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10
Introducción
Esta presentación se propone abordar la
utilización del enfoque biográfico interpretativo
en la investigación sobre procesos sociales
2
. En
particular se busca mostrar la utilidad de los
relatos de vida para la comprensión de los
significados atribuidos por las personas a los
sucesos vividos, así como las consecuencias
sociales de los mismos. En este enfoque el
individuo común es un “informante” de su época,
la experiencia humana así como el recuerdo sobre
ella adquieren valor sociológico porque no
remiten exclusivamente al individuo sino
también a formas sociales, históricas, genéricas,
de organización y de expresión individual; pero
también rescata dimensiones subjetivas que otros
modos de investigación dejan de lado.
Si bien el principal interés lo constituyen las
cuestiones metodológicas, se ejemplificará con un
estudio sobre los recuerdos vigentes aún en la
memoria de las personas, sobre los sucesos
ocurridos en Argentina entre 1976 y 1983, años en
los que gobernaron el país las Fuerzas Armadas y
se cometieron violaciones a los derechos
humanos. En este estudio se recuperan las
sensaciones y sentimientos que aparecen en los
El
enfoque
biográfico
interpretativo
en la
investigación
socio-histórica
10
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11
El enfoque biográfico interpretativo en la investigación socio-
histórica
El enfoque biográfico interpretativo en la investigación ...
Autor
Masseroni, Susana
1
La perspectiva biográfica captura la
perspectiva microsocial y la contextualiza
históricamente, (Sautu, 1999). De todas las
modalidades que ofrece este enfoque se ha optado
por los relatos de vida que, según Bertaux (1989:
57), “(…) constituyen una herramienta incompa-
rable de acceso a lo vivido subjetivamente (…)”.
Apelando a la evocación del recuerdo sobre la
vida cotidiana, ámbito de lo normal y
de lo natural, donde se llevan a cabo
las actividades diarias, rutinarias y
que no son problemáticas porque se
basan en mecanismos psicológicos
que generan confianza (Giddens,
1995), los sentimientos recordados y
las actitudes tomadas nos acercan a
los significados que adquirían los
sucesos.
Asumimos que en los relatos hay,
naturalmente, una selección de
recuerdos acerca de los sucesos
vividos, así como una interpretación
propia en la que es determinante la
experiencia personal. Según Layder
(en Sautu, 1999) aquello que el “yo”
incluye u omite refleja sus ideas
acerca de una situación, de lo que
una persona experimentó o recuerda
que experimentó. La memoria es así
una selección interpretativa de
sucesos que tuvieron lugar en el
pasado, vistos a la luz de los sucesos
posteriores a los mismos. “El proceso
de la memoria en el hombre hace
intervenir no sólo la preparación de
recorridos sino también la relectura
de tales recorridos” (Changeux, 1972,
en Le Goff, 1991: 132).
Para Lummis (1993: 90), una de
las mayores ventajas de este enfoque a través de
entrevistas retrospectivas es que “(…) la ideología
dominante ha cambiado y que lo que no podía
decirse antes puede expresarse ahora”,
es decir,
“la memoria se construye a partir de ideologías
pasadas y presentes y no es una impresión
evocada de las cosas tal como fueron”
y aunque
en los recuerdos puede haber una tendencia a la
simplificación de los sucesos, aún así permiten
transmitir aspectos reconocibles de la realidad. Lo
importante no es saber “(…) hasta qué punto un
recuerdo encaja exactamente con un fragmento de
recuerdos como conformadores del clima social
del período, buscando reconstruir la trama social
a través de la experiencia personal, rescatando
los sucesos del pasado procesados por la
experiencia posterior, y aún por las expectativas
presentes. Se analizaron veintiuna entrevistas
apenas pautadas, realizadas durante el año 1999.
3
El universo de estudio estuvo constituido por
hombres y mujeres de sectores
medios, del área metropolitana de
Buenos Aires, que en el transcurso
de la última dictadura militar se
encontraban cursando la escuela
secundaria, es decir que tuvieran
entre 13 y 18 años, y residieran en el
país. Este segmento etáreo resultaba
particularmente significativo desde
la perspectiva de Pennebaker &
Basanick (1998) para quienes “Los
grandes sucesos nacionales
afectarán a la gente de diferentes
edades de manera diferente. En gen-
eral, aquellos que se encuentran en-
tre los 12 y los 25 años serán los más
afectados. Los sucesos nacionales
que ocurran durante esos años
tendrán un mayor impacto sobre la
autoimagen y las memorias
colectivas de este grupo”.
La reconstrucción de las
experiencias subjetivas posibilita
armar el microcosmos de las
relaciones sociales en que se
encontraban insertos los jóvenes en
esos años. En esas interpretaciones
las personas entremezclan y
describen los sucesos en los que han
participado o de los que han sido
testigos, haciendo emerger un
componente esencial de esas experiencias, como
son las emociones pasadas y actuales. La guía de
pautas para las entrevistas fue organizada para
lograr la reconstrucción de sus vidas cotidianas
–en el hogar, en la escuela y en sus salidas con
amigos– y para captar los recuerdos acerca de los
sentimientos, sensaciones y actitudes que
asumieron durante el período estudiado, a partir
del día del golpe militar. Se fue focalizando sobre
las experiencias personales vividas durante esos
años y las personas y los sucesos que se
recuerdan y asocian con ellas.
Sabemos que las
descripciones y
referencias recogidas en
las entrevistas no se
ajustan totalmente a
hechos positivos y
objetivos en sí mismos,
fijos en el pasado, sino
que sólo permiten
captar percepciones y
expresiones personales
que forman parte de
redes comunicativas
más amplias, el propio
mundo de los
entrevistados. Y en este
sentido, las entrevistas,
como proceso
comunicativo, hacen
posible conectar aquel
objetivo a que alude el
relato con lo cognitivo,
producto de relaciones
interpersonales,
permitiendo así acceder
a la experiencia vivida y
a cómo ésta es referida.
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la realidad pasada, sino por qué los actores
construyen sus recuerdos de una cierta forma en
un momento dado” (Thelen, 1989, en Middleton y
Edwards, 1992). Esto se convierte en un recurso
para poder comprender la relación existente entre
lo que las personas recuerdan y los dilemas
ideológicos que tienen según sus circunstancias
socio-económicas y políticas, tanto en el pasado
como en el presente.
Los procesos de la memoria son
sociales, es decir, dependen del
entorno social (Hallbachs, 1992), así
la gente recuerda solamente los
acontecimientos que ha repetido y
elaborado en sus discusiones con
otros. Esto es coincidente con el
concepto de memoria compartida
que proponen Middleton y Edwards
(1992) quienes le asignan una
naturaleza social tanto al recuerdo
como al olvido. En síntesis, la
formación de los significados
individuales tiene siempre un anclaje social y
para su estudio no se la puede separar del
contexto en que está inserta. La consideración de
los marcos sociales en la construcción de los
significados es una perspectiva que exige mirar
más allá de lo individual, buscando la
comprensión de la cualidad indexical tanto de las
palabras como del sentido de los acontecimientos.
Sabemos que las descripciones y referencias
recogidas en las entrevistas no se ajustan
totalmente a hechos positivos y objetivos en sí
mismos, fijos en el pasado, sino que sólo permiten
captar percepciones y expresiones personales que
forman parte de redes comunicativas más
amplias, el propio mundo de los entrevistados.
