image/svg+xmlVoces Recobradas46Voces Recobradas46La memoria en la construcción de la historia del barrio: de la investigación al aulaPresentaciónLa historia oral, entendida como la utilización de testimo-nios directos de aquellos que participaron en la gestión de un proceso histórico es, en palabras de Paul Tompson, “la más nueva y la más antigua forma de hacer historia”.3Per-mite ampliar el conocimiento de áreas escasamente tratadas hasta la fecha: la vida privada, las mentalidades, las biogra-fías e incluso algunos aspectos olvidados de la vida política.4Las entrevistas nos aportan información nueva, que otras fuentes no sacan a luz.La entrevista de historia oral es una conversa-ción que sin embargo no puede ser comparada con otras técnicas de indagación. Se trata de un producto intelectual compartido mediante el cual se produce conocimiento. Indudablemente, es el recuerdo del entrevistado el objetivo de la propuesta, pero es la intervención del historiador y lo que este pone en términos de preguntas (en función de sus propios objetivos y conocimiento del tema sobre el que está Nuria Sanguinetti1Daniela Tomeo2“Pero, disponiendo de todo mi tiempo, he resuelto convertir esta circunstancia en pretexto para recopilar de una vez por todas ciertas informaciones de mis mayores que he conservado en la memoria. Después de todo, Federico, esto que voy escribiendo se transformará con los años en quebradizo documento y, entonces sí, quizás exista alguien que, por tocar papel venerable como Tomás la llama, le otorgue el debido valor de fuente.”Tomás de Mattos.Bernabé! Bernabé!
image/svg+xml47Revista de Historia OralRevista de Historia Oral47indagando) lo que sirve como impulsor para la produc-ción de la información histórica (…) Ahora bien, la fuen-te resultada de los testimonios orales tiene sus especifci-dades: la principal se refere a la presencia de la memoria y de la subjetividad en la construcción de la fuente.La fuente oral incluye no una narración literal o fotográfca de los hechos históricos sino memoria, ideas de la persona y deseos inconscientes. Sin duda la memoria tiene un carácter subjetivo y tendencia a interpretar la historia más que a refejarla.5A partir de ese marco, realizamos en los años 1997 y 1999 dos investigaciones utilizando la historia oral como fuente. El objetivo era conocer la historia de dos antiguos barrios montevideanos: Carrasco y el Prado. Para Carrasco se realizaron alrededor de cuarenta entrevistas y para el Pra-do unas sesenta. El período que abarcó la investigación fue aproximadamente entre 1920 y 1950.Ambos barrios tienen una pobla-ción muy arraigada que ha desarrolla-do fuertes sentimientos localistas y es frecuente encontrar vecinos que por varias generaciones han vivido allí. De hecho, muchos entrevistados fueron sugeridos por otros.Dichas investigaciones fueron pu-blicadas como capítulos en los libros Carrasco, el misterioso encanto de un barrioy El Prado y antiguas costas del Mi-guelete (Ediciones Caubarrére- Monzón, 1999 y 2001 res-pectivamente). Otros capítulos de estos libros, referidos a los deportes o a la arquitectura, utilizaron como fuente, no exclusiva, la historia oral.Como docentes de enseñanza media, trabajamos en liceos ubicados en esos barrios y hemos desarrollado distin-tos proyectos didácticos vinculados a nuestra experiencia de investigación, alentando a los alumnos a entrevistar a las personas mayores de su entorno.Construir el barrio a partir de la memoria1. De la palabra a la imagenLa historia oral fue un recurso valioso para trabajar en el área de la historia social vinculada al ocio y el tiempo libre, ya que ambos barrios fueron zonas de veraneo de las clases altas montevideanas. Por ello se recuperaron costumbres y hábitos que la sociedad perdió, que en al-gunos casos refejaban una forma de vida muy identif-cada con la zona y que no se desarrolló en otros lugares de la ciudad.En el Prado abundaron las casaquintas, herederas de las antiguas chacras de la época colonial, que les legaron hasta mediados del siglo XX sus frutales. Todos los entre-vistados insistieron en ello, y evocaron aromas y sabores hoy desaparecidos. La casaquinta emergió como un espacio autosufciente; allí se cultivaba, se cocinaba para la familia, se jugaba