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22
1. La construcción social del espacio: la
memoria y el espacio
El recuerdo es esa imagen que ha quedado gra-
bada en una parte del cerebro de los sujetos y que
de alguna manera es la representación que se tiene
del pasado. La búsqueda de ese recuerdo “muestra
efectivamente una de las fnalidades principales del
acto de la memoria: luchar contra el olvido, arrancar
algunas migajas de recuerdo a la ‘rapacidad’ del
tiempo”.
1
Desde aquí se desprende la dimensión
temporal pero también la espacial del recuerdo,
porque el espacio como una representación de la
memoria también ofrece un flón para el análisis de
los relatos orales.
Así, la
memoria corporal,
defnida por Paul Ri
-
coeur, puede ser actuada, como todos los hábitos, y
se adapta a todas las variantes del sentimiento de fa-
miliaridad o extrañeza. Pero hay pruebas que vienen
del pasado, enfermedades, heridas o traumatismos,
y que invitan a la memoria corporal a fjarse en inci
-
dentes precisos que apelan fundamentalmente a la
rememoración y llevan a la creación de un relato. La
memoria corporal
está poblada de recuerdos afectados
de diferentes grados de distanciamiento temporal. El
momento del despertar, “es propicio para el retorno
de las cosas y de los seres al lugar que la vigilia les
había asignado en el espacio y en el tiempo”.
2
En el
lenguaje de la gente del campo en el Occidente de
México era común escuchar el “ya se recordó” (ya
se despertó), “que se recuerde temprano” (que se
despierte temprano), “recuérdalo” (despiértalo).
Esta
memoria corporal
se encuentra ligada a
la
memoria de los lugares,
enunciada también por
Ricoeur, a través de actos que el individuo realiza
como son el orientarse, desplazarse o vivir en…
Las personas, las cosas, las situaciones recordadas
siempre se encuentran asociadas a lugares. Los acon-
tecimientos relatados por los sujetos ofrecen también
el sentido de ubicuidad de las personas.
Los lugares de la memoria funcionan como
indicios de la rememoración, y ofrecen también un
apoyo a la memoria contra el olvido. Los lugares
“permanecen” en inscripciones, monumentos o do-
cumentos, mientras que los recuerdos que se evocan
de manera oral pueden irse con el tiempo. El vínculo
entre el recuerdo y el lugar plantea un punto de
unión entre la memoria y la historia: la datación y la
localización muestran, a decir de Ricoeur, el vínculo
inseparable entre la problemática del tiempo y del
espacio.
El acto de vivir en… constituye el vínculo entre
la fecha y el lugar. Los lugares habitados son reme-
morables, los recorridos y desplazamientos sirven de
ayuda a la memoria para ubicar cosas que se vivie-
ron en ellos. “Lo que legitima la desimplicación del
espacio y del tiempo de su forma objetivada, es el
vínculo trabado entre memoria corporal y memoria
de los lugares. El cuerpo constituye el lugar primor-
El espacio
y sus representaciones
en la memoria de los migrantes
mexicanos en Carolina del Norte
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23
dial, el aquí, respecto del cual los otros lugares están
allí… es completa la simetría entre espacialidad y
temporalidad: “aquí” y “ahora” ocupan el mismo
rango, al lado del “yo”, “tú”, “él” y ella”.
3
Estas refexiones necesariamente se consideran
en los relatos de los migrantes. Las percepciones
acerca del espacio recorrido, cruzado o arribado,
denotan “lugares” signifcativos en su memoria,
porque en ellos se incluye desde el lugar de partida
asociado al lugar de origen, los caminos recorridos,
los destinos intermedios o fnales
y las vivencias en cada uno de
ellos. Las vivencias pasadas se
externan a través del recuerdo
y del relato. En ese sentido la
rememoración de un migrante
puede variar también del lugar
desde donde esté “parado”. Las
vivencias pueden ser únicas pero
la rememoración será distinta si
se externa en Estados Unidos o
en México.
Laura Velasco Ortiz, quien
también trabaja con relatos de
migrantes mexicanos, a partir de las entrevistas a
activistas triquis y zapotecos en Estados Unidos,
plantea una “memoria geoespacial” o “las huellas
de la geografía de la dispersión”. Con esta denomi-
nación se refere un tipo de memoria que permite la
reconstrucción de historias a través de los lugares
que el entrevistado va recordando y que se han
vuelto signifcativos. De esta manera “la experiencia
de la migración tiñe el relato de una localización
múltiple, la cual se expresa en el uso recurrente de
los adverbios de tiempo y lugar:
antes
y
entonces
o el
aquí
y
allá
.”
4
En sus escritos Laura Velasco Ortiz
5
desentraña
los relatos de vida y analiza la articulación de las
relaciones sociales, el tiempo y el espacio, y cómo se
expresan en la narrativa de la identidad colectiva.
Esta autora afrma que “a través del relato de vida
el individuo recrea su identidad, sin desvincularse
completamente de la experiencia de las relaciones
sociales en un espacio y tiempo específcos”.
6
Por otra parte, el trabajo que ha realizado Fe-
derico Besserer con los relatos de migrantes mexica-
nos, abre la posibilidad de concebir el espacio como
categoría social que se puede construir a partir de
los testimonios. La historia de vida de Moisés Cruz,
7
recuperada por este autor, le permite discutir con-
ceptos tales como lo “transnacional” o lo “interna-
cional” y hacer una propuesta teórica que ha titula-
do “topografías transnacionales”. En realidad, lo que
se plantea es una forma de ampliar la representación
geográfca y los signifcados que se
atribuyen al espacio explorando
las principales prácticas y con-
fictos culturales. Tanto Besserer
como Velasco trabajan con tes
-
timonios de migrantes mixtecos
y los relatos de estos sujetos les
permiten refexionar en torno a
conceptos teóricos relacionados
con la concepción del espacio
como construcción social.
A partir de las propuestas
de Ortiz y Besserer, he buscado
recuperar algunos relatos que permi-
tieran discutir la noción de espacio en la memoria de
los migrantes en Carolina del Norte y que he entre-
vistado en los últimos tres años.
