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34
ste texto ha sido el resultado de una primera
aproximación al tema sobre la militancia en las
organizaciones de izquierda que desarrollamos
en el proyecto titulado “Historias de vida de la
participación política y social en la segunda
mitad del siglo XX” en México, en el que nos
propusimos recoger testimonios de militantes
que pertenecieron a organizaciones de izquierda
entre 1950 y 1980. Nos interesa comprender
cómo estos individuos a través de su experien-
cia y del relato de esa experiencia, definen la
militancia, comprendida no sólo como praxis
social sino como elección de vida. Hacer estas
historias nos ha conducido a analizar el contex-
to histórico social de sus experiencias, y tam-
bién a intentar comprender las costumbres, los
valores e ideas heredados que propiciaron la
vocación de militancia más allá de la filiación
partidista o del activismo social.
De tal manera que encontramos un sinnú-
mero de investigaciones de historia oral que re-
velan por una parte la guerra, la represión, el
exilio político, las migraciones de los pobres,
desplazados por la guerra o no, y por otra, el
uso de la historia oral por organizaciones que
buscan la concertación, la conciliación o la re-
conciliación para “entender nuevamente”, y que
–como señalan Patricia Lundy y Mark Mc
Govern– “la gente revalorice su pasado colecti-
vo e individual”, al mismo tiempo que “ello im-
plica –en expresión de Anisar Rahman– un de-
safío a la dominación que resulta del control
sobre los medios de producción del conocimien-
to (incluyendo) el poder social para determinar
lo que es válido o útil. La validación del conoci-
miento y la experiencia popular requería que la
gente sintiera un genuino sentido de control en
momentos claves del proceso”.
“La Historia –escribe Reinhart Koselleck–
sólo puede reconocer lo que cambia continua-
mente y lo nuevo, está enterada de la proceden-
Memorias de la
praxis política
en historias de vida
E
Patricia Pensado y Gerardo Necoechea.
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35
Autores
Patricia Pensado Leglise
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luís
Mora, México
Gerardo Necoechea Gracia
Instituto Nacional de Antropología e Historia,
México
Memorias de la praxis política en historias de vida
cia en la que se ocultan las estructuras durade-
ras. También éstas se tienen que buscar e inves-
tigar, si es que se pretenden traducir las expe-
riencias históricas a la ciencia histórica”.
1
En este sentido, para el tema que tratamos,
la participación política, la propuesta de
Koselleck de descifrar, explicar e interpretar el
espacio de la experiencia nos remite al horizon-
te de expectativa, de tal manera que retomamos
a éstas (experiencia y expectati-
va) como categorías históricas
que nos permiten acceder a la
inteligibilidad de la experiencia
de estas historias de vida de
individuos que en algunos ca-
sos su praxis definió los derro-
teros o desafíos en sus vidas.
Comencemos por el tema de
la politización que ocurre, al
menos esa es la hipótesis, en
dos momentos. Primero está el
descubrimiento del espacio público y de la posi-
bilidad de actuar en él, posibilidad que adquiere
urgencia y sentido de deber. En el segundo mo-
mento viene la adquisición de una ideología
más o menos definida –y aquí hay un problema
que nos interesa: qué tan definida– acompañada
de compromisos con una organización y con
determinadas personas –y aquí hay otro proble-
ma interesante: qué personas y qué peso relativo
tiene el compromiso con la organización frente a
las relaciones individuales–. En este segundo
momento inicia propiamente la militancia.
Conocer el origen de la militancia de los en-
trevistados es fundamental, porque de esa ma-
nera se pueden explicar tanto el desarrollo, los
cambios y las continuidades del pensamiento
socialista en nuestro país en un contexto histó-
rico social donde el desarrollo del capitalismo
mexicano transmitía una visión optimista del
futuro, no obstante todas las contradicciones
intrínsecas de este modelo de desarrollo.
2
De ahí que ha resultado contradictorio para
muchos, el hecho de que esta militancia se nu-
trió de grupos medios, técnicos calificados, em-
pleados federales y ejidatarios, pero también de
obreros, campesinos y estudiantes que prove-
nían de estas clases. La participación de los
grupos medios se debió según
los testimonios de algunos
entrevistados al hecho de que
en general se disfrutaba de un
estado de bienestar que de ma-
nera diferenciada alcanzaba a
satisfacer las necesidades de
la población, debido al desa-
rrollo del capitalismo durante
esta etapa, lo que producía la
inquietud de algunos grupos
sociales entre los que destacan
intelectuales y estudiantes de plantear cambios
en el ámbito político.
