image/svg+xmlVoces Recobradas4El padre “Pichi”Meisegeier y la Villa 31 Una “opción por la fe y lajusticia” entre dos dictadurasDora Eloísa BordegarayVoces de Buenos AiresVillas, villas miseria, increíbles y oscuras, donde sopló el olvido sobre la última lámpara, Villa Jardín, Villa Cartón, Basura…Barrios de un Buenos Aires ignorados en la guía de turismo; barrios sin árboles, de ahumados horizontes, sin ayer, sin ventana.Atroces ciudades sucias y derramadas, de viviendas como hongos; latones, bolsa y zanjas hundidas por las lluvias, mordidas por los vientos.Raúl González Tuñón
image/svg+xmlRevista de Historia Oral5IntroducciónA comienzos de la década de 1970 supe de la existencia del padre José María “Pichi” Meisegeier por su notorio trabajo pastoral y social en la Villa 31 de Retiro. Pero fue recién a fines de los 90 que recurrí a él y le pedí ayuda para terminar un trabajo de investigación histórica que estaba realizando. El tema de mi investigación era la primera villa que se había instalado a fines del año 1931 en las cercanías de Retiro, más precisamente en el extremo norte de la actual Villa 31 y que en las décadas de 1960 y 1970 fue conocida como Sector Saldías.Fui sorprendida por la notable colección de documentos que este sacerdote había ido atesorando con afán de coleccionista, de archivero, o quizás de custodio de las memorias formadas sobre las actividades en las que él se iba involucrando. El acervo documental que me fue mostrado es un abanico amplio de materiales referidos a actividades pastorales, sociales y políticas de la Argentina que se vinculaban de algún modo con los sacerdotes comprometidos con los pobres. Gran parte de ese corpus fue donado en 2008 por el padre Meisegeier a la Biblioteca de la Universidad Católica de Córdoba para que dicha institución se hiciera cargo de su custodia y difusión. De gran valor para quienes estudian temáticas vinculadas a las décadas de 1960 y 1970, ese archivo se puede consultar en la página web de la Biblioteca de esa Universidad con el nombre de Colección Meisegeier-Archivo Mugica. Lleva ese apelativo porque contiene el archivo personal del padre Carlos F. Mugica, quien atendía otro sector de la Villa llamado Comunicaciones y fue asesinado en mayo de 1974. Además incluye documentos que pertenecieron a otros sacerdotes, como el padre Carbone1y a grupos eclesiásticos tales como el “Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo”, el “Equipo Sacerdotal, Pastoral y Obrero en Villas de Emergencia” y el “Equipo Nacional de Pastoral Aborigen”,2entre otros.Otro cúmulo de materiales cuyo tema central es el de las villas de emergencia permanece en poder del padre Pichi. Este conjunto incluye documentos personales, manuscritos, cuadernos con apuntes, correspondencia de diversas personas e instituciones, recortes de prensa, fotografías, panfletos, libros, revistas. Todos se refieren a las villas, en especial a la Villa 31 de Retiro como así también a las personas o grupos que se ocuparon de ellas por cuestiones sociales, políticas y religiosas dentro de un marco temporal que va desde 1968 hasta 2006. Mi interés por la historia de esas agrupaciones de viviendas debe haber influido para que este sacerdote me pidiera que lo ayudase a inventariar dicho material guardado en sendos biblioratos con más de mil trescientos documentos, tarea en la que todavía estoy involucrada. A medida que avanzaba lentamente con el inventariado, fui convenciendo al padre Meisegeier sobre la importancia de incorporar sus recuerdos sobre aquella época y sobre los materiales reunidos por él mediante algunas grabaciones. Este artículo es una primera aproximación a la memoria del padre Pichi y a su archivo, poniéndolos en relación con otras memorias, las de quienes se acercaron a los sectores más pobres de la sociedad porteña, en el período que se extiende entre las dictaduras de Onganía y Videla, es decir entre fines de la década del 60 y mediados de la del 70.A medida que avanzaba lentamente con el inventariado, fui convenciendo al padre Meisegeier sobre la importan-cia de incorporar sus recuerdos sobre aquella época y sobre los materiales reunidos por él me-diante algunas grabaciones.Ejemplo de volantes hechos en mimeógrafo, que se repartían en la Villa.
