Voces Recobradas
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Introducción
Tras las lluvias y posteriores inundaciones del mes
de junio de 1973 en la zona centro-oeste de la provincia
de Buenos Aires, se emprendieron en el mes de octubre
los trabajos de reconstrucción de las zonas anegadas.
La acción fue denominada Operativo Gobernador Do-
rrego, y tuvo como parcipes principales al gobierno
provincial, efectivos del Primer Cuerpo del Ejército y
Operativo
Dorrego (1973)
La institucionalidad
fallida
Gabriel Ricardo
Díaz y Sergio
Oscar Vega
Instituto Superior del
Profesorado Joaquín V.
González
Conscriptos y militantes de las JP Regionales en el acto de clausura del Operativo Dorrego (El Descamisado).
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Revista de Historia OralRevista de Historia Oral 27
militantes de la Juventud Peronista Regionales, perte-
necientes al frente de masas de la organización político-
militar Montoneros.
Para abordar un análisis del Operativo, resultó
sustantivo reflexionar sobre la compleja interacción e
influencia de los procesos políticos, sociales y económi-
cos donde se desarrollan los objetivos
e instrumentos de los principales
actores; para vislumbrar de qué for-
ma, en qué contexto político-social,
por intermedio de qué objetivos
surg la experiencia tripartita.
Con su desarrollo se pretende re-
visar las intenciones, propuestas y
acciones que se emprendieron en el
Operativo a instancias de producir
una ntesis del proceso histórico,
para la conformación de “un estado
de la cuestión.
Hasta al día de hoy no teamos
conocimiento de la existencia de producciones que se
centraran específicamente en el Operativo Dorrego, ni
en las relaciones entre el Ejército regular o las Fuerzas
Armadas y la organización político-militar Montoneros
durante el interregno peronista que transcurrde mar-
zo a diciembre de 1973. Por lo tanto, los documentos y
las fuentes a los que teníamos acceso, no los podíamos
considerar suficientes para poder analizar la raíz que
explicara la lógica de las estrategias que dieron lugar a
una acción que, a priori, considerábamos paradójica y
contradictoria. Fue así que emprendimos la búsqueda
de testimonios que nos permitieran aunar los mate-
riales dispersos que teamos para poder caracterizar,
ordenar y relacionar los elementos del proceso y la co-
yuntura, con las organizaciones y actores.
El Operativo Dorrego. Octubre de 1973
La figura del coronel Manuel Críspulo Beinabé Do-
rrego, quien fuera fusilado por orden del general Lavalle
el 13 de diciembre de 1828, es rescatada desde distintos
sectores políticos, principalmente los relacionados con
el peronismo y la Tendencia Revolucionaria. 2 Quienes
adherían al socialismo nacional interpretaban el pasado
apoyados en una revisión crítica de la historia latinoa-
mericana y argentina. Ello se corresponde con la apre-
ciación que se realizaba de la realidad contemporánea,
en lo que se refiere a la tesis de los dos imperialismos
y de lo que constituía el Tercer Mundo. Es el intento
de sistematizar, en el plano teórico, una serie de con-
ceptos y categorías tendientes a fundamentar la validez
revolucionaria del peronismo y su perspectiva política,
presentándolo como integrante necesario en el proceso
de liberación nacional de nuestro país: en la Argentina
el peronismo es la expresión del Tercer Mundo y la for-
ma auténtica y primigenia de la nueva estructura de las
luchas sociales que se abre a partir de las postrimeas
de la Segunda Guerra Mundial”.3
Partiendo de la tesis del Tercer Mundo y del movi-
miento de liberación como elementos
decisivos de la historia, el antago-
nismo contemporáneo se elaboraba
entre la dependencia y la liberación,
reconociendo el papel del imperia-
lismo y la necesidad de eliminarlo
para conseguir la liberación a través
del movimiento de masas, que como
una nueva formación social integra
las ideas policlasistas del peronis-
mo.
La idea o concepto de pueblo y
de movimiento nacional de masas
se asocia a una colectividad revolucio-
naria que avanza hacia un proyecto liberador, para la
conformacn de un socialismo nacional, recuperando
La idea o concepto de pueblo
y de movimiento nacional de
masas se asocia a una colectivi-
dad revolucionaria que avanza
hacia un proyecto liberador, para
la conformación de un socialismo
nacional, recuperando el poder
para el pueblo como herramienta
primaria del proceso.
Desle de los militares que trabajaron en el OD (Semanario YA!).
Militantes que trabajaron en el OD (Semanario YA!).
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28 Voces Recobradas
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el poder para el pueblo como herramienta primaria del
proceso. En este sentido, son reivindicadas en una cons-
truccn pasado-presente las rebeliones de mediados
del siglo XIX, provocadas por el genuino descontento
popular, que fueron encauzadas por los caudillos locales
de La Rioja y Entre Ríos,4 instalando en esa etapa la -
nesis del movimiento nacional, popular y revoluciona-
rio, creando a la vez, una amalgama con los Montoneros
del 70 en particular y con el peronismo en general.
Luego de alcanzar notoriedad pública con el se-
cuestro y la muerte de Aramburu (1970), los prime-
ros cuadros Montoneros consiguieron ser reconocidos
como organización armada peronista. Desde ese acon-
tecimiento, y a pesar del costo interno que les significó,
sus operativos fueron in crescendo, atacando áreas es-
tratégicas o bien simbólicas del aparato estatal-militar.