Y en este sentido, las entrevistas, como proceso
comunicativo, hacen posible conectar aquello
objetivo a que alude el relato con lo cognitivo,
producto de relaciones interpersonales,
permitiendo así acceder a la experiencia vivida y
a cómo ésta es referida.
La naturaleza social
de la memoria colectiva
La construcción de la memoria se refiere a la
producción de objetos y símbolos culturalmente
significativos. Hornstein (1993: 42) sostiene que
“recordar no es sólo traer a la memoria ciertos
sucesos aislados, sino formar secuencias
significativas”. En el caso de la memoria
colectiva, esta construcción remite a un proceso
que siempre es conflictivo porque en él
intervienen distintos sectores sociales para los
cuales los contenidos de los recuerdos varían. En
este sentido Middleton y Edwards (1992: 25)
sostienen que la construcción de una memoria
colectiva es el producto de la dialéctica y la
discusión permanente entre posturas
contradictorias.
Para comprender los hechos de
un período conflictivo, como éste, y
el proceso en su conjunto es
imprescindible estudiar cómo fue
vivido por la gente común y las
repercusiones en sus ámbitos
cotidianos. No se necesita haber sido
víctima directa de la represión para
hablar de lo sucedido, también los
“otros” pueden ayudar en esa
reconstrucción, es más, entendemos
que son necesarios, para que la visión
no sea parcial.
La importancia de estudiar la
vida cotidiana reside, en que en sus múltiples
dimensiones es posible observar los mecanismos
que hacen posible las relaciones sociales. Lo
cotidiano es el terreno donde se enmarcan las
actividades regulares, rutinarias
4
que requieren
ciertas reglas y normas que regulan la interacción
social y que actúan como condiciones mínimas de
posibilidad de esa interacción. Giddens (1995: 24)
habla de “(…) mecanismos psicológicos que sustentan
confianza o ‘seguridad ontológica’
5
durante las
actividades diarias de la vida social”.
En situaciones críticas estos sentimientos están
amenazados y aparecen inseguridad y angustia que
no pueden ser contenidas por el sistema de seguridad
básica porque se ha desarticulado. Lo que por
cotidiano no llamaba la atención, deviene
problemático. En el período que nos interesa, las
garantías mínimas habían desaparecido instalándose
un “sistema” de terrorismo de Estado, que constituyó
lo que Kaës (1991: 144) denomina situación de
“catástrofe social”. Esta situación es expresada por los
entrevistados en sentimientos de miedo y
desconfianza y actitudes de silencio y sospecha
generalizada, consecuencia de la alteración de la
“normalidad” de la vida cotidiana por la incursión del
Estado en el espacio doméstico y la consecuente
ruptura de las comunicaciones interpersonales.
El clima general
Los testimonios son coincidentes, frente al
clima de conflicto, de violencia generalizada y de
No se necesita haber
sido víctima directa de
la represión para hablar
de lo sucedido, también
los “otros” pueden
ayudar en esa
reconstrucción, es más,
entendemos que son
necesarios, para que la
visión no sea parcial.
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incapacidad para controlar la situación por parte
del gobierno peronista (1973-1976)
6
, la ciudadanía
deseaba su reemplazo. Adriana cree que la
situación de conflicto generalizado llevó a que la
gente pidiera el cambio:
(...) la gente lo pedía en ese
momento. O sea, había realmente una situación de
mucho conflicto. Había un gobierno, de Isabel
totalmente incapaz de manejar la situación
, y dada la
recurrencia de golpes de Estado llevados a cabo
históricamente por militares en Argentina, cuando
algunos sectores sociales no estaban de acuerdo
con un gobierno democrático, parecía natural que
esto sucediera nuevamente. Para Leo:
(...) era como
una mecánica acostumbrada, una cosa corriente, que
después de una situación conflictiva político partidaria
venga un golpe. O sea, el golpe se esperaba. Yo lo
recuerdo como una situación, como que ante tamaña
conmoción el golpe se esperaba
.
En este sentido, para
Federico el golpe fue un proceso, no un momento:
(...) es como un proceso que se va gestando, el proceso
también se gesta socialmente e institucionalmente
entonces es gradual la dureza, es gradual hasta llegar
al golpe, pero el golpe no es un rapto sino que es
gradualmente que se llega al golpe.
El conjunto de los entrevistados recuerda
la
situación social como insostenible y creen que, por
eso la gente expresaba agrado con el golpe y aún
con el estilo de los militares. En la narración de
Alicia se destaca que
(...)
por ejemplo mi mamá y mi
papá estaban contentos de que la hayan derrotado a
Isabelita, ¡eso sí!, ¡eso sí! Y creo que la mayoría de la
gente, se sentía como que ahora iba a gobernar el país
alguien como la gente, ¿entendés? No un títere, eso sí
me acuerdo
.
Cristina recuerda:
(...) que mucha gente
que yo conocía estaba contenta con el golpe. Y a mí me
impactaba eso porque yo no tenía ningún tipo de
posición en ese momento tomada. (...) porque “todo era
un quilombo”, obviamente, que políticamente las cosas
estaban en un punto altísimo de ebullición. (…) padres
de mis amigos decían: “¡Bueno, menos mal que ocurrió
esto!”
.
Coincidiendo, aunque con reservas porque
la violencia no se detenía Laura recuerda que
(...)
por un lado los adultos festejaban, o decían: “¡Bueno,
al fin!”, pero por otro lado esto significaba violencia y
esto me preocupaba seriamente, la violencia que
generaba… la violencia que se generó, por más que a
mí no me tocó, lo vi sólo por televisión. A mí me
parecía que la violencia no podía traer cosas buenas.
Pero sí con una esperanza de que se iba a cortar con la
guerrilla, yo le tenía mucho miedo a la guerrilla
.
Todos reconocen que, en esta oportunidad,
para salir de un clima de violencia se cayó en un
sistema aún más violento, y además
institucionalizado, que fue generando un clima
social de represión que provocó en la gente
sentimientos de inseguridad, miedo y pánico,
como mencionan permanentemente, y actitudes
de desconfianza y sospecha ante las cuales se
recurrió al silencio como forma de protección.
Miedo, temor, pánico son términos usados como
sinónimos pero que dan cuenta de la intensidad
con que cada uno ha vivido los acontecimientos.
Como ejemplo, es revelador, el relato de Germán,
que vivía en Quilmes, y recuerda aún la sensación
que le provocaban los militares:
(...) los sábados y
los domingos nos juntábamos los pibes para tomar una
gaseosa en algún kiosco y vos veías que venían los
milicos y salías rajando, porque te agarraban y si eras
menor, te pegaban y después te dejaban por ahí. Si
tenías el pelo largo, jugaban, te cortaban todo el pelo
mal, desparejo... eran tiempos bastante fuleros (...) a
mí me gustaba mucho jugar al fútbol y me iba a jugar
a varios lados pero me tenía que estar cuidando en todo
momento en el horario, no volver tarde, fijarme donde
iba y todas esas cosas. Y cambiaron mucho esas cosas.
Por ahí me llevaban mis hermanos a jugar y como ellos
eran más grandes, ya no me querían llevar porque
tenían miedo de que los detengan y como ellos eran
mayores y yo era menor y podía zafar, me las tenía que
arreglar solo. Después, cuando volvía de trabajar
teníamos que andar cuidándonos de los paredones,
porque o te metían un balazo o te golpeaban contra el
paredón. (...) Vivíamos tensionados, digamos
constantemente en riesgo. Todo el mundo vivía así.
