image/svg+xml221. La construcción social del espacio: la memoria y el espacioEl recuerdo es esa imagen que ha quedado gra-bada en una parte del cerebro de los sujetos y que de alguna manera es la representación que se tiene del pasado. La búsqueda de ese recuerdo “muestra efectivamente una de las fnalidades principales del acto de la memoria: luchar contra el olvido, arrancar algunas migajas de recuerdo a la ‘rapacidad’ del tiempo”.1Desde aquí se desprende la dimensión temporal pero también la espacial del recuerdo, porque el espacio como una representación de la memoria también ofrece un flón para el análisis de los relatos orales. Así, la memoria corporal, defnida por Paul Ri-coeur, puede ser actuada, como todos los hábitos, y se adapta a todas las variantes del sentimiento de fa-miliaridad o extrañeza. Pero hay pruebas que vienen del pasado, enfermedades, heridas o traumatismos, y que invitan a la memoria corporal a fjarse en inci-dentes precisos que apelan fundamentalmente a la rememoración y llevan a la creación de un relato. La memoria corporalestá poblada de recuerdos afectados de diferentes grados de distanciamiento temporal. El momento del despertar, “es propicio para el retorno de las cosas y de los seres al lugar que la vigilia les había asignado en el espacio y en el tiempo”.2En el lenguaje de la gente del campo en el Occidente de México era común escuchar el “ya se recordó” (ya se despertó), “que se recuerde temprano” (que se despierte temprano), “recuérdalo” (despiértalo). Esta memoria corporalse encuentra ligada a la memoria de los lugares, enunciada también por Ricoeur, a través de actos que el individuo realiza como son el orientarse, desplazarse o vivir en… Las personas, las cosas, las situaciones recordadas siempre se encuentran asociadas a lugares. Los acon-tecimientos relatados por los sujetos ofrecen también el sentido de ubicuidad de las personas. Los lugares de la memoria funcionan como indicios de la rememoración, y ofrecen también un apoyo a la memoria contra el olvido. Los lugares “permanecen” en inscripciones, monumentos o do-cumentos, mientras que los recuerdos que se evocan de manera oral pueden irse con el tiempo. El vínculo entre el recuerdo y el lugar plantea un punto de unión entre la memoria y la historia: la datación y la localización muestran, a decir de Ricoeur, el vínculo inseparable entre la problemática del tiempo y del espacio. El acto de vivir en… constituye el vínculo entre la fecha y el lugar. Los lugares habitados son reme-morables, los recorridos y desplazamientos sirven de ayuda a la memoria para ubicar cosas que se vivie-ron en ellos. “Lo que legitima la desimplicación del espacio y del tiempo de su forma objetivada, es el vínculo trabado entre memoria corporal y memoria de los lugares. El cuerpo constituye el lugar primor-El espacio y sus representaciones en la memoria de los migrantes mexicanos en Carolina del Norte
image/svg+xml23dial, el aquí, respecto del cual los otros lugares están allí… es completa la simetría entre espacialidad y temporalidad: “aquí” y “ahora” ocupan el mismo rango, al lado del “yo”, “tú”, “él” y ella”.3Estas refexiones necesariamente se consideran en los relatos de los migrantes. Las percepciones acerca del espacio recorrido, cruzado o arribado, denotan “lugares” signifcativos en su memoria, porque en ellos se incluye desde el lugar de partida asociado al lugar de origen, los caminos recorridos, los destinos intermedios o fnales y las vivencias en cada uno de ellos. Las vivencias pasadas se externan a través del recuerdo y del relato. En ese sentido la rememoración de un migrante puede variar también del lugar desde donde esté “parado”. Las vivencias pueden ser únicas pero la rememoración será distinta si se externa en Estados Unidos o en México. Laura Velasco Ortiz, quien también trabaja con relatos de migrantes mexicanos, a partir de las entrevistas a activistas triquis y zapotecos en Estados Unidos, plantea una “memoria geoespacial” o “las huellas de la geografía de la dispersión”. Con esta denomi-nación se refere un tipo de memoria que permite la reconstrucción de historias a través de los lugares que el entrevistado va recordando y que se han vuelto signifcativos. De esta manera “la experiencia de la migración tiñe el relato de una localización múltiple, la cual se expresa en el uso recurrente de los adverbios de tiempo y lugar: antesy entonces o el aquíy allá.”4En sus escritos Laura Velasco Ortiz5desentraña los relatos de vida y analiza la articulación de las relaciones sociales, el tiempo y el espacio, y cómo se expresan en la narrativa de la identidad colectiva. Esta autora afrma que “a través del relato de vida el individuo recrea su identidad, sin desvincularse completamente de la experiencia de las relaciones sociales en un espacio y tiempo específcos”.6Por otra parte, el trabajo que ha realizado Fe-derico Besserer con los relatos de migrantes mexica-nos, abre la posibilidad de concebir el espacio como categoría social que se puede construir a partir de los testimonios. La historia de vida de Moisés Cruz,7recuperada por este autor, le permite discutir con-ceptos tales como lo “transnacional” o lo “interna-cional” y hacer una propuesta teórica que ha titula-do “topografías transnacionales”. En realidad, lo que se plantea es una forma de ampliar la representación geográfca y los signifcados que se atribuyen al espacio explorando las principales prácticas y con-fictos culturales. Tanto Besserer como Velasco trabajan con tes-timonios de migrantes mixtecos y los relatos de estos sujetos les permiten refexionar en torno a conceptos teóricos relacionados con la concepción del espacio como construcción social. A partir de las propuestas de Ortiz y Besserer, he buscado recuperar algunos relatos que permi-tieran discutir la noción de espacio en la memoria de los migrantes en Carolina del Norte y que he entre-vistado en los últimos tres años. El ejercicio que aquí me permite analizar la representación del espacio en el discurso de los migrantes mexicanos es precisamente la descripción que ofrecieron del espacio de Unión de Tula, pueblo mexicano del que son oriundos. Para ello se consi-deraron precisamente las diversas representaciones que ofrecen los relatos testimoniales de los migran-tes tulenses. 2. Recreación del espacio histórico de Unión de TulaEn este apartado se busca explicar el espacio que he denominado “comarca de Unión de Tula”; se entiende la comarca como una construcción histó-rico-cultural entretejida por las relaciones sociales y económicas que ahí se desarrollaban. Es impor-tante señalar que el espacio que a continuación se Autora Ana María de la O Castellanos Universidad de Guadalajara (México)El espacio y sus representaciones en la memoria de los...Las percepciones acerca del espacio recorrido, cruzado o arribado, denotan “lugares” signi-ficativos en su memoria, porque en ellos se incluye desde el lugar de partida asociado al lugar de origen, los caminos recorridos, los destinos intermedios o finales y las vivencias en cada uno de ellos.
