image/svg+xmlVoces Recobradas4¿Plaza Che Guevara o Ramón Falcón? Asambleas, espacio público y memoriaLidia González, Daniel Paredes, Jorge Mallo y Silvana LuveráDirección General Patrimonio e Instituto HistóricoVoces de Buenos AiresPintada sobre uno de los muros de la plaza.
image/svg+xmlRevista de Historia Oral5IntroducciónEn este trabajo analizaremos la relación entre me-moria y espacio público, tomando como caso la de-nominación de una plaza pública ubicada en el barrio Vélez Sarsfield, vecino al de Floresta, de la Ciudad de Buenos Aires.En el marco de las protestas sociales que deriva-ron de la crisis de 2001, adquirió singular relevancia la participación de los ciudadanos en una forma novedo-sa de organización política: las asambleas barriales.Una de esas asambleas, la que agrupa a vecinos de los barrios Vélez Sarsfield y Floresta, ha sobrevivido a la desintegración de muchas de aquellas y actualmen-te se ha transformado en vocera de un reclamo por el cambio de nombre de la plaza del barrio, que es, precisamente, su lugar de reunión. Esta plaza se llama oficialmente “Ramón L. Falcón”, en homenaje al jefe de Policía que encabezó las represiones obreras de principios del siglo XX, pero el vecindario, por intermedio de la Asamblea, la ha rebautizado “Che Guevara”.A partir de una serie de en-trevistas realizadas a integrantes de la Asamblea de Floresta apare-ce el compromiso del habitante del barrio con su plaza. En este sentido, la apropiación de la memoria histórica, representada en un espacio público, parece haber adquirido una di-mensión que ha trascendido lo local, ya que el reclamo para el cambio formal del nombre de la plaza ante las autoridades municipales ha recibido la adhesión de políticos, intelectuales y del propio vecindario.Nos interesa especialmente estudiar estas accio-nes que involucran a un grupo de vecinos con pocos antecedentes de activismo político, como es el caso de esta Asamblea, desde la perspectiva de una posible reactivación política.Esto nos lleva a plantearnos si podemos interpre-tar este hecho como un síntoma de participación po-pular creciente o quedará reducido a asuntos locales donde la plaza barrial concentra y a la vez delimita los espacios de la protesta social.Las asambleas barrialesDurante los días 19 y 20 de diciembre de 2001, la ciudad de Buenos Aires fue testigo de una masiva movilización popular que culminó con la renuncia del entonces presidente de la Nación, Fernando de la Rúa. Fue el resultado de una larga crisis económica y social que tensionó y deterioró las relaciones entre la sociedad y el sistema político, dejando al descubier-to una profunda ruptura entre la población y la clase política. Estamos hablando del estallido de una crisis cu-yos antecedentes podríamos rastrear a partir de 1976 con la aplicación de un modelo económico que prio-rizó la especulación financiera y destruyó el sistema productivo nacional, provocando una herida en la sociedad que desde entonces ha buscado recomponer adhiriendo a distintas alternativas políticas. Sin em-bargo, ante la insatisfacción de la demanda social se irán generando diversas formas de protesta, que poco a poco irán ganando la calle. Es así que, desde la déca-da de 1980, el espacio público aparece como escenario ideal para la protesta social, calles y plazas vuelven a dar marco a movilizaciones que reclaman por políticas más equitativas frente al deterioro salarial, la falta de empleo o justicia en relación con los derechos humanos. A partir de 1989 se profundiza la protesta social, dando lugar a la aparición de nuevos actores socia-les con otras demandas y formas de acción. Surge en los años 90 una in-novadora manera de apropiarse del espacio público con el doble propósi-to de hacer visible la demanda y amplificar la protesta a través de la difusión de los medios masivos de comu-nicación; así, cortes de rutas y movimientos piqueteros empiezan a extenderse por todo el país, favoreciendo “el surgimiento y la organización de comisiones de desocupados, asambleas populares y organizaciones no gubernamentales (…), muchas de las cuales deri-varon en la organización de comedores, merenderos, huertas, etc.”1(...) la apropiación de la me-moria histórica, representada en un espacio público, parece haber adquirido una dimensión que ha trascendido lo local (...)Área de juegos. Al fondo, la Iglesia Menonita.