El ejercicio que aquí me permite analizar la
representación del espacio en el discurso de los
migrantes mexicanos es precisamente la descripción
que ofrecieron del espacio de Unión de Tula, pueblo
mexicano del que son oriundos. Para ello se consi-
deraron precisamente las diversas representaciones
que ofrecen los relatos testimoniales de los migran-
tes tulenses.
2. Recreación del espacio histórico
de Unión de Tula
En este apartado se busca explicar el espacio
que he denominado “comarca de Unión de Tula”; se
entiende la comarca como una construcción histó-
rico-cultural entretejida por las relaciones sociales
y económicas que ahí se desarrollaban. Es impor-
tante señalar que el espacio que a continuación se
Autora
Ana María de la O Castellanos
Universidad de Guadalajara (México)
El espacio y sus representaciones en la memoria de los...
Las percepciones acerca del
espacio recorrido, cruzado o
arribado, denotan “lugares” signi-
ficativos en su memoria, porque
en ellos se incluye desde el lugar
de partida asociado al lugar de
origen, los caminos recorridos, los
destinos intermedios o finales y las
vivencias en cada uno
de ellos.
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24
presenta se ha recreado a partir de la memoria de
los entrevistados y en su mayor parte provienen
de las experiencias que vivieron durante su niñez.
Por ello se recuerda y se recrea un espacio del que
se apropiaban los niños que luego siendo jóvenes
emigraron a Estados Unidos. Por ello los lugares que
aquí se describen se encuentran doblemente resig-
nifcados porque son los que se vivieron durante la
niñez, pero que ahora son recordados desde Caroli-
na del Norte y se extrañan hasta el punto de lograr
una descripción donde abunda la percepción de
los olores, los sonidos o lo que en su momento fue
registrado por los demás sentidos de las relaciones
de los sujetos con el medio ambiente y la sociedad
que los rodeaba.
Unión de Tula se encuentra asentada en el
Occidente de México, en el Estado de Jalisco, actual-
mente se ubica en la mitad del camino que va de la
ciudad de Guadalajara a Barra de Navidad en la cos-
ta del Pacífco, a una distancia aproximada de 158 ki
-
lómetros de cada uno de ellos. Este pueblo se fundó
en el umbral del siglo XIX. Doscientos años más tar
-
de, resulta sorprendente, en el tenor de la migración,
que en la primera acta relativa a su fundación de fe-
cha 10 de octubre de 1820, uno de los dos argumen-
tos principales para proponer la conformación de un
nuevo núcleo de población por parte de los llamados
“vecinos de la jurisdicción”, apuntaba a que se debía
evitar la migración de los trabajadores agrícolas de
las haciendas circunvecinas, que entonces tenían
como cabecera al pueblo indígena de Ixtlahuacan de
Santiago. En ese tenor, la historia de los pobladores
de Unión de Tula se encuentra íntimamente ligada
al tema de la migración. Los descendientes de esas
familias que hace dos siglos decidieron no emigrar
y quedarse a fundar esta nueva congregación, a
partir de la segunda mitad del siglo XX empezaron
a emigrar hacia regiones de los Estados Unidos de
América. En aquellos años todavía formaban parte
de México.
A nueve años de fundada, en 1830, Unión de
Tula aglutinaba a casi la mitad de los pobladores
de la comarca. Nos referimos a la comarca que se
autodefne dentro del concepto de frontera entre
pequeños terruños y que es posible defnirlo porque
“dentro del paisaje de sus actividades cotidianas, los
agricultores pueden trazar esos límites: más allá del
pequeño curso de agua, pasado el bosque, más allá
del collado, comienza otra tierra”
8
. Afrma el propio
Fernand Braudel, en coincidencia con don Luis Gon-
zález, que puede entenderse como una envoltura
en cuyo interior se relaciona la casa, con el clima, el
suelo, la organización de la aldea y con los tipos de
producción a lo que cabría agregar su propia confor-
mación histórica.
A partir de estos elementos señalados tanto por
González como por Braudel, se interpretará el es-
pacio descripto y recreado en los testimonios de los
migrantes que actualmente se encuentran viviendo
en Carolina del Norte. Cabe señalar que se busca
una descripción del espacio que ha sido recorrido y
pisado por ellos, sumando a ello una explicación de
la conformación histórica de esta comarca.
La comarca misma se encuentra reconocida en
los testimonios de los migrantes que sin reconocer
límites municipales, establecen sus propias fronte-
ras a partir del sentido de ubicuidad, los caminos
reconocidos o el trabajo desarrollado, la geografía
perdida, los cambios en los paisajes, etcétera. Los
movimientos de población dentro de este mismo
espacio tuvieron múltiples orígenes, podía ser la
escuela, el trabajo, la familia, o porque fueron de-
salojados debido a la construcción de alguna de las
presas que durante el siglo XX se levantaron en este
territorio: Tacotán, Alcaparrosa, Trigomil y Santa
Rosa. En este último lugar
había un ranchito, había
unas pocas casas y al otro lado le nombraban La Cañada,
había otro ranchito que ya desapareció.
9
La construcción
de estos embalses, a lo largo de la segunda mitad
del siglo XX cambiaron el paisaje de la comarca: se
presentaron movimientos de población rural hacia
el núcleo urbano, se construyeron nuevos núcleos
de población, se cambiaron los cultivos, se modifcó
el cauce del río y las actividades económicas que ahí
se desarrollaban y que ahora también son descriptas
por los migrantes en sus testimonios desde Carolina
del Norte.
A fnes de la década de los años ochenta y prin
-
cipios de los noventa a Unión de Tula llegó la com-
pañía ICA encargada de construir la presa Trigomil,
después nombrada Ramón Corona, y con ello se
modifcó en parte el espacio de la comarca de Unión
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25
de Tula. Se arreglaron los dos caminos vecinales que
conducían hasta las comunidades asentadas en las
márgenes del río Ayuquila sobre el que se construyó
dicho embalse.
Sin embargo, poco antes de concluir los trabajos
tanto de la presa como de la nueva colonia, durante
la segunda semana de enero de 1992, y a raíz del
fenómeno climático de la corriente de El Niño, se
inundaron los campos y potreros del Valle de Unión
de Tula. Primero llegaron noticias de que la presa de
Tacotán, que se encuentra sobre el mismo cauce
del Ayuquila, pero río arriba de Trigomil, se había
desbordado, y esta última presa,
que auguraban se iba a llenar en
cuatro o cinco años, se llenó en
cinco días.
