Voces Recobradas
8
Memorias
cruzadas:
Algunos aportes a las distintas
miradas sobre la Guerra Civil
Española y el exilio republicano
J. Bernal (parado, segundo desde la derecha).
Alicia Gartner1
Gabriela Fernández2
Josefina Juste3
Universidad
de Buenos Aires
Voces de
Buenos Aires
Revista de Historia Oral 9
E l objetivo de nuestro trabajo es contribuir a las
investigaciones que se vienen realizando en tor-
no a la memoria de la Guerra Civil Espola y
al Exilio Republicano Espol, en el marco de
la creación del Archivo de Fuentes Orales por parte del
Programa de Historia Oral, dependiente del Instituto
de Investigaciones Bibliotecológicas, Facultad de Fi-
losofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. A
través del análisis de dos relatos, los de José Bernal y
Juan Palmada4 nos proponemos un acercamiento a las
diferentes vivencias y percepciones sobre la guerra y el
exilio. No vamos a detenernos en un desarrollo de es-
tos acontecimientos, que ya fueron tratados por abun-
dante bibliografía, lo que buscamos en este trabajo es
comprender cómo la guerra marcó la
vida, las prácticas y los valores de
algunos de sus protagonistas.
Estos testimonios nos aportan
uno de los elementos más valiosos
de las fuentes orales: la subjetivi-
dad del hablante. Pero intentamos
acercarnos a esa subjetividad” sin
perder de vista que estos relatos,
como bien plantea Portelli, no son
objetivos pero son veraces, por-
que en sus testimonios, tanto José como
Juan manifestaban lo que en “realidad” ellos sentían que
habían vivido. Estas narraciones nos aportaron no solo
el relato de sus experiencias, sino también esta constan-
te reconstrucción entre su pasado y su presente, la
resignificación de estas experiencias vividas.
Nuestro trabajo intentará analizar ambos testimo-
nios focalizando en tres aspectos que nos resultaron
significativos de sus relatos:
En ambos testimonios abundan referencias a si-
tuaciones cotidianas vividas durante la Guerra Ci-
vil y las relaciones que establean entre ellos, el
impacto de la guerra, los dolores de la derrota, la
ruptura de las familias, el desarraigo del exilio… El
análisis de estos testimonios nos permite reconocer
valores compartidos heredados de la Reblica y
de la lucha ideológica que se manifestaron en pos-
teriores compromisos políticos y sociales. Resca-
tando aquellos datos que no suelen aparecer en los
documentos oficiales, podemos lograr un acerca-
miento a las tradiciones y vivencias populares.
Tambn nos resultó interesante analizar algunas
cuestiones relacionadas con la naturaleza de la me-
moria, es decir, cómo recuerdan lo que recuerdan
(o cómo olvidan lo que olvidan), en este caso José
y Juan.
Por último, buscamos comprender cómo y cndo
llegan Jo Bernal y Juan Palmada a Buenos Aires y
los motivos que los impulsaron a abandonar Espa-
ña. Para los espoles que escapaban de la guerra
y del franquismo llegar a Buenos Aires no era una
tarea cil. Las diferentes políticas migratorias eran
muy restrictivas, lo que dificultaba muchas veces
el ingreso al país. Esto obligaba a la búsqueda de
mecanismos alternativos para lograrlo, abarcando
tanto la utilización de dispositivos legales, como el
ingreso a través de organizaciones de
refugiados internacionales, o la fal-
sificación de documentos.
Los recuerdos
de la Guerra Civil
La entrevista a Jo Bernal se
reali cuando él tenía 87 os. En
su relato remarcaba lo que había
aprendidoen sus distintas expe-
riencias en la Guerra Civil. Nac el
12 de septiembre de 1918 en Barcelo-
na, pasó gran parte de su niñez en Murcia y, tras la
muerte de su padre, regresó a su ciudad natal junto
con su madre, contando ya con 16 años.
Allí, un año y medio después, sucedió la derrota
del levantamiento nacionalista del 19 de julio de 1936.5
Comen en Catala un proceso revolucionario que
implicaba la colectivización de tierras6 y la formación
de comis obreros, que en muchos casos tomaron el
control de fábricas y empresas. Se formó en Barcelo-
na un Comité de milicias y en pocos días se inscribie-
ron numerosos voluntarios.7 J. Bernal, probablemen-
te contagiado del entusiasmo revolucionario, intentó
alistarse en la milicia pero no se lo permitieron por ser
todavía menor de edad. Esta disposición no fue gene-
ral ya que existen testimonios de voluntarios que eran
menores de18 años.8 Así recordaba Bernal:
Me anoto como voluntario por el Partido Socialista, yo
no sabía, no, qué era el socialismo, ni el comunismo, ni
nada de la política, pero eran 10.000 hombres que pedían
para ir a la guerra. Zapatero, que debía ser un pariente
de este que está ahora de presidente del consejo, que era
coronel. Mi madre fue a verlo y a decirle que yo no tenía
18 os aún, entonces me llama y fui donde, al cuartel,
El análisis de estos testi-
monios nos permite reconocer
valores compartidos heredados
de la República y de la lucha
ideológica que se manifestaron en
posteriores compromisos políticos
y sociales.
