image/svg+xml
36
Memoria y olvido
del asilo uruguayo
No debiera arrancarse a la gente
de su tierra o su país, no a la fuerza.
La gente queda dolorida. La tierra
queda dolorida.
Nacemos y nos cortan el cordón
umbilical.
Nos destierran y nadie nos corta la
memoria, la lengua, los colores. Soy una
planta monstruosa.
Mis raíces están a miles de quilómetros
de mí y no nos ata un tallo, nos separan
dos mares y un océano.
1
image/svg+xml
37
l siglo XX pasará a la historia como el siglo de
los más graves delitos contra los derechos humanos,
pero también como el siglo de la instauración y la
proclamación del imperio de la ley.
2
De ahí la
necesidad ineludible de que se analice y se conozca
sobre los abusos cometidos en el pasado para que no
se repitan en el futuro. Para realizar esta tarea, esta
denuncia, “la historia oral es una necesidad... Es un
imperativo.”
3
“Los testimonios de las personas que se vieron
directamente afectadas por determinados
acontecimientos, estrategias, programas y acciones de
los gobernantes, invasores y dictadores contribuyen
de manera importante a nuestra comprensión del
pasado y constituyen una clave para encontrar la
manera adecuada de confrontar el
pasado.”
4
En el libro
La orden ya fue
ejecutada,
Alessandro Portelli
apunta que “la historia oral es
ante todo un trabajo de relaciones:
entre narradores e investigadores,
entre hechos del pasado y
narraciones dialógicas del
presente; es un trabajo esforzado y
difícil, porque exige al historiador
el trabajo tanto en la dimensión
fáctica como en la narrativa, en el
referente y en el significante, en el
pasado y en el presente, y ante
todo en el espacio que corre entre
los dos.”
5
La credibilidad de las
fuentes orales consiste en el hecho
de que, aunque no siempre corresponda cabalmente a
los hechos, las posibles discrepancias y los errores
son hechos en sí mismos, signos reveladores que
remiten al tiempo del deseo y del dolor, y a la difícil
búsqueda del sentido.
En la década de los setenta del siglo XX, el
pueblo uruguayo, como otros de América Latina,
sufrió la violación de sus derechos humanos por
parte de los militares que tomaron el poder a sangre y
fuego y para mantenerse allí persiguieron, torturaron,
desaparecieron y mataron a miles de personas. Para
salvarse de ello, para preservar su libertad y su vida
algunos uruguayos solicitaron y lograron ser
protegidos a través de la institución del asilo
diplomático.
Sobre el asilo político uruguayo, hay una escasa
historiografía
6
que se limita al estudio de los
documentos generados por el Estado, donde a los
perseguidos se les niega su papel de actores y se les
deja reducidos a testigos, además sus relatos son
considerados como meras declaraciones con alto
contenido de subjetividad, dentro de una perspectiva
reduccionista. La negación es el peor de los peligros:
despojar a las víctimas de su pasado, a los muertos
de su muerte. La negación puede hacer creer que el
verdugo no persiguió, no torturó, no mató, que las
víctimas no sufrieron, no murieron. La amnesia
colectiva que hoy amenaza con dejar de lado la me-
moria de las violaciones de los derechos humanos
debe ser combatida con la recopilación de las
narraciones de los supervivientes y su integración a
la historiografía, en una posición mucho más central
que la que le ha sido reconocida hasta ahora.
7
La política del olvido
8
que han intentado
instaurar algunos ex gobernantes
ha logrado bloquear hasta cierto
punto temas importantes de la me-
moria.
9
Sin embargo, no lo han
logrado del todo, pues la memoria
es un relato que confiere sustancia
al presente al dotar al pasado de
un sentido que proyecta el futuro.
Las desconfianzas del porvenir
encuentran sus certezas cuando el
recuerdo adquiere nitidez, y en esa
nitidez marca al presente sus
límites y define su forma. La memo-
ria se teje en y con los recuerdos y
los recuerdos revelan perspectivas
encontradas. La memoria es la
facultad de recordar, de dejar
huella; es el rastro de las
experiencias que se vivieron; algunas de ellas
reaparecen al ser invocadas, otras están ahí,
esperando, y otras simplemente desaparecen.
10
Para Alessandro Portelli: “la memoria no es
homogénea, sino que la construcción de sentido del
pasado puede enfrentar variadas versiones,
generándose un proceso denominado memoria
dividida, es decir la existencia de varias
interpretaciones de un acontecimiento que
determinan de manera diferente el modo en que éste
repercute en la comunidad. Es un mecanismo de
poder, de control social que aprovecha diversos
instrumentos y mecanismos que van desde los
recuerdos individuales hasta soportes técnicos y que
puede adquirir diversas dinámicas sociales”.
11
La categoría de la “memoria dividida” es hoy
una piedra angular del discurso sobre la guerra, la
resistencia, las matanzas nazis. “Pero la memoria no
se divide solamente
entre
distintas personas y grupos
El enfoque biográfico interpretativo en la investigación
socio-histórica
Autoras
Araceli Leal Castillo
Instituto Mora / México
Memoria y olvido del asilo uruguayo
Los testimonios de las personas
que se vieron directamente
afectadas por determinados
acontecimientos, estrategias,
programas y acciones de los
gobernantes, invasores y
dictadores contribuyen de
manera importante a nuestra
comprensión del pasado y
constituyen una
clave para encontrar la manera
adecuada de confrontar
el pasado.
E
image/svg+xml
38
separados... La memoria se divide, de modo más
difícil y dramático, también dentro de las personas y
dentro de los textos: no se trata de dos poemas
opuestos sino de
un mismo
poema en el mismo libro. Y
un modo seguro de no entenderlo es romperlo, y
repartírselo tomando cada uno el fragmento que le
conviene.”
12
El recuerdo es siempre una recreación de lo que
verdaderamente sucedió, no es simplemente un eco
del pasado; es decir, la memoria, como interpretación
de hechos del pasado se compone de pausas, deslices
y discrepancias. La memoria es básicamente
revisionista, constantemente hace juegos selectivos de
omisión. Por ello lo que se olvida puede ser tan
importante como lo que se recuerda.
13
La ausencia es tan significativa como la
presencia: en tanto que olvido y memoria son
procesos activos, no puede interpretarse un olvido
como deficiencia y un recuerdo
como simple reproducción de la
realidad pasada.
Pero, cómo historiar lo que
Klempner
14
llama la “memoria
ausente”, aquella que representa
el trauma.
15
El autor afirma que
“la víctima, con su narración,
inicia el proceso de nacimiento y
conocimiento del episodio
traumático pues el trauma antes
de ser contado es una conmoción
abrumadora, una ausencia aún no
asumida como conocimiento.”
16
De tal forma que sólo narrando lo
sucedido, el torturado, el
perseguido, el transgredido
pondrá fin a un episodio que no
pudo o no logró completarse, armar una secuencia
que no tiene final, que no ha alcanzado una solución,
un desenlace y que, por lo mismo, ante sus ojos
continúa estando en el presente y es actual en todos
sus aspectos.
17
Para salir de ese “cautiverio”, es
preciso iniciar un proceso curativo que permita
reconstruir una historia, reeditarla, esencialmente
reexternalizar
el episodio transfiriéndolo a alguien,
depositándola en otro exterior a sí mismo. De tal
forma que el testimonio surge como una de tantas
posibilidades que tienen las propias víctimas para
trasladar la herida de la esfera individual al ámbito
colectivo.
Basándonos en los testimonios de los
perseguidos políticos uruguayos así como en el del
primer secretario de la embajada en Uruguay,
18
nos
proponemos estudiar los detalles sobre la traumática
vivencia del asilo diplomático. Los registros orales
nos permitirán recuperar lo que Roland Freser
19
denomina el “ambiente”, la “textura” de los
acontecimientos vividos por los entrevistados. Con
ello podemos acceder a una visión distinta de un
proceso histórico: a la mirada de la vida cotidiana de
los individuos inmersos en ese suceso, los matices
personales y emotivos; su manera de sentir y percibir
los acontecimientos y de percibirse a sí mismos
dentro de ellos. Las entrevistas, como veremos,
revelan muchas veces hechos desconocidos o
aspectos ignorados de hechos conocidos.
El Uruguay ofreció siempre una imagen fuera de
fronteras y especialmente internalizada en su pobla-
ción, de un país ejemplar, de sólido sistema político.
La Suiza de América se caracterizó por un desarrollo
político estable, con valores civilistas y europeos, de
corte liberal, reflejo de una economía en desarrollo, de
una buena distribución del excedente económico y de
un nivel social elevado, era una
sociedad alejada de los avatares y
convulsiones políticas que caracte-
rizaron a América Latina durante
esa época. Sin embargo, a fines del
sesenta una crisis global, iniciada
una década antes, provocó un cli-
ma generalizado de inseguridad
económica y por lo tanto generó
una marcada inestabilidad social.
