image/svg+xmlVoces Recobradas46Voces Recobradas46IntroducciónLa negación sistemática del genocidio perpetrado por el Estado turco para con el pueblo armenio es un tópico recu-rrente en el discurso reivindicatorio de las comunidades ar-menias en el mundo y en la de la Argentina. Desde nuestro proyecto “El Genocidio Armenio. Memorias de la Diáspora” realizamos entrevistas a sobrevivientes y sus descendientes con el doble objetivo de rastrear sus memorias sociales y analizar la construcción de las mismas.Este trabajo da cuenta de la incidencia del negacionismoen la construcción de la identidad armenia en la Argentina, a través del análisis del discurso de los sobrevivientes que hemos entrevistado.Un primer objetivo de este proyecto apunta a historizar los usos y las diferencias del concepto negacionismo.A partir de esta contextualización, rastreamos las huellas del negacio-nismo en el relato de los sobrevivientes. Es así que abordamos la construcción discursiva de la subjetividad de los entrevistados para dar cuenta de la inciden-cia que el discurso negacionista ha tenido en la memoria de las víctimas. En esta dirección, un segundo objetivo es dar cuenta de aquellos elementos de la construcción de la identidad ar-menia que se constituyen en oposición al discurso ofcial del Estado turco, y cómo esto último confgura el sentido de arme-nidad.Este trabajo nos permite analizar cómo las marcas del negacionismo–en torno al prisma homogeneizador del Estado turco– contribuyen en forma paradójica, constante y dinámica a conformar la identidad de la comunidad armenia de la Ar-gentina.Contexto históricoLa existencia de los armenios en la estratégica región de los mares Caspio, Negro y Mediterráneo se menciona en fuen-tes griegas y persas desde el siglo VI antes de Cristo. Un mile-nio más tarde, la mayor parte de los territorios que ocupaban fueron incorporados al Imperio Otomano, siendo incluidos en una sociedad multiétnica y multirreligiosa, a través del deno-minado sistema millet. Por medio de este sistema se reconocía a los no musulmanes la posibilidad de practicar su religión, usar su lengua y preservar su cultura, pero como minoría cristiana debían aceptar su posición de inferioridad en calidad de súbdi-tos de segunda categoría. Así, se les imponía levas e impuestos especiales junto con la imposibilidad de prestar testimonio y la prohibición de portar armas. En ese período, un número im-portante de armenios se instaló en diferentes ciudades costeras como Constantinopla; sin embargo, la gran mayoría perma-neció en las tierras ancestrales cultivando los campos a través de una situación social de inferioridad y bajo el dominio de los turcos.En el siglo XIX comenzaron a operar una serie de cam-bios en esa situación; por un lado, se produjo un mayor debi-litamiento del Imperio Otomano. Por otra parte, se originó un renacimiento cultural armenio tanto en la lengua como en la literatura, la educación y en su prensa. Pese a esto último, las Los efectos del negacionismo en la construcción de la identidad armeniaa través de los relatos de sus sobrevivientesAndrea Melina Alaghiozian, Maida Lorena Diyarian, Alexis Papazian, Alejandro Schneider, Miguel Artin Tchilinguirian, Lucila Tossounian*
image/svg+xml47Revista de Historia OralRevista de Historia Oral47condiciones de la población armenia empeoraron. El campe-sinado se encontró en una situación de pauperización, fruto tanto de la corrupción de los funcionarios locales como de los fuertes tributos impositivos que pagaban. En este contexto se crearon las primeras organizaciones políticas de la colectividad abogando por la necesidad de protección ante la arbitrariedad del régimen; así nacieron el Partido Social Demócrata (Hen-chakian) y la Federación Revolucionaria Armenia (Tashnagt-zutiun).La respuesta del sultán frente a estas reivindicaciones fue la implementación de una feroz y sistemática política de terror: se aniquilaron las poblaciones de Sasún (1894) y Zeitún (1895), así como también se persiguió a los armenios en Constanti-nopla, Urfa, Erzerum y Sivas. El