pinche... des-
pués que se fue Cámpora y vino Perón y nombraron a un
Coronel y entonces otra vez no se controlaba nada... Yo
formaba parte del grupo que empujaba, estaba en un
grupo de izquierda, no de Montoneros ni ERP, en 1973
nosotros y la gente pensábamos que se podía cambiar
esa corrupción..."
Otros actores sociales lo vivían de otro modo:
Juan: "Mire, a mí toda esa época no me gustaba nada
lo que estaba pasando, yo trabajaba en los talleres de la
municipalidad, ahí con máquinas y motores y había un mu-
chacho muy gauchito que se hizo delegado, era medio de
izquierda vio... y una vez vino un milico que era jefe de algo
en la municipalidad y nos levantó en peso y este muchacho
se puso a discutirle, y bueno como a la semana desapare-
ció... a los diez días vino... vea, estaba todo roto, le habían
dado una paliza... yo le decía que se dejara de joder... des-
pués cuando vino el gobierno militar lo rajaron, pero des-
pués yo me enteré con el tiempo que desapareció y nunca
más... fueron tiempos bravos, pero a mí me parecía mal que
mataran y secuestraran militares... los dos estuvieron mal
y toda esa violencia no sirvió para nada..."
El 1º de julio de 1974 muere Juan D. Perón, que había
asumido su tercera presidencia el 25 de mayo de 1973 con
más del 50% de los votos. Sube a la presidencia su mujer
María E. de Perón y se pone de manifiesto la influencia de
López Rega.
«...A mí por un lado me
dio tranquilidad cuando
los militares la voltearon
a la Isabelita... era un
desastre esa pobre
mujer... »
Alicia, la mamá de Claudia, nos ilustra: "...A mí por un
lado me dio tranquilidad cuando los militares la voltearon
a la Isabelita... era un desastre esa pobre mujer... mi hija ya
se había ido a vivir al sur en el 74, después que se casó... vea
por suerte... me acuerdo que cuando subieron los militares
yo agarré unos libros de la Claudia que habían quedado en
casa y de a poquito los quemé... vio... por las dudas..."
Los actores sociales directamente
involucrados en los grupos que ejercita-
ron la violencia presentan algunas
facetas todavía difíciles de encuadrar.
Horacio nos habla de un amigo:
Horacio: "... Estaba en el colegio
uno o dos años más que yo... y nos
seguimos encontrando a través de los
años y un día estando yo militando
me lo encuentro que estaba en un gru-
po trotskista, el PRT. A los seis me-
ses militaba en dos grupos armados
a la vez; nunca me voy a olvidar de una discusión que
tuvimos en un bar de Haedo... él me mostró la culata de
una 45 y me dijo al final: ésta es mi única ideología... y
qué cosa... este muchacho pasó de ser tacuara a ser trots-
kista... era un tipo muy agresivo... Sí, sí... sobrevivió...
se fue a España en el 77... y ahí una noche le cayó a la
casa de otro amigo de los dos pidiéndole que lo esconda
porque andaba en la heroína, allá en España... después...
mucho después me lo encontré acá de vuelta y andaba
FUSCO
Voces Recobradas34
en eso del new-age, de la energía cósmica y esas
huevadas..."
Es muy difícil saber qué hubiera pasado si se
hubiera producido una salida política de la Presi-
denta, tal como parece se estaba intentando. Más
difícil es saber cuál fue el verdadero grado de des-
prestigio y falta de consenso de los ciudadanos para
con aquel gobierno, ya que no hubo comicios, los
que hubieran sido el único modo de tener una
aproximación cierta a estas cuestiones.
El llamado "Rodrigazo", generó un impacto di-
fícilmente olvidable.
Carlos: "...Justo un poquito antes yo me había
metido a comprar otro camión en cuotas... ¿te
acordás Rosa?... bueno la cuestión que a los cuatro
o cinco meses me daba vergüenza ir a pagar la cuo-
ta... no era prácticamente nada..."
Esta década se nos aparece como una mareja-
da movilizante, un tiempo en el que muchos argen-
tinos participaron en mayor o menor grado de mo-
vimientos transformadores que se planteaban revo-
lucionar o, cuanto menos, modificar a la sociedad
argentina.
El año de los cuatro presidentes -Lanusse,
Cámpora, Lastiri, Perón-, 1973, es la cresta de esta
oleada confusa y genéricamente revolucionaria.
Puede considerarse que nunca antes como en
ese momento los factores de poder se sintieron se-
riamente amenazados. Quizás la extraordinaria vio-
lencia represiva que se desató luego, guarde una
correspondencia directa con esta percepción de to-
dos los grupos de la clase dominante.
En cierto sentido la represión del proceso, que
abarca la mayor parte de la década siguiente, fue el
modo en que los sectores dominantes decidieron
disciplinar a los sectores sociales subordinados. Si
éste fue el objetivo principal, puede apreciarse que
se cumplió.
Parece apropiado concluir estas líneas con el
testimonio de Rosa: "...En los años del proceso yo
era delegada de la contaduría municipal... me ha-
bían querido echar por ser delegada pero mi jefe, el
contador general, me defendió. A otra gente la echa-
ron pero no me acuerdo que nadie haya desapareci-
do... yo salí a festejar el mundial del 78... qué ver-
güenza ¡¡...qué vergüenza me da cada vez que me
acuerdo...!! yo me enteré en el 79... me acuerdo que
una compañera un día, muy en secreto me pasa una
hoja metida en el medio de un diario y me dice: andá
leelo, pero tené mucho cuidado... yo fui al baño y
no lo podía creer... y por un tiempo no lo podía... no
lo quería creer... ¿cómo iban a pasar esas cosas en
la Argentina...?"
Voces Recobradas 35
DEL GOLPE DE 1976
A LA RECUPERACIÓN
DEMOCRÁTICA DE 1983
De los tradicionales "cortes históricos" que hace-
mos los historiadores, 1976 es, quizás, el que más se
correspondió con los testimonios que obtuvimos en los
centros culturales. Se expresó a través de las palabras
y de los gestos, de los silencios, de la forma de contar.
