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Voces Recobradas
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Voces Recobradas
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Introducción
Con el objetivo de elaborar una refexión metodológica
sobre las formas posibles de abordar y repensar los recuer-
dos actuales de la historia reciente, este artículo expone
algunas observaciones acerca del examen de los relatos,
surgidos de la memoria individual y, al mismo tiempo,
colectiva, referentes a experiencias vividas durante la mili-
tancia política de los años 60 y 70 en la Argentina.
Partiendo de la recuperación de fragmentos de re-
cuerdos –vigentes y reactualizados– de quienes, mediante
su compromiso político, fueron parte de un período que se
inicia con el golpe de Estado de septiembre de 1955 y que
se extiende hasta el fnal de la dictadura militar en diciem-
bre de 1983, este trabajo repara en el uso de las fuentes
orales, aprehendidas como instrumentos de conocimiento
susceptibles de confeccionar las representaciones actuales
sobre las prácticas militantes y el entorno emocional de los
acontecimientos políticos vividos colectivamente. O, para
Militancia
política y
relatos orales:
la configuración
en presente de una
biografía grupal
Paula Sombra
1
École des Hautes Études
en Sciences Sociales
“Je préfère le rôle de
témoin à celui de juge: j’ai
à témoigner, et à témoigner
de ce que j’ai vu et subi.”
Primo Levi, Si c’est un
homme.
2
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Revista de Historia Oral
Revista de Historia Oral
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decirlo en otros términos, de lo que se trata es de ofrecer
una interpretación referente a las construcciones instau-
radas social y políticamente en la actualidad de lo pasado.
Dado que las representaciones son construcciones y re-
construcciones ancladas en la historia y en un contexto so-
cial determinado, dependiente de los sentidos políticos del
momento, se hallan por consiguiente sumidas a una ree-
laboración constante. A su vez, están inscriptas en un ho-
rizonte simbólico denominado imaginario sociohistórico,
el cual constituye el clima espiritual de una época. Desde
esta perspectiva, diríamos que es el imaginario militante
el que confgura el espacio, en el que cohabitaría una mul-
titud de construcciones continuamente renovadas, acerca
de una historia bien cercana, en nuestro presente.
Apoyado en datos empíricos, el estudio expone una
perspectiva posible para pensar ese pasado militante, a
partir de la elaboración de la biografía de un grupo de per-
sonas pertenecientes a una organización armada y a su vez
a una organización no armada, de una
parte de la izquierda revolucionaria y
peronista: las Fuerzas Armadas Pero-
nistas (FAP) y el Peronismo de Base
(PB). La importancia de estos indivi-
duos se debe a que en la actualidad
continúan ejerciendo actividades
políticas, sin embargo bajo formas
nuevas. Es decir, bajo un persistente
compromiso en tareas comunitarias,
por ejemplo; pero y sobre todo, revi-
viendo cotidianamente un pasado com-
prometido políticamente en la denuncia por violación de
los Derechos Humanos durante el terrorismo de Estado.
Precisamente por ello, la labor de reinterpretación de los
testimonios se funda en la confguración verbal del pasado
elaborada en presente, sin dejar de elucidar aquello que
fue la experiencia vivida de los tiempos de enunciación.
Para ello, consideramos los años 2007-2008 como los pun-
tos de referencia de las narraciones.
Demás está decir que lo que nos preocupa no es la
reconstrucción histórica de estas organizaciones en sí mis-
mas, sino las maneras y las perspectivas de análisis a través
de las cuales la memoria de una época es recordada y ree-
laborada oralmente.
Precisamente, entonces, las preguntas que nos plan-
teamos son las siguientes: ¿Qué es lo que se puede apre-
hender a través de los relatos orales, derivados del tiempo
presente, sobre la militancia revolucionaria de los años 60
y 70 en la Argentina? ¿Cómo asumir el sentido de la me-
moria colectiva, resultante de los recuerdos individuales?
¿Cuál es el valor histórico que posee el conocimiento oral,
en tanto patrimonio de aquellos que han vivido las expe-
riencias, ya sea personalmente o a través de las historias
que circulaban y que, por lo tanto, permitieron construir
un entorno en aquellos momentos y una memoria de la
época en la actualidad? Estas interrogaciones nos llevaron
a organizar la presentación en un esquema tripartito: en
primer lugar, vamos a exponer sucintamente algunos lu-
gares comunes sobre las interpretaciones de la historia re-
ciente y su relación con la memoria y la política. En segun-
do lugar, presentaremos ciertos aspectos sobre el uso de
los relatos orales –derivados de nuestros datos empíricos–
y la biografía colectiva y, en tercer lugar, describiremos la
confguración de los relatos pasados en el tiempo presente.