saldo de las víctimas de estos sucesos se estimó entre cien mil y trescientas mil personas. Según las investigaciones efectuadas, los numerosos pogromspresentaron un patrón similar: las tropas turcas irrumpían en las ciudades asesinando a la población; luego, ingresaban los batallones irregulares de kurdos saqueando las propiedades.Las medidas de exterminio del sultán respondieron a una serie de ob-jetivos bien delimitados. En primer lu-gar, se buscó reprimir con extrema vio-lencia a todo aquel grupo que abrigara esperanzas de algún tipo de cambio en el Imperio Otomano. En segunda ins-tancia, se trató de atemorizar a todos los armenios a fn de disuadirlos frente a cualquier tentativa de emancipación. En tercer término, se intentó disminuir el número de éstos en sus provincias his-tóricas. Por último, los gobernantes pretendieron mostrar a las potencias europeas el poderío de su régimen ante situaciones internas confictivas.En ese contexto, en la década de 1890, nació el Comité para la Unión y el Progreso. Años más tarde, en 1908, este gru-po –también denominado como los “Jóvenes Turcos”– pro-dujo una revolución en la que se restableció la constitución suspendida por el sultán, otorgándose a este último un papel simbólico en el régimen parlamentario. El movimiento de los Jóvenes Turcos adoptó rápidamente un claro sesgo nacionalis-ta. En este escenario se efectuaron las matanzas de armenios de 1909, en las que participaron tanto los sectores leales al sultán como los integrantes de los Jóvenes Turcos. Este panorama se completó en 1913, tras los desastrosos sucesos de la guerra de los Balcanes, cuando el sector ultra-nacionalista de los Jóvenes Turcos desplazó por medio de un golpe de Estado a los sectores liberales del movimiento. Los derechos de la minoría armenia desaparecieron en la nueva concepción de Estado, buscando crear una nación étnicamen-te uniforme, rechazando el sistema pluralista Otomano millet. El “panturquismo” tuvo como objetivo crear un vasto imperio homogéneo que uniese en un solo régimen a todos los habitan-tes del Imperio. Así, se sustituyó la devoción hacia el sultán y a Dios por una nueva entidad colectiva superior: la nación turca.La dictadura de los Jóvenes Turcos, frente al resultado ad-verso del conficto bélico iniciado en 1914, decidió reforzar su posición doméstica efectuando el plan de homogeneización de su población.Las etapas y la metodología empleadas para llevar a cabo el genocidio fueron efcazmente calculadas; en todo momen-to se buscó neutralizar cualquier intento de resistencia. En la práctica se efectuó un sistemático terrorismo de Estado. El primer objetivo de exterminio fue la población armenia mas-culina. Como se ha mencionado en reiteradas ocasiones, el propósito de aniquilar a los varones era, por un lado, evitar el nacimiento de una nueva generación de miembros de la colec-tividad; por el otro, facilitar la rápida matanza sobre el resto de la comunidad. En forma simultánea, el gobierno comenzó a arrestar a los líderes de la comunidad: clérigos, profesores, activistas po-líticos e importantes comerciantes fueron puestos en prisión. En la noche del 24 de abril de 1915 se detuvo a un signifcativo número de dirigentes armenios en Cons-tantinopla; se los deportó a Anatolia y se los ultimó. En Estambul más de dos mil dirigentes fueron capturados y encar-celados, la mayoría de ellos terminaron siendo ejecutados. Ninguno fue acusado de sabotaje, espionaje, ningún otro delito ni juzgados apropiadamente. Se buscó descabezar a la comunidad a fn de que ésta no se movilice ni se defenda. Con el asesinato de la población masculina y de sus líderes, el plan genocida pudo seguir su curso contra el res-to de la colectividad en el Imperio.La metodología para llevar a cabo el genocidio contra la población civil fue la deportación. El régimen dictatorial justifcaba la necesidad de las deportaciones masivas frente a una supuesta deslealtad y al potencial peligro que signifcaba la presencia de esta minoría durante el desarrollo de la guerra. La supuesta peligrosidad de una