image/svg+xml4Voces en el Tallerde la MemoriaEl presente trabajo es el textode la conferencia que Arturo Alapedio en el EncuentroInternacional de Historia Oral“Oralidad y Archivos de la Memoria”,en Bogotá del 5 al 7 de mayo de 2005.4
image/svg+xml5a inclinación hacia lo histórico siempre haejercido una profunda influencia en mi trabajonarrativo y en mis pesquisas periodísticas, por lotanto, con el acercamiento a la comunidad deCiudad Bolívar, retomo mi preocupación por laproblemática de la ciudad.En la universidad, en mis clases deperiodismo, nos hacemos muchas preguntas sobrequé es la ciudad, una ciudad como Bogotá de 6 o 7millones de habitantes. Si realmente se tiene unconocimiento parcial de esa ciudad, cómo sepiensa esa ciudad, cómo se camina, cómo la hemosvivido, cuáles son nuestros itinerarios diarios,cómo es la relación con losvecinos y la percepción quetenemos de ciudad comoespacios de encuentros ydesencuentros.Pensar la ciudad como laposibilidad de estructuración deun gran relato urbano: la ciudadcapital donde confluye el país,Bogotá es el país configurado aretazos culturales regionales,colores, gestualidades y voces. Estas reflexionesconducen a plantearme un trabajo experimentaldesde la literatura a indagar en una localidad muypobre en Bogotá, Ciudad Bolívar, y hacerlo con laidea de escribir un libro sobre jóvenes. El tema delos jóvenes se había vuelto moda influyente en lasciencias humanas en algunas ciudades,especialmente Medellín y Cali: en los años 80 y 90apareció la figura prominente del sicario y daba laimpresión de que el mundo de la realizaciónhumana de los jóvenes entre los 12 y los 15 añosera volverse sicario, asesino a sueldo para ganargrandes sumas de dinero, vivir de marca yescuchar su música, morir en su ley a los 17 ydejar como herencia un techo a la madre.Quiero reflexionar sobre esta experiencia deinvestigación social y diversas escrituras porquehace parte de mi posterior trabajo narrativo.Ciudad Bolívar es una ciudadela parecida a lasfavelas de Río de Janeiro, medio millón deEl enfoque biográfico interpretativo en la investigaciónsocio-históricaAutorArturo AlapeEscritor, investigador y periodista.Doctor Honoris Causaen Literaturade la Universidad del Valle, Colombia.Voces en el Taller de la MemoriaPensar la ciudad como la posibi-lidad de estructuración de ungran relato urbano: la ciudadcapital donde confluye el país,Bogotá es el país configurado aretazos culturales regionales,colores, gestualidades y voces.habitantes con la particularidad de ser hoy elepicentro de la miseria en Bogotá y el espejismo dela tierra prometida para muchos desplazados queculmina con la ilusión de tener casa propia,construida con todo tipo de material en medio deun paisaje desolado de inmensas piedras.Ese conglomerado humano tiene laparticularidad de ser una población eminentemen-te mayoritaria de niños y jóvenes de 12 a 18 años,y una población adulta, los padres de familia quellegaron a esa zona huyendo de la violencia oarribaron a Bogotá con el sueño de la realizaciónhumana bajo el acicate del peso de la exiguaeconomía casera. En la localidadse produce un enfrentamiento dedos memorias: la memoria de latranshumancia de adultos queexpresa un imaginariocampesino, la tierra en la lejanía,frustración por los sueñosperdidos, y en su mirada unareciente mezcla explosiva ur-bana; por el otro lado, miles deniños que crecen y viven suexperiencia de niñez en el contexto de una ciudadque no les pertenece porque físicamente ellos sonexcluidos, son mirados como sospechosos yadvenedizos. Los adultos conviven con la memoriaque trajina geografías: la imagen del perseguido enun viaje interminable, luego el choque cultural dellegar y adaptarse brutalmente a la ciudad. Losniños vueltos jóvenes crecen con otros intereses,asumiendo la visión del mundo que expresa loslímites de otras necesidades humanas impuestaspor la ley del consumo y por actitudes dominantesdel dinero fácil que ellos tratan de conseguir, comodóciles criaturas.En los noventa, durante cinco años, losmedios de comunicación, radio, prensa ytelevisión, aseguraban en sus informes, porsupuesto sin ninguna profunda investigación, queCiudad Bolívar era la zona más peligrosa deBogotá, que si ibas de visitante te asaltaban, temataban, te enterraban, te secuestraban, en fin noL