image/svg+xmlVoces Recobradas6El gobierno de la Alianza, encabezado por Fer-nando de la Rúa, había generado una cierta expectati-va de cambio en el modelo político y económico que pronto se diluye: la recesión económica, la caída del PBI, el endeudamiento externo, la disminución de la recaudación, el déficit fiscal y un clima de corrupción fueron debilitando al gobierno. El anuncio del colap-so se produjo cuando “con el objetivo de poner fin a la salida de dinero y como forma de salvar al sector financiero privado y público de la bancarrota, el 3 de diciembre de 2001 el gobierno bloqueó los depósitos y salarios existentes en los bancos”.2A lo largo de diciembre de 2001 se multiplicaron las protestas, huelgas y saqueos, lo que llevó al Presi-dente a imponer el estado de sitio, factor fundamen-tal que desencadenó como respuesta inmediata una movilización que el día 19 de diciembre colmó la Plaza de Mayo y continuó el día 20, con una gran represión policial. La ten-sión social y la falta de respuestas políticas terminaron con la renun-cia del Presidente de la Nación.Tanto en el centro de la ciudad como en los ba-rrios y las plazas, sectores de una clase media, hasta entonces indiferente a las manifestaciones de protesta, tomaron las calles con una novedosa forma de expre-sión, “el cacerolazo”. Cientos de personas aunaron sus diversos reclamos golpeando cacerolas para protestar contra el gobierno. La expresión “que se vayan todos” repetida una y otra vez por la sociedad entera dejaba al descubierto su bronca e impotencia.Esta “rebelión de las cacerolas desembocó en las asambleas populares de grupos de vecinos que se reunían para deliberar en plazas y esquinas de la ciudad de Bue-nos Aires3y en algunas del interior del país”.4Lo ocurrido el 19 y 20 de diciembre de 2001 signif-có para amplios sectores del pueblo argentino iniciar “la dura experiencia de buscar un proyecto alternativo”5y es en esta búsqueda que surge la Asamblea de Floresta:(…) claro, en el barrio se hi-cieron varias asambleas, una era la del Parque Avellaneda, otra estaba del otro lado de las vías en la pla-za Vélez Sarsfield, que eran las dos más grandes, digamos que agrupa-ban mucha gente y, bueno, nosotros hacíamos la protesta en Mariano Acosta y Rivadavia, éramos los ve-cinos del entorno de la plaza Che Guevara, que salíamos ahí y hacía-mos la protesta en ese lugar, entonces empezamos a ir a la asamblea del Parque Avellaneda donde de pronto era más dirigida, o sea, había 2 o 3 que dirigían a las personas, a la gente y, bueno, nos gustó.6El rechazo a las formas tradicionales de hacer po-lítica y a los partidismos como sus canales naturales, se trasladó inmediatamente hacia el interior de las asambleas, en forma de negación hacia todo tipo de encuadre político. Este fue, quizás, un primer síntoma de las dificultades que iban a aparecer en su organiza-ción interna:(…) en ese tiempo nadie quería pertenecer a nada, o sea que si pertenecía, no te lo decía, era todo medio tapado pero uno estaba muy alerta a ver si, viste… era una mala palabra (…) que trabajemos como vecinos, me acuerdo que nadie quería que se diga ni compañero, ni nada, yo era la primera que saltaba: “por favor veci-nos, compañeros no”.7(…) en ese tiempo nadie quería pertenecer a nada, o sea que si pertenecía no te lo decía, era todo medio tapado pero uno estaba muy alerta a ver si, viste… era una mala palabra (…) que trabajemos como vecinos, me acuerdo que nadie quería que se diga ni compañero, ni nada, yo era la primera que saltaba: “por favor vecinos, compañeros no”.Cartel realizado por los asambleístas con el nombre de la plaza Che Guevara.