(...) Y vos no sabías qué hacer porque ya teníamos te-
rror, los veíamos a ellos y temblábamos. Era jodido.
Militares y policías en esa época eran la misma
porquería...
Se generaron “nuevos miedos”,
trastornando profundamente las rutinas y los
hábitos sociales, volviendo imprevisible la vida
cotidiana.
La influencia del medio habitual y las
experiencias personales sobre los recuerdos e
interpretaciones emergen si comparamos los
entornos familiares y sociales de los distintos
entrevistados y sus referencias sobre los sucesos.
En algunos casos son personas que están
vinculadas por lazos familiares a representantes
de las Fuerzas Armadas y aunque ellos también
recuerdan la violencia y el miedo, atribuyen la
responsabilidad a otros actores sociales como la
guerrilla o subversión. Y aunque reconocen los
procedimientos empleados por las “fuerzas de
seguridad”, consideran que fueron necesarios
para salvaguardar la seguridad de la Nación y, a
su vez, que fueron respuesta a acciones anteriores
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14
de las agrupaciones terroristas. Lucas, en ese
momento cursaba 5° año de la escuela secundaria,
hoy, pasados más de veinte años, justifica el
accionar de los militares:
(...)
hoy recapacito, siendo
más grande, ¿no?, ... había cosas buenas… cosas que
vos aprobabas y las apruebo hoy, el hecho de decir...
qué sé yo... están peleando contra gente o se está
librando una batalla contra gente que quiere destruir el
país.
Y Silvia, que tenía 16 años en el momento del
golpe militar y estaba de novia con el hijo de un
militar sostiene:
Lo primero que se me viene a la me-
moria es que es la época de la guerrilla. (...) Bueno es
la época en que tomaron el mando los militares, pero
no me acuerdo de ese hecho como un hecho, digamos
trágico. Lo trágico era la subversión, el terror de uno
en ese momento era la subversión.
Otro caso similar es el de
Andrés, que dice:
(...) mi padre era
militar... mi familia estaba amenazada
muchas veces... yo tenía 17 años y a
veces recuerdo que tenía que estar
armado, era una situación de violencia
bastante importante, muy importante,
era terrible realmente... mi padre que
nunca me dio mucha bolilla con el
rugby, durante todo un año iba
conmigo al rugby, siempre me llevaba,
me iba a buscar al entrenamiento
porque estaba asustado... es más
recuerdo que mi padre tenía en el auto
armas, no sé si para usarlas o para qué,
no, no, realmente era una cosa muy
jodida.
Había situaciones doblemente
complejas como la que tenía
Santiago. Su hermano mayor militaba en una
agrupación de izquierda que ejercía lo que se
denominaba “la lucha armada” y su padre era
militar de carrera, pero a pesar de eso él recuerda:
Vivíamos con miedo, yo vivía... Yo tenía miedo pero,
tenía miedo, porque era un gobierno militar y segundo
porque mi hermano había tenido un despiole con los
militares, él había secuestrado a mi tío y… lo devolvió
al mes sano y salvo, pero en definitiva lo dejaron diez
años adentro y había épocas en que nos perseguían.
En otros casos, los entrevistados, estaban
estrechamente vinculadas con militantes de
izquierda o ellos mismo lo eran. Como es el caso
de Federico y su familia que tenían amistad con
un matrimonio cuya hija era militante del ERP
7
y
a raíz del compromiso afectivo que los unía se
conmueve al recordar:
(...) mi vida era la de un
adolescente, recuerdo con respecto a mi familia que mis
padres tenían unos amigos que la hija estaba en el ERP
y los íbamos a visitar a veces los sábados; recuerdo que
un día fuimos a ver a esta gente y había caído el
Ejército por el techo de la casa y no la habían
encontrado a Alejandra, ¿eh?, no la habían encontrado
pero los padres ya sabían que la iban a matar porque
estaban matando a todos sus compañeros, en principio
lo que más marcó el cambio del 76 para mí, fue
Alejandra, que la queríamos y la queremos mucho y
estábamos muy en contacto con ella y con su salud
física, que no la maten y sabíamos que empezaban a
desaparecer sus compañeros de militancia, ella
empezaba a cuidar a los hijos de la gente que empezaba
a desaparecer, ella nos pedía que la lleváramos hasta
Liniers, que no supiéramos qué colectivo iba a tomar
para que si aparecían los militares, los padres no
pudieran decir qué colectivo tomó para no
orientarlos y lo que más me llamaba la
atención era que tenía las manos como
desgastadas del trabajo y una actitud que
realmente hacían considerarla como una
persona única que se brindaba a la
humanidad con un amor muy distinto al
cotidiano.
En libertad condicional
Como engranajes de un mismo
mecanismo reatroalimentándose uno a
otro, el miedo, el silencio y la
desconfianza, eran el basamento de
un cuarto elemento: la sospecha. De
ella nadie estaba a salvo, las “fuerzas
de seguridad” sospechaban de todos,
y a la vez todos devenían sospechosos
para todos. Leo rememora los
cuidados que había que tener:
Lo que yo siempre
recuerdo de esa época es que cotidianamente se
preguntaba si uno salía o no salía con documentos y si
uno descubría en algún momento de su salida, de ir al
cine, de lo que sea, que se olvidaba los documentos en
la casa se te paraba el corazón y la pregunta era: “¿Y
si te confunden?”. Y había un estado de sospecha
general ante cualquier habitante (…) la pregunta se
respondía sola, si te confunden te puede pasar algo
jodido.
Dado que para las Fuerzas Armadas había
buenos y malos, buenos ciudadanos y
subversivos. Había que probar “buena conducta”.
La
desconfianza impregnaba todo afectando
los vínculos entre las personas.
Laura
nos habla
de la confusión reinante y cómo esto generaba en
las personas desconfianza hacia los demás:
(...) yo
no tenía muy claro por dónde pasaba el peligro y quién
estaba en peligro. Porque además el que militaba no lo
Como engranajes de un
mismo mecanismo,
reatroalimentándose
uno a otro, el miedo, el
silencio y la
desconfianza eran el
basamento de un cuarto
elemento: la sospecha.
De ella nadie estaba a
salvo, las “fuerzas de
seguridad” sospechaban
de todos, y a la vez
todos devenían
sospechosos para
todos.
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sabías, si yo tenía un amigo militante, yo no lo sabía.
Esto era lo que generaba el riesgo, ahí vos pasabas a ser
alguien en riesgo. Porque yo podía ser amiga de un
militante y no saberlo, entonces yo pasaba a estar en
riesgo...
Era peligroso comprometerse con otros, se
fueron debilitando las redes sociales mostrando
cómo operaba la desconfianza en este proceso.
En este clima todos se volvían sospechosos, y
algunos no tenían muy claro sospechosos de qué.
