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16
uando a fines de 1984 triunfó la Lista Naranja
en la Unión Obrera Metalúrgica, Seccional Quilmes,
había culminado un proceso de años y se abría una
nueva etapa en su historia. Con el 68% de los votos
emitidos, la nueva Comisión Directiva, encabezada
por Francisco Gutiérrez, se caracterizaba por la
masiva participación de los trabajadores y por ser la
primera vez que la oposición gestada y organizada
desde abajo triunfaba en la Seccional. Esta victoria
representó la democratización del gremio y se reflejó
en la masiva participación de los trabajadores.
La elección misma fue ejemplo de todo esto.
Recordaba un activista integrante de la Lista:
Du-
rante las tres noches que estábamos acá no bajaron de
150 compañeros de fábrica que se quedaban toda la
noche con nosotros y a las seis de la mañana se iban a
trabajar
.
Nosotros
–recordó un integrante de la
Comisión Directiva actual–
estábamos aquí sin
dormir, controlando todo. Otros dormían en la calle.
1
Esta participación impidió que el oficialismo,
representado por la Lista Celeste, cometiera
fraude. Explicaron varios activistas:
Sabíamos que si
había elecciones limpias ganábamos, y fue así;
arrollamos en la mayoría de las fábricas de la zona
.
2
Distintos analistas caracterizan la situación
argentina a partir de 1955, como de “crisis
orgánica”. Esencialmente, se plantea la falta de un
consenso para el modelo acumulación de capital
que impone la fracción dominante de la
burguesía.
3
El desarrollo de un capitalismo
monopólico de estado ha llevado a un profundo
debilitamiento de las instituciones democráticas y
a un quiebre de las representaciones que se
expresa en la inestabilidad política y los
constantes golpes de estado.
4
Al decir de monseñor Novak, obispo de
Quilmes, existen dos Argentinas: una es la “Ar-
gentina secreta”, subterránea, y la otra es la
pública, la del plano político institucional.
5
El
desarrollo de esta “Argentina secreta” es un
proceso complejo, lleno de avances y retrocesos,
con rupturas y continuidades, y cuya articulación
con la Argentina pública define y marca la
estabilidad política del país.
Así, el auge obrero y popular iniciado en mayo
de 1969, con la insurrección antidictatorial
denominada “el Cordobazo” expresó la
generación de canales de participación “desde
abajo”, muchas veces enfrentados a lo
institucional. El golpe de estado de marzo de 1976
y la represión que desencadenó significaron
retrocesos pero no la desaparición de esta “Argen-
tina secreta”. Al gestarse la apertura democrática
de 1983, encontramos que esta situación aún
La recuperación
sindical en la década
de 1980:
el caso
de la UOM Quilmes
C
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17
El enfoque biográfico interpretativo en la investigación
socio-histórica
La recuperación sindical en la década de 1980
Autor
Pablo A. Pozzi
Universidad de Buenos Aires
existía y se podía vislumbrar en el movimiento
obrero y popular. En el caso del sindicalismo, fue
notable que a pesar de las muertes, desapariciones,
detenciones y exilios retornaron al frente de varios
sindicatos una serie de dirigentes
combativos que se forjaron durante
el período de auge. La síntesis de
este proceso llevaría a nuevas
prácticas y valoraciones de la
democracia participativa, e inclusive
a una definición de ésta, divergente
de la expresada institucionalmente.
Por lo tanto, la hipótesis central
de este trabajo es que las prácticas de
la democracia obrera después de
1983 se desarrollaron como síntesis
de las prácticas previas a 1976, y que
la experiencia realizada por la clase
obrera durante el período 1976-1983
es fundamental para comprender
esta nueva síntesis. En este sentido,
si bien a diferencia de los conflictos obreros de
1973-1975, las luchas laborales de la década de
1980 tuvieron características defensivas por parte
de los trabajadores, habían surgido formas
inéditas de participación, organización y
solidaridad. Aquí entendemos por “defensivos”
aquellos conflictos que persiguen la defensa de la
fuente de trabajo, la conservación de derechos
conquistados con anterioridad o, en un grado
menor, la restitución de otros que les hubiesen
sido quitados como producto de la ofensiva
patronal posterior a 1975.
6
El objeto de este estudio es el proceso de
democratización de las prácticas gremiales en el
sindicato Unión Obrera Metalúrgica, Seccional
Quilmes, ubicado en la zona sur del Gran Buenos
Aires, durante un período específico: 1984-1987. El
Gran Buenos Aires fue, entre 1973 y 1975, uno de
los epicentros de la combatividad obrera del país.
Fue allí donde se generó un gran número de
conflictos, al margen del sindicalismo oficial.
Aquel fue un período de auge y ofensiva del
sindicalismo combativo. En él se combinaron la
lucha por mejoras de salarios, el intento por
desplazar a la llamada “burocracia sindical” y
una actitud de enfrentamiento abierto
y a veces violento con las patronales y
el Estado.
Los afiliados a la UOM Quilmes
constituyeron uno de los
protagonistas de esta tendencia
combativa antes de 1976, y éste fue
uno de los gremios ganados por
oposiciones democráticas en 1984. El
estudio de este caso es útil para
comenzar el análisis de toda una serie
de sindicatos democráticos durante
los primeros años del gobierno de
Raúl Alfonsín (1983-1989).
La Unión Obrera Metalúrgica,
Seccional Quilmes, abarca dentro de
su jurisdicción a las zonas de
Quilmes, Florencio Varela y Berazategui, ubicadas
al sur del conurbano bonaerense.
7
Las zonas de
Quilmes y Berazategui conocieron un fuerte
proceso de expansión demográfica y de desarrollo
industrial a partir del flujo migratorio interno de
las décadas de 1930 y 1940, y de las inversiones
que se dirigieron hacia estas áreas a partir de
1947. Su crecimiento formó parte del desarrollo del
llamado segundo cordón industrial de la región
metropolitana. En cambio, la zona de Florencio
Varela conoció su expansión en la década de 1970
y se caracterizó por la ocupación de tierras, los
asentamientos y villas de emergencia, y por ser
una de las zonas más pobres de la región
metropolitana.
La actividad socioeconómica de la zona se
centró en Quilmes, cuyo proceso de expansión se
consolidó en el período posterior al derrocamiento
del peronismo (1955). Esta actividad se basó en el
continuo flujo migratorio del interior y de los
países limítrofes hacia el cordón industrial, y en el
Así, el auge obrero y
popular iniciado en
mayo de 1969, con la
insurrección
antidictatorial denomi-
nada “el Cordobazo”
expresó la generación
de canales de participa-
ción “desde abajo”,
muchas veces enfrenta-
dos a lo institucional.
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18
desplazamiento hacia el mismo de las inversiones
industriales antes orientadas hacia la Capital
Federal. En el año 1980 el total de la población de
las tres zonas que abarcaba la UOM-Q sumaba
841.901 habitantes. Esta cifra representaba, con
respecto a la población censada en 1970, un
crecimiento del 45,5%.
8
A partir de 1976 el conjunto del “polo
metropolitano”, conformado por la Capital Federal
y las 19 zonas del Gran Buenos Aires, así como el
resto de los grandes centros urbanos (Córdoba y
Rosario) se transformaron en áreas de
desindustrialización, sin que por ello disminuyera
el ritmo de crecimiento poblacional. Esto significa
que durante los años 1975 a 1985 la UOM Quilmes
perdió casi 5.000 puestos de trabajo. Aún así, en
ese año, con 570 fábricas y talleres registrados en
la zona Quilmes era la décima seccional en
importancia de las 65 que tenía la
UOM nacional.
En este sentido el “Proceso” dic-
tatorial de 1976 a 1983 tuvo efectos
profundos para toda la UOM. Am-
bos, la UOM nacional y la Seccional
Quilmes, fueron intervenidos por la
dictadura que colocó a militares
como administradores. Un
documento elaborado por el
Congreso de Delegados de la UOM
Quilmes, el 3 de diciembre de 1985,
9
hacía el siguiente balance de los
efectos de la intervención del gremio
a nivel nacional: 1) pérdida de
150.000 afiliados; 2) pérdida del 40%
del salario real; 3) deterioro del
patrimonio y dilapidación de los recursos de la
UOM; 4) apropiación de la Obra Social; 5)
endeudamiento de la Obra Social como
herramienta central de la política de destrucción
de las estructuras del movimiento obrero, para esto
se efectuaron cientos de contrataciones y obras que
empeoraron la situación financiera de la UOM; 6)
suspensión de los planes de vivienda con el aval
de los interventores militares, lo que originó una
masa de juicios que agudizó el endeudamiento de
la UOM; 7) había empresas morosas en sus aportes
a la Obra Social. El documento agregaba que: “La
caída del salario ha llevado a mayores índices de
enfermedad entre las familias metalúrgicas, por
problemas de alimentación y deterioro de las
condiciones de vida. Asimismo, la reducción en el
número de afiliados hace que los gastos se
distribuyan entre menos personas mientras que
hay una mayor cantidad de compañeros que
acuden a la Obra Social”.
El retorno al sistema electoral, en diciembre de
1983, no cambió la tendencia socioeconómica para
los trabajadores. Los indicadores oficiales de
desempleo y subempleo, entre 1985 y 1988, no
dejaban de señalar un mayor deterioro de la
situación ocupacional. Si en octubre de 1985 los
trabajadores con “problemas de empleo”
(desocupados y subocupados) representaban el
11,4% de la población económicamente activa de
la región bonaerense (aproximadamente 4.400.000
personas), en mayo de 1988 este porcentaje
ascendía al 14%.
10
Además, se habían
multiplicado las formas precarias, ilegales e
informales de inserción en el mercado de trabajo.