El sistema político comenzó a mos-
trar una grave disfuncionalidad en
torno a la representatividad de los
intereses sociales y a su capacidad
política de respuesta a las deman-
das crecientes al sistema. El 27 de
junio de 1973, el presidente Juan
Ma. Bordaberry decretó la disolu-
ción de las Cámaras; luego del golpe de Estado sobre-
vino en Uruguay, al igual que en Brasil, Argentina y
Chile, una cruel dictadura militar.
Imbuidas de la Doctrina de Seguridad Nacional
y sobre todo de su concepto de lucha contra el enemi-
go interno, las Fuerzas Armadas (FF.AA.) reestructu-
raron el poder político y lo colocaron bajo su tutela. A
lo largo de once años, los uruguayos sufrieron la polí-
tica represiva del nuevo régimen, que tuvo como meta
el intento refundacional de una sociedad controlada
en sus aspectos políticos: su objetivo era acabar con
todo actor político que no fueran las propias FF.AA.
La intromisión de los militares, se extendió a todos
los terrenos del Estado y de la sociedad: la economía,
la política, la cultura, la educación, la prensa.
Para lograr su meta los militares acosaron, encar-
celaron, desaparecieron y asesinaron a una cantidad
desconocida de opositores. Para salvar sus vidas,
El recuerdo es siempre una
recreación de lo que verdadera-
mente sucedió, no es simplemen-
te un eco del pasado; es decir, la
memoria, como interpretación de
hechos del pasado se compone
de pausas, deslices y discrepan-
cias. La memoria es básicamente
revisionista, constantemente
hace juegos selectivos de omi-
sión. Por ello lo que se olvida
puede ser tan importante como lo
que se recuerda.
image/svg+xml
39
una parte de los perseguidos se vio obligado a recu-
rrir a un instrumento interamericano e internacional
de protección de los derechos humanos: el asilo di-
plomático. La legislación internacional sobre éste
tiene como objetivo principal proteger a los persegui-
dos políticos; al mismo tiempo, convenir los derechos
y las obligaciones de los Estados que conceden el
asilo (Estados asilantes) y los que deben reconocerlo
(Estados territoriales) para facilitar la salida de quie-
nes obtienen la calificación de asilados.
20
Sobre la situación uruguaya y el asilo de perse-
guidos, un funcionario de la embajada mexicana
recuerda:
(...) los hechos condujeron a la disolución del Parla-
mento el 27 de junio de 1973. Para entonces las cárceles
estaban llenas de presos políticos de
las fuerzas armadas. El inicio de los
pedidos de asilo coincide con la segun-
da fase de la represión y está dirigida
contra los partidos políticos que ha-
bían venido actuando conforme a la
ley: el Partido Comunista y el Socia-
lista, además de militantes del Frente
Amplio... de otros supuestos
tupamaros... La fecha que podría seña-
larse como clave fue en octubre de 1975,
cuando caen en prisión directivos de
partidos políticos y del Frente Amplio,
de allí la orden a los militantes de bus-
car asilo para evitar la cárcel.
21
Por su parte los asilados ubi-
can con precisión su origen tempo-
ral en su necesidad de salvar la
vida ante las acciones represivas
de los militares uruguayos; tienen
claro cómo el terrorismo de Estado
empujó a numerosos grupos de
disidentes a asilarse en la reducida sede diplomática
mexicana, sin importar edad, sexo, clase social, edu-
cación. No tuvieron más opción que buscar asilo,
abandonar su país y trasladarse a otro. Los testimo-
nios de los perseguidos señalan:
(...) yo pedí asilo porque... estaba requerido desde el
primero de diciembre de 1973, cuando se ilegalizó a la
Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay...
los dos años... que transcurren desde el momento en que fui
requerido y que pedí asilo fueron bastante fluctuantes...
Hubo períodos donde pude hacer una vida relativamente
normal...
(otros en que)
tuve que vivir... se decía de clan-
destino... A fines del año 75 vino una ofensiva represiva
muy fuerte... dirigida en particular sobre los estudiantes...
con un asedio muy importante sobre mi familia, periódicos
allanamientos a la casa... Yo estaba totalmente indocumen-
tado... mi posibilidad de movilidad... estaba totalmente
acotada... eso lleva a un desgaste muy grande un gran sen-
timiento de inseguridad. Muchos compañeros cercanos...
habían sido detenidos... se plantearon... condiciones de
subsistencia extremadamente complicadas. Entonces... con
todas las implicancias que tiene... uno se empieza a pregun-
tar: ¿Hasta cuándo? ... uno se empieza a preguntar... si es
productivo permanecer... en el país en esas condiciones... tremen-
damente angustiante... Eso y muchas razones de esa índole pesa-
ron... entendía que debía salir del país, salí del país.
22
(...) la dictadura había planteado una etapa de perse-
cución a todo lo que era el movimiento cultural... y
mayoritariamente [contra] la gente que... participaba den-
tro de la izquierda... la represión se
había hecho muy fuerte contra todo lo
que era la cultura artística y sus mani-
festaciones más evidentes. Es decir,
como todos sabemos la coyuntura se
dio a partir del golpe de Estado del
27 de junio de 1973.
23
En general la experiencia del
desplazamiento forzado y del
asilo implica una vivencia indi-
vidual y, a la vez, colectiva de te-
rror enmarcada por la ruptura de
los referentes de orden, localidad y
sentido a los que los sujetos están
habituados. En Uruguay la
violencia y la confrontación ar-
mada eran un ambiente
desconocido antes de la década
del sesenta, por ello la salida
obligada de algunos individuos
constituye un evento límite que
anuncia la ruptura de los
elementos que mantenían la cohesión social y la
normalidad. Tal situación queda manifiesta en los
relatos de los asilados:
(...) pero el asedio sobre mí... me pesó ya demasiado...
a eso se agregan elementos de tipo subjetivo, es decir, un
enorme desgaste personal... de estar sometido a una...
existencia en la cual prácticamente tenía vedada toda
actividad normal... no podía acercarme a mi familia, no
podía trabajar, había sido expulsado del lugar del trabajo,
no podía estudiar, no podía entrar a la Universidad de la
República –que era el ámbito de socialización y de vida
normal mía–, no podía ir a un cine, no podía ir a un
restaurante, es una vida de enclaustramiento con su radio
de acción muy, muy pequeño y vinculado... eso lleva a un
A lo largo de once años, los uru-
guayos sufrieron la política repre-
siva del nuevo régimen, que tuvo
como meta el intento
refundacional de una sociedad
controlada en sus aspectos políti-
cos: su objetivo era acabar con
todo actor político que no fueran
las propias FF.AA. La intromisión
de los militares, se extendió a
todos los terrenos del Estado y
de la sociedad: la economía, la
política, la cultura, la educación,
la prensa.
Para lograr su meta los militares
acosaron, encarcelaron, desapa-
recieron y asesinaron a una canti-
dad desconocida de opositores.
image/svg+xml
40
desgaste muy grande, un gran sentimiento de
inseguridad... Perdí el lugar de vivienda que tenía por
razones de seguridad elementales que se plantearon en
ese, en ese momento... es decir, unas condiciones de
subsistencia extremadamente complicadas.
24
(...) incluso algunas familias fueron después
reconstituidas, porque la dictadura golpeaba a las per-
sonas, pero en cuanto a tales golpeaba a las familias
también... golpeaba núcleos familiares... golpeaba a la
sociedad en su conjunto
(pero)
nosotros nos queríamos
quedar, lo cual demostraba una buena intención y por
otra parte una cierta ingenuidad, porque uno habla a
veces del enemigo, pero vimos que era más enemigo de
lo que uno podía creer... O sea, estábamos jugando al
enemigo desde nuestro punto de
vista, desde nuestros valores que
obviamente son totalmente opuestos
a los de ellos; y es un enemigo que
no perdona... es ver cómo ellos nos
miraban a nosotros, digo, a
“nosotros”, prácticamente, al
conjunto de la sociedad...
25
En el complejo contexto del
país conosureño la embajada
mexicana y el propio México se
impusieron como destino final
para muchos perseguidos, por
una cadena de circunstancias.
Entre éstas puede citarse el hecho
de saber que algún familiar o
conocido ya había entrado a la
Embajada y que esto facilitaría su
propio ingreso y aceptación. Otro
factor, quizá el más importante:
que la embajada de México en
Uruguay era la única dispuesta a
recibir a los perseguidos políticos.
Uruguay no había requerido conocer mucho de lo
que es esta institución [de asilo] en virtud de su amplia
tradición, democrática e institucional... cuando yo llego
a la embajada de México, ya venía entonces con dos
experiencias fallidas. El primer recurso que yo utilicé
fue ir a la embajada suiza (pero) “reboté” totalmente, a
tal grado que el embajador ni siquiera me atendió... Y al
otro día volví a tener otra experiencia fallida en la em-
bajada de Venezuela... esto me llevó a cambiar de opi-
nión. Desde el punto de vista de su política exterior, los
dos lugares que en ese momento mostraban mayor am-
plitud justamente eran Venezuela y México. Particular-
mente México, en cuya embajada ya había muchísima
gente para ese entonces...