En aquellos talleres en los que se habló crono-
lógicamente se hizo muy notoria la diferencia entre el
período 1973-1976 y los años de la dictadura. Con el
período peronista los testimonios surgieron en forma
caótica. Las fechas se mezclaban. Los atentados de la
derecha y de la izquierda se confundían. Las bombas
y los asesinatos pasaron a ser la temática cotidiana.
Automáticamente, la fecha del 24 de marzo llamaba
al silencio, a la palabra pausada, escuchada con respe-
to. Los gestos cambiaban. Las sonrisas se esfumaban.
El dolor se instalaba en un escenario rotativo. Se
paseaba por cada uno de los integrantes del grupo.
La memoria de aquellos años se manifestó muy
viva y deseosa de expresarse. Resulta sumamente di-
fícil seleccionar en este artículo qué aspectos mencio-
nar de los muchos que fueron tratados. Están los gran-
des temas (violaciones a los derechos humanos, Mun-
dial 78, conflicto con Chile, Malvinas, el Plan Martínez
de Hoz, etc.) y lo cotidiano. La posibilidad de recons-
truir cómo era la dictadura en la escuela, en el trabajo,
en una plaza o en un albergue transitorio.
Obligados a hacer una síntesis, desarrollaremos
las violaciones a los derechos humanos, los cambios
en la ciudad, la vida cotidiana y la guerra de Malvinas.
Las violaciones
a los derechos humanos
No son muchos los defensores del "Proceso", pero
el hecho de que no aparezcan en los talleres no signifi-
ca que no existan. La condena social hacia la dictadu-
ra, en general, inhibe a los simpatizantes secretos.
Vivimos un debate muy interesante tras proyec-
tar el video "El que no salta..." que habla del Mundial
78 y las violaciones a los derechos humanos. Verónica
se animó a opinar de acuerdo con lo que le decían en
su casa.
Verónica: "-Tampoco eran nada buenos, los de la
guerrilla, porque también tengo otra versión de que
no eran treinta mil."
Voces: "-Eh, pero hay que estudiar y leer mucho."
Verónica: "-Es que me lo dice gente que estaba en
esa época. Los guerrilleros también hacían de las su-
yas."
Coord: "-Pero el Estado nunca puede hacer eso..."
Voces: "-Estás equivocada, yo lo viví..."
Verónica: "-Yo lo estoy diciendo en términos ge-
nerales. No quiero pelearme con nadie... Yo soy muy
pacifista y no entiendo la guerra. No la entiendo."
Coord: "-Pero si no entendés la guerra no podés
justificar la tortura."
Verónica: "-No la justifico jamás. No la entien-
do. Entonces me da mucha bronca y me da escalofrío...
Voces Recobradas36
Nunca, pero jamás voy a agarrar el Nunca Más, por-
que no podría leerlo..."
Janette: "-Es bueno leerlo."
María Esther: "-Mi hija lo tiene como la Biblia."
Mary: "-Yo me descompuse, pero lo leí."
María Esther: "-Yo también."
Verónica: "-Es que yo me corto un dedo, veo san-
gre y me baja la presión."
Mary: "-Hay que crecer..."
Janette: "-Es una forma de asepsia..."
Verónica: "- Mi forma de ser no tolera la violen-
cia. No la voy a entender nunca, de ninguna de las dos
partes. Entonces, como hay dos campanas, dos ver-
siones, a mí me gustaría que me dijeran la verdad. Es
imposible, pero quiero la realidad objetiva..."
Mary: "-Ésta es la realidad, yo la viví."
Janette: "-Yo también."
Mary: "-Cuando estaba el Mundial entraron a mi
casa los militares, se llevaron a mi hermano, rompie-
ron toda mi casa... Y mi hermano, simplemente, por-
que figuraba en una agenda... Tal es así que mi herma-
no apareció a los diez días... destrozado. Lo tiraron,
lo dejaron, después que robaron... ¡Lo dejaron porque
era un perejil!, ¡Porque era un perejil, simplemente...
porque no había nada!..."
Janette: "-Yo por hablar en una sala de profeso-
res, y me encaré con el intendente, que era de facto,
llegué a mi casa y no había una cosa en su lugar... No
había una cosa en su lugar... No había matado a na-
die, no secuestré a nadie, simplemente, había dicho que
ustedes no me pueden decir que este alumno murió por
imprudencia porque el semáforo andaba, porque el
semáforo no andaba... Habían matado a una chica de
quince años... Entonces, por defender el derecho de que
no te maten más chicos y el tipo pidió que me exami-
naran yo encontré mi casa destrozada..."
Verónica: "-Yo salí con un chico durante tres años
y militaba en el radicalismo y veía las cosas desde el
punto de vista de ustedes..."
Mary: "-Pero los chicos que fueron a pedir por el
boleto estudiantil, fueron a pedir por un boleto... Lo
habrán hecho como lo hacen todos los adolescentes,
haciendo quilombo, seguro que no se sentaron, habrán
ido a romper vidrios, pero los mataron...
Janette: "-Mirá, una prima mía, ellos son de La
Plata, pero estaban viviendo en Mar del Plata. Pérez
Catán. Desaparecido: Jorge. Cuando le empezaron a
llevar a los hijos (porque le llevaron cuatro). Mirá
cómo le llevan a Alejandro y a su mujer. Habían ido
al campo ellos, en el campo del abuelo (el abuelo fue
el fundador del Banco Hipotecario, Enrique Pérez).
Habían ido a cazar o a pescar... se había herido. La
chica que trabajaba en la casa le cuenta a su novio,
que era colimba de la Base de Mar del Plata, que en la
casa de los patrones había uno herido, que eran jóve-
nes. Se los llevaron a los cuatro. Se los llevaron. Y des-
pués se llevaron a los otros dos hermanos. Y Jorge Pérez
Catán no apareció nunca más.
Verónica: "-Es que por eso te digo que no entien-
do..."
Janette: "-Yo sí lo entiendo: Son bestias..."
Verónica: "-Bueno, mi mamá diría que era una
guerra y que en una guerra todo vale. Y que en toda
guerra siempre caen inocentes..."
Janette: "-Nunca todo vale. Todo vale para las
bestias..."
Verónica: "-Pero por eso estoy acá..."
