image/svg+xmlVoces Recobradas34Voces Recobradas34E l conficto que tuvo lugar de 1939 a 1941 en la fábrica de hilados y tejidos La Fama Montañesa ubicada en Tlalpan, al sur del Distrito Federal, muestra el enfrentamiento entre patrones y tra-bajadores, así como la lucha entre los propios trabajadores por el control del sindicato. Este acontecimiento forma parte de la memoria colectiva de los habitantes del barrio desde la década de 1940.Para quien vivió la huelga, el hecho está consumado en su memoria, mientras que para sus hijos ese recuerdo está vivo y puede adaptarse según sus necesidades. En él está la llave de todo cuanto sucedió antes y después de la misma.1Este trabajo tiene como objetivo analizar la forma en que la huelga de 1939-1941 de La Fama Montañesa ha sido elaborada, transformada e interpretada en los recuerdos de las diferentes generaciones de los habitantes del barrio. El acontecimiento es signifcativo no solo por la mane-ra en que los obreros que la vivieron narran el enfrenta-miento entre los patrones, los trabajadores y el sindicato, sino por las expectativas que tenían del conficto.La memoria de dos generaciones:la huelga de 1939 en el barrio La FamaMonserrat Cabrera CastilloMario Camarena OcampoDEH-INAH*MéxicoLa huelga es el acontecimiento sobre el que la memo-ria colectiva de las diferentes generaciones construyeron una serie de relatos y mitos que van desde la reconstruc-ción de la dinámica del acontecimiento y los logros ob-tenidos, hasta la traslación del mismo de un contexto a otro. Es un recuerdo bien elaborado y difundido acerca de un acontecimiento. Si bien podemos encontrar narra-ciones que pretenden constituirse como “la verdad” des-califcando otros relatos, lo cierto es que a nosotros como historiadores no nos corresponde califcar de verdad o mentira el relato de un narrador.Los trabajadores de la fábrica La Fama Montañesa construyeron su propia idea de la huelga que se expresa a través del lenguaje en forma de recuerdo; la huelga de los trabajadores no solo está constituida por los hechos ahí ocurridos, sino por la manera en que la gente los recuerda para contarlos y explicarlos. La memoria colectiva es la construcción de un acontecimiento pasado por miembros de un grupo social sobre la base de su experiencia, es decir, sobre la base de lo que vivieron, sintieron, imaginaron, les
image/svg+xml35Revista de Historia OralRevista de Historia Oral35contaron o leyeron, de los cuales se han apropiado hasta convertirlo en su memoria. Se trata de una experiencia compartida por un grupo social que vuelve a hacerse pre-sente a través del discurso: el recuerdo convertido en pa-labra. Así, la memoria colectiva es uno de los elementos necesarios para la cohesión de los grupos sociales, tanto para identifcarse como para diferenciarse del otro.El uso que se le da al recuerdo y a su elaboración pue-de tener diferentes intenciones, desde legitimar las prác-ticas y luchas políticas de quien recuerda hasta justifcar el uso de la violencia y la segregación contra el otro.2Los recuerdos son dinámicos, pues se van adaptando a las di-ferentes condiciones sociales y políticas que viven los gru-pos sociales. Cada generación construyó el signifcado de la memoria sobre la huelga de acuerdo con las caracterís-ticas del sujeto y su momento histórico, lo que nos lleva a plantear que lo que signifca el recuerdo de la huelga para cada generación es diferente.Comparar los recuerdos de di-ferentes generaciones de trabajado-res nos permite analizar diferentes formas de narrar valores y códigos diversos de cada momento histórico y, sobre todo, se construyen diferen-tes signifcados.3La manera en que el entrevistado narra una experiencia privilegia una intención deliberada de transmitir un signifcado, al compa-rar la narración con la de otra generación encontramos otro punto de vista que nos permite observar diferentes signifcados sobre un mismo acontecimiento.En cierto sentido, la idea de huelga no ha cambiado para los trabajadores porque se sigue viendo como un paro de actividades para presionar a los patrones con el fn de obtener sus demandas. Si bien la huelga es la misma, el signifcado es diferente para cada generación. Para los trabajadores que lo vivieron signifcaba el poder continuar con el trabajo y poder tener una estabilidad en sus expectativas de vida. Para las generaciones que siguieron, la memoria de la huelga es lo que les permite justifcar su permanencia en el barrio y luchar por tener su casa.Los que vivieron la huelgaLos trabajadores son Justa Hernández, su esposo Antonio Espinoza y Mario Córdova, a quienes entrevisté en 1984 como parte de la investigación que hacía en ese entonces acerca de la formación de la clase obrera en la industria textil del Valle de México; veinte años después entrevisté a Sofía Rojas en su casa de la calle de Camisetas en el mis-mo barrio. La conversación se realizó en su casa, ubicada en la calle de Ayuntamiento del barrio La Fama Monta-ñesa. La señora Justa y el señor Antonio nacieron en la demarcación de Tlalpan a principios del siglo XX; en el momento en que realicé la entrevista ellos eran jubilados de la fábrica.Los entrevistados se sentían parte de un ámbito obrero por haber trabajado toda su vida en la fábrica. Justa reconstruyó el mundo obrero del que formaba par-te a través del relato. Es a partir de la afrmación “noso-tros somos obreros” que ella estructura su relato y expo-ne sus valores. Su vida transcurría entre su jornada de trabajo en la fábrica, con turnos extra, y las asambleas sindicales; sus actividades sociales consistían en ir a la pulquería, asistir a festas familiares, ir a bailar a los salones del centro de la ciudad de México, jugar béisbol, así como sus actividades religiosas, las cuales consistían, según el esposo de Justa, en “una vez al año nos vamos a San Juan de los Lagos en procesión, también a la Basílica de Guadalupe”, sin olvidar la cotidiana