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Voces Recobradas
4
¿Plaza Che
Guevara o
Ramón Falcón?
Asambleas, espacio
público y memoria
Lidia González,
Daniel Paredes,
Jorge Mallo y
Silvana Luverá
Dirección General
Patrimonio e Instituto
Histórico
Voces de
Buenos Aires
Pintada sobre uno de los muros de la plaza.
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Revista de Historia Oral
5
Introducción
En este trabajo analizaremos la relación entre me
-
moria y espacio público, tomando como caso la de
-
nominación de una plaza pública ubicada en el barrio
Vélez Sarsfield, vecino al de Floresta, de la Ciudad de
Buenos Aires.
En el marco de las protestas sociales que deriva
-
ron de la crisis de 2001, adquirió singular relevancia la
participación de los ciudadanos en una forma novedo
-
sa de organización política: las asambleas barriales.
Una de esas asambleas, la que agrupa a vecinos de
los barrios Vélez Sarsfield y Floresta, ha sobrevivido a
la desintegración de muchas de aquellas y actualmen
-
te se ha transformado en vocera de un reclamo por
el cambio de nombre de la plaza del barrio, que es,
precisamente, su lugar de reunión. Esta plaza se llama
oficialmente “Ramón L. Falcón”, en homenaje al jefe
de Policía que encabezó las represiones
obreras de principios del siglo XX,
pero el vecindario, por intermedio
de la Asamblea, la ha rebautizado
“Che Guevara”.
A partir de una serie de en
-
trevistas realizadas a integrantes
de la Asamblea de Floresta apare
-
ce el compromiso del habitante del
barrio con su plaza. En este sentido,
la apropiación de la memoria histórica, representada
en un espacio público, parece haber adquirido una di
-
mensión que ha trascendido lo local, ya que el reclamo
para el cambio formal del nombre de la plaza ante las
autoridades municipales ha recibido la adhesión de
políticos, intelectuales y del propio vecindario.
Nos interesa especialmente estudiar estas accio
-
nes que involucran a un grupo de vecinos con pocos
antecedentes de activismo político, como es el caso
de esta Asamblea, desde la perspectiva de una posible
reactivación política.
Esto nos lleva a plantearnos si podemos interpre
-
tar este hecho como un síntoma de participación po
-
pular creciente o quedará reducido a asuntos locales
donde la plaza barrial concentra y a la vez delimita los
espacios de la protesta social.
Las asambleas barriales
Durante los días 19 y 20 de diciembre de 2001,
la ciudad de Buenos Aires fue testigo de una masiva
movilización popular que culminó con la renuncia
del entonces presidente de la Nación, Fernando de la
Rúa. Fue el resultado de una larga crisis económica y
social que tensionó y deterioró las relaciones entre la
sociedad y el sistema político, dejando al descubier
-
to una profunda ruptura entre la población y la clase
política.
Estamos hablando del estallido de una crisis cu
-
yos antecedentes podríamos rastrear a partir de 1976
con la aplicación de un modelo económico que prio
-
rizó la especulación financiera y destruyó el sistema
productivo nacional, provocando una herida en la
sociedad que desde entonces ha buscado recomponer
adhiriendo a distintas alternativas políticas. Sin em
-
bargo, ante la insatisfacción de la demanda social se
irán generando diversas formas de protesta, que poco
a poco irán ganando la calle. Es así que, desde la déca
-
da de 1980, el espacio público aparece como escenario
ideal para la protesta social, calles y plazas vuelven a
dar marco a movilizaciones que reclaman por políticas
más equitativas frente al deterioro salarial, la falta de
empleo o justicia en relación con los
derechos humanos.
A partir de 1989 se profundiza
la protesta social, dando lugar a la
aparición de nuevos actores socia
-
les con otras demandas y formas de
acción. Surge en los años 90 una in
-
novadora manera de apropiarse del
espacio público con el doble propósi
-
to de hacer visible la demanda y amplificar la protesta
a través de la difusión de los medios masivos de comu
-
nicación; así, cortes de rutas y movimientos piqueteros
empiezan a extenderse por todo el país, favoreciendo
“el surgimiento y la organización de comisiones de
desocupados, asambleas populares y organizaciones
no gubernamentales (…), muchas de las cuales deri
-
varon en la organización de comedores, merenderos,
huertas, etc.”