Voces Recobradas
10
ahí donde estaba él y me dijo que nosotros no llevábamos
criaturas al frente, cuando cumpla 18 años y sea mayor
de edad podía decidir si quiero ir a la guerra. Entonces
me retaceó justamente el poder participar en la guerra en
ese momento, pero 6 meses después ya estuve en el frente
porque me llamaron de la clase que me tocaba a mí.
Luego de su incorporación a las filas del ejército, partici-
pó de la batalla de Teruel, estuvo en el frente de Aragón
y en Valencia, y compartió la lucha con los brigadistas
internacionales. Pero, en su relato, los acontecimientos
iban quedando como telón de fondo y nuestro entrevis-
tado nos acercaba a su memoria a partir de los afectos
recordados.
Los vínculos en el frente de
batalla: milicianos
de cultura y comisarios
políticos
Durante los años de lucha, José
Bernal estableció vínculos afectivos
con sus compañeros y con sus supe-
riores que así recordaba:
P: Y usted estuvo ¿por el Partido So-
cialista?
R: No, no, estuve en una Brigada que
era, había socialistas y comunistas. Comandaba un
este… un personaje madrileño que era un tipo que había
sido boxeador, que era un tipo muy inteligente ¿no?, (…)
era un tipo que te hablaba con mucho afecto, con mucho
cariño, y teníamos, la composición de nuestro ejército era
parecida a la de los rusos, los rusos soviéticos, tenía man-
dos militares y después tenía un eh… un… ¿cómo se lla-
maba? Espera, espera que me lo acuerde… un miliciano
de cultura.
Bajo la República se había dado un gran impulso a la
cultura y a la educación porque se entendía que estos
aspectos se vinculaban directamente con el ejercicio
responsable de la ciudadanía y con la concientización
política. El crecimiento y la expansión de instrumentos
de comunicación popular así lo demuestran.
Durante la Guerra Civil fueron numerosas y des-
tacadas las organizaciones y actividades de los intelec-
tuales antifascistas. Pero además, el campo republica-
no sostuvo la idea de que la defensa armada debía ser
acompada por el estímulo de la cultura popular en
sus diversas manifestaciones. De tal modo, se organi-
zaron en las distintas divisiones militares: bibliotecas,
elaboraciones de periódicos murales, concursos litera-
rios, publicaciones de dibujos de soldados en boletines,
audiciones musicales, proyecciones de cine y exhibicio-
nes de obras de teatro.
El analfabetismo continuó siendo una preocupa-
ción para los republicanos n en el frente de batalla, y
por tal motivo, crearon el cargo de miliciano de cultura.
Estos cumplieron un rol importante fomentando la lec-
tura individual y grupal.9 La defensa contra el franquis-
mo no era solamente de un territorio y de las institucio-
nes republicanas sino también de una filosofía de vida.
La liberación del hombre debía ser integral y no había
triunfo en el aspecto militar si no era en paralelo con
la liberación cultural. Esto se reflejó en los títulos de
distintos órganos de comunicación como Fusil y Libro
y Armas y Letras, en los que se pueden
encontrar instrucciones en torno al
fomento de la cultura en los fren-
tes.10
Pero el efecto y la trascenden-
cia que pudieron haber tenido en los
milicianos nos lo aportan los testi-
monios orales que complementan
otros tipos de documentos. En este
sentido, Bernal agrega a las ya cita-
das cualidades referidas al miliciano
de cultura madrileño, lo siguiente:
Un miliciano de cultura que es el tipo que se encarga-
ba de darles conferencias a los soldados, en plena guerra
¿sabes? Por el caso nos explicaba la historia de España, la
historia de los pueblos, muy, muy interesante, me parece
que era una persona que se podía inmiscuir en cualquier
suceso del mundo para crear conciencia a la gente que de
otra forma no puedes crear.
En otro momento de la entrevista, Bernal comen
que comenzó a militar en el Partido Comunista, luego
de tres os de haberse establecido en Buenos Aires,
ciudad a la que arribó en el año 1949. Es de destacar
que no reconoce haber tenido una definición y una acti-
vidad política en España durante los sucesos de la Gue-
rra Civil. El entrevistado recordaba la relación entre la
función política y la de los milicianos de cultura de este
modo:
R: Pero traía una historia de injusticia justamente que
era la guerra. Allí, yo viví la guerra con la intensidad que
la viví porque, yo estaba en el frente… ¡Cómo! Yo voy a
Bajo la Reblica se había
dado un gran impulso a la cultura
y a la educación porque se enten-
día que estos aspectos se vincula-
ban directamente con el ejercicio
responsable de la ciudadanía y
con la concientización política.