image/svg+xml24presenta se ha recreado a partir de la memoria de los entrevistados y en su mayor parte provienen de las experiencias que vivieron durante su niñez. Por ello se recuerda y se recrea un espacio del que se apropiaban los niños que luego siendo jóvenes emigraron a Estados Unidos. Por ello los lugares que aquí se describen se encuentran doblemente resig-nifcados porque son los que se vivieron durante la niñez, pero que ahora son recordados desde Caroli-na del Norte y se extrañan hasta el punto de lograr una descripción donde abunda la percepción de los olores, los sonidos o lo que en su momento fue registrado por los demás sentidos de las relaciones de los sujetos con el medio ambiente y la sociedad que los rodeaba. Unión de Tula se encuentra asentada en el Occidente de México, en el Estado de Jalisco, actual-mente se ubica en la mitad del camino que va de la ciudad de Guadalajara a Barra de Navidad en la cos-ta del Pacífco, a una distancia aproximada de 158 ki-lómetros de cada uno de ellos. Este pueblo se fundó en el umbral del siglo XIX. Doscientos años más tar-de, resulta sorprendente, en el tenor de la migración, que en la primera acta relativa a su fundación de fe-cha 10 de octubre de 1820, uno de los dos argumen-tos principales para proponer la conformación de un nuevo núcleo de población por parte de los llamados “vecinos de la jurisdicción”, apuntaba a que se debía evitar la migración de los trabajadores agrícolas de las haciendas circunvecinas, que entonces tenían como cabecera al pueblo indígena de Ixtlahuacan de Santiago. En ese tenor, la historia de los pobladores de Unión de Tula se encuentra íntimamente ligada al tema de la migración. Los descendientes de esas familias que hace dos siglos decidieron no emigrar y quedarse a fundar esta nueva congregación, a partir de la segunda mitad del siglo XX empezaron a emigrar hacia regiones de los Estados Unidos de América. En aquellos años todavía formaban parte de México. A nueve años de fundada, en 1830, Unión de Tula aglutinaba a casi la mitad de los pobladores de la comarca. Nos referimos a la comarca que se autodefne dentro del concepto de frontera entre pequeños terruños y que es posible defnirlo porque “dentro del paisaje de sus actividades cotidianas, los agricultores pueden trazar esos límites: más allá del pequeño curso de agua, pasado el bosque, más allá del collado, comienza otra tierra”8. Afrma el propio Fernand Braudel, en coincidencia con don Luis Gon-zález, que puede entenderse como una envoltura en cuyo interior se relaciona la casa, con el clima, el suelo, la organización de la aldea y con los tipos de producción a lo que cabría agregar su propia confor-mación histórica. A partir de estos elementos señalados tanto por González como por Braudel, se interpretará el es-pacio descripto y recreado en los testimonios de los migrantes que actualmente se encuentran viviendo en Carolina del Norte. Cabe señalar que se busca una descripción del espacio que ha sido recorrido y pisado por ellos, sumando a ello una explicación de la conformación histórica de esta comarca. La comarca misma se encuentra reconocida en los testimonios de los migrantes que sin reconocer límites municipales, establecen sus propias fronte-ras a partir del sentido de ubicuidad, los caminos reconocidos o el trabajo desarrollado, la geografía perdida, los cambios en los paisajes, etcétera. Los movimientos de población dentro de este mismo espacio tuvieron múltiples orígenes, podía ser la escuela, el trabajo, la familia, o porque fueron de-salojados debido a la construcción de alguna de las presas que durante el siglo XX se levantaron en este territorio: Tacotán, Alcaparrosa, Trigomil y Santa Rosa. En este último lugar había un ranchito, había unas pocas casas y al otro lado le nombraban La Cañada, había otro ranchito que ya desapareció.9La construcción de estos embalses, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX cambiaron el paisaje de la comarca: se presentaron movimientos de población rural hacia el núcleo urbano, se construyeron nuevos núcleos de población, se cambiaron los cultivos, se modifcó el cauce del río y las actividades económicas que ahí se desarrollaban y que ahora también son descriptas por los migrantes en sus testimonios desde Carolina del Norte. A fnes de la década de los años ochenta y prin-cipios de los noventa a Unión de Tula llegó la com-pañía ICA encargada de construir la presa Trigomil, después nombrada Ramón Corona, y con ello se modifcó en parte el espacio de la comarca de Unión
image/svg+xml25de Tula. Se arreglaron los dos caminos vecinales que conducían hasta las comunidades asentadas en las márgenes del río Ayuquila sobre el que se construyó dicho embalse. Sin embargo, poco antes de concluir los trabajos tanto de la presa como de la nueva colonia, durante la segunda semana de enero de 1992, y a raíz del fenómeno climático de la corriente de El Niño, se inundaron los campos y potreros del Valle de Unión de Tula. Primero llegaron noticias de que la presa de Tacotán, que se encuentra sobre el mismo cauce del Ayuquila, pero río arriba de Trigomil, se había desbordado, y esta última presa, que auguraban se iba a llenar en cuatro o cinco años, se llenó en cinco días. A raíz de esta precipitada inundación, los habitantes de los ranchos que se ubicaban en las partes altas acudieron en auxilio de sus vecinos más próximos que vivían en las comunidades que iban a ser reubicadas. Esa experiencia también la vivieron siendo niños algunos de los migrantes que actual-mente viven en Carolina del Norte, Jorge Brambila recuerda que:…sí, conocía muy bien los ranchos, y nos habíamos dado cuenta que se habían cerrado las cortinas de la presa y como estuvo lloviendo mucho, fueron cinco o seis días, luego pensamos que iba a estar subiendo el agua. Nos subimos arriba de un cerro y desde ahí