image/svg+xmlRevista de Historia Oral7Si bien se acercaron a las asambleas vecinos con vieja militancia popular, la incorporación de otros que nunca habían participado en actividades políticas fue marcando el sentido de crear algo nuevo, desde las ba-ses, sin alineamiento con los partidos ya conocidos. (...) amas de casa, profesionales, algunos adolescen-tes, algunos con profesiones, otras literalmente amas de casa, pero una de las cosas que siempre rescatamos es el que fuera integradora de todos y que parte de la Asam-blea somos todos, desde el bebé, desde el compañero que tiene dos chicos o más chicos, ellos también son parte de la Asamblea y sus opiniones también son válidas.8La organización de las asambleas se realizó sobre una base territorial barrial y pronto se unieron bajo un organismo coordi-nador que fue la Asamblea Interba-rrial de Parque Centenario. El gran número de asambleas organizadas en tan poco tiempo, advirtió sobre un fenómeno urbano novedoso, una nueva forma de hacer política.En el mes de septiembre de 2002 existían 272 asambleas que se reu-nían asiduamente; del total, el 41% (112) eran de la Capital Federal; el 39% (105) de la provincia de Bue-nos Aires; el 14% (37) se encontraban en la provincia de Santa Fe; el 4% lo hacían en Córdoba y el 1% restan-te se distribuían: dos asambleas en Entre Ríos; dos en la provincia de Río Negro; una asamblea en Neuquén, otra en La Pampa y una en San Juan. En el resto de las provincias del país no se registró la formación de ninguna.(…) éramos muchos, y había… ¿viste el anfiteatro que hay?, ahí nos juntábamos y estaba lleno y atrás ha-bía más gente parada, venían los comerciantes, venían los vecinos, algunos que tienen comercio sobre Rivada-via, todo el barrio (…) la nuestra [la Asamblea] era más clase media, sí, más clase media, algunos para arriba y otros, bueno, con algunas necesidades en ese momento pero se sabía que pasaba la tormenta y se iban a aco-modar ¿no?, yo en realidad nunca tuve una necesidad económica para estar ahí, no fue mi fin, digamos.9Frente a la descomposición del Estado como or-denador de todas y cada una de las instituciones,10esta nueva forma de organización política sirvió, en prime-ra instancia como canal de protesta para una población que coincidía en el descreimiento de la clase política, pero que se distinguía específicamente en sus recla-mos, reclamos que involucraban, en muchos casos, la pérdida de un estatus social. “En este proceso las cla-ses medias empiezan a no tener nada que perder, igual que las clases bajas, y se pueden movilizar a partir de eso. Ahora está saliendo la familia. Salen los jefes de la familia y sus cónyuges, gente que nunca salió, que más bien estaba para adentro, ocupándose de sí mismos y de su familia, están saliendo como familia”.11(…) el reclamo era diverso, algunos iban por el tema que le habían agarrado la plata, otros como yo que fuimos porque me parecía que mis hijos no podían terminar en un país así (…) y bueno, esa era mi protes-ta, el no poder concebir que mis hijos se críen en un lugar así, en un país así tan inestable, tan feo, tan per-verso, pervertido, todo mal y otros iban porque le habían agarrado sus ahorros en el corralito, o sea que fue muy mezclado todo. Después los que fueron por el corralito se fueron separando, digamos se fueron reti-El gran número de asambleas organizadas en tan poco tiempo, advirtió sobre un fenómeno urba-no novedoso, una nueva forma de hacer política.Vista del Anfiteatro, lugar de reunión de los asambleístas.
