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28
Memoria
barrial:
territorios
y recorridos
28
Introducción
Todo territorio es un espacio
social del cual cada persona,
grupo humano o comunidad
posee una particular vivencia o
percepción. Conocerlo y
recorrerlo es la manera de
apoderarnos de él. La historia
oral nos acerca a las diversas
apropiaciones y
representaciones de los
entrevistados en cuanto a sus
recorridos espaciales y mentales
en el pasado. Encarar la
entrevista desde el recorrido nos
ha permitido encontrar una
estructura al relato en cuanto al
espacio vivido y desde allí
inferir una serie de relaciones,
interacciones e imaginarios,
donde los referentes geográficos
o materiales trascienden lo físico
y se transforman muchas veces
en referentes simbólicos.
Existen recorridos históricos
en cada pueblo desde sus
comienzos: del caserío al río, de
la iglesia al cementerio, de la
plaza a la estación. El concepto
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29
que se sustenta en estructuras
mentales. El territorio es un
espacio social, reconocido indi-
vidual o colectivamente. Posee
símbolos, reglas,
denominaciones, hitos,
centralidades, periferias. Allí se
dan identidades y pertenencias
interrelacionadas, tanto en lo
físico como en lo mental.
Recorrer y conocer este
espacio también es la forma de
quererlo o añorarlo. En el caso
de la entrevista oral,
generalmente se convierte en un
lugar de nostalgia. Por eso
puede decirse que el territorio
del pasado es esencialmente
emotivo y mental.
El territorio moronense
Para este trabajo hemos
tomado entrevistas que nos
ubican en el territorio moronense
entre 1940 y 1960, período en el
que se producen profundas
transformaciones en todo el
ámbito del conurbano.
Pero para ubicarnos
debemos decir que el
actualmente populoso
Municipio de Morón se remite a
la época colonial, habiéndose
desarrollado el pequeño
poblado, rodeado de chacras, en
torno a las primeras cuatro
manzanas que enmarcaban la
plaza. La llegada del ferrocarril
determinó el comienzo de una
profunda transformación
signada por dos fuertes
impulsos: la inmigración y la
industrialización.
Dos ejes marcan la ciudad:
el más antiguo, el arroyo Morón,
primitivamente llamado Cañada
de Juan Ruiz, corre en sentido
sur a norte para desembocar en
el río Reconquista, mientras que
en sentido este-oeste las vías del
ferrocarril unen la localidad con
la capital y son el camino hacia
el interior. En tanto el arroyo se
mantuvo en cierta periferia, las
vías en cambio marcan una co-
lumna vertebral en torno a la
cual se articuló el pueblo desde
la segunda mitad del siglo XIX.
Las vías del ferrocarril
dividieron el pueblo en dos
territorios diferentes, por lo
menos hasta los años 60. El lado
sur, donde estuvo y está el
centro, es el más densamente
poblado desde los comienzos,
por ser más elevado y por
haberse establecido allí la
capilla, la plaza, el juzgado de
paz y la escuela en la época co-
lonial.
El lado norte, en cambio,
contaba con unas pocas
manzanas más o menos
urbanizadas y después el
paisaje se hacía rural.
Casasquintas de veraneo,
chacras y quintas de verduras.
Los del lado sur tenían la Plaza
y también la plaza de la estación, de
este lado había un enorme baldío,
muy descuidado, que era como una
laguna cuando llovía... Para
comprar ropa, para pasear, para ir
al cine, los del lado norte teníamos
que cruzar las vías.
1
Recorridos principales y
secundarios
La ciudad puede ser
percibida o leída de diferentes e
infinitas maneras, de ella
Memoria barrial: territorios...
Autora
Graciela Saez
Instituto y Archivo
Histórico de Morón
Conviene definir qué entendemos
por territorio. Consideramos que el
territorio va más allá del espacio
físico, ya que se sustenta en
estructuras mentales. El territorio
es un espacio social, reconocido
individual o colectivamente.
de recorrido se liga tanto a lo
cotidiano como a lo periódico, a
lo individual como a lo
colectivo, a lo ritual y a lo
institucional.
Por otra parte tenemos los
grandes periplos relacionados
con las migraciones.
Generalmente cada entrevista
comienza con extensas
referencias vinculadas al lugar
de origen de abuelos, padres o
del propio testimoniante. El
discurso reproduce el largo
trayecto que empieza en la
pobreza del pueblo de origen, la
interminable travesía por mar, el
hotel de inmigrantes, el traslado
al lugar de radicación y la dura
adaptación al nuevo medio, todo
signado por el sacrificio y teñido
por la emoción o la nostalgia.
Los recorridos se hacen y se
rehacen de acuerdo a los grupos
de pertenencia, se superponen,
interactúan. Por ellos transita
cada biografía. Cada recorrido es
individual, pero a su vez
representa el recorrido que
tantos otros realizaron en
circunstancias similares,
convirtiéndose en parte de la
memoria colectiva.
