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Esperanzas caminando
El Posadas:
una experiencia
de movilización
y participación social
en la Argentina de los 70
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existencia y en las determinaciones que imponen a
sus ocupantes” por su situación en la estructura de la
distribución del capital social. Y luego agrega que el
capital es “el factor eficiente en un campo dado”, ya
que “permite a su poseedor ejercer un poder, una
influencia, por tanto existir, en vez de ser una simple
cantidad deleznable”.
2
Adherimos a esta teoría porque hablar de campo,
afirma Bourdieu, a diferencia de un sistema o
aparato, significa hablar de lucha; “y por lo tanto de
Historia”. En un campo los distintos agentes luchan,
con apego a regularidades y reglas constituidas en
ese espacio de juego, con distintos grados de fuerza y
posibilidades de éxito. Es cierto también que “quienes
dominan en un campo determinado están en
posición de hacerlo funcionar en su beneficio, pero
siempre deben tener en cuenta las resistencias, las
protestas, las reivindicaciones de los dominados”.
3
En el caso que estamos estudiando, el desarrollo
del capital social de los sectores dominados del
campo social generó resistencias, protestas y
reivindicaciones en un nivel tan alto que amenazó a
quienes dominaban o controlaban ese espacio, por lo
cual la reacción de estos sectores no se hizo esperar.
El presente trabajo pretende analizar un pequeño
segmento de la sociedad que participó de estas
transformaciones entre 1970 y 1976, teniendo en
cuenta que las mismas abarcaron amplísimos niveles
y que significaron una vasta transformación social.
La elección del Hospital Posadas como campo de
análisis se debe a varias razones. Nos parece
interesante tomar como referencia un hospital
público nacional que surgió como modelo de política
de salud en esa etapa. Allí, analizaremos el
desarrollo de la organización de los trabajadores de
la salud, a quienes su labor los colocaba en contacto
cotidiano con los sectores más postergados de la
sociedad. Ellos comenzaban a asumirse como
trabajadores, se sindicalizaban y potenciaban las
tendencias igualitarias de la sociedad argentina al
Introducción
“Lucy traía unos diamantes
de un mundo inesperado
Francia en colores del día domingo
Marcha de los estudiantes
Parecíamos
Esperanzas Caminando
”
(
Del mismo barro
, León Gieco, 1992)
Los años setenta representan un quiebre
profundo en la historia de la sociedad argentina. La
violencia, el terror y los enfrentamientos de aquellos
años son la prueba definitiva de que se trató de
tiempos decisivos. El resultado de aquellas
definiciones puede apreciarse hoy, y se hace
evidente en la fragmentación de la sociedad, en la
desesperanza y en la frustración que la etapa
democrática no sólo no pudo revertir, sino que
profundizó.
Entre 1966 y 1976, diez años signados por
sendos golpes de estado, se definió con mucha
fuerza el perfil de una militancia social renovada.
Los avances de la movilización popular de los años
70, sobre todo después del Cordobazo (1969),
mostraron el fracaso de los intentos por superar una
crisis que se arrastraba desde la caída del peronismo
en 1955. La efervescencia y la masividad de la
protesta social, su creciente radicalización y el
crecimiento de nuevos grupos y organizaciones de la
llamada “nueva izquierda” se convirtieron en una
verdadera amenaza para los grupos de poder de
aquellos años. Es que la movilización popular que se
intensificó en los años 70 fue acompañada por una
organización importante de la sociedad que dio
lugar a la creación de espacios de inserción social y
a un desarrollo del
capital social
inédito.
Pierre Bourdieu definió al capital social como la
“suma de recursos, actuales o potenciales
correspondientes a un individuo o grupo, en virtud
de que estos poseen una red duradera de relaciones,
conocimientos y reconocimientos mutuos más o
menos institucionalizados”.
1
Bourdieu argumenta
que estas redes sociales deben construirse mediante
estrategias de inversión orientadas hacia la
institucionalización de relaciones grupales,
utilizables como una fuente confiable de otros
beneficios. Nosotros consideramos que la militancia
política y social, desarrollada sobre todo entre 1969 y
1973, se basó en la construcción de este tipo de redes
de relaciones sociales.
Bourdieu manifiesta también que pensar en
términos de relaciones significa pensar en términos
de campo. El campo, una de las nociones centrales
de su teoría, “es una red de relaciones objetivas entre
posiciones que se definen objetivamente en su
El enfoque biográfico interpretativo en la investigación socio-
histórica
Esperanzas caminando. El Posadas: una experiencia de...
Autor
Mariano Álvarez
Profesor de Historia
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14
cuestionar los modelos de vinculación vigentes.
Por otro lado, creemos que es importante tomar
testimonios de diversos actores sociales que hasta
hoy permanecen anónimos para tener una mayor
dimensión de aquel proceso de participación social,
así como también de la magnitud y del impacto del
terrorismo de Estado. Los protagonistas son médicos,
enfermeras, empleados, vecinos, que desde su acción
cotidiana se convirtieron en una verdadera amenaza
para el poder, aunque muchos de ellos no militaran
en grandes organizaciones.
Es por ello que hemos
trabajado basándonos en testimonios orales.
Creemos asimismo que recién en los últimos
años han aparecido trabajos que tienen en cuenta a
estos actores anónimos, es decir, militantes sociales
de base ligados o no a grandes organizaciones, que
protagonizaron este desarrollo. Además, cuando han
sido objeto de análisis, ha sido sólo como víctimas de
la represión, como
desaparecidos
, sin
tener en cuenta las decisiones que
tomaron antes de ser atacados por el
terrorismo de estado, su trabajo político
y social, su compromiso de militancia.
De este modo, intentaremos
analizar esta experiencia de
movilización y participación social
desarrollada en el Posadas en los
primeros años de la década del 70 tal
como fue vivida y sentida por sus
protagonistas. Nos parece fundamental
detenernos a analizar la influencia de
un verdadero clima de época que
homogeneizó a este sector de la
sociedad donde predominaban los
jóvenes. Clima que puede ser calificado
como “de esperanza”. Esto es lo que sentían quienes
vivieron esos años. Esperanza basada en el camino
que iniciaban. Un camino de lucha y militancia.
Esperanza en movimiento.
Esperanzas caminando
.
El Hospital Posadas
El actual Hospital Nacional Profesor Dr.
Alejandro Posadas está ubicado en Villa Sarmiento,
en el partido bonaerense de Tres de Febrero. Este hos-
pital surgió como iniciativa de la Fundación Eva
Perón durante el segundo período presidencial de
Juan Domingo Perón y estaba originalmente
proyectado para cumplir la función de atención de
enfermos con afecciones pulmonares crónicas y con
especial dedicación a pacientes afectados por tuber-
culosis. La planificación edilicia denota los requisitos
de la época para atender a este tipo de enfermos. Hoy
podemos observar los vastos espacios abiertos que
rodean al edificio principal que cuenta con grandes
balcones y materiales de construcción que evidencian
calidad y fastuosidad.
Cuando se produjo la Revolución Libertadora en
1955, el hospital aún estaba sin terminar. El nuevo
gobierno decidió en abril de 1958 cambiarle el
destino inicial para transformarlo en “Instituto
Nacional de la Salud” y como tal fue inaugurado por
el entonces presidente de facto general Pedro E.
Aramburu.
De este modo comenzaron a funcionar un total
de siete institutos de investigación dedicados cada
uno de ellos a distintas especialidades. Los mismos
cumplieron tareas asociadas a la investigación ex-
perimental y clínica, es decir que no había atención
médica directa a la población, excepto aquellos casos
que se consideraban útiles para el desarrollo de las
investigaciones. Esto fue así hasta que en junio de
1968 se decidió la disolución de los institutos de
investigación para organizar un Hospital Nacional
de Agudos.
Entre 1968 y 1970 el hospital funcionó
únicamente con dos servicios: Gastroenterología y
Endocrinología. En 1970 comenzaron a
incorporarse los otros servicios, como
Pediatría, Clínica Médica y Cirugía,
proceso que continuó hasta 1973, año
en que se integraron todos los demás
servicios para constituir un hospital de
agudos.
Se inauguró oficialmente como
Policlínico Profesor Alejandro
Posadas en abril de 1972, con la
asistencia del entonces presidente de
facto general Alejandro Agustín
Lanusse, haciéndose cargo de la
dirección interina el doctor Carlos
Ferreyra.
El doctor Camilo C. recuerda:
El hospital a principios de los setenta era
muy elitista … todo era absolutamente brillante, de
lujo, fantástico pero con un pequeño detalle: no había
enfermos. La comunidad que rodeaba al hospital no
sabía que allí podía ser atendida, era un lugar
prácticamente cerrado. El hospital no tenía nada que
ver con la comunidad y además estaba absolutamente
vacío.
Los barrios que rodeaban al hospital eran en su
mayor parte de clase media y clase media baja.
Podemos destacar dos de ellos. Por un lado, un ba-
rrio de casas pequeñas, devenido hoy en villa de
emergencia, conocido como Carlos Gardel, que
tenía una población estimada en 3500 personas.
Este barrio se había constituido a partir de 1969
con gente proveniente del interior, en su mayoría.
El gobierno militar de aquella época construyó
una serie de monoblocks exactamente detrás del
hospital, prometiendo a quienes llegaban al barrio
otorgarles departamentos allí. Sin embargo, estos
departamentos fueron ocupados en su mayoría
discrecionalmente por otras personas,
constituyendo así el segundo barrio, llamado en
aquella época Mariano Pujadas, con una
Los protagonistas son
médicos, enfermeras,
empleados, vecinos,
que desde su acción
cotidiana se
convirtieron en una
verdadera amenaza para
el poder, aunque
muchos de ellos no
militaran en grandes
organizaciones.
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población estimada en 1973 de 9000 personas. Hoy
ambos núcleos habitacionales son conocidos en su
conjunto como Barrio Carlos Gardel.
4
En un marco de importante efervescencia política
y de amplia participación y movilización social, se
produjo entonces la conformación del plantel
profesional y no profesional de las distintas áreas del
hospital.