image/svg+xmlVoces Recobradas8rando de la Asamblea porque la Asamblea no tenía ese perfil, o sea, de la protesta por la plata, entonces esa gente se fue retirando o se fue a militar a otro lugar o fue no sé adónde, a los bancos, y bueno quedamos ahí los vecinos. Y empezamos a organizar cosas (…)12Espacio público y memoria. La Asamblea vecinal del barrio de FlorestaEl lugar es el espacio social donde se tensa la re-lación entre las organizaciones sociales existentes y la realidad social como objeto a modificar en una doble determinación de este espacio.La participación social en la construcción del es-pacio, en permanente evolución y reconfiguración, es lo que le da sentido al concepto de lugar, lo constituye a través del sistema de relaciones y vinculaciones so-ciales que lo caracterizan.Esta caracterización está atravesada por las con-sideraciones de la memoria, del recuerdo y del cono-cimiento, conocimiento que configura el universo cul-tural que lo define.La vida social se manifiesta y desarrolla en una sucesión de espacios que piden anclajes culturales en un momento determinado, o en momentos de la ac-ción sobre un espacio.Hay una pragmática del espacio y una pragmáti-ca del lugar prefigurado por la construcción simbólica de ese espacio. Esta construcción es dar forma y ser conformado. Esta visión material hace hincapié en los elementos referenciales de los significantes, sosteni-dos desde la legitimidad del lenguaje en los elementos simbólicos del código devenido del universo cultural de los colectivos sociales que constituyen esos elemen-tos simbólicos.En este contexto, la percepción política de la espa-cialidad y su construcción social es un elemento cons-tituyente del concepto del lugar y de su materialidad.Esta situación es portadora, entre otras cosas, de dos dimensiones: una es la política institucional y sus fundamentos ideológicos que proveen desde la forma urbana un espacio para la construcción social del lu-gar, una materialidad portadora del concepto de espa-cio público contenedor de la vida social, espacio pú-blico destinado a su contemplación visual, o espacio representativo de la concepción política de la ciudad.En sentido contrario, existe la dimensión políti-ca no oficial, de producción asamblearia, y terciando, la dimensión política espontánea de las personas que viven en el barrio y configuran otras corrientes de opi-nión y de producción de sentido.Aquí podemos hablar de diferentes lugares sim-bólicos que juegan en un mismo espacio que se consti-tuye desde diversas miradas políticas.Tenemos la percepción política institucional pri-mera que la genera, la percepción política asamblearia que la nomina y la percepción política de la gente del barrio que lo define ideológicamente con sus usos, con el modo de usar esos lugares y la legitiman como lugar social.En todos los casos se desarrollan tramas de vin-culaciones entre el hombre con el medio, el hombre con los otros en el medio y entre los hombres con los objetos y consigo mismo.Estas vinculaciones están condicionadas por la morfología del lugar que se extiende por el fragmento de ciudad, el barrio.Hemos tomado como base para este trabajo el caso de la Asamblea del barrio de Floresta, en la ciu-dad de Buenos Aires, porque las características del ba-rrio, alejado del centro de la ciudad y compuesto en su mayoría por una clase media con antigüedad en la zona, le aportan a la Asamblea ciertas particularidades que, creemos, pueden reflejar el espíritu de su organi-zación.Al mismo tiempo, la plaza donde se reúne es un espacio público que parece excavado de la manzana. La trama de manzanas en cuadrícula es alterada aquí al ubicarse en una manzana irregular. Esta particu-laridad formal proporciona a la gente del barrio una relación particular con este espacio, que está protegi-do por la espalda del espacio privado que configura el barrio. Esto también genera mecanismos singulares de relación entre la plaza y el barrio, y los diferentes grupos que constituyen su espacio social.El espacio excavado contra las construcciones de la manzana da la sensación de cobijo, que genera Grafiti sobre un muro de la plaza.
