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Voces Recobradas
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La memoria en
la construcción
de la historia del
barrio:
de la
investigación al aula
Presentación
La historia oral, entendida como la utilización de testimo-
nios directos de aquellos que participaron en la gestión de
un proceso histórico es, en palabras de Paul Tompson, “la
más nueva y la más antigua forma de hacer historia”.
3
Per-
mite ampliar el conocimiento de áreas escasamente tratadas
hasta la fecha: la vida privada, las mentalidades, las biogra-
fías e incluso algunos aspectos olvidados de la vida política.
4
Las entrevistas nos aportan información nueva, que otras
fuentes no sacan a luz.
La entrevista de historia oral es una conversa-
ción que sin embargo no puede ser comparada con
otras técnicas de indagación. Se trata de un producto
intelectual compartido mediante el cual se produce
conocimiento. Indudablemente, es el recuerdo del
entrevistado el objetivo de la propuesta, pero es la
intervención del historiador y lo que este pone en
términos de preguntas (en función de sus propios
objetivos y conocimiento del tema sobre el que está
Nuria Sanguinetti
1
Daniela Tomeo
2
“Pero, disponiendo de todo mi
tiempo, he resuelto convertir esta
circunstancia en pretexto para
recopilar de una vez por todas ciertas
informaciones de mis mayores
que he conservado en la memoria.
Después de todo, Federico, esto que
voy escribiendo se transformará con
los años en quebradizo documento
y, entonces sí, quizás exista alguien
que, por tocar papel venerable como
Tomás la llama, le otorgue el debido
valor de fuente.”
Tomás de Mattos.
Bernabé! Bernabé!
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Revista de Historia Oral
Revista de Historia Oral
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indagando) lo que sirve como impulsor para la produc-
ción de la información histórica (…) Ahora bien, la fuen-
te resultada de los testimonios orales tiene sus especifci-
dades: la principal se refere a la presencia de la memoria
y de la subjetividad en la construcción de la fuente.
La fuente oral incluye no una narración literal
o fotográfca de los hechos históricos sino memoria,
ideas de la persona y deseos inconscientes. Sin duda
la memoria tiene un carácter subjetivo y tendencia a
interpretar la historia más que a refejarla.
5
A partir de ese marco, realizamos en los años 1997 y
1999 dos investigaciones utilizando la historia oral como
fuente. El objetivo era conocer la historia de dos antiguos
barrios montevideanos: Carrasco y el Prado. Para Carrasco
se realizaron alrededor de cuarenta entrevistas y para el Pra-
do unas sesenta. El período que abarcó la investigación fue
aproximadamente entre 1920 y 1950.
Ambos barrios tienen una pobla-
ción muy arraigada que ha desarrolla-
do fuertes sentimientos localistas y es
frecuente encontrar vecinos que por
varias generaciones han vivido allí. De
hecho, muchos entrevistados fueron
sugeridos por otros.
Dichas investigaciones fueron pu-
blicadas como capítulos en los libros
Carrasco, el misterioso
encanto de un barrio
y
El Prado y antiguas costas del Mi-
guelete
(Ediciones Caubarrére- Monzón, 1999 y 2001 res-
pectivamente). Otros capítulos de estos libros, referidos a
los deportes o a la arquitectura, utilizaron como fuente, no
exclusiva, la historia oral.
Como docentes de enseñanza media, trabajamos en
liceos ubicados en esos barrios y hemos desarrollado distin-
tos proyectos didácticos vinculados a nuestra experiencia
de investigación, alentando a los alumnos a entrevistar a las
personas mayores de su entorno.
Construir el barrio a partir de la memoria
1. De la palabra a la imagen
La historia oral fue un recurso valioso para trabajar en
el área de la historia social vinculada al ocio y el tiempo
libre, ya que ambos barrios fueron zonas de veraneo de
las clases altas montevideanas. Por ello se recuperaron
costumbres y hábitos que la sociedad perdió, que en al-
gunos casos refejaban una forma de vida muy identif-
cada con la zona y que no se desarrolló en otros lugares
de la ciudad.
En el Prado abundaron las casaquintas, herederas de
las antiguas chacras de la época colonial, que les legaron
hasta mediados del siglo XX sus frutales. Todos los entre-
vistados insistieron en ello, y evocaron aromas y sabores
hoy desaparecidos. La casaquinta emergió como un espacio
autosufciente; allí se cultivaba, se cocinaba para la familia,
se jugaba y se aprendía. La práctica de hacer conservas con
las frutas del jardín fue un rito anual que cruzó todas las
clases sociales. La Sra. Lía Soneira de Urioste recordaba las
naranjas con corcho picado guardadas en cajones en el fres-
co sótano del castillo.