Se tomaban algunas señas físicas como elemento
conformador de la peligrosidad de los
adolescentes, como la edad, el aspecto físico, el
largo de los cabellos, la vestimenta, las
actividades que desarrollaban, sustentando el
prejuicio en las fuerzas de seguridad e
inseguridad en las personas, como cuenta Andrés:
(...) me ha pasado por ejemplo un par de veces, que se
bajen de un patrullero varios tipos armados, y éramos
cuatro o cinco chicos de 16 años, más buenos que el
pan de salvado, íbamos al colegio, a misa y a jugar al
rugby, era lo único que hacíamos, y que nos hagan
tirar al piso, que nos pidan documentos, que nos
palpen de armas, nosotros nos moríamos de risa, nos
parecía todo una película, pero realmente era una cosa
muy jodida, uno lo mira ahora, sabiendo lo que pasó y
es realmente para asustarse y mucho.
En este mismo
sentido Alicia
recuerda un hecho ocurrido a su
hermano y un grupo de amigos:
Incluso en esa
época mi hermano, que es seis años mayor que yo, se
juntaba en un boliche, me acuerdo en Capital, donde
iban y tocaban la guitarra y me acuerdo que un día lo
llevaron a él, lo llevaron porque tenía bigotes, según
dijo la policía, lo soltaron a los dos días. Dos días
estuvo, no le hicieron nada, averiguaron antecedentes
supongo, se lo llevaron a él y a dos amigos que tenían
bigote, barba y pelo largo, porque había otro que estaba
estudiando en la Facultad de Psicología pero que tenía
pelo corto y a ése no se lo llevaron. O sea, tenía otro
aspecto, tenía un aspecto más de persona adulta (...)
parecía más una persona formal.
Laura nos habla acerca de un contenido más
ideológico del prejuicio y a su vez el que más
riesgo implicaba, del cual no estaban exentos ni
los religiosos:
Todo sacerdote que hiciera algo más
que dar misa era sospechado. Todo lo que fuera dudoso
o que no fuera sólo hacer bautismo, misa… bueno si ya
te dedicabas a estar con jóvenes, para los milicos los
jóvenes eran el semillero y eran la tierra fértil para
inculcar ideas. Entonces, cualquier grupo que te
inculcara ideas sobre el prójimo, la igualdad, querer
que la gente esté mejor, era un grupo de riesgo.
Las experiencias de violencia que les ha
tocado protagonizar o presenciar son muy
frecuentes en los recuerdos, como operativos en la
calle que se hacían indiscriminadamente y que
iban desde los controles de documentos en los
medios públicos de transporte hasta situaciones
con mayor grado de compromiso y riesgo per-
sonal.
Cristina relata un episodio que pudo tener
consecuencias dramáticas para ella y que sale de
los márgenes imaginables de posibilidades en
épocas de normal funcionamiento de las
instituciones:
Yo salí con todo mi grupo de quinto
año al Golfito en Vicente López a jugar al golf (...)
íbamos en varios autos y estacionamos para cruzar al
Golfito (...) aparece un colectivo 59, que en realidad
después vimos que no tenía número, pero de afuera era
un colectivo 59. Y se bajan y dos mil millones de
milicos arriba. Y nos suben, y bueno, nos piden
documentos y yo era menor de edad, tenía 17 años y
nos suben a mí y a Román, un amigo mío que también
era menor de edad (...) cuando subimos nos dimos
cuenta que no era un colectivo, todo era muy
vertiginoso, muy rápido y no entendíamos, cuando
subimos al colectivo con Román empezamos a
entender… y había otra gente arriba del colectivo... y
me palparon de armas, me remanosearon y nos
sentaron a Román y a mí en el fondo, en el último
asiento, y todos mis amigos abajo preguntando: “¿Por
qué ellos?” (...) Yo tenía pánico, me acuerdo el miedo
que tuve y que yo pensaba mis papás no están... cómo
le... la llegan a llamar a mi abuela... y yo estoy presa...
mi abuela se infarta... bueno, un miedo bárbaro.
Otros entrevistados recuerdan hechos de
mayor gravedad como matanzas de familias
enteras y noticias sobre aparición de cadáveres.
Leo
recuerda que
sí, se decía que había cuerpos en el
río, aparecían cadáveres, había todo un pánico
alrededor de esto. No se sabían detalles pero se
olfateaba (...) Yo me acuerdo cosas que me quedaron en
la cabeza, una familia que no escuchó la voz de alto en
un cuartel y los mataron a todos, por el sólo hecho de
no escuchar la voz de alto.
Alicia, que también ha
estado próxima a operativos importantes, dice:
Recuerdo cuando yo viví una experiencia muy cerca de
donde vivo ahora, era el taller de mi papá, mataron a
una familia… o sea, hubo un operativo (…)
,
y otros,
como Germán, también nos cuentan situaciones
que describen con crudeza la vida cotidiana de
entonces:
Y lo primero que me viene a la cabeza es
cuando recién estaban haciendo el acceso sudeste, yo
trabajaba del otro lado, cerca de Villa Azul y teníamos
que pasar por esas montañas (de tierra de las
excavaciones para la construcción de una autopista) y
encontramos varios cuerpos asesinados, con varios
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16
tiros en la cabeza y era fulero ver esas cosas...
Federico recuerda dos sucesos:
(...) volvíamos
a mi casa, teníamos un Torino y era tarde, manejaba
mi vieja y creo que venía mi hermana, sí mi hermana y
yo, y los vidrios estaban todos empañados, entonces se
ve que estaban haciendo un procedimiento en General
Paz y cerca de Philips y a mi vieja le dicen: “Alto”,
que pare, y mi vieja no oye y sigue, y mi viejo ve que
nos empezaron a encañonar a todos y de pedo se ve que
mi viejo grita que clave los frenos y si seguíamos dos
metros más nos mataban a todos, entonces bajó mi
viejo y le dijeron... e hicieron el procedimiento con
todos alrededor del auto con las Itacas o no sé qué
carajo tenían como para matarnos pensando que
éramos parte de algún… y mi viejo salió con las
famosas credenciales (Credenciales falsas que el padre
de Federico había conseguido y con las cuales se
presentaba como militar) y nos salvamos, si no, nos
mataban, ahí sí sentí que nos iban a matar y realmente
en ese momento era así y no tenías escapatoria,
la
locura te atravesaba como una bala, ésa es la sensación
de riesgo. Y después un amigo de mi hermana que
venía por la General Paz de una fiesta, esto no es per-
sonal pero es vivir en esa época, venía de una fiesta y
eran tres atrás, en la General Paz no había tantos
carriles como ahora, entonces había un tipo en un Fal-
con que lo quería pasar, le tocaba bocina y le hacía
luces y ellos no podían correrse, en un momento se
corren, el tipo pasa con un arma y empieza a tirar,
como el amigo de mi hermana estaba durmiendo,
cuando oye el primer tiro se incorpora y el segundo
tiro le fue en la cabeza y lo mató.
Las fuerzas de seguridad habían invertido su
rol, en lugar de velar por la seguridad de las per-
sonas se convirtieron en sus victimarios. Se vivía
bajo la presión de tener que “probar inocencia”
permanentemente de una culpabilidad, que como
la sospecha, no estaba clara para la gente común,
no se sabía bien en qué consistía. ¿De qué se
acusaba a la gente? ¿De qué era necesario ser
inocente? Las fuerzas de seguridad interpretaban
la realidad social como una guerra entre los
buenos que querían restaurar el orden,
encarnados en ellos, y los malos, los subversivos.