Revista de Historia Oral 11
matar a ese tipo de allá y a ese tipo no lo conozco y ¿por
qué lo voy a matar? ¿y si me mata él a mí? La que se jode
es mi madre que sufre porque estuvo 20 años para cui-
darme a y criarme y resulta que no puedo ayudarla a
ella. Todo eso para era una crueldad y me hizo pensar
realmente…
P: Pero no tenía una definición política clara.
R: No, no sabía nada de eso ni… Sabía que había comu-
nistas en el país y que había unos tipos que los, que se
habían muerto justamente por ser comunistas y había un
parlamento, pero nada de doctrina, nada de nada. (…)
P: ¿Usted siente que influyó de alguna manera? [refirién-
donos al miliciano de cultura]
R: Sí, generalmente….
P: Ideológicamente, en cuanto a las ideas.
R: Generalmente no se hablaba mucho de política.
P: ¿Se leían textos…?
R: Accidentalmente el tipo planteaba alguna vez el comu-
nismo. Por ejemplo, él decía esto en la Unión Soviética no
existe, cuando se hablaban temas de cultura yo aprendí
que la Unión Soviética nos llevaba bastantes os pero,
normalmente, en política no te educaban, te educaban en
el orden histórico, pero de política…
P: Historia de España
R: Historia de España, sí.
P: Pero, digo, no era que se leía Marx, o se leía Lenin o
R: No, no. Explicaba sí, también, que el líder, por ejem-
plo en la Unión Sovtica, era Stalin y era ese, pero no,
sin mayores, se daba más que nada… Yo tenía un cuña-
do o que fue también miliciano de cultura porque era
maestro y estaba en el frente.
P: Ah, esa función la cumplían sobre todo los maestros
o…
R: Sí, generalmente la gente que tenía una preparación y
una cultura para explicarle a la gente, a los muchachos
porque ahí éramos la mitad semianalfabetos, y algunos
analfabetos del todo porque la gente del campo… no sabía
hacer (…) esa es la verdad, y resulta que mi cado por
ejemplo, te traigo al tema porque es bastante interesante,
hubo, después que terminó la guerra lo llevaron, le dije-
ron que él volvía a Barcelona pero no le iba a pasar nada.
Un a llega a la casa de él una brigada, lo condenaron
con pena de muerte por ser miliciano, de cultura, era mi-
liciano de cultura. Y el miliciano de cultura cumplía una
función política según ellos, y posiblemente en algunos
había esa decisión, pero yo los dos que yo conocí, era el
que teníamos nosotros, y después el miliciano de cultura
de la brigada que era un tipo ya que tenía preparación,
que era paisano mío, va algo de política, vamos a ir, de los
problemas concretos que había en España, la cuestión de
los militares, la cuestión política de la gente y estas cosas
eran permanentes discusiones que se daban, y la historia
de España, incluso con América latina…
Otra figura interesante que aparece en el relato de J. Ber-
nal es la del comisario político. Hacia octubre de 1936,
el gobierno republicano había establecido la incorpo-
ración del sistema de comisarios políticos a todos los
regimientos. Este sistema ya estaba en funcionamiento
en el Quinto Regimiento de los comunistas y se había
inspirado en los comisarios del Ejército Rojo.11 En el
caso espol, los cargos de comisarios fueron ocupados
no solo por comunistas sino también por hombres pro-
venientes de distintas tendencias políticas como socia-
listas o anarquistas. De todos modos, esta pluralidad no
debe disimular la consolidación del Partido Comunista
Español al implementar este sistema. Si bien las funcio-
nes de los comisarios políticos no estaban claramente
definidas, entre las tareas fundamentales se encontra-
ban las de politizar, concientizar y arengar en los distin-
tos frentes, así como establecer vínculos entre el frente y
el cuartel general o supervisar el abastecimiento.
José Bernal y su esposa, poco antes de migrar a Buenos Aires.
Voces Recobradas
12
Decíamos anteriormente que nos interesa aquí co-
mentar la estima de Bernal hacia un comisario político.