A raíz de esta precipitada
inundación, los habitantes de los
ranchos que se ubicaban en las
partes altas acudieron en auxilio
de sus vecinos más próximos
que vivían en las comunidades
que iban a ser reubicadas. Esa
experiencia también la vivieron
siendo niños algunos de los migrantes que actual-
mente viven en Carolina del Norte, Jorge Brambila
recuerda que:
…sí, conocía muy bien los ranchos, y nos habíamos
dado cuenta que se habían cerrado las cortinas de la presa
y como estuvo lloviendo mucho, fueron cinco o seis días,
luego pensamos que iba a estar subiendo el agua. Nos
subimos arriba de un cerro y desde ahí divisábamos que el
agua iba subiendo y nos fuimos a caballo a ayudarle a la
gente porque pensábamos, nos imaginábamos que la gente
se estaba inundando.
10
Se percataron del peligro en que se encontraban
los habitantes de los ranchos vecinos, de manera que
cuando la presa, nosotros fuimos a ayudarle a la gente a
salirse, a sacar las pocas pertenencias que tenían anduvi-
mos muchos de ahí del rancho
[del Salto de la Latilla]
ayudándole a la gente. Cuando estaba subiendo el agua,
eran familias numerosas de hermanos, tíos, eran ranchos
de familias unidas.”
11
Esta última referencia nos permite apreciar las
relaciones que se guardaba en los ranchos que aún
permanecen con una población dinámica dentro de
la comarca.
El espacio diferenciado dentro
de la comarca Tulense
La comarca constituida como un espacio social-
mente habitado puede diferenciarse a partir de la
apropiación que se tenga de él por sus actividades
cotidianas, de recreación, de trabajo o aprendizajes
que relatan los migrantes desde Carolina del Nor-
te. Aquí no se alude únicamente al
territorio comprendido dentro de
los límites municipales de Unión
de Tula, sino que las “fronteras”
locales se establecen a partir de la
“envoltura” que trazan los pasos
de quienes recorren y constru-
yen este espacio a partir de las
relaciones de ida y vuelta que se
establecen, y evidencian la movi-
lidad de la misma gente.
Ello lo ejemplifca la trayec
-
toria de vida que ha tenido Jorge Brambila Torres,
que actualmente trabaja como chef del restaurante
“Zapata’s” en Charlotte (Valentaín), y que nació
en el rancho de Miraverde, en Unión de Tula, pero
creció en El Salto de La Latilla, municipio de Ayu-
tla, hasta la edad de diez años, luego al lado de su
mamá se fue a vivir a la ciudad de Autlán donde
cursó los dos últimos años de su primaria. En el um-
bral de su adolescencia regresó al rancho, a casa de
sus abuelos, a quienes les ayudaba en las tareas pro-
pias del campo, ahí
le empezó a gustar más el rancho y
ahí ordeñaba las vacas, les daba de comer
y ayudaba en
la siembra de maíz, fríjol, garbanzo y calabaza que
es lo que se daba allá
. También aprendió a elaborar un
tipo de queso típico de la región como es la panela.
La descripción del espacio en el que vivieron
cuando eran niños, a partir de lo que ha quedado
guardado en su memoria, se resignifca por la dis
-
tancia física del lugar y por el entorno desde donde
actualmente se encuentran recordando. Para Jorge
Brambila, llamado también “Chaparrito” entre el
La descripción del espacio
en el que vivieron cuando
eran niños, a partir de lo que ha
quedado guardado en su memoria,
se resignifica por la distancia física
del lugar y por el entorno desde
donde actualmente se encuentran
recordando.
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26
grupos de trabajadores tulenses que son sus cote-
rráneo
el paisaje
(de su rancho)
es muy, muy bonito,
tenemos un arroyo que cruza por medio rancho muy bo-
nito, tiene una cascada, un salto por eso se llama el Salto
La Latilla… un salto muy bonito, y lo extraño, lo extraño
mucho,
(porque)
ahí nos íbamos a bañar, a sacar pesca-
dos, se extraña todo eso.
El lugar desde donde se encuentra rememoran-
do le sirve para recrear su lugar de procedencia y
también le permite contrastar el tipo de paisaje que
ahora le rodea en Carolina:
Aquí es muy diferente, aquí estamos en un área muy
bien, muy bonita, allá es como sierra, no sé que tipo de
paisaje será aquí.
12
En sus vivencias no tiene parámetro para descri-
bir el lugar donde actualmente se encuentra parado,
además denota que por el tipo de trabajo que ahora
realiza no tiene relación directa con la naturaleza,
como cuando era niño y vivía en México.
Por otra parte la descripción del rancho de San
Cayetano, y que nos ofrece un trabajador mexicano
del restaurante Don Pedro, nos permite conocer al-
gunas características generales de los demás ranchos
de la comarca.
La gente casi toda se dedicaba a la agricultura y
a la ganadería, yo nací y me crié en la hacienda, en la
casa grande de San Cayetano, y básicamente mi vida
era alrededor de ese lugar. San Cayetano ahora es bien
diferente, ya está empedrado, antes todo era tierra, nada
de empedrado… y una sola calle era la que entraba. De lo
que recuerdo, antes no había luz pública, pues la pusieron
después, cuando yo tenía como unos nueve o diez años.
Cuando ya había luz, en cualquier lugar se pasaba uno
jugando hasta las once o doce de la noche.
13
El agua potable y algunos otros servicios públi-
cos, también se introdujeron muy tardíamente,
no
había drenajes, no había teléfono, no había nada de eso y el
correo era con una sola persona, una sola dirección ya fja
ahí,
[luego]
iba la gente y ahí se lo entregaban.
14
Actualmente los principales ranchos tienen la
mayor parte de los servicios.
Los juegos que realizaban los niños que vivían
en los ranchos se inspiraban en la realidad más
cercana que vivían y estaban muy relacionados con
el campo:
…yo me la llevaba todo el tiempo en el campo, en-
tonces eran juegos más reales, o sea jugando en cosas de
lo que era el campo, se puede decir, andábamos jugando
entre la pastura, en pajas de pastura que había, entre el
ganado, esos eran los juegos.
