image/svg+xml38s una realidad a asumir que las designacionesno son nunca inocentes y que bautizan períodos yratifican cambios convertidos en realidadesglobales, que se anticipan a periodizaciones delfluir histórico. Y nos referimos especialmente a lamigraciones y las identidades multirraciales queofrecen algunas regiones –naciones, comarcas,islas– donde la concurrencia de razas diversas yculturas propias logran impostar caracteresdiferenciados que inciden en forma tajante en laconformación identitaria. Nuestro texto incitador,para una indagación que estamos invitando acompartir, es el de Elaine Bauer y Paul Thompson–nada menos que Paul Thompson a quien le cabeuna precedencia merecida en cuanto se refiera ahistoria oral, que leemos en la revista Historia,Antropología y Fuentes OralesN° 28.Un breve párrafo inicial destaca los objetivos:“Los autores de este artículo tenemos la convicciónde que alcanzar un cierto grado de integración através de la inmigración y la mezcla racial será unrasgo esencial del futuro, tanto desde unaperspectiva amplia, la de crear un nuevo ordenmundial, como desde una más específica en elcaso de los países que aspiran a convertirse ensociedades arco iris de esencia multicultural”.Se explican enseguida los pasos dados en estesentido, la gente que ha colaborado, los proyectosde indagación en curso, y las ayudas parafinanciar los gastos. Anotan además que hanEA propósito demulticulturalismo,migración ydiscriminaciónElaine Bauer y Paul Thompson,Historia, Antropologíay Fuentes Orales, Nº 28.A P U N T E S T E Ó R I C O S
image/svg+xml39A propósito de multiculturalismo...Hebe ClementiComentariopresentado una versión –ahora corregida– ante elXII Congreso celebrado en junio de 2002 enPietermaritzburg, Sudáfrica.Ahora bien, arrostrando el pudor de“observar” las conclusiones de un maestroreconocido y primero en Historia Oral, partiremosde unas pocas proposiciones que transcribimospara mayor claridad, con vistas a demorarnos enla dificultades del tema, el grado de pertenencia aesas sociedades (que aunque se trate decaribeanas, sentimos como americanas) y laconexión entre algunas reflexiones que estimamossimplificadoras a un grado ajenizante de unacuestión que sufre toda la América latina, aunquesu designación sea quizá impropia.1) “La cultura del Caribe es tal vez el ejemplomás conocido de sociedad surgida de la migracióny la mezcla (sigue un prólogo necesariamentesintético sobre el acontecer de las islas caribeanascomo territorio) en donde se logra una mezclaracial que termina por hacer habitual que seformen parejas entre blancos y personas de colorasí como entre individuos de ascendencia africanae hindúes y chinos... actitud de apertura culturalque recientemente se ha visto reforzada por elturismo que fluye a las Antillas...”La elección de Jamaica como ámbito de pruebano parece adecuada siendo como es Jamaica lamenos caribeana de las islas, con fuerte influenciainglesa en todo los ámbitos, y una activa referenciaa la vida británica desde lejos. No es el caso, ni hasido, el del resto del Caribe, de modo que laspolíticas raciales laxas podrían ser parámetro parala comparación con el resto del ámbito, pero nocomo aporte testimonial. Las referencias queagrega, de parte de hombres“negros” y mujeres“blancos” sobre la situación que viven en la unión,no son concluyentes sino “muy leves”, y en elmejor de los casos muestra una cierta displicenciaacerca del eventual rechazo que si bien nopodemos caracterizar de dudosos es por lo menos“casual” o quizá superficial. Hay algunasreferencias a que esta situación de ciertaindiferencia es “relativamente nueva”, y se danejemplos de rechazos iniciales muy fuertes, en elaño 60 ó 70.“No negaba que habían tenido que sufrirmuestras de racismo ni tampoco el hecho de que setrata de una actitud que impregna nuestrasociedad y que probablemente siempre estarápresente en algunos individuos. Los másoptimistas creían que la sociedad canadiensemuestra mayor tolerancia hacia las relacionesmixtas entre blancos y negros...”y finalmente,como una suerte de conclusión, se afirma “aunqueencontramos en Canadá y Gran Bretaña algunosinmigrantes que continuaban identificándosesimplemente como jamaicanos, en ambos paíseshubo más que hicieron referencias a aspectosmixtos”.La ambigüedad es el signo, pero nuestropropósito es turbar esa placidez mediatizadoraque no corresponde con la realidad del Caribe, nide quienes