Esos operativos eran utilizados como
propaganda para difundir su accio-
nar y como herramienta de desesta-
bilización del régimen militar, situa-
ción que se potenciaba por el apoyo
del propio Perón a las “formaciones
especiales”5 del peronismo.
A partir de la conformación de
las JP Regionales como uno de sus
frentes políticos, la capacidad de
movilización de la organización se
incrementó enormemente, dejando
ats la etapa inicial organizativa
compuesta por unos pocos miem-
bros fundadores.
La capacidad de movilización y organización polí-
tica alcanzó su apogeo durante la campaña electoral del
73 y el gobierno de Cámpora, período en el cual logra-
ron obtener espacios de poder dentro de la estructura
político-estatal.
La creación de los frentes de masas, denominacn
que adquirieron las agrupaciones políticas como la JUP
(Juventud Universitaria Peronista), la JTP (Juventud
Trabajadora Peronista), MVP (Movimiento Villero Pe-
ronista), el Movimiento de Inquilinos Peronistas, la UES
(Unión de Estudiantes secundarios) y la Agrupación
Evita, representante de la rama femenina, expandieron
su posicionamiento político en los distintos estamen-
tos de la sociedad, el Estado y dentro del propio Movi-
miento Peronista, aunque el desarrollo de sus políticas
estuvo continuamente signado por la relación existente
entre el líder (Perón) y la organización.
En paralelo, dada la alineación internacional de la Ar-
gentina en el tercermundismo y la coyuntura local, la nueva
pula castrense al mando del general Jorge Raúl Car-
cagno, que asumió junto al nuevo presidente Héctor J.
Cámpora en mayo de 1973, diseñó una estrategia po-
tica que atena dos frentes. Por un lado se propuso
abandonar la lógica del enemigo interno, impulsando
una política hacia el continente; y por el otro se esta-
blecieron lazos con los sectores políticos que conside-
raba clave en el orden interno. Así “fue componiendo
un cuadro de situación que en alguna oportunidad el
comandante confió a determinados generales en acti-
vidad. Según esta línea de razonamiento, Perón difícil-
mente terminaría su peodo de gobierno por razones
de salud. A su desaparición se producia un vao que
debería ser llenado por el Ejército y el peronismo a tra-
vés de su ala más dinámica, que eran los sectores ju-
veniles quienes serían los dueños del peronismo en el
f u t u r o”. 6
A partir de este análisis se tendieron los lazos con
los Montoneros y la planificación de
políticas como el Operativo Dorre-
go, se emprendieron una serie de
políticas organizadas entre la -
pula castrense y la de Montoneros,
de las cuales el Operativo Dorrego
for parte, con la singularidad de
ser la de mayor trascendencia, con
la coordinacn y el enlace político
en manos de su hombre de con-
fianza, el coronel Juan Jaime Cesio.
“Carcagno apro la realización
del Operativo Dorrego [...] hecho
inédito en la historia castrense de
este siglo,7 ya que la presencia de las
Fuerzas Armadas en la escena nacional haa sido un
hecho insoslayable que se entrelazaba indisolublemente
con el desarrollo político, social y económico del ps.
Esta presencia histórica se daba principalmente a través
de las diversas áreas del gobierno y el Estado; de manera
que lo militar asume la figura de militarismo,8 direc-
cionando así los diversos usos del aparato represivo y
de la violencia dentro de nuestra sociedad a intereses
y objetivos compatibles con la implementación de un
determinado modelo de acumulación.9 De la misma
manera, el andamiaje ideológico que servirá de susten-
to a la aplicación de políticas represivas sobre el tejido
social entre 1955 y 1973 será la manifestación de una
alianza cívico-militar donde “el poder militar constitu-
ye la expresión de la dominación del Estado por parte
de la clase hegenica en el cleo mismo de la fuerza
física, con vistas a confiscarlas en provecho propio en
los períodos de crisis del modo de producción.10
Por su parte, la conducción nacional de Montone-
ros analizaba la realidad imperante a través de una idea
de ciclos históricos:
Esa fue la decisión central, por
un lado hacíamos toda la negocia-
ción y procurábamos establecer
un vínculo con los militares para
integrarlos a la sociedad y de al-
guna manera evitar que su estruc-
tura elitista nos llevara de vuelta a
servir a la política del Imperio, por
otro lado nos armábamos
por las dudas.