Por último, expondremos algunas consideraciones.
Algunas figuras corrientes sobre los estudios
de la historia reciente
En la Argentina, el término historia reciente
3
designa un
período histórico que comienza a fnales
de los años 50, con el golpe de Estado
cívico-militar –que derrocó al segun-
do gobierno constitucional de Perón
en septiembre de 1955– hasta el fnal
de la segunda dictadura militar en
diciembre de 1983. Reinterpretar ese
pasado, por un lado desde la socio-
logía y por el otro, con herramientas
de investigación pertenecientes a la
historia tales como la historia oral,
supone considerar que el mismo consti-
tuye un terreno vivo. Precisamente, porque se trata no solo
de acontecimientos próximos en el tiempo y cuyas marcas
traumatizantes son visibles y perceptibles en el presente a
través de la memoria viva de la sociedad, sino y también
porque constituye un pasado posible de hacerlo hablar a
través de sus propios actores. Es decir, a partir del registro
de testimonios orales surgidos de los recuerdos individua-
les y también colectivos acerca de ese pasado bien contem-
poráneo, y dentro del contexto de entrevista.
Trabajar acerca de la memoria supone primeramente
interrogar una realidad subjetiva en situación, y tomar en
cuenta que dicha interpretación del pasado implica un
constante ejercicio de selección, el cual comporta tanto
silencios como olvidos. Rechazar la validez de este tra-
bajo como forma de construcción de una realidad y como
fuente de conocimiento presumiría caer en un místico re-
duccionismo, carente de valor si lo que aquí nos interesa es
reinterpretar el relato de hechos pasados en tanto fuentes
de restablecimiento actual.
Así, el reconocimiento y la reinterpretación de la his-
Reinterpretar ese pasado,
por un lado desde la sociología y
por el otro, con herramientas de
investigación pertenecientes a la
historia tales como la historia oral,
supone considerar que el mismo
constituye un terreno vivo.
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toria expresados a través de los recuerdos que provienen de
la memoria de aquellos que formaron parte de ese perío-
do, suscita que sea aprehendida y analizada –en un primer
momento– la producción de un argumento concerniente
a una cotidianeidad en los confictos sociales, según nues-
tra opinión, circunscripta a una moralidad signada en los
derechos y los deberes, como en los valores y las creencias
políticas. De este modo, el restablecimiento de la historia a
través de los fragmentos discursivos provenientes del len-
guaje permitiría acceder a un mundo donde los aconteci-
mientos y los imaginarios se constituyeron de experiencias
felices y dramáticas, pero cuya restitución muchas veces re-
sulta difícil de realizar debido a su carácter trágico. Como
ya lo remarcaron Franco y Levín, la delimitación de este
“campo de estudios en construcción” debe ser pensada en
términos traumáticos, y no según criterios cronológicos.
En el mismo sentido, Anne Pérotin-Dumon argumenta
sobre los pasados represivos en América Latina: “se trata
de hechos violentos y moralmente graves que sembraron
discordia y provocaron sufrimientos. He-
chos que se presentan como una gran
ruptura en la vida del país. Ese pasado
no solo vive en los recuerdos íntimos
y en la memoria de círculos restrin-
gidos, sino que es parte del recuerdo
social e irrumpe periódicamente en
la actualidad.” Precisamente, desde
hace unos años, ese pretérito in-
tenta irrumpir a través de la gestión
política de diferentes organizaciones
e instituciones de defensa de los Derechos del Hombre,
resultantes de la sociedad civil así como del Estado, en-
cargadas de investigar ese período. En efecto, los cambios
políticos e históricos que han permitido su desarrollo en
el espacio público, instituyeron al mismo tiempo –y bajo
un consentimiento tácito con la sociedad– las represen-
taciones de una memoria pública y ofcial “de la historia
que hace mal”. Apoyándose sobre instrumentos legales, el
conjunto de intervenciones del poder ofcial legitimó una
política de apertura respecto a los testimonios así como al
establecimiento de “lugares de memoria”.
4
De esta manera,
encontramos oportuno señalar los trabajos referidos a las
políticas de reconocimiento por preservar no solo el re-
cuerdo sino también por restituir públicamente aquellos
años de dolor. Entre algunos de los recursos de evocación
de este pasado, se destaca la instauración de fechas, placas
conmemorativas, monumentos, así como la instalación de
organismos. Todos ellos con el fn de hacer memoria –po-
lítica– y de propagar el conocimiento histórico en amplios
sectores que durante años lo obliteraron.
Por otra parte, existe una abundante producción de
trabajos donde se aborda el tema de la reconstrucción his-
tórica a través de testimonios sobre el activismo político.