Algunas estimaciones indicaban que en el Gran
Buenos Aires el 6% de los trabajadores ocupados
en la industria eran contratados por agencias de
colocaciones. Esta cifra representaba
alrededor del 50% del empleo
obtenido por las nuevas generaciones
que ingresaban al mercado de
trabajo.
11
Resumiendo, se puede señalar
que, a partir de la segunda mitad de
la década de 1970 se produjeron, en
las zonas aquí consideradas,
procesos que transformaron su
estructura socioeconómica y alteraron
las condiciones de vida de sus
habitantes. Si bien el proceso de
tercerización de la economía de estas
tres zonas se acentuó de manera no-
table en la década de 1990, durante
toda la década de 1980 las mismas
seguían siendo áreas predominantemente indus-
triales. Un indicador es que el personal ocupado
en la industria en el año 1985 continuaba siendo
superior al ocupado en el sector terciario.
Las empresas metalúrgicas eran de una
importancia fundamental en la estructura indus-
trial de la zona, puesto que representaban cerca de
la cuarta parte (24,1%) de los establecimientos
registrados por el Censo Nacional Económico de
1985 en el sector industrial.
12
Los trabajadores
encuadrados en la UOM, por su parte,
representaban por lo menos 13% del total de la
ocupación industrial de las tres zonas.
La información disponible, recopilada por
Daniel Hernández en el sindicato, nos permite
desarrollar algunas consideraciones sobre las
características del sector metalúrgico en las zonas
aquí implicadas durante la década bajo estudio.
En primer lugar, salta a la vista la gran cantidad
En general, eran empre-
sas que orientaban su
producción hacia la
satisfacción de la de-
manda del mercado
local. Eran pocas las
empresas que buscaban
y lograban colocar sus
productos en el exterior
y cuando lo hacían era
por períodos de tiempo
reducidos.
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19
de pequeños talleres que representaban casi las
dos terceras partes del total de los establecimientos
registrados. El tamaño medio de estos
establecimientos no llegaba a tres personas. Las
características propias de este tipo de empresas
hacían que la relación con el sindicato no fuera
muy intensa. El estrato intermedio representaba
casi la tercera parte del total de establecimientos y
generaba casi la mitad de la ocupación. La gran
mayoría de estas empresas se encontraban
organizadas y enviaban representantes al
Congreso de Delegados de la Seccional. Las 19
empresas de mayor tamaño concentraban cerca del
40% de la ocupación total, aunque ninguna de
ellas superaba los 300 trabajadores. La mayoría de
estas empresas disminuyeron fuertemente su
plantel de trabajadores en los diez años entre 1975
y 1985.
13
No existía en su interior una subrama de
producción que predominara claramente sobre el
resto. Fundiciones, empresas de
autopartes, fabricantes de
electrodomésticos, siderúrgicas, se
distribuían en la zona sin hegemonías
claras entre ellas. En general, eran
empresas que orientaban su
producción hacia la satisfacción de la
demanda del mercado local. Eran
pocas las empresas que buscaban y
lograban colocar sus productos en el
exterior y cuando lo hacían era por
períodos de tiempo reducidos.
14
Por último, y en referencia a las
relaciones de trabajo dentro de las
empresas, salvo en las empresas de mayor
envergadura en que éstas se encontraban
explícitamente reglamentadas, en el resto
predominaban los acuerdos implícitos que se
transformaban con las modificaciones en las
relaciones de fuerza entre la patronal y la
organización obrera interna. Las materias de
negociación o conflicto más comunes solían ser: la
estabilidad de los trabajadores, las
remuneraciones bajo la forma de premios y
adicionales sobre convenio y, por último, las
condiciones de trabajo.
Los cambios ocurridos durante la década
1975-1985 deben ser entrecruzados con las
características y las tradiciones socioculturales de
los trabajadores de la zona, que constituían su
conciencia de clase en el sentido thompsoniano de
la misma. Por la carencia de encuestas y registros
es difícil calcular el perfil social y cultural de los
trabajadores afiliados a la UOM Quilmes. Más
aún, si bien la cifra de establecimientos
metalúrgicos que contribuían a la Obra Social del
gremio arrojaba una cifra de 5.648 afiliados reales
para el año 1985, el sindicato planteaba que tenía
unos 9.200 afiliados.
15
La discrepancia se explica
no sólo porque había establecimientos, en particu-
lar los muy pequeños, que no aportaban a la Obra
Social sino también debido al hecho de que tanto
jubilados como metalúrgicos desempleados
mantenían su afiliación. Esto marca que el impacto
de la UOM en la zona era mayor de lo que se
podría inferir. Sus casi 10.000 afiliados junto con
sus familias y la actividad económica que de ellos
dependía, convertían a este gremio en el de mayor
peso social de la zona. De todas maneras, un
relevamiento realizado a través de entrevistas con
trabajadores y dirigentes del gremio permitió las
siguientes conclusiones sobre el trabajador
metalúrgico afiliado a la Seccional en los años
1981-1988.
16
Existía entre los trabajadores un alto
porcentaje de migrantes del interior,
sobre todo entre los menos
calificados. Si bien esto siempre fue
real para la zona, se incrementó
mucho en la década entre 1975 y
1985. Así existió una primera oleada
migratoria entre 1935 y 1945; una
segunda durante el primer
quinquenio de la década de 1960; y
una tercera a partir de 1976, a raíz de
la crisis económica durante la
dictadura militar.
17
Existe consenso
entre los testimoniantes de que la
característica de esta tercera oleada migratoria es
que eran jóvenes que venían en busca de trabajo y
se asentaban en la zona formando familia. Un alto
porcentaje de estos migrantes (entre un 40 y un
50% al decir de los entrevistados) provenían de las
provincias del Litoral.
Tanto los obreros más antiguos como los
migrantes vivían y trabajaban en la zona. Esto
revela la existencia de redes de solidaridad social
y convivencia tanto para obtener trabajo como
vivienda. Numerosos obreros manifestaron que el
empleo lo obtuvieron “porque me hizo entrar un
amigo”. Relativamente en menos casos se obtenía
empleo a través de un anuncio. Varios
testimoniantes mencionaron que el canal de acceso
a un trabajo de planta, a partir de 1980, fue a
través de una contratación “por agencia”. Este
sistema floreció durante la última década como
forma de debilitar las organizaciones gremiales,
puesto que estos “empleados” temporarios no eran
considerados legalmente como obreros y por ende
Numerosos obreros
manifestaron que el
empleo lo obtuvieron
“
porque me hizo entrar
un amigo
”
. Relativa-
mente en menos casos
se obtenía empleo a
través de un anuncio.
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20
no se acogían al convenio por industria. Si el
trabajador se mostraba dócil y con un alto nivel de
productividad era efectivizado, momento en cual
podía afiliarse al sindicato.
Debido al problema de los bajos salarios y el
subempleo, muchos afiliados a la UOM Quilmes
tenían doble empleo. Por un lado trabajaban en
fábrica, y por otro tenían una actividad como
cuentapropistas. En ese sentido, se registraba una
gran variedad de actividades desde hacer rejas y
soldaduras hasta la venta de porcinos criados por
el trabajador.
Era tradición en el obrero argentino construir
su propia casa. En ese sentido se pueden trazar los
ciclos económicos de la clase obrera tanto por el
tipo como por los agregados y el estado de la
vivienda. Así, la situación habitacional entre los
obreros metalúrgicos es variada, dependiendo de
la época de llegada a la zona y la situación
económica de cada familia. Es notable que, como
efecto de la crisis económica
durante la década de 1980, se
deterioró la vivienda en general
y se tornó más difícil para el
joven trabajador construir la
propia. Se calcula que el 50% de
los afiliados a la UOM Quilmes
eran dueños de su propio
hogar. Del resto, muchos de los
más jóvenes vivían con los pa-
dres, y entre los migrantes una
cantidad importante habitaba
en casillas en las villas de emergencia.
Aproximadamente el 10% de los afiliados al
sindicato eran mujeres. Por lo general al casarse
tendían a dejar de trabajar. La mujer metalúrgica
encontraba muchos problemas para participar
gremialmente tanto por las actitudes de sus
compañeros masculinos, como por las presiones
familiares y las mismas limitaciones culturales que
imponen un rol social determinado a la mujer.
Los ámbitos de sociabilidad de la familia
metalúrgica eran el lugar de trabajo y el barrio. En
el caso del obrero, éste dividía la vida pública de la
familia. Por lo general se salía con amigos
obtenidos en el lugar de trabajo o en los conflictos
gremiales. El club de fútbol, las barajas los
domingos a la mañana, el ir a pescar los fines de
semana parecen haber sido actividades típicas.
La relación familiar se daba con el barrio,
jugando aquí el rol principal la esposa del obrero
metalúrgico. El asado, la charla entre familias y la
visita al hogar de amigos eran actividades típicas.
Había una cierta participación en las sociedades
de fomento de la zona y su organización del ocio,
aunque estas actividades (por ejemplo los bailes)
se han ido reduciendo desde 1975. La familia no
participaba necesariamente del club social ni de
las actividades del obrero con sus compañeros de
trabajo.
El nivel de religiosidad parece haber sido bajo.
En general los trabajadores entrevistados se
reivindicaban cristianos pero no practicantes,
manifestando a menudo desconfianza hacia la
Iglesia. A su vez expresaban que sus esposas eran
“más creyentes”.
Es evidente que la relación social entre
compañeros de trabajo reforzaba la solidaridad
gremial. Al mismo tiempo la estrecha relación de la
familia, aunque no del obrero, con el barrio
posibilitaba el apoyo de la comunidad a los
conflictos fabriles en la medida que estos
movilizaran a la esposa del trabajador.
