image/svg+xml
Voces Recobradas
10
Voces Recobradas
10
C
ada sociedad vive a su manera, en función de su
historia y de sus problemas específcos la evocación
de pasados violentos y traumáticos. Tales pasados
pueden ser conocidos en sus aspectos más doloro-
sos y ser asumidos, es decir, reconocidos como propios o
puede ser deliberadamente olvidados, ocultados, disimula-
dos o justifcados para, de este modo, no afrontar ni aclarar
las responsabilidades
que de ellos se derivan, sobre todo
“(…) cuando una comunidad vive hipotecada por un pa-
sado políticamente criminal”
1
. Para varias generaciones de
argentinos, abrir los ojos al pasado reciente implica hacer
frente a las propias responsabilidades, es decir, en qué medi-
da han contribuido por acción u omisión a hacer posible la
catástrofe –o simplemente eludirlas o justifcarse– mientras
que para las nuevas generaciones conlleva la posibilidad de
reproducir simplemente las tradiciones y sentidos hereda-
dos o, en cambio, reelaborarlos críticamente. De modo tal
que la memoria social puede ser entendida no solo como
el acto selectivo de rememoración del pasado sino también
como la puesta en funcionamiento de un modo tanto críti-
co como acrítico de recordarlo. Esta tensión entre recordar y
reconocerse como parte de ese pasado –o para las nuevas
generaciones, al menos, hacer frente a las tradiciones here-
dadas que lo hicieron posible– marca los límites entre los
cuales es posible pensar las relaciones que la sociedad ar-
gentina, y específcamente las Fuerzas Armadas, restablecen
con la violencia del pasado reciente.
2
¿Cómo cerrar
el pasado?
La memoria de los/as
oficiales del ejército
argentino sobre la represión
Valentina Salvi
Investigadora del
CONICET /IIGG
Pues bien, el presente artículo se propone dar cuenta
de las tensiones que se manifestan entre las nuevas gene-
raciones de ofciales del ejército, entre la tendencia a ac-
tualizar y repetir las imágenes, lenguajes y símbolos que
hicieron posible la puesta en funcionamiento de un sistema
clandestino de desaparición de personas o la voluntad de
crear nuevos sentidos que permitan apropiarse si no críti-
camente, al menos refexivamente de ese pasado.
3
En efecto,
el objetivo es aquí indagar en la memoria de los/as ofciales
en actividad del ejército, atendiendo a los juicios morales y
razones políticas con los que afrontan o eluden las respon-
sabilidades políticas y morales que le incumben a las insti-
tuciones armadas de las que son parte.
4
Para llevar a cabo
esta indagación, la propuesta es examinar las tradiciones
(sentidos, imágenes, discursos) a partir de las cuales los/as
ofciales que no fueron contemporáneos de la represión in-
terpretan el pasado y la actuación de las Fuerzas Armadas.
Y de este modo, el interés de este artículo es interrogar la
memoria militar en función de la relación entre cambio y
continuidad de las representaciones y sentidos que hicieron
posible la criminalización de las Fuerzas Armadas. De allí
que cabe preguntarse, ¿se trata de la presencia repetida bajo
la forma de infuencias y efectos de las tradiciones culturales
que posibilitaron el terrorismo de Estado? O, luego de 25
años de vida democrática, ¿estamos frente a la presencia de
nuevos –o al menos otros– símbolos, lenguajes y sentidos
con los que los ofciales de hoy hacen frente de un modo
image/svg+xml
11
Revista de Historia Oral
Revista de Historia Oral
11
más o menos inédito a la pesada herencia que reciben? En
fn, el objetivo es dar cuenta de las creencias, valores, repre-
sentaciones que ponen en funcionamiento cotidianamente
los hombres y mujeres del ejército para constituirse en una
comunidad moral capaz de lidiar con su propia historia
hacia el futuro. Al tiempo que también el interés es resta-
blecer la relación dialógica propia de los debates sobre la
responsabilidad política –autoentendimiento ético-político
como lo llamaría Habermas– que permite poner las certezas
e identidades de un grupo en reconocimiento abierto a las
lecturas de los otros grupos y tradiciones que son parte de
la misma sociedad.
Este trabajo se apoya, por una parte, en las observacio-
nes efectuadas a lo largo de 2009 en ocasión de los debates
producidos en las conferencias por el Bicentenario realiza-
das en el Salón Libertador del Ministerio de Defensa titu-
ladas “Construcción de la Nación Argentina y Fuerzas Ar-
madas: origen, desarrollo y organización institucional”. En
estos encuentros diversos dirigentes, intelectuales e inves-
tigadores expusieron, frente a alrededor
de 300 ofciales en actividad y cadetes
de las tres fuerzas, sobre temas tales
como la organización de la nación y
la modernización, la crisis del modelo
agroexportador y la crisis institucional,
el peronismo y el compromiso indus-
trialista, la alternancia de los gobiernos
civiles y militares y la dictadura militar
y el neoliberalismo, la recuperación de la
democracia,
5
entre otros; y por otra parte, en una serie de
entrevistas realizadas a ofciales varones y mujeres del ejér-
cito, así como en los debates registrados en diversos
focus
group
efectuados entre ofciales mujeres también en 2009.
El peso del pasado
A pesar de los intentos unilaterales llevados adelante por el
régimen militar para cerrar las cuentas con el pasado por la
violación sistemática a los derechos humanos y de las tenta-
tivas de fortalecer una identidad militar basada en la idea de
los “vencedores” de la guerra antisubversiva que convierta
al pasado en un legado memorable para las nuevas gene-
raciones de ofciales, la pasada dictadura militar y la desa-
parición forzada de personas se imponen como un lastre
difícil de sobrellevar para las ofciales en actividad hoy en el
ejército. En efecto, con el
Documento Final sobre la guerra
contra la subversión y el terrorismo
6
y la Ley de pacifcación
Nacional,
7
la última Junta Militar buscó resolver el proble-
ma de la imputación penal y el peso simbólico de la con-
dena moral por parte de la sociedad. Sin embargo, ni estas
medidas ni el fortalecimiento, durante los años de la tran-
sición democrática, del discurso corporativo de los “vence-
dores” como expresión de la negativa a “rendir cuentas” a la
sociedad sobre el destino de los desaparecidos y lo actuado
durante la represión ilegal, fueron sufcientes para cerrar el
pasado o imponer un modo acrítico de recordarlo.
