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Voces Recobradas
4
El padre “Pichi”
Meisegeier
y la Villa 31
Una “opción por la fe y la
justicia” entre dos dictaduras
Dora Eloísa
Bordegaray
Voces de
Buenos Aires
Villas, villas miseria, increíbles y
oscuras,
donde sopló el olvido sobre la última
lámpara,
Villa Jardín, Villa Cartón, Basura…
Barrios de un Buenos Aires ignorados
en la guía de turismo;
barrios sin árboles, de ahumados
horizontes, sin ayer, sin ventana.
Atroces ciudades sucias y
derramadas, de viviendas como
hongos;
latones, bolsa y zanjas hundidas por
las lluvias, mordidas por los vientos.
Raúl González Tuñón
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Revista de Historia Oral
5
Introducción
A comienzos de la década de 1970 supe de la existencia
del padre José María “Pichi” Meisegeier por su notorio
trabajo pastoral y social en la Villa 31 de Retiro. Pero fue
recién a fines de los 90 que recurrí a él y le pedí ayuda
para terminar un trabajo de investigación histórica
que estaba realizando. El tema de mi investigación era
la primera villa que se había instalado a fines del año
1931 en las cercanías de Retiro, más precisamente en el
extremo norte de la actual Villa 31 y que en las décadas
de 1960 y 1970 fue conocida como Sector Saldías.
Fui sorprendida por la notable colección de
documentos que este sacerdote había ido atesorando con
afán de coleccionista, de archivero, o
quizás de custodio de las memorias
formadas sobre las actividades en
las que él se iba involucrando. El acervo
documental que me fue mostrado
es un abanico amplio de materiales
referidos a actividades pastorales,
sociales y políticas de la Argentina
que se vinculaban de algún modo con
los sacerdotes comprometidos
con los pobres. Gran parte de ese
corpus fue donado en 2008 por el
padre Meisegeier a la Biblioteca de
la Universidad Católica de Córdoba para que dicha
institución se hiciera cargo de su custodia y difusión.
De gran valor para quienes estudian temáticas
vinculadas a las décadas de 1960 y 1970, ese archivo se
puede consultar en la página web de la Biblioteca de esa
Universidad con el nombre de
Colección Meisegeier-
Archivo Mugica
. Lleva ese apelativo porque contiene
el archivo personal del padre Carlos F. Mugica, quien
atendía otro sector de la Villa llamado Comunicaciones
y fue asesinado en mayo de 1974. Además incluye
documentos que pertenecieron a otros sacerdotes,
como el padre Carbone
1
y a grupos eclesiásticos tales
como el “Movimiento de Sacerdotes para el Tercer
Mundo”, el “Equipo Sacerdotal, Pastoral y Obrero
en Villas de Emergencia” y el “Equipo Nacional de
Pastoral Aborigen”,
2
entre otros.
Otro cúmulo de materiales cuyo tema central es
el de las villas de emergencia permanece en poder
del padre Pichi. Este conjunto incluye documentos
personales, manuscritos, cuadernos con apuntes,
correspondencia de diversas personas e instituciones,
recortes de prensa, fotografías, panfletos, libros,
revistas. Todos se refieren a las villas, en especial a la
Villa 31 de Retiro como así también a las personas o
grupos que se ocuparon de ellas por cuestiones sociales,
políticas y religiosas dentro de un marco temporal que
va desde 1968 hasta 2006. Mi interés por la historia
de esas agrupaciones de viviendas debe haber influido
para que este sacerdote me pidiera que lo ayudase
a inventariar dicho material guardado en sendos
biblioratos con más de mil trescientos documentos,
tarea en la que todavía estoy involucrada. A medida
que avanzaba lentamente con el inventariado, fui
convenciendo al padre Meisegeier sobre la importancia
de incorporar sus recuerdos sobre aquella época
y sobre los materiales reunidos por él mediante
algunas grabaciones. Este artículo
es una primera aproximación a
la memoria del padre Pichi y a su
archivo, poniéndolos en relación
con otras memorias, las de quienes
se acercaron a los sectores más
pobres de la sociedad porteña, en
el período que se extiende entre las
dictaduras de Onganía y Videla, es
decir entre fines de la década del 60
y mediados de la del 70.
A medida que avanzaba
lentamente con el inventariado,
fui convenciendo al padre
Meisegeier sobre la importan-
cia de incorporar sus recuerdos
sobre aquella época y sobre los
materiales reunidos por él me-
diante algunas grabaciones.
Ejemplo de volantes hechos en mimeógrafo, que se repartían
en la Villa.
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Voces Recobradas
6
Casi de más está advertir que, debido a que
este trabajo se encuentra en curso, cualquiera de las
afirmaciones que puedan deslizarse están empapadas
del sentido de la provisoriedad.
Los pobres y las villas en la ciudad de Buenos
Aires
Para poder acercarnos a estas memorias, haré primero
una breve síntesis sobre la vivienda de los pobres en la
ciudad de Buenos Aires, deteniéndome en especial en
los conjuntos habitacionales llamados villas.
En la historia de Occidente, aún siglos antes
de la instalación del mito del progreso, las ciudades
fueron vistas como punto de llegada en el camino de
la prosperidad. El espacio urbano adquirió, desde los
tiempos antiguos, una connotación
positiva y jerarquizada puesto
que vinculaba lo perteneciente
a la
civitas
con lo desarrollado o
próspero y con aquello que tiene
cortesía y buenos modales. Como
contrastante se señalaban en el
ámbito rural las condiciones que
podían ser calificadas como toscas,
bastas, embrutecedoras. De esa
asignación de valor proviene el uso
de la palabra
villano
que se utilizó en
Europa para caracterizar a quien, más que ser visto
como el habitante de una aldea, era considerado un
ser vil, infame, miserable, indigno (Signorelli, 1999).