En ese período la izquierda mexicana se
sentía próxima al futuro, y esa percepción la
dotó quizás de una mayor creatividad que trata-
ba de renovar prácticas, de poseer un sentido
más crítico, pero sobre todo la embargaba de un
optimismo, a veces exagerado, que hacía pensar
que el futuro socialista era inminente o que “la
revolución estaba a la vuelta de la esquina”. Por
tanto se planteaban cambios para las organiza-
ciones sociales y el sistema político, cambios
para que el futuro fuera mejor, o que éste existie-
ra para los explotados, y esto significaba acabar
con las profundas desigualdades en todos los
órdenes de la vida social mexicana.
Sin embargo, cabe mencionar que estos cam-
bios eran acordes a las corrientes ideológicas y
(...) se planteaban cambios para las
organizaciones sociales y el sistema
político, cambios para que el futuro
fuera mejor, o que éste existiera para
los explotados, y esto significaba
acabar con las profundas desigualda-
des en todos los órdenes de la vida
social mexicana.
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36
políticas que las distintas organizaciones de
izquierda se planteaban, las cuales expresaban
diversas estrategias que coincidían con la afilia-
ción a la lucha reformista o a la revolucionaria.
Un hecho que resulta importante para com-
prender, explicar y contextualizar estas histo-
rias de vida lo encontramos en las distintas ma-
neras de relatar cómo ocurre la politización de
los entrevistados, distinguiendo en ello tres re-
cursos narrativos. El primero ubica la
politización en la continuación de la tradición,
usualmente la tradición familiar, a veces
entreverada con algún tipo de organización en
particular. La otra forma de contar, por el con-
trario, hace énfasis en la dis-
continuidad y generalmente
recurre al contraste entre el an-
tes y el después de la
politización. Encontramos un
elemento en las narraciones que
contrarresta la fuerza ya sea de
la continuidad o la discontinui-
dad: la idea de que era natural
incorporarse a la militancia
porque estaba todo alrededor de quien narra.
Esta idea es interesante porque remite a la sen-
sación de la época, una sensación que en el
campo del arte ha sido bautizada como ruptura
y por tanto la generación de la ruptura. El terce-
ro es la travesía de descubrimiento del mundo,
un relato de viaje cuyo final es la transforma-
ción del individuo que relata.
En relación con la primera forma, presenta-
mos los testimonios que corresponden a Adolfo
Sánchez Rebolledo, Amelia Rivaud Morayta y
Edmar Salinas Callejas, quienes nacieron entre
las décadas de los 40 y 50 del siglo pasado.
Adolfo y Amelia provienen de familias de
intelectuales españolas, refugiadas de la Guerra
Civil española, quienes además de mantener los
lazos políticos con el exilio del cual sus padres
formaban parte, se relacionaron muy rápido con
intelectuales, artistas, militantes de izquierda y
políticos liberales y nacionalistas revoluciona-
rios de otros partidos. Edmar cuenta con las raí-
ces de una familia que proviene de una ciudad
pequeña de la República dedicada a las activi-
dades agrarias, donde su abuelo paterno era
pastor y su abuela contaba también con estudios
en el extranjero y colaboraba con el trabajo pas-
toral. En cuanto al origen materno su abuelo era
masón y al igual que su esposa poseían, para la
época y el medio rural, una cultura muy desa-
rrollada. Condición que se expresa también en
sus padres que se distinguen por ser liberales y
compartir la cultura y las ideas de la izquierda
mexicana de los años 40 y 50.
Los tres según sus remembranzas establecie-
ron contacto muy pronto con la realidad social
mexicana, presenciando sucesos políticos que
evidenciaron la profunda desi-
gualdad, el autoritarismo y la
injusticia, situación que los
motivará a una toma de posi-
ción y participación política
desde la adolescencia. Asimis-
mo fue sugerente la importan-
cia que tuvieron en su desarro-
llo los acontecimientos políti-
cos latinoamericanos e inter-
nacionales, tales como las actividades de la re-
sistencia española al franquismo, los movimien-
tos de solidaridad latinoamericana, de los cua-
les se destaca como fundamental el que se orga-
niza para apoyar y defender la revolución cuba-
na, las protestas contra la guerra de Vietnam y
la oposición a la dictadura de Pinochet en Chile.
Por otra parte, en México existen relevantes con-
mociones sociales como la huelga de los trabaja-
dores ferrocarrileros en 1959, el movimiento de
los maestros en 1958 y 1960, el movimiento de
los trabajadores del sindicato de electricistas, en
la primera mitad de los 70 y el movimiento estu-
diantil de 1968 en ciudad de México.
Al respecto, los siguientes extractos de las
entrevistas de Adolfo, Edmar y Amelia:
En ese ambiente familiar, cultural próximo a la
república española, es decir muy vinculado a la idea
de resistencia antifascista de la necesidad de recupe-
rar valores, tradiciones de la república española.