6
Recuerdos similares tuvieron hijos y
nietos de inmigrantes italianos que habían construido ellos
mismos sus casas y por supuesto cultivaban la huerta. Los
frutales también proporcionaron diversión, subirse a los ár-
boles a arrancar la fruta o jugar a la payana con los carozos
de durazno secos al sol.
7
Las entrevistas fueron un recurso invalorable para
escribir el capítulo de arquitectura del Prado.
8
Los barrios
trabajados contienen áreas caracteriza-
das de la ciudad de alto valor patrimo-
nial. Conforman su identidad a partir
de una tipología de vivienda villa, por
lo que en ellos no abundan las grandes
construcciones. Para escribir la histo-
ria de las viviendas encontramos que
muchas de las fuentes que podían ser
utilizadas se hallaban en los espacios privados y salieron a la
luz a partir de las entrevistas.
El castillo Soneira es una vivienda que nadie olvida y
que a todos asombra. Los vecinos tejen historias asombro-
sas y escalofriantes sobre sus pobladores y sobre los extra-
ños fantasmas que habitan en su interior. Una entrevista a la
propietaria los ahuyenta.
9
Los Soneira viven allí desde hace
ciento cuarenta años, un caso casi único en el barrio. La pri-
mera vivienda que tuvieron fue una construcción neogóti-
ca realizada por el arquitecto francés Víctor Rabú; la actual
fue construida por el padre de la entrevistada, el Dr. Arturo
Soneira. El relato es bastante preciso, se encarga la obra al
arquitecto francés Camille Gardelle en 1914, así lo consig-
nan los libros. La Sra. Lía conoce los detalles mejor que los
planos; es cierto que el proyecto fue de Gardelle, pero fue
su padre quien en realidad dirigió la obra. La Sra. Lía re-
cuerda más de cuarenta operarios trabajando simultánea-
mente, algunos de los cuales vivían en casillas construidas
a los efectos en el jardín. Su memoria es bastante precisa:
dos carpinteros, un herrero, el taller de pintura, un cuer-
po de albañiles, un dibujante de origen español y el yesero
italiano apellidado Beltramini, quien rompía los moldes de
los decorados una vez utilizados para que nadie los copia-
ra.
10
Los leones que custodiaban la entrada hasta hace unos
La historia oral fue un recurso
valioso para trabajar en el área de
la historia social vinculada al ocio
y el tiempo libre (...)
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Voces Recobradas
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años eran obra de su abuelo, el escultor Federico Soneira, así
como las esculturas del interior.
Los entrevistados, decimos, aportan memoria, pero
también documentos. Una entrevista a uno de los antiguos
propietarios de la quinta de Posadas,
11
en cuyo predio ac-
tualmente se encuentra un complejo habitacional con blo-
ques de apartamentos, nos permite recuperar el antiguo
plano del jardín. Si bien la casa se mantiene como espacio
de uso común para los vecinos del complejo, el jardín des-
apareció. A partir de la entrevista con uno de sus antiguos
propietarios, se recupera un plano que nos muestra la or-
ganización del jardín. Reconocemos en el perímetro el del
complejo habitacional, pero la organización interna obvia-
mente desapareció. El plano del jardín nos muestra clara-
mente diferenciados el sector productivo
y el ornamental, así como la antigua
caminería. Allí están indicadas dis-
tintas especies vegetales y especifcada
su ubicación original. La imagen va y
viene con la palabra. La vecina Lía So-
neira
12
humaniza el jardín con su me-
moria. Sabemos de las
kermesses
que
se hicieron en la quinta de Posadas por
1970, evento recordado porque se rifó un automóvil. Cono-
cemos el miedo que sintieron los Posadas por la noche, allá
por los años 20, cuando el escultor Federico Soneira había
resuelto albergar en su jardín a un tigre. A través de la pa-
labra vemos al empleado de Posadas cruzar la calle Luis Al-
berto de Herrera para preguntar a Soneira si el felino estaba
bien guardado, ya que sus rugidos se oían en todo el barrio.
No tenemos documentación gráfca de esta historia, solo la
voz del narrador. Lo que sí tuvimos, a partir de la narración,
fue la fecha en que se hizo la
kermesse
y pudimos recurrir
con precisión a la prensa o interrogar a otro vecino que ca-
sualmente concurrió y tenía recortes de los diarios. Insis-
timos entonces en que la historia oral no solo nos permite
explorar la memoria, sino recuperar fuentes y orientarnos
en la ubicación de otras.
Yo tengo recuerdos del barrio Bella Vista desde hace
ciento cuarenta años,
dijo uno de los entrevistados de al-
rededor de sesenta años al referirse al barrio Bella Vis-
ta. Es que las memorias de unos se tejen con las de sus
padres y abuelos, y de esta forma, las historias se multi-
plican hacia el pasado.