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Revista de Historia OralRevista de Historia Oral 29
¿Por q razones decidimos nosotros plantear el
Operativo Dorrego?, en Argentina se vea repitiendo
el ciclo histórico, golpe de Estado, proscripción popular
(...) un ciclo histórico de golpes de Estado, imposibilidad
de estabilizarse, golpe de Estado, rebelas populares,
convocatoria a elecciones con proscripción, debilidad
de ese gobierno, nuevo golpe de Estado y se repetía el
ciclo. Este ciclo había cambiado en este período produc-
to de la lucha de los 70 y, además, había habido elec-
ciones sin proscripcn y el peronismo ganó, esa es la
diferencia respecto de lo anterior; lo que no cambió es
la naturaleza de la situacn estructural, de modo que
se supone que acá van a intentar un golpe de Estado,
entonces pongámonos a trabajar para evitar el golpe
de Estado por un lado y por otro lado, ponmonos a
trabajar para construir una fuerza que pueda resistirse
al golpe de Estado, porque hasta ahora qué ha pasado:
siempre que hubo golpe de Estado, no estaba el pueblo;
entonces tomando un poco la frase de Evita planteamos
el tema de construir una organización con capacidad de
respuesta militar después del 25 de Mayo. Esa fue la de-
cisión central, por un lado hacíamos toda la negociación
y procurábamos establecer un vínculo con los militares
para integrarlos a la sociedad y de alguna manera evitar
que su estructura elitista nos llevara de vuelta a servir
a la política del Imperio, por otro lado nos armábamos
por las dudas. De a formamos las famosas milicias de
Evita cuando fue el golpe del 51, las armas del pueblo
y demás.11
Desde las conducciones de los distintos frentes de
masas, se llamaba a los militantes para la participacn
del Operativo, la convocatoria venía desde la Conduc-
ción Nacional de Montoneros; la política era acompa-
ñada, como en otras oportunidades, con una intensa di-
fusión que preva pintadas y volanteadas de panfletos
con la intención de convocar y explicar las razones de
su realización. También, como en otros casos, hubo di-
sidencias internas, que sin embargo no se constituyeron
en rupturas. Para algunos militantes, el Dorrego era una
política que le planteaba contradicciones:
(…) había un debate. No todos acordaban con esta
política. Esta política fue hegemónica en las estructuras
de conduccn, ¡con discusión!, pero hegemónica. Cuando
uno iba bajando, aparean las discusiones (...) No llegó a
manifestarse como fractura. Hubo hechos aislados. Com-
pañeros que no acordaban, se la comían u ofrecían una
resistencia o boicoteaban lo que les correspondía hacer,
ese tipo de cositas. Pero en general, no había masividad,
había opiniones discordantes.12
Los niveles de compromiso y participación fueron
generando visiones particulares dentro de los grupos,
y a nivel individual, para José Brontes, un militante de
superficie, el Operativo apuntaba a un solo objetivo:
Cuando desde nuestra regional se plantea el Opera-
tivo de reconstrucción nacional, para llevar ayuda ma-
Estructura de organización política institucional del Operativo Dorrego
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terial y ayuda de trabajo concreto a zonas de la provin-
cia de Buenos Aires que habían sido castigadas por las
inundaciones, llega un pedido de la Conducción. En la
regional I, estaban Dante Gullo y Juan Carlos Añon, no
recuerdo los otros nombres, yo pido permiso en el tra-
bajo y me autorizan porque iba al Operativo Dorrego,
bueno, me inscribí y fui (...) los compañeros que estaban
en condiciones de ir hablaban con el que era el secretario
general de la unidad sica, y él llevaba los nombres de
los compañeros que iban a los represen-
tantes de la regional.13
Sin embargo el oficial” de las
FAR (Fuerzas Armadas Revolucio-
narias) de La Plata nos indica que:
(...) una directiva nacional se
transmitía en formas diferentes. A
mi zona llegó como una tarea de mi-
licia, eso es lo que yo quise escuchar
de la historia. Seguramente el men-
saje tiene que haber sido más neutro
(...) pensar en que ibas al Operativo Do-
rrego a realizar una tarea de milicias junto a los milicos,
que ibas a confraternizar con ellos y ¡qué los ibas a infil-
trar! (...), la tarea real fue de discusión entre nosotros,
formación de cuadros externos, tareas conjuntas, ese tipo
de cosas, pero muy infantil.14
El Ejército, por su parte, buscaba una alianza polí-
tica que lo acercase a la sociedad, con el objetivo de re-
cuperar el prestigio del Ejército y el Operativo Dorrego
se inscribe en esta decisión del entonces Comandante en
Jefe; una forma de recuperar ese prestigio era que jóvenes
conscriptos –en ese tiempo había servicio militar obliga-
torio–, con sus correspondientes jefes, trabajaran juntos.
Llamamos a todas las juventudes de todos los partidos. Lo
que sucedió, es que ninguna juventud de partido respon-
dió; la única que respondió fue la JP (...) Ese Operativo
Dorrego desató las iras de López Rega. (...) Nosotros tenía-
mos un propósito que nadie comprendió y
n hoy no comprende; quizás la histo-
ria algún día la comprenda. Nosotros
proponíamos algo demasiado ilusorio,
que era el hacer la paz.15
El Operativo aparea como
una respuesta a la convocatoria
realizada por el gobernador de la
provincia de Buenos Aires, Oscar
Bidegain: para esto las siete regio-
nales de la Juventud Peronista con-
curan con contingentes de distintas
provincias del ps, la operatoria tomaba
así un cariz nacional:
(...) la planificamos como operativo nacional, par-
ticiparon todas las regionales de Montoneros y el Estado
Mayor de modo tal que hubiera garantías, que pudiera
producirse sin que hubiera incidentes (...) el objetivo cen-
tral era producir vínculos del Estado con la sociedad, y
nuestros con la sociedad y los propios militares, para tra-
Los trabajos fueron discutidos,
planteados y debatidos con los
militantes que participaron, las
decisiones operativas se tomaban
en forma conjunta en el lugar y se
apuntaba a paliar la situación que
habían provocado las
inundaciones.
31
Revista de Historia OralRevista de Historia Oral 31
tar de sacarlos de la corriente histórica tradicional que
determinaba después un golpe militar.16
Se decretó zona de emergencia a los catorce par-
tidos de la provincia afectados por las inundaciones.
Asimismo se creó una comisión de emergencia que
operó de marco para los trabajos realizados; desde el
Ministerio de Gobierno, la Universidad Nacional de La
Plata y las administraciones locales se proporcionaron
la estructura técnica y financiera, mientras que la coor-
dinación política y ejecutiva quedó concentrada entre el
Ejército y la Juventud Peronista Regionales.