Dentro de ese mismo paradigma se instaló el viejo
proverbio alemán “El aire de la ciudad nos hace libres”,
que indica no solo las posibilidades que otorgaba el
municipio medieval en contraposición al feudo sino
que, además, muestra que la ciudad es el lugar ideal
para el despliegue de la voluntad individual.
A lo largo de las últimas centurias, esa relación
pretendidamente directa entre urbe y mejores
condiciones de vida humana –que parece deducirse
directamente de la locación– se ha demostrado falsa,
por lo menos para los sectores más pobres de la
sociedad. La Argentina (en particular en sus ciudades
portuarias) no escapó al proceso mundial de escasez de
la vivienda que fue profundizándose en toda América
latina a medida que corrían las últimas décadas del
siglo XIX y las primeras del siglo XX.
En la ciudad de Buenos Aires, los grupos llegados
de ultramar produjeron una verdadera explosión
demográfica que desbordó todas las posibilidades de
alojamiento. Aquellos que permanecían en la ciudad
iban ubicándose en los barrios más pobres y marginales:
la Boca, San Telmo y Barracas primero; Catedral al Sur
y Montserrat después. Así se expandió el conventillo
como la forma más difundida de habitar la ciudad
entre los sectores obreros. A fines del siglo XIX, el 20%
de la población total del municipio porteño vivía en
conventillos. Pero esa no fue la única estrategia para
encontrar cobijo, es decir un lugar donde guarecerse
de las inclemencias del tiempo; la población porteña
en situación de pobreza fue elaborando prácticas de
sobrevivencia diversas que incluyen alquilar una
habitación en hoteles, pensiones o en los llamados
conventillos, compartir un domicilio entre varios
hogares, intrusar fincas abandonadas, vivir en la calle
o armar un techo en las llamadas villas de emergencia o
villas miseria. Muchos autores las han
visto como etapas sucesivas desde
el punto de vista cronológico y de
ese modo asociaron el conventillo
con la inmigración europea y las
villas con las migraciones internas.
Sin embargo, es posible encontrar
indicios que complejizan estas
visiones prejuiciosas. El conventillo
tuvo un peso dominante pero no
parece prudente descartar otras
formas de vivienda que le fueron
contemporáneas (Armus, Hardoy 1990: 155-56; 163).
Ahora bien, ¿qué son las villas?, y ¿cuándo
comenzaron a formarse estos espacios que hoy
llamamos villeros?
Como respuesta a la primera pregunta hay un
cierto consenso en considerarlas “enclaves urbanos
de pobreza” (Oszlak, 1991:147) o “nucleamientos
diferenciados (…) que se conforman mediante la
ocupación ilegal de terrenos (…) y la autoconstrucción
de viviendas precarias” (Yujnovsky, 1987:24). Forman
parte de un proceso con semejanzas en toda América
latina que según José Luis Romero comenzó a tener
una cierta visibilidad (es decir se percibió algo que
ya existía) alrededor de las décadas de 1920 y 1930.
Romero dice así:
Con nombres diversos se los conoció en cada
país: callampas en Chile, villas miseria y luego,
simplemente villas en la Argentina, barriadas en
Perú, favelas en Brasil, cantegriles en Uruguay,
ciudades perdidas en México, pueblos piratas en
Colombia y genéricamente, en casi todas partes
Muchos autores las han visto
como etapas sucesivas desde el
punto de vista cronológico y de
ese modo asociaron el conventillo
con la inmigración europea
y las villas con las migraciones
internas.
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Revista de Historia Oral
7
invasiones, construcciones paracaidistas y, sobre
todo, rancheríos. El nombre tenía casi siempre
curiosas y significativas implicaciones: solía
entrañar una actitud irónica o una afirmación
polémica de lo que hasta entonces, solo parecía
merecer una actitud vergonzante (Romero,
1997:357).
Quienes han estudiado este tema coinciden en que
hay dos elementos fundamentales para definir a una
villa. En primer lugar, la
ocupación ilegal
de la tierra
y en un segundo plano, los
materiales
que se usan en
la construcción de esas viviendas, que son
frágiles,
perecederos, inestables
. El vocablo precario describe
con precisión la vivienda villera, que se ha distinguido
desde sus orígenes por estar construida con materiales
de deshecho y que por tal razón es insegura, brinda
poca protección y está siempre a merced de la fuerza
de la naturaleza o de la violencia humana. De tal forma,
un puntapié bien aplicado puede derribar su puerta y
una lluvia persistente o la creciente de un río o arroyo
puede tirar la casilla abajo. Y aunque en las últimas
décadas se han ido construyendo casas de material
con varias plantas en todas las villas, la precariedad
persiste. En primer lugar, porque casi no existen títulos
de propiedad de los suelos que se ocupan, pero además,
se mantiene la precariedad por la falta de terminación
en los revoques, la provisión clandestina de agua, la
ausencia de cloacas, las instalaciones eléctricas endebles
e inseguras y los cimientos mal fundados, dado que se
edifica en la mayoría de los casos sobre tierras rellenadas
con basura y por lo tanto, poco asentadas.
En la búsqueda de respuestas a la cuestión sobre
cuándo se formaron los primeros asentamientos
villeros, la historia da cuenta de la formación de
algunos aunque no se los reconozca con el apelativo
de villas. James Scobie en su libro
Buenos Aires del
centro a los barrios
incluyó el fragmento de un informe
presentado al Departamento Nacional del Trabajo que
es ilustrativo:
Al Sud y al Oeste, en los bañados y bajos de
Barracas, San Cristóbal, Flores, (…) en los bajos
de Belgrano, Saavedra, etc., se han levantado en
pocos años numerosos centros de población y
edificación que carecen (…) de servicios (…)
(Scobie 1977: 231-233).
