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58
La ciudad dentro
de la ciudad:
consideraciones sobre
el avance de los procesos
de relegación urbana
en la Ciudad de Buenos Aires
V O C E S D E B U E N O S A I R E S
58
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59
con la anuencia de las agen-
cias estatales pertinentes
(Mignaqui, 1999).
Pero nuestra apretada sín-
tesis del pasado urbano más
reciente estaría incompleta si
no mencionáramos que los
años 90 tuvieron una faceta
menos exitosa y rutilante.
Efectivamente, en simulta-
neidad con estos procesos de
remozamiento comandados por
alianzas público privadas, la
ciudad de Buenos Aires asistió
a la disminución de inversio-
nes públicas en materia de po-
lítica habitacional, al debilita-
miento y la cuasidesaparición
de estrategias tendientes a
construir ciudad en un sentido
social, atendiendo a las necesi-
dades básicas de sus ciudada-
nos (Velázquez, 2002). Con re-
lación a este punto podemos
mencionar, a título de ejemplo,
los paulatinos recortes sufri-
dos por el Fondo Nacional de
la Vivienda –ajustes que inclu-
yeron la federalización del sis-
tema mediante la transferencia
de sus recursos directamente a
las provincias–
1
, y la
privatización de los servicios
urbanos.
2
Todos los intentos oficiales
por posicionar a la ciudad de
Buenos Aires entre las metró-
Introducción
La década del 90 marcó un
significativo punto de inflexión
en el paisaje urbano de la ciu-
dad de Buenos Aires, un hito
que se tradujo en una serie de
resonantes transformaciones,
algunas ya concretadas y otras
aún en suspenso.
Entre los cambios más visi-
bles podemos incluir la
reconversión de Puerto Made-
ro, el ennoblecimiento del ba-
rrio del Abasto, la construcción
de edificios para sedes empre-
sariales, de hotelería interna-
cional y de torres country, así
como también el anunciado
–y por ahora postergado– pro-
yecto Retiro.
Retomando las sugerentes
formulaciones de Gorelik
(2004) podemos afirmar que
estas mutaciones ocurridas en
los 90 integraron un auténtico
“giro epocal” que modificó ten-
dencias urbanísticas de larga
duración en la historia porte-
ña. En este sentido, desde
aquellos años y hasta la actua-
lidad, se ha consolidado un
nuevo modelo de planeamiento
de la ciudad caracterizado por
el repliegue del Estado como
principal regulador/promotor
del desarrollo metropolitano, y
por la realización de empren-
dimientos de gran magnitud
bajo el auspicio de inversiones
privadas.
Esta verdadera urbaniza-
ción del capital (Gorelik, 2004)
viene afianzando una ciudad
principalmente destinada al
uso de sectores medios y altos,
cuya lógica de producción es-
pacial responde a las reglas de
rentabilidad inmobiliaria del
capital privado (arquitectos,
financistas, empresarios de la
construcción, promotores y
developers
), aunque siempre
(...) nos concentraremos entonces en
el análisis de las representaciones y
prácticas sociales desplegadas por
los residentes de un conjunto urbano
del suroeste porteño, a partir de una
triple caracterización de la noción de
lugar: el lugar utópico o planificado, el
lugar tópico o vivido, y el lugar
heterotópico o temido (...)
polis del Primer Mundo han
sido irremediablemente inter-
pelados por el deterioro del
espacio público, el aumento de
la sensación de inseguridad
3
,
el abandono de las viviendas
de interés social y el incremen-
to de la pobreza urbana, vale
decir, de la población residente
en villas miseria, casas de in-
quilinato, hoteles y pensiones,
conventillos y casas tomadas.
La ciudad que se constituyó
mirando a Europa, la excep-
ción en el contexto latinoameri-
cano, se encontró finalmente
–parafraseando a Borges– con
su destino sudamericano.
4
Es justamente en estos es-
pacios urbanos devaluados
–contracara de las transforma-
ciones tan publicitadas con las
que abriéramos estas páginas–
que proponemos detener
nuestra mirada, con la finali-
dad de reflexionar sobre la ma-
nera en que los actores sociales
comprometidos en la constitu-
ción de estos escenarios locales
construyen su peculiar
sentido
de la experiencia del lugar
(Zukin, 1996).
Para llevar adelante este
objetivo general, el artículo se
nutre de un trabajo de campo
antropológico –iniciado en
2003 y aún en curso– que in-
cluyó el relevamiento de dos
tipos complementarios de fuen-
tes: por un lado, información
cualitativa proveniente de ob-
servaciones de campo y entre-
vistas en profundidad realiza-
das entre residentes de un
complejo habitacional situado
en el barrio de Villa Soldati; y
por otro lado, datos secunda-
rios referidos a nuestra temáti-
ca de interés (artículos perio-
dísticos, estadísticas, proyec-
tos urbanísticos, etc.).
A continuación, nos con-
El enfoque biográfico interpretativo en la investigación
socio-histórica
La ciudad dentro de la ciudad: consideraciones sobre...
Autora
María Florencia Girola
Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
Becaria de Posgrado / CONICET
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60
centraremos entonces en el
análisis de las representacio-
nes y prácticas sociales desple-
gadas por los residentes de un
conjunto urbano del suroeste
porteño, a partir de una triple
caracterización de la noción de
lugar: el
lugar utópico
o planifi-
cado, el
lugar tópico
o vivido, y
el
lugar heterotópico
o temido
(Reguillo, 2003)
5
.
1. El
lugar utópico
del
progreso urbano
El Complejo Habitacional
Soldati se levanta en un único
predio emplazado entre las
avenidas Roca y Lacarra, y en-
tre las calles Mariano Acosta y
Rodrigo de Triana –al lado del
ex Ferrocarril Belgrano–. La
imponente edificación, que se
recorta en un barrio de casas
bajas, forma parte de las vi-
viendas de interés social cons-
truidas bajo la modalidad del
gran conjunto urbano.
6
El proyecto fue concebido
por el Ministerio de Bienestar
Social a través de la Secretaría
de Vivienda y del Banco Hipo-
tecario Nacional, en el marco
del Plan Alborada y del Plan
de Erradicación de Villas de
Emergencia (P.E.V.E.). El pri-
mero de estos planes tenía por
objetivo principal cubrir el dé-
ficit de viviendas entre los gru-
pos de escasos y medianos re-
cursos, mientras que el segun-
do buscaba contribuir a la erra-
dicación de villas en el ámbito
del área metropolitana de Bue-
nos Aires.