minoría cuya población mas-culina en edad de portar armas fue aniquilada, cuyos líderes intelectuales, religiosos y políticos fueron asesinados en masa, deja poco espacio para sostener el argumento de una conspira-ción insurgente generalizada como mecanismo disparador del genocidio; más bien, la deportación y la eliminación de la co-lectividad estuvieron planifcadas con anterioridad al confic-to bélico. La gran mayoría de la comunidad fue forzosamente removida desde Armenia y Anatolia a Siria, una gran parte de ella fue mandada al desierto para morir de hambre y sed. Las mujeres y los niños fueron raptados y brutalmente abusados, mientras que las propiedades y las riquezas fueron robadas por los gobernantes.El régimen deportó entre 1916 y 1918 alrededor de dos millones de armenios hacia los desiertos del sur de la Mesopo-Este trabajo nos permite analizar cómo las marcas del negacionismo –en torno al prisma homogeneizador del Estado turco– contribuyen en forma paradójica, constante y dinámica a conformar la identidad de la comunidad armenia de la Argentina.
image/svg+xmlVoces Recobradas48Voces Recobradas48tamia, cientos de miles de ellos murieron por inanición y por asesinatos en el camino. Tras la conclusión de la Primera Gue-rra Mundial, en Constantinopla, se efectuó un juicio donde se sentenció a los líderes del partido de los Jóvenes Turcos que ha-bían huido a Alemania. En forma concomitante, en esos años, comenzó a emerger un movimiento nacionalista liderado por Mustafá Kemal.A pesar del antecedente jurídico, el genocidio prosiguió. El gobierno kemalista continuó con las atrocidades. El régimen que nació tras los acuerdos y los armisticios se constituyó, en gran medida, con ofciales militares y burócratas que pasaron de la antigua administración a la nueva república. Desde sus inicios, el grupo dirigente se empeñó en modernizar y confor-mar un sólido Estado; para eso no dudó en aplicar una fuerte represión en su búsqueda del orden deseado. De manera para-lela, se propuso transformar el imperio multinacional en una nación homogénea donde no tendrían lugar otras culturas ni religiones. La adopción de medidas dictatoriales se constituía en un requisito indispensable para llevar a cabo la reconstrucción nacional del mo-derno Estado turco. En otras palabras, los nacionalistas opositores a los aliados y al gobierno del sultán compartieron con los Jóvenes Turcos la ideología de la exclusividad étnica y homogénea en el territorio. Entre 1920 y 1922 el gobierno kemalista aniquiló a las pocas pobla-ciones que aún sobrevivían en Marash, Hadjin, Aintab, entre otros sitios; que confaban en la protección por parte de los aliados de sus vidas y propiedades.En otros términos, el naciente Estado moderno turco se erigió sobre el asesinato y la persecución de los pobladores de Esmirna junto con el ataque a la república de Armenia y a otras ciudades pobladas por la colectividad en la región de Anatolia.Por último, por ley número 319 de la República Turca se los declaró inocentes a todos aquellos que habían sido conde-nados como criminales de guerra por los tribunales o jueces de cualquier tipo de fuero. Asimismo, en 1923, en el ámbito internacional, con la frma del Tratado de Lausana, la cuestión armenia dejó de ser mencionada. Ese mismo año, los nuevos gobernantes prohibieron para siempre el retorno de los arme-nios a sus territorios. La suerte de los sobrevivientes quedó se-llada, dispersándose en diferentes puntos del globo.Del discurso negacionista y sus usosA partir de la contextualización histórica descripta en el apartado anterior, pretendemos profundizar nuestro análisis en un concepto que ha sido (y es) funcional al discurso estatal turco, a la par que reconfgura y alimenta al discurso generado desde los sobrevivientes del genocidio armenio (tanto al dis-curso institucional como a la memoria personal). Nos referi-mos al negacionismo.El negacionismonace como una línea pseudohistoriográ-fca que revisa los hechos sucedidos en torno al Holocausto en relación con la actuación nazi. Esta corriente reinterpreta