Entendemos que esa estima y admiración coinciden con
la mencionada hacia el miliciano de cultura y, en ambos
casos, se basan en el aprecio a los conocimientos que
poseían, en la relación humana que los vinculó, pero,
sobre todo, en el reconocimiento de las influencias que
ejercieron en el despertar de su conciencia política que
no lo abandonará jamás. Esto nos decía:
Yte cuento una experiencia que me parece interesan-
te, yo era fumador desde los once años. Y cuando lleg
al frente, en el frente, y nosotros a veces teníamos algu-
na dificultad para los suministros en función de que los
bombardeos no permitían que llegase la comida durante
el día y después cuando venía, dos días
después, venía el carabinero con el
mulo, el caballo, a traernos la comi-
da entonces nos traían comida en-
vasada de días anteriores y después
nos traían (…). Nosotros teníamos
de compañero un muchacho que los
padres de él eran cosecheros de ta-
baco y el tabaco era s importante
que el pan en España en esa época.
Uno con tabaco conseguía mujeres,
conseguía lo que quería, lo que que-
ría. Y una chica venía a cambiarme
el pan por el tabaco, y un día yo esta-
ba medio ocioso me decía: ¿Cómo puede
ser que el ser humano sea tan idiota que cambie lo que
da vida por lo que da muerte?, porque la comida da vida
y el tabaco da muerte. Y teníamos un comisario, que era
comisario de brigada, un tipo cercanoo, cercano a mí,
que era un tipo muy capaz, muy inteligente y me dijo:
te voy a presentar un libro que te voy a reforzar tu sen-
timiento hacia el tabaco que se titula La influencia del
cáncer por el tabaco, tenía 100 páginas más o menos,
lo l en una noche y al a siguiente le dije, cuando se
lo entregué si no tengo, si tengo la desgracia de meterme
un cebollaza no va a pasar nada ¿no? Pero si no ().
Cuando llegue a Barcelona voy a dejar el tabaco. Y me
costó tres os dejarlo, no lo dejé inmediatamente, pero
lo dejé…
Los olvidos de la Guerra Civil
Las cuestiones relacionadas con la naturaleza de la
memoria están siempre presentes cuando trabajamos
con fuentes orales. No es nuestra intención profundizar
en este trabajo en cuestiones tricas sobre el rol de la
memoria ya que este tema fue abordado en profundidad
por diferentes autores.
Al trabajar con los testimonios de José Bernal y
Juan Palmada, (con q decían, con q omitían o con
qué olvidaban….), nos preguntábamos como funcio-
naba el proceso de configuración de la memoria.
Coincidimos con los autores que sostienen que
en la situacn de entrevista se pone de manifiesto una
constante relación entre pasado y presente, y en este
continuo viaje entre uno y otro momento el narrador
selecciona qué recordar y q olvidar. Por lo tanto, la
memoria es el resultado es un constructo cargado de
sentido, producto de una relación social concreta: la
entrevista como escenario e instrumento para el inter-
cambio de subjetividades.12
De esta manera, partimos de la
certeza de que la memoria es un
mecanismo permanente, activo e
inconsciente, que no elige qué re-
cordar sino qué olvidar. Ninguna
persona puede mantener en su me-
moria todos los acontecimientos
que se van sucediendo a lo largo de
su vida, importantes o no. Tenemos
que plantearnos a, en realidad, que
lo sustancial en el proceso de recor-
dar es qué cosas se olvidan y no qué
cosas se recuerdan. Como plantea
Philippe Joutard: “El verdadero fun-
damento de la memoria no es el recuer-
do sino el olvido. La memoria se constituye primero por
lo que rechaza, sea porque lo encuentra insignificante o
demasiado significante.13
Lo central es, entonces, el proceso de olvido, o por
qué su memoria ha seleccionado ciertos hechos del pa-
sado a la luz de su presente. A través de sus relatos nues-
tros entrevistados fueron configurando sus memorias
desde su presente, y nosotras, como investigadoras
que trabajamos con fuentes orales, nos propusimos ir al
rescate de esa memoria.
Juan Palmada nac el 2 de septiembre de 1932, en
Barcelona. Allí vivía cuando comenzó la guerra, junto
con su padre, madre y una hermana mayor. La familia
de Palmada pertenecía a la pequeña burguesía catala-
na, sector que prosperó bajo la República. La expan-
sión de pequeñas empresas de artesanos u obreros es-
pecializados y negocios familiares había facilitado no-
tablemente el ascenso social. Junto con el crecimiento
económico, también aumentó la incidencia política de
las clases medias que constituyeron “la espina dorsal
De esta manera, partimos
de la certeza de que la memoria
es un mecanismo permanente,
activo e inconsciente, que no elige
qué recordar sino qué olvidar.
Ninguna persona puede mantener
en su memoria todos los aconteci-
mientos que se van sucediendo
a lo largo de su vida,
importantes o no.
Revista de Historia Oral 13
del sentir nacionalista catalán.14 Comenzada la Guerra
Civil, la defensa de la autonomía catalana gravitó fuer-
temente en el alineamiento de gran parte de la clase
media en el antifascismo.