Tengo una foto en la que se ve el
antiguo puente del Miguelete, uno que ya no existe.
13
El
relato se apoya en la imagen, un objeto, una fotografía,
un recorte de prensa, un dibujo y es la palabra junto a
la imagen la que nos interesa explorar. Estos pequeños
“tesoros familiares”, forman parte del museo privado que
todos atesoramos en nuestro hogar. Son objetos que pue-
den ser únicos y singulares, construidos por un abuelo,
escritos por un lejano pariente europeo o, por el contra-
rio, absolutamente comunes y universales como una pei-
neta, una medalla con la virgen o la primera cámara foto-
gráfca de la familia. Son reliquias a las que se rinde culto
y cuya exposición familiar generalmente coincide con un
momento especial de la vida de la familia, como pueden
ser un aniversario o cumpleaños. La memoria se dispara
ante su presencia, y en torno a él se construye un relato
que hace a la identidad de individuo, de su familia y por
supuesto en una proyección más amplia, nos da pistas
sobre las identidades y características de una sociedad o
un grupo humano. La palabra es la que da vida a estos
objetos, al punto que cuando desaparece su “relator”, caen
en el olvido y se pierden. Deja de tener
signifcado aquella postal enviada por
un tío abuelo, de quien ni siquiera
recordamos el nombre y que vive en
una pequeña ciudad que difcultosa-
mente podemos ubicar en el mapa.
2. El ocio y el recuerdo
Como dijimos antes, Carrasco y el Pra-
do fueron zonas de veraneo en épocas en que las prácticas
estivales eran, sin duda, diferentes.
En Capurro, la playa cercana al Prado y en Carrasco, el
barrio se organizaba en torno a la rutina de la playa. El Arq.
Fernando Capurro recordaba refriéndose a la década del 20:
A mí una vez me llevaron preso a la garita de la playa
Capurro por no tener la parte de arriba del traje de baño pero
para llevarme ahí me pasearon por toda la playa. ¡Yo ahora
pienso que si no querían que me vieran así, no lo lograron
porque todo el mundo nos vio!
Y agrega:
Las mujeres charlaban en las carpas, alguna que otra ju-
gaba alguna vez, le pegaban a alguna pelota, pero en general
las rutinas eran separadas.
[En Carrasco]
Íbamos a la playa por la mañana, el car-
pero instalaba las sombrillas siempre en el mismo lugar y muy
rara vez se volvía de tarde. Se llegaba a eso de las diez, con
comida y juegos. Un sandwichero conocido vendía sándwi-
ches de distinto tipo en un gran canasto de mimbre con la
inscripción: “Ya me voy”. Recuerdo carpas familiares y tam-
bién sombrillas a comienzos del 30. En la playa se caminaba
mucho. Había un profesor de natación que enseñaba a nadar
ya que no había piscinas. Después del almuerzo, los adultos y
los niños dormían la siesta.
14
El relato se apoya en la
imagen, un objeto, una fotografía,
un recorte de prensa, un dibujo y
es la palabra junto a la imagen la
que nos interesa explorar.
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Revista de Historia Oral
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Junto a la playa, la práctica de los deportes ocupaba
parte del tiempo de los veraneantes. Primero fue la práctica
espontánea y familiar en la playa, luego se organizó. Ya en
los años 20 aparecieron los primeros clubes e instituciones
deportivas, los campeonatos, los espectáculos que convoca-
ban.
Las bicicletas, las cabalgatas, el voleibol, el tenis, el
rugby fueron los juegos más característicos que iban dando
identidad al barrio.
Los ingleses fueron quienes dejaron su huella en esta
área. Muchos deportes fueron introducidos por los trabaja-
dores de los ferrocarriles a principios de siglo. En esa época
eran vistos como realizando una práctica extravagante, pro-
pia de los europeos; Orestes Araujo cuenta en
1906:
“(...)
han surgido una infnidad de diversiones exóticas, en algu-
nas de las cuales brillan por su ausencia el arte y el buen
gusto, como el football, por ejemplo, en la actualidad muy
popularizado, sin contar con otros ejercicios de procedencia
extranjera.”
15
Solo veinte años después esas “exóticas diver-
siones” empezaban a hacerse populares.
Los deportes siguieron siendo una referencia para el
barrio con el correr del siglo.
El Sr. Juan López (conocido como Camacho) relata su
llegada a Carrasco:
Nosotros vinimos a Carrasco porque mi padre se ocupaba
de cuidar el parque que ahora le llaman Roosevelt a principios
del 40. Era un parque enorme sin divisiones, no como ahora
que lo atraviesa la carretera. Un tiempito después empecé a
alquilar bicicletas con otro muchacho en donde ahora está la
Tienda Inglesa de Arocena. ¡Llegamos a tener 90 bicicletas!
