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ste libro sale a la luz en 1869, una década
después de su ensayo
De la libertad
(editado en
1859), que es la piedra miliar de toda la obra de
J. Stuart Mill. Todavía sorprende el alcance que
da Mill al tema de la representatividad como
base del funcionamiento democrático de
cualquier sociedad. Su lectura es, aún hoy, un
mojón en el encuadre del drama de la sociedad
moderna aspirante a una democracia genuina,
como también de las ventajas que tal sistema
provoca, postura que confirma en un trabajo de
1861,
Del gobierno representativo
, donde
prefigura también los alcances del colonialismo
y de un europeísmo arbitrario.
La esclavitud femenina
marca una rigurosa
procedencia del enfoque feminista al que hoy
accedemos desde múltiples fuentes, actitudes y
corroboraciones. Vale aquí destacar la relación
entre John Stuart Mill y Harriet Taylor, de quien
vive enamorado durante veinte años, de los
cuales sólo fue su mujer los últimos veinte años
de Harriet. Ella muere en 1858, luego de
enviudar y pasar a ser su esposa. La autoría de
este libro es pues compartida en alguna medida,
y de su lectura puede inferirse que la herida
abierta por una mujer reflexiva y “feminista”
avant la lettre
, debió alertar sobre más de un
tema que sólo la subjetividad femenina podía
procesar entonces. El propio Mill dedica
expresamente este obituario hondamente
sentido a su memoria: “A la querida y llorada
memoria de la que fue inspiradora y en parte
autora de lo mejor que hay en mis obras; a la
memoria de la amiga y de la esposa cuyo
sentido exaltado de lo verdadero y de lo justo
fue mi más vivo acicate y cuya aprobación fue
mi principal recompensa, dedico este volumen.
La esclavitud
femenina
E
A P U N T E S T E Ó R I C 0 S
de John Stuart Mill
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Como todo lo que he escrito ya hace algunos
años, esta obra es tan suya como mía; pero el
libro tal como ha quedado, tiene, aunque en
grado suficiente, la inestimable ventaja de haber
sido revisado por ella. Algunas de sus páginas
más importantes se reservaron para un segundo
y más cuidadoso examen que ya no podrán
tener. Si yo fuera capaz de revelar al mundo la
mitad tan solo de los grandes pensamientos y
nobles sentimientos que se han sepultado con
ella, haría sin disputa un beneficio mucho
mayor que el que puedo hacer hoy, falto de las
inspiraciones y ayuda de su sin equiparable
distinción”.
Con este introito, más los detalles que se
conocen sobre la vida y la trayectoria de ambos,
la opción de designarlo como un texto
preliminar para la visión combativa del
feminismo, es justiciera del pensamiento y la
ingerencia de Harriet Taylor Mill que sólo
podemos inferir.
Es verdad también que los contenidos que
expresa este ensayo vienen repitiéndose mil
veces en la historia del feminismo y tiene, por lo
tanto, un contenido anticipatorio que vale la
pena rescatar, conocer, meditar en su diseño
prístino y su indignación certera.
Aunque es cierto que en la vida intelectual
inglesa de esos momentos pudo darse la
circulación de ideas desde el anarco-socialismo,
o incluso a imagen de la apuesta comtiana en
torno a la mujer, la sistematización de estas
reflexiones, en función de la historia vivida y
conocida tiene un alcance imperecedero y en
ningún momento cae en exaltaciones o
tremendismos. Es un modo de reconocimiento
impactante que otorga una suerte de reaseguro
de esas verdades y de esos caminos que habrá
que transitar si se busca realmente una
transformación de la sociedad.
La verdad es que lo que expresamos acerca
de la esclavitud femenina puede extenderse en
buena medida a los fundamentos que J. Stuart
Mill aporta en torno al gobierno representativo y
sus encrucijadas, donde es evidente la exclusión
de la mujer como sujeto social a través del
tránsito de los siglos y en cada lugar, reiterado
en todos los planos de la sociabilidad y la
cultura.
“Lo que son para el hombre (en sociedades
donde no ha penetrado la Ilustración) el color,
la raza, la religión, o la nacionalidad en los
países conquistados, es el sexo para todas las
mujeres en todo el país; una exclusión radical
de casi todas las ocupaciones honrosas.”
Es de hacer notar que este énfasis sobre el
tema de la mujer, sólo lo muestra Mill en este
escrito, que tiene por eso su propia identidad,
específica y excluyente, si se quiere, del ámbito
sociopolítico en donde instala el autor el tema
del voto como bastión insustituible para la
circulación democrática, desatendido en general
por el poder y las deformaciones de una
democracia representativa genuina.
Quizás este texto ha sido el antecedente que
movió a Beecher Stowe a escribir su utopía
Herland
, en donde una población
exclusivamente de mujeres ha logrado un
funcionamiento ordenado, respetuoso, emotivo,
con la consigna invariable de excluir a los
hombres... Las amazonas temibles y legendarias
fueron fruto de la imaginación masculina, que
no excluye jamás el uso de la fuerza. Conclusión
que merece también una reflexión profunda.
Comentario
Hebe Clementi
La esclavitud femenina...