7
La propuesta se concretó
en el año 1971, mediante un
llamado a concurso nacional
destinado a profesionales ar-
quitectos y empresas de la
construcción. Las tareas se ini-
ciaron en 1973, con el fin de
albergar a sectores populares y
a sectores medios realojados
por obra pública. La proceden-
cia de los primeros destinata-
rios incluyó a empleados mu-
nicipales, erradicados de la
Villa 31 de Retiro y de
conventillos de La Boca, entre
otros:
(…) yo me mudé al complejo
en 1979, venía del Bajo Belgrano
en donde alquilaba un departa-
mento con mis viejos y hermanos.
Durante el gobierno de Videla nos
salió la posibilidad de acceder a
un techo propio en los monoblo-
ques y ni lo pensamos porque el
precio era muy accesible, casi re-
galado. Si no nos íbamos igual
nos hubieran terminado desalo-
jando de Belgrano porque el ba-
rrio se remodeló por completo…”
(Fernando, 44 años, residente
del Complejo)
8
.
(…) nosotros vivíamos en
Lavalle entre Pasteur y Uriburu,
alquilábamos y en esa época esta-
ba la circular 1050 que era la eta-
pa de los desalojos y bueno, a no-
sotros nos tocó como a tantos otros
la circular 1050 y bueno el Banco
Hipotecario estaba adjudicando
departamentos, y nos anotamos y
nos dieron éste…”
(Patricia, 43
años, residente del Complejo).
Finalmente en 1978, en
tiempos de la dictadura mili-
tar, concluyó la construcción
de las torres articuladas en
trama y de las tiras en paralelo
que le imprimen al Complejo
su singular y laberíntica
fisonomía.
9
En tanto espacio promovi-
do por el Estado, planificado
por un reconocido staff de ar-
quitectos de la época y cons-
truido con una tecnología
novedosa para el momento, el
emprendimiento fue original-
mente concebido como lugar
donde se concretaría una uto-
pía urbana heredera de los va-
lores de la modernidad
(Ortiz, 2000).
Por un lado, el Complejo
fue ideado como un objeto es-
pecífico de planificación urba-
no-arquitectónica, compacto e
interconectado, un gran siste-
ma bajo-alto en el cual los
abundantes espacios verdes,
las calles internas (peatonales
o vehiculares), los pasillos y
los puentes, aseguraban la
constante circulación de sus
residentes.
Acorde con los principios
arquitectónicos modernos, la
construcción privilegió la sub-
ordinación de la estética a la
función, promoviendo una edi-
ficación homogénea y geomé-
trica, adornada exclusivamente
por el uso de colores fuertes
(azul, ladrillo, amarillo y ver-
de).
10
Por otro lado, se esperaba
lograr dentro del Complejo una
forma particular de urbanidad,
vale decir, el establecimiento
de relaciones sociales basadas
en actitudes de respeto y acep-
tación, en principios de liber-
tad e igualdad (Giglia, 2000).
11
Para fomentar los intercambios
pacíficos –aunque no por ello
sin conflictos– entre los diver-
sos residentes, la convivencia y
la participación social, los res-
ponsables del proyecto inclu-
yeron una escuela primaria, un
centro comunitario y dos pa-
seos comerciales. Estos últimos
contarían con una amplia
gama de rubros: panadería,
ferretería, peluquería para da-
mas y hombres, librería, confi-
tería, sucursal del Banco Hipo-
tecario Nacional, oficina de
correo, etc.:
(…) tenías de todo adentro
del Complejo, farmacia, perfume-
ría, supermercado, mercería, una
modista, donde nosotros estába-
mos hasta teníamos laverap…”
(Karina, 29 años, ex residente).
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61
Como vemos, el proyecto
intentaba recrear todos los
componentes de la ciudad mo-
derna, al tiempo que aspiraba
a generar poderosos sentidos
de pertenencia entre sus habi-
tantes. En los documentos vin-
culados a la planificación ori-
ginal que hemos relevado y
analizado, se consignaban
como objetivos: “…individuali-
zar la vivienda dentro de un
conjunto único y destruir la
anomia mediante ‘la reproduc-
ción del microclima urbano’,
recurriendo a la calle, la plaza,
el barrio, el circuito de com-
pras y los ‘sitios de encuentro
social’ y ‘cruce espontáneo’.
Resumiendo las premisas
sociológicas, se buscó:
- Materializar un único clima
urbano en varias escalas, a sa-
ber: la unidad de vivienda, la
calle, el encuentro de calles, la
noción de conjunto.
- Individualizar la vivienda
dentro del conjunto creando
situaciones variadas en una
estructura general, económica
y ordenada”. (Conjunto
Habitacional Soldati. Primer
Premio del Concurso Nacional,
1973. El resaltado con comillas
es nuestro).
De este modo, el
lugar utó-
pico
o planificado funcionaría
como una auténtica “ciudad
dentro de la ciudad”, una vi-
vienda social-modelo que recu-
peraba los emblemas de la mo-
dernidad urbana (la calle y la
plaza, símbolos por excelencia
de la convivencia democrática
en el espacio público), impul-
sando el desarrollo de la zona
sur:
(…) y el hecho de que trajeran
el complejo algo hizo de progreso
al barrio porque el comerciante se
levantó muchísimo, son muchos
miles de personas… vos imaginate
que los comerciantes se fueron
todos para arriba (…) claro que
después nos trajeron otros proble-
mas…
(Felisa, 65 años, vecina
del Complejo y residente del
“barrio viejo”.)
12
No está de más recordar
que la construcción de grandes
conjuntos urbanos constituyó
una tendencia que se registró
inicialmente en Europa y Amé-
rica anglosajona (desde el pe-
ríodo de entreguerras), y sólo
posteriormente en Lati-
noamérica, llegando a la Ar-
gentina en forma relativamente
(...) consideramos imprescindible
recordar que para buena parte de sus
habitantes, el traslado al nuevo
conjunto fue forzoso, inscripto en el
marco del proyecto urbanístico
vigente durante la dictadura militar
bajo el lema de “merecer la ciudad”.
tardía.
13
En todos los casos, los
proyectos fueron producto de
iniciativas públicas que procu-
raban disciplinar a los sectores
asalariados moralizando sus
condiciones habitacionales,
testimonios de la fe en el pro-
greso y en la capacidad de con-
vivencia pacífica de distintos
segmentos de la sociedad.
La específica política de
vivienda desplegada por el Es-
tado nacional –a través de sus
diferentes organismos y agen-
tes sociales– y materializada
en la realización del Complejo
Habitacional Soldati, aspiraba
a modificar las pautas de vida
de los grupos destinatarios,
permitiendo el acceso a servi-
cios urbanos y fomentando la-
zos de integración social entre
los moradores y con la
comunidad.
El mencionado proyecto
local –P.E.V.E.– se presentaba
simultáneamente como un pro-
grama habitacional y social
que procuraba colaborar en “la
adaptación y ambientación de
la población villera a la vida
urbana”. Tanto en la construc-
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62
ción del Complejo Soldati como
de otros conjuntos edificados,
“el Estado privilegiaba la obra
de arquitectura como posibi-
litadora de modificaciones en la
vida de los grupos usuarios”
(Clichevsky y Abbá, 1980).