Otro material que corrobora la presencia de
construcciones llamadas “ranchos” dentro del ejido de
la ciudad y en terrenos cuya propiedad no era disputada
aparece en un semanario de gran circulación:
En este sitio, como le decía, había ponchadas de gente
pobre (…) La ranchada de los pescadores del bajo de
la Recoleta, desapareció después del año 80, cuando
al intendente Alvear le dio por hermosear a su Buenos
Aires (…).
El testimonio corresponde a un tal Melitón, viejo
poblador de la zona, que al obsequiarle una antigua
foto al periodista Félix Lima de la Revista
Caras y
Caretas
, describía los ranchos de la primera década del
900 en la siguiente forma: “Paredes de barro y techos de
paja, ranchos humildes, con piso de tierra endurecida
por el caminadero de sus ocupantes.” (
Caras y Caretas
Nº 1713, 1/8/1931).
Pero la representación más antigua de algo
semejante a una villa se remonta al año 1910. El
periodista francés Jules Huret, llegado a la ciudad
de Buenos Aires como cronista de los festejos del
Centenario, describió esos conjuntos habitacionales,
mostrando la precariedad legal y constructiva de esas
viviendas y el desprecio por quienes las habitaban:
Plano de la Ciudad de Buenos Aires con la localización de las
villas, desde 1960 hasta 1991.
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Voces Recobradas
8
En esa ciudad inmensa que progresa desde
hace treinta años aún quedan por hacer muchas
cosas. El barrio de San Cristóbal, llamado el ba-
rrio de las Ranas, es un vestigio persistente del
Buenos Aires de antaño. Allí en medio de una
triste llanura, se refugian los miserables refrac-
tarios a la asistencia pública, los libertarios que
prefieren la miseria y la independencia a la so-
licitud oficial o burguesa. Allí es también donde
la espuma de la hez social abriga sus liviandades.
La arquitectura de sus viviendas puede jactarse
de originalidad: el estilo del petróleo. No se ven
allí más que casas constreñidas con hojalata, cu-
yas paredes, tejados y puertas resplandecen al
sol. El trust del Standard Oil presidido por Mis-
ter Rockefeller ha proporcio-
nado casi todos los materia-
les. ¡Cortando la hojalata y
clavándola de cierta manera,
han festoneado revestimien-
tos y ornamentaciones para
los arcos de alambras mo-
ras, cortado a fuerza de ci-
zalla, columnas y frontones
para palacios greco-roma-
nos y recortado en encajes y
blondas, las cajas de azúcar
de Tucumán para roseto-
nes de capillas góticas! (...)
Estos palacios y casuchas
están habitados por algunos
negros, mestizos, europeos e indígenas. Se ve
toda aquella población compuesta de rufianes
y prostitutas, de truhanes y libertarios, sen-
tados a la puerta de sus casuchas tomando el
mate en la calabaza seca en que se guarda la
benéfica infusión, que aspiran a través de un
largo tubo de metal. Alrededor de ellos se le-
vantan las montañas de inmundicias o basuras
que los carros van a vaciar allí incesantemen-
te. Esas inmundicias se queman al aire libre.
Un fuego perpetuo arde bajo aquellos detritus
y, poco a poco, los seca y los consume (Huret,
1988:55).
Pareciera ser que hasta los primeros años de la década
del 30 no se utilizó la designación “villas de la miseria”.
Quizás la creatividad popular primero y la prensa
escrita después, las bautizaron con dicho apelativo. Lo
cierto es que quien utilizó por primera vez ese nombre
en un titular periodístico fue Raúl González Tuñón,
uno de nuestros más grandes poetas. Según su opinión,
había cerca del puerto dos conjuntos habitacionales
de extrema precariedad con alrededor de dos mil
hombres cada uno. Él los llamó Villa Desocupación
y Campamento de la Calle Canning respectivamente
y a este último se lo conoció después como Villa
Esperanza (Diario
Crítica
, 25/10/1933). Pero la cultura
popular fue llamando a todas esas formaciones villas
miseria. La primera villa levantada cerca de la ribera
del Río de la Plata fue inspeccionada por el gobierno
que obligó a sus ocupantes a armar casillas en hileras,
organizar la recolección de residuos, a ubicarse
por nacionalidad y a cumplir ciertos horarios bajo
custodia policial. A comienzos de 1935, es decir cuatro
años después de su aparición, aquella
villa fue “desmantelada”, iniciando
una política estatal que se iría
repitiendo a lo largo de décadas:
la de destruir esas agrupaciones
de viviendas y perseguir a sus
ocupantes. Pero también inauguró
un proceso que volvería a renovarse
constantemente: después de un
desmantelamiento o erradicación,
sus viejos habitantes junto con
nuevos recién llegados volverían
ocupar esas tierras en calidad de
intrusos.
Respecto de la ubicación
de estas formaciones, al consultar
un plano de la ciudad de Buenos Aires se puede
ver que, a lo largo del siglo XX, se han concentrado
con preferencia, aunque no en forma excluyente,
en dos zonas: la de la costa del Río de la Plata y la
zona sur de la ciudad, cercana al cauce del Riachuelo.