asistencia a misa.Estos trabajadores, que ya eran ve-teranos de la vida fabril, habían interiorizado el sentido industrial del tiempo; es decir, el chacuaco marcaba el uso del tiempo dentro y fuera de la fábrica: entrar y sa-lir de trabajar, cumplir con la jornada, pero también salir a comer y descansar. No solo se habían disciplinado al nuevo orden industrial, sino que incluso lo consideraban natural. Don Antonio nos dice: Siempre trabajamos en la fábrica, así nos lo mandó Diosito.Los obreros de La Fama Montañesa habían sido campesinos durante el siglo XIX, pero ya para 1939 ese aspecto se había perdido, los trabajadores dependían de su salario, pues no poseían medios de producción ni tie-rras; para cubrir sus necesidades trabajaban por una paga a destajo y cuando había escasez de empleo o se perdía, se presentaban verdaderas crisis familiares.Los obreros y sus familias dependían del salario para sobrevivir por lo que se aferraban a él. Los relatos de los trabajadores nos hablan de la importancia de ese ingreso: El uso que se le da al recuerdo y a su elaboración puede tener diferentes intenciones, desde legitimar las prácticas y luchas políticas de quien recuerda hasta justificar el uso de la violencia y la segregación contra el otro.
image/svg+xmlVoces Recobradas36Voces Recobradas36(…) cuando éramos chicos (...) éramos pobres, no había para hacer grandes comelitones, era una pobreza tremen-da, les pagaban (a mis padres) 15 pesos a la semana y mi papá tomaba pulquito, pues ahí se iban los 15 pesos y lo que quedaba era para la comida y todo eso, no nos alcan-zaba y teníamos que trabajar todos.4En 1948 iba a ingresar a la secundaria, mi papá me dijo que había muchas necesidades en la casa; éramos seis her-manos y la fábrica iba a tener vacantes para empezar [a trabajar desde]abajo, era una buena oportunidad para trabajar (...) “hijo de mi vida yo te prometo que en cuanto se enderece la situación aquí en la casa, yo te saco de la fábrica y vuelves a reanudar tus estudios, te (lo) aseguro”, pero me empezó a gustar el dinero y a gustar(me) las mu-chachas.5En los relatos de los antiguos obreros de la fábrica La Fama Montañesa, el con-cepto de salario no es la percepción individual, por ejemplo, la del jefe o jefa, sino de la familia en su conjun-to, pues el salario del hombre o de la mujer no era sufciente para satisfacer sus necesidades; más aún, los hijos desde niños participaban activamente en la consecución del sustento del grupo familiar.Cuando ambos miembros de la pareja conyugal tra-bajaban, a veces una o dos jornadas consecutivas (doblar turno), los roles familiares se modifcaban, de tal manera que la ausencia de la madre era cubierta por las hermanas mayores. Al respecto, el testimonio de Gilberto Espinosa, hijo de doña Justa, es muy elocuente:Mientras mis papás se iban a trabajar, mi hermana la grande era la que guisaba, y mi mamá ponía desde un día antes el nixtamal para tres días; que había que llevar a moler; y mi hermana Jovita, que tenía unos 14 años, le ha-cía de mamá, y entonces ella nos guisaba y nos hacía la comida, y después ya fue mi hermana Chela, porque mi hermana (Jovita) murió.6De tal manera que las labores de ama de casa, las cuales crean las condiciones necesarias para que los obreros pro-duzcan, eran cubiertas por otra persona; es decir, las hijas mayores contribuían a que sus padres pudieran trabajar de manera adecuada. La organización doméstica asigna a unos las importantísimas labores domésticas y a otros la consecución del dinero necesario para sobrevivir, pero no podrían sobrevivir en conjunto sin ambas labores.En las entrevistas es frecuente escuchar y sentir el orgullo por haber sido obreros de La Fama Montañesa, lo cual heredaron a sus hijos:(...) Mi padre trabajó aquí. Empezó a trabajar después de la revolución fue un gran triunfo para él (...) tenía un salario fjo que siempre llegaba, terreno para casa; mi padre tra-bajó ahí toda la vida, hasta que se jubiló (...). Nos enseñó a que le tuviéramos un gran respeto a nuestra profesión.7Los operarios nunca pusieron en entredicho las relaciones de explotación obrero-patrón, es decir, no fueron cons-cientes del hecho de ser explotados; lo que les interesaba era tener un trabajo y un salario seguro. Un factor funda-mental para la permanencia y la segu-ridad en el trabajo eran el sindicato y sus representantes. La relación que tenían con esta entidad era de total dependencia, de tal manera que poco importaban sus habilidades en el tra-bajo para mantener su puesto, lo que era determinante era la buena rela-ción con el sindicato. En los relatos está presente la relación con el líder sindical en todas las eta-pas de su vida laboral: cuando ingresan, cuando obtienen la permanencia, en las promociones y en las jubilaciones.Después de la lucha revolucionaria, los sindicatos y las federaciones y confederaciones de trabajadores, entre las cuales fguraba la Confederación Regional de Obre-ros Mexicanos (CROM), tuvieron una época, de 1917 a 1929, de gran beligerancia, en la cual las negociaciones se llevaban a cabo entre los representantes obreros y los patrones. Sin embargo, surgió en esos años la idea de que debía participar en las negociaciones laborales un tercer negociador: el Supremo Gobierno. A esta forma de hacer política se la llamaba acción múltiple, la cual sostenía que las negociaciones con el gobierno era la forma más efcaz para alcanzar su objetivo. En poco tiempo, los represen-tantes sindicales buscaron puestos públicos, presionaban para que se reglamentaran sus condiciones de trabajo y buscaron mejores condiciones laborales con la mediación del Estado. Este es el contexto en el cual se fundó la Unión Sindicalista de Obreros y Campesinos de La Fama Mon-tañesa en 1918 adherida a la CROM. Los operarios nunca pusieron en entredicho las relaciones de explotación obrero-patrón; es decir, no fueron conscientes del hecho de ser explotados (...)