(…) gracias a nosotros este
barrio
[Villa Soldati]
tuvo gas y
también se asfaltó la avenida Roca
(…)
originalmente la idea de los
edificios del complejo fue muy
buena, el comienzo fue bueno, pero
después que nos pusieron acá nos
dijeron arréglense como puedan y
nadie supo cómo hacer…
(Carlos,
62 años, ex residente y actual
trabajador comunitario del
Complejo).
2. El
lugar tópico
o
vivido: de proyecto
moderno a símbolo
de estigma
El trabajo de campo reali-
zado en el Complejo Soldati ha
puesto de relieve que las viven-
cias, usos y apropiaciones
–pasadas y presentes– de este
espacio por parte de los resi-
dentes entrevistados, difiere
muchas veces del
lugar utópico
proyectado por los planifica-
dores. La labor etnográfica nos
ha llevado, por lo tanto, a
complejizar nuestra visión sobre
la base de la noción de
lugar tó-
pico
o vivido, construida a partir
del análisis de las prácticas y
representaciones sociales de
nuestros interlocutores.
En primer lugar, conside-
ramos imprescindible recordar
que para buena parte de sus
habitantes, el traslado al nuevo
conjunto fue forzoso, inscripto
en el marco del proyecto urba-
nístico vigente durante la dic-
tadura militar bajo el lema de
“merecer la ciudad”.
14
Esta po-
lítica de higiene y merecimien-
to urbano incluyó la adopción
de medidas que crearon restric-
ciones de acceso a la vivienda
por parte de la población de
bajos ingresos, la erradicación
violenta de villas de emergen-
cia en el contexto del comenta-
do P.E.V.E., y la expropiación
de inmuebles por construcción
de autopistas y recuperación
de espacios verdes (cinturón
ecológico). Todas estas iniciati-
vas tuvieron serias consecuen-
cias sobre la distribución espa-
cial y las condiciones de vida
de los sectores populares en
Buenos Aires y su área metro-
politana (Oszlak, 1991):
(…) vos volvé a mirar cómo
son las calles, tienen una particu-
laridad muy interesante de obser-
var, si pasa algo acá adentro, con
que pongan una tanqueta acá y
otra acá
[con relación a un pla-
no del barrio]
no sale nadie, o
sea está pensado también desde ese
lugar…
(Mabel, 57 años, ex re-
sidente del Complejo).
(…) cuando hacías la mudan-
za te custodiaba el ejército, te
acompañaba hasta que guardabas
la última cosa... cuando entrabas o
salías del Complejo también te
custodiaba el ejército. Además las
manzanas del Complejo estaban
enrejadas, había solamente unas
pocas entradas en donde tenías
que mostrar los documentos…
(Esther, 55 años, residente del
Complejo).
Junto con esta violencia
inaugural –pensemos que mu-
chos residentes conocieron sus
departamentos el mismo día de
la mudanza–, también debe-
mos tener en cuenta que el
Complejo se erigió en una zona
altamente devaluada de la urbe
–el sur, en el límite con el Ria-
chuelo–, con el fin de invisi-
bilizar y disimular la pobreza,
alejándola del centro porteño.
En este sentido, todos los en-
trevistados entretejen ciertos
recuerdos vinculados al dete-
rioro ambiental del área, citare-
mos uno a modo de ejemplo:
(…) donde ahora está el Par-
que Roca, había una quema de
basura, el olor no era tan fuerte
pero lo realmente insoportable
eran las moscas, se te venían todas
juntas en cuanto bajabas del colec-
tivo en Roca y Acosta (…) tam-
bién me acuerdo que por donde
ahora pasa la autopista había
aguas estancadas, le decían el
pantano...
(Rosa, 46 años, resi-
dente del Complejo).
La mudanza fue vivida de
modo diferencial según la es-
pecífica posición social/ eco-
nómica/cultural de los sujetos,
y sus diversas trayectorias re-
sidenciales. Así, los entrevista-
dos que se definieron como
pertenecientes a la clase media,
trasladados forzosamente, per-
cibieron el cambio como una
imposición con su consecuente
descenso social. Por el contra-
rio, moradores provenientes de
sectores populares y de situa-
ciones habitacionales suma-
mente precarias, se mostraron
satisfechos con el nuevo hogar,
experimentando un ascenso
social posibilitado por la inter-
vención del Estado:
15
(…) nosotros vivíamos en
Arenales y Carlos Pellegrini y
cuando se modifica la 9 de Julio
tiran abajo todas esas casas (…)
cuando mi familia va a reclamarle
al gobierno, creo que era Isabel
Perón, le dijeron si te gusta vayan
allá sino te quedás en la calle, no
había mucha opción…
(Karina,
29 años, ex residente del Com-
plejo).
(…) nosotros veníamos de un
conventillo de La Boca donde no
teníamos agua caliente y compar-
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63
tíamos el baño con otras familias.
En La Boca las paredes eran de
madera o chapa. Venir a Soldati,
con paredes pintadas y de mate-
rial, donde abrías la canilla y
salía agua caliente, era lo más (…)
no todos los vecinos tuvieron la
misma experiencia, algunos ve-
nían de Belgrano, donde alquila-
ban, y el nuevo barrio no les gus-
taba, no querían vivir con los ne-
gros…
(Tita, 44 años, ex resi-
dente y actual trabajadora co-
munitaria del Complejo).
Mientras que algunos de
los residentes originales que
hemos contactado ya han
abandonado el complejo (aun-
que conservan la propiedad
para su alquiler), otros perma-
necen, al tiempo que se han
sumado nuevos moradores.
Hoy, tal como se desprende del
trabajo etnográfico, los habi-
tantes del conjunto reconocen
diversas ocupaciones:
cosmetóloga, masajista, ama de
casa, albañil, beneficiaria/o de
Planes Jefas y Jefes de Hogar,
jubilada/o, empleada/o públi-
co, modista, vendedor ambu-
lante, docente, vigilador priva-
do, remisero, comerciante, des-
ocupada/o.
Con relación al
lugar utópi-
co
de la urbanidad moderna y
sus emblemáticos espacios pú-
blicos, podemos hacer algunos
señalamientos a partir de
nuestras entrevistas y observa-
ciones.