divisábamos que el agua iba subiendo y nos fuimos a caballo a ayudarle a la gente porque pensábamos, nos imaginábamos que la gente se estaba inundando.10Se percataron del peligro en que se encontraban los habitantes de los ranchos vecinos, de manera que cuando la presa, nosotros fuimos a ayudarle a la gente a salirse, a sacar las pocas pertenencias que tenían anduvi-mos muchos de ahí del rancho[del Salto de la Latilla] ayudándole a la gente. Cuando estaba subiendo el agua, eran familias numerosas de hermanos, tíos, eran ranchos de familias unidas.”11Esta última referencia nos permite apreciar las relaciones que se guardaba en los ranchos que aún permanecen con una población dinámica dentro de la comarca.El espacio diferenciado dentro de la comarca TulenseLa comarca constituida como un espacio social-mente habitado puede diferenciarse a partir de la apropiación que se tenga de él por sus actividades cotidianas, de recreación, de trabajo o aprendizajes que relatan los migrantes desde Carolina del Nor-te. Aquí no se alude únicamente al territorio comprendido dentro de los límites municipales de Unión de Tula, sino que las “fronteras” locales se establecen a partir de la “envoltura” que trazan los pasos de quienes recorren y constru-yen este espacio a partir de las relaciones de ida y vuelta que se establecen, y evidencian la movi-lidad de la misma gente.Ello lo ejemplifca la trayec-toria de vida que ha tenido Jorge Brambila Torres, que actualmente trabaja como chef del restaurante “Zapata’s” en Charlotte (Valentaín), y que nació en el rancho de Miraverde, en Unión de Tula, pero creció en El Salto de La Latilla, municipio de Ayu-tla, hasta la edad de diez años, luego al lado de su mamá se fue a vivir a la ciudad de Autlán donde cursó los dos últimos años de su primaria. En el um-bral de su adolescencia regresó al rancho, a casa de sus abuelos, a quienes les ayudaba en las tareas pro-pias del campo, ahí le empezó a gustar más el rancho y ahí ordeñaba las vacas, les daba de comery ayudaba en la siembra de maíz, fríjol, garbanzo y calabaza que es lo que se daba allá. También aprendió a elaborar un tipo de queso típico de la región como es la panela. La descripción del espacio en el que vivieron cuando eran niños, a partir de lo que ha quedado guardado en su memoria, se resignifca por la dis-tancia física del lugar y por el entorno desde donde actualmente se encuentran recordando. Para Jorge Brambila, llamado también “Chaparrito” entre el La descripción del espacio en el que vivieron cuando eran niños, a partir de lo que ha quedado guardado en su memoria, se resignifica por la distancia física del lugar y por el entorno desde donde actualmente se encuentran recordando.
image/svg+xml26grupos de trabajadores tulenses que son sus cote-rráneo el paisaje (de su rancho)es muy, muy bonito, tenemos un arroyo que cruza por medio rancho muy bo-nito, tiene una cascada, un salto por eso se llama el Salto La Latilla… un salto muy bonito, y lo extraño, lo extraño mucho, (porque)ahí nos íbamos a bañar, a sacar pesca-dos, se extraña todo eso. El lugar desde donde se encuentra rememoran-do le sirve para recrear su lugar de procedencia y también le permite contrastar el tipo de paisaje que ahora le rodea en Carolina: Aquí es muy diferente, aquí estamos en un área muy bien, muy bonita, allá es como sierra, no sé que tipo de paisaje será aquí. 12En sus vivencias no tiene parámetro para descri-bir el lugar donde actualmente se encuentra parado, además denota que por el tipo de trabajo que ahora realiza no tiene relación directa con la naturaleza, como cuando era niño y vivía en México. Por otra parte la descripción del rancho de San Cayetano, y que nos ofrece un trabajador mexicano del restaurante Don Pedro, nos permite conocer al-gunas características generales de los demás ranchos de la comarca. La gente casi toda se dedicaba a la agricultura y a la ganadería, yo nací y me crié en la hacienda, en la casa grande de San Cayetano, y básicamente mi vida era alrededor de ese lugar. San Cayetano ahora es bien diferente, ya está empedrado, antes todo era tierra, nada de empedrado… y una sola calle era la que entraba. De lo que recuerdo, antes no había luz pública, pues la pusieron después, cuando yo tenía como unos nueve o diez años. Cuando ya había luz, en cualquier lugar se pasaba uno jugando hasta las once o doce de la noche.13El agua potable y algunos otros servicios públi-cos, también se introdujeron muy tardíamente, no había drenajes, no había teléfono, no había nada de eso y el correo era con una sola persona, una sola dirección ya fja ahí,[luego] iba la gente y ahí se lo entregaban.14Actualmente los principales ranchos tienen la mayor parte de los servicios.Los juegos que realizaban los niños que vivían en los ranchos se inspiraban en la realidad más cercana que vivían y estaban muy relacionados con el campo:…yo me la llevaba todo el tiempo en el campo, en-tonces eran juegos más reales, o sea jugando en cosas de lo que era el campo, se puede decir, andábamos jugando entre la pastura, en pajas de pastura que había, entre el ganado, esos eran los juegos.15En los ranchos siempre se ha trabajado los siete días de la semana, porque el ganado come toda la se-mana. A lo largo de la misma, la gente del campo se levantaba a las seis de la mañana y a arrimar las vacar a ordeñar, acaba uno de ordeñar y anda uno desayunando o almorzando más bien a las ocho y media, nueve de la mañana para luego irse a trabajar al campo. Regresas a las dos de la tarde a comer, te regresas y hasta las seis y media, siete de la noche. El domingo se levanta uno a la misma hora a hacer la misma actividad y a descansar para luego ir a ver el ganado, a acomodar algún alambrado, es lo que se hace allá en el rancho. 16Las actividades que los migrantes desarrollaban en el campo se registraron a través de los sonidos, olores y colores que han quedado guardados en su memoria:Allá todo mundo se dedica a lo de agricultura y ga-nadería, entonces todo va alrededor de ahí, en la mañana desde las cinco, seis de la mañana lo primero que se escu-cha, lo primero que te despierta son los molinos de pas-tura, la gente moliendo maíz, eso y los carros de la gente que va a trabajar lo de siempre: al ganado y a la siembra. Los tractores, todo eso es en la mañana, por las tardes las campanadas de la iglesia a misa, el rosario en la tarde, y los (gritos de los niños) porque sí había muchos niños.17En los ranchos podían encontrarse las familias extensas, como por ejemplo en el mismo rancho de Miraverde o El Salto, este último es una sola fami-lia de puros Torres, había veintidós casas y todas eran de pura familia… una familia muy crecida ahí en el rancho.18