y se aprendía. La práctica de hacer conservas con las frutas del jardín fue un rito anual que cruzó todas las clases sociales. La Sra. Lía Soneira de Urioste recordaba las naranjas con corcho picado guardadas en cajones en el fres-co sótano del castillo.6Recuerdos similares tuvieron hijos y nietos de inmigrantes italianos que habían construido ellos mismos sus casas y por supuesto cultivaban la huerta. Los frutales también proporcionaron diversión, subirse a los ár-boles a arrancar la fruta o jugar a la payana con los carozos de durazno secos al sol.7Las entrevistas fueron un recurso invalorable para escribir el capítulo de arquitectura del Prado.8Los barrios trabajados contienen áreas caracteriza-das de la ciudad de alto valor patrimo-nial. Conforman su identidad a partir de una tipología de vivienda villa, por lo que en ellos no abundan las grandes construcciones. Para escribir la histo-ria de las viviendas encontramos que muchas de las fuentes que podían ser utilizadas se hallaban en los espacios privados y salieron a la luz a partir de las entrevistas.El castillo Soneira es una vivienda que nadie olvida y que a todos asombra. Los vecinos tejen historias asombro-sas y escalofriantes sobre sus pobladores y sobre los extra-ños fantasmas que habitan en su interior. Una entrevista a la propietaria los ahuyenta.9Los Soneira viven allí desde hace ciento cuarenta años, un caso casi único en el barrio. La pri-mera vivienda que tuvieron fue una construcción neogóti-ca realizada por el arquitecto francés Víctor Rabú; la actual fue construida por el padre de la entrevistada, el Dr. Arturo Soneira. El relato es bastante preciso, se encarga la obra al arquitecto francés Camille Gardelle en 1914, así lo consig-nan los libros. La Sra. Lía conoce los detalles mejor que los planos; es cierto que el proyecto fue de Gardelle, pero fue su padre quien en realidad dirigió la obra. La Sra. Lía re-cuerda más de cuarenta operarios trabajando simultánea-mente, algunos de los cuales vivían en casillas construidas a los efectos en el jardín. Su memoria es bastante precisa: dos carpinteros, un herrero, el taller de pintura, un cuer-po de albañiles, un dibujante de origen español y el yesero italiano apellidado Beltramini, quien rompía los moldes de los decorados una vez utilizados para que nadie los copia-ra.10Los leones que custodiaban la entrada hasta hace unos La historia oral fue un recurso valioso para trabajar en el área de la historia social vinculada al ocio y el tiempo libre (...)
image/svg+xmlVoces Recobradas48Voces Recobradas48años eran obra de su abuelo, el escultor Federico Soneira, así como las esculturas del interior.Los entrevistados, decimos, aportan memoria, pero también documentos. Una entrevista a uno de los antiguos propietarios de la quinta de Posadas,11en cuyo predio ac-tualmente se encuentra un complejo habitacional con blo-ques de apartamentos, nos permite recuperar el antiguo plano del jardín. Si bien la casa se mantiene como espacio de uso común para los vecinos del complejo, el jardín des-apareció. A partir de la entrevista con uno de sus antiguos propietarios, se recupera un plano que nos muestra la or-ganización del jardín. Reconocemos en el perímetro el del complejo habitacional, pero la organización interna obvia-mente desapareció. El plano del jardín nos muestra clara-mente diferenciados el sector productivo y el ornamental, así como la antigua caminería. Allí están indicadas dis-tintas especies vegetales y especifcada su ubicación original. La imagen va y viene con la palabra. La vecina Lía So-neira12humaniza el jardín con su me-moria. Sabemos de las kermessesque se hicieron en la quinta de Posadas por 1970, evento recordado porque se rifó un automóvil. Cono-cemos el miedo que sintieron los Posadas por la noche, allá por los años 20, cuando el escultor Federico Soneira había resuelto albergar en su jardín a un tigre. A través de la pa-labra vemos al empleado de Posadas cruzar la calle Luis Al-berto de Herrera para preguntar a Soneira si el felino estaba bien guardado, ya que sus rugidos se oían en todo el barrio. No tenemos documentación gráfca de esta historia, solo la voz del narrador. Lo que sí tuvimos, a partir de la narración, fue la fecha en que se hizo la kermessey