22
Para ser un
revolucionario...
Un estudio acerca de la transmisión
de la moral comunista en el Partido
Comunista Argentino (1950-2003)
23
os trabajos sobre la militancia
en la Argentina se han centrado
en el espacio público, en la
transición democrática, las
dificultades institucionales y los
dilemas de la memoria. Sin em-
bargo, una de las características
de la dictadura de 1976-1983 fue
convertir al espacio público, a “la
calle”, en un espacio vacío. Así,
las posibilidades de encuentro, de
interacción entre los actores
sociales comenzaron a transcurrir
en espacios cerrados, protegidos
de la vigilancia extramuros. El
espacio familiar y los grupos
primarios de pertenencia fueron
convirtiéndose en lugares de
encuentro seguros y confiables
frente a la agresión que reinaba en
el espacio público.
Este trabajo se propone
estudiar el modo en que una serie
de normas transmitidas
intergeneracionalmente por
medio de rituales repetidos en
forma cotidiana en el espacio fa-
miliar y en los grupos primarios
de pertenencia, la moral
comunista, entendiendo moral
como portadora de usos,
costumbres y maneras de vivir y,
en su acepción de fines del siglo
XVIII, como “acción de templar
los afectos”1 y la moral comunista
como el “conjunto de principios y
normas de comportamiento de los
constructores de la sociedad
socialista y comunista”2, fue
conformando una mirada frente
al mundo que aún influye en el
modo en que jóvenes y
adolescentes miembros de
familias comunistas e hijos de
militantes de la Federación
Juvenil Comunista (Fede) se
sitúan frente a nuevos
movimientos sociales, como
grupos antiglobalización,
piqueteros, ocupas, caceroleros,
centros de estudiantes y
asambleas barriales.
En este contexto cabe
preguntar: ¿cuáles fueron los
vehículos de transmisión de los
modos de ver, hacer y sentir
propios de la moral comunista?
¿Cuál era el fin de dicho
aprendizaje? ¿De qué manera
opera la tradición heredada al
analizar el presente?
Esta investigación se realiza a
partir del estudio de manuales de
moral comunista, escritos y
documentos de la Revolución
Rusa acerca de la juventud, el
amor y el sexo y, además, 20
entrevistas individuales a ex
militantes del Partido Comunista
y de la Federación Juvenil
Comunista e hijos de militantes
en Argentina, entre los que
distinguiremos cuatro grupos:
-militantes comunistas que
no provienen de familias
comunistas.
-militantes comunistas
provenientes de familias
comunistas.
-militantes comunistas
provenientes de familias judías
comunistas.
-aquellos hijos de militantes
comunistas que se han negado a
pertenecer al Partido, pero que
sin embargo han “heredado” los
valores propios de la moral
comunista.
1- Hogares comunistas
La interacción entre los
sujetos sociales que conforman el
ámbito familiar, que constituye su
universo afectivo a partir de
mandatos y valores provenientes
de su comunidad de origen y con
relación a los mandatos y valores
del Partido Comunista, conformó
un ambiente doméstico y un
sistema afectivo influido por
dichos mandatos y valores. Para
los comunistas, el hogar era uno
de los espacios de transmisión
intergeneracional de lo político a
través de normas que regulaban
los modos de hacer, ver y sentir.
Allí comenzaba la construcción de
lo que en este trabajo llamaremos
la ortodoxia, el aprendizaje de un
corpus de normas y la práctica de
rituales tendientes a
internalizarlas.
La familia será entendida en
este trabajo como un entramado
Para ser un revolucionario...
Autora Graciela Browarnik
Programa de Historia
Oral del Museo Roca.
Buenos Aires, Argentina.
L
24
de relaciones pero también como
lugar de memoria, es decir, un
lugar que si bien se presenta bajo
un soporte material: la casa, se
convierte en lugar de memoria en
cuanto adquiere por medio de
rituales y prácticas un significado
simbólico que va conformando
una tradición.3 Ahora bien, ¿cuál
era la conformación de estas
familias comunistas? Éstas debían
enfrentarse a la doble tarea de
crear un espacio comunista al
tiempo que reelaboraban las
enseñanzas provenientes de la
cultura local, occidental y
cristiana que no podían ignorar,
para luego poder constituir una
tradición propia. Muchos
comunistas argentinos fueron
fundadores de una tradición fa-
miliar. Por su condición de
inmigrantes, habían roto con su
pasado, pero su grupo familiar
extenso había permanecido en
Europa o había muerto en las
guerras. Otros, se habían
convertido del catolicismo al
comunismo a partir de una fuerte
percepción de la situación social
imperante.
La familia se convirtió así en
un espacio primordial, sujeto a
diversos controles, una fábrica de
futuros comunistas. Éste sería un
arduo trabajo para aquellos que
como encargados de difundir las
normas y pautas culturales
tendientes a crear un perfil
determinado de revolucionario, era
necesario mediar entre un
contexto con el cual debían
dialogar constantemente y un
marcado sectarismo que
pretendía alejar a los futuros
comunistas de las tentaciones que
la sociedad burguesa ofrecía cada
vez con mayor fuerza, en especial
a través de medios de
comunicación como la televisión.
¿Qué debían ofrecer los grupos de
pertenencia comunistas para
sobreponerse frente a la oferta
cultural y social del afuera?
Este trabajo de
internalización de normas y
supresión de deseos debía
comenzar en la infancia, de
allí que la familia fuera
conformando un imaginario
utópico que se convertiría en
terreno fértil para la
aceptación de los preceptos de
la moral comunista.
Existían múltiples
espacios de sociabilidad a
partir de los cuales el Partido
iba modelando una
cotidianeidad a su medida.
Todas las actividades de la
familia tenían un valor de tipo
político; desde pequeños, los
niños comunistas aprendían a
luchar por una causa común.
Cristina, 47 años, ex
militante del Peronismo de
Base proveniente de una fa-
milia comunista. Entrevista
4/2/2002.
El recuerdo más remoto que
tengo es una madrugada,
caminando por una calle a
oscuras, mi mamá, mi papá, yo
caminando y mi hermanita en
brazos, y en el cochecito de mi
hermana, volantes que habíamos
sacado de casa cuando el
peronismo venía y nos apedreaba
la casa porque éramos
comunistas.
Existían prácticas
conscientes en las familias
comunistas para oponer un
modelo propio a aquello que
llamaban modelo burgués de
familia.
En los libros de escuela
siempre aparecía un modelo de
familia, todos en el living y el
papá fumando la pipa y los nenitos
jugando, y yo le preguntaba a mi
papá, por qué nosotros no nos
sentamos en el sofá, en el living, y él
me contestaba que eso respondía a un
modelo de sociedad burguesa en la
cual se imponía un modelo de fa-
milia, él lo marcaba como una
cuestión de ideología.
La ideología iba
configurando un modelo de fa-
milia ideal:
Lo distinto de crecer en una
familia comunista fue la posibilidad
de pensar, leer, mirar críticamente
todo.La arquitectura doméstica
respondía a un imaginario
revolucionario a partir de la
presencia de objetos instaurados
como lugares de memoria y
ciertas normas de relación con
respecto a objetos considerados
como parte de la moral burguesa.
H., 52 años, ex militante del
Partido Comunista proveniente
de familia comunista. Entrevista
13/7/2001.
El espíritu o la fantasía de la
revolución socialista estaba flotando
en la casa. Había objetos, cosas que
para mí eran valiosas. Lapiceras
filigranadas en hilo o carpetas
bordadas por presos políticos en la
época de la década del 40. Gracias
a Dios en mi casa nunca hubo un
retrato de Stalin ni de Lenin.
Marcelo, 34 años, ex
militante del Partido Comunista
proveniente de familia
comunista. Entrevista 3/10/
2001.
En el comedor había un busto
de Stalin, que aparecía o
desaparecía según los vaivenes de
la política, no los vaivenes dentro
del PC, sino de la legalidad,
ilegalidad.
También las amistades
servían de ejemplo
cumpliendo un rol pedagógico
para los futuros comunistas:
La familia se convirtió así en un
espacio primordial, sujeto a
diversos controles, una fábrica de
futuros comunistas.