¿Qué quiere decir eso? Que todo el mundo andaba en bici-
cleta pero todavía no era costumbre que todos fueran dueños
de una. Yo no solamente se las alquilaba sino que también le
enseñé a andar a más de una señora de Carrasco. ¡Se hacían
unas carreras de bicicletas fenomenales! Por la Rambla, por la
Av. Rivera, de lo más profesionales.
16
En las fotos se observa, efectivamente, el profesionalis-
mo en la vestimenta de los ciclistas que iban acompañados
por el auto de una emisora radial que transmitía el evento.
También el Sr. Bujinksi relata algo similar:
Los domingos de mañana “El Veloz Club” organizaba
carreras de bicicleta como también el “Club Ciclista Policial”
o el “Club Ciclista Carrasco” donde iban los jóvenes. Había
distintas categorías: adultos, mujeres y niños. Las calles en ese
entonces eran todas de balastro y la Rambla era de balastro
alquitranado.
17
Mateo entrevistó a su tía abuela Nélida que está en la foto:
¿Cuándo fue tomada la fotografía?
–La fotografía fue tomada hace 70 años, el 25 de julio de
1939.
¿Dónde fue tomada?
–En los alrededores del Rosedal en el prado.
¿Quiénes son los que aparecen en la foto?
–En la foto aparecemos mi padre y yo.
¿Cuántos años tenían ambos cuando fue tomada la foto?
–Teníamos 26 mi papá y yo 2 años.
¿Qué iba a hacer la gente en este lugar?
–Iba a pasar el día en familia al aire libre.
¿El lugar aún existe?
–Sí, y se mantiene muy parecido a como era hace 70 años.
(Entrevistada: tía abuela Nélida)
Reflexión personal
En mi opinión desde el momento en que se tomó la foto hasta
la actualidad hay muchas cosas que han cambiado. Por ejem-
plo, la foto se ve en blanco y negro y ahora gracias al avance
tecnológico podemos ver fotografías a color. La gente se ves-
tía diferente que ahora, era en mi opinión más formal que
ahora. Además, para las fotos, la gente de antes posaba, en
cambio la gente de ahora se saca fotos de cualquier forma. Y
por último la gente de antes salía mucho menos que la de la
actualidad y tomaban un paseo como ir al Prado como una
salida que se realizaba muy poco y ahora la gente que va al
Prado no lo toma tanto como paseo y va más a menudo para
caminar o correr y para que los niños jueguen al aire libre.
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Voces Recobradas
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La preparación de los motores llevaba horas e inventi-
va para realizar las mezclas químicas de nafa y alcohol en
busca de mayor velocidad. Quienes gustaban de los depor-
tes más violentos, organizaban carreras de bicimotos en la
calle Bolivia.
Por deporte o por placer comentó el Sr. Alberto Ruiz
Puyol:
(…) La muchachada andaba en bicicleta de arriba
para abajo.
18
Las cabalgatas fueron un pasatiempo que a la vez entre-
tenían, reunían familia y amigos y ayudaban a la salud. En el
relato de la Sra. Stajano de Caldeyro todo ello confuye:
Invierno y verano nosotros hacíamos unas cabalgatas
maravillosas. Papá tenía los caballos en lo que funcionaba
como el Polo Club que estaba ubicado en la Calle Camino
de la Aldea (hoy Av. Italia). Luego se trasladó atrás de la
Conaprole y ahí estaban las caballerizas. Ahí nos juntábamos
y salíamos 20 o 30 personas a caballo, entre ellos el Dr. Pedro
Barcia, que vivía en la calle Potosí con sus
hijos, mi padre con nosotras y también
los Dellepiane. A ellos se le sumaban
los Caldeyro (uno de los cuales des-
pués fue mi novio). Todo el grupo salía
de la Calle Costa Rica y galopábamos
hasta pasando lo que es hoy el Parque
Roosevelt pasando el arroyo Carrasco.
Era maravilloso, no había prohibiciones ni
nada, todo era arenales, dunas y la playa. En el parque a veces
parábamos y organizábamos juegos en pareja, las llamába-
mos “jincanas”.
Más adelante agregó
:
Me acuerdo que cuando yo era niña, por ahí por el 20,
en la época que teníamos los caballos en Camino de La Al-
dea, mamá andaba a “lo Amazona” al igual que una de las
señoras de la familia Salas. Fueron de las primeras “señoras”
en andar a caballo, papá le había enseñado a andar a caballo
“a lo hombre” en un momento en que esa actitud era discri-
minada. Lo que pasaba es que papá era ginecólogo y sabía
que la mujer que en esa época no hacia deporte, debía hacer
ejercicio para fortalecer la musculatura abdominal. Así que él
la impulsaba a cabalgar como también a practicar voleibol y
gimnasia. Moderno para la época.