Era un momento en el que todo el mundo tenía
participación en proyectos de alguna manera progresistas...
toda la gente que venía era gente de ámbito profesional, casi
todos formados en situaciones médicas de alta dedicación...
todos con residencias médicas, sin actividad privada... sin
otras cosas que la atención en hospital público, lo cual dio
un perfil muy característico a casi toda la población médica
que vino y con eso un poco arrastró también el hecho
institucional. Yo creo que allí es donde se
fijaron las características... que uno podría
llamar personalidad de la institución (...)
El ingreso de personal no
profesional también fue importante en
estos años. La mayoría de ellos eran
jóvenes con poca experiencia laboral.
Estas condiciones nos hacen
caracterizar al hospital que se
conformó entre 1972 y 1973 como un
hospital “nuevo”. Un hospital público
y gratuito, bastante bien equipado, en
manos de gente joven, con médicos con
dedicación exclusiva, lo que les
permitía una mayor interacción con los
no profesionales.
Por otro lado, la mayoría de los
actores sociales protagonistas de este
desarrollo compartían una concepción
de salud basada en las políticas de
Ramón Carrillo, quien había sido
Secretario de Salud durante la época de los gobiernos
peronistas y planteó, por primera vez en Argentina, la
idea de salud como un derecho. Para ello implantó un
sistema estatal centralizado, de atención gratuita,
moderno y dinámico, permitiendo así un crecimiento
acelerado de establecimientos hospitalarios como
también de centros ambulatorios.
5
Esta alternativa a la salud pública se había visto
muy limitada durante la etapa tecnocrática de los
tiempos militares. A partir del golpe de 1966 se
observó una “desjerarquización de las instituciones
públicas” que se ocupaban de las políticas de salud.
Así, la Secretaría de Salud que manejaba su propio
presupuesto se transformó en Subsecretaría,
perdiendo tal potestad. A su vez, “el campo de la
salud pública fue restringido y se facilitó el desarrollo
del sector privado”.
6
Con la asunción del gobierno de Cámpora en
1973, la nueva Secretaría de Salud recuperó casi todas
las facultades que había tenido durante la gestión de
Carrillo. En este sentido, los médicos del hospital
recuerdan la influencia ideológica del proyecto
sustentado por el FREJULI, cuya filosofía se cristalizó
en el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS).
El doctor Juan Carlos A. recuerda:
El SNIS era un proyecto muy transformador de la
realidad sanitaria, de la forma de prestar salud, que bueno,
finalmente tuvo la posibilidad de tener algún desarrollo en
algunas provincias del interior del país, pero como sistema
nacional no pudo ser implementado porque la relación de
fuerzas no dio como para poder instituirlo, y bueno, este
hospital tuvo grupos importantes del personal que
participaba de los postulados de este proyecto, del SNIS.
De alguna manera se intentó desde acá llevar adelante
algunos de los postulados de ese sistema que en realidad
era un sistema integrado, mucho más amplio, nacional.
La ley 20.748 se aprobó finalmente en septiembre
de 1974 creando el SNIS. Sin embargo,
debido a diversas disputas entre
funcionarios del Ministerio, la CGT y
distintas organizaciones médicas, se
introdujeron modificaciones
sustanciales que impulsaron algunos
diputados de extracción gremial, y que
dejaron fuera del sistema al conjunto de
las obras sociales. El gobierno peronista
ya había definido un lineamiento
político totalmente diferente al que
había provocado un sentimiento de
euforia popular en mayo de 1973.
Antiautoritarismo
y horizontalidad
La efervescencia social y política,
que se vivía tanto dentro como fuera del
hospital en mayo de 1973, tarde o
temprano debía enfrentarse con la
estructura autocrática de la dirección
del hospital nombrada por el gobierno militar de
Lanusse. El director era el doctor Ferreyra, retirado de
las Fuerzas Armadas, quien estaba acompañado por
un grupo de personas a cargo de los servicios ge-
nerales y de mantenimiento.
Así como en el país las luchas populares y los
cuestionamientos a la estructura de poder militar se
profundizaron, la oposición al autoritarismo en el
manejo del hospital generó un estado de
movilización que integró rápidamente a todo el per-
sonal, tanto profesional como no profesional, y que
además contó con un fuerte apoyo de los líderes
barriales. Así lo recuerda el doctor Camilo C.:
Recuerdo... el momento de lo que llamamos la toma del
hospital. Año 73, acceso de Cámpora al gobierno, viste que
había movimientos y contra movimientos, o sea, los
gremios más históricos estaban tratando de forzar la mano,
quedarse con los lugares para evitar los desplazamientos.
Este hospital estaba en ese momento dirigido por un
interventor del poder anterior, del poder de Lanusse, y
entonces en esta efervescencia del 73 hubo una
Este hospital surgió
como iniciativa de la
Fundación Eva Perón
durante el segundo
período presidencial de
Juan Domingo Perón y
estaba originalmente
proyectado para cumplir
la función de atención
de enfermos con
afecciones pulmonares
crónicas y con especial
dedicación a pacientes
afectados por
tuberculosis.
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movilización por parte de este hombre con algunos agentes
que tenía aquí dentro, en sus cargos directivos, a cargo de
mantenimiento, vigilancia... de armar un proyecto, hacer
como una toma del hospital y quedarse dentro, que generó
una contra fuerza que lo arrastró, en el sentido que esto
trascendió y la gente de alguna manera ocupó su lugar, se
lo llevó puesto... por delante, hubo asambleas y acá esto
generó un desplazamiento de ese director, una presencia
por seis o siete días de un Comité de dirección elegido
asambleariamente, ese Comité de dirección tenía tres
médicos y tres no médicos en su composición... Parecía que
cada sector se quería comer a su jefe, apareció un momento
de reivindicación en el que todo jefe era expulsable, bueno
si había caído el interventor por qué no caía el jefe del área
determinada, de personal, de tal o de cual... y entonces se
iba a cada sector que estaban reunidos en una discusión
permanente y se consiguió parar casi todas estas
reivindicaciones cuando no tenían una base lógica, cuando
eran simplemente reivindicaciones
anormales.
El estado deliberativo que incluyó
la “toma” del hospital continuó du-
rante cuarenta y ocho horas. Para
darle validez legal a este proceso se
mantuvo una conexión orgánica con
el Ministerio de Bienestar Social al que
se pidió el nombramiento de un
veedor. Así es que fue designado el
doctor Escudero, quien no intervino en
la movilización interna del hospital y,
además, facilitó la elección
democrática del posterior director.
Tres o cuatro días después de aquella asamblea,
el doctor Ferreyra intentó retomar la dirección del
hospital y lo hizo acompañado por la policía de
Palomar. La postura del doctor Escudero fue la de
avalar el movimiento interno del hospital, y una
nueva asamblea rechazó al director nombrado por la
dictadura.
Continúa el doctor Camilo C.:
A partir de la remoción de las viejas autoridades el
proceso interno de democratización e integración a través
de las asambleas cobró una dinámica permanente. El comité
colegiado de dirección se propuso buscar inmediatamente
una figura emergente y representativa de lo local con
condiciones personales intachables, para proponer al
Ministerio, para que quedara a cargo del hospital. La
elección recayó en el doctor Rodríguez Otero. Era un
cirujano de gran trayectoria, muy querido y respetado, que
había sido director asistente del doctor Ferreyra y no se le
conocía militancia política alguna.
En una asamblea posterior al 20 de junio, día en
que se produjo el sangriento y definitivo retorno de
Perón al país, se designó a Rodríguez Otero, por
votación unánime a mano alzada, director del hospi-
tal. Él conocía perfectamente el manejo del hospital
con lo cual se garantizaba cierta continuidad laboral
y administrativa. Sin embargo, el doctor Escudero no
consiguió el nombramiento del Ministerio de
Bienestar Social que conducía López Rega, ya que se
desconfiaba de la movilización interna que allí se
estaba gestando.
Para exigir el nombramiento del cirujano, se
produjo una movilización al Ministerio, de
aproximadamente trescientas personas (sobre un
total de setecientas). De aquella convocatoria
queremos destacar dos datos importantes. Por un
lado, el poder de movilización que había en aquella
época, que incluyó tanto a médicos como a no
médicos, pero también a un importante grupo de
vecinos. En segundo lugar, un presagio del futuro
que así lo recuerda Camilo C.:
Fuimos ahí al Ministerio de Salud, que se sacó ahí la
convalidación, el nombramiento a partir del reclamo del
hospital y de la comunidad... Una situación jodida porque
nos metieron a todos en un subsuelo, en un cuarto piso de
subsuelo del Ministerio que... estaba allá en
Plaza de Mayo, una situación complicada,
digamos... soportó bien, fue muy agresiva la
situación... estaba López Rega de Ministro,
ya había habido Ezeiza... Este hospital va con
ese planteo al Ministerio, terminamos en un
cuarto subsuelo del ministerio, en un lugar
grande que había, serán 200 o 300 personas...
una situación de mucha vulnerabilidad, pero
esa movilización consiguió el nombramiento
de Rodríguez Otero.
Con este nombramiento oficial por
autoridad competente de un gobierno
democrático, la comisión colegiada se
disolvió en asamblea. También cesó en sus funciones
el veedor del Ministerio, el doctor Escudero. Esto se
produjo entre junio y julio de 1973.
Las estructuras de sentimiento
Nos interesa destacar en este punto cómo fue
vivido este proceso por sus protagonistas. Ya que
consideramos que este
movimiento emergente
puede ser
analizado como una “estructura de sentir”,
trataremos de rescatar los principales “significados y
valores” tal como fueron “vividos y sentidos
activamente”
7
por los diferentes actores sociales del
hospital que fueron entrevistados.
Nos parece conveniente aclarar que se trata de
una aproximación a aquellos sentimientos, que se
encuentra mediatizada por la memoria de cada uno
de los protagonistas. Sería imposible recuperarlos
“tal como fueron vividos”. La cristalización de los
“años dorados” del hospital, que se dieron entre
aquella asamblea de junio de 1973 y fines de 1974, en
los recuerdos de sus protagonistas asume una
estatura mítica. Marta C. ingresó al Posadas el 11 de
junio de 1973 y dice haber entrado a
un mundo
maravilloso, de grandes asambleas y resoluciones en
conjunto.