Pero al mismo tiempo, por mi propio carácter o como
(...) cabe mencionar que estos
cambios eran acordes a las
corrientes ideológicas y
políticas que las distintas
organizaciones de izquierda
se planteaban (...)
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37
fuera, o por la actitud de mis padres, desde muy chi-
co me vinculé de manera muy natural al entorno
mexicano en el que vivía (...) entonces vivía entre el
Colegio Madrid, que era un colegio español, republi-
cano con mis amigos y la vida en la calle en el barrio
que era intensa, por decirlo de alguna manera aven-
turada, para mi pequeña edad (…) tuve una infancia
muy plena y muy interesado por la vida natural, la
naturaleza, la de un niño normal, pero con el atribu-
to además de ser hijo de una inmigración, claro con-
dicionó de alguna manera mis posteriores inclinacio-
nes políticas (…) mi padre no solía hablar de sus
cosas, de la filosofía, de la poesía,
porque entonces era poeta, es decir
no hablaba tanto de su trabajo,
pero los comentarios cotidianos
pues iban fijando una actitud, so-
bre todo una actitud ante la vida
que fue lo que finalmente absorbi-
mos nosotros los hijos.
3
Entonces todo ese ambiente se
fue formando en la casa, se fue
formando en contacto con la escue-
la, eh y todo eso bueno pues te va
dando a ti un interés por investi-
gar, una curiosidad por la vida,
una curiosidad por el mundo y
una visión más amplia de las cosas
¿no? de pronto comienzas a tomar conciencia de que
no solamente eres de la calle donde vives, no sola-
mente eres de la ciudad a la que perteneces, tienes
una idea de nación más amplia, tienes una idea de
región latinoamericana, tienes una idea de planeta,
digo aunque esa conciencia planetaria pues es algo
que prácticamente a mí se me desarrolló hasta que
estuve en la universidad.
4
Entonces yo llego porque, porque conocía yo a la
gente, cuando la gente del sesenta y ocho estaba “en
el bote” yo iba mucho a casa de Carlos Imaz y Beti
Gispert de aquella época, y los domingos la Beti se
iba “al bote” a ver a los compas y regresaba, yo an-
daba por ahí, y regresaban con “la Chata” Campa,
la mujer de Raúl y bueno, ahí nos fuimos conociendo
y así, y después conocí también allí a un primo de
Raúl en el mundial de fútbol, que iban, ellos no te-
nían televisión, este Alejandro, entonces iban a casa
de Carlos y Beti a ver el fútbol, entonces ahí nos co-
nocimos con Alejandro y trabajamos un tiempo, to-
davía estaban en “el bote”, en el Comité de Lucha de
Ciencias y estas cosas y, eh, cuando se funda la re-
vista, yo soy del grupo fundador porque a mí me
jalan para hacerme cargo, un poquito de la parte
administrativa y de esto de la revista, yo pues era
muy chava y eso, pero participé en definir cuál era…
estaba en las reuniones de cómo se iba a llamar.
5
Mi primer acercamiento con
la lucha social fue ser testigo de
las grandes manifestaciones de los
trabajadores del magisterio y de
los ferrocarrileros. Y luego las
luchas, las primeras luchas estu-
diantiles, que me tocó presenciar
era a cierta distancia, como el
movimiento, movimiento que se
llamó camionero y fue una acción
de los estudiantes para impedir el
alza de las tarifas que se da en ese
contexto de movilización social y
adquiere por primera vez también
una connotación política que da a
entender que está en marcha un
nuevo movimiento estudiantil.
6
–¿Por qué se fueron a la huelga? –Se fueron a la
huelga porque están pidiendo mejores condiciones
laborales, porque los maestros no están bien pagados,
–Ah mi maestra Tere no está bien pagada, mi maes-
tra Consuelo no está bien pagada, mi maestra Estela
no le pagan bien (…) duramos no recuerdo si cerca de
dos meses y de pronto hacen una reunión porque hay
una represión muy fuerte, balacean y apalean a un
grupo de maestros normalistas (…) la gente colabora,
coopera para sostener el movimiento, yo veo a una
maestra muy golpeada, ¿verdad? Porque les remaron
duro y entonces yo me indigné (…) ¿Cómo es posible
que el gobierno, la policía y los soldados a los que
admiro tanto por su disciplina y su ejemplo cívico
hayan hecho esto con mis profesoras?
7
(...) de pronto comienzas a tomar
conciencia de que no solamente
eres de la calle donde vives, no
solamente eres de la ciudad a la
que perteneces, tienes una idea de
nación más amplia, tienes una idea
de región latinoamericana, tienes
una idea de planeta, digo aunque
esa conciencia planetaria pues es
algo que prácticamente a mí se me
desarrolló hasta que estuve en la
universidad.
