image/svg+xml3232Oralidad,memoria e historia:cuestionesmetodológicas.Resonancias:Ciencia, Historiay MemoriaTexto de la conferencia dadapor el Dr. Antonio Torres Montenegroen el Encuentro Internacionalde Historia Oral “Oralidad y Archivos de la Memoria”,(Bogotá, Colombia, 5 al 7 de mayo de 2005).
image/svg+xml33IntroducciónEl camino que nos proponemos a recorrer eneste texto es bastante amplio, pues refleja una se-rie de lecturas y preocupaciones teórico-metodológicas que venimos acumulando a lo lar-go de los años. Buscamos estrechar un diálogoentre la filosofía, la historia y el psicoanálisis,teniendo como contrapunto el ejercicio del oficiodel historiador en su contacto constante con lasfuentes, sobre todo escritas y orales.1La primera cuestión a considerar remite areflexiones desarrolladas por dos filó-sofos de épocas completamente diver-sas y sobre temáticas también diferen-tes, pero, creo, con significativas con-vergencias. El primero es Gramsci ysus consideraciones acerca del hechode verse a todos los hombres comofilósofos, aunque sea preciso definirlos límites y las características de esa“filosofía espontánea”. Esa filosofíaestaría contenida y sería aprehendidaa través del propio lenguaje, el senti-do común, el buen criterio, la religiónpopular y el folclore.2En este sentido,la filosofía sería algo que se incorporaa un modus vivendi,adquirido a travésy en el propio proceso de socializa-ción o aculturación. Algo semejante sepuede pensar en cuanto a la historia. En un senti-do amplio, todas las personas se presentan como“historiadores”, pues desde muy temprano apren-den a contar historias de acontecimientos relacio-nados con su propia vida o con aquellos eventosque las alcanzan por la importancia o significadoque les atribuyen. (Así, el acto de narrar el pasadoa partir de la mirada del presente, incorpora otrasexperiencias y posibilita diferentes perspectivas,lecturas y que se van desarrollando a partir de losacontecimientos de la vida diaria como resultadodel propio operar cotidiano.)Más tarde, en la escuela, por medio de la edu-cación formal, la historia se comienza a enseñaren forma sistemática. Predomina en el aprendizajede la historia escolar un carácter de memoria, enel sentido de las reflexiones desarrolladas porPierre Nora,3los acontecimientos son narradosEl enfoque biográfico interpretativo en la investigaciónsocio-históricaAutorAntonio Torres MontenegroDepartamento de HistoriaUniversidad Federal de Pernambuco/BrasilOralidad, memoria e historia: cuestiones metodológicas.como si tuvieran un único significado. Se encuen-tra en los libros didácticos la construcción del pa-sado como depositario de significados únicos ydefinitivos. En la perspectiva de Nora, esta histo-ria memoria sería la mayor adversaria de la historiacrítica, analítica, cuyo movimiento propio se ase-meja al de una navaja, cortando, deconstruyendo,aniquilando lo absoluto de la memoria: “La histo-ria no es el reflejo del pasado. En el horizonte delas sociedades de historia, en los límites de unmundo completamente histórico retira su últimacuota de sagrado. El movimiento dela historia, la ambición histórica noes la exaltación de lo que verdade-ramente ocurrió, pero sí su anula-ción.”4De esa forma, la historia apren-dida como memoria elabora una com-prensión del pasado como deposita-rio de valores y principios únicos aformar e informar en el presente.Otra dimensión de la historiaaprendida en los pupitres escolaressurge del hecho de expulsar a loshombres y a las mujeres comunes dela historia. Es decir que el conoci-miento de la historia se resume deforma predominante a un acto dememorización de nombres de diferen-tes categorías de líderes y fechas de acontecimien-tos denominados históricos. De esa forma, el ope-rar cotidiano y colectivo no pertenecería a la histo-ria. En otros términos, ese tipo de historia escolarenseña una manera de pensar, de sentir, de imagi-nar, en la que el hacer social y menudo no tieneninguna relación con la historia de la sociedad.Así, desde muy temprano, niños y adolescentesaprenden que son otros los que hacen, deciden ydirigen la historia; se les enseña a pensar y a ac-tuar no como ciudadanos, señores de su historia,sino como aficionados que aguardan que los bue-nos y grandes hombres ocupen los sitios ciertos ydeshagan las injusticias, las desigualdades, lasdiscriminaciones, y sólo de esa forma su historiaserá redimida. Muchos de esos niños y adolescen-tes se vuelven adultos sin haber tenido la oportu-nidad de ejercitar el pensar, el sentir, el percibir yPero, tan grave comotoda esa visión de so-ciedad y de mundo estambién la idea de queel pasado pasó. Pues,ningún pasado pasa,todo pasado es presen-te. La cuestión es sabercómo el mismo se inser-ta en las prácticas coti-dianas y, por extensión,cómo influye en la ma-nera de pensar, sentir yactuar en el presente.