Asimismo, desde el
Documento Final
y la Ley de Pa-
cifcación Nacional en 1983 hasta los recientes “actos de
homenaje a los muertos por la subversión” en Plaza San
Martín convocados por las organizaciones de “Memoria
Completa”,
8
la consigna de la “reconciliación nacional”
como recurso simbólico pero también político y extrajurí-
dico para cerrar defnitivamente el pasado es una constante
en la narrativa y la estrategia política de sectores cívico-
militares que comprometidos con el recuerdo de la “lucha
contra la subversión”. Si bien esta consiga se fue
aggiornando
con el paso de los años y hoy oscila entre la estrategia de
olvidar las así llamadas “secuelas de la guerra antisubversi-
va” y una suerte de “memoria abusiva” en la que todos los
argentinos resultan hermanados como “víctimas de una
guerra fraticida”, no ha logrado imponer-
se como un discurso hegemónico de
cierre defnitivo del pasado. Y aunque
para muchos de los ofciales que fue-
ron contemporáneos de los hechos, hoy
ofciales retirados del ejército, el hecho
de “haber ganado” la “guerra contra la
subversión” constituye una plataforma
de legitimidad sufciente para no tener
que “rendir cuentas” ni “dar explicaciones”
a la sociedad y a la justicia, se han visto obligados en diver-
sos ámbitos, sean judiciales como sociales, a dar respuesta a
los cuestionamientos de la sociedad por lo actuado durante
la represión ilegal. En defnitiva, los militares argentinos no
han logrado “dar vuelta la página de la historia” ni a través
de las leyes de impunidad ni con un discurso corpo-
rativo de negación y triunfalismo, lo que los coloca –so-
bre todo a las nuevas generaciones de ofciales– frente a la
necesidad de reformular los marcos de interpretación con
los cuales dar cuenta del pasado de violencia y proyectarse
hacia el futuro.
Ahora bien, ¿cómo se presenta el pasado reciente en
la vida cotidiana de los/as uniformados/as que están hoy
en actividad en el ejército y cuáles son las reacciones, po-
sicionamientos o incertidumbres que provoca entre ellos?
En primer lugar, el pasado es percibido por las generaciones
más jóvenes de ofciales como algo que “está permanente-
mente”, que no pasó sino que continúa pasando y, que in-
cluso, se impone y se presenta más allá de la voluntad de
quienes lo tienen hoy que enfrentar. Si bien no se trata del
recuerdo de sucesos vividos personalmente puesto que la
(...) el pasado es percibido por
las generaciones más jóvenes de
oficiales como algo que
“está permanentemente”,
que no pasó sino que continúa
pasando (...)
image/svg+xml
Voces Recobradas
12
Voces Recobradas
12
mayoría de los ofciales en actividad no habían ingresado a
la carrera militar durante la última dictadura militar, inclu-
so los más jóvenes nacieron después o eran niños o niñas
entre 1976 y 1983. Sin embargo, desde el punto de vista de
la memoria colectiva no hace falta haber vivido algo para
que se constituya en un recuerdo común. Un recuerdo pue-
de también ser ayudado por el acto de rememoración que
llevan adelante otros. Como dice Ricoeur, “el recuerdo de
uno sirve de
reminder
del recuerdo de otro”,
9
en el sentido
de ayudarse mutuamente a hacer memoria de los aconteci-
mientos. O, como afrma Halbwachs en su concepción de la
memoria colectiva, para recordar necesitamos de los otros.
En este caso, los otros que recuerdan y traen al presente el
pasado son no solo los organismos de derechos humanos
sino también el Estado, la sociedad civil y también la propia
institución castrense. Para los ofciales en actividad, el pa-
sado de violencia y autoritarismo de las instituciones de las
cuales son parte adviene al presente casi bajo la forma de
una afección, de un
pathos,
mostrando que
sus efectos actúan “(…) independien-
temente de la voluntad, de la agencia,
de la conciencia o de la estrategia de
los actores”.
10
Así lo expresa el doble
sentido negativo que tiene la palabra
karma
en el lenguaje cotidiano, como
algo que se repite y reitera pero tam-
bién que se carga y pesa produciendo
padecimientos tal como es utilizada por
un coronel para defnir la relación que las nuevas genera-
ciones mantienen con las consecuencias de la dictadura y la
represión ilegal:
Otra generación tomó las decisiones, pero nos abarca por-
que nos pasaron el problema. Por eso estamos hoy con el proble-
ma (…) es un
karma
. Ahí está permanentemente. Es de otras
generaciones y mi generación nos tocó vivir todo esto. Pero bue-
no. Las nuevas generaciones lo reciben como un peso.
11
En segundo lugar, el pasado autoritario y violento del
ejército se presenta en la vida cotidiana de los/as ofciales
como un “estigma”, según palabras de un teniente coronel
en actividad, que se hace visible junto al uniforme. Andar
de uniforme por la ciudad, se trate del uniforme de calle
–pantalón o pollera, camisa color caqui y chaquetilla verde
oliva– o el equipo de gimnasia que lleva la inscripción “Ejér-
cito Argentino” en la parte delantera del buzo, implica para
quienes los portan una fuente de confictos. En el imaginario
de los/as ofciales, la calle representa el terreno en el cual se
materializa cotidianamente la relación entre el ejército y la
sociedad, entre civiles y militares, entre el “adentro militar”
y el “afuera no-militar” convirtiéndose también en el esce-
nario de posibles confrontaciones y luchas por la memoria.
El hecho de que los/as ofciales eviten andar con uniforme
por la ciudad o en el transporte público, o sólo lo hacen por
lugares que resultan conocidos y familiares, muestra no sólo
que buscan eludir la visibilización de su condición militar
y los confictos que ella puede desatar, sino también que el
espacio público no ha sido el vehículo a través del cual los
sectores militares han encarado las cuentas con el pasado
–más bien “los carriles políticos (…) son: las demandas de
la corporación militar frente al Estado (…)”.
12
Como afrma
Badaró sobre los cadetes del Colegio Militar, el “afuera no
militar(…) no solo remite a personas, grupos, instituciones
o ideas sino también a lugares, territorios o escenarios”.
13
Entre ellos, la Plaza de Mayo representa el territorio más
hostil de la ciudad de Buenos Aires como lo expresa un te-
niente de 26 años.
Yo me iría tranquilamente de acá, así
como estoy uniformado a cruzar la Pla-
za de Mayo. Pero no me puedo atrever
a cruzar un día por acá, por Plaza de
Mayo, es terreno prohibido para cruzar
así.
14
El espacio urbano y las expe-
riencias que allí se puedan producir
representan para los/as uniformados/as
el barómetro que permite testear no solo la relación con la
sociedad, sino también la imagen que esta les devuelve. De
modo tal que la ciudad se convierte en el escenario en el
cual se materializan cotidianamente las “relaciones cívico-
militares”. Como muestra Celso Castro sobre la socializa-
ción de los cadetes del ejército brasilero, la identidad militar
se construye a partir de la oposición entre dos mundos: el
“civil” y el “militar”, el mundo de “adentro” y el mundo de
“afuera”.