Lejos de esbozar una lista exhaustiva, destacamos la exis-
tencia de una larga lista de escritos publicados o en curso
de publicación. Estos cubren campos de investigación tan
diversos como la historiografía académica, el periodismo
de investigación, la compilación de testimonios, flmes
(documentales y fccionales), novelas, autobiografías, en-
sayos, etc.
5
Más allá de la adopción de las perspectivas de
análisis y, por lo tanto, de los diferentes grados de cuestio-
namiento, todos ellos se focalizan en la fase de exterminio
ejercidas por el Estado, como así también en las consecuen-
cias durante el período de transición a la democracia.
No es menos verdad que “esta forma de historiar –la
memoria (nota del autor)– no depende mecánicamente
del tiempo que nos separa de los acontecimientos anali-
zados sino de una coyuntura política o cultural” (Rousso,
2007). De todas maneras, es evidente que por esta vía la
producción de estudios acerca de este
período impone una manera correcta
de construir la memoria en lugar de
pensar de forma crítica otras recons-
trucciones históricas. Aún cuando se
traten de diferentes maneras de in-
terpretar y por lo tanto, de exponer
el período del
Proceso
y su violencia
política a través de sus víctimas, ha-
ciendo de cada memoria un fragmen-
to de verdad, cada una de estas formas
–más allá de sus diferencias– aplican una concepción ho-
mogénea acerca de la realidad vivida, y un conocimiento
del pasado desde las heridas.
De todos modos, esta recurrencia a lo trágico no
supone una interpretación caduca del pasado; mucho
menos la sospecha de que no sea más convincente. Sin
embargo, consideramos que los trabajos sobre el pasado
reciente y la memoria –colectiva y social– tienen tenden-
cia a focalizarse, por un lado, en conclusiones ligadas a la
represión sistemática llevada a cabo por el poder parami-
litar de la Triple A (1973-1975), las detenciones ilegales,
los encarcelamientos, los usos masivos de la tortura, los
asesinatos políticos, la desaparición forzada de personas,
el robo de menores, el exilio forzado, todo esto, llevado a
cabo por la dictadura militar de 1976-1983. Por el otro,
en los relatos heroicos de algunos cuadros de la izquierda
revolucionaria y del sindicalismo de combate. General-
mente, sus historias permitieron construir un mito de su
propia lucha política y más particularmente de la lucha
armada. En defnitiva, consideramos que la mayor parte
Ese pasado no solo vive en los
recuerdos íntimos y en la memo-
ria de círculos restringidos, sino
que es parte del recuerdo social
e irrumpe periódicamente en la
actualidad.
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Revista de Historia Oral
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de las interpretaciones realizadas terminaron por susci-
tar una comprensión del período, a partir de una serie de
oposiciones binarias tales como: víctima/verdugo; ven-
cedor/vencido; los que “largaron”-hablaron/los que “se la
bancaron”; perejil/cuadro, etc. Incluso cuando se discute
sobre las acciones en la lucha armada, estas son asociadas
exclusivamente a las experiencias en la militancia de los
años 70, particularmente en lo que se refere a las organi-
zaciones del PRT-ERP y de Montoneros. En consecuen-
cia, la historia del período termina repasándose a partir
del secuestro y el asesinato de Aramburu (29 de mayo
de 1970), la masacre de Trelew (22 de agosto de 1972),
llegando enseguida a la masacre de Ezeiza (20 de junio de
1973), el asalto en Monte Chingolo (diciembre de 1975),
para fnalmente alcanzar la represión ilegal y clandestina
disimulada bajo el nombre de “Proceso de Reorganiza-
ción Nacional”.
Hacer referencia a todos estos
acontecimientos y juzgarlos, como
hablar de “guerra sucia”, puede ser
útil y necesario en ciertos casos. En
lo que respecta a los trabajos sobre
“la memoria de la represión política”,
consideramos inevitable no reenviar
a un pasado de la dictadura más aún,
las políticas de lucha por la memo-
ria, la verdad y la justicia llevadas a
cabo por diferentes instancias guber-
namentales y no gubernamentales
se movilizan por la defensa de los
Derechos del Hombre a través de di-
versas acciones de lucha, ofcializando las
denuncias y las persecuciones judiciales por violación a
los Derechos Humanos durante ese período y por la lucha
contra la impunidad a los represores y colaboradores con
ese régimen. Sin embargo, todo esto no debe omitir estu-
diar aquello que signifcó actuar políticamente para una
multitud de militantes durante aquellos años; olvidando
además, las primeras experiencias de lucha de la Juven-
tud Peronista (emergente de la proscripción de Perón y de
la Resistencia Peronista) y del peronismo revolucionario,
cuyo nacimiento los inicios de los años 60 anunciaba la
doctrina política y las prácticas desarrollas durante los
años 70.