Si bien el uso diurno de las
calles internas del complejo es
intenso (escolares, operarios,
transeúntes, etc.), muchos resi-
dentes han manifestado efec-
tuar recorridos limitados
–generalmente por los mismos
lugares– desconociendo así la
mayor parte del
emprendimiento. Asimismo,
algunos de los espacios públi-
cos compartidos han sido
resignificados mediante un uso
que no era el originalmente
planificado: predios verdes
convertidos en potreros para
jugar al fútbol, playas de esta-
cionamiento donde ensayan
las murgas, feria de vendedo-
res ambulantes en la calle cen-
tral del conjunto. Por último, se
observa un notable proceso de
apropiación de áreas públicas
con fines exclusivamente pri-
vados: en los departamentos de
PB que forman parte de las ti-
ras de 4 pisos, por ejemplo,
muchos residentes han avan-
zado sobre el corredor común,
cercando un patio que se
autoadjudicaron como propio.
(…) yo escribiría un libro de
lo que es el barrio en verano, el
calor saca la gente afuera, a la
calle, al pasillo, a tomar afuera,
no sé, abrir la puerta a poner el
bafle a todo lo que da, el verano es
insoportable, 2, 3 de la mañana la
gente sigue afuera (…) la pelota,
los gritos, la bicicleta, la patineta,
la casa se prolonga afuera, por eso
te digo, saco bafle afuera y mi
casa se prolonga afuera, no im-
portan los vecinos…
(Liliana, 43
años, residente del Complejo).
La esperada sociabilidad
moderna –fundada en el respe-
to al otro y la confianza– se
revela, en la experiencia actual
de los residentes, variada y
contradictoria. Para algunos
de nuestros interlocutores, lo
Retomando a Goffman (1989) pode-
mos señalar que el antaño símbolo
del progreso y la modernidad urbana,
el planificado
lugar utópico
, se ha
convertido –desde la percepción de
muchos de sus residentes y vecinos–
en un símbolo de estigma. En este
sentido, el hecho de residir en un
conjunto habitacional de interés so-
cial o en una “vivienda Fonavi”–como
suelen decir los residentes–, se ha
vuelto una condición que inhabilita la
plena aceptación social de los indivi-
duos, levantando sospechas sobre
sus valores y comportamientos.
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64
que podríamos llamar la “edad
de oro” del complejo quedó
definitivamente en el pasado:
Lila:
Yo terminé el secundario y
me hubiera gustado seguir Psico-
logía pero la facultad está muy
lejos y el Complejo no es seguro
para volver a la noche tarde, ade-
más mi marido trabaja todo el día
y no confío en los vecinos como
para dejar a mi hija.
Fernando:
La desconfianza es la
relación que prima dentro del
Complejo, como la gente buena en
su mayoría ya se fue, uno siempre
está a la defensiva, a ver cuándo
te van robar o se van a meter en tu
casa…
(Lila y Fernando, 42 y 44 años
respectivamente, residentes del
Complejo).
Para otros, en cambio, to-
davía persiste una forma sin-
gular de urbanidad –basada en
la solidaridad, las relaciones
vecinales de ayuda mutua y la
fuerte presencia de relaciones
de parentesco–, que distingue
al Conjunto Soldati:
Liliana:
Se muere una persona,
por ejemplo, y los amigos de esa
persona van departamento por
departamento a pedir si podemos
colaborar con algo para el viudo,
la viuda, la madre que se le murió
el hijo, un pesito, lo que sea. Yo
creo que en un edificio común de
Flores, un edificio de departamen-
tos, eso no sucede.
Florencia:
¿Y por qué pensás que
pasa acá y no en un edificio de
otro barrio?
Liliana:
Pienso que es porque por
donde vienen, yo creo que en la villa
lo han hecho, o sea, por ahí se matan
por boludeces pero en el dolor se
unen, se unen…
(Liliana, 43 años,
residente del Complejo).
(…) después de tantos años ya
no tenés más vecinos, acá son to-
dos tíos y tías. La gente se conoció
acá, se puso de novio y se casaron
con gente de acá. Yo me casé con
un hombre del complejo y pienso
que el día de mañana le puede
pasar lo mismo a mi hija...
(Tita,
44 años, ex residente y actual
trabajadora comunitaria del
Complejo.)
16
Por último, también pode-
mos mencionar a aquellos no
pocos habitantes que prefieren
mantener relaciones sociales
acotadas, restringidas a sus
vecinos más próximos, desa-
rrollando todas sus activida-
des fuera del Complejo (ocio,
amistades, escolaridad de los
hijos):
(…) yo iba al secundario fue-
ra de acá, mis amigas estaban
afuera y yo en general no me daba
con la gente de acá, venía a casa,
estaba en casa y me iba, me toma-
ba el colectivo 115 y me iba, los
fines de semana también (…) aho-
ra tampoco soy de darme mucho,
más que nada soy de saludar…
(Patricia, 43 años, residente del
Complejo).
A pesar de estas experien-
cias diferentes, todos nuestros
interlocutores coincidieron en
señalar que el Complejo se ha
transformado en una auténtica
“zona roja” donde ni la policía
ni los prestadores de servicios
se animan a entrar (remises o
taxis, ambulancias,
recolectores de basura, técnicos
de las empresas privatizadas
de servicios, etc.):
Fernando:
La salita de salud que
funciona dentro del barrio no está
las 24 horas porque para la poli-
cía se trata de una zona roja, los
remises te llevan hasta Acosta y
Cruz, tampoco entran las ambu-
lancias. Yo una vez tuve un pico
de presión una madrugada, y la
ambulancia entró con patrulleros
y la médica subió con dos poli-
cías.
Carlos:
Si decís que sos de
Soldati no te dan trabajo...
(Carlos y Fernando, 62 y 44
años, ex residente y residente del
Complejo, respectivamente).
Retomando a Goffman
(1989) podemos señalar que el
antaño símbolo del progreso y
la modernidad urbana, el pla-
nificado
lugar utópico
, se ha
convertido –desde la percep-
ción de muchos de sus residen-
tes y vecinos– en un símbolo
de estigma.
17
En este sentido, el
hecho de residir en un conjun-
to habitacional de interés so-
cial o en una “vivienda
Fonavi”–como suelen decir los
residentes– se ha vuelto una
condición que inhabilita la ple-
na aceptación social de los in-
dividuos, levantando sospe-
chas sobre sus valores y com-
portamientos.
18
La situación
residencial de habitar en
monobloques opera como un
atributo profundamente
desacreditador que estigmatiza
a su portador, al tiempo que
confirma la normalidad y/o
prestigio de los “otros”. Quere-
mos destacar en este punto el
componente relacional que en-
traña la noción misma de estig-
ma, ya que el atributo no es
honroso o ignominioso en sí
mismo. Algunos de los testimo-
nios recogidos pueden ilustrar
este aspecto:
(…) al barrio Soldati lo arrui-
nó el complejo, yo calculo que en
dos años el complejo va a termi-
nar siendo el Fuerte Apache de la
Capital…
(Manuel, 65 años,
vecino del Complejo y residen-
te del “barrio viejo”).