15
Esta concepción de tipo binaria determina no solo
la percepción que los/as militares tienen de sí mismos y del
“adentro militar” sino que también se proyecta sobre la vida
del “afuera no militar”. De modo tal que el mundo “no mili-
tar” resulta a su vez organizado en dos grupos excluyentes:
“amigos del ejército” o “enemigos del ejército”. Con las cate-
gorías “amigo/enemigo”, los/as ofciales del ejército no solo
organizan países, ejércitos, gobiernos y políticas, también
ordenan ideas, instituciones, grupos, personas, relatos sobre
el pasado reciente y territorios urbanos. En tal sentido, los
sentidos sobre el pasado reciente, el vínculo con el mundo
urbano y la imagen que los civiles construyen sobre los mi-
litares tienen su anclaje territorial en la diferencia entre dos
zonas geográfcas: Buenos Aires y el interior del país.
Otra generación tomó las de-
cisiones, pero nos abarca porque
nos pasaron el problema.
Por eso estamos hoy con el pro-
blema (…) es un
karma.
image/svg+xml
13
Revista de Historia Oral
Revista de Historia Oral
13
En el interior es muy distinto. Es más, hay un respeto
digamos por la investidura. Uno ve un militar, cualquier civil
que lo ve, lo saluda, hay otro trato. Generalmente cuando van
de maniobra, tanto del colegio militar como del regimiento, la
gente inclusive sale y aplaude. Es totalmente distinta la visión
que tienen de fuerzas armadas y la policía. Acá
[Buenos Ai-
res]
de por sí pegó más el tema de la dictadura y todo, acá es
como que más se denigró a la fuerza.
16
Sobre las ciudades del interior, los ofciales tienden a
construir una imagen idealizada de las relaciones entre ci-
viles y militares que pueden ser defnidas como amigables,
mientras que la ciudad de Buenos Aires es presentada como
el paradigma de las relaciones confictivas que la sociedad
mantiene con la sociedad. En el interior, el pasado no apa-
rece como fuente de confictos, de hecho, la dictadura no
constituye un hecho significativo, desde la mirada de
los/as jóvenes ofciales. En cambio, en las grandes ciudades,
como Buenos Aires, los relatos de los/as of-
ciales tienden a describir un escenario
de hostilidades en el que se “denigra” y
“discrimina” al ejército. En sus recorri-
dos, viajes u experiencias por la ciudad
de Buenos Aires, los/as ofciales se ven
expuestos al carácter confictivo de las
memorias del pasado que buscan nor-
malizar y controlar.
Pero me pasó el primer día, el pri-
mer día que venía a presentarme acá. Pasé el primer día por
acá
[señala en dirección a Plaza de Mayo]
, el 10 de agos-
to, y había un grupo de personas y lo que escucho es “otro
represor”.
17
Nosotros salimos con este uniforme a correr. Yo con 28
años que ni siquiera estaba en la época del 76, me han gritado
represor. Un día lo agarré a uno y le dije, ¿pero vos sabés que
edad tengo yo? Ni siquiera nos alejamos mucho, en Puerto
Madero, salimos a correr. Y peor, una chica le dice a la otra
“no lo mires fjo haber si te va a hacer desaparecer”. Yo no lo
podía creer, yo lo frené al pibe, cuando me dice represor, no
sé qué, ¿vos sabés que edad tengo, faco? Vení vamos a hablar
bien, de igual a igual, no tengas miedo ni tampoco te envalen-
tones, hablemos de igual a igual. ¿Sabés que edad tengo? Yo
tengo 28 años, yo ni existía en la época que pasó todo esto. No
tienen porqué pagar las generaciones nuevas por lo que pasó
antes, es así.
18
Los/as ofciales buscan tomar distancia de la gene-
ración que llevó adelante la represión ilegal y el paso del
tiempo resulta un elemento de peso para materializar esa
diferencia. El hecho de “ni existir en esa época” sin duda los
exime de las responsabilidades jurídicas y morales –en el
sentido de merecer castigo o de ofrecer arrepentimiento por
los hechos cometidos–, al tiempo que muestra el carácter
arbitrario de la actualización
vis a vis
entre los represores
de ayer y los uniformados de hoy. No obstante, esta dife-
rencia generacional no resulta sufciente para evitar que el
pasado de violencia se presente en la vida cotidiana de
los/as uniformados bajo la forma de tensiones, confictos e
interrogaciones que les exigen respuestas y posicionamien-
tos. A pesar de que el paso de tiempo no alcanza para saldar
las cuentas con el pasado, les permite, en cambio, construir
una diferencia intrageneracional con los jóvenes que se en-
rolan en la causa de los derechos humanos. Mientras que a
los/as ofciales jóvenes el hecho de “no haber estado ahí” les
funciona como una excusa para no tener que volver crítica-
mente sobre ese pasado, a los/as jóvenes que simpatizan con
los causa de los desaparecidos los inhabilita
e invalida en su toma de posición res-
pecto del pasado. Así lo explicaba una
teniente primera de 29 años:
Yo nací en esa época, así que no sé,
no puedo decir nada. Pero todos los que
gritan: “¡Vamos, cárcel para los genoci-
das, nunca más!”, tampoco saben nada.
Son de mi edad. A ellos se la contaron,
así que (…).
19
En tercer lugar, el pasado represivo vuelve sobre las
nuevas generaciones de ofciales del ejército conforman-
do un peculiar horizonte de expectativas. La tempora-
lidad de la memoria militar no se reduce a las interac-
ciones entre pasado y presente sino que se proyecta y se
prolonga también hacia el futuro. Las expectativas son
el futuro hecho presente, apuntan al todavía-no, a lo no-
experimentado aún que vive en el presente. En la narrati-
va de los/as ofciales, el porvenir incorpora al pasado en
el presente como una fuente de incertidumbres que los
lleva tanto a interrogarse sobre el destino de las institu-
ciones como a buscar los modos de controlar los efectos
del pasado y tornarlos previsibles para construir un fu-
turo deseado. En efecto, como fuente de incertidumbres,
el futuro se vuelve una preocupación de la memoria y
el terreno de acciones estratégicas orientadas a contro-
lar los efectos del recuerdo, pero como futuro deseado
se constituye en un horizonte para ejercer la crítica de
las estrategias implementadas por la institución castrense
hasta el presente.
Los/as oficiales buscan tomar
distancia de la generación que
llevó adelante la represión ilegal
y el paso del tiempo resulta un
elemento de peso para materiali-
zar esa diferencia.
image/svg+xml
Voces Recobradas
14
Voces Recobradas
14
No le podemos pasar el paquete a las nuevas generacio-
nes, esta generación lo tiene que tener terminado. El Bicente-
nario pasa con el paquete cerrado, no podemos estar cincuen-
ta años con este tema. Y ya pasaron treinta y pico, por eso no
podemos. Hay cosas importantes a que dedicarse
.