image/svg+xmlRevista de Historia Oral9la morfología del lugar provisto por los dorsos de los muros de las viviendas del barrio. Este es un elemento morfológico condicionante que propicia a la reunión, situación importante para las actividades de grupo y su apropiación física y simbólica.La plaza se encuentra ubicada en la intersección de las calles Ramón L. Falcón y Diputado Benedetti.13Tanto la plaza como la calle reciben el nombre del jefe de Policía coronel Ramón L. Falcón (1855-1909). Alumno del Colegio Militar, creador de la Escuela de Policía, su actuación estuvo orientada a la represión de las luchas populares.La más violenta ocurrió el 1º de mayo de 1909, cuando en reclamo de una jornada laboral de ocho horas, la FORA –organización obrera anarquista– marchó a la plaza Lorea y fue reprimida ferozmente. El ope-rativo, dirigido por el jefe de Poli-cía Ramón Falcón, dejó treinta tra-bajadores muertos. Seis meses más tarde, un joven anarquista llamado Simón Radowitzky vengó el asesi-nato de sus compañeros haciendo estallar una bomba cuando pasaba el carruaje del coronel Falcón, que murió junto con su ayudante. Sólo dos días más tarde el gobierno bau-tizó una calle con el nombre del po-licía y la última dictadura militar terminó de rendir honores cuando dio el mismo nombre a la plaza de Floresta.14Con este nombre, y desconociendo el peso histó-rico de su significado, en el verano de 2002, los asam-bleístas de Floresta, los de la plaza Ramón Falcón, se presentaron en parque Centenario donde se desarro-llaba la reunión interbarrial de asambleas. De inme-diato fueron silbados por las demás asambleas que em-pezaron a decirles que le cambiaran ese nombre.(…) y nos presentamos como la plaza Ramón Falcón, nos silbaron mal, yo me di vuelta y le digo a Claudio, uno de los chicos que también estuvo desde el principio, le digo: “¿qué les pasa a estos estúpidos que nos silban y nos gritan?” y ahí bueno, desde ese día vi-nimos ya con la inquietud de decir no, pero escucha-me, estamos en la plaza de un represor, un ícono de la Policía Federal, el mismo que en la protesta a nosotros nos están reprimiendo, porque sufrimos varios atrope-llos de la policía cuando íbamos a las marchas y todo lo demás, entonces empezamos a trabajar con ese tema, que fue lento, fue muy discutido porque entre el miedo que teníamos, porque nos estábamos metiendo con algo muy fuerte de la Policía Federal, la escuela de cadetes se llama Ramón Falcón y bueno estábamos un poco con miedo, lo discutimos, discutimos mucho, lo hablamos hasta que decidimos, sí vamos a hacerlo, si no, no tiene sentido que sigamos en esta plaza juntándonos acá.15Casi sin proponérselo, el cambio de nombre de la plaza fue el primer tema que se encaró desde una pers-pectiva histórico-política. La memoria histórica trajo a discusión la necesidad de replantear el nombre del lugar que daba identidad a la Asamblea.(…) en cuanto al trabajo, co-menzó de una manera muy simple, convocando a los vecinos un día domingo para que se propusiera un cambio de nombre de la plaza por-que muchos de los componentes de la Asamblea ignoraban algunos in-clusive hasta quién era Ramón Fal-cón, y cuando se hacía la reunión interbarrial en parque Centenario, cuando se decía: “ahora viene el grupo de la plaza Ramón Falcón” los compañeros chiflaban y decían: “no, ese nombre no”, entonces les surgió la duda de quién era Ramón Falcón, y bueno, algunos compañeros le decían Ramón Falcón era un represor de los obreros y toda esa historia que sabemos.16Los testimonios reflejan, en principio, la espon-taneidad de la organización asamblearia y el comien-(…) La Asamblea no hizo so-lamente el cambio de nombre de la plaza, se hizo mucho laburo, te acordás de lo de Santa Fe, bueno, se hizo una jornada con los veci-nos [que]venían y dejaron 700 litros de leche y cualquier cantidad de ropa; lo de siempre, el vecino viene deja y se va, que tampoco nos gustaba, pero bueno, viendo la necesidad de los otros lo hacíamos.Área de juegos de la plaza.