pudimos recurrir con precisión a la prensa o interrogar a otro vecino que ca-sualmente concurrió y tenía recortes de los diarios. Insis-timos entonces en que la historia oral no solo nos permite explorar la memoria, sino recuperar fuentes y orientarnos en la ubicación de otras. Yo tengo recuerdos del barrio Bella Vista desde hace ciento cuarenta años,dijo uno de los entrevistados de al-rededor de sesenta años al referirse al barrio Bella Vis-ta. Es que las memorias de unos se tejen con las de sus padres y abuelos, y de esta forma, las historias se multi-plican hacia el pasado. Tengo una foto en la que se ve el antiguo puente del Miguelete, uno que ya no existe.13El relato se apoya en la imagen, un objeto, una fotografía, un recorte de prensa, un dibujo y es la palabra junto a la imagen la que nos interesa explorar. Estos pequeños “tesoros familiares”, forman parte del museo privado que todos atesoramos en nuestro hogar. Son objetos que pue-den ser únicos y singulares, construidos por un abuelo, escritos por un lejano pariente europeo o, por el contra-rio, absolutamente comunes y universales como una pei-neta, una medalla con la virgen o la primera cámara foto-gráfca de la familia. Son reliquias a las que se rinde culto y cuya exposición familiar generalmente coincide con un momento especial de la vida de la familia, como pueden ser un aniversario o cumpleaños. La memoria se dispara ante su presencia, y en torno a él se construye un relato que hace a la identidad de individuo, de su familia y por supuesto en una proyección más amplia, nos da pistas sobre las identidades y características de una sociedad o un grupo humano. La palabra es la que da vida a estos objetos, al punto que cuando desaparece su “relator”, caen en el olvido y se pierden. Deja de tener signifcado aquella postal enviada por un tío abuelo, de quien ni siquiera recordamos el nombre y que vive en una pequeña ciudad que difcultosa-mente podemos ubicar en el mapa.2. El ocio y el recuerdoComo dijimos antes, Carrasco y el Pra-do fueron zonas de veraneo en épocas en que las prácticas estivales eran, sin duda, diferentes.En Capurro, la playa cercana al Prado y en Carrasco, el barrio se organizaba en torno a la rutina de la playa. El Arq. Fernando Capurro recordaba refriéndose a la década del 20:A mí una vez me llevaron preso a la garita de la playa Capurro por no tener la parte de arriba del traje de baño pero para llevarme ahí me pasearon por toda la playa. ¡Yo ahora pienso que si no querían que me vieran así, no lo lograron porque todo el mundo nos vio!Y agrega:Las mujeres charlaban en las carpas, alguna que otra ju-gaba alguna vez, le pegaban a alguna pelota, pero en general las rutinas eran separadas.[En Carrasco] Íbamos a la playa por la mañana, el car-pero instalaba las sombrillas siempre en el mismo lugar y muy rara vez se volvía de tarde. Se llegaba a eso de las diez, con comida y juegos. Un sandwichero conocido vendía sándwi-ches de distinto tipo en un gran canasto de mimbre con la inscripción: “Ya me voy”. Recuerdo carpas familiares y tam-bién sombrillas a comienzos del 30. En la playa se caminaba mucho. Había un profesor de natación que enseñaba a nadar ya que no había piscinas. Después del almuerzo, los adultos y los niños dormían la siesta.14El relato se apoya en la imagen, un objeto, una fotografía, un recorte de prensa, un dibujo y es la palabra junto a la imagen la que nos interesa explorar.
image/svg+xml49Revista de Historia OralRevista de Historia Oral49Junto a la playa, la práctica de los deportes ocupaba parte del tiempo de los veraneantes. Primero fue la práctica espontánea y familiar en la playa, luego se organizó. Ya en los años 20 aparecieron los primeros clubes e instituciones deportivas, los campeonatos, los espectáculos que convoca-ban.Las bicicletas, las cabalgatas, el voleibol, el tenis, el rugby fueron los juegos más característicos que iban dando identidad al barrio.Los ingleses fueron quienes dejaron su huella en esta área. Muchos deportes fueron introducidos por los trabaja-dores de los ferrocarriles a principios de siglo. En esa época eran vistos como realizando una práctica extravagante, pro-pia de los europeos; Orestes Araujo cuenta en 1906: “(...) han surgido una infnidad de