20
Pues bien, la persistencia de un pasado que no ha po-
dido ser silenciado u ocultado por varias generaciones de
ofciales del ejército, el lugar central que este pasado ocupa
en el vínculo que los/as miembros de la fuerza mantienen
con la sociedad, con el “afuera no militar” y las incertidum-
bres que genera a las nuevas generaciones, componen el
amplio escenario en el que se va conformando hoy la me-
moria militar. En este complejo escenario, los/as ofciales en
actividad tienden, por un lado, a reproducir y reafrmar los
ciertos sentidos colectivamente compar-
tidos que constituyen los marcos in-
terpretativos con los que la generación
que fue contemporánea de los hechos
comprende la actuación del ejército
en la represión ilegal; y por otro lado,
recrean y construyen nuevos sentidos
que les permiten dar cuenta de un pa-
sado que resulta difícil de preveer sus
efectos.
Los marcos interpretativos
Para enfrentar las irrupciones cotidianas
del pasado reciente y los confictos por la memoria que de él
se derivan, las jóvenes generaciones de uniformados actua-
lizan sentidos transmitidos corporativamente pero también
incorporan y crean nuevos. Los/as ofciales jóvenes, por un
lado, mantienen una conexión afectiva con la memoria mi-
litar como resultado una sucesión actos intergeneracionales
de transmisión que tiende a producir fuertes identifcacio-
nes con las viejas generaciones de ofciales; pero otro lado,
incorporan ese pasado a un horizonte de experiencias y ex-
pectativas que si bien están en tensión con los sentidos he-
redados, no los deslegitiman ni cuestionan del todo. Ahora
bien, ¿cuáles son los marcos interpretativos a partir de los
cuales los/as ofciales le dan sentido a un pasado que advie-
ne y persiste más allá su voluntad?
La evocación del pasado reciente a partir de la fgura de
los ofciales asesinados por las organizaciones armadas du-
rante la década de 1970 constituye el marco narrativo desde
el cual todos los miembros de la comunidad militar –ca-
detes, ofciales en actividad, ofciales retirados, asociaciones
cívico-militares– y el discurso institucional del ejército so-
bre la década de 1970, interpretan el pasado y se posicionan
en el escenario de la memoria. La identifcación de todos
los cuadros castrenses con la fgura de las víctimas implica
un proceso de reelaboración de la memoria militar que se
produce tardíamente, a mediados de la década de 1990, y
guarda relación con la memoria de los desaparecidos y la lu-
cha de los organismos de Derechos Humanos. Ciertamente,
la memoria del ejército se vio afectada por problemas de
credibilidad, aceptabilidad y organización que son parte del
escenario de la memoria posdictadura en la Argentina.
Los ofciales retirados reunidos en el Circulo Militar
21
y en el Foro de Ofciales Retirados
22
fueron los principales
promotores de este giro hacia la memoria de las “víctimas
militares”. Las declaraciones públicas del capitán Adolfo Sci-
lingo y del ex subofcial del ejército Víctor Ibáñez
que con-
taban cómo se arrojaron personas vivas al mar, así como el
mensaje del jefe del ejército, teniente general Martín Balza,
que reconocía la tortura y la desaparición
de personas perpetradas por ofciales
de la fuerza, “(…) dejaba a las insti-
tuciones armadas lejos de poder pre-
sentarse ante los propios miembros
de la institución y la sociedad como
quienes habían ‘salvado a la Nación
de la amenaza marxista’.”
23
El ex jefe
del II cuerpo de ejército y ministro de
planeamiento del régimen militar, el
general de división (RE) Ramón Díaz
Bessone, quien fue presidente del Cír-
culo Militar entre 1994 y 2002, se convirtió
en el principal emprendedor de la memoria de las “víctimas
militares” con la publicación del libro
In Memorian
en 1998.
Este libro “homenaje” –que es considerado por los/as ofcia-
les como la contrapartida militar del
Nunca Más
– se ocupa
de describir las circunstancias en que perdieron la vida los
hombres del ejército y sus familiares.
Si vamos hacia atrás en el tiempo, la narrativa sobre los
“muertos por la subversión” no es nueva y tiene su soporte
estructurante, como afrma Lorenz, en la actividad propa-
gandista de apoyo al régimen militar entre 1976 y 1979, en
la actuación pública la Liga Argentina de Víctimas del Te-
rrorismo contra la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esqui-
vel, y en las misas que convocaba Familiares y Amigos de
Muertos por la Subversión (FAMUS) durante los primeros
años de democracia, a propósito de las causas judiciales a ex
represores y al informe sobre la desaparición de personas de
la CONADEP.
Si pensamos la relación con el afuera, hacia la socie-
dad civil y el Estado, la fgura de las “víctimas militares” se
han construido de manera especular y reactiva con la fgu-
ra del detenido-desaparecido. Lo que permite contraponer
Para enfrentar las irrupciones
cotidianas del pasado reciente
y los conflictos por la memoria
que de él se derivan, las jóvenes
generaciones de uniformados
actualizan sentidos transmitidos
corporativamente pero también
incorporan y crean nuevos.
image/svg+xml
15
Revista de Historia Oral
Revista de Historia Oral
15
y rivalizar las “víctimas militares” con las “víctimas civiles
del terrorismo de Estado”, disputar con los organismos de
Derechos Humanos el sentido sobre el pasado reciente y
ampliar la legitimidad de un discurso que está fuertemente
desprestigiado entre la opinión pública. Este giro hacia la
memoria de las víctimas puede ser entendido, siguiendo a
La Capra y a Giesen, como síntomas de una época en la que,
por un lado, el culto al heroísmo triunfante pierde terreno
frente al reconocimiento colectivo de los traumas vividos
por las víctimas; y por otro lado, la fundación de la identi-
dad colectiva en un hecho traumático que representa una
base sufciente para impulsar reclamos y disputar sentidos
en el espacio público.