image/svg+xml37Revista de Historia OralRevista de Historia Oral37Esta organización laboral cimentaba su poder en la centralización de sus decisiones en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN). A tanto llegó esta centralización, que los trabajadores miembros de ella no podían estallar una huelga sin el consentimiento del CEN de la CROM, y si la realizaban, no recibían apoyo o eran desconocidos por ésta.La estrategia de acción múltiple de la CROM se adap-tó a la nueva coyuntura nacional que fomentaba la indus-trialización. Paulatinamente, las agrupaciones obreras asociadas a esta posición se convirtieron en agentes de control y disciplina industrial, con lo cual se acabó con la beligerancia de los obreros mexicanos.En lo que se refere a la industria textil, entre 1925 y 1927 se llevó a cabo la Convención Textil de la Indus-tria Algodonera, de la cual surgió un acuerdo que tuvo el estatuto de contrato-ley que rigió la vida laboral de las fábricas textiles en todo el territorio na-cional. Por medio de éste, los trabaja-dores ganaron el reconocimiento del sindicato como mediador en los con-fictos, la estabilidad y la antigüedad laboral, y toda una reglamentación acerca de las condiciones de traba-jo. Asimismo, sentó las bases para la centralización de la toma de decisio-nes y de la cláusula de exclusión de los trabajadores, que redundó en una acumulación del poder en las personas que ocupaban los puestos sindicales. A partir de entonces los Contratos Colectivos de Trabajo (CCT) los frma el Comité Ejecutivo Nacional, al margen de la voluntad de los trabajadores. Los inte-grantes del Comité establecieron los criterios para la contratación, promoción y permanencia laboral. Fijaron, asimismo, las reglas para la admisión y el despido de los obreros, creando, en muchos casos, instancias de apela-ción. Con esto se redujo la inseguridad laboral en la cual se desarrollaba el trabajo textil. Los CCT estructuraron los criterios de ascenso y promoción laboral, abriendo las expectativas para hacer carrera como obrero textil dentro de la empresa, pero con el visto bueno del sindicato. Con estos incentivos, la permanencia en el trabajo adquirió un nuevo signifcado: a mayor antigüedad, mayores presta-ciones, siempre y cuando se conservara la cercanía con el sindicato.Como consecuencia, los empresarios y el gobierno buscaron el visto bueno del líder obrero y no necesaria-mente el del conjunto de los agremiados. Bastaba obtener la colaboración de la burocracia del sindicato para legi-timar su criterio o imponer una línea de acción, que en muchas ocasiones iba en contra de las necesidades de los obreros. La dirección sindical podía contar con el respal-do del gobierno y, en la mayoría de los casos, de la pro-pia empresa; de esta manera muchos sindicatos dejaron de ser centro de actividad social y laboral para los agre-miados y se trasformaron en instancias de dominación, en una parte fundamental de la estructura de poder y de control de los obreros, materializada en la fgura del líder sindical.De esta manera, el líder sindical compartió su poder con la empresa dentro del proceso productivo, es decir, la empresa se encargó exclusivamente de la producción y delegó al sindicato las contrataciones y los ascensos, re-forzando su papel de mediador entre el patrón y los obre-ros. Esta situación le dio al líder sindical un gran poder, se convirtió en amo y señor.8Las relaciones sociales de los trabajadores que narraron su expe-riencia estaban determinadas por la relación que construyeron con sus representantes sindicales, a quienes ellos consideraban poderosos. Los tra-bajadores veían al líder como a una persona que les daba “protección” y “amparo” en sus problemas laborales, pero lo que debía ser una labor de representación se convierte en una relación de poder, pues el líder defende a los agre-miados a cambio de su lealtad, con lo cual lo convierte en su cliente. Así, los trabajadores se forman la percepción de que deben “quedar bien” con su representante, es decir, se crea y fomenta la cultura de la infuencia.9 Las relaciones clientelares contribuyeron a media-tizar y destruir la tradición y la cultura de militancia sindical que hubo en la época posrevolucionaria, pues las huelgas, demandas y negociaciones, a partir de los años 30, se realizaron al margen de los trabajadores, sin que estos participaran en la toma de decisiones, solo es-peraban las resoluciones.Los trabajadores desde fnes de los años 20 ya no estaban dispuestos a tomar posiciones radicales y solo esperaban que les dieran lo que sus líderes habían ne-gociado. Así se sentaron las bases para crear una clase obrera amiga de los patrones, sumisa, deportiva, alco-hólica, amiga del orden y las parrandas, enemiga del Las relaciones clientelares contribuyeron a mediatizar y destruir la tradición y la cultura de militancia sindical que hubo en la época posrevolucionaria (...)