tienen ocasión de convivir o conocer decerca el problema, desde un lugar más cercano al“arco iris” al que apelan los autores. Para decirlocon claridad, esas relaciones, vistas desde lacotidianeidad, son muchos más ríspidas ydifíciles, expuestas a escondidas, pero vigentes.Admitimos que Jamaica está más habituada a esarealidad, a través de la propia Inglaterra imperiala la que no es nueva la interracialidad asiática enprincipio, y Londres, especialmente, es lametrópoli de la interracialidad. Admitimostambién que Canadá ha hecho y puede seguirhaciendo alarde de esta tolerancia a la medida desu historia tan cruzada y atravesada deinfluencias variadas. Pero al mismo tiempo,opinamos que la sociabilidad canadiense es tanrestringida que el visitante o el que ha vividoesporádicamente en alguna ciudad canadiense,evoca ese frío de la cortesía y del “puertasadentro” impenetrable.Avanza el texto con observaciones sobre“laidentidad”:“Dada la complejidad asociada al sentido dela identidad del individuo, no es de extrañar quelas relaciones interraciales conduzcan confrecuencia a un cuestionamiento de la identidad.La mayoría de los entrevistados se debatían coneste problema y al mismo tiempo se negaban aaceptar todo intento de que se les definieseadscribiéndolos a la categoría de ‘blancos’ o‘negros’ ”.Las respuestas que figuran en el texto son
image/svg+xml40divergentes y desconcertantes, aunque sincomentarios, y revelan el trasfondo problemático eirresuelto, y algunas apuntan al drama dediscriminación, la proyección en la familia, y enlos hijos especialmente, la aceptación mayoritariaen las personas negras. El 63% de losentrevistados contaban con mezclas de otras razasde modo que la consiguiente “tolerancia hacia lamultirracialidad”provenía de esa circunstancia.La tesis del trabajo aparece en un recuerdo:“Alcanzar un cierto grado de integración a travésde la inmigración y la mezcla racial será un rasgoesencial del futuro”.Desconcierta entonces lo que sigue, deacuerdo con esta afirmación un tanto agorera peroválida. Para extender este punto de vista se abordala existencia de otras culturas que se handesarrollado de forma paralela: nos referimos aMéxico y Brasil y algunas zonas de África, talescomo Sierra Leona y Senegal, e incluso,inicialmente, la propia Sudáfrica. A esta altura deltrabajo aparece la mención de que: “A partir delsiglo XIX se desarrolló en el sur de los EstadosUnidos y en Sudáfrica una tendenciacompletamente opuesta, una trayectoria quefomentaba deliberadamente la segregación racial”.El caso sudafricano es referido con bastantedetenimiento, se cita alguna bibliografía adecuada,y se menciona el apartheidque impuso “barriosraciales segregados tal y como ilustra el pionertrabajo de historia oral realizado por Sean Field enlos barrios negros y mestizos de Ciudad del Cabo”.Y continúa aludiendo a que posteriormente, “apesar de la abolición de las leyes segregacionistastanto en EE.UU. como en Sudáfrica perdura unelevado grado de segregación en la vivienda, y losmatrimonios interraciales son poco frecuentes... lasegregación voluntaria llevada a ese extremo creasociedades polvorín en la que pocos miembros dealgún grupo tiene conocimiento directo de losotros y en los que es fácil que estallen conflictos,disturbios y violencia”.Llegados aquí, si bien es evidente que elsentido impuesto al trabajo no podrá avanzarsatisfactoriamente (es nuestra convicción), seresguarda con anticipación a esa evidencia:“... Este artículo une los resultados obtenidos ennuestras investigaciones llevadas a cabo porseparado y centradas, en primer lugar, en laparejas mixtas de caribeños blancos y en segundolugar, en familias jamaicanas trasnacionalesresidentes en Jamaica, Estados Unidos, Canadá yGran Bretaña. Comparamos el impacto de laemigración y de las relaciones mixtas en laidentidad, estudiamos los distintos tipo dehostilidad y prejuicios raciales que se sufren yanalizamos hasta qué punto los individuos hallansoluciones creativas tendientes a alcanzar nuevasformas de identidad multiétnica y multirracial y seatreven a soñar con sociedades más tolerantespara el futuro”.Siguen aclaraciones sobre márgenes yprogresos eventuales, abordando el tema de laidentidad y el impacto que la emigración provocaen la construcción de la identidad individual, losmatices diferenciales que podrán detectarse, porejemplo en relación con el contraste generacional,cambios sociales y