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38
Raúl Florencio Lugo Hernández relata en su
testimonio,
El asalto al cuartel de Ciudad Ma-
dera
, cómo se incorporó a la guerrilla en el esta-
do de Chihuahua. Esta guerrilla es reconocida
por muchos como la primera de corte socialista,
y apareció al inicio de la década de 1960. La
descripción que hace Raúl de cómo llegó a ella
corresponde a la forma narrativa que introduce
un punto de ruptura con el pasado y en ese sen-
tido es muy similar a las narraciones de conver-
sión religiosa. El testimonio abre
significativamente cuando él está en la cárcel,
escuchando en su celda un mitin que transcurre
en la calle. Raúl aclara que su
estadía en la cárcel no era por
razones políticas sino, lejos de
ello, porque había caído en “sa-
lidas falsas, artificiales, crea-
das por el enemigo
8
.” Sugiere a
continuación que esto podía
significar abuso del alcohol o
alguna conducta criminal y no
especifica qué hizo él. Cuando
salió de la cárcel buscó a quie-
nes protestaban y se encontró
con un grupo de campesinos
que reclamaba por la demora de
las autoridades en resolver su
petición de tierras. Este grupo, para subrayar la
urgencia y desesperación de su situación, deci-
dió invadir la propiedad de un latifundista lo-
cal, Raúl se unió al grupo. Invadieron una vez y
desalojaron cuando se enteraron que las tropas
estaban por llegar al lugar. Invadieron una se-
gunda y una tercera vez, prometiendo en cada
nuevo intento exhibir mayor firmeza frente a la
aparición del ejército, y en correspondencia, la
represión fue en aumento. Al final de la tercera
invasión, cuando protestaban el encarcelamien-
to de algunos participantes, Raúl pidió la pala-
bra y la maestra que se la concedió lo vio con
desconfianza debido a su pasado licencioso. Sin
embargo, cuando terminó de hablar, la misma
maestra le pidió que arengara con unos vivas a
los dirigentes y a México, y la concurrencia res-
pondió con aplausos. “Mi participación fue de
tal impacto que llegó hasta la ciudad de
Chihuahua a oídos del profesor Arturo Gámiz
García quien estaba preso”.
9
Para entonces Raúl había ya leído propa-
ganda revolucionaria.
El efecto causado por esta propaganda en mi
persona fue un cambio radical en mi vida; era como
un mundo nuevo al cual me enfrentaba con una sola
arma: el ansia de aprender y comprender, asimilando
en lo posible las experiencias históricas de la lucha
de clases.
El “cambio radical” en su
vida señaló la conclusión del
viaje de iniciación y marcó el
antes y el después en la vida
de Raúl. Al poco tiempo subió
a la montaña para unirse a la
guerrilla que Gámiz tenía poco
de haber iniciado.
El testimonio
autobiográfico de Raúl está
escrito. El procedimiento de la
escritura permite una reflexión
que es en muchos sentidos dis-
tinta de la que realiza un en-
trevistado para referir verbal-
mente sus recuerdos. Una característica es la
mayor elaboración con el propósito de que la
escritura sea inteligible. El relato de Raúl es en
este sentido un pasaje cuidadosamente manu-
facturado para transmitir el sentido del suceso,
apegándose a una forma narrativa que es muy
similar a los relatos de conversión religiosa. El
protagonista inicia en el lado opuesto, en la an-
títesis del destino final. Una coincidencia fortui-
ta lo inicia en un viaje de purificación en el que
se prueba a sí mismo y a otros su voluntad de
transformación y gracias a ello llega a la otra
orilla, a un renacimiento en un mundo nuevo. El
resto del camino tiene entonces sentido: contro-
lar sus acciones y dirigirlas hacia un fin escogi-
do, es decir traer la luz del mundo nuevo para
iluminar la oscuridad de la vida de aquellos por
quienes lucha.
(...) Raúl pidió la palabra y la
maestra que se la concedió lo
vio con desconfianza debido a
su pasado licencioso. Sin em-
bargo, cuando terminó de
hablar, la misma maestra le
pidió que arengara con unos
vivas a los dirigentes y a
México, y la concurrencia
respondió con aplausos.
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39
Por contraste, y correspondiendo el siguien-
te testimonio al relato de viaje, la politización de
Edna Ovalle avanza a través de la prueba, el
error y la acumulación de experiencia. En res-
puesta a cómo inició su militancia, explicó:
Bueno, lo que pasa es que yo tuve, como que hice
un recorrido de diferentes tipos de militancia, empe-
cé a participar en el movimiento estudiantil, luego
en el movimiento de colonos, luego el movimiento
obrero y después paso a la guerrilla. Entonces, no sé
si te refieres tú a la primera militancia, que digamos
sería en el movimiento estudiantil cuando estaba en
la preparatoria.