image/svg+xml34el actuar sobre el hecho de ser ellos mismos quie-nes deciden respecto de la historia de la sociedady no solamente a través de sus representantes. Perotan grave como toda esa visión de la sociedad y elmundo es también la idea de que el pasado pasó.Pues ningún pasado pasa, todo pasado es presen-te. La cuestión es saber cómo ese pasado se insertaen las prácticas cotidianas y, por extensión, cómoinfluye en la manera de pensar, sentir y actuar enel presente.Frente a estas consideraciones, es posible afir-mar que para ejercer el oficio de historiador es fun-damental por un lado tener conciencia de esa his-toria que se interiorizó a lo largo de los años,principalmente en el período de la infancia y lajuventud; y, por el otro, construir una crítica a esahistoria memoria y, por extensión, transformar laconcepción de “historia espontánea” en historiaanalítica, historia crítica, historia demoledora demitos, historia en resonancia5con las demás áreasdel conocimiento.El segundo filósofo cuyas reflexiones conside-ramos significativas para este trabajo es Descartes.Privilegiamos algunos pasos de su obra Discursodel métodopara dar paso a esa ruta que se estáconstruyendo. Inicialmente, Descartes señala elpeligro en creer firmemente en lo que es “inculcadotan sólo por el ejemplo y por la costumbre”6; pero,aún dedicándose a los estudios de las diversasáreas del conocimiento, descubre también cuáncontradictorias y poco sólidas son las verdadesaprendidas en los libros, sobre todo porque reco-noce “que son mucho más la costumbre y el ejem-plo que nos persuaden que cualquier conocimientocierto”. Su opción será el estudio de sí mismo, paraluego concluir, aunque de forma provisional, que“ha logrado mucho más éxito, me parece, que sijamás me hubiera apartado de mi país y de mislibros”.7Estas preocupaciones de Descartes pueden serconsideradas metafóricamente. Es decir, se acos-tumbra creer en ideas y principios enseñados mu-chas veces sólo por la fuerza de la costumbre o dela autoridad de los libros. Pocos movimientos inte-lectuales se hacen con el fin de reflexionar intensa-mente y bajo diferentes perspectivas, si determina-das afirmaciones, análisis o principios son los másadecuados y soportan un desplazamiento analíti-co. En última instancia, al tomar de formametafórica algunas afirmaciones de Descartes,nuestro objetivo será el de poner en debate el asun-to y repensar verdades consolidadas, ya sea por lacostumbre, ya sea a través de la actividad intelec-tual.Sin embargo, no somos ingenuos en pensarque el filósofo, al afirmar que lo ponía todo en duda,no estuviese instituyendo un proyecto de construc-ción de la verdad. Sus reflexiones consolidarían loque se denominó conocimiento científico. Descar-tes, centrado en la razón como la gran llave delconocimiento y en las cuatro etapas del métodoque entonces definió, se transformó en un dogmapara el descubrimiento de la verdad del conoci-miento a partir del siglo XVI y permanece todavíamuy presente en pleno siglo XXI.Descartes & HeisenbergLa Iglesia Católica, al poner en su índex elDiscurso del método, estaba plenamente conscientede cómo se desarrollaba en Europa una red depensamiento que quebrantaba de forma radical larelación poder/saber instituida a partir de los cá-nones escolásticos. La condena a Galileo como adiversos pensadores, científicos, literatos anun-ciaba la violenta reacción católica a las señalesde otra forma de pensamiento y de acción ensociedad.Sin embargo, a los efectos del análisis en estetexto, el foco de la cuestión es como el método ins-tituido por Descartes, asociado a un conjunto detrabajos desarrollados por otros científicos y pen-sadores: la ciencia moderna.Para esta reflexión tendremos en cuenta ini-cialmente el primer postulado del método de Des-cartes, que afirma que es fundamental para el des-cubrimiento de cualquier verdad partir de algo quese presente como claro y evidente. Es decir, la cien-cia sólo podrá iniciar cualquier proceso de descu-brimiento de la verdad del conocimiento partiendode algo que se presente en forma objetiva a los sen-tidos. Este simple enunciado tuvo un efecto revolu-cionario sobre toda la tradición escolástica, quetomaba como punto de partida para alcanzar elconocimiento, no las cosas del mundo sino el libroconsiderado sagrado, la Biblia, el cual debería serleído con fe.Es sorprendente pensar cómo la reflexióncartesiana, que inicialmente estuvo restringida a
image/svg+xml35los círculos intelectuales y de la nobleza, seincorporaría a lo largo de los siglos al lenguajecotidiano. Hoy, cuando queremos afirmar que algoes verdadero, utilizamos las expresiones evidentesu objetivas como sinónimos de la verdad. Y comoextensión, se instituyó que lo contrario de lo verda-dero/objetivo sería lo falso/subjetivo. Pero todaesa representación científica que se dibujaba esta-ba en sintonía con una serie de otras produccionesdel conocimiento que concurrieron para la inven-ción del mundo que pasó a ser denominado real.Isaac Newton había desarrollado ecuaciones enlas que el tiempo y el espacio eran absolutos, regi-dos por leyes deterministas y matemáticamentecalculables. La ciencia moderna, de esa forma, ins-tituyó la representación de que laverdad del conocimiento era algo porser descubierto, siempre y cuandopara tal propósito se utilizase correc-tamente el método. Esos descubri-mientos, además de estar imbricadosen una relación de causa y efecto,posibilitarían la identificación deleyes que rigiesen la naturaleza y eluniverso y, por lo tanto, toda la vida.De esa forma, concluían los científi-cos, existiría una realidad preexisten-te y acabada, independientemente deconocérsela o no.Las resonancias de ese conjuntode proposiciones de las ciencias físi-cas y matemáticas, y de la filosofía,en el campo de las ciencias humanas, y en especialen la historia, produjeron significativos desplaza-mientos. El documento escrito se convirtió para elhistoriador en el equivalente del objeto evidente yclaro, nombrado como primer postulado del méto-do cartesiano. Éste, para hacerse todavía más fia-ble, debería ser oficial y, por extensión, producidopor los órganos e instituciones políticas. No podráser cualquier documento escrito, de origen dudosoo proveniente de personas poco instruidas, indig-nas de crédito. El historiador imaginaba de esaforma haber atendido al primer postulado del mé-todo cartesiano, es decir, partía de algo que se ledaba a conocer de forma clara y objetiva. Por ex-tensión, todos los pueblos sin escritura serían de-nominados prehistóricos o pueblos sin historia. Latradición positivista y toda la obra de AugustoComte se encuentran bastante sintonizadas conese debate.Por otro lado, es preciso registrar que la memo-ria fue en la antigüedad, e inclusive para muchosotros pueblos con fuerte tradición oral –con o sinescritura–, un elemento fundamental para su his-toria. No obstante, a partir de esas referencias cien-tíficas y filosóficas, la oralidad pasó a ser total-mente desacreditada como fuente documental parael oficio del historiador.Otro aspecto para destacar como influencia detoda la tradición científica clásica está referido alos conceptos de causa y efecto. Para el historia-dor, de manera general, la historia era concebidacomo una experiencia temporal continua, en la quela explicación se construía a partir delos acontecimientos pasados en unencadenamiento lógico ydeterminista; así también operabanlas diversas áreas de las ciencias.Encontrar la o las causas era la llavepara obtener la explicación histórica,y a partir de ellas se relacionabantambién las consecuencias.Pero mientras en las ciencias físi-cas y naturales la utilización de esosconceptos resultaba en el estableci-miento de leyes y, por extensión, en laprevisibilidad de la repetición de ex-periencias frente a las mismas condi-ciones, este modelo explicativo no seaplicaba a la historia o a las cienciashumanas. La fuerza de toda esa tradición científi-ca, que dominó incólume durante siglos, naturali-zó ese modelo como único y verdadero, y acabópor producir la creencia de que se había alcanzadouna concepción definitiva para el conocimiento delos fenómenos físicos y naturales. Por lo tanto lasciencias que no se encuadrasen en esos principiosno deberían ser consideradas como tales.Todavía en lo que se refiere a la historia, laescritura –el documento escrito– adquirió statusespecial de soporte, con la cientificidad requerida,y se estableció la necesidad de definir los hechospor ser narrados. Es decir, sólo los hechos conside-rados históricos deberían ser objeto de estudio dela historia. Así, no todo lo que acontecía en la vidade los hombres y de las mujeres se constituía enobjeto de estudio de la historia.El documento escrito seconvirtió para el histo-riador en el equivalentedel objeto evidente yclaro, nombrado comoprimer postulado delmétodo cartesiano.Éste, para hacerse toda-vía más fiable, deberíaser oficial y, por exten-sión, producido por losórganos e institucionespolíticas.