Como resultado se tuvo una sociedad vigilada,
controlada y atropellada. Germán se refiere a las
fuerzas de seguridad despectivamente:
Militares y
policías en esa época eran la misma porquería. Inclu-
sive yo tenía, tengo, tíos que eran policías que han
cambiado su vida un 99%, antes se jugaban por la
demás gente y en ese momento no se jugaban por
nadie...
Los atropellos que cometían las fuerzas de
seguridad también son mencionados por Cristina
al evocar un episodio vivido por su hermano:
(...)
mi hermano un día pasando por la puerta de la
comisaría a la vuelta de mi casa donde pasaba él todos
los días y los tipos lo re-conocían, y era un pibe!,
imaginate... debería tener 14 o 15 años mi hermano
¡eh!, y la policía lo agarró, lo palpó de armas... mal,
con mucha violencia, le arrugó los documentos, los
cigarrillos, lo amenzaron que si otra vez pasaba y
miraba, no sé qué le iban a hacer... Y me acuerdo
que cuando él lo contó en mi casa, mi papá quiso ir
a putearlos y a matarlos... imaginate... como un
papá... y me acuerdo que mi mamá le dijo que no,
porque era desigual, porque como están las cosas
quizás vos vas a ir y capaz que (...).
Un repliegue a la esfera privada
Ante el riesgo que corría la vida, aún en las
rutinas cotidianas, las únicas certezas eran el
miedo, la desconfianza y la imprevisibilidad.
“Entonces sólo queda refugiarse en lo privado con
la esperanza de encontrar en la intimidad una
seguridad mínima”, originándose así “…un
proceso de privatización que restringió
drásticamente el campo de experiencia social”
(Lechner 1995: 93). De manera casi
inconscientemente surge otro mecanismo de
defensa, que está asociado con el riesgo y el
miedo, la autorrepresión, se “dejan de hacer
cosas” y se “hace silencio”. Cristina
se lamenta
diciendo:
(…) lo terrible yo creo que es eso, lo
subterráneo que es la represión… para mí la represión
es... no es el castigo por decir algo, es la
autorrepresión, lo que uno empieza a dejar de hacer y a
dejar de pensar… por el miedo… el miedo no sabés a
qué… ni yo te lo estoy pudiendo decir, a qué tenía
miedo. Hoy puedo traducir a qué tenía miedo por lo
que supe después… pero en ese momento… ni sé si
tenía miedo, ¿me entendés? Sí, sabía que tenía miedo,
claro que lo tenía pero no creo que hubiese tenido
conciencia del miedo...
La cotidianeidad fue modificando sus
escenarios, el espacio público se tornó hostil y
riesgoso, hasta transitar por la calle o permanecer
en ella ponía en peligro la seguridad de las perso-
nas. Esto parece promover el aislamiento, la
búsqueda de seguridad y protección paredes
adentro, como forma de evitar las situaciones
amenazantes y la sensación de miedo
permaneciendo el mayor tiempo posible en
algunos espacios privados que parecían ser los
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17
menos inseguros –casa, escuela, etcétera. Lucía lo
expresa claramente:
(...) yo te digo que la escuela de
Bellas Artes yo la viví como una cosa que nos protegía
de todo esto que pasaba afuera, yo sentía que a mí me
contenía y me preservaba, te diría, de lo que se vivía
afuera.
Para ella estar en la escuela era una
seguridad y recuerda que restringió la actividad
social pública sobre todo por la noche.
(...) En la
escuela no, porque como ya te digo había como una
especie de anestesia, yo ahí no sentía riesgo ninguno,
podía sentir riesgo saliendo a la noche… teníamos
precaución de no reunirnos en la calle. Ciertas cosas
las teníamos como instaladas en nuestros límites, de no
provocar ciertas cosas que sabías que te podían traer
consecuencias, no íbamos a estar en la calle en
grupitos, esas cosas no, eso teníamos claro que no...
Se
produjo un repliegue hacia lo privado buscando
ámbitos familiares que permitieran asegurarse a
sí mismos.
Y en ocasiones, aun lugares que eran también
ámbitos privados, durante el gobierno militar
tampoco ofrecieron absoluta seguridad. Germán,
por ejemplo, que era socio de un club en su barrio
recuerda que
antes inclusive podíamos, me acuerdo
que éramos pibes e íbamos al club cerca de casa a jugar
al pool, al billar, al metegol. Cuando sucedió lo del
golpe no íbamos más al club, nada. Prácticamente
estaba desierto el club, no iba nadie. Yo estuve varias
veces presente cuando llegaron los milicos, entraron,
ponían a todos contra la pared, los golpeaban. Inclu-
sive yo también he recibido un par de golpes...
La sociedad argentina que había conseguido
un tipo de organización participativa debió
replegarse y desactivar ciertos mecanismos –
trabajos comunitarios, distintas organizaciones de
ayuda, participación sindical y política, entre
otros– que le habían dado ese carácter. Esta
desarticulación promovió un achicamiento del
espacio público y un traslado de actividades al
espacio privado.
De eso no se hablaba
A
pesar de la dialéctica y discusión
permanente entre posturas contradictorias sobre
el sentido de los sucesos, en los relatos acerca de
la vida cotidiana de la gente común hay una total
homogeneidad. Aparece una constante referencia
al “silencio” como elemento conformador del
clima social de esos años emerge siempre
asociado al miedo y la sospecha. La sensación de
riesgo personal y de miedo fue afirmándose, y
frente a esto el silencio se convirtió en una forma
de protección. Alicia alude al silencio como
preguntas que nadie se animaba a hacer:
(…)
había mucho miedo, mucho temor, muchas preguntas
pero que nadie hacía porque había pánico, yo por
ejemplo tenía miedo cuando venía de estudiar.
Casi
todos los entrevistados mencionan que, en los
ámbitos que frecuentaban, “no se hablaba”,
“nadie decía nada”. Si se hacía silencio, si no se
preguntaba, no se corría peligro. Según Adriana,
por ejemplo:
Había como una especie de hermetismo
en la escuela, porque como que de esas cosas no se
hablaba.
Tampoco en la escuela a la que concurría Ali-
cia
se comentaba nada:
No se hablaba de… por lo
menos en donde yo iba o con los profesores que tenía,
no se hablaba, no se preguntaba, no se comentaba. Era
como que estaba pasando algo pero nadie decía nada.
Del mismo modo en su casa tampoco se
(...)
comentaba nada, no, en casa mucho el tema… no… no
se hablaba, pero no se hablaba porque mi papá, como él
opinaba distinto, evidentemente tenía miedo a que
nosotros opináramos igual que él, o pensáramos igual
que él y lo empezáramos a divulgar y él nos decía que
no habláramos con nadie de esas cosas porque se
podían creer otra cosa.
Asimismo
Leo
recuerda que
(…) la cuestión
era, bueno, todo el mundo chito la boca, porque acá hay
un grupo muy difícil de sacar y hay que sacarlo cueste
lo que cueste… no tenías que preguntar demasiado.
De los testimonios surge la convicción acerca
del ocultamiento deliberado por parte de quienes
detentaban el poder. Por ejemplo a través de la
manipulación de la información ya que los
medios de comunicación fueron intervenidos. Y
en este sentido es necesario reflexionar sobre la
importancia de los medios de comunicación como
sitios donde se forma la memoria colectiva, ya
que son los que ofrecen el material sobre el que
luego se discutirá en la interacción y se recordará.