image/svg+xml6te dejaban hueso bueno. Con ojos escrutadores deescritor, entro a la zona para hacer la experienciade escribir relatos o historias de vida que desde elpunto de vista teórico había trabajado en launiversidad con mis estudiantes. Quería construirestos relatos de vida no sólo desde lo periodístico,sociológico o antropológico sino desde de laliteratura. Me carcomía la necesidad de conocer aprofundidad esa parte de la otra ciudad, laciudadela oculta para la inmensa mayoría de loshabitantes de Bogotá. La otra ciudad tambiéndesconocida para mis huellas.Entro a la localidad acompañado de personasque trabajan especialmente con jóvenes agrupadosen organizaciones no gubernamentales. Entre eltiempo de la iniciación de la investigación y laculminación del texto invierto cerca de 3 años.Quiero subrayar algunos momentos de estaexperiencia, importante como escritura, y laposibilidad real de entablar conel otro una larga y profundaconversación. Cuando llego a lazona, de inmediato siento elrechazo de alguien que estáexcluido por la ciudad, alguienque por su misma condición so-cial es mirado como transeúnte ysospechoso, absolutamenteexcluido de ciertos espaciosurbanos. El excluido socialmentetambién excluye al otro que llega, la exclusión sevuelve también una manera de ser socialmentepara enmascarar la necesidad de sobrevivir. Meencuentro con jóvenes terriblemente agresivos paraquienes somos forasteros y llegamos de otrosdesconocidos territorios urbanos. Sonmentalidades cerradas, digamos que actitudesbrindadas contra el virus del visitante. A medidaque voy conociendo a un grupo de jóvenes, me doycuenta de que era inoficioso escribir sobre estos,porque comencé por aprender la primera lección:para escribir sobre estos, debía aprender a hablarcon ellos, conocer sus gestualidades y además,escuchar y descifrar su lenguaje, y eso requería unproceso lento de observación y aprendizaje.En el grupo de jóvenes que voy conociendo,hay sicarios, estudiantes, desocupados, niñas de12 a 15 años con un aborto sobre la vida,guerrilleros urbanos y posiblemente integrantes degrupos de limpieza social. En la zona confluyen elpaís político, el conflicto armado, la dramáticasituación social y económica: amalgama humanade regiones. Pasa el tiempo y voy aprendiendo conmucha sutileza cómo conversar con ellos, dejandoa un lado la desconfianza mutua, el temor a lodesconocido, aprendiendo a escuchar el sonido dela voz del otro.Un día asisto a una reunión muy interesante,concurren cerca de 300 jóvenes. La citación corre acargo de una organización no gubernamental, suobjetivo, escuchar las diversas propuestas detrabajo de quienes hemos llegado recientemente ala zona. Los muchachos están ávidos porescucharnos: la sala está repleta. Un cineasta de latelevisión que trabajaba para el viceministerio dela Juventud, hizo un discurso por cierto corto ymuy significativo que a mí me enseñó muchísimo.Él dijo lo siguiente: Señores yo vengo a realizar undocumental para la televisión sobrelos jóvenes de Ciudad Bolívar. Eldocumental será muy importantepara ustedes los jóvenes de estalocalidad, pues será unaoportunidad para que el paísconozca su problemática. Quiero através del documental, adentrarmeen sus vidas, en sus necesidades, ensus sueños.Al final de suimprovisación, hizo unpremeditado silencio a la espera de un largoaplauso, luego sacó a flote la logística quenecesitaba para realizar el documental. Dijo entono muy convincente: Necesito que ustedes meconsigan cuatro jóvenes sicarios, tres prostitutas de 12a 15 años, dos ladrones de apartamentos y además,ustedes mismos determinen cuántos muchachos puedenayudarme a cargar la cámara.Mientras escuchaba alhombre de la televisión, miraba los ojos de losmuchachos y esa tarde percibí el profundo odioque había en esos cientos de miradas, que leestaban diciendo al personaje televisivo quesimplemente era un hijo de puta. La pobreza no sepuede manosear, la pobreza no se puede manipu-lar. Cuando me tocó el turno de intervención, mepreguntaron: ¿qué quiere de nosotros?, ¿por quéusted viene a Ciudad Bolívar? Con cierta timidezdije, soy un escritor que he publicado 15 libros,quiero simplemente escribir un libro sobre losEl excluido socialmentetambién excluye al otroque llega, la exclusión se vuelvetambién una manera de sersocialmente para enmascarar lanecesidad de sobrevivir.