Ana (llorando): "-Mi papá vivía en el Chaco, lo
único que hacía era trabajar en el barrio... en ollas po-
pulares... Se lo llevaron. Mi papá estuvo siete años
desaparecido. Yo viví sin mi papá. Mi mamá, durante
todo ese tiempo estuvo atrás de mi papá, buscándolo
por toda la Argentina, por todos lados... Y mi papá lo
único que hacía era trabajar por el barrio. No era es-
tudiante, ni...
Yo trato de tener una postura así como vos, pero
no puedo ser inocente. Lo interesante es que te animes
a mirar y que sepas que hay treinta mil personas que
querían un mundo mejor para todos, y no para algu-
nos. Para saber esto tienes que constatar la realidad."
En el debate quedó muy claro el contraste entre
aquella familia que no había sido directamente afecta-
da por el accionar represivo y aquellos que menciona-
ron primos, hermano, padre. Más allá de la carga ideo-
lógica de cada uno, el hecho de la afectación directa
cobra trascendental importancia cuando al conocer
determinados perfiles ideológicos de los talleristas
comprobamos que esa afectación fue gestadora de
ideología. Mary, por ejemplo, había mencionado en
otra ocasión: "En mi casa se apoyaron todos los golpes
de Estado, porque... porque se usaba apoyar los gol-
pes de Estado. Siempre se los apoyaba y después ter-
minaban en contra..."
En otros casos modificaron su ideología a partir
del creer ciertos los hechos que en aquellos años ha-
Voces Recobradas 37
bían considerado productos de la mentira:
María Esther: "-Mi hija trabajaba con médicos y
viene un día y me dice 'mamá, hay campos de concen-
tración, hay secuestros, hay torturas' No, en Alema-
nia, ya sé... Fue terrible... 'Mamá, acá. En Argentina',
Pero no nena... Dijo 'bue, igual que todos...' Y otro día
viene y me dice de una prima de uno de los médicos
que enseñaba en las villas. Las llevaron en un avión
desnudas a ella y a otra colgadas de una barra y las
dejaban para que se chocaran, una con otra. Yo le dije,
no nena, en una película..."
Patricia: "-¿Y cuándo creíste? ¿Por qué no le creís-
te a tu hija?"
María Esther: "-Porque pensé en Alemania."
Patricia: "-Lo que a mí me impactó es ver el po-
der que tiene el poder. Porque lo que decía el poder lo
creía todo el mundo y no le creía a un amigo, a tu hija."
María Esther: "-Mi hija hoy me lo reprocha."
Patricia: "-Lo creíste cuando te lo dijeron Noti-
cias, Gente, La Nación, que fueron los que callaron
durante toda la dictadura, ¿y qué fe te merece esa pren-
sa?"Betty: "-Te merece la fe del periodismo. Es así."
María Esther: "-Otra cosa que le dije a mi hija
'¿Entre argentinos? Un militar argentino hacerle eso
a un hermano? Acá no hacemos los argentinos esas
cosas...' Pavadas así."
Juan: "-Yo no me enteré de nada... me acuerdo
cuando el Mundial yo iba para festejar y un amigo de
acá del barrio me para y me dice: '¿adónde vas?' -A
festejar, '¿Cómo?, ¿y los desaparecidos?' Y yo me lo
quedé mirando y no entendía nada y me fui..."
Enrique: "-Yo he hablado con gente diciéndole
mire que está pasando esto, esto y lo otro y que me
contestaran 'Ah, yo no vi nada, para mí es buena gen-
te'. Y mucho tiempo después, volver a hacer el comen-
tario y que me volvieran a contestar 'Yo no vi nada'."
María Esther: "-¿Y vos cómo sabías los que esta-
ba pasando?"
Enrique: "-Primero porque a mí me mataron el
Secretario General de Luz y Fuerza, Oscar Smith.
Yo estaba un poco en babia, pero me entraban las
cosas.
Un día estábamos atendiendo a la clientela. Te-
níamos dos puertas giratorias y entraron los milita-
res. Ahí nos tuvieron y pidieron hablar con el jefe. Le
preguntaron quiénes eran los delegados militantes y
la jefa preguntó por qué. Era una jefa bastante bien
puesta, preguntó por qué, qué pasaba. Le dijeron que
querían revisar el escritorio. Mientras le revisaban el
escritorio lo pusieron entre las dos puertas giratorias
para que no intentara nada. Preguntaron cosas. Nos
hicieron poner las manos arriba de los escritorios. Con
los documentos de la empresa y los documentos per-
sonales. Le preguntaban a la jefa '¿y ese señor qué
hace?, ¿cuánto hace que está?, ¿qué tarea cumple?' y el
delegado ahí. Se lo llevaron y después lo soltaron. No
lo encontraron muy comprometido."
Muchos testimonios reflejaron una fuerte "culpa
social".
Rosa: "Fijensé que los argentinos en el 78 sali-
mos a festejar el Mundial, y resulta que estábamos
todos en la calle festejando mientras a nuestros her-
manos les estaban haciendo de todo..."
Y otros rescataron actitudes solidarias:
Silvia: "-Bueno, acá tenés la historia del barrio.
Mi hermano desapareció. Mi hermano sigue siendo
Pablito. Tenía 20 años cuando desapareció y nosotros
no nos tuvimos que ir, nunca vinieron a casa. Y bueno,
no lo buscaban a mi hermano, sino a la novia, pero
bueno. Este fue el primer barrio que juntó firmas con
el documento y todo en esa época, que era el 77, la
peor época. Chicos de la edad de mi hermano juntaron
500 firmas, entre vecinos y todo."
Viviana: "-Ella lo que no cuenta, por razones de
humildad, es que Pablito era queridísimo en el barrio,
entonces, de repente la gente tampoco ni te iba a apun-
tar ni... Pablito era un mito a nivel futbolero. Era un
fanático hincha de Huracán y además no era una per-
sona que pasaba inadvertida. Pasaba y te daba un
beso, seguía y te daba otro beso. Entonces, por eso la
gente también ayudó mucho. Tenía que ver que ellos
habían vivido acá siempre... En general la gente acá
se bancó bastante..."
Voces Recobradas38
Existieron también los "defensores secretos del
Proceso". Cuando a Vicente, fundador de un club
barrial de Palermo, le preguntamos ¿qué había pasado
en el club en la época de la dictadura?, dijo que el club
y él eran apolíticos, "nunca había habido política aquí".