El padre de J. Palmada había logrado una bue-
na posicn económica como consecuencia de las
ganancias de una fábrica de corcho. Palmada define
a su padre como socialista republicano pero despre-
ciaba la política, es decir, no fue militante en España
ni tampoco aq de ninguna agrupación política, pero
manifestaba su fidelidad hacia la República y hacia los
valores republicanos, hasta tal punto que, cuenta:
Por mantener una posición de ideología, que uno diría
¡Qué tarado! Diría hoy ¿no? En su conciencia, dejó ente-
rrados 3.000.000 de pesetas republicanas que no las quiso
cambiar cuando ganó Franco, por las de Franco, más de
3.000.000 en un frasco de vidrio.
Al comenzar la Guerra Civil, la familia de Juan Palma-
da habitaba en un confortable departamento:
(…) al costado de la plaza de Cataluña (…) Cuando vie-
ne, empieza la guerra, digamos, ¿Qué pasa? Empiezan
a bombardear el centro de la ciudad entonces mi padre
alquila un chalet, digamos como si fuera acá Martínez,
saliendo…(…) En las afueras, para que no hubiera tanto
peligro. Entonces él empieza a con el coche y todo, a ir
al campo porque ya empezaba a haber racionamiento de
comida, un poco, esas cosas, y traía bolsas con papas y
garbanzos y eso, y él agarraba la parte, bueno una parte
para nosotros y la otra para los amigos del barrio
J. Palmada tea 5 años en ese momento, por lo tanto
podemos inferir que ese recuerdo, fue construndose
también en forma familiar. El entrevistado no podía
precisar fechas, pero podemos suponer que su mudan-
za a las afueras de la ciudad pudo haber ocurrido en
los primeros meses del año 1937, ya que en ese pe-
ríodo se agudizaron los racionamientos y la falta de
comida a causa de la llegada a Barcelona de refugiados,
principalmente después de la caída de Málaga (febre-
ro de 1937) y de Vizcaya (31 de marzo de 1937). En
referencia a qué recuerda de la guerra viviendo en las
afueras de la ciudad, Palmada dice:
Bueno, primero le voy a contar lo de la guerra, porque yo
tengo en mente dos cosas, una que la viví y otra que…
se ve que la rechazo inconcientemente y no me acuerdo
¿quizás?, (…)
Analizaremos s adelante el olvido que menciona.
Nos detendremos ahora en los recuerdos que señala
como “vividos. Mientras habitaban en las afueras de
Barcelona, nos relató, veían pasar los aviones y se re-
fugiaban de los bombardeos en el campo tirándose al
suelo. A los pocos meses de estar allí, se trasladaron a
Francia y permanecieron un tiempo en el campo de
concentración Collioure. Por intermedio de Josep San-
taló, amigo de su padre y cónsul de Espa en Francia,
alquilaron una casa y Juan y su hermana concurrieron
a una escuela francesa. Vivieron allí dos años aproxi-
madamente y, ya comenzada la Segunda Guerra Mun-
dial, su padre se embarcó junto con J. Santaló hacia
América en el puerto de Marsella, mientras que el res-
to de la familia volv a Barcelona. Este relato de Juan
Palmada no es apesadumbrado aunque se trata de ex-
periencias amargas. Pero no es el período de la guerra
el que enfatiza como “olvidado” sino el siguiente:
Entonces nosotros volvemos a España. Padre: desapare-
cido. Y fuimos a casa, a vivir a casa de una amiga de mi
madre, un familiar al que le habíamos dejado a mi…, a
la hermana de mi madre la fábrica, a los hijos y ahí, que
no sé qué le hicieron, desplumaron todo ¿no? No quisimos
saber nada ymejor en vez de Palmada, Será [hace
referencia a que dejan de utilizar el apellido paterno
y lo reemplazan por el materno] por las dudas, quizás
Palmada es s reconocido que Será (…) y mi madre
estando allá, un día va al piso nuestro, a en la plaza
Cataluña, y se encuentra que está el mismo portero en-
tonces le dice: ¡Señora! ¡Q alegría! Dice, pero vea, vea,
vea. ¿Por qué? le dice. Sabe qué pasa, en su piso está vi-
viendo un teniente coronel de Franco, así que, yo le pude
guardar unas cuantas cosas, dice, las tengo en el altillo y
yo le voy a decir el momento en que venga a buscarlas.
Efectivamente, cuando, unas cuantas tonterías de al,
¿no? Platos, fuentes, algo de vajilla, a pero nada s
Campo de concentración en Francia. Foto de la revista Ressorgiment.
Voces Recobradas
14
¿no? Bueno, nosotros pasamos dos años allá, entonces re-
cibimos pasaje de llamada.
P: Dos años en España.