image/svg+xmlVoces Recobradas6Casi de más está advertir que, debido a que este trabajo se encuentra en curso, cualquiera de las afirmaciones que puedan deslizarse están empapadas del sentido de la provisoriedad.Los pobres y las villas en la ciudad de Buenos AiresPara poder acercarnos a estas memorias, haré primero una breve síntesis sobre la vivienda de los pobres en la ciudad de Buenos Aires, deteniéndome en especial en los conjuntos habitacionales llamados villas.En la historia de Occidente, aún siglos antes de la instalación del mito del progreso, las ciudades fueron vistas como punto de llegada en el camino de la prosperidad. El espacio urbano adquirió, desde los tiempos antiguos, una connotación positiva y jerarquizada puesto que vinculaba lo perteneciente a la civitascon lo desarrollado o próspero y con aquello que tiene cortesía y buenos modales. Como contrastante se señalaban en el ámbito rural las condiciones que podían ser calificadas como toscas, bastas, embrutecedoras. De esa asignación de valor proviene el uso de la palabra villanoque se utilizó en Europa para caracterizar a quien, más que ser visto como el habitante de una aldea, era considerado un ser vil, infame, miserable, indigno (Signorelli, 1999). Dentro de ese mismo paradigma se instaló el viejo proverbio alemán “El aire de la ciudad nos hace libres”, que indica no solo las posibilidades que otorgaba el municipio medieval en contraposición al feudo sino que, además, muestra que la ciudad es el lugar ideal para el despliegue de la voluntad individual.A lo largo de las últimas centurias, esa relación pretendidamente directa entre urbe y mejores condiciones de vida humana –que parece deducirse directamente de la locación– se ha demostrado falsa, por lo menos para los sectores más pobres de la sociedad. La Argentina (en particular en sus ciudades portuarias) no escapó al proceso mundial de escasez de la vivienda que fue profundizándose en toda América latina a medida que corrían las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX.En la ciudad de Buenos Aires, los grupos llegados de ultramar produjeron una verdadera explosión demográfica que desbordó todas las posibilidades de alojamiento. Aquellos que permanecían en la ciudad iban ubicándose en los barrios más pobres y marginales: la Boca, San Telmo y Barracas primero; Catedral al Sur y Montserrat después. Así se expandió el conventillo como la forma más difundida de habitar la ciudad entre los sectores obreros. A fines del siglo XIX, el 20% de la población total del municipio porteño vivía en conventillos. Pero esa no fue la única estrategia para encontrar cobijo, es decir un lugar donde guarecerse de las inclemencias del tiempo; la población porteña en situación de pobreza fue elaborando prácticas de sobrevivencia diversas que incluyen alquilar una habitación en hoteles, pensiones o en los llamados conventillos, compartir un domicilio entre varios hogares, intrusar fincas abandonadas, vivir en la calle o armar un techo en las llamadas villas de emergencia o villas miseria. Muchos autores las han visto como etapas sucesivas desde el punto de vista cronológico y de ese modo asociaron el conventillo con la inmigración europea y las villas con las migraciones internas. Sin embargo, es posible encontrar indicios que complejizan estas visiones prejuiciosas. El conventillo tuvo un peso dominante pero no parece prudente descartar otras formas de vivienda que le fueron contemporáneas (Armus, Hardoy 1990: 155-56; 163).Ahora bien, ¿qué son las villas?, y ¿cuándo comenzaron a formarse estos espacios que hoy llamamos villeros? Como respuesta a la primera pregunta hay un cierto consenso en considerarlas “enclaves urbanos de pobreza” (Oszlak, 1991:147) o “nucleamientos diferenciados (…) que se conforman mediante la ocupación ilegal de terrenos (…) y la autoconstrucción de viviendas precarias” (Yujnovsky, 1987:24). Forman parte de un proceso con semejanzas en toda América latina que según José Luis Romero comenzó a tener una cierta visibilidad (es decir se percibió algo que ya existía) alrededor de las décadas de 1920 y 1930. Romero dice así: Con nombres diversos se los conoció en cada país: callampas en Chile, villas miseria y luego, simplemente villas en la Argentina, barriadas en Perú, favelas en Brasil, cantegriles en Uruguay, ciudades perdidas en México, pueblos piratas en Colombia y genéricamente, en casi todas partes Muchos autores las han visto como etapas sucesivas desde el punto de vista cronológico y de ese modo asociaron el conventillo con la inmigración europea y las villas con las migraciones internas.
image/svg+xmlRevista de Historia Oral7invasiones, construcciones paracaidistas y, sobre todo, rancheríos. El nombre tenía casi siempre curiosas y significativas implicaciones: solía entrañar una actitud irónica o una afirmación polémica de lo que hasta entonces, solo parecía merecer una actitud vergonzante (Romero, 1997:357).Quienes han estudiado este tema coinciden en que hay dos elementos fundamentales para definir a una villa. En primer lugar, la ocupación ilegalde la tierra y en un segundo plano, losmaterialesque se usan en la construcción de esas viviendas, que sonfrágiles, perecederos, inestables. El vocablo precario describe con precisión la vivienda villera, que se ha distinguido desde sus orígenes por estar construida con materiales de deshecho y que por tal razón es insegura, brinda poca protección y está siempre a merced de la fuerza de la naturaleza o de la violencia humana. De tal forma, un puntapié bien aplicado puede derribar su puerta y una lluvia persistente o la creciente de un río o arroyo puede tirar la casilla abajo. Y aunque en las últimas décadas se han ido construyendo casas de material con varias plantas en todas las villas, la precariedad persiste. En primer lugar, porque casi no existen títulos de propiedad de los suelos que se ocupan, pero además, se mantiene la precariedad por la falta de terminación en los revoques, la provisión clandestina de agua, la ausencia de cloacas, las instalaciones eléctricas endebles e inseguras y los cimientos mal fundados, dado que se edifica en la mayoría de los casos sobre tierras rellenadas con basura y por lo tanto, poco asentadas.En la búsqueda de respuestas a la cuestión sobre cuándo se formaron los primeros asentamientos villeros, la historia da cuenta de la formación de algunos aunque no se los reconozca con el apelativo de villas. James Scobie en su libro Buenos Aires del centro a los barriosincluyó el fragmento de un informe presentado al Departamento Nacional del Trabajo que es ilustrativo:Al Sud y al Oeste, en los bañados y bajos de Barracas, San Cristóbal, Flores, (…) en los bajos de Belgrano, Saavedra, etc., se han levantado en pocos años numerosos centros de población y edificación que carecen (…) de servicios (…)(Scobie 1977: 231-233).Otro material que corrobora la presencia de construcciones llamadas “ranchos” dentro del ejido de la ciudad y en terrenos cuya propiedad no era disputada aparece en un semanario de gran circulación:En este sitio, como le decía, había ponchadas de gente pobre (…) La ranchada de los pescadores del bajo de la Recoleta, desapareció después del año 80, cuando al intendente Alvear le dio por hermosear a su Buenos Aires (…). El testimonio corresponde a un tal Melitón, viejo poblador de la zona, que al obsequiarle una antigua foto al periodista Félix Lima de la Revista Caras y Caretas, describía los ranchos de la primera década del 900 en la siguiente forma: “Paredes de barro y techos de paja, ranchos humildes, con piso de tierra endurecida por el caminadero de sus ocupantes.” (Caras y CaretasNº 1713, 1/8/1931).Pero la representación más antigua de algo semejante a una villa se remonta al año 1910. El periodista francés Jules Huret, llegado a la ciudad de Buenos Aires como cronista de los festejos del Centenario, describió esos conjuntos habitacionales, mostrando la precariedad legal y constructiva de esas viviendas y el desprecio por quienes las habitaban:Plano de la Ciudad de Buenos Aires con la localización de las villas, desde 1960 hasta 1991.