image/svg+xmlVoces Recobradas38Voces Recobradas38comunismo, devota del catolicismo y orgullosos de ser sindicalistas.10Antes de la huelga“Los Famosos se habían domesticado”.11Con esta frase se resumen las características de falta de beligerancia en la que estaban sumidos los obreros de La Fama Montañesa al comenzar el conficto de 1939.La huelga de 1939-1941 es un suceso que marcó la vida de los trabajadores, rompió con la armonía que había entre patrones y obreros en la fábrica. Doña Justa Hernán-dez Farfán nos dice: antes de la huelga, los patrones eran bien buenas gentes, y añade que les daban todo lo necesa-rio para sobrevivir. Los obreros veían al empresario como una persona generosa y preocupada por ellos; tanto que les permitía tener un trabajo y una vivienda que representa-ba una estabilidad en sus vidas, “pri-vilegio” por el cual daban gracias al patrón. Esta manera de percibir a los empresarios provocaba la incondicio-nalidad de los trabajadores hacia ellos, y contribuían a la buena marcha de la fábrica.12Doña Justa platica que su mamá tenía tal agradecimiento hacia el pa-trón que había un altar en su casa con una fotografía del dueño de la fábrica con veladoras y le rezaba para que le fuera bien.13Yo mismo tuve la oportuni-dad de ver en 1984 otro altar semejante al descrito por doña Justa en otra casa del barrio.El patrón era visto por los trabajadores como un pa-dre que proporcionaba trabajo y seguridad. Los obreros se identifcaban con la fábrica, presumían de su estabilidad en el trabajo; para ellos el conficto que comienza en 1939 no es entre obreros y patrón, sino entre los mismos traba-jadores, lo cual provoca situaciones dramáticas que llega-ron hasta las rupturas familiares y las riñas entre padres e hijos.14Tanto infuyó esta concepción, que los trabajadores no eran capaces de ver en el conficto de 1939 la mano del patrón. Las personas que entrevisté narraban la situación que había antes de la huelga como un momento en que convi-vían en armonía trabajadores y patrones. Doña Sofía Ro-jas nos platica: todos salíamos los sábados a la plazuela a convivir, jugábamos, platicábamos, éramos muy felices. Esa armonía se rompió con la huelga. Ese tiempo feliz se na-rra sin hacer ninguna precisión temporal, es decir, se trata de un pasado idílico sin tiempo, es una añoranza a la que quieren regresar y no pueden porque fue un mundo mejor. Ese pasado se convierte en una época dorada perdida por una huelga.Remembranzas sobre la huelgaEl conficto en el que se vieron involucrados los trabajado-res de la fábrica La Fama Montañesa comenzó como un paro patronal, al llegar a trabajar el día de raya sábado 27 de febrero de 1939, encontraron cerrada la fábrica. A partir de ese día su vida cambió y entraron en una gran crisis, pues los obreros y sus familias dependían de su salario, y el no percibirlo los ponía al borde del hambre. Esta amarga experiencia quedó grabada en su memoria.La narración de los trabajadores está unida a su expe-riencia, a una presencia real del sujeto en el acontecimien-to. “No hay testimonio sin experiencia, pero tampoco hay experiencia sin na-rración: el lenguaje construye el mun-do de la experiencia y lo convierte en comunicable”.15Me acordé que era ¡día de raya!, nos debían la paga de las tres semanas, pensé, nomás unas horas en el telar y después de rayar a tomar unos curados con la comadre, de paso le doy el gasto a Josefna para el mercado, no sea que los niños se queden sin comer.Me apresuré para llegar a tiempo a la fábrica, pero cuando llegué me encontré a otros trabajadores en la entra-da. Estuvimos esperando y nunca abrieron la puerta, no nos imaginábamos que ese 27 de febrero de 1939 era el primer día de un conficto que ocasionaría que esa puerta no se abriera en tres años ¡y nos fuimos sin raya!16Ante la pregunta acerca de la duración del conficto, yo como investigador tengo la idea de obtener una fecha de inicio y una de conclusión, pero los antiguos trabajado-res, no pueden precisar ese dato con exactitud, pues ellos se manejan en un plano temporal de antesy después, y la fecha exacta del inicio del conficto queda subordinada a otros recuerdos, que les ayudan a ubicar una fecha requeri-da por el investigador. En lo que hay claridad es que a partir de un momento de fecha incierta, sus vidas se modifcan de manera radical.Los testimonios, pues, construyen su propio concepto del tiempo, antes y después, en función de los cambios que Los obreros se identificaban con la fábrica, presumían de su es-tabilidad en el trabajo; para ellos el conflicto que comienza en 1939 no es entre obreros y patrón, sino entre los mismos trabajadores (...)