Los recorridos cambian
según las épocas, los actores, los
lugares, pero siempre
representan una lectura
invalorable que nos permite
recomponer el territorio y dentro
de él, sus redes, sus nudos
centrales y secundarios, sus
construcciones más
representativas.
El territorio
Decíamos al comienzo que
recorrer un territorio es una
manera de apropiarnos de él.
Conviene definir qué
entendemos por territorio.
Consideramos que el territorio
va más allá del espacio físico, ya
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30
pueden trazarse distintos mapas
mentales.
Existen recorridos
principales y secundarios;
comprenderlos nos permite
apreciar el todo y las partes,
establecer una trama coherente
de ejes, cruces, senderos
interiores, accesos y salidas.
Dice Marc Augé que las tramas
identitarias de una ciudad se
constituyen a través de esta red de
caminos que configuran el
territorio, determinando ejes,
lugares significativos para la
comunidad, lugares de pertenencia
social y también no lugares.
2
Los lugares significativos o
los recorridos delimitan una
territorialización emocional,
donde determinados hitos
identifican a la gente. En este
sentido Armando Silva plantea
que “lo que hace diferente a una
ciudad de otra, no es tanto su
capacidad arquitectónica...
cuanto mas bien los símbolos
que sobre ella construyen sus
propios moradores”.
3
Algunos
lugares lo son por lo que
significan institucionalmente,
otros por quienes los habitaron,
en otros casos son cruces de
caminos, algunos fueron
importantes espacios de
encuentro. Lo cierto es que estos
hitos que existen en cada
territorio poseen un fuerte valor
simbólico. Dice Italo Calvino:
“La mirada recorre las calles
como páginas escritas. La
ciudad dice todo lo que debes
pensar, te hace repetir su
discurso... no hace sino registrar
los nombres con los cuales se
define a sí misma y a todas sus
partes”.
4
En cada recorrido hay un
reconocimiento de la ciudad o
del barrio, un registro de lo
conocido. Cuando la memoria de
muchos coincide en
determinados nombres o
lugares, estamos en presencia
de espacios o edificios
emblemáticos para la
comunidad.
En Morón podríamos
nombrar como lugares
significativos centrales: la plaza,
la estación, el palacio municipal,
tanto el antiguo como el actual,
la Sociedad Italiana, la casa de
las lechuzas, la quinta de
Moreno, la quinta de Boatti,
todos ellos referentes del Morón
tradicional.
Pero también son
importantes referentes los
antiguos puentes del arroyo,
especialmente el Puente de Pie-
dra, la fonda de la Vasca, el
almacén de Passadore o el de
Amato y Moyano, la panadería
de Castaño, entre otros. La
mayoría de ellos ya no existen,
pero son continuamente
evocados por los entrevistados.
En la periferia podemos
nombrar la Mansión Fresco en
Haedo, el Palacio Ayerza en
Castelar, los almacenes de
Cipolla y Gaudio en el Morón
Sur rural del período estudiado.
Estos sitios, si bien eran
periféricos respecto al centro,
conformaban nuevas
centralidades en sus respectivos
territorios.
Existe desde siempre,
repitiéndose en cada pueblo y
ciudad del mundo, una
geografía institucional, que pasa
por el centro histórico, el lugar
fundacional, donde se ubican
los edificios que representan el
poder político, religioso, la ley,
incluso los principales
comercios. Generalmente, se
encuentra cerca de la plaza prin-
cipal. En torno a estos espacios
se genera un recorrido común a
casi todos los vecinos, ellos
representan las principales
áreas de encuentro.
El centro nos marca lo que
los antropólogos designan como
“nudos”, centros de poder, que
simbolizan la posición de los
actores sociales dentro de un
territorio.
5
Pero coexisten y se
superponen muchas veces otros
mapas y recorridos muy
específicos, que identificaron o
representaron a otros
componentes de la sociedad: el
de los obreros, el de los
ferroviarios, el de los chicos que
van a la escuela, el de los paseos
familiares, el de los vendedores
ambulantes, etcétera. Esta trama
o red de recorridos nos muestran
cómo se relacionaban los
diferentes actores sociales, ya
fuera para integrarse, para
controlarse, para aproximarse o
alejarse.
Y en muchos casos
conformaban territorios bien
disímiles, en que muchas veces
ciertas zonas no eran
transitadas por los habitantes de
otras. Se producía una especie
de segregación espacial y
compartimentación de
experiencias en el uso del
espacio.
6
En el período que hemos
trabajado, Morón continuaba
recibiendo una importantísima
cantidad de inmigrantes
europeos y más tarde de
migrantes internos y de países
limítrofes. Nuevos espacios
serían ocupados por ellos. La
ciudad los recibía: eran su
estación, su plaza, su iglesia,
sus calles y sus caminos, que los
llevarían a las chacras de los
Armando Silva plantea que “lo que
hace diferente a una ciudad de
otra, no es tanto su capacidad
arquitectónica... cuanto mas bien
los símbolos que sobre ella
construyen sus propios
moradores”.