Ambos distritos, bajos e inundables, carecían de
interés inmobiliario hasta mediados de siglo, hasta
que el crecimiento urbano revirtió ese proceso. En
particular la costa del Río de la Plata fue intervenida
con la construcción del Puerto Nuevo (1926), de la
Avenida Costanera Norte (1927) y del Aeroparque de
la ciudad de Buenos Aires (Proyecto Estación Aérea de
1934, construcción de 3 pistas a fines de esa década e
inauguración en 1947). Es lógico entender las razones
por las cuales los primeros habitantes de la actual
Villa 31 levantaron sus casuchas allí. Recién bajados
de los barcos en el puerto o llegados en los trenes a las
terminales ferroviarias se quedaban merodeando en la
zona que también ofrecía oportunidades de empleo: en
Pareciera ser que hasta los
primeros años de la década del 30
no se utilizó la designación “villas
de la miseria”. Quizás la creativi-
dad popular primero y la prensa
escrita después, las bautizaron con
dicho apelativo. Lo cierto es que
quien utilizó por primera vez ese
nombre en un titular periodístico
fue Raúl González Tuñón, uno de
nuestros más grandes poetas.
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Revista de Historia Oral
9
las “manos” de la actividad portuaria, en las cosechas
con los viajes gratuitos que concedió el gobernador
Crotto o por la posibilidad de integrar una cuadrilla
de obreros en las construcciones de la costanera.
El Estado había descubierto el problema del déficit
habitacional a fines del siglo XIX, por lo que comenzó
a intervenir en el tema intentando desarrollar algunas
acciones paliativas, pero cuantitativamente el resultado
de su acción fue demasiado modesto (Aboy, 2005:34).
El cambio se produjo recién con el peronismo que
se presentó a sí mismo con carácter fundante de las
nuevas formas de acceder y de disfrutar de la ciudad
(Ballent, 2005:35), reemplazando la idea de asistencia
social por la de justicia y por la de reconocimiento de
los derechos ciudadanos. Entre ellos, adquirió carácter
de tal el derecho a la vivienda digna como un derecho
social
3
de modo que se puso en marcha un ambicioso
plan de políticas públicas que se efectivizó con la
construcción estatal de barrios, ya fuera de unidades
unifamiliares o de monobloques (Aboy, 2005:12).
Refiriéndonos solamente a la ciudad de Buenos Aires,
más allá de los proyectos individuales que muchas
familias realizaban con el financiamiento de distintos
entes crediticios,
4
en el período 1943-1955 el Estado
nacional o la Municipalidad se abocaron a la realización
de más de una docena de acciones directas para
construir casas o departamentos. Se finalizaron dos
conjuntos habitacionales proyectados y/o comenzados
en años anteriores y se construyeron otros 12 barrios.
Para dar reparo a los sectores más desprotegidos
de la sociedad se levantaron varias agrupaciones
de viviendas consideradas de “emergencia” por el
mismo gobierno puesto que, a pesar de ser alzadas
con materiales precarios, paliaban temporalmente la
falta de habitación. Dichos barrios se localizaron en
zonas donde ya había ocupación espontánea de tierras
o donde no existía interés del mercado. Como ejemplo
pueden mencionarse las construcciones realizadas por
el Estado nacional en el
Barrio Inmigrantes,
levantado
en 1948 para dar alojamiento a un grupo numeroso
de italianos recién arribados al país. Se ubicaba en las
cercanías del puerto y constituye hoy el extremo sur
de la Villa 31 de Retiro. La Municipalidad de Buenos
Aires se hizo cargo de levantar otro barrio cerca de la
calle Lacarra, en la zona sur del barrio de Flores, la
(…) Villa Cartón (...) ubicada en las proximidades del
vaciadero de basura (…)
integrado por 59 pabellones
longitudinales y paralelos entre sí que contaban con
1059 viviendas en total. Las paredes eran de cartón
prensado impermeabilizado, tenían luz eléctrica y
servicios sanitarios colectivos, como agua corriente
y cloacas (Rojo, 1976: 44-45). También la Fundación
Eva Perón construyó casas para los necesitados; en
1948 levantó sobre la calle Larraya, en el barrio de
Lugano
(…) 12 casitas; seis adelante y seis atrás en toda
la cuadra. Estaban organizadas con un dormitorio,
comedor y cocina juntos. Eran de madera y con el techo
de chapa, de una sola agua.
5
Por primera vez en el país
los sectores más postergados de la sociedad tuvieron
real acceso a la vivienda.
La experiencia peronista duró hasta 1955. Después
del golpe de Estado, el gobierno de facto responsabilizó
Panorámica de la villa levantada en 1932 en las cercanías de Palermo a lo largo de la Avenida Costanera.
Obsérvese la balaustrada de la misma recién construida.
Caras y Caretas,
1933.
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Voces Recobradas
10
exclusivamente al “tirano depuesto” por la formación
de esos “barrios de emergencia” que se consideraban
la manifestación de una patología social y daba como
razones de su formación el proceso de migraciones
internas llevado a cabo por el peronismo.
6
Entre las
primeras decisiones tomadas por la autoproclamada
“Revolución Libertadora” se sucedieron la devaluación
del dólar, el aumento de las tarifas de servicios públicos,
la intervención de la Central obrera (CGT), el ajuste de
los salarios. Respecto de las cuestiones referidas al tema
de la vivienda, se derogaron las leyes que protegían a las
familias de clase media baja de los abusos del mercado
inmobiliario como habían sido la de Alquileres (Ley
12.886 del 29/11/1946) y la de Propiedad Horizontal
(Ley 13.512 del 13/10/1948). La concepción del Estado
como subsidiario en el tema del mercado de la vivienda
produjo una retracción en las acciones directas
para levantar viviendas de índole social, aunque el
gobierno se decía preocupado por la problemática
de la expansión de los conjuntos habitacionales de
extrema precariedad. Por tal razón, se creó la Comisión
Nacional de la Vivienda como organismo autárquico
cuyo principal objetivo era “el estudio integral de los
problemas relativos a la construcción de viviendas en
todo el territorio de la Nación y la elaboración de un
plan integral para satisfacer las necesidades del país en
materia de vivienda”.