1
(...) la apropiación de la me
-
moria histórica, representada en
un espacio público, parece haber
adquirido una dimensión que ha
trascendido lo local (...)
Área de juegos. Al fondo, la Iglesia Menonita.
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Voces Recobradas
6
El gobierno de la Alianza, encabezado por Fer
-
nando de la Rúa, había generado una cierta expectati
-
va de cambio en el modelo político y económico que
pronto se diluye: la recesión económica, la caída del
PBI, el endeudamiento externo, la disminución de la
recaudación, el déficit fiscal y un clima de corrupción
fueron debilitando al gobierno. El anuncio del colap
-
so se produjo cuando “con el objetivo de poner fin a
la salida de dinero y como forma de salvar al sector
financiero privado y público de la bancarrota, el 3 de
diciembre de 2001 el gobierno bloqueó los depósitos y
salarios existentes en los bancos”.
2
A lo largo de diciembre de 2001 se multiplicaron
las protestas, huelgas y saqueos, lo que llevó al Presi
-
dente a imponer el estado de sitio, factor fundamen
-
tal que desencadenó como respuesta
inmediata una movilización que el
día 19 de diciembre colmó la Plaza
de Mayo y continuó el día 20, con
una gran represión policial. La ten
-
sión social y la falta de respuestas
políticas terminaron con la renun
-
cia del Presidente de la Nación.
Tanto en el centro de la ciudad como en los ba
-
rrios y las plazas, sectores de una clase media, hasta
entonces indiferente a las manifestaciones de protesta,
tomaron las calles con una novedosa forma de expre
-
sión, “el cacerolazo”. Cientos de personas aunaron sus
diversos reclamos golpeando cacerolas para protestar
contra el gobierno. La expresión “que se vayan todos”
repetida una y otra vez por la sociedad entera dejaba
al descubierto su bronca e impotencia.
Esta “rebelión de las cacerolas desembocó en las
asambleas populares de grupos de vecinos que se reunían
para deliberar en plazas y esquinas de la ciudad de Bue
-
nos Aires
3
y en algunas del interior del país”.
4
Lo ocurrido el 19 y 20 de diciembre de 2001 signif
-
có para amplios sectores del pueblo argentino iniciar “la
dura experiencia de buscar un proyecto
alternativo”
5
y es en esta búsqueda
que surge la Asamblea de Floresta:
(…) claro, en el barrio se hi
-
cieron varias asambleas, una era la
del Parque Avellaneda, otra estaba
del otro lado de las vías en la pla
-
za Vélez Sarsfield, que eran las dos
más grandes, digamos que agrupa
-
ban mucha gente y, bueno, nosotros
hacíamos la protesta en Mariano
Acosta y Rivadavia, éramos los ve
-
cinos del entorno de la plaza Che
Guevara, que salíamos ahí y hacía
-
mos la protesta en ese lugar, entonces
empezamos a ir a la asamblea del Parque Avellaneda
donde de pronto era más dirigida, o sea, había 2 o 3 que
dirigían a las personas, a la gente y, bueno, nos gustó.
6
El rechazo a las formas tradicionales de hacer po
-
lítica y a los partidismos como sus canales naturales,
se trasladó inmediatamente hacia el interior de las
asambleas, en forma de negación hacia todo tipo de
encuadre político. Este fue, quizás, un primer síntoma
de las dificultades que iban a aparecer en su organiza
-
ción interna:
(…) en ese tiempo nadie quería pertenecer a nada,
o sea que si pertenecía, no te lo decía, era todo medio
tapado pero uno estaba muy alerta a ver si, viste… era
una mala palabra (…) que trabajemos como vecinos,
me acuerdo que nadie quería que se diga ni compañero,
ni nada, yo era la primera que saltaba: “por favor veci
-
nos, compañeros no”.
7
(…) en ese tiempo nadie
quería pertenecer a nada, o sea
que si pertenecía no te lo decía,
era todo medio tapado pero uno
estaba muy alerta a ver si, viste…
era una mala palabra (…) que
trabajemos como vecinos, me
acuerdo que nadie quería que se
diga ni compañero, ni nada, yo
era la primera que saltaba: “por
favor vecinos, compañeros no”.
Cartel realizado por los asambleístas con el nombre de la plaza
Che Guevara.