image/svg+xml39Revista de Historia OralRevista de Historia Oral39se generaron en sus vidas. La señora Sofía Rojas dice que el conficto empezó en 1938 y terminó en “mil novecientos cuarenta y tantos”; don Charly dice que empezó en 1940 y terminó a mediados de los 40; doña Justa marca el inicio en 1939 y termina en 1943 cuando ella regresó a trabajar. Pero todos los trabajadores coinciden en que fueron años muy difíciles, de mucho sufrimiento y sacrifcio porque no tenían un ingreso que les permitiera sobrevivir. Si yo como historiador busco establecer una fecha sobre la base de los testimonios de los entrevistados, solo puedo decir que el conficto que marcó el inicio de una era en el ba-rrio La Fama Montañesa comenzó a fnes de los años 30 y concluyó a principios de los 40. Solo se pudieron datar las fechas exactas de este hecho a partir de la investigación documental.17Los trabajadores de la fábrica de hilados y tejidos La Fama Montañesa rememoran vívidamente el hambre, en especial la muerte por hambre, la humillación, la frustra-ción, la preocupación por las necesidades inmediatas; en suma, en la entrevista vuelven a vivir las sensaciones del su-frimiento de esa época. El paro llevó a situaciones muy difíciles en la vida de los obreros y del barrio; se rompió la estabilidad y la armonía de las fa-milias: no tenían ingreso, al respecto nos dicen: ¿Se imaginan la situación tan penosa que se presentaba para el barrio?, pues ya no se con-taba con el sustento y había que hacer algo; nuestros hijos se morían de hambre; mi hermana más chica murió porque no teníamos para comer.Este conficto devastador tuvo otro efecto: provocó que las personas tuvieran que buscar el sustento fuera de su ámbito y sus costumbres cotidianas. Los hombres iban a trabajar a otras fábricas fuera del barrio, generando una movilidad de los trabajadores por todo el valle de México; las mujeres se empleaban, ya sea en otras fábricas o en el trabajo doméstico en las colonias elegantes de los alrede-dores; los jóvenes y los niños hacían trabajos ocasionales después de la escuela, y hubo circunstancias en las que es-tos buscaban objetos que pudieran vender en los tiraderos de basura.Un ejemplo de la movilidad de la que hablé en el pá-rrafo anterior lo da don Antonio Espinosa, quien cuenta que su padre, del mismo nombre, encontró un trabajo de urdidor en una fábrica de articela en la Magdalena Mixhu-ca, y debía viajar en tranvía hasta la parada Chabacano:Pues resulta que una mañana mi papá se despertó sobresal-tado y le dijo a mi mamá: ¡Justa, ya me dormí!, se levantó rápido se vistió y salió corriendo para alcanzar el tren que salía a las cuatro de la mañana en la estación de San Fer-nando y Madero en el centro de Tlalpan; hacía hasta la pa-rada de Chabacano más o menos una hora y de allí a la fábrica caminando. Su entrada era a las seis.18El lugar de trabajo, tanto de hombres como de mujeres, fuera de las fronteras del barrio, signifcó para ellos un sa-crifcio, pues tenían un arraigo muy fuerte a su territorio, al cual amaban y defendían de la “invasión” de quienes no pertenecían a él. Estaban acostumbrados a los horarios de la fábrica, a su sonido, a la dinámica fabril que hacía de la plazuela un centro de reunión y de socialización. El territo-rio del barrio representaba seguridad para los trabajadores que lo habitaban, pues sabían cuál era la distribución del espacio, dónde vivía cada familia, dónde estaba la pulque-ría, etcétera. Fuera de su barrio, los obre-ros eran extranjeros.La pérdida del ingreso, el ham-bre, el hecho de buscar desechos aprovechables en la basura y el des-arraigo de su territorio, causó mucho sufrimiento a las personas, lo cual se refeja en las entrevistas. Al tiempo de narrar sus avatares, surge la pregunta: ¿quién causó tanto estrago? Don Antonio lo recuerda de la siguiente manera:En ese tiempo, en 1938, don José García era el dueño de la fá-brica y la rentó a un señor gringo que se llamaba Guillermo Gudbard [posiblemente Woodward],la capilla la llenó de ropa, no la vendía, ahí la tenía arrumbada. Un día se puso de acuerdo con los empleados que iba a mandar cerrar la fábrica porque ya no le convenía atenderla, no les pagó a los obreros durante tres semanas y mandó cerrar la fábrica.19Virginia Olvera recuerda este episodio diciendo:(...) los comisionados [sindicales],al saber que nos corrieron sin pagar, mandaron a sacar unas bancas de la capilla y las pusieron de trincheras en la puerta, en medio estábamos todas las mujeres enfrente de la puerta, los hombres de un lado y de otro lado, y todos con pistola en mano, con cu-chillos, con machetes, con piedras, bueno ¡parecía el día del Juicio! Tocaban los postes para que toda la gente se reuniera a Los testimonios, pues, constru-yen su propio concepto del tiem-po, antes y después, en función de los cambios que se generaron en sus vidas.
