image/svg+xmlVoces Recobradas38Voces Recobradas38Movimiento de Mujeres en Lucha: memoria, política y géneroAdriana Marcela Bogado1Participantes del MML, de General Roca. Enero de 2007.
image/svg+xml39Revista de Historia OralRevista de Historia Oral39IntroducciónLa década de 1990, en la Argentina, se caracte-rizó por la amplia adopción del modelo neoliberal (Ayerbe, 1998; Seoane, 2002). El ajuste estructural promovido por el Estado (en la forma de privatiza-ciones, eliminación de organismos reguladores y fis-calizadores de la producción, apertura al mercado externo, etcétera) que afectó a diferentes sectores de la población, provocó en general la pérdida de de-rechos sociales, culturales y económicos. En el inte-rior del país, comenzaron a surgir diferentes focos de resistencia que, en poco tiempo, se organizaron como movimientos a nivel nacional; entre ellos destaca-mos el Movimiento de Mujeres en Lucha (MML). Consideramos que los movimientos sociales consti-tuyen espacios fundamentales de la lucha política y, al mismo tiem-po, de construcción de alternati-vas culturales, sociales, políticas y económicas al modelo neoliberal predominante. Así, en este artículo presentamos parte de la reconstrucción de las trayec-torias de participación política de dos mujeres líderes del MML.2Con este propósito, utilizamos datos co-lectados con la metodología de la historia oral, ob-servación participante y registro fotográfico.Inicialmente, describimos el contexto de surgi-miento del movimiento para, luego, reconstruir el proceso de participación de las dos líderes, destacan-do la memoria de la lucha por la tierra como uno de los factores principales que promovieron y promue-ven la participación política de estas mujeres. Surgimiento del MMLDesde comienzos de la década de 1990, la políti-ca de gobierno priorizó el fortalecimiento del sector de la gran agricultura de exportación, ligada al capital financiero y tecnológico de las empresas multinacio-nales, mientras se anunciaba la desaparición inevi-table de 200.000 pequeños y medianos productores considerados ineficientes. En una entrevista reciente, el investigador Eduardo Azcuy Ameghino indicaba la intensidad del proceso de concentración agraria en esa década y afirmaba que entre 1988 y 2002 desapa-recieron 100.000 pequeños productores, conocidos generalmente como “chacareros” (Álvarez, 2008). En ese contexto adverso, los productores fueron desarrollando diversas estrategias para adaptarse a las nuevas condiciones de producción: pedir présta-mos hipotecarios, pluriactividad, nuevas formas de cooperativas, arrendamiento de tierras etc., mientras manifestaban su rechazo a los resultados de las nue-vas políticas. Giarracca (2003a:197) afirma: “Las nue-vas condiciones para la agricultura deshabilitaban la integración de la pequeña y mediana explotación agraria que habían caracterizado a la agricultura argentina duran-te todo el siglo XX. Desaparecían los pequeños productores, los me-dianos se endeudaban y corrían el riesgo de perder sus tierras, se cambiaba el paisaje agrario dando lugar a la producción de soja en gran escala con la introducción de las semillas transgénicas y la técnica de ‘siembra di-recta’.”Según señalan las participantes del MML, cose-chas consecutivas perdidas por razones climáticas, la falta de rentabilidad junto a intereses usureros acu-mulativos, provocaron un efecto de “bola de nieve” e hicieron que muchos productores que habían con-traído deudas con los bancos nacionales y provincia-les para producir, no consiguieran cumplir con los pagos (MML, 2005:3). La acumulación de las deudas tuvo como consecuencia la llegada de las cédulas ju-diciales comunicando el remate de propiedades, he-rramientas, máquinas, etcétera. En muchos casos, según relataron nuestras entrevistadas, el problema avergonzaba a los hombres que ocultaban la gravedad de la situación y terminaban perdiendo la propiedad familiar. Sin embargo, en junio de 1995, surgió una forma de resistencia a la expropiación cuando:(…) una mujer de La Pampa en vísperas a su re-mate... que va a los medios y cuenta lo que le pasa, de Consideramos que los mo-vimientos sociales constituyen espacios fundamentales de la lucha política y, al mismo tiempo, de construcción de alternativas culturales, sociales, políticas y económicas al modelo neoliberal predominante.