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31
alrededores o a los terrenos
recién loteados. Lentamente se
irían integrando al nuevo
territorio, y su transitar tendría
características propias. En la
memoria de los vecinos surgen
las diferencias entre antiguos y
nuevos pobladores.
El aumento demográfico
modificó la forma de moverse
dentro de la ciudad,
especialmente desde los años 50
y 60 en la zona céntrica. Se
producen fenómenos nuevos
como las aglomeraciones de
tránsito, colas para comprar,
pagar impuestos, en los bancos,
en los cines. Por otra parte, las
calles se llenaron de
desconocidos. El recuerdo
nostálgico de los memoriosos
evoca aquel pueblo donde todos
se conocían, pero a la vez
reconocen que gracias a los
recién llegados, Morón creció y
se hizo pujante y rico.
Cuando se estableció La
Cantábrica, esto se llenó de obreros,
venían incluso del centro. Hubo un
cambio total, fue una época de
riqueza. Le puedo asegurar que
cuando llegaban las fiestas había
una algarabía... todos los negocios
estaban llenos, había gente por
todos lados
.
7
Centralidades y periferias
En el Morón de la década
del 40 todavía existía un espacio
urbano y otro rural. Surgen así
en el relato centralidades y
periferias, en este caso
vinculadas a lo geográfico. Por
un lado el centro cívico, religioso
y comercial, representado por las
calles que vinculaban la plaza
con la estación, y rodeándolo, la
zona de casasquintas de veraneo
(que aún quedaban muchas) y
las quintas de verduras y árboles
frutales, los viveros, los tambos,
etcétera. Morón estaba rodeado
de campo y tenía, según los
testimonios, límites bastante
precisos y recorridos habituales
utilizados por los vecinos.
En este espacio rural se
fueron loteando las antiguas
quintas y surgieron los barrios
periféricos con una historia
común de sacrificio, en que los
vecinos, entre otras cosas, tenían
que afrontar a diario las calles
de tierra en sus recorridos. En
todos los testimonios, el barrial
es una constante.
Yo trabajaba en el centro,
guardaba la bicicleta en Morón, en
la estación, porque a la noche
estudiaba en Flores, después el ba-
rrio era intransitable, se inundaba
tanto, que abrieron un zanjón te-
rrible... Después los vecinos
alambramos parte de la calle Villa
Nueva hasta (la calle) Curuchet,
sobre el lado del colegio para que
los chicos no se caigan al zanjón...
Pedimos a Segba unas cuantas
palmeras para hacer un puente
peatonal en la calle Curuchet para
cruzar hacia el otro lado... Y no me
dejen mentir los que conocen el ba-
rrio... así era el camino hasta el
centro de Morón
.
8
Mi esposo y mi cuñado fueron
unos de los dueños del primer
colectivo... tenían que bajarse los
pasajeros a empujarlo, sacarse las
medias y los zapatos, empujarlo
para llegar hasta el triángulo, que
ahí recién tenían un poquito de
camino.
Yo hacía vestidos de novia
para poder mantener el colectivo
para sacar la gente del barrio,
porque estaba (el colectivo) todo el
tiempo en el taller... Daban una
vuelta por día, porque más de una
vuelta no podían dar
.
9
Mapa socialMapa social
Mapa socialMapa social
Mapa social
De los relatos surge una
clara diferenciación geográfica
entre lo urbano y lo rural, pero
también se plantea un mapa so-
cial, coincidente a veces con el
geográfico.
En las zonas periféricas
existía una insalvable distancia
entre ricos y pobres, según
algunos testimonios:
En Vergara y Gaona estaba el
Colegio Británico, allí iban los
hijos de los ingleses, que por este
tiempo y en esta zona eran muy
importantes sobre todo en el
ferrocarril. A punto tal que yo
recuerdo en Hurlingham, más que
en Morón las casas típicas de los
jefes y los altos funcionarios del
ferrocarril inglés, que tenían sus
casasquintas a imagen y semejanza
de las construcciones inglesas. Es
más, los parques eran como los
parques ingleses, y como para
grabar la característica imperial de
la cosa, tenían en sus parques los
pavos reales de la India y unas
grullas de África. Para decir,
estemos donde estemos nosotros
somos los británicos, los dueños del
mundo.
Esto lo observábamos a través
del cerco vivo, del cerco perimetral
de alambre que tenían muy bien
cortadito. Pero los chicos éramos
muy curiosos y veíamos a través de
las rejas algo adentro. Nos
imaginábamos un mundo casi de
ensueño. Por eso cuando usted me
preguntaba quiénes iban al Colegio
Británico, eran seres que vivían en
ese mundo de ensueño. No eran
chicos como yo. Nosotros lo veíamos
de afuera
.
10
El recorrido de los
obreros de las fábricas
A partir de la
industrialización surgen nuevos
espacios convocantes,
En el Morón de la década del 40
todavía existía un espacio urbano
y otro rural. Surgen así en el relato
centralidades y periferias, en este
caso vinculadas a lo geográfico.