15
En los ranchos siempre se ha trabajado los siete
días de la semana, porque
el ganado come toda la se-
mana
. A lo largo de la misma, la gente del campo se
levantaba a las seis de la mañana
y a arrimar las vacar
a ordeñar, acaba uno de ordeñar y anda uno desayunando
o almorzando más bien a las ocho y media, nueve de la
mañana para luego irse a trabajar al campo. Regresas a
las dos de la tarde a comer, te regresas y hasta las seis y
media, siete de la noche. El domingo se levanta uno a la
misma hora a hacer la misma actividad y a descansar para
luego ir a ver el ganado, a acomodar algún alambrado, es
lo que se hace allá en el rancho.
16
Las actividades que los migrantes desarrollaban
en el campo se registraron a través de los sonidos,
olores y colores que han quedado guardados en su
memoria:
Allá todo mundo se dedica a lo de agricultura y ga-
nadería, entonces todo va alrededor de ahí, en la mañana
desde las cinco, seis de la mañana lo primero que se escu-
cha, lo primero que te despierta son los molinos de pas-
tura, la gente moliendo maíz, eso y los carros de la gente
que va a trabajar lo de siempre: al ganado y a la siembra.
Los tractores, todo eso es en la mañana, por las tardes las
campanadas de la iglesia a misa, el rosario en la tarde, y
los (gritos de los niños) porque sí había muchos niños.
17
En los ranchos podían encontrarse las familias
extensas, como por ejemplo en el mismo rancho de
Miraverde o El Salto, este último
es una sola fami-
lia de puros Torres, había veintidós casas y todas eran
de pura familia… una familia muy crecida ahí en el
rancho.
18
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27
Los primeros en emigrar hacia Estados Unidos
fueron los tíos mayores, y en consecuencia los nietos
se quedaban ayudando a los abuelos en el trabajo y
al caer la tarde, una vez terminadas las faenas, juga-
ban con sus primos.
Durante el regreso de los migrantes a sus luga-
res de origen en los ranchos de la comarca de Unión
de Tula, se percibía que llegaban con una manera
diferente de vestirse, con el pelo largo, zapatos de
plataforma y pantalones acampanados. Y
la gente pos
se reía de ellos, como iban vestidos, pero pos allá agarra-
ban las costumbres que tenían en Estados Unidos.
19
Dentro de esta comarca se diferenciaban
diversos espacios; por un lado, el pueblo con re-
lación a los ranchos, ejemplo Unión de Tula y por
otro, los espacios diferenciados dentro del mismo
pueblo.
En el pueblo de Unión de Tula, la localidad con
mayor número de habitantes en la comarca, las ca-
lles se encuentran perfectamente trazadas de forma
rectilínea, todas las vías de esta cuadrícula reciben
el nombre de los principales pueblos y estados de
la República Mexicana. Sus calles principales son la
avenida México y las calles Puebla, Jalisco y la Juá-
rez, esta última permite que la excepción confrme la
regla. Los edifcios que sobresalen en el recuerdo de
los entrevistados son la iglesia, las escuelas, la plaza
con su kiosco, la presidencia municipal, así como sus
barrios y calles. De estas últimas señalan que:
Siempre han sido como están, derechas. Este es uno
de los pueblos que tiene las calles más derechas, no puedo
decir que de todo el Estado de Jalisco, pero casi. Y yo me
acuerdo que en aquellos años las calles estaban empedra-
das, pero no en bóveda, y el canal lo tenían en medio de las
calles y corría el agua por en medio, no por las orillas como
ahora.
20
Recuerdo que Pedro Chagolla las hizo curvas y ya el
agua corría por cada acera.
21
Había lo que es ahora el cuadro, ya ahora lo hicieron
más grande. Antes las calles cruzaban por los dos lados
(de la plaza)
y alrededor había vendimias de toda clase:
carnicerías, fruterías, verdulerías todas esas cosas y… que
ropa y todo eso…
22
Estos cambios en el paisaje de su pueblo eran
apreciados por aquellos que durante las décadas de
los años cuarenta y cincuenta, después de trabajar
un tiempo en los campos de California, regresaban
a su comunidad de origen y con la posibilidad de
contrastar el antes y el después, pero también el aquí
y el allá, todo en medio del acto mismo de la migra-
ción:
Cuando era niño, pues el pueblo estaba muy pobre,
muy pobre, el pueblo todo
, (las casas y solares con)
pu-
ras paredes de adobe, ya cuando vine ya había el cambio de
empedrado, tú ves que ya ha ido progresando. Ahora hasta
los servicios los tiene uno todos.
23
A los migrantes que nacieron después de la
década de los años setenta del siglo XX, y que ac
-
tualmente viven en Carolina del Norte les ha tocado
también conocer la transformación de sus calles de
una manera por demás dinámica. Éstas ya no sólo
tenían un buen empedrado, sino que cuando eran
niños la calle México era la única que estaba pavi-
mentada, la segunda fue la calle Puebla ambas con
concreto hidráulico. En los últimos seis años, y con
el espíritu y discurso de “la modernización” se le co-
locó un mal llamado pavimento de chapopote sobre
el empedrado de las calles con mayor tráfco:
Todas las calles, antes que les pusieran pavimento,
eran de empedrado, siempre de empedrado todas las calles,
nomás las principales, la México y la Puebla eran las
pavimentadas.
24
Los migrantes que tienen la oportunidad de ir y
venir o estar un tiempo fuera relatan más los cam-
bios del pueblo que luego toman como indicadores
del progreso del pueblo.
Durante el siglo XX, y de acuerdo con los pla
-
nos que ilustran la conformación del pueblo y las
diversas formas de reconocimiento del espacio al
interior del mismo podían diferenciarse seis barrios
además del centro. En esta subdivisión se reconocían
los barrios del Espinazo, La Parota, El Pepino, La
Loma, La Cruz y El Paso Prieto. Para los niños que
vivieron en Unión de Tula, antes de los años sesenta,
es decir aquellos que en su juventud luego viajaron
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28
o emigraron a Estados Unidos, la descripción del
pueblo se realiza precisamente a partir de su entorno
inmediato, que en el caso del pueblo es precisamente
el barrio o la cuadra. Ello nos permite diferenciar
al interior el espacio pueblerino: primero frente a
los ranchos o comunidades más pequeñas y luego
dentro de sí mismo, para de ahí recrearlo a partir de
la ubicación espacial de quien lo habita: el centro, el
barrio, las orillas.