El nivel cultural del trabajador metalúrgico
variaba de acuerdo con la edad, el
oficio y el lugar de trabajo. Era
mayor el índice de analfabetismo
entre los trabajadores más jóvenes
venidos del interior, aquellos con
escasa calificación, y los que
estaban empleados en pequeños
talleres. El sindicato calculaba
que la mayoría de sus afiliados en
los pequeños talleres eran
analfabetos funcionales. Además,
el obrero veía mucha televisión en
el hogar, particularmente el Canal 9, y escuchaba
la radio en el lugar de trabajo. Los diarios más
leídos entre los metalúrgicos eran
Crónica
y
Diario
Popular
que combinaban deportes y
sensacionalismo con una cantidad importante de
noticias gremiales. Se leía mucho el periódico
El
Metalúrgico
publicado por el sindicato. Existía un
número importante de autodidactas, especialmente
entre los obreros más antiguos.
Esta combinación generaba un bajo nivel de
politización partidaria y un alto grado de
conciencia gremial y social. Es notable el nivel de
orgullo como obrero metalúrgico que expresaron
los distintos entrevistados. En este sentido, a
mayor nivel de calificación, mayor nivel de
identificación como metalúrgico. Esto último era
producto del hecho que el obrero no calificado
tendía a migrar de empresa en empresa y de indus-
tria en industria como resultado de su fácil
disponibilidad y su vulnerabilidad a los ciclos
económicos. Es por esto que la inscripción y
asistencia en escuelas de oficios eran muy altas.
Era tradición en el obrero argen-
tino construir su propia casa. En
ese sentido se pueden trazar los
ciclos económicos de la clase
obrera tanto por el tipo como
por los agregados y el estado de
la vivienda.
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21
El oficio era valorado y considerado como motivo
de orgullo y prestigio social.
Es notable la oposición familiar a la
participación del obrero tanto en actividades
políticas como gremiales. La esposa tendía a
resistir que el marido se convirtiera en activista
por miedo a problemas e inestabilidad. Esto sería
producto de la represión y persecución sufrida por
el activismo en la zona durante la dictadura de
1976-1983. Contradictoriamente, la experiencia
organizativa y el oficio metalúrgico eran motivo de
orgullo familiar en el barrio, aspecto que rebotaba
en las actividades de las sociedades de fomento o
cuando se organizan ollas populares. Así los
organismos sociales de la zona tendían a buscar el
apoyo y la participación de los metalúrgicos.
En cuanto a participación política, la vasta
mayoría se autodefinió con simpatías peronistas.
Los mismos activistas peronistas
del sindicato calcularon que 75%
de los afiliados a la UOM
Quilmes respondían a esa
tendencia. Sin embargo, también
calcularon que entre 30 y 40% de
ese por ciento “se la creen”.
O sea, se calcula que un 25% de
los obreros metalúrgicos de
Quilmes pertenecen a lo que
Kirkpatrick llamó “el núcleo
peronista”.
18
Esto se vio
confirmado en distintas
entrevistas. Los testimoniantes
tendían a expresar “soy
peronista de corazón, pero no
creo en los políticos”; “era peronista cuando Perón
[
vivía
]”. En este sentido se notó una erosión del
peronismo como proyecto político, o como lealtad
política, aunque no como simpatía y recuerdo de
tiempos mejores.
El restante 25% de los afiliados de la UOM
pertenecían a una amplia gama de otras
tendencias políticas, siendo notablemente las más
numerosas la Unión Cívica Radical y la izquierda
(Partido Comunista y Movimiento al Socialismo).
Sin embargo, si entrecruzamos respuestas con
filiación y “núcleo de lealtad” nos encontramos
que la mayoría de los trabajadores se autodefinían
como “independientes” con tendencia hacia el
peronismo. Esto sería expresión de lo mencionado
más arriba como “tendencia hacia un bajo nivel de
politización partidaria”.
Es notable que entre los delegados de fábrica
hubiera una cantidad desproporcionada de no
peronistas. La razón aparente de esto es que para
el trabajador la filiación política incidía menos que
otras características, a nivel de elegir a sus
representantes inmediatos. Distintos entrevistados
explicaban la elección de su delegado con
términos como “honesto”, “combativo”, “buen
compañero”, “era el que quería” y rara vez por su
filiación.
Lo que surge de todo esto son una serie de
características complejas, pero que hacían al
trabajador metalúrgico en Quilmes muy unido,
estrechamente ligado a la comunidad, con un alto
nivel de conciencia gremial y de sus intereses
como clase. Por eso las respuestas a la crisis
económica, a las que se enfrenta la zona después
de 1980, tendían a ser colectivas con un alto
contenido clasista.
Las características socioeconómicas y
culturales de los afiliados a la UOM Quilmes se
conformaron en un proceso
histórico concreto. Este proceso
muestra aspectos de continuidad
y ruptura que marcaban tanto a
la legitimidad de las
representaciones en la zona
como a la relación entre el
trabajador y la democracia como
sistema institucional. Para la
vasta mayoría de los
metalúrgicos de la Seccional
Quilmes había una vinculación
estrecha de la experiencia
histórica realizada durante el
decenio 1975-1985.
En 1974, con la muerte de
Juan Domingo Perón asumió la presidencia de la
Nación su viuda, “Isabel” Martínez. Apoyada por
la cúpula sindical, encabezada por el Secretario
General de la UOM nacional Lorenzo Miguel, se
desató una violenta guerra en contra de las
tendencias gremiales combativas y “clasistas”, que
pugnaban por desplazar a una dirigencia
burocratizada y reemplazarla por otra
representativa de la base gremial. En estas
tendencias sindicales incidían con fuerza el
peronismo revolucionario, fundamentalmente la
Juventud Trabajadora Peronista (JTP), y la
izquierda marxista.
19
Hacia 1975 la zona sur del Gran Buenos Aires
era un foco de activismo sindical centrado en la
conformación de la Coordinadora de la Zona Sur
de Mesas de Gremios en Lucha. Esta Coordinadora
reunía a activistas, delegados y comisiones
internas opuestas a las conducciones gremiales.
Explicó un obrero:
Las coordinadoras eran algo que
Es notable la oposición familiar
a la participación del obrero tan-
to en actividades políticas como
gremiales. La esposa tendía a
resistir que el marido se convir-
tiera en activista por miedo a
problemas e inestabilidad. Esto
sería producto de la represión y
persecución sufrida por el
activismo en la zona durante la
dictadura de 1976-1983.
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22
fue surgiendo naturalmente. Ante el hecho que la
burocracia sindical sistemáticamente boicoteaba y
obstruía el movimiento, la gente rápidamente hace
experiencia y se empieza a dar la coordinación del
activismo. Primero entre las fábricas del mismo gremio
y después se hace más general. El eje
[en la zona Sur]
lo hacen las fábricas metalúrgicas. Estaban dirigidas
por la oposición combativa; sectores ligados a
Montoneros y después también al resto de la
izquierda.
20
En junio de 1975, el ministro de Economía
Rodrigo anunció un “tratamiento de shock” para
la economía argentina.
21
Esto desató conflictos en
numerosos gremios con ocupaciones de fábrica y
movilizaciones a través del mes.
22
Si bien la
dirigencia sindical vaciló frente a la postura
gubernamental, el sindicalismo combativo y el
activismo radicalizado intentaron canalizar el
descontento. Las coordinadoras se
lanzaron a la movilización. Mientras
los líderes sindicales hacían una
última tentativa por evitar la
confrontación, miles de trabajadores
comenzaron a abandonar las
fábricas.
23
La Coordinadora de Zona
Sur llevó a miles de obreros
metalúrgicos, mecánicos y textiles
hasta la Plaza de Mayo.
24
A
principios de julio, la CGT ante la
presión de las bases declaró una
huelga general de 48 horas: la
primera realizada bajo un gobierno
peronista. Fue la última gran
movilización previa a la dictadura
de 1976.
Muchos obreros y activistas de la UOM
Quilmes de la década bajo estudio, dirigidos por
Francisco “Barba” Gutiérrez, participaron de la
experiencia de la coordinadora. Los metalúrgicos
de Quilmes integraron una de las grandes
columnas que se desplazaron a la Casa de
Gobierno durante el “Rodrigazo”. Esto marcó la
experiencia de los activistas veteranos y era un
punto de referencia constante para los nuevos.
Tanto “el Rodrigazo” como la Coordinadora,
dejaron una herencia de protagonismo obrero
desde las bases en la zona.
Gutiérrez había comenzado a trabajar en la
zona en 1970. Entre 1972 y 1975 fue delegado ge-
neral de su fábrica, SAIAR. Miembro de la JTP,
también fue integrante de la Mesa Nacional de la
Coordinadora de Gremios en Lucha, en el año
1975.
25
En la práctica de aquel entonces Gutiérrez
era la expresión viva de esa herencia movilizadora
de enfrentamiento con el Estado y la burocracia
sindical.
Ya en aquel entonces Gutiérrez y otros
numerosos metalúrgicos trabajaban para
democratizar el gremio. Recordaba un activista
que estaba en la Seccional en esa época:
Nuestro
proyecto era el del sindicalismo combativo. Ya en otra
época los compañeros viejos contaban que hubo una
Lista Marrón que fue impugnada. O sea se viene
trabajando desde hace mucho.
26
El golpe de estado de marzo de 1976 cerró el
auge de masas que culminó en 1975, y al mismo
tiempo se inició la resistencia obrera a la
dictadura. El concepto mismo de “resistencia”
constituye toda aquella actividad que directa o
indirectamente se realiza en oposición a los
objetivos y plazos del proyecto de poder de la clase
dominante.