image/svg+xml7jóvenes de Ciudad Bolívar, no sé si lo puedaescribir, si ustedes están interesados. Un silenciode incredulidad se apoderó de la sala: me estabandiciendo que no eran ratones de laboratorio.En esa reunión aprendí que debía realizar unproceso distinto de acercamiento a los jóvenes, quedebía usar un método poco usual en el país:aprender a escuchar al otro, conocer su voz y através de su voz conocer sus pensamientos, susinstancias íntimas, su manera de actuar. El origeny las razones desde el punto de vista sociológicodel conflicto armado colombiano en su raízhistórica están definidos por la relación con eldesconocimiento hacia la existencia del otro. Elotro es alguien que camina con figura prestada, unhombre invisible que no piensa: ese hombre invi-sible que sólo sirve para darle una patada en elculo. ¿Por qué debo escucharlo y visualizarlo?¿Por qué debo escuchar a un hombre que no piensay si no piensa es porque no existe y si existe espara borrarlo de la faz de la Tierra: se precisa undisparo sobre la frente?Es el comportamiento que se ha socializadomuchísimo y hace parte de la mentalidad que hadesarrollado en el ejercicio de la violencia en todassus características: oficial, guerrillera, paramilitar.Ejercicio autoritario del poder político, de lasclases políticas, de los diversos actores armados.El otro existe para matarlo o secuestrarlo, el otrono existe para escuchar de él lo que piensa. Somosun país de autistas armados hasta los dientes, conmentalidad que piensa que el mundo giraalrededor de nuestros pies, y sólo debemosescuchar en nuestra perturbada soledad, elhermoso sonido de nuestras palabras.Duré cuatro meses en compañía de diversosgrupos de muchachos. Comencé a identificar enellos un elemento que me pareció era decisivo,conmigo siempre hablaban de la siguiente manera:la gente de Bogotá no nos comprende; nosotrosqueremos que nos entiendan, porque somosjóvenes con los mismos conflictos que tienen losjóvenes en el país: tenemos problemas familiares,problemas educativos, vivimos entre todo tipo deviolencia y drogadicción, somos de origen muyhumilde, pero somos jóvenes. Es decir que en ellosexistía la profunda necesidad de que losreconocieran en su condición de ser jóvenes. Yaera un indicio para hablar con ellos, para que meabrieran las puertas de su intimidad memoriosa yde sus emociones recónditas.Pero también encontré a otros jóvenes quequerían utilizarme como puente para conseguircosas materiales. Alguien que llega a un sitio depobreza, se encuentra con personas conmentalidades mendicantes y menesterosas: el queviene de afuera con una cámara fotográfica es unhombre rico y por lo tanto, puede y debe hacermefavores, resolver de pronto nuestra pobreza.Incluso, cuento una historia; un muchacho un díame dijo: Mire señor escritor, yo tengo la historia másescabrosa, hago el amor con mi mamá, también con mihermana, me gusta mi tía, he matado como a cuatro...Al final me dijo: ¿Cuánto me paga para terminar decontarle mi historia para que usted la escriba?Con elaprendizaje diario, fui quitando de camino lo quepodríamos llamar los obstáculos humanos,psicológicos, ideológicos e históricos para poderestablecer con ellos una conversación de largaduración, que en últimas es la que puedeconsolidar un relato o una historia de vida. Y tresmeses después de esta extenuante confrontaciónEspacios cotidianos, Ciudad Bolívar.
image/svg+xml8verbal con esa dura cotidianidad, a mí se meocurrió una idea que al final se volvió como unaespecie de trueque con ellos: yo les doy, les aportoconocimientos y ustedes me cuentan historias,claro que voluntariamente. Pasaban los meses, nohabía escrito nada y ninguna institución meestaba pagando; la investigación corría a cargo deplata de mi propio bolsillo, financiaba la ansiedadde escritor.Iba a la zona cada sábado, toda la tarde yregresaba a casa en la noche. Ciudad Bolívar esuna localidad de 250 barrios, que crece porquecada día hay nuevos barrios de invasión: mediomillón de habitantes, es decir, una ciudadintermedia. Un día le puse nombre al trueque ver-bal con los muchachos, lo bauticé El Taller de laMemoria. Yo les dije en tonomuy emocionado hagamos unTaller de la Memoria ypreguntaron, ¿qué es eso? Lesdije que íbamos a crear unespacio de discusión en el cualellos pudieran expresarabiertamente lo que pensabandel mundo que los rodeaba. Yosimplemente les facilitaría unostextos para discutir y así abrirla discusión colectiva. Ellosresponden, qué vamos a ganarnosotros; yo les digo, van aganar la posibilidad de hablar y discutir sobre laproblemática de ustedes como jóvenes. ¿Y ustedqué va a ganar? Yo les respondí la posibilidad deescucharlos, quizá escribir un libro sobre ustedes.Se rieron con sorna y el escepticismo se reflejó ensus rostros.Convoqué a una reunión y les dije el plan essiguiente: durante 6 meses vamos a reunirnos,leeremos y discutiremos una serie de textos,ustedes discutirán sobre sus problemas. Ese díaasistieron 35 muchachos, en el grupo había unachica que había estudiado sociología en launiversidad. El resto había terminado la primariay otros ni siquiera habían alcanzado elbachillerato. También asistieron ese día algunasjóvenes madres comunitarias y profesores deescuela primaria, era un grupo de gente joven.Fluctuaban entre 13 y 17 años y los adultos apenaspasaban los 20 años. Yo les propuse lametodología: leeremos en grupo varios libros; citolos títulos: Biografía de un cimarrón, de MiguelBarnet, bello texto en el cual un negro cubano de104 años cuenta la historia desconocida de losesclavos cimarrones durante las luchas deindependencia; un segundo libro, Juan Pérez Jolote,de Ricardo Pozas A., la historia de un indígenaque va a estudiar antropología a ciudad de Méxicoy regresa a su comunidad y luego escribe sobre sucomunidad; Antropología de la pobreza,de OscarLewis, texto fundador, profundo acercamiento aese puente humano entre lo rural y lo urbano; Nonacimos pa’ semilla, de Alonso Salazar, lacerantelibro que a través de relatos testimoniales, nosdescubre el mundo de los jóvenes sicarios bajo lasórdenes del Cartel de Medellín, y agregué otraslecturas adicionales.Yo les dije, vamos a organizargrupos que deben leer los libros,lectura referida a diversos temassobre los jóvenes en CiudadBolívar: historia de la comunidad,historia del barrio, historia de lafamilia, los sueños comorealización humana, los sueñoscotidianos convertidos enpesadillas por la continuidad, elsignificado, y el valor de los sitiosde reunión como por ejemplo lacuadra o la esquina; relacionesentre jóvenes, relación con la policía y el ejército,relación con la guerrilla; su visión de la ciudad ydel país; todo un eje problemático implícito en suspropias vivencias. Además, flotaba en el ambienteuna pregunta terriblemente provocadora: ¿Losjóvenes de Ciudad Bolívar son por naturalezaviolentos, pistolocos, sicarios? Los medios decomunicación habían dictado cátedra escrita, vi-sual y verbal durante cinco años, comparando alos jóvenes de esta zona con los jóvenes de lasComunas de Medellín. Y claro, una conclusión alaire: si viven en las mismas condicionesinfrahumanas como los jóvenes de las Comunas deMedellín, por lógica deben pensar lo mismo y porlo tanto deben actuar siempre con un revólver en lamano o una patecabra al cinto.El Taller de la Memoria era el comienzo deuna loca experiencia pedagógica, contradictoria ensu esencia por la desigualdad en losUn día le puse nombreal trueque verbal con losmuchachos, lo bauticéEl Taller de la Memoria.Yo les dije en tonomuy emocionado hagamosun Taller de la Memoriay preguntaron,¿qué es eso?