y re-lativiza el asesinato en masa generado por el Tercer Reich para con la minoría judía (entre otras) durante la Segunda Guerra Mundial. Los ejes centrales de esta corriente, básicamente, bus-can refutar la idea de sistematicidad planifcada en el accionar asesino contra los grupos minoritarios y pretenden poner en duda los aspectos cuantitativos en torno a la cantidad de víc-timas del régimen alemán. Los defensores de esta perspectiva tienden a incluir, dentro de un abanico de explicaciones funcio-nales a sus objetivos, los “benefcios” que obtuvieron los judíos a partir de la “propaganda” sobre el Holocausto y la conspira-ción proaliada, prosoviética o prosionista en detrimento de los intereses alemanes una vez fnalizada la guerra. Los orígenes de esta corriente son algo imprecisos, pero se señala a Paul Rassi-nier, quien publicó en 1964 Te Drama of the European Jews, como el iniciador de esta corriente. Claro está que el negacio-nismo no se circunscribe al genocidio perpetrado por los nazis contra el pueblo judío. De hecho, las postu-ras negacionistas podrían rastrearse en una gran variedad de crímenes de lesa humanidad llevados adelante por dife-rentes Estados en diferentes momentos y lugares de nuestra historia contempo-ránea. Los ejemplos se multiplican con cada acto criminal sobre el que se inda-gue. Negar la existencia de desaparecidoses, en el ámbito local, tan sólo la punta del iceberg de un discurso netamente negacionista. Nuestro análisis apunta a pensar las consecuencias del discurso negacionista desde el Estado turco para con el genocidio armenio. Pero antes de iniciar el mismo, creemos necesario explicitar la diferencia entre algunos ne-gacionismos más negacionistasque otros. Nos referimos a la diferencia cualitativa en torno al lugar de enunciación desde el cual se niega un acto. Mientras que el negacionismo del ge-nocidio judío surge desde diferentes grupos políticos o sectores académicos que se identifcan con un fuerte sentimiento an-tisemita y que tienden a quedar aislados en pequeñas esferas de infuencia, el genocidio armenio (como otros) es enunciado desde el mismo Estado perpetrador. El poder discursivo de la institución estatal es cualitativamente diferencial al de otras instituciones y, más aún, de la opinión personal de algúninves-tigadoraislado. El Estado actúa como una metainstitución ca-paz de penetrar a todas las instituciones al interior del espacio que controla (Deleuze y Guattari, 1987), a la par que se repro-duce en ámbitos internacionales con mayor fuerza y efcacia en torno a las relaciones diplomáticas entre pares. Este punto mencionado es sustancial para comprender el poder político que el negacionismo turco tiene en la actualidad. Las evidencias a partir de las cuales Turquía niega el ge-nocidio armenio son vastas y disímiles, en mayor o menor medida apuntan al sentimientode nacionalidad proturca en El régimen deportó entre 1916 y 1918 alrededor de dos millones de armenios hacia los desiertos del sur de la Mesopotamia, cien-tos de miles de ellos murieron por inanición y por asesinatos en el camino.
image/svg+xml49Revista de Historia OralRevista de Historia Oral49detrimento del “accionar traicionero, artero y conspirativo” atribuido al pueblo armenio. Vahakn Dadrian (2006) analiza diversas fuentes del Imperio Otomano y sus aliados en busca de factores comunes que expliciten la sistematicidad del ge-nocidio armenio; si a esta labor sumamos un trabajo anterior (Dadrian: 1999) en el que el autor mencionado refuta, uno a uno, los argumentos negacionistas turcos, podemos repensar el negacionismo como una construcción historiográfca que opera al interior de la comunidad imaginada y creada por el aparato estatal turco (Anderson: 1993). Se homogeiniza a los habitantes bajo un único cuerpo donde antes había coexisti-do un sistema multiétnico. Esta “homogeneidad” creada a partir de la negación es parte constitutiva del genocidio. Da-niel Feierstein (2007) analiza los genocidios como relaciones sociales que atraviesan diversos “momentos” de realización. Para este