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Revista de Historia Oral
7
Si bien se acercaron a las asambleas vecinos con
vieja militancia popular, la incorporación de otros que
nunca habían participado en actividades políticas fue
marcando el sentido de crear algo nuevo, desde las ba
-
ses, sin alineamiento con los partidos ya conocidos.
(...) amas de casa, profesionales, algunos adolescen
-
tes, algunos con profesiones, otras literalmente amas de
casa, pero una de las cosas que siempre rescatamos es el
que fuera integradora de todos y que parte de la Asam
-
blea somos todos, desde el bebé, desde el compañero que
tiene dos chicos o más chicos, ellos también son parte de
la Asamblea y sus opiniones también son válidas.
8
La organización de las asambleas se realizó sobre
una base territorial barrial y pronto se
unieron bajo un organismo coordi
-
nador que fue la Asamblea Interba
-
rrial de Parque Centenario. El gran
número de asambleas organizadas
en tan poco tiempo, advirtió sobre
un fenómeno urbano novedoso,
una nueva forma de hacer política.
En el mes de septiembre de
2002 existían 272 asambleas que se reu-
nían asiduamente; del total, el 41% (112) eran de la
Capital Federal; el 39% (105) de la provincia de Bue
-
nos Aires; el 14% (37) se encontraban en la provincia
de Santa Fe; el 4% lo hacían en Córdoba y el 1% restan
-
te se distribuían: dos asambleas en Entre Ríos; dos en
la provincia de Río Negro; una asamblea en Neuquén,
otra en La Pampa y una en San Juan. En el resto de
las provincias del país no se registró la formación de
ninguna.
(…) éramos muchos, y había… ¿viste el anfiteatro
que hay?, ahí nos juntábamos y estaba lleno y atrás ha
-
bía más gente parada, venían los comerciantes, venían
los vecinos, algunos que tienen comercio sobre Rivada
-
via, todo el barrio (…) la nuestra
[la Asamblea]
era más
clase media, sí, más clase media, algunos para arriba y
otros, bueno, con algunas necesidades en ese momento
pero se sabía que pasaba la tormenta y se iban a aco
-
modar ¿no?, yo en realidad nunca tuve una necesidad
económica para estar ahí, no fue mi fin, digamos.
9
Frente a la descomposición del Estado como or
-
denador de todas y cada una de las instituciones,
10
esta
nueva forma de organización política sirvió, en prime
-
ra instancia como canal de protesta para una población
que coincidía en el descreimiento de la clase política,
pero que se distinguía específicamente en sus recla
-
mos, reclamos que involucraban, en muchos casos, la
pérdida de un estatus social. “En este proceso las cla
-
ses medias empiezan a no tener nada que perder, igual
que las clases bajas, y se pueden movilizar a partir de
eso. Ahora está saliendo la familia. Salen los jefes de la
familia y sus cónyuges, gente que nunca salió, que más
bien estaba para adentro, ocupándose de sí mismos y
de su familia, están saliendo como familia”.
11
(…) el reclamo era diverso, algunos iban por el
tema que le habían agarrado la plata, otros como yo
que fuimos porque me parecía que mis hijos no podían
terminar en un país así (…) y bueno, esa era mi protes
-
ta, el no poder concebir que mis hijos
se críen en un lugar así, en un país
así tan inestable, tan feo, tan per
-
verso, pervertido, todo mal y otros
iban porque le habían agarrado sus
ahorros en el corralito, o sea que
fue muy mezclado todo. Después los
que fueron por el corralito se fueron
separando, digamos se fueron reti
-
El gran número de asambleas
organizadas en tan poco tiempo,
advirtió sobre un fenómeno urba
-
no novedoso, una nueva forma de
hacer política.
Vista del Anfiteatro, lugar de reunión de los asambleístas.
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Voces Recobradas
8
rando de la Asamblea porque la Asamblea no tenía ese
perfil, o sea, de la protesta por la plata, entonces esa
gente se fue retirando o se fue a militar a otro lugar o fue
no sé adónde, a los bancos, y bueno quedamos ahí los
vecinos. Y empezamos a organizar cosas (…)
12
Espacio público y memoria.
La Asamblea vecinal del barrio de Floresta
El lugar es el espacio social donde se tensa la re
-
lación entre las organizaciones sociales existentes y la
realidad social como objeto a modificar en una doble
determinación de este espacio.