image/svg+xmlVoces Recobradas40Voces Recobradas40junio, cuenta lo que le pasa, se va a una FM de Santa Rosa, no, de Winifreda y cuenta lo que le pasa, gran-de fue su sorpresa cuando sale de la radio y había un montón de gente esperándola con idéntica situación. Entonces, bueno, empiezan a reunirse con esta gente, a los pocos días hacen una asamblea donde van setecien-tas personas, y ahí el movimiento, ahí surge (…). Ema, Rosario, 3 de febrero de 2007.La protagonista es Lucy de Cornelis, su situación era semejante a la de miles de pequeños y medianos productores endeudados, pero hacerla pública posi-bilitó que se aproximasen otras personas, la mayoría mujeres, y que surgiera un movimiento totalmente innovador en la protesta rural. En la primera asamblea convocada en Santa Rosa (La Pampa), fue funda-do el movimiento y Lucy de Cor-nelis nombrada presidenta.3Tam-bién elaboraron un documento que contenía las principales reivindi-caciones: impedir las ejecuciones y los remates de forma inmediata; nuevo análisis de la legitimidad de las deudas; refinanciamiento a plazos no inferiores a diez años, con tres de gracia e intereses que no excediesen los internacionales, evaluando cada caso en particular, considerando el tipo de producción y la capacidad de pago, e implementar ayudas financie-ras para promover la producción (Isla, 2004:23).Las reivindicaciones fueron encaminadas a las autoridades provinciales que prometieron encontrar una solución para el problema, pero en poco tiempo los remates comenzaron a sucederse. El primer re-mate que impidieron fue el de la propiedad de Lucy de Cornelis, aunque las participantes del Movimiento habían reunido el dinero para que ella pudiese com-prar su campo en la subasta:No, yo dije que no. Que si algo habíamos dicho que teníamos que parar los remates y no justamente el mío donde iba a ser que de ahí en más, iban a parar todos los remates (…) Les dije que no, que tenía que ser igualito a todos los que venían. Que ése iba a ser, digamos, el puntapié inicial para que las autoridades supieran que nosotras íbamos a estar. Lucy (Los gritos del silencio).Según Giarracca (2003b:264-265), el MML con-siguió parar aproximadamente quinientos remates y expandirse por el país. La investigadora también des-taca que estas mujeres fueron las primeras en insta-lar el problema del sector financiero, al denunciar un modelo económico que promovió el endeudamiento con el discurso de la modernización productiva y que estaba llevando a la desaparición de la producción agraria familiar capitalizada. La autora afirma que las participantes del movimiento “rompieron con un sentido común –muy aceptado por algunos, inclui-dos varios maridos– que enuncia que las deudas son responsabilidad de los individuos que las contraen” (Giarracca, 2001:147).Más de una década después de su surgimiento, el MML ac-túa en varias provincias del país y, aunque una ley de emergencia económica, en principio, impida los remates, las participantes con-tinúan atentas, mientras desarro-llan diferentes acciones orientadas a mantener el modo de vida, de producción y de cultura de las/os chacareras/os. Durante el trabajo de campo, realizado en enero y fe-brero de 2007, establecimos con-tacto con representantes del movi-miento de dos regiones diferentes: Santa Fe y Río Negro; trabajamos en la reconstrucción de la trayectoria de Ema, 54 años, miembro fundadora del MML en Rosario, y Norma, 53 años, participante y persona de referencia del mo-vimiento en General Roca. La historia oral posibilitó abordar diferentes vivencias de estas dos mujeres, los recuerdos de los inicios del movimiento, sus motiva-ciones para participar, las dificultades enfrentadas y los nuevos desafíos. Herencia de la tierra, herencia de la luchaCuando Ema comienza el relato de su llegada al movimiento, retoma la historia de Lucy de Corne-lis y el surgimiento del MML en La Pampa. Cuenta que conoció la historia de Lucy leyendo el diario La Capitaly quedó muy impactada, pues su madre era oriunda de la provincia de La Pampa y acostumbraba contarle las vicisitudes de ser arrendatario en los lati-fundios. Al saber de Lucy, los vivos relatos de su ma-dre volvieron a la memoria, rememoró la situación de explotación que sufrían los arrendatarios, afirma: Más de una década después de su surgimiento, el MML actúa en varias provincias del país y, aunque una ley de emergencia económica, en principio, impida los remates, las participantes con-tinúan atentas, mientras desarro-llan diferentes acciones orientadas a mantener el modo de vida, de producción y de cultura de las/os chacareras/os.