El barrio de El Paso Prieto se ubica al poniente
del pueblo y también es uno de los llamados anti-
guos o tradicionales. Aquí han vivido las familias
Rodríguez, López, Valera, Pinzón, Núñez, Oliva,
Torres, Michel, Arias, Sandoval, Martín del Campo,
Santillán, entre otras. También ahí vivía Miguel
Ambrosio Contreras, migrante de la década de los
años cincuenta, en la casa paterna que se ubica por
la calle Veracruz y que ha conservado su hermana
Lupe, a quien además en el barrio se la conoce por-
que durante varias décadas fue la catequista y en su
casa impartía clases de corte y confección a algunas
mujeres.
En donde vive mi hermana Lupe, esa casa la com-
praron mis padres…Yo recuerdo que como todo niño,
jugábamos y andábamos en la calle. Ahí vivimos todo
el tiempo, yo hasta la edad en que me casé ya me salí
de la casa y anduve por ahí rentando algunos cuarti-
tos poco tiempo, pero de ahí me dio por irme a Esta-
dos Unidos, por la razón de lo económico. Ese barrio
siempre fue feo todo el tiempo porque
(había)
pocas
casas, los solares eran muy grandes, dos, tres casas
en cada solar, nada más. El barrio era uno de los más
oscuros que había, hasta la fecha, también está igual.
Tiene menos luz.
25
Cabe destacar que de este barrio provienen
migrantes de distintas generaciones: los que abrie-
ron camino hacia California hasta los que ahora son
propietarios o trabajan en restaurantes de comida
mexicana en Carolina del Norte, Colorado, Nueva
York y Massachusett. A esta última generación, de
los jóvenes que nacieron alrededor del umbral de la
década de los años setenta o fnales de los sesenta
pertenecen: César Santillán, Saúl Rodríguez, Enrique
“Pillín” Torres y José Arceo.
Entre los migrantes en Carolina del Norte, tam-
bién se recuerda a los vecinos que permanecieron
en el pueblo y que luego son identifcados porque
frecuentaban a los padres o porque cumplían un pa-
pel social dentro del pueblo. En el caso de la familia
Santillán estaba Chayo García
que siempre ha sido ami-
ga de mi mamá y que siempre es muy mencionada, ella es
la que iba y nos inyectaba, nos curaba cuando estábamos
malos, nos daba bebidas.
26
En este barrio, una de las tiendas más frecuenta-
das por los niños de la época era la de “doña Virgi
-
nia” (de Martín del Campo), no recuerdan el nombre
de la tienda, como sucedería con un niño de ciudad,
pero sí por la referencia que guarda dentro del barrio.
Pues así le decíamos “con doña Virginia”, no me
acuerdo si tenía nombre o no, “vamos con doña Virginia”,
íbamos a comprar dulces o juegos para jugar a “toma
todo”, “cartas”, papitas, que Sabritas, que buñuelos se
usaba mucho.
27
Otras tiendas frecuentadas eran las de Liborio,
la de María de Jesús, la de Baro, la de don Félix Ló-
pez y la única de la cual sí se recuerda el nombre: La
Frontera. Al igual que la mayor parte de las familias
tulenses, aquellas que vivían en este barrio también
se dedicaban a la agricultura y la ganadería.
La relación con otros barrios dependía de la cer-
canía o no que mantuviera la casa en que se vivía en
el pueblo, lo mismo que la que se tenía con el centro
de la población. El reconocimiento y la apropiación
del espacio en los barrios, los niños lo realizaban en
sus recorridos de la casa a la escuela, en los juegos
con los grupos de amigos, por el trabajo que reali-
zaban y por los vecinos que podían reconocer en
cualquier otro espacio fuera del mismo barrio.
Yo me juntaba mucho con los Serrano y pues ahí
(me la)
pasaba diario, olía siempre a ganado, a vaca por-
que ordeñaban. También hay un arroyo… Me tocó veces
que no podíamos pasar porque estaba crecido ahí. Y
(es
que)
estaba muy bajito el puente, y pues no podíamos ir a
la escuela porque estaba ahí crecido.
28
Los niños del barrio El Pepino, al igual que de
los otros barrios acostumbraban jugar a las escondi-
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29
das, al fútbol, el béisbol, el volibol, el changalai, las
canicas y los trompos.
Las tiendas con mayor antigüedad y más
tradicionales en el barrio son las que han quedado
guardadas en la memoria de los migrantes y les
sirve de referente porque en ocasiones ha cambiado
la fsonomía de las casas y las calles, pero la tienda
del barrio generalmente permanece abierta y con las
novedades de lo que ha pasado entre un viaje y otro.
Los barrios de La Loma y La Cruz se ubican en
la parte nororiente del pueblo, y debido a sus carac-
terísticas físicas por encontrarse en una loma con ca-
lles muy empinadas resulta un tanto
difícil diferenciarlos al momento
de enunciarlos en los mismos
entrevistados migrantes. De este
espacio, recuerdan las subidas y
bajadas de sus calles. Para Ismael
Bernal en el recorrido de su casa
a la escuela,
no caminaba mucho,
bajaba nomás la bajada de una pura
loma. Atravesaba por el camposanto
y ya estaba luego, luego la escue-
la, iba con mis compañeros que se
llamaban Alfredo y Miguel
, (nos)
íba-
mos juntos a la escuela. Saliendo nomás
derecho a la escuela, en cortito igual.
29
Durante muchos años este barrio también tenía
varios solares o lotes baldíos, particularmente los
que se encontraban cercanos a la carretera Guada-
lajara-Barra de Navidad,
había muchos lotes baldíos,
antes donde estaba el lavado
(de autos),
la bodega de la
“Superior”… todo estaba baldío, jugábamos todo el tiem-
po ahí. Y ya ahorita pos ya está todo más construido ahí.