26
¿Por qué la embajada de México? Por la tradición
que nosotros conocíamos de la política exterior mexica-
na, también había sucedido... con los chilenos, nosotros
teníamos la referencia de que las embajadas no te echa-
ban, ¿no? después las otras no tenías seguridad, ningu-
na... Más o menos la de Venezuela acogió a alguna gen-
te pero después, no había garantías de nada y las emba-
jadas europeas no tenían el convenio de exilio
(asilo)
.
Entonces, México y además sabes qué, sinceramente yo
siempre simpaticé con México, no sé por qué, por esa
política exterior que nosotros, por la época revoluciona-
ria, Emiliano Zapata y todo eso bueno, fueron vanguar-
dia desde mi punto de vista social, desde principio de
siglo, ¿no? Entonces simpaticé con México, con la mú-
sica mexicana, con México, con las mexicanas, con las
películas, con todo, ¿no?
27
El recuerdo común entre los
asilados es el de una recepción favo-
rable, en general. Incluso según al-
gunos de ellos el asilo fue promovi-
do y agilizado por los mismos fun-
cionarios de la misión diplomática
mexicana en Uruguay.
(...) ya bajando en el piso del
consulado... a pesar de que yo iba
medio... camuflado... Pero... ya ba-
jando del elevador en seguida... se
me acercaron... dos o tres policías
que estaban ahí en la puerta del con-
sulado... en seguida... me agarraron
y... empecé a hacer un escándalo
tremendo... yo no sé de dónde saqué
fuerza... porque ahí yo me prendí...
no había Dios que me moviera... yo
lo que gritaba era “asilo político...
Afortunadamente fue una fracción
de tiempo corta. Yo siempre digo que tuve una suerte
enorme y además de suerte, la excelente actitud que tu-
vieron conmigo... en el medio del escándalo sale este
hombre, al cual le guardo un profundo agradecimiento,
Gustavo –Gustavo Maza– sale, y además, con voz enér-
gica grita: ‘¿Qué es lo que está pasando acá? ¿qué es lo
que pasa? esto es territorio mexicano’ ... los tipos me
soltaron... cuando Maza viene hacia mí y yo ahí medio
gateando y protegido por él, medio a gatas, que me esca-
bullo para adentro... Y, bueno, enseguida... me dijo...
que tenía concedido el asilo.
28
Yo conocía la embajada meses anteriores a mi in-
greso para pedir asilo porque... estuvo asilado primero
mi esposo... antes de que él saliera de la embajada nos
llamó el embajador para... una cena para despedir a mi
En general la experiencia del
desplazamiento forzado y del
asilo implica una vivencia indivi-
dual y, a la vez, colectiva de terror
enmarcada por la ruptura de los
referentes de orden, localidad y
sentido a los que los sujetos
están habituados. En Uruguay la
violencia y la confrontación arma-
da eran un ambiente desconocido
antes de la década del sesenta,
por ello la salida obligada de al-
gunos individuos constituye un
evento límite que anuncia la rup-
tura de los elementos que mante-
nían la cohesión social y
la normalidad.
image/svg+xml
41
esposo que salía esa noche hacia México. La circunstan-
cia que nos llevó a nosotros a pedir asilo fue que tuvi-
mos permanentemente un asedio... constantemente tenía-
mos vigilancia. No obstante nos resistíamos a pedir
asilo pensábamos que en algún momento aquella situa-
ción podía cambiar, no fue así... unos amigos... nos avi-
saron que venían por nosotras
[fuimos]
en el mismo
momento... a Montevideo, directamente a la embajada.
Tocamos timbre, nos recibe Servando que ya, a quien
habían conocido antes este y nos dice: señora que la trae
por aquí... venimos a pedir asilo... el embajador nos
recibió y nos dijo: “al fin se decidieron”. Él ya nos ha-
bía pedido antes... que nos asiláramos también.
29
La embajada fue el lugar donde desapareció la distin-
ción entre lo propio y lo impropio, lo imposible y lo posible,
lo individual y lo colectivo. Esto es rememorado con suma
claridad en los testimonios que siguen:
La cosa es que empezó a venir gente. Empezó a car-
garse aquello y nosotros empezamos a bajar en la escala
del confort social. Al final terminamos durmiendo ocho
en un recibidorcito... tendría dos y medio por tres... con
niños... la embajada era un avispero; pero bueno, no
había un lugar donde estarse tranquilo... Yo no tenía
ganas de leer y me puse a escribir un libro que después
perdí, era imposible, es decir, hilvanar una frase y tratar
de hacer un pensamiento era absolutamente imposible.
(Estuvimos)
Cinco meses. Fíjate tu, te voy a con-
tar una anécdota. Yo andaba por todos los rincones,
metiéndome debajo de las escaleras, en los rinconcitos
así, más, más recónditos que se podía encontrar para
poder escribir algo, para poder aislarse, porque una de
las cosas horribles es la pérdida de la privacidad... no
hay un momento en que estés solo, no hay un momento
en que estés solo y, además no hay un momento para
recomponer el pensamiento.
30
Los recuerdos se manifiestan de modos muy
diversos: pueden ser redundantes o elusivos, pue-
den tener la recurrencia del ritual o la ruptura de
la negación; pero en todos los casos se elabora una
suerte de estrategia que otorga un repertorio de
sentidos y configura los relatos posibles para una
comunidad; inscribe en ellos su economía de me-
moria y olvido, sus incertidumbres y sus certezas.
La selección y la organización del pasado que los
recuerdos individuales y grupales trazan son la
manifestación de un trabajo activo de los procedi-
mientos de construcción de la memoria
intersubjetiva, en la que se interrelacionan múlti-
ples colectivos: familiares, grupales, sectoriales,
sociales. La situación límite que vivieron los
asilados uruguayos son prueba de ello:
Es decir, uno va dejando cosas por el camino, va
recogiendo otras, es como un metabolismo. Yo alguna
vez he pasado por aquella casa, después que volví al
Uruguay, en la calle Puyol, en Carrasco; pasé alguna
vez, una o dos veces. Y... creo que nos ha faltado, me
parece, lo digo, en general una dedicación, una capaci-
dad, una paciencia, un cierto coraje –también en el sen-
tido de valentía– para reelaborar esa experiencia colec-
tiva, que de pronto se nos fue. Esa misma reelaboración
se hizo de una manera dispersa, ocasional, conversacio-
nes, no sé. De pronto, yo he escrito mucho de esos temas,
pero no estrictamente sobre la embajada, lo que yo he
escrito es sobre el exilio... como colectividad, no hemos
hecho eso. Ahora, por qué no lo hicimos, qué es lo que no
queremos ver de esa experiencia... qué es lo que no que-
remos ver de nosotros. Es también una derrota.
31
(...) una anécdota fantástica que tenemos Anhelo, F.
y yo... Un día decidimos ir a verla... en Puyol la casa
(de la embajada de México)
estaba... en Carrasco en la
segunda o tercera calle... Una noche bajamos en Puyol a
reconocer la embajada. Lo que... nosotros sabíamos
exactamente en qué sitio estaba, es decir que estaba del
lado como mirando opuesto a Miramar, estaba, eso lo
sabíamos... nunca pudimos encontrar esa famosa casa.
No la reconocimos, la conocimos de adentro hacia
afuera y no la pudimos reconocer de afuera hacia
adentro. Es decir, yo decía que era una, Anhelo otra...
32
Los testimonios rescatados y estudiados dan
cuenta de, como bien lo indican diversos especia-
listas “momentos de gran dolor que se me han que-
dado grabados en la memoria.”
33
Esos registros
nos permiten apreciar, con intensidad y claridad,
situaciones límite para cualquier ser humano.
Hubo momentos de angustia... una de las cosas que
para nosotros fue también muy preocupante fue el asilo
de Flora y de Bodner. Una pareja que entró a la embaja-
da y que no pudo traer a su hijita... que la tenían bajo
vigilancia las Fuerzas Conjuntas
34
y no la dejaban en-
trar a la embajada, Laurita Bodner era una niñita de
dos años. Esa situación fue tremenda, porque los padres
llegó un momento en que dijeron que se iban de la emba-
jada... porque ellos no podían soportar que su niña, que
quedaba con su abuelita... no podían soportar esa situa-
ción. Entonces pasó un mes largo, no sé cuánto tiempo
más, que todos los días llegaba el embajador y le decía-
mos: “¿Cuándo trae a Laurita?”... “no tengo noticias”.