Es que, como afirma Alessandro Portelli, “las
La cristalización de los
“años dorados” del
hospital, que se dieron
entre aquella asamblea
de junio de 1973 y fines
de 1974, en los
recuerdos de sus
protagonistas asume
una estatura mítica.
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fuentes orales nos dicen no sólo lo que hizo la gente,
sino lo que deseaba hacer, lo que creía estar haciendo
y lo que ahora piensan que hicieron”.
8
Sin embargo,
consideramos que estos testimonios orales resultan
imprescindibles para analizar las percepciones que
los distintos actores sociales tenían acerca de los
procesos y los acontecimientos en los que estuvieron
inmersos.
El clima político y social del país en 1973 está
presente en todos los testimonios y es expuesto como
un detonante. El doctor Juan Carlos A. recuerda en
este sentido:
El proceso del 73 fue bastante explosivo, con la salida
de la dictadura de Lanusse. La llegada del gobierno de
Cámpora y demás significó un cambio muy abrupto en las
expectativas de la gente y en el modo de participar, y en
esta relación que se fue dando entre el hospital y la zona de
influencia. Al margen de las cuestiones que
hacen estrictamente a la condición de hospi-
tal, paralelamente con eso también se daba
una actividad sindical y política dentro del
hospital bastante importante. Lo que sí
recuerdo es que entre los grupos de
trabajadores del hospital más identificados
con la línea de la JP o de la Tendencia
Revolucionaria y demás, y los líderes
barriales de una orientación similar había
trabajo en común de tipo político y demás...
probablemente ésta sea una de las cosas que,
junto con el carácter de hospital abierto,
participativo, con mucha gente del hospital
comprometida aunque no estuviera en este
trabajo político, fue de las cosas que tal vez
lo hayan marcado como objetivo para que
cuando el golpe del 76 ocurriera lo que
ocurrió.
Por otro lado, la formación de un hospital
“nuevo”, con aquel ingreso masivo de personal ya
mencionado entre 1972 y 1973, otorgó a los
protagonistas de dicho proceso una vigorosa
identidad que algunos vinculan con el fenómeno del
peronismo. Cristina, asistente social y delegada de
ATE en aquellos años, afirma:
La mayoría de los jóvenes que ingresamos en el hospi-
tal a partir de los 70, nos atravesó en algún momento de
nuestra historia joven, el peronismo, te podría decir que en
el noventa por ciento procedíamos de padres trabajadores,
que gracias a su trabajo pudimos cursar la escuela
secundaria y después optar por la terciaria o universitaria.
Este origen de clase trabajadora, de principios y valores
prevalecía en nuestra práctica de concebir el trabajo, las
relaciones, los vínculos con los otros. Nos sentíamos
trabajadores de la salud, acompañados de la concepción de
la Salud Pública de Ramón Carrillo; no había divisorias de
aguas, ni discusiones por este tema. Es por ello lo del
trabajo horizontal tanto a nivel interno del hospital, como
así también en el trabajo con el barrio, como el de realizar
las asambleas conjuntas. El estado de asamblea permanente
donde se discutían cuestiones internas como también
aspectos relativos a la situación general del país y esa
concepción horizontal en la que todos éramos equipo de
salud y no existían hegemonías de unos sobre otros. La
divisoria de aguas entre profesionales y no profesionales se
instala a partir del 24 de marzo de 1976.
La opción por el peronismo se presentaba así
como algo inevitable, fenómeno que se correspondía
con lo que ocurría en el país en aquellos años. Lo
interesante de ello es que no se trataba de una opción
político ideológica, sino más bien de un sentimiento
que unificaba a los distintos actores sociales en torno
a lo que representaba una opción popular de lucha
en una coyuntura histórica determinada.
En este sentido, cabe destacar que en los
testimonios “Perón” casi no es mencionado, excepto
cuando se recuerda su regreso al país el 20 de junio
de 1973. Tampoco son considerados
como parte del peronismo ni el ministro
de Bienestar Social, José López Rega,
quien mandó intervenir el hospital en
1974, ni toda la burocracia sindical
peronista. Se trataba de un peronismo
“nuevo”, vivido como un hecho casi
fundacional.
El compromiso militante, que
estaba presente en la mayoría del per-
sonal, en general no generaba
divisiones entre ellos. Dice Cristina:
La cohesión interna estaba dada por
compartir la misma concepción de salud, de
construcción y de participación. La gran
mayoría estaba comprometida con la
defensa del hospital público, de puertas
abiertas y la participación de la comunidad
en todos los niveles de la vida del hospital.
Gladys C. es enfermera y recuerda:
Vos sabías la bandería política de todos, nadie te
ocultaba su bandería política. Un momento así de gran
eclosión, de gran libertad y hasta de alegría, y hasta de
alegría. La militancia era toda muy activa, muy alegre con
mucha polenta, muchas ganas... Por ahí en alguna reunión
alguien venía con la línea de su partido, el PC por ejemplo.
Todo el mundo le decía, pará, no bajes línea,
chicaneábamos, pero nunca hubo peleas así. Era una cosa
muy fluida, todo el mundo quería opinar, tratábamos de
hacer en conjunto, consensuar sin que las líneas partidarias
influyeran en forma importante. Era una cosa pluralista,
de consenso, nos uníamos más por las coincidencias que por
las diferencias.
Sin embargo, en los intersticios de este clima de
consenso, pluralismo y horizontalidad que todos
evocan, seguramente se estaba gestando la reacción
autoritaria de los grupos de poder. Creemos que en la
idealización de aquella etapa se pierde la percepción
de aquella amenaza. Sólo se filtra esto en algunos de
los testimonios, pero como algo que fue captado con
posterioridad a que se desencadenaran los
Por otro lado, la
formación de un
hospital “nuevo”, con
aquel ingreso masivo de
personal ya mencionado
entre 1972 y 1973,
otorgó a los
protagonistas de dicho
proceso una vigorosa
identidad que algunos
vinculan con el
fenómeno del
peronismo.
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acontecimientos. Dice Cristina:
por supuesto, después
vimos que otros estaban armando otras cosas, ¿no?
Esta “estructura de sentimiento” se puede
percibir a su vez en la construcción de fuertes
vínculos de índole afectiva entre los distintos
protagonistas, y en relación con la institución a la
que pertenecían. El testimonio de Gladys da cuenta
de ello:
Yo amaba este hospital, todos amábamos este hospital.
El hospital era como una cosa nuestra, lo amábamos. Era
como un hijo grande. Yo tenía infinidad de horas, entre
comillas, extras, porque al final ni se cobraban o eran a
compensar, pero en mi vida recuerdo haberme tomado un
día para compensar. Los artículos 8 que ahora se los toman
religiosamente, ni los tomábamos... Era un compromiso con
el hospital, el hospital era nuestro hijo. Y teníamos además
un ámbito de trabajo pero además un ámbito social,
teníamos nuestras relaciones, nuestras amistades. Nos
juntábamos a charlar, de repente íbamos a
tomar un café. Éramos todos amigos, vos
entrabas en todos los servicios como en tu
casa. Cada servicio era como el dormitorio
de un hermano. Vos golpeabas la puerta y
decías hola como te va. No había toda esa
cosa burocrática o formal que existe hoy.
Desarrollo del capital social
Una consecuencia fundamental del
desarrollo hasta aquí descrito en el
Hospital Posadas fue la construcción
de relaciones grupales que sirvieron
como fuente confiable de beneficios
para toda la comunidad. Esta red de
relaciones se dio en primer lugar dentro del hospital
y luego, confluyó con otras redes que se estaban
gestando paralelamente en otros sectores de la
sociedad.
En este sentido la relación del hospital con la
comunidad nos parece fundamental en este proceso
de apertura. El barrio estaba organizado por
manzanas y tenía sus representantes que concurrían
al hospital, se reunían con el doctor Rodríguez Otero
o participaban de las asambleas. En aquellas
reuniones se planteaban los problemas y las
necesidades de la comunidad y desde el hospital se
intentaba brindar solución en la medida de las
posibilidades. Sobre estos referentes barriales el doc-
tor Camilo C. afirma:
Yo no te puedo decir si eran gentes de organizaciones
más elevadas, había gente pesada... seguramente había
gente pesada, alguna vez he visto gente armada... en estas
reuniones... pero básicamente eran los tipos que emergían
como representantes naturales y uno hablaba con ellos y de
alguna manera encolumnaba un reclamo o encolumnaba
una solución a un problema... no individualmente, sino era
un reclamo formal... de un barrio que tenía tal problema o
de infección o de epidemia... había cosas... no te puedo decir
cuál era la razón de ser de ese protagonismo... pero eran
realmente los referentes del barrio, uno se entendía con tres,
cuatro, cinco, diez tipos que eran en general... o mujeres,
que ordenaban de alguna manera la cosa...
Uno de los temas que nos parece interesante
destacar de la relación entre el hospital y el barrio, es
la labor que se llevó a cabo en cuanto a prevención y
atención primaria de la salud. Cristina nos cuenta
que:
Una de las cuestiones fue la formación de agentes
sanitarios, de líderes sanitarios... el equipo de acá estaba
formado por enfermería, por obstetricia, por ginecología,
clínica médica, servicio social, nutrición... se preparaban en
conjunto junto con los vecinos del barrio el programa a
brindar... y bueno, esto se hacía con los vecinos que ellos
elegían de cada una de las manzanas. Nosotros íbamos al
barrio a dar las charlas... y a su vez ellos una vez
terminada esta capacitación la reproducían con todos sus
vecinos de manzana... o sea, era una retroalimentación
porque todo el tiempo los conocimientos
iban y venían... los vecinos podían estar
capacitados en nutrición, en primeros
auxilios, ...los conocimientos y los saberes
necesarios para resolver las cuestiones
prácticas... y fundamentalmente todo lo que
tenía que ver con la promoción de la salud
que era el eje que nos atravesaba en ese
momento, que era fundamentalmente
adquirir mejor calidad de vida... y en eso
tenía que ver todo lo que era el mejorar las
condiciones ambientales.