image/svg+xml36De esa manera, los historiadores buscaban,por medio de las más diversas operaciones, cons-truir teorías y procedimientos que aproximasen laproducción del conocimiento histórico a las cien-cias físicas y naturales. Éste fue un debate que pro-dujo, en un sector de los historiadores, una cons-tante postura defensiva. Era siempre necesarioencontrar argumentos para justificar por qué lahistoria no alcanzaba respuestas tan acertadas yverdaderas como la ciencia preconizaba.Sin embargo, hacia el final del siglo XIX y so-bre todo durante el siglo XX se produjeron grandescambios en el campo de la ciencia y de otras áreasdel conocimiento, generando nuevas resonanciasen diversas áreas. Destacaremos dos grandes im-pactos producidos por la física: el primero con laTeoría de la Relatividad de Albert Einstein y elsegundo con la teoría de la Incertidumbre deWerner Heisenberg.Algunos estudiosos señalan como una cues-tión enigmática que la Teoría de la Relatividad nofuera descubierta antes frente a la importancia y ala magnitud de la obra del físico Isaac Newton.Algunos biógrafos de Einstein también constata-ron que entre el descubrimiento de la Teoría de laRelatividad y su publicación hay un período con-siderado relativamente grande, atribuido a la in-certidumbre de Einstein por haber creado una teo-ría que contrariaba algunos fundamentos de lafísica newtoniana, que tanto admiraba y respetaba.La Teoría de la Relatividad, al establecer queel tiempo y el espacio eran relativos con respecto ala velocidad de la luz, rompió con uno de los sus-tentos de la visión newtoniana y con el métodocartesiano. De esa forma se interrumpía la cadenadeterminista y la lógica causal, en que los fenóme-nos sólo podrían ser estudiados y comprendidosen un orden secuencial, donde lo anterior explica-ría lo posterior. Las categorías de tiempo y espacioya no revelarían esa estructura única/absoluta,que hasta entonces era considerada como una rea-lidad preexistente, asociada a una estructura mate-máticamente formada y pasible de ser descubierta.Por extensión, se generaba lentamente un despla-zamiento en la comprensión de lo que se entendíapor conocimiento verdadero. Pues si ya no se veíael mundo como una estructura única, conocer yano correspondería a adecuar el(los) concepto(s) alo que se denominaba realidad material o al ordendel universo. En otros términos, la cuestión de laverdad ya no sería la del descubrimiento, resultan-te de la correspondencia entre el concepto y elmundo material.Otra implicancia directa de la Teoría de laRelatividad remite a la problemática lanzada porel primer postulado del método cartesiano.Einstein, para formular la Teoría de la Relatividad,no había partido de algo evidente y claro, pero lahabía desarrollado a través de ecuaciones y de laimaginación, y sólo a posteriorila experimentaciónvendría demostrar ser exequible. De esa forma, nofueron la evidencia o la objetividad su punto departida. En otras palabras, la dimensión amplia yabsoluta del método cartesiano como condiciónpara alcanzar el conocimiento científico tambiénperdía su carácter de verdad plena y única.Esa revolución en el campo de la física que seampliaría hacia otras áreas de la ciencia fue seña-lada por el editor literario John Brockman en laintroducción de su libro Reinventando o universo:“Aunque, en general, mi tesis sea que el universoes una invención y que los científicos están crean-do, y no descubriendo, el mundo, de que las teoríascientíficas aquí presentadas se sostienen a sí mis-mas. Las presentamos en el contexto que WallaceStevens denominó ‘El delicado ambiente de loshechos’. Como él escribió: ‘El final del poema seráel poema del hecho en el lenguaje de los hechos noocurridos antes’.”8Estaba así traducido, de forma simple y direc-ta, el problema epistemológico del conocimientodel mundo que el desarrollo de la física apuntaba.Es decir, no se podría continuar pensando, al me-nos en términos de concepción del universo, que elconocimiento sería una relación de sujeto y objeto,relación ésta en que el sujeto estaría determinadopor el objeto.Esos cambios en el campo de la física, que in-dudablemente provocaban resonancias en las de-más áreas del conocimiento, serían todavía másradicalmente transformadores a través de las in-vestigaciones de la física cuántica, como también através del principio de la incertidumbre. En eseaspecto, son muy esclarecedoras las reflexiones/memorias narradas por Werner Heisenberg en sulibro A parte e o todo. Privilegiamos un pasaje dellibro en que somos invitados a acompañar un aca-lorado diálogo entre la filósofa kantiana Grete
image/svg+xml37Para el área de las cien-cias humanas, y en es-pecial para la historia,las resonancias provo-cadas por la desapari-ción del carácter absolu-to del modelo clásicodel conocimiento cientí-fico pueden compren-derse como la rupturade referenciales quehasta entonces poníanla historia frente a mo-delos que creaban enor-mes dificultades a esecampo delconocimiento.Hermann, y los físicos Carl Friedrich vonWeizsäker y Werner Heisenberg. La filósofa, endeterminado momento de esa conversación, habríaafirmado: “En la filosofía kantiana, la ley causalno es una afirmación empírica que se pueda pro-bar o refutar por la experiencia, pero es la propiabase de toda experiencia: forma parte de las cate-gorías del entendimiento que Kant denomina apriori. Las impresiones sensoriales por las cualesaprehendemos el mundo no serían nada allendeun juego subjetivo de sensaciones, a las cualesningún objeto correspondería, suponiendo que nohubiese una regla a la cual ciertas impresionesdeben resultar de ciertas impresionesprecedentes. Esa regla, o sea, la exis-tencia de una relación unívoca decausa y efecto, debe ser supuesta, siqueremos objetivar nuestras observa-ciones, o, si queremos afirmar queexperimentamos una cosa. La ciencia,leída precisamente con experienciasobjetivas: solo experiencias que tam-bién puedan ser verificadas por terce-ros, y que sean objetivas exactamenteen ese sentido, pueden ser objeto de laciencia natural. Luego, esa cienciadebe suponer una ley causal; la pro-pia ciencia solo puede existir deha-ber esa ley. De cierta manera, la leycausal es un instrumento mental conque intentamos incorporar la materiaprima de nuestras impresiones senso-riales a la experiencia. Solo en la me-dida en la que conseguimos hacerlo es que posee-mos un objeto para la ciencia natural. Siendo así,cómo puede la mecánica cuántica intentar aflojarla ley causal y, sin embargo, ¿tener esperanza decontinuar siendo una rama de la ciencia? ”9A través de esa corta, pero detallada argumen-tación de Grete Hermann, es posible comprendercómo la filosofía y la ciencia están imbricadas enla construcción de explicaciones que contemplanlas formas de producción del conocimiento huma-no y de la propia ciencia. A la vez, los movimien-tos capaces de alterar o provocar desplazamientosen el sentido o en el ordenamiento lógico y en elsignificado de la relación de causa y efecto pasana ser considerados una enorme amenaza a la cien-cia. Y, sobre todo, una amenaza al carácter o alaura que el término científico adquirió como sinó-nimo de verdad comprobada y, por lo tanto, deconocimiento cierto y seguro.La respuesta de Heisenberg a Hermann, bus-cando demostrar cómo la ley causal no atendía alfuncionamiento de la teoría cuántica, fue la si-guiente: “Tomemos un simple átomo de Radio B[...] Sabemos que, tarde o temprano, el átomo deRadio B debe emitir un electrón en alguna direc-ción, transformándose en un átomo de Radio C.En promedio, eso pasa