image/svg+xml9conocimientos y formación o deformación de losasistentes. Pero la esencia misma de la propuestase basaba en la pedagogía de la provocación: ladiscusión sobre sus vidas sería, ante todo, unespacio de reflexión que los ayudaría a conocer lasfibras de su propia identidad.Escogimos los grupos lectores,se suponía que leerían yhablarían de los textos, ademásla lectura los incitaría aprofundizar en su razón de sersocial. Hice fotocopias y todosentusiasmados de verdadcomenzaron a leer. Lapropuesta había calado, en elgrupo se detectaba cierto febrilnerviosismo, como si seestuvieran metiendo las manosdentro de sus cuerpos. Estabantocados y provocados.Hermosas tardes de lecturas, exposicionescomparativas y discusiones sobre los textospropuestos. Cada sesión era un hallazgo porquecada quien se documentaba no solo desde supropia experiencia, sino desde la experiencia de lacomunidad.Se conjugaba lo propio con el entorno, serescataba y se asumía la historia de los padrescomo memoria de transición y memoriacontemporánea. La idea del libro salía a flote.Entonces, una tarde aparecieron los “Testigos” y ellibro comenzó a escribirse.El tema propuesto era la historia de los ba-rrios, una visión de la comunidad. Había muchaexpectativa en la sala, cuando de pronto el grupoal que le tocaba hablar sobre los barrios, llevó a unviejo curtido en su rostro, vivaz en los ademanes ylos gestos, de una seguridad imperturbable. Losmuchachos que debían exponer lo leído dijeron:Nosotros no hablaremos sino que lo hará en nombre denosotros don Guillermo, aquí presente, porque él esnuestra memoria en estas lomas.Don Guillermo contóo narró en forma maravillosa su experiencia decinco o siete barrios que él había invadido, decómo esos barrios comenzaron a fundarse cuandose les bautizó con el nombre escogido por lamayoría de los habitantes; de cómo se habíanconstruido, de cómo había sido la primera nochede una familia cuando llegaba con sus cosas yarmaba una casa de cartón o de tela asfáltica,dormía y soñaba por primera vez en habitaciónpropia; noche de fundación y regocijo familiar; decómo los habitantes para poder llegar al terrenoque habían comprado, cambiado por unelectrodoméstico o invadido a lafuerza, debían pasar por retenesestablecidos por la policía y a suvez, cómo ellos debían pagar losimpuestos a la policía para pasarlegalmente sus enseres, en fintodo ese proceso social y humanoque consiste en construir unavivienda propia, en una zonageográfica asentada en inmensasrocas. Hoy en día, son barrios convías de comunicación, con agua yluz. Don Guillermo había narradoen dos o tres sesiones, unahistoria de vida de muchos añoscuando el tiempo detiene su ritmo endemoniadopara abrir cause a la reflexión de naturaleza vital.Don Guillermo se convirtió en algo definitivo paraCada sesión era un hallazgo por-que cada quien se documentabano solo desde su propia expe-riencia, sino desde la experienciade la comunidad.Se conjugaba lo propio con elentorno, se rescataba y se asu-mía la historia de los padrescomo memoria de transición ymemoria contemporánea.Árbol del Ahorcado, Ciudad Bolívar.