10
Edna ingresó a la prepara-
toria a los 15 años. Recuerda
que en su primer año la invita-
ron a integrar la planilla de
candidatos para la sociedad de
alumnos, por ser amiguera, y
ella aceptó. Más o menos al
mismo tiempo aparecieron noti-
cias sobre la represión de los
estudiantes en la ciudad de
México, era el año de 1968.
Cuando ella se unió a las pro-
testas de los estudiantes en
Monterrey, en solidaridad con los estudiantes
de la ciudad de México, una de sus nuevas com-
pañeras le explicó que la planilla para la socie-
dad de alumnos estaba integrada por gente de
derecha, y Edna en consecuencia abandonó esa
actividad.
A continuación pasó brevemente por el Par-
tido Comunista, no como militante sino como
candidata a simpatizante. El hecho de ser pre-
sentada a un hombre que simultáneamente la
quería reclutar y seducir, la llevó a buscar otras
opciones. A través de ese tiempo, Edna partici-
paba también en las brigadas que repartían pro-
paganda y solicitaban fondos para el movimien-
to estudiantil. Varios de los amigos cercanos,
algunos de los que le ayudaron a entender sus
experiencias pasadas, pertenecían a un grupo
espartaquista; con ellos inició el estudio de tex-
tos políticos y su activismo se tornó más serio.
Entró a la Escuela Normal y ahí conoció a
un grupo de maestros miembros de la Liga Co-
munista Espartaco. Con este grupo hizo trabajo
político primero en una colonia proletaria,
creando el embrión de lo que después sería una
conocida organización de colonos, Tierra y Li-
bertad. Edna recuerda que para entonces su ac-
tividad política ya tenía un sentido que trascen-
día las situaciones inmediatas:
Yo me sentía, bueno, mira ya tenía muy claro,
eso creo que fue muy importante, ya a partir de estos
círculos de estudio lo que tenía
muy claro era la necesidad de un
cambio social, de que la gente, o
sea, de crear las condiciones obje-
tivas y subjetivas para un cambio
social, entonces, bueno, se supone
que nosotros estábamos ahí con
esta idea, inclusive habíamos
platicado que era una buena posi-
bilidad para llegarle a los obre-
ros, o sea, nuestro trabajo siempre
estuvo enfocado a los obreros…
Entonces, sí estuve en reuniones,
sí estuve pero yo pensaba que po-
díamos hacer otro tipo de cosas,
sobre todo orientados hacia el cambio social, no a
perfeccionar una situación que se estaba dando. Más
o menos era la idea que yo tenía, si tú quieres así
como muy incipiente. Entonces salí de ahí. No me
peleé, ni nada, o sea, salimos bien, les dije que me
interesaba otro tipo de trabajos…
11
Después fue a hacer trabajos con los obreros
de Fundidora de Monterrey. Ahí repartió propa-
ganda a las puertas de la fábrica durante el
cambio de turno en las madrugadas. Posterior-
mente pasó a un grupo guerrillero, y fue ahí
donde entró a un mundo nuevo pero no porque
se tratara de un descubrimiento sino más bien
de una reinvención de sí misma, de un persona-
je para la vida cotidiana que disfraza su activi-
dad de guerrillera.
Si contrastamos los relatos de Raúl y Edna,
(...) ya a partir de estos círculos
de estudio lo que tenía muy
claro era la necesidad de un
cambio social, de que la gente,
o sea, de crear las condiciones
objetivas y subjetivas para un
cambio social, entonces,
bueno, se supone que nosotros
estábamos ahí con
esta idea (...)
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40
centrados en algunas características de la época
y en las posibles diferencias no sólo en los cami-
nos de los militantes sino en la naturaleza de
las organizaciones en que participan, llama la
atención, primero, el muy distinto camino reco-
rrido. En el caso de Edna, la variedad de opcio-
nes políticas refleja precisamente uno de los
atractivos del entorno urbano de la época. Para
Raúl, en cambio sólo hay de dos sopas: la de las
trampas que tiende el enemigo o la de la guerri-
lla, aún la actividad legal de presionar a favor
de su petición de tierras no es más que un paso
necesario para llegar a las armas.
La oferta de activismo político que surge
pasada la medianía del siglo
XX en las ciudades era proba-
blemente nueva. El asunto por
supuesto merece mayor investi-
gación, pero hay evidencia que
sugiere que al menos era distin-
ta por su diversidad y por estar
dirigida casi en exclusiva hacia
los jóvenes. Adolfo Sánchez
Rebolledo recuerda que fue a
principios de la década de 1960
cuando el Partido Comunista
inició un trabajo mayor con jó-
venes, en particular estudian-
tes.