La participación social en la construcción del es
-
pacio, en permanente evolución y reconfiguración, es
lo que le da sentido al concepto de lugar, lo constituye
a través del sistema de relaciones y vinculaciones so
-
ciales que lo caracterizan.
Esta caracterización está atravesada por las con
-
sideraciones de la memoria, del recuerdo y del cono
-
cimiento, conocimiento que configura el universo cul
-
tural que lo define.
La vida social se manifiesta y desarrolla en una
sucesión de espacios que piden anclajes culturales en
un momento determinado, o en momentos de la ac
-
ción sobre un espacio.
Hay una pragmática del espacio y una pragmáti
-
ca del lugar prefigurado por la construcción simbólica
de ese espacio. Esta construcción es dar forma y ser
conformado. Esta visión material hace hincapié en los
elementos referenciales de los significantes, sosteni
-
dos desde la legitimidad del lenguaje en los elementos
simbólicos del código devenido del universo cultural
de los colectivos sociales que constituyen esos elemen
-
tos simbólicos.
En este contexto, la percepción política de la espa
-
cialidad y su construcción social es un elemento cons
-
tituyente del concepto del lugar y de su materialidad.
Esta situación es portadora, entre otras cosas, de
dos dimensiones: una es la política institucional y sus
fundamentos ideológicos que proveen desde la forma
urbana un espacio para la construcción social del lu
-
gar, una materialidad portadora del concepto de espa
-
cio público contenedor de la vida social, espacio pú-
blico destinado a su contemplación visual, o espacio
representativo de la concepción política de la ciudad.
En sentido contrario, existe la dimensión políti
-
ca no oficial, de producción asamblearia, y terciando,
la dimensión política espontánea de las personas que
viven en el barrio y configuran otras corrientes de opi
-
nión y de producción de sentido.
Aquí podemos hablar de diferentes lugares sim
-
bólicos que juegan en un mismo espacio que se consti
-
tuye desde diversas miradas políticas.
Tenemos la percepción política institucional pri
-
mera que la genera, la percepción política asamblearia
que la nomina y la percepción política de la gente del
barrio que lo define ideológicamente con sus usos, con
el modo de usar esos lugares y la legitiman como lugar
social.
En todos los casos se desarrollan tramas de vin
-
culaciones entre el hombre con el medio, el hombre
con los otros en el medio y entre los hombres con los
objetos y consigo mismo.
Estas vinculaciones están condicionadas por la
morfología del lugar que se extiende por el fragmento
de ciudad, el barrio.
Hemos tomado como base para este trabajo el
caso de la Asamblea del barrio de Floresta, en la ciu
-
dad de Buenos Aires, porque las características del ba
-
rrio, alejado del centro de la ciudad y compuesto en
su mayoría por una clase media con antigüedad en la
zona, le aportan a la Asamblea ciertas particularidades
que, creemos, pueden reflejar el espíritu de su organi
-
zación.
Al mismo tiempo, la plaza donde se reúne es un
espacio público que parece excavado de la manzana.
La trama de manzanas en cuadrícula es alterada aquí
al ubicarse en una manzana irregular. Esta particu
-
laridad formal proporciona a la gente del barrio una
relación particular con este espacio, que está protegi
-
do por la espalda del espacio privado que configura
el barrio. Esto también genera mecanismos singulares
de relación entre la plaza y el barrio, y los diferentes
grupos que constituyen su espacio social.
El espacio excavado contra las construcciones
de la manzana da la sensación de cobijo, que genera
Grafiti sobre un muro de la plaza.
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Revista de Historia Oral
9
la morfología del lugar provisto por los dorsos de los
muros de las viviendas del barrio. Este es un elemento
morfológico condicionante que propicia a la reunión,
situación importante para las actividades de grupo y
su apropiación física y simbólica.
La plaza se encuentra ubicada en la intersección
de las calles Ramón L. Falcón y Diputado Benedetti.
13
Tanto la plaza como la calle reciben el nombre del jefe
de Policía coronel Ramón L. Falcón (1855-1909).
Alumno del Colegio Militar, creador de la Escuela
de Policía, su actuación estuvo orientada a la represión de
las luchas populares.