Llegó un momento en que sus padres ya no, no soporta-
ron, entonces el embajador dijo: “No, no es posible, us-
tedes no pueden salir de aquí porque no tiene sentido,
ustedes igual no van a estar con su niña porque si uste-
des salen de aquí los están esperando ahí afuera”. Esta-
image/svg+xml
42
ba vigilada la entrada permanentemente. Pero llegó un
día, después de tantas gestiones y tantas cosas que el
embajador iba y venía y trataba de obtener que los mili-
tares entregaran a la niña, que dijo: “Mañana voy a
traer a Laurita”. Bueno ese día ¿no? no te puedo decir
lo que fue, estábamos todos esperando detrás de las ven-
tanas hasta que llegó el embajador con la niña.
35
La verdad es que el nivel de locura allá adentro era
importante... me acuerdo que soñaba con un baño priva-
do y con caminar por las calles... cuando nosotros entra-
mos a la embajada, hablábamos despacito y nos contába-
mos las cosas despacito, como si estuviéramos en la calle,
eso es la primer cosa, y eso nos duró hasta México... Esa era
una sensación que se venía arrastrando de todo el tiempo.
Yo creo que había un grado de inseguridad... la percibimos,
cuando empezamos a estar cercados, era bastante obvio que
podían hacer con nosotros lo que quisieran. Existió la posi-
bilidad de que tomaran la embajada...
36
El miedo es una constante en los relatos de los
asilados, estamos hablando de una emoción primaria
y detonante las más de las veces de acciones parali-
zantes. Sin embargo, el miedo, bien manejado, puede
ser el combustible que promueve actitudes creativas,
reflexivas y protectoras. ¿Qué nos da miedo? El dolor
físico, la muerte, lo desconocido; el perder el sentido
de nuestra vida, de la condición social, de las perte-
nencias materiales; y, sobre todo, el saber que nuestra
identidad de alguna manera está entretejida por to-
das esas cosas. En este contexto es claro que al trau-
ma lo podríamos definir, siguiendo a algunos autores
“como la realización de nuestros peores miedos,
como la materialización de las experiencias que nin-
gún ser humano quisiera vivir jamás.”
37
Así lo mani-
fiestan los protegidos por la embajada mexicana:
La última vez que me detienen, me tienen una sema-
na... me interrogan... y después de dos días, me llevan a
dormir a Jefatura...
(donde)
están todos los presos. Enton-
ces... cuando salí de esta última vez, le dije: “¿Ustedes me
van a dejar salir de este país o no?” Y, me dijo: “Si usted
piensa que todo lo que dijo es cierto”. Digo: “No es que lo
piense yo, sino que lo piensan ustedes”. Y en esa semana,
que yo estuve presa, mis hijos fueron a visitar al padre al
penal y a Marcos, que era el mayor, tenía diez años, mi
mamá le dijo: “Decíle a tu padre que tu madre está de vuel-
ta presa”, y entonces Jorge Dabo, que era el padre de mis
hijos, me mandó decir: “Decíle a tu madre que se vaya, que
va a terminar ella presa”. Igual, con todo, estaba esperando
a ver si pasaba un milagro. Me soltaron y esa noche yo no
dormí en mi casa, porque estaba con mucho miedo, me fui a
la casa de unos amigos y esa noche, a las cuatro de la maña-
na, volvieron otra vez a hacer lo mismo, o sea, me soltaron
el domingo a las diez de la mañana, y a las cuatro de la
mañana del lunes volvieron otra vez. Echaron a todo el
mundo para fuera diciendo que querían pedirme disculpas
porque el procedimiento había estado mal hecho. Entonces
ahí ya dije que la cosa estaba muy mal. Y, bueno, entonces
entramos a la embajada.
38
(...) esa ambigüedad de la inseguridad... de que en
cualquier momento alguien podía entrar... no para
llevarnos presos, sino para liquidarnos... nadie que entraba a la
casa podía salir. Pero Arauco un día que llegó un proveedor y se
quedó la puerta abierta, se escapó por la puerta y yo salí atrás de
él... el embajador se acercó y me dijo de todo, pero yo dije: “Yo no
voy a dejar a Araujo y si me lo agarran”, entonces salí corriendo
y lo pesqué en la vereda y me lo traje para dentro. Para mí... esa
impresión fue horrible...
39
En la embajada eran las emociones personales y
profundas más que las polémicas ideológicas las que
separaban, pero sobre todo unían a las personas. Sin
embargo, esto se da de inmediato y de modo indoloro,
no faltaron choques entre grupos o las disputas por
los liderazgos. Pero ante todo, prevalecía la
conciencia de lo que los unía: su condición de
asilados. Además existía el deseo de que las familias
siguieran juntas. Como dice Portelli: “De esta tensión
entre necesidad de unidad y multiplicidad de hecho
no deriva una homogeneidad compacta, una cierta
línea política, sino que se evita que las personas
emotiva o ideológicamente más frágiles se deslicen
hacia posiciones reaccionarias.”
40
Los testimonios de
los asilados coinciden con lo anterior:
(...) había profesores... había pintores, artistas plásti-
cos... y aunque había gente de otras fuerzas políticas, eran
mayoritariamente del Partido Comunista. Eso homoge-
neizó y permitió una convivencia civilizada, en términos
generales...
41
Es decir, de noche poníamos una fila de colchones...
quedaban acomodados para tirarse... en la planta baja ha-
bía un comedor de esos largos como con una mesa larga con
20 personas o 30 personas, que ahí estaban todas las muje-
res que no tenían pareja, mujeres, hijas que no tenían fami-
lia, porque el criterio fue no separar las familias con quien
convivir, compartir, ¿no?
42
Cuando fuimos a la residencia... había mucha más
gente... más de cincuenta, sesenta personas
(había un pro-
blema de espacio)
. Pero había una disciplina... estábamos
dos o tres familias por ejemplo en una pieza este... creo que
otra familia, que éramos todos del mismo origen político,
este... MLN
43
y que además casualmente uno era... un ami-
go mío de infancia.
44
image/svg+xml
43
Vivieron en ella, como queda dicho, más de 280 seres
humanos, contados numerosos niños. Se les proporcionaron
ropa que no traían consigo, colchonetas, mantas, sábanas,
almohadas, etc., se ubicaron, por núcleo familiar en todos
los rincones de la casona.
45
En todo momento la amenaza de represión gene-
ralizada que vivía el país estaba presente en la emba-
jada, era una realidad que todos habían experimenta-
do y aprendido a temer, con la pérdida de familiares,
amigos y conocidos. Ante tal situación los asilados
percibían a la embajada como una especie de “paraí-
so”, independientemente de las condiciones reales del
lugar que no eran del todo óptimas, por falta de infraes-
tructura para atender a un elevado número de personas.
Los recuerdos de los perseguidos son prueba de ello:
(...) imagínate, era una casa habitación para una fami-
lia... muy linda, pero no era para albergar ni quince perso-
nas... entrados ahí ya vimos que la distribución de las per-
sonas iba a ser totalmente distinta a lo que habíamos visto
antes, ahora había dormitorios para mujeres, para hombres,
para niños porque había de todas las edades: había matri-
monios con hijos chiquitos, había gente mayor, entonces era
muy variado. Entonces, bueno ya nos incorporamos al gru-
po que día a día iba aumentando porque desde que entra-
mos nosotras siguió, siguió el flujo de tal manera que cuan-
do nosotras pudimos salir en marzo, ya eran más de ciento
y tantas personas que estaban... adentro de la casa... Enton-
ces, de todas maneras estábamos permanentemente protegi-
dos. Digamos, el haber entrado a la embajada fue en nues-
tro caso, y me imagino que de la mayoría, un alivio a esa
tensión constante que vivíamos estando fuera de... de la
embajada, en la calle, en nuestra casa porque de todos lados
nos veíamos asediados, perseguidos y en peligro... teníamos
protección, pero absolutamente fue un alivio tremendo, fue como
haber llegado a la libertad dentro de cuatro paredes.
46
(...) lo que me acuerdo es que íbamos entrando... Pero
obviamente como niño sabía que algo estaba extraño... Bue-
no hay una serie de anécdotas, ¿no? Como el hecho de que
quería colgar una sábana
(para escapar)
... porque pensaba
que estábamos presos ahí. Bueno hasta que mis padres me
explicaron que no que estábamos por nuestra voluntad. De
ahí nos pasaron a la embajada... a la casa del embajador... el
domicilio particular del embajador que me imagino que como
buen domicilio tiene también inmunidad diplomática.
