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Introducción
Traemos a este número de
Voces Recobradas
parte
de lo investigado en el marco del Proyecto de
Investigación “Patrimonio cultural y didáctica de lo
social”, de la Facultad de Ciencias Humanas de la
Universidad Nacional de San Luis. El mismo centra
su estudio sobre la realidad de la ciudad de San Luis
en el período comprendido entre 1880 y 1950 y tiene
como objeto recuperar saberes y conocimientos sobre
el patrimonio cultural para realizar trabajos de
transposición didáctica. Uno de los hitos tomados
para estudiar este patrimonio es el del “comercio” de
la ciudad, específicamente el comercio mayorista y
minorista.
Partimos de entender el comercio como “la
circulación de bienes dentro de un determinado
grupo social” que, en tanto parte de la dinámica so-
cial, se desarrolla fuertemente influenciado por todos
los procesos políticos, económicos y sociales que
atraviesan la vida de los pueblos.
Una de las primeras tareas que realizamos en el
proceso investigativo fue indagar acerca de los hitos
que los habitantes de la ciudad de San Luis
consideraban como más representativos de la misma.
Una cantidad importante de personas entrevistadas
nombró al Mercado Central, hoy inexistente, ya que
fue demolido en la década del 60.
Esto provocó innumerables preguntas: ¿por qué
ese espacio, hoy ocupado por un paseo público,
permanece en la memoria de los vecinos como un
referente de la ciudad?, ¿qué huellas, recuerdos,
marcas ha dejado?, ¿qué otros comercios
frecuentaban los diferentes sectores sociales de la
ciudad?
Obviamente la actividad comercial está
fuertemente conectada a la vida cotidiana de los
habitantes de un pueblo, en tanto que les permite
El enfoque biográfico interpretativo en la investigación
socio-histórica
Testimonio e historia oral
Autoras
Alicia Lartigue - Graciela Yáñez
Facultad de Ciencias Humanas
Universidad Nacional de San Luis
Comprar...Vender...
¿fue siempre igual?
El almacén, el mercado,
la despensa y la venta ambulante
desde la memoria
de los pobladores de San Luis
Mercado Central.
José La Vía
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abastecerse de innumerables mercaderías y ofrecer a
los otros el producto de su trabajo diario. Pero no sólo
esto, sino que además genera una serie de relaciones
que lejos están de ser impersonales. El almacén del
barrio, el almacén de ramos generales, el mercado, la
calle… son espacios, lugares en los cuales se
establecen vínculos que dan cuenta del entramado
social de la ciudad de San Luis en las primeras
décadas del siglo XX.
Este trabajo pretende reconstruir, a partir de la
memoria y el relato de los vecinos, los distintos
modos en que se realizaba la comercialización de las
mercaderías, tomando como hitos fundamentales: el
Mercado Municipal
, como lugar de encuentro de los
distintos grupos sociales; el
almacén de ramos generales
,
como nexo entre el campo y la ciudad; la
despensa de
barrio,
como espacio
que brindaba
la posibilidad de generar vínculos
–no sólo comerciales– entre quien
vendía y quien compraba y la
venta ambulante
como tradición
residual de un San Luis colonial.
Haciendo un poco
de historia...
A fines del siglo XIX, la
ciudad de San Luis “de la aldea
color barro pasó a la ciudad
moderna”,
1
de las pulperías de
antaño a los almacenes de ramos
generales dedicados al
abastecimiento de las necesidades
básicas y, posteriormente...
algunas décadas después... a la
diversificación comercial.
Estas transformaciones en el
modo de comercializar fueron
llevándose a cabo a medida que se produjeron
grandes cambios sociales: crecimiento poblacional,
generación de un circuito productivo interno, mayor
fluidez en las comunicaciones e intercambios entre
las regiones, regulación de la actividad y, al igual que
en el resto del país, el ingreso de una importante
cantidad de extranjeros.
En los años 70, la provincia se encontraba en
permanente déficit, con valores muy elevados dada
su capacidad económica. En los diarios esto se
reflejaba en notas de redacción, “(…) no escampó la
pobreza entre nosotros un solo día (…), la alteración
del valor de los billetes de banco (…) produjo la
carestía de los productos de primera necesidad, lo
que valía ayer 20 hoy vale 25, cuando justamente está
más escaso el dinero (…)”, y en los anuncios de venta
o liquidación de negocios y en comentarios como: “Es
bien triste. Tenemos entendido que algunas de las
pocas casas de comercio que hay aquí están
liquidando…”.
2
En la década del 80, esta situación comienza a
revertirse a partir del fomento de la minería por parte
del gobierno de la provincia y de la instalación de
dos compañías extranjeras, una norteamericana y
otra inglesa. “Estas empresas introdujeron capitales
de consideración, activando también las
transacciones comerciales de otra índole” (Gez, 1996:
280). Además, el monto importante de las
exportaciones de ganado y cueros, la llegada del
Ferrocarril Andino a la ciudad de San Luis en 1882 y
el aumento de los recursos debido a una mejor
percepción de la renta
3
permitieron un impulso de la
economía produciendo un aumento del consumo.
Esto fue acompañado por el
acrecentamiento de la población
tras la segunda ola de inmigración
europea en San Luis.
Este grupo de inmigrantes de
nacionalidades tan diversas
–italianos, españoles, franceses,
sirio-libaneses, judíos– con más
capital cultural que material,
diversifó sus actividades
dedicándose entre otras, a la
instalación de pequeños talleres
manufactureros o industrias
familiares; a la producción de
frutas y verduras que volcaban en
el mercado interno; abriendo
almacenes de ramos generales,
tiendas, bazares, corralones,
barracas, panaderías o acercando a
los habitantes del interior toda
clase de productos, como
vendedores ambulantes.