image/svg+xml27Los primeros en emigrar hacia Estados Unidos fueron los tíos mayores, y en consecuencia los nietos se quedaban ayudando a los abuelos en el trabajo y al caer la tarde, una vez terminadas las faenas, juga-ban con sus primos.Durante el regreso de los migrantes a sus luga-res de origen en los ranchos de la comarca de Unión de Tula, se percibía que llegaban con una manera diferente de vestirse, con el pelo largo, zapatos de plataforma y pantalones acampanados. Y la gente pos se reía de ellos, como iban vestidos, pero pos allá agarra-ban las costumbres que tenían en Estados Unidos.19Dentro de esta comarca se diferenciaban diversos espacios; por un lado, el pueblo con re-lación a los ranchos, ejemplo Unión de Tula y por otro, los espacios diferenciados dentro del mismo pueblo. En el pueblo de Unión de Tula, la localidad con mayor número de habitantes en la comarca, las ca-lles se encuentran perfectamente trazadas de forma rectilínea, todas las vías de esta cuadrícula reciben el nombre de los principales pueblos y estados de la República Mexicana. Sus calles principales son la avenida México y las calles Puebla, Jalisco y la Juá-rez, esta última permite que la excepción confrme la regla. Los edifcios que sobresalen en el recuerdo de los entrevistados son la iglesia, las escuelas, la plaza con su kiosco, la presidencia municipal, así como sus barrios y calles. De estas últimas señalan que:Siempre han sido como están, derechas. Este es uno de los pueblos que tiene las calles más derechas, no puedo decir que de todo el Estado de Jalisco, pero casi. Y yo me acuerdo que en aquellos años las calles estaban empedra-das, pero no en bóveda, y el canal lo tenían en medio de las calles y corría el agua por en medio, no por las orillas como ahora.20Recuerdo que Pedro Chagolla las hizo curvas y ya el agua corría por cada acera.21Había lo que es ahora el cuadro, ya ahora lo hicieron más grande. Antes las calles cruzaban por los dos lados (de la plaza) y alrededor había vendimias de toda clase: carnicerías, fruterías, verdulerías todas esas cosas y… que ropa y todo eso…22Estos cambios en el paisaje de su pueblo eran apreciados por aquellos que durante las décadas de los años cuarenta y cincuenta, después de trabajar un tiempo en los campos de California, regresaban a su comunidad de origen y con la posibilidad de contrastar el antes y el después, pero también el aquí y el allá, todo en medio del acto mismo de la migra-ción:Cuando era niño, pues el pueblo estaba muy pobre, muy pobre, el pueblo todo, (las casas y solares con)pu-ras paredes de adobe, ya cuando vine ya había el cambio de empedrado, tú ves que ya ha ido progresando. Ahora hasta los servicios los tiene uno todos.23A los migrantes que nacieron después de la década de los años setenta del siglo XX, y que ac-tualmente viven en Carolina del Norte les ha tocado también conocer la transformación de sus calles de una manera por demás dinámica. Éstas ya no sólo tenían un buen empedrado, sino que cuando eran niños la calle México era la única que estaba pavi-mentada, la segunda fue la calle Puebla ambas con concreto hidráulico. En los últimos seis años, y con el espíritu y discurso de “la modernización” se le co-locó un mal llamado pavimento de chapopote sobre el empedrado de las calles con mayor tráfco: Todas las calles, antes que les pusieran pavimento, eran de empedrado, siempre de empedrado todas las calles, nomás las principales, la México y la Puebla eran las pavimentadas. 24Los migrantes que tienen la oportunidad de ir y venir o estar un tiempo fuera relatan más los cam-bios del pueblo que luego toman como indicadores del progreso del pueblo. Durante el siglo XX, y de acuerdo con los pla-nos que ilustran la conformación del pueblo y las diversas formas de reconocimiento del espacio al interior del mismo podían diferenciarse seis barrios además del centro. En esta subdivisión se reconocían los barrios del Espinazo, La Parota, El Pepino, La Loma, La Cruz y El Paso Prieto. Para los niños que vivieron en Unión de Tula, antes de los años sesenta, es decir aquellos que en su juventud luego viajaron
image/svg+xml28o emigraron a Estados Unidos, la descripción del pueblo se realiza precisamente a partir de su entorno inmediato, que en el caso del pueblo es precisamente el barrio o la cuadra. Ello nos permite diferenciar al interior el espacio pueblerino: primero frente a los ranchos o comunidades más pequeñas y luego dentro de sí mismo, para de ahí recrearlo a partir de la ubicación espacial de quien lo habita: el centro, el barrio, las orillas. El barrio de El Paso Prieto se ubica al poniente del pueblo y también es uno de los llamados anti-guos o tradicionales. Aquí han vivido las familias Rodríguez, López, Valera, Pinzón, Núñez, Oliva, Torres, Michel, Arias, Sandoval, Martín del Campo, Santillán, entre otras. También ahí vivía Miguel Ambrosio Contreras, migrante de la década de los años cincuenta, en la casa paterna que se ubica por la calle Veracruz y que ha conservado su hermana Lupe, a