El área de emergencia se dividió en cuatro zonas
que abarcaban distintos partidos:
Zona 1: Bragado, 9 de Julio, 25 de Mayo y Sa-
ladillo;
Zona 2: Carlos Casares, Pehuajó y General Alvear,
Bolívar;
Zona 3: Jun, Lincoln, General
Viamonte y General Pinto;
Zona 4: Trenque Lauquen y
Carlos Tejedor.
Para cada zona, la Juventud
Peronista dispuso la creación de
una agrupación que nucleaba Uni-
dades sicas de Reconstrucción
Nacional (UBRN) las cuales cons-
tituían las estructuras operativas
y de coordinación. Dentro de cada
UBRN, existían grupos de trabajo de
diez integrantes cada uno.
Los responsables de las agrupaciones pertenecían a
la conducción de las Regionales, y eran los encargados
de coordinar las poticas tanto con los responsables del
Ejército, como con los de las UBRN.
Por su parte, los responsables de la UBRN eran quie-
nes supervisaban y orientaban a los grupos de trabajo,
además estaban encargados de la coordinación de la tarea
cotidiana junto con los ociales y subociales del Ejército.
Los grupos de trabajo estaban dirigidos por mili-
tantes con rango dentro de la organización. Al respecto,
uno de los entrevistados nos confirma que: la estructura
que se utilizó fue la estructura celular, éramos grupos de
cinco a diez compañeros, los de abajo eran militantes de
superficie, por arriba un miembro aspirante de Monto-
neros y cada 10 de esos había un oficial montonero (...)
como era el momento de la fusión se hizo que los oficiales
de Montos que venían de Montoneros tuvieran aspirantes
de FAR a su cargo y los oficiales de FAR tuvieran aspiran-
tes de Montoneros. Esa fue la estructura.17
El Ejército, por su parte, puso al frente de cada una
de las cuatro zonas a un general o coronel encargado de
la coordinación general, tal es el caso del coronel Al-
bano Harguindeguy, quien supervisó el desarrollo de
la zona 1; debajo de él, oficiales y suboficiales tenían a
su cargo grupos de soldados conscriptos que se encar-
gaban de desarrollar las tareas espeficas destinadas a
la Fuerza. Los encargados de la coordinación política y
responsables del Operativo fueron el general de Briga-
da Rodolfo E. Cánepa y los coroneles Luciano Sacchi y
Enrique Recchi:
El Operativo en sí fue realizado y preparado por
las dos estructuras separadas. La nuestra venía de
una política que se bajaba de la Conducción Nacio-
nal de Montoneros, con la coordinación de cada uno
de los jefes de la Juventud Peronista de cada Regional.
El rango y grado de responsabilidades en el Ejérci-
to se establecían con su lógica de mandos: generales,
coroneles, oficiales, suboficiales y
soldados. Los trabajos fueron dis-
cutidos, planteados y debatidos
con los militantes que participa-
ron, las decisiones operativas se
tomaban en forma conjunta en el
lugar y se apuntaba a paliar la si-
tuación que habían provocado las
inundaciones.18
Como el Operativo se iba a de-
sarrollar en la provincia de Buenos
Aires, las unidades que prestaron sus
hombres para la actividad fueron “las brigadas de In-
fantería X, con comando en Palermo, y unidades en
Ciudadela, La Tablada, La Plata y Mercedes y las de la
Brigada de Caballería Blindada I, con asiento en Tan-
dil, y unidades en Magdalena, Azul y Olavarría.19 El
gobierno de la provincia de Buenos Aires, por su parte,
designó al ministro de Gobierno Mariano Urriza y su
estructura ministerial, otorgándole así el marco insti-
tucional necesario.
La cifra del personal puesto a disposición como re-
curso humano llegaba aproximadamente a 4.000 hom-
bres, de los cuales el 90% eran conscriptos, y el resto
se repara entre personal con rango y conocimientos
técnicos y mecánicos. También desde las filas del Ejér-
cito se aportaron 228 vehículos para el traslado de he-
rramientas y contingentes tanto de militantes como de
personal del Ejército. Como aseguraba el general -
nepa: “todo está preparado para que cada una de las
cuatro zonas en que se ha dividido el Operativo, pueda
encarar la realización de 30 a 40 obras.20
Alguna participaba, en general
poca, pero me acuerdo que arma-
mos algunas reuniones con ellos,
las mujeres se acercaban a la
tarde y nos traían mates y tortas
fritas. Igual se mostraban muy
agradecidos, era gente bárbara,
gente del interior.