Cuando ya había terminado la entrevista nos lla-
mó y nos dijo:
Vicente: "-Ustedes saben que nosotros teníamos
la villa acá?"
Coord: "-¿Adónde?"
Verónica: "-Acá. En Honduras y Dorrego, detrás
de donde yo le digo que estaba Minetti, ahí había una
villa con 2.800 casuchas. No entraba ni la policía. Le
digo más, esta era la casucha y el tren pasaba acá, acá
nomás. Se asomaba alguno y le arrancaba la cabeza.
Y eso, le digo la fecha exacta de cuando los saca-
ron. A esa gente la sacaron, el 26 de enero del 79 saca-
ron a los últimos. Porque el intendente de esa época,
que era Cacciatore, le dio plazo hasta el 31 de marzo
de ese año. Entonces iban sacando e iban destruyendo,
iban sacando e iban destruyendo. El 26 de enero saca-
ron a los últimos."
Coord: "-¿Y desde cuándo estaba la villa ahí?"
Vicente: "-Y estuvo un montón de años, un mon-
tón de años. La única calle que se podía pasar era
Zapiola, con las dificultades del caso, porque del otro
lado también era villa. Había villa sobre unos terre-
nos donde hay plazas ahora y llegaba hasta Niceto
Vega, que del otro lado es Álvarez Thomas."
Coord: "-Y la relación del barrio con la villa,
¿cómo era?
Vicente: "-Y era... bravo de pasar. Si no se podía
pasar. Usted quería pasar por Zapiola y de acuerdo al
coche que usted tenía lo podían apedrear. Y no hace
mucho. Hace 18 años, la sacaron en el 79, estamos en
el 77... Era una cosa espantosa. Ahora estaban empe-
zando a edificar con el Banco Hipotecario. Acá hicie-
ron 4 monoblocks de 10 pisos. Eso hace 18 años no se
podía hacer. Era terrible. No se podía pasar. Tenía que
pasar por Córdoba."
Vicente: "-Al 30% le dieron porque el 70% tenía
en dónde ubicarse. Adentro tenían sala de primeros
auxilios, tenía todo lo que le mandaba la Municipali-
dad. Adentro tenían una oficina de la Municipalidad
que había hecho un censo para que no se siguieran agre-
gando. Al pobre pibe que estaba ahí se le venían a
meter... Hasta que vino Cacciatore y los sacó... ¿sino
quién los saca?"
Los cambios urbanos
El último testimonio desnuda también parte del
proyecto urbanístico del Brigadier Osvaldo Cacciatore:
jerarquizar la zona norte en detrimento de la zona sur
de la ciudad. Mientras que distintos testimonios de
Palermo coincidían en que su barrio había progresado
a partir de 1976 (aun cuando, en su mayoría, se mani-
festaban opositores a la dictadura) otros de Parque
Patricios nos decían:
Oscar: "-En ese entonces acá era un barrio de ca-
sas bajas y nos llenaron de depósitos. El señor
Cacciatore. De Patagones hacia allá, para el lado del
Riachuelo, zona franca para depósitos y hay camio-
nes por todos lados, depósitos por todos lados. Donde
había vecinos, los vecinos se fueron. Les pagaron me-
jor las casas, pero se fueron...
Cacciatore hizo eso."
Coord: "-¿Y cuál fue el impacto en los vecinos?"
Oscar: "-Acá los vecinos no son de cortar calles
ni cosas por el estilo... Venían ciertas personas y nada
más, no era como se hace ahora. Ahora toman una ca-
lle y se acabó el partido. Viene la televisión, hay es-
cándalo y listo. Antes no."
De hecho, Parque Patricios volvió a ocupar el rol
que tenía en el siglo pasado, cuando estaba casi despo-
blado: el rincón donde se depositaba lo que había que
mantener lejos de la ciudad (allí estaba la quema de la
basura, la cárcel, el matadero y el cementerio). En 1978
se inauguró el nuevo edificio de la Cárcel de Caseros y
donde había gente, pasó a haber galpones vacíos.
Voces Recobradas 39
La cuestión de la "afectación directa" que nota-
mos en las violaciones a los derechos humanos resurgió
cuando se habló de las autopistas:
Patricia: "-En el 77 se anunció y empezaron con
la publicidad 'Ahora la expropiación no es más un cas-
tigo. Ahora se paga lo que corresponde'. Dejame de
embromar ahora, a mí me tocó... Porque fue muy lar-
ga la cosa... Claro... Entonces iban diciendo las casas.
Yo fui una de las últimas, casi. Casi me muero mien-
tras esperaba. Iban diciendo, por ejemplo, Bolívar...
1220, 1225, así. Iban diciendo las casas que caían y las
que se salvaban. Así que vos estabas... ahhhh. Iba sa-
liendo en los diarios.
En el año setenta y siete, porque yo me había
mudado hacía poco y había terminado de arreglar la
casa...
Clelia: "-Ahhh, por favor te agarró justo."
Patricia: "-Sí, además, estaba mal con mi mari-
do, era un momento bravo. Empezaron desde allá e
iban anunciando por la numeración."
Alberto: "-No se sabía a quién le tocaba..."
Patricia: "-No se sabía. Uno más o menos supo-
nía. Yo sabía que me tocaba porque estaba en la mi-
tad: 1250."
Coord.: "-¿Cómo fue cuando te enteraste?"
Patricia: "-Yo sabía que iba a caer, pero de todas
maneras, hasta que no lo viera por escrito... Eran se-
tenta manzanas y salía en el periódico todos los días.
Pero eso no te garantizaba que no caías, porque en mi
cuadra cayó otra casa, porque hicieron un cálculo más
o menos y después expropiaron otra. Una vez que te
decían después te daban fecha para darte la cotiza-
ción y después a partir que te cotizaban te pagaban y
en dos meses te tenías que ir. Era horrible. Nosotros
quedamos dos familias ahí, los últimos... Nos comían
las cucarachas de noche. Nos comían las cucarachas.
Porque entre los canastos, entre las casas abandona-
das. Era horrible."
Alberto: "-Y las ratas."
Patricia: "-No, ratas no vi. ¡Ah!, por la demoli-
ción las ratas. Por la demolición. Pero cuando se em-
pezó a ir la gente, que todavía no habían demolido
eran las cucarachas. Era espantoso las cucarachas."