Según el Censo Nacional de 1895,
“la gestión de
la industria y el comercio se hallaba alrededor de un
80% en manos de extranjeros, que la ejercían como
propietarios”,
4
tendencia que parece repetirse en la
provincia, sobre todo desde los primeros años del
siglo XX.
Aun cuando en sus lugares de origen la mayoría
de ellos pertenecía a los grupos más pobres, traían
consigo una fuerte creencia en las posibilidades de
progresar.
Algunos relatos dan cuenta de esto:
(...) En su mayoría eran hombres solos que se
empleaban en los grandes almacenes de ramos generales,
sin un horario fijo de atención (…) sacrificio éste que le
reportaba casa y comida segura. Por lo general vivían de
un modo muy modesto, observándose en algunos casos
El contexto provincial, con una
clase dirigente terrateniente y
ganadera, preocupada por
insertarse en la economía
nacional e internacional y una
población nativa dedicada a
actividades de tipo artesanal, a
la burocracia pública, al servicio
doméstico o a tareas de campo,
le permitió a los inmigrantes
desarrollar actividades
económicas no explotadas,
generar nuevos espacios, educar
a sus hijos e incorporarse poco
a poco a la vida social y política
de la ciudad.
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curiosidades tales como las de aquellos que debajo del
mostrador de atención al público tenían un colchón. Así
podían ahorrar algunos pesos fuertes que les permitiría ser
independientes y transformarse en prósperos
comerciantes.
5
El contexto provincial, con una clase dirigente
terrateniente y ganadera, preocupada por insertarse
en la economía nacional e internacional y una
población nativa dedicada a actividades de tipo
artesanal, a la burocracia pública, al servicio
doméstico o a tareas de campo, le permitió a los
inmigrantes desarrollar actividades económicas no
explotadas, generar nuevos espacios, educar a sus
hijos e incorporarse poco a poco a la vida social y
política de la ciudad.
El Mercado municipal
Desde fines del siglo XIX, la ciudad de San Luis
no sólo se abastecía de productos que llegaban desde
el interior de la provincia, traídos por las tropas de
carros y carretas que cruzaban la ciudad y desde los
grandes centros comerciales del país, sino que había
generado ya un circuito productivo interno.
La factibilidad de faenar la carne de los animales
que proveía la zona rural en el Matadero municipal
inaugurado en 1878 y la actividad frutihortícola que
comenzaba a desarrollarse en el cinturón de chacras
y quintas que bordeaban la ciudad, quizás hayan
sido las condiciones de posibilidad para la
instalación de un mercado público en el que cada
trabajador pudiera ofrecer sus productos.
Esto ya era promovido desde diferentes sectores
tal como puede evidenciarse a partir de la lectura de
un artículo publicado en el diario
El Oasis
en el que
Reynaldo Vicente Pastor
6
alienta al consumo de
alimentos vegetales por ser más nutritivos que la
carne y a la vez, al cultivo de toda clase de frutas,
verduras y cereales… “Así también podrá haber un
mercado donde se presenten a la venta los frutos y
dará otro aspecto más animado y alegre a la
población de San Luis”.
7
Desde 1875 se registran leyes que promueven la
instalación de un mercado público, pero es en 1879
cuando se produce la inauguración del primero de
ellos.
Este “sitio público destinado permanentemente
para vender, comprar o permutar géneros o
mercaderías”
8
estaba ubicado en la parcela
comprendida entre las calles Rivadavia al oeste,
Colón al este, a media cuadra de la actual Plaza
Pringles, en ese momento denominada Parque
Pringles o Plaza de las Flores, cuyos terrenos habían
sido recientemente expropiados. Alrededor de esta
plaza ya funcionaba el Colegio Nacional y el Colegio
de Niñas y unos años después se constituyó en
centro de actividades sociales.
No existen datos catastrales de este edificio, pero
de acuerdo con las características exigidas por la Ley
N° 267,
9
los datos extraídos de los planos de la traza
urbana y las fotografías de época, se puede decir que
era una construcción chata, de material cocido
(ladrillo), revocado y con techo de chapa. El ingreso
al edificio por la calle Colón se realizaba por un gran
espacio llamado “plazoleta del mercado”,
10
y era
usado para la carga y descarga de mercaderías.
Su inauguración coincide con el momento en el
que ingresa la mayor cantidad de inmigrantes, entre
ellos italianos que se dedican, en su mayoría, al
trabajo de la tierra en quintas y chacras.
(…) las quintas y esas cosas siempre era de gente
extranjera. Aquí venían mucho los italianos, mucha,
mucha gente italiana
(Adelaida Piguillem)
(…) Producían cerezas, guindas, ciruelas (negra,
blanca, ojo de buey, gota de oro, de conserva), sandía,
melón, nísperos, avellanas, nueces, almendras, manzanas,
peras, parrales, higueras, castaños
(Domingo Giunta)
(…) Ahí yo me acuerdo, mi papá hacía la verdura y yo
le ayudaba. En aquel tiempo los chicos ayudábamos (…) yo
iba a las 6 de la mañana a regar (…)
[la quinta estaba]
en
San Juan y Bolívar, haciendo cruz con el regimiento, en esa
esquina, eran… 5000 metros cuadrados (…) vivíamos acá,
después a la tarde se cosechaba, se dejaban los cajones
tapados con las bolsas húmedas, y al día siguiente a las 6
de la mañana, venían ellos
[los padres]
al mercado. A
veces venía yo, cuando no tenía que regar (…) Una
hermosa vida era la producción, porque se veía a la gente
trabajando…
(Pedro Anello)
En 1927, durante el gobierno de Arancibia
Rodríguez perteneciente al Partido Liberal, se
autoriza la emisión de títulos de la deuda pública
para ejecutar obras públicas, entre ellas, la
construcción de un nuevo mercado en el mismo lugar
que el anterior. Esto era parte de las políticas
Vendedor ambulante de leña en la zona del Mercado.