image/svg+xmlVoces Recobradas8En esa ciudad inmensa que progresa desde hace treinta años aún quedan por hacer muchas cosas. El barrio de San Cristóbal, llamado el ba-rrio de las Ranas, es un vestigio persistente del Buenos Aires de antaño. Allí en medio de una triste llanura, se refugian los miserables refrac-tarios a la asistencia pública, los libertarios que prefieren la miseria y la independencia a la so-licitud oficial o burguesa. Allí es también donde la espuma de la hez social abriga sus liviandades. La arquitectura de sus viviendas puede jactarse de originalidad: el estilo del petróleo. No se ven allí más que casas constreñidas con hojalata, cu-yas paredes, tejados y puertas resplandecen al sol. El trust del Standard Oil presidido por Mis-ter Rockefeller ha proporcio-nado casi todos los materia-les. ¡Cortando la hojalata y clavándola de cierta manera, han festoneado revestimien-tos y ornamentaciones para los arcos de alambras mo-ras, cortado a fuerza de ci-zalla, columnas y frontones para palacios greco-roma-nos y recortado en encajes y blondas, las cajas de azúcar de Tucumán para roseto-nes de capillas góticas! (...) Estos palacios y casuchas están habitados por algunos negros, mestizos, europeos e indígenas. Se ve toda aquella población compuesta de rufianes y prostitutas, de truhanes y libertarios, sen-tados a la puerta de sus casuchas tomando el mate en la calabaza seca en que se guarda la benéfica infusión, que aspiran a través de un largo tubo de metal. Alrededor de ellos se le-vantan las montañas de inmundicias o basuras que los carros van a vaciar allí incesantemen-te. Esas inmundicias se queman al aire libre. Un fuego perpetuo arde bajo aquellos detritus y, poco a poco, los seca y los consume (Huret, 1988:55).Pareciera ser que hasta los primeros años de la década del 30 no se utilizó la designación “villas de la miseria”. Quizás la creatividad popular primero y la prensa escrita después, las bautizaron con dicho apelativo. Lo cierto es que quien utilizó por primera vez ese nombre en un titular periodístico fue Raúl González Tuñón, uno de nuestros más grandes poetas. Según su opinión, había cerca del puerto dos conjuntos habitacionales de extrema precariedad con alrededor de dos mil hombres cada uno. Él los llamó Villa Desocupación y Campamento de la Calle Canning respectivamente y a este último se lo conoció después como Villa Esperanza (Diario Crítica, 25/10/1933). Pero la cultura popular fue llamando a todas esas formaciones villas miseria. La primera villa levantada cerca de la ribera del Río de la Plata fue inspeccionada por el gobierno que obligó a sus ocupantes a armar casillas en hileras, organizar la recolección de residuos, a ubicarse por nacionalidad y a cumplir ciertos horarios bajo custodia policial. A comienzos de 1935, es decir cuatro años después de su aparición, aquella villa fue “desmantelada”, iniciando una política estatal que se iría repitiendo a lo largo de décadas: la de destruir esas agrupaciones de viviendas y perseguir a sus ocupantes. Pero también inauguró un proceso que volvería a renovarse constantemente: después de un desmantelamiento o erradicación, sus viejos habitantes junto con nuevos recién llegados volverían ocupar esas tierras en calidad de intrusos.Respecto de la ubicación de estas formaciones, al consultar un plano de la ciudad de Buenos Aires se puede ver que, a lo largo del siglo XX, se han concentrado con preferencia, aunque no en forma excluyente, en dos zonas: la de la costa del Río de la Plata y la zona sur de la ciudad, cercana al cauce del Riachuelo. Ambos distritos, bajos e inundables, carecían de interés inmobiliario hasta mediados de siglo, hasta que el crecimiento urbano revirtió ese proceso. En particular la costa del Río de la Plata fue intervenida con la construcción del Puerto Nuevo (1926), de la Avenida Costanera Norte (1927) y del Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires (Proyecto Estación Aérea de 1934, construcción de 3 pistas a fines de esa década e inauguración en 1947). Es lógico entender las razones por las cuales los primeros habitantes de la actual Villa 31 levantaron sus casuchas allí. Recién bajados de los barcos en el puerto o llegados en los trenes a las terminales ferroviarias se quedaban merodeando en la zona que también ofrecía oportunidades de empleo: en Pareciera ser que hasta los primeros años de la década del 30 no se utilizó la designación “villas de la miseria”. Quizás la creativi-dad popular primero y la prensa escrita después, las bautizaron con dicho apelativo. Lo cierto es que quien utilizó por primera vez ese nombre en un titular periodístico fue Raúl González Tuñón, uno de nuestros más grandes poetas.
