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Actividades del Instituto Histórico y AHORA
Seminario
de Historia Oral
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N O T I C I A S S O B R E A C T I V I D A D E S
Liliana Barela presentando a
Josefina Cuesta.
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El error radica en creer que
recoger la memoria de un
individuo es recoger la memoria
histórica, pero en realidad la
entrevista a una persona implica
registrar su memoria individual;
si la entrevista se realiza a un
grupo representativo, estaremos
recogiendo la memoria de un
determinado colectivo y será
histórica si ha pasado por los
controles metodológicos de la
elaboración histórica.
Desde el momento en que se
produce un hecho hasta que lo
registramos a través de una
entrevista tenemos relatos del
hecho, es decir, son relatos y
representaciones que los testigos
recogen sobre el hecho y que el
historiador debería estudiar,
contrastar y elaborar. Esto res-
ponde a lo que llamaríamos una
memoria histórica. Sin olvidar
que un mismo hecho produce
La doctora Josefina Cuesta
Bustillo, a través del Instituto
Histórico de la Ciudad de
Buenos Aires juntamente con la
Asociación de Historia Oral de
la República Argentina
(AHORA) realizó los días 21 y
22 de mayo un seminario de
Historia Oral, en la Casa del
Virrey Santiago de Liniers.
Estas jornadas fueron
presentadas en dos etapas, la
primera estuvo centrada en las
fuentes orales y sus
características, mientras que en
la segunda parte se las
ejemplificó a través de un trabajo
de tesis de doctorado de la
Universidad de Salamanca, que
reza sobre la memoria infantil de
los niños evacuados de la guerra
de España.
Las fuentes orales son
tratadas aquí como la materia
misma de la historia, en tanto
primera fase de la escritura de la
historia. La cuestión ha sido
definida por la doctora Cuesta
Bustillo como “un tema
interesante, sin ser de
metodología dura”, y comienza
expresando que estamos
habituados a oír a testigos en los
distintos medios de
comunicación, lugar donde la
memoria se ha convertido en un
objeto de consumo incontrolado.
Para el historiador, esto es
enormemente positivo porque
ofrece innumerables fuentes,
pero a veces se transforma en
algo aterrador porque da lugar
al caos, ya que se habla de todo
y nada queda claro.
distintos tipos de relatos, aun
cuando provengan todos de
testigos presenciales y, además
de esto, no todos los testigos
retienen los mismos datos. Con
todo, “es preciso desconfiar de
la única cosa de la que
disponemos para escribir
nuestra historia y para escribir
la historia, la memoria humana
es un instrumento maravilloso
pero engañoso”.
Desde los padres de la
historiografía, como Heródoto y
Túcidides, existe y se nutre la
crítica metodológica de esta
disociación típica entre la
experiencia vivida y narrada, y
la retrospección que no es nunca
la resurrección, un testigo nunca
devuelve un hecho que ha
vivido. Lo que se produce es una
reconstrucción conceptual, se
reconstruye un hecho con los
vestigios que quedan en la me-
Autora
Silvana Luverá
Instituto Histórico de la
Ciudad de Buenos Aires
Seminario de Historia Oral...
Josefina Cuesta en la Casa del Virrey Liniers.
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moria y con un lenguaje que es
común a todos los ciudadanos.
En esta reconstrucción con-
ceptual el testigo es sujeto de los
llamados trabajos de la memoria,
que son recuerdos, son una
acción de la memoria que
conlleva diversos elementos
como el olvido, el silencio,
trabajos de sustitución (cambiar
un hecho por otro o rellenar una
laguna mental individual con
una memoria colectiva), la nos-
talgia, el mito y el contramito.
Cuando un testigo
desarrolla una narración se
ponen en funcionamiento todos
estos fenómenos de la memoria,
por lo tanto en una entrevista no
sólo se registra el recuerdo sino
también los olvidos, los
silencios, los mitos, las
nostalgias, los cambios y el
papel del historiador será
entonces analizar el conjunto
para llevar adelante todo el
proceso de reconstrucción de las
fuentes.
Es preciso destacar en este
punto el tiempo. Cuando se
realiza cualquier
investigación, no podemos
dejar de lado la acción del
tiempo, como tampoco el
contexto y los contextos que
giran en torno al testigo. Es
que la memoria, con el paso del
tiempo, se va sedimentando
como estratos arqueológicos, y
a esto se suman las otras
memorias: familiar, social,
política, etcétera. De esta
manera, esta mezcla es la que
tiene que descomponer el
historiador para separar lo que
responde a la memoria
colectiva de la individual. Es
aquí donde se presenta un
problema metodológico que
aún no tiene solución, en la
transición de la memoria indi-
vidual a la memoria colectiva,
y hasta el momento no se ha
podido especificar cuál es el
límite entre una y la otra.
Otros elementos a tener en
cuenta en el momento de
realizar una entrevista son las
condiciones que presenta un
testigo ocular. Por un lado,
tenemos el paso de lo privado
a lo público, ya que cuando un
individuo testimonia está
haciendo público lo que era
privado. Por el otro,
encontramos la naturaleza
institucional del testimonio,
Hebe Clementi en el Seminario.
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puesto que a partir del
momento en que el testigo
habla se proyecta, y ello genera
vínculos sociales; por otra
parte para expresarse hubo de
apoyarse en elementos de la
sociedad. Por lo tanto,
debemos admitir que un
individuo percibe, piensa y se
expresa en los términos que su
cultura le proporciona.
El testigo ocular debe
cumplir con determinadas
características que pueden ser
resumidas en cinco puntos:
- La aseveración del hecho:
esto presupone fiabilidad pues
implica el “yo estaba allí”.
- La especificidad del
testimonio: indica una
autodesignación y encierra el
“yo lo vi”, esto es muy
importante porque nos dice no
sólo que estaba en el lugar sino
que fue testigo directo del
hecho.
- Acreditación: es una
apelación a ser creído, y lo
encontramos en la frase
“puedes creerme”.
- “Si no me crees, pregunta
a los otros”, aquí la apelación
está dirigida a la solidaridad
de la memoria colectiva.
- La credibilidad y la
fiabilidad del testimonio: lo
dicho debe ser mantenido a lo
largo del tiempo “lo digo ahora
y dije hace 50 años”.
Aunque no hay que olvidar
que un testigo ocular puede
cumplir con estas cinco
características pero ser
igualmente un testigo falso.
Será tarea del historiador
investigar para descubrir si un
testigo es o no falso; no con el
propósito de denunciarlo, sino
para diferenciarlo.
Sin duda, siguiendo estas
premisas se podrá someter al
testimonio de una manera
mucho más inteligente y
precisa.