después de la media hora,pero el átomo puede transformarse en segundos, osolamente días después. Lo que queremos decircon ‘media’ es simplemente que, en elcaso de un gran número de átomos deRadio B, la mitad de ellos se habrátransformado después de treinta mi-nutos. Pero no podemos, y es ahí quela ley causal falló, explicar por quéun determinado átomo se desintegraen un momento dado, y no en el si-guiente, o qué lo hace emitir un elec-trón exactamente en una cierta direc-ción y no en otra. Estamos convenci-dos, por muchas razones, de que esacausa no existe.”10En razón de lo expuesto, GreteHermann insistió con el argumentode que, si el conocimiento acerca delátomo de Radio B antes de la emisióndel electrón no era capaz de explicarcuándo y en qué dirección el electrónsería emitido, este hecho transcurríade la no completitud de los conocimientos hastaentonces alcanzados. No obstante, a lo largo de losavances de las investigaciones esa laguna seríacompletada.Este argumento de la filósofa condujo aHeisenberg a presentar la siguiente explicación:“No, consideramos el conocimiento ya obtenidocomo completo. Creemos haber descubierto todo loque hay por descubrir en ese campo –insté–porque desde otros experimentos con el Radio B,sabemos que no hay ninguno determinante ade-más de lo que establecemos. Déjenme decirlo conmás exactitud: acabamos de afirmar que es imposi-ble decir en qué dirección un electrón será emitido,y la señora respondió que debemos continuar bus-cando otros factores que sean determinantes de esa
image/svg+xml38dirección. También presumiendo que la señoratuviese razón y que pudiésemos descubrir esosfactores, estaríamos en nuevas dificultades. Veabien: el electrón emitido también puede ser tratadocomo una ola de materia emitida por el núcleo ató-mico. Esa ola puede causar fenómenos de interfe-rencia. Presumamos todavía que las partes de laola que el núcleo atómico emite en direccionesopuestas puedan ser llevadas a interferir en unaparato especial. El resultado será la extinción enalgunas direcciones, a causa de la interferenciadestructiva. En ese caso, podríamos hacer una pre-visión segura de que el electrón no será emitido enesa dirección. Pero, si descubriésemos nuevos de-terminantes, desde los cuales pudiésemos decirque el electrón fue originalmente emitido en unadirección claramente definida, ningún fenómenode interferencia podría ocurrir. No habría extin-ción, y nuestra conclusión anterior hubiese estadoerrada. En verdad, sin embargo, la extinción puedeser experimentalmente observada. Ésa es la mane-ra en que la naturaleza nos dice que no existennuevos determinantes, que nuestro conocimientoestá completo sin ellos.”11Esta explicación de Heisenberg dejó a GreteHermann atónita; pero, lo que concluye de toda ladiscusión es que a partir de la física atómica nohubo una invalidación completa de la física clási-ca, sino una disminución de su campo de aplica-ción o de su carácter único y absoluto, y lo mismopuede pensarse con respecto a la filosofíakantiana.Para el área de las ciencias humanas, y en es-pecial para la historia, las resonancias provocadaspor la desaparición del carácter absoluto del mo-delo clásico del conocimiento científico puedencomprenderse como la ruptura de referenciales quehasta entonces ponían la historia frente a modelosque creaban enormes dificultades a ese campo delconocimiento.En ese sentido, a medida que el determinismoasociado con la relación de causa y efecto –resul-tante de la representación del espacio y tiempoabsolutos– deja de ser considerado como condi-ción y medio operacional único para formular elconocimiento científico, se les permite a los histo-riadores interrumpir la constante y falsa cuestión:¿la historia es o no una ciencia? Falsa, porque yano se subentiende que haya un criterio absoluto deconocimiento de un área que domina y subordinaa todas las demás. Y también, porque el términocientífico ya no deberá tomarse como sinónimo deverdad evidente, segura, absoluta.Paul Veyne, en las primeras páginas de sulibro Como se escreve a história, formula la clásicacuestión: “¿Es la historia ciencia? ¡Debate vano!...”No obstante, en el párrafo siguiente reanuda lacuestión: “No, no es un debate vano saber si lahistoria es una ciencia, porque ‘ciencia’ no es unvocablo noble, sino un término preciso y la expe-riencia prueba que la indiferencia por el debate delas palabras se acompaña ordinariamente de laconfusión de ideas sobre la cosa en sí. No, la histo-ria no tiene método: sino pidan que os muestrenese método [...]”12De inmediato el autor resume su pensamientorespecto al tema afirmando: “La historia no es unaciencia y no tiene mucho que esperar de las cien-cias; no explica y no tiene método. Todavía más: lahistoria, de la cual se habla mucho, desde hace dossiglos, no existe.”13Pese a ser esta una obra de 1973, su influenciaes todavía muy significativa, principalmente enaquellos segmentos volcados hacia las cuestionesteóricas y metodológicas de la historia. Su lecturafue y todavía es bastante proficua. Sin embargo, sibien estamos de acuerdo con muchas de las pre-ocupaciones del autor, discordamos con la maneraen como desarrolla y presenta sus argumentosacerca de la relación entre la ciencia y la historia, yla cuestión del método. Por fin, el problema no espropiamente si la historia es o no ciencia, pero sí elsignificado del término ciencia y el lugar que ocu-pó o las resonancias que produjo en la relacióncon la historia. Para pensar la cuestión en lo to-cante a la ciencia, y a las demás formas de conoci-miento, los argumentos de Deleuze, desde nuestropunto de vista, contemplan mejor este debate, alafirmar: “[...] En ese sentido, es necesario conside-rar la filosofía, el arte y la ciencia como especies delíneas ‘melódicas’ extranjeras unas a las otras yque no cesan de interferir entre sí.”14Varias áreas del conocimiento han establecidorelaciones de intercambio, pero no de una formaunívoca o determinista, sino, como destacaDeleuze, por razones intrínsecas. En ese sentido, lasresonancias del estadio actual del debate de laciencia, tanto proveniente de la Teoría de la
image/svg+xml39Relatividad como de la Teoría Cuántica, inhibenlas verdades y las certidumbres únicas, y las leyesabsolutas resultantes de las teorías o de los méto-dos científicos. Con todo, la forma en que las áreasdel saber se articularán para establecer puntos decontacto con las demás dependerá de su propiadinámica. A la vez, intentamos asociar significati-vas resonancias de la física cuántica en el campohistórico, con respecto a determinados escritoshistóricos de filósofos como Foucault y otros histo-riadores.En lo que toca a Foucault, aunque sus reflexio-nes sobre la historia tengan comocontrapunto –entre otros pensado-res– al filósofo Nietzsche, es sorpren-dente encontrar diversos puntos tan-gentes de su pensamiento con la físi-ca cuántica, como se observa en elanálisis siguiente: “Las fuerzas quese encuentran en juego en la historiano obedecen ni a una estimación ni auna mecánica, pero el caso de la lu-cha [...] el mundo de la historia ‘efec-tiva’ conoce apenas un único reino,donde no hay ni providencia, ni cau-sa final, sino solamente ‘las manosde hierro de la necesidad que sacudeel vaso de datos de lo ocurrido’. Espreciso comprender esta eventuali-dad no como un simple sorteo, sinocomo el riesgo siempre renovado dela voluntad de potencia que todo sur-gimiento de lo ocurrido opone, para controlarlo, elriesgo de uno aún mayor [...] Creemos que nuestropresente se apoya en intenciones profundas, nece-sidades