30
En este barrio, debido a su ubicación, de frente
al canal del Vallado que conducía las aguas negras
del pueblo y en lo alto de la loma, los olores peculia-
res les llegaban por varios lados:
Para acá, para arriba sí alcanzaban a llegar los olores
de ahí del Vallado, y para acá para el lado del Cerrito, ya
como hay muchas vacas, muchos animales, todo el tiempo
también estaba el olor.
31
Para los niños que vivían por ese barrio y acu-
dían a las escuelas que se encontraban en la orilla
norte del pueblo, la Miguel Hidalgo y la Benito
Juárez, el parque de la Alameda se convertía en el
lugar más asiduo para jugar una vez que salían de la
escuela.
Nos íbamos por ahí, salíamos a la Alameda, a jugar
fútbol, (también) en la Cruz se usaba mucho y jugábamos
mucho ahí.
La Alameda era el espacio recreativo más
grande en el pueblo, antes de la construcción de la
Unidad deportiva a principios de los años ochenta.
Antes se me hacía más bonita
porque pues se cuidaba más, ahí la
regaban y es puro pasto, ahorita ya
le metieron también cancha, pero si
jugábamos a gusto, ahí tiraba uno.
(Ahora)
ya es muy diferente, en vez
de jugar ya van a tomar, ahí nomás a
hacer puros desmanes.
32
En la Alameda se juntaban los
grupos de niños para jugar, deno-
minados asimismo “camada” o “pura
racilla” porque ha sido un lugar muy
asiduo por gente de todas las edades y de diversos barrios,
muchos de ahí de abajo del Espinazo también venían para
acá, gente del Paso Prieto. Y ya nos juntábamos la mayo-
ría de raza a jugar fútbol.
33
En el caso del parque de la Cruz ubicado tam-
bién en el barrio de La Loma, los niños lo recuerdan
por los juegos que ahí se encontraban instalados,
así como las primeras canchas de básquetbol que se
construyeron en un parque público.
Pos también se me hacía bonito porque todavía en
ese tiempo jalaban los columpios, se paseaba uno, jugaba
fútbol uno, que el básquet porque estaban las canastas ahí,
mucha raza, disfrutábamos mucho jugar ahí.
34
Los sonidos que se escuchaban por el barrio eran los
del gas que hacían chocar los cilindros para anunciar que
por ahí andaban, los que juntaban los botes de aluminio y
los que andaban con la troca vendiendo verduras.
35
El reconocimiento y la
apropiación del espacio en
los barrios, los niños lo realizaban
en sus recorridos de la casa a la
escuela, en los juegos con los gru-
pos de amigos, por el trabajo que
realizaban y por los vecinos que
podían reconocer en cualquier otro
espacio fuera del mismo barrio.
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30
El Centro o primer cuadro lo constituyen la pla-
za Donato Guerra o jardín principal, los portales, la
presidencia municipal, el mercado, el templo parro-
quial, las principales ofcinas de servicios públicos
como el telégrafo y el correo, el juzgado, las tiendas
grandes, las farmacias, las panaderías, las cantinas
y el banco además de los puestos que tradicional-
mente se han ubicado durante algunas horas en la
denominada “plaza”.
Para los niños que vivían en las manzanas o
calles que rodeaban la plaza, esta se convirtió en el
espacio de sus juegos.
Nosotros como niños que corríamos, mi compadre
Enrique Santos y yo corríamos ahí en el cuadro, y así era
la infancia muy bonita para nosotros.
36
Este espacio que puede considerarse el centro
del pueblo también es recordado por los sonidos de
las campanas de la iglesia,
cuando llamaban a misa, la
música los domingos que había serenata, dábamos vuelta
en el jardín.
37
Otros sonidos que se escuchaban eran
los de las
propagandas que llegaban y cuando llegaba el circo.
38
De igual forma los niños que vivían en el centro
del pueblo vivían más de cerca los desfles cívicos,
las peregrinaciones religiosas,
el día del palo enceba-
do, cuando estaba chiquito es lo que me acuerdo yo que
esperaba, esa fecha
.
En el caso de Miguel Ángel Pérez, él vivía a
media cuadra de la plaza y del sitio donde preci-
samente se instalaba el tradicional palo ensebado
el 16 de septiembre. A partir de la construcción
del nuevo mercado municipal y que se cambió
de sede la escuela primaria Ignacio Villaseñor
Lazcano, en el centro del pueblo no quedó abierto
ningún centro de enseñanza pública. En el centro
también ubicaban a algunos de los personajes del
pueblo como Adán Clemente que era el encarga-
do de barrer la plaza, también a don Enrique que
trabaja con Soledad Villaseñor, y es el encargado
de repartir el periódico, y que cuando no había
teléfono en las casas, trabajaba como mensajero
desde la caseta para las llamadas de larga distan-
cia que estaba también instalada en la farmacia
Guadalupana.
Para quienes vivían en las orillas, la plaza o el
mercado no eran lugares con los que estuvieran muy
familiarizados porque
a la plaza por lo regular
(íba-
mos)
cada ocho días, los domingos en la noche, salíamos
en la mañana porque íbamos a acompañar a mi mamá al
mandado al mercado y ya de ahí pues, a misa primero,
luego ya después de misa al mercado…. ya después con
el tiempo, me dejaban que un rato a la vagancia, ya en la
noche a la plaza a andar jugando a ver qué.
39
La plaza del pueblo, los portales que la rodean
(nombres) y las calles aledañas en la última década
del siglo XX y en el umbral el siglo XXI han cam
-
biado su fsonomía a partir del tipo de comida que
se vende durante el día y la noche y donde también
puede apreciarse la modernidad culinaria que llegó
hasta el paladar de los tulenses.
Ya iba uno para el centro, porque allá vendían puras
cosas, tacos, hamburguesas, pizzas y variedades. Yo iba
casi todos los días, especialmente los domingos.
40
En ese mismo sitio, antes de que se construyera
el mercado municipal, también se ubicaban los pues-
tos donde vendían las verduras, estaban instalados
los carniceros, puestos de tortas, y
había unos árboles
grandes, unos fresnos muy grandes alrededor, unos na-
ranjos y la plaza estaba enladrillada pero ya muy carcomi-
dos los ladrillos.