image/svg+xmlVoces Recobradas40Voces Recobradas40ver qué pasaba, estaba todo aquello lleno de gente: mujeres, hombres y niños; dijeron que no iban a dejar pasar cuan-do llegara el aviso de que El Gringo iba a sacar todo (…), llegaron los carros de mudanza, se querían llevar toda la ropa, toda la maquinaria de la fábrica, entonces mandó 200 gendarmes, (…) todo el día ahí estuvimos desde las seis de la mañana hasta las cinco o seis de la tarde (...)20Los trabajadores estaban convencidos de que El Gringo ac-tuó de mala fe y por ello lograron convencer a los policías para que se retiraran, ya que ellos, según sus relatos, tenían la razón.21Los trabajadores percibían el cierre de la fá-brica como algo personal, pues ignoraban la crisis de la industria.Los obreros interpretaban la situación de crisis de la fábrica como fruto de una maquinación perversa, resultado de la mala voluntad de los propietarios, que atesoraban dinero, mientras ellos y sus familias morían de hambre, ori-llando a las mujeres a la prostitución y a los hijos a la vagancia. Ante los ojos de los trabajadores, el mal estaba en las personas que controlaban las fábricas, ya que no eran caritativos, pero tam-bién pensaban que los patrones por un acto de voluntad podrían cambiar de opinión y volver a abrir la fábrica.22Los trabajadores defendían su situación laboral desde un sen-tido moral.Partes en conflicto: chaqueteros y lealesDesde la década de 1920, la Confederación Regional de Obreros Mexicanos (CROM) había realizado una labor de mediatización de los trabajadores destruyendo la tradición y la cultura de militancia sindical, pues las huelgas, deman-das y negociaciones se habían realizado al margen de los trabajadores, es decir, se burocratizó.Ante el apremio de ver cerrada su fuente de trabajo, los trabajadores, sin experiencia y sin conocimiento de sus derechos, actuaron en forma desesperada y violenta pues era la única que conocían. Después de tres semanas, se vino abajo la esperanza de un pronto retorno al trabajo: no aforó la buena voluntad que esperaban de los empresarios y su capacidad de resistencia se vio mermada por carecer de fondo de resistencia, debido a que la CROM no estaba de acuerdo con las acciones de los trabajadores.Ante esta situación, los obreros presionaron a la CROM para que los apoyara legal y económicamente. Así, 25 días después del inicio del paro patronal, la CROM deci-dió presionar a los empresarios para abrir la fábrica a través de las gestiones legales,23pero los trabajadores forzaron al comité ejecutivo de la CROM para que emplazara a huelga ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, solici-tando el pago del trabajo realizado, la reanudación de las labores y el pago de vacaciones, indicando que su situación se debía ante todo “a la paralización de la empresa sin justi-fcación alguna” y a “una mala conducta del administrador que es Gringo”. Así, el conficto se trasformó de un paro patronal a una huelga. A partir del mes de abril de 1939, los trabajadores se declararon en huelga.Poco después, la Junta Federal de Conciliación y Ar-bitraje emitió una solución a las demandas laborales de los trabajadores, por lo que sancionó a la empresa y le ordenó “(…) el pago de casi todas las prestaciones que le fue-ron demandadas, las cuales, arrojaron la suma de 446 mil 140 pesos y 80 cen-tavos moneda nacional.”24Si bien la Junta de Conciliación había dado la razón a los trabajadores, la empresa no estaba en condiciones de pagar el adeudo. En realidad, la huelga que tenía el objetivo de lograr la re-cuperación de una fuente de trabajo, terminó respondien-do a los intereses de los empresarios, pues, de cualquier forma, la producción se detuvo. Ni los empresarios ni el gobierno tenían prisa alguna para resolver la huelga, por lo que se alargó durante dos años más, ocasionando una crítica situación para los obreros.Para enfrentar la huelga, surgieron dos posiciones en-tre los trabajadores de La Fama. Unos eran los que tenían una lealtad hacia el líder Dionisio Sánchez, adherido a la CROM, a quien percibían como la persona que les había dado trabajo; los otros eran un grupo de personas adheri-das a José de la Luz Corona, Juan Gutiérrez, Pedro Tovar y Manuel Rojas, partidarios de la Confederación de Trabaja-dores de México (CTM), quienes buscaban que se benef-ciara a los trabajadores, y al no ser leales al líder se les llamó “chaqueteros”. Hacia afuera del barrio, la huelga se veía como un con-ficto intersindical entre “los chaqueteros” que buscaron el apoyo de la CTM y “los leales” que eran parte de la Confe-deración Regional de Obreros Mexicanos (CROM), ambas Ante el apremio de ver cerrada su fuente de trabajo, los trabajadores, sin experiencia y sin conocimiento de sus derechos, actuaron en forma desesperada y violenta pues era la única que conocían.