image/svg+xml41Revista de Historia OralRevista de Historia Oral41“cómo se despojaba, cómo se expoliaba a la gente”. Relacionando ese pasado con la principal problemá-tica enfrentada por el movimiento, ella aclara que en la época de su madre no existía la subasta, los arren-datarios con su familia eran echados de los campos cuando el dueño del latifundio quería. (…) Cuando al dueño del campo se le ocurría sa-carte del campo, te sacaba, venía con la policía y te sacaba. Entonces mi mamá contaba que cargaban en un carro ruso, le decían ellos, carro tirado por caba-llos, cargaban sus muebles, los hijos, las gallinas. Y mi abuela tuvo nueve hijos, murió después del último par-to, mi mamá quedó con nueve años huérfana (…).Como hija y nieta de arren-datarios sus recuerdos interpelan:(...) Vos habrás escuchado ha-blar de eso, cómo en los latifundios el arrendatario tenía la obligación de vender su cereal o su gallina y todo en el almacén de ramos gene-rales que generalmente era de uno de los latifundistas. Vos lo habrás escuchado eso (...).Según Pollak (1992:201), los elementos que constituyen la me-moria tanto individual cuanto co-lectiva son: acontecimientos, personas/personajes y lugares. Estos elementos pueden ser vividos o cono-cidos personalmente; por el grupo o colectividad a la cual la persona que recuerda pertenece o se siente pertenecer, o adquiridos a través de la socialización como memorias heredadas. Así, en el relato de Ema identificamos que, entrelazada a los recuerdos de la explotación, hay una memoria de la lucha por la tie-rra. Ella se refiere especialmente a un acontecimiento emblemático de esa lucha: el Grito de Alcorta, una gran huelga agraria de 1912, en Alcorta (Santa Fe). Los protagonistas de esa huelga, que se extendió por meses, fueron 120.000 trabajadores de las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. Ema relata:(…) nuestros abuelos o bisabuelos lucharon por tener la tierra, la posesión de la tierra porque el Grito de Alcorta surge de una gran lucha porque la gente era trabajadora pero no era estúpida, entonces llegó el momento en que se gestó esa gran huelga agraria que dio origen a la Federación Agraria que fue en 1912, donde van todos los chacareros, que en esa película que tiene Federación Agraria se ve, todos los chacareros a Buenos Aires con una gran bandera, es emocionante ver eso, todos unidos con una gran bandera argentina que van al Congreso a manifestarse en contra del lati-fundio (...).El recuerdo de esa huelga de agricultores es re-sultado de un trabajo de encuadre de la memoria, materializado en un documental que narra el surgi-miento de una de las primeras organizaciones gre-miales del sector agropecuario, la Federación Agraria Argentina (FAA).4La entrevistada comenta que esa institución es muy significativa para ella, pues también está vinculada a sus recuerdos de la infancia:(…) Yo me recuerdo, mi padre era arrendatario y venía siempre a Federación Agraria y yo tengo la imagen no sé de qué, de cinco años, el recuerdo de la primera vez, el recuerdo más chiquito, de cuan-do vos sos más chiquito de ver, de entrar a una gran ciudad, de venir del campo y un edificio grande es el recuerdo de la Federación Agra-ria, de la sede que tenían acá en la calle Mitre que la fundieron (…). Es el recuerdo que vivo de mi llegada a la ciudad, que no sé cuántos años habré tenido, con mi papá que me llevaba a todas partes y él también tenía un relato que vos cerrabas los ojos y veías lo que te contaba y bueno, entonces uno tiene un sentimiento a todo lo que es el gremialismo y a todo lo que es el lugar (…).Esos recuerdos cobran sentido a través del pris-ma del presente, en que Ema participa de un mo-vimiento que defiende a los pequeños y medianos productores/as y resalta la relación entre memoria y sentimiento de identidad. Trabajamos nuestra memo-ria dando sentido a las elecciones actuales y, en ese proceso, afirmamos nuestra identidad. Como explica Pollak (1992:204): “(…) la memoria es un elemen-to constituyente del sentimiento de identidad, tanto individual como colectiva, en la medida en que ella es también un factor extremadamente importante del sentimiento de continuidad y de coherencia de una persona o de un grupo en su reconstrucción de sí.”(…) Aunque le dejes un pequeño patrimonio a tus hijos y a tus nietos no le dejaste lo otro, que es la lucha por el patrimonio, por mantenerlo, por cuidarlo, por tenerlo, por mantener tu exis-tencia, porque acá no estamos luchando por cinco mil hectáreas en la pampa húmeda, estamos luchando por el pan de todos los días, por el trabajo (…).