investigador, el proceso de realización simbólica de un genocidio es aquel en el cual se elimina, invisibiliza o margina cualquier residuohistórico-cultural del grupo eliminado, acallando y falseando los registros que se opongan al discurso hegemónico. Podemos afrmar que la memoria of-cial sobre lo acontecido en 1915 está fuertemente vinculada con la fundación de la actual República. Es por esto que aún hoy en día –y a través de diversos instrumentos y teorías sostenidas por el Estado– hablar o emitir opinión sobre el genocidio contra el pueblo armenio im-plica poner en duda la legitimidad y el sustento del actual orden establecido.Claro está que este proceso, en tanto hegemónico, es incompleto, dinámico y lleno de fsuras que nos permiten repensarlo bajo dinámicas donde la resistencia (la memoria) cobra un peso propio. Podemos afrmar que de forma paralela al discurso ofcial de Turquía surge un discurso legitimado desde los sobrevivientes. Sobre este último haremos hincapié en las siguientes páginas.Durante las primeras décadas posteriores a la masacre, la memoria se encontraba circunscripta al ámbito privado dentro del círculo familiar. Progresivamente, a lo largo del siglo XX, fue adquiriendo un carácter público y constitutivo de la identi-dad de las comunidades armenias de la Diáspora. No sólo son las marcas del genocidio a través del trauma, sino también la negación de los hechos y de quienes los evocan, lo que refuerza y recrea la identidad diaspórica.La confrontación de las distintas memorias en el cam-po de batalla de las interpretaciones y visiones que se dicen “la verdad histórica”, supone la puja entre los distintos grupos que conservan esa memoria y tratan de establecer los olvidos y recuerdos de lo acontecido en los últimos años del Imperio Otomano y los inicios de la República turca.Como hemos mencionado, si bien el negacionismo se presenta en tanto conjunto de distorsiones y falsedades de las que se vale el gobierno turco para negar el genocidio armenio (Dadrian, 1999), también se constituye como uno de los facto-res que confgura los modos de recordar el genocidio por parte de estos sobrevivientes. El hecho de que Turquía aún no haya reconocido el genocidio fomenta –tal como se puede observar en las palabras de los entrevistados– la persistencia de la iden-tifcación de los turcos con la maldad, lo irracional, etcétera; en detrimento de una mirada tendiente a reconstruir el anclaje histórico y político de las prácticas sociales genocidas. En este sentido, el genocidio se transforma para los sobrevivientes en la causa del exilio, del éxodo, de la migración forzada, sin poder explicarlo más que en términos de formas de ser, formas del espíritu. Paralelamente, el no reconocimiento implica también la construcción de un Nosotros en tanto víctimasque aún no han sido reconocidas como tales. El proceso de negación del pueblo armenio comenzó des-de el mismo momento de la implantación de la masacre. A la par que se les destruían sus hogares y se los deportaba en las lar-gas caravanas, el Estado turco buscaba destruir todo vestigio de cultura:Un día a la mañana nuestro pue-blo, el barrio, rodeado por la gendarme-ría turca. Interrumpieron, entraron a la casa, empezaron a destrozar todo lo que había, las fotos tiraban al suelo, pisotea-ban, algunos libros quemaban, insultaban y nosotros éramos gabur, es decir, sin dios. (Assadourian, 1985).De Turquía vienen gentes sin patas, sin piernas, sin... ni armenio hablan. (...) El señor mucho arme-nio no sabe, es víctima de los turcos, orfanatos. ¿Es así? (Ángela, 2005).