image/svg+xml41Revista de Historia OralRevista de Historia Oral41partes peleaban por la titularidad del contrato colectivo. Pero entre los propios trabajadores que estaban en huelga la división fue entre las familias. Doña Justa recuerda:La huelga generó que se dividieran todos, siendo tan amigos y parientes (...) hubo hasta muertos. Se acabó con la unión y armonía en la que vivíamos (...) se apasionaban por el ban-do que tenían y surgieron dos posiciones en el seno de los trabajadores [los leales y los chaqueteros].En estos dos grupos había diferentes ideas acerca de la manera de operar la empresa: “los chaqueteros” pugna-ban porque esta pasara a manos de los trabajadores como indemnización por el adeudo de salarios que con ellos se tenía. Doña Sofía Rojas, hija de Manuel Rojas, recuerda que su padre decía: “debemos de trabajar fuerte para que después de un tiempo podamos tener ganancias”. De alguna manera, esta facción de obreros pensaba en asumir el control de la fábrica y lograr bene-fcios.El grupo de “los leales” buscaba simplemente que la empresa reabriera sus puertas en las condiciones usuales y los trabajadores recibieran su sala-rio, “sufciente para sus necesidades de trabajo durante los siete días de la semana” y participación en las utilidades de la empresa.En 1940 se realiza el recuento en la Secretaría del Tra-bajo para determinar cuál de las dos organizaciones sindi-cales tiene la titularidad del contrato colectivo.Cuando se hizo el recuento, nosotros, Antonio y yo, decidi-mos unirnos al grupo de José de la Luz Corona, pero desgra-ciadamente éste nos traicionó, se fue de Tlalpan y perdimos. Desde ese día nos dicen ‘los chaqueteros’ (...) él [Dionisio Sánchez]ganó (como quien dice a la mala, a la mala, por-que) él acarreaba mucha gente –de Puebla, de San Martín Texmelucan– que no eran obreros de la fábrica y luego lle-vaban hijos de obreros de otros lugares, eran chiquillos, ga-naron como quien dice a la mala.25Dionisio Sánchez ganó el recuento con gente de fuera de la fábrica y comprando al líder opositor. Al ganar la titulari-dad este grupo, empezó a negociar con la parte patronal la forma de resolver la huelga, siempre buscando conservarse como mediador en la relación obrero-patronal.Si bien los trabajadores explicaban el conficto en función de sus percepciones personales y cotidianas de la fábrica que la reducían a un conficto entre familias, veci-nos y parientes, las centrales obreras estaban inmersas en un contexto político más amplio: buscaban incrementar la producción sacrifcando a los trabajadores.En el contexto de la Segunda Guerra Mundial era el interés del gobierno mexicano impulsar el Acuerdo de Unidad Nacional, que consistía en impulsar el desarrollo industrial, para lo cual hacía falta evitar los confictos labo-rales, deprimiendo la beligerancia de los obreros.El periódico Germinal,órgano informativo de la CROM, nos dice que esta central había pactado con el go-bierno para resolver los confictos laborales e impedir que se suspendiera la producción por las huelgas. En un edito-rial de este periódico se lee: “Hemos prestado la coopera-ción que ha sido necesaria para resolver todos los confictos laborales y evitar-le problemas al gobierno, (…) hemos puesto interés en resolver las pugnas intergremiales que nuestros enemigos provocan con motivo de las revisiones del contrato colectivo de trabajo de la industria textil.”26Para poder impulsar el desarro-llo industrial, era necesario controlar los confictos intersindicales con el fn de generar un ambiente de armonía y estabilidad dentro de las empresas. Este pac-to, mencionado arriba, establecía dejar a un lado las pugnas de poder entre las centrales sindicales en las fábricas. Para ello, las centrales sindicales establecieron que cesarían los confictos, y en aquellas donde los hubiese se resolverían a favor de la central que tuviera más tiempo como titular del contrato colectivo de trabajo, dando por terminadas las pugnas intergremiales y evitando que se fomentara el divi-sionismo de los trabajadores.En la fábrica de hilados y tejidos La Fama Montañesa, la CTM había retirado su apoyo a los trabajadores que esta-ban afliados a esa central y los dejó a merced de la CROM; los obreros no sabían, y nunca supieron, que habían sido sacrifcados por “el bien de la Nación”.Otro de los acuerdos que se establecieron para me-diatizar a los obreros en sus relaciones con los patrones y con el gobierno mexicano fue el de establecer que en los confictos obrero-patronales se prescindiera de la interven-ción de la Junta de Conciliación y Arbitraje para recurrir a convenios consensuados entre las partes involucradas, Si bien los trabajadores explicaban el conflicto en función de sus percepciones personales y cotidianas de la fábrica que la reducían a un conflicto entre fami-lias, vecinos y parientes (...)