La más violenta ocurrió el 1º de mayo de 1909,
cuando en reclamo de una jornada laboral de ocho
horas, la FORA –organización obrera
anarquista– marchó a la plaza Lorea
y fue reprimida ferozmente. El ope
-
rativo, dirigido por el jefe de Poli
-
cía Ramón Falcón, dejó treinta tra
-
bajadores muertos. Seis meses más
tarde, un joven anarquista llamado
Simón Radowitzky vengó el asesi
-
nato de sus compañeros haciendo
estallar una bomba cuando pasaba
el carruaje del coronel Falcón, que
murió junto con su ayudante. Sólo
dos días más tarde el gobierno bau
-
tizó una calle con el nombre del po
-
licía y la última dictadura militar
terminó de rendir honores cuando
dio el mismo nombre a la plaza de
Floresta.
14
Con este nombre, y desconociendo el peso histó
-
rico de su significado, en el verano de 2002, los asam
-
bleístas de Floresta, los de la plaza Ramón Falcón, se
presentaron en parque Centenario donde se desarro
-
llaba la reunión interbarrial de asambleas. De inme
-
diato fueron silbados por las demás asambleas que em
-
pezaron a decirles que le cambiaran ese nombre.
(…) y nos presentamos como la plaza Ramón
Falcón, nos silbaron mal, yo me di vuelta y le digo a
Claudio, uno de los chicos que también estuvo desde el
principio, le digo: “¿qué les pasa a estos estúpidos que
nos silban y nos gritan?” y ahí bueno, desde ese día vi
-
nimos ya con la inquietud de decir no, pero escucha
-
me, estamos en la plaza de un represor, un ícono de la
Policía Federal, el mismo que en la protesta a nosotros
nos están reprimiendo, porque sufrimos varios atrope
-
llos de la policía cuando íbamos a las marchas y todo
lo demás, entonces empezamos a trabajar con ese tema,
que fue lento, fue muy discutido porque entre el miedo
que teníamos, porque nos estábamos metiendo con algo
muy fuerte de la Policía Federal, la escuela de cadetes
se llama Ramón Falcón y bueno estábamos un poco con
miedo, lo discutimos, discutimos mucho, lo hablamos
hasta que decidimos, sí vamos a hacerlo, si no, no tiene
sentido que sigamos en esta plaza juntándonos acá.
15
Casi sin proponérselo, el cambio de nombre de la
plaza fue el primer tema que se encaró desde una pers
-
pectiva histórico-política. La memoria histórica trajo
a discusión la necesidad de replantear el nombre del
lugar que daba identidad a la Asamblea.
(…) en cuanto al trabajo, co
-
menzó de una manera muy simple,
convocando a los vecinos un día
domingo para que se propusiera un
cambio de nombre de la plaza por
-
que muchos de los componentes de
la Asamblea ignoraban algunos in
-
clusive hasta quién era Ramón Fal
-
cón, y cuando se hacía la reunión
interbarrial en parque Centenario,
cuando se decía: “ahora viene el
grupo de la plaza Ramón Falcón”
los compañeros chiflaban y decían:
“no, ese nombre no”, entonces les
surgió la duda de quién era Ramón
Falcón, y bueno, algunos compañeros
le decían Ramón Falcón era un represor de los obreros y
toda esa historia que sabemos.
16
Los testimonios reflejan, en principio, la espon
-
taneidad de la organización asamblearia y el comien
-
(…) La Asamblea no hizo so
-
lamente el cambio de nombre de
la plaza, se hizo mucho laburo, te
acordás de lo de Santa Fe, bueno,
se hizo una jornada con los veci
-
nos
[que]
venían y dejaron 700
litros de leche y cualquier cantidad
de ropa; lo de siempre, el vecino
viene deja y se va, que tampoco
nos gustaba, pero bueno, viendo
la necesidad de los otros
lo hacíamos.
Área de juegos de la plaza.
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Voces Recobradas
10
zo de un proceso de aprendizaje y preparación para la
confrontación con sus pares. El camino de la discusión
y el entrenamiento en la organización interna de la Asam
-
blea se había puesto en marcha. Se optó por la vía más
democrática: la votación, una votación que incluía a
todos los que sentían que la plaza les pertenecía un
poco. La apropiación del espacio público, su inclusión
como parte de la lucha, se transformó en un objetivo
que movilizó a todo el barrio, y aún a los vecinos cir
-
cunstanciales.