25
H., 52 años, ex militante
del Partido Comunista
proveniente de familia
comunista. Entrevista
13/7/2001.
Mi papá tenía una amiga que
cuando escuchaba la Internacional se
paraba y hacía la venia, y mi papá se
mataba de risa y ella se enojaba y le
decía que era trotskista...
Marcelo, 34 años, ex militante
del Partido Comunista
proveniente de familia comunista.
Entrevista 3/10/2001.
En mi casa el Partido era una
cosa omnipresente, al punto que la
parte cotidiana de nuestras vidas, las
relaciones, las amistades de nuestros
viejos pasaban casi en un 95% por
gente del Partido.
La casa era también un
espacio de aprendizaje de la
política; el hecho de convertirse
en espacio de reuniones y
discusiones hacía del encuentro
familiar también una escuela en
el campo de lo político.
Marcelo, 34 años, ex
militante del Partido Comunista
proveniente de familia
comunista. Entrevista 3/10/
2001.
Las discusiones partidarias
eran un tema muy recurrente en mi
casa, permanentemente. Digamos,
yo me crié en las épocas de
legalidad en los locales partidarios.
La biblioteca servía también
como vía de aprendizaje y
transmisión de todo aquello que
conformaría el equipaje cultural
y moral de los futuros “buenos
comunistas”.
Marcelo, 34 años, ex
militante del Partido Comunista
proveniente de familia
comunista. Entrevista 3/10/
2001.
En mi casa por ejemplo,
estaban las obras escogidas de
Lenin, los 54 tomos, No estaba el
Capital, no había textos de Marx.
Sí de Lenin, de Stalin, todo lo que
sea diario, periódico o revista del
Partido.
Cristina, 47 años, ex militante
del Peronismo de Base
proveniente de familia comunista.
Entrevista 4/2/2002.
En el local del Partido había
libros, yo adoraba uno de una niña de
primer grado de escuela rusa. Yo le
dije a mi maestra recatólica que en mi
casa tengo un libro ruso y la Madre
casi se cae de espanto, se puso a
gritar.
La existencia de espacios de
lectura, de diálogo, de reflexión,
muestra una intencionalidad en la
disposición del hogar que no es
ajena a la experiencia del
aprendizaje moral cotidiano.
Marcelo, 34 años, ex militante
del Partido Comunista
proveniente de familia comunista.
Entrevista 3/10/2001.
A mí los cuentos que me
contaban no eran los clásicos cuentos
infantiles. A mí no me contaron
Hansel y Gretel, a mí me
contaron cuentos rusos, clásicos y
otros, me gustaría volver a leerlos
ahora para ver qué carajo era, sí me
acuerdo de un osito en medio de la
nieve en el medio de Siberia,
porque la editorial del Partido,
Anteo, tenía mucha literatura
infantil, y a mi casa siempre
venían periódicos y libros
infantiles. Yo por ejemplo leí
primero la Constitución de la
Unión Soviética y después la
argentina. La reformada en el 77.
Me acuerdo que me sabía de me-
moria desde Lenin hasta en ese
momento Breznev, todos los capos
de la Unión Soviética.
Mi vieja me leía ese cuentito
del osito ruso en la nieve de Siberia.
Había 6 o 7 tomos de cuentitos de
autores rusos. Hablando después
con el ruso Zimmerman, él se
acordaba también del osito de Sibe-
ria.
Mariano, 18 años, hijo de
militantes de la Fede. Entrevista
31/7/2003.
Yo me acuerdo de un librito que
me habían comprado a los 6 años:
era de un pueblo que estaba
escondido y eran todos buenos el
uno con el otro, que laburaban
todos por el bien común, hasta que
un tipo sale y llega un gigante para
esclarecerlos y el gigante era el Tío
Sam...
Un libro que recuerdo se
llamaba Las aventuras de
Cebollín, italiano, que es la
historia de un chico que al padre lo
meten preso por causas muy
extrañas y se va encontrando con
gente y va pensando en la forma de
sacarlo...
H., 52 años, ex militante del
Partido Comunista proveniente
de familia comunista. Entrevista
13/7/2001.
En mi casa había novelas, pero
no venían de libros de la editorial
del PC. Novelas de Jack London,
siempre digamos, novelistas
liberales progresistas.
Cualquier espacio era
apropiado para aprender a ser un
26
buen comunista. La educación
comenzaba en la casa. Pero el
Partido también se ocupaba de
“educar” a los futuros
comunistas.
Lito y Elsa, militantes del
Partido Comunista desde la
década del 40, de familia
comunista. Entrevista 25/5/2001.
Tuvimos una infancia bastante
linda. A medida que íbamos creciendo
leíamos el periódico que venía del
Partido. La educación de los chicos es
la educación de la calle, de las
circunstancias. No es lo mismo un
chico criado en un hogar comunista
que en un hogar católico o que no le
enseñen nada de política o que le
hablen de Mahoma, todo es diferente.
También existía un estricto
control de los medios de
comunicación, la prensa escrita
debía ser leída según las normas
del Partido y el uso de la
televisión era controlado
ideológicamente, pero también
se discutía su lugar dentro de
la casa y los horarios en los
cuales podía ser vista.
Lito y Elsa:
Nosotros no vemos la televisión
cuando comemos. La cena para
nosotros era sagrada. A las ocho
había que estar en casa. Lito era muy
estricto. Era el único momento en
que estábamos juntos.
Para los hijos de comunistas,
la entrada al Partido era parte de
un “deber ser”, e iba
acompañado de ciertos ritos de
iniciación:
Marcelo, 34 años, ex
militante del Partido Comunista
proveniente de familia
comunista. Entrevista 3/10/2001.
Mi militancia en el PC fue
bastante rara, como todo hijo de
comunista tenía que ser comunista,
esto estaba claro. De la misma
manera que las chicas esperaban
el cumpleaños de 15, yo esperaba
tener los 13 años para tener el
carnet del Partido. A los 13 años
me dan el carnet del Partido, era
la dictadura así que fue una cosa
medio secreta que para mí tuvo
mucho valor como si hubiese sido
mi ritual de iniciación.
El Partido era un lugar de
pertenencia, lugar en el cual,
cada uno tenía un espacio y
una función:
Ya era alguien, estaba
avalado por el Partido.
Aún los espacios de ocio
estaban configurados por la
estética y la ideología del
Partido:
Marcelo, 34 años, ex
militante del Partido
Comunista proveniente de fa-
milia comunista. Entrevista 3/
10/2001.
Yo me acuerdo que el único
partido que me llevó mi viejo a
ver fue la Unión Soviética que
jugó con Argentina después del
Mundial 78 en cancha de River, y
mi viejo fue el único que aplaudió
cuando ingresó la Unión
Soviética en la cancha; imaginate
la tribuna... y todo se
sobredimensionaba lo que era la
Unión Soviética, era algo
impresionante.
H., 52 años, ex militante
del Partido Comunista
proveniente de familia
comunista. Entrevista 13/7/
2001.
Además éramos asiduos
concurrentes al cine, cine
soviético, qué sé yo, Eisenstein,
íbamos al Cine Colonial de
Avellaneda los 1° de mayo, daban
El Acorazado o alguna de esas
películas, y yo me sentía como un
bicho raro en la sociedad, porque
éramos como un gueto, como si
yo te dijera, qué sé yo, testigos de
Jehová, de golpe en la oscuridad
del cine izaban la bandera roja y
todo el mundo se levantaba y
aplaudía en la oscuridad; eran
épocas de proscripción, yo no sé
cómo, pero la daban.
Marcelo, 34 años, ex
militante del Partido
Comunista proveniente de fa-
milia comunista. Entrevista 3/
10/2001.
Había clubes donde la
militancia mandaba a su gente,
como en la colectividad judía los
del PC los mandaban al mismo
shule. En los asados convivíamos
con pibes de otras familias o se
hacían salidas en común. A Ge-
neral Belgrano fuimos muchas
veces, donde los chicos jugaban y
los grandes leían algún material
del Partido.