image/svg+xmlVoces Recobradas42Voces Recobradas42con lo cual prácticamente se anuló uno de los logros más importantes de los trabajadores en lo que se refere a con-diciones de negociación, es decir, el Gobierno renuncia a su obligación constitucional de salvaguardar los derechos sindicales.27Los acuerdos entre la empresa y el sindicatoEn el relato de los trabajadores el punto central son los acuerdos entre la empresa y el sindicato, lo platican como un recuerdo vívido; aunque ellos no estuvieron presentes en las negociaciones sino sus representantes sindicales, lo narran como si fuese un logro personal. Así, cuando el na-rrador dice “nosotros”, es la manera de apropiarse del resul-tado obtenido y, al mismo tiempo, se identifca y construye su grupo social. No todo lo platicado es lo vivido pero sí es lo sentido y forma parte de lo que marcó la vida de las personas y del grupo del que forman parte. Beatriz Sarlo nos dice al respecto: “Esos hechos solo se recuerdan porque forman parte de un canon de memorias colectivas que les permiten construir una identidad”.Don Charly es un antiguo tra-bajador de la fábrica que nunca tuvo un cargo sindical, por lo tanto, no estuvo en la negociación, pero cuenta con mucha pasión que en abril de 1941 se rea-lizaron una serie de acuerdos entre empresarios y sindicato por medio de un notario sin la intervención de la Junta de Conciliación y Arbitraje, que incidieron en el destino de la fábrica y del barrio: la Unión Sindicalista de Obreros y Campesinos de La Fama Montañesa se comprometieron a levantar la huelga y a liberar de toda responsabilidad a la empresa La Fama Montañesa y a no afectar, en caso de que así se decidiera, el procedimiento de remate del patrimo-nio de la empresa, relato muy parecido a lo que aparece en el acta notarial: “(…) para vender la maquinaria, edifcios, terrenos y derechos sobre concesión de aguas a distintos interesados, pudiendo la testamentaría por lo tanto sacar la maquinaria del local en que está instalada, llevar a cabo el fraccionamiento de terrenos y vender sus derechos de concesión para el uso de las aguas, para todo lo cual presta desde luego su consentimiento la Unión Sindicalista.”28El sindicato se comprometió a ayudar a abrir la em-presa con un nuevo patrón. Los trabajadores de La Fama tuvieron la opción de convertirse en propietarios de la fá-brica (con sus terrenos y concesiones) por el adeudo de más de cuatrocientos mil pesos que la empresa tenía con ellos, pero decidieron buscar un nuevo patrón. Esta situación queda clara en el acuerdo que acepta la Unión Sindicalista, donde los obreros “(…) se comprometen a encaminar sus esfuerzos para llevar a efecto las negociaciones que sean oportunas para que la fábrica de La Montañesa vuelva a ser explotada como unidad industrial, por un nuevo patrón, (…) de manera que los trabajadores reciban el benefcio de la reanudación de las labores.”29Esta posición sindical buscó por todos los medios que la empresa reabriera sus puertas para que los trabajadores “reanuden su trabajo”; la empresa acuerda reconocer los derechos de posesión de los trabajadores sobre los terrenos donde tienen sus viviendas para otorgárselos y extender escrituras de propiedad a los trabajadores miembros de la Unión Sindicalista.30Pero lo que los obreros “benefciados” no sabían es que los terrenos otorgados se encontraban dentro de los límites del Parque Nacional Fuentes Brotan-tes, es decir, les “dieron” terrenos que no eran de la fábrica sino del Estado.Es importante resaltar el hecho de que los trabajadores no veían como un derecho, como el pago de sus sala-rios caídos haber obtenido su tierra, sino como una dádiva del poderoso, es decir, del líder sindical. El recuerdo tan vivo de que ganaron la huelga con-trasta con la poca información que tuvieron en el momen-to en que se estaban realizando las negociaciones para la terminación del paro. El líder sindical no informaba a sus representados acerca de estas, pero los propios trabajadores nunca solicitaron tal información, sino que aceptaron en forma pasiva lo que decidieran sus negociadores. No hubo ningún comunicado pegado en las paredes, ningún intento serio de informar lo que realmente estaba pasando, pero esta situación fue aceptada por los trabajadores sin más co-mentarios. Así, se creó un discurso en el que el sindicato aparecía como benefactor de los obreros, lo cual se repitió por más de 50 años hasta hacerlo entrar en las venas y en los huesos, contribuyendo a la selección de los recuerdos de la memoria. Los relatos de la memoria colectiva son una selec-ción de recuerdos que hacen referencia a un nosotros. Las memorias colectivas son construcciones pero no arbitra-rias, sino producto de las situaciones específcas que vive un grupo humano, y en una situación de conficto social justifcan la posición del grupo vencedor. Así, la memoria En el relato de los trabaja-dores el punto central son los acuerdos entre la empresa y el sindicato, lo platican como un recuerdo vívido (...)
image/svg+xml43Revista de Historia OralRevista de Historia Oral43colectiva legitima al grupo que tiene el poder mediante la memoria selectiva que verbaliza en una narración, pues le da orden y sentido de tal manera que se perciba para to-dos los grupos sociales como “la verdad de los hechos”, es decir, se crea una colectividad de signifcados.31En la me-moria de los habitantes del barrio, el trabajo, la casa y ser del sindicato son tres elementos que forman la identidad, lo cual deviene en un fuerte sentido de colectividad que se expresa verbalmente cuando se habla de nosotros. ¿Quién es nosotrosen los trabajadores de la fábrica La Fama Mon-tañesa?, son los “leales” que defendieron al líder sindical en oposición a los “chaqueteros” que querían transformar las relaciones de poder dentro de la fábrica: los chaqueteros se convirtieron en ellos. Entonces la identidad o el nosotros lo dan los elementos descritos, sin olvidar que también se defne por lo que no son, es decir, por no ser “chaqueteros”, a quienes se ve como traidores y perdedores.Así, La Fama se convirtió en una empresa donde trabajaban solo obreros sindicalizados, y aquéllos que no eran parte de este grupo, eran excluidos. “(…) Poco a poco los fueron sa-cando de la fábrica y de sus casas; él [Dionisio Sánchez] trajo mucha gente de Puebla a trabajar y les dio trabajo.”32De los 350 obreros que participaron en la huelga, solo 75 obtuvieron un lote para construir su casa, es decir, 275 trabajadores fueron excluidos del reparto de terrenos, de volver al trabajo y del barrio. El sindicato actuó silenciando y expulsando a los derrotados y quitándoles los derechos que habían adquirido por ser obreros.Sin embargo, es de notar que el tener los obreros y sus familias una casa y un trabajo lo perciben como