estables; exigimos de los historiadores quenos convenzan de esto. Pero el verdadero sentidohistórico reconoce que nosotros vivimos sin infor-mes o sin coordenadas originarias, en miríadas deacontecimientos perdidos.”15Pero, por otro lado sabemos que no se operóuna transposición mecánica del mundo de la físicacuántica o de la Teoría de la Relatividad para elmundo de la historia. No obstante, las rupturasque la ciencia contemporánea produjo en el mode-lo clásico ofrecieron, sin lugar a dudas, un soportemucho mayor a las reflexiones de Nietzsche, conquien Foucault irá a dialogar en la crítica a la his-toria y a los historiadores que proponían una his-toria de las identidades, de los orígenes, de lasleyes y los procesos. Antes, una ruptura con la his-toria total, en que se “reintroduzca lo discontinuo,haciendo resurgir el acontecimiento en lo que éstetiene de único y agudo”.16Retornando a Paul Veyne y su afirmación deque la historia no tiene método, debemos ante todoconsiderar el significado que esta idea adquiriódurante todos esos siglos en que el modelo de laciencia clásica reinó casi como absoluto. Es decir,el método se volvió sinónimo de garantía para al-canzar la verdad, el conocimiento verdadero. Pero,es importante destacar que esa con-cepción del método estaba relaciona-da con toda una representación delmundo, del universo, estructurado enprincipios matemáticos y subordina-do a leyes causales subsumidos en untiempo y espacio absolutos. A medidaque ese modelo de ciencia pierde elcarácter absoluto, la concepción demétodo como garantía para alcanzarla verdad del conocimiento tambiéndesaparece. De esa forma, Paul Veyne,al afirmar que la historia no tiene mé-todo, está de algún modo en sintoníacon la ruptura que se opera tambiénen diversos campos de la ciencia,para los cuales el método no constitu-ye una garantía a prioripara alcanzarla verdad del conocimiento.Ruptura epistemológicaLos historiadores deberían sentir un gran ali-vio de cara al actual debate entre los diversos cam-pos del saber, pues el modelo clásico de produc-ción del conocimiento perdió su hegemonía. Esta-mos todos, de alguna manera, en el mismo nivel.Así como la ciencia construye modelos que ayudana comprender y actuar sobre el mundo, los histo-riadores también están construyendo modelos através de narrativas que buscan responder las pre-guntas que hacen al pasado. La historia, al crearotras comprensiones sobre el pasado, propicianuevas miradas acerca del presente y, por exten-sión, nuevas prácticas.La historia vivida ya no exige pensarla en tér-minos de totalidad única. Las fuentes documenta-les escritas, orales, iconográficas, arqueológicas,Así como la cienciaconstruye modelos queayudan a comprender yactuar sobre el mundo,los historiadores tam-bién están construyen-do modelos a través denarrativas que buscanresponder las preguntasque hacen al pasado. Lahistoria, al crear otrascomprensiones sobre elpasado, propicia nuevasmiradas acerca delpresente y, por exten-sión, nuevas prácticas.
image/svg+xml40ya no son consideradas como reflejos verdaderos ofalsos del pasado. Antes, representa formas decómo ciertos grupos, segmentos, clases, se permi-tieron pensar, sentir, soñar, desear determinadosacontecimientos, algunas experiencias, ciertos pe-ríodos. De ese modo, todo documento frente a susmúltiples especificidades como registro, tambiénes y fue una forma de producción de aquel presen-te que será pasado. En él hay marcas individualesy sociales, en una imbricación imposible de desha-cer, aunque tengamos la quimera de saber dóndese inicia uno y termina el otro.Otro campo del saber en que las investigacio-nes acerca de la problemática de la producción delconocimiento generarán resonancias significativaspara la historia será el psicoanálisis, sobre todocuando privilegia el estudio del desarrollo delaparato psíquico. Para Freud, en diversos estudios,la expresión “aparato psíquico” seutiliza como sinónimo de aparato dememoria o como aparato de lenguaje.Los tres términos se utilizan de formaalternada, como sinónimos, en diver-sos estudios. La cuestión que está enfoco es la que sólo desarrollamosnuestro aparato psíquico, de memoria,de lenguaje, en contacto con otro apa-rato de lenguaje. Nuestro referencialpsíquico y de lenguaje no se desarro-lla por pura evolución biológica comootras partes de nuestro cuerpo. Así,sólo tendremos aparato psíquico o de memoria sitenemos contacto con otros dispositivos de lengua-je, pues el aparato psíquico, como la memoria, sólose constituye a través del aprendizaje del lenguaje.Y éste no se desarrolla únicamente en el contactodel sujeto con el mundo. En última instancia, sóloa través del contacto con el otro, como instrumentode lenguaje, nuestro aparato de lenguaje, psíquicoy de memoria se forma y, por lo tanto, se producelo humano.Pero las reflexiones de Freud todavía irán ha-cia otra dimensión muy significativa, es decir, lade que el mundo sólo se transforma en objeto paralos sentidos a través del significado que se cons-truye por medio del lenguaje. Lo que un niño oniña aprehende del mundo al nacer no son imáge-nes de objetos sino impresiones. Lo que irá a trans-formar esas impresiones en objeto, suministrándo-le unidad cognoscible, no se realiza por medio delcontacto directo entre el sujeto y el objeto, pero sí através de la asociación entre las representacionesde los objetos y la representación de la palabra.Sólo a través del significado que se le atribuye, através de la representación de los objetos por lapalabra, el mundo circundante con sus formas, suscolores, sus movimientos, se constituye.Muy ilustrativo de ese análisis sobre la per-cepción como un aprendizaje a través del lenguajees la historia narrada por Oliver Sacks en su libroUm antropólogo em Marte,en el cual relata la vidade Virgil, un ciego que pierde la visión en la infan-cia y vuelve a ver a los cuarenta y cinco años. Unejemplo de cómo la visión es algo que se aprende, amedida que se establecen las relaciones entre lasasociaciones de objetos y la representación pala-bra, se encuentra en algunos relatosdel propio Virgil a Oliver: “[...] decíaque, en general, caminar era‘asustador’ y ‘confuso’ sin el tacto,sin su bastón, con sus nociones in-ciertas e inestables sobre el espacio yla distancia. A veces, superficies yobjetos parecían abultarse, estar enci-ma de él, cuando en la realidad conti-nuaban a una gran distancia; otras,se confundía con la propia sombra(todo el concepto de sombras, de obje-tos bloqueando la luz, era enigmáticopara él) y paraba o daba un paso enfalso, o intentaba pasar por encima de ella. Escalo-nes, en particular, presentaban un riesgo especial,porque todo lo que podía ver era una confusión,una superficie lisa, de líneas paralelas oentrecruzadas; no conseguía verlos (aunque losconociese) como objetos sólidos yendo para arribao para abajo en un espacio tridimensional. Ahora,cinco semanas después de la cirugía, se sentía confrecuencia más incapaz que cuando era ciego, yperdiera la confianza, la facilidad de movimientoque tenía entonces.”17Estas reflexiones ayudan a comprender cómoel significado y el conocimiento adquirido acercadel mundo circundante resultan de la forma comolas relaciones sociales/culturales los constituyen.El mundo se proyecta como una producción/cons-trucción de las redes sociales. Así, la percepcióndel mundo, de las cosas materiales que constitu-Sólo a través del signifi-cado que se le atribuye,a través de la represen-tación de los objetospor la palabra, el mundocircundante con susformas, sus colores, susmovimientos, seconstituye.