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32
generalmente en lugares antes
periféricos. En Morón el
establecimiento de importantes
industrias, como La Cerámica,
La Cantábrica, Alfa o Italar, ge-
nera nuevas centralidades y
nuevos recorridos como el de los
obreros de las fábricas.
Surgen barrios obreros
directamente vinculados a las
fábricas o a los loteos con
créditos muy accesibles para los
trabajadores. Los nuevos
pobladores se fueron integrando
a los recorridos preexistentes de
los vecinos ya afincados y a la
vez fueron surgiendo nuevos
circuitos. Los testimonios nos
hablan de un verdadero mapa
fabril del pasado:
El silbato de la fábrica nos
despertaba a todos y las calles del
barrio se llenaban de trabajadores,
algunos eran del barrio, otros
venían de más lejos... La Cerámica
era como mi despertador, porque
yo me tenía que levantar muy
temprano para ir a trabajar a
Hurlingham. Esa sirena de La
Cerámica la tengo tan grabada,
sonaba a las 6 de la mañana...
Después, la salida de la fábrica
era un hormiguero de gente
.
11
Desgraciadamente estas
áreas, tan importantes hace
apenas medio siglo, hoy se
encuentran desarticuladas,
vacías, permaneciendo en la
memoria de la gente como
referentes del pasado y
evocados como épocas de
esplendor en que la comunidad
trabajaba y vivía en torno y por
esos centros económicos. Esos
antiguos recorridos ya no
existen.
Lo mismo sucede con las
grandes obras edilicias, como el
Hospital Posadas por ejemplo,
con la construcción de las
cloacas, el entubamiento de arro-
yos o muchas obras viales, que
en su momento convocaron
mucha gente a trabajar.
El recorrido
de los ferroviarios
Éste es un tema que merece
un capítulo aparte por lo que no
lo desarrollaremos. Simplemente
haremos algunas observaciones.
La memoria de los
ferroviarios nos remite no
solamente al recorrido que la red
vial imponía a quienes cumplían
distintas funciones en la
empresa, sino a otro gran
circuito que estaba conformado
por los pueblos a los que la “fa-
milia ferroviaria” era
trasladada.
En algunos casos el
ferrocarril marcaba un recorrido
ajeno a su objetivo primordial.
Por el barrio San Francisco de
Morón Sur (debemos aclarar que
está lejos del centro y era zona
rural) pasaba un tren que en
realidad no era casi utilizado
por los vecinos porque iba a
Carhué, pero sus vías eran
usadas como sendero, ya que
constituían el único lugar más
elevado y transitable en el medio
del campo para llegar a alguna
lejana avenida pavimentada o
mejorada. El silbato del tren en
la noche, cuentan los vecinos,
equivalía a accidente. Mucha
gente fue atropellada a causa de
la niebla en esas vías.
En el partido de Morón el
tren constituye una verdadera
columna vertebral en torno a la
cual crecieron varios pueblos. Su
recorrido identifica como pocas
cosas a los moronenses. Los
testimonios sobre la estación y el
viaje en tren como espacio
integrador y la incidencia de los
ferroviarios en la comunidad
constituyen un riquísimo campo
de investigación. Por otra parte,
a partir de la estación se crearon
recorridos especialmente
comerciales que son los que
concentran, desde la misma
llegada del tren, la mayor
circulación de gente en la zona.
Es interesante destacar lo
que significó el recorrido del tren
y posteriormente el de otros
medios de transporte para la
comunidad. El hecho de
trasladarse a diario hace que los
referentes espaciales trasciendan
el ámbito netamente físico y se
conviertan en referentes
simbólicos por medio de los
cuales se lee el paisaje. El testi-
monio nos reproduce lo que
cada pasajero veía una y otra
vez desde las ventanillas del
tren, visiones que hacían del
territorio algo querido y familiar.
Podría decirse que en las
evocaciones del viaje en tren hay
un profundo sentido de pérdida,
de un mundo que ya no está, no
solamente porque el tiempo
transcurrió, sino porque
físicamente el paisaje y también
el medio de transporte, por su
deterioro, se han transformado y
poco queda de aquel recorrido
del pasado.
La ruta del arroyo
y del río Reconquista
En las entrevistas, surge en
el Morón anterior a los años 50,
la fuerte presencia del Arroyo.
La antigua Cañada de Juan
Ruiz, identificada con la
localidad desde la época
colonial al igual que el Río
Reconquista, anteriormente
denominado por los españoles
como Río de las Conchas, son
dos referentes geográficos que
La memoria de los ferroviarios nos
remite no solamente al recorrido
que la red vial imponía a quienes
cumplían distintas funciones en la
empresa, sino a otro gran circuito
que estaba conformado por los
pueblos a los que la “familia
ferroviaria” era trasladada.
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33
marcan y organizan el territorio
desde los primeros repartos de
tierras.