Elsa, militante del Partido
Comunista de familia
comunista. Entrevista 25/5/
2001.
Yo empecé activando en un
movimiento judío de izquierda.
Yo aprendí a leer a Marx allí.
Después, pasado un tiempo me
pasé a un movimiento judío de
izquierda, del Icuf. En ese
momento estaba la Fijia, la
juventud israelita del Partido. Yo
me manejé siempre en ese círculo.
Después fui al IFT, me gustaba
mucho el teatro y en el Shikloski
conocí a mi marido.
Yo siempre me rodeé dentro
de un círculo de chica, de
adolescente y posterior también,
yo a los 17 años ya estaba
afiliada, yo iba a reuniones y se
hacían reuniones en casa también,
había trabajo del Partido, visitar
inquilinatos, fábricas.
Mariano, 18 años, hijo de ex
Mi militancia en el PC fue
bastante rara, como todo hijo de
comunista tenía que ser
comunista, esto estaba claro. De
la misma manera que las chicas
esperaban el cumpleaños de 15,
yo esperaba tener los 13 años
para tener el carnet del Partido.
27
Nuevamente, todos los espacios
eran ocupados por el Partido, las
fiestas no eran un lugar de ocio,
de diversión, sino una forma más
de reclutamiento.
militantes de la Fede. Entrevista
21/7/2003.
Mi mamá es hija de dos judíos
progre que iban al Icuf 4, ella es
egresada de Zumerland. Bueno,
digamos que en Zumerland era la
moda ser comunista, hoy digamos
que no hay muchos objetos de culto
generalizados, pero en esa época era
como una moda el ser zurdo, ser hip-
pie... la mayoría de la gente de
Zumerland también era de la
Fede en esa época.
Yo me volví a encontrar en
la secundaria con un montón de
hijos de compañeras de mi vieja,
de Zumerland y de la Fede. Yo no
fui a Zumerland porque para mí
eran sectarios. Pero en la
agrupación en la que militaba yo
me los volví a encontrar a los
hijos de las compañeras de mi
vieja y todos compartíamos la
misma experiencia: la misma
música, Silvio, Pablo, la Negra
Sosa, la idea de pensar en el otro,
ése es el denominador común de
los hijos de la Fede. Con solo
vernos nos reconocíamos. No por
casualidad estábamos en la
misma agrupación, íbamos a las
mismas marchas, tomábamos
mate por ahí, uno tenía una
remera del Che...
H., 52 años, ex militante
del Partido Comunista
proveniente de familia
comunista. Entrevista 13/7/
2001.
Las fiestas no eran muy
divertidas, las fiestas eran una
formalidad de la programación,
parecía que la diversión era
secundaria. Lo importante es que
en esa fiesta también se hablara
de política. Las fiestas eran
víctimas de la planificación, no
eran espontáneas para nada,
estaban organizadas por la
dirección, siempre decían, bueno,
una fiesta cada dos meses y la
fiesta tenía como objetivo que se
llevaran invitados, cuántos de
esos invitados se pueden afiliar.
Nuevamente, todos los
espacios eran ocupados por el
Partido, las fiestas no eran un
lugar de ocio, de diversión,
sino una forma más de
reclutamiento.
Yo no invitaba nunca a
nadie, porque sentía entre
violencia y vergüenza ajena, sin
poderlo verbalizar, primero por
la forma inadecuada con que
irrumpían con lo político, y
segundo por la forma en que
presionaban, parecía que el
objetivo final era una firma y no
cómo era esa persona. Creo que
los grupos de parroquias eran un
poco más espontáneos. Nadie
entendía para qué era ese carnet.
Los campamentos también
representaban un espacio de
aprendizaje y transmisión de
las normas de la moral
comunista.
Yo he ido a algún
campamento educativo, chicos y
chicas con un programa estricto
de estudio de 3 horas a la
mañana, parar al mediodía para
comer... un día de campamento
era: amanecer, desayunar con un
responsable que preparaba el
desayuno, otro responsable que
iba a buscar el material que se iba
a estudiar, pero que era uno solo,
que lo había enterrado en la arena
en algún lugar, se repartía el ma-
terial en las carpas, estudiábamos
en grupos y después en algún
momento se cerraba con una
discusión del material. Las carpas
no eran mixtas. Íbamos a la
playa, cantábamos canciones de
la Guerra Civil Española,
folclore, Armando Tejada Gómez,
lo político era como una obsesión.
Hacíamos fogones a la noche,
charlábamos. La mejor amistad
era la del militante. El mejor
amigo es el que comparte los
ideales. Todo tenía un eje y el eje
era la revolución.
Todas las salidas debían res-
ponder a esos preceptos, sin em-
bargo, ya entrados los 80, los
jóvenes comunistas no escapaban
a las influencias del afuera.
N., ex militante de la
Federación Juvenil Comunista en
las décadas del 70 y 80. Entrevista
9/1/2001.
Las salidas de los sábados eran ir
a casas, o al cine. Nos reuníamos en
el Trust Joyero Relojero, en
Corrientes, y ahí decidíamos lo que
íbamos a ver. Íbamos al cine Arte
muy seguido, alguna vez al Cosmos.
No siempre los mandatos
eran aceptados. En la década del
70 la oferta cultural y política era
una fuente de tentación para
aquellos militantes provenientes
de familia comunista.
Una vez hubo una especie de
sublevación, porque los chicos
querían ir a ver Rocky, fuimos a verla
28
y fue espectacular. Yo creo que había
una especie de reacción contra la
conducta comunista de los padres.
Sin embargo, el hecho de
aprehender ciertos valores,
modos de ver, hacer y sentir,
vinculados a lo político, no era
condición necesaria para una pos-
terior participación política o la
pertenencia al Partido político
familiar.
2- La Federación Juvenil
Comunista como lugar de
encuentro entre ortodoxos y
conversos
La moral comunista no
sólo se transmitía en el espacio
familiar. El Partido había
creado ámbitos de sociabilidad
en los cuales “convertir” al
comunismo a aquellos que no
habían crecido en hogares del
Partido. Este nuevo sujeto so-
cial, el “converso”, se
compenetraba con el sistema
de rituales y normas a través
de prácticas de convivencia y
trabajo militante.
La Federación Juvenil
Comunista, el organismo
juvenil del Partido Comunista,
fue creada el 12 de abril de
1921, constituyéndose como
lugar de aprendizaje de los
valores de la moral comunista.
Estaba organizada a partir de
círculos, pequeños grupos de
hasta diez miembros, que
tenían secretarios que
cumplían diversas funciones y
se reunían para leer textos del
Partido y recibir sus
directivas. ¿Cuáles eran las
formas de sociabilidad en la
Federación Juvenil
Comunista?
Carlos, 48 años, ex
militante de la Federación
Juvenil Comunista, ex
detenido desaparecido en la
ESMA. Entrevista 2/6/2001.
Cada uno tenía asignado un
lugar de trabajo, la mayor parte
estaba orientado hacia el
movimiento obrero, esto cuando
yo estaba en barrio. Al
movimiento de masas que podía
ser en una fábrica, movimiento
estudiantil, a nosotros nos tocaba
la fábrica, volantear, hacer
pintadas, si teníamos amigos en
la fábrica, llevarle la prensa
partidaria...
H., 42 años, ex militante
de la Fede. Entrevista 6/7/
2001.
Yo decidí entrar en la Fede
en el secundario. Yo tenía un
compañero que era del PC pero
no me lo decía, era la década del
60, 66 más o menos. Yo empecé a
hablarle pero desde el discurso
familiar, y él me invitó a una
fiesta, y yo me sentí un poco
forzado, porque fue una
insistencia de aquel: “Dale –me
decía–. Firmá, firmá el carnet”.
Cristina, 47 años, ex
militante del Peronismo de
Base proveniente de familia
comunista. Entrevista 4/2/
2002.
En el barrio había unas
chicas del PC, y yo estaba
pensando en el secundario en
militar en algo, y me invitaron a
una fiesta, yo fui y me puse a
bailar con un muchacho que
parece que no era del PC y las
chicas me dijeron: “¿Por qué bailás
con él? ¿Por qué no bailás con otro
muchacho?”. Yo las veía con esa cosa
dogmática y huía. Era una cosa muy
cuadrada, muy cerrada.