image/svg+xml10la escritura posterior del libro, la figura del testigohistóricoque hablaba a través de la experienciavivida y convertida en memoria social, memoria dela comunidad. Don Guillermo nos hizo sentir queestábamos en presencia de un hombre que no searrugaba ante su voz, por el contrario, cuandohablaba en su mirada no había vacilación alguna:expresaba decisiones.En la exposición de los temas posteriores, losmuchachos se apropiaron de nuevos “Testigos”que hablaban en nombre de ellos. No era unaapropiación en el sentido mecánico y brutal de laapropiación e imposición de la experiencia ajena.Tampoco que ellos hubieran adquirido de prontoel virus de la mudez. La palabrano se había ahogado en el río dela memoria. Por el contrario,para ellos la presencia de “ElTestigo” fundamentaba ypermitía que la huella de uno yde todos quedara como huelladefinitiva en quienesescuchábamos atentos esanarración convertida en puente-humano de la memoria.Entonces “El Testigo” sevolvió figura fundamental en eltranscurrir del Taller de la Me-moria. Su voz y su gestualidadcreaban como recuerdos,ámbitos de profundidad de loque había sido la experiencia social en lo indi-vidual y en lo colectivo. La confluencia de muchasvoces, escenificada en la voz única y auténtica de“El Testigo”,quien asumía y representaba lasotras voces que yacían en el silencio impuesto porla fuerza del olvido. Por ejemplo, las madrescomunitarias eran tres y llevaron al Taller a otrascinco y cada una durante una semana fuecontando historias de cómo el jardín infantil fuecreándose en su barrio, en su cuadra. Su origen:una madre con cinco hijos de diversas edades,mientras va a trabajar los deja encerrados duranteel día, en un cuarto cubierto por tela asfáltica,espacio de dos metros por tres, entre camas y unaestufa de gasolina. Muchos niños habían muertoincinerados en incendios provocadosaccidentalmente en aquellos cuartos miserables,con candado en las puertas para que los niños nosalieran a jugar al aire libre.Otra mujer madre con cinco hijos le propone alas otras madres-padres: yo les cuido los hijos austedes. Ellas le pagan algún pequeño valor ydespués ese patio o casa con 15 o 20 niños sevuelve un jardín infantil a la fuerza. Y esta mujerse transforma a la fuerza en una madrecomunitaria que por oficio cuida niños ajenos yposteriormente, podrá asistir a pequeños cursos depedagogía infantil, dictados por profesionalespagados miserablemente por el Estado.El Taller de la Memoria tuvo un desarrollopleno, la gente leía los textos y llevaba sus propiostestigos, la discusión se encendía en plenitud. Lapalabra provocaba comentariosencontrados, el tono verbal seacaloraba, al final la historianarrada unía ánimos y reflexión.Se fue creando un espaciopropicio, los muchachoshablaban de su vida personal sintapujos, ni rencores, ni odios ofrustraciones frente a 30 o 40 per-sonas; hablaban porque todo elmundo los escuchaba conrespeto; hablaban sin temor delas historias vividas: hablaban derobos o acciones criminales comoasesinatos, problemas familiares,adicción a la droga, de suparticipación en la guerrilla. Elolvido de la historia personal había quedadoanclado en los límites de un río lejano. El espaciodel Taller de la Memoria se volvió un espacio decomplicidad, quienes escuchábamos nosconvertimos en cómplices, nadie asumía el papelde policía ni de juez ni siquiera de periodista.Comenzó a crearse en el inconsciente del grupo, laidea o la conclusión de que las historias que seestaban escuchando en ese ámbito de respeto ycomplicidad serían incluidas posteriormente en ellibro. La idea de escribir el libro era ya unanecesidad suprema en todos los asistentes, sevolvió una obligación que debía cumplirse.Claro que sería el libro de ellos, escrito poralguien muy atento que estaba escuchando sushistorias. En el quinto o sexto mes de reunionessemanales, aparecieron las historias de los jóvenesy continuaron con el mismo proceso: sus testigosSu voz y su gestualidad creabancomo recuerdos, ámbitos deprofundidad de lo que habíasido la experiencia social en loindividual y en lo colectivo. Laconfluencia de muchas voces,escenificada en la voz única yauténtica de “El Testigo”, quienasumía y representaba las otrasvoces que yacían en el silencioimpuesto por la fuerza delolvido.
image/svg+xml11escogidos. Fue cuando sentí en lo más hondo demi ser que el libro se escribiría por fin. Habíamoslogrado trabajar a unos niveles de reflexióncolectiva extraordinarios porque en el contexto detantas historias narradas, aparecía la conjugaciónde lo íntimo personal con los sueños posibles derealizar. Aparecía en las narraciones porejemplo, la hermosa, contradictoria y dramáticarelación de familia, encierro en un pequeñoespacio de 2 x 3 m donde vivían cinco, seis osiete personas hacinadas en construcciones decemento, adobe o tela asfáltica. Y en ese espacioasfixiante, vislumbrar o detectar cómo puededesarrollarse la convivencia de lo cotidiano fa-miliar; cómo los padres hacen el amor, mientraslos hijos duermen o hacen que duermen; yaparece el morbo inocente de lo erótico entrehermanos y hermanas; cómo se mezcla el sueñoimaginado con el sueño real de todos los días,cuando se hablan de estos en la mesa sin pan;cómo en ese espacio de la miseria la gente puedeconstruir una vida digna, que les permite caminarpor la ciudad como cualquier ciudadano normal.Esa relación encerrada y agobiada por eldesdén de la miseria produce en los muchachos uncreciente odio acumulado hacia ese espaciourbano que les impide caminar tres pasosseguidos, entonces por inercia libertaria buscan laesquina. Y en la esquina se reúnen 20 muchachos,hablan de los sueños, fuman marihuana, metendroga, basuco, se regocijan con el ritmo cadenciosode los cuerpos de las muchachas, hablan de loaprendido en la escuela, planean fechorías pordiversión o quizá con mentalidad profesional.Viven ese espacio de la esquina gozándolo aintenso ritmo interior. Ellos, los jóvenes agrupadosen la esquina, se vuelven un conflicto para elentorno social, familiar. Los padres que hanvenido del campo no pueden tolerar que sus hijasestén con esos tipos que pierden el tiempo en el díay la noche, y son como estatuas fortificadas en laesquina, sombras definitivas. Es decir, es unamentalidad policíaca: si esa persona está paradaen la esquina es porque está pensando en algoBarrio popular, Ciudad Bolívar.