diversiones exóticas, en algu-nas de las cuales brillan por su ausencia el arte y el buen gusto, como el football, por ejemplo, en la actualidad muy popularizado, sin contar con otros ejercicios de procedenciaextranjera.”15Solo veinte años después esas “exóticas diver-siones” empezaban a hacerse populares.Los deportes siguieron siendo una referencia para el barrio con el correr del siglo.El Sr. Juan López (conocido como Camacho) relata su llegada a Carrasco:Nosotros vinimos a Carrasco porque mi padre se ocupaba de cuidar el parque que ahora le llaman Roosevelt a principios del 40. Era un parque enorme sin divisiones, no como ahora que lo atraviesa la carretera. Un tiempito después empecé a alquilar bicicletas con otro muchacho en donde ahora está la Tienda Inglesa de Arocena. ¡Llegamos a tener 90 bicicletas! ¿Qué quiere decir eso? Que todo el mundo andaba en bici-cleta pero todavía no era costumbre que todos fueran dueños de una. Yo no solamente se las alquilaba sino que también le enseñé a andar a más de una señora de Carrasco. ¡Se hacían unas carreras de bicicletas fenomenales! Por la Rambla, por la Av. Rivera, de lo más profesionales.16En las fotos se observa, efectivamente, el profesionalis-mo en la vestimenta de los ciclistas que iban acompañados por el auto de una emisora radial que transmitía el evento. También el Sr. Bujinksi relata algo similar:Los domingos de mañana “El Veloz Club” organizaba carreras de bicicleta como también el “Club Ciclista Policial” o el “Club Ciclista Carrasco” donde iban los jóvenes. Había distintas categorías: adultos, mujeres y niños. Las calles en ese entonces eran todas de balastro y la Rambla era de balastro alquitranado.17Mateo entrevistó a su tía abuela Nélida que está en la foto: ¿Cuándo fue tomada la fotografía? –La fotografía fue tomada hace 70 años, el 25 de julio de 1939.¿Dónde fue tomada?–En los alrededores del Rosedal en el prado. ¿Quiénes son los que aparecen en la foto? –En la foto aparecemos mi padre y yo. ¿Cuántos años tenían ambos cuando fue tomada la foto?–Teníamos 26 mi papá y yo 2 años.¿Qué iba a hacer la gente en este lugar?–Iba a pasar el día en familia al aire libre.¿El lugar aún existe? –Sí, y se mantiene muy parecido a como era hace 70 años.(Entrevistada: tía abuela Nélida)Reflexión personal En mi opinión desde el momento en que se tomó la foto hasta la actualidad hay muchas cosas que han cambiado. Por ejem-plo, la foto se ve en blanco y negro y ahora gracias al avance tecnológico podemos ver fotografías a color. La gente se ves-tía diferente que ahora, era en mi opinión más formal que ahora. Además, para las fotos, la gente de antes posaba, en cambio la gente de ahora se saca fotos de cualquier forma. Y por último la gente de antes salía mucho menos que la de la actualidad y tomaban un paseo como ir al Prado como una salida que se realizaba muy poco y ahora la gente que va al Prado no lo toma tanto como paseo y va más a menudo para caminar o correr y para que los niños jueguen al aire libre.
image/svg+xmlVoces Recobradas50Voces Recobradas50La preparación de los motores llevaba horas e inventi-va para realizar las mezclas químicas de nafa y alcohol en busca de mayor velocidad. Quienes gustaban de los depor-tes más violentos, organizaban carreras de bicimotos en la calle Bolivia.Por deporte o por placer comentó el Sr. Alberto Ruiz Puyol: (…) La muchachada andaba en bicicleta de arriba para abajo.18Las cabalgatas fueron un pasatiempo que a la vez entre-tenían, reunían familia y amigos y ayudaban a la salud. En el relato de la Sra. Stajano de Caldeyro todo ello confuye:Invierno y verano nosotros hacíamos unas cabalgatas maravillosas. Papá tenía los caballos en lo que funcionaba como el Polo Club que estaba ubicado en la Calle Camino de la Aldea (hoy Av. Italia). Luego se trasladó atrás de la Conaprole y ahí estaban las caballerizas. Ahí nos juntábamos y salíamos 20 o 30 personas a caballo, entre ellos el Dr. Pedro Barcia, que vivía en la calle Potosí con sus hijos, mi padre con nosotras y también los Dellepiane. A ellos se le sumaban los Caldeyro (uno de los cuales des-pués fue mi novio). Todo el grupo salía de la Calle Costa Rica y galopábamos hasta pasando lo que es hoy el Parque Roosevelt pasando el arroyo Carrasco. Era