47
Pese a que los asilados vivían en un ambiente de
flagrante violación de sus derechos humanos, se pro-
dujeron cotidianeidades que permitieron dar conti-
nuidad a la vida con un enorme esfuerzo de solidari-
dad humana. En medio de un encierro colectivo de
más de 100 personas en un mismo momento, poco a
poco se fueron generando rutinas que permitieron
resolver aspectos esenciales como la higiene, la ali-
mentación. De igual forma se desarrollaron activida-
des recreativas, culturales, sociales y educativas que
se transformaron en un atenuante para la angustia y
las tensiones emocionales. Los asilados lo
rememoran de la siguiente manera:
Los asilados demostraron un alto sentido de organiza-
ción comunitaria a efecto de aliviar situaciones harto difíci-
les en la ubicación de cientos de ellos en una amplia resi-
dencia con comodidades, sí, pero para una familia de no
más de 8 o 10 personas. Vivieron en ella... más de 280 seres
humanos, contando numerosos niños. Se les proporciona-
ron ropa, que no traían consigo, colchonetas, mantas, sába-
nas, almohadas, etc., se ubicaron por núcleo familiar en
todos los rincones de la casona. El uso de baños fue inteli-
gentemente distribuido, así como los horarios, el lavado de
ropa y limpieza general de toda la casa, incluido el sótano,
cuarto de “servicio”, garaje, etc., se vivió de suyo, siempre
con una gran pulcritud y limpieza. Llama la atención la
forma y disciplina para la hora de alimentos, tres al día, y
de estudio, de lectura, de trabajo, para cada uno de ellos.
48
Éramos un montón de gente circulando. Había rondas
y tareas para todos ¿no?, las tareas las repartíamos noso-
tros, pero la señora que trabajaba en la embajada era la que
decía qué era lo que se debía hacer ¿no? Entonces eso, nos
arreglábamos turnos para comer, los chiquilines primero,
turnos para los adultos... Había una comisión de conviven-
cia... en la comisión se veían las cosas que estaban pasando,
estaba presente el embajador, se conversaba con él... esta
comisión de convivencia centralizaba todos los pedidos que
se le iban a hacer al embajador.
49
El aseo y la higiene eran un problema, se dividieron
tareas. Había muy pocos baños, entonces teníamos, creo que
eran cuatro baños semanales, de hecho, una cosa así, y era
image/svg+xml
44
complicada la situación, era bastante complicada la situa-
ción. Y bueno, y las tareas también parece que se repartie-
ron según la conducta, y esa conducta era un poco ideológi-
ca también... Pautaban los días, sí, sí, por ejemplo, los do-
mingos siempre se organizaba una asamblea.
50
La organización desde el punto de vista sanitario, la
higiene ¿no? había que bañarse, se bañaban las parejas
juntas para que de paso tuvieran su momento de expan-
sión. Y sí, porque también se expansionaban, esas ya son
anécdotas. Sí se sentían algunos ruidos sospechosos en la
noche, pero claro, todo el mundo se hacía el distraído y
navegábamos con bandera de tolerantes ¿no? Mientras
estuvimos ahí no ocurrió nada así, se cuidó mucho todo
lo que podía ser una pequeña epidemia, cosas de ese
tipo, entonces por eso estaba la división del trabajo, las
brigadas de limpieza, bueno, de vigilancia, de todo
¿no? de todo. La higiene se cuidó de una manera ex-
traordinaria, ahí prácticamente el embajador nos dejó
las manos libres para eso, aparte que siempre había con-
versaciones con él de todo lo que ocurría.
51
Relatos de actos de resistencia son raros en los
asilados.
(...) Cuando... el ejército pone el cerco más estrecho,
no nos dejan salir ni a tomar [el sol en] el patiecito chi-
co... se temía por el asalto. Yo estaba casi seguro de que
un asalto a la embajada de México implicaba un precio
político demasiado alto... Suponíamos que si entraban
en la embajada, alguna resistencia había que hacer... Lo
primero que pasó fue que alguien una noche me llama...
me dice: “tenés que conseguir un fierro”... De golpe, al
mismo tiempo, hubo treinta tipos despiertos toda la
noche turnándonos viendo a la milica.
(Pero)
Si los
otros se proponían entrar, iban a entrar por todas las
puertas...
(Aunque)
El embajador después en México
me dijo: “Anhelo, me parece que usted no sabe que sí,
que manejaron eso del asalto a la embajada”. Yo estaba
equivocado.
52
En determinado momento se advierte que hay pre-
sencia militar y podría pensarse que se generó una si-
tuación de intranquilidad y de temor, es posible que
mucha gente lo haya vivido así. Yo personalmente no,
no, no lo viví así sinceramente, me parecía que estaba
totalmente fuera del libreto que hubiera una invasión a
la embajada. Sí, es cierto, mucha gente lo vivió con bas-
tante tensión digo, no era para menos ¿no? hacíamos
guardias permanentemente. Se organizaban guardias
para tener un cierto control sobre el predio. La preocu-
pación no era tanto una invasión, sino como alguna
clase de, de provocación que pudiera ocurrir, provocar
una detonación desde afuera que fuera atribuida a los de
adentro, cosas de esa índole ¿no? Sin saber exactamente
bien qué, pero es posible sí que mucha gente estuviera
muy preocupada por esa eventualidad, pero yo lo tengo
muy claro que para mí estaba totalmente fuera de libre-
to, no se me ocurría que entraran los militares o las
fuerzas conjuntas.
53
Otra expresión de resistencia, por llamarla de
alguna manera, se vincula con las formas de
coexistencia en el ocio, momentos que los asilados
describen con entusiasmo. Y es que a pesar de la
desolación del encierro, las limitaciones conque
tenían que convivir los asilados, cantaban,
declamaban, organizaban conferencias, debates.
Se trataba de actividades permanentes y regulares.
Años después los asilados recuerdan el enorme
significado moral que tuvieron esas actividades
culturales autónomas y autoorganizadas. Con
ellas, los asilados sentían renovar su coraje de
vivir, al sentirse capaces de desempeñar alguna
actividad. Con esta práctica de cultura y
educación, compensaban la monotonía
anestesiante del aislamiento y la depresión que se
producía en muchos. Si sus pensamientos y su
práctica se concentraban en la supervivencia, se trataba
aquí también de sobrevivir como seres humanos
civilizados. Muchos de los asilados veían a estas
actividades como una forma de resistencia, ya que la
intención de la dictadura era la de aniquilarlos tanto
física, como moral y culturalmente.
(...) tuvimos que organizar actividades porque no
era fácil... la convivencia en una casa... que de pronto se
ve... invadida por una cantidad de gente que no cabe
prácticamente y que tiene que caber porque no hay de
otra. Entonces ¿qué hicimos? tratamos de organizar
actividades para los chiquitos... no era fácil porque todo
el tiempo sobrevolaba un helicóptero sobre el jardín de
la embajada y nosotros teníamos miedo de que, en algún
momento, nos pudieran quitar algunos de los niños...
organizamos que las jovencitas cuidaran a los más chi-
quitos y los sacaran durante algunas horas, algún rato,
cuando se pudiera al jardín. Los que ya estaban en edad
de poder dibujar o hacer otras actividades como de jar-
dín de niños, bueno los organizamos; el embajador nos
trajo papel, pinturas, colores, todo. Y otra cosa que
quiero señalar y es que no pasó un sólo cumpleaños de
niños en que el embajador no llenara la embajada de
globos y de confituras y de todo... Yo era la maestra
(digamos la que dirigía la organización)
de que se
produjeran las actividades educativas y recreativas.
54
La verdad es que había un potencial muy grande
para poder encarar una actividad, un tipo de activida-
image/svg+xml
45
des que fueron como un factor regulador, socializador y
al mismo tiempo de, de, de aprovechamiento del tiempo
de, de alguna manera, ¿no? Estábamos en buenas condi-
ciones porque tenían un elenco teatral casi completo,
estaba el Galpón
55
, este... (...) artistas, plásticos, en fin
de distintas disciplinas, bueno había gente de letras,
poetas connotados, había historiadores.
56
(...) inventamos actividades, inventamos activida-
des sociales, culturales. Bueno, naturalmente corría el
truco, corría, este... había gente que hacía ajedrez, otra
que hacía tatetí, al final yo terminé dando clases de pin-
tura, sin ejemplos visuales...
57
En medio del dolor que en general significaba
dejar familia, hogar, trabajo, la sola idea de salir
del país donde se había sufrido persecución, in-
cluso cárcel por razones políticas, generaba para
algunos una esperanza de vida. Así lo evocan los
propios cautivos-protegidos:
Bueno, la idea era como cruzar un puente ¿no? yo
viajaba con una gran incertidumbre no sabía exacta-
mente qué era lo que iba... había estado en México, pero
apenas dos o tres días, ¿no?, no sabía, no tenía ni la
más mínima idea... no estaba muy seguro de que me iba
a quedar en México porque en ese momento había un
gran flujo, de no sé si sustentado en un acuerdo con
México o por intereses personales, o intereses políticos.
El hecho es que muchos de los asilados que llegaban a,
a, a México desde Uruguay o unos cuantos de ellos te-
nían la opción de viajar a algunos de los países de lo
que entonces era la comunidad socialista: Unión Sovié-
tica o a Checoslovaquia o a la RDA.
58
No, no pensé en lo que dejaba, cuando salí este... la
idea central era este... salir a una nueva vida, una nueva
esperanza, una nueva expectativa... y por supuesto, el
recuerdo para mi hermano que estaba preso, estuvo pre-
so hasta el ochenta y cinco y para mis compañeros, pero,
te digo, la noción vital mía era, salgo a una nueva vida
no voy a recordarla no, no era de pesadumbre sino de
expectativa.