27
Es importante comprender las
limitaciones de esta resistencia que
pocas veces se generalizó tanto como
para constituirse en una crítica
implícita a las relaciones de
producción capitalista.
28
La oposición
del trabajador a la “eficientización”
que planteaba el plan económico de la
dictadura no se extendió a un
cuestionamiento abierto del derecho
del empresario a administrar sus
plantas fabriles.
Es evidente que a pesar de estos
límites, la resistencia de los obreros
representaba un desafío implícito a
ciertos aspectos fundamentales de la
organización de la producción
capitalista y al proyecto económico
dictatorial; particularmente en lo que se refiere a la
necesidad de readecuar el aparato económico a la
concentración y la competencia internacional a
través del aumento de la tasa de explotación. A
pesar de la inexistencia de un reto al control
empresarial explícitamente articulado, el resultado
concreto de la insistencia de los obreros en lo que
se refiere a la reinterpretación de niveles
aceptables de rendimiento condujo a un
enfrentamiento inevitable con los empleadores
29
y
con el régimen dictatorial.
Esta resistencia se desarrolló casi
espontáneamente a poco de comenzada la
dictadura. La reacción inicial de los trabajadores
al golpe fue cautelosa. Las causas de esta
situación provenían de la represión del período
anterior al golpe. Al mismo tiempo esa experiencia
brindó el conocimiento y las condiciones
necesarias para la resistencia.
30
Por un lado hubo
Mientras los líderes
sindicales hacían una
última tentativa por
evitar la confrontación,
miles de trabajadores
comenzaron a abando-
nar las fábricas. La
Coordinadora de Zona
Sur llevó a miles de
obreros metalúrgicos,
mecánicos y textiles
hasta la Plaza de Mayo.
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23
cautela e incertidumbre, pero al mismo tiempo
comenzó la búsqueda de las mejores formas para
resistir al aumento en la tasa de explotación que
implicaba el plan económico dictatorial. Lo difícil
y complejo del momento lo reflejó un obrero:
Había
un cansancio. Porque vos de repente confiás en una
dirección y ésta no cumple. Así se llega al golpe del 76,
que fue muy duro.
[En mi fábrica]
el día del golpe no
fue nadie a trabajar. Yo estuve unos días con parte de
enfermo. Ahí surge la resistencia. Hubo el intento de
decir, bueno ¿qué hacemos? ¿Qué se puede hacer por los
tipos que cayeron presos? Mantengámonos
organizados
.
31
Así encontramos que la reacción de los
trabajadores al golpe de estado combinaba cautela,
confusión, reacomodo a la nueva situación y
búsqueda de canales de organización que
posibilitasen la resistencia. Este proceso fue
sumamente costoso puesto que los sectores más
combativos y mejor organizados, como los
metalúrgicos, defendieron sus
conquistas, sufriendo como
consecuencia los efectos de la
represión.
La dictadura militar de 1976
vino a cortar el desarrollo del
activismo gremial combativo en
Quilmes. Hubo una represión
salvaje en la zona. Delegados y
activistas fueron encarcelados. El
mismo Gutiérrez ya había sido
detenido antes del golpe. Dos meses
después del golpe fueron
desaparecidos veinte activistas metalúrgicos de la
zona.
32
Pero eso no terminó con la resistencia de
los metalúrgicos de Quilmes. Recordaba un obrero:
Nosotros trabajamos, seguíamos trabajando, no sólo en
la fábrica sino políticamente
.
33
Un activista de esa
época recordó que:
cuando el “Negro”
[Gutiérrez]
cae en prisión nosotros seguimos con la misma política
organizando desde abajo. En mayo o junio de 1976 la
represión levanta como a veinte compañeros. Quedaban
tres delegados. Los torturadores les dicen a los
compañeros “tenemos información que hay tres que
siguen molestando”. Mientras tanto hacíamos colectas
para los compañeros presos. Hacíamos y distribuíamos
volantes. La gente era consciente que el que recolectaba
dinero si lo agarraban lo metían preso pero nunca nos
dio la espalda.
34
Otro de los activistas que sobrevivió al período
fue desaparecido y torturado tres veces. Activista y
fundador de la Lista Naranja de la UOM de
Quilmes, recordó:
Teníamos comunicación con el “Ne-
gro” a través de la familia. En la fábrica hacíamos
volantes que se distribuían adentro. Se seguía
dirigiendo desde afuera. Venían los compañeros al
alambrado y se ponían a charlar con vos. Seguíamos
dirigiendo a los delegados y de ahí a la fábrica. Todo
basado en la experiencia de la Coordinadora.
35
Junto con las nuevas formas de lucha se
fueron forjando nuevas camadas de activistas que
encararon la resistencia. En general los nuevos
activistas surgieron de muchas formas distintas a
través del país. Sin embargo, en todos los
testimonios queda en claro el importantísimo rol
que jugaron los activistas del período anterior que
lograron sobrevivir en el marco de la represión.
Víctor, viejo activista en el gremio de la
construcción logró, a fines de 1978, organizar un
grupito de gente en Neuquén.
36
En el Ingenio
Ledesma de Jujuy se mantuvo la tradición gremial
sobre la base de los activistas que se formaron bajo
la dirección de Melitón Vázquez, en ese entonces
exilado en Bolivia.
37
Ramón, viejo militante en el
gremio de la construcción organizaba
en su barrio.
38
Jorge, joven obrero de la
UOM de Quilmes, comenzó a activar
en su fábrica junto con un viejo
militante.
39
“Pata”, por ese entonces
militante del grupo trotskista Política
Obrera (PO), contó:
La actividad política
profesional, la agitación y propaganda se
mantuvo. Claro, había que preservarse
mucho. Eso marca el activismo que va a
surgir. Era distinto que el del período del
Cordobazo, en el sentido que no tenía
semejante profundidad pero era más vasto.
Por ejemplo, en la primera fábrica en que trabajo
después del golpe, yo que estaba con un miedo bárbaro
veía que hacían reuniones. Eran asambleas. Los
delegados eran recibidos por los patrones, y la gente
chillaba por reivindicaciones elementales. Y ahí había
gente que llevaba el diario
[de PO].
40
En la UOM de Quilmes a pesar de lo duro de
la represión se logró mantener un trabajo sobre la
base de nuevos activistas. En todos los casos
entrevistados se destacó la importancia de la
unidad entre los trabajadores al margen de sus
banderas políticas. Por ejemplo, un delegado de
Hidrodinámica Vázquez recordó:
Salió de ahí un
frente importante que llegamos a dar muchas soluciones.
Inclusive paramos un par de veces que hubo despidos.
Hicimos conquistas mínimas, pero se logró. Era difícil
luchar con el sindicato
[intervenido]
. La comisión interna
no figuraba, no existíamos para el sindicato. Organizamos
dentro de la empresa y luchábamos para los compañeros.
No tuvimos problemas con la represión porque era todo
muy de base
.
41
(...) la resistencia de los
obreros representaba un
desafío implícito a cier-
tos aspectos fundamen-
tales de la organización
de la producción capita-
lista y al proyecto eco-
nómico dictatorial.
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24
Durante la dictadura, la Seccional fue
intervenida por un militar, que estuvo al frente de
la misma durante dos años. Después la dejó en
manos de los dirigentes burocráticos elegidos an-
tes de 1976, mientras seguía cobrando el sueldo.
Contó un obrero:
Al principio no había delegados.
Cuando el Gerente General quería decirle algo a los
trabajadores elegía dos o tres que eran los que llevaban
y traían.
42
La gente que se hizo cargo de la
Seccional en ese momento eran los dirigentes
burocráticos de 1975. Explicó un delegado: [El
Secretario General]
tenía relación directa con la
represión, él era el que les pasaba la lista de los
compañeros y el que estaba al frente de la Seccional
cuando levantaron la intervención
.
43
Agregó otro:
Yo
conseguí trabajo después de que me echaron en
Avellaneda por llevar adelante un conflicto. Era más o
menos 1981. Cometí un error. Me afilié al sindicato; de
ahí pasaron el informe a la empresa que me despidió un
12 de octubre. Ni siquiera esperaron a fin de mes, tan
apurados estaban
.
44
Así decayó el
número de afiliados a la Seccional.
El desarrollo de la resistencia y el
surgimiento de nuevos activistas
marcaron un cambio hacia 1979-
1980. Este cambio ocurrió junto con
los comienzos de la crisis del
proyecto económico de la dictadura,
con una leve reducción en los niveles
represivos, y con la substitución del
general Viola por el general Videla al
frente del gobierno. La nueva
situación se puede ver más
claramente si consideramos el
ejemplo del conflicto y toma de la
fábrica metalúrgica Littal S.A. en Avellaneda, a
principios de 1981. El conflicto es revelador
porque muestra las conexiones entre la militancia
de base en el lugar de trabajo con fábricas de la
zona, en este caso de Avellaneda y Quilmes.
Asimismo, es importante al expresar cómo se
generaron nuevos activistas que después
participaron de la experiencia de la UOM Quilmes.
Hacia 1979, Littal S.A. tenía cerca de 300
obreros, en su mayoría mujeres, que estaban
afiliados a la UOM, Seccional Avellaneda. En ese
momento la Seccional no estaba intervenida. El
desarrollo del conflicto lo describió uno de los
activistas que lo encabezó:
Pregunta:
¿Cómo empezaron a activar en Littal?
Jorge:
Ahí dominaba la UOM Avellaneda.
Siempre que tratabas de hacer algo acordaban entre el
gremio y la patronal y te despedían. Entonces hicimos
un trabajo distinto entre un grupo de compañeros. Nos
empezamos a meter junto con la burocracia, en el
sindicato. Nos reuníamos con ellos, tratando de
disimular la forma de pensar, reventábamos de bronca
pero nos callábamos. Logramos que a un compañero que
estaba con nosotros lo nombraran delegado por
mantenimiento. Una vez que estábamos firmes empezamos
a dar la cara. Había compañeros de todo tipo de ideología.