7
Desde ese momento se poseen
estadísticas sobre los asentamientos precarios en la
ciudad de Buenos Aires. En ese año se contabilizaron
33.920 personas viviendo en esas condiciones y en
1967 esa cifra ya había ascendido a 102.143, es decir
que en el lapso de una década dicho grupo social se
había triplicado. Diez años después, en 1976, ya era
de 224.335 individuos, a pesar de las políticas que
intentaron extirpar esos agrupamientos del ámbito
capitalino.
8
Durante la última dictadura militar (1976-
1983) se instrumentó una política erradicatoria que
por su violencia y magnitud no tenía precedentes en el
país. De ese modo, para el año 1981 se había logrado
la disminución del número de residentes en las villas
porteñas a 14.000 individuos. Pero, a partir de ese
mismo año, en que comenzó a suavizarse la política
represiva, la población villera volvió a crecer con ritmo
sostenido: en 1991 había 51.945 habitantes, 77.000
personas en 1993, 98.000 en 1999, 110.378 en 2001,
116.000 en 2003 y en 2010 la cifra oscila entre 235.000
y 300.000. Es llamativo comprobar el aumento de
este grupo de población dentro del ámbito capitalino,
máxime si se lo compara con la cifra total de población
en nuestra ciudad que se ha mantenido relativamente
estable desde 1947 hasta 1990 y registró una merma
importante en la década de 1990.
Censo Nacional Cantidad de habitantes
1914 1.575.814
1947 2.981.043
1960 2.966.634
1970 2.972.453
1980 2.922.829
1991 2.965.403
2001 2.776.138
La Iglesia Católica y las villas
Así como se ha rastreado el origen de las villas porteñas
a comienzos de los años 30, también puede ubicarse
en esos años el interés de la Iglesia Católica por estos
grupos de individuos que producían cierto temor entre
los vecinos “decentes” de la ciudad. La Iglesia Católica
expresó a través de su jerarquía que los problemas
de los trabajadores y la desocupación eran parte de
su magisterio, razón por la cual estaban decididos a
intervenir en los campamentos de los “sin trabajo”. En
épocas en que se tejía la alianza estratégica entre las
Fuerzas Armadas y la jerarquía eclesiástica (Zanatta
2002: 15; 18; 33-43) muchos de los sacerdotes católicos
hicieron conocer sus opiniones desde el púlpito y
también por medio de la prensa escrita. Entre las
publicaciones ligadas a la grey católica, se destacaba,
por el nivel intelectual de sus colaboradores y por la
difusión y permanencia que tuvo, la revista
Criterio,
fundada en 1928. Este semanario contó siempre con
el apoyo de los grupos conservadores que la vieron
como tribuna, pero el abanico de intelectuales que
se expresaron a través de sus páginas fue mucho más
amplio que el de la derecha católica. Cuando monseñor
Gustavo de Franceschi se hizo cargo de la dirección
de la revista, en 1932,
9
sus editoriales profundizaron
el análisis de los temas referidos a la desocupación.
El mismo obispo declaraba a fines de diciembre de
1933 haber celebrado la misa de Nochebuena al aire
libre en la villa que se conocía como Campamento
de los Desocupados (extremo norte de la actual Villa
31). Afirmaba en el editorial de la revista que, a pesar
de la idea generalizada que veía en esos hombres a
gente peligrosa o fieras al acecho, no había tenido
problemas, sino actitudes de respeto. (
Criterio
Nº 304,
28/12/1933:388-392).
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Revista de Historia Oral
11
Esa actitud paternalista y asistencialista de las
autoridades y de muchos fieles de la Iglesia Católica no
mostró grandes cambios. Quizás podría inferirse que
durante la década peronista hubo una cierta prudencia
o más bien un repliegue frente al avance de las obras
de la Fundación Eva Perón que opacaba las acciones
de beneficencia de organizaciones estrechamente
vinculadas con la jerarquía eclesiástica. Esa actitud
era vista por los sectores más conservadores como una
adhesión incondicional o hasta una cierta sumisión del
cardenal Copello, arzobispo de Buenos Aires, respecto
del peronismo.
10
La mayoría de los católicos participaba de la idea de
asistir, enseñar, iluminar a los pobres. Después de la
caída del peronismo, la Iglesia argentina se propuso
un gran movimiento de renovación espiritual y de
evangelización que culminó hacia
1960 en la llamada Gran Misión de
Buenos Aires. En esa circunstancia
que movilizó a grandes grupos
de católicos, muchos de ellos
volvieron a conectarse en forma
institucional con la problemática
de las viviendas indignas.
Yo vivía en el barrio de Villa Lugano,
como toda la vida, y era maestra de la
escuela parroquial. Me tocó misionar en
la zona de la villa (actualmente Villa 20) y ahí descubrí
una realidad que desconocía, la de los provincianos
pobres que
venían a
tentar suerte a la ciudad. Fue en esa
época que decidí trabajar
para
esa gente.
11
Este testimonio revela con el uso de la preposición
“para” que, a pesar del paso del tiempo y de los cambios
operados en la sociedad argentina, muchas personas
bien intencionadas mantenían una visión tradicional
sobre las posibilidades de los sectores subalternos.