(...) generalmente la mayoría de los armenios nacidos en Tur-quía, hablan en turco, pero nosotros hablábamos en turco y en armenio porque así lo exigían nuestros padres. (Hermes, 2004).Estos relatos, además de explicitar las formas y los me-canismos brutales que empleó el ejército durante las depor-taciones, resultan signifcativos porque muestran un elemen-to presente en la ideología de los genocidas: la xenofobia y el odio contra la minoría armenia (“destrozaban”, “insultaban”). De este modo se identifcaba al otro como “sin dios”, negan-do su existencia cultural e imposibilitando cualquier tipo de legado con la prohibición de su idioma. Este fenómeno que puede conceptualizarse bajo el rótulo de deshumanización es uno de los elementos clave para poder dar cuenta del accionar genocida. Esta ideología, que es propagada por el Estado y sus aparatos de difusión masivos, trata a las víctimas como objetos similares a alimañas o enfermedades que deben ser aniquiladas para el bien de la nación (Schneider, Artinian: 2006).Claro está que este proceso, en tanto hegemónico, es incom-pleto, dinámico y lleno de fisuras que nos permiten repensarlo bajo dinámicas donde la resistencia (la memoria) cobra un peso propio. Podemos afirmar que de forma paralela al discurso oficial de Tur-quía surge un discurso legitimado desde los sobrevivientes.
image/svg+xmlVoces Recobradas50Voces Recobradas50En los relatos de los sobrevivientes entrevistados se enfa-tiza el caráctersalvajey bárbarode los turcos como el causante del genocidio: –¿Por qué cree que los turcos, eh, mataron o hicieron que las familias se fueran de donde eran, de los pueblos?–Y los turcos porque, ¿a dónde? [cambia el tono y acelera el ritmo]ellos son los, los sinvergüenza, los porquería, ¿a los grie-gos no le hicieron lo mismo? La isla de Chipre todo, ¡ah, fueron agarrando, matando gente, sacando, saqueando, se adueñaron de todo, de las casas de todo! Los armenios... eran intelectuales, eran gente muy culta a comparación de los turcos. Los turcos eran, eh, qué sé yo, eran, eran brutos, no tenían, esteee, eran carniceros cosas así, no, no había gente culta entre los turcos. Y ellos habrán pensado que los armenios, que son tan cultos, pueden otra vez pe-dir los terrenos que nosotros usurpamos, qué sé yo, pienso no sé. Y los saquearon. Aprovecharon que estaba la guerra del catorce, y en el quince hicieron esa ma-sacre. Mataron a todos, los saquearon. Y todos los armenios estaban bien, quien tenía, eh, viñedos, tenían, este, negocios, tenían... eran, los armenios eran muy in-teligentes siempre... (Zoliné, 2006). Al tiempo que al turco se lo cons-truye como un Otro relegado al ámbito de lo irracional, el Nosotros se constituye como su opuesto. De esta forma, los ar-menios son los civilizados, los cultos–Y usted ¿qué piensa? ¿Por qué fue el ge-nocidio armenio? ¿Por qué los turcos?[Suspira] Porque los armenios eran muy inteligentes, estaban ocupando todos los lugares mayores del gobierno turco; los ale-manes enseñaron... lo, looo pincharon [golpea la mesa]...us-tedes si los tienen en el gobierno a los turcos, a los armenios [se corrige]Turquía va a ser esclavo de armenios. Tienen que matar a los armenios para que los turcos sean turcos. Por eso. Los alemanes in... instigaron la matanza de nosotros... (Aza-duhí, 2006).Esta representación se refuerza a partir de la negación de los hechos por parte del Estado turco: Los turcos nunca van a reconocer nuestro genocidio, porque son... ¿Cómo quiere que le diga? Son gentes insensibles y egoís-tas… (Azaduhí, 2006).–Y el armenio sufrió mucho, todos los, mirá si todas las familias contaran todo lo que pasaron, dentro de los que se salvaron, ¿no? la mayoría de la gente sufrió mucho. ¿Quién no tiene his-toria? Son novelas...–Bueno, pero como mensaje… ¿qué les podés decir a los jóve-nes?–Y como mensaje espero que algún día reconozca el genocidio el degenerado este, que no quiere reconocer, que mató, dice que no, murieron los turcos también... [risa irónica]¿Qué? ¿Cuán-tos turcos murieron cuando él mató...? Y eso empieza de mil ochocientos, de mil ochocientos... (Zoliné, 2006).Por otra parte, la victimización de los armenios es otra de las representaciones recurrentes en las palabras de los entrevistados. Creemos que el mecanismo de la fgura de la víctima va de la mano de la despolitización de los sujetos involucrados. Por un lado, las víctimas se aglutinan tras una identifcación común y homogénea de “inocencia”, pero en este mismo acto aparece relegada la di-mensión política de los actores y de los sucesos, operando así cierta desvin-culación de los hechos de las relacio-nes sociales en que se enmarcaron. La identidad de las víctimas se simplifca con la imagen de inocencia (Feierstein, 2007). El negacionismo ha reforzado estas representaciones: los turcos aún no se han declarado como culpables, de modo que debe defenderse la inocencia de las víctimas como primer paso para afrmar que el genocidio tuvo lugar:–¿Usted recuerda si los armenios pudie-ron defenderse o no pudieron defenderse cuando vinieron los turcos?