María: "-Sin embargo, decían que habían pa-
gado bien, vos decís que no."
Resultó notoria la aparición del "decían...",
"me contaron...", "me dijeron..." que era tan co-
Voces Recobradas40
mún en aquellos años en los que la información
era casi siempre anónima, sólo rumores. La "ola
de rumores" alimentaba fantasías que, en la ma-
yor parte de los casos, tendían a relativizar el
impacto negativo que traían la expropiación
compulsiva y la obligación de buscar una nueva
vivienda.
A su vez, hubo testimonios que remarcaron
la "acción directa" del Estado ocupándose de que
todo estuviera en su lugar:
Mary: "Cacciatore había decidido hacer una
transformación en Buenos Aires, entonces se apa-
recía en los hospitales a las tres de la mañana
con su séquito y si no estaban los médicos que
tenían que estar en ese momento... si los que es-
taban de guardia estaban durmiendo, los raja-
ban. Se aparecía en las escuelas a cualquier hora
y tenía que estar el profesor dando clase...
suponéte tenía que estar en un lugar, no estaba
ahí, estaba a cinco metros y lo echaba. Fue
famosísimo Cacciatore por esas cosas. Como
buen milico, como buen autoritario... Y no admi-
tía excusas. Porque él decidió sanear. No fue so-
lamente por las autopistas."
La vida cotidiana
Silvia: "-Lo que tiene que ver, también, es la
historia que vivimos, ¿no? Cuando éramos ado-
lescentes, un grupo de jóvenes reunidos en una
esquina no lo veías. Entonces, por esa historia...
Ahora es como que volvió. Vos venís al parque y
los ves a los chicos jugando a la pelota como
antes. En un momento eso cesó. En el parque no
había más partidos de fútbol. Y bueno, todo eso
es como que volvió..."
Coord: "-¿Por qué no había más partidos de fút-
bol?"
Viviana: "-En épocas de dictadura..."
Silvia: "-Cualquier cosa que fuera unión..."
Chino Garcés: "Íbamos presos por cantar en el
tiempo de los militares. 'Otra vez tocando la guita-
rra Chino', íbamos presos. A los muchachos los po-
nían presos. Les ponían ebriedad o ruidos molestos. Y
a mí me cobraban la multa. Después me cargaban
'¿dónde está la guitarrita?', me decían. Meta pagar
multa. Si habré pagado multas acá adentro... otra vez
con la guitarra. Cerrábamos la puerta, poníamos la
tranca y aparecía una mano blanca, usaban la manga
blanca, 'otra vez Chino, vamos'..."
Mónica: "Yo, la experiencia autoritaria la sentí
en la secundaria. Habré entrado en el setenta y cinco.
Yo soy de la generación que creció con Videla. La pri-
maria era mucho más como inocente. Con todos los
temores que podía tener la cosa política, estábamos
en la década del setenta y la cosa era 'No le habrás la
puerta a nadie...' La secundaria la hice en escuela pú-
blica, en Avellaneda y ahí sí, desde tener una regente
que era la hermana de Videla, más o menos... Tenía-
mos como dos extremos, por un lado toda la cosa de
llenarnos la cabeza, profesores con el tema de
anticomunistas. De venir a decir que a los comunis-
tas había que matarlos... Que nosotros no teníamos
Janette: "En la época del Proceso, tengo el
caso de una amiga que le pasó una cosa horro-
rosa, vino a casa a sosegarse. Y mi marido que-
ría saber, encima el estúpido, y yo no le iba a
contar. Ella estaba con una pareja, ella era ca-
sada y el tipo también, estaban yéndose, ya (pa-
rece que habían pasado una buena tarde). Y en
eso, ¡pum!, ¡pum! Voces y tipos que hablaban,
dijo: 'Son los de la Coca Cola', pensaban que
venían por algún pasillo, hasta que escucha:
'Abajo del colchón, mire abajo del colchón'. Y
dice que ellos salieron como pudieron, porque
a ella le agarró como un ataque, para sacarla,
que no llegaran a la pieza de ellos... Y dice que
salieron y cuando suben al auto los enfocaron,
porque la policía estaba ahí, y el tipo de la puer-
ta les dijo: 'no estos hace mucho que están...',
(se ve que estaban buscando a alguien que ha-
bía entrado recién). Salieron y dice que eran tal
los nervios... Ella era profesora, venía con to-
das las carpetas de los chicos. Y le pidió a esta
muchacha que la trajera a casa. Yo no sabía si
reírme o llorar."
Voces Recobradas 41
esa cosa... yo vengo de una familia que no era (mili-
tante) y tampoco tenía referencias."
Patricia: "A mi hija le prohibieron cantar "La
Marsellesa". Ella tenía francés, iba al Normal 3 y le
prohibieron cantar La Marsellesa porque lo vivían
como un desafío, pero nada que ver las chicas...
En mi casa se hablaba mucho de política. Y a mi
hija le decían que el ciudadano tiene derechos y que
se yo y ella preguntaba '¿y por qué se llevan a la gen-
te detenida cuando no tiene documentos o si tiene do-
cumentos se los llevan igual?'... Les cuestionaban todo
eso."
Enrique (trabajador de SEGBA): "Sacaron el bus-
to de Perón y de Evita. El interventor militar era
Agosti, de la Marina. Yo estaba en el edificio Volta,
en Diagonal Norte y Esmeralda.
Tuvo la delicadeza de dirigirse a los delegados y
decirles 'El monumento o lo sacan ustedes y lo guar-
dan en sus casas y lo adoran en sus casas o si no van
a venir con una soga y o van a arrastrar por la calle'
Gracias, gracias señor, lo llevamos al sótano con los
bombos, con los carteles, con todas las cosas con las
que salíamos a la calle y lo guardamos.
Trajeron gente de ellos. No pudieron prescindir
de la masa laboral porque eran la estructura del edi-
ficio. Tenían que confiar en nosotros porque éramos
los que teníamos la experiencia. Había un señor que
había entrado de peón y sabía por dónde pasaban to-
dos los cables, pero porque los había tirado él. Pres-
cindieron de él porque querían poner gente capacita-
da, y para reemplazarlo a él tuvieron que poner a cua-
tro ingenieros y no lo pudieron hacer.