Justamente, comprender los motivos, las intenciones
y los momentos de la militancia política radica en hacer in-
teligible, también, un pasado que hay que conocer, que es
indispensable no ocultar para no olvidar las experiencias
que han fundado la historia y que constituyen asimismo la
memoria de una época.
La elaboración actual del pasado:
un saber verbal y colectivo
Para construir investigación en ciencias sociales hay que
tener en cuenta, por un lado, que el marco teórico puede
estar previamente seleccionado y determinado por las pre-
guntas y los objetivos de investigación; de igual forma y por
otro lado, es necesario saber que ninguna metodología se
justifca por sí misma. En este sentido, tanto la producción
como el desarrollo de conocimiento son el resultado de los
datos sistemáticamente recolectados y analizados durante
y después del proceso mismo de investigación. Es la mejor
manera de justifcar sus usos. Sin embargo, es ineludible
dar cuenta de los fundamentos teóricos y de las aplicacio-
nes empíricas susceptibles de desprender una perspectiva
de análisis propia a la realidad social que se examina.
Partiendo de un esquema pre-establecido con el en-
trevistado, los relatos se recogieron desde y
en torno a las experiencias en la mili-
tancia pasada y actual. Así, orientada
desde el presente, se diseñaron pre-
guntas que fueran válidas tanto para
el pasado como para el hoy, puesto
que nuestro interés estuvo en lograr
que los entrevistados evocaran ciertas
prácticas y costumbres desempeñadas
durante los años 60 y 70 así como sus
actividades en una militancia más ac-
tual. Evidentemente, se trató de frag-
mentos de sus vidas contados lineal-
mente e inscriptos en los aconteci-
mientos que marcaron su pasaje por el
militantismo. Es cierto que algunos recuerdos personales
se volvieron puntos de referencia en el presente, compor-
tando su descripción un camino posible para recoger los
hechos del pasado, a través de la elaboración signifcativa
de los momentos que los sujetos mismos han incorporado
y reinterpretado –algunas veces– sobre aquello que han vi-
vido personalmente, en relación –otras veces– con aquello
que han entendido. De todas maneras, más allá de la pre-
sencia de ciertas representaciones –entendidas para noso-
tros como acontecimientos mayores–, existen sin embargo
otros puntos de la realidad, incorporados de forma más
personal, los cuales han caracterizado especialmente la ex-
periencia autobiográfca en particular. Más allá de las cir-
cunstancias propias de cada encuentro, todas las entrevis-
tas fueron situadas a partir de la misma pregunta: “¿cuáles
fueron las circunstancias que marcaron su vida condicio-
nando sus inicios en actividades políticas?” A partir de ahí,
dejábamos que la persona tomara la palabra, poniendo en
práctica una escucha sin interrupción. Justamente, porque
Comprender los motivos, las
intenciones y los momentos de la
militancia política radica en hacer
inteligible, también, un pasado
que hay que conocer, que es
indispensable no ocultar para no
olvidar las experiencias que han
fundado la historia y que constitu-
yen asimismo la memoria de una
época.
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Voces Recobradas
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la memoria implica un constante ejercicio de selección, el
cual comporta tanto silencios como olvidos, podría decir
que nos sujetamos a aquello que podían y querían recor-
dar como al interés por darme detalles. En todo caso, más
allá de los acontecimientos mayores y más allá de las expe-
riencias personales, “la distancia temporal no es más una
difcultad sino una ventaja para una apropiación de diver-
sas estrategias de sentido de los acontecimientos pasados,
vueltos acontecimientos sobre signifcados” (Dosse, 1998).
Derivada de una temporalidad discontinua, la apropiación
del pasado a través de los relatos de ciertos acontecimien-
tos fue repasada y vueltos a construir desde la memoria de
los derechos y los deberes, desde las creencias y los valores
que persisten como parte también del recuerdo colectivo.
De esta manera, optamos por apoyarnos sobre las té-
cnicas de los relatos de vida, en tanto fuentes de la memo-
ria, a fn de intentar acceder a la subjetividad y recoger las
representaciones pasadas a través de las
cuales un grupo de individuos (perte-
necientes a las Fuerzas Armadas Pe-
ronistas y al Peronismo de Base) ex-
presó un similar recorrido a través de
sus emociones acerca de los momen-
tos y las situaciones vividas, acerca de
sus ideas y de sus pasiones. Con esto
queremos aclarar que indudablemen-
te no buscábamos reconstruir una
existencia en particular, más allá de
que las entrevistas hayan sido en ge-
neral recogidas individualmente. Sin
embargo, el hecho mismo de haber sido
recolectados dentro de estos marcos, nos permitió consta-
tar la existencia de un discurso similar acerca de ciertos
hechos históricos. Justamente por eso, aclaramos que la
saturación del trabajo no se dio por una falta de entrevis-
tados sino por una homogeneidad –probada gracias a una
repetición– discursiva. A excepción de aquellos que per-
manecen en el exilio, el resto expresó un recorrido político
similar, puesto que se trató de un pasado político, el cual
ha sido siempre compartido.