El arroyo es evocado con
nostalgia en las entrevistas:
El arroyo Morón creo que ha
marcado a todas las generaciones
que había... Cuando uno se
vinculaba con alguien le
preguntaban de dónde era, al
contestarle del Puente de Piedra,
inmediatamente nos identificaban:
“¡Ah!, del Arroyo”. Nosotros
éramos los chicos del Arroyo
.
12
En un tiempo fue un lugar
casi idílico, aguas claras donde
se podía nadar o pescar, lugar
de paseo, pero también de
grandes inundaciones.
El arroyo era importante,
porque tal es así que en la zona del
Puente de Piedra hacia el lado de
Palomar, bordeando la quinta de los
Dupont, mis hermanos mayores me
cuentan que el paisaje era tan natu-
ral que algunos pintores paisajistas
venían a pintar del Puente de Pie-
dra en adelante, sus cuadros
.
13
Cada puente del arroyito es
recordado como un lugar espe-
cial: el Puente de Piedra, el
Maison, lugar de crotos, el Paso
Morales. Lo mismo los del río
Reconquista, como el histórico
Puente Marques, que fue zona
balnearia, de deportes náuticos y
hasta de campamentos nudistas
en los años 20.
El Puente de Piedra primitivo
que era un puente de dos bóvedas
que permitía el paso del agua con
sus barandas y demás, había otros
puentes, digamos, para el lado de lo
que hoy es la Base Aérea en
Castelar. Teníamos en la calle
Tucumán un puente con barandas,
pero era de madera; luego un poco
más allá un puente metálico para
cargas que era para los carros, y que
quedaba sobre la calle Munilla. Ese,
haciendo un poco de equilibrio uno
lo podía pasar y accedía a la capilla
que estaba sobre Munilla a la vera
del arroyo... después estaba el
puente de Munilla que era para los
carruajes y para los chicos que
cruzábamos por ahí... Después en
(la calle)
Sarmiento estaba el
puente Maison... El arroyo tenía sus
características, tenía sus puentes
.
14
Lugar de escapadas
escolares y excursiones, también
de curiosos personajes:
(...) y debajo del puente Maison
que era el último puente importante
antes de llegar a los terrenos de la
Base Aérea, era el lugar donde
merodeaban y hasta vivían durante
algún tiempo los crotos... Entonces,
cuando nosotros éramos chicos, y
alguna que otra vez faltábamos a la
escuela, nos hacíamos la rabona íbamos
ahí o al monte Dupont o a recorrer el arro-
yo Morón, que era digamos nuestro signo
geográfico porque todo convergía en el
arroyo. Íbamos bordeando el arroyo, al
puente Maison pero ojo con los crotos,
pero no pasaba nada. Pasaban por
nuestro barrio a veces pidiendo
limosna... También algún gitano que
pasaba, que vendía algún que otro
elemento de aluminio
.
15
El recorrido del arroyo
Cruzar el arroyo hacia el
oeste, aunque fuera sólo un
salto, era de alguna manera
pasar a otro territorio, a Castelar,
que por esa época era “todo
campo” y recién comenzaban los
primeros loteos.
Era un paso el arroyo, era dar
un salto... no era más que eso. No
era inaccesible y los chicos, en la
época en que el curso era casi
inexistente, bajábamos al arroyo,
saltábamos y pasábamos al otro
lado. Eso de bajar al arroyo era
tan común, ir por el curso del
arroyo pero por abajo no por
arriba y tener esa impresión de
que estábamos en una hondonada
o en una quebrada
.
16
Después de cruzar el
arroyo comenzaban nuevos
recorridos, hacia el
Reconquista, hacia Parque
Leloir, con su fastuosa
arboleda, y la presencia de la
emblemática Quinta de
Lococco, que era visitada por
actores y directores en plena
época dorada del cine
argentino.
Pasando el arroyo, teníamos
la quinta de los Ayerza... y
pasando la quinta estamos en lo
que hoy es pleno Castelar. Y luego
un poco más allá lo que podía ser
pasar Santa Rosa, Udaondo y
luego el río. Y cerca del río había
criaderos de nutrias, había
casasquintas de fin de semana. El
Parque Leloir era otra excursión.
Todo eso se había armado sobre la
quinta de los Leloir. Lo más
característico de ese
fraccionamiento, que estaba en sus
inicios cuando yo era chico, era la
quinta de Clemente Lococo que era
una referencia muy importante
.
17
En el río
(Reconquista)
se
nadaba y había gente que
practicaba remo, creo que había un
club de regatas y demás.
Seguramente a ese lugar tenían
acceso los chicos que iban al
Colegio Británico y que eran los
que iban a presenciar los partidos
de polo
.
18
Después, industrias y
progreso mediante estos cursos
de agua se convirtieron en
espacios contaminados y
sucios, incluso en sitios
peligrosos. El arroyo Morón
fue entubado. Hoy la calle que
El arroyo Morón creo que ha
marcado a todas las generaciones
que había... Cuando uno se
vinculaba con alguien le
preguntaban de dónde era, al
contestarle del Puente de Piedra,
inmediatamente nos identificaban:
“¡Ah!, del Arroyo”. Nosotros éramos
los chicos del Arroyo.