Voces Recobradas
32 Voces Recobradas
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La particularidad que tea el Operativo estaba
centrada en dos aspectos, el primero es la experiencia
cívico militar y el segundo es la envergadura de la ac-
ción, ya que los trabajos solidarios no eran algo atípi-
co para la Juventud Peronista Regionales, ni para los
militantes de la JUP, MVP, UES, JTP o la Agrupación
Evita; podamos decir, que más allá de las actividades
sectoriales tanto reivindicativas como de acción directa
que cada frente realizaba, muchas de las políticas -
blicas de accn solidaria estaban relacionadas con esas
tareas a lo largo y a lo ancho del país, donde los frentes
tean representación, “no es la primera vez que la JP
concurre en apoyo de las autoridades administrativas
para contribuir con su esfuerzo a la superación de pro-
blemas comunitarios. Los antecedentes señalan su par-
ticipación en [...] campañas de alfabetización en el gran
Buenos Aires, Río Negro y Neuquén,
erradicación de villas de emergen-
cia en Entre Ríos, apuntalamiento
de terraplén en Río Salado, colabo-
ración con los inundados de Santa
Fe, construcción de dispensarios en
barrios y villas de todo el país, cam-
paña de vacunacn, colaboración
con las federaciones indígenas de
Chaco, Formosa y Misiones.21
Los contingentes estaban for-
mados por militantes que tean
distintas responsabilidades y tra-
bajaban en distintos frentes; miem-
bros de la JP, JUP, MVP comenzaron a
llegar en forma escalonada:
(…) nosotros partimos desde Constitucn u Once y
con los demás compañeros de la regional. Cuando llega-
mos, el Ejército tenía armado todo el campamento, en lo
que era la Sociedad Rural de Carlos Casares, estuvimos
ahí aproximadamente 110 compañeros.22
Los distintos contingentes fueron bajando en la es-
tación que se les había asignado previamente. Una vez
que se producía el arribo:
(…) un coronel del Ejército nos dio un instructivo
o reglamento interno para la convivencia (…) la famosa
taza de aluminio, mate cocido caliente con pan. Había
una disciplina medianamente militar, nos levantábamos,
desayunábamos, izábamos la bandera, íbamos a traba-
jar, volvíamos a las seis de la tarde y nos bañábamos en
una especie de baño compartido tipo camping.23
Los 16 días que duró el Operativo estuvieron de-
dicados al emprendimiento de trabajos que ayudaron
a descomprimir la difícil situación que habían genera-
do las inundaciones, principalmente en los barrios más
pobres de las localidades afectadas:
en el ámbito de las obras públicas
se realizaron obras como 29 kiló-
metros de limpieza de desagote,
construcción de 1.200 metros de
canales de desagüe, colocación de
390 caños de cruces de calles, etc.
También se refaccionaron escuelas
y se prestó atención a los poblado-
res afectados por las inundaciones.
Se trabajaba durante el a y a la
noche los jefes de ambos elementos
discutían y coordinaban las accio-
nes del a siguiente.24 Los grupos
de trabajo partían hacia los barrios
periféricos cercanos al casco urbano:
(…) vos llegabas y te encontrabas con una situación
muy angustiante porque el agua había tapado los barrios
s bajos. Los sectores con más poder y dinero querían
hacer un lago artificial para poder usarlo en sus ratos de
ocio, pero desgraciadamente ahí vivía gente a la que la
inundacn le había llevado todas sus cosas. Sin embargo,
ellos todos los días iban a ver si bajaba un poco el agua,
porque ellos iban a volver ya que era el único lugar que
tenían. Con la participación de algunos compañeros ar-
quitectos en conjunto con algunos ingenieros del Ejército
vimos mo solucionar la situación de esta gente. Hicimos
un canal importante con pico y pala, en ese momento no
había ni retroexcavadora ni nada. Era un canal que tenía
s o menos dos o tres metros de ancho, por un metro de
profundidad y cuatrocientos o quinientos metros. ¿Qué
logramos con eso? Que toda el agua desembocara en una
especie de aliviador que iba al río. Entonces cien o dos-
cientas familias pudieron volver a sus casas.25
A pesar de que la renuncia de
Cámpora se manifestaba como
una solución de continuidad
respecto de la etapa anterior,
Montoneros no tardaría en com-
prender, en definitiva, que tras
este proyecto se fortalecería el
poder de los sectores adversos a
la liberación nacional y al
socialismo nacional.
Militantes trabajando (El Descamisado).
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Revista de Historia OralRevista de Historia Oral 33
La modalidad variaba según la localidad donde se
trabajaba, principalmente tenía que ver con los espa-
cios de participacn y diálogo que se abrían entre el
Ejército y los militantes peronistas, por ejemplo en la
localidad de 25 de Mayo, zona 1la JP instaló mesas de
discusión para recibir ideas de los pobladores y promo-
ver su participación.26
La participación en lugares como 9 de Julio o Car-
los Casares fue muy esporádica y limitada a la voluntad
individual:
Alguna participaba, en general poca, pero me acuer-
do que armamos algunas reuniones con ellos, las mujeres
se acercaban a la tarde y nos traían mates y tortas fritas.
Igual se mostraban muy agradecidos, era gente bárbara,
gente del interior.27
Las jornadas se desarrollaron en un clima de convi-
vencia sin participación combinada entre los conscrip-
tos y los militantes, cada una de las partes estructuró
sus trabajos respetando su organización interna:
Nosotros estábamos separados de los soldados que
también hacían este trabajo. Era un trabajo conjunto,
soldados que, en la mayoría tenían, la misma edad
que nosotros... no había gran diferencia, pero ellos
hacían otro tipo de tareas. Esa distribución de tareas
la hacían los responsables del campamento. Esto era un
campamento que tenía algunos responsables de Capital
Federal, Juan Carlos (Gullo) era uno de los responsables
de todo el Operativo, otro era Añon... participaron com-
pañeros de otras regionales, así que habremos sido unos
700 u 800 compañeros.28
Por las noches, al regreso de la jornada laboral, tras
la cena, en una especie de fogón donde todos los com-
pañeros contábamos la experiencia personal política,
discutíamos de política, de historia. Algunos de los com-
pañeros no teníamos una formacn política sólida, pero
éramos peronistas de corazón, estábamos en la JP porque
formábamos parte del reconocimiento a los Montoneros
que para nosotros eran en ese momento los que habían
traído a Perón, los que se habían jugado la vida, ¡los que
habían ajusticiado a Aramburu! (…) los que éramos pri-
vilegiados del gobierno de Perón discutíamos un proyecto
de vida, de país y la verdad que se nos pasaban las horas.