Por otro lado, es cierto que se trató de un recorrido
orientado por nosotros mismos –en tanto entrevistador/
investigador– pero confgurado por ellos –en tanto en-
trevistados– y por lo tanto, adaptado en gran parte a sus
informaciones. De todos modos, quisiéramos marcar que
es el grupo el que continúa –todavía– como vector de sus
vidas pasadas y presentes. En efecto, en lugar de utilizar el
yo
para contar sus propias experiencias vividas, recurren
al
nosotros
. Inscribiendo esta investigación en la fliación
pragmatista de los trabajos de Georges H. Mead, la pro-
blemática del
Self
, (del
espíritu
y la
sociedad
) entendida por
la interacción entre el sujeto y el objeto, entre el
Me
y el
I
intentamos entender el discurso de sí mismo en términos
de individuo social, en tanto individuo defnido con rela-
ción a otros sí mismos. O, para decirlo en otros términos,
más allá de haberse enunciado desde la primera persona
del plural o incluso cuando lo hacen desde lo singular, se
encuentra implícita la pertenencia a una vida emergida de
y en lo social. Esto no supone, sin embargo, que nosotros
hayamos querido estudiar la vida de un grupo de personas
cuya existencia singular se diluye en una experiencia colec-
tiva. Ciertamente, la reconstrucción del pasado –siempre
fragmentado– fue enmarcada en el seno de un grupo, reen-
viando una reinterpretación a partir de la experiencia his-
tórica de cada uno en el conjunto. El individuo enmarcó su
relato en torno a anécdotas signifcativas y las hizo públicas
porque, en todo caso, se trató de experiencias grupales.
Partir de las movilizaciones socia-
les presupone saber que existen in-
tercambios recíprocos con respecto a
las reivindicaciones. En este sentido,
la consideración de la aproximación
biográfca (inscripta en los marcos
de la sociología)
6
nos llevó a estudiar
los procesos de movilización desde
un punto de vista de las relaciones
recíprocas –en oposición a los estu-
dios que toman al individuo aislado,
en tanto Sujeto de la Historia–. Cada
vida es única; no obstante, en lugar
de hablar de un relato autobiográfco,
resultado de la memoria individual, tratamos de realizar
un cruce de biografías examinadas a través de un proceso
de idas y vueltas de lo singular hacia lo colectivo, con el
objetivo de hacer emerger un relato coherente.
Así, retornar hacia el pasado a través de la palabra
los presupuestos cotidianos, etcétera, implicó movilizar la
memoria de aquello que motivó las quejas y los desconten-
tos individuales, recogiendo en defnitiva aquello que los
persuadió de la necesidad de una lucha colectiva. Desde
esta perspectiva, podríamos decir que los testimonios ora-
les proporcionaron un medio adecuado –entre otros– para
explorar diferentes aspectos del pasado a través del signi-
fcado de una cotidianeidad vivida por los individuos mis-
mos. Cuando los hechos se alejan del presente, los relatos
orales constituyen una técnica activa y creativa de atribu-
ción de otro sentido de la historia. En defnitiva, expresan
aquello que todavía permanece vivo en el recuerdo colec-
tivo. De todos modos, quisiéramos aclarar que sería ino-
cente creer que gracias a esta técnica se podría aprehender
Derivada de una temporalidad
discontinua, la apropiación del
pasado a través de los relatos de
ciertos acontecimientos fue repa-
sada y vueltos a construir desde
la memoria de los derechos y los
deberes, desde las creencias y los
valores que persisten como parte
también del recuerdo colectivo.
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Revista de Historia Oral
Revista de Historia Oral
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directamente las experiencias vividas y que el cuestiona-
miento de las convicciones sería sufciente para evaluar y
restablecer cualquier hecho relativo a la historia del pre-
sente. Por otra parte, aquello que resulta problemático es
habitualmente el no cuestionamiento de las reconstruccio-
nes sobre ese pasado en la Argentina. Y esto no supone que
vayamos a discutir como verdadero o falso aquello que las
personas han testimoniado. En todo caso, aquello que nos
han contado –con sus posibles contradicciones– es lo que
consideramos como verdadero en su memoria.