quien además en el barrio se la conoce por-que durante varias décadas fue la catequista y en su casa impartía clases de corte y confección a algunas mujeres.En donde vive mi hermana Lupe, esa casa la com-praron mis padres…Yo recuerdo que como todo niño, jugábamos y andábamos en la calle. Ahí vivimos todo el tiempo, yo hasta la edad en que me casé ya me salí de la casa y anduve por ahí rentando algunos cuarti-tos poco tiempo, pero de ahí me dio por irme a Esta-dos Unidos, por la razón de lo económico. Ese barrio siempre fue feo todo el tiempo porque (había) pocas casas, los solares eran muy grandes, dos, tres casas en cada solar, nada más. El barrio era uno de los más oscuros que había, hasta la fecha, también está igual. Tiene menos luz.25Cabe destacar que de este barrio provienen migrantes de distintas generaciones: los que abrie-ron camino hacia California hasta los que ahora son propietarios o trabajan en restaurantes de comida mexicana en Carolina del Norte, Colorado, Nueva York y Massachusett. A esta última generación, de los jóvenes que nacieron alrededor del umbral de la década de los años setenta o fnales de los sesenta pertenecen: César Santillán, Saúl Rodríguez, Enrique “Pillín” Torres y José Arceo. Entre los migrantes en Carolina del Norte, tam-bién se recuerda a los vecinos que permanecieron en el pueblo y que luego son identifcados porque frecuentaban a los padres o porque cumplían un pa-pel social dentro del pueblo. En el caso de la familia Santillán estaba Chayo García que siempre ha sido ami-ga de mi mamá y que siempre es muy mencionada, ella es la que iba y nos inyectaba, nos curaba cuando estábamos malos, nos daba bebidas.26En este barrio, una de las tiendas más frecuenta-das por los niños de la época era la de “doña Virgi-nia” (de Martín del Campo), no recuerdan el nombre de la tienda, como sucedería con un niño de ciudad, pero sí por la referencia que guarda dentro del barrio. Pues así le decíamos “con doña Virginia”, no me acuerdo si tenía nombre o no, “vamos con doña Virginia”, íbamos a comprar dulces o juegos para jugar a “toma todo”, “cartas”, papitas, que Sabritas, que buñuelos se usaba mucho.27Otras tiendas frecuentadas eran las de Liborio, la de María de Jesús, la de Baro, la de don Félix Ló-pez y la única de la cual sí se recuerda el nombre: La Frontera. Al igual que la mayor parte de las familias tulenses, aquellas que vivían en este barrio también se dedicaban a la agricultura y la ganadería.La relación con otros barrios dependía de la cer-canía o no que mantuviera la casa en que se vivía en el pueblo, lo mismo que la que se tenía con el centro de la población. El reconocimiento y la apropiación del espacio en los barrios, los niños lo realizaban en sus recorridos de la casa a la escuela, en los juegos con los grupos de amigos, por el trabajo que reali-zaban y por los vecinos que podían reconocer en cualquier otro espacio fuera del mismo barrio. Yo me juntaba mucho con los Serrano y pues ahí(me la) pasaba diario, olía siempre a ganado, a vaca por-que ordeñaban. También hay un arroyo… Me tocó veces que no podíamos pasar porque estaba crecido ahí. Y(es que) estaba muy bajito el puente, y pues no podíamos ir a la escuela porque estaba ahí crecido.28Los niños del barrio El Pepino, al igual que de los otros barrios acostumbraban jugar a las escondi-
image/svg+xml29das, al fútbol, el béisbol, el volibol, el changalai, las canicas y los trompos. Las tiendas con mayor antigüedad y más tradicionales en el barrio son las que han quedado guardadas en la memoria de los migrantes y les sirve de referente porque en ocasiones ha cambiado la fsonomía de las casas y las calles, pero la tienda del barrio generalmente permanece abierta y con las novedades de lo que ha pasado entre un viaje y otro.Los barrios de La Loma y La Cruz se ubican en la parte nororiente del pueblo, y debido a sus carac-terísticas físicas por encontrarse en una loma con ca-lles muy empinadas resulta un tanto difícil diferenciarlos al momento de enunciarlos en los mismos entrevistados migrantes. De este espacio, recuerdan las subidas y bajadas de sus calles. Para Ismael Bernal en el recorrido de su casa a la escuela, no caminaba mucho, bajaba nomás la bajada de una pura loma. Atravesaba por el camposanto y ya estaba luego, luego la escue-la, iba con mis compañeros que se llamaban Alfredo y Miguel, (nos)íba-mos juntos a la escuela. Saliendo nomás derecho a la escuela, en cortito igual.29Durante muchos años este barrio también tenía varios solares o lotes baldíos, particularmente los que se encontraban cercanos a la carretera Guada-lajara-Barra de Navidad, había muchos lotes baldíos, antes donde estaba el lavado(de autos), la bodega de la “Superior”… todo estaba baldío, jugábamos todo el tiem-po ahí. Y ya ahorita pos ya está todo más construido ahí.30En este barrio, debido a su ubicación, de frente al canal del Vallado que conducía las aguas negras del pueblo y en lo alto de la loma, los olores peculia-res les llegaban por varios lados:Para acá, para arriba sí alcanzaban a llegar los olores de ahí del Vallado, y para acá para el lado del Cerrito, ya como hay muchas vacas, muchos animales, todo el tiempo también estaba el olor.31Para los niños que vivían por ese barrio y acu-dían a las escuelas que se encontraban en la orilla norte del pueblo, la Miguel Hidalgo y la Benito Juárez, el parque de la Alameda se convertía en el lugar más asiduo para jugar una vez que salían de la escuela. Nos íbamos por ahí, salíamos a la Alameda, a jugar fútbol, (también) en la Cruz se usaba mucho y jugábamos mucho ahí. La Alameda era el espacio recreativo más grande en el pueblo, antes de la construcción de la Unidad deportiva a principios de los años ochenta.Antes se me hacía más bonita porque pues se cuidaba más, ahí la regaban y es puro pasto, ahorita ya le metieron también cancha, pero si jugábamos a gusto, ahí tiraba uno.