12
El gobierno, en cambio, ya una década an-
tes había lanzado iniciativas apuntadas directa-
mente a los jóvenes. El presidente Miguel Ale-
mán creó el Instituto Nacional de la Juventud
Mexicana en 1950 con el propósito de preparar
a la población de entre 15 y 25 años de edad “en
todos los problemas básicos nacionales para
alcanzar el ideal democrático, su prosperidad
material y espiritual, llevando a cabo el estudio
de esos problemas [y] formulando las soluciones
adecuadas.”
13
Aunque las agencias gubernamentales cam-
bian de nombre, la intención y el propósito per-
manecieron durante las siguientes cuatro déca-
das. También la Iglesia y la derecha católica pu-
sieron en acción organizaciones dirigidas a las
jóvenes. La Iglesia católica de hecho había fun-
dado desde 1913 la Asociación Católica de la
Juventud Mexicana, que tuvo una destacada
participación en la guerra cristera bajo el mando
de Anacleto Flores. En las décadas de 1950 y
sobre todo de 1960 aparecieron gran variedad
de grupos juveniles, el más prominente entre
ellos el Movimiento Universitario de Renova-
ción Orientadora (MURO), que disputaron el
espacio estudiantil palmo a palmo y con fre-
cuencia de manera violenta a las organizaciones
tanto de izquierda como progobiernistas.
14
Den-
tro de la Iglesia sin embargo, ocurrió también un
enfrentamiento entre derecha e izquierda y am-
bas se lanzaron a la conquista de los jóvenes y
el paraíso terrenal.
El trabajo de reclutamiento
y organización con los jóvenes
generalmente estaba concen-
trado en las escuelas, ya fuera
la preparatoria o la universi-
dad. Por eso es que la oferta
era mayor en los centros urba-
nos, donde estaban concentra-
das las instituciones de educa-
ción superior. El discurso de
los partidos políticos y las ins-
tituciones tenía un punto en
común: conminaban a los jóve-
nes a la acción política en aras
de alcanzar el ideal preciado en el futuro, y en
consecuencia enfatizaban que el futuro pertene-
cía a los jóvenes. Así, de hecho, la noción de que
los jóvenes debían participar en la arena políti-
ca flotaba en el aire, para usar una frase de la
época.
En el recuerdo de Raúl, el ámbito rural apa-
rece más sencillo. Las opciones son restringidas
y marcadas en blanco y negro. Si bien no hace
mención a los jóvenes o a lo que entonces era
conocido como la brecha generacional, las ex-
pectativas defraudadas son parte de su entorno.
Los campesinos aprovechan, quizás incluso
confían en procedimientos instituidos por go-
biernos revolucionarios para reclamar tierras, y
que esos mecanismos fallen implica que la pro-
mesa revolucionaria de tierra y libertad no se
cumple. La opción es sin duda tomar una vez
El trabajo de reclutamiento y
organización con los jóvenes
generalmente estaba concentrado
en las escuelas, ya fuera la
preparatoria o la universidad.
Por eso es que la oferta era mayor
en los centros urbanos, donde
estaban concentradas las
instituciones de educación
superior.
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41
más las armas. La aparente sencillez posible-
mente remite a una tradición de levantamientos
armados en el campo, de manera que la opción
siempre está ahí latente. El relato de Raúl señala
entonces una de las diferencias entre uno y otro
ámbito, y posiblemente también diferencias de
naturaleza en las organizaciones.
Es notorio el papel que juegan los maestros
rurales, y el respeto mostrado hacia ellos, ante-
poniendo la palabra profesor para designar a
Gámiz. Aquí hay otra característica que une con
el movimiento revolucionario de 1910, y de he-
cho con los movimientos políticos del siglo XX.
15
Los maestros rurales participaron y ocuparon
lugares prominentes en la revo-
lución de 1910. Después fueron
protagonistas del ideal de mo-
dernizar a México, ya fuera a
través de la educación clásica
distribuida en cuadernillos,
como era el plan de educación
rural de Vasconcelos, ya fuera a
través de la educación socialis-
ta de los años treinta, como era
el plan de Cárdenas (aun cuan-
do la práctica docente no cam-
bió mucho en uno y otro mo-
mento). La identificación de los
maestros rurales con el cumplimiento de la la-
bor revolucionaria también ayudó a crear una
ideología sobre ser maestro a la que con frecuen-
cia se designa como mística del maestro rural.
Posiblemente este medio no secularizado es
en parte responsable del tipo de testimonio de
conversión que ofrece Raúl. Probablemente tam-
bién es responsable de la falta de entendimiento
entre los grupos de guerrilla rural y los urbanos,
a lo que Raúl hace referencia velada cuando
desconfía de los intelectuales o relata la incapa-
cidad de los estudiantes para adaptarse a la ac-
tividad militar en el monte. El enfrentamiento
entre la guerrilla rural de Lucio Cabañas y la
urbana de la Liga 23 de Septiembre mejor
ejemplifica esta dificultad de comunicación en-
tre una tradición y otra.