maravilloso, no había prohibiciones ni nada, todo era arenales, dunas y la playa. En el parque a veces parábamos y organizábamos juegos en pareja, las llamába-mos “jincanas”.Más adelante agregó:Me acuerdo que cuando yo era niña, por ahí por el 20, en la época que teníamos los caballos en Camino de La Al-dea, mamá andaba a “lo Amazona” al igual que una de las señoras de la familia Salas. Fueron de las primeras “señoras” en andar a caballo, papá le había enseñado a andar a caballo “a lo hombre” en un momento en que esa actitud era discri-minada. Lo que pasaba es que papá era ginecólogo y sabía que la mujer que en esa época no hacia deporte, debía hacer ejercicio para fortalecer la musculatura abdominal. Así que él la impulsaba a cabalgar como también a practicar voleibol y gimnasia. Moderno para la época.19La presencia estival incluía también el tiempo del car-naval. Tres testimonios nos hablaron del juego, el agua, las murgas y los bailes, diversiones asociadas con esta festa del fnal del verano:Luego del corso ofcial en 18 de Julio, a la semana se ha-cia un corso por la Av. Arocena que llegaba hasta la esquina de Arocena y Divina Comedia y luego daba vuelta para atrás. El corso tenía los carros alegóricos, los cabezudos y todo lo demás; era una gran oportunidad porque concurría mucha gente a divertirse y a curiosear. Concurrían todos los vecinos, grandes y chicos, un motivo de reunión, en fn. También fun-cionaban los tablados, en la esquina de Santa Rosa (Muri-llo) y Arocena había uno que lo fnanciaban entre el almacén y la farmacia y algún otro comerciante de la zona. Venían las murgas a actuar, una murga una noche, otra la noche si-guiente. Y después había un baile de disfraces infantil que se hacía en la calle Rostand, ¡iban todos los chiquilines del barrio bien disfrazados!20En Carnaval hacíamos bombas de agua, nos juntába-mos “el grupo de la Calle Potosí” en la esquina de los Mora-tó, ¡y nos peleábamos con ellos y sus amigos y terminábamos todos ensopados entre bombas, baldes de agua y mangueras! ¡Era bien divertido, pensar que hoy casi no se festeja!”21Yo me acuerdo que el Carnaval era una gran festa, ya desde la década del 40 se organizaban bailes de disfra-ces para niños en el Hotel Miramar (hoy Escuela Naval) y hacíamos guerras de pomos con éter. Los pomos eran de vidrio y nosponíamos unos lentes de un material que se llamaba mica, tipo un plástico para protegernos los ojos. Los disfraces, algunos se hacían a mano, nosotros los comprábamos en el “London Paris”.223. Construir la identidad a partir de la palabra“Debemos apresurarnos. Las nuevas generaciones no cono-cen la historia de sus antepasados.”23A partir de las investigaciones mencionadas y la publi-cación de los libros, nuestra práctica docente se enriqueció. No solamente por el conocimiento generado a partir de las investigaciones, sino también porque fuimos incorporando en forma sistemática la investigación en historia oral con los alumnos. Este trabajo, con adolescentes de entre quince y diecinueve años, lo llevamos adelante en institutos de en-señanza públicos y privados en los barrios de Carrasco y el Prado, en los que trabajamos.A través de la memoria, buscamos fortalecer los sen-timientos de identidad de los jóvenes. Queremos que se reconozcan como pertenecientes a una cultura con carac-terísticas propias, que entiendan que el concepto de patri-monio no es algo ajeno que hace únicamente a los edifcios de la ciudad, sino también a su propia historia personal. El A partir de las investigaciones mencionadas y la publicación de los libros, nuestra práctica docente se enriqueció.
image/svg+xml51Revista de Historia OralRevista de Historia Oral51descubrimiento y la exploración que cada uno de ellos hace a partir de las entrevistas propuestas, los ayuda a defnir su lugar en el mundo y en la sociedad, a construir un relato sobre lo que son y lo que quieren ser.Las formas de trabajo son variadas. En algunos casos se explica a los alumnos qué es la historia oral y se propone una entrevista que será registrada en forma escrita y pre-sentada al docente con las conclusiones del caso. En otras oportunidades, frente a un tema planteado, son espontánea-mente los propios alumnos quienes recurren a la memoria de algún mayor como