19
La presencia estival incluía también el tiempo del car-
naval. Tres testimonios nos hablaron del juego, el agua, las
murgas y los bailes, diversiones asociadas con esta festa del
fnal del verano:
Luego del corso ofcial en 18 de Julio, a la semana se ha-
cia un corso por la Av. Arocena que llegaba hasta la esquina
de Arocena y Divina Comedia y luego daba vuelta para atrás.
El corso tenía los carros alegóricos, los cabezudos y todo lo
demás; era una gran oportunidad porque concurría mucha
gente a divertirse y a curiosear. Concurrían todos los vecinos,
grandes y chicos, un motivo de reunión, en fn. También fun-
cionaban los tablados, en la esquina de Santa Rosa (Muri-
llo) y Arocena había uno que lo fnanciaban entre el almacén
y la farmacia y algún otro comerciante de la zona. Venían
las murgas a actuar, una murga una noche, otra la noche si-
guiente. Y después había un baile de disfraces infantil que se
hacía en la calle Rostand, ¡iban todos los chiquilines del barrio
bien disfrazados!
20
En Carnaval hacíamos bombas de agua, nos juntába-
mos “el grupo de la Calle Potosí” en la esquina de los Mora-
tó, ¡y nos peleábamos con ellos y sus amigos y terminábamos
todos ensopados entre bombas, baldes de agua y mangueras!
¡Era bien divertido, pensar que hoy casi no
se festeja!”
21
Yo me acuerdo que el Carnaval
era una gran festa, ya desde la década
del 40 se organizaban bailes de disfra-
ces para niños en el Hotel Miramar (hoy
Escuela Naval) y hacíamos guerras de
pomos con éter. Los pomos eran de vidrio
y nos
poníamos unos lentes de un material que se llamaba
mica, tipo un plástico para protegernos los ojos. Los disfraces,
algunos se hacían a mano, nosotros los comprábamos en el
“London Paris”
.
22
3. Construir la identidad a partir de la palabra
“Debemos apresurarnos. Las nuevas generaciones no cono-
cen la historia de sus antepasados.”
23
A partir de las investigaciones mencionadas y la publi-
cación de los libros, nuestra práctica docente se enriqueció.
No solamente por el conocimiento generado a partir de las
investigaciones, sino también porque fuimos incorporando
en forma sistemática la investigación en historia oral con
los alumnos. Este trabajo, con adolescentes de entre quince
y diecinueve años, lo llevamos adelante en institutos de en-
señanza públicos y privados en los barrios de Carrasco y el
Prado, en los que trabajamos.
A través de la memoria, buscamos fortalecer los sen-
timientos de identidad de los jóvenes. Queremos que se
reconozcan como pertenecientes a una cultura con carac-
terísticas propias, que entiendan que el concepto de patri-
monio no es algo ajeno que hace únicamente a los edifcios
de la ciudad, sino también a su propia historia personal. El
A partir de las investigaciones
mencionadas y la publicación de
los libros, nuestra práctica docente
se enriqueció.
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Revista de Historia Oral
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descubrimiento y la exploración que cada uno de ellos hace
a partir de las entrevistas propuestas, los ayuda a defnir su
lugar en el mundo y en la sociedad, a construir un relato
sobre lo que son y lo que quieren ser.
Las formas de trabajo son variadas. En algunos casos
se explica a los alumnos qué es la historia oral y se propone
una entrevista que será registrada en forma escrita y pre-
sentada al docente con las conclusiones del caso. En otras
oportunidades, frente a un tema planteado, son espontánea-
mente los propios alumnos quienes recurren a la memoria
de algún mayor como primera fuente de conocimiento.
El relato, como dijimos antes, termina tarde o tem-
prano acompañado por una de aquellas imágenes u obje-
tos que conforman el museo familiar. Las fotografías son
las preferidas y a través de ellas los jóvenes se reencuentran
con sus antepasados, sorprendiéndose ellos mismos de los
descubrimientos que hacen. Pero las imágenes luego sirven
para construir otros relatos, contamos lo que nos dijeron,
las mostramos y otros tienen algo para contar a partir de la
imagen.
En todo caso, la relación relato oral-imagen fotográf-
ca-relato oral es permanente y es con ella que trabajamos.
La historia oral que desarrollamos con los alumnos no
tiene el rigor del trabajo histórico y sus objetivos son otros.