José La Vía
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implementadas por los gobernantes de entonces con
el fin de llevar “el progreso” a su provincia.
En 1929, luego de sortear una serie de
inconvenientes con los empresarios encargados de
construir el edificio y habiendo cambiado de gobierno
y signo político municipal, se inaugura el Nuevo
Mercado Central de neto estilo inglés. El edificio tenía
2.010,35 m
2
de superficie cubierta, con muros de
mampostería de ladrillos, techos con cabreada de
hierro y chapa de cinc. Sus pisos eran de mosaicos,
las paredes interiores revestidas con azulejos y las
exteriores revocadas a la cal. Contaba con alumbrado
eléctrico y teléfono para servicio público.
La entrada principal estaba por la calle
Rivadavia,
tenía una gran plazoleta y una playa, y ahí
era donde paraban todos los carros (...) que venían a dejar
la mercadería. Y la del fondo, por Colón era igual. Había
una playa, y en el medio de la playa había una gran farola
de los dos lados, que era para la noche...
(Rosario Fusco,
comerciante).
En este último sector, destinado a los mayoristas,
era donde
descargaban las
mercaderías traídas desde las quintas
aledañas o desde el interior provin-
cial.
Se accedía al interior por una
escalinata importante, y allí se
disponían cuatro hileras de puestos
de venta separados por dos “calles”,
que corrían de este a oeste. En el centro
del edificio quedaba un gran espacio
de circulación donde se encontraba
una despensa, y el acceso a los baños y al sótano.
(...) tenía un sótano que nos asustaban, que cuando nos
portáramos mal nos iban a meter al sótano. Un sótano que
era, desde la calle Rivadavia prácticamente hasta la mitad
del mercado...
(Rosario Fusco, comerciante)
(…) era un edificio grande… como qué se lo podría
comparar… abarcaba todo, de la Colón a la Rivadavia
(Adelaida Piguillem)
Según el plano presentado a Obras Públicas, el
Mercado constaba de 98 puestos y 10 negocios, estos
últimos colocados a los lados de tres de las cuatro
entradas.
(...) a los lados estaban los puestos de verduras y
frutas; en el medio, las carnicerías… en los negocios que
daban a la calle Rivadavia estaba el tío Esteban, el tío de
mi madre y del otro lado el tío Isidro con la venta de
chacinados… en el medio, el almacén y en los negocios de
atrás
[por calle Colón]
estaban los Gianello que vendían
verduras al por mayor, allí estaban los que vendían al por
mayor. Esa parte del Mercado estaba más vacía (…) la
pescadería creo que estaba cerca del negocio del tío Isidro
(Ramón Perarnau)
El Mercado era propiedad del Municipio, y los
puestos eran alquilados (diariamente, por la
temporada o por año) por los mismos productores,
por lo que el intercambio, sobre todo de frutas,
verduras y productos de granja y chanchería, se
realizaba sin intermediarios. Toda la actividad
comercial estaba regulada a través de un Reglamento
que pautaba el horario de apertura y cierre, de
limpieza –siguiendo rigurosamente las corrientes
higienistas–, la carga y descarga de mercadería y una
serie de disposiciones generales que reglamentaban
una serie de prohibiciones, todo controlado por el
Comisario del Mercado.
Pero uno de los aspectos más destacados era que
el Mercado se constituía en torno a la actividad
comercial en un espacio social donde diariamente se
entablaban diversas relaciones entre grupos sociales
que habitualmente no se comunicaban entre sí y que,
por lo demás, todo separaba (condición económica,
zona de residencia, oficios, profesiones, origen).
(…) era el único Mercado que había en San Luis. Así
que quien más quien menos, el pobre y el rico
caía allí
(Adelaida Piguillem, hermana de
un puestero del Mercado).
(…) todos iban a comprar, porque en el
Mercado se conseguía la fruta y la carne más
barata, porque había mucha competencia allí
adentro
(Favier, dueño de un taller de
fabricación de carros y carruajes).
Era allí donde se establecían los
vínculos entre los inmigrantes, los
vecinos pertenecientes a familias
tradicionales de la ciudad y los más pobres, quienes
desde los suburbios o desde el campo concurrían a
ofertar su mercadería. Estas relaciones se extendían a
los alrededores del edificio.
En la puerta siempre había unas viejitas que, en ollas
negras de hierro, freían empanadas y pasteles para vender
(Marta Sampano, Tomás Oliveras, docentes).
(...) allí, todos los vendedores se juntaban (…) de un
lado vendía yo y del otro lado estaba el finado Ochoa, el
finado “Tronco”, así le decían a Arturo Vescia…
(Juan
Fernández, diariero)
(...) de allá
[del campo]
traíamos chivos para vender
en el mercao, lo que usted llevaba lo vendía, llevaba una
gallina y la vendía, se ponía en la puerta del mercao, tenía
dos puertas, una puerta arriba, una puerta abajo y una
puerta al medio, pero por esa del medio no se trabajaba
tanto, no entraba gente, venía por la Colón y por la San
Martín
[sic]
, se ponía ahí y vendía (…) lo que sabía vender
son las catas, p’al tiempo de las catas (…) a la gente rica le
gustaba comprar una cata, cincuenta centavos, veinte
centavos más o menos… ve… y vendía catas…
(Juan Díaz,
albañil)
Estrechamente
relacionada al Mercado,
la venta ambulante era
en la ciudad, un modo
de comerciar muy
extendido.