(…) para la gente Soldati no
existe, es el Fuerte Apache
19
de la
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65
Capital Federal, somos los olvida-
dos (…) el Complejo tiene muy
mala fama, son todos unos negros
villeros, ésa es la visión que se
tiene desde el afuera, más desde
que se pobló de bolivianos y pe-
ruanos…
(Liliana, 43 años, resi-
dente del Complejo).
Con relación a los vínculos
con los habitantes del “barrio
viejo”, nuestra entrevistada
agregaba:
(…) nosotros les compramos
en los negocios, en las ferreterías,
consumimos en el barrio y nunca
nos tienen en cuenta para nada, yo
fui hace poco a unas reuniones que
hicieron para organizar unos
eventos y todo estaba en manos de
los mismos viejos de siempre que
lo único que quieren hacer son
misas y cosas con la iglesia, no le
dan cabida a nuestros jóvenes del
barrio…
(Liliana, 43 años, resi-
dente del Complejo).
Para finalizar esta sección
quisiéramos llamar la atención
sobre otro aspecto del
lugar
tópico
o vivido que también se
revela como fundamental, en
tanto fue señalado por todos
nuestros entrevistados, ya sea
que habiten dentro del comple-
jo, trabajen en sus centros co-
munitarios, o sean vecinos re-
sidentes en el viejo barrio de
Villa Soldati. Nos referimos a
la “mezcla” de población que
caracterizó al emprendimiento
desde sus inicios y que, según
los testimonios obtenidos, ha-
bría repercutido desfavorable-
mente en su evolución:
(…) el problema de Soldati
fue la mezcla: juntar gente de la
villa 31 con gente que sacaron de
sus casas para hacer una autopista
por ejemplo, los de la villa son
villeros y van a morir villeros. La
mezcla fue un desastre, terminan
todos manchados por culpa de
unos pocos que hacen mucho lío…
(Esther, 55 años, residente del
Complejo).
(…) el problema fue la mez-
cla, trajeron gente de todos la-
dos…
(Ricardo, 58 años, traba-
jador comunitario del “barrio
viejo”).
(…) lo que tuvo de malo el
Complejo fue la mezcla, mezcla-
ron gente con culturas muy dife-
rentes, suponiendo que los de me-
nos educación iban a progresar
por juntarse con los de más educa-
ción…
(Manuel, 65 años, vecino
del Complejo y residente del
“barrio viejo”).
En una ciudad de Buenos
Aires que siempre se ha pre-
sentado como el gran escenario
latinoamericano de una valo-
rada “mezcla de culturas”
(Sarlo, 1988), las representacio-
nes sociales negativas de nues-
tros interlocutores sobre la
mixtura socio-urbana resultan
llamativas, revelando concep-
ciones profundamente
deterministas y esencialistas
de la cultura.
3. El
lugar heterotópico
o temido: del estigma a
la relegación urbana
La hegemonía del paradig-
ma neoliberal implementado en
el país mediante las leyes de
Reforma del Estado (1989), de
Reforma Económica (1989) y el
Plan de Convertibilidad (1991),
concretaron un modelo de so-
ciedad crecientemente des-
igual, caracterizado por un
fuerte proceso desindus-
trializador, altos niveles de
desempleo/subempleo y de
pobreza/indigencia.
Desde mediados de la dé-
cada del 90 ya se perfilaba una
nueva cartografía social del
país que revelaba la creciente
distancia existente entre in-
cluidos y excluidos, imagen
que sepultó el poderoso mito
integrador del progreso indefi-
nido asociado a la presencia
de una clase media cultural-
mente homogénea, cuya expan-
sión a lo largo del siglo XX ha-
bía sido el rasgo distintivo de
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66
la sociedad argentina en com-
paración con los demás países
latinoamericanos.
Como era de esperarse, ni
el barrio de Villa Soldati ni su
complejo habitacional perma-
necieron ajenos al generaliza-
do proceso de empobrecimiento
que experimentó la población
del país. El concepto de
lugar
heterotópico
nos permite, enton-
ces, introducir el proceso de
crisis socioeconómica y el dete-
rioro/relegación que aquejan
actualmente al conjunto
Soldati, así como también re-
flexionar sobre ciertas prácti-
cas y representaciones de sus
residentes vinculadas al miedo
urbano.
Conforme avanzaba la dé-
cada del 90, Soldati asistió a la
construcción del barrio Ramón
Carrillo (1991), con el fin de
radicar a los ex habitantes del
Albergue Warnes. En 1996 se
creó el comedor comunitario
Los Piletones para asistir a la
cada vez más carenciada po-
blación de la zona. También
debemos contemplar el creci-
miento de la villa de emergen-
cia Nº 3 (Villa Fátima), la villa
1.11.14, y la instalación –en
2001– de familias en un terre-
no privado frente a la fábrica
Suchard (Villa Dulce).
En ese mismo año se pro-
dujo la formación de un asen-
tamiento sumamente precario
debajo de la Autopista “Héctor
J. Cámpora” (AU 7), en Avda.
Roca y Avda. Lacarra, frente al
Complejo Habitacional Soldati:
(…) mirá yo fui una vez con
el Dr. H. a pesar a los chicos que
viven bajo autopista como una
actividad del programa de desnu-
tridos y te digo que el ambiente es
repesado, después una vez volvi-
mos a pesar y estaban a los tiros…
(Jimena, 33 años, residente del
Complejo).
(…) hay colectivos que ya no
pasan más por Lacarra porque la
gente de bajo autopista los roba…
(Abel, 56 años, residente del
Complejo).
En coincidencia con la for-
mación de “bajo autopista”, el
gobierno de la ciudad declaró
la situación de emergencia am-
biental y edilicia del Conjunto
Soldati; conformándose poste-
riormente una comisión de ve-
cinos electos por los residentes
con el propósito de llevar ade-
lante las tareas necesarias para
reformar el Complejo, en cola-
boración con el Instituto de la
Vivienda (ex Comisión Munici-
pal de la Vivienda). El Comple-
jo insume buena parte de los
fondos públicos destinados a
la rehabilitación de barrios
porteños, los cuales se invier-
ten, principalmente, en cuestio-
nes fundamentales tales como:
reparación y mantenimiento de
los espacios compartidos (esca-
leras, pasillos), problemas de
humedad y filtraciones (rela-
cionados con caños maestros),
arreglos en la red de agua y
gas. Sin embargo, el deterioro
urbano y edilicio avanza visi-
blemente. Un entrevistado re-
sumía de este modo las causas
que, a su entender, llevaron al
(…) yo vivo acá hace años, llego a
cualquier hora y nunca me pasó
nada, hay quienes te van a decir
que el barrio se está fuerte-
apachizando pero no es así, hay
gente buena y mala como en todos
lados (…) hay que cuidarse como
en cualquier lado, de hecho yo veo
más jóvenes tomando alcohol en
las esquinas del barrio viejo que en
el Complejo…
Complejo a su actual estado de
relegación:
(…) Soldati es un barrio olvi-
dado y discriminado. Para la po-
licía es zona roja por la peligrosi-
dad, por eso la salita de salud no
está abierta las 24 horas y tampo-
co tenemos ambulancia, ambas
cosas son muy necesarias. La sali-
ta no podría abrir a la noche si no
es con seguridad porque seguro
que se robarían los medicamentos,
además a la policía no le gusta
ingresar al Complejo, solamente
entra el grupo GEO. El barrio está
como está por culpa del Estado
que se retiró, los gobiernos nacio-
nales, los dirigentes ambiciosos y
corruptos del barrio y la gente que
no hace nada...