No es solamente la historia en sí la que nos interesa, sino el
proceso que lleva a un joven a acercarse a un adulto, gene-
ralmente un adulto mayor, en busca de su memoria. Nos
importa más el momento afectivo que generamos, un mo-
mento que dentro de muchos años será a su vez evocado
por los hoy estudiantes y relatado a otros estudiantes que
aún no nacieron. Los protagonistas en este proceso de ense-
ñanza son los alumnos, no la historia que construimos.
Caso I (2008)
Tema:
Centenario del British Schools.
Profesora:
Nuria Sanguinetti.
El año pasado realicé una investigación al cumplirse el
centenario del British Schools, institución en la que enseño
la asignatura Historia en inglés.
Los alumnos de tercer año de secundaria tenían que
entrevistar a padres, tíos, abuelos, amigos o profesores que
hubieran sido alumnos de la institución. Tuvimos que ob-
viar entrevistas a personas muy mayores que no estaban en
condiciones de realizar un relato coherente o fable. El cues-
tionario fue elaborado por los alumnos en clase, haciendo
luego el docente algunos ajustes. Las entrevistas se grabaron
o flmaron. La producción fue primero compartida en clase
y luego proyectadas en público el día del festejo del aniver-
sario del colegio.
La foto fue elegida por Micaela de 16 años y escribió:
En estas fotos podemos ver a mi bisabuelo, la última foto nos
muestra la cancha de la luz en 1938 aproximadamente. Esta
cancha esta situada en propios, no en la zona del Prado, pero
cerca. Mi bisabuelo tiene 91 años, la última foto muestra a mi
bisabuelo fútbol Oro Negro Club que también era el que llevaba
el botiquín de primeros auxilios, también en una de las fotos po-
demos verlo con sus amigos en las costas del arroyo Miguelete,
que en aquella época era muy común salir a bañarse allí. Mis pa-
dres se casaron en la iglesia Las Carmelitas en el año 1992 y mis
tíos abuelos se casaron en la iglesia Atahualpa, no tengo fotos de
dichos casamientos, pero sí la historia.
Mis pensamientos sobre las cosas que hacían en esa época y las ves-
timentas es que son muy distintas a ahora, nosotros no nos baña-
mos en el arroyo Miguelete ni nos vestíamos de la misma manera,
tampoco utilizamos el mismo lenguaje, las costumbres son distin-
tas, las épocas pasan, y con ellos pasan los años, las tradiciones, si
todo fuese igual siempre, sería aburrido, porque no habría cosas
que nos atrajeran ya que todo sería igual, pero en fn cambian mu-
chas cosas al pasar los años, como por ejemplo la edad con la cual
uno se casa, mis padres eran jóvenes cuando se casaron, tenían 19
y 20 años, ahora nadie se casa a esa edad, ahora con esa edad recién
estamos entrando en la etapa de tener un novio serio, u otras cosas,
a veces las personas en esta época ni se casan.
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Caso II (2008)
Tema:
El Prado: su historia, las casaquintas y el Parque.
Profesora:
Daniela Tomeo.
Alumnos:
Se trabajó con alumnos de tercer año (14-15
años) del Colegio y Liceo Mariano, un instituto priva-
do de la zona, y con alumnos del último año del bachi-
llerato (17-18 años), de cursos de Historia del Arte de
los Liceos IVO, San Pablo y Colegio Mariano, todos del
barrio.
Objetivo:
conocer la historia del barrio para desarrollar
el sentimiento de pertenencia a la zona en la que viven y
en la que estudian. Trabajar el concepto de patrimonio.
Actividades propuestas
• Visita al Museo Municipal Juan Manuel Blanes. El mu
-
seo está ubicado en una antigua casaquinta y contiene la
obra de Juan Manuel Blanes y Pedro Figari. Ambos pin-
tores, en distintas épocas y con diferentes lenguajes, han
trabajado temas que hacen a la identidad. Juan Manuel
Blanes a través de una pintura histó-
rica ubicada a fnes del siglo XIX y
Figari construyendo imágenes en los
años 20 que nos remiten al mundo
del candombe, los patios coloniales
y el pericón. Para realizar la visita se
da a los alumnos una fcha que debe
ser completada. En algunos casos la
visita se hizo con el docente y en otros
fueron los alumnos en forma particular, generalmente en
grupos formados por ellos mismos.
• Se entrega a los alumnos un plano del barrio y del
parque y se les pide que ubiquen algunos edifcios de ar-
quitectura signifcativa. Los nombres que se indican son
los de las antiguas casaquintas por lo que no siempre los
jóvenes saben de qué edifcios se trata. Se les indica que
deben tomar fotos de los mismos y realizar una presen-
tación en
Power Point
o una página web. Se sugiere a los
alumnos que salgan a hacer el recorrido el fn de semana
del Patrimonio, ya que en esa fecha muchos edifcios que
normalmente están cerrados se abren, se entrega infor-
mación, hay guías, etc.