En algunas de esas charlas participaban soldados, que se
escapaban de su lugar que era ahí cerquita.29
En otras UBRN las charlas y las formas de intercam-
bio se constituían de una manera distinta. Las reuniones
de charlas políticas se acotaban a los 5 o 10 militantes
que ocupaban la carpa las reuniones políticas eran en
la carpa, eran grupos de 4 o 5, lo que permit esto era
hacer discusiones acotadas.30
Hasta el 22 de octubre los días de trabajo y las no-
ches transcurrieron sobre los pametros comentados,
los contingentes de las cuatro zonas se trasladaron un
día después hasta la localidad de 25 de Mayo donde se-
ría la clausura del evento.
La plaza Mitre de la localidad de 25 de Mayo era
el epicentro del acto de clausura del Operativo Dorre-
go, desde temprano fueron llegando los contingentes
de militantes peronistas de las cuatro zonas. También
se sumaban vecinos de localidades cercanas es que el
general (Perón) había prometido su presencia, el mejor
premio a los muchachos que durante 16 largas jornadas
habían puesto el hombro junto al pueblo.31 Pero Perón
no llegó entonces se dijo que algún problema de sa-
lud impea la concurrencia, pero el gesto tuvo un claro
voto de censura sobre la gestión política que estaba de-
sarrollando el general Carcagno 32 y los Montoneros.
La apertura del acto la realizó el general Carcagno,
quien señaló que la tarea formaba parte del compro-
miso de las FF.AA. con el pueblo, una intención que el
Ejército refuerza con la apertura de sus hospitales mili-
tares a la sociedad civil, la apertura de los cuarteles para
que los niños y la juventud practiquen deportes [...] así
en el trabajo compartido se logra materializar la ntesis
de Ejército y con el pueblo todo de la República, punto de
partida indispensable para hacer realidad un proyecto
nacional de paz y grandeza”;33 con estas palabras el ge-
neral Carcagno parecía refrendar el acuerdo que había
establecido al comienzo de su comandancia.
A continuación, en un sobrio discurso, el goberna-
dor Oscar R. Bidegain agradeció a cada una de las par-
tes que concurrieron al llamado del gobierno provincial
y convocó a la unidad nacional para la liberación.
El Ejército realizó el desfile de sus fuerzas partici-
pantes, detrás de ellos columnas organizadas en hileras
Soldados trabajando (izq). Niños de los barrios afectados (der.)
Voces Recobradas
34 Voces Recobradas
34
de cinco con una pancarta que identificaba cada una de
las UBRN pasaron frente al palco. Los militantes pero-
nistas iban identificados con brazaletes y vinchas:
(…) en el acto de cierre, el último día se realizó un
desfile con el Ercito... y nosotros marchábamos con los
militares que eran unos 1.500 aproximadamente. Lo hi-
cimos cargando cada uno su pico y pala con la que ha-
a trabajado, cada uno con la herramienta en la mano,
llevándola cargada al hombro con un brazalete que nos
identificaba. Mientras que en el palco estaban las auto-
ridades, recuerdo a Carcagno, al gobernador de la pro-
vincia, Oscar Bidegain, Dante Gullo, algunos otros fun-
cionarios locales y provinciales, compañeros de todo el
país.34
A modo de cierre
Los testimonios han contribuido en la construc-
ción de un marco multidimensional de lo pasado, le
han aportado reflexn, sentimientos, alisis crítico y
racionalidad. No hemos encontrado rencores ni odios,
tampoco posicionamientos discursivos premoldeados;
por el contrario, han esclarecido el conocimiento de un
fenómeno que se presenta como una experiencia que
deberíamos avizorar dentro de la etapa, si tenemos en
cuenta lo ocurrido a partir de marzo de 1976.
Dada esta perspectiva, hemos puesto especial én-
fasis en las entrevistas, en las relaciones cívico-militares
y la dimica de su relación con la estructura político
institucional del Estado. Cinco entrevistas fueron selec-
cionadas para este fin, de las cuales cuatro pertenecie-
ron a los distintos niveles de la estructura interna de
Montoneros (desde la conducción hasta las agrupacio-
nes de “superficie”) y uno a la comandancia de las Fuer-
zas Armadas que asum con el doctor Héctor Cámpora
en mayo de 1973.
Roberto Cirilo Perdía integró la Conducción Na-
cional de Montoneros; Juan Carlos Añon fue uno de los
responsables de la Juventud Peronista Regional I; “Pan-
choquien prefirió usar ese seudónimo era oficial” de
las FAR y participó en el Operativo en el momento en
que se comenzaban las gestiones de fusión con Monto-
neros; José Brontes era un militante de superficieliga-
do al trabajo territorial que desempaba Montoneros
y, por último, Juan Jaime Cesio era coronel del Ejército,
encargado de las relaciones políticas del Estado Mayor
y mano derecha del general Jorge R. Carcagno, coman-
dante de las Fuerzas Armadas.