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19
Aún así, había algunos condicionantes que
promovían las diferencias entre los compradores. Al
no contar con heladeras, algunos productos no
podían guardarse para el otro día. Esto obligaba a los
carniceros a buscar la forma de deshacerse de la
mayor cantidad de carne posible, para lo cual,
bajaban el precio en el horario de la tarde, situación
que era aprovechada por los más pobres.
Yo me acuerdo que a la mañana iba a comprar la carne
y tenía un precio, iba a la tarde y tenía otro precio más
bajo. Pongámosle, 20 centavos el kilo de carne a la mañana
y a la tarde costaba 10
(Julián Suárez, talabartero).
La venta ambulante
Estrechamente relacionada al Mercado, la venta
ambulante era en la ciudad, un modo de comerciar
muy extendido. Por las calles del centro, pero sobre
todo por los suburbios y aun por el campo, muchas
personas a pie o en algún tipo de
transporte, ofrecían sus
mercaderías. Habitualmente
utilizado en los años de la
Colonia no perdió vigencia, aun
cuando aparecieron otras formas
de realizar el intercambio de
bienes más acordes a las
impuestas por los nuevos
tiempos. Esta práctica social,
entendida como tradición re-
sidual, “formada efectivamente
en el pasado, pero todavía en
actividad dentro del proceso cul-
tural”
11
pudo representar una
alternativa para aquellos que no podían acceder a
otro modo de insertarse en la actividad comercial
pues no contaban con los medios económicos para
abrir un local.
(…) en aquel tiempo, 1912, se usaba que la verdura y
todas esas cosas se vendieran con dos canastos con un palo
en el medio y se lo ponían acá
[señala el hombro]
e iban
vendiendo
(Pedro Anello, comerciante).
(…) Cuando era chico, antes de ir a trabajar en el
oficio de peluquero, acá había muchas quintas que tenían
mucha fruta. Iba, se las compraba a ellos barata, iba a la
estación
[del Ferrocarril]
y la vendía, había que ver ¡qué
duraznos! Todo tipo de frutas y si me quedaba, iba al
Regimiento y les vendía a los conscriptos (…) Eso lo hice
todos los días, sobre todo cuando dejé la escuela, tenía que
trabajar para ayudar a mi mamá que había quedado
viuda…
(Sindoni, peluquero)
También era la forma en que aquellos que
llegaban del campo a establecerse en la ciudad
podían generar recursos para su supervivencia.
(…) de allá del campo se traía leña para acá (…) con
tres, cuatro o cinco burros de leña… no… unas cargas
grandotas y se hacían ataditos, la preparábamos a la leña
para salir a vender, no me acuerdo cuánto valía el atado…
diez centavos había valido, centavos. Le poníamos ocho,
diez atados al burro y la salíamos a vender por la calle (…)
salíamos por la calle, como ser por la Mitre gritando:
“¡Leña, leña cortada con hacha!”. Éramos muchachos y la
gente… ya nos hacíamos clientes...
(…) Yo andaba con los tachos
[de leche]
, ofertaba,
despué tenía la clientela yo (…) la leche se transportaba…
se ensillaba un caballo con un apero y arriba del apero
venía un aparato que se llamaba árgana y entra un tacho
por la derecha y otro tacho por la izquierda del animal (…)
y del tacho sacábamos y vendíamos la leche, el litro, lo que
quería la señora, hasta por medio litro se vendía porque no
había plata (…) la leche era barata pero no había quién la
comprara… así que lo que me quedaba yo lo llevaba al
hombre de la verdulería: “Señora, no quere leche se la
cambio por papa”, llegaba a otro lao:
“Le cambio la leche por batata”. Así que
bueno, la cosa es que vendía toda la
leche, negociaba toda la leche…
(Juan
Díaz, albañil)
Toda clase de productos eran
ofrecidos por los vendedores que
recorrían la ciudad a lo ancho y a lo
largo, voceando sus mercancías
para llamar la atención de los
vecinos:
Guastadisegni vendía pejerreyes
que llevaba colgados en ambas puntas
de una caña tacuara que llevaba
colgada al hombro.
Don José era el hombre que vendía pájaros, y había
adquirido su fisonomía
(Marta Sampano, docente).
(...) Había dos
francesas
[de apellido Jolivot]
que
recorrían las calles de la ciudad con dos vacas y vendían la
leche que ordeñaban delante de uno
(Marta Sampano).
(…) paraban aquí en la Belgrano y de acá todo el ba-
(...) el nexo entre el campo y la
ciudad se establecía sobre todo
en los comercios ubicados lejos
de las calles que rodeaban la
plaza principal, mayoritariamente
cerca de las estaciones de
Ferrocarril. Los habitantes del
campo traían su producción a la
ciudad, la que cambiaban por
mercaderías varias.
Almacén de Ramos Generales de Nuncio Cangiano
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20
rrio iba a tomar la leche al pie de la vaca
(Pedro Anello,
comerciante).
El vendedor de ropa, don Pedro Aure, que la traía en
una bolsa colgada al hombro
(Ramón Perarnau,
productor agropecuario).