R: En España, más o menos, fue un año y medio, justo
matemático no…
P: No se acuerda pero
Esposa: Él, de España, de cuando vuelve ahora, no se
acuerda nada, si es posterior se acuerda, se ve que es un re-
cuerdo agravado, pero él cuando vuelve a España un año,
eso lo tiene borrado.
R: Aparte, del colegio inclusive en España tampoco, no
me acuerdo ¿no? De la amiga de mi mamá que vivimos
en la casa tampoco me acuerdo, no tengo ningún re-
cuerdo.
Nuevamente menciona el olvido de una etapa de su
vida y, como en la cita anterior, reitera la falta de re-
cuerdos como algo que, quizás, pueda atribuirse a una
selección de la memoria. No es la guerra el período que
olvida, sino aquel en que la familia se separó. Y no solo
se sepa en el sentido físico, ya que su padre vino a
América, sino que además debieron negar la existencia
de su padre, hasta el extremo de temer nombrarlo y de
usar su apellido. Habían perdido su vivienda y des
bienes y su madre tuvo que trabajar de lavandera para
poder mantenerlos, es decir toda su vida cotidiana, la
que había transcurrido en Barcelona durante la Repú-
blica, había cambiado. A los 7 u 8 años, edad que cal-
culamos tendría Juan P. en ese momento, esa situación
fue particularmente traumática y olvidó el período en
el que tuvo que “olvidar” (en forma pública) a su padre.
Es más, Juan Palmada no quiso volver a España en toda
su vida aunque, aclaraba su esposa, había tenido opor-
tunidades de hacerlo. Lo que “recuerda es la acdota
del encuentro entre su madre y el portero que les había
guardado la vajilla.
Llegar y establecerse en Buenos Aires
El gobierno argentino había tomado una serie de
disposiciones restrictivas en materia inmigratoria a lo
largo de la década de 1930. Estas fueron endureciéndo-
se a medida que se agravaba la cuestión de los refugia-
dos “rojosde la Guerra Civil, debido a que eran visua-
lizados como una amenaza al orden político y social.15
El mecanismo de ingreso legal al ps s utilizado era
a partir del “llamado de un familiar residente en la
Argentina que se responsabilizaba del inmigrante. Este
dea cumplimentar una serie de requisitos entre los
que se encontraban la presentación de certificados de
buena salud y de buena conducta de su país de origen.
Estas políticas migratorias se mantuvieron en la década
del 40 y conformaban el marco regulatorio vigente en
nuestro ps cuando llegaron a Buenos Aires nuestros
dos entrevistados catalanes con sus familias. Cabe se-
ñalar que la única excepción para el ingreso sin carta
de llamada fue la de los vascos, por el decreto del 20 de
enero de 1940.16
Juan Palmada lle a Buenos Aires el 9 de febrero
de 1941 con su madre y su hermana. Aq los recibió su
padre, quien de Marsella se fue a Chile y de Santiago de
Chile se vino a Buenos Aires:
Entonces acá hay un… una tía de él [se refiere al padre]
¿no? que vivía en Tapiales y le dice: mirá, dice, a tengo
unos pesos para traer a mi familia y la quiero traer. ,
como no. Pero pedime, haceme vos unos pasajes de lla-
mada.
Esposa: Los pasajes de llamada.
R: Los pasajes de llamada, porque si pongo yo mi nombre
quizás van a de decir: no, venga a buscarlos ¿Me entien-
de? (…)
Es decir, continuaban las precauciones por el miedo al
franquismo.
El Sr. José Bernal llegó a la Argentina en 1949.
Aunque el marco regulatorio no había variado, en ese
año el gobierno de Perón recreó la Dirección Nacional
de Migraciones, entre cuyos objetivos se encontraba el
de priorizar los ingresos de aquellos que venían para
reunirse con su familia.
Yo tenía una tía mía acá que había venido de muy chi-
ca (…) hermana de mi madre. Y le escribí para que me
hiciera los documentos y me los mandó. Y unos años des-
pués, vine aquí en el 49 con mi sora. (…) Y tenía un
hijo...