image/svg+xmlVoces Recobradas42Voces Recobradas42El sentimiento de continuidad está dado, tam-bién, por el lugar. Ese lugar es el campo. La tierra que fue conseguida por medio de la lucha de los an-tepasados, donde la narradora nació, fue criada y, cuando se casó, eligió para vivir y criar los hijos. Así, es colocado otro aspecto a ser considerado cuando estudiamos la movilización de actores y sus procesos de resistencia y lucha para conservar y/o recuperar la tierra. Como afirma Silva (2006:42), es importante analizar qué concepción tienen esas personas de la tierra, pues esta “no es vista apenas como factor de produc-ción, como precio de mercado, como valor de cam-bio”.Norma Giarracca (2003a:204), analizando las reivindicaciones por la tierra que atravesaron toda la década de 1990, expone que, en la Argentina, la tierra tiene un sentido polisémico, sus significados varían de un grupo a otro. Para las mujeres del MML que accedieron a ella por herencia de sus padres o abue-los (principalmente, colonos europeos, pero también identificamos la presencia de mujeres de ascendencia mapuche), sus campos significan patrimonios fami-liares y luchan para no perderlos. La memoria amalgama los tiempos y el pasado es recuperado como proyecto. Así, con su participa-ción en el MML, Ema manifiesta el deseo de dejar a sus descendientes no sólo la herencia de la tierra sino también su defensa:(…) Aunque le dejes un pequeño patrimonio a tus hijos y a tus nietos no le dejaste lo otro, que es la lu-cha por el patrimonio, por mantenerlo, por cuidarlo, por tenerlo, por mantener tu existencia, porque acá no estamos luchando por cinco mil hectáreas en la pam-pa húmeda, estamos luchando por el pan de todos los días, por el trabajo (…).Reconoce que con su ingreso al Movimiento co-menzó a tener una doble batalla “una adentro para poder irnos y otra afuera contra el sistema” (Monje, 1999:2). Considera que todas las mujeres tienen una lucha fuerte con sus maridos para poder salir de la casa y que “si vas a parar un remate, ese día tenés que portarte como una mujer 10 para que te reprochen un poco menos” (ibid.). Ema explica que impedir un remate, a veces en una ciudad vecina, implicaba or-ganizar todas las tareas domésticas, negociar algunas de ellas y hasta cocinar a las 5 de la madrugada para dejar el almuerzo preparado. A la oposición del ma-rido, muchas veces se sumaba también la reprobación moral de los vecinos. Según Silva (1999), esas prohi-biciones son fruto de la dominación de género. De esta manera, conquistar un espacio de participación enfrenta a las mujeres con los hombres que ejercen su dominio en ese espacio, pero también con compa-ñeros, padres, maridos, hijos y hasta con otras mu-jeres del entorno próximo. Silva (1999:299) afirma: “La conciencia de género e identidad de género fe-meninas son procesos históricos, producidos por las prácticas sociales de hombres y mujeres de una de-terminada realidad social. Tratándose de un proceso, es algo que ocurre en el centro de contradicciones y ambigüedades colectivas e individuales.”Identidad de género, memoria y política se ar-ticularon cuando el 8 de marzo de 1996, con motivo del Día Internacional de la Mujer, participantes del MML llegaron a Buenos Aires, marcharon y ocupa-ron la Plaza de Mayo. Así como en el recuerdo emo-cionado de Ema, los chacareros de 1912 llegaban a la Plaza, esta vez eran ellas que protagonizaron la lucha y dejaron su huella en una Historia que casi siempre las ignoró. Nos unía la injusticiaLa trayectoria siguiente nos lleva al sur del país, a la región del Alto Valle del Río Negro, más preci-samente, a una chacra en donde Norma vive con dos de sus hijos y su madre. Su abuelo español, Celestino del Hierro, y uno de sus hermanos llegaron al país en 1905. Entre 1924 y 1925, Celestino solicitó tierras para cultivar al Ministerio de Agricultura, las que le fueron cedidas en 1928.5En ese año comenzaron los trabajos de desmonte de la propiedad, iniciaron la producción de viñas y frutales, y construyeron la casa que actualmente ocupa la familia. Norma