Ahora bien, ¿qué es lo que se propone completar la
memoria castrense? La memoria militar se concentra en
el recuerdo de los sufrimientos padecidos por los ofciales
en actividad y los familiares que fueron
secuestrados y asesinados por las or-
ganizaciones armadas antes del golpe
de Estado del 24 de marzo de 1976,
relativizando los sufrimientos que la
represión ilegal provocó en miles de
hombres y mujeres. Para que el ejér-
cito se imagine a sí mismo como una
comunidad de víctimas y para que re-
late la historia reciente como una su-
cesión de calamidades y sufrimientos,
es necesario borrar algunos recuerdos y fundar nuevos. Para
tal fn, el ejército debe construir una fgura ideal del ofcial-
víctima de la subversión. Esta fgura tiene que ser vaciada
de ambigüedades políticas y morales y purifcada al punto
de la inocencia para reemplazar en el panteón de los héroes
militares a las fguras inmorales y antidemocráticas de los
generales del Proceso de Reorganización Nacional por víc-
timas inocentes y anónimas. El objetivo es pues desterrar
de los recuerdos de la institución y de sus prácticas con-
memorativas tanto a los hechos como a los ofciales que
propiciaron el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Las fguras del mayor Argentino del Valle Larrabure y
del teniente coronel Jorge Ibarzábal, quienes luego de los
ataques a la fábrica militar de Villa María y al regimiento
de Azul respectivamente, y tras pasar meses secuestra-
dos, fueran asesinados, se han convertido en los mártires
de la “lucha contra la subversión”. Estos ofciales, que se
recuerdan como mártires que “cayeron en defensa de la
patria”, han reemplazado entre las fguras memorables a
los “generales del Proceso” como Videla, Viola, Galtieri o
Menéndez, quienes resultan un obstáculo simbólico para
la construcción del ejército como víctima de la violencia
“terrorista subversiva”.
La rememoración de las “víctimas del terrorismo sub-
versivo”, por un lado, produce una resignifcación de los
hechos de violencia y mantiene una continuidad narrativa
con la memoria de la “época de la subversión” pero también
con la tradición de los mártires militares; y por otro lado,
permite rivalizar con la fgura del detenido-desaparecido y
así disputarles a los organismos de Derechos Humanos el
sentido sobre el pasado reciente. Mientras la primera estra-
tegia le exige al ejército concentrarse, como ya mencioné,
en la evocación de los propios sufrimientos y en el olvido
de los sufrimientos que le causaron a miles de personas,
la otra lo obliga a construir narrativamente la “otra ver-
dad olvidada y disimulada”. El relato militar se presenta
discursivamente como un acto revelador de las verdades
ocultas y nunca dichas sobre la violencia terrorista, iden-
tifcando, de este modo, los hechos de violencia de los
que “no solo el ejército sino toda la so-
ciedad” fue objeto.
¿Cuáles son los efectos que la
memoria de los “muertos por la sub-
versión” tiene entre los/as ofciales en
actividad del ejército? Si establece una
continuidad narrativa con la llamada
“época de la subversión” recordando
los asesinatos, secuestros y atentados
cometidos por las organizaciones ar-
madas, es porque produce una ruptura
con el discurso triunfalista y glorifcante del golpe del Esta-
do que llevó a “la victoria en la guerra antisubversiva”. Cier-
tamente, los cuadros en actividad no solo no reivindican el
golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, sino que suelen
tomar distancia de la dictadura militar y del prototipo del
militar golpista “de mente cerrada”, “cerrado a la sociedad”
con el que temen ser identifcados. En muchas conversa-
ciones informales y debates públicos, los/as ofciales suelen
interrogarse –y también preguntarle a sus interlocutores
civiles– por la causa de los reiterados golpes de Estado lide-
rados por el ejército desde la década del 30. Si bien estos in-
terrogantes no reproducen una explicación homogénea que
funcione discursivamente como una justifcación ni como
una crítica a las tradiciones que hicieron posibles los golpes
de Estado, se ocupan de advertir y recordar cuál es su rol en
la sociedad de hoy para diferenciarse de las generaciones
anteriores de ofciales.
Hoy es distinto nuestro rol en la sociedad, queremos re-
cuperar un lugar. Hoy es distinta la forma, somos un engra-
naje más de la sociedad. No existe ninguna posibilidad de un
golpe de Estado de las fuerzas armadas, no existe ninguna
posibilidad, dalo por hecho. No es nuestra misión.
24
El objetivo es pues desterrar
de los recuerdos de la institución y
de sus prácticas conmemorativas
tanto a los hechos como a los ofi-
ciales que propiciaron el golpe de
Estado del 24 de marzo de 1976.
image/svg+xml
Voces Recobradas
16
Voces Recobradas
16
Yo a veces me tomo un taxi, y algún taxista me dice:
“¿cuándo vuelven?” ¡Volver a dónde, negro, pará la mano!
Nosotros estamos para otra cosa. No existe ya en el seno de las
fuerzas armadas, podría casi afrmártelo.
25
Si bien la memoria de los/as ofciales en actividad no
se enmarca en el relato justifcativo del golpe de Estado que
concebía a los militares como la última reserva moral y los
salvadores de la nación, tampoco reproducen el discurso
denegatorio de la existencia de desaparecidos. Sin embar-
go, el reconocimiento de la existencia de desaparecidos no
equivale a aceptar el terrorismo de Estado, esto es, la des-
aparición sistemática de personas. Desde la perspectiva de
los/as ofciales, las desapariciones se explican por las “maca-
nas” o “errores” que cometieron las generaciones anteriores
de generales que tomaron “decisiones equivocadas”.
(…) yo no llego a entender bien
qué es, cómo te explico, el terrorismo de
Estado. Eso es algo que necesitaría que
me lo expliquen bien porque el terro-
rismo de Estado, como buscando una
defnición, no la tengo. Tengo lo que sí
leo en los diarios, lo que aparece en de-
terminada bibliografía, pero realmente
qué es el terrorismo de Estado o qué ha
sido el terrorismo de Estado, no sé si hay
alguien que me lo pueda llegar a explicar con lujo de deta-
lles como corresponde, ¿no? Me tendrían que explicar, a nivel
fundamentos, a nivel defnición, el terrorismo de Estado es tal
cosa, de acuerdo a la Constitución, a los reglamentos, que me
digan, sino que no se utilice esa frase, que se utilice algo que
corresponda.
26
La memoria de los “muertos por la subversión” per-
mite, como ya mencioné, contraponer de manera especular
las “víctimas militares” a las “víctimas civiles del terrorismo
de Estado”, pero también identifcar a los responsables: la
“subversión”. Y así, la memoria militar se reinstala en el es-
cenario simbólico de la guerra. A pesar de las reelaboracio-
nes de la memoria militar, existe en el ejército una narrativa
aglutinante y hegemónica: la participación del ejército en
actividades represivas fue una acción de guerra. Si bien la
retórica de la guerra estimuló la criminalización de las Fuer-
zas Armadas, en la memoria militar remite a un momento
fundacional, casi mítico, en el que el ejército, la nación y la
guerra se funden en la gesta patriótica.
Si bien la retórica de la guerra
da cuenta de un trabajo
memorial de ligadura, continuidad y articulación entre el
pasado y el presente de una comunidad moral que se sostie-
ne de la repetición de sus tradiciones y rituales, sin embar-
go no carece de historicidad. De allí que, en los últimos 30
años, adquirió diferentes nombres según los contextos en
los que ha sido evocada: “lucha contra la subversión”, “gue-
rra sucia”, “guerra no-convencional”, “guerra antirrevolucio-
naria”, “lucha contra el terrorismo”, “guerra fraticida”, “lucha
entre argentinos” o “lucha interna”.