Pero era una cosa muy tapada por el momento.
Pregunta:
¿Eran ustedes muchos compañeros?
Jorge:
Más o menos 12 o 14. Un grupo bastante
fuerte. Cuando logramos tener un delegado en el taller
no pasaba una semana que no teníamos una asamblea. Y
ahí nos hicimos fuertes, por algunas cosas que habíamos
conseguido. Éramos tan fuertes que una vez firmaron
un acta de compromiso, el sindicato con Littal, y
nosotros en una asamblea les hicimos romper el acta.
Ahí empezaron los grandes choques. Tanto con la
burocracia como con la patronal. Hacen sondeos a ver si
podían hacer despidos y eso. Y al primer síntoma
hicimos un paro.
Pregunta:
¿En qué año fue esto más
o menos?
Jorge:
79, 80. Plena dictadura.
Cuando llega la recesión empieza a
golpear la fábrica. Se cortan las horas
extras, empieza el retiro voluntario. Ahí
es cuando quedan 160 compañeros. A
fines de abril de 1981 empiezan a sus-
pender porque la crisis ya estaba, y nos
adeudaban varias quincenas. Estuvimos
todo el mes de mayo luchando. La represión
era un poquito menos fuerte. En el
sindicato no podíamos reunirnos porque lo
teníamos en contra. Entonces empezamos
un grupo a reunirnos, primero en bares, y después en una
parroquia
.
Pregunta:
¿Así se desató el conflicto?
Jorge:
Nos reunimos un mes. Ya teníamos la
promesa de la fábrica de que iba a pagar. La mañana en
que no pagó invitamos a todos los compañeros.
Vinieron un montón, sobre todo compañeras, que son
muy lentas para arrancar, pero cuando lo hacen no las
paran más.
La idea era conseguir el dinero y después luchar
por la fuente de trabajo. Cuando hacemos esas
reuniones vienen los compañeros de la fábrica SERMA,
que está en frente de Hidrodinámica Vázquez aquí
[en
Quilmes]
, que habían tenido un problema similar. En
conjunto la comisión de Littal y la de SERMA fuimos a
ver a los compañeros de FAE, una fábrica de SMATA en
Avellaneda.
La bronca fue subiendo porque cuando fuimos a
cobrar, no nos pagaron. Esa tarde fuimos muchos
Explicó un delegado:
[El Secretario General]
tenía relación directa
con la represión, él era
el que les pasaba la
lista de los compañe-
ros y el que estaba al
frente de la Seccional
cuando levantaron
la intervención.
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25
compañeros a la sede de la UOM Avellaneda, e hicimos
una reunión dentro del gremio. Y tanto fue creciendo la
bronca que no medíamos que estábamos en una
dictadura y en el sindicato dirigido por una de las
peores burocracias. Bueno, fue tanta la bronca que
[el
dirigente de la UOM Avellaneda]
se tuvo que poner a
la cabeza de la lucha. Fuimos a la fábrica, y en un
momento
[el dirigente]
dijo “bueno si acá, a tal hora,
no aparece el dinero, vamos a tomar la fábrica”. Fue ahí
cuando nosotros dijimos: “Está bien vamos a esperar
hasta esa hora, si el dinero no viene tomamos la
fábrica”. Llegó la hora y no apareció nadie. Tiramos el
portón abajo y tomamos la fábrica. Estuvimos toda la
noche y todo el día siguiente. Finalmente nos pagaron
todo.
Pregunta:
¿Cómo decidieron quiénes se ponían al
frente de la lucha en Littal?
Jorge:
Éramos los mismos que poníamos la cara en
las asambleas, en todo. Nos fuimos haciendo en la
práctica.
Pregunta:
¿Y el temor a la
represión?
Jorge:
En ese momento no medíamos
las consecuencias. Era tanta la bronca que
había.
45
Es evidente que si bien la
protesta de la clase obrera no expresó
un proyecto de sociedad concreto,
éste existía en su práctica y
reivindicaciones cotidianas. Como
bien lo refleja el testimonio
presentado más arriba, existen
aspectos que llevan a un
cuestionamiento implícito del sistema. En las
medidas de la clase obrera argentina había un
gran énfasis en el control sobre la producción por
encima del respeto a la propiedad privada. Las
reivindicaciones no eran solamente salariales sino
que también reivindicaban el derecho a la
organización social, y ante todo definían el terreno
de lucha no tanto en el nivel económico sino en el
de la autoridad. Así, por encima de las
reivindicaciones salariales muchas veces se
encuentra la lucha contra conceptos tales como la
prescindibilidad y la productividad, contra la
autoridad del capataz o de las fuerzas de
seguridad por encima de la comisión de fábrica, o
en contra del negociar por oficio o por lugar de
trabajo y no por industria. Asimismo, el énfasis en
la solidaridad de clase refleja un modelo social en
el cual el acento se encuentra en el grupo y no en el
individuo.
Es en estas condiciones que a principios
de 1983 surgió la Lista Naranja en la UOM Quilmes.
Surgió en un contexto de crisis de la zona, como
producto de la resistencia y de la continuidad
histórica, y como respuesta a una dirección que
intentaba colaborar con el proyecto dictatorial
para el sindicalismo. Explicó un empleado de la
Mutual de la UOM Quilmes, en 1988
: La gente que
estuvo antes trabajó muy bien, pero para ellos. Se
enriquecieron y fueron cómplices de la intervención
militar
.
46
Dijo un delegado de fábrica:
En esa época
nadie quería venir al sindicato. Fíjese en agosto de
1981, en una maniobra rara, la fábrica cierra tres días y
sólo quedan 10 compañeros trabajando, sobre 180. Vine
al sindicato y por la forma en que lidiaban yo, que tenía
experiencia, me dije “aquí nos vendieron”.
47
La Lista Naranja se organizó en torno a la
figura de Francisco Gutiérrez.
48
Si bien los
integrantes de la Lista eran principalmente
peronistas, también incluyó afiliados del Partido
Intransigente junto con activistas del trotskista
Movimiento al Socialismo (MAS) y de
la Unión Cívica Radical.
A principios de 1983, Gutiérrez,
ya en libertad, comenzó a trabajar en
torno a organizar la Lista Naranja. Se
comenzó a partir de viejos
compañeros sobrevivientes de la
dictadura y de los obreros de la
fábrica SAIAR a la que había
pertenecido Gutiérrez. Al principio
había un poco de miedo, pero
empezamos a llegar así tibiamente con
algunos compañeros, a charlar así de a
uno, se fueron arrimando, un poco por la
propuesta, y siempre trabajando en base a cómo estaba
el gremio y qué era lo que nosotros queríamos
.
49
En ese entonces se definió que el proyecto que
debía caracterizar la Lista era una continuidad
con las ideas de la época anterior a 1976. Los
fundadores de la Lista especificaron que se tenía el
mismo objetivo de democracia sindical pero que
hay cambios por ser distintas etapas. Nosotros hacemos
nuestra plataforma sobre la base de las necesidades de
los metalúrgicos. Esto se hace en un sentido menos
partidista. Se trata de juntar a los compañeros que no
estaban relacionados con nosotros políticamente pero sí
tenían un objetivo en común que era la recuperación del
sindicato
.
50
Se hizo un primer acto al que asistieron 200 o
300 obreros metalúrgicos, casi todos de SAIAR:
Era
la fábrica casi completa porque el Negro
[Gutiérrez]
es
un referente
.
51
Después se hicieron tres asados más
con casi 3.000 trabajadores. Aquí se nota la
continuidad con los criterios desarrollados antes
(...) si bien la protesta de
la clase obrera no
expresó un proyecto
de sociedad concreto,
éste existía en su
práctica y
reivindicaciones
cotidianas.
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26
de la dictadura de 1976. Recordaron los
organizadores de la Lista:
En 1972 a Gutiérrez lo
conocían todos. En 1983 los jóvenes tienen una buena
imagen a través de los viejos. Los compañeros que
echaron de SAIAR, entraron a trabajar en talleres y
seguían con la misma política. Decían “yo trabajé con
fulano, y vos sabés que las cosas las hacíamos así”.
Salían de una escuela; era la mejor recomendación.
52
Esto lo confirmó un delegado de Industrias
R.A.B., que llegó a la Seccional en 1984. Dice:
Yo no
lo conocía a Gutiérrez, pero sabía por los compañeros
qué es lo que había hecho en 1975. Y también sabía cuál
era la conducta de la
[Lista]
Celeste. No había ninguna
duda a quién había que apoyar
.
53
A pesar de esto, la
conformación de la Lista no se logró
sin roces y tensiones entre las
distintas concepciones políticas que
la conformaban. Hubo tironeos entre
la izquierda y los activistas
peronistas. Había diferencias en
cuanto a la visión política nacional
donde chocaban el “clasismo” de la
izquierda con el “populismo”
peronista. En ambos casos incidió la
relación entre los activistas
sindicales y sus respectivas
filiaciones partidarias. La tendencia
del peronismo a ver a los sindicatos
como “una rama” del Partido
Justicialista dificultó la relación con
otras fuerzas políticas o con
activistas independientes. Las
diferencias en las percepciones
sindicales y de política nacional se
tradujeron en disputas por espacios
y cargos en la Lista. De hecho, los
peronistas lograron reducir la
participación de la izquierda en la misma. Si bien
esto hizo peligrar la unidad, la izquierda optó por
no romper la alianza electoral. En todo este
proceso, tanto la representatividad de la figura de
Gutiérrez como la propuesta planteada y el hecho
de que se vislumbraba la posibilidad de derrotar al
oficialismo, lograron contener el conflicto y
mantener la unidad.