primera fuente de conocimiento.El relato, como dijimos antes, termina tarde o tem-prano acompañado por una de aquellas imágenes u obje-tos que conforman el museo familiar. Las fotografías son las preferidas y a través de ellas los jóvenes se reencuentran con sus antepasados, sorprendiéndose ellos mismos de los descubrimientos que hacen. Pero las imágenes luego sirven para construir otros relatos, contamos lo que nos dijeron, las mostramos y otros tienen algo para contar a partir de la imagen.En todo caso, la relación relato oral-imagen fotográf-ca-relato oral es permanente y es con ella que trabajamos.La historia oral que desarrollamos con los alumnos no tiene el rigor del trabajo histórico y sus objetivos son otros. No es solamente la historia en sí la que nos interesa, sino el proceso que lleva a un joven a acercarse a un adulto, gene-ralmente un adulto mayor, en busca de su memoria. Nos importa más el momento afectivo que generamos, un mo-mento que dentro de muchos años será a su vez evocado por los hoy estudiantes y relatado a otros estudiantes que aún no nacieron. Los protagonistas en este proceso de ense-ñanza son los alumnos, no la historia que construimos.Caso I (2008)Tema: Centenario del British Schools.Profesora:Nuria Sanguinetti.El año pasado realicé una investigación al cumplirse el centenario del British Schools, institución en la que enseño la asignatura Historia en inglés.Los alumnos de tercer año de secundaria tenían que entrevistar a padres, tíos, abuelos, amigos o profesores que hubieran sido alumnos de la institución. Tuvimos que ob-viar entrevistas a personas muy mayores que no estaban en condiciones de realizar un relato coherente o fable. El cues-tionario fue elaborado por los alumnos en clase, haciendo luego el docente algunos ajustes. Las entrevistas se grabaron o flmaron. La producción fue primero compartida en clase y luego proyectadas en público el día del festejo del aniver-sario del colegio.La foto fue elegida por Micaela de 16 años y escribió:En estas fotos podemos ver a mi bisabuelo, la última foto nos muestra la cancha de la luz en 1938 aproximadamente. Esta cancha esta situada en propios, no en la zona del Prado, pero cerca. Mi bisabuelo tiene 91 años, la última foto muestra a mi bisabuelo fútbol Oro Negro Club que también era el que llevaba el botiquín de primeros auxilios, también en una de las fotos po-demos verlo con sus amigos en las costas del arroyo Miguelete, que en aquella época era muy común salir a bañarse allí. Mis pa-dres se casaron en la iglesia Las Carmelitas en el año 1992 y mis tíos abuelos se casaron en la iglesia Atahualpa, no tengo fotos de dichos casamientos, pero sí la historia. Mis pensamientos sobre las cosas que hacían en esa época y las ves-timentas es que son muy distintas a ahora, nosotros no nos baña-mos en el arroyo Miguelete ni nos vestíamos de la misma manera, tampoco utilizamos el mismo lenguaje, las costumbres son distin-tas, las épocas pasan, y con ellos pasan los años, las tradiciones, si todo fuese igual siempre, sería aburrido, porque no habría cosas que nos atrajeran ya que todo sería igual, pero en fn cambian mu-chas cosas al pasar los años, como por ejemplo la edad con la cual uno se casa, mis padres eran jóvenes cuando se casaron, tenían 19 y 20 años, ahora nadie se casa a esa edad, ahora con esa edad recién estamos entrando en la etapa de tener un novio serio, u otras cosas, a veces las personas en esta época ni se casan.
image/svg+xmlVoces Recobradas52Voces Recobradas52Caso II (2008)Tema:El Prado: su historia, las casaquintas y el Parque.Profesora:Daniela Tomeo.Alumnos:Se trabajó con alumnos de tercer año (14-15 años) del Colegio y Liceo Mariano, un instituto priva-do de la zona, y con alumnos del último año del bachi-llerato (17-18 años), de cursos de Historia del Arte de los Liceos IVO, San Pablo y Colegio Mariano, todos del barrio.Objetivo:conocer la historia del barrio para desarrollar el sentimiento de pertenencia a la zona en la que viven y en la que estudian. Trabajar el concepto de patrimonio.Actividades propuestas• Visita al Museo Municipal Juan Manuel Blanes. El mu-seo está ubicado en una antigua casaquinta y contiene la obra de Juan Manuel Blanes y Pedro Figari. Ambos pin-tores, en distintas épocas y con diferentes lenguajes, han trabajado temas que hacen a la identidad. Juan Manuel Blanes a través de una pintura histó-rica ubicada a fnes del siglo XIX y Figari construyendo imágenes en los años 20 que nos remiten al mundo del candombe, los patios coloniales y el pericón. Para realizar la visita se da a los alumnos una fcha que debe ser completada. En algunos casos la visita se hizo con el docente y en otros fueron los alumnos en forma particular, generalmente en grupos formados por ellos mismos.