Si bien todos buscan
distanciarse del concepto de terrorismo de Estado
–con el
que se demostró el carácter clandestino y sistemático de la
política de desaparición–, sus diferencias no son menores y
responden no solo a los contextos interpretativos y políticos
en los que el pasado es evocado, sino también a los interlo-
cutores con los que se disputa sentidos y al grupo al que se
dirige la memoria.
En términos generales, la narrativa de la guerra le
permite a los/as ofciales explicar, por un lado, la violencia
como el resultado del enfrentamiento en-
tre “dos bandos”: los “subversivos” y el
“ejército”; y por otro lado, el accionar
militar como una respuesta no desea-
da pero inevitable frente a la agresión
subversiva. Esta escena confictiva que
es fundante de la narrativa militar se
vuelve a poner en acto en el escenario
de la memoria para extenderse como
una gramática que repone permanen-
temente a los “dos lados”: “un bando” y el
“otro bando”, los de “un lado” y los del “otro lado”. De modo
tal que la guerra como relación social y la victimización
como imagen de sí se constituyen en el marco de interpre-
tación que no solo explica el pasado sino que ordena el pre-
sente. Así lo muestran los comentarios de un ofcial de la
Armada luego de una conferencia de José Pablo Feinmann
en el Salón Libertador:
De esta historia trágica que todavía sangra, por un lado
quiero decirle que los que más lo sufrimos somos los que hoy
vestimos el uniforme, y con relación a eso apuntando al flóso-
fo Feinmann, cree usted como flósofo que mucha gente siente
de que toda esa sangre derramada, todos esos muertos ente-
rrados de uno y otro bando tienen diferente precio, diferente
valoración y están tan muertos unos como otros, con balas de
un lado y balas del otro; sin embargo muchos tenemos una
sensación, si quiere, de que sufren muchas familias de un lado
y más que las otras y poner en la balanza la magnitud de la
barbarie de un lado que no se compara con la otra lo cual
ya lo entendimos, lo entendemos y no lo justifcamos, tam-
poco justifca ensañarse por ahí con unos muertos que por
una causa o por otra hoy siguen siendo defenestrados o des-
valorados.
Sin embargo, el reconocimien-
to de la existencia de desapa-
recidos no equivale a aceptar el
terrorismo de Estado, esto es,
la desaparición sistemática de
personas.
image/svg+xml
17
Revista de Historia Oral
Revista de Historia Oral
17
Varios elementos centrales de la narrativa militar sobre
el pasado reciente se conjugan en este fragmento. Primero,
la victimización de las Fuerzas Armadas a partir de las “víc-
timas de la subversión” olvidadas por la memoria pública se
expresa en la discriminación e incomprensión que sufren
los que hoy visten uniforme. En efecto, los/as ofciales su-
perponen el ensañamiento que sufren las víctimas militares
que no son “reconocidas” ni “recordadas” –“defenestrados
y desvalorizados por la sociedad”, en palabras de ofcial–
con el desprestigio que pesa sobre el ejército y las Fuerzas
Armadas. En fn, la victimización de ayer se reitera como
una nueva victimización psicológica y política. En general,
entre los ofciales más jóvenes, mi presencia e interés por
el ejército era interpretado en términos positivos, pues era
vista como alguien que se interesaba por escuchar a los/as
uniformados y por saber cómo es “real-
mente el ejército hoy”.
Segundo, este desplazamiento a la
fgura de las víctimas y a la retórica del
sufrimiento es posible porque se pro-
duce una mutación en la gramática de
la guerra. Como ya mencioné, con el
pasaje de la fgura de los “salvadores de
la patria” a la fgura de las “víctimas de
la subversión” se produce un pasaje
de la “guerra contra los enemigos de
la nación” al dramatismo de la “guerra
civil”. Si la primera reconoce vencedores y
vencidos, la segunda, en cambio, solo víctimas. Tomando
distancia de la narrativa de la victoria y de los vencedores de
la “guerra contra la subversión”, la idea de la guerra fraticida
se apoya en la retórica del sufrimiento en común, en el dolor
compartido por “toda la sangre derramada”. Si bien el ofcial
busca tomar distancia de la idea de igualación y equiparar
a las dos violencias, sin embargo la lógica de la confronta-
ción entre dos “lados” o “bandos” que la gramática de la
guerra instaura, pone inevitablemente a unos frente a otros:
víctimas, deudos, sufrimientos, combatientes, violencias,
terrorismos, memorias y así compararlos, confrontarlos,
equilibrarlos, diferenciarlos o identifcarlos recíprocamen-
te. Como muestra Lierner sobre la guerra como categoría
nativa, deja de ser un hecho concreto para metamorfosearse
“(…) en una modalidad de relación social, la relación entre
enemigos recíprocos”,
27
que organiza las percepciones y los
juicios de los/as ofciales.
Por último, las palabras pronunciadas por el marino se
presentan públicamente como un reclamo, como una injus-
ticia que debe ser reparada. La memoria de los “muertos por
la subversión” reconstruye el relato sobre el pasado recien-
te a partir de un hecho traumático que funciona como una
base sufciente para producir un efecto activo de unidad y
adhesión a partir del cual impulsar reclamos y disputar sen-
tidos en el espacio público. La retórica del sufrimiento y la
lógica de la familia se superponen aquí para reforzar la fgu-
ra de las víctimas, pero de “todas las víctimas”, “de toda esa
sangre derramada, todos esos muertos enterrados de uno
y otro bando”. En efecto, la conformación de ejército como
una comunidad de víctimas es posible porque se igualan en
su condición familiar, los “muertos por la subversión” y sus
familiares con las “otras” víctimas y sus “otros” familiares,
cuyo elemento en común es el dolor por el ser querido. La
familia aparece aquí como un lugar de trascendencia moral,
como afrma Vechioli, y la buena moral puede volver a estar
cerca de los sectores militares, o por lo menos, presentarse
como un espejo en el que la sociedad civil pueda recono-
cerse.
En efecto, el sufrimiento de una
madre, de un padre, de un hermano,
de un hijo pueden presentarse como
estando más allá de las luchas políticas
y de las ideologías porque el elemento
familiar introduce una distinción que
separa el amor de la política y el sufri-
miento de los intereses. Y así la memo-
ria sobre el pasado reciente en la Ar-
gentina será “completa” y no “parcial”,
como reclaman los/as ofciales, cuando
el dolor por la muerte de un familiar no se
empañe con divisiones políticas entre argentinos. Y en esto
también actúan de manera especular con los organismos de
derechos humanos quienes priorizaron los lazos familiares
por sobre los políticos de los desaparecidos como estrategia
para ser reconocida su lucha ante la opinión pública.