La integración con la comunidad
también se percibe en la gran actividad
social que había en el hospital. El hos-
pital, además de centro de salud, por momentos se
convertía en un centro comunitario o club de barrio.
Son recordados los festejos del Día del Niño que se
realizaban con los vecinos en los cuales se utilizaba
el aula magna para pasar películas infantiles.
También en esos tiempos se intentó hacer un
polideportivo para la comunidad en el amplio parque
del hospital. Para ello, recuerda Sala que
veníamos los
domingos a laburar al hospital y los sábados y después
comíamos un asado, pero laburábamos toda la mañana
junto con los vecinos para mejorar el jardín.
Susana, militante del barrio, recuerda en este
sentido:
El hospital era abierto, no había ningún muro, la
gente los sábados y domingos iba a hacer el picnic al
parque del hospital, no era que se iban a tirotear, era fami-
liar, yo no tengo fotos pero hay gente que las tiene, era una
plaza pública, hacer el picnic, tomar mate, jugar a la
pelota, era un clima bueno con el hospital. Se hacían tareas
recreativas... Ahora ya hay vandalismo, pero en ese
momento había otros valores, había otros criterios.
Susana Á. vivía en el sector de los monoblocks
junto con su madre, que era militante peronista y hoy
permanece desaparecida, y recuerda cómo se
organizaron para tomar este núcleo habitacional:
Y teníamos además un
ámbito de trabajo pero
además un ámbito
social, teníamos
nuestras relaciones,
nuestras amistades. Nos
juntábamos a charlar, de
repente íbamos a tomar
un café. Éramos todos
amigos (...)
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19
Año de 1973, gana el peronismo el 11 de marzo.
Entonces a mi mamá la vienen a ver de todos los barrios
donde a ella la conocían por su militancia, la vienen a ver.
–Cecilia, queremos tomar los monoblocks. Vos tenés que
ayudarnos–. Los monoblocks estaban deshabitados, estaba
por asumir el gobierno de Cámpora y estábamos en un
período de transición. Qué sí, qué no, se discute qué
conviene o no. La cuestión es que se decide tomar los
monoblocks. Se decide tomar Ciudadela y se decide tomar
Carlos Gardel. Y se inician las tomas simultáneas. Hay tres
intentos de tomas, en la primera nos saca el Ejército porque
estaba el ejército todavía. Decidimos esperar y en agosto
del 73 se toman todos los monoblocks. Además de
Ciudadela y Carlos Gardel... se toman los de Crovara... ya
después se generaliza, es como que se inicia una encendida
de tomas simultáneas. Así pasamos a vivir allí. Los
departamentos estaban deshabitados. Había alguno que
otro que estaba adjudicado por el Banco
Hipotecario... y bueno, el tema era después
cómo regularizar esa situación. Estábamos
ante un gobierno peronista, nos habían
permitido ocupar los departamentos, pero la
idea no era quedarnos así porque éramos
intrusos, éramos ilegales. Y bueno ahí
comienza el tema de la organización.
Se organiza un cuerpo de delegados: un
representante por escalera y un delegado por
monoblock. Y se forma la comisión del barrio
y con esa comisión se va a representar al
Banco Hipotecario Nacional, a exigir la
regularización de las viviendas, porque
queríamos que nos hicieran un boleto porque
queríamos pagar... Se fue al Ministerio de
Bienestar Social, en micros, en camiones, hubo
que presionar. Mandaron una comisión de asistente social,
delegado del Banco Hipotecario al barrio, legalizaron la
comisión que ya estaba conformada. Identificaron a los
representantes entre los que estaba mi mamá y se nos
facilitó toda la documentación, nosotros mismos nos
ocupamos del censo familia por familia, le llevamos al
Banco toda la documentación y ellos fueron citando y
regularizando uno por uno la situación.
(...) Cuando había algún problema se reunían las
comisiones de los dos barrios... o decían hay que convocar
una asamblea de delegados por tal o cual problema. O por
el agua o por las cloacas, lo que fuese. No había esto de los
villeros o los de los monoblocks, se trabajaba en conjunto.
Dentro de las redes de relaciones que se tejieron
en este período en el Hospital hubo dos
organizaciones que se fortalecieron y consolidaron en
un grado importante: la Asociación de Trabajadores
del Estado (ATE) y la Asociación de Profesionales.
Sin embargo, ninguna de ellas tomaba decisiones por
sí mismas sino que las decisiones se tomaban en
asambleas conjuntas. Una delegada de ATE de
aquella época recuerda:
Nosotros normalizamos la seccional en 1972. Yo era
delegada de ATE. El contacto con la asociación era fluido,
ninguno de estos gremios tomaba decisiones por sí mismo,
era lo que decidía la asamblea, ahí era la base... Ahí no nos
atravesaban cuestiones de dinero ni de nada de eso, el
dinero era de los trabajadores, pero vos no tenías ni
viáticos ni nada, cada uno se pagaba su boleto fueras donde
fueras... no tenías licencias ni privilegios. Al contrario,
tenías que ser el mejor, si vos estabas ahí, además de hacer
tu trabajo, después tenías que ser el mejor compañero, el
mejor delegado... era doble lo que tenías que hacer. Cosa
que después... eran otros valores.
Además, debido al caudal de afiliados que ATE
tenía en el hospital, allí funcionaba la seccional
Buenos Aires de este gremio. Es por ello que los
delegados de la seccional tenían directa vinculación
con los movimientos gremiales de otros hospitales
nacionales, como el de Ezeiza, el de Lanús o el de
Ciudadela. Gladys fue revisora de cuentas de la
seccional Buenos Aires de ATE y así
lo recuerda:
Íbamos a los otros hospitales,
interveníamos en las asambleas, íbamos
con mandatos... pero siempre... todo, todo
se decidía en asamblea, era por consenso,
no había mandatos de cúpula o
verticalismo. El funcionamiento de ATE
acá en la seccional Buenos Aires era
muy democrático, muy, muy
democrático. Es más, nosotros no
teníamos un local fijo, nos prestaba el
local la Asociación de Profesionales
para reunirnos. Íbamos generalmente
fuera de horario. Bueno, cuando se
hacía pertinente ir a una asamblea en
otro hospital, íbamos a las diez de la
mañana, de repente. Nadie descuidaba su trabajo, no
estábamos en reuniones permanentes. Todo el mundo
laburaba y decíamos a tal hora nos reunimos y nos
reuníamos... íbamos a los distintos hospitales o donde
tuviéramos que ir con nuestro propio dinero, en colectivo.
Era un funcionamiento totalmente diferente... y diferente a
ATE central.
Todos los testimonios coinciden en lo rico que
fue para el desarrollo profesional individual todo este
proceso de integración. En este sentido, Cristina
destaca la importancia que tuvo la concepción de
trabajo interdisciplinario:
Todo el 74 y el 75 estuve en Servicio Social,
participando en los talleres en el barrio, trabajando, tuve la
posibilidad de parir también mi profesión en la concepción
de trabajo interdisciplinario, es otra de las tantas cosas que
después hubo que volver a rearmar. Bueno, no se sabía lo
que era trabajar las disciplinas por sí solas, todo lo
hacíamos en conjunto, todos, porque además ésa era la
cuestión, cada uno aportaba su conocimiento a la temática,
a la problemática, no es que una disciplina tenía que saber
de todo. Entonces cada uno aportaba y esto enriquecía
realmente la respuesta que vos dabas, esto era lo rico de este
hacer colegiado...
La integración con la
comunidad también se
percibe en la gran
actividad social que
había en el hospital. El
hospital, además de
centro de salud, por
momentos se convertía
en un centro
comunitario o club de
barrio.
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20
Terrorismo paraestatal:
López Rega y la Triple A
La metodología del terrorismo de Estado ya
estaba asumida por las Fuerzas Armadas en la
masacre de Trelew de agosto de 1972, cuando fueron
ejecutados dieciséis presos políticos de diferentes
organizaciones armadas que habían intentado
escapar de la prisión de Rawson. Los violentos
sucesos de Ezeiza del 20 de junio de 1973, en cambio,
tuvieron otras características. Las fuerzas represivas
eran comandos armados por José López Rega desde
el Ministerio de Bienestar Social y fueron dirigidos
por el teniente coronel Jorge Osinde. Se trataba
entonces de una suerte de terrorismo paraestatal que
se estructuró “a través de los sectores hegemónicos
del peronismo de derecha, en conjunción con las
fuerzas armadas y de seguridad”.
9
Este sector del peronismo liderado por López
Rega se fusionó con la estructura
paralela de represión que había
formado el comisario general Alberto Villar
durante la Revolución Argentina, a quien
Perón había designado en septiembre de
1973, Jefe de la Policía Federal.
De este modo nació la Alianza
Anticomunista Argentina, más
conocida como Triple A. Se trataba de
una organización parapolicial
coordinada por Villar y López Rega,
sostenida por fondos provenientes del
Ministerio de Bienestar Social e
integrada por oficiales de las Fuerzas
Armadas y de la policía en actividad,
ex policías y militares, delincuentes
comunes, matones del sindicalismo o
jóvenes de la derecha peronista.
Eduardo Luis Duhalde afirma que el “terror
paraestatal”, característico de esta etapa, “pese a
tener una clara dependencia del Estado, posee como
característica diferenciadora de la etapa posterior la
circunstancia de que no hay una participación global
activa en él, de los aparatos represivos del Estado en
forma institucional”.
10
Los grupos reaccionarios que permanecieron en
el hospital después del proceso iniciado en junio de
1973 aprovecharon los cambios que se fueron
produciendo en el país con el avance del
“lopezreguismo” y de la Triple A, sobre todo después
de la muerte de Perón. La primera medida fue tomada
por el Ministerio de Bienestar Social al quitar la
autarquía que tenía el hospital hasta ese momento.
Esta medida tuvo como consecuencia la pérdida en el
manejo presupuestario y de la facultad de designar al
personal que hasta ese momento tenía la dirección
del hospital. A partir de aquel momento, el hospital
pasó a depender orgánicamente del Ministerio, y esto
coincidió con el inicio de las intervenciones y con
ellas de la represión interna.