Por otra parte, la restitución del pasado a través de los
recuerdos de aquellos que lo han vivido o que lo han escu-
chado está lejos de tratarse de una reelaboración confnada
en un pasado estático. Por eso, sin quedarnos en un pasado
que no pasa, consideramos que lo que resulta problemático,
muchas veces, es comprender los hechos de la experiencia
que resultan de los relatos en situación y de restablecerlos
sabiendo desde donde ellos fueron ex-
traídos. Y precisamente es esto lo que
nos interesa a fn de hacer comprensi-
ble la confguración de los recuerdos
tal cual coexisten en la actualidad.
Pues, lo que nos preocupa es el trabajo
de la representación del pasado inter-
rogado desde el presente y el examen
de las actitudes y los comportamientos
verbales y a veces corporales en su ex-
presión actual, tal cual son expresados
a través de los relatos sobre las prácti-
cas vividas en el activismo político.
No es solamente aquello que contaron
lo que nos interesó aprehender, sino también el compor-
tamiento que adoptaron frente a su testimonio. Indubita-
blemente, las actitudes y las posturas que desembocan del
lenguaje corporal han expuesto una continuidad con el rol
del militante de aquellos años. Más allá del tiempo que pasa,
el trabajo de la memoria oral los confronta a experiencias,
las cuales creyeron haber superado. La violencia política y
social característica de aquellos años dejó marcas hirientes
hasta el día de hoy.
Por último, si bien es cierto que privilegiamos el uso
de las fuentes orales, no obstante consideramos que es
indispensable combinarlas e incluso hacerlas interactuar
con otros procedimientos y puntos de vista de construc-
ción de evidencia empírica. Es por eso que a la recolección
de textos orales (bajo la forma de un relato), incorpora-
mos la consulta y la investigación de materiales bibliográ-
fcos. Para ello, examinamos textos académicos, revistas
y periódicos, ponencias, manuscritos, etcétera. Aunque
también exploramos todo tipo de fuente impresa relativa
a archivos y a documentos institucionales como revistas
de la época, documentos elaborados por las organizacio-
nes, escritos personales, diarios de viaje, cartas, etcétera.
Demás está decir que los textos escritos ocupan un lugar
notablemente signifcativo, puesto que sustentan e infor-
man acerca de una cultura oral (rasgo predominante en
estos grupos, pero no exclusivo de las FAP) desde sí mis-
ma, estableciendo una relación con su pasado. Para ello,
el término etnotexto de Philippe Joutard nos permitió
conceptualizar este tipo fuentes escritas e incluso las ver-
siones escritas de las citas orales. La noción de etnotexto
se aplica también a las fuentes escritas de los textos orales o
a las versiones escritas ocasionales. En lo que nos respecta,
el término abarcó no solo aquellos textos no literarios sino
también a las historias contadas y no vividas pero experi-
mentadas como propias. Los relatos orales, por un lado, y
las fuentes escritas y aquellas provenientes –muchas veces–
de esos textos por el otro, ofrecen la
posibilidad de aprehender aquello que
queda y que es expresado, en vista de
adentrarse y ubicarse en la conciencia
colectiva de los recuerdos históricos de
la militancia de aquellos años.
El tiempo del relato: la reinter-
pretación en presente de la expe-
riencia pasada
Sabiendo que el trabajo de rememo-
ración es una actividad que engloba
el presente, cabe aclarar que partimos
del presente para situar y reconstruir un
pasado, interpretado y enunciado de manera contingente.
“Resultante de una temporalidad discontinua, el sentido
se devela a partir de un trabajo hermenéutico fuertemente
tributario del momento del presente en el que se encuen-
tra la situación prevalente, verdaderamente constitutivo
del pasado” (Dosse, 1998). Desde esta perspectiva, el
hecho de haber notado una persistencia del colectivo en
los itinerarios individuales, el pasado militante articula los
relatos actuales. Con esto señalamos una prolongación de
la dependencia para con el grupo, la cual si bien difere
con respecto a aquella que se dio durante los años 60 y 70,
la misma desvía la balanza hacia una antigua moral co-
lectiva. Con esto nos permitimos aseverar que se trata de
un grupo cuya característica primera es la de estar consti-
tuido en dos tiempos: es decir, en un tiempo pasado y en
un tiempo presente.
Se destaca entonces la existencia de un rol biográfco
organizado por la pertenencia a una experiencia colectiva
y por la temporalidad organizada del relato. Para ello, nos
Quisiéramos aclarar que sería
inocente creer que gracias a esta
técnica se podría aprehender
directamente las experiencias
vividas y que el cuestionamiento
de las convicciones sería suficiente
para evaluar y restablecer cual-
quier hecho relativo a la historia
del presente.