(…) Don Martín de los cacharros. Era alfarero.
Vendía macetas, sabía decir todos los verbos a gran
velocidad
(Tomás Oliveras, Marta Sampano,
docentes).
Algunos vendedores ambulantes en sus carros, o
bien, recorriendo a pie grandes distancias, les
acercaban productos de primera necesidad a los
habitantes de las zonas rurales adonde no llegaba
otra forma de comercio. La mayoría de éstos eran los
apodados “turcos”.
12
Así lo comentan los hijos de
don Abdala:
(...) ¿Cómo cree que han hecho
estos señores su comercio? ¿No venían
en sulky para vender? ¿No salieron a
pie? Justamente ahí me vine a enterar
de que mi padre salía con la carga a
pie...
(Eduardo Abdala)
Mi papá con mi abuela... iban
hasta el Suyuque
13
vendiendo. A mi
mamá le enseñaba una modista, que
vivía en una de las habitaciones del
hotel, a coser calzoncillos y mi abuela
llevaba las telas. ¡Caminando!.... Se
iban a vender al campo caminando...
(María Abdala)
El almacén
de ramos generales
Pero el nexo entre el campo y
la ciudad se establecía sobre todo
en los comercios ubicados lejos de
las calles que rodeaban la plaza
principal, mayoritariamente cerca
de las estaciones de Ferrocarril.
Los habitantes del campo traían su producción a la
ciudad, la que cambiaban por mercaderías varias.
Ellos traían por ejemplo, carbón o lo que ellos hacían
el explote, carbón, leña, que era lo que en esa época se usaba,
entonces ellos vendían la leña y el carbón y después
pasaban a buscar lo que les hacía falta para el carro, para la
jardinera, para el caballo (…) y aquí en la esquina había un
negocio de un señor Arteta que tenía almacén y venían y les
descargaban la leña y el carbón que él compraba para
vender, yo recuerdo bien eso
(Julián Suárez, talabartero).
En la zona de la antigua estación del Ferrocarril
se encontraba un gran almacén y Feria Ganadera de
la familia Abdala, muy concurrido por aquellos que
entraban a la ciudad por la Avenida España (al
norte) aún después que se produjo el traslado de la
estación. De él hay innumerables testimonios que
permiten recrear su actividad:
(…) En el negocio de casa se vendía desde un clavo
hasta un grano de maíz. El negocio era enorme (…) tenía
un primer piso lleno de estantes llenos de mercadería. De
este lado la ferretería y de este lado el almacén. Después se
puso bazar... En la tienda se vendían unas telas que ahora
son una porquería…
(María Abdala, hija de
comerciante)
(…) Era lo más completo que había, era una especie de
Gath&Chaves, se podía encontrar desde un traje hasta una
montura...
(Jerónimo Castillo, memorioso)
(…) El negocio era traer la mercadería y hacer el canje
más que la venta (…) más trueque que comercializar...
(Eduardo Abdala, hijo de un comerciante)
(…) Casa Abdala tenía tiendas y los proveía
[a los
carreros]
de la ropa del hombre de
campo y los cortes de tela. Yo recuerdo
mucho a una de las dueñas que
siempre ofrecía un cortecito de tela
para la señora, por ejemplo, y era un
poco el trueque, porque ellos cuando
traían los animales y mientras
efectivizaban el pago, él ganaba el
doble digamos, porque pagaban a los
dos meses, que después tenían que
venir a buscar el cheque y ahí se
encontraban con el pago en
mercadería, en tela, en alambre, todas
las implementaciones que necesitaba,
todo lo que era ferretería liviana (…)
[en el trueque]
ganaba casa Abdala
porque ganaba en el tiempo, ganaba en
la mercadería que les vendía, ganaba
al comprarles los animales y ganaba
dos o tres meses cuando les pagaba...
(Eduardo Flores, vecino de la
antigua estación del Ferrocarril).
Otro almacén de ramos ge-
nerales era el de Nuncio Cangiano. Fue fundado en
1900
14
y siempre estuvo ubicado en la zona sur de la
ciudad. Si bien realizaba ventas al menudeo de toda
clase de mercadería, incluida la producción de su
panadería, abastecía a compradores de la ciudad y de
la zona rural, siendo su fuerte la venta al por mayor.
Al igual que otros almacenes mayoristas, se
aprovisionaba en los principales centros de
producción, favorecido por el ferrocarril que permitía
los intercambios, sobre todo con los puertos y con
aquellas zonas del país que, debido a las
características particulares de su producción,
cumplían un papel fundamental en la economía del
país.
(...) El abuelo trabajaba mucho con el puerto de
En aquellos tiempos los pagos
eran a largo plazo, no había
inflación, y a lo mejor se podía.
Además no se podía vender de
otra manera porque ¡quién le
compraba de contado si no
dejaba el proceso para que otro
pudiera hacer el dinero! Y a
veces se debe haber pagado...
como se hacía en el campo.
Usted llevaba mercadería y en
vez de pagar con plata le pagaba
con cueros... chivos... con
gallinas, con pavos... era el
trueque... que había sido de la
época en que comenzaba la
sociedad en el mundo... ¡y así
estamos!
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21
Rosario, venía mucha mercadería de España, Inglaterra,
había muchos importadores que cumplían con vender la
mercadería que venía de afuera, como usted vio, el cartel de
afuera dice “Importador de aceite Bou”
(…) llegaba en
ferrocarril también el azúcar, en vagones, ya que se hacía
contacto directamente con los ingenios, con los fabricantes...