(Martín, 34 años,
ex residente del Complejo y
actual trabajador comunitario).
En otro signo inequívoco
de crisis socioeconómica, mu-
chos de los locales que forma-
ban parte del planificado cen-
tro comercial fueron ocupados
por familias que hoy los utili-
zan como vivienda. Asimismo,
el mantenimiento de los edifi-
cios se ve dificultado por la
ausencia de administraciones
y comisiones de consorcio (más
que nada en las tiras bajas),
por incumplimientos en el
pago de las expensas (muy fre-
cuente en las torres), y por falta
de cuidado o deliberada
destrucción:
(…) en mi edificio somos 35
departamentos y si pagan 5 es
mucho, así es imposible estar al
día con los arreglos. La gente no
paga ni las expensas ni los im-
puestos (…) hace poco puse plata
de mi bolsillo para comprar un
tubo fluorescente que alumbrara
donde están los ascensores, mi
marido se va a trabajar a las 4 de
la madrugada y sin luz eso era
una boca de lobo, está lleno de
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67
chicos que se juntan a tomar y es
peligroso…
(Susana, 52 años,
residente del Complejo y admi-
nistradora de edificio torre).
Como deja entrever este
testimonio, el miedo al peligro
generado por situaciones de
violencia forma parte de la
vida cotidiana de buena parte
de los residentes, afectando el
uso de los espacios comunes,
los recorridos realizados y las
formas internas de sociabili-
dad. El miedo se puede definir
como el sentimiento que expe-
rimenta un individuo ante el
reconocimiento de un peligro
real o imaginario, producido
por estímulos o representacio-
nes mentales que el sujeto
identifica como amenazantes
(Niño Murcia, 2002).
El temor se construye en
torno a ciertas temporalidades
y especialidades concretas, y
se corporiza sobre determina-
das personas. La tarde noche
parece ser el momento más pe-
ligroso de la jornada, y los es-
pacios de circulación son los
que generan mayor inseguri-
dad. En este sentido, las obser-
vaciones realizadas en el Com-
plejo ponen de relieve que mu-
chos de estos espacios (sobre
todos los pasillos que conectan
a las torres o los corredores
donde se disponen los departa-
mentos) están jalonados por
rejas y puertas con candados
–ausentes en la construcción
original y reglamentariamente
prohibidos– pero que fueron le-
vantadas por los vecinos con pro-
pósitos de control y seguridad.
También surge de las en-
trevistas que la peligrosidad se
concentra en lugares tales
como: playones de estaciona-
mientos, espacios verdes inter-
nos, y en los denominados
“nodos” o “nudos”
20
, donde es
frecuente el pago de “peajes”:
(…) te piden peaje, yo nunca
lo pagué, ellos saben que conmigo,
a mí plata no me pidas, si tengo
un cigarrillo te lo doy no tengo
ningún problema, pero yo plata
no les doy, nunca les di plata:
“tía, tía, una moneda”, “sabés que
no tengo”, y está todo bien…
(Liliana, 43 años, residente del
Complejo).
Creemos importante desta-
car que si bien la tríada vivien-
da de interés social-peligro-
miedo fue mencionada por mu-
chos residentes, hemos regis-
trado matices y contradiccio-
nes en torno a este duro núcleo
de sentido. Mientras que algu-
nos entrevistados sostuvieron
que cualquiera puede ser vícti-
ma de la violencia, otros esti-
man que cierto código, todavía
vigente, protege a los residen-
tes del Complejo:
(…) yo me doy cuenta que a
mí no me hacen nada porque saben
que soy del barrio, que a veces los
pibes se contienen porque uno le
dice al otro che no le hagas nada
que es la madre de fulano…
(Hebe, 66 años, residente del
Complejo).
Otros interlocutores, en
cambio, han cuestionado cier-
tas visiones que, ancladas en
la inseguridad, hegemonizan
los sentidos construidos en
torno al Complejo:
(…) yo vivo acá hace años,
llego a cualquier hora y nunca me
pasó nada, hay quienes te van a
decir que el barrio se está fuerte-
apachizando pero no es así, hay
gente buena y mala como en todos
lados (…) hay que cuidarse como
en cualquier lado, de hecho yo veo
más jóvenes tomando alcohol en
las esquinas del barrio viejo que
en el Complejo…
(Rosa, 46 años,
residente del Complejo).
La imagen de la ciudad
como generadora de miedo se
ha convertido en una de las
escenificaciones que dominan
las representaciones sociales
construidas respecto de las
metrópolis latinoamericanas.
Esta visión responde en parte a
los hechos de violencia que se
presentan a nivel cotidiano, y
en gran medida al imaginario
creado por los medios masivos
de comunicación, y otros meca-
nismos más informales (tales
como el chisme o rumor, los
encuentros y charlas con fami-
liares y amigos), reforzando así
la idea de urbe peligrosa y
amenazante.
En el
lugar heterotópico
o
temido, la peligrosidad toma
principalmente cuerpo en la figu-
ra de los jóvenes, excluidos del
empleo, la escolaridad y cualquier
tipo de contención social:
(…) acá hay mucha drogadic-
ción, continuamente hay olor a
porro, a cualquier hora, a las nue-
ve de la mañana, a las cinco de la
tarde, a las dos de la tarde, les da
lo mismo, se pasan toda la noche,
también bueno, toman mucho, chi-
cos jóvenes, chicos de 20 años…
(Patricia, 43 años, residente del
Complejo).
Para finalizar esta sección
quisiéramos hacer referencia al
modo en que los residentes
contactados vivieron las jorna-
das de protesta social de los
días 19 y 20 de diciembre de
2001. En esta particular coyun-
tura, los sentimientos de temor
que integran la vida cotidiana
de buena parte de los habitan-
tes del Complejo Soldati se
agudizaron, manifestándose
miedos extracotidianos o ex-
traordinarios:
(…) vos no sabés lo que fue
esto, acá adentro no, todos los
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68
almacenes, viste Ronor, se ensaña-
ron con Día, fue con el que más se
ensañaron (...) y ahí me di cuenta
también la cantidad de gente ar-
mada que hay en este complejo.