image/svg+xml41yen lo que se denomina real, no presenta objetos ocosas que traen en sí un significado positivo, evi-dente, claro, como pensaba la ciencia clásica. Lasredes son las que construyen el mundo, a medidaque le atribuyen significados; son múltiples, diver-sas, en constante combate. Así, la historia no persi-gue un pasado positivo que en algún momento fuecapturado/aprehendido/producido por un docu-mento, una fotografía, un relato de memoria, unapieza arqueológica. Antes, tiene en aquella fuentedocumental, en aquel registro, formas de cómo,para algunos, un cierto presente fue visto, vivido,sentido. Pero, a la vez, es preciso reconocer que elorden de lo vivido opera como una paralela conrespecto a cualquier registro. Uno no se confundeen el otro, o no se reduce al otro, aun-que los consideremos como dos órde-nes que se imbrican. Por fin, vivimoslo que creemos, lo que sentimos, loque nos imaginamos, aunque en todomomento el lenguaje nos diga que, afuerza de utilizar las mismas pala-bras, nos insertamos en un mismo yúnico mundo.Para el historiador son nuevos yfascinantes desafíos. Los documentoshablan sobre múltiples pasados, múl-tiples redes, múltiples niveles en quese establecen las prácticas sociales.El ponerse de bruces sobre el pasadoa través de los documentos nos llevaa perseguir hilos, laberintos, nivelesdistintos de prácticas que se tocan y que, al trans-formarse en narrativa histórica, dirán mucho aalgunos en el presente y muy poco o nada a otros.Memoria e historiaExiste un gran debate en la actualidadpermeando los conceptos de memoria e historia.La forma en como esos conceptos se están pensan-do revela la diversidad de concepciones que fun-damentan e informan la práctica historiográfica.En este trabajo, privilegiamos la problemática de laproducción de relatos orales de memoria y cómoson incorporados a las investigaciones en el cam-po de la historia.Afirmamos que consideramos el trabajo deproducir documentos a partir de entrevistas unaactividad que, asociada a sus especificidades téc-nicas (guión de entrevista, local y tiempo de graba-ción, técnica de trascripción y edición, carta decesión) y metodológicas (sobre todo relacionadascon la comprensión de la memoria y de las posi-bles inserciones de esos registros en proyectoshistoriográficos), se constituye como producciónde una fuente documental. Pero el historiador noejerce, en ese tipo de actividad, su oficio completa-mente, que es el de construir el pasado a partir decuestiones del presente, transformándolo en narra-tiva escrita que tiene en las series documentales sureferencial fundador, articulado a principios teóri-cos y metodológicos que le confieren sentido y co-herencia. En ese aspecto es significativo destacarque el movimiento de la escritura del historiadorno es un reflejo de la investigacióndocumental, sino una escriturapermeada por los desafíos y cuestio-nes del presente, asociados a losreferenciales teóricos que dan soportea sus análisis.Los relatos orales que son produ-cidos para proyectos historiográficos,generalmente atienden a un guión dehistoria de vida o temático, o a losdos simultáneamente. Reflexionarsobre el significado de esas narrativassupone alinearse al rico debate acercade la temática historia/memoria.Jacques Le Goff, en su clásicotrabajo acerca de la memoria, a pesarde no desarrollar reflexiones sobre lamemoria individual, y sí considerarla desde laperspectiva colectiva, irá a identificarla como equi-valente de la historia. Tanto que en su escrito alter-na el uso de los términos memoriae historiasincualquier otra mediación.18Esta visión de Le Goffes de alguna forma una ruptura con la tradiciónque se estableció en la historiografía francesa apartir de los trabajos clásicos de Halbwachs, enque los términos memoria e historia se presentancomo antinómicos. Para Halbwachs: “La memoriacolectiva no se confunde con la historia, y la expre-sión ‘memoria histórica’ no fue escogida con mu-cha felicidad, pues asocia dos temas que se opo-nen en más de un punto. La historia, sin duda, esla compilación de los hechos que ocuparon el ma-yor espacio en la memoria de los hombres. Peroleídos en libros, enseñados y aprendidos en lasEstas reflexiones ayu-dan a comprender cómoel significado y el cono-cimiento adquiridoacerca del mundocircundante resultan dela forma como las rela-ciones sociales/cultura-les los constituyen. Elmundo se proyectacomo una producción/construcción de lasredes sociales.