image/svg+xmlVoces Recobradas10zo de un proceso de aprendizaje y preparación para la confrontación con sus pares. El camino de la discusión y el entrenamiento en la organización interna de la Asam-blea se había puesto en marcha. Se optó por la vía más democrática: la votación, una votación que incluía a todos los que sentían que la plaza les pertenecía un poco. La apropiación del espacio público, su inclusión como parte de la lucha, se transformó en un objetivo que movilizó a todo el barrio, y aún a los vecinos cir-cunstanciales.(…) Entonces se hizo una convocatoria al barrio, porque había otros movimientos anarquistas que siem-pre venían para noviembre, el 14 de noviembre, cuan-do se recuerda Radowitzky, y le ponían directamente el nombre Radowitzky, con pintadas con ae-rosol le ponían el nombre Radowitkzy, era impuesto, y por gente que venía tal vez de otros barrios, de otros lu-gares, sin consensuar con los vecinos y demás. Entonces, nosotros dijimos que no teníamos que usar esa meto-dología, si estamos trabajando con el barrio y en ese momento era to-davía el auge de las asambleas (…) teníamos que hacer un trabajo con más respeto y con más integración. Entonces convocamos a todos los vecinos un día domingo, invitamos a la plaza, creo que se hizo pan casero, se repartió pan casero, vino y se invitó a los vecinos que proporcionen un nombre (…) Se sugieren alrededor de 30 nombres, de lo más disímiles, ¿no? Patoruzito, Maradona, Favaloro, Che Guevara, víctimas de la plaza Lorea, (…) los ve-cinos, en una urna iban proponiendo los nombres (…) hubo alrededor de 300 vecinos (…) De esos 30 nombres Los testimonios aportados reflejan un verdadero compromiso con el barrio, en una tarea comu-nitaria que no solo atiende las ne-cesidades de sus vecinos sino que también promueve la discusión y participación en los asuntos donde la memoria barrial adquiere una dimensión política. propuestos se eligieron los más votados y después se hizo toda una campaña durante más de un mes en la cual, en distintos lugares del barrio (…) se pusieron urnas y durante un mes la gente iba y votaba (…) además nos preguntamos, ¿este espacio es de Floresta nada más?, la gente ocupó un espacio público siendo de distintos lu-gares, porque a veces los obreros que van a descansar cuando pasan con su vehículo por la plaza porque tiene una linda sombra se quedan en la plaza a descansar, ellos también son integrantes de un espacio público, los chicos de la oficina que van a almorzar a veces a la pla-za, también son integrantes, entonces la convocatoria la abrimos a otros lugares que también participaron desde otros lugares, desde la Universidad en esos días también se hizo la marcha de la resistencia, también se llevaron urnas, y bueno durante todo un mes se estuvo votando, después de ese mes se hizo, bueno, el balotaje en un cen-tro cultural ahí del barrio y se invitó también a los vecinos para que fue-ran testigos. Y bueno, el más elegido fue el de Che Guevara seguido por el de Radowitzky (…) creo que más o menos fueron 600 votos, hubo alre-dedor de 2000 votos, el de Che creo que tuvo 600 votos, seguido del de Radowitzky. Favaloro tuvo bastan-tes votos y bueno se hizo después un pequeño acto con Osvaldo Bayer que siempre nos estuvo acompañando a nosotros y se puso simbólicamente en el cartel que antes figuraba Falcón, Plaza del Hombre Nuevo Che Guevara.17Esta experiencia de trabajo interno de la Asamblea resultó ejemplar, un ejercicio eleccionario que echó a andar un mecanismo de consulta y participación que luego se aplicó a otros temas. En cuanto a la magnitud de la decisión tomada, colocó a la Asamblea en un pla-no público que trascendió al barrio.El acto que rebautizó la plaza apareció en los me-dios como una reivindicación de carácter nacional. In-telectuales y políticos se hicieron eco de este hecho y lo tomaron como propio.Es innegable que, frente a la opinión pública, la Asamblea de Floresta tiene una identidad reconocida a partir de esta sustitución del nombre de la Plaza, que, hay que aclararlo, no es oficial. Pero ha seguido tra-bajando en otras iniciativascomo apertura de diarios, espacios radiales, movimientos de recuperación de fá-bricas, ollas populares; esto nos habla de una supera-Convocatoria pintada en un paredón frente a la plaza.