image/svg+xmlRevista de Historia Oral9las “manos” de la actividad portuaria, en las cosechas con los viajes gratuitos que concedió el gobernador Crotto o por la posibilidad de integrar una cuadrilla de obreros en las construcciones de la costanera.El Estado había descubierto el problema del déficit habitacional a fines del siglo XIX, por lo que comenzó a intervenir en el tema intentando desarrollar algunas acciones paliativas, pero cuantitativamente el resultado de su acción fue demasiado modesto (Aboy, 2005:34). El cambio se produjo recién con el peronismo que se presentó a sí mismo con carácter fundante de las nuevas formas de acceder y de disfrutar de la ciudad (Ballent, 2005:35), reemplazando la idea de asistencia social por la de justicia y por la de reconocimiento de los derechos ciudadanos. Entre ellos, adquirió carácter de tal el derecho a la vivienda digna como un derecho social3de modo que se puso en marcha un ambicioso plan de políticas públicas que se efectivizó con la construcción estatal de barrios, ya fuera de unidades unifamiliares o de monobloques (Aboy, 2005:12). Refiriéndonos solamente a la ciudad de Buenos Aires, más allá de los proyectos individuales que muchas familias realizaban con el financiamiento de distintos entes crediticios,4en el período 1943-1955 el Estado nacional o la Municipalidad se abocaron a la realización de más de una docena de acciones directas para construir casas o departamentos. Se finalizaron dos conjuntos habitacionales proyectados y/o comenzados en años anteriores y se construyeron otros 12 barrios. Para dar reparo a los sectores más desprotegidos de la sociedad se levantaron varias agrupaciones de viviendas consideradas de “emergencia” por el mismo gobierno puesto que, a pesar de ser alzadas con materiales precarios, paliaban temporalmente la falta de habitación. Dichos barrios se localizaron en zonas donde ya había ocupación espontánea de tierras o donde no existía interés del mercado. Como ejemplo pueden mencionarse las construcciones realizadas por el Estado nacional en el Barrio Inmigrantes,levantado en 1948 para dar alojamiento a un grupo numeroso de italianos recién arribados al país. Se ubicaba en las cercanías del puerto y constituye hoy el extremo sur de la Villa 31 de Retiro. La Municipalidad de Buenos Aires se hizo cargo de levantar otro barrio cerca de la calle Lacarra, en la zona sur del barrio de Flores, la (…) Villa Cartón (...) ubicada en las proximidades del vaciadero de basura (…) integrado por 59 pabellones longitudinales y paralelos entre sí que contaban con 1059 viviendas en total. Las paredes eran de cartón prensado impermeabilizado, tenían luz eléctrica y servicios sanitarios colectivos, como agua corriente y cloacas (Rojo, 1976: 44-45). También la Fundación Eva Perón construyó casas para los necesitados; en 1948 levantó sobre la calle Larraya, en el barrio de Lugano (…) 12 casitas; seis adelante y seis atrás en toda la cuadra. Estaban organizadas con un dormitorio, comedor y cocina juntos. Eran de madera y con el techo de chapa, de una sola agua.5Por primera vez en el país los sectores más postergados de la sociedad tuvieron real acceso a la vivienda.La experiencia peronista duró hasta 1955. Después del golpe de Estado, el gobierno de facto responsabilizó Panorámica de la villa levantada en 1932 en las cercanías de Palermo a lo largo de la Avenida Costanera. Obsérvese la balaustrada de la misma recién construida. Caras y Caretas,1933.
image/svg+xmlVoces Recobradas10exclusivamente al “tirano depuesto” por la formación de esos “barrios de emergencia” que se consideraban la manifestación de una patología social y daba como razones de su formación el proceso de migraciones internas llevado a cabo por el peronismo.6Entre las primeras decisiones tomadas por la autoproclamada “Revolución Libertadora” se sucedieron la devaluación del dólar, el aumento de las tarifas de servicios públicos, la intervención de la Central obrera (CGT), el ajuste de los salarios. Respecto de las cuestiones referidas al tema de la vivienda, se derogaron las leyes que protegían a las familias de clase media baja de los abusos del mercado inmobiliario como habían sido la de Alquileres (Ley 12.886 del 29/11/1946) y la de Propiedad Horizontal (Ley 13.512 del 13/10/1948). La concepción del Estado como subsidiario en el tema del mercado de la vivienda produjo una retracción en las acciones directas para levantar viviendas de índole social, aunque el gobierno se decía preocupado por la problemática de la expansión de los conjuntos habitacionales de extrema precariedad. Por tal razón, se creó la Comisión Nacional de la Vivienda como organismo autárquico cuyo principal objetivo era “el estudio integral de los problemas relativos a la construcción de viviendas en todo el territorio de la Nación y la elaboración de un plan integral para satisfacer las necesidades del país en materia de vivienda”.7Desde ese momento se poseen estadísticas sobre los asentamientos precarios en la ciudad de Buenos Aires. En ese año se contabilizaron 33.920 personas viviendo en esas condiciones y en 1967 esa cifra ya había ascendido a 102.143, es decir que en el lapso de una década dicho grupo social se había triplicado. Diez años después, en 1976, ya era de 224.335 individuos, a pesar de las políticas que intentaron extirpar esos agrupamientos del ámbito capitalino.8Durante la última dictadura militar (1976-1983) se instrumentó una política erradicatoria que por su violencia y magnitud no tenía precedentes en el país. De ese modo, para el año 1981 se había logrado la disminución del número de residentes en las villas porteñas a 14.000 individuos. Pero, a partir de ese mismo año, en que comenzó a suavizarse la política represiva, la población villera volvió a crecer con ritmo sostenido: en 1991 había 51.945 habitantes, 77.000 personas en 1993, 98.000 en 1999, 110.378 en 2001, 116.000 en 2003 y en 2010 la cifra oscila entre 235.000 y 300.000. Es llamativo comprobar el aumento de este grupo de población dentro del ámbito capitalino, máxime si se lo compara con la cifra total de población en nuestra ciudad que se ha mantenido relativamente estable desde 1947 