image/svg+xml42escuelas, los acontecimientos pasados son escogi-dos, aproximados y clasificados conforme a lasnecesidades o reglas que no se imponían a loscírculos de hombres que de ellos guardaron pormucho tiempo el recuerdo vivo. Es porque general-mente la historia comienza solamente en el puntodonde acaba la tradición, el momento en el que seapaga o se descompone la memoria social... Si lacondición necesaria para que haya memoria es queel sujeto que se recuerda, individuo o grupo, tengael sentimiento del que busca sus recuerdos en unmovimiento continuo, ¿cómo la historia sería unamemoria, una vez que hay una solución de conti-nuidad entre la sociedad que lee esta historia, y losgrupos testigos o actores, otrora, de los hechos queallí son narrados?”19Este fragmento de Halbwachs, extraído de sulibro A memória coletiva, ofrece algunos elementospara comprender cómo la memoria para ese autores sinónimo de “recuerdo vivo”, es decir, una me-moria presente en la vida de las personas y gru-pos, lo que volvería inútil transformarla en registroescrito. De esa forma, en el momento en que la me-moria se transforma en escritura es porque la mis-ma ya operó el pasaje a la historia. Así, el movi-miento de la historia tiene inicio cuando el recuer-do vivo desaparece, cuando ya no se encuentranpersonas o grupos para recordarla, para actuali-zarla. Todavía, en la visión de Halbwachs, la his-toria representaría el esfuerzo de salvar los recuer-dos vivos al transformarlos en narrativa. Pero esepuente que la historia busca construir entre el pre-sente, el recuerdo vivo y el pasado, transformadoen relato escrito, es una quimera, ya que el contac-to con la historia a través de los libros y tambiénde la enseñanza en las escuelas no es capaz derecrear la experiencia del presente ofrecida por lamemoria, que es algo vivo entre personas y grupos.Por lo tanto, no hay como asociar o establecer unaunión entre dos términos que expresan significa-dos totalmente opuestos, aunque operen ambos enel campo de la memoria social.Será en parte inspirado en esa tradición quePierre Nora irá a desarrollar sus reflexiones, alescribir la introducción de la conocida colecciónLes lieux de mémoire.20Sin duda, la concepción dehistoria que informaba los análisis de Halbwachsera bastante distinta de la de Pierre Nora, pues,mientras el primero reflejaba el movimiento de lahistoria en el cuarto inicial del siglo XX, el segun-do escribió alrededor de las dos últimas décadasdel siglo. Las transformaciones ocurridas en elmundo, en ese período de aproximadamente sesen-ta años que separa las dos obras, además de losdiversos caminos adoptados por las reflexionesteórico-metodológicas en el campo de las cienciashumanas, serían suficientes para situarnos encuanto a la gran diferencia de las visiones históri-cas de ambos. Sin embargo, no diríamos lo mismode la reflexión que desarrollan con relación a lamemoria. Y los puntos de convergencia se revelanen los procesos argumentativos establecidos porNora al afirmar que, con el fin de las sociedades-memoria, la memoria verdadera, social, se aleja dela historia. “Memoria, historia: lejos de ser sinóni-mos, tomamos conciencia de que todo opone una ala otra. La memoria es la vida, siempre cargada porgrupos vivos y, en ese sentido, está en permanenteevolución, abierta a la dialéctica del recuerdo y delolvido, inconsciente de sus deformaciones sucesi-vas, vulnerable a todos los usos y manipulaciones,susceptible de largas latencias y de repentinasrevitalizaciones.”21Así, reanuda Nora la idea de la memoria comoalgo vivo, presente entre las personas y los grupos,para explícitamente citar a Halbwachs como refe-rencia de su reflexión sobre esa temática: “La me-moria emerge de un grupo que ella une, es decir,como Halbwachs lo hizo, que hay tantas memoriascuantos grupos existen...”22Y camina Nora en suruta sobre los sitios de memoria, retornando endiversos momentos a la tesis central de que ya novivimos las verdaderas memorias, y sin embargolos sitios de memoria tampoco son su sustituto:“[...] Si viviésemos verdaderamente los recuerdosque esos envuelven, los mismos serían inútiles.”23De esa forma los sitios de memoria ni siquiera se-rían la memoria viva, o la verdadera memoria, nitampoco historia, pues para él “en el corazón de lahistoria trabaja un criticismo destructor de memo-ria espontánea. La memoria es siempre sospechosapara la historia, cuya verdadera misión es des-truirla y repelerla.”24Todo el recorrido reflexivo de ese autor sevuelve para nosotros muy querido e inspirador.Sin embargo, no tenemos la ingenuidad de pensarque sea posible transponer el tiempo y el espaciode reflexiones producidas en Europa, y por lo tan-to en función de esa experiencia sociocultural tandistinta, para otro tiempo y otra cultura; o lo mis-
image/svg+xml43mo, que los presupuestos teórico-metodológicosque fundamentan los referenciales del análisisacerca de la memoria se constituyan en verdadesabsolutas.Así es que imaginamos un diálogo transversal,reflexionando en un primer nivel sobre el enuncia-do formulado por Nora al afirmar la desapariciónde la verdadera memoria, por no estar ya viva, noencontrarse presente entre las personas y los gru-pos. Esta manera de pensar la memoria suponeconcebirla como algo natural; que a través de lastransformaciones históricas habría perdido lo quele sería propio. Se podría también leer este cambiocomo una metamorfosis en que el significante, aldesencolarse del significado, considerado comofundador de su referencial –el ser viva–, impediríareconocerla como memoria.En ese sentido, nuestra propuesta de reflexiónopera con la memoria de forma distinta. En lugarde tomar el concepto de memoria como algo acaba-do y pasar a evaluar en qué se acerca o se aleja deaquello que se considera verdadero, es decir, comoun recuerdo vivo de personas y grupos, propone-mos estudiarla en las diversas formas que adquie-re en situaciones sociales e históricas específicas.En otras palabras, estudiar el significado socialque los recuerdos adquieren en función de temas ycuestiones puestas por el presente, como evaluar ladimensión de experiencias individuales y colecti-vas que ponen la memoria en constante movimien-to a partir de los desafíos sociales, políticos y cul-turales.A la vez, ha de considerarse que memoria ehistoria, aunque para Halbwachs y Nora sean en-tendidas como términos antinómicos, se encuen-tran para ambos imbricadas, pues es la propia for-ma de considerarlas lo que posibilita definir suslindes e intersecciones. En ese sentido, Nora noevita afirmar que “[...] todo lo que denominan hoydía de memoria no es, por lo tanto, memoria, peroya historia. Todo lo que denominan de memoria esla finalización de su desaparición en el fuego de lahistoria. La necesidad de memoria es una necesi-dad de historia.”25Se presenta entonces para nosotros un nuevodesafío, que es pensar la memoria y la historia enuna sociedad bastante distinta de la francesa. Paraesto debemos comenzar reflexionando acerca delsignificado que estos conceptos adquieren, a travésde las diversas agencias y sitios productores yreproductores de un conocimiento y de un pensarque articulan el pasado con el presente. Es decir,las universidades, las escuelas públicas de Educa-ción General Básica, los Institutos Históricos yGeográficos, los medios de comunicación, las edi-toriales, los mercados que algunas veces mantie-nen la tradición de la lectura y comercializaciónde coplas populares, en fin, un conjunto complejoque agencia discursos y prácticas productoras deun saber y de un pensar conformadores de loshaceres sociales. A la vez, eso nos remite a repen-sar el significado del enunciado consolidado comoverdad de que somos un pueblo sin memoria, queno cuida su pasado, sus museos, sus archivos, suhistoria, su memoria. Todos esos factores se articu-lan en diferentes niveles y establecen diversos cru-ces con la idea de memoria e historia en términosglobales, transformándose en vectores que debenrelacionarse para que pensemos la producción dela memoria y de la historia en nuestro continente.Este artículo es el resultado de mi investigación como becariodel CNPq desarrollando el proyecto: Memorias de la Tierra: LaIglesia Católica, las Ligas Camponesas y las Izquierdas (1950-1970). Deseo agradecer las observaciones, sugerencias, críticasrealizadas por mi mujer, también profesora e historiadoraDra. Regina Beatriz Guimarães Neto de la Universidad Federaldel Mato Grosso, Brasil. Fueron muy valiosas las observacio-nes y críticas de la profesora e investigadora Martha Beatriz deMéxico. Y por fin, agradezco a mis alumnos del curso de Me-todología de la Historia en el Programa de Posgraduación enHistoria (profesorado y doctorado) de la Universidad Federalde Pernambuco por el diálogo constante, sus observaciones ysus pertinentes sugerencias.