image/svg+xmlRevista de Historia Oral11ción del espacio político barrial hacia otros terrenos, aunque el anclaje en el barrio sea el objetivo funda-mental.(…) La Asamblea no hizo solamente el cambio de nom-bre de la plaza, se hizo mucho laburo, te acordás de lo de Santa Fe, bueno, se hizo una jornada con los vecinos [que]venían y dejaron 700 litros de leche y cualquier cantidad de ropa; lo de siempre, el vecino viene deja y se va, que tampoco nos gustaba, pero bueno, viendo la ne-cesidad de los otros lo hacíamos. Tampoco nos terminó cerrando eso, no nos gustó hacer eso, porque nosotros, quiénes somos; también con las obreras de Brukman, con ellas sí hicimos varios festivales, juntamos mucho alimento, le llevábamos porque ellas estaban en la calle, alguna gente venía y dejaba dinero, o sea, había esa cosa de que el vecino confiaba en la gente que estaba en el lugar, sabía que lo que dejaba ahí era porque iba a llegar a las personas que la necesitaban (…).18Pertenecer a la Asamblea, contar con el respaldo de la identificación con el barrio al que pertenece, pa-rece ser una carta de presentación que inspira confian-za, ahí la militancia ha recobrado una mirada apro-batoria por parte de los vecinos. De algún modo, el nombre del barrio y el de la plaza están en juego. Esta recuperación de la confianza en la actividad al hacer política barrial ¿permite pensar en otro tipo de aspira-ciones políticas?(...) cuando comenzó el tema de las comunas (…) a una de estas compañeras, de una referente del barrio le propusieron que se presentara para componer en el tema este de las comunas y que fuera representante del barrio, pero nunca estuvimos de acuerdo, no era nuestro deseo cuando se invitó también por medio del CGP a una coparticipación donde daban presupuesto para hacernos cargo de la plaza, la mayoría de la Asamblea decidió no participar de esto (…).19Sabemos que el espacio público no es simplemen-te un espacio abierto, es una categoría de dimensión semántica que refiere a un lugar físico determinado. Es la mediatización del vínculo entre la sociedad y el Estado: es donde se hacen públicas las expresiones so-ciales y políticas de la ciudadanía en múltiples y di-versas formas de asociación y conflicto frente a éste. También podemos afirmar que un espacio deviene en lugar cuando acontecen en él experiencias humanas, sociales, experiencias organizadas y vivencias espon-táneas, con las características que le otorga cada colec-tivo con su propia construcción identitaria.El lugar, como espacio simbólico, ideológico y como marco referencial cumple el rol de articulador de los diversos elementos que dan carácter e identidad al área, como lugar de encuentro, de desarrollo colec-tivo, de memoria.“(…) tenemos que luchar contra los símbolos que el poder establece, contra los símbolos que el po-der va construyendo para instalar la memoria que le conviene. Por eso hay que cambiar muchos nombres, destacó Agustín, de vecinos por la memoria, y recor-dó que mientras se hacía esta plaza, a dos cuadras se torturaba gente. En el barrio funcionaban dos centros clandestinos de detención: El Olimpo y Automotores Orletti”.20Algunas consideraciones finalesA partir del mes de diciembre de 2001, nuestro país se vio inmerso en un proceso transformador, en el que la participación popular tuvo un protagonismo singular. Crisis, participación y reclamo fueron los ejes de aquel proceso histórico. En la construcción de nuevas relaciones sociales, de un nuevo modo de ejer-cicio militante, el sistema asambleario apareció con gran fuerza en el espacio urbano. El barrio, la plaza, adquirieron un significado relevante en el momento de identificar a las agrupaciones y hasta de reconocer sus propuestas.En lo que refiere a la Asamblea de Floresta, la morfología de la plaza donde se reúne, así como su denominación, potencian el vínculo entre el espacio y las actividades que contiene. Por eso su nombre juega un papel tan importante en el momento de otorgarle sentido e identificarse con él. Su legitimación, más que reconocimiento oficial, debería estar dada por su vul-Vista de la plaza.
image/svg+xmlVoces Recobradas12garización y reconocimiento público, un anclaje en la memoria y el conocimiento de su significado.Los testimonios aportados reflejan un verdadero compromiso con el barrio, en una tarea comunitaria que no solo atiende las necesidades de sus vecinos sino que también promueve la discusión y participación en los asuntos donde la memoria barrial adquiere una dimensión política. En este sentido, las asambleas, y en particular la que hemos tratado, pueden y deben caracterizarse como espacios políticos.Actualmente, aunque vigentes, esos movimientos perdieron la importante fuerza inicial. El caso de la Asamblea de Floresta, el de la “Plaza Che Guevara”, mantiene una unidad basada en lazos solidarios en-tre vecinos. Su expansión hacia otros espacios no tiene hoy el impulso de los primeros momentos.Su continuidad se halla sostenida por un recono-cimiento dentro del barrio, su identificación en el espa-cio público –la plaza– y su presencia cotidiana. En este momento, el carácter solidario asumido por la Asam-blea en relación con los asuntos del barrio contrae su expansión hacia las propias fronteras del barrio.Detalle del mural pintado en un paredón de la plaza.