Porque la misma policía creaba el
miedo de decir “métanse en sus
casas que viene de la villa de, eh...
la Carlos Gardel a tomar los de-
partamentos”. ¡Mentira! Lo que
querían era que la gente se meta
en la casa y no salga ¿si? Bueno,
chicos, gente, adolescentes, gran-
des, apostados en los techos, ar-
mados, para cuidar sus casas…
(Liliana, 43 años, residente del
Complejo).
(…) no sabés lo que era acá,
una batalla campal, me asusté mal
esa vez, porque no sabés la gente,
¡mujeres, niños, de todo! cómo
iban y venían con las cosas que
saqueaban, entraba la policía con
los perros, y entraron con ¿viste
los caballos? (…) había un rumor
de que los de Fuerte Apache ve-
nían a saquearnos a nosotros, hay
bronca parece, ¡no sé como es!,
entonces los de Fuerte Apache ve-
nían a saquear a Soldati (...) esos
eran los rumores, porque en esa
época hubo en toda la ciudad ru-
mores de tiroteo, de saqueo, enton-
ces los mismos de Soldati ¿viste?,
las barras bravas de Soldati esta-
ban todos así, con unos bastones
así esperando a los de Fuerte Apa-
che…
(Patricia, 43 años, resi-
dente del Complejo).
A modo de cierre
En tanto todo proceso so-
cial está anclado en un tiempo
y un ámbito concreto, nuestro
trabajo ha procurado avanzar
en la reflexión sobre las prácti-
cas y las representaciones des-
plegadas por aquellos indivi-
duos involucrados en la cons-
titución de un peculiar espacio
residencial porteño. Más
específicamente, nuestro inte-
rés se ha concentrado en torno
a la manera en que los residen-
tes del Complejo Habitacional
Soldati construyen su singular
experiencia del sentido del
lugar.
El recurso al concepto de
lugar
nos ha permitido com-
prender los diversos modos en
que sujetos sociales concretos
–locales y localizados– utili-
zan/recorren/significan el es-
pacio que habitan. Las nocio-
nes de
lugar utópico
,
tópico
y
heterotópico
, han puesto de re-
lieve las diferentes, contradic-
torias y superpuestas configu-
raciones del lugar que convi-
ven en un mismo contexto
urbano.
Así, el Complejo Soldati ha
sido analizado como un expo-
nente típico de los ideales de la
modernidad, al tiempo que he-
mos desagregado y confronta-
do esta utopía urbana con el
lugar vivido y temido que se
desprende del decir y el hacer
de los residentes contactados
durante nuestro trabajo de
campo. En este sentido, consi-
deramos que la pregunta por el
uso y la apropiación diferen-
cial que los sujetos realizan de
los espacios en los que trans-
curren sus vidas cotidianas,
permanece como un interro-
gante relevante para el análisis
social.
En este trabajo también
hemos construido una visión
de la ciudad que contemple
distintos niveles de análisis,
incluyendo la producción de lo
urbano a través de políticas
estatales específicas que plani-
fican y gestionan la metrópolis,
así como también de los hom-
bres y mujeres que “hacen”
ciudad desde sus lugares de
residencia.
Por último, a lo largo de
estas páginas hemos intentado
permanecer fieles a dos precep-
tos del enfoque antropológico
tal como lo entendemos.
Retomando los planteos de
Rockwell (1989), hemos reali-
zado un trabajo etnográfico de
descripción y análisis de una
problemática social recortada
en el ámbito de la vivienda y
delimitada en espacio-tiempo,
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69
NOTAS
1
Creado en 1972, el FONAVI fue responsable de la construc-
ción de viviendas multifamiliares, obras de infraestructura y
equipamientos comunitarios para la población de menores
ingresos. Los recursos del organismo eran administrados por el
Banco Hipotecario Nacional, mientras que la Secretaria de
Vivienda diseñaba y evaluaba técnica y financieramente los
proyectos posteriormente ejecutados por los Institutos Provin-
ciales de Vivienda. Con la federalización del FONAVI y la
privatización del BHN en los 90, se recortó el accionar de las
principales entidades vinculadas a la instrumentación de polí-
ticas públicas de vivienda.
2
El traspaso de las empresas estatales prestadoras de servi-
cios urbanos básicos a manos privadas es otra importante
transformación que se inscribe en la nueva modalidad de ges-
tión urbana inaugurada en los 90. Bajo este modelo, las políti-
cas públicas que apuntaban a la satisfacción del interés gene-
ral cedieron terreno frente a empresas que regularon el acceso
de la población a los servicios según criterios exclusivamente
mercantiles, agudizando así procesos de desigualdad y segre-
gación socioespacial.
3
Coincidimos con Sarlo (2001) cuando señala que si bien es
probable que la violencia urbana haya aumentado, más se ha
acrecentado la sensación de inseguridad, permanentemente
escenificada y alimentada por los medios de comunicación.
4
Borges, J. L. “Poema Conjetural”. En:
El otro, el mismo
(1964).
5
En un trabajo anterior hemos recurrido a esta interesante
concepción tripartita para analizar el fenómeno de las
urbanizaciones cerradas bonaerenses (Girola
et al.
, 2003).
Como en aquella oportunidad, la noción de
lugar
aquí utiliza-
da no sólo remite a un ámbito físico, sino al conjunto de rela-
ciones sociales que los sujetos tejen entre sí, y con el espacio en
el cual y por el cual interactúan.
6
Este formato de pabellón y/o torre –Soldati, Lugano I y II,
Piedrabuena, etc.–, se institucionalizó como modelo arquitec-
tónico durante las décadas de 1960-80, disminuyendo
notablemente desde el regreso de la democracia en 1983.
7
El P.E.V.E. no fue el único programa de viviendas que
conoció la Argentina en los años 1960-1970, sino que
constituyó una particular política habitacional vigente desde
1967, tras las inundaciones que afectaron al Gran Buenos Aires
como producto del desborde de los ríos Matanza y Reconquis-
ta (Clichevsky y Abbá, 1980).
8
Para resguardar la identidad de nuestros interlocutores he-
mos cambiado sus nombres originales.
9
Algunos datos cuantitativos pueden darnos una idea de la
magnitud de la obra: 3.200 viviendas con redes de infraestruc-
tura y equipamiento comunitario para una población estima-
da en 17.880 personas. El conjunto se organiza en sectores o
sistemas bajos (los primeros en levantarse) y altos. Los bajos
incluyen 4 barrios conformados por un total de 1.400 vivien-
das dispuestas en tiras de 4 pisos (PB y 3 más sin ascensor,
con calles peatonales entre las filas de bloques unidos por
puentes-escalera circulatorios). Los sectores altos están confor-
mados por 1.800 viviendas (torres de 10 o 15 pisos con ascen-
sores que paran cada 3). En ambos casos, los departamentos
oscilan entre los 2 y 5 dormitorios.