hasta 1990 y registró una merma importante en la década de 1990.Censo Nacional Cantidad de habitantes1914 1.575.814 1947 2.981.043 1960 2.966.634 1970 2.972.453 1980 2.922.829 1991 2.965.403 2001 2.776.138La Iglesia Católica y las villasAsí como se ha rastreado el origen de las villas porteñas a comienzos de los años 30, también puede ubicarse en esos años el interés de la Iglesia Católica por estos grupos de individuos que producían cierto temor entre los vecinos “decentes” de la ciudad. La Iglesia Católica expresó a través de su jerarquía que los problemas de los trabajadores y la desocupación eran parte de su magisterio, razón por la cual estaban decididos a intervenir en los campamentos de los “sin trabajo”. En épocas en que se tejía la alianza estratégica entre las Fuerzas Armadas y la jerarquía eclesiástica (Zanatta 2002: 15; 18; 33-43) muchos de los sacerdotes católicos hicieron conocer sus opiniones desde el púlpito y también por medio de la prensa escrita. Entre las publicaciones ligadas a la grey católica, se destacaba, por el nivel intelectual de sus colaboradores y por la difusión y permanencia que tuvo, la revista Criterio, fundada en 1928. Este semanario contó siempre con el apoyo de los grupos conservadores que la vieron como tribuna, pero el abanico de intelectuales que se expresaron a través de sus páginas fue mucho más amplio que el de la derecha católica. Cuando monseñor Gustavo de Franceschi se hizo cargo de la dirección de la revista, en 1932,9sus editoriales profundizaron el análisis de los temas referidos a la desocupación. El mismo obispo declaraba a fines de diciembre de 1933 haber celebrado la misa de Nochebuena al aire libre en la villa que se conocía como Campamento de los Desocupados (extremo norte de la actual Villa 31). Afirmaba en el editorial de la revista que, a pesar de la idea generalizada que veía en esos hombres a gente peligrosa o fieras al acecho, no había tenido problemas, sino actitudes de respeto. (CriterioNº 304, 28/12/1933:388-392).
image/svg+xmlRevista de Historia Oral11Esa actitud paternalista y asistencialista de las autoridades y de muchos fieles de la Iglesia Católica no mostró grandes cambios. Quizás podría inferirse que durante la década peronista hubo una cierta prudencia o más bien un repliegue frente al avance de las obras de la Fundación Eva Perón que opacaba las acciones de beneficencia de organizaciones estrechamente vinculadas con la jerarquía eclesiástica. Esa actitud era vista por los sectores más conservadores como una adhesión incondicional o hasta una cierta sumisión del cardenal Copello, arzobispo de Buenos Aires, respecto del peronismo.10La mayoría de los católicos participaba de la idea de asistir, enseñar, iluminar a los pobres. Después de la caída del peronismo, la Iglesia argentina se propuso un gran movimiento de renovación espiritual y de evangelización que culminó hacia 1960 en la llamada Gran Misión de Buenos Aires. En esa circunstancia que movilizó a grandes grupos de católicos, muchos de ellos volvieron a conectarse en forma institucional con la problemática de las viviendas indignas.Yo vivía en el barrio de Villa Lugano, como toda la vida, y era maestra de la escuela parroquial. Me tocó misionar en la zona de la villa (actualmente Villa 20) y ahí descubrí una realidad que desconocía, la de los provincianos pobres quevenían a tentar suerte a la ciudad. Fue en esa época que decidí trabajar paraesa gente.11Este testimonio revela con el uso de la preposición “para” que, a pesar del paso del tiempo y de los cambios operados en la sociedad argentina, muchas personas bien intencionadas mantenían una visión tradicional sobre las posibilidades de los sectores subalternos. Pero pocos años después, alrededor de 1962, fue haciéndose visible un cambio de mirada sobre la cuestión, vinculado directamente con los aires nuevos que vivía la institución eclesial a partir de la elección de Angello Roncalli como el papa Juan XXIII. En octubre de 1962 se reunió el Concilio Vaticano II que mostró un gran interés porque la Iglesia interviniese en los problemas del mundo.El Concilio cambió la mirada que la Iglesia tenía sobre el mundo; recogió y legitimó lo que ya habían comenzado a pensar algunos teólogos y algunos obispos respecto del compromiso para cambiar el mundo. Aún más, la Constitución Gaudium et Spes–gozos y esperanza– buscó dar una respuesta a los problemas de los seres humanos en esa época.12Y entre quienesaceptaron ese desafío e internalizaron la necesidad de búsqueda de un modelo social alternativo, llevando el compromiso católico más allá de la mera declamación, estaba el joven José María Meisegeier, recientemente ordenado sacerdote de la Compañía de Jesús. Dice el padre Pichi: Me ordené sacerdote en 1965. En ese último año de Teología, se podía elegir darle más “pata”13a lo intelectual cursando la Licenciatura o a la tarea misional. Yo elegí hacer trabajo pastoral14y fui al norte de Santa Fe a trabajar con los indios mocoví en los arrozales. (…) La idea básica del padre Llorens15era aprender en el dolor y la miseria lo que no se aprende en los libros de la universidad. En 1967 entré en la Universidad del Salvador a enseñar Teología en la Facultad de Medicina. Allí, pero en la Facultad de Derecho, enseñaba Teología Carlos Mugica y enseguida me contacté con los sacerdotes del Tercer Mundo (…) En la Universidad del Salvador vi al grupo de opción por los pobres y empecé a buscar dónde insertarme. Podía ser con los Curas Obreros. Claro que, desde Buenos Aires, hacía mucho ruido el tema de la pobreza en las villas.16Eran épocas difíciles para los jóvenes y para los grupos contestatarios que, como en otras partes del mundo, cuestionaban a la familia, a la sociedad y al orden establecido. Un nuevo golpe de Estado llamado Revolución Argentina se había producido en junio En la Universidad del Salva-dor vi al grupo de opción por los pobres y empecé a buscar dónde insertarme. Podía ser con los Curas Obreros. Claro que, desde Buenos Aires, hacía mucho ruido el tema de la pobreza en las villas.Detalle de la villa levantada en 1932 en las cercanías de Palermo a lo largo de la Avenida Costanera. Caras y Caretas,1933.