En cuanto a los motivos por los que vinieron los dos en-
trevistados son claramente políticos, aunque no figuren
en la categoría exiliados” ya que ingresaron con carta
de llamada y se los considera inmigrantes. Es interesan-
te el aporte que han otorgado en este campo las fuentes
orales, ya que a partir de testimonios se puede consta-
tar que muchos de los catalogados como inmigrantes
económicos, llegaban huyendo de las persecuciones del
franquismo.17 En el caso de Juan Palmada, su padre no
podía regresar a España, y José Bernal explicaba su ne-
cesidad de migrar no por motivos económicos, sino por
lo siguiente:
Revista de Historia Oral 15
Yo vivía justamente en el parque, cerca del campo de fu-
silamiento y abríamos las ventanas y los balcones en el
verano y sentíamos los tiros de la gente que fusilaban a
tal tiempo que sabíamos cada vez la gente que mataban
porque después de la muerte, después del fusilamiento le
dan un tiro de gracia entonces sabíamos que eran doce o
trece los que mataban dos o tres veces a la semana, era así
cuatro años después de haber terminado la guerra. (…)
De todas maneras… yo llego adespués de haber vivido
la experiencia de la Guerra Civil española, que fue una
experiencia trágica para mí, pero esto me obligó de algu-
na forma ¿sabes? a pensar de otra manera porque para
el mundo era fácil en aquel momento porque yo vivía
muy bien en Barcelona porque entré de cadete en una
casa y era encargado ya, pero no podía soportar los tiros
de esa… de esa madrugada, para mí era insoportable ya
no podía dormir y por eso me vine acá.
En los primeros tiempos de estadía
en el país, José Bernal confesó sen-
tirse un poco “infiltradopero, a los
pocos os comenzó a militar en el
Partido Comunista y sus redes so-
ciales se construyeron, básicamente
por su actividad política:
Tuvimos primero sedería, después tuvimos pizzería, des-
pués tuvimos cafetería, y ahí es donde for la mutual.
(…), cuando entré en el Banco [Credicoop], me sentía
s en mi salsa y cuando lleg a La Boca, s o menos
se incrementó el asunto. Me creía ya con la obligación
moral de hacer más cosas de las que estaba haciendo, y
estoy muy contento de haberlo hecho porque creo que to-
dos necesitamos ser solidarios y que sean solidarios con
nosotros.
En los dos casos entrevistados, la integración en la so-
ciedad de Buenos Aires fue distinta. En primer lugar,
porque arribaron en momentos diferentes. Jo Bernal
vino a la Argentina diez años después de finalizada la
Guerra Civil, por lo cual, ciertos fervores candentes to-
davía a principios de 1941, fecha de llegada de Juan Pal-
mada, se habían entibiado. Otra cuestión, fue la edad
que tean al llegar a Buenos Aires. Bernal contaba con
31 os, estaba casado y tea un hijo. Palmada era un
niño de 8 años y medio y su inserción estuvo más vin-
culada a la de sus padres, quienes cultivaron amistades
de republicanos catalanes. Recordaba entonces a los
amigos republicanos de su padre, las reuniones en su
casa, las discusiones en los bares de la Avenida de Mayo
entre republicanos y franquistas, y los encuentros en
el Casal de Catala de Buenos Aires. En este centro
regional, participaba toda su familia en distintas activi-
dades y fue allí donde conoc a su esposa. Después de
casarse y de tener a sus hijos continuó concurriendo allí
y a La Torre, sitio recreativo en la localidad de Vicente
López que tenía el Casal de Cataluña. En consecuencia,
tuvo una intensa ligazón con catalanes republicanos re-
sidentes en Buenos Aires.
Otro aspecto para tener en cuenta en este análisis
lo constituyen los modos de vincularse, de integrarse
y de construir identidades que desarrollaron nuestros
entrevistados. Podríamos interrogarnos en torno a las
posibles vinculaciones entre el origen de clase de ambos
entrevistados y sus posteriores inserciones y posiciones
ideológicas en la Argentina. Como ya hemos mencio-
nado en el presente trabajo, Juan Palmada proviene de
una familia de clase media acomodada
catalana que en su mayor parte acti-
en el frente antifascista porque se
identificaba con los valores e ideales
republicanos y con el autonomismo
catalán amenazado por el centralis-
mo franquista. Este origen ¿acent
de alguna manera, una inserción
más vinculada a lo regional? José Ber-
nal proviene de una familia de clase trabajadora y su ex-
periencia en la Guerra Civil le suminist una profunda
impronta ideológica. Nos manifestaba en la entrevista
que su incorporación plena en la sociedad porta se
fue realizando a partir de sus actividades políticas de-
sarrolladas en el Partido Comunista. ¿Es posible inter-
pretar que las experiencias vividas en Espa hayan, de
algún modo, esbozado ciertas preferencias o inclinacio-
nes al momento de integrarse en la sociedad receptora?
En los dos casos entrevista-
dos, la integración en la sociedad
de Buenos Aires fue distinta. En
primer lugar, porque arribaron en
momentos diferentes.
Refugiado cruzando los Pirineos. Foto de la revista Ressorgiment.