(…) Entonces se hizo una convocatoria al barrio,
porque había otros movimientos anarquistas que siem
-
pre venían para noviembre, el 14 de noviembre, cuan
-
do se recuerda Radowitzky, y le ponían directamente el
nombre Radowitzky, con pintadas con ae
-
rosol le ponían el nombre Radowitkzy,
era impuesto, y por gente que venía
tal vez de otros barrios, de otros lu
-
gares, sin consensuar con los vecinos
y demás. Entonces, nosotros dijimos
que no teníamos que usar esa meto
-
dología, si estamos trabajando con
el barrio y en ese momento era to
-
davía el auge de las asambleas (…)
teníamos que hacer un trabajo con
más respeto y con más integración.
Entonces convocamos a todos los
vecinos un día domingo, invitamos a
la plaza, creo que se hizo pan casero, se repartió pan
casero, vino y se invitó a los vecinos que proporcionen
un nombre (…) Se sugieren alrededor de 30 nombres, de
lo más disímiles, ¿no? Patoruzito, Maradona, Favaloro,
Che Guevara, víctimas de la plaza Lorea, (…) los ve
-
cinos, en una urna iban proponiendo los nombres (…)
hubo alrededor de 300 vecinos (…) De esos 30 nombres
Los testimonios aportados
reflejan un verdadero compromiso
con el barrio, en una tarea comu
-
nitaria que no solo atiende las ne
-
cesidades de sus vecinos sino que
también promueve la discusión y
participación en los asuntos donde
la memoria barrial adquiere una
dimensión política.
propuestos se eligieron los más votados y después se hizo
toda una campaña durante más de un mes en la cual,
en distintos lugares del barrio (…) se pusieron urnas y
durante un mes la gente iba y votaba (…) además nos
preguntamos, ¿este espacio es de Floresta nada más?, la
gente ocupó un espacio público siendo de distintos lu
-
gares, porque a veces los obreros que van a descansar
cuando pasan con su vehículo por la plaza porque tiene
una linda sombra se quedan en la plaza a descansar,
ellos también son integrantes de un espacio público, los
chicos de la oficina que van a almorzar a veces a la pla
-
za, también son integrantes, entonces la convocatoria la
abrimos a otros lugares que también participaron desde
otros lugares, desde la Universidad en esos días también
se hizo la marcha de la resistencia, también se llevaron
urnas, y bueno durante todo un mes se
estuvo votando, después de ese mes
se hizo, bueno, el balotaje en un cen
-
tro cultural ahí del barrio y se invitó
también a los vecinos para que fue
-
ran testigos. Y bueno, el más elegido
fue el de Che Guevara seguido por el
de Radowitzky (…) creo que más o
menos fueron 600 votos, hubo alre
-
dedor de 2000 votos, el de Che creo
que tuvo 600 votos, seguido del de
Radowitzky. Favaloro tuvo bastan
-
tes votos y bueno se hizo después un
pequeño acto con Osvaldo Bayer que
siempre nos estuvo acompañando a nosotros y se puso
simbólicamente en el cartel que antes figuraba Falcón,
Plaza del Hombre Nuevo Che Guevara.
17
Esta experiencia de trabajo interno de la Asamblea
resultó ejemplar, un ejercicio eleccionario que echó a
andar un mecanismo de consulta y participación que
luego se aplicó a otros temas. En cuanto a la magnitud
de la decisión tomada, colocó a la Asamblea en un pla
-
no público que trascendió al barrio.
El acto que rebautizó la plaza apareció en los me
-
dios como una reivindicación de carácter nacional. In
-
telectuales y políticos se hicieron eco de este hecho y
lo tomaron como propio.
Es innegable que, frente a la opinión pública, la
Asamblea de Floresta tiene una identidad reconocida a
partir de esta sustitución del nombre de la Plaza, que,
hay que aclararlo, no es oficial. Pero ha seguido tra
-
bajando en otras iniciativas
como apertura de diarios,
espacios radiales, movimientos de recuperación de fá
-
bricas, ollas populares; esto nos habla de una supera
-
Convocatoria pintada en un paredón frente a la plaza.
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Revista de Historia Oral
11
ción del espacio político barrial hacia otros terrenos,
aunque el anclaje en el barrio sea el objetivo funda
-
mental.