image/svg+xmlVoces Recobradas12de 1966 demostrando que las fuerzas conservadoras y corporativistas todavía tenían poder en el país. El general Onganía, a cargo del Poder Ejecutivo, recortó las libertades democráticas, estableció una férrea censura y reactivó las políticas represivas contra los sectores pauperizados “erradicando” villas. Al mismo tiempo reanimó la alianza con la jerarquía eclesiástica, hecho que es fácil de observar aún en los nombramientos de sus ministros, muchos de los cuales pertenecían a la elite del catolicismo.Pero la Iglesia no era monolítica, las diferencias internas se manifestaban en forma casi constante:Precisamente en el onganiato por la sanción del Decreto 17.605 de erradicación de las villas (...) es cuando se hace el Plantón de los Sacerdotes del Tercer Mundo, unos veintitantos, hicieron un documento y se lo entregaron a un segundón de Onganía denunciando y demostrando las imperfecciones y líos que traía la aplicación de esa Ley (…) Fui visitando varias villas de Capital y hablando con los curas villeros. Por supuesto Mugica ya estaba en Retiro, en la parte central, año 1967 y fui a reemplazarlo en algunas reuniones o a celebrar algunas misas. Me integré al grupo cuando el cardenal Aramburu establece el reglamento del Equipo Sacerdotal y Obrero en Villas de Emergencia. Los únicos que zafábamos de lo de obreros éramos Mugica y yo que dábamos clase en la universidad (…) Me incorporé definitivamente a fines de 1969 cuando Onganía realizó una peregrinación a Luján caminando alrededor de 15 km y consagró a la Nación al Inmaculado Corazón de María.17Nosotros respondemos con la Peregrinación del Ómnibus de los Villeros bajo el lema “Por una villa sin miseria ni explotación” y después de alguna frase espiritual los volantes decían: “Por un salario digno y justo, por la transformación de las villas en barrios obreros y por un gobierno popular”.El padre Pichi sostiene que esas ideas no eran resultado exclusivo de la confrontación con la injusticia social o la represión política sino que estaban directamente vinculadas al factor religioso, razón por la cual algunos sacerdotes producían cambios muy llamativos en sus parroquias. Por ejemplo cuenta:(…) Participaban de la idea de que la fe del pueblo es verdadera cuando se ayuda a los hermanos y desde esa postura avanzaron en el cambio en la devoción a San Cayetano. En vez de llevar a la iglesia una vela o flores, aportar algo de comida para los que sufren (…)18Desde esos años en adelante, el padre Pichi vivió primero en el sector de la Villa que se llama Saldías donde construyó una capilla y un Jardín de Infantes. A mediados de 1974, después del asesinato del padre Carlos Mugica19debió hacerse cargo de la Capilla Cristo Obrero que había levantado Mugica y que se encontraba en otro sector llamado Comunicaciones.Fui poco a poco conociendo todos los sectores de la Villa de Retiro y a muchos de los hombres que participaban de la Unión Vecinal (…) muy bien manejada por militantes del Partido Comunista y de la UMA, Unión de Mujeres Argentinas (…)20Muchos años de trabajo social y pastoral con una dedicación “de vida” a las problemáticas de las familias, de las viviendas, de las reivindicaciones laborales y políticas de los habitantes de la villa fueron abruptamente cortados por el golpe del 24 de marzo de 1976. Pero, a diferencia de los golpes anteriores, este implicó no solo la destrucción de los asentamientos (en especial la casi desaparición de la Villa 31 a partir del Plan de Erradicación de 1978) y la desestructuración de las organizaciones villeras sino, además, la tortura y desaparición sistemáticas de los villeros que reclamaban por sus derechos.El padre Pichi los acompañó hasta que las topadoras arrasaron con la mayoría de las casillas, con el templo Cristo Obrero y con el Jardín de Infantes que atendía a los hijos de las mujeres que salían a trabajar como empleadas domésticas. Es que según sus palabras:El Apóstol Santiago dice que el que dice tener fe y no tiene obras es un macaneador; el que dice que ama a Dios y no ama al hermano y a los pobres es un doble macaneador. Así que fe y justicia significa optamos por la fe y por la promoción de la justicia y la justicia en lo concreto (…) Ya lo habían reconocido los jesuitas reunidos en la Congregación General 31 y 32 a partir del año 1974, ellos hablaron de opción por la fe y la justicia (…)21Participaban de la idea de que la fe del pueblo es verdadera cuando se ayuda a los hermanos y desde esa postura avanzaron en el cambio en la devoción a San Cayetano. En vez de llevar a la iglesia una vela o flores, aportar algo de comida para losque sufren (...)