Cada uno de ellos apor diferentes reflexiones
como partícipes privilegiados; nos acercaron un impor-
tante abanico de respuestas que están intrínsecamente
ligadas a su cosmovisión de los resultados, a su nivel
de compromiso y acción, pero que encuentra una cuasi
uniformidad de los objetivos que se habían fijado en la
acción.
“No alcanzó”: esas dos palabras estuvieron pre-
sentes en todas las entrevistas que realizamos y se im-
pusieron como una sentencia casi definitiva; es que la
conflictividad latente se manifesen los hechos ocu-
rridos poco tiempo después de finalizado el Operativo
Dorrego, donde varios de los actores principales de este
correrán en distintas proporciones la misma suerte.
Perón decide el 18 de diciembre de 1973 la destitu-
ción del comandante general del Ejército Jorge R. Car-
cagno y lo reemplaza por Elbio L. Anaya: “La destitu-
ción de Carcagno estuvo precedida por un grave hecho,
sucedido en la Comisión Especial de las Cámaras cuan-
do trataban los ascensos militares. En esa oportunidad
se rechazó la proposición de la Junta de Calificacio-
nes de ascender al coronel Cesio, hombre de conanza de
Carcagno, acusado por los diputados sindicalistas de ser
comunista. Perón hizo suya la acusación.35
Es durante esta etapa donde los dirigentes de la
Tendencia Revolucionaria buscan de manera más evi-
dente un espacio dentro de la nueva legalidad. A pesar
de que la renuncia de Cámpora se manifestaba como
una solución de continuidad respecto de la etapa an-
terior, Montoneros no tardaría en comprender, en de-
finitiva, que tras este proyecto se fortalecería el poder
de los sectores adversos a la liberación nacional y al
socialismo nacional. A instancia de esto se propone la
Página de El Descamisado.
35
Revista de Historia OralRevista de Historia Oral 35
realización de políticas como el Operativo Dorrego. Ni
esta, ni otras iniciativas, produjeron los resultados es-
perados; la suerte de Montoneros estaba muy compro-
metida como para que el proceso pudiera revertirse.
Este Operativo fue parte del intento, el esbozo de un
proyecto de poder societario alternativo, tratando de
superar los enfrentamientos que marcaron el período
con golpes militares y gobiernos que se desarrollaban
en democracias restringidas o tuteladas por el poder
militar, caracterizados por la falta de legitimidad, pro-
ducto, entre otras cosas, de la marginacn política del
peronismo. En un análisis desde el presente, las tres dé-
cadas que nos separan de la realización del Operativo
Dorrego estuvieron signadas por la desaparición for-
zada de personas, el terrorismo de Estado, por el des-
mantelamiento del Estado, la destruccn del aparato
productivo nacional, la desocupación, la pauperización
de la sociedad, el endeudamiento externo, la guerra por
las Islas Malvinas, los levantamientos militares, la ley de
Obediencia Debida y el Punto Final, el encuadramiento
detrás de las políticas del FMI, el Plan Austral, la de-
mocracia formal, las privatizaciones, el uno a uno, la
marginación y exclusión de millones de argentinos.
No alcan para integrar el Ejército a la sociedad
y para desarticular los mecanismos de la Doctrina de
Seguridad Nacional que derivaron en el Proceso de Reor-
ganización Nacional. No alcanzó como alternativa des-
tinada a evitar que el juego político impregnado de la
gica amigo-enemigo continúe su desarrollo. Es que en
la Argentina de 1973 estaban en disputa dos proyectos
sociales muy diferentes, donde la eliminación del con-
trario era la condición necesaria para el triunfo de uno
de los dos proyectos en pugna.
El Dorrego fue cuestionado desde todos los frentes
políticos; por un lado, desde la derecha del mismo mo-
vimiento, acundoselo de ser una jugada de infiltracn
ideológica vinculada al comunismo; por el otro, desde
la izquierda y otras organizaciones armadas, como por
ejemplo la postura que adopel PRT-ERP, que inter-
pretaba que este trabajo conjunto era la incorporación
de Montoneros a las estructuras burguesas del sistema.
El proyecto de integracn que los altos mandos
del Ejército intentaron llevar adelante en el o 1973,
con todas las condiciones políticas como para que se
realice –Cámpora presidente; Bidegain, gobernador de la
provincia de Buenos Aires y la voluntad de diálogo de
Montoneros– no fue bien recibido por la mayoa de los
representantes de las Fuerzas Armadas que continuaban
respondiendo a lineamientos determinados por las polí-
ticas cuyo norte apuntaban a cimentar las exigencias del
establishment; es que las alianzas sociales y económicas
que permitieron el desarrollo del militarismo argentino
habían perdido la hegemonía pero no el predominio, así
el débil y alternativo consenso construido, a partir de
la asuncn de Lastiri, se puso en peligro y llevaron al
ocaso políticas como el Operativo Dorrego.
Por otra parte, los actores participantes de la expe-
riencia parecen no haber divisado la significación del
tamaño de la empresa emprendida, una tradicn de
guardia pretoriana de más de doscadas no se podía
quebrar solamente con la voluntad de las cúpulas, ha-
a falta la construcción de consensos s amplios que
comprometieran a toda la estructura social. Es más, te-
niendo en cuenta el peso político de Perón, no se podía
prescindir de él. Es que en la Argentina de 1973 “todas
las ruedas ruedan a la par de la rueda grande.36
Fuente: El Descamisado.