10
En este punto recuperamos la distinción entre urbanismo y
arquitectura establecida por Hall (1998). Mientras que el pri-
mero remite a la planificación de los espacios teniendo en
cuenta la distribución de la población, los usos del suelo, la
contaminación, etc., la arquitectura hace referencia a la forma
visual y estética de las construcciones.
11
Desde sus orígenes, el concepto de ciudad ha estado relacio-
nado con la experiencia de la
alteridad
, del
otro sociocultural
, con
con el propósito de dar cuenta
de su particularidad.
21
Siguiendo a Ginsburg
(1998) hemos procurado reco-
nocer las pluriperspectivas de
nuestros interlocutores, reco-
nociendo la heterogeneidad
constitutiva de todo universo
social y evitando la reproduc-
ción de estereotipos.
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70
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el cruce de sujetos heterogéneos en el espacio público. El en-
cuentro entre personas diferentes y desconocidas, constituye
una situación típica de la experiencia urbana moderna, en
especial de las ciudades industriales de los siglos XIX y XX. En
este sentido, el concepto de urbanidad remite tanto a ciertas
cualidades de la vida urbana (heterogeneidad de funciones y
personas), como a las formas de sociabilidad y comportamien-
to propio de las metrópolis (Giglia, 2000).
12
Nombre mediante el cual los residentes del complejo se refie-
ren al barrio de Villa Soldati que los contiene.
13
En la ciudad de México, por ejemplo, el primer proyecto
moderno de estas características –el Centro Urbano Presidente
Alemán, más conocido como “Multifamiliar Miguel Alemán”–
fue inaugurado en 1949 (De Garay, 2004).
14
“La ciudad no es para cualquiera. Para vivir en Buenos Aires
hay que merecer la ciudad”. La frase, que pertenece al ex in-
tendente de facto Dr. Del Cioppo, sintetiza la concepción auto-
ritaria del espacio urbano que primó durante el Proceso de
Reorganización Nacional (1976-1983). El gobierno de facto
desplegó una brutal política de reubicación de los sectores
populares, ya sea en complejos habitacionales como el que
aquí nos convoca, o mediante su expulsión hacia la periferia
bonaerense.
15
Como ya mencionáramos, el Conjunto Urbano Soldati fue
producto de una iniciativa pública, probablemente de las últi-
mas grandes intervenciones de un Estado de pseudobienestar
en materia de vivienda social.
16
No solo es común la formación de parejas entre residentes
del complejo, sino que también es frecuente que los integrantes
de una misma familia se muden dentro del mismo.
17
“Los griegos crearon el término para referirse a los signos
corporales que indicaban el bajo status moral del portador, a
quien debía evitarse especialmente en los lugares públicos. En
la actualidad, la palabra es ampliamente utilizada con un
sentido bastante parecido al original, pero con ella se designa
preferentemente al mal en sí mismo y no a sus manifestaciones
corporales. Además, los tipos de males que despiertan preocu-
pación han cambiado” (Goffman, 1989).
18
Esta reflexión también podría hacerse extensiva a los habi-
tantes de villas de emergencia, asentamientos, casas tomadas,
u otras formas del hábitat popular.
19
La referencia a Fuerte Apache ha sido recurrente durante
nuestro trabajo de campo. Tal es el nombre con el cual se cono-
ce al barrio “Ejército de Los Andes” o “Conjunto Ciudadela
I y II”, monobloques situados en el partido bonaerense de Tres
de Febrero, y construidos por la misma firma de arquitectos
que realizó el Complejo Soldati –de hecho la similitud arqui-
tectónica de los edificios es notoria–. La “fama” de barrio
peligroso e irrecuperable llegó a su punto máximo cuando fue-
ron demolidas algunas de sus torres. Actualmente, la seguridad
dentro de este complejo está en manos de la Gendarmería.
20
Los nudos conforman corredores circulatorios que –mediante
puentes– conectan a cuatro torres altas (una de 15 pisos, otra
de 10, y dos bloques variables que pueden llegar a los 9 pisos),
otorgándole al complejo un perfil peculiar e inconfundible.
21
“A pesar de toda la reflexión crítica y los problemas de
polisemia, conservo la palabra etnografía. Proviene de la antro-
pología, donde tiene varios sentidos, de los cuales retomo el
que se refiere al proceso y al producto de investigaciones
antropológicas sobre realidades sociales delimitadas en tiempo
y espacio, cuyo fin es la descripción –grafía– de su particulari-
dad –etnos– en el sentido de otredad” (Rockwell, 1989).
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71
tra
d
uccione
s
A cidade dentro da
cidade:
considerações sobre
o avanço dos
processos de relego
urbano na Cidade
de Buenos Aires
María Florencia Girola
O trabalho de oficina sobre História Oral
andina, foi uma tentativa de por em
prática as exigências na recuperação dos
movimentos indígenas. Foram avaliados
neles os comportamentos e práticas
quotidianos, sem esquecer que a brecha
entre o que se diz e o que se faz é um
traço central da ação política.
Assim, a história oral india permite
descobrir as percepções sobre a ordem
colonial e os requisitos morais que dela
surgem sendo a crítica feita não somente
à ordem, mas à toda idéia acidental
sobre a história.
La ville dans la ville :
considérations sur
l'évolution des
processus de
relégation urbaine
dan la Ville de Buenos
Aires
María Florencia Girola
Dans cet article, nous centrons le regard
dans une modalité d'habitation qui a
répondu à une politique spécifique de
logement social en vigueur dans les années
70, fondée sur la construction de grands
ensembles urbains et sur le rôle de l'État en
tant que producteur de ville. Ce travail fait
partie d'une recherche socio-
anthropologique sur des processus de
constitution de l'urbanité dans des espaces
résidentiels de la ville moderne, notamment,
dans un complexe de loyers situé dans le
quartier porteño de Villa Soldati. Il est donc
intéressant de rendre compte de l'évolution
des processus de relégation urbaine dans ce
singulier logement d'intérêt social, tout en
observant son passage de symbole de
progrès à symbole de stigma.
The city inside the
city: considerations
on the advance of the
processes of urban
relegation in the
City of Buenos
Aires
María Florencia Girola
Along this article, we concentrate the look
on a residence modality that responded to
a specific politics of effective social housing
in the years´70, based on the construction
of big urban groups and in the roll of the
state as a producer of city. The work is part
of a social and anthropological investigation
on processes of the constitution of the
urban residential spaces in the modern city,
concretely, in a complex housing located in
the Buenos Aires neighbourhood of Villa
Soldati. It interests, then, to explain the
advance in the processes of urban relega-
tion in this singular housing of social inter-
est, focusing to their passage from symbol
of progress to stigma symbol.
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