Pero pocos años después, alrededor de 1962, fue
haciéndose visible un cambio de mirada sobre la
cuestión, vinculado directamente con los aires nuevos
que vivía la institución eclesial a partir de la elección
de Angello Roncalli como el papa Juan XXIII. En
octubre de 1962 se reunió el Concilio Vaticano II que
mostró un gran interés porque la Iglesia interviniese
en los problemas del mundo.
El Concilio cambió la mirada que la Iglesia tenía sobre el
mundo; recogió y legitimó lo que ya habían comenzado
a pensar algunos teólogos y algunos obispos respecto
del compromiso para cambiar el mundo. Aún más, la
Constitución Gaudium et Spes
–gozos y esperanza–
buscó dar una respuesta a los problemas de los seres
humanos en esa época.
12
Y entre quienes
aceptaron ese desafío e internalizaron
la necesidad de búsqueda de un modelo social
alternativo, llevando el compromiso católico más allá
de la mera declamación, estaba el joven José María
Meisegeier, recientemente ordenado sacerdote de la
Compañía de Jesús. Dice el padre Pichi:
Me ordené sacerdote en 1965. En ese último año
de Teología, se podía elegir darle más “pata”
13
a lo
intelectual cursando la Licenciatura o a la tarea
misional. Yo elegí hacer trabajo pastoral
14
y fui al norte
de Santa Fe a trabajar con los indios
mocoví en los arrozales. (…) La
idea básica del padre Llorens
15
era
aprender en el dolor y la miseria lo
que no se aprende en los libros de
la universidad. En 1967 entré en la
Universidad del Salvador a enseñar
Teología en la Facultad de Medicina.
Allí, pero en la Facultad de Derecho,
enseñaba Teología Carlos Mugica
y enseguida me contacté con los
sacerdotes del Tercer Mundo (…) En la
Universidad del Salvador vi al grupo de opción por los
pobres y empecé a buscar dónde insertarme. Podía ser
con los Curas Obreros. Claro que, desde Buenos Aires,
hacía mucho ruido el tema de la pobreza en las villas.
16
Eran épocas difíciles para los jóvenes y para los
grupos contestatarios que, como en otras partes del
mundo, cuestionaban a la familia, a la sociedad y al
orden establecido. Un nuevo golpe de Estado llamado
Revolución Argentina se había producido en junio
En la Universidad del Salva-
dor vi al grupo de opción por los
pobres y empecé a buscar dónde
insertarme. Podía ser con los Curas
Obreros. Claro que, desde Buenos
Aires, hacía mucho ruido el tema
de la pobreza en las villas.
Detalle de la villa levantada en 1932 en las cercanías de Palermo a
lo largo de la Avenida Costanera.
Caras y Caretas,
1933.
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Voces Recobradas
12
de 1966 demostrando que las fuerzas conservadoras
y corporativistas todavía tenían poder en el país. El
general Onganía, a cargo del Poder Ejecutivo, recortó las
libertades democráticas, estableció una férrea censura
y reactivó las políticas represivas contra los sectores
pauperizados “erradicando” villas. Al mismo tiempo
reanimó la alianza con la jerarquía eclesiástica, hecho
que es fácil de observar aún en los nombramientos de
sus ministros, muchos de los cuales pertenecían a la
elite del catolicismo.
Pero la Iglesia no era monolítica, las diferencias
internas se manifestaban en forma casi constante:
Precisamente en el onganiato por la sanción del Decreto
17.605 de erradicación de las villas (...) es cuando se
hace el Plantón de los Sacerdotes del Tercer Mundo, unos
veintitantos, hicieron un documento y se lo entregaron a
un segundón de Onganía denunciando
y demostrando las imperfecciones y
líos que traía la aplicación de esa
Ley (…) Fui visitando varias villas
de Capital y hablando con los curas
villeros. Por supuesto Mugica ya
estaba en Retiro, en la parte central,
año 1967 y fui a reemplazarlo en
algunas reuniones o a celebrar
algunas misas. Me integré al grupo
cuando el cardenal Aramburu
establece el reglamento del Equipo
Sacerdotal y Obrero en Villas de
Emergencia. Los únicos que zafábamos
de lo de obreros éramos Mugica y yo que dábamos clase en
la universidad (…) Me incorporé definitivamente a fines de
1969 cuando Onganía realizó una peregrinación a Luján
caminando alrededor de 15 km y consagró a la Nación al
Inmaculado Corazón de María.
17
Nosotros respondemos
con la Peregrinación del Ómnibus de los Villeros bajo el
lema “Por una villa sin miseria ni explotación” y después
de alguna frase espiritual los volantes decían: “Por un
salario digno y justo, por la transformación de las villas
en barrios obreros y por un gobierno popular”.
El padre Pichi sostiene que esas ideas no eran resultado
exclusivo de la confrontación con la injusticia social
o la represión política sino que estaban directamente
vinculadas al factor religioso, razón por la cual algunos
sacerdotes producían cambios muy llamativos en sus
parroquias. Por ejemplo cuenta:
(…) Participaban de la idea de que la fe del pueblo es
verdadera cuando se ayuda a los hermanos y desde esa
postura avanzaron en el cambio en la devoción a San
Cayetano. En vez de llevar a la iglesia una vela o flores,
aportar algo de comida para los que sufren (…)
18
Desde esos años en adelante, el padre Pichi vivió
primero en el sector de la Villa que se llama Saldías
donde construyó una capilla y un Jardín de Infantes.
A mediados de 1974, después del asesinato del padre
Carlos Mugica
19
debió hacerse cargo de la Capilla
Cristo Obrero que había levantado Mugica y que se
encontraba en otro sector llamado Comunicaciones.