Así recuerda aquellos hechos Cristina, del
servicio social:
Recuerdo un primer intento de intervención que fue
totalmente expulsada en asamblea por el conjunto de los
trabajadores, no nos movimos de ahí adentro. Esto habrá
sido a fines de noviembre, y una segunda que fue en
diciembre del 74, donde ya vinieron con las armas. Era
gente del Ministerio de Bienestar Social, gente de López
Rega. Ya para ese momento varios habíamos sido
amenazados telefónicamente. Yo vivía con mis viejos y no
teníamos teléfono y llamaban a lo de un vecino... y me
amenazaban que tenía una hermana, que pensara mucho en
ella... si no quería que la reventaran... y además cuando
llegan, ya esta patota con Pimentel, que es quien queda
como director... primero decretan que no se pueden hacer
reuniones interdisciplinarias... y ahí un compañero en la
asamblea, uno de los compañeros desaparecidos, Nacho
Carla Salas, se enfrenta en la asamblea con ellos, y después
es llamado a la dirección, ya se empieza a
generar un ambiente diferente... así y todo
se baja el nivel de participación, pero ya en
el país se empieza a generar una limitación
ya concreta en la democracia.
Camilo C. dice al respecto:
A mediados del 74, no recuerdo bien la
fecha, más, casi al final del 74, después de
la muerte de Perón, hay un avance del
Ministerio sobre el hospital... en el cual
terminan con la gestión progresista de
Rodríguez Otero. Este individuo que había
emergido como el referenciado por la gente
en el 73, poco después de las asambleas,
duró hasta fin del 74, al cual lo reemplaza
un interventor que era propuesto por lo que
era el “lopezreguismo”. ¡Oh casualidad!,
un individuo... llamémosle, de la medicina
privada de la zona. No fue casual. Y a partir de ahí
empieza lo que sería la represión interna, que es anterior...
la batalla interna de hegemonía, este grupo instalado que
obviamente enseguida se sirve y trae también gente para
sostenerlo, versus lo que era la resistencia local que ya
empezaba a tener problemas como tenía problemas en todos
lados.
La resistencia frente a aquel proceso fue
canalizada por un grupo de militantes que organizó
un “comité de resistencia” que se reunía en forma
clandestina. Allí participaron regularmente entre
quince y veinte personas. Así lo recuerda Gladys:
Bueno, entonces hicimos... en algún momento
hacíamos reuniones pero fuera del hospital, éramos el
comité de resistencia del hospital, lo formábamos algunas
personas, unas cuantas. Nos reuníamos en casas, recuerdo
una vez que nos reunimos en una iglesia. Para ver cómo
planteábamos una resistencia a esa intervención. La
resistencia eran volantes de esclarecimiento, pegábamos
obleas dentro del hospital... Nos estábamos planteando el
esclarecimiento de la gente y ver cómo podíamos hacer para
movilizar otra vez, mover esa intervención.
(...) no se sabía lo que
era trabajar las disciplinas
por sí solas, todo lo
hacíamos en conjunto,
todos, porque además
ésa era la cuestión, cada
uno aportaba su
conocimiento a la
temática, a la
problemática, no es que
una disciplina tenía que
saber de todo.
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21
Las vinculaciones entre las nuevas autoridades y
la medicina privada se evidenciaron cuando
intentaron tomar el piso donde funcionaba
Traumatología para desarrollar un Centro de
Fertilización. La amenaza de perder el servicio de
Traumatología para desarrollar una especialidad que
no buscaba satisfacer las necesidades de la
comunidad, motivó una de las tantas reacciones del
personal que se recuerdan en aquella época. Gladys,
que pertenecía a ese servicio, nos dice:
Iban a poner un tipo que era el ingeniero Medrano,
que era de Marina, no sé de dónde era. Yo recuerdo así
puntualmente que yo estaba en Traumatología y él apareció
un día, trajo unas personas. El jefe, uno de los jefes de
traumatología le mostró todo, porque decían que eran del
Ministerio, que venían a ver el piso... Y alguien me llamó a
mí y me dijo, esos tipos no vienen del Ministerio, no están
interesados en cómo funciona Traumato.
Están interesados en copar el piso. Vienen
para otra cosa, les van a dar el piso. Yo le
dije a mi jefe...“ No”, me dice, “nada que
ver”. Y sí... era el Centro de Investigaciones
de Fertilidad del doctor Blanco, que era no
sé si amigo o qué de López Rega. Entonces,
rápidamente desmantelaron Traumato (...)
Nosotros estábamos en desacuerdo... Bueno,
se prestaba para muchas cosas el trasplante
de ovarios. Acá viene gente muy pobre,
gente muy ignorante y no sabés... Yo debía
continuar como jefa de servicio. Dije que no,
yo no estaba de acuerdo porque en un lugar
donde uno de los problemas era que se
estaba tratando de ayudar a la gente de la
zona con los programas de control de la
natalidad y todas esas cosas... Ellos venían
acá a hacer algo que no era para la zona, no
era de interés... Resulta que un día decidimos en asamblea
tomar el piso... Bueno, tomamos simbólicamente el piso,
estuvimos un rato largo ahí. Vino Medrano y dijo: “Quién
hizo esto, quién abrió acá”. No sé... no me nombraron
expresamente... pero dijo, usted la puede pasar muy mal...
Bueno, después de eso, siguió Traumatología.
Las asociaciones gremiales continuaron su
trabajo durante esta etapa. Dice el doctor Camilo C.:
Esa lucha se manifiesta básicamente ya en la
canalización gremial de la lucha. Lo que es la movilización
de alguna manera horizontal... o si se quiere llamar
espontánea... cuando tiene que haber resistencia, ya queda
un poco más depositada en las instituciones organizadas.
Entonces, allí aparece con más fuerza la resistencia que
ATE puede hacer y la resistencia que la Asociación de
Profesionales... generando conflictos que empiezan a tener
reivindicaciones gremiales, baja el nivel de la consigna. La
consigna que hasta cierto momento era una consigna
reivindicativa de cosas más allá de lo gremial... empieza a
quedar restringida a consignas gremiales, salariales,
condiciones de trabajo, desplazamientos... eso se da en el
75... Además se consolida un progresivo dificultamiento al
mantenimiento de esta red horizontal de funcionamiento...
se va dificultando sentarse en asambleas.
Sin embargo, se recuerdan asambleas
multitudinarias, aún en este contexto, ante
determinadas situaciones problemáticas. El
Rodrigazo fue una de ellas. Así lo explica Gladys C.:
Nosotros en el Rodrigazo fuimos a la Plaza de Mayo,
fuimos a aquel famoso día en que después sacaron a López
Rega... Digamos que se hizo una asamblea. Hubo gente que
no quiso concurrir, otros que sí. Unos por izquierda por
unos motivos y otros por derecha por otros motivos.
Nosotros fuimos por las nuestras. En la asamblea del hos-
pital no decidimos ir en forma orgánica. Algunos de
izquierda decían que eso era desestabilizar al gobierno y
otros por derecha decían no sé qué... yo tampoco estaba muy
segura si era, si había que ir, pero fui. Sabía que era contra
López Rega y fui. Lo que pasa que también podía haber
sido el germen para empezar a mover el
gobierno de Isabel, ¿no? Después lo pensé.
Gladys también recuerda de
aquella época del Rodrigazo su
participación, a través de ATE, en la
coordinadora de gremios en lucha de la
zona oeste:
Y nosotros formábamos parte también
de la coordinadora de gremios en lucha...
Yo no recuerdo bien cómo comenzó, creo que
comenzó en el INTA de Castelar, pero se
amplió. Estábamos casi todos los gremios
estatales e incluso había fábricas como
Deuz, Indiel de La Matanza... Nosotros nos
reuníamos siempre... Los de Indiel seguro
vinieron acá, participaron de algunas
asambleas. Esto debe haber sido en el 75.
Estaba la gente de la DGI.
Paralelamente en el barrio se
sucedieron los hechos intimidatorios, las amenazas y
las persecuciones sobre todo a los militantes
barriales. Así lo recuerda Susana:
El peronismo estaba dividido, estaba la gente que
estaba con Arteaga, la “Jotaperra”, está entre los
desaparecidos y tenía vínculo con la gente que reprimió en
el hospital. El tipo era... trabajaba para la derecha y lo
chuparon a él también, estuvo con nosotros, estuvo donde
estuve yo. Y después estaba la gente del peronismo de la
“JP”, hubo enfrentamiento. El barrio en 1973 se llamaba
Mariano Pujadas, había un monolito, cuando matan a la
familia de Pujadas, vuelan el monolito. Dentro del barrio
estaba este tipo que trabajaba para la Triple A, sabíamos. El
primer hecho vinculado a la Triple A es la muerte de Julio
Aravena, que era un radical, empleado del Banco
Hipotecario, que estaba en la oficina que el banco tenía en el
barrio y tenía una estrecha relación con la comisión, lo
levantan y aparece muerto a golpes...
El mito de la subversión
Nosotros consideramos que la verdadera
amenaza que motivó la implementación de un Estado
Los grupos
reaccionarios que
permanecieron en el
hospital después del
proceso iniciado en
junio de 1973
aprovecharon los
cambios que se fueron
produciendo en el país
con el avance del
“lopezreguismo” y de la
Triple A, sobre todo
después de la muerte de
Perón.
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22
Terrorista estuvo dada por el desarrollo del capital
social que se había manifestado en vastos sectores de
la población desde 1969 en adelante. La amenaza para
los sectores de poder militar y financiero, que
pretendían aplicar un plan de ajuste basándose en
políticas neoliberales para superar la crisis económica,
no era la guerrilla sino la “subversión”. El lenguaje de
los militares “incurrió en una vaguedad deliberada y
feroz” cuando acuñó este concepto. Así lo analiza
Feinmann: “La subversión era más que el terrorismo,
más que la guerrilla, que eran la
expresión armada de la
subversión
. La subversión era todo cuanto atentara
contra el
estilo de vida argentino
o contra el
ser nacional
(…) Una de las características del terrorismo de Estado
es la a-tipificación del delito. Serán culpables los que el
Estado decida que lo son y por las razones que el
Estado decida”.