• La docente organiza una exposición de fotografías
“El Prado y los Montevideanos” en el Museo del Jardín
Botánico. Se invita a los alumnos a aportar fotos. La con-
signa es que las fotos provengan del ámbito familiar. Los
alumnos deben interrogar a su familia en busca de foto-
grafías, y entregarlas al docente con un breve relato de a
quién pertenecen, quiénes son los que allí se ven y dónde
están. Las fotos deben estar ubicadas en el Prado, en es-
pacios públicos o privados.
• Con los grupos de tercer año se asiste a una obra de
teatro que se da en el Museo Blanes en la que los personajes
son los antiguos habitantes de la casa.
No analizaremos la primera parte del trabajo, la visita
al Museo Blanes, ya que si bien deben interrogar a los fun-
cionarios y a veces a los visitantes del Museo para averiguar
la información que se pide, no se trabaja propiamente con
la historia oral.
La salida del fn de semana del Patrimonio, en cambio,
sí los obliga a realizar entrevistas. En primer lugar, en sus
propios espacios familiares. Una alumna descubre que sus
abuelos vivieron en las antiguas caballerizas de la quinta de
Castro, donde hoy funciona una sociedad nativista; descu-
bre también aspectos de la vida de sus abuelos que descono-
cía. Las entrevistas se extienden a vecinos.
Una de las preguntas “difíciles” pedía que se identifcara
la casa del pintor Pedro Blanes Viale. Pocos libros consignan
el dato y la casa está en la actualidad abandonada y semi-
derruida, son los vecinos quienes saben
que allí vivió el pintor. Tres alumnos
de quince años en su recorrido nos
cuentan cómo la descubrieron:
En la calle Carlos María de Pena
esquina Capitán Basedas, exactamente
en la esquina, hay una casa peculiar
que enfrenta la esquina con una gran vi-
driera que ocupa gran parte de la fachada comparándola con
la puerta de acceso pequeña en el costado izquierdo de quien
se enfrenta a ella.Está descuidada y deteriorada pero frme y
de pie. Una vecina muy mayor que nos contó esta historia:
–Soy (dijo) Helena, verá, cuando yo tenia 5 años y mi
hermana Lucía 9, y mi hermano 14 pasábamos por aquí y
observábamos a un señor de pelo oscuro y gesto concentra-
do... Que pintaba muchos animales en los cristales de la vi-
driera. Lucía me explicaba que todos eran animales típicos de
nuestro país. Todos los vecinos lo conocían y muchas veces se
quedaban a mirar como pintaba, parado en un andamio. Se
llamaba Pedro Blanes Viale y este era su taller.
24
Para la tercera parte del trabajo, los alumnos aporta-
ron fotos familiares y se realizó una exposición en que las
imágenes se ordenaron por décadas consignando solo el
nombre del retratado y la relación familiar con quien ha-
bía aportado la foto. Nos importaba que fuera en el Prado y
que los personajes no fueran anónimos, sino personas con
quienes hubiera un vínculo afectivo. Los alumnos recorrie-
ron la muestra con sus familias y eso suscitó nuevos relatos.
Un señor jubilado asistente a uno de los cursos del Jardín
Botánico reconoció a uno de los fotografados, el abuelo de
Una alumna descubre que sus
abuelos vivieron en las antiguas
caballerizas de la quinta de Castro,
donde hoy funciona una sociedad
nativista (...)
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Revista de Historia Oral
Revista de Historia Oral
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6
Lía Soneira de Urioste. Más de 80 años. Propietaria del Castillo Sonei-
ra. Montevideo. Noviembre de 2000. Entrevistada por Daniela Tomeo y
Dense Caubarrère.
7
Beatriz Rodríguez Larreta. Más de 70 años. Vecina del Prado. Mayo de
1999. Entrevistada por Denise Caubarrére.
8
Daniela Tomeo,
Urbanismo y arquitectura del Prado. Desde sus orígenes
hasta los años veinte
.
9
Lía Soneira de Urioste. Más de 80 años. Propietaria del Castillo Sonei-
ra. Montevideo. Noviembre de 2000 Entrevistada por Daniela Tomeo y
Denise Caubarrére.
10
Lía Soneira de Urioste. Más de 80 años. Propietaria del Castillo Sonei-
ra. Montevideo. Noviembre de 2000 Entrevistada por Daniela Tomeo y
Denise Caubarrére.
11
Ignacio de Posadas. 60 años. Antiguo propietario de la Quinta de Posa-
das. Montevideo. Julio de 1999. Entrevistado por Denise Caubarrére.