Como formadores de opinión los medios
moldean, de alguna manera, lo que se puede o no
pensar, decir o recordar. Adriana
dice:
(…) no, no
se pasaba información de lo que estaba pasando. No
sabíamos cuándo detenían a alguien o cuándo lo
mataban. No, estaba manejada la información. No la
mostraban por en televisión
, y para
Daniel:
(…) la
tele estaba muy bien controlada por ellos. Te pasaban
la información que ellos querían que vos vieras para
meterte que lo anterior
(se refiere a la subversión)
era una porquería y que la paz venía en ese momento.
También se mencionan canales extraoficiales
por los cuales algunas personas sí accedían a
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18
información sobre el accionar de las fuerzas de
seguridad, como Radio Colonia (radioemisora del
Uruguay) y ciertos medios gráficos que se
expresaban entrelíneas. Leo
dice que
en esa época
había que escuchar Radio Colonia y ahí escuchabas
de “enfrentamientos”, así entre comillas, y la
cantidad de muertos que había por día y cómo
aparecían. Y acá no pasaba nada.
Ciertas revistas
sugerían cosas, Lucía, por ejemplo, recuerda:
(…) mucho la burla a través del humor, como
podían decir algunas cosas y poner en ridículo a
estos tipos (…) había algunas revistas que por ahí
filtraban estas cosas, pero no recuerdo que los
diarios hablaran así claramente, no, no, se debían
decir las cosas que los milicos
permitían que se dijeran.
Algunos no creían ¿o no
podían creer? El silencio y la
desinformación habrían provocado
incredulidad. Cristina piensa:
No
sé si mis viejos sabían… creo que mis
viejos tampoco sabían que la gente
desaparecía y que lo supieron después
8
y que fueron muy incrédulos (…)
. Y
Fernanda
confiesa que
bastante
después empecé a darme cuenta,
porque era más vox populi, se hablaba
más, y aunque se seguía sin publicidad,
sin todo eso. Pero empezaron las
primeras manifestaciones de las Madres
de Plaza de Mayo, la gente que pedía
por los desaparecidos, que no sabían
dónde estaban sus (...). Uno empezaba a
escuchar, si bien ni en mi núcleo famil-
iar ni en mi barrio nadie desapareció.
Nunca vi, viste, que de golpe aparecieran los “Ford
verde” y entraran a casa de un vecino mío (...)
Entonces eso hizo que, en una familia donde no se
hablaba de política, en un colegio donde no había
libertad, en un colegio privado, de monjas, más
cerrado, y en mi entorno encima no pasó nada, era
como que me costó caer.
Han quedado secuelas en la gente, como cul-
pas no resueltas, producto de la contradicción que
se vivía por intuir que algo extraño estaba
pasando, vivenciar el miedo y hacer silencio, por
ejemplo, ante la desaparición de un compañero de
colegio. Gabriela hoy piensa que
(...) vivía adentro
de una burbuja,¿entendés?, toda esa cosa que a mí me
pasó yo pienso que si a mí me hubiera pasado en otro
momento de mi vida, esto que te digo de ir a golpear la
puerta diez veces y que te encuentres a una persona
que te diga: “No, acá no vive nadie”, no es normal que
yo no haya hecho nada que no haya tratado de
averiguar y recién después cuando empezó a sonar el
tema, recién ahí empecé a atar cabos de qué es lo que
a él le pasó (…).
Se habían socavado los criterios
sociales acerca de lo normal y de lo posible, se
habían perdido referentes, provocando en las
personas sentimientos de impotencia.
Aunque cuesta reconocer qué mecanismo
hacía posible la convivencia, se vivía. Todas las
evidencias acerca de lo que estaba ocurriendo
se fueron resignificando e incorporando a la
vida diaria. Para Cristina era:
(…) que ése es un
mecanismo loco… porque sí, estaba el miedo, pero
yo no sé cómo es... creo que es un
mecanismo de la infancia, supongo...
ahora vos me hacés pensar en
esto…creo que es la primera vez que lo
pienso… que uno convive con eso…
supongo que es como... ¿viste que un
día te enfermás, o que tenés un
pariente muy enfermo y es una cosa
que no podés nunca pensar? Y un día
estás conviviendo con esa realidad y te
levantás a la mañana, y hacés la
comida y te reís y esa situación está.
Creo que vivía con eso. O sea, hoy me
angustia tremendamente (…).
Lechner (1995) sostiene que du-
rante los gobiernos autoritarios se
da una especie de
impermeabilización mediante la
cual la gente protege su vida inte-
rior del mundo externo que se ha
tornado hostil.
El silencio generalizado era para la
ciudadanía, un mecanismo de defensa y para el
Estado, un mecanismo de control. Fue
consecuencia y al mismo tiempo herramienta,
según quién lo actuara. Los adolescentes hacían
silencio por obediencia a los mandatos
familiares. Daniel
recuerda que sus padres le
decían que tenía que tomar precauciones como:
(...) no hablar de política, no hablar de esto, de lo
otro, es decir, todo lo que sea político no hablar
eeeh... tratar de no opinar (…).
Conclusiones
Con respecto a la metodología podemos
concluir que este enfoque logra mantener viva
la experiencia de los actores a través de las
voces de quienes relataron.
Hubo una alteración en
la división de los
espacios habituales de
interacción, con una
pérdida absoluta de los
espacios públicos de
intercambio. La
penetración del Estado
en los espacios
domésticos causó la
destrucción de los lazos
interpersonales
generando una
atmósfera de sospecha
y culpas que alteró la
comunicación entre los
ciudadanos.
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19
Como sostiene Vasilachis (Sautu 1999: 17)
“Los sonidos de esas voces aparecen aquí
destacándose por sobre todos esos ruidos y
ocupando un lugar central en un texto en el que el
investigador cede su turno al que sabe qué y
cómo ha vivido, llorado, sufrido, amado y reído.
Y ese lugar no está ofrecido como una concesión
sino que está acordado en los mismos términos
que el reconocimiento de todo derecho que haga a
la dignidad humana”.
Cada texto hace presente el pasado y
recupera junto con la historia al propio
protagonista, sus emociones, sus sentimientos,
sus sensaciones e interpretaciones. La
evocación del recuerdo a través del relato
implica considerar la memoria como
interpretación, como significación a través de
la cual se habla del pasado desde las
identidades individuales y
grupales. Y en tanto hay
interpretación de los hechos
creemos que hay una búsqueda de
sentido, de las causas de los
acontecimientos y como se logra a
través de los propios actores,
implica que hay un tiempo y un
lugar desde el cual se relata
poniendo en evidencia que hay una
relación estrecha entre el relato y el
lugar que el que relata ocupa en el sistema de
relaciones sociales. Como relatar también es
intercambiar, a través del diálogo, es por lo
tanto transmisión para nuevas generaciones.
En cuanto a los hallazgos obtenidos de los
relatos podemos concluir que las secuelas que
el proceso militar ha dejado se reflejan en los
testimonios.
A pesar de la diversidad de sucesos y
anécdotas mencionadas, se observa
homogeneidad en la descripción del tipo de
procedimientos empleados por las Fuerzas Ar-
madas. Casi la totalidad de los entrevistados
recuerda en primer lugar haber sentido
“miedo”, ante la propuesta de evocar tanto el
golpe militar de 1976 como el gobierno del
autodenominado Proceso de Reorganización
Nacional. Originadas por el miedo se fueron
entrelazando una serie de actitudes –“silencio”,
“obediencia”, “sospecha”– que reemplazaron
otras redes que antes sostenían a la sociedad.