La primer medida que tomaron fue cortar el ho-
rario. Nosotros sindicalmente habíamos conseguido
trabajar de corrido siete horas con doce minutos. Doce
minutos para tomar el refrigerio. Para conseguir eso
habíamos perdido los comedores. Antes trabajábamos
cuatro y cuatro y los sábados, renunciamos al come-
dor y obtuvimos las siete horas con doce minutos. La
compañía se desprendió de las cocinas, las compras
el mozo, el cajero, el cocinero, el peón... Fue un nego-
cio para la empresa.
Las perdimos con los militares. Volvimos a tra-
bajar ocho horas o más, porque si estabamos a punto
de cerrar y venía un malón de gente la teníamos que
atender."
Patricia: "En la dictadura no se podía sentar en
el pasto en las plazas. Yo iba con una amiga a Plaza
San Martín, porque trabajábamos cerca, y siempre
venía un tipo de civil y nos sacaba. Nos íbamos y vol-
víamos. Así era."
En el parque, en su boliche, en la escuela, en el
albergue transitorio, en el trabajo, en la plaza San
Martín. En la vida cotidiana prácticamente todos los
testimonios pueden considerarse afectados directos.
Se trata de uno de los períodos en el que la presencia
del Estado en el recuerdo de la gente tiene mayor peso.
Siempre ordenando, imponiéndose, quitando, y -en
algún caso- dando. La cotidianeidad de la dictadura
desnuda, al mismo tiempo, la pasividad con la que se
aceptaba una realidad diametralmente opuesta a la
que se había vivido en los años inmediatamente pre-
cedentes.
Las formas de resistencia se redujeron práctica-
mente al mínimo. El gesto de volver a sentarse en el
pasto, después de haber sido desalojada por el poli-
cía, fue juzgado en la actualidad, por su protagonista
como "un acto de resitencia".
También existieron quienes "captaron" otros ti-
pos de lucha, pero en casi todos los casos se trataron
de "afectados directos".
Viviana: "Igualmente acá, durante la dictadu-
ra la actividad política siguió. Acá no se vio,
pero había encuentros, había gente que seguía es-
tando. De golpe esa gente que tenía encuentros,
la mitad la siguieron chupando, pero siempre si-
guió la actividad política. A escondidas, pero si-
guió. Yo la veía desde afuera, pero sé que siguió
por mi hermana, por mis primos, se la bancaron."
Malvinas
Rosa: "Yo trabajaba en la Municipalidad y
lo que hicimos fue juntar cosas para mandar...
pero me acuerdo que antes... tres o cuatro días
antes de Malvinas hubo una manifestación y re-
partieron palos a lo lindo. Me acuerdo que mi jefe
no nos dejó salir... Y yo veía cómo le pegaban a
la gente y los cargaban en los celulares... hasta
que alguien dijo 'cierren todo que acá ligamos
todos...' y a mí me tuvieron que parar porque yo
Voces Recobradas42
quería salir a encarar a los canas. Al rato les dije
que mi marido me iba a venir a buscar por Inde-
pendencia y entonces salí con una compañera...
Y ni bien salimos se me viene un cana y dice 'cir-
culen, circulen', pero a los gritos, de muy mala
manera. Y yo me planté y le dije 'ma qué circu-
len...' y la otra me tironeaba y me decía 'vamos
que nos matan'.
Yo tenía una indignación... Llegamos a In-
dependencia y ahí justo había una comisaría. Yo
no podía creer la gente que salía de adentro de
ese celular... estaban metidos a presión... era una
cosa..."
El testimonio de Rosa resulta sumamente
ilustrativo del momento político que se vivía.
Desnuda cuánto contribuyó el deterioro político
de la dictadura en la construcción de un "noso-
tros" absolutamente nuevo. "Alguien dijo:
‘cierren todo, que acá ligamos todos’." Los palos
ya no eran para "los subversivos" o para los
manifestantes. El 30 de marzo de 1982 se exte-
riorizó la conciencia de que la represión ya no
discriminaba, por lo menos entre aquellos que vi-
vían una situación de cercanía geográfica a los
hechos, aun cuando no estuvieran participando
de la protesta.
Seguramente esa conciencia tuvo decisiva in-
fluencia en el cambio de actitud. Según Rosa, su
intención era "encarar a los canas". Ya no se tra-
taba del "volver a sentarse en el pasto" que había
mencionado Patricia. En marzo de 1982 la dicta-
dura (ellos) reprimía desde una posición de de-
bilidad.
Viviana: "-Yo me acuerdo que vivía en
Pompeya en esa época y me acuerdo que mi vieja
se levantó enloquecida 'Tomamos las Malvinas'.
Yo no lo podía creer... Primero no sabía si mi vie-
ja me estaba tomando el pelo, segundo, no en-
tendía por que estaba contenta, porque dije, acá
nos barren... pero era una sensación de confusión
muy grande... Lograron confundirte..."
Coord: "-¿Por qué creen ustedes que la gente
colaboró tanto, donó plata y cosas?"
Alicia: "-Porque somos patriotas o muy
sonsos... que sé yo."
Ana: "-Yo pienso que en aquel momento fui-
mos todos medio inconscientes y no nos dába-
mos cuenta."
Voces Recobradas 43
Juan: "-Y... había que ayudar... Las Malvinas
son argentinas aunque esa guerra fue un desas-
tre..."
Ana: "-Fue como que tocaron las fibras más
íntimas de las personas."
No es ninguna novedad. Malvinas significó
la recuperación de la fuerza de la dictadura. "Lo-
graron confundirte" mencionó Viviana, "tocaron
las fibras más íntimas de las personas". Quebró,
muy hábilmente, el 'nosotros' que estaba constru-
yéndose como oposición para transformarlo en
"nosotros los argentinos que recuperamos las
Malvinas". El apoyo masivo con el que contó la
etapa inicial de la guerra inhibió a los oposito-
res. Varios testimonios coincidieron en evocar
discusiones en los trabajos, en las escuelas, en las
casas acerca de si estaba bien o mal apoyar al
gobierno en ese trance.