–Defenderse. Si defendían, encontraban facilidades, porque Rusia un modo habla-ba, otro modo hablaba, el otro, así... no era algo... todos hacían política, los armenios no sabían hacer política. (Ángela, 2005).–(...) Y los armenios, eran, me parece ¿no?, que eran muy religio-sos, porque vos vas a Armenia ¡encontrás iglesias por todos lados! En vez de juntar armamentos para defenderse, tenían iglesia, iglesia, capillas, iglesias... muchas iglesias han hecho. Ahí donde está el Lago Seván, ustedes no fueron, ¿no? (Zoliné, 2006).Como podemos observar en los relatos de los entrevis-tados, el negacionismo por parte del Estado turco contribuye a reforzar ciertas representaciones que asocian las causas del genocidio con formas “naturales” del ser turco vinculadas a la barbarie y a la irracionalidad y fomenta, de este modo, la construcción de una memoria basada en la repetición ritua-lizada del pasado (Jelin, 2002). Creemos que es aquí donde opera la efcacia simbólica de la política negacionista, al refor-zar la persistencia de aquellas imágenes que difcultan el aná-lisis y la refexión en torno a la dinámica histórica y política que dieron marco a las prácticas genocidas. En este sentido, coincidimos con Feierstein en cuanto a los diferentes factores Creemos que el mecanismo de la figura de la víctima va de la mano de la despolitización de los sujetos involucrados. Por un lado, las víctimas se aglutinan tras una identificación común y homogé-nea de “inocencia”, pero en este mismo acto aparece relegada la dimensión política de los actores y de los sucesos, operando así cierta desvinculación de los hechos de las relaciones sociales en que se enmarcaron.
image/svg+xml51Revista de Historia OralRevista de Historia Oral51que evidencian de qué manera se realiza, se efectiviza sim-bólicamente el genocidio, siendo el negacionismo una de las tantas improntas en la identidad de las víctimas de ese pro-ceso histórico.En palabras del autor: “Imposibilidad de plantearse la funcionalidad del genocidio, remisión a la patología de la perversión o la locura, negación de la identidad de las víc-timas en la fgura del ‘inocente’, transferencia de la culpa a través de la lógica de la ‘responsabilidad colectiva’, escisión de las representaciones del genocidio de los procesos históricos que motivaron a los Estados-nación a desencadenarlos, equi-paración de la construcción de la memoria a la morbosa re-creación reiterativa del horror. La articulación de estos y otros procesos constituyen las formas de realización simbólica de las prácticas genocidas, aquel momento que clausura la posi-bilidad de intentar otra modalidad en las formas de relacio-narse de los hombres” (Feierstein, 2005). Sin embargo, a la vez que la negación sistemática de los hechos obtura las posibilidades de elaborar lo traumático, contribuye asimismo a conformar la identidad de la comu-nidad armenia de la Argentina, operando como el elemento aglutinador a partir del cual se confgura un Nosotros en tan-to “víctimas” aún no reconocidas como tales. ConclusiónEl negacionismo del genocidio armenio es hoy un tópi-co relevante en el discurso de las comunidades armenias y en la memoria de los sobrevivientes.Esta herramienta discursiva generada y utilizada por el Estado turco para el silenciamiento de su nefasto pasado ha generado paradójicos ecos en las personas y comunida-des que fueron víctimas directas o indirectas del mismo. Es la historia oral (como herramienta metodológica) la que nos abre un nuevo campo de análisis en la relación entre genoci-das y