Las siguientes entrevistas
reflejan los mecanismos a partir
de los cuales los nuevos afiliados
eran incluidos en un mundo
sometido a determinados modos
de ver, hacer y sentir, según los
mandatos de la moral comunista.
Carlos, 48 años, ex militante
de la Federación Juvenil
Comunista, ex detenido
desaparecido en la ESMA.
Entrevista 2/6/2001.
G.: –¿Tu familia era comunista?
–No. Yo entré al PC por un
amigo. Íbamos juntos a recitales,
nos juntábamos, y ahí apareció la
conexión con la política.
Ninguno de mis amigos provenía
de familia comunista. Y siempre
había alguno que se conectaba
con gente del PC, de la Juventud
Comunista más que nada.
Nuevamente lo político se
enlaza con lo social afectivo.
La militancia se convierte en
un hecho colectivo, estar
implicado en algo es estar con
el otro.
Llenamos una ficha y ahí
empezó la militancia en el barrio,
nos reuníamos en casas, rotando,
salíamos a hacer pintadas
colectivas o piqueteo, en la puerta
de las fábricas repartir volantes,
revistas, tarea agitativa, leíamos,
había círculos de estudio, leíamos
la prensa partidaria, Nuestra
Palabra y la revista Juventud.
Habíamos formado un grupo muy
grande porque nosotros fuimos
afiliando prácticamente a todos
los amigos. Incluso un domingo a
la tarde salíamos a hacer
pintadas con los tachos y todo,
éramos como 20, íbamos al cine,
hacíamos vida colectiva, en
común en el grupo, íbamos al
cine Arte a ver películas que
estaban vinculadas a la temática so-
cial más que nada, después.
Claudia, 45 años, ex militante
de la Fede, madre de Mariano.
A Eduardo lo mandaron con otro
compañero a robar un cartel de
lata de una inmobiliaria; luego del
hecho, se los felicita por cumplir
las órdenes pero se los sanciona
por haberlas cumplido haciendo
caso omiso de los preceptos de la
moral comunista.
29
Entrevista 24/7/2003.
En la escuela en cada año había
un círculo y había una responsable
política, una responsable de
organización, una responsable de
movimiento de masas, una de
finanzas, de prensa.
Los espacios de sociabilidad
eran también espacios de
aprendizaje de lo político y
lugares de afiliación.
Claudia, 45 años, ex militante
de la Fede, madre de Mariano.
Entrevista 24/7/2003.
Consecuencia del Icuf era entrar
en la Fede, era casi como un mandato
como consecuencia de lo que se vivía
en el kinder y en la colonia
(Zumerland). En el kinder leíamos
cuentos, cantábamos canciones de
protesta, además la estructura de
la colonia estaba dividida por
áreas, en la colonia íbamos a los
tambos, a las granjas vecinas
para trabajar juntos con la gente,
los campamentos se organizaban
con la función de conocer un poco
la realidad. Ya cuando estabas en
el grupo de mayores del kinder
venían a hablarte para afiliarte.
Me empezaron a perseguir, no era
conveniente que te afilies antes
de los 13 años, tenía una
compañera, Maya, que se había
afiliado a los 12 años. Entré en el
secundario y ahí había gente de la
Fede y del Icuf y estuvieron todo
el primer año persiguiéndome.
Evaluaban la cantidad de
afiliados y simpatizantes que
tenías. Hubo una reunión o algo
así en donde entregaban el
carnet.
Sin embargo, esta
sociabilidad no escapaba al
clima de época.
Una parte de nosotros
proveníamos del rock, nunca
dejamos de ir a los recitales, o ir
a ver Woodstock.
Todos los intentos de control
frente a la fuerza de la revolución
cultural de los 60 eran inútiles.
Había sectarismo por parte
de los sectores dirigenciales que
nos decían que era música
decadente, música del imperio,
literatura burguesa, yo leía
Rimbaud, Nietszche, Hermann
Hesse, yo lo leía y no necesitaba
autorización para hacerlo. Fueron
los acontecimientos de los 70 los
que lograron cortar ese clima de
creciente rebelión. Después,
cuando se fue radicalizando todo,
la crisis se hizo más profunda y
la militancia era permanente, uno
no tenía ni tiempo para dormir
sino simplemente leía la prensa
partidaria, material clásico de
Marx y de Lenin. Ante la crisis,
se redoblaba la exigencia de
reclutamiento.
N. Entrevista 16/1/2001.
Te insistían todo el tiempo:
¿cuántos afiliaste? Si no
crecemos no podemos, la única
forma de que la situación cambie
en Argentina es que el Partido
Comunista sea más grande. La
gente más permeable era la gente
de clase media alta, después
terminaron todos en el
alfonsinismo. Estar en la Fede
era estar bajo un cartel de gente
unida en común.
Eduardo Sigal cuenta en
La Voluntad5 que en la Fede el
recién llegado tenía que
pasar por ciertos ritos de
iniciación, para demostrar
que merecía estar allí. A
Eduardo lo mandaron con
otro compañero a robar un
cartel de lata de una
inmobiliaria; luego del
hecho, se los felicita por
cumplir las órdenes pero se
los sanciona por haberlas
cumplido haciendo caso
omiso de los preceptos de la
moral comunista.
Más adelante, describe
su actividad en la escuela: en
pocos meses había formado
varios círculos en los que se
leía, se discutía, se pintaban
carteles, y ayudaban a los
camaradas del Partido en su
trabajo en los sindicatos lo-
cales.6
Carlos, 48 años, ex
militante de la Federación
Juvenil Comunista, ex
detenido desaparecido en la
ESMA. Entrevista 2/6/2001.
Cuando se incorporaban
compañeros o compañeras nuevas
se les hacía un seguimiento para
su formación en las reuniones, se
hacía que participaran en
comisiones, la Fede estaba
organizada en círculos que tenían
su responsable. El círculo era
como una célula. En el Partido se
llamaban células y en la Fede se
llamaban círculos. El círculo
tenía hasta 10 componentes,
dentro del círculo elegían el
nombre; el nuestro se llamaba
Violeta Parra, después había otro
que se llamaba Pablo Neruda. A
medida que crecían se
30
subdividían y bueno, ése tenía un
responsable político, una
organización, uno de prensa,
había reuniones periódicas donde
el Secretario Político del Círculo
recibía información del Partido,
después se debatía ahí y se
fijaban las tareas.
La moral comunista era
incorporada también a través
del juego. Un buen comunista
debía ser racional y ordenado,
¿qué mejor que la práctica del
ajedrez para adquirir esa
disciplina?
Marcelo, 34 años, ex
militante del Partido
Comunista proveniente de fa-
milia comunista. Entrevista
3/10/2001.
Nos hablaban que sería
importante jugar al ajedrez, yo
nunca aprendí, nunca me
interesó. Había que jugar ajedrez
porque en la Unión Soviética en
las escuelas primarias y
secundarias se llevaba adelante
esto, porque daba disciplina el
ajedrez, y desarrollaba el
intelecto y todo eso.
3- ¿Transmisión de
normas o control social?
Existían diversos modos
de control social dentro de la
juventud: el modo de vestirse,
el uso del psicoanálisis para
encarrilar a aquellos que no se
adaptaban a las normas del
Partido.
Para ser un buen
comunista, se debían respetar
una serie de códigos. Estas
normas eran aprehendidas por
imitación de aquellos
funcionarios considerados
como modelo de
comportamiento. El modo de
pensar debía ser acompañado
por ciertos rituales que
incluían telas, colores y estilos
de vestimenta.
H. Entrevista julio/2001.
Había un modo de vestirse
que venía de arriba para abajo. La
ropa era más bien formal, nada
frívola, nada provocativa en el
caso de las mujeres. Nadie
tampoco decía qué barbaridad,
fulanita de tal tiene la pollera
demasiado corta, pero había un
molde: cuando uno veía a los
dirigentes de arriba para abajo
veía esta formalidad. Era una
época en la cual el Flower Power
estaba en todos lados y querían
ver cómo controlarlo y adaptarlo.