12
Lía Soneira de Urioste. Más de 80 años. Propietaria del Castillo Sonei-
ra. Montevideo. Noviembre de 2000. Entrevistada por Daniela Tomeo y
Denise Caubarrére.
13
José María Borba. Más de 60 años Vecino del Barrio Bella Vista. Julio
de 2000. Entrevistado por Daniela Tomeo.
14
Susana Bofll de Strauch. 68 años. Vecina de Carrasco. Montevideo.
Julio de 1998. Entrevistada por Nuria Sanguinetti.
15
Orestes Araujo,
Guía pintoresca de Montevideo
, 1907, p.107.
16
Juan Carlos López. Más de 70 años. Comerciante de Carrasco. Junio de
1998. Entrevistado por Nuria Sanguinetti.
17
Sr. Bujinski. 60 años. Vecino de Carrasco. Montevideo. Julio de 1998.
Entrevistado por Nuria Sanguinetti.
18
Alberto Ruiz Puyol. Más de 70 años. Vecino de Carrasco. Montevideo.
Julio de 1998. Entrevistado por Nuria Sanguinetti.
19
Sra. Stajano de Caldeyro. 80 años. Vecina de Carrasco. Montevideo.
Julio de 1998. Entrevistada por Nuria Sanguinetti.
20
Félix Alberto Ruiz. 70 años. Vecino de Carrasco. Montevideo. Julio de
1998. Entrevistado por Nuria Sanguinetti.
21
Sra. Stajano de Caldeyro. 80 años. Vecina de Carrasco. Montevideo.
Julio de 1998. Entrevistada por Nuria Sanguinetti
22
Sra. Renée Sanguinetti. 65 años. Vecina de Carrasco. Montevideo. Julio
de 1999. Entrevistada por Nuria Sanguinetti.
23
David Henige,
Oral Historiography
. Nueva York, Longman, 1982, p.
128.
24
Helena.
Más de 70 años. Vecina del Prado. Montevideo. Septiembre de
2008. Entrevistada por Gastón y Magalí Fernández.
Bibliografía
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
Folguera, Pilar,
Cómo se hace historia oral.
Madrid, Eudema
,
1994.
Henige, David,
Oral Historiograhpy
. Nueva York, Longman, 1982.
Hernández, Fernando,
Cultura y comunicación visual
. Barcelona,
Octaedro, 2007.
Joutard, Philippe,
Esas voces que nos llegan del pasado.
México,
Fondo de
Cultura Económica, 1999.
Sepúlveda, Patricia Graciela, “Historia Oral” en
Proyecto Clío
. Buenos
Aires, Instituto San Andrés de Banfeld. [Disponible en: http://clio.
rediris.es/articulos/oral.htm]
Notas
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
1
Profesora de Historia (Instituto de Profesores Artigas) y licenciada en
Historia (Facultad de Humanidades UDELAR). Dicta clases en el British
School de Montevideo y el profesorado de Inglés en el Instituto London.
Correo electrónico: nuriasanguinetti@gmail.com
2
Profesora de Historia (Instituto de Profesores Artigas) y profesora de
Inglés (Instituto Dickens). Dicta clases de Historia del Arte en institutos
de formación docente (IPA y profesorado semipresencial), en los profe-
sorados de Historia y de Comunicación Visual, y en bachilleratos artísti-
cos e institutos privados de enseñanza secundaria. Ha dictado cursos de
divulgación en la Biblioteca Nacional del Uruguay. Correo electrónico:
danielatomeo2009@gmail.com
3
Paul Tompson, citado por Pilar Folguera en
Cómo se hace historia
oral.
4
Pilar Folguera,
Cómo se hace historia oral.
Madrid, Eudema
,
1994.
5
Patricia Graciela Sepúlveda, “Historia Oral” en
Proyecto Clío
. Buenos
Aires, Instituto San Andrés de Banfeld. [Disponible en: http://clio.redi-
ris.es/articulos/oral.htm]
uno de los estudiantes con quien jugaban al fútbol en su ju-
ventud. Hubo allí un cruce de saludos y aforó el relato de
los pasados deportivos de los abuelos.
Al fnalizar el año se preguntó a los alumnos de tercer
año qué actividades del curso consideraban más interesan-
tes. Las respuestas fueron unánimes, las salidas didácticas,
como aprendieron a llamarlas, que permitían una experien-
cia y un contacto directo con el pasado: las entrevistas, las
fotos, los recorridos:
Salir el fn de semana del Patrimonio a sacar fotos. Fue
re divertido. (María).
Entrevistar a mi abuelo y saber que jugaba al fútbol.
(Santiago).
El trabajo del día del patrimonio porque al visitar los
lugares ya no era un cuento, sino que estabas ahí en el lugar
donde pasaron historias y gentes. (Natalia).