11
De este modo, los
subversivos
eran los militantes
sociales, políticos y sindicales que
pertenecían a aquel
movimiento emergente
de la
nueva izquierda
y que hemos
descrito. Eran médicos, enfermeras,
trabajadores en general o militantes
barriales que habían participado de un
desarrollo inédito de participación y
organización.
Las campañas de prensa, en clara
acción psicológica, acompañaron o
prepararon el camino para el avance
del Estado Terrorista. Camilo C. nos
cuenta al respecto:
Todo lo que después se inventaba de
los túneles hacia el barrio, del hospital como
soporte a la subversión... eso difunden desde
los servicios, salía en los diarios... La primer noticia que
tengo sobre el tema yo personalmente, poco después de la
toma de Monte Chingolo, leí algo que ver con el tema
porque coincidiendo con eso hubo... un robo que se
denunció, fines del 75... se hizo el procedimiento
administrativo de denuncia... eso más la aparición de mate-
rial que podía ser robado al hospital dio pie para que a
partir de ahí los servicios...
Cristina recuerda que:
Una de las cosas era el séptimo piso, que ahí decían
que teníamos las armas y en realidad lo que teníamos ahí
eran las cunitas de nuestros hijos... porque como gente
joven, la guardería en ese momento quedó totalmente
desbordada en su capacidad y hubo que montar una
guardería autogestionada por nosotros en el séptimo piso,
donde teníamos las cunas y las cosas de nuestros bebés,
decían que ahí teníamos depósito de armas...
El doctor Juan Carlos A., con su testimonio,
sintetiza nuestro análisis:
En mi modo de ver las cosas, el golpe militar utilizó a
la subversión y uno interpreta como esto a la guerrilla ar-
mada digamos así, como la excusa para reprimir a sectores
mucho más amplios del campo popular que molestaban al
proyecto que venían a instaurar y me parece que eso se dio
en forma general y se dio aquí en el hospital también,
digamos. Salieron publicaciones en los primeros días del
golpe acerca del hospital en los medios de prensa que
caracterizaban al hospital como un nido de la guerrilla
donde se hacían operaciones quirúrgicas clandestinas y se
atendían guerrilleros, etc. Es más, algunas cosas me
imagino que hasta ellos mismos se las creerían, porque
durante muchos días estuvieron cavando en los fondos del
hospital porque decían que debía haber túneles secretos de
conexión entre el hospital y la villa. Así que tal vez estaban
muy posesionados en esos momentos…
El Estado Terrorista
El 24 de marzo de 1976 la Junta Militar asumió el
poder al derrocar al gobierno de Isabel. Cuatro días
más tarde, el domingo 28 de marzo de 1976, el Estado
Terrorista ocupó el Hospital Posadas con fuerzas del
Ejército que incluían varios tanques y un helicóptero.
A cargo del operativo estaba el teniente
general Reynaldo Benito Bignone.
El doctor Juan Carlos A. se
desempeñaba como coordinador de
terapia intensiva y nunca había
imaginado lo que le esperaba ese día:
Éramos absolutamente ingenuos. Es
más hay alguna anécdota cómica... El 28 de
marzo era domingo y ese día estaba previsto
que al hospital viniera de visita el nuevo no
me acuerdo si secretario o subsecretario de
Salud Pública... Habíamos sido convocados
los que éramos jefes de los servicios y
demás... Yo vivo cerca del hospital, entonces
vine caminando esa mañana de domingo y
cuando llego al hospital veo que hay un
montón de soldados y vehículos militares y yo me dije a mí
mismo: “¡Caray!, qué prevención, qué custodia que trae este
funcionario”. Cuando yo estoy entrando al hospital, se está
yendo en su auto Barusse, este médico que era el jefe de
medicina interna... Y Barusse, que no era ningún
revolucionario y no era peronista, ni cosa por el estilo, sin
embargo, había tenido la amplitud de mente como para
priorizar la actividad profesional y la atención de la
gente... Entonces, como nosotros éramos un poco pesados o
qué sé yo, Barusse me dice antes de que yo entre al hospital:
“Bueno, ha venido Di Benedetto... y se va a reunir con
ustedes, aparentemente viene con una buena actitud con
respecto al hospital, a mejorar la atención del hospital, así
que no lo aprieten demasiado...”. Y cuando llego acá a la
puerta central del hospital, soldados que pedían
identificación, documentos y demás, me tienen a mí en esas
listas, me agarran de las pestañas y me detienen. Hasta ese
punto era la ingenuidad, yo venía a una reunión, ni
calculaba que alguien podía haber puesto sus ojos en mi
persona como en los demás que en esos días estuvimos
detenidos o transitoriamente desaparecidos porque
inicialmente no se sabía dónde estábamos, no se sabía nada.
Luego de atravesar varios controles, Juan Carlos
A., fue llevado junto con otros médicos frente a “una
Hasta ese punto era la
ingenuidad, yo venía a
una reunión, ni
calculaba que alguien
podía haber puesto sus
ojos en mi persona
como en los demás que
en esos días estuvimos
detenidos o
transitoriamente
desaparecidos (...)
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23
autoridad militar” que
pronuncia una alocución, en la
cual dice que tenía conocimiento que en el hospital había
actividad subversiva y que estaban dispuestos a terminar
con la subversión.
Entre ese día y el 29 de marzo, junto con el doctor
Juan Carlos A., fueron detenidos aproximadamente
35 trabajadores del hospital que fueron llevados a
Superintendencia de Seguridad Federal. Allí, tras ser
amenazados de fusilamiento, fueron encerrados en
celdas individuales, el primer día, y luego
trasladados a celdas comunes donde los trabajadores
del hospital permanecieron juntos.
El 2 de abril de aquel año este grupo de personas
fue liberado sin recibir ningún tipo de explicación. Al
salir, se enteraron de que sus familiares desconocían
absolutamente su paradero a pesar de haber
recorrido varias dependencias
policiales y del Ejército. Además,
recibieron un telegrama que les
notificaba que se encontraban en
situación de licencia con prohibición
de concurrir al hospital. Algunos de
ellos, como el doctor Juan Carlos A.,
concurrieron al hospital a pedir
explicaciones. Allí sólo fue atendido
por abogados del Ministerio de
Bienestar Social que, en lugar de res-
ponder el requerimiento del doctor,
procedieron a interrogarlo acerca de
sus actividades políticas y gremiales.
La detención de miembros del per-
sonal del hospital continuó los días
siguientes a la intervención.
Cristina recuerda aquellos
momentos de esta manera:
Yo, esa semana anterior, estaba con
licencia porque tenía el nene enfermo, me tenía que
reincorporar... yo tenía el antecedente de que me habían
amenazado. (...) A mí me avisan ese domingo, porque pasa
mi jefa por acá y ve todo... y me dice: “No vengas mañana
hasta que veamos qué es lo que pasa” y bueno, viene todo
ese lunes... en esa madrugada me van a buscar a la casa de
mis viejos... Ahí fue tomar una decisión, porque mi viejo se
empieza a mover, él tenía comisarios amigos... le dicen que
yo no tenía nada pero que por las dudas no me presentara...
Yo quedé ahí en esa movida donde quedamos un montón,
sin saber dónde estábamos... y bueno, sabiendo todo lo que
empezaba a pasar acá adentro... en una situación así
también de cierta clandestinidad... Después empezamos a
ver qué hacer. Se dio la cuestión de decidir y nos fuimos del
país.
Un mes después, la mayoría de los que fueron
detenidos y algunos otros que no habían sido
encontrados en ese momento, en total más de 100
personas, fueron cesanteados por aplicación de la ley
21.260 de represión de las actividades subversivas.
Estar bajo esa ley significaba la imposibilidad de
acceder a cargo público alguno y otro tipo de
actividad laboral era muy difícil de conseguir para
alguien que estuvo vinculado a un “hospital
subversivo”. Esta medida trajo como consecuencia el
exilio de un importante número de médicos, algunos
de ellos regresaron al país en 1983 y otros ocupan
hoy importantes lugares en distintas instituciones de
salud del mundo.
La dirección del nosocomio quedó a cargo del
coronel médico doctor Agatino Di Benedetto, quien
fue el encargado de licenciar y prohibir el ingreso al
hospital del personal consignado en las “listas
negras”. Posteriormente, el 13 de abril de 1976 fue
designado Director interino el coronel médico
(re) Julio Ricardo Estévez.
El clima que se vivió a partir de allí fue de
absoluto temor e incertidumbre.
La metodología
del Estado Terrorista.
Los desaparecidos
El diagrama militar que aplicó el
Estado Terrorista fue de carácter nacional
y simultáneo. El plan militar tuvo como
eje central a los distintos servicios de
informaciones de cada fuerza bajo la
coordinación del Servicio de
Informaciones del Estado (SIDE). A través
de ellos, se recopilaba la información de
todo individuo o estructura que debía ser
exterminado por ser considerado
subversivo
. Esta información fue la base
del accionar de los “grupos de tareas” de
las fuerzas represivas quienes, a través
de la aplicación sistemática de la tortura,
pretendían “multiplicar la información
receptada”.
12
La metodología central para aplicar este accionar
fue la
desaparición de personas
. Como explica Cheresky,
la finalidad de esta acción represiva era “modelar
una sociedad distinta” al “reformar la escena política
de modo que ésta estuviese recortada de sus
componentes indeseables”. Además, “los efectos
antipolíticos se multiplicaban por la incertidumbre
potencialmente paralizadora que provocaba la
En el Hospital Posadas
las desapariciones
comenzaron hacia
mediados de 1976 y
tuvieron su momento de
mayor desarrollo entre
noviembre y diciembre
de ese año. Esto estuvo
asociado directamente
con la llegada al
hospital de un “grupo
de tareas” proveniente
del Ministerio de
Bienestar Social.