Como se ve en esta
entrevista, la presencia de la
revolución cultural de los 60
no pasa desapercibida para los
militantes de la Fede. Sin em-
bargo, en ciertos niveles de
poder dentro del Partido, el
vestirse como un comunista
formaba parte de un ritual que
otorgaba prestigio y respeto.
Los militantes sabían que se
encontraban frente a un
funcionario pues toda una
escenografía acompañaba su
entrada en escena.
N. Entrevista 16/1/2001.
La mujer de un funcionario
del Partido se vestía con una
pollera negra, porque había un
modo funcionario de vestirse. Los
funcionarios del Partido
Comunista se vestían todos de la
misma manera. Los funcionarios
se vestían así: este tipo de camisa
y un pantalón, eran más grandes.
Había toda una serie de chistes
acerca de cómo se podía vestir un
funcionario.
También era un modelo a
imitar. Para ascender en la
escala de poder, era necesario
cumplir con el “deber ser”,
pero también con el “parecer”.
Yo me acuerdo que un día me
puse algo y me cargaron.
A su vez, la moda comunista
representaba un intento de
rebelión frente a la moda
burguesa.
Yo me vestía como un viejo
aparte. Mi forma de rebelarme
era vestirme como un jubilado.
Cuando nadie usaba gabán, yo
usaba gabán, todo el mundo me
miraba como un bicho raro. Si no
aparecía con camisas Grafa, la
gente no entendía. Un día, con
toda esa cosa anti moda que yo
tenía, me compré las camisas que
usan los jubilados, ese camisaco
que parece una guayabera pero
sin dibujos, digamos, y yo estaba
copado con eso, y vino alguno de
la Fede y me gastaba: “¡Te vestís
como un funcionario!”
Marcelo, ex militante
comunista de familia comunista.
Entrevista 3/10/2001.
El modo de vestirse era muy
sobrio. Había una cosa muy
fuerte con el pelo corto, el pelo tenía
que ser corto. Me cagó el Partido y
me cagó la dictadura. Las mujeres se
vestían diferente a las de Franja
Morada, las chicas de la Fede eran
chicas comprometidas, entonces no
tenían tiempo para la cuestión per-
sonal, de la parte de... bueno, me
cuido, muy en el campo nacional y
popular, muy del morral, del
pantalón desflecado, no preocupadas
por pintarse ni nada de eso. Sí me
acuerdo que Gorbaum decía que las
mujeres del PC eran todas gordas y
culonas de estar tanto tiempo
reunidas y reunidas al pedo.
Claudia, 45 años, ex militante
de la Fede, madre de Mariano.
Entrevista 24/7/2003.
Había una forma de vestirse,
andábamos con poncho, el vaquero,
las botitas...
El modo de vestirse era muy
sobrio. Había una cosa muy
fuerte con el pelo corto, el pelo
tenía que ser corto. Me cagó el
Partido y me cagó la dictadura.
31
La preocupación por el
cuerpo o la belleza personal era
vista como una desviación
burguesa. ¿Pesaría esto a la
hora de elegir pareja?
El control de la moral
parecía convertir la vida social
comunista en un espacio “libre
de pecado”:
Si hubo un homosexual en el
Partido nunca se supo, es más,
los entrecruces de parejas, si un
funcionario tenía un desliz con
una compañera, eran tratados en
el marco del Partido, peleas de
pareja, qué pasa compañero, qué
pasa compañera, era como un
gabinete psicológico, eran
tratados dentro del Partido. Vos
ibas a los médicos del Partido.
Había gente divorciada pero no
era lo común. Calculo que no
entraba en los cánones de un
buen comunista...
N. Entrevista 16/1/2001.
Había una doble moral entre
los que mandaban. Después la
gente de base hacía su vida, nadie
lo controlaba mucho. Yo recuerdo
una discusión acerca de si un
novio podía o no quedarse a
dormir en la casa de la novia. La
hermana de un amigo, hija de
psicoanalistas comunistas, los
psicoanalistas comunistas tenían
mucho quilombo dentro del
Partido. Ella tenía un novio y
eran todos comunistas en la fa-
milia, y al padre, que era el tipo
más piola del mundo, no le
gustaba nada cuando el novio de
su hija se quedaba. Yo me
acuerdo que entre las chicas de la
Fede su sexualidad tenía un
inicio temprano y a los padres no
les gustaba. Yo no fui, pero había
telos que estaban llenos de
inscripciones, habría que ir a ver
si todavía hay...
No había otro lugar, la
mayoría de mis amigos iban a
telos, de la Fede o no de la Fede,
salvo algunos pocos que iban a
dormir a la casa de la novia, con
los padres.
Existía cierta libertad
sexual con relación a otros
grupos de pertenencia, sin em-
bargo, los grupos de
dirigentes debían dar el
ejemplo:
Salir con varios no estaba
mal, siempre y cuando la
estructura fuera el noviazgo. No
te decían con quién salir, salvo
cuando llegabas a cierto nivel.
Todos los dirigentes juveniles
tenían que tener novias de la
Fede. No podés subir si no tenés
una pareja comunista, incluso eso
es visto como un atentado a la
seguridad. Eso se evalúa para
seguir subiendo, eso también
muestra un cierto grado de
compromiso. Entonces todos los
dirigentes de la Capital y
universitarios, todos tenían
novias de la Fede.
A medida que se subía
en la escala de poder,
aumentaba la tendencia a la
endogamia.
Me acuerdo de una casa en
que la mujer era divorciada y
era el stalinismo caminando, a
ella la política le servía para
reforzar la rigidez y el control
que quería tener sobre sus hijas,
les hacía mucho quilombo a sus
hijas si querían tener relaciones
sexuales.
La moral comunista
determinaba el “deber ser”, aún
en los terrenos más íntimos. Una
sexualidad desordenada, una
vida desordenada, era terreno
fértil para la infiltración. Sin
embargo, en aquellos militantes
comunistas provenientes de
familias no comunistas se
advierte un imaginario con
respecto a la sociabilidad
comunista como un lugar de
libertad o al menos cuyas reglas
eran más permisivas.
N., ex militante de la
Federación Juvenil Comunista en
las décadas del 70 y 80. Entrevista
9/1/2001.
A mí la Fede me da la
posibilidad de salir del ámbito de lo
que era mi familia, que era muy
rígida, entrar en una suerte de fa-
milia sustituta, a un nuevo ámbito
donde había un grado enorme de
libertad. En la Fede uno descubría un
mundo. Tenía libertad, pero una
libertad con reglas. La Fede te daba
novia, te daba un ámbito de
pertenencia fortísimo, te daba gente
diferente a vos, era una especie de
club, te daba actividades deportivas,
te daba un reconocimiento muy
grande. Era como una vidriera donde
mostrarse. Si vos ibas ascendiendo en
la Fede, las chicas te iban a dar más
bola seguro.
La moral comunista determinaba
el deber ser, aún en los terrenos
más íntimos.
32
El Partido no era un espacio
de libre expresión. Uno de los
pilares de la moral comunista era,
justamente, el respeto por la
jerarquía y sus mandatos,
algunos de los cuales llegaban
de la Unión Soviética
directamente, sin mediar una
adaptación a la cultura local.
Carlos, 48 años, ex militante
de la Federación Juvenil
Comunista, ex detenido
desaparecido en la ESMA.
Entrevista 2/6/2001.
G.: –¿Había manuales sobre
moral?
C.: –No. No había. Sé que
existía literatura proveniente de
editoriales de la Unión Soviética
que hablaban de temas de
psicología, de la familia, de la
moral también, pero no era la
lectura que frecuentaba.
En la Fede, la moral
comunista se transmitía no a
partir de la lectura de la
literatura soviética sino a partir
de la práctica.
Carlos, 48 años, ex militante
de la Federación Juvenil
Comunista, ex detenido
desaparecido en la ESMA.
Entrevista 2/6/2001.
G.: –¿Pensás que había una
moral comunista diferente de las
otras?