41
La percepción que se tenga del espacio juega un
papel importante en su representación al momento
de rememorarlo, y ahí también se encuentra en rela-
ción directa con el tiempo, tanto socialmente como
de manera individual. En el caso de los migrantes
mexicanos entrevistados en Estados Unidos el espa-
cio también es representado a partir del sentido de
pertenencia que provoca el vivir fuera del pueblo.
La representación de ese espacio se encuentra en
el reconocimiento del “yo” en mi entorno y con mi
entorno, llegando en ocasiones a romper barreras
geopolíticas y acortando distancias enormes. Sin em-
bargo, en muchas ocasiones continúan en el discurso
el aquí y el allá como marcos de referencia.
Por ejemplo, el espacio ha sido recreado en sus
relatos por lo signifcativo que podía llegar a ser
en alguna etapa en la vida de los entrevistados, de
manera que con relación al recuerdo sobre su lugar
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31
NOTAS
1
Paul Ricoeur,
La memoria, la historia y el olvido,
Buenos Aires,
Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 50.
2
Ídem,
p. 58.
3
Ídem,
p. 65.
4
Laura Velasco Ortiz, “Identidad y migración. Relato de vida”, en
Historia, Antropología y Fuentes Orales
, Nº 31, 2004, p. 94.
5
Laura Velasco Ortiz, “Migración e intelectuales indígenas en la
frontera Baja California-California” en María Eugenia Anguiano
Téllez y Miguel J. Hernández Madrid,
Migración internacional e
identidades cambiantes,
México, El Colegio de Michoacán-El Cole-
gio de la frontera norte, 2002, pp. 121-144; Laura Velasco Ortiz.
“Identidad y migración. Relato de vida”,
Historia, Antropología y
fuentes orales,
Nº 31, 3ª Época, 2004. pp. 75-98; Laura Velasco Ortiz
en
Desde que tengo memoria. Narrativas de identidad en indígenas
migrantes,
Tijuana, El Colegio de la frontera norte, CONACULTA-
FONCA, 2005.
6
Velasco Ortiz,
op. cit.
2004, p. 75.
7
Federico Besserer,
Moisés Cruz. Historia de un transmigrante,
Méxi-
co, Universidad Autónoma de Sinaloa, Universidad Autónoma
Metropolitana, 1999; Federico Besserer.
Topografías transnacionales.
Hacia una geografía de la vida transnacional,
México, Universidad
Autónoma Metropolitana, Plaza y Valdes Editores, 2004.
8
Fernand Braudel,
La identidad de Francia. El espacio y la historia,
Traducción Alberto Luis Bixio, Barcelona, 1993, p. 48.
9
Entrevista con Miguel Ambrosio Contreras realizada por Ana Ma-
ría de la O Castellanos en Unión de Tula, el 12 de agosto de 2006.
10
Entrevista con Jorge Brambila Torres realizada por Ana María
de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte, el 10 de
noviembre de 2004.
11
Ídem.
12
Ídem.
13
Entrevista con Alonso Torres Ramos realizada por Ana María
de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte, el 11 de
noviembre de 2004.
14
Ibíd.
15
Ídem.
16
Entrevista con Jorge Brambila Torres.
17
Entrevista con Alonso Torres Ramos.
18
Entrevista con Jorge Brambila Torres.
19
Ibíd.
20
Entrevista con Miguel Ambrosio Contreras…
21
Entrevista con Rigoberto Dueñas Ponce realizada por Ana María
de la O Castellanos en Unión de Tula, Jalisco, el 19 de abril de
2006.
22
Entrevista con Miguel Ambrosio Contreras…
23
Entrevista con José de Jesús Chagollán García realizada por Ana
María de la O Castellanos en Unión de Tula, Jalisco, el 17 de abril
de 2006.
La percepción que se
tenga del espacio juega un
papel importante en su representa-
ción al momento de rememorarlo,
y ahí también se encuentra en
relación directa con el tiempo,
tanto socialmente como de manera
individual.
de origen y que se corresponde con una etapa de
su vida: la niñez y parte de su adolescencia.
Cabe señalar que el “aquí”, que se ha conver-
tido en su referente actual, es el lugar donde fue-
ron entrevistados en Carolina del Norte, es decir,
se incluye al “ahora” que encierra
las circunstancias cotidianas que
viven y que incluyen desde la
mismísima situación migrato-
ria en la que se encuentran o
el reconocimiento dentro de
la misma comunidad tulense,
entre otros. Mientras que el
“allá” es la representación de lo
que han dejado en su lugar de
origen, una parte de su historia
que se resignifca por la distancia
del tiempo, de los hechos vividos, el
sitio desde donde se encuentran parados y la rela-
ción que guardan con Unión de Tula. El “aquí” y
el “allá” se resignifcan mutuamente a partir de las
vivencias y el recuerdo de los propios migrantes.
Los pasos recorridos pueden entenderse a partir
de que no se “localizan” sino que se espacializan.
42
El acto de enunciar los caminos recorridos
conduce también a procesos de apropiación donde
se desarrollan relaciones diferenciadas. Michael
de Certeau afrma que el aquí y el
allá son una marca indicativa
de una “apropiación presente
del espacio mediante un ‘yo’,
tiene igualmente como función
implementar otro relativo a este
‘yo’ e instaurar así una articula
-
ción conjuntiva y disyuntiva de
sitios”.
43
El concepto de espacio
en estos términos se define
como “el efecto producido por
las operaciones que lo orientan,
lo circunstancian, lo temporalizan y lo llevan
a funcionar como una unidad polivalente de
programas conflictuales o de proximidades
contractuales”.
44
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32
24
Entrevista con Marco Antonio Solís Ochoa realizada por Ana
María de la O Castellanos en Moorsville, Carolina del Norte, el 22
de noviembre de 2006.
25
Entrevista con Miguel Ambrosio Contreras…
26
Entrevista con Pedro César Santillán Sahagún realizada por Ana
María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte los
días 20 de noviembre de 2003 y 11 de noviembre de 2004.
27
Ibíd.
28
Entrevista con Heriberto Araiza Figueroa realizada por Ana
María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte el 20
de noviembre de 2006.
29
Entrevista con Ismael Bernal García realizada por Ana María
de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte, el 22 de
noviembre de 2006.
30
Ibíd.
31
Ídem.
32
Ídem.
33
Ídem.