Abastecían a muchos de los almacenes
minoristas de la ciudad así como también a aquellos
que se encontraban en la zona sur del Departamento
Capital.
(…) Venía mucha gente del interior a comprar, todo lo
que es la zona, por ejemplo, lo que es Beazley, Zanjitas,
Alto Pelado…
(...) En aquellos tiempos los pagos eran a largo plazo,
no había inflación, y a lo mejor se podía. Además no se
podía vender de otra manera porque ¡quién le compraba de
contado si no dejaba el proceso para que otro pudiera hacer
el dinero! Y a veces se debe haber pagado... como se hacía
en el campo. Usted llevaba mercadería y en vez de pagar
con plata le pagaba con cueros... chivos... con gallinas, con
pavos... era el trueque... que había sido de la época en que
comenzaba la sociedad en el mundo... ¡y así estamos!
(Hermanos Cangiano)
La despensa de barrio
...en todas las esquinas había un almacén...
(Juan Díaz)
Este testimonio de un vecino de la ciudad, que
vivía en un barrio alejado del centro, es la mejor
imagen para describir el lugar que ocupaba el
comercio de venta al menudeo en la ciudad de San
Luis.
El crecimiento poblacional también impactó en
este rubro de la actividad comercial, dando como
resultado la apertura de numerosas despensas,
dispersas por toda la ciudad, a veces hasta dos o tres
por cuadra, según se desprende de la lectura de los
anuncios comerciales y publicidades de la época.
En el tomo II de la Guía de San Luis,
15
publicada
en 1909, se constata la existencia de 62 almacenes, en
algunos se vendían artículos de ferretería, tienda,
bebidas, panadería y se anexaban depósitos de
legumbres, de harina, de vinos, de cal y forrajes.
Algunos de los dueños, como José Pesce, además del
almacén, trabajaba en el oficio de carpintero en su
Carrocería y empresa de Pompas Fúnebres.
Esto se prolongó en el tiempo, y tal vez lo que
facilitó la apertura de este tipo de comercio es que las
casas con ochava daban la posibilidad de usar la
habitación de la esquina como local comercial.
Estas despensas estaban equipadas con grandes
mostradores, estanterías de madera que llegaban
hasta el techo llenas de productos de toda clase,
(...)
tenían, me dijeron, cuadernos, lápices (…) y también tenían
diccionarios…
exhibidores con tapas de vidrio y en su
interior azúcar, yerba, granos, café, maní, harinas que
se vendían sueltos,
(...) en la venta, se usaba como medida
la poruña.
16
(...) existía la balanza con pesas, muy parecida
a la balanza de la justicia (...).
Colgaban del techo
plumeros, sillas y sillones de caña y no faltaba el
típico cartel pintado a mano que aclaraba a los
clientes que la venta era “al contado”.
No siempre esto se cumplía tal como estaba
consignado en los carteles de los almacenes,
dependía del monto de la transacción y del cliente, ya
que a veces
(...) la forma era con la libreta (…) lo común
era la libreta (…) el 98% de las personas eran pagadoras,
porque la palabra era más importante que la firma.
Después se fue echando a perder…
(Pedro Anello).
El aprovisionamiento de mercaderías se
realizaba,
de los almacenes, de los mayoristas, acá mismo
en San Luis. Era la Casa Mazzola (…) de Colón y Bolívar,
era representante de la cerveza Quilmes… después don
Aiello era el representante de Alpargatas (…), después
estaba Bernardino Di Gennaro, que sabía traer la… el
azúcar y todo eso, después don Humberto Cangiano (…) en
la Ituzaingo
y Belgrano, ése era uno de los mayoristas (…)
y después se compraba directamente a las otras casas que
venían los viajantes (…) nosotros sabíamos recibir el alco-
hol, por ejemplo, el alcohol puro y el de quemar de la Casa
de Yornet, que venía de Tucumán…
(Pedro Anello).
Pero un rasgo que caracterizó al puntano como
comprador fue la costumbre de comprar en el lugar
más cercano a su domicilio, en lo posible, en la
esquina más próxima. Esto hacía que se entablaran
vínculos cuasi-familiares entre compradores y
vendedores. Este vínculo estaba fundado en la
confianza y en la honestidad, ya que el vendedor
despachaba de igual modo a cualquiera de los
miembros de la familia aunque éste fuera un niño.
Además, éstos eran los principales beneficiarios de la
Despensa de Cuyo,
de Felipe Anello.
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22
yapa, esperado premio hoy perdido, que se otorgaba
cuando la compra se pagaba al contado.
El paso del tiempo ha modificado las formas de
comprar y vender: hoy se puede comprar por Internet,
pagar con tarjeta de crédito o de débito, ir a los
grandes shoppings, participar en los Clubes de
Trueque. A pesar de todo esto, en la ciudad de San
Luis siguen vigentes la despensa, sobre todo en los
NOTAS
1
Menéndez, Néstor;
Breve historia de San Luis
, Centro de
Estudios del Pensamiento Argentino, San Luis, 1994.
2
Diario
El Oasis
, febrero de 1877.
3
Según Juan W. Gez, en 1881 el total del monto percibido por
el Estado Provincial ascendía a 96.752 pesos. En el año 1882 se
recolectaron 170.491 pesos, “lo cual arrojaba un aumento
sobre el año anterior de 73.669 pesos” en
Historia de la
Provincia de San Luis
, Talleres Gráficos Marzo S.A., San Luis,
1996.
4
Germani, Gino;
Política y sociedad en una época de transición
,
Editorial Paidós, Buenos Aires, 1965, p. 194.