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Voces Recobradas
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Voces Recobradas
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parece relevante incorporar el concepto de
identidad nar-
rativa
propuesta por Paul Ricœur para explicar la dimen-
sión narrativa y la dimensión de la temporalidad en torno
a las cuales se organizas los relatos. “La historia contada
enuncia el
quién
(
qui
) de la acción. La identidad del quién
no es otra cosa que la identidad narrativa. Sin el recurso de
la narración, el problema de la identidad personal está, en
efecto, condenado a una antinomia sin solución: o bien se
coloca un sujeto idéntico a él mismo en todas las diversi-
dades de sus estados, o bien se lo sitúa (…) en una ilusión
substancial” (Ricœur, 1991 [1985]) ¿Quién es el que ha-
bla, entonces? De esta manera, Ricœur propone superar
el dilema entre aquello que se sitúa como disolución de la
identidad y el mantenimiento de una identidad fja, reem-
plazándola por una identidad entendida desde un sentido
de lo propio, de lo mismo, de lo estable, de aquello que
continúa (
ídem
), por una identidad entendida desde un
sentido de sí mismo (
ipse
). La diferen-
cia entre una y otra no es otra cosa
que la diferencia entre una identidad
substancial, inmutable e inaccesible
y la identidad narrativa, dinámica y
susceptible de rehacerse en función
de las confguraciones narrativas. Es
el sí mismo, entonces, el que puede
confrontarse al tiempo, a los cambios
y a las mutaciones constitutivas, ha-
ciéndose comprensible en relación con el
otro. Así, la refexión sobre el sí se encuentra cruzada por
una dialéctica, donde la mediación de la identidad nar-
rativa restituye una coherencia a la vida, la cual no deja
de hacerse y de rehacerse: “Esta tensión hace de la vida
misma un tejido de historias contadas” (
Ibid
.).
Gracias a esta conexión, Ricœur ofrece una manera
de poder pensar la tensión que se instala entre la enuncia-
ción de una identidad intangible por aquel que escribe
una biografía, y los cambios que los sujetos biografados
son capaces de conocer a lo largo de sus vidas. Gracias al
concepto de sí, el sujeto que resulta de las interacciones
entre el yo y el otro, construye el modelo de una identidad
dinámica de las confguraciones narrativas. En este senti-
do, la identidad no supone ninguna aserción concerniente
al pretendido nudo no cambiante de la personalidad” (Ri-
cœur, 1996 [1990]). La
ipséité
, es decir el sí, construye su
recorrido en una verdadera intrincación con el otro.
Es la razón por la cual pensamos que si bien el pasado
aparece como “lo ya vivido”, consideramos que el presen-
te no es solamente el actual. En todo caso, se redefne en
función de las trayectorias de cada uno y de su vínculo con
los otros, de los momentos y de los lugares desde donde se
desarrollan las palabras y desde la perspectiva a través de
la cual el investigador deconstruye y reconstruye el pasa-
do. Y en todo caso, la memoria (siempre hipotética) de es-
tos itinerarios es necesaria para comprender y reconstruir
los diferentes relatos individuales al interior de una misma
organización y en un momento preciso de la enunciación.
En defnitiva, se trata de estudiar el presente histórico
a los efectos de hacer inteligible un pasado constantemen-
te retomado: un vaivén entre el ayer y el hoy, que depen-
diendo de las circunstancias, determina una selección que,
como se sabe, es provisoria. Sin embargo, la misma suscita
la necesidad de ser aprehendida para comprender la par-
ticularidad de un grupo defnido a través de una tensión
entre dos tiempos. Precisamente: entre un tiempo marca-
do por la lucha armada y otro que la revive, sin embargo
comprometido en la lucha por los Derechos Humanos con
relación a los crímenes de lesa humanidad perpetrados
durante la última dictadura militar.
Los procedimientos de análisis y
de interpretación no excluyen la po-
sibilidad de alargar la aplicación de
nuestro abordaje al resto del mundo
de la militancia política de aquella
época. En defnitiva, más allá de las
diferentes tendencias políticas, es la
expresión de los fragmentos discursi-
vos referidos a las fguras sociopolíti-
cas (las cuales conllevan los motivos y los
objetivos de su compromiso en el activismo) que constituye
el centro de nuestra atención. Adoptando esta perspectiva,
nos preguntamos entonces: ¿en qué medida las represen-
taciones políticas, resultantes de los recuerdos en torno a
la militancia político-revolucionaria, permitirían elaborar
nuevas refexiones más allá del carácter dramático que re-
viste la historia del tiempo presente en la conciencia social?