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24
desaparición”. De este modo, “se suprime
doblemente el espacio público: sustrayéndole actores
de la pluralidad y enmudeciendo por el miedo a
quienes no son sustraídos físicamente”.
13
En el Hospital Posadas las desapariciones
comenzaron hacia mediados de 1976 y tuvieron su
momento de mayor desarrollo entre noviembre y
diciembre de ese año. Esto estuvo asociado
directamente con la llegada al hospital de un “grupo
de tareas” proveniente del Ministerio de Bienestar
Social. Hacia mediados de año se produjo este hecho
que potenció el terror y la represión de un modo
totalmente inusitado. Con el pretexto de controlar la
seguridad del hospital, el director organizó un
sistema de vigilancia coordinado por un
subcomisario de la Policía Federal de apellido
Nicastro. Así lo recuerda Gladys:
Yo no recuerdo bien en qué fecha, sería junio o julio,
entró este grupo SWAT. Entonces patrullaba, patrullaba
porque realmente era así, patrullaba el hospital, caminaba
por los pasillos, era terrible, eran unos tipos... no sé,
temibles por su aspecto, por su arrogancia, era una banda.
Después empezaron a hacer exhibición de armas largas,
trataban mal a los pacientes, trataban mal a los médicos,
eran dueños del hospital, eran una patota, una patota ar-
mada. Yo tuve dos o tres discusiones con uno de los que
dirigía esa patota, no sé si por eso o por mis antecedentes o
por qué, un buen día me llamaron de Dirección y ahí me
secuestraron.
Esta “patota” estaba conformada por ocho o
nueve personas, seguramente licenciados por la
Triple A, que se identificaban a sí mismos como
SWAT, nombre tomado de una serie de televisión
norteamericana. Ellos ocuparon, al mes de haber
asumido sus funciones, el chalet que se encuentra en
el fondo del predio del hospital. Cerca de éste hay
otro que parece más nuevo. Ambos fueron rodeados
por un muro y una alambrada y convertidos en
centro clandestino de detención.
14
El 25 de noviembre de 1976 por la mañana
Gladys C., enfermera del servicio de traumatología,
recibió un llamado de Dirección. A causa del temor
que reinaba en el hospital, un jefe de servicio se
ofreció a acompañarla, pero como ella no imaginaba
nada de lo que le podía ocurrir decidió ir sola. Su
testimonio en el Juicio a las Juntas es escalofriante.
Gladys fue una de las pocas detenidas
desaparecidas que estuvo en el chalet y sobrevivió
para contar el horror que allí se vivió. Permaneció
durante aproximadamente diez o doce días allí. La
mantuvieron metida dentro de un placard durante la
mayor parte del tiempo. Pensando que se encontraba
en el chalet, preguntó a sus secuestradores, quienes
en un primer momento se lo negaron pero, con el
correr de los días ya no. Además, reconoció entre
quienes la torturaban a varios miembros del grupo
SWAT.
Su testimonio confirma que en el chalet también
estuvieron los médicos Jorge R., a quien vio
agonizando “en un charco de orina y sangre”, y
Jacqueline R., quien fue vista por Gladys en medio de
las torturas y es otra de las pocas sobrevivientes de
aquel horror. Jacqueline permanece exiliada al día de
hoy. Además, Gladys relata en su testimonio que
mientras la torturaban “hacían mención a que Jacobo
C., Teresa C. y Nene C. no habían aguantado, que
eran flojitos, decían”.
15
La obscena impunidad con que actuaba el grupo
SWAT era una muestra de que su trabajo estaba
totalmente avalado por la Dirección del hospital. En
este sentido, Gladys C. recuerda:
Lo llamativo es... a mí me mostraron prácticamente las
fotos de todo el personal del hospital, tenían todos los
legajos. Los cartoncitos, con las fotos y los datos de todas
las personas. Me mostraban eso para que dijera quién es
éste, quién es aquél. Era llamativo, yo me quedé pasmada, y
bueno tenían acceso a la oficina de personal, se llevaban
todo. Eran dueños del hospital los tipos, eso es terrible...
Durante aquellos días hubo una seguidilla de
secuestros de empleados del hospital que en general
permanecen desaparecidos. Jacobo C. fue secuestrado la
noche del 26 de noviembre de 1976, ante su mujer y su hija
de doce años que no podían reaccionar ante el salvajismo
de sus represores. La niña fue torturada y violada en su
habitación mientras le preguntaban por los “panfletos de
los montos” o por “las amistades de sus padres”. Después
de robar todo lo que pudieron se fueron, llevándose a su
padre, a quien no volvió a ver nunca más. La hija
reconoció posteriormente en el hospital a Nicastro como
un integrante de esta banda en una de las tantas veces que
concurrió al hospital a reclamar infructuosamente por el
paradero de su padre.
16
Paralelamente a la represión dentro del hospital, se
llevó a cabo una avanzada tanto sobre el barrio Carlos
Gardel como sobre el barrio Mariano Pujadas. Los lazos
entre el hospital y la comunidad se habían ido quebrando
lentamente durante el año 1975. Después del golpe militar,
se desarticuló también toda la organización barrial. Esto se
hizo a partir de medidas de intimidación, como los cortes
de luz y de agua o a través de la persecución directa de los
líderes barriales, muchos de los cuales permanecen
desaparecidos. Así lo recuerda Susana:
El barrio estaba militarizado, imaginate que de la
administración central del barrio se hace cargo un militar
con un asistente social, ellos empiezan a emplazar a toda la
gente que estaba endeudada, la gente que no pagaba, o que
estaba atrasada con las cuotas, con las expensas, la hicieron
desalojar con el Ejército, era terrible la represión... Lo
primero que hicieron cuando tomaron el hospital fue
construir un paredón y un doble alambrado pusieron...
Había dos paredones uno bien contra el barrio y otro más
adentro, cubriendo la casona... Y el barrio cada dos por tres
sufría operativos, que bajaban con helicópteros y con todo,
se metían escalera por escalera, departamento por
departamento.
La madre de Susana, Natalia Cecilia A. es una de
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25
las desaparecidas del barrio. Susana estaba con ella
la noche del 16 de octubre de 1976 y esto nos cuenta:
A mi mamá se la llevan el 16 de octubre de 1976 a las
2 de la mañana. A los 20 días me vienen a buscar a mí, yo
estaba en lo de mi hermana. A mí me avisan que me iban a
venir a buscar, me avisa la mujer de Juan Carlos A.(...)Yo,
ingenua, porque nunca sospeché que la gente que
custodiaba el hospital tenía que ver con la represión, no me
hubiera imaginado nunca algo así en ese momento... Y me
dice yo estuve hablando con unos hombres que custodiaban
el hospital que eran amigos de mi marido y me
preguntaron mucho por vos, por qué no te vas. Me
preguntaron si vos militabas qué hacías... y me vinieron a
buscar esa misma noche.
La noche que se llevaron a su madre, Susana
estaba con una amiga, Olga S., quien reconoció entre
el grupo de tareas que ingresó a la casa a dos
integrantes del grupo SWAT. Esto confirma la
vinculación entre quienes ejercieron la represión en el
hospital y en el barrio.
Susana Á. estuvo detenida en la Base Aérea de
Palomar y en la Comisaría de Castelar, donde pudo
compartir algunos días con su madre. Finalmente fue
liberada pero se trató de una “libertad
condicionada”. Así nos lo cuenta:
Cuando a mí me sueltan, ellos suponían que iba a
venir gente a verme, entonces me citaban en la Base Aérea
de Palomar un milico que me llevaba a la casona del
Posadas donde me interrogaban, allí estuve dos veces, a
este tipo nunca lo pude reconocer... él decía que era médico
porque cuando nos torturaban se hacía el que venía a ver
cómo estábamos y qué sé yo. Lo identificaba por la voz,
bueno después le vi la cara. Él me dijo: “Cuando yo te
busque vos me vas a reconocer”. Después me dijo: “Esto es
una guerra, yo perdí a mi padre en un atentado del
terrorismo, así que vos también algo vas a perder”. Quiso
decir que a mi vieja la iban a matar como yo no le podía
ofrecer ninguna información, nada.
De este modo, se fueron quebrando los lazos
sociales y las redes que se habían construido durante
los años 73 y 74. Las detenciones con total
impunidad frente a pacientes y personal, el
peregrinar de los familiares que buscaban a sus seres
queridos por los pasillos del hospital contando las
pesadillas que habían vivido en esos días, generaron
un manto de silencio y de miedo que paralizó a todos.
Los que quedaron se fueron encerrando sobre sí
mismos y pensando que como aquellos en “algo
andaban” a “nosotros nada nos iba a pasar”. Marta,
la esposa de Jacobo C., continuó trabajando en el hos-
pital después de la desaparición de su marido y esto
nos cuenta:
El terror se había intensificado en el hospital, debido a
varias desapariciones juntas. No es mi caso, pero muchos
familiares de desaparecidos vivieron estos y posteriores
momentos con vergüenza. El muchas veces no expresado“
algo habrán hecho” creaba vacíos. Alguien llegó a decirme
en la cara: “Uno no sabe a quién tiene al lado”.
De este modo actuó el Estado Terrorista sobre los
trabajadores del Posadas y sobre los vecinos del bar-
rio, como afirma Duhalde,
haciendo sentir una bayoneta
sobre sus espaldas
.
17
El Proceso de Reorganización
Nacional se propuso hacer desaparecer la amenaza
que generaba este
movimiento emergente
protagonista
de un profundo desarrollo del capital social, a partir
de la movilización y la participación.
Así lo expresa Susana:
No fue casualidad lo que pasó con el hospital y el bar-
rio, no era una cuestión aislada ... si hoy la gente está como
está en ese barrio no es casualidad. Años 75, 76 yo salía a
laburar a las 5 y era una multitud la que salía a laburar y
no se tenía miedo... hoy no podés caminar, si no te
conocen... Se discutía política y se discutía el país en las
reuniones, venía el obrero o el trabajador y hablaba de
política como un intelectual, se discutía en serio por un
país mejor, por un país para todos. Nadie militaba por un
mango... Mi vieja no tenía un mango. El día que se la
llevaron estaba cosiendo, eran las dos de la mañana y
estaba cosiendo, con eso nos daba de comer y yo laburaba en
una fábrica.