(Ahora) ya es muy diferente, en vez de jugar ya van a tomar, ahí nomás a hacer puros desmanes.32En la Alameda se juntaban los grupos de niños para jugar, deno-minados asimismo “camada” o “pura racilla” porque ha sido un lugar muy asiduo por gente de todas las edades y de diversos barrios, muchos de ahí de abajo del Espinazo también venían para acá, gente del Paso Prieto. Y ya nos juntábamos la mayo-ría de raza a jugar fútbol.33En el caso del parque de la Cruz ubicado tam-bién en el barrio de La Loma, los niños lo recuerdan por los juegos que ahí se encontraban instalados, así como las primeras canchas de básquetbol que se construyeron en un parque público. Pos también se me hacía bonito porque todavía en ese tiempo jalaban los columpios, se paseaba uno, jugaba fútbol uno, que el básquet porque estaban las canastas ahí, mucha raza, disfrutábamos mucho jugar ahí.34Los sonidos que se escuchaban por el barrio eran los del gas que hacían chocar los cilindros para anunciar que por ahí andaban, los que juntaban los botes de aluminio y los que andaban con la troca vendiendo verduras.35El reconocimiento y la apropiación del espacio en los barrios, los niños lo realizaban en sus recorridos de la casa a la escuela, en los juegos con los gru-pos de amigos, por el trabajo que realizaban y por los vecinos que podían reconocer en cualquier otro espacio fuera del mismo barrio.
image/svg+xml30El Centro o primer cuadro lo constituyen la pla-za Donato Guerra o jardín principal, los portales, la presidencia municipal, el mercado, el templo parro-quial, las principales ofcinas de servicios públicos como el telégrafo y el correo, el juzgado, las tiendas grandes, las farmacias, las panaderías, las cantinas y el banco además de los puestos que tradicional-mente se han ubicado durante algunas horas en la denominada “plaza”.Para los niños que vivían en las manzanas o calles que rodeaban la plaza, esta se convirtió en el espacio de sus juegos.Nosotros como niños que corríamos, mi compadre Enrique Santos y yo corríamos ahí en el cuadro, y así era la infancia muy bonita para nosotros.36Este espacio que puede considerarse el centro del pueblo también es recordado por los sonidos de las campanas de la iglesia, cuando llamaban a misa, la música los domingos que había serenata, dábamos vuelta en el jardín.37Otros sonidos que se escuchaban eranlos de las propagandas que llegaban y cuando llegaba el circo.38De igual forma los niños que vivían en el centro del pueblo vivían más de cerca los desfles cívicos, las peregrinaciones religiosas, el día del palo enceba-do, cuando estaba chiquito es lo que me acuerdo yo que esperaba, esa fecha. En el caso de Miguel Ángel Pérez, él vivía a media cuadra de la plaza y del sitio donde preci-samente se instalaba el tradicional palo ensebado el 16 de septiembre. A partir de la construcción del nuevo mercado municipal y que se cambió de sede la escuela primaria Ignacio Villaseñor Lazcano, en el centro del pueblo no quedó abierto ningún centro de enseñanza pública. En el centro también ubicaban a algunos de los personajes del pueblo como Adán Clemente que era el encarga-do de barrer la plaza, también a don Enrique que trabaja con Soledad Villaseñor, y es el encargado de repartir el periódico, y que cuando no había teléfono en las casas, trabajaba como mensajero desde la caseta para las llamadas de larga distan-cia que estaba también instalada en la farmacia Guadalupana. Para quienes vivían en las orillas, la plaza o el mercado no eran lugares con los que estuvieran muy familiarizados porque a la plaza por lo regular(íba-mos) cada ocho días, los domingos en la noche, salíamos en la mañana porque íbamos a acompañar a mi mamá al mandado al mercado y ya de ahí pues, a misa primero, luego ya después de misa al mercado…. ya después con el tiempo, me dejaban que un rato a la vagancia, ya en la noche a la plaza a andar jugando a ver qué.39La plaza del pueblo, los portales que la rodean (nombres) y las calles aledañas en la última década del siglo XX y en el umbral el siglo XXI han cam-biado su fsonomía a partir del tipo de comida que se vende durante el día y la noche y donde también puede apreciarse la modernidad culinaria que llegó hasta el paladar de los tulenses.Ya iba uno para el centro, porque allá vendían puras cosas, tacos, hamburguesas, pizzas y variedades. Yo iba casi todos los días, especialmente los domingos.40En ese mismo sitio, antes de que se construyera el mercado municipal, también se ubicaban los pues-tos donde vendían las verduras, estaban instalados los carniceros, puestos de tortas, y había unos árboles grandes, unos fresnos muy grandes alrededor, unos na-ranjos y la plaza estaba enladrillada pero ya muy carcomi-dos los ladrillos.41La percepción que se tenga del espacio juega un papel importante en su representación al momento de rememorarlo, y ahí también se encuentra en rela-ción directa con el tiempo, tanto socialmente como de manera individual. En el caso de los migrantes mexicanos entrevistados en Estados Unidos el espa-cio también es representado a partir del sentido de pertenencia que provoca el vivir fuera del pueblo. La representación de ese espacio se encuentra en el reconocimiento del “yo” en mi entorno y con mi entorno, llegando en ocasiones a romper barreras geopolíticas y acortando distancias enormes. Sin em-bargo, en muchas ocasiones continúan en el discurso el aquí y el allá como marcos de referencia. Por ejemplo, el espacio ha sido recreado en sus relatos por lo signifcativo que podía llegar a ser en alguna etapa en la vida de los entrevistados, de manera que con relación al recuerdo sobre su lugar