Al mismo tiempo resultó notable comprobar
que la guerra fue el único hecho de la dictadura
en el que todos los testimonios aparecieron como
"afectados directos". Nadie sintió que eso le su-
cedía a otro, aun cuando continuaran con su
cotidianeidad. Mary mencionó, por ejemplo, que
su padre enfermó y murió en el transcurso de la
guerra y que ella estaba muy ocupada por su si-
tuación familiar, sin embargo, no dejaba de pre-
ocuparse por el conflicto. Recordó conversacio-
nes y anécdotas del período que reflejaron su sin-
ceridad.
Del análisis de los testimonios se desprende
que la dictadura militar irrumpió en la sociedad
controlando hasta los aspectos más insignifican-
tes de la vida cotidiana. La pasividad con la que
esta intromisión fue aceptada se explica, en par-
te, por la "necesidad de orden" sostenida por bue-
na parte de la población ante el caos que caracte-
rizó el período 1973-1976. La dimensión del te-
rror implementada contra todas las formas de
resistencia paralizó a la sociedad y aisló a cada
individuo, de allí que cobrara trascendental im-
portancia la cuestión de la afectación directa.
El inmovilismo frente al horror llevó a bue-
na parte de la población a "no creer" en los testi-
monios de gente cercana. La confianza en la pa-
labra del poder refleja el grado de consenso con
el que la dictadura actuó en sus primeros años.
Otro punto interesante es la ruptura del ar-
gumento del desconocimiento de los hechos.
Cuando se discutían las violaciones a los dere-
chos humanos la mayor parte de los talleristas
afirmó haber tenido acceso a algún tipo de infor-
mación (en general a través de rumores o en el
exterior) y no haber creído o no haber sabido qué
hacer. Cuando alguien argumentaba que en aquel
momento "no sabía" se le discutía y, generalmen-
te, hacía memoria y recordaba algún tipo de in-
formación.
Seguramente el deterioro económico tras el
agotamiento del modelo de Martínez de Hoz tuvo
decisiva influencia en la pérdida del consenso del
poder militar y la formación del nosotros oposi-
tor. Sin embargo, la memoria de nuestros
talleristas no relaciona ambos hechos, así como
tampoco aparecieron vinculados el plan econó-
mico y la represión.
El quiebre del nosotros opositor a partir de
la guerra de Malvinas fue un hecho traumático
que -seguramente- condicionó el proceso demo-
crático iniciado poco después. A diferencia de la
Revolución Argentina, corrida por la presión
popular, el Proceso terminó por la derrota en una
guerra en la que se había involucrado buena parte
de la población.
Voces Recobradas44
En 1983, la votación popular dio el triunfo al
candidato de la UCR, Raúl R. Alfonsín, una figu-
ra que había sostenido siempre una conducta
democrática y un discurso expresivo acerca de
una expectativa basada en la decencia, el respe-
to y la voluntad de reconstruir sin odio el tejido
social.
Sin embargo, tendrá muy pronto dos frentes
opositores: por un lado el sindicalismo, históri-
camente opositor al radicalismo, la Sociedad Ru-
ral y los sectores militares obviamente descon-
tentos con la política de indagación del pasado
EL FIN DE SIGLO
Y EL UMBRAL DEL TERCER
MILENIO (1983-1999)
El fin de siglo y el umbral del tercer milenio (1983-1999)
Autor
Hebe Clementi
Voces Recobradas 45
reciente. Por otro lado, los que a pesar de la anu-
lación de la Ley de autoamnistía y del procesa-
miento a las juntas militares y a las cúpulas gue-
rrilleras del ERP y Montoneros, consideraban que
correspondía un enjuiciamiento más integral.
Al mismo tiempo, si bien en el ámbito eco-
nómico, el Plan Austral tuvo al comienzo una
repercusión exitosa, no se logró contener la pre-
sión internacional para la apertura hacia una eco-
nomía de mercado irrestricto, que se adopta in-
mediatamente después de su gobierno.
Promediando el mandato, iba acentuándose
la falta de apoyo que rodeaba al gobierno, al pun-
to que al conocerse el resultado de la elección pre-
sidencial que dio el triunfo a Carlos S. Menem,
se anticipa la entrega del mando.
Cualquier versión particularizada, no habrá
de explicar exactamente el marco de los cambios
finiseculares, que no son particularmente argen-
tinos, sino que se extienden a toda América, y la
relación entre las diversas regiones entre sí y el
resto del mundo globalizado, en donde la econo-
mía de mercado logra superar todas las fronte-
ras hasta entonces salvaguardadas y producir
una serie de ventajas espaciales y económicas,
que son abarcadas por los vocablos Mun-
dialización, Multiculturalismo, Regionalización,
y que tienen directa relación con la estructura de
los mercados que de ella deriva. Esta novedad
revierte a la vez en cuestiones socioculturales
referidas a la identidad.
El tema de las discriminaciones y las diferen-
Voces Recobradas46
cias, es tanto más enconado cuanto más pobre sea
el entorno en que se da la diferencia, acentuada
con el nuevo paisaje de constantes migraciones
de distintos pueblos hacia áreas más ricas y pro-
veedoras de empleo.
Detrás de cada regiona-
lización palpita este fantasma
del prejuicio, la defensa de lo
propio, la repulsa del "otro".
José: "En mi taller el progre-
so en el futuro tiene que ver con
precaverse y evitar la expansión
de las villas que lo rodean."
La atribución de todos los
males a esa población diferente,
generalmente la más pobre, su-
cede hoy en toda Europa Occidental y se ratifica
en nuestra región mercosureña, ante el acceso de
latinoamericanos vecinos, a quienes sin datos que
lo corroboren acusan por el déficit del empleo.
El desempleo, fantasma que se cierne sobre
el futuro próximo, sólo podrá ser remitido a tra-
vés de una educación capacitadora del mundo
tecnológico que imperiosamente nos rodea y éste
es el desafío de fondo de la sociedad.
Dora: "La sensación de la gente con la que
trabajo es que el progreso estaba identificado con
lo tecnológico y lo científico y que ese sueño, de
ese modo, se terminó. Pero fue vivido por algu-
nos, como para todos y en realidad hoy se ve que
fue de algunos sólo para algunos..."
Carlos: "Ocurre que no se terminó la idea de
progreso, sino que ese tipo de progreso deja de
lado a mucha gente. Hoy la idea de progreso pasa
por otro lado. La posibilidad de éxito es indivi-
dual."