Conclusiones
“Dónde quedó esa canción
quizás adentro del corazón
nunca creímos todo lo que nos pasó”.
(
Del mismo barro
,
León Gieco, 1992)
El periodista desaparecido Rodolfo Walsh en la
“Carta de un escritor a la Junta Militar”
18
del 24 de
marzo de 1977 desarrolla un análisis de una
profundidad y de una claridad que hoy sorprende y
conmueve a la vez. Allí establece dos instancias
desarrolladas por el Estado durante aquella
dictadura militar: una, la del terror y la represión
absoluta, racional y planificada. En segundo lugar, el
“plan económico” para cuyo sustento se ha
implantado ese terror y que se ha desarrollado du-
rante los últimos veintiocho años. Y luego agrega que
peor aún que esos horrores a los que se ha sometido
al pueblo está la “miseria planificada” que se cobra
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26
NOTAS
1
Citado en Portes, Alejandro, “Capital social: sus orígenes y
aplicaciones en la sociología moderna”, en Carpio, J.,
Novacovsky, I. (comp.),
De igual a igual. El desafío del estado
ante los nuevos problemas sociales
, Buenos Aires, Fondo de
Cultura Económica, 1999, pp. 244-245.
2
Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loïc,
Respuestas por una
antropología reflexiva
, México, Grijalbo, 1995, pp. 64-65.
3
Ibíd.
, pp. 67-68.
4
Diario
La Voz
, “Un castigo a la pobreza”, 16/02/83.
5
Pérez Irigoyen, C., “Antecedentes del sistema de salud”, en
Insuani, E. y Tenti Fanfani, E.,
Estado Democrático y Política
Social
, Buenos Aires, 1997.
6
Ibíd
.
7
Williams, Raymond,
Marxismo y literatura
, Barcelona,
Península, 1980.
8
Portelli, Alessandro, “Lo que hace diferente a la historia oral”,
en Schwarzstein, Dora (comp.),
La historia oral
, Buenos Aires,
CEAL, 1991, p. 42.
9
Duhalde, Eduardo Luis,
El Estado Terrorista Argentino. Quince
años después, una mirada crítica
, Buenos Aires, EUDEBA, 1999,
p. 233.
10
Ibíd.
11
Feinmann, José Pablo,
La sangre derramada. Ensayo sobre la
violencia política
, Ariel, Buenos Aires, 1998.
12
Duhalde, E.,
op. cit.
, p. 307.
13
Cheresky, Isidoro,
“La desaparición de personas y la
tradición política”, en Coloquio sobre Derechos Humanos
organizado por CELS y UBA en 1993.
14
CONADEP,
Nunca más
, Buenos Aires, Eudeba, 1985.
15
Ibíd.
16
Ibíd.
17
Duhalde, E.,
op. cit.
18
Walsh, Rodolfo, “Carta abierta de Rodolfo Walsh a la Junta
Militar” en
Operación masacre
, Buenos Aires, Ediciones de la
Flor, 1995, pp. 205-212.
FUENTES
Entrevistas realizadas en el Hospital Posadas entre julio y
diciembre del año 2003.
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, Buenos Aires, Ediciones de la Flor,
1995.
Williams, Raymond,
Marxismo y literatura
, Barcelona,
Península, 1980.
más víctimas que la represión y que al día de hoy se
las sigue cobrando. Esta atroz continuidad entre
aquel período y el presente revela que la
implantación del miedo, la miseria, el terror en esta
sociedad buscaba romper definitivamente un
desarrollo del capital social y de la democratización
social inédito en nuestro país.
La única manera de terminar con el avance de un
proceso de movilización y de participación social de
la magnitud del que se generó en los años 70, para el
poder económico, financiero y militar fue la
instauración de un Estado Terrorista, que se basó en
la desaparición de personas como instrumento de
aniquilación y de paralización colectiva.
Los resultados de ese proceso están a la vista.
Los veinte años de democracia no pudieron revertir la
destrucción de aquel tejido social.
Así describe esta situación Cristina F., del
servicio social del hospital:
Por lo que luchábamos nosotros es todo lo contrario a
lo que se produjo y a los resultados que tenemos en nuestro
país hoy... un país con todas las riquezas que tiene nuestro
país, un país que sea soberano, un país que realmente se
pueda mirar a sí mismo con plena libertad, y para terminar
arrodillados, con la bandera vendida. Y para lograr esto,
había que terminar con... y éramos subversivos,
guerrilleros, y éramos todo lo que ellos quisieron ponernos
y que la gente permitió que se nos pusiera, ésa es la
realidad. Y eso lo digo porque amé ese momento... porque
los compañeros que están desaparecidos yo sé lo que eran
como seres humanos y muchos compañeros no tenían
militancia partidaria pero sí de vida. Y muchos se
enfrentaron en ese momento internamente y por eso los
desaparecieron. Realmente uno se pone a ver las
atrocidades de esta gente en todo sentido desde los chicos
que hoy se nos mueren, a los chicos que mataron, a los hijos
de los compañeros que se apropiaron... y hay gente que
sigue comprando eso.
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27
traduccione
s
Esperanças
caminhando
O POSADAS: UMA EXPERIÊNCIA DE
MOBILIZAÇÃO E PARTICIPAÇÃO NA
ARGENTINA DOS ANOS SETENTA
Mariano Álvarez
Neste trabalho vamos analisar a ação
social e política dum pequeno grupo de
pessoas, que como parte da sociedade
argentina, participou das profundas
transformações que, entre 1969 e 1976,
geraram um crescimento inédito na
mobilização e na participação social.
A eleição do Hospital Posadas, como
área de pesquisa, é pela sua importância
como hospital público nacional que
surgiu como modelo de política da
saúde nessa fase.
Ali analisamos o desenvolvimento da
organização dos trabalhadores da saúde,
quem em interação com os setores
carenciados, começaram a ter um lugar
como trabalhadores, a sindicalizar-se e a
potenciar as tendências igualitárias da
sociedade argentina. Consideramos que
esta atitude e situações, que se
consolidaram nesse período,
contribuíram a um forte
desenvolvimento do
Capital Social.
Finalmente, analisamos a relação dos
grupos de poder frene a este fenômeno.
Esta relação, que teve como base a
implementação do terror e que se iniciou
no governo constitucional, teve como
finalidade desarraigar este movimento
emergente. Este processo se
caracterizou pela construção, pela parte
do Estado e alguns setores da
sociedade, a idéia da “ameaça pela
nação”, representada na figura do
subversivo. Neste sentido, cremos que a
guerrilha foi o motivo para acabar
definitivamente com o desenvolvimento
deste movimento social que se convertiu
na verdadeira ameaça. Para levar a cabo
isto, impunha-se um Estado Terrorista
que utilizou metodologia central a
desaparição de pessoas.
Marche
des espoirs
LE «POSADAS»: UNE EXPÉRIENCE DE
MOBILISATION ET PARTICIPATION en
L’ARGENTINE DES 70
Mariano Álvarez
Les analyses du travail présentes l’action
sociale et politique d’un petit groupe de
gens qui comme une partie de la société
argentine, a participé des transforma-
tions profondes qui, entre 1969 et 1976,
a produit une augmentation inconnue de
la mobilisation et de la participation
sociale.
L’élection d’Hôpital Posadas comme un
champ de l’analyse est dû à son
importance comme hôpital du public
national qui est survenu comme un
modèle de la politique de santé dans
cette étape. Là, nous analysons le
développement de l’organisation des
ouvriers de la santé qui, dans interaction
avec manquer de secteurs, a commencé
à les a supposés comme ouvriers, se
syndiquer et donner le pouvoir aux
tendances de l’equalitarian de la société
argentine. Nous considérons que ces
attitudes et situations qui ont été
consolidées dans cette période ont
contribué à un développement fort du
«
capital social.»
Finalement, nous analysons la réaction
des groupes de visage du pouvoir à ce
phénomène. Cette réaction qui a été
basée sur la mise en oeuvre de la terreur
et cela a commencé pendant le
gouvernement constitutionnel, eu
comme un but pour extirper ce
mouvement émergent. Ce processus a
été caractérisé par la construction de la
part de l’État et de certains secteurs de la
société, de l’idée de la
«
menace pour la
nation», concrétisé dans le chiffre du
«
subversif.» Dans ce sens, nous
croyons que le guérillero était l’excuse
pour finir définitivement avec le
développement de ce mouvement social
qui était devenu la menace vraie. Pour
emporter ceci, un Terroriste Déclare qu’a
utilisé comme méthodologie centrale que
la disparition de gens a été imposée.
Hopes
walking
THE “POSADAS”: AN EXPERIENCE OF
MOBILIZATION AND PARTICIPATION IN
THE ARGENTINA OF THE 70’s
Mariano Álvarez
The present work analyses the social
action and politics of a small group of
people that as a part of the Argentinean
society, participated of the deep transfor-
mations that, between 1969 and 1976,
generated an unknown growth of the
mobilization and of the social participa-
tion.
The election of Hospital Posadas as an
analysis field is due to its importance like
national public hospital that arose like a
pattern of the politics of health in that
stage. There, we analyse the develop-
ment of the organization of the workers
of the health, who, in interaction with
lacking sectors, began to assumed
themselves as workers, to unionize and
to give power to the equalitarian tenden-
cies of the Argentinean society. We con-
sider that these attitudes and situations,
that were consolidated in that period,
contributed to a strong development of
the “social capital”.
Finally, we analyse the reaction of the
groups of power face to this
phenomenon. This reaction that was
based on the implementation of the
terror and that started during the
constitutional government, had as a
purpose to eradicate this emergent
movement. This process was
characterized by the construction on the
part of the State and of certain sectors of
the society, of the idea of the “threat for
the nation”, embodied in the figure of the
“subversive”. In this sense, we believe
that the guerrilla was the excuse to finish
definitively with the development of this
social movement that had become the
true threat. To carry out this, a Terrorist
State that used as central methodology
the disappearance of people was
imposed.
27