Algunas reflexiones finales
Para concluir, quisiéramos precisar que si bien el uso de los
testimonios orales, concebidos en tanto instrumentos de
conocimiento del pasado pero también como medios de
evaluación del presente, no tiene la pretensión de presentar
a los individuos manipulando el presente histórico, por el
hecho de que estos materiales puedan suscitar un efecto de
verdad, es este mismo efecto de lo vivido, sin embargo, el
que en general le otorga a un carácter relativo e inestable,
ya que en tanto construcciones discursivas, quedan circuns-
criptos a los momentos de enunciación. De todos modos,
esto no signifca que no queden sujetas a una verifcación.
Sin embargo, la reconstrucción del pasado a través del uso
de los materiales biográfcos implica
per se
un contrato de
Los procedimientos de análisis
y de interpretación no excluyen la
posibilidad de alargar la aplicación
de nuestro abordaje al resto del
mundo de la militancia política de
aquella época.
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Revista de Historia Oral
Revista de Historia Oral
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verdad, comparable al “pacto autobiográfco” defnido por
Philippe Lejeune. En defnitiva, lo que importa es lo que
persiste y se transforma sobre un mismo pasado vivido.
Cuando se escribe sobre la historia del pasado re-
ciente, hay que saber que se escribe sobre vidas pasadas
pero también actuales. Lejos de situarnos en una pos-
tura “paseísta”, en todo caso consideramos a la historia
oral como una manera de decir presente. Y en lo que nos
concierne, se trata de escribir escuchando la palabra de los
otros; apoyándose sobre la memoria individual de aquel-
los que han forjado una historia que se inicia con el golpe
de Estado militar, que derroca al segundo gobierno consti-
tucional de Perón en septiembre de 1955 y que continúa
con un período de violencia política cuya intensifcación
se dio en los años 60 y sobre todo en los 70, nos permitió
comprender un pasado próximo y vivo y de concebir nue-
vas refexiones, las cuales se agregarían –por supuesto– a
aquellas que ya se han hecho. En este sentido, compren-
der aquello que persiste y aquello que se transforma de ese
pasado, demanda una apertura a nuevas interpretaciones
que renueven las refexiones quedando atentos a lo que
perdura en el presente, indudablemente.
En defnitiva, se trata de las maneras a través de las
cuales las marcas actuales del pasado reciente pueden ser
abordadas y repensadas, puesto que lo que nos interesa es
reconstruir otras formas del recuerdo implicando a todos
aquellos que han vivido y construido esta parte de la his-
toria; sin ser jueces, solo testigos de lo que han visto, pade-
cido, escuchado y revivido.
Notas
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
1
Doctoranda en Sociología. École des Hautes Études en Sciences Sociales /
Universidad de Buenos Aires
2
“Prefero el papel de testigo al de juez: he de dar testimonio, dar testimonio
de todo cuanto he visto y padecido.” (Traducción de la autora.)
3
Denominada indistintamente historia actual, historia cercana, historia
inmediata, historia contemporánea, historia muy contemporánea, historia
del presente, historia del tiempo presente, historia viva, historia de los que
comparten nuestra vida. Según nosotros, la diversidad de los términos para
aludir al conocimiento historiográfco de un espacio en el que investigador
y objeto investigado se encuentran inmersos en una misma temporalidad
no se debe tanto a “la existencia de algunas difcultades e indeterminaciones
que enfrentan los historiadores a la hora de establecer cuál es la especifcad
de este campo de estudios” (Franco y Levín, 2007) sino a una inatención,
y a veces confusión, a la particularidad y a las inquietudes de los contextos
culturales e intelectuales en los que se inscribe y se defne cada una de estas
conceptualizaciones. De todos modos, y siguiendo a Franco y a Levín,
adoptamos la denominación de “historia reciente” por ser la más adecuada
en el espacio académico de la Argentina.
4
Retomamos aquí el título de la obra consagrada a la historiografía
francesa, dirigida por Pierre Nora. Con
les lieux de mémoire
el autor refere
a todos aquellos lugares que intentan escapar del olvido. Según él, esta
referencia puede aplicarse tanto a los objetos tangibles como intangibles
(monumentos, museos, fechas, acontecimientos o símbolos).
5
Para no citar más que algunos ejemplos, indico el trabajo académico de
James (1992, 1995, 2004 [2000]) al igual que las obras de Diana (1996),
Anguita y Caparrós (1998 [2007]), Chaves y Lewinger (1998), Baschetti
(2007), Bonasso (1984), Cersósimo (2008), El Kadri y Rulli (1984), Mattini
(1996), Onrubia Rebuelta (2007), Alcoba (2007), Cieza (1997, 1999, 2007),
Blaustein (1996, 2000, 2006), Prividera (2007), Bechis (1999), Carri (2003),
H.I.J.O.S., entre otros.
6
Sabiendo que tanto la autobiografía como la biografía son géneros
tradicionales pertenecientes a la literatura, aunque en relación estrecha con
la historia y la psicología.
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