image/svg+xml44NOTASLa traducción al castellano del presente artículo fue realizadapor su autor.1En ese aspecto la beca de productividad en investigación delCNP ha sido bastante provechosa, posibilitando lascondiciones necesarias para el trabajo con las fuentes.2Cf. Antonio Gramsci, Obras escolhidas. Trad. Manuel SantaCruz. Lisboa: Estampa, 1974, v. 1, p. 25.2Pierre Nora, Les lieux de mèmoire. Paris: Gallimard, 1984, v. 1,p. XVIII-XLII.3Idem. Entre a memória e a história: a problemática dos lugares.Trad. Yara Khoury. Projeto História, São Paulo: PUC-SP, Nº 10,p. 7-28, 1993. p. 9.4El término “resonancia” se utiliza en este trabajo en el sentidoempleado por Gilles Deleuze, cuando afirma: “Así, lafilosofía, el arte y la ciencia entran en relaciones de resonanciamutua y en relaciones de intercambio, pero cada vez porrazones intrínsecas.” Gilles Deleuze, Conversações, 1972-1990.Trad. Peter Pál Pelbart. Río de Janeiro: Ed. 34, 1992, p. 156.5René Descartes, “Discurso do método”. In: Obras escolhidas.Trad. J. Guinsburg e Bento Prado Júnior. São Paulo: DifusãoEuropéia do Livro, 1962, p. 47.6Ibídem, p. 48.7John Brockman, Einstein, Gertrude Stein, Wittgenstein e Franken-stein: reinventando o universo. Trad. Valter Ponte. São Paulo.Companhia das Letras: 1988, p. 16.8Werner Heisemberg, A parte e o todo: encontros e conversas sobrefísica, filosofia, religião e política.Trad. Vera Ribeiro; rev. e trad.Luciana Muniz e Antônio Augusto Passos Videira; rev.técnica Ildeu de Castro Moreira. Río de Janeiro: Contraponto,1996, p. 140.9Ibídem, p. 140-141.10Werner Heisemberg, A parte e o todo, op. cit. , p.141-142.11Paul Veyne, Como se escreve a história. Trad. António José daSilva Moreira. Lisboa, Edições 70, 1983, p. 9-10.12Loc. cit.13Gilles Deleuze, Conversações,op. cit., p. 156.14Michel Foucault, Microfísica do poder. Trad. Roberto Machado.Río de Janeiro: Edições Graal, 1979, p. 28-29.15Ibídem, p. 27-28.16Oliver Sacks, Um antropólogo em Marte. São Paulo:Companhia das Letras, 2003, p. 134-135.17Jacques Le Goff, Memória. In: Enciclopédia Einaudi. Trad.Bernardo Leitão e Irene Ferreira. Porto: Imprensa Nacional,Casa da Moeda, 1984, p. 11-50.18Maurice Halbwachs, A memória coletiva. Río de Janeiro:Vértice, 1990, p. 80-81.19Pierre Nora, (Dir.) Les lieux de mémoire, op. cit.20Ídem. Entre a memória e a história: a problemática doslugares, op. cit., p. 13.21Ibídem, p. 9.22Ibídem, p. 13.23Ibídem, p. 9.24Ibídem, p. 14.
image/svg+xml45traduccionesOralidade, memória e história:questõesmetodológicas.Ressonâncias:Ciência, Históriae MemóriaAntonio Torres MontenegroAs questões da Memória e da Históriadespertam um amplo debate. Sobretudo porque hoje em dia temos aconsciência de que o presente e ofuturo se produzem também a partircomo lemos e significamos opassado. Ao mesmo tempo, cabedizer que, quebramos faz muito com aconcepção ingênua de que o passadonos ensina a atuar no presente. Todahistória é sempre historia do presente,e como tal é cenário de uma constantedisputa sobre o acesso às fontes e aocontrole dos temas e da própriaprodução historiográfica. Nessesentido, os países da América Latina,que em sua maioria têm recursosescassos para preservar seusdocumentos, encontram no uso dasgravações dos relatos orais de cor uminstrumento importante na ampliaçãoe democratização das fonteshistóricas. Entretanto, é importanteconhecer e analisar criticamente asimplicações dessa técnica e dessametodologia de produção de fontes apartir dos relatos orais de cor.Oralité, mémoireet histoire:problèmesméthodologiques.Résonances:Science, Histoireet MémoireAntonio Torres MontenegroLes problèmes de la Mémoire et del'Histoire suscitent un grand débat.D'autant plus qu'aujourd'hui noussommes conscients que le présent etl'avenir se produisent aussi à partir de lamanière dont nous lisons et noussignifions le passé. En même temps, ilest possible de dire que nous avonsrompu il y a longtemps avec la concep-tion naïve que le passé nous apprend àagir dans le présent. Toute histoire esttoujours histoire du présent, et en tantque telle, elle est le théâtre d'une disputeconstante sur l'accès aux sources et aucontrôle des thèmes et de la propreproduction historiographique. Dans cesens, les pays de l'Amérique Latine -quiont, dans la plupart des cas, de faiblesressources pour préserver leurs docu-ments- trouvent dans l'usage desenregistrements des récits oraux demémoire, un instrument important dansl'augmentation et la démocratisation dessources historiques. Cependant, il estimportant de connaître et d'analyser demanière critique les implications de cettetechnique et de cette méthodologie deproduction de sources à partir des récitsoraux de mémoire.Narrations,memory and history:methodologicaltools.Response: Science,Historyand MemoryAntonio Torres MontenegroMatters of memory and history alwaysraise a great discussion. Moreover,nowadays we are aware that presentand future take place because of acomprehension of past. As well as this,we must say that a long time ago wedestroyed the conception that says thatpast shows how to act in present. Allhistory is a today history, and this is anever-ending discussion aboutsources management and historyliterature production. That is the reasonwhy, Latin-American countries, whosesources are poorly looked after, findoral sources a very important tool inwhich those countries can broaden andbring to people history documents.However, it is also important to knowand critically analyse the development ofthis technique and methodology ofobtaining history sources from thewitnesses narrations.