59
En la medida que el asilo es un recurso de
sobrevivencia, donde la persona no ha tenido la
opción de elegir y ha debido irse de su país por el
riesgo de ser asesinado, su proyecto de vida inme-
diato es el retorno a su patria. El asilado no se per-
cibe a sí mismo como un emigrante, por tanto vive
con la expectativa de que esta situación cambie en
un lapso breve y se produzca el regreso. Nuestros
informantes nos permiten reconstruir el corto tiem-
po de la esperanza, a la vez que la inexorable reali-
dad de un retorno a Uruguay que se hace imposi-
ble en lo inmediato. Así lo encontramos en los rela-
tos de los asilados:
Todo está ahí, y entonces ese problema, esa dicoto-
mía que se genera cada cual la va resolviendo como pue-
de, unos la resuelven quedándose en México, otros yen-
do y viniendo, otros yendo hasta Uruguay. Porque el
que está allá sueña con México, viene acá y sueña con
Uruguay.
60
Volví en noviembre del 84... ésa era mi promesa
personal... cuando salí; que iba volver el primer día que
pudiera volver, inmediatamente saqué mi pasaporte y
mi pasaje, y nos venimos o sea, de la misma manera...
que cuando fuimos, nos fuimos abiertos, cuando volvi-
mos, volvimos igualmente abiertos no teníamos arreglo
de trabajo... vendimos el apartamento... Sin nada, igual
que no planifiqué irme, no planifiqué volver...
61
Como menciona Marcelo Viñar, el asilo ha
hecho referencia siempre al destierro como forma
terrible de castigo, de venganza, de agresión; es la
expresión de la violencia que ejerce una parte de la
sociedad contra otra; cuando huye, al perseguido
político lo abraza el término de desterrado. “No
eligió irse, lo expulsaron fue la opción que le que-
dó: huir antes de caer preso o morir. Pero en su
patria quedan los otros, insilados. Si aquellos son
desterrados, éstos quedan soterrados, enterrados,
todos aterrados, desolados.”
62
El siguiente relato es
prueba de ello:
image/svg+xml
46
Se respondía a esa situación reelaborándola después
de una práctica social determinada por el regreso,
reinsertándose, como se decía, en la sociedad uruguaya que
había cambiado tanto y que en alguna medida nos recha-
zaba, porque eso ocurría también. Se distinguió a los que
estaban y de los que se habían ido y volvían. Eso fue muy
doloroso, es decir, la dictadura hizo una separación y la
gente que se suponía que debía luchar contra la dictadura,
o que estaba en contra, hizo también la separación. Así,
como nosotros cuando llegamos a México también lo ha-
cíamos; hablo en general, o sea, hacíamos separaciones con
respecto a lo que se consideraba que era México. Actitudes,
incluso hasta de rechazo hacia la sociedad que te recibía,
eso pasó, de rechazo y de agresividad. Y... claro se daba un
traslado de estos ánimos negativos, pero no estoy hablan-
do de moral, no hablo nada más que de conducta... incluso
conducta motivada de pronto por impulsos no conscientes,
porque después de todo la gente estaba muy lastimada.
Porque no en vano era un castigo de exilio... hasta en la
Grecia clásica, era el ostracismo… que se hacía la inscrip-
ción del decreto… y te la entregaban para que te fueras. Y,
además, es producto del mar. Ahora te ponemos el mar en
medio, el mar de la separación simbolizaba el pedazo de
ostra en donde estaba decretado tu destierro. Y yo creo
que eso es de las peores cosas que le puede pasar a una
persona...
63
La construcción, la invención de una patria es
uno de los principales problemas para los que regre-
san, sobre todo los jóvenes, luego de ser desarraiga-
dos del país en que se criaron. Esto se exacerba al
constatar un desajuste entre lo narrado y lo encontra-
do, lo que provoca que Uruguay se viva como la pa-
tria de los antepasados y no como la propia. Uru-
guay es el lugar donde está la familia y ese debería
ser un vínculo con suficiente fuerza como para per-
mitir el encuentro de referentes útiles; sin embargo, el
desarraigo lleva a veces a que retornados, en especial
los jóvenes hagan cortes radicales con sus entornos
sociales y familiares como un modo de rebelarse contra
esa salida obligada. Un joven asilado lo evoca así:
(...) no es que haya sido un martirio … pero los cuatro
meses en la embajada … me marcaron para el resto de
mi vida … o sea en donde obviamente se definió par-
te de lo que en la actualidad soy … O sea obviamen-
te, así o sea no, no me convertí en asesino múltiple...
Pude desarrollar una vida normal... pero la relación
que establezco con la gente obviamente está marcada por
una estancia de cuatro meses en la embajada en Uru-
guay, está marcada por las vivencias pre estancia, o sea
que ya en el país se vivía una situación de dictadura y
como niño o sea, como hijo de unos padres que bueno,
están en contra de una dictadura y que están luchando
contra esta dictadura, este, tú lo percibes, ¿no? y des-
pués obviamente lo que es ese, o sea la embajada en sí lo
que es, o sea después, después viene el exilio, ¿no? Que
es otro, que es otra historia. Entonces obviamente está
marcado lo que es, o sea la embajada es un gran parte
aguas… O sea de pasar de una vida, en donde tu mundo
es tu familia y el mundo, no hay más mundo más allá
de Uruguay … Porque para los niños creo que eso es
muy difícil, a pasar a un mundo que bueno, hay cosas
más allá... Entonces o sea, saber que el mundo es mucho
más extenso, entonces sí es un parte aguas muy impor-
tante... no... fue así una cosa ¡ah! ... no... fue un sufri-
miento tampoco, o sea pero creo que sí es un parte aguas
importante… la verdad es que yo no quería irme del
país no o sea volar en avión es bonito pero volar en
avión y regresar al mismo punto … despegar en
Carrasco y aterrizar en Carrasco eso es lo bonito, pero
despegar de un punto para salirte y llegar a otro eso no,
eso no creo que sea muy bonito sobre todo… que quién
sabe cuando vas a volver no, o sea que es un vuelo sin
retorno... o sea eso sí estaba muy implícito en la despe-
dida con la familia... yo me imagino que es el recuerdo...
el por qué recuerdo esa noche en particular que es la
última noche no, o sea es un adiós y es un adiós pero es
también un hasta luego, bueno es nos vemos pronto.
64
Consideraciones finales
El recuerdo personal, cargado de sentido para
quien lo conserva y la reinterpretación de que es
objeto desde el presente, constituye un registro oral
fundamental. Aunque se trata de experiencias que
muchas veces sólo se traspasan de manera infor-
mal y abreviada como anécdotas privadas de fami-
lia o de grupos afines; forman parte de un contexto
mayor; por ello la necesidad de rescatarlas, conser-
varlas y difundirlas.
La combinación de fuentes orales y escritas
permite reconstituir una memoria colectiva en
este caso del asilo, a partir de una pluralidad de
voces y recuerdos, donde más allá de las parti-
cularidades de las experiencias vividas por la
diversidad de situaciones que caracterizaron el
asilo uruguayo, es posible encontrar lugares de
memoria comunes, que pueden erigirse en re-
flexiones sociales capaces de concretarse y
objetivarse más allá de su propia subjetividad.
La creación de fuentes orales sobre hechos
traumáticos se vuelve esencial, no sólo para
compensar la inexistencia de fuentes tradiciona-
les –un motivo que sería suficiente por sí mismo–
sino también, y principalmente, para garantizar
la centralidad de la perspectiva de las víctimas
y prevenir su marginalización, o incluso su des-
aparición. Debemos activar la memoria, sin ver-
güenza, para que el testimonio corrija el olvido,
con responsabilidad y con derechos humanos.
image/svg+xml
47
NOTAS
1
Juan Gelman citado en Maren y Marcelo Viñar,
Fracturas de la
memoria. Crónicas para una memoria por venir,
Montevideo,
Trilce, 1993, p. 10.
2
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de la
UNESCO y el Convenio de Ginebra de 1949, que está en el
origen de la Convención contra el Genocidio, el Pacto Interna-
cional sobre Derechos Civiles y Políticos y la Convención contra
la Tortura, sentaron una base para el reconocimiento del valor
y la dignidad de quienes fueron víctimas de abusos en el pasa-
do.
3
Dora Schwarzstein, “Fuentes orales en los archivos: desafíos y
problemas” en
Historia, Antropología y Fuentes Orales
, Nº 27,
año 2002. p. 167
4
Coetzee, Jan K., “Narrando el trauma. Introducción a A.
Portelli, R. Van Boeschoten, A. Molnár, y L. Catrla” en
Historia,
Antropología y Fuentes Orales
,
Nº 24, año 2000, p. 31.