image/svg+xml12malo, la lógica demencial creada por el temor a loenvolvente inquisidor. Ese muchacho estápensando meter droga, robar un apartamento omatar a alguien. Entonces esa mentalidad y esedistanciamiento generacional, de una u otramanera, producen un fenómeno terrible, impulsanlos llamados actos de limpieza social, parecidos alas razziasde limpieza que suceden en muchasde las ciudades del Brasil. En los años 92 y 95asesinan en Ciudad Bolívar a alrededor de 500muchachos de 12 a 15 años. Y los asesinos,apoyados por sectores de la autoridad, inclusode la propia comunidad y pagados por dueñosde establecimientos comerciales, son gruposenmascarados que los cogen,los llevan a un sitio y losmatan a quemarropa. Gruposque tienen un nombre singu-lar: grupos de limpieza social.Muchos de estosmuchachos roban tiendas,pequeños supermercados; y losdueños de los supermercadostienen contactos con aparatosoficiales y se crea un grupodesde adentro y afuera del ba-rrio que tiene como tarealimpiar el mal ejemplo y matara los muchachos. Estasituación se vuelve algo muynormal. Lo terrible es que algunos padres defamilia aceptaron como concepto definitivo deuna mentalidad para sobrevivir: si mataban aun muchacho, lo mataron con razón porqueandaba metido en algo malo; acto de fe socialpara justificar el asesinato colectivo.Cuando en El Taller de la Memoria aparecenlos muchachos contando sus historias, que porcierto una de éstas la retomo 8 años después enmi novela Sangre ajena, digo en ese momento: ellibro va a escribirse, debe escribirse. Es lapresencia de la escritura con su ritmoendemoniado que asoma como necesidad vitalimpulsada por sus propias leyes. Era tanto elmaterial escuchado y recogido que había queentrar a procesarlo como escritura. Despuéstendría que plantearme los conflictos de laestructura narrativa. Hasta ese momento yo nohabía escrito ni una página.Esa es una extensa documentación que aúnconservo en mis archivos. Cuando terminamosEl Taller de la Memoria, los muchachos dijeronmuy convencidos: Ahora sí, querido Arturo, a es-cribir el libro. Yo les dije necesito más historias,otras historias para aproximarme a ese mundocomplejo de la mentalidad de los jóvenes quehabitan esta zona periférica donde pulula eldesarraigo. Cada ocho días ellos aparecían connuevas historias y nuevos personajes, en esetranscurrir de hallazgos narrativos duramosdos o tres meses. Ellos buscaban afanosamentepersonajes y yo comencé a escribir las historiasescuchadas.Surgieron conversacionesde larga duración, que se fun-damentaban en ciertos princi-pios enraizados en la experien-cia de hablar con el otro: ha-blan dos, vamos a discutir losdos, a construir una historiaentre los dos, dos sujetos ha-blan y escuchan en igualdad decondiciones, ninguno de losdos será un objeto de uso y deinformación para el otro, es de-cir la historia escuchada poruno pero contada por la memo-ria del otro, en una situación derespeto y reflexión; conversa-ción cimentada en una profunda confianza oempatía mutua que pueda crear una adecuadaatmósfera posible para hablar y escuchar; situarla conversación en el espacio y en el tiempo his-tórico en que sucedieron los acontecimientos,entorno social para el logro de una relativa ve-racidad de la historia que se escucha; introduciren la conversación el arma de la pregunta y lacontrapregunta en quienes asumen el rol de pre-guntar, narrar y escuchar; la pregunta sueleconvertirse en un acto de imposición de quienpor razones de supuesta formación académica,piensa que el otro no debe preguntar sino sim-plemente escuchar la pregunta y narrar la inti-midad de su vida. El que confiesa también pre-gunta. De antemano propuse un compromisocon los protagonistas: antes de publicar la his-toria, los muchachos, muchacha o muchacho,leerían el texto escrito sobre su vida, propon-Cada ocho días ellos aparecíancon nuevas historias y nuevospersonajes, en ese transcurrirde hallazgos narrativos duramos dos o tres meses.Ellos buscaban afanosamentepersonajes y yo comencéa escribir las historiasescuchadas.