Fui poco a poco conociendo todos los sectores de la Villa de
Retiro y a muchos de los hombres que participaban de la
Unión Vecinal (…) muy bien manejada por militantes del
Partido Comunista y de la UMA, Unión
de Mujeres Argentinas (…)
20
Muchos años de trabajo social
y pastoral con una dedicación
“de vida” a las problemáticas de
las familias, de las viviendas, de
las reivindicaciones laborales y
políticas de los habitantes de la villa
fueron abruptamente cortados por
el golpe del 24 de marzo de 1976.
Pero, a diferencia de los golpes
anteriores, este implicó no solo la
destrucción de los asentamientos (en
especial la casi desaparición de la Villa 31 a partir del
Plan de Erradicación de 1978) y la desestructuración
de las organizaciones villeras sino, además, la tortura
y desaparición sistemáticas de los villeros que
reclamaban por sus derechos.
El padre Pichi los acompañó hasta que las topadoras
arrasaron con la mayoría de las casillas, con el templo
Cristo Obrero y con el Jardín de Infantes que atendía
a los hijos de las mujeres que salían a trabajar como
empleadas domésticas. Es que según sus palabras:
El Apóstol Santiago dice que el que dice tener fe y no tiene
obras es un macaneador; el que dice que ama a Dios y no
ama al hermano y a los pobres es un doble macaneador.
Así que fe y justicia significa optamos por la fe y por
la promoción de la justicia y la justicia en lo concreto
(…) Ya lo habían reconocido los jesuitas reunidos en la
Congregación General 31 y 32 a partir del año 1974, ellos
hablaron de opción por la fe y la justicia (…)
21
Participaban de la idea de
que la fe del pueblo es verdadera
cuando se ayuda a los hermanos
y desde esa postura avanzaron en
el cambio en la devoción a San
Cayetano. En vez de llevar a la
iglesia una vela o flores, aportar
algo de comida para los
que sufren (...)
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Revista de Historia Oral
13
Una opción compartida por muchos jóvenes
Dentro de la Iglesia Católica, la Compañía de Jesús no
era la única congregación que mostraba un cambio de
actitud y de mirada respecto de los problemas sociales
y del interés de los jóvenes por la participación. Una
religiosa de la Congregación del Sagrado Corazón dice
así:
(…) Soy de una congregación educadora, por vocación
y por vocación mía personal (…) Yo había pedido estar
con los pobres, desde siempre y cuando el Concilio hizo
la gran movida en la Iglesia, pude lograr lo que quería,
que era irme a vivir
entre
los pobres, primero en Villa 20
con la hermana Cathy Domon que era francesa (...)
22
Más adelante contará cómo decidió involucrarse en
la Campaña de Alfabetización que llevó a cabo el
peronismo en el año 1974, eligiendo
trabajar en las villas de la zona
suroeste de la ciudad.
Muchas otras instituciones que
tenían como función específica
la educación de niños y jóvenes
se volcaron con pasión a la
transmisión de estas nuevas
perspectivas que eran resultado
de un proceso histórico extendido
y complejo. Dentro de la jerarquía
eclesiástica, como ya se ha dicho, tuvo su punto de
inflexión con el papa Juan XXIII y su convocatoria al
Concilio Vaticano II:
(…) El papa Juan XXIII decía que frente a los países
subdesarrollados, la Iglesia debía presentarse tal como es
y quiere ser: como la Iglesia de todos, particularmente,
la Iglesia de los Pobres (…) En realidad, algunos
obispos habían tomado actitudes confrontativas con las
dictaduras que gobernaban la región y que impedían
la representatividad política, al mismo tiempo que
aumentaban la injusticia social. Probablemente el más
famoso y que más ímpetu dio a esas posturas fue el
obispo Helder Cámara de Brasil (…)
23
Entre los jóvenes que cursaban la escuela secundaria
en colegios católicos es relativamente común encontrar
testimonios semejantes a los que aquí se transcriben:
El secundario lo hice en una escuela de monjas que
nos hicieron comprar los Documentos del Concilio. Yo
terminé en el año 1967 pero a mi hermana la más chica
El apelativo “villa” comienza a aparecer en la prensa escrita.
Diario
Crítica,
1933.
le pidieron los de Medellín. Las clases de Religión se
dedicaban a leer y comentar esos documentos. Recuerdo
que la idea de una opción por los pobres estaba muy
presente. Bueno; yo me involucré en distintos grupos de
la facultad pero mi hermana se metió directamente a
trabajar con la gente de la Villa y luego a militar con los
peronistas.
24
Yo participaba en mi parroquia de las reuniones de
los jóvenes. Cuando en una reunión o en un retiro,
no recuerdo bien, leímos algunos fragmentos de los
documentos de Medellín, se me dio vuelta el coco.
Me descolocó uno que decía que para satisfacer las
exigencias de la justicia y de la equidad hay que hacer
todos los esfuerzos posibles para que desaparezcan
lo más rápidamente posible las enormes diferencias
económicas que existían en ese momento. Pregunté al
cura qué era la justicia y me respondió
que según Santo Tomás es el hábito
por el que a cada uno se le concede
su derecho.
25
Dentro de ese marco general, mu-
chos jóvenes que participaban de
la Juventud Estudiantil Católica
(JEC) o de la Juventud Obrera Ca-
tólica (JOC) entramaron su opción
por los pobres con el peronismo, que
era la elección política de la mayoría de los villeros.
26
En mi casa mi papá era ateo y mi madre también. Pero
allá por el 66 o 67 mi mamá fue a unas reuniones y
ella decía que se había convertido. Se juntaban en
El papa Juan XXIII decía que
frente a los países subdesarrolla-
dos, la Iglesia debía presentarse
tal como es y quiere ser: como la
Iglesia de todos, particularmente,
la Iglesia de los Pobres (…)
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Voces Recobradas
14
Notas
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
1
Secretario de
Enlace
, revista del Movimiento de Sacerdotes para
el Tercer Mundo.