5
Alessandro, Portelli,
La
orden ya fue ejecutada: Roma, las fosas
ardeatinas, la memoria
,
Buenos Aires, FCE, 2004, p. 26
6
Los libros de Silvia Dutrénit y Guadalupe Rodríguez de Ita,
Tras la memoria: el asilo diplomático en tiempos de la Operación
Cóndor
y
Asilo diplomático mexicano en el Cono Sur
son honrosas
excepciones.
7
“Este desplazamiento del centro de atención, desde una com-
prensión de la historia a partir de un enfoque ‘macro’, colecti-
vo, estructural y en gran escala, a unos análisis ‘micro’ de la
experiencia, la evaluación y la interpretación individuales,
representa algo más que una mera sustitución del colectivismo
metodológico por el individualismo metodológico. El centro de
atención se desplaza sobre todo hacia un situacionalismo
metodológico, que contempla la situación en la que han tenido
lugar la acción social como la experiencia individual.” Coetzee,
Jan K.,
op. cit
., p. 31.
8
“La definición de olvido como pérdida del recuerdo toma
otro sentido en cuanto se percibe como un componente de la
propia memoria. La memoria y el olvido son solidarios y nece-
sarios ambos para la ocupación completa del tiempo”. “El
olvido nos devuelve al presente, aunque se conjugue en todos
los tiempos: en futuro, para vivir el inicio; en presente, para
vivir el instante; en pasado, para vivir el retorno; en todos los
casos, para no repetirlo. Es necesario olvidar para estar presen-
te, olvidar para morir, olvidar para permanecer fieles.” Marc
Auge,
Las formas del Olvido
,
Gedisa, España, 1998, pp. 20
y 104.
9
“La memoria es el mecanismo de registro, retención y depósi-
to de informaciones, conocimientos y experiencias que movili-
za capacidades de orden psíquico que permiten a los seres
humanos actualizar impresiones o informaciones pasadas.”
Ulpiano Becerra de Meneses, “Historia, cativa da memoria.
Para un mapeamento da memoria no campo das Ciencias
Sociais” en
Revista do Instituto de Estudos Brasileiros,
São Paulo,
Nº 34, 1992, pp. 9-24.
10
Alberto Saldarriaga, “Imagen y memoria en la construcción
cultural de la ciudad” en Torres Tavares y Fernando Viviescas,
La ciudad: hábitat de diversidad y complejidad
,
Colombia,
Universidad Nacional de Colombia, 2000, pp. 161-163.
11
Alessandro Portelli, “O massacre de Civitella Val di Chiana
(Toscana, 20 juhno de 1944): mito e politica, luto e senso co-
mum” en Marieta Ferreira y Janíana Amado (organizadoras),
Usos y abusos da historia oral
, Río de Janiero, Editora Fundaçao
Getulio Vargas, 2002. pp. 103-130.
12
Alessandro, Portelli,
op. cit.
, 2004, p. 256.
13
Dora Schwarzstein
, op. cit.
,
2002, p. 172.
14
Mark T. Klempner, “Llevar a buen término entrevistas bio-
gráficas con supervivientes de un trauma”,
Historia,
Antropología y Fuentes Orales
, segunda época, Nº 23, 2000,
p. 144.
15
El psicólogo Charles R. Figley explica que “un acontecimiento
traumático ocurre cuando una persona experimenta un
acontecimiento fuera del rango de la experiencia humana usual
que puede estar considerado como horrible para casi todo el
mundo...”
Ibid
.
p.135.
Apud
.
Burnout in families: the systemic
cost of caring
, New York, CRC Press, 1998. p. 7
16
Ibíd.,
p. 138.
17
Ibíd.
, p. 139.
18
Las fuentes orales utilizadas fueron creadas en el marco del
proyecto Asilo y dictaduras, coordinado por Silvia Dutrénit y
Guadalupe Rodríguez en el Instituto Mora en 1997.
19
Roland Freser,
Recuérdalo tú y recuérdalo siempre
,
T. I, Crítica,
Barcelona, 1979. Citado en Dora Schwarzstein, “Historia Oral
y memoria del exilio” en
Estudios sobre las culturas contemporá-
neas
,
vol. 3 Nº 8-9 (1990), p.152.
20
En 1954 en la X Reunión Interamericana, en Caracas, se sus-
cribió la Convención de Asilo Diplomático. En específico se
estableció que el asilo es un derecho soberano de los Estados.
Éstos pueden concederlos o no de acuerdo con sus intereses.
Ver
Convención sobre asilo Diplomático suscrita en la Décima Confe-
rencia Interamericana
, Caracas 1-18 de marzo, Secretaría Gene-
ral/OEA/Unión Panamericana, Washington, 1961. (Serie Tra-
tados, 18.)
21
Entrevista a Gustavo Maza realizada por Guadalupe
Rodríguez y Silvia Dutrénit, ciudad de México, México, 18
diciembre de 1997. PHO14/21.
22
Entrevista a Jorge Landinelli realizada por Gerardo Caetano,
en Montevideo, Uruguay, 17 de marzo de 1997. PHO14/28.
23
Entrevista a Saúl Ibargoyen realizada por Guadalupe
Rodríguez, en México D. F., 25 de septiembre de 1997.
PHO14/27.
24
Jorge Landinelli, entrevista citada.
25
Saúl Ibargoyen, entrevista citada.
26
Entrevista a Federico Falkner Dufourd realizada por Silvia
Dutrénit y Guadalupe Rodríguez, ciudad de México, México,
11 de marzo de 1997. PHO14/24.
27
Entrevista a Walter Martínez realizada por Silvia Dutrénit, en
la ciudad de México, México, 30 de septiembre de 1997.
PHO14/30
28
Federico Falkner, entrevista citada.
29
Entrevista a Emilia Anyul de Puchet realizada por Silvia
Dutrénit y Guadalupe Rodríguez, Ciudad de México, 5 de
marzo de 1997. PHO14/22.
30
Entrevista a Anhelo Hernández realizada por Gerardo
Caetano en Montevideo, Uruguay, 20 de diciembre de 1996.
PHO14/25.
31
Saúl Ibargoyen, entrevista citada.
32
Ida Holz, entrevista citada.
33
Wendy Rickard, “Historia oral, trauma y tabú” en
Historia,
Antropología y Fuentes Orales,
Nº 23, año 2000, p. 133.
34
Aparato de represión integrado por militares y policías.
35
Emilia Anyul de Puchet, entrevista citada.
36
Entrevista a Ida Holz realizada por Gerardo Caetano, Monte-
video Uruguay, 16 de diciembre de 1996. PHO14/26.
37
Mark T. Klempner, “Llevar a buen término entrevistas bio-
gráficas con supervivientes de un trauma”,
Historia, Antropolo-
gía y Fuentes Orales
, Nº 23, 2000, p. 144.
38
Entrevista a Nylia Nieto realizada por Gerardo Caetano,
Montevideo Uruguay, 17 de diciembre de 1996. PHO 14/33
39
Ida Holz, entrevista citada.
40
Alessandro, Portelli,
op. cit.
2004, p. 279.
41
Saúl Ibargoyen, entrevista citada.
image/svg+xml
48
42
Ida Holz, entrevista citada.
43
Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaro).
44
Entrevista a Antonio Elías realizada por Gerardo Caetano,
Montevideo, Uruguay, 26 de diciembre de 1996. PHO14/23.
45
Gustavo Maza Padilla, entrevista citada.
46
Emilia Anyul de Puchet, entrevista citada.
47
Entrevista a Andrés Keiman realizada por Silvia Dutrénit, en
la ciudad de México, México, julio de 2001. PHO14/34.
48
Gustavo Maza Padilla, entrevista citada.
49
Nylia Nieto, entrevista citada.
50
Entrevista a Maluza Stein realizada por Gerardo Caetano,
Montevideo Uruguay, 18 de diciembre de 1996. PHO14/33.
51
Saúl Ibargoyen, entrevista citada.
52
Anhelo Hernández, entrevista citada.
53
Jorge Landinelli, entrevista citada.
54
Emilia Anyul de Puchet, entrevista citada.
55
Grupo teatral. Asilados en la embajada de México en Uru-
guay.
56
Jorge Landinelli, entrevista citada.
57
Anhelo Hernández, entrevista citada.
58
Jorge Landinelli, entrevista citada.
59
Antonio Elías, entrevista citada.
60
Saúl Ibargoyen, entrevista citada.
61
Antonio Elías, entrevista citada.
62
Marcelo y Maren Viñar,
op. cit.
, p. 10.
63
Saúl Ibargoyen, entrevista citada.
64
Andrés Keiman,
entrevista citada.
BIBLIOGRAFÍA
Auge, Marc,
Las formas del Olvido,
Gedisa, España, 1998.
Becerra de Meneses, Ulpiano, “Historia, cativa da memoria.
Para un mapeamento da memoria no campo das Ciencias
Sociais” en
Revista do Instituto de Estudos Brasileiros
, São Paulo,
Nº 34, 1992.
Coetzee, Jan K., “Narrando el trauma. Introducción a A.
Portelli, R. Van Boeschoten, A. Molnár, y L. Catrla” en
Historia,
Antropología y Fuentes Orales,
Nº 24, año 2000.