La pregunta de oro es ¿por qué somos tan re-
misos en nuestro país, para que desde el gobier-
no y desde la solidaridad cara a cara, se desen-
vuelva un programa abierto y constante, buscan-
do resolver esta lacra, que se extiende también
al déficit de décadas de vivienda, salubridad,
educación, etcétera?Por fin, la dignidad que el
trabajo otorga a aquél que trabaja
se traspasa a su respectiva fami-
lia, de modo que afecta los lazos
vinculantes de familia y socie-
dad, que confirman las indaga-
ciones sobre crímenes y
malvivientes, niñez abandonada,
etc. Laura: "En general lo que se
nota es que la gente tiene una
mitificación sobre su juventud y
el ver que todo tiempo pasado fue mejor se aso-
cia a que había trabajo, con crisis o sin ella, pero
había trabajo, que existió mayor seguridad, te-
men la cercanía de la villa, temen salir a la calle
y que los maten."
A estas temáticas, esencialmente urbanas y
pre-urbanas, los países americanos, "y nosotros
también lo somos", no podemos dejar de añadir
la disparidad entre las áreas rurales y las urba-
nas.Esta marca de la diferencia es tanto más cruel
en América latina, en donde no se asume la
realidad de las poblaciones, que si no son indí-
genas son fuertemente mestizadas.
Nadie debe quedar indiferente, y no es sólo
tarea del gobierno resolverla. En esto jugamos el
porvenir que nos toca y no habrá modo de elu-
dirlo.
Sabemos que algo se está haciendo a través
«Detrás de cada
regionalización palpita
este fantasma del prejui-
cio, la defensa de lo
propio, la repulsa del
"otro".»
Voces Recobradas 47
«Sólo la democracia, en
su simple y despojada
exigencia basamental: la
de libertad e igualdad
de cada uno, sigue
teniendo la vigencia de
un programa y la fuerza
de la verdad esperada
por todos.»
de "activistas" religiosos en algunos lugares del
interior del país y a través de organizaciones no
gubernamentales.
Pero el clamor por la ayuda más efectiva debe
ser una cuestión de gobierno, una cuestión per-
sonal, una cuestión de todos.
Mercedes: "Sigo sosteniendo que todavía las
personas tenemos la fuerza transformadora, yo
no estoy de acuerdo con los que vos decís de las
ONG, podrán ser utilizados pero pienso que la
sociedad civil todavía busca formas de lazos que
están muy rotos."
El riesgo principal que nos corroe en esta en-
crucijada del nuevo milenio es
de caer en la inmovilidad, en lo
que Finkiekraut llama "la derro-
ta del pensamiento" que es clau-
dicar de la responsabilidad que
nos toca, caer en la apología de
la mecánica social, replegar
nuestra conciencia.
José: "En mi taller no hay
estas cosas de progreso, eso era
de los padres. Lo que ocurre en
mi taller, es que la preocupación
mayor está centrada sobre el pre-
sente desorientado y el futuro di-
fuso. Hay desinterés, en los po-
lítico parece dar todo igual."
Carlos: "Lo que si se nota es que las ideas
que marcaron el siglo, en este final, se han bo-
rrado. Puede existir una semana de discusión
fuerte pero que a la otra desaparece, todo da
igual."
Mercedes: "Esto coincide con esa sensación
de que el hombre no puede hacer nada para cam-
biar la historia, entonces para qué va a preocu-
parse. Yo si pienso como va a terminar este siglo
desde los formal, desde el límite
arbitrario que es el 2000, lo veo
como un gran signo de pregunta,
donde no hay certezas."
Le han vaciado las arcas de
las interpretaciones que lograban
dar lógica a la combatividad so-
cial: el imperialismo, la guerra de
clases, el comunismo, el anti-yankismo, etc.
José: "Lo que está ausente en toda discusión
es la idea de poder y esto nos hace a nosotros
resignarnos. Ya no es posible, hagamos ONG,
pero no discutamos el poder. Lo que sintió la bur-
guesía en 1973 es que lo que se discutía era el
poder y su propia sobrevivencia como clase do-
minante. Por eso ahora se puede discutir cual-
quier cosa menos el poder y el que lo discute, no
es serio. Por eso la represión fue lo que fue."
Si algún valor tiene tratar de hacer un balan-
ce del siglo desde la historia, es el trofeo que arro-
ja: un hato de esperanzas frustradas pero tam-
bién el develamiento de que cada una de aque-
llas interpretaciones fue simplificadora, omitió
la gente, no la vio en su entidad real y puso la
mira en el triunfo de la estrategia o lógica em-
pleada: la estrategia militar, el mercado, la es-
tructura impositiva, etc.
Sólo la democracia, en su simple y despoja-
da exigencia basamental: la de libertad e igual-
dad de cada uno, sigue teniendo la vigencia de
Voces Recobradas48
un programa y la fuerza de la verdad esperada
por todos.
Jorge: "Si miramos desde dónde venimos y
hacia dónde vamos, me parece que tenemos que
ser optimistas. Y debemos serlo porque venimos
de una sociedad autoritaria y estamos viviendo
un sistema que nos guste o no, brinda muchas
más posibilidades."
Queda afuera, en el desván, el olvido de los
desposeídos, aquellos que siempre estuvieron y
a los cuales aludieron nuestros gobernantes más
carismáticos en las formas más ambiguas pero
expresivas: "desposeídos" para Yrigoyen, "cabe-
citas negras" para Eva, "hombres oscuros" para
Perón.
Encontremos otras apelaciones, otras defini-
ciones, y pongámonos juntos a buscar la realiza-
ción de este programa, si realmente queremos
disfrutar de las ventajas del mundo globalizado
y no dejarnos caer en la tentación y el riesgo de
acabar engullidos en el globo de la in-diferencia,
la vía neutral hacia la nada.
t
NOTAS
1. James, Daniel. Resistencia e integración, Ed. Sudamerica-
na, p. 107
2. Baschetti, Roberto. Documentos de la resistencia peronista.
1955/1970, Ed. de La Campana, p. 18
3. Neiburg, Federico. Los intelectuales y la invención del
peronismo, Ed. Alianza.
4. Viñas, David. Dar la cara, cit. Por Carlos Altamirano en
Arturo Frondizi, Colección "Los nombres del poder", F.C.E.,
1998, p. 80.