C.: –Sí. Todos los que
estábamos ahí compartíamos lo de
la sinceridad, la entrega a la lucha,
lo del respeto por el laburante, son
cosas esenciales, ni siquiera se
discutían, propias de la ideología.
El compañerismo era fundamental.
Todo lo demás se subordinaba a
esos principios. El sentirse
perteneciente a una misma causa, a
un mismo ideal hacía que los
vínculos afectivos fuesen cada vez
mayores.
N., ex militante de la Fede.
Entrevista 9/1/2001.
En un campamento presencié
un hecho increíble. Una chica de 15
o 16 años conoce a dos chicos que
fueron ahí, al Huechulaufquen,
solos y esa chica tuvo su primera
experiencia sexual allí, fue una
cosa increíblemente romántica.
Bueno, la novia de uno que era de
ese mundo de Zumerland comenzó
a llamar a una reunión en el fogón
y la empezó a increpar en público,
tratándola casi de prostituta, de
que se había entregado a
cualquiera, que había tenido una
conducta vergonzosa, fue la única
experiencia stalinista polpotiana
que yo vi en mi vida, llevada a cabo
por una chica de 16 años hacia otra
de 16 años y estaba todo el mundo
en el fogón y estaba esa chica como
fiscal, acusando con el dedo, el
famoso dedo de la izquierda, y la
otra se puso tan mal, no podía
dejar de llorar.
Durante la década del 60, el
Partido Comunista tuvo que
hallar un equilibrio entre sus
mandatos y la fuerte influencia
de los cambios culturales y
sociales que provenían del
afuera (hippismo, cultura rock,
revolución sexual y la difícil
relación entre la izquierda y el
peronismo). En algunos casos,
esto se verá reflejado a través de
enfrentamientos generacionales
dentro de las familias
comunistas; en otros,
comenzaron a ser dejadas de
lado las estrictas reglas del
período stalinista. En ambos
casos, se produjo una tensión
entre dos modos de ver el
mundo, tensión que ya venía
desarrollándose en el seno de la
sociedad burguesa. Ya sea entre
burgueses, ya entre comunistas,
tanto la disciplina como la
formalidad comenzaban a ser
puestas en duda.
4- Modelos de amor
comunista
Kolesov expresa en sus
Charlas sobre educación sexual,
editadas en Buenos Aires en
1985, que una de las tareas
fundamentales de la educación
sexual comunista es hacer
tomar conciencia de que la
esfera más íntima de las
relaciones sexuales no es
independiente de la sociedad,
que se debe educar para
aspirar a tener una familia
unida, sólida y saludable, en
la necesidad de tener varios
hijos, en una postura crítica
frente al consumismo, al
egoísmo y la propiedad. Luego
expresa que para toda niña
normal debe ser natural
pensar que algún día se
casará, tendrá su propia fa-
milia, hijos, por cierto, un
modelo sugerentemente simi-
lar al modelo burgués de fa-
milia.
Más adelante, citando a
Antón Makarenko, expresa
que un amor auténtico entre
padres, su respeto mutuo, los
cuidados que se prodigan, las
expresiones de cariño y
ternura a la vista de los hijos
desde sus primeros años, es el
método educativo más eficaz
para que los niños tiendan a
relaciones bellas y serias entre
el hombre y la mujer. Por
último, Kolesov sugiere
Cuando uno habla de relaciones
sexuales habla de necesidades,
pero era una necesidad más que
fisiológica, pero estaba planteado
como si el compañero tiene
relaciones sexuales va a andar
mejor y va a poder trabajar mejor
y lo ideal es que sea una
compañera y había como
situaciones de inducción para que
se forme una pareja, de mirar, ver
qué pasaba, cómo se armaba la
historieta.
33
conocer los principios ge-
nerales de la educación sexual
en la Unión Soviética, para
adaptar a ella los propios
esfuerzos pedagógicos.
¿De qué modo operaba
este modelo de amor en la
práctica? ¿Existían reglas
acerca de cómo y con quién
formar pareja en el Partido
Comunista Argentino?
Según estas entrevistas, la
cotidianeidad de la militancia
llevaba muchas veces a la
formación de parejas dentro
del Partido:
Carlos, 48 años, ex
militante de la Federación
Juvenil Comunista, ex
detenido desaparecido en la
ESMA. Entrevista 2/6/2001.
A mi mujer la conocí en la
Fede, pero nosotros después de
muchos años formamos pareja.
En general no había novias
que no fueran de la Fede, porque
después en general se
incorporaba. Las parejas se
formaban a partir de la
militancia en común y después se
desarrollaba.
H. Entrevista julio/2001.
A mi esposa la conocí en el
PC. Yo creo que terminamos
siendo esposo y esposa porque
ella tampoco tenía que ver con el
PC. Ella había entrado por un tío
que era dirigente en La Plata. Era
una época muy convulsionada en
la cual todos empezamos a
preocuparnos por lo social y cada
uno echó mano a lo que tenía
cerca por su historia familiar, ése
fue el caso nuestro.
La elección de pareja se
hallaba determinada por la
pertenencia al Partido.
Marcelo, ex militante
comunista de familia
comunista. Entrevista 3/10/
2001.
Si yo tenía una novia que no
era del Partido yo entraba en
contradicciones ¡porque era
católica! Eso para mí era muy
fuerte. El Partido intervenía ante
una elección que consideraba
errada. Me acuerdo de algo a lo
que yo no di demasiada bola, pero
por una novia que tenía, se me
prohibió.
Esta oposición se discutía
en espacios estructurados de
acuerdo con la importancia del
militante dentro del Partido.
Hubo muchas reuniones. Se
transformaba en una cosa de
inteligencia muy fuerte dentro
del Partido con una piba con la
que después me casé, me pongo de
novio, imaginate, 17 años, lo
comento en casa y mi viejo me
dice: “¡Justo la hija de Freddy!”.
Porque había también muchas
rencillas dentro del Partido. A
los 10 días de salir se reúnen
estos que teóricamente estaban
dentro de lo clandestino, hay una
reunión en casa y dicen que el
Partido se había enterado que
estaba saliendo con esta chica y
que termine la relación. ¡Yo dije
que no! ¡No, no, no, no!
De acuerdo al grado de
importancia que el militante
adquiría dentro del Partido, el
control sobre sus relaciones
afectivas, sean éstas amorosas
o amistosas, se acrecentaba.
Pero ¿cuáles eran los
valores que se transmitían
dentro de la pareja? En algunos
casos estos valores tenían que
ver con un fuerte
anticlericalismo. En otros, se
dictaban las pautas para
convertirse en un “buen
comunista”.
Carlos, 48 años, ex
militante de la Federación
Juvenil Comunista, ex
detenido desaparecido en la
ESMA. Entrevista 2/6/2001.
Hay principios, no casarse
por iglesia, si uno no cree en
Dios, no es cuestión de casarse
porque quede lindo y la
honestidad, la fidelidad, que el
propio hecho de ser sincero y de
estar comprometido con una
causa tan importante como es la
de la clase obrera implica que uno
tenga que actuar honestamente
en todos los órdenes de la vida,
cosa que no sucede en todos los
compañeros, pero bueno...
Las relaciones sexuales se
hallaban determinadas por
una fuerte tendencia a la
endogamia.
Cuando uno habla de
relaciones sexuales habla de
necesidades, pero era una
necesidad más que fisiológica,
pero estaba planteado como si el
compañero tiene relaciones
sexuales va a andar mejor y va a
poder trabajar mejor y lo ideal es
que sea una compañera y había
como situaciones de inducción
para que se forme una pareja, de
mirar, ver qué pasaba, cómo se
armaba la historieta.
Las normas flotaban en el
aire, tanto en la transmisión
intergeneracional como en los
grupos de pertenencia.
34
Venía de arriba para abajo
pero no se decía oficialmente.
Había como un background de
manejos. También había
relaciones no aconsejables.
Bueno, fulanito de tal tiene
problemas, vos tratá de no, no era
una imposición de no, eran
sugerencias, recomendaciones.
Si bien existían normas
escritas, éstas se transmitían a
través de lo cotidiano.