Voces Recobradas
36 Voces Recobradas
36
Notas
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
1 Extracto del trabajo presentado en la Cátedra Seminario de Metodología
e Investigación de Historia Argentina y Americana, de la profesora Lidia
González, Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González, mayo
de 2005.
2 Podemos decir que era la denominación que se le otorgaba a sectores
políticos, sociales, sindicales y sociales ligados a lo que se llamaba ala
revolucionaria del movimiento peronista.
3 Gonzalo Cárdenas, Las luchas nacionales contra la dependencia, Buenos
Aires, Galerna, 1975, p.16.
4 Richard Gillespie, Soldados de Perón, los Montoneros, Buenos Aires,
Grijalbo, 1998, p. 22.
5 Denominación que Perón les otorgaba a las organizaciones político-
militares identicadas con el peronismo.
6 Rosendo Fraga, Ejército: del escarnio al poder (1973-1976), Buenos
Aires, Planeta, 1988, p. 61.
7 Julio Godio, Perón, regreso soledad y muerte (1973-1974), Buenos Aires,
Hyspamérica, 1986, p. 149.
8 Concepto que hace referencia a los ejércitos que subsumen tanto la
asunción del poder de Estado como la inuencia más o menos indirecta
ejercida sobre las administraciones civiles.
9 La organización de la producción en una nación conforma lo que se
denomina un modelo de acumulación, que relaciona los factores de
producción, es decir todos aquellos elementos que intervienen en el proceso
económico (capital, trabajo y recursos naturales) fundamentándose en una
forma de organizar el trabajo y la distribución de su producto.
10 Ezequiel Raggio, La formación del Estado militar en la Argentina,
1955/1979, Buenos Aires, Losada, 1986, p. 31.
11 Roberto C. Perdía, entrevista y transcripción a cargo de Gabriel Díaz,
Gabriel y María Cabail, Buenos Aires, 4 de marzo de 2005.
12 Ibídem.
13 José Brontes, entrevista y transcripción a cargo de Gabriel Díaz y Sergio
Vega, Buenos Aires, 22 de marzo de 2005.
14 Pancho (seudónimo), entrevista y transcripción a cargo de Gabriel
Díaz, Buenos Aires, 18 de febrero de 2005.
15 Juan J. Cesio, entrevista y transcripción a cargo de Gabriel Díaz y Sergio
Vega, Buenos Aires, 10 de mayo de 2005.
16 Roberto C. Perdía, entrevista y transcripción a cargo de Gabriel Díaz y
María Cabail, Buenos Aires, 4 de marzo de 2005.
17 Pancho (seudónimo), entrevista y transcripción a cargo de Gabriel
Díaz, Buenos Aires, 18 de febrero de 2005.
18 Juan Carlos Añon, entrevista y transcripción a cargo de Gabriel Díaz,
Buenos Aires, 4 de abril de 2005.
19 Rosendo Fraga, Ejército: del escarnio al poder (1973-1976), Buenos
Aires, Planeta, 1988, p.70.
20Se lanzó el plan de reconstrucción en el área bonaerense inundada, en
La Opinión, diario independiente de la mañana, año III, 5 de octubre de
1973, Nº 730, p. 19, columna 1.
21Auyen grupos de jóvenes al Operativo Gobernador M. Dorrego, en
La Opinión, diario independiente de la mañana, año III, 7 de octubre de
1973, Nº 732, p. 12, columnas 4 y 5.
22 José Brontes, entrevista y transcripción a cargo de Gabriel Díaz, y
Sergio Vega, Buenos Aires, 22 de marzo de 2005.
23 Ibídem.
24 Rosendo Fraga, Ejército: del escarnio al poder (1973-1976), Buenos
Aires, Planeta, 1988, p.71.
25 José Brontes, entrevista y transcripción a cargo de Gabriel Díaz y Sergio
Vega, Buenos Aires, 22 de marzo de 2005.
26 Rosendo Fraga, Ejército: del escarnio al poder (1973-1976), Buenos
Aires, Planeta, 1988, p. 71.
27 José Brontes, entrevista y transcripción a cargo de Gabriel Díaz y Sergio
Vega, Buenos Aires, 22 de marzo de 2005.
28 Ibídem.
29 Ibídem.
30 Pancho (seudónimo), entrevista y transcripción a cargo de Gabriel
Díaz, Buenos Aires, 18 de febrero de 2005.
31 “Estamos con los que están con la liberación, en semanario El Descamisado,
año I, Nº 24, Buenos Aires, VEPE, 3 de octubre de 1973, p. 16.
32 Rosendo Fraga, Ejército: del escarnio al poder (1973-1976), Buenos
Aires, Planeta, 1988, p. 71.
33 “Estamos con los que están con la liberación, en semanario El
Descamisado, año I, 24, Buenos Aires, VEPE, 3 de octubre de 1973,
p. 18.
34 Juan Carlos Añon, entrevista y transcripción a cargo de Gabriel Díaz,
Buenos Aires, 4 de abril de 2005.
35 Julio Godio, Perón, regreso soledad y muerte (1973-1974), Buenos Aires,
Hyspamérica, 1986, p. 147.
36 Manuel Dorrego utilizó esta frase en el discurso ante la Junta de
Representantes el 29 de septiembre de 1826 en el debate sobre el proyecto
de Constitución Nacional; en Felipe Pigna, Los mitos de la historia
argentina de San Martín a “el granero del mundo, tomo II, Buenos Aires,
Planeta, 2005, p. 158.
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Entrevistas
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