image/svg+xml31NOTAS1Paul Ricoeur, La memoria, la historia y el olvido, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 50. 2Ídem, p. 58. 3 Ídem,p. 65.4 Laura Velasco Ortiz, “Identidad y migración. Relato de vida”, en Historia, Antropología y Fuentes Orales, Nº 31, 2004, p. 94.5 Laura Velasco Ortiz, “Migración e intelectuales indígenas en la frontera Baja California-California” en María Eugenia Anguiano Téllez y Miguel J. Hernández Madrid, Migración internacional e identidades cambiantes,México, El Colegio de Michoacán-El Cole-gio de la frontera norte, 2002, pp. 121-144; Laura Velasco Ortiz. “Identidad y migración. Relato de vida”, Historia, Antropología y fuentes orales, Nº 31, 3ª Época, 2004. pp. 75-98; Laura Velasco Ortiz en Desde que tengo memoria. Narrativas de identidad en indígenas migrantes,Tijuana, El Colegio de la frontera norte, CONACULTA-FONCA, 2005.6 Velasco Ortiz, op. cit. 2004, p. 75.7 Federico Besserer, Moisés Cruz. Historia de un transmigrante,Méxi-co, Universidad Autónoma de Sinaloa, Universidad Autónoma Metropolitana, 1999; Federico Besserer. Topografías transnacionales. Hacia una geografía de la vida transnacional,México, Universidad Autónoma Metropolitana, Plaza y Valdes Editores, 2004. 8Fernand Braudel, La identidad de Francia. El espacio y la historia,Traducción Alberto Luis Bixio, Barcelona, 1993, p. 48.9 Entrevista con Miguel Ambrosio Contreras realizada por Ana Ma-ría de la O Castellanos en Unión de Tula, el 12 de agosto de 2006. 10 Entrevista con Jorge Brambila Torres realizada por Ana María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte, el 10 de noviembre de 2004. 11Ídem.12Ídem.13Entrevista con Alonso Torres Ramos realizada por Ana María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte, el 11 de noviembre de 2004.14 Ibíd.15Ídem.16 Entrevista con Jorge Brambila Torres.17Entrevista con Alonso Torres Ramos.18 Entrevista con Jorge Brambila Torres.19 Ibíd.20 Entrevista con Miguel Ambrosio Contreras…21Entrevista con Rigoberto Dueñas Ponce realizada por Ana María de la O Castellanos en Unión de Tula, Jalisco, el 19 de abril de 2006. 22 Entrevista con Miguel Ambrosio Contreras…23Entrevista con José de Jesús Chagollán García realizada por Ana María de la O Castellanos en Unión de Tula, Jalisco, el 17 de abril de 2006.La percepción que se tenga del espacio juega un papel importante en su representa-ción al momento de rememorarlo, y ahí también se encuentra en relación directa con el tiempo, tanto socialmente como de manera individual. de origen y que se corresponde con una etapa de su vida: la niñez y parte de su adolescencia. Cabe señalar que el “aquí”, que se ha conver-tido en su referente actual, es el lugar donde fue-ron entrevistados en Carolina del Norte, es decir, se incluye al “ahora” que encierra las circunstancias cotidianas que viven y que incluyen desde la mismísima situación migrato-ria en la que se encuentran o el reconocimiento dentro de la misma comunidad tulense, entre otros. Mientras que el “allá” es la representación de lo que han dejado en su lugar de origen, una parte de su historia que se resignifca por la distancia del tiempo, de los hechos vividos, el sitio desde donde se encuentran parados y la rela-ción que guardan con Unión de Tula. El “aquí” y el “allá” se resignifcan mutuamente a partir de las vivencias y el recuerdo de los propios migrantes. Los pasos recorridos pueden entenderse a partir de que no se “localizan” sino que se espacializan.42El acto de enunciar los caminos recorridos conduce también a procesos de apropiación donde se desarrollan relaciones diferenciadas. Michael de Certeau afrma que el aquí y el allá son una marca indicativa de una “apropiación presente del espacio mediante un ‘yo’, tiene igualmente como función implementar otro relativo a este ‘yo’ e instaurar así una articula-ción conjuntiva y disyuntiva de sitios”.43El concepto de espacio en estos términos se define como “el efecto producido por las operaciones que lo orientan, lo circunstancian, lo temporalizan y lo llevan a funcionar como una unidad polivalente de programas conflictuales o de proximidades contractuales”.44
image/svg+xml3224Entrevista con Marco Antonio Solís Ochoa realizada por Ana María de la O Castellanos en Moorsville, Carolina del Norte, el 22 de noviembre de 2006.25Entrevista con Miguel Ambrosio Contreras…26Entrevista con Pedro César Santillán Sahagún realizada por Ana María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte los días 20 de noviembre de 2003 y 11 de noviembre de 2004.27Ibíd.28Entrevista con Heriberto Araiza Figueroa realizada por Ana María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte el 20 de noviembre de 2006. 29Entrevista con Ismael Bernal García realizada por Ana María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte, el 22 de noviembre de 2006.30Ibíd.31Ídem.32Ídem.33 Ídem.34Ídem.35Ídem.36Entrevista con Rigoberto Dueñas Ponce.37Ibíd.38 Ídem.39Entrevista con Ismael Bernal García.40Entrevista con Marco Antonio Solís Ochoa.41Entrevista con Miguel Ambrosio Contreras.42Michael de Certeau, La invención de lo cotidiano. 1 Artes de hacer,Trad. Alejandro Pescador, México, Universidad Iberoamericana, ITESO- CEMCA, 1996, p. 109.43Ídem, p. 111. 