Las entrevistas a Amelia y a Edna contienen
alusiones a mujeres que también trazaban una
línea de continuidad entre su activismo y el de
sus padres. La chata Campa a la que se refiere
Amelia es la hija de Valentín Campa, líder en el
sindicato de ferrocarrileros. Edna habla de Nora
Rivera, con quien tuvo una estrecha relación, y
que era hija de la “changa” Rivera, también an-
tiguo líder sindical. El caso de Nora es intere-
sante, porque si bien hay continuidad también
hay una ruptura, en la medida en que el padre
de Nora fue miembro del Partido Popular Socia-
lista (PPS), y Nora fue no sólo crítica de ese par-
tido sino que su militancia estaba en directa
oposición a la orientación del PPS. Así pues hay
también historias de ruptura
familiar.
El papel que juegan estas
últimas mujeres en los relatos
es importante. Edna es quien
explicita este papel de guía.
Nora es quien le explica que la
Asociación de Alumnos es de
derecha, después es ella quien
la lleva a la Normal y la intro-
duce a los maestros de la Liga
Espartaco, la acompaña e in-
troduce al mundo obrero.
Amelia deja entrever que la
Chata Campa tiene una actuación similar en su
relato. Podríamos añadir a la maestra cuya voz
Raúl escucha cuando está en la cárcel y que
posteriormente le concede el micrófono. El pri-
mer encuentro es relativamente fortuito, aunque
en el caso de Amelia la red de relaciones socia-
les es responsable de que ambas coincidan en
tiempo y lugar. En fin, el punto es que el primer
enganche no es con una organización o una lí-
nea política sino con una persona; esa conexión
fue crucial en el camino político que cada prota-
gonista siguió.
Los testimonios muestran diferencias entre
el movimiento rural y el urbano. En tanto el pro-
yecto de investigación por ahora enfoca lo que
sucede en las ciudades, son las características
urbanas las que nos interesan.
Identificar las distintas maneras de narrar
La identificación de los
maestros rurales con el
cumplimiento de la labor
revolucionaria también
ayudó a crear una ideología
sobre ser maestro a la que
con frecuencia se designa
como mística del
maestro rural.
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42
NOTAS
1
Reinhart Koselleck,”Espacio de experiencia” y “Horizonte
de expectativa”, dos categorías históricas”, en Guillermo
Zermeño,
Introducción a la teoría y metodología de la historia,
México, Universidad Iberoamericana, Departamento de
Historia, 1994, p. 209.
2
Nos referimos a la situación paradójica del proceso de
modernización económica que vivió el país sin estar acom-
pañada del mismo proceso en el ámbito político, debido a
que el gobierno continuó aplicando el mismo modelo repre-
sivo y autoritario hacia cualquier manifestación de disi-
dencia política y social.
3
Entrevista a Adolfo Sánchez Rebolledo realizada por
Patricia Pensado, en Jiutepec, Morelos, 7 de septiembre de
2005.
4
Entrevista a Edmar Salinas Callejas realizada por Patricia
Pensado, Coyoacán, Ciudad de México, 13 de septiembre
de 2005.
5
Entrevista a Amelia Rivaud Morayta realizada por
Gerardo Necoechea Gracia, Tlalpan, Ciudad de México, 26
de enero de 2006.
6
Entrevista a Adolfo Sánchez Rebolledo, cit.
7
Entrevista a Edmar Salinas Callejas realizada por Patricia
Pensado Leglise, Coyoacán, ciudad de México, 20 de
septiembre de 2005.
8
Raúl Florencio Lugo Hernández,
El asalto al cuartel de Ciu-
dad Madera
, México, Universidad Autónoma de Chapingo,
2006, p. 23.
9
Raúl Florencia Lugo Hernández, cit. p.33.
10
Entrevista a Edna Ovalle realizada por Gerardo
Necoechea Gracia, en la ciudad de México, 27 de julio de
2006.
11
Entrevista a Edna Ovalle, cit.
12
Entrevista a Adolfo Sánchez Rebolledo, realizada por
Patricia Pensado Leglise, 10 de noviembre de 2005.
13
María Elena Torres Bustillos, “Aproximaciones a las
identidades juveniles en México: un estado del arte, segun-
da mitad del siglo XX”, tesis de maestría en historia y
etnohistoria, Escuela Nacional de Antropología e Historia,
2002, pp. 26-27.
14
Sobre la Asociación Católica de la Juventud Mexicana y
Anacleto Flores, véase Tim Tuck
, War in Los Altos
; sobre la
derecha católica en la segunda mitad del siglo XX, véase
Álvaro Delgado, El ejército de Dios, México, Plaza y Janés,
2004.