Sobre la Justicia-ideas finales
El propósito de analizar la memoria de los/as ofciales en
actividad del ejército responde al interés de interrogarnos
si las instituciones castrenses pueden “(…) ser hoy y el fu-
turo algo diferentes a lo que fueron en el pasado”.
28
Esto es,
si la apropiación de ese pasado presenta rupturas, matices
y tensiones entre la generación que fue contemporánea de
los hechos y las nuevas generaciones de ofciales del ejérci-
to argentino. En las narrativas de las nuevas generaciones
de ofciales –entre los grados de subtenientes a coronel–, si
bien retoman el discurso de la guerra y el recuerdo de los
“muertos por la subversión”, muestran ciertas rupturas y re-
posicionamientos respecto de los sentidos heredados. Exis-
te, pues, un sentido sobre el pasado reciente que muestra un
distanciamiento respecto de los ofciales retirados: los jui-
cios a los ofciales acusados por delitos de lesa humanidad.
En general, entre los oficia-
les más jóvenes, mi presencia e
interés por el ejército era interpre-
tado en términos positivos, pues
era vista como alguien que se
interesaba por escuchar a los/as
uniformados y por saber cómo es
“realmente el ejército hoy”.
image/svg+xml
Voces Recobradas
18
Voces Recobradas
18
Hay cosas importantes que dedicarse. Esto sí es un tema
delicado con heridas abiertas, pero es un tema hay que cerrar-
lo dentro de la justicia. Como se está cerrando. ¿No crees que
se está cerrando dentro de la justicia?
29
La pregunta que me hace el coronel durante la entre-
vista muestra la incertidumbre que el futuro les provoca.
Los militares, afrma Leirner, “(…) piensan prospectiva-
mente, tienen que anticiparse a lo inesperado”.
30
Para varias
generaciones de militares afrontar los estrados judiciales
representó también la posibilidad de que una verdad que
quería ser ocultada o negada fuera develada. Pero luego de
25 años de luchas por la memoria, ciertas verdades ya no
son negadas por los/as ofciales en actividad del ejército: la
existencia de los desaparecidos, el secuestro, la tortura y el
asesinato en la clandestinidad, los centros clandestinos de
detención en guarniciones militares, el robo de bebés. La
diferencia entre conocer y reconocer nos permite comen-
zar a pensar la diferencia entre aquellos sentidos hereda-
dos que pierden su obviedad y pueden ser cuestionados y
aquellos que no. Si bien, la justicia no es igualada a la ven-
ganza, tampoco tiene el sentido de reparación de un daño,
sino que representa una posibilidad de “cerrar el pasado”,
de que “pase cerrado a las nuevas generaciones”.
Notas
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
1
Jünger Habermas, “Un doble paso. ¿Qué signifca hoy ‘hacer
frente al pasado aclarándolo’?”, en
Más allá del Estado Nacional
,
México, FCE, 1998, p. 54.
2
El término “pasado reciente” refere al período de creciente con-
fictividad sociopolítica de la primera mitad de la década del 70
hasta los años posteriores al golpe de Estado del 24 de marzo de
1976 que pone en funcionamiento el terrorismo de Estado.
3
Es Dominick La Capra en
History and Memory afer Auschwitz
quien se ocupa de la contradicción postraumática entre las ten-
dencias a la actuación (repetición compulsiva) que fja el pre-
sente al pasado y a la elaboración (atravesamiento) que permite
apropiarse críticamente de lo heredado hacia el futuro.
4
Jaspers distinguió entre cuatro tipos de culpa –los tres primeros
son retomados por Arendt en diversos artículos: (a) la
culpa cri-
minal
, que exige diferenciar objetivamente cómo con cada acción
directa o con la mera complicidad el sujeto ha infringido la ley, es
exterior a la persona, no reclama arrepentimiento por lo que ha
hecho y busca el castigo; (b) la
culpa moral
, que incluye siempre
sentimientos de culpa y mala conciencia, apela al remordimiento
y el Yo es lo único importante puesto que se trata de la posibili-
dad misma de la conciencia o de los deberes de la confrontación
consigo mismo; (c) la
culpa política
,
que refere a la primera per-
sona del plural y surge de la obligación de todo ciudadano, en
tanto miembro de una comunidad política, de evitar que el daño
sea cometido; (d) la
culpa metafísica,
que establece una responsa-
bilidad solidaria por cada injusticia acontecida en el mundo que
responde solo ante Dios.
5
Los trabajos de estas conferencias están recopilados en Ministe-
rio de Defensa,
La construcción de la Nación Argentina. El rol de
las Fuerzas Armadas. Debates históricos en el marco del Bicente-
nario 1810-2010
, Buenos Aires, Ministerio de Defensa. Presiden-
cia de la Nación, 2010.
6
El
Documento Final
fue emitido por cadena nacional de radio y
televisión el 28 de abril de 1983 a las 20 hs.
7
El 24 de septiembre de 1983, la Junta Militar sanciona la Ley de
Pacifcación Nacional (Autoamnistía), que fnalmente será dero-
gada el 29 de diciembre del mismo año por el Congreso Nacional
a instancias del Poder Ejecutivo.
8
Se trata de asociaciones de familiares y amigos de ofciales ase-
sinados por las organizaciones armadas tales como la Comisión
de Homenaje Permanente a los Muertos por la Subversión, la
Asociación de la Víctimas del Terrorismo en Argentina (ATV),
Familiares y Amigos de Víctimas del Terrorismo (FAViTe), pero
también de organizaciones civiles, asociaciones sin fnes de lu-
cro y fundaciones como Argentinos por la Memoria Completa,
Grupos de Amigos por la Verdad Histórica, Foro por la Verdad
Histórica, Jóvenes por la Verdad, Verdad sin Rencor, Argentinos
por la Pacifcación Nacional (ARPANA), Asociación Unidad
Argentina (AUNAR) y un partido político de corte nacionalista,
Movimiento por la Recuperación de la Argentina (MORERA).
Existe también una organización civil con activa participación
que se presenta como defensora de los militares presos por vio-
laciones a los Derechos Humanos: Asociación de Familiares y
Amigos de los Presos Políticos Argentinos. Se suman las organi-
zaciones que agrupan ofciales retirados tales como el Centro de
Ofciales Retirados de las Fuerzas Armadas o en asociaciones de
corte político como el Foro de Generales Retirados y la Unión de
Promociones.
9
Paul Ricoeur
, La memoria, la historia, el olvido
, Buenos Aires,
FCE., 2008, p. 60.
10
Elizabeth Jelin,
Los trabajos de la memoria
, Buenos Aires-Ma-
drid, Siglo XXI, 2002, p. 14.