Convención sobre asilo Diplomático suscrita en la Décima Conferencia
Interamericana
, Caracas 1-18 de marzo, Secretaría General/
OEA/Unión Panamericana, Washington, 1961. (Serie Trata-
dos, 18).
Dutrénit, Silvia y Guadalupe Rodríguez de Ita,
Asilo diplomáti-
co mexicano en el Cono Sur,
México, Instituto Mora/Instituto
Matías Romero-Secretaría de Relaciones Exteriores, Acervo
Histórico Diplomático, 1999.
Dutrénit, Silvia y Guadalupe Rodríguez de Ita,
Tras la memoria:
el asilo diplomático en tiempos de la Operación Cóndor,
México,
Instituto Mora/Instituto de Cultura de la Ciudad de México,
2000.
Halbwachs, Maurice,
On collective memory
, Chicago, University
of Chicago Press, 1992.
Hobsbawm, Eric J.,
Gente poco corriente: resistencia, rebelión y
jazz
, Madrid, Crítica, 1999.
Klempner, Mark T “Llevar a buen término entrevistas biográfi-
cas con supervivientes de un trauma”,
Historia, Antropología y
Fuentes Orales
, Nº 23, 2000.
Osmañczyk, Edmund Jan,
Enciclopedia Mundial de Relaciones
Internacionales y Naciones Unidas
, FCE, España, 1976.
Portelli, Alessandro, “ O massacre de Civitella Val di Chiana
(Toscana, 20 juhno de 1944): mito e politica, luto e senso
comum” en Marieta Ferreira y Janíana Amado
(organizadoras),
Usos y abusos da historia oral
, Río de Janiero,
Editora Fundaçao Getulio Vargas, 2002.
Portelli, Alessandro,
La orden ya fue ejecutada: Roma, las fosas
ardeatinas, la memoria
, Buenos Aires, FCE, 2004.
Rickard, Wendy, “Historia oral, trauma y tabú” en
Historia,
Antropología y Fuentes Orales
, Nº 23, año 2000.
Saldarriaga, Alberto, “Imagen y memoria en la construcción
cultural de la ciudad” en Torres Tavares y Fernando Viviescas,
La ciudad: hábitat de diversidad y complejidad
,
Bogotá,
Universidad Nacional de Colombia, 2000.
Schwarzstein, Dora, “Historia Oral y memoria del exilio” en
Estudios sobre las culturas contemporáneas
, vol. 3 Nº 8-9.
Schwarzstein, Dora “Fuentes orales en los archivos: desafíos y
problemas” en
Historia, Antropología y Fuentes Orales
, Nº 27,
año 2002.
Viñar, Maren y Marcelo,
Fracturas de la memoria. Crónicas para
una memoria por venir,
Montevideo, Trilce. 1993.
Wiesel, Elie, “Prefacio. ¿Por qué recordar?” en
Foro Internacional
Memoria e Historia
, España, UNESCO, 2002.
FUENTES ORALES
Entrevista a Gustavo Maza Padilla realizada por Silvia
Dutrénit y Guadalupe Rodríguez, Ciudad de México, 18 de
diciembre de 1997. PHO14/21.
Entrevista a Emilia Anyul de Puchet realizada por Silvia
Dutrénit y Guadalupe Rodríguez, Ciudad de México, 5 de
marzo de 1997. PHO14/22.
Entrevista a Antonio Elías por Gerardo Caetano el 26 de
diciembre de 1996, en Montevideo, Uruguay PHO14/23.
Entrevista a Federico Falkner Dufourd realizada por Silvia
Dutrénit y Guadalupe Rodríguez, ciudad de México, México,
11 de marzo de 1997. PHO14/24.
Entrevista a Anhelo Hernández realizada por Gerardo Caetano
en Montevideo, Uruguay, 20 de diciembre de 1996. PHO14/
25.
Entrevista a Ida Holz realizada por Gerardo Caetano,
Montevideo, Uruguay, 16 de diciembre de 1996. PHO14/26.
Entrevista a Saúl Ibargoyen realizada por Guadalupe
Rodríguez, en México D. F., 25 de septiembre de 1997,
PHO14/27.
Entrevista a Jorge Landinelli realizada por Gerardo Caetano,
en Montevideo, Uruguay, 17 de marzo de 1997. PHO14/28.
Entrevista a Walter Martínez realizada por Silvia Dutrénit, en
la ciudad de México, México, 30 de septiembre de 1997.
PHO14/30.
Entrevista a Nylia Nieto realizada por Gerardo Caetano,
Montevideo Uruguay, 17 de diciembre de 1996. PHO 14/32.
Entrevista a Maluza Stein realizada por Gerardo Caetano,
Montevideo Uruguay, 18 de diciembre de 1996. PHO14/33.
Entrevista a Andrés Keiman realizada por Silvia Dutrénit, en
la ciudad de México, México, julio de 2001. PHO14/34.
image/svg+xml
49
traduccione
s
Memória e
esquecimento do
exílio uruguaio
Araceli Leal Castillo
Pela primeira vez na história do Uruguai
em 1973 os militares articularam um
golpe de estado, as forças armadas
imbuídas da Doutrina de Segurança
Nacional e principalmente do seu
conceito de luta contra o "inimigo
externo": encarceraram, fizeram
desaparecer e assassinaram uma
quantidade desconhecida de
opositores. Uma parte dos perseguidos
viu-se obrigada à recorrer à proteção
diplomática para salvar sua vida. Os
esilados uruguaios na Embaixada do
México, formaram a partir desse
momento até a saída do país, um grupo
heterogéneo em idades, origens sociais,
níveis de responsabilidade e militância
política.
Esta dissertação pretende demonstrar
como a hitória oral nos permite
distinguir claramente as "sensibilidades
diferentes em relação a um
acontecimento similar conforme os
grupos. Para isso usarei diferentes
testemunhos de esilados uruguaios,
assim como o do primeiro secretário da
sede diplomática amexicana nesse país
do Cone Sul.
Evitando cair no lugar comum de
homogeneizar ou equiparar o que foi
vivido pelos esilados, tentarei
demonstrar que cada um deles percebe
os acontecimentos de maneira
diferente, dependendo das suas
próprias experiências, emoções ou grau
de dor sofrido há mais de vinte anos.
Mémoire et oubli de
l'asile uruguayen
Araceli Leal Castillo
En 1973, pour la première fois dans
l'histoire de l'Uruguay, les militaires ont
organisé un coup d'état. L'Armée,
imbue de la Doctrine de Sécurité
National, et sur tout de son concept de
lutte contre " l'ennemi interne ", a
emprisonné, a fait disparaître et a
assassiné à une quantité inconnue
d'opposants. Une partie des persécutés
se sont vus obligés de faire appel à la
protection diplomatique pour
sauvegarder leurs vies. Les réfugiés
uruguayens à l'Ambassade du Mexique
ont formé, dès ce moment jusqu'à la
sortie de leur pays, un groupe très
hétérogène en ce qui concerne l'âge, la
classe sociale, les niveaux de
responsabilité et la militance politique.
Le présent travail a l'intention de
montrer la façon dont l'histoire orale
nous permet de distinguer clairement
les " sensibilités différentes par rapport
[à un] événement [semblable] selon les
individus mais encore plus selon les
groupes ". Pour cela, j'utiliserai
différents témoignages des réfugiés
uruguayens, ainsi que le témoignage du
premier secrétaire du siège diploma-
tique mexicain dans ce pays du cône
sud.
Pour éviter se rabattre sur le lieu
commun d'homogénéiser ou comparer
ce qui a été vécu par les réfugiés, je
chercherai à démontrer que chacun
d'entre eux a perçu différemment les
événements, selon leurs propres
expériences ou leurs émotions o leur
degré de douleur subi il y a plus de
vingt ans.
Memory and
forgetfulness of
uruguayan refugees
Araceli Leal Castillo
In 1973, for the first time in Uruguay's
history, the army implemented a coup
d'etat. The armed forces, instilled with the
Doctrine of National Security and above
all with it's concept of fighting the
"internal enemy", they imprisoned,
kidnapped and murdered an unknown
number of oppositors. Some of the
persecuted people were forced to appeal
for diplomatic protection in order to save
their lives. Since then and until they left
their country, the Uruguayan refugees at
the Mexican Embassy made a group,
very heterogeneous in ages, social
extraction and political responsibility and
militancy.
This communication pretends to
demonstrate how oral history allows us
to clearly distinguish those "different
sensibilities in respect [to a similar] event
according to individuals but even more to
groups". To accomplish this task I will
use different testimonies of Uruguayan
refugees and also the one of the first
secretary for the Mexican diplomatic seat
at that South American country.
In order to avoid the common place of
homogenizing or comparing the
refugees' experiences I will try to
demonstrate that each of them perceived
the events in a different way depending
on their own experiences, emotions or
pain level suffered more than twenty
years ago.
49