34
Ídem.
35
Ídem.
36
Entrevista con Rigoberto Dueñas Ponce.
37
Ibíd.
38
Ídem.
39
Entrevista con Ismael Bernal García.
40
Entrevista con Marco Antonio Solís Ochoa.
41
Entrevista con Miguel Ambrosio Contreras.
42
Michael de Certeau,
La invención de lo cotidiano. 1 Artes de hacer,
Trad. Alejandro Pescador, México, Universidad Iberoamericana,
ITESO- CEMCA, 1996, p. 109.
43
Ídem
, p. 111.
44
Íbid.
ENTREVISTAS
Entrevista con Miguel Ambrosio Contreras realizada por Ana Ma-
ría de la O Castellanos en Unión de Tula, el 12 de agosto de 2006.
Entrevista con Jorge Brambila Torres realizada por Ana María
de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte, el 10 de
noviembre de 2004.
Entrevista con Alonso Torres Ramos realizada por Ana María
de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte, el 11 de
noviembre de 2004.
Entrevista con Rigoberto Dueñas Ponce realizada por Ana María
de la O Castellanos en Unión de Tula, Jalisco, el 19 de abril
de 2006.
Entrevista con José de Jesús Chagollán García realizada por Ana
María de la O Castellanos en Unión de Tula, Jalisco, el 17 de abril
de 2006.
Entrevista con Marco Antonio Solís Ochoa realizada por Ana
María de la O Castellanos en Moorsville, Carolina del Norte, el 22
de noviembre de 2006.
Entrevista con Pedro César Santillán Sahagún realizada por Ana
María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte los
días 20 de noviembre de 2003 y 11 de noviembre de 2004.
Entrevista con Heriberto Araiza Figueroa realizada por Ana
María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte el 20
de noviembre de 2006.
Entrevista con Ismael Bernal García realizada por Ana María de la
O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte, el 22 de
noviembre.
BIBLIOGRAFÍA
Besserer, Federico,
Moisés Cruz. Historia de un transmigrante,
Méxi-
co: Universidad Autónoma de Sinaloa, Universidad Autónoma
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litana, Plaza y Valdes Editores, 2004.
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traducción de Alberto Luis Bixio, Barcelona, 1993, p. 48.
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Historia, Antropología y fuentes orales,
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pp. 75-98.
Velasco Ortiz, Laura,
Desde que tengo memoria. Narrativas de identi-
dad en indígenas migrantes,
Tijuana, El Colegio de la frontera norte,
CONACULTA -FONCA, 2005.
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33
O espaço e suas represen-
tações na memória dos
emigrantes mexicanos na
Carolina do Norte
Ana María de la O Castellanos
A migração internacional de mexicanos
aos Estados Unidos se converteu num
dos principais fenômenos da história
contemporânea do México. A partir dos
testemunhos orais e as histórias de vida
de quão sujeitos viveram este processo se
resgatam as experiências individuais de
diversas gerações que chegam a explicar a
complexidade que encerra. Precisamente,
a partir da análise do discurso podem
conhecê-las motivações e representações
que do espaço social guardam os emigran-
tes em sua memória. Por isso no trabalho
que apresentarei proponho analisar as
fontes orais que recuperei que emigrantes
oriundos do Ocidente do México onde se
inclui a recreação do espaço de origem,
a representação da fronteira a partir do
cruzamento e os lugares do destino que
vão de Califórnia, na costa oeste, até a Ca-
rolina do Norte, na costa Leste dos Estados
Unidos. As percepções sobre o espaço
percorrido, cruzado ou atracado denotam
“lugares” significativos em sua memória,
porque neles se inclui do lugar de partida
associado ao lugar de origem os caminhos
percorridos, os destinos intermédios ou
finais e as vivências em cada um deles. Es-
tas vivências passadas se externam através
da lembrança e do relato.
L’espace et ses représenta-
tions dans la mémoire des
immigrants mexicains en
Caroline du Nord
Ana María de la O Castellanos
L’immigration de Mexicains aux États-Unis
s’est convertie en l’un des phénomènes
principaux de l’histoire contemporaine
du Mexique. À partir des témoignages
oraux et des histoires de vie des sujets
qui ont vécu ce processus, sont recueillies
les expériences individuelles de diverses
générations qui parviennent à expliquer la
complexité existante. Précisément, à partir
de l’analyse du discours on peut connaître
les motivations et les représentations de
l’espace social que les immigrants gardent
dans leurs mémoires. Donc, je me propose
d’analyser les sources orales que j’ai re-
cueillies auprès d’immigrants originaires de
l’ouest du Mexique qui inclut la recréation
de l’espace d’origine, la représentation de la
frontière à partir de son franchissement et
les lieux de destination (de la Californie, sur
la côte ouest, jusqu’à la Caroline du Nord,
sur la côte Est des États-Unis). Les percep-
tions à propos de l’espace parcouru, franchi
ou accompli dénotent des “lieux” signifi-
catifs dans leurs mémoires, parce qu’en
eux sont inclus le lieu de départ associé au
lieu d’origine, les chemins parcourus, les
destinations intermédiaires ou finales et les
expériences dans chacun d’eux. Ces expéri-
ences passées sont extériorisées à travers le
souvenir et le récit.
The space and its
representations in the
memory of the Mexican
migrants in North Carolina
Ana María de la O Castellanos
The immigration of Mexican people to The
United States has turned in one of the main
phenomena of the contemporary history of
Mexico. Starting the oral testimonies and life
stories of the people that have lived through
this process, the individual experiences of
diverse generations are rescued to explain
the complexity that they have. Precisely,
starting from the analysis of the speech the
motivations and representations that the
social space keeps the migrants guard in this
memory can be known. For that in the work
I will present, I intend to analyze the oral
sources that I have recovered of migrants
native to the West of Mexico the recreation of
the space of origin is included, the represen-
tation of the border from the crossing and the
places of destination that goes from California
in the west coast, to North Carolina, on the
east coast of the United States. The percep-
tions of crossed or arrived space shows
“places” in their memory, because in them it’s
included from the place departure associated
with the place of origin in the crossed ways,
the intermediate or final destinations and the
experiences in each one of them. These past
experiences are shown through the reminds
and their narrations.
33