2
El listado completo de la Colección está disponible en http://
www.ucc.edu.ar/biblioteca.seccion.php.
3
Constitución de 1949, Art.37 inciso III punto II: Derecho a la
vivienda. El derecho a un albergue higiénico, con un mínimo de
comodidades hogareñas es inherente a la condición humana.
Vista actual de la Villa 31, diario
La Nación
.
San Isidro muchos laicos y varios sacerdotes obreros y
comenzaron a asumir un fuerte compromiso social, por
eso a nosotros nos puso a hacer tareas de ayuda en la
Villa La Cava. Todo eso duró hasta que a comienzos del
68, el obispo de San Isidro, creo que se llamaba Aguirre,
expulsó a nueve curas de su diócesis. ¡Y a algunos los
mandaron de regreso a España! Yo seguí en la villa y
luego, junto con otros compañeros decidí mi vinculación
al peronismo.
27
Algunas reflexiones
Como se ha dicho al comienzo de este artículo, este
es un primer acercamiento a las memorias del padre
Pichi Meisegeier. También es un intento de poner en
relación la memoria individual de un hombre de casi
ochenta años con las de otras personas que son de su
misma edad o bien tienen entre diez y quince años
menos que él. Todos ellos tuvieron distintos niveles
de compromiso con la religión y la Iglesia católicas,
pero además compartieron una época y una elección:
la de involucrarse y trabajar con los habitantes de las
villas para promocionar la justicia. Pareciera que esas
memorias dan cuenta de la faceta social que tiene
toda memoria individual; comparten algo así como
una especie de horizonte cultural que los asemeja y
Esquema que muestra la distribución de los distintos sectores de la
Villa 31. El Padre Meisegeier trabajó en Saldías y en Comunicaciones.
los identifica. En síntesis, muestran que muchas de las
decisiones individuales que los sujetos toman pueden
ser observadas como la tipificación de procesos
extendidos en los que participan amplios sectores de
la sociedad.
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Revista de Historia Oral
15
4
El Banco Hipotecario Nacional y la Fundación Eva Perón, entre
otros.
5
Entrevista a Francisco de la Torre, 02/06/2000, inmigrante
español que vivió desde 1948 en la Villa 20 de Lugano.
6
Aunque dicho proceso había comenzado una década antes:
“Entre 1935 y 1945 más de un millón de personas emigró a la
ciudad de Buenos Aires, modifcando el proletariado urbano y
asentándose en los suburbios de las grandes ciudades, cuando
no en las nuevas y multiplicadas ‘villas miseria’” (Cortés Conde,
1998:46).
7
Decreto 6404 del 23/12/1955.
8
Planes de erradicación llevados a cabo durante las presidencias
de Frondizi (1958-1962), Illia (1963-1966) y el gobierno de facto
del general Onganía (1966-1969).
9
En sus primeros años, el director había sido Atilio Dell’Oro
Maini, que años después asumiría como ministro de Educación
del gobierno de la Revolución Libertadora.
10
L.A.B., ex seminarista, más de 40 años, 23/11/2006.
11
Marta Tomé, especialista en educación, más de 60 años,
5/10/2005.
12
Ibídem.
13
Quiere decir hacer una práctica más intensiva.
14
En otra entrevista, el sacerdote aclara que también consiguió su
licenciatura con una tesis sobre el “cesaropapismo” durante los
primeros gobiernos patrios (1810-1820).
15
Sacerdote jesuita, ordenado en 1944; en 1964 fue a vivir a un
basural del norte de la ciudad de Mendoza con los sectores más
pobres de la población.
16
Pichi Meisegeier, noviembre de 2009.
17
La ciudad de Luján, a 67 km de la de Buenos Aires, es
reconocida como Capital de la Fe. En ella se encuentra la Basílica
de Nuestra Señora de Luján, uno de los centros de peregrinación
más importantes de América latina.
18
Padre J. M. Meisegeier, 10 de diciembre de 2009.
19
Carlos Mugica fue acribillado a balazos por un grupo
paramilitar, la AAA (Alianza Anticomunista Argentina), a la
salida de la Parroquia San Francisco Solano donde trabajaba otro
cura obrero, el padre Vernazza. Su muerte sucedió el 11 de mayo
de 1974.
20
Padre J. M. Meisegeier, 10 de diciembre de 2009.
21
Ibídem.
22
María Basa, religiosa, entrevista realizada el 18/03/2002.
23
L.A.B., ex seminarista.
24
L.E., mujer de más de 60 años, entrevista realizada el
26/03/2009.
25
L.E., mujer de más de 60 años, entrevista realizada el
12/03/2009.
26
Fortunato Mallimaci, en Revista
Criterio
, Nº 2305, junio de
2005.
27
María José Vázquez, entrevista realizada el 02/03/2010.
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Otras fuentes consultadas
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Diario
Crítica
(1931-1933)
Revista
Criterio
(1933 y 2005)
Revista
Sintonía
(1933)
Revista
Caras y Caretas
(1933)
Entrevistas realizadas
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
1) Padre José María Meisegeier, 10 y 15/12/2009.
2) Francisco de la Torre, “don Paco”, 02/06/2000.
3) Marta Tomé, 5/10/2005.
5) L.A.B., 23/11/2006.
6) L.E., 12/03/2009.
7) L.B.E., 26/03/2009.
8) María José Vázquez, 02/03/2010.
9) María Basa, religiosa de la Congregación del Sagrado Corazón,
08/03/2002.