image/svg+xml13drían reformas y se publicaría lo que quisieranque se publicara; incluso, en algunas conversa-ciones surgieron nexos de estos con la guerrillay esos datos comprometedores los fui eliminan-do de acuerdo con ellos. Me interesaba construirrelatos en los cuales se pudiera constatar y me-dir una profunda dimensión de vida de unosjóvenes de 14 o 15 años; una niñez y una juven-tud que nunca tuvieron y a la vez, la relacióncon el crecer humano que tiene tantas complica-ciones en la periferia de una ciudad violenta ensus ejes fundacionales.Posteriormente fui trabajando algunos tex-tos y un día en boca de uno de los protagonis-tas, escuché una verdad que me dolió en elalma:Nosotros los jóvenes somosgente muy buena, gente sana, gen-te soñadora, gente que abraza conmucho afecto, gente aventurerapero también los jóvenes somosunos hijos de puta... Esto me si-tuó en la dura realidad parapoder entender ese fenómenode lo que es la mentalidad demuchos jóvenes. Busqué litera-tura, leí una novela de PaulNizan que se titula Aden Arabia.Nizan comienza su novela: “Yotenía 20 años no permitiré quenadie diga que es la edad máshermosa de la vida”. Afirmación que a renglónseguido le da un hondo significado de apropia-ción de una realidad compleja, cuando escribe:“Todo amenaza con la ruina a un hombre joven:el amor, las ideas, la pérdida de la familia, laentrada al mundo adulto. Le es duro aprendercuál es su lugar en el mundo”. Y luego Sartrehace un sesudo prólogo sobre la novela y dice:“Hemos traicionado tantas veces nuestra juven-tud que no mencionarla es una decencia míni-ma. Nuestros antiguos recuerdos han perdidosus dientes y sus garras; veinte años, sí, he debi-do tenerlos, pero tengo cincuenta y cinco y notendría la audacia de escribir: ‘Tenía veinteaños y no permitiré que nadie diga que es laedad más hermosa de la vida’.” Esto me hacedescifrar más a fondo esa mentalidad juvenil.Entonces ocurre el fenómeno hermoso queellos, por iniciativa propia, comienzan a buscar(...) un día en boca de uno de losprotagonistas, escuché unaverdad que me dolió en el alma:Nosotros los jóvenes somosgente muy buena, gente sana,gente soñadora, gente queabraza con mucho afecto,gente aventurera pero tambiénlos jóvenes somos unoshijos de puta...otras historias y son muchas las historias quevienen hacia mí con su vuelo oral. Yo voy selec-cionando el material, me reúno y trabajo con lospersonajes tres o seis días, grabo entrevistas deuna a diez horas y comienzo a elaborar ese pro-ceso escritural través de lo que califico el proce-so de los originales. En síntesis, hice seis origi-nales del texto Ciudad Bolívar: la hoguera de lasilusiones. El primer original era la trascripciónabsoluta sin editar de la conversación grabada,especie de constancia de esta en su conjuntolingüístico, con sus silencios, repeticiones ymodismos; el segundo original era un texto dra-mático, que consiste en hacer una lectura de lahistoria dándole prioridad a los hechos dramá-ticos, es decir, subrayar o nu-merar en secuencias las situa-ciones más cruciales en la vidadel personaje y luego, reorgani-zar de nuevo el texto en su es-tructura a partir de la impor-tancia de cada secuencia dra-mática y así evitar la monoto-nía de la cronología cuando setrata de un texto oral; el terceroriginal era el mismo relatocontado desde los hechos dra-máticos conservando la esen-cia lingüística del texto en sutrascripción; el cuarto originalera el estudio lingüístico del texto oral para uni-ficar secuencias semánticas y rescatar ritmosconnotativos que se pierden en la oralidad, y ala vez, limpiando el texto de repeticiones ymodismos; el quinto original era una confluen-cia de lo dramático y lo lingüístico y, en el sextooriginal, el escritor introduce su voz escrituralen segmentos cuando la historia oral lo permiteo necesita profundizar en ciertas situaciones dela intimidad del personaje o en cuestiones rela-cionadas con sus diversos entornos sociales ehistóricos.Finalmente apareció el libro con un inmensoéxito editorial y esto produjo una serie de nue-vas situaciones que quiero sintetizar: primero,que con su publicación, hoy día cuando los me-dios de comunicación se refieren a Ciudad Bolí-var lo hacen con mayor respeto; se demostró queCiudad Bolívar no era el infierno de la violencia
image/svg+xml14capitalina que los medios de comunicación ha-bían propagado como peste ambulante en susmensajes, se aclaró que en Ciudad Bolívar vivenjóvenes que están luchando para que se les entien-da su identidad de jóvenes, que piensan, viven laciudad y tienen una visión sobre el país; segundo,los relatos producen una profunda transformaciónen los propios personajes, uno de ellos, que en esaépoca pintaba, después del texto publicado va a launiversidad y estudia Filosofía y Letras, continúasu carrera de pintor y hoy día, es profesor; tercero,el libro como experiencia humana se convirtió enun texto muy leído en todos los colegios de BogotáBarrio popular, Ciudad Bolívar.y ha logrado a través de su lectura abrir un ampliodiálogo entre los muchachos del sur con los mu-chachos del norte de la ciudad. En últimas, el textoes una reflexión profunda sobre los imaginarios delos jóvenes, de su visión de la ciudad, de sus itine-rarios y desplazamientos geográficos. El libro nosólo es un texto sobre jóvenes o un texto sobre laciudad, es también una íntima y larga conversa-ción que abre puertas a esa memoria, que yace enlos recuerdos individuales del otro cuando el tiem-po no tiene prisa y rehace, en una conjugación devoces, otra orilla clarividente de la memoria colec-tiva urbana.