sobrevivientes.A partir de este trabajo hemos podido iniciar un proceso de investigación que nos permite reconfgurar la conforma-ción identitaria de los armenios en la Argentina. Su forma de confgurar el registro oral es, a su vez, una de las formas en la que se confgura la identidad Armenia en la Diáspora. Como ya explicitamos, la oposición entre la imagen del turco y la imagen del armenio en las diferentes entrevistas mencionadas es de extrema riqueza pues nos permiten vincular el presen-te a partir de la repetición de un discurso “naturalizado” por un pasado traumático: la victimizacióndel armenio versus la barbarie insensible de los turcos; laracionalidad y laboriosidad del armenio opuesta a la irracionalidad y el egoísmo turco; la culturaarmenia contra la brutalidadturca, estos pares opuestos (por solo mencionar algunos) están íntimamente relacionados con la política negacionista del Estado turco.Por último, creemos de vital importancia seguir traba-jando en el análisis de entrevistas a sobrevivientes y genera-ciones posteriores, ya que la conservación y transmisión de la memoria oral es una forma de construcción identitaria que permite una cohesión de las comunidades diaspóricas, a la vez que naturalizala imagen percibida de esos otros opuestosque en su oposición conforman parte de la identidad armenia.Confamos ampliar las hipótesis aquí planteadas a partir de trabajos futuros. Lo cierto es que esta tarea investigativa recién comienza y esperamos que se multiplique con el fn de comprender la lógica genocida (en todos los momentos de la misma) en el contexto de la memoria y del trauma de los sobrevivientes y de las generaciones posteriores. Creemos que esta tarea es necesaria por su valor de análisis y por el compromiso que implica en términos que van más allá de lo estrictamente académico.*Miembros de los equipos de investigación: “Exilio Político Armenio en la Argentina” (UBACyT F.105), Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), Universidad de Buenos Aires (UBA); “El Genocidio Armenio. Memorias de la Diáspora” (Programa de Reconocimiento Institucional de Equipos de Investigación), FFyL, UBA.Bibliografía————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———Anderson, Benedict (1993), Comunidades Imaginadas. Refexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.Dadrian, Vahakn (2006), Las determinantes del genocidio armenio. Los niños como víctimas de genocidio: el caso armenio. La Cuestión Armenia y la suerte de los armenios durante la guerra según documentación de funcionarios de los aliados del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial: Alemania y Austria-Hungría,Buenos Aires, Fundación S. y B. Arzoumanian.Dadrian, Vahakn (1999), Los elementos clave en el negacionismo turco del genocidio Armenio. Un estudio de distorsión y falsifcación,Buenos Aires, Fundación Armenia.Deleuze, G. y F. Guattari, 1997 (1980), Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Editorial Pre-Textos. Feierstein, Daniel (2007), El genocidio como práctica social. Entre el nazismo y la experiencia argentina, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.Feierstein, Daniel (2000), Seis estudios sobre genocidio: análisis de las relaciones sociales, otredad, exclusión y exterminio,Buenos Aires,Eudeba.Hobsbawm, Eric (1993),Naciones y Nacionalismo desde 1780, Barcelona, Crítica.Jelin, Elizabeth (2002), Los trabajos de la memoria,Madrid,Siglo XXI.Schneider, Alejandro y Juan Pablo Artinian (2006), “Imágenes del genocidio armenio: una mirada desde sus protagonistas”; en: Taller. Revista de Sociedad, Cultura y Política. Vol. VIII, Nº 23, Buenos Aires, Asociación de Estudios de Cultura y Sociedad. Entrevistas————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———ÁngelaDer Stepanian, 91 años, sobreviviente del genocidio armenio, 2005.Assadourian, sobreviviente del genocidio armenio, 1985.Azaduhí, 92 años, sobreviviente del genocidio armenio, 2006.Nicolás Hermes, hijo de un sobreviviente del genocidio armenio, 2004.Zoliné, 82 años, hija de sobrevivientes del genocidio armenio, 2006.