5
Videla Tello, Norma y otros; “La Historia Interior: el
trabajador inmigrante y el golondrina”, en
San Luis en el siglo
XX
.
Una visión periodística de los hechos y personajes de nuestro
San Luis
, Talleres Gráficos Payné, San Luis, 2001.
6
Profesor Normal de la Provincia de San Luis, que por sus
ideas progresistas en el ámbito de la educación y en el campo
económico, influyó poderosamente en la vida sanluiseña.
7
Diario
El Oasis
del 20 de abril de 1876.
8
Según la definición de Ricardo Piccirilli tomada por Sonia
Berjman y José Fiszelew en su libro
El Abasto. Un barrio y un
mercado,
Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 1999.
9
La citada Ley del 14 de julio de 1879 autoriza la
construcción y explotación de un mercado y un matadero en
Villa Mercedes. Entre las especificaciones constructivas señala
que:
-el piso será de madera o piedra labrada y el techo de teja
francesa.
-todas las paredes y pilares que no sean de hierro, serán de
ladrillo de buena calidad y revocadas exterior y exteriormente.
10
La misma era usada como
nodo
para ubicar diferentes
comercios de los alrededores.
11
De Williams, Raymond,
Marxismo y literatura
, Ediciones
Península.
12
Porque provenían de países que entonces formaban parte del
Imperio Otomano.
13
Localidad serrana distante a 15 km de la ciudad de San
Luis, aproximadamente.
14
Este almacén es uno de los más antiguos de San Luis, pues
sigue funcionando como almacén mayorista, a cargo de los
nietos y bisnietos de su primer dueño.
15
Editada por una de las imprentas locales, que contenía
información respecto a la actividad comercial e industrial de la
ciudad de San Luis y Villa Mercedes (listado de comercios por
rubro, publicidades, reglamentaciones municipales y
provinciales).
16
Medida usada para la venta de productos sueltos.
BIBLIOGRAFÍA
Berjman, Sonia y Fiszelew, José,
El Abasto. Un barrio y un
mercado
, Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 1999.
Germani, Gino,
Política y sociedad en una época de transición
,
Buenos Aires, Editorial Paidós, 1965.
Gez, J.W.,
Historia de la Provincia de San Luis
, Talleres Gráficos
Marzo S.A., San Luis, 1996.
Menéndez, Néstor,
Breve historia de San Luis,
Centro de
Estudios del Pensamiento Argentino, San Luis, 1994.
Videla Tello, Norma y otro, “La Historia Interior: el trabajador
inmigrante y el golondrina”, en
San Luis en el siglo XX. Una
visión periodística de los hechos y personajes de nuestro San Luis
,
San Luis, Talleres Gráficos Payné, 2001.
Williams, Raymond,
Marxismo y Literatura
, Ediciones
Península.
barrios; el almacén de ramos generales –hoy
mayorista– que sigue abasteciendo a la zona rural;
los vendedores ambulantes, aun cuando ya no
vocean sus productos...
Pero el gran ausente físicamente es el Mercado
Municipal, al que derrumbaron del espacio que
ocupaba en el corazón de la ciudad, pero que no
pudieron desterrar de la memoria de los puntanos.
t
raducciones
Os seguintes trabalhos fazem parte do
projeto de pesquisa “patrimônio cultural e
didaticamente do social” da Universidade
Nacional de San Luis. O mesmo centraliza
seus estudo sobre a realidade da cidade
de San Luis no período de 1880 até
1950 aproximadamente e tem como
objetivo recuperar os conhecimentos
sobre seus patrimônio cultural
arquitetônico para realizar trabalhos de
transposição didática.
Les travaux suivants font partie du projet de
recherche « Patrimoine et didactique du
social » de l’Université Nationale de la Prov-
ince de San Luis (Argentine). Celui-ci centre
son analyse sur la réalité de la Ville de San
Luis dans la période comprise entre 1880 et
1950 environ, ayant pour but de retrouver
les savoirs et les connaissances sur son
patrimoine culturel architectonique afin de
réaliser des travaux de transposition
didactique.
The following pieces of work are part of the
"Cultural Patrimony and social didactic"
project research of the San Luis National
University, which bases its study on the
San Luis city reality from 1880 to 1950
and has as purpose bringing back the
knowledge of the cultural architectural
patrimony for making didactic transposi-
tion work.
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Quando os as narrações orais
tecem uma história: a
transformação da estação dos
trens em San Luis
Maria A. Rinaldi - Clotilde De Pauw
Este trabalho quer revalorizar a
testemunha oral como ferramenta central
que nos permitiu recuperar do
esquecimento e reconstruir a memorai de
nossa cidade em relação as duas
estacoes da rede ferroviária que existiram.
Em relação à primeira estacão de trens
pubemos relacioná-la com diferentes
utilidades antes de sua demolição. Os
vizinhos deziam: este era “um lugar muito
movimentado”, viveu processos
econômicos, migratórios, tecnológicos,
urbanísticos, arquitetônicos e
sociopolíticos.
Nos referimos com preferencia ao
primeiro e segundo período: abrangendo
a cegada do trem Andino de
administração estatal (1882), o traslado da
estacão até um novo lugar sob a
administração inglesa (Gran Oeste
Argentino e Buenos Aires até Pacifico) até
a suspensão das atividades ferroviárias na
zona (aproximadamente 1930).
Comprar... Vender ... Foi
sempre igual?. Os pequenos
mercados do bairro, o
mercado e a venda na rua
desde a memoria dos
povoadores de San Luis
Alicia Lartigue - Graciela Yáñez
Uma das marcas tomadas para estudar o
patrimônio é o do comércio da cidade.