11
Coronel, varón, 53 años, entrevista realizada el 7 de mayo de
2009.
image/svg+xml
19
Revista de Historia Oral
Revista de Historia Oral
19
12
Elizabeth Jelin,
op. cit.
, p. 54.
13
Máximo Badaró,
Militares o ciudadanos. La formación de los
ofciales del Ejército Argentino
, Buenos Aires, Prometeo, 2009, p.
336.
14
Teniente, varón, 26 años, entrevista realizada el 13 de agosto
de 2009.
15
“El “civil” es una es una invención de los militares. No soy “ci-
vil”, a no ser cuando estoy delante de los militares y cuando soy
clasifcado de este modo por ellos. Celso Castro, “Em campo com
os militares”, en Celso Castro & Piero Lierner, (org)
Antropología
dos militares. Refexões sobre pesquisa de campo,
Rio de Janeiro,
FCV Editora, 2009, p. 25.
16
Teniente, varón, 28 años, entrevista realizada 15 de julio de
2009.
17
Teniente, varón, 26 años, entrevista realizada el 13 de agosto
de 2009.
18
Teniente, varón, 28, entrevista realizada 15 de julio de 2009.
19
Teniente primero, 29 años, mujer, entrevista realizada el 3 de
noviembre de 2009.
20
Coronel, varón, 53 años, entrevista realizada el 7 de mayo de
2009.
21
El Círculo Militar es
un club militar que se creó hacia 1880 con
el fn de estrechar lazos de solidaridad entre los ofciales. Adoptó
la fgura de “Asociación Civil con Personería Jurídica” y “(…) se
estima que el 60% de los ofciales retirados y en actividad son
socios, pero cuenta también con muchos civiles entre sus asocia-
dos. Martín Balza,
Dejo constancia: memoria de un general argen-
tino
, Buenos Aires, Planeta, 2001, p. 207.
22
Se formó el 4 de diciembre de 1996 como un grupo de presión
contra la conducción del teniente general Martín Balza, con alre-
dedor de 200 miembros.
23
Máximo Badaró,
op. cit.,
p. 311.
24
Teniente coronel, 43 años, varón, realizada el 12 de mayo de
2009.
25
Coronel, varón, 53 años, entrevista realizada el 7 de mayo de
2009.
26
Teniente, varón, 28, entrevista realizada 15 de julio de 2009.
27
Piero Lierner, “Etnografa con militares. Formula, dosagem e
posologia”, en Celso Castro & Piero Lierner (org.),
op. cit
., p. 38.
28
Vicente Palermo, “Entre la memoria y el olvido: represión,
guerra y democracia en Argentina”, en Marcos Novaro y Vicen-
te Palermo,
La historia reciente
, Buenos Aires, Edhasa, 2004, p.
176.
29
Coronel, varón, 53 años, entrevista realizada el 7 de mayo de
2009.
30
Piero Lierner,
op. cit
., p. 39.
Bibliografía
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
Arendt, Hannah, “Organized Guilt and Universal Responsibi-
lity”, en
Essays in Understanding 1930- 1954
, New York, Harcourt
Brace & Company, 1994.
Arendt, Hannah,
Personal Responsibility under Totalitarian Dic-
tatorship
. (Versión Larga) Hannah Arendt´s Papers. Te Manuscript
División, Library of Congress, Washington D. C., 1964.
Arendt, Hannah,
Some Questions of Moral Philosophy
. Hannah
Arendt´s Papers. Te Manuscript División, Library of Congress,
Washington D. C., 1965.
Arendt, Hannah,
Collective Responsibility: Discussion of a paper
of Joel Feinberg.
Hannah Arendt´s Papers. Te Manuscript Di-
visión, Library of Congress, Washington D. C., 1968.
Badaró, Máximo,
Militares o ciudadanos. La formación de los of-
ciales del Ejército Argentino
, Buenos Aires, Prometeo, 2009.
Balza, Martín,
Dejo constancia: memoria de un general argentino
,
Buenos Aires, Planeta, 2001
Castro, Celso, “Em campo com os militares”, en Celso Castro,
y Piero Lierner (org)
Antropología dos militares. Refexões sobre
pesquisa de campo
, Rio de Janeiro, FCV Editora, 2009.
Díaz Bessone, Ramón,
In Memorian
, Buenos Aires, Ediciones del
Círculo Militar, 1998.
Giesen, Bernhard, “Sobre héroes, víctimas y perpetradores. La
construcción pública del mal y del bien común”.
Revista Puentes
,
2, La Plata, 2001.
Habermas, Jünger, “Un doble paso. ¿Qué signifca hoy “hacer
frente al pasado aclarándolo?, en
Más allá del Estado Nacional
,
México, FCE., 1998.
Habermas, Jünger, “Goldhagen y el uso público de la historia”,
en Federico Finchelstein
, Los alemanes, el Holocausto y la culpa
colectiva. El Debate Goldhagen
, Buenos Aires, Eudeba, 1999.
Halbwachs, Maurice,
Les cadres sociaux de la mémoire
, Paris, Al-
bin Michel, 1994.
Halbwachs, Maurice,
La mémoire collective
, Paris, Albin Michel,
Paris, 1997.
Jaspers, Karl
, El problema de la culpa. Sobre la responsabilidad
política alemana
, Barcelona, Paidós, 1998.
Jelin, Elizabeth,
Los trabajos de la memoria
, Madrid, Siglo XXI,
2002.
La Capra, Dominick,
History and Memory afer Auschwitz
, Itha-
ca, Cornell University Press, 1998.
Lierner, Piero, “Etnografa con militares. Formula, dosagem e
posologia”, en Celso Castro y Piero Lierner (org),
Antropología
dos militares. Refexões sobre pesquisa de campo,
Rio de Janeiro,
FCV Editora, 2009.
Lorenz, Federico, “Recuerden, argentinos: por una revisión de la
vulgata procesista
”, en
Entrepasados
, Año XIV, Número 28, Bue-
nos Aires, 2005.
Ministerio de Defensa,
La construcción de la Nación Argentina.
El rol de las Fuerzas Armadas. Debates históricos en el marco del
Bicentenario 1810-2010
, Buenos Aires, Ministerio de Defensa.
Presidencia de la Nación, 2010.
Palermo, Vicente, “Entre la memoria y el olvido: represión, guer-
ra y democracia en Argentina”, en Marcos Novaro y Vicente Pa-
lermo,
La historia reciente
, Buenos Aires, Edhasa, 2004.
Ricoeur, Paul,
La memoria, la historia, el olvido
, Buenos Aires,
FCE, 2008.
Vecchioli, Virginia, “La nación como familia. Metáforas políti-
cas del movimiento argentino de derechos humanos”, en Sabina
Frederic y Germán Soprano (editores),
Cultura y política en et-
nografías sobre la Argentina
, Quilmes, Universidad Nacional de
Quilmes Editorial, 2005.