image/svg+xmlRevista de Historia Oral13Una opción compartida por muchos jóvenesDentro de la Iglesia Católica, la Compañía de Jesús no era la única congregación que mostraba un cambio de actitud y de mirada respecto de los problemas sociales y del interés de los jóvenes por la participación. Una religiosa de la Congregación del Sagrado Corazón dice así:(…) Soy de una congregación educadora, por vocación y por vocación mía personal (…) Yo había pedido estar con los pobres, desde siempre y cuando el Concilio hizo la gran movida en la Iglesia, pude lograr lo que quería, que era irme a vivir entre los pobres, primero en Villa 20 con la hermana Cathy Domon que era francesa (...)22Más adelante contará cómo decidió involucrarse en la Campaña de Alfabetización que llevó a cabo el peronismo en el año 1974, eligiendo trabajar en las villas de la zona suroeste de la ciudad.Muchas otras instituciones que tenían como función específica la educación de niños y jóvenes se volcaron con pasión a la transmisión de estas nuevas perspectivas que eran resultado de un proceso histórico extendido y complejo. Dentro de la jerarquía eclesiástica, como ya se ha dicho, tuvo su punto de inflexión con el papa Juan XXIII y su convocatoria al Concilio Vaticano II:(…) El papa Juan XXIII decía que frente a los países subdesarrollados, la Iglesia debía presentarse tal como es y quiere ser: como la Iglesia de todos, particularmente, la Iglesia de los Pobres (…) En realidad, algunos obispos habían tomado actitudes confrontativas con las dictaduras que gobernaban la región y que impedían la representatividad política, al mismo tiempo que aumentaban la injusticia social. Probablemente el más famoso y que más ímpetu dio a esas posturas fue el obispo Helder Cámara de Brasil (…)23Entre los jóvenes que cursaban la escuela secundaria en colegios católicos es relativamente común encontrar testimonios semejantes a los que aquí se transcriben:El secundario lo hice en una escuela de monjas que nos hicieron comprar los Documentos del Concilio. Yo terminé en el año 1967 pero a mi hermana la más chica El apelativo “villa” comienza a aparecer en la prensa escrita. Diario Crítica,1933.le pidieron los de Medellín. Las clases de Religión se dedicaban a leer y comentar esos documentos. Recuerdo que la idea de una opción por los pobres estaba muy presente. Bueno; yo me involucré en distintos grupos de la facultad pero mi hermana se metió directamente a trabajar con la gente de la Villa y luego a militar con los peronistas.24Yo participaba en mi parroquia de las reuniones de los jóvenes. Cuando en una reunión o en un retiro, no recuerdo bien, leímos algunos fragmentos de los documentos de Medellín, se me dio vuelta el coco. Me descolocó uno que decía que para satisfacer las exigencias de la justicia y de la equidad hay que hacer todos los esfuerzos posibles para que desaparezcan lo más rápidamente posible las enormes diferencias económicas que existían en ese momento. Pregunté al cura qué era la justicia y me respondió que según Santo Tomás es el hábito por el que a cada uno se le concede su derecho.25Dentro de ese marco general, mu-chos jóvenes que participaban de la Juventud Estudiantil Católica (JEC) o de la Juventud Obrera Ca-tólica (JOC) entramaron su opción por los pobres con el peronismo, que era la elección política de la mayoría de los villeros.26En mi casa mi papá era ateo y mi madre también. Pero allá por el 66 o 67 mi mamá fue a unas reuniones y ella decía que se había convertido. Se juntaban en El papa Juan XXIII decía que frente a los países subdesarrolla-dos, la Iglesia debía presentarse tal como es y quiere ser: como la Iglesia de todos, particularmente, la Iglesia de los Pobres (…)
image/svg+xmlVoces Recobradas14Notas————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———1Secretario de Enlace, revista del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.2El listado completo de la Colección está disponible en http://www.ucc.edu.ar/biblioteca.seccion.php.3Constitución de 1949, Art.37 inciso III punto II: Derecho a la vivienda. El derecho a un albergue higiénico, con un mínimo de comodidades hogareñas es inherente a la condición humana.Vista actual de la Villa 31, diario La Nación.San Isidro muchos laicos y varios sacerdotes obreros y comenzaron a asumir un fuerte compromiso social, por eso a nosotros nos puso a hacer tareas de ayuda en la Villa La Cava. Todo eso duró hasta que a comienzos del 68, el obispo de San Isidro, creo que se llamaba Aguirre, expulsó a nueve curas de su diócesis. ¡Y a algunos los mandaron de regreso a España! Yo seguí en la villa y luego, junto con otros compañeros decidí mi vinculación al peronismo.27Algunas reflexionesComo se ha dicho al comienzo de este artículo, este es un primer acercamiento a las memorias del padre Pichi Meisegeier. También es un intento de poner en relación la memoria individual de un hombre de casi ochenta años con las de otras personas que son de su misma edad o bien tienen entre diez y quince años menos que él. Todos ellos tuvieron distintos niveles de compromiso con la religión y la Iglesia católicas, pero además compartieron una época y una elección: la de involucrarse y trabajar con los habitantes de las villas para promocionar la justicia. Pareciera que esas memorias dan cuenta de la faceta social que tiene toda memoria individual; comparten algo así como una especie de horizonte cultural que los asemeja y Esquema que muestra la distribución de los distintos sectores de la Villa 31. El Padre Meisegeier trabajó en Saldías y en Comunicaciones.los identifica. En síntesis, muestran que muchas de las decisiones individuales que los sujetos toman pueden ser observadas como la tipificación de procesos extendidos en los que participan amplios sectores de la sociedad.