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34
se extiende todo a lo largo del
arroyo se llama Cañada de
Juan Ruiz, como en la época de
los primeros pobladores de la
zona, y el río Reconquista, que
no pertenece más al Municipio,
es también un lugar
contaminado y peligroso, que ni
siquiera se ve cuando se transita
la autopista.
Paseos familiares
La memoria del territorio
está ligada a lugares que son
especiales para cada individuo.
Las referencias espaciales de
cada ruta pueden estar ligadas
a lo laboral, a lo familiar, a los
juegos, a las excursiones, entre
tantas otras, pero siempre
están entrañablemente
vinculadas a lo emotivo y a lo
sensorial. Dice Fernando
Acevedo que la ciudad irradia
sus múltiples rayos,
luminosos, cromáticos,
caloríficos, sonoros, que
nosotros los refractamos desde
nuestra sensibilidad. “Porque
la ciudad es nuestras miradas
y nuestros pasos, nuestros
recuerdos y nuestros deseos.
Por eso es tantas cosas”.
19
Por eso cada mirada nos
muestra desde lo sensible y
desde la memoria un paisaje
diferente:
Nuestras actividades
recreativas eran todas vinculadas
con los espacios abiertos que eran
muy comunes en nuestro barrio...
El domingo se recibía a la familia,
se hacía la comida y luego de
comer íbamos a caminar por los
campos, ahí por el Tiro Federal,
por lo que era el monte Dupont, o
nos íbamos caminando hasta lo
que era Palomar; era la caminata
de sobremesa, mientras las
mujeres se quedaban acomodando
la casa, después volvíamos para el
mate o la merienda. Caminábamos
hasta lo que es hoy la Base Aérea...
Y por Gaona, llegábamos hasta el
Instituto de Haedo, que era una
maravilla. La gran entrada estaba
en el otro lado... Nosotros
llegábamos a través de la Gaona de
tierra y cruzando campos. Pero no
íbamos a plazas. Después cuando
éramos mas grandes, íbamos
seguramente a plazas, a la Plaza de
Morón
.
20
El territorio barrial,
espacio de
pertenencia
El barrio constituye tal vez
el primer territorio referencial,
ese espacio donde las calles y
los lugares eran conocidos, eran
nuestros, nos pertenecían, calles
donde se podía caminar o jugar,
conversar en la vereda, donde
los vecinos se sentían
protegidos. La memoria barrial
constituye un claro territorio
simbólico. “La imagen barrial no
es una descripción geográfica,
sino una representación
discontinua en la cual se
involucran los contextos
relacionales de índole per-
sonal”.
21
Cada relato, ya trate de los
recorridos más simples, como
podría ser el camino al colegio,
hasta los más complejos, va
conformando un mapa mental
del barrio, y es interesante
constatar que el mapa de cada
barrio se corresponde
generalmente con precisos
límites geográficos: edificios,
esquinas, calles, baldíos, rieles,
donde no hay dudas de dónde
empezaba un barrio y terminaba
otro.
Yo recuerdo claramente mi
cuadra y el barrio en sí, en esa época
estar separados por cinco cuadras
ya era otro barrio y eran otros
chicos que armaban su barra, a lo
mejor su equipo de fútbol y a veces
no ingresaban a otro barrio, o
pasaban con mucho cuidado, porque
entre barra y barra podía haber un
problema que terminara a los golpes
a veces
.
22
Áreas de encuentro
También existen áreas de
encuentro donde ciertos
recorridos se superponen:
escuela, andenes, plaza,
ferrocarril, carnavales, iglesia,
sociedades de fomento, la pileta
municipal, el cine, los clubes
sociales o de fútbol, el baldío, el
arroyo. Todos ellos eran lugares
donde se encontraban en ciertas
ocasiones actores sociales de
diferentes grupos económicos o
culturales.
La escuela tal vez representa
uno de los más importantes
lugares de integración.
Cuando uno se hacía amigo de su
compañero de banco o de grado eso
le abría la puerta de la casa del otro
chico, ése era el pasaporte...¡Es mi
amigo de la escuela, es mi
compañero de escuela!
23
Los recorridos
comerciales
Los recorridos comerciales
son muy recordados por los
vecinos: desde las compras en el
almacén de la esquina hasta los
comercios tradicionales del
centro.
Un lugar importante ocupan
los almacenes de ramos ge-
nerales, verdaderos hitos en el
camino:
(...) Estaba en la esquina de la
calle Mendoza y Machado. Era una
esquina con un edificio importante
El barrio constituye tal vez el
primer territorio referencial, ese
espacio donde las calles y los
lugares eran conocidos, eran
nuestros, nos pertenecían, calles
donde se podía caminar o jugar,
conversar en la vereda, donde los
vecinos se sentían protegidos.