• Se entrega a los alumnos un plano del barrio y del parque y se les pide que ubiquen algunos edifcios de ar-quitectura signifcativa. Los nombres que se indican son los de las antiguas casaquintas por lo que no siempre los jóvenes saben de qué edifcios se trata. Se les indica que deben tomar fotos de los mismos y realizar una presen-tación en Power Pointo una página web. Se sugiere a los alumnos que salgan a hacer el recorrido el fn de semana del Patrimonio, ya que en esa fecha muchos edifcios que normalmente están cerrados se abren, se entrega infor-mación, hay guías, etc.• La docente organiza una exposición de fotografías “El Prado y los Montevideanos” en el Museo del Jardín Botánico. Se invita a los alumnos a aportar fotos. La con-signa es que las fotos provengan del ámbito familiar. Los alumnos deben interrogar a su familia en busca de foto-grafías, y entregarlas al docente con un breve relato de a quién pertenecen, quiénes son los que allí se ven y dónde están. Las fotos deben estar ubicadas en el Prado, en es-pacios públicos o privados.• Con los grupos de tercer año se asiste a una obra de teatro que se da en el Museo Blanes en la que los personajes son los antiguos habitantes de la casa.No analizaremos la primera parte del trabajo, la visita al Museo Blanes, ya que si bien deben interrogar a los fun-cionarios y a veces a los visitantes del Museo para averiguar la información que se pide, no se trabaja propiamente con la historia oral. La salida del fn de semana del Patrimonio, en cambio, sí los obliga a realizar entrevistas. En primer lugar, en sus propios espacios familiares. Una alumna descubre que sus abuelos vivieron en las antiguas caballerizas de la quinta de Castro, donde hoy funciona una sociedad nativista; descu-bre también aspectos de la vida de sus abuelos que descono-cía. Las entrevistas se extienden a vecinos.Una de las preguntas “difíciles” pedía que se identifcara la casa del pintor Pedro Blanes Viale. Pocos libros consignan el dato y la casa está en la actualidad abandonada y semi-derruida, son los vecinos quienes saben que allí vivió el pintor. Tres alumnos de quince años en su recorrido nos cuentan cómo la descubrieron:En la calle Carlos María de Pena esquina Capitán Basedas, exactamente en la esquina, hay una casa peculiar que enfrenta la esquina con una gran vi-driera que ocupa gran parte de la fachada comparándola con la puerta de acceso pequeña en el costado izquierdo de quien se enfrenta a ella.Está descuidada y deteriorada pero frme y de pie. Una vecina muy mayor que nos contó esta historia:–Soy (dijo) Helena, verá, cuando yo tenia 5 años y mi hermana Lucía 9, y mi hermano 14 pasábamos por aquí y observábamos a un señor de pelo oscuro y gesto concentra-do... Que pintaba muchos animales en los cristales de la vi-driera. Lucía me explicaba que todos eran animales típicos de nuestro país. Todos los vecinos lo conocían y muchas veces se quedaban a mirar como pintaba, parado en un andamio. Se llamaba Pedro Blanes Viale y este era su taller.24Para la tercera parte del trabajo, los alumnos aporta-ron fotos familiares y se realizó una exposición en que las imágenes se ordenaron por décadas consignando solo el nombre del retratado y la relación familiar con quien ha-bía aportado la foto. Nos importaba que fuera en el Prado y que los personajes no fueran anónimos, sino personas con quienes hubiera un vínculo afectivo. Los alumnos recorrie-ron la muestra con sus familias y eso suscitó nuevos relatos. Un señor jubilado asistente a uno de los cursos del Jardín Botánico reconoció a uno de los fotografados, el abuelo de Una alumna descubre que sus abuelos vivieron en las antiguas caballerizas de la quinta de Castro, donde hoy funciona una sociedad nativista (...)