Nuestras interpretaciones se ven superadas
por las propias vivencias rememoradas por los
... el golpe duró todo el
tiempo que estuvieron
los militares, no fue el
76, sino que fue un
bloque de cemento
sobre todos esos años,
(…).
actores. Fernanda no encuentra la manera de
expresar lo que el miedo provocaba en la gente:
¿Viste cuando te adaptás a lo que se va dando sin
oponer resistencia? (…) y claro, de política no se
hablaba, no se opina de esto, no se opina de lo otro
(…) Se me pasó la vida sin posibilidad de opinar.
No tenías posibilidad de opinar, de informarte. Vos
pensá que yo tenía 25 años cuando voté (…)
Cuando pienso que se me pasaron veinticinco años.
Y yo a los 25 no podía opinar de nada porque no
tenía ni idea qué era derecha, izquierda. Nunca
podía hablar de política (…).
Silencio y obediencia fueron una
combinación efectiva y segura. Para la gente
común fue mecanismo de defensa y para las
fuerzas de seguridad fue herramienta de
sometimiento. Los medios de comunicación
intervenidos cumplieron un rol importante de
apoyo, silenciando noticias sobre
lo que ocurría y vehiculizando
mensajes amenazantes, como
forma de control social.
Hubo una alteración en la
división de los espacios habituales
de interacción, con una pérdida
absoluta de los espacios públicos
de intercambio. La penetración del
Estado en los espacios domésticos
causó la destrucción de los lazos
interpersonales generando una atmósfera de
sospecha y culpas que alteró la comunicación
entre los ciudadanos.
Otro de los aspectos significativos, que aparece en
los relatos, fue la inversión del rol de las fuerzas de
seguridad, ya no velaban por la seguridad de los
ciudadanos sino que se habían convertido en
victimarios, basados en la concepción dicotómica de la
sociedad que sostenían. Había buenos y malos. Los
malos eran los subversivos y los demás debían
demostrar que no pertenecían a ese grupo.
La mejor síntesis de lo que el golpe militar, el
período siguiente y sus consecuencias han
significado para la gente la hace un
entrevistado, Federico, quien siente:
(…) que el
golpe duró todo el tiempo que estuvieron los
militares, no fue el 76, sino que fue un bloque de
cemento sobre todos esos años (…)
.
Por último queremos decir que el tema nos
interesa porque forma parte de nuestra propia
historia y porque consideramos que es
necesario mantener abierto el debate como
forma de construir nuestra memoria colectiva.
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20
NOTAS
1
Es profesora adjunta de Metodología y Técnicas de
Investigación Social en la Carrera de Sociología e Investigadora
en el Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires.
2
Bertaux, D. (1989) sostiene que el enfoque biográfico permite
abordar las dos dimensiones del mundo social, “lo
socioestructural: los modos de vida” y “lo sociosimbólico: lo
vivido, las actitudes, las representaciones y los valores
individuales”, esos “…dos niveles de lo socioestructural y de lo
sociosimbólico no son más que dos fases de una misma realidad,
lo social y por esto todo estudio profundo de un conjunto de
relaciones sociales está obligado a considerarlos
simultáneamente”.
3
La cantidad de páginas permitidas hizo imposible incluir relatos
de todos los entrevistados.
4
La rutinización es para Giddens (1995: 398) “el carácter habitual,
y que se da por supuesto, del grueso de las actividades de una
vida social cotidiana, la prevalencia de estilos y formas familiares
de conducta que sustentan un sentimiento de seguridad
ontológica y a su vez recibe sustento de éste”.
5
Giddens (1995: 399) “Certeza o confianza en que los mundos
natural y social son tales como parecen ser, incluidos los
parámetros existenciales básicos del propio ser y de la identidad
social.”
6
Conducido por María Estela Martínez (Isabel), viuda desde 1974
del general Juan Domingo Perón.
7
ERP eran las siglas del autodenominado Ejército Revolucionario
del Pueblo.
8
Se refiere al momento en que comienza a funcionar la Comisión
Nacional sobre la Desaparición de Personas en 1983.
BIBLIOGRAFÍA
Bertaux, D., “El enfoque biográfico: su validez metodológica, sus
potencialidades”,
en
Historia oral e historias de vida
, San José de
Costa Rica, FLACSO, Cuadernos de Ciencia Sociales N° 15,1989.
Dabenigno y otros, “Hacer memoria. Recordando el golpe militar
de 1976”
,
en Sautu, R. (comp.),
El método biográfico. La
reconstrucción de la sociedad a partir del testimonio de los actores
,
Buenos Aires, Editorial de Belgrano,1999.
Giddens, A.,
La constitución de la sociedad. Bases para la teoría de la
estructuración,
Buenos Aires, Editorial Amorrortu,1995.
Hornstein, L.,
Práctica psicoanalítica e historia
, Buenos Aires, Edito-
rial Paidós,1993.
Kaës, R., “Rupturas catastróficas y trabajo de la memoria. Notas
para una investigación”
,
en Janine Puget, René Kaës (comp.),
Violencia de Estado y psicoanálisis,
Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina,1991.
Le Goff, J.,
El orden de la memoria. El tiempo como imaginario,
Barcelona, Editorial Paidós,1991.
Lechner, N.,
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política,
Santiago de Chile, Fondo de Cultura Económica,1990.
Middleton y Edwards,
Memoria compartida. La naturaleza social del
recuerdo y el olvido,
Barcelona, Editorial Paidós,1992.
Pennebaker, J. & B. Basanick, “Creación y mantenimiento de las
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,
en Páez, D. y otros,
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procesos culturales y políticos
, Bilbao, Servicio Editorial
Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea,1998.
Sautu, R., “Estilos y prácticas de la investigación biográfica”
en
Sautu, R. (comp.),
El método biográfico. La reconstrucción de la
sociedad a partir del testimonio de los actores,
Buenos Aires, Editorial
de Belgrano,1999.
Vasilachis, I., “Prólogo”, en Sautu, R. (comp.),
El método
biográfico. La reconstrucción de la sociedad a partir del testimonio de
los actores,
Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1999.
White, H.,
El contenido de la forma. Narrativa, discurso y
representación histórica
, España, Editorial Paidós, 1992.