cuenta: (…) Mi abuelo cuando vino acá puso la chacra en plena producción, había cuarenta hectáreas en pro-ducción, de todo tenía, porque él tenía desde manza-nas y peras a ciruelas, duraznos, uvas. Él tenía bode-ga, hacían orejones porque en aquel tiempo no existían las jugueras así que encontró una buena alternativa en hacer orejones. Los orejones, conforme mi mamá te puede decir, ellos los exportaban, los vendían en Esta-dos Unidos. Ellos vendían el vino a Buenos Aires, a la Provincia de Buenos Aires, y bueno anduvieron muy bien, no quiero decir que no han trabajado, habrán trabajado como, como locos. Mi abuelo sacó un crédito en el Nación y lo pagó. Lo que pasa que por aquí en
image/svg+xml43Revista de Historia OralRevista de Historia Oral43los años 50 tuvieron problemas con la época de Perón, con los empleados y todas esas cosas, así empezaron a trabajar a menos con el secadero, la bodega. Viste tuvieron algunos inconvenientes (…). Stefanelli, 17 de enero de 2007.Norma se crió y crió a sus tres hijos en la propie-dad familiar; explica que aunque quería trabajar en la chacra tuvo que buscar empleo en la ciudad para conse-guir mantenerlos. En 1979 pasó un concurso y comenzó a trabajar en la Policía de la Provincia. Al fallecer su abuelo, ella asumió la administración de la chacra. Tra-bajaba afuera como policía y en casa como productora agropecuaria. En el siguiente testimonio, su hija mayor rememora ese momento de la trayectoria familiar: (…) al fallecer mi abuelo y quedar todas mujeres solas. Te digo, mi hermano con catorce, quince años, no te queda otra que agarrar las riendas, si no querés perder lo que es tuyo agarrás las riendas y como pue-das seguir adelante (…) yo a mi mamá pasé a verla, en un momento vestida de policía, a verla manejando un tractor y con la máscara antigás para curar, ella manejando el tractor y mi hermano curando. Y a veces yo también manejaba y mi hermano curaba. (…)Y bueno, de verla vestida de policía pasé a verla, bueno es tu mamá, porque ella sigue siendo madre, atiende a sus hijos, los que viven en la chacra, atendiendo a su madre que está anciana y seguía trabajando (…). Rocío, General Roca, 16 de enero de 2007.En 1998, Norma escuchó en la radio local que un grupo de mujeres preocupadas con la cuestión de las deudas en el campo se reunía y decidió partici-par. Ella aclara que aunque no tenían deudas con el banco, las cosas en la chacra no estaban yendo bien. Hacía siete años que la producción se perdía casi to-talmente como consecuencia de factores climáticos (principalmente granizo y heladas). De esa manera, debían algunos servicios e impuestos. Norma recuer-da que, al principio, el grupo de mujeres no aceptó de buen grado su presencia por el hecho de ser policía y, como tal, no poder participar de la principal acti-vidad del movimiento: parar remates. En esa época, la situación de la organización era muy difícil, las su-bastas se sucedían semana tras semana y los produc-tores perdían sus propiedades. Afirma: (…) creo que nos unía la injusticia, el ver de qué manera se entregaban las chacras, se vendía, y los re-mates seguían, venían una semana, otra semana los remates. Y vos veías la problemática de la gente y bueno y uno se compromete y es como que te va gus-tando (…).Durante el tiempo que permaneció vinculada a la institución policial, se valió de diferentes estrate-gias y de la solidaridad de sus compañeras del MML para no ser sancionada por su actuación “fuera del orden”. Ella considera que consiguió manejar bien la situación, pero aclara que nunca fue enviada, como policía, a reprimir una protesta del Movimiento. Esa hubiese sido una situación límite: si me hubieran mandado a reprimir obviamente que no iba a estar más, no iba a ir. Así que, pero no, no me pasó nunca. Antes de retirarse de la fuerza policial, presentó una denuncia al Instituto Nacional contra la Discrimina-ción, la Xenofobia y el Racismo (INADI) contra la Policía Provincial de Río Negro por discriminación de género, pues las condiciones exigidas para ingre-sar a la fuerza policial eran diferentes