image/svg+xml53Revista de Historia OralRevista de Historia Oral536 Lía Soneira de Urioste. Más de 80 años. Propietaria del Castillo Sonei-ra. Montevideo. Noviembre de 2000. Entrevistada por Daniela Tomeo y Dense Caubarrère.7Beatriz Rodríguez Larreta. Más de 70 años. Vecina del Prado. Mayo de 1999. Entrevistada por Denise Caubarrére.8Daniela Tomeo, Urbanismo y arquitectura del Prado. Desde sus orígenes hasta los años veinte.9Lía Soneira de Urioste. Más de 80 años. Propietaria del Castillo Sonei-ra. Montevideo. Noviembre de 2000 Entrevistada por Daniela Tomeo y Denise Caubarrére.10Lía Soneira de Urioste. Más de 80 años. Propietaria del Castillo Sonei-ra. Montevideo. Noviembre de 2000 Entrevistada por Daniela Tomeo y Denise Caubarrére.11 Ignacio de Posadas. 60 años. Antiguo propietario de la Quinta de Posa-das. Montevideo. Julio de 1999. Entrevistado por Denise Caubarrére.12 Lía Soneira de Urioste. Más de 80 años. Propietaria del Castillo Sonei-ra. Montevideo. Noviembre de 2000. Entrevistada por Daniela Tomeo y Denise Caubarrére.13José María Borba. Más de 60 años Vecino del Barrio Bella Vista. Julio de 2000. Entrevistado por Daniela Tomeo.14Susana Bofll de Strauch. 68 años. Vecina de Carrasco. Montevideo. Julio de 1998. Entrevistada por Nuria Sanguinetti.15 Orestes Araujo, Guía pintoresca de Montevideo, 1907, p.107.16Juan Carlos López. Más de 70 años. Comerciante de Carrasco. Junio de 1998. Entrevistado por Nuria Sanguinetti.17 Sr. Bujinski. 60 años. Vecino de Carrasco. Montevideo. Julio de 1998. Entrevistado por Nuria Sanguinetti.18Alberto Ruiz Puyol. Más de 70 años. Vecino de Carrasco. Montevideo. Julio de 1998. Entrevistado por Nuria Sanguinetti.19Sra. Stajano de Caldeyro. 80 años. Vecina de Carrasco. Montevideo. Julio de 1998. Entrevistada por Nuria Sanguinetti.20 Félix Alberto Ruiz. 70 años. Vecino de Carrasco. Montevideo. Julio de 1998. Entrevistado por Nuria Sanguinetti.21Sra. Stajano de Caldeyro. 80 años. Vecina de Carrasco. Montevideo. Julio de 1998. Entrevistada por Nuria Sanguinetti22 Sra. Renée Sanguinetti. 65 años. Vecina de Carrasco. Montevideo. Julio de 1999. Entrevistada por Nuria Sanguinetti.23David Henige, Oral Historiography. Nueva York, Longman, 1982, p. 128.24 Helena.Más de 70 años. Vecina del Prado. Montevideo. Septiembre de 2008. Entrevistada por Gastón y Magalí Fernández.Bibliografía————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———Folguera, Pilar, Cómo se hace historia oral. Madrid, Eudema, 1994.Henige, David, Oral Historiograhpy. Nueva York, Longman, 1982.Hernández, Fernando, Cultura y comunicación visual. Barcelona, Octaedro, 2007.Joutard, Philippe, Esas voces que nos llegan del pasado.México,Fondo de Cultura Económica, 1999.Sepúlveda, Patricia Graciela, “Historia Oral” en Proyecto Clío. Buenos Aires, Instituto San Andrés de Banfeld. [Disponible en: http://clio.rediris.es/articulos/oral.htm]Notas————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———1Profesora de Historia (Instituto de Profesores Artigas) y licenciada en Historia (Facultad de Humanidades UDELAR). Dicta clases en el British School de Montevideo y el profesorado de Inglés en el Instituto London. Correo electrónico: nuriasanguinetti@gmail.com2 Profesora de Historia (Instituto de Profesores Artigas) y profesora de Inglés (Instituto Dickens). Dicta clases de Historia del Arte en institutos de formación docente (IPA y profesorado semipresencial), en los profe-sorados de Historia y de Comunicación Visual, y en bachilleratos artísti-cos e institutos privados de enseñanza secundaria. Ha dictado cursos de divulgación en la Biblioteca Nacional del Uruguay. Correo electrónico: danielatomeo2009@gmail.com3 Paul Tompson, citado por Pilar Folguera en Cómo se hace historia oral.4Pilar Folguera, Cómo se hace historia oral. Madrid, Eudema, 1994.5 Patricia Graciela Sepúlveda, “Historia Oral” en Proyecto Clío. Buenos Aires, Instituto San Andrés de Banfeld. [Disponible en: http://clio.redi-ris.es/articulos/oral.htm]uno de los estudiantes con quien jugaban al fútbol en su ju-ventud. Hubo allí un cruce de saludos y aforó el relato de los pasados deportivos de los abuelos.Al fnalizar el año se preguntó a los alumnos de tercer año qué actividades del curso consideraban más interesan-tes. Las respuestas fueron unánimes, las salidas didácticas, como aprendieron a llamarlas, que permitían una experien-cia y un contacto directo con el pasado: las entrevistas, las fotos, los recorridos:Salir el fn de semana del Patrimonio a sacar fotos. Fue re divertido. (María).Entrevistar a mi abuelo y saber que jugaba al fútbol. (Santiago).El trabajo del día del patrimonio porque al visitar los lugares ya no era un cuento, sino que estabas ahí en el lugar donde pasaron historias y gentes. (Natalia).