image/svg+xmlRevista de Historia Oral154 El Banco Hipotecario Nacional y la Fundación Eva Perón, entre otros.5Entrevista a Francisco de la Torre, 02/06/2000, inmigrante español que vivió desde 1948 en la Villa 20 de Lugano.6Aunque dicho proceso había comenzado una década antes: “Entre 1935 y 1945 más de un millón de personas emigró a la ciudad de Buenos Aires, modifcando el proletariado urbano y asentándose en los suburbios de las grandes ciudades, cuando no en las nuevas y multiplicadas ‘villas miseria’” (Cortés Conde, 1998:46).7Decreto 6404 del 23/12/1955.8 Planes de erradicación llevados a cabo durante las presidencias de Frondizi (1958-1962), Illia (1963-1966) y el gobierno de facto del general Onganía (1966-1969).9En sus primeros años, el director había sido Atilio Dell’Oro Maini, que años después asumiría como ministro de Educación del gobierno de la Revolución Libertadora.10L.A.B., ex seminarista, más de 40 años, 23/11/2006.11Marta Tomé, especialista en educación, más de 60 años, 5/10/2005.12 Ibídem.13Quiere decir hacer una práctica más intensiva.14 En otra entrevista, el sacerdote aclara que también consiguió su licenciatura con una tesis sobre el “cesaropapismo” durante los primeros gobiernos patrios (1810-1820).15Sacerdote jesuita, ordenado en 1944; en 1964 fue a vivir a un basural del norte de la ciudad de Mendoza con los sectores más pobres de la población.16Pichi Meisegeier, noviembre de 2009.17La ciudad de Luján, a 67 km de la de Buenos Aires, es reconocida como Capital de la Fe. En ella se encuentra la Basílica de Nuestra Señora de Luján, uno de los centros de peregrinación más importantes de América latina.18Padre J. M. Meisegeier, 10 de diciembre de 2009.19Carlos Mugica fue acribillado a balazos por un grupo paramilitar, la AAA (Alianza Anticomunista Argentina), a la salida de la Parroquia San Francisco Solano donde trabajaba otro cura obrero, el padre Vernazza. Su muerte sucedió el 11 de mayo de 1974.20Padre J. M. Meisegeier, 10 de diciembre de 2009.21Ibídem.22María Basa, religiosa, entrevista realizada el 18/03/2002.23L.A.B., ex seminarista.24L.E., mujer de más de 60 años, entrevista realizada el 26/03/2009.25L.E., mujer de más de 60 años, entrevista realizada el 12/03/2009.26Fortunato Mallimaci, en Revista Criterio, Nº 2305, junio de 2005.27María José Vázquez, entrevista realizada el 02/03/2010.Bibliografía————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———Aboy, Rosa, Viviendas para el pueblo. Espacio urbano y sociabilidad en el barrio Los Perales 1946-1955. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica/Universidad de San Andrés, 2005.AA.VV., Cuaderno Nº 3, Retiro. Testigo de la diversidad. Buenos Aires, Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 1998.Ballent, Anahí, Las huellas de la política. Vivienda, ciudad, peronismo en Buenos Aires. Bernal, Universidad Nacional de Quilmes/Prometeo, 2005.Blaustein, Eduardo, Prohibido vivir aquí. Una historia de los planes de erradicación de villas de la última dictadura. Buenos Aires, Comisión Municipal de la Vivienda, 2001.Cortés Conde, Roberto, Progreso y declinación de la economía argentina. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1998.Garulli, Liliana, El treinta. Una década de transición. Buenos Aires, Eudeba, 2004.Halperín Donghi, Tulio, La República imposible (1930-1945), Buenos Aires, Ariel, 2004.Hobsbawm, Eric, Historia del siglo XX, 3ª reimpresión. Buenos Aires, Crítica, 1999.Huret, Jules, De Buenos Aires al Gran Chaco, tomo I. Buenos Aires, Hyspamérica, 1988.Oszlak, Oscar,Merecer la ciudad. Los pobres y el derecho al espacio urbano.Buenos Aires, CEDES/Humanitas, 1991.Panettieri, José (comp.), Argentina: trabajadores entre dos guerras. Buenos Aires, Eudeba, 2000.Romero, José Luis, Latinoamérica: las ciudades y las ideas, 4ª ed.Buenos Aires, Siglo XXI,1997.Rojo, Alejandro, Las villas de emergencia. Buenos Aires, Coloquio, 1976.Signorelli, Amalia, Antropología urbana. Barcelona, Anthropos, 1999.Yujnovsky, Oscar, Claves políticas del problema habitacional argentino 1955-1981. Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1987.Zanatta, Loris, Del Estado liberal a la Nación Católica. Iglesia y ejército en los orígenes del peronismo (1930-1943). Buenos Aires, Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes, 2002.Otras fuentes consultadas————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———Diario Crítica(1931-1933)Revista Criterio(1933 y 2005)Revista Sintonía(1933)Revista Caras y Caretas(1933)Entrevistas realizadas————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———1) Padre José María Meisegeier, 10 y 15/12/2009.2) Francisco de la Torre, “don Paco”, 02/06/2000.3) Marta Tomé, 5/10/2005.5) L.A.B., 23/11/2006.6) L.E., 12/03/2009.7) L.B.E., 26/03/2009.8) María José Vázquez, 02/03/2010.9) María Basa, religiosa de la Congregación del Sagrado Corazón, 08/03/2002.