image/svg+xmlRevista de Historia Oral13Bibliografía————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———Bachelard, Gastón,La poética del espacio, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2000.Barela, Liliana y M. Sabugo, Buenos Aires. El libro del barrio. Teorías y Defniciones, Buenos Aires, Instituto Histórico de la CABA, 2004.Bayer, Osvaldo,“La larga paz argentina”, Página 12, 24/11/07. Caparrós, Martín (comp.), Qué país. Informe urgente sobre la Argentina que viene, Buenos Aires, Planeta, 2002.Dri, Rubén, “19/20 de diciembre”, Página 12, 19/12/07. Ferrer, Carlos, “Asambleas. Las plazas públicas” en: Martín Caparrós (comp.), Qué país. Informe urgente sobre la Argentina que viene, Buenos Aires, Planeta, 2002.Galasso, Norberto, De Alfonsín a Menem y De la Rúa (1983-2001),Buenos Aires, Centro Cultural Enrique Santos Discépolo, Cuadernos para la otra Historia Nº 30, 2005.García Canclini, Néstor, Consumidores y Ciudadanos. 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DiariosClarín, Página12.Notas————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———1Mirta Lobato y Juan Suriano, La Protesta social en la Argentina, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003, p.149.2Ibídem.3Si bien hubo casos de asambleas en el interior del país, este fenómeno se produjo fundamentalmente en Buenos Aires; en el año 2002 funcionaron 112 en Capital Federal y 105 en distintas localidades de la provincia de Buenos Aires.4Ibídem, p.152.5Norberto Galasso, De Alfonsín a Menem y De la Rúa (1983-2001),Buenos Aires, Centro Cultural Enrique Santos Discépolo, Cuadernos para la otra Historia Nº 30, 2005, p. 60.6Entrevista a Ana Grifth, 50 años, ama de casa, realizada por Silvana Luverá, en Parque Rivadavia (Caballito), 11 de enero de 2008.7Ídem.8Entrevista a Daniel Gómez, 42 años, guardia de seguridad privada y estudiante de Historia, realizada por Lidia González y Silvana Luverá en el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 20 de diciembre de 2007.9Entrevista a Ana Grifth, 50 años, ama de casa, realizada por Silvana Luverá, en Parque Rivadavia (Caballito), 11 de enero de 2008.10Ignacio Lewkowicz, Pensar sin Estado,la subjetividad en la era de la fuidez, Buenos Aires, Paidós, 2004.11Susana Torrado, Qué país. Informe urgente sobre la Argentina que viene, Buenos Aires, Planeta, 2002, p. 222.12Entrevista a Ana Grifth, 50 años, ama de casa, realizada por Silvana Luverá, en Parque Rivadavia (Caballito), 11 de enero de 2008.13La calle Ramón L. Falcón (Ordenanza del 16/11/1909) es una arteria muy larga que nace en la calle Hortiguera con la numeración 1301 y termina con la numeración 7299, en la avenida General Paz. La plaza Ramón Falcón (Ordenanza 36.303/80) está ubicada sobre las calles Ramón Falcón y Benedetti. Hasta 1980, en la citada esquina funcionaba una escuela para chicos con problemas nutricionales, el gobierno militar decidió demoler ese espacio de recuperación y erigir la plaza con el nombre de quien fuera jefe de Policía.14Darío Aranda, “Voto en la plaza contra Falcón”, enPágina 12, 15 de noviembre de 2003, p.15. 15Entrevista a Ana Grifth, 50 años, ama de casa, realizada por Silvana Luverá, en Parque Rivadavia (Caballito), 11 de enero de 2008.16Entrevista a Daniel Gómez, 42 años, guardia de seguridad privada y estudiante de Historia, realizada por Lidia González y Silvana Luverá en el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 20 de diciembre de 2007.17Ídem.18Entrevista a Ana Grifth, 50 años, ama de casa, realizada por Silvana Luverá, en Parque Rivadavia (Caballito), 11 de enero de 2008.19Entrevista a Daniel Gómez, 42 años, guardia de seguridad privada y estudiante de Historia, realizada por Lidia González y Silvana Luverá en el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 20 de diciembre de 2007.20Darío Aranda, op. cit.