image/svg+xml15traduccionesVozesna Oficinada MemóriaArturo AlapeEste trabalho apresenta as reflexõesfeitas sobre um diálogo ou"conversação de longa duração" queduraria mais de 6 meses em CidadeBolívar, entre o autor e jovens destaLocalidade, com a intenção de escutá-los e escrever um livro sobre jovens eque mostrasse a complexidade dacidade. A Oficina da Memória era ocomeço de uma louca experiênciapedagógica, contraditória em suaessência pela desigualdade nosconhecimentos e formação oudeformação dos assistentes. Mas aessência mesma da proposta,apoiava-se na pedagogia daprovocação. Por esta razão semenciona que a Oficina da Memóriateve um desenvolvimento pleno, agente lia os textos sugeridos e levavasuas próprias testemunhas, adiscussão se acendia a plenitude: apalavra provocava comentáriosencontrados, o tom verbal seacalorava, ao final a história narradaunia ânimos e reflexão. foi criando umambiente maravilhoso: pela primeiravez os moços falavam de sua vidapessoal, sem disfarces, rancores,ódios ou frustrações frente a 30 ou40 pessoas; falavam porque todomundo os escutava com respeito;falavam sem temor das históriasvividas. Esta Oficina se voltou umespaço de cumplicidade. É a partirdesta experiência, que sereconstruíram estes relatos de vidanão só desde o sociológico ouantropológico a não ser desde daliteratura, para o qual se destaca que"Me carcomia a necessidade deconhecer profundidade essa parte daoutra cidade, a cidade oculta paramaioria dos olhares dos habitantes deBogotá. A outra cidade tambémdesconhecida para meus rastros".Des voix dansl'Atelier de laMémoireArturo AlapeCe travail présente les réflexions issuesd'un dialogue ou " conversation delongue durée ", qui se maintiendrait àBolívar pendant plus de 6 mois, entrel'auteur et des jeunes de cette localité, avecl'intention de les écouter et d'écrire un livresur les jeunes tout en montrant lacomplexité de la ville.L'Atelier de la Mémoire était le début d'uneétrange expérience pédagogique,contradictoire dans son essence parl'inégalité par rapport aux connaissanceset à la formation ou déformation desassistants. Pourtant, l'essence même de laproposition se fonde sur la pédagogie dela provocation. C'est pour cette raison qu'ilfaut signaler que l'Atelier de la Mémoire aeu un développement complet, les genslisaient les textes suggérés et amenaientleurs propres témoins, la discussions'enflammait dans toute sa plénitude : laparole provoquait des commentairesopposés, la conversation s'échauffait, à lafin, l'histoire racontée réunissait leshumeurs et la réflexion. Ainsi s'est créeune ambiance merveilleuse : pour lapremière fois les jeunes parlaient de leurvie personnelle devant 30 ou 40personnes, sans rien cacher, sansrancune ni haine ni frustration ; ilsparlaient parce que tout le monde lesécoutait avec respect ; ils parlaient sanspeur des histoires vécues. Cet Atelier estdevenu un espace de complicité.C'est à partir de cette expérience que cesrécits de vie ont été reconstruits nonseulement du point de vue sociologiqueou anthropologique mais à partir de lalittérature, pour ce faire, il faut remarquerque " j'étais rongé par le besoin deconnaître en profondeur cette partie del'autre ville, la ville cachée pour la plupartdes regards des habitants de Bogotá.L'autre ville inconnue aussi pour mestraces ".Voices in MemoryWorkshopSummaryArturo AlapeThe present piece of work presents theresults of a discussion or “long lengthconversation” which would last morethan 6 months in Ciudad Bolivar, be-tween the named author and someyoung habitants, with de intention oflistening to them and writing a bookabout young people showing the towncomplexity.Memory Workshop was the beginningof a crazy learning experience, contradic-tory in its own essence because of thedifference in knowledge and formationof its participants. The main point of thisproposal was based on the excitingpedagogical strategy that was chosen.That is why, in this article it is mentionedthat Memory Workshop had a broaddevelopment: people read the suggestedtexts and invited their own witnesses;that is why the discussion reached avery high level. The results wereinteresting thoughts and confrontingideas. The area was marvellous: for thefirst time young people were allowed totalked about their personal stories of life,without limits, anger, hate orfrustrations, in front of an auditorium of30 40 people. Everybody listened tothem showing respect as they talkedwithout feeling fear. Memory Workshopbecame a place of huge complexity.Thanks to this experience it was possibleto rebuild those stories of life, not onlyfrom the sociological or anthropologicalpoint of view but also from a literaryaspect. “I really needed to know in deepthis other side of town, the one that’shidden from the mayor part of thehabitants of Bogotá, and which is alsostrange for my footsteps”, the authorsaid.