(…) La Asamblea no hizo solamente el cambio de nom
-
bre de la plaza, se hizo mucho laburo, te acordás de lo
de Santa Fe, bueno, se hizo una jornada con los vecinos
[que]
venían y dejaron 700 litros de leche y cualquier
cantidad de ropa; lo de siempre, el vecino viene deja y se
va, que tampoco nos gustaba, pero bueno, viendo la ne
-
cesidad de los otros lo hacíamos. Tampoco nos terminó
cerrando eso, no nos gustó hacer eso, porque nosotros,
quiénes somos; también con las obreras de Brukman,
con ellas sí hicimos varios festivales, juntamos mucho
alimento, le llevábamos porque ellas estaban en la calle,
alguna gente venía y dejaba dinero, o sea, había esa cosa
de que el vecino confiaba en la gente que estaba en el
lugar, sabía que lo que dejaba ahí era porque iba a llegar
a las personas que la necesitaban (…).
18
Pertenecer a la Asamblea, contar con el respaldo
de la identificación con el barrio al que pertenece, pa
-
rece ser una carta de presentación que inspira confian
-
za, ahí la militancia ha recobrado una mirada apro
-
batoria por parte de los vecinos. De algún modo, el
nombre del barrio y el de la plaza están en juego. Esta
recuperación de la confianza en la actividad al hacer
política barrial ¿permite pensar en otro tipo de aspira
-
ciones políticas?
(...) cuando comenzó el tema de las comunas (…)
a una de estas compañeras, de una referente del barrio
le propusieron que se presentara para componer en el
tema este de las comunas y que fuera representante del
barrio, pero nunca estuvimos de acuerdo, no era nuestro
deseo cuando se invitó también por medio del CGP
a una coparticipación donde daban presupuesto para
hacernos cargo de la plaza, la mayoría de la Asamblea
decidió no participar de esto (…).
19
Sabemos que el espacio público no es simplemen
-
te un espacio abierto, es una categoría de dimensión
semántica que refiere a un lugar físico determinado.
Es la mediatización del vínculo entre la sociedad y el
Estado: es donde se hacen públicas las expresiones so
-
ciales y políticas de la ciudadanía en múltiples y di
-
versas formas de asociación y conflicto frente a éste.
También podemos afirmar que un espacio deviene en
lugar cuando acontecen en él experiencias humanas,
sociales, experiencias organizadas y vivencias espon
-
táneas, con las características que le otorga cada colec
-
tivo con su propia construcción identitaria.
El lugar, como espacio simbólico, ideológico y
como marco referencial cumple el rol de articulador
de los diversos elementos que dan carácter e identidad
al área, como lugar de encuentro, de desarrollo colec
-
tivo, de memoria.
“(…) tenemos que luchar contra los símbolos
que el poder establece, contra los símbolos que el po
-
der va construyendo para instalar la memoria que le
conviene. Por eso hay que cambiar muchos nombres,
destacó Agustín, de vecinos por la memoria, y recor
-
dó que mientras se hacía esta plaza, a dos cuadras se
torturaba gente. En el barrio funcionaban dos centros
clandestinos de detención: El Olimpo y Automotores
Orletti”.
20
Algunas consideraciones finales
A partir del mes de diciembre de 2001, nuestro
país se vio inmerso en un proceso transformador, en
el que la participación popular tuvo un protagonismo
singular. Crisis, participación y reclamo fueron los
ejes de aquel proceso histórico. En la construcción de
nuevas relaciones sociales, de un nuevo modo de ejer
-
cicio militante, el sistema asambleario apareció con
gran fuerza en el espacio urbano. El barrio, la plaza,
adquirieron un significado relevante en el momento
de identificar a las agrupaciones y hasta de reconocer
sus propuestas.
En lo que refiere a la Asamblea de Floresta, la
morfología de la plaza donde se reúne, así como su
denominación, potencian el vínculo entre el espacio y
las actividades que contiene. Por eso su nombre juega
un papel tan importante en el momento de otorgarle
sentido e identificarse con él. Su legitimación, más que
reconocimiento oficial, debería estar dada por su vul
-
Vista de la plaza.
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Voces Recobradas
12
garización y reconocimiento público, un anclaje en la
memoria y el conocimiento de su significado.