A atividade comercial como é a parte da
dinâmica social, desenvolve-se fortemente
influenciada por todos os processos
políticos, econômicos e sociais que
acontece na vida dos povos.
Na cidade de San Luis no período
estudado aconteceram transformações no
modo de comercializar enquanto
aconteciam mudanças importantes na
sociedade: crescimento do povo, criação
de um circuito produtivo interno, maior
fluidez na comunicação e intercambio
entre as regiões, regulação da atividade
comercial ao igual que o país todo, e o
ingresso duma importante quantidade de
estrangeiros.
Este trabalho quer reconstruir, a partir da
memória e da narração dos vizinhos, os
diferentes modos em que se realizava a
comercialização das mercadorias,
tomando como marcas fundamentais o
mercado Municipal, como lugar de
encontro dos diferentes grupos sociais; o
pequeno mercado comercial do bairro
como rama geral, como união entre o
campo e a cidade; o mercado do bairro
como o espaço que dava a possibilidade
de gerar relações – não só comerciais
entre quem vendia e quem comprava e a
venda na rua como um habito antigo.
Quand les récits oraux tissent
une histoire : le devenir de la
gare à San Luis
María A. Rinaldi - Clotilde de Pauw
Le présent travail prétend revaloriser le
témoignage oral comme outil central,
lequel nous a permis de récupérer de
l’oubli ainsi que de reconstruire des as-
pects de la mémoire de notre ville autour
des deux gares qui ont existé.
En ce qui concerne la première gare, nous
avons pu construire une périodisation par
rapport aux différents usages de la gare
jusqu’à sa démolition. Selon les voisins, il
s’agissait « d’un espace avec beaucoup de
mouvement », ce qui témoignait des
processus économiques, migratoires,
technologiques, urbanistiques,
architectoniques et socio-politiques.
Nous faisons référence préférentiellement
à la première et à la deuxième périodes qui
comprennent l’arrivée du chemin de fer
Andin de l’Administration étatique (1882),
le déplacement de la gare à un nouveau
emplacement sous l’Administration
Anglaise (Gran Oeste Argentino et Buenos
Aires al Pacífico) jusqu’ à la cessation des
activités ferroviaires dans la zone (environ
1930).
Acheter… vendre… cela a
été toujours pareil ?
L’épicerie, le marché, le
magasin et le colportage
depuis la mémoire des
habitants de la ville de San
Luis
Alicia Lartigue - Graciela Yáñez
Un des points considérés pour étudier le
patrimoine est celui du commerce de la ville.
Comme l’activité commerciale fait partie de
la dynamique sociale, elle se développe
fortement influencée par tous les proces-
sus politiques, économiques et sociaux qui
traversent la vie des peuples.
Dans la ville de San Luis, pendant la période
étudiée, des transformations dans la manière
de commercialiser se sont produites en
même temps que des changements sociaux,
tels que la croissance de la population, la
génération d’un circuit productif interne, une
plus grande fluidité dans les communications
et dans les échanges interrégionaux,
régulation de l’activité commerciale et, de
même que dans le reste du pays, l’entrée
d’un grand nombre d’étrangers.
Ce travail prétend reconstruire, à partir de la
mémoire et des récits des voisins, les
différentes manières à travers lesquelles se
réalise la commercialisation des
marchandises, en prenant comme points
fondamentaux le Marché Municipal, en tant
qu’espace de rencontre des différents
groupes sociaux ; le grand magasin, en tant
que lien entre la campagne et la ville ; l’épicerie
du quartier, en tant qu’espace qui offrait la
possibilité de produire des liens –pas
seulement commerciaux– entre celui qui
vendait et celui qui achetait ; et le colportage,
en tant qu’habitude d’autrefois.
When oral narrative tells a
story: the rundown of the San
Luis train station
Maria A. Rinaldi - Clotilde De Pauw
The present piece of work tries to revalue
the oral testimony as a central tool that
lets us bring back and put together
memories of the two city train stations.
As regards the first one, we managed to
build a chronology related to its different
uses until it was pulled down. As the
neighbours have said, this was "a place in
continuous activity", which witnessed
economic, migratory, technological, ur-
ban, architectural and social-political
movements.
We most refer to the first and second
period, which includes the arrival of the
Andino train (1882), administrated by the
government; the train station removal to a
different place, ordered by the English
administration (Gran Oeste Argentino and
Buenos Aires to the Pacific); and the end
of train activity (around 1930).
Buying… Selling… Have
them always been the same?
The food store, the market
place, storage and street
sale from San Luis
inhabitants´ view
Alicia Lartigue - Graciela Yáñez
One of the most important moments
taken for studying the city patrimony is
marketing.
The commercial activity is a part of the
social dynamics. Its development is
mostly influenced by all the politic, eco-
nomic, and social processes that the city
has gone through.
In San Luis city during the studied pe-
riod the selling way was transformed
while many important social changes
were taking place, such as population
growth, generation of an intern produc-
tive circuit, a breadth in communication
and exchange between different regions,
a more regulated commercial activity
and, as in the rest of the country, the
income of a very important amount of
foreign people.
This piece of work attempts to recon-
struct, based on the memories and on
the statements of the neighbours, the
many different ways in which marketing
was made, taking as most important
facts: the Municipal Market, as a place
where very varied social groups gath-
ered; the general store, which made the
city and the country meet; the suburb
storage, which gave the chance to the
one who sold and to the one who
bought, to generate a relationship -not
only a commercial one-; and the street
sale which was a typical old custom.
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