según se trata-se de hombres o de mujeres. Estas tenían que haber concluido los estudios secundarios, mientras que en el caso de los hombres apenas se exigían los estudios primarios.Norma es referente del MML de General Roca, que consiguió impedir más de cuarenta remates. Re-flexionando al respecto, comenta:(…) Yo te decía que al principio vos vas con miedo a los remates pero después, es como que por ahí, yo digo “Ay, mirá ese loco, se tira del avión”, y otros me dicen: “No pero vos sabés que son los juegos así de riesgo, te dan adrenalina’. Yo digo, yo tengo un miedo terrorífico a las alturas no, no me tiraría jamás. Pero capaz que al que se tira en paracaídas jamás se le hubiera ocurrido ir a parar un remate y poner en juego su libertad por otro, me entendés. Es un juego peligroso ¿no?, porque vos podés pasar a un calabozo sin, de venir de coci-narle a tu familia y de hacer las camas y barrer la casa, para la comisaría más próxima a entrar a un calabozo (…)Cuando realizamos el trabajo de campo eran los primeros tiempos de la cosecha. Muchos productores y productoras estaban siendo intimados por falta de pago del servicio de riego. La medida implementada por el Consorcio era, en muchos casos, la suspensión del servicio y traía aparejada la pérdida de las cose-
image/svg+xmlVoces Recobradas44Voces Recobradas44chas. Así, las participantes del Movimiento estaban dedicadas a acompañar la presentación de recursos de amparo de productores/as que enfrentaban ese problema. También el Movimiento había presentado el “Proyecto de Ley de Suspensión de la exigibilidad de las deudas de canon de riego y drenaje” a la Legis-latura provincial. Después del trabajo de campo tomamos cono-cimiento de la candidatura de Norma a legisladora por el partido Afirmación para una República Igua-litaria (ARI), en las elecciones regionales de mayo de 2007. Su candidatura confrontaba la postura del Mo-vimiento que no apoya la política de partidos. Según Isla (2004:36), esta decisión de la mesa nacional del MML responde a la diversidad de posturas político-partidarias de las participantes. En el lanzamiento de su candidatura, Norma aclaró que la misma era a títu-lo personal y no como representante del Movimiento, sin embargo su plataforma política estaba focalizada en la defensa de los pequeños productores y el desa-rrollo de alternativas al modelo agroexportador. Consideraciones finalesEl peligro de perder injustamente la tierra por la cual sus familiares lucharon constituye, como afir-ma Giarracca (2001), una motivación para la acción colectiva del MML. En el discurso general del mo-vimiento, la defensa de la tierra se manifiesta como la defensa de la soberanía (Bidaseca; Mariotti, 2001), frente a un proceso de concentración de tierras mo-nopolizado por empresas multinacionales. Sin em-bargo, en los testimonios de las entrevistadas pode-mos identificar un vínculo afectivo e identitario con la tierra y la fuerza de la memoria individual y colec-tiva operando como nexo entre las luchas del pasado y las del presente, y recuperándose como proyecto político en la defensa de la tierra.Las trayectorias de Ema y Norma revelan dife-rentes articulaciones entre memoria, política y gé-nero. Son trayectorias marcadas por la condición de mujeres de sus protagonistas y, por lo tanto, proble-matizan cuestiones vinculadas al género. Comien-zan a participar en el MML porque consideran que la situación que vivenciaban muchos productores y productoras era injusta, y que la solidaridad era una alternativa de acción válida. El compromiso con el movimiento define nuevos itinerarios en sus trayec-torias de vida, implicando superposición de tareas, resistencias de los miembros de la familia, conflictos a nivel profesional, entre otros. Sin embargo, es un compromiso que consiguen mantener, pues son más de diez años participando del MML. Es por medio de esa experiencia de participación que las mujeres, his-tóricamente excluidas en los procesos de transmisión de la tierra, dejan la herencia de la lucha por la tierra y deben ser registradas en la Historia.