Voces Recobradas
16
Reflexiones finales
La experiencia de este trabajo nos abrió la puer-
ta a múltiples interrogantes y posibles caminos para
profundizar la investigación sobre la memoria de la
Guerra Civil Española y el Exilio Republicano Espa-
ñol. Algunos de estos caminos nos remiten a aquellos
trabajos que vinculan fuertemente las experiencias
vividas en los últimos años de la Reblica y en la
revolución y Guerra Civil en España con posteriores
prácticas, que en algunos casos fueron decididamente
políticas y/o gremiales, pero que en otros, se podrían
visualizar sistemas horizontales y mecanismos demo-
cráticos en la forma de tomar decisiones, impulsados
por exiliados republicanos en distintas organizacio-
nes o instituciones sociales, como las cooperadoras
escolares o sociedades de fomento barriales.18
En los casos analizados en este trabajo, los de
José Bernal y Juan Palmada, definitivamente los va-
lores compartidos durante la República y la Guerra
Civil se manifestaron en posteriores compromisos
políticos y sociales durante la experiencia del exilio
republicano.
José Bernal (en el bote). Vicente López, provincia de Buenos Aires.
Notas
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1 Investigadora del Programa de Historia Oral de la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Docente CBC, UBA. Correo
electrónico: aliciagartner09@yahoo.com.ar
2 Investigadora del Programa de Historia Oral de la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Correo electrónico:
gabyrfernandez@gmail.com
3 Investigadora del Programa de Historia Oral de la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Correo electrónico:
josenajuste@hotmail.com.
4 Entrevistas realizadas en Buenos Aires el 23 de noviembre de 2005, en
el marco del Convenio de Colaboración con la Fundación Salvador Seguí,
Valencia, España.
5 Se habían sofocado los levantamientos nacionalistas en Madrid y en
Barcelona.
6 El decreto de colectivización de tierras en Cataluña data del 24 de
octubre de 1936.
7 Abad de Santillán da la cifra de más de 150.000 voluntarios inscriptos.
(Diego Abad de Santillán, La Revolución y la guerra en España, Barcelona,
Ed. Nervio, 1937.)
8 Ronald Fraser, Recuérdalo y recuérdalo a otros. Historia oral de la
Guerra Civil Española. Barcelona, Crítica, 2001.
9 “Se iniciaba bajo la dirección del camarada Wenceslao Roces,
subsecretario de Instrucción Pública, la batalla contra el analfabetismo.
Los milicianos de cultura enseñaban a leer y escribir a los campesinos
encuadrados en las milicias. Dolores Ibarruri, El único camino. Memorias
de “Pasionaria, Barcelona, Ed. Bruguera, 1979, pp. 318 y 319.
10 Fernández Soria, Juan M., Educación y extensión cultural en la España
republicana (1936-1939) en AA.VV., Cuestiones histórico-educativas.
España. Siglos XVIII-XX, Valencia, Universidad de Valencia, 1991, pp.
277, 397 y 398.
11 P. Broué, y E. Témine, La Revolución y la guerra de España, México,
FCE, 1962. pp. 257 y 258.
12 Jorge Aceves: “Las fuentes de la memoria: problemas metodológicos
en Voces Recobradas. Revista de Historia Oral, Año 3 Nº 7, p. 8., Buenos
Aires, Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 2000.
13 Cita del comentario sobre la conferencia de Philippe Joutard.
¿Tendremos la valentía de ser historiadores y no memorialistas?”, en
Voces Recobradas. Revista de Historia Oral, diciembre de 1999, año 3, Nº
6, Buenos Aires, Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.
14 Ronald Fraser, Recuérdalo y recuérdalo a otros. Historia oral de la
Guerra Civil Española, Barcelona, Crítica, 2001, p. 194.
15 Leonardo Senkman, Argentina, la Segunda Guerra Mundial y los
refugiados indeseables, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano,
1991. Capítulos IV y V.
16 Koldo San Sebastián, El exilio vasco en América 1936-1946, San
Sebastián Ed. Txertoa, 1988. Diego Joaquín Ibarbia, Orígenes del
Comité por Inmigración Vasca, en Boletín del Instituto Americano de
Estudios Vascos, Buenos Aires, Vol. XXI, 82, jul., ago. y sep. 1970, pp.
129-34.
17 Ruy Farías y Alicia Gartner, Más que elites. Perles, cronologías,
condiciones de salida y oportunidades disponibles entre republicanos
gallegos y vascos exiliados en la Argentina, 1936 1951” en Cuadernos
Revista de Historia Oral 17
Republicanos, CIERE61, Madrid, Centro de Investigación y Estudios
Republicanos, Primavera-verano 2006, pp. 65 a 91.
18 Josena Juste, y otros: “La memoria del exilio republicano español en
Argentina como eje central en la reproducción de una práctica social”,
VII Jornadas Interescuelas, Universidad Nacional de Comahue. 22,23 y
24 de Septiembre de 1999. Josena Juste, “El exilio republicano español
en el Río de la Plata (Argentina y Uruguay)”, Tesis de Licenciatura, 2005.
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