Datos básicos de los entrevistados
EntrevistadoEdadEdadLugar de residenciaTipo de colegioOcupación en 1999
en 1976en 1999 en 1976al que concurría
Alicia16 años39 añosLuis Guillón (GBA)Escuela públicaProfesora de Música
Leo13 años36 añosLanús (GBA)Escuela públicaFotógrafo
Cristina13 años36 añosColegiales (C.F.)Escuela privada laicaProfesora de Música
Laura16 años39 añosAcasusso (GBA)Escuela privada religiosaDocente
Silvia16 años39 añosBella Vista (GBA)Escuela privada religiosaMaestra Jardinera
Adriana16 años39 añosRamos Mejía (GBA)Escuela privada laicaProfesora de Natación
Lucas17 años40 añosPalermo (CF)Escuela pública/Esc. NavalMarino
Santiago17 años40 añosBarrio Norte (CF)Colegio privado laicoMédico
Daniel17 años40 añosItuzaingó (GBA)Escuela públicaComerciante
Fernanda17 años40 añosCórdoba - Prov. CórdobaEscuela privada religiosaIngeniera civil
Julia14 años37 añosAdrogué (GBA)Escuela privada religiosaAma de casa
Lucía16 años39 añosPalermo (CF)Escuela públicaIlustradora - Pintora
Gabriela17 años40 añosCongreso (CF)Escuela públicaFarmacéutica
Verónica17 años40 añosCaseros (GBA)Escuela privada religiosa(Falta el dato)
Germán15 años38 añosQuilmes (GBA)No estudiaba - TrabajabaEmpleado
Ana17 años40 añosCapital/Ciudadela (GBA)Trabajaba - Grupo en IglesiaAma de casa
Virginia17 años40 añosCapitalEscuela públicaDocente - Prop. Inst. de Enseñanza
Andrés17 años40 añosOlivos (GBA)Escuela privada religiosaDocente - Director Inst. de Enseñanza
Cecilia15 años38 añosTemperley (GBA)Escuela privada religiosaMaestra
Diego13 años36 añosVilla Devoto (CF)Escuela públicaRemisero
Federico13 años36 añosMartínez (GBA)Escuela privada religiosaPsicoanalista
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21
traduccione
s
O enfoque
biográfico
interpretativo na
pesquisa
socio-historica
Masseroni, Susana
Esta apresentação propõe se aproximar na
utilização do enfoque biográfico
interpretativo na pesquisa sobre processos
sociais. Procura-se mostrar em espacial a
utilidade dos relatos de vida para a
compreensão dos significados atribuídos
pelas pessoas aos acontecimentos vividos,
assim também as conseqüências sociais
dos mesmos.
Embora o principal interesse esteja
constituído pelas questões metodológicas,
será exemplificado com este estudo sobre
as lembranças que ainda continuam vivas
na memória das pessoas, sobre os
sucessos acontecidos na Argentina entre
1976 e 1983, anos nos que governaram
em nosso pais as Forças Armadas e se
cometeram violações aos direitos
humanos. Recuperam-se sensações e
sentimentos que apareceram nas
lembranças que fazem parte do clima
social do período, procurando reconstruir a
trama social através da experiência
pessoal, resgatando os sucessos do
passado processados pela experiência
posterior, e ainda pelas expectativas
presentes. Analisaram-se entrevistas
realizadas no ano 1999. O universo do
estudo esteve contituído por homens e
mulheres de setores médios, da área
metropolitana de Buenos Aires, que no
período da ultima ditadura militar se
achavam cursando o segundo grau e
residiam no país.
A reconstrução da experiências subjetivas
da possibilidade de analisar as relações
sociais desse momento, emergindo como
um componente essencial dessas
experiências, emoções passadas e atuais.
Em referência às descobertas obtidas
podemos concluir que as seqüelas que
deixou o processo militar se refletem nos
testemunhos.
Apesar da diversidade do sucesso se
observou homogeneidade na descrição do
tipo de procedimento utilizado pelas Forças
Armadas. A primeira sensação que quase
todos os entrevistados sentiram foi
medo
,
a idéia de evocar tanto o
golpe
militar de
1976 como o governo autodenominado
Processo de Reorganização Nacional.
Originadas pelo medo se foram
entrelaçando uma série de atitudes –
silêncio obediência, suspeita– que
substituíram outras redes que antes
mantinha à sociedade.
L’approche
biographique
interprétative dans
l’enquête sociale et
historique
Masseroni, Susana
Cette présentation se propose d’aborder
l’usage de l’approche biographique
interprétative dans l’enquête sur les pro-
cessus sociaux. En particulier on essaie de
démontrer l’utilité des histoires de vie pour
la compréhension des significations
attribuées par les gens aux événements
vécus, aussi bien que les conséquences
sociales des mêmes.
Bien que l’intérêt principal est constitué par
les questions méthodologiques, on
essaiera d’exemplifier avec une étude sur
les souvenirs encore vivants dans la
mémoire de gens, au sujet des événements
passés en Argentine entre 1976 et 1983,
lorsque les Forces Armées ont gouverné
notre pays, et ont commis des violations
aux droits humains.
On reprend les sensations et sentiments
qui apparaissent dans les mémoires
comme formateurs du climat social de la
période, on essaie de reconstruire le réseau
social à travers l’expérience personnelle, on
rattrape les événements du passé, traités
pour l’expérience postérieure, et même
pour les expectatives présentes.
On a analysé les entrevues accomplis en
1999. L’univers étudié a été constitué par
hommes et femmes de secteurs sociaux
moyens, de la région métropolitaine de
Buenos Aires, qui au cours de la dernière
dictature militaire fréquentaient le lycée et
ont résidé dans le pays.
La reconstruction des expériences
subjectives facilite l’analyse des rapports
sociaux de ce moment, en faisant émerger
des émotions passées et présentes,
comme un composant essentiel de ces
expériences.
À propos des découvertes obtenues nous
pouvons conclure que les séquelles
laissées par le processus militaire, sont
reflétées dans les témoignages.
Malgré la diversité d’événements, on ob-
serve l’homogénéité dans la description du
type de procédures utilisée par les Forces
Armées. Presque la totalité des interviewés
se souviennent de commencement d’avoir
senti la peur, devant la proposition
d’évoquer tant le coup militaire de 1976
que le gouvernement appelé Processus de
Réorganisation Nationale.
Toute une série d’attitudes causée par la
peur a été entrelacée –silence, obéissance,
soupçon– cela a remplacé des autres
réseaux qui autrefois ont soutenu la
société.
The interpretive
biographical
approach in the
social and historical
investigation
Masseroni, Susana
This presentation intends to approach the
use of the interpretive biographical ap-
proach in the investigation on social pro-
cesses. In particular, the utility of the sto-
ries of life for the understanding of the
meanings attributed by people to the lived
events, as well as the social consequences
of the same ones, is tried to demonstrate.
Although the main interest is constituted
by the methodological questions, I will try
to exemplify with a study on the still alive
remembrances in the memory of people,
about the events happened in Argentina
between 1976 and 1983, years in that the
Armed Forces governed our country, and
violations were made to the human rights.
Sensations and feelings that appear in the
memories like shapers of the social climate
of the period, trying to reconstruct the
social network through the personal experi-
ence, are recovered, rescuing the events of
the past, processed for the later experi-
ence, and even for the present expecta-
tions.
nterviews performed in 1999 were
analysed. The studied universe was consti-
tuted by men and women of middle social
sectors, of the metropolitan area of Buenos
Aires that in the course of the last military
dictatorship were frequenting secondary
school and resided in the country.
The reconstruction of the subjective experi-
ences facilitates the analysis of the social
relationships of that moment, making past
and present emotions emerge, as an es-
sential component of those experiences.
Concerning the obtained discoveries we
can conclude that the sequels that the
military process has left are reflected in the
testimonies.
In spite of the diversity of events, homoge-
neity is observed in the description of the
type of procedures used by the Armed
forces. Almost the totality of the
interviewees remember in first place to
have felt fear, in the presence of the pro-
posal of evoking both the military blow of
1976 and the government of de so called
Process of National Reorganization.
Originated by the fear, a series of attitudes
were interlaced –silence, obedience, suspi-
cion– that replaced other nets that formerly
sustained the society.
21