44Íbid.ENTREVISTASEntrevista con Miguel Ambrosio Contreras realizada por Ana Ma-ría de la O Castellanos en Unión de Tula, el 12 de agosto de 2006. Entrevista con Jorge Brambila Torres realizada por Ana María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte, el 10 de noviembre de 2004. Entrevista con Alonso Torres Ramos realizada por Ana María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte, el 11 de noviembre de 2004.Entrevista con Rigoberto Dueñas Ponce realizada por Ana María de la O Castellanos en Unión de Tula, Jalisco, el 19 de abril de 2006. Entrevista con José de Jesús Chagollán García realizada por Ana María de la O Castellanos en Unión de Tula, Jalisco, el 17 de abril de 2006.Entrevista con Marco Antonio Solís Ochoa realizada por Ana María de la O Castellanos en Moorsville, Carolina del Norte, el 22 de noviembre de 2006.Entrevista con Pedro César Santillán Sahagún realizada por Ana María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte los días 20 de noviembre de 2003 y 11 de noviembre de 2004.Entrevista con Heriberto Araiza Figueroa realizada por Ana María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte el 20 de noviembre de 2006. Entrevista con Ismael Bernal García realizada por Ana María de la O Castellanos en Charlotte, Carolina del Norte, el 22 de noviembre.BIBLIOGRAFÍABesserer, Federico, Moisés Cruz. Historia de un transmigrante,Méxi-co: Universidad Autónoma de Sinaloa, Universidad Autónoma Metropolitana, 1999. Besserer, Federico, Topografías transnacionales. Hacia una geografía de la vida transnacional,México, Universidad Autónoma Metropo-litana, Plaza y Valdes Editores, 2004. Braudel, Fernand, La identidad de Francia. El espacio y la historia,traducción de Alberto Luis Bixio, Barcelona, 1993, p. 48.Certeau, Michel de, La invención de lo cotidiano. Artes de hacer,tra-ducción de Alejandro Pescador, México, Universidad Iberoameri-cana, ITESO- CEMCA, 1996.Ricoeur, Paul, La memoria, la historia y el olvido, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004.Velasco Ortiz, Laura, “Migración e intelectuales indígenas en la frontera Baja California-California” en María Eugenia Anguiano Téllez y Miguel J. Hernández Madrid. Migración internacional e identidades cambiantes,México, El Colegio de Michoacán-El Cole-gio de la frontera norte, 2002, pp. 121-144.Velasco Ortiz, Laura, “Identidad y migración. Relato de vida” en Historia, Antropología y fuentes orales, Nº 31, 3ª Época, año 2004. pp. 75-98.Velasco Ortiz, Laura, Desde que tengo memoria. Narrativas de identi-dad en indígenas migrantes,Tijuana, El Colegio de la frontera norte, CONACULTA -FONCA, 2005.
image/svg+xml33O espaço e suas represen-tações na memória dos emigrantes mexicanos na Carolina do NorteAna María de la O CastellanosA migração internacional de mexicanos aos Estados Unidos se converteu num dos principais fenômenos da história contemporânea do México. A partir dos testemunhos orais e as histórias de vida de quão sujeitos viveram este processo se resgatam as experiências individuais de diversas gerações que chegam a explicar a complexidade que encerra. Precisamente, a partir da análise do discurso podem conhecê-las motivações e representações que do espaço social guardam os emigran-tes em sua memória. Por isso no trabalho que apresentarei proponho analisar as fontes orais que recuperei que emigrantes oriundos do Ocidente do México onde se inclui a recreação do espaço de origem, a representação da fronteira a partir do cruzamento e os lugares do destino que vão de Califórnia, na costa oeste, até a Ca-rolina do Norte, na costa Leste dos Estados Unidos. As percepções sobre o espaço percorrido, cruzado ou atracado denotam “lugares” significativos em sua memória, porque neles se inclui do lugar de partida associado ao lugar de origem os caminhos percorridos, os destinos intermédios ou finais e as vivências em cada um deles. Es-tas vivências passadas se externam através da lembrança e do relato.L’espace et ses représenta-tions dans la mémoire des immigrants mexicains en Caroline du NordAna María de la O CastellanosL’immigration de Mexicains aux États-Unis s’est convertie en l’un des phénomènes principaux de l’histoire contemporaine du Mexique. À partir des témoignages oraux et des histoires de vie des sujets qui ont vécu ce processus, sont recueillies les expériences individuelles de diverses générations qui parviennent à expliquer la complexité existante. Précisément, à partir de l’analyse du discours on peut connaître les motivations et les représentations de l’espace social que les immigrants gardent dans leurs mémoires. Donc, je me propose d’analyser les sources orales que j’ai re-cueillies auprès d’immigrants originaires de l’ouest du Mexique qui inclut la recréation de l’espace d’origine, la représentation de la frontière à partir de son franchissement et les lieux de destination (de la Californie, sur la côte ouest, jusqu’à la Caroline du Nord, sur la côte Est des États-Unis). Les percep-tions à propos de l’espace parcouru, franchi ou accompli dénotent des “lieux” signifi-catifs dans leurs mémoires, parce qu’en eux sont inclus le lieu de départ associé au lieu d’origine, les chemins parcourus, les destinations intermédiaires ou finales et les expériences dans chacun d’eux. Ces expéri-ences passées sont extériorisées à travers le souvenir et le récit.The space and its representations in the memory of the Mexican migrants in North CarolinaAna María de la O CastellanosThe immigration of Mexican people to The United States has turned in one of the main phenomena of the contemporary history of Mexico. Starting the oral testimonies and life stories of the people that have lived through this process, the individual experiences of diverse generations are rescued to explain the complexity that they have. Precisely, starting from the analysis of the speech the motivations and representations that the social space keeps the migrants guard in this memory can be known. For that in the work I will present, I intend to analyze the oral sources that I have recovered of migrants native to the West of Mexico the recreation of the space of origin is included, the represen-tation of the border from the crossing and the places of destination that goes from California in the west coast, to North Carolina, on the east coast of the United States. The percep-tions of crossed or arrived space shows “places” in their memory, because in them it’s included from the place departure associated with the place of origin in the crossed ways, the intermediate or final destinations and the experiences in each one of them. These past experiences are shown through the reminds and their narrations.33