Si bien el oficialismo trató de desprestigiar a la
Lista Naranja, no tuvo éxito. Contó una
trabajadora en ese entonces empleada del gremio:
La reacción del oficialismo a la Lista Naranja era
violenta. Los veían como matones que iban a entrar y
romper todo cuando los matones eran ellos. El sindicato
estaba lleno de armas y de gente armada que no eran
trabajadores. Era abrir un escritorio y encontrarte con
un revólver. Era ir a la cocina y encontrarte con
policías y gente con escopetas
.
54
La clave del triunfo se encuentra en varios
factores que se entrecruzan. La crisis económica y
la participación de los dirigentes de la Lista
Celeste junto a la intervención militar del gremio
durante la dictadura habían resquebrajado su
legitimidad frente a la base sindical. Asimismo, la
numerosa cantidad de pequeñas y medianas
fábricas en la zona hacía más difícil el control por
parte de la dirección gremial. Por último, la razón
del triunfo se debió no sólo en la trayectoria de
quiénes conformaron la Lista Naranja sino
también en cómo trabajaron.
Fue en la práctica concreta donde
la Lista Naranja se fue ganando la
confianza de los afiliados. A pesar de
las tensiones, se garantizaba la
participación y se minimizaban las
diferencias políticas. Explicó un
activista de la Lista:
Nos dimos cuenta
que teníamos que hablar de
reivindicaciones de tipo gremial y no de
política, que se deja de lado para
dedicarnos a la recuperación del gremio
metalúrgico. Eso sin dejar de lado ni
ocultar lo que somos
.
55
Agregó otro:
La
idea era juntar a todos los metalúrgicos
que tuvieran algo que hacer y decir y que
querían el nuevo sindicalismo
.
56
Un
tercero opinó:
Delegados tenemos de todo.
Hay una cantidad importante de gente que
si bien no es peronista concuerda con el
proyecto gremial. El primero que es claro
sobre esto es Gutiérrez. Se discute política
y se escucha, no se trata de cambiar lo que
piensa el otro
.
57
Este pluralismo democrático se
puede ver claramente si consideramos cómo
funcionó Lista Naranja. A principios de 1984 no
bajaban de 200 los obreros presentes en las
reuniones de Lista. Recordaba un delegado:
No lo
conocía a Gutiérrez. Pero un compañero de fábrica me
habla y me cuenta. Él me invita a una reunión, pero yo
no quería saber nada. Finalmente un jueves me
llevaron. Al ratito de comenzar la reunión pedí la
palabra, hablé y quedé enganchado. Fue en junio de
1983. Empezamos a trabajar en la fábrica con mucha
cautela porque el Secretario Adjunto de la Celeste era de
mi fábrica y nosotros éramos sólo tres de la Naranja.
Los compañeros respondieron bien. Hicimos 55 votos
contra once.
58
Esto lo confirmó otro obrero:
Vamos
trabajando fábrica por fábrica haciendo asambleas;
trabajo de hormiga. Tarea difícil. Mucha gente nos
Había diferencias en
cuanto a la visión políti-
ca nacional donde cho-
caban el “clasismo” de
la izquierda con el
“populismo” peronista.
En ambos casos incidió
la relación entre los
activistas sindicales y
sus respectivas filiacio-
nes partidarias. La ten-
dencia del peronismo a
ver a los sindicatos
como “una rama” del
Partido Justicialista
dificultó la relación con
otras fuerzas políticas o
con activistas
independientes.
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27
creía, otros no. Nuestro gran voto a favor era la
Comisión Directiva anterior que nunca les daba una
respuesta positiva. Los compañeros planteaban que
querían justicia
.
59
Así la Lista Naranja fue
reuniendo a los activistas que venían de antes de
la dictadura militar con los jóvenes que se fueron
formando entre 1981 y 1984.
Todo esto lo reflejó la conformación de la Lista
en sí. Como las elecciones se ganan con votos, los
cargos se repartieron con ese criterio. Un
integrante de la Lista explicó que:
Nosotros sólo
propusimos al compañero Gutiérrez. Lo demás se hace
proponiendo en cada caso de fábricas que
teníamos dentro de la agrupación que
hicieran asambleas por fábrica y se
nombraran los compañeros que iban a ir
en la lista. Así el Secretario Adjunto lo
nombró una de las fábricas más
importantes de la zona
.
60
Si bien en las
asambleas por fábrica ocurrieron
pujas y maniobras entre los distintos
sectores que conformaron la Lista
Naranja el resultado final fue que los
candidatos eran representativos. Esta
representatividad está demostrada en
el hecho de que la Lista necesitaba
unos 800 avales y presentaron cerca
de 3.000, o sea más de la mitad de los
afiliados a la Seccional en 1984.
El inicio de la apertura
democrática en el país, a partir de
diciembre de 1983, abrió en el terreno
sindical un período complejo que
demandaría discusiones y
realineamientos en lo político y en lo
sindical. Paralelamente se iniciaba en
la gran mayoría de los gremios el
proceso de normalización. De los
1.171 sindicatos a nivel nacional, 335
ya habían sido normalizados durante
la dictadura. De los 819 restantes, 612 (75%)
fueron entregados a las autoridades elegidas con
anterioridad al golpe de 1976, 113 (13,5%) tenían
comisiones transitorias designadas en los últimos
tramos del régimen militar y 94 (11,5%)
permanecían bajo intervención de “delegados
normalizadores”.
61
La mayoría de los sindicatos
grandes se encontraban en alguna de estas dos
últimas situaciones. Entre estos estaba la UOM
que, con 349.897 afiliados era el segundo en
importancia.
62
Uno de los primeros rasgos que distinguió ese
proceso, emprendido en 1984-1985, de las
experiencias anteriores, fue que la confrontación
reemplazó a la hegemonía de las listas únicas. En
1973-1976 el 67,4% de las elecciones fueron con
lista única y ello se redujo a sólo el 21,5% en 1984-
1985.
63
Otro aspecto que merece destacarse es el
que se refiere al grado de efectividad demostrado
por las oposiciones. Del total de elecciones que
hubo entre 1973 y 1976, en que participó alguna
oposición, en el 92% triunfó el oficialismo. En
cambio, en el período 1984-1985 el número de
victorias obtenidas por alguna fracción opositora
al sector que controlaba de manera absoluta o
mayoritaria se elevó al 45% de los comicios en que
participaron más de una lista.
64
De
importancia fueron las nueve
seccionales, sobre un total de 65, de
la Unión Obrera Metalúrgica en las
que triunfaron listas pluralistas en
contra de la conducción nacional.
En la UOM Quilmes la Lista
Naranja ganó las elecciones de 1984
y por primera vez la Seccional
contaba con una Comisión Directiva
combativa surgida desde las bases.
De ahí en adelante hubo un fuerte
trabajo para consolidar el triunfo y
tratar de cumplir con el programa
electoral. Donde se notó mucho el
cambio fue en el número de afiliados
y de delegados, y en su participación
en el sindicato. Si en 1984 sólo había
5.000 afiliados y 65 delegados, en
1988 había 333 delegados
representando a más de 9.200
afiliados. Durante los primeros dos
años, 1985 y 1986, después del
triunfo de la Lista se realizaron 35
congresos de delegados, cinco
asambleas generales de afiliados y
cientos de asambleas por fábrica. Las
asambleas del sindicato promediaron
entre dos y tres mil asistentes por vez.
65
El desarrollo de una mutual, la instalación de
un centro de salud, la compra de dos ambulancias,
y la creación de un Fondo de Huelga fueron
conquistas que muchos obreros entrevistados
resaltaron. También se consideró un logro funda-
mental el hecho de que la Seccional defendiera en
ese entonces a los activistas metalúrgicos contra la
persecución política y los despidos arbitrarios en
la zona. Esto tenía importancia puesto que las
patronales utilizaban el macartismo como táctica
antisindical.
Sin embargo, la situación para la nueva
conducción era difícil, en un contexto de crisis y
El desarrollo de una
mutual, la instalación de
un centro de salud, la
compra de dos ambu-
lancias, y la creación de
un Fondo de Huelga
fueron conquistas que
muchos obreros entre-
vistados resaltaron.
También se consideró
un logro fundamental el
hecho de que la
Seccional defendiera en
ese entonces a los acti-
vistas metalúrgicos
contra la persecución
política y los despidos
arbitrarios en la zona.
Esto tenía importancia
puesto que las patrona-
les utilizaban el
macartismo como
táctica antisindical.
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28
recesión de la actividad metalúrgica. Un relevo
somero de la prensa de la zona revela que en el
año 1985 hubo 45 conflictos por despidos,
suspensiones, salarios atrasados y persecución
contra delegados. La mayoría de estos (36) fueron
en defensa de las fuentes de trabajo e incluyeron
largos conflictos en fábricas como ADABOR. De
hecho, a principios de 1985, 1.300 trabajadores
metalúrgicos de la zona se encontraban en
conflicto; esta cifra decayó en junio de ese año
(345) para aumentar en octubre abarcando 450
obreros.
66
A su vez la policía intervino en los conflictos
de Bellina (4/9/85 y 8/10/85) y de
IMEGTÉCNICA (1/11/85). También ocurrieron
dos atentados con explosivos; uno al policlínico de
la UOM (7/11/85) y otro la clínica materno-
infantil del gremio (10/12/ 85). Inclusive esto se
agudizó en 1986 con una violenta represión
policial en el conflicto de SAIAR (17/6/86).