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35
con una caballeriza, porque
repartían con los carros a caballo, y
con depósitos, pero había de todo,
era el almacén de ramos generales
que era fantástico; los mostradores
altos para mi edad, con sus balanzas
(...) Colgando de las paredes y los
techos había de todo. Mamá tenía
abierta lo que podría ser hoy una
cuenta corriente, a pesar de que
nunca había pisado un banco, era la
libreta, entonces cuando había
alguna emergencia íbamos a
comprar. Todo el barrio compraba
allí
.
24
Recuerdo bien el almacén,
yendo para las casas de la empresa,
donde terminaba la quinta. El
almacén de Bedeño. Tenía un gran
salón, con dos puertas de entrada,
bien separado, de un lado el
almacén y del otro el despacho de
bebidas. Sobre el mostrador estaba
la balanza; detrás, muebles con
cajones porque se vendía todo
suelto. Atrás había un depósito
porque se vendían forrajes, ya que
había muchas vacas y caballos... El
despacho de bebidas era similar,
siempre con piso de madera, dos o
tres mesitas ahí, tenía el mostrador
recubierto por una lámina de metal
que era de estaño y cobre. Sobre un
costado una especie de repisa donde
se colocaban todas las copas y una
pileta para lavar los vasos, que
tenía un pico largo, generalmente
representaba una víbora. Los
parroquianos se emborrachaban ahí,
por eso estaba separado del
almacén
.
25
Otro recorrido frecuente era
el viaje mensual a Liniers, en
tren o colectivo, para comprar
más barato a los mayoristas.
Pero también estaba el
recorrido de los vendedores
domiciliarios que fueron
variando según las épocas, los
tamberos con la vaca casa por
casa, los panaderos a caballo,
los hieleros, los turcos
vendedores a plazos, y tantos
otros personajes recordados con
nostalgia y como claro símbolo
de una época pasada. Tanto
como que siempre son evocados
con palabras similares a “yo
llegué a ver...”
Generalmente se hacía el
pedido y entonces venía el
repartidor y venía a caballo, y en
los días posteriores a una gran
lluvia la entrega se hacía difícil y
los tipos venían en medio del barro,
en la huella, a traer el pedido
.
26
En realidad abundan los
testimonios sobre este tema.
Otro recorrido muy
recordado es el de los
rematadores que llegaban en sus
bañaderas, en la época de los
loteos:
Los martilleros traían a la
gente en bañadera, ¿te acordás?
Cuando no teníamos plata para ir al
cine, íbamos a los remates. Se ponía
la carpa, las banderas, también te
regalaban ladrillos y te hacías la
piecita.
27
Y otro de los espectáculos que
había que era característico de la
época eran los grandes remates con
sus carpas, con su banda de música
y los vehículos que traían a los
posibles compradores a la zona
céntrica... Nosotros participábamos
del espectáculo, que era la banda,
era la gente nueva que venía...
Venían, elegían el lugar, armaban
la carpa. Entonces se corría la voz
que venía el remate. Entonces allá
estábamos nosotros... La carpa ar-
mada, lo primero era la banda que
hacía como una presentación como
una recorrida... Y todo eso era un
espectáculo notable. Era casi tan
divertido como el circo, pero
gratis... Nosotros participábamos
desde el inicio hasta el final
.
28
En realidad estos
rematadores que llegaban al ba-
rrio en sus bañaderas antes lo
habían hecho en trenes
especialmente fletados para ello,
con viaje gratis y asado incluido.
Algunas reflexiones
Hemos trabajado con más de
30 entrevistas, algunas
individuales y otras realizadas
en talleres con varios
integrantes.
Los relatos obtenidos han
ido conformando una verdadera
encrucijada de recorridos que no
hacen más que mostrarnos que
no existió un paisaje sino
muchos, que no existió un
territorio, sino tantos como
visiones y evocaciones que de él
han hecho los entrevistados. A
partir de tantas vivencias y
miradas, hemos podido
acercarnos y percibir un espacio-
tiempo pasado en acción. La
suma de tantas voces ha
conformado un multifacético
relato colectivo sobre el que
podemos trabajar y reflexionar.
Después de haber trabajado
con las antiguas rutas y
senderos que los distintos
individuos o sectores de la
comunidad han utilizado en el
pasado, surge la comparación, la
búsqueda de coincidencias con
los recorridos actuales.
Los recorridos hoy son
otros, muchos han desaparecido,
algunos espacios se han
convertido en sitios peligrosos,
otros en no lugares.
Las nuevas rutinas ya no
nos identifican del mismo modo
con el territorio, sobre todo
porque con el gran crecimiento
de la ciudad las identidades
barriales se han perdido. Ya no
Los relatos obtenidos han ido
conformando una verdadera
encrucijada de recorridos que no
hacen más que mostrarnos que no
existió un paisaje sino muchos,
que no existió un territorio, sino
tantos como visiones y
evocaciones que de él han hecho
los entrevistados.
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NOTAS
1
Testimonio de Jorge Messina.
2
Marc Augé,
Los no lugares, espacios del anonimato
, Barcelona, Gedisa, 1995.