15
Véase Raby, “Los maestros rurales en la revolución”;
Teresa de Sierra Neves, “Los maestros rurales y la
educación socialista”, tesis de maestría en historia y
etnohistoria, ENAH, 1992.
es una manera de aproximarnos a cómo se com-
prende la militancia. En relación con el encuen-
tro con la política que hemos revisado, la forma
narrativa nos remite a las experiencias desde las
que se llega a la militancia. Las historias de
conversión contienen un trasfondo religioso,
reconocido o no, en el que la militancia tiene
similitud a los misioneros evangelizadores. Los
relatos de viaje comparten la idea del descubri-
miento de uno mismo, pero no a partir de un
hecho determinante y no desde el interior subje-
tivo sino en continua interacción con situacio-
nes y personajes nuevos. Descubrirse a uno mis-
mo y descubrir el mundo –un mundo que se esta
formando a partir de la urbanización y la indus-
trialización que se inicia en el cardenismo y se
acelera en las décadas del 40 y el 50– es la mis-
ma cosa. En cambio, en los relatos de continui-
dad familiar, no existe ese descubrimiento sino
más bien la afirmación de un mundo ya conoci-
do, aun cuando se rompa con ciertos aspectos,
por ejemplo el de la organización de preferencia
porque evidentemente hay interacción con situa-
ciones nuevas pero no hay ni sorpresa ni descu-
brimiento.
Las trayectorias desde las que se llega a la
militancia, reflejada en la opción narrativa, tu-
vieron consecuencias en los sucesos vividos por
la izquierda de esa época. El sustrato religioso,
por ejemplo, puede haber estado en el origen de
los conflictos entre la guerrilla rural y la guerri-
lla urbana, en especial en la manera de definir
al sujeto revolucionario: los pobres o la clase
obrera, siendo el primero una categoría cristiana
que chocaba con la pretensión racional, objetiva
del marxismo revolucionario. Otro problema
interesante tiene que ver con los individuos que
mantienen continuidad con una tradición de
izquierda que ya corre en la familia, cuando la
familia y la tradición provienen de Europa, y no
encuentra correspondencia real en la nueva si-
tuación. La politización referida como un viaje
implica la flexibilidad para acoger nuevas expe-
riencias e innovar respuestas, pero dejan tam-
bién entrever un sentimiento de falta de contacto
con una tradición de organización, ideología y
lucha. Las distintas maneras de contar el en-
cuentro con la política nos remiten a distintas
maneras de vivir la experiencia. Nos apuntan
también problemas que habrá que dilucidar en
el transcurso de la investigación.
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43
traduccione
s
Memórias da praxe
política em histórias
de vida
Patricia Pensado Leglise
Gerardo Necoechea Gracia
A exposição que oferecemos para o
encontro apresentará resultados do
projeto em curso. As entrevistas
realizadas enfocam a militância como
eixo através do tempo mas também
inscrevem essa militância dentro da
história de vida de cada pessoa
entrevistada. Interessa-nos, além disso,
conhecer que aconteceu depois dos
anos de participação ou depois que
muitas das organizações
desapareceram ou se transformaram
através das décadas de 1980 e 1990.
Interessa-nos, em terceiro lugar, a
reflexão que as pessoas entrevistadas
fazem no presente tanto sobre sua
trajetória de militância como sobre o
lugar que a esquerda, e em particular a
chamada guerra suja, ocupa nas
discussões e preocupações atuais.
Des mémoires de la
practique politique
dans des histoires
de vie
Patricia Pensado Leglise
Gerardo Necoechea Gracia
L'exposition que nous proposons pour
cette rencontre présentera des résultats
du projet en cours. Les entretiens
réalisés conçoivent la militance en tant
que pivot à travers le temps, mais en
même temps inscrivent cette militance
dans l'histoire de vie de chaque
personne questionnée.
Il nous importe, en plus, de connaître
ce qui a eu lieu après les années de
participation, ou lors de la disparition
ou la transformation de plusieurs des
organisations tout au long de 1980 et
1990.
Il nous importe, en troisième lieu, la
réflexion que les personnes
questionnées font du présent pour son
trajet de militance et sur le lieu que la
gauche et, plus précisement, la dite
"guerre sale", occupent dans les
discussions et les soucis d'aujourd'hui.
Memories of political
practices in history
of life
Patricia Pensado Leglise
Gerardo Necoechea Gracia
The presentation that we propose for the
meeting will present results of the project
in progress. The interviews focus the
militancy as an axis across the time but
also they inscribe this militancy inside the
history of life of every interviewed
person. We are interested in knowing, in
addition, what happened after the years
of participation or later that many of the
organizations disappeared or trans-
formed during of decades of 1980 and
1990. We are interested, in the reflection
that the interviewed persons do in the
present both in their pass by the
militancy and on the place that the left
side, and especially the so called dirty
war, has in the discussions and present
worries.
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