67
Ante esta situación de hostigamiento, el
sindicato respondió con la movilización de los
trabajadores. En febrero de 1985 la UOM Quilmes
conformó una comisión de solidaridad con
familiares, partidos políticos, y organizaciones
juveniles de la zona. Se buscaba así el apoyo de la
comunidad y sacar el conflicto a la calle. Las
demandas gremiales eran: 1) salarios dignos, 2)
cese de despidos y suspensiones, 3) devolución de
la obra social intervenida, y 4) reactivación del
aparato productivo.
68
Surge entonces que las causas más comunes
de los conflictos fueron despidos y suspensiones.
La mayoría de estos conflictos ocurrieron en
establecimientos pequeños y medianos y fueron de
duración cada vez más prolongada. En relación
con los resultados, la gran mayoría fueron
favorables a las empresas debido a la crítica
situación de la zona. Pareciera que los
trabajadores continuaban las medidas de fuerza
siendo conscientes de la situación. Lo hicieron por
“disciplina sindical”, es decir por criterio
transmitido de generación en generación de que
las medidas de protesta debían ser acatadas. Lo
hicieron también porque “perdidos por perdidos,
hay que hacerle pasar un mal rato a la patronal”,
como dijeron los entrevistados.
69
Al igual que Cieza, Wallace
et al.
, podemos
considerar que las implicancias de esta situación
eran de por sí complejas. Por un lado reflejaban la
crítica situación defensiva en la cual emergió el
sindicalismo argentino después de la dictadura
militar. Al mismo tiempo, expresaban que los
beneficios y conquistas obtenidas por los
trabajadores argentinos a partir de la apertura
democrática iniciada en 1983 dependían de la
capacidad de movilización y lucha de los
sindicatos. A su vez, el nexo entre los escasos
activistas sindicales combativos sobrevivientes al
régimen militar y los nuevos activistas surgidos en
ese período forjó nuevas experiencias. En este
sentido se trató de ir recuperando lazos de
solidaridad entre los trabajadores del mismo gre-
mio y de toda la región. Ejemplos de todo ello
fueron, en Quilmes, el acto de solidaridad con los
obreros de la carne de diciembre de 1984, el Festi-
val de Solidaridad con los trabajadores
temporarios del gremio cerveceros a mediados de
1985, los festivales en apoyo a los obreros
metalúrgicos de SAIAR en julio de 1986 y los de
Hidrodinámica Vázquez en la misma época.
70
En otras palabras, la apertura democrática
permitió la generación de nuevas formas de
solidaridad y participación a nivel gremial, que
expresaron la síntesis de las experiencias de la
década anterior. “Es parte de un proceso subterráneo
mediante el cual el movimiento popular empieza a
recomponer sus fuerzas para retomar un
enfrentamiento que alcanzó su máximo nivel en las
Coordinadoras de Base una década atrás”.
71
Como apuntamos anteriormente, todo esto
encerraba la potencialidad del cuestionamiento al
sistema. Es evidente que, para los trabajadores de
Quilmes, la expresión “democracia” iba
estrechamente asociada a “participación”. Pero
también se encontraba ligada a lo que se concebía
como “justicia social”. Desde esta perspectiva es
imposible un sistema político democrático que no
garantice un nivel de vida y condiciones de trabajo
adecuados.
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29
NOTAS
1
Entrevista con Horacio Rojas, secretario de prensa de la
UOM Quilmes (Quilmes, 16 de mayo de 1988).
2
Entrevista con un activista de la Lista Naranja (Quilmes,
14 de mayo de 1988).
3
Sobre el tema de la crisis orgánica en la Argentina
seguimos a Mónica Peralta Ramos,
Acumulación de capital y
crisis política en Argentina (1930-1974)
(México: Siglo XXI,
1978); y Juan Carlos Portantiero, “Clases dominantes y
crisis política en la Argentina actual”, en Oscar Braun,
comp.,
El capitalismo argentino en crisis
(Buenos Aires: Siglo
XXI, 1973).
4
Tanto para la definición de capitalismo monopólico de
estado, como para su relación con la democracia como
sistema político, ver: Agustín Cueva,
El desarrollo del
capitalismo en América Latina
(México: Siglo XXI, 1977); y
Tomás Amadeo Vasconi,
Gran capital y militarización en
América Latina
(México: Era, 1978).
5
Denuncia
, publicación mensual argentina (Nueva York,
octubre de 1981).
6
Véase Daniel Cieza, Santiago Wallace, Marta Simiele y
Mónica Driollet, “Conflictos laborales en la zona sur del
Gran Buenos Aires. Nuevas actitudes y formas de
organización”, en
Aguafuerte, Revista de Ciencias Sociales
Nº 1
(Buenos Aires, julio/septiembre de 1988).
7
Basado en: Unión Obrera Metalúrgica, Seccional Quilmes,
Características socioeconómicas y transformaciones político-
organizativas
(Quilmes, marzo de 1989). Estudio realizado
por el sociólogo Daniel Hernández. También: Cieza,
et alia
.
Op. cit.
8
INDEC. Censo poblacional de 1980.
9
UOM Quilmes,
Documento interno sobre la intervención
militar a la UOMRA
(Quilmes, 3 de diciembre de 1985).
Elaborado, discutido y aprobado por el Congreso de
delegados de la Seccional Quilmes y su Comisión Directiva
como aporte al Congreso Nacional Extraordinario de
Delegados, reunido en Mar del Plata del 11 al 13 de
diciembre de 1985.
10
INDEC. Encuesta Permanente de Hogares, 1985, 1988.
11
Las agencias de contratación son parte de un sistema
surgido en la década de 1960 que se ha extendido en la de
1980, a partir del creciente desempleo y la oscilación en la
capacidad fabril ocupada.
12
Cifras elaboradas sobre la base de datos de los archivos
de la Secretaría de Organización de la UOM Quilmes, por
Daniel Hernández.
13
INDEC. Censo Nacional Económico, 1985.
14
UOM Quilmes.
Notas para una caracterización de las
patronales metalúrgicas en Quilmes, Berazategui y Florencio
Varela
(Quilmes, marzo de 1989).
15
La cifra de 9.200 afiliados de la UOM Quilmes fue
especificada por Francisco Gutiérrez en una entrevista en
Quilmes, el 14 de junio de 1988.
16
Agradezco la ayuda que me proporcionaron los
integrantes de la Escuela Sindical de la UOM Quilmes:
Ernesto Crescente, Daniel Hernández, Mónica Pini y
Patricia Hernández.
17
Obispado de Quilmes.
Historia de Quilmes
(Quilmes,
1986).
18
Jeane Kirkpatrick,
Leader and Vanguard in Mass Society. A
Study of Peronist Argentina
(Cambridge: M.I.T. Press,
1971).
19
De acuerdo con Daniel James, el
clasismo
implicaba el
reconocimiento de la naturaleza irreconciliable entre la
patronal y el obrero. Por lo tanto presentó un modelo
alternativo de sindicalismo basado en el énfasis
antiburocrático, la democracia interna y la participación
masiva. Su época de auge fue entre 1968 y 1975. Ver:
Daniel James,
Resistance and Integration: Peronism and the
Working Class, 1946-1976
(Cambridge, Mass.: mimeo). Para
el período ver también: Juan Carlos Torre,
Los sindicatos en
el gobierno, 1973-1976
(Buenos Aires: CEAL, 1983); y Oscar
Anzorena,
Tiempo de violencia y utopía (1966-1976)
(Buenos
Aires: Contrapunto, 1988).
20
Entrevista con “Pata” (Quilmes, 7 de julio, 1988).
21
Anzorena,
op. cit.,
341.
22
Santiago Senén González,
El Poder Sindical
(Buenos
Aires: Plus Ultra, 1978), p. 90.
23
Anzorena,
op. cit.,
341.
24
Entrevista con Lucio (Quilmes, 17 de mayo, 1988).
25
La biografía de Francisco Gutiérrez se encuentra en los
archivos de la UOM-Q.
26
Entrevista con Lucho (Quilmes, 26 de mayo, 1988).
27
Para una discusión sobre el concepto de “resistencia”
obrera ver: Tim Mason, “The Workers’ Opposition in Nazi
Germany”,
History Workshop
11 (Spring 1981); y Pablo A.
Pozzi,
Hegemony, State, and Working Class. Argentine Labour
and the National Reorganization Process, 1976-1983
. PhD
Thesis, SUNY at Stony Brook, 1989.
28
Véase Daniel James, “Racionalización y respuesta de la
clase obrera: contexto y limitaciones de la actividad
gremial en la Argentina”,
Desarrollo Económico
, Nº 83
(octubre/diciembre de 1981).
29
Íbid
., 333.
30
Pozzi,
op. cit.
31
Entrevista con “Pata” (Quilmes, 7 de julio de 1988).
32
Esto ocurrió el 20 de octubre de 1976. Entrevista con
Lucio (Quilmes, 22 de agosto de 1988).
33
Entrevista con Lucio (Quilmes, 22 de agosto de 1988).
34
Entrevista con un activista de SAIAR. (Quilmes, 16 de
mayo de 1988).
35
Entrevista con “Chanchi” (Quilmes, 27 de mayo de
1988).
36
Entrevista a Víctor (Neuquén: 2 de mayo de 1986).
37
Ricardo Nelli,
La injusticia cojuda. Testimonios de los
trabajadores del azúcar del Ingenio Ledesma
(Buenos Aires:
Puntosur, 1988).
38
Entrevista con Ramón (Lanús: 28 de junio de 1988).
39
Entrevista con Jorge (Quilmes, 9 de diciembre de 1987).
Jorge fue metalúrgico en Avellaneda entre 1976 y 1981,
después pasó a Capital Federal, para radicarse en Quilmes
en 1984.