3
Armando Silva,
Imaginarios Urbanos
, Bogotá, Tercer Mundo, 1992.
4
Italo Calvino,
Las ciudades invisibles
, Madrid, Millenium, 1999.
5
Gilberto Jiménez,
Territorio, cultura e identidades. La región socio-cultural
, México,
Instituto de Investigaciones sociales de la UNAM, 1996.
6
En
La ciudad de los viajeros, travesías e imaginarios urbanos México 1940-2000
, México,
Grijalbo, 1996, García Canclini señala este concepto refiriéndose a una multiplicidad
de ciudades dentro de la ciudad.
7
Testimonio de Osvaldo Paracone.
8
Testimonio extraído del Taller de historia barrial de la Sociedad de Fomento Loma
Verde.
9
Testimonio de Sra. Candela, Sociedad de Fomento Barrio San Juan.
10
Testimonio de Jorge Messina.
11
Testimonio de Alicia Melli.
12
Testimonio de Jorge Messina.
13
Idem.
14
Idem.
15
Idem.
16
Idem.
17
Idem.
18
Idem.
19
Fernando Acevedo “El espacio social como encrucijada” en
Jornadas de Antropología
de la cuenca del Plata
, Tomo IV, Rosario, Argentina, 1996.
20
Testimonio de Jorge Messina.
21
Fernando Romero Loaiza,
El Barrio: Territorialidades y Representaciones
, Serie Ciudad
y Habitat, Bogotá, Colombia, publicado en Internet en la dirección
www.barriotaller.org.co/e16.htm
22
Testimonio de Jorge Messina.
23
Idem.
24
Idem.
25
Testimonio de Osvaldo Paracone.
26
Testimonio de Jorge Messina.
27
Testimonio de la Sra. De Trucco.
28
Testimonio de Jorge Messina.
son posibles aquellos
recorridos en el tiempo y en el
espacio.
Por esa razón, quienes
hacemos historia oral y
tenemos la oportunidad de
gestionar acciones dirigidas a
la preservación del patrimonio
histórico cultural de la
comunidad, sentimos a
menudo la necesidad de
recomponer este entramado tan
rico. Entonces ponemos en
marcha proyectos como crear
recorridos histórico-turísticos
o paseos históricos por la
plaza para los alumnos de las
escuelas. Intentamos crear
corredores históricos o
buscamos simbologías en
determinadas esquinas, calles
o edificios. Por eso tratamos de
devolver sentido a los
monumentos, señalizamos con
placas ciertas casas o lugares o
promovemos la resignificación
de espacios públicos en
desuso.
Son todas maneras de
recuperar territorios perdidos
Todos en realidad son intentos
de devolver a la comunidad
sentido de pertenencia, en este
caso, reconstruyendo de
alguna manera las huellas de
sus antiguos recorridos.
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37
traduccione
s
Mémoire du quartier:
territoires et parcours
Graciela Sáez
Tout territoire est un espace social duquel chaque personne,
groupe humain ou communauté possèdent un particulier vécu
ou perception. Le connaître et le parcourir est la façon de nous
approprier de lui. L’histoire orale nous porte près des appro-
priations diverses et des représentations des interviewés quant à
leurs parcours dans l’espace et la mente dans le passé.
Suivant les histoires de ces traversées, grandes ou petites, nous
pouvons découvrir, lire ou reconnaître ce réseau de
représentations qui font partie de la mémoire collective et établir
un filet d’axes, croisements, sentiers principaux et secondaires,
centres et périphéries, accès et sorties qui nous montrent des
identités, groupes d’appartenance ou exclusion, lieux significatifs
et aussi non-lieux.
Faire face à l’entrevue dès parcours géographique et temporel
nous a permis de structurer le discours de chacun des
témoignages, en recomposant ainsi une histoire à multiples
facettes qui nous permet, avec ses regards et points de vue
différents, de savoir et méditer sur le passé, dans ce cas, d’une
ville des faubourgs ,}a l’ouest de Buenos Aires, le Morón des
décades des 30’s aux 60’s.
Quarter memory:
territories and circuits
Graciela Sáez
Every territory is a social space, of which each person, hu-
man group or community possess a particular experience
or perception. Knowing it and going over it is the way to
appropriate it. The oral history brings near us the diverse
appropriations and the interviewees’ representations refer-
ring to their space and mental circuits in the past.
Following the stories of these trips, big or small, we can
discover, to read or to recognize that net of representations
that is a part of the collective memory and to establish a plot
of axes, crossings, main and secondary paths, centralities
and peripheries, accesses and exits that show us identities,
groups of appurtenance or exclusion, significant places and
also non-places.
Facing the interview from the geographical and temporal
circuit allowed us to structure the speech from each one of
the testimonies, recomposing this way a multifaceted story
that allows us to know and to meditate on the past with its
different looks and points of view, in this case, of a town of
the west suburbs of Buenos Aires, the Morón of the de-
cades of the 30 to the 60.
Nota:
Por razones técnicas no se incluyen las traducciones en portugués.