Yo no he visto nunca un
código moral escrito en estos
términos pero sí que la
sexualidad aparecía como una
necesidad fisiológica estricta,
como un plato de comida. Yo
nunca he escuchado hablar de
amor, sí alabar poemas de
Neruda, pero de amor, nunca, yo
tengo un recuerdo de caras muy
automatizadas, desprovistas de
espontaneidad.
A pesar de encontrar
cierta tendencia a la rigidez en
los modos de comportamiento
de los militantes comunistas,
podemos adherir a la postura
de Agnes Heller quien plantea
que el carácter profundo o su-
perficial del amor es sólo una
expresión del carácter más o
menos profundo del ser
humano.7
Elsa, militante del Partido
comunista. Entrevista 25/5/
2001.
El amor en una pareja
comunista es igual que en
cualquier otra. No nos
confundamos con las primeras
épocas de la revolución
bolchevique donde había amor
libre, la mujer comenzó a
participar, pero estamos viviendo
en una cultura, con la televisión,
con una forma de pensar, en una
sociedad capitalista. El grado de
influencia que tiene en la mente
de cada uno la filosofía
comunista puede evitar muchas
cosas. Nunca se ha planteado
entre nosotros un problema de
celos. Tenemos plena confianza.
H. Entrevista julio/2001.
La infidelidad estaba mal
vista. No había que joder a una
mujer. Había una intención de
que las cosas se repartieran en la
familia, que la mujer ocupara
lugares de importancia. Conocí
un solo caso de un dirigente que
se suicidó porque la mujer le
planteó separarse. Estaba mal
vista la ambigüedad, el divorcio
no estaba mal visto, se decía que
en la URSS el divorcio existía.
5- Para ser un buen
comunista
Restaría entonces definir
qué significaba para los
militantes del Partido
Comunista argentino, ser un
buen comunista:
Marcelo, 34 años, ex
militante del Partido
Comunista proveniente de fa-
milia comunista. Entrevista
3/10/2001.
Primero enseñarte que vos
eras un comunista, y todo lo que
implicaba ser un comunista. Un
comunista tenía que ser el mejor,
pero no desde el punto de vista
competitivo, sino el mejor
compañero, el tipo siempre
predispuesto, el que siempre tenía
que estar preocupado por los
demás, en el tema de lo académico
ser el mejor alumno, eso influía
mucho, pero no solamente en mi
familia.
La escuela era un espacio
en el cual los buenos
comunistas debían dar el
ejemplo:
Te agarraban compañeros de
la secundaria que también los
viejos eran comunistas me
acuerdo muy presente, León
Zimmerman el abogado, bueno, el
hijo fue compañero de la
secundaria y un día la vieja le
agarra el boletín, el hijo no se
llevaba ninguna y yo tenía 4
bajas y la vieja me dice: “Esto no
puede ser, la moral del Partido
esto no lo permite, tenemos que
dar siempre lo mejor de sí”.
Por el tema de que había que
dar siempre el ejemplo, porque
todo el mundo consideraba que el
comunista era un cuco y había
que demostrar que el comunista
no era ningún cuco sino que era
un hombre normal, un hombre
lleno de virtudes, ir formando
generaciones con otro tipo de
valores atravesados por el
pensamiento, hombres nuevos, no
en la versión del Che, sino
hombres nuevos y probos que
podían dar señal de eso.
Tenía que tener los valores
típicos del Partido, ¿no? Ser
honestos, el respeto hacia el
mundo del trabajo, profundo
antiperonismo obviamente,
seguimiento de todo lo que
tuviera que ver con lo soviético.
Los valores que se transmitían
eran fundamentalmente ser
buenos, no jorobar a nadie, ser
solidarios con la gente que sufría,
no joder a las mujeres, no fifar
por deporte.
Algunos conflictos se
resolvían a través de
terapeutas miembros del
Partido que aplicaban técnicas
aprendidas en la Unión
Soviética. El Partido cubría las
más diversas necesidades de
sus miembros. No sólo les
proveía de un sistema de
normas a respetar, sino
Aquel mundo que los conversos
imaginaban poblado de libertades,
era para aquellos que habían
nacido y se habían criado en
hogares comunistas un futuro
deseable, pero difícil de
sobrellevar.
35
también de espacios para re-
solver conflictos.
H. Entrevista 7/2001.
Yo a los 17, 18 años, por
cuestiones de índole familiar,
pero también por esta militancia
que era muy rígida y muy dura,
yo me deprimía. Y al sentirme
mal los compañeros me
recomiendan por supuesto un
terapeuta, un terapeuta del PC.
Esta rigidez se reflejaba en
las incontables normas que
debían respetar para llegar a
ser buenos comunistas: había
como una gran lista de cosas
que hacen bien y se deben
hacer de una manera, comer
moderadamente, dormir las
horas necesarias, no tomar,
recetas básicas e inalterables.
Yo te diría que era un
terapeuta que escuchaba, a ver,
¿qué té pasa?, ¿qué tenés?
Cuando vos hablabas, una vez
que terminabas te decía: “Bueno,
es bueno comer pero no
demasiado a la mañana”, y te
daba como una lista de cosas que
son las que hacen bien, para que
vos las hagas, y después
chequeaba si las habías hecho o
no las habías hecho, porque eso
significaba estar bien, te
preguntaba, yo te dije que aquello
te hacía bien, eso otro te hacía
bien, pero bueno, si no lo hacés,
es porque no querés. La ecuación
era: si querés, podés. Si no podés,
es porque no querés. Ése era el
paradigma, digamos. Por
supuesto me fui. Yo creo que
adherí al PC como un “deber
ser”, porque en realidad yo nunca
encajé allí.
Más adelante afirma:
Yo, a pesar de no encajar en
la estructura, estaba
reproduciendo toda una forma de
ser y de vivir propia de un
jerarca del PC.
¿Era esto producto de la
educación comunista recibida
en el hogar?
Las marcas en los modos
de hablar y sentir eran
producto de la rigidez del
Partido:
Se me notaba en la falta de
matices de expresión que tienen
que ver con los sentimientos. Yo
no podía expresarme con
sentimientos sino con frases ar-
madas. Ahora, veo que mis
hermanos se quedaron duros. Los
dos estuvieron en el PC.
Aquel mundo que los
conversos imaginaban poblado
de libertades, era para
aquellos que habían nacido y
se habían criado en hogares
comunistas un futuro
deseable, pero difícil de
sobrellevar.
6- Conclusiones: ¿Una
ruptura con la tradición?
Buenos esposos, buenos
padres, buenos hijos, los
mejores estudiantes,
excelentes deportistas, lectores
racionales, personas
comprometidas y
consecuentes, respetuosos del
orden. Este paisaje coincide
con la descripción del
universo revolucionario
conformado por los mandatos
de la moral comunista.
Si bien la verdadera
revolución en la vida
cotidiana parece residir en el
hecho de conformar espacios
de respeto de normas mo-
rales que no parecen diferir
de aquellas heredadas por la
tradición judeo-cristiana, los
comunistas dicen haber
renegado del cristianismo y
han elaborado rituales que
reemplazan a aquellos
propios de su pasado
católico, convirtiendo al
comunismo en religión y a
sus dirigentes en santos laicos.
Esta reelaboración de la moral
tradicional no surge en forma
espontánea sino como
producto de un desarrollo
intencional. Esta adaptación
planificada de los valores mo-
rales tradicionales se realizaba
tanto en el mundo de la fa-
milia y como también en otros
grupos primarios de inserción
(clubes, círculos de amistades,
espacios dedicados al ocio)
adaptados a las necesidades
del Partido. Aún los espacios
de mayor intimidad, aquellos
reservados a la pareja y a la
sexualidad, debían ser
controlados por el mismo.
Podemos inferir que el
modelo familiar que adoptan,
no se diferencia del modelo de
familia burguesa. Entonces,
¿por qué conservarlo en un
escenario de revolución?