40
Entrevista con “Pata” (Quilmes, 7 de julio de 1988).
41
Entrevista con Rubén (Quilmes, 26 de mayo de 1988).
42
Entrevista con Jorge (Quilmes, 9 de diciembre de 1987).
43
Entrevista con “Chanchi” (Quilmes, 27 de mayo de
1988).
44
Entrevista con Jorge (Quilmes, 9 de diciembre de 1987).
45
Ídem
. En el momento de la entrevista Jorge era delegado
en la UOM Quilmes.
46
Entrevista con Lucho (Quilmes, 26 de mayo de 1988).
47
Entrevistado en Quilmes (23 de mayo de 1988).
48
La historia de la Lista Naranja es sobre la base de
entrevistas realizadas con sus integrantes, en Quilmes,
entre el 19 y el 28 de mayo de 1988.
49
Entrevista con Lucio (Quilmes, 22 de agosto de 1988).
50
Entrevista con Daniel (Quilmes, 26 de mayo de 1988). Si
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30
bien esto fue cierto, en líneas generales, a partir de 1987 se
nota un incremento en los niveles de “partidismo” por
parte de la conducción de la UOM Quilmes electa en 1984.
Gutiérrez utilizó el sindicato para apoyar la candidatura
del peronista Antonio Cafiero a la gobernación de la
provincia de Buenos Aires en 1987, a pesar de su alianza
con otros partidos políticos en la Seccional. Esto continuó
en 1988 y 1989 hasta el punto de apoyar la candidatura a
Presidente de la Nación del peronista Carlos Menem con la
abierta oposición de la izquierda en el gremio. De hecho,
durante la investigación de este trabajo pude presenciar
como distintos delegados, incluyendo peronistas,
cuestionaban esta postura ya que “el gremio es de todos”.
51
Entrevista con Lucho (Quilmes, 26 de mayo de 1988).
52
Entrevista con “Chanchi” (Quilmes, 27 de mayo de
1988).
53
Entrevistado en Quilmes (19 de mayo de 1988).
54
Entrevista con Elsa (Quilmes, 26 de mayo de 1988).
55
Entrevista con Lucho (Quilmes, 26 de mayo de 1988).
De hecho, la situación reseñada más arriba en la nota
48
llevó a una agudización de los conflictos políticos en la
Seccional. En la práctica, a partir de 1987, la conducción
peronista se dio una política de captar a los activistas de
otros partidos. Esto tuvo bastante éxito en cuanto a los
afiliados al Partido Intransigente que hacia 1988 habían
pasado al Peronista en su mayoría. En cambio, la relación
con la izquierda se tornó cada vez más conflictiva hasta el
punto de que en varias asambleas de la Seccional los
activistas del MAS y del Partido Comunista fueron
hostigados. Inclusive, la situación política había cambiado
lo suficiente en la Seccional que hacia 1989 la dirección
puso límites a los puntos de vista no peronistas que se
expresaban en la Escuela Sindical de la UOM Quilmes.
56
Entrevista con Rubén (Quilmes, 26 de mayo de 1988).
57
Entrevista con Daniel (Quilmes, 26 de mayo de 1988).
58
Entrevistado en Quilmes (21 de mayo de 1988).
59
Entrevista con Rubén (Quilmes, 26 de mayo de 1988). El
impulso dado a la participación desde la base por la
nueva conducción del gremio tuvo mucho éxito, hasta el
punto que generó toda una serie de fricciones dentro de la
Lista Naranja y en las asambleas sindicales. Los nuevos
delegados se acostumbraron a cuestionar las decisiones de
la conducción gremial y a proponer cambios con evidente
molestia de los dirigentes. Esta participación llegó al
punto de que en la elección de 1988 un sector cuestionó la
reelección de varios dirigentes.
60
Entrevista con Lucho (Quilmes, 26 de mayo de 1988).
Esta forma de elegir a los candidatos ocurrió solamente en
1984. En la elección de 1988, que volvió a ganar la Lista
Naranja, Gutiérrez y los candidatos elegidos en 1984
maniobraron para ser reelectos a pesar de que algunos de
ellos eran cuestionados por distintos sectores de la base.
Es evidente que si bien retenían un alto grado de
representatividad, esta se había erosionado.
61
Datos suministrados por el Centro de Estudios y
Formación Sindical (CEFS).
62
Eduardo Lucita, “Elecciones sindicales y
autoorganización obrera en Argentina”,
Cuadernos del Sur
Nº 3 (Buenos Aires: julio de 1985); p. 17.
63
Datos suministrados por el CEFS.
64
Lucita,
op. cit.
65
UOM Quilmes,
Por un futuro mejor
(Quilmes, 22 de
diciembre de 1986). Documento interno, balance de dos
años de gestión. Hacia 1989 se nota una cierta separación
entre la base y los dirigentes de la UOM Quilmes. La razón
principal de esto parece ser que después de cinco años de
haber sido electos, los dirigentes se han alejado de los
problemas cotidianos de las fábricas. Esto implica que fue
generando una lógica particular entre la conducción que la
ha ido distanciando de la base. Es notable que la
participación en asambleas y la disposición de los obreros
a postularse como delegados fabriles decae después de
1989. En parte esto es atribuible a la autoperpetuación de
la conducción. Más importante parece ser el efecto de la
crisis económica, la inestabilidad laboral y la crisis del
sindicalismo argentino en general.
66
Denuncias de la UOM Quilmes en:
La Gaceta
(9 de
febrero de 1985),
La Gaceta
(20 de junio de 1985), y
Pueblo
de la Nación
, año 1, Nº 9 (20 de septiembre de 1985). Es
evidente que las patronales otorgaron una especie de
“tregua” a la nueva conducción sindical hasta ver qué
actitud tomaba. A partir de 1985 comenzaron a hostigar al
sindicato y ya hacia 1987 adoptaron tácticas de desgaste
que incluían el provocar conflictos, suspensiones y
despidos.
67
El Sol
(4 de septiembre de 1985),
Diario Popular
(8 de
octubre de 1985),
El Sol
y
Diario Popular
(1° de noviembre
de 1985),
Tiempo Argentino
,
El Sol
,
Crónica
,
El Día
,
Diario
Popular
(7 de noviembre de 1985),
El Sol
(10 de diciembre
de 1985),
El Sol
(15 de junio de 1986).
68
La Voz
(23 de febrero de 1985).
69
Cieza, Wallace
et alia, op. cit
., 53.
70
Cieza, Wallace
et alia, op. cit
., 53.
71
Idem
.
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31
traduccione
s
A recuperação
sindical na década
de 1980:
O caso da
UOM Quilmes
Pablo A. Pozzi
O objeto deste estudo é o processo de
democratização das práticas
corporativas no sindicato União
Operária Metalúrgica, seccional
Quilmes, localizado na zona sul do
Gran Buenos Aires, durante um
período específico: 1984-1987.
O Gran Buenos Aires foi, entre 1973 e
1975, um dos epicentros da
combatividade operária do país. Foi ali
onde se geraram uns grandes
números de conflitos, à margem do
sindicalismo oficial. Aquele foi um
período de auge e ofensiva do
sindicalismo combativo. Nele se
combinaram as lutas por melhoras de
salários, a tentativa por deslocar a
chamada 'burocracia sindical' e uma
atitude de enfrentamento aberto e às
vezes violento com as patronais e o
Estado. O estudo combina trabalho de
fontes documentários junto com as
entrevistas a distintos protagonistas.
Pablo Pozzi é doutor em história,
professor titular do Departamento de
História e diretor do Programa de
História Oral da Faculdade de Filosofia
e Letras da Universidade de Buenos
Aires.
La récupération
syndicale dans les
années 1980:
le cas de la
UOM Quilmes
Pablo A. Pozzi
L'objet de cette étude est le processus de
démocratisation des pratiques
corporatives dans le syndicat Union
Obrera Metalúgica [Union Ouvrière
Métallurgique], siège de Quilmes, situé
dans la zone sud du Grand Buenos Aires
(banlieue de la ville de Buenos Aires)
pendant une période spécifique : 1984-
1987. Le Grand Buenos Aires a été,
entre 1973 et 1975, un des épicentres
de la combativité ouvrière du pays. C'est
là où de nombreux conflits se sont
générés en marge du syndicalisme
officiel. Ces années-là ont été une
période d'essor et d'offensive du
syndicalisme combatif. À l'intérieur de
celle-ci la lutte pour l'amélioration des
salaires s'est combinée avec l'essai de
déplacer la " bureaucratie syndicale " et
avec une attitude d'affrontement ouvert
et parfois violent envers le patronat et
l'État. Cette étude combine travail de
sources documentaires et des entretiens
à de différents protagonistes. Pablo Pozzi
est Docteur en Histoire, Professeur
titulaire du Département d'Histoire et
Directeur du Programme d'Histoire Orale
de la Faculté de Philosophie et Lettres de
l'Université de Buenos Aires.
The 1980‘s
syndical
recovery:
Quilmes
UOM Case
Pablo A. Pozzi
The objective of this piece of work is
looking into the democratisation
process of the Union Obrera
Metalurgica‘s Syndical work, in Quilmes
Area, which is located in the south part
of Gran Buenos Aires, during a specific
period: 1984-1987. Gran Buenos Aires
was, between 1973 and 1975, the
most important centre of the syndical
battle. There was the place in which a
great number of conflicts were born,
far away from the official syndicalism.
The mentioned period was one of glory
and struggle. They struggled for a
salary rise, for the attempt to erase the
called “syndicalist bureaucracy” and for
bringing in an attitude of an open face
to face discussion, at times violent,
between bosses and State. This piece
of work mixes history sources and
interviews to some of the witnesses.