culturales en las áreas deprocedencia, matrimonios mixtos y mejoras enalgunos casos a través de los hijos aceptados porlos abuelos o primos, superando complejos deinferioridad, hostilidades laborales o deradicación de viviendas, etcétera.Joseph, un escocés blanco, habló de la positivaidentidad transracial que había desarrollado aconsecuencia de haberse casado con una mujernegra y de haber vivido y trabajado en distintoslugares del planeta:“me considero un ciudadanodel mundo. No poseo fuertes sentimientos depatria con respecto a Escocia o Canadá. Tampococoncedo ningún valor especial a la idea de razablanca. Soy un habitante del mundo. Esta es miidentidad. Y estoy convencido de que puedo viajara cualquier sitio y encajar”.Termina el artículo con una página optimistaque incluye puntos de vista “constructivos dehombres y mujeres con distintas consignas: derribarlas barreras que separan a las razas debiera ser tareade toda la sociedad, porque es el futuro, enseñar anuestros amigos estas consignas e intentar superar elaislamiento y la sensación de gueto... y al hacerlologremos superar el bagaje histórico en susconnotaciones de superioridad e inferioridad”.El párrafo final es buen broche de este modode pensar: “sólo el futuro dirá si la mezcla derazas fomenta o reduce el racismo. Solamente nos
image/svg+xml41queda esperar –como tantos de nuestrosentrevistados– que los hijos producto de la mezclade razas desempeñen un papel activo y actúencomo agentes entre los distintos grupos depersonas facilitando la comunicación y lacooperación, y ello les permita extraer de susdistintas experiencias su patrimonio, su identidady su comprensión del mundo en que viven”.Queda abierta ahora la reflexión nuestra, la deargentinas que vivimos trabajando con nuestrahistoria de mil maneras, y específicamente tambiéncon la historia oral. Vale congratularse que el temahaya aparecido en las páginas de la acreditadapublicación, tratado por Paul Thompson y ElaineBauer. Aunque lo pensamos demasiado tenue yhasta rosado, es cierto –admitimos– que no es fácilabordarlos sobre todo si se habla de identidad y nose hace referencia a la historia y aunque se afirmesu necesaria diversidad e incidencia.Nos hubiera complacido que esas fueran susobservaciones iniciales, a la manera de válidoacápite de un tema que es el de toda la Américaque se llama Latina por un juego escamoteador deldestino, y un designio de atribución comosabemos. Pero no es cuestión de nombres, sino deintegración de orígenes, de silencio secular sobrequienes fueron objeto de una trata infamante quellenó de esclavos africanos el territorio americano,en casi toda su extensión y en el Caribe comoámbito inicial, dadas las primeras instalaciones de“descubridores-conquistadores”europeos y laconsiguiente “edénica” novedad para toda Europacolonizadora. Y lo que es también co-existente, entodo tiempo y lugar, es la presencia del indígenaamericano, que ha sido hostigado, sometido,explotado, en uno y mil servicios para elconquistador, y que ha pervivido anotando supresencia y diversidad en todo el continenteamericano, donde las modalidades de lacolonización europea marcaron su discriminaciónen una universal situación de sometimiento ysegregación de acceso a ventajas sociales.La conciencia de estas situaciones herederaspor siglos en un entretejido de sumisiones ysilencios que acentúan diferencias y carencias, nopuede resistir el más somero análisis. Es unreclamo perentorio instalarlo en cada una denuestras sociedades para expresar la demandaigualitaria de la construcción social.He ahí el emprendimiento que la historia oraldebiera tomar a su cargo en nuestros países, enuna verdadera cruzada investigativa, que daráfrutos venturosos. Los latinoamericanos quehemos sido tocados por la varita de la historia oralque nos convoca a la verdad y a la comunicaciónmás honda, coincidimos con el párrafo final deThompson y Bauer, pero tenemos urgencias lícitaspara que sea implementada esta ruta.Francamente, quisiera haber podido alcanzaruna manera de conclusión más segura, menosdisuasiva, y más consciente, de que si lasubjetividad es el logro más alto que alcanzamoshistoria oral mediante, otra vez, la parsimoniaajenizante no nos sirve. Si esto se compatibilizacon las deficiencias de las historias “oficiales”quese padece en toda nuestra América, creemos que elbuen camino está trazado en los fundamentos másesclarecedores de la historia oral.