Los testimonios aportados reflejan un verdadero
compromiso con el barrio, en una tarea comunitaria
que no solo atiende las necesidades de sus vecinos sino
que también promueve la discusión y participación
en los asuntos donde la memoria barrial adquiere una
dimensión política. En este sentido, las asambleas, y
en particular la que hemos tratado, pueden y deben
caracterizarse como espacios políticos.
Actualmente, aunque vigentes, esos movimientos
perdieron la importante fuerza inicial. El caso de la
Asamblea de Floresta, el de la “Plaza Che Guevara”,
mantiene una unidad basada en lazos solidarios en
-
tre vecinos. Su expansión hacia otros espacios no tiene
hoy el impulso de los primeros momentos.
Su continuidad se halla sostenida por un recono
-
cimiento dentro del barrio, su identificación en el espa
-
cio público –la plaza– y su presencia cotidiana. En este
momento, el carácter solidario asumido por la Asam
-
blea en relación con los asuntos del barrio contrae su
expansión hacia las propias fronteras del barrio.
Detalle del mural pintado en un paredón de la plaza.
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Revista de Historia Oral
13
Bibliografía
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Notas
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
1
Mirta Lobato y Juan Suriano,
La Protesta social en la Argentina
, Buenos
Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003, p.149.
2
Ibídem.
3
Si bien hubo casos de asambleas en el interior del país, este fenómeno se
produjo fundamentalmente en Buenos Aires; en el año 2002 funcionaron
112 en Capital Federal y 105 en distintas localidades de la provincia de
Buenos Aires.
4
Ibídem, p.152.
5
Norberto Galasso,
De Alfonsín a Menem y De la Rúa (1983-2001),
Buenos Aires, Centro Cultural Enrique Santos Discépolo, Cuadernos
para la otra Historia Nº 30, 2005, p. 60.
6
Entrevista a Ana Grifth, 50 años, ama de casa, realizada por Silvana
Luverá, en Parque Rivadavia (Caballito), 11 de enero de 2008.
7
Ídem
.
8
Entrevista a Daniel Gómez, 42 años, guardia de seguridad privada y
estudiante de Historia, realizada por Lidia González y Silvana Luverá en
el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 20 de diciembre de
2007.
9
Entrevista a Ana Grifth, 50 años, ama de casa, realizada por Silvana
Luverá, en Parque Rivadavia (Caballito), 11 de enero de 2008.
10
Ignacio Lewkowicz,
Pensar sin Estado
,
la subjetividad en la era de la
fuidez
, Buenos Aires, Paidós, 2004.
11
Susana Torrado,
Qué país. Informe urgente sobre la Argentina que viene,
Buenos Aires, Planeta, 2002, p. 222.
12
Entrevista a Ana Grifth, 50 años, ama de casa, realizada por Silvana
Luverá, en Parque Rivadavia (Caballito), 11 de enero de 2008.
13
La calle Ramón L. Falcón (Ordenanza del 16/11/1909) es una arteria
muy larga que nace en la calle Hortiguera con la numeración 1301 y
termina con la numeración 7299, en la avenida General Paz. La plaza
Ramón Falcón (Ordenanza 36.303/80) está ubicada sobre las calles
Ramón Falcón y Benedetti. Hasta 1980, en la citada esquina funcionaba
una escuela para chicos con problemas nutricionales, el gobierno militar
decidió demoler ese espacio de recuperación y erigir la plaza con el
nombre de quien fuera jefe de Policía.
14
Darío Aranda, “Voto en la plaza contra Falcón”, en
Página 12
, 15 de
noviembre de 2003, p.15.
15
Entrevista a Ana Grifth, 50 años, ama de casa, realizada por Silvana
Luverá, en Parque Rivadavia (Caballito), 11 de enero de 2008.
16
Entrevista a Daniel Gómez, 42 años, guardia de seguridad privada y
estudiante de Historia, realizada por Lidia González y Silvana Luverá en
el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 20 de diciembre de
2007.
17
Ídem.
18
Entrevista a Ana Grifth, 50 años, ama de casa, realizada por Silvana
Luverá, en Parque Rivadavia (Caballito), 11 de enero de 2008.
19
Entrevista a Daniel Gómez, 42 años, guardia de seguridad privada y
estudiante de Historia, realizada por Lidia González y Silvana Luverá en
el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 20 de diciembre de
2007.
20
Darío Aranda,
op. cit.