La familia representaba un
terreno seguro a partir del
cual realizar cualquier utopía,
un espacio de encuentro y
protección frente a la
inseguridad del presente. En
cuanto a la adaptación de
36
NOTAS
1 Joan Corominas, Diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid, Gredos, 1973.
2 A. Rumiantzev, Diccionario de comunismo científico, Moscú, Progreso, 1985.
3 Pierre Nora, Lieux de mémoire, Paris, Gallimard, 1984, tomo I, p. 34.
4 El Icuf era un movimiento progresista no sionista de inmigrantes judíos que poseía una
escuela (shule), reuniones de niños y adolescentes (kinderclub), un club (Shikloski) y una
colonia de vacaciones (Zumerland).
5 Caparrós-Anguita, La Voluntad, Buenos Aires, Norma, 1999, p. 40.
6 Ídem, p. 41.
7 Agnes Heller, La revolución en la vida cotidiana, Barcelona, Península, 1982, p. 62.
normas importadas desde el
universo conceptual de la
Rusia revolucionaria y
Stalinista, se nota una fuerte
ruptura generacional a partir
de la década del 60, en espe-
cial en los aspectos
relacionados con la revolución
sexual, la moda, los gustos mu-
sicales y la relación con el cine y
la televisión.
La imagen de futuro en el
Partido Comunista era la de un
mundo ordenado según
parámetros muy estrictos. La
moral comunista daba a cada
cual su lugar y su función, con
una descripción pormenorizada
acerca de lo que se debía ver,
hacer y sentir. El aprendizaje
del deber ser y una completa
geografía de los espacios
permitidos y prohibidos. Por lo
tanto, el Partido Comunista
proveía de una tradición en la
cual, entre otras cosas se
sostenía un modelo de familia
que no difería del modelo
burgués. Esta moral tendía a la
creación de un mundo sostenido
por ciertos valores: el acercarse al
otro, la preocupación por los más
pobres y la lucha por el futuro.
37
traducciones
Para ser um
revolucionário ...
Graciela Browarnik
Este trabalho propõe um olhar sobre a
transferência da moral comunista na
Argentina durante a Guerra Fria, e também
demonstra como a comunicação influencia
nos pensamentos dos jovens e
adolescentes, pertencentes a famílias
comunistas, frente aos novos movimentos
sociais (agrupamentos anti-globalização,
piqueteros, ocupas, cacerolasos, centros
estudantil e assambleias nos bairros). Esta
pesquisa foi realizada a partir de
entrevistas a ex-militares do Partido
Comunista, Federação Juvenil Comunista e
filhos de militares.
Neste momento de tanta violência e o
esquecimento das réguas básicas que
caracterizam a fase armada da
globalização; nos fazem refletir sobre a
sobrevivência de certos valores, maneiras
de ver, pensar e sentir que fazem lambar
que é possível conformar uma tradição
fixada no tempo e atravessada pela
presença de conflitos e o constante
renascer das utopia.
Os trabalhos sobre a militância na
Argentina centralizou-se no espaço
publico, em especial na transmissão
democrática, nas dificuldades
institucionais e nos problemas da
memória. Alem disso, uma das
características da ditadura militar de 1976-
1983 foi mudar o espaço publico, à rua,
num espaço vazio. Por isso as
possibilidades de encontros, de interação
entre os atores sociais começaram a
realizar -se em lugares fechados, poucos
protegidos. Os espaços familiares foram
uns desses lugares de encontro.A objeto
de este trabalho é o estudo da interação
entre os sujeitos sociais, que formam o
âmbito familiar, constituindo seu universo
afetivo a partir de ordens e valores que
provêm de sua comunidade de origem;
com relação as ordens e valores do Partido
Comunista, formando um ambiente familiar
e um sistema efetivo influenciado por ditas
ordens e valores.
A pesquisa tem como pontos de estudos
fundamentais:
*Descrição da família de origem: O lugar
familiar, arquitetura doméstica, Relações
dos pais e filhos. Relações ente o casal.
*O namoro: Eleição do casal. Sexualidade.
*Comparação entro o modelo comunista e
o modelo tradicional da família.
37
Pour être un
révolutionnaire
Graciela Browarnik
Ce travail propose un regard sur la transmis-
sion des moralités communistes en Argentine
pendant la Guerre Froide et il explore comment
cette transmission influence dans le regard de
jeunes et adolescents membres de familles
communistes, devant de nouveaux
mouvements sociaux (groupes
antiglobalisation,piqueteros1,
intrus,caceroleros2, centres détudiants et
assemblées du quartier). On fait à partir
dentrevues aux ex-militants du Parti
communiste et de la Fédération Juvénile
Communiste et les fils de ces militants.
Les conditions actuelles de violence et
labandon de règles fondamentales qui
caractérisent la phase armée de la
globalisation, nous portent à méditer au sujet
de la survie de certaines valeurs, façons de voir,
de penser et sentir que nous rappellent que
cest possible de conformer une tradition
ancrée dans le temps et traversée par la
présence du conflit et la renaissance constante
des Utopies.
Les travaux au sujet du militantisme en Argen-
tine ont été centrés dans lespace public,
surtout dans la transition démocratique, dans
les difficultés institutionnelles et les dilemmes
de la mémoire. Cependant, une des
caractéristiques de la dictature de 1976-1983
était celle de convertir lespace public, la rue,
dans un espace vide. Ainsi, les possibilités de
rencontre, dinteraction parmi les acteurs
sociaux ont commencé à avoir place dans les
espaces fermés, protégés moyennement de la
surveillance de lextérieur. Lespace de famille
était un de ceux places de rencontre.
Le but de ce travail est létude de linteraction
parmi les sujets sociaux qui conforment
lenvironnement de famille, en constituant leur
univers affectif à partir dordres et valeurs qui
viennent de leur communauté dorigine et par
rapport aux ordres et valeurs du Parti
Communiste, en conformant une atmosphère
domestique et un système affectif influencé par
ces ordres et valeurs.
Lenquête est centrée dans les axes suivants:
-Description de la famille dorigine: La maison:
architecture domestique. Rapport entre parents
et enfants. Rapport entre maris et femmes.
-Les fiançailles: élection du Couple. Sexualité
-Projet de famille: Le mariage. La maison. Les
enfants.
-Comparaison entre le modèle communiste et
le modèle traditionnel de famille.
1 Membres dun piquet de chômeurs.
2 Ce qui font des démonstrations politiques et
sociales en frappant un casserole.
To be a
revolutionary
Graciela Browarnik
This work proposes a look on the transmis-
sion of the communist morals in Argentina
during the Cold War and it explores how
this transmission influences in the look of
young and adolescent members of com-
munist families, in front of new social
movements (anti globalization groups,
piqueteros1, squatters, caceroleros2,
students centres and quarter assemblies).
It is carried out starting from interviews to
former militants of the Communist Party
and of the Communist Juvenile Federation
and these militants children.
The current conditions of violence and the
abandonment of basic rules that character-
ize the armed phase of the globalization,
make us meditate about the survival of
certain values, ways of seeing, of thinking
and feeling, that remember us that it is
possible to conform a tradition anchored in
the time and crossed by the presence of
the conflict and the constant rebirth of the
Utopias.
The works about the militancy in Argentina
have been centred in the public space,
especially in the democratic transition, in
the institutional difficulties and the dilem-
mas of the memory. However, one of the
characteristics of the dictatorship of 1976-
1983 was to convert the public space, the
street, in an empty space. This way, the
possibilities of meeting, of interaction
among the social actors began to have
place in closed spaces, fairly protected
from the surveillance of outside. The family
space was one of those encounter places.
The purpose of this work is the study of
the interaction among the social fellows
that conform the family environment,
constituting their affective universe starting
from commands and values coming from
their origin community and with relation to
the commands and values of the Commu-
nist Party, conforming a domestic atmo-
sphere and an affective system influenced
by these commands and values.
The investigation is centred in the following
axes:
-Description of the origin family: The home:
domestic architecture. Relationship be-
tween parents and children. Relationship
between husbands and wives.
-The courtship: Couple election. Sexuality
-Family project: The marriage. The home.
The children
-Comparison between the communist
pattern and the traditional pattern of family.
1Members of jobless pickets.
2Those who make political and social dem-
onstrations hitting a casserole.