image/svg+xml45Revista de Historia OralRevista de Historia Oral45Giarracca, Norma (2003b), “De las fncas y las casas a las rutas y las plazas: las protestas y las organizaciones sociales en la Argentina de los mundos ‘rururbanos’. Una mirada desde América Latina”, en Sociologías, año 5, N° 10, Porto Alegre, jul./dic., p. 250-283.Isla, César (2004), El Movimiento de Mujeres en Lucha y el plan de convertibilidad. Lucha por la tierra y formulaciones para salir de la crisis, Rosario, Universidad Nacional de Rosario. Los gritos del silencio, Norma Fernández, Argentina: 2004, DVD, cor, 63 min.Movimiento de Mujeres en Lucha (MML) (2005), Rosario, Edición especial décimo aniversario.Monje, Carolina (2009), “Mujeres de pie para defender su tierra” en El Ciudadano, Rosario, La Cazadora, 14 de septiembre, p.1-2.Pollak, Michel (1992), “Memória e identidade”, en Estudos Históricos, vol. 5, Nº 10, Rio de Janeiro, p. 200-215.Seoane, José (2002), “Crisis de régimen y protesta social en Argentina”, en Chiapas, Nº 13, México DF, p. 99-110.Silva, Maria Aparecida de Moraes (1999), Errantes do fm do século, São Paulo, Fundação Editora da UNESP.Silva, María Aparecida de Moraes (2006), “Experiência e memória na bagagem dos caminhantes da terra”, en Teoria & Pesquisa, Nº 49, São Carlos, jul./dic., p. 35-65.Simeoni, Alicia (2008). “No tenemos que ver con pools de siembra ni con la Sociedad Rural”, en Página 12, Rosario, 30 de marzo. Disponible en: <http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/10-12938-2008-03-30.html>, [consulta en línea: 20/03/2009].Notas————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———1La autora es alumna del doctorado en Sociología del “Programa de Pós-Graduação em Sociologia” de la “Universidade Federal de São Carlos” en el Estado de São Paulo (Brasil), becaria de la “Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo” (FAPESP). Miembro del grupo de investigación “Terra, Trabalho, Memória e Migrações”, coordinado por la profesora doctora Maria Aparecida de Moraes Silva y registrado en el Directorio del Consejo Nacional de Desarrollo Científco y Tecnológico (CNPq). 2Cabe señalar que estas dos trayectorias son parte de un estudio de doctorado en curso, con respecto a la participación política de mujeres en movimientos sociales de la Argentina contemporánea. Esta investigación está tutorada por la profesora doctora María Aparecida de Moraes Silva y se desenvuelve con el apoyo de la “Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo” (FAPESP).3Actualmente, Ana Galmarini, miembro fundadora del MML en Santa Fe, preside el Movimiento.4En una entrevista publicada en Página 12, Ana Galmarini mencionaba esa herencia del Grito de Alcorta, reafrmando las posiciones del Movimiento, pero disociando la política del Movimiento con la adoptada por la Federación Agraria, decía: “Somos antiterratenientes, antilatifundistas, no tenemos nada que ver con los pools de siembras, no hicimos un acuerdo con la Sociedad Rural ni vamos a la cola de lo que disponga. Somos un movimiento independiente y autónomo, aún de la Federación Agraria Argentina. Queremos que se nos escuche y que, en este caso, la Presidenta entienda que debe haber retenciones, o imposiciones diferenciadas para quienes somos de verdad las personas herederas de El Grito de Alcorta y trabajamos de sol a sol” (Simeoni, 2008).5Cabe recordar que la ciudad de General Roca fue fundada a partir del establecimiento de un fuerte militar creado durante la Campaña del Desierto (1879), cuyo objetivo era exterminar a los mapuches o araucanos que habitaban la Patagonia. Cinco años después de esa primera ocupación, se inició la explotación agrícola en la región, con la llegada de los primeros inmigrantes europeos.Bibliografía————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———Álvarez, Agustín (2008), “Dueños de la tierra”, entrevista a Eduardo Azcuy Ameghino en: El País, 23 de marzo.Ayerbe, Luis (1998), Neoliberalismo e política externa na América Latina: uma análise a partir da experiência argentina recente, São Paulo, UNESP.Bidaseca, Karina y Daniela Mariotti (2001), “Viejos y nuevos actores en la protesta rural en la Argentina. Una refexión desde la cuestión de género” en Sociologías, año 3, N° 5, Porto Alegre, ene./jun., p. 148-189.Giarracca, Norma (2001), “El Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha: protesta agraria y género durante el último lustro en Argentina”, en Norma Giarracca, ¿Una nueva ruralidad en América Latina?, Buenos Aires: CLACSO, p. 129-151. Giarracca, Norma (2003 a), “La protesta agrorrural en la Argentina”, en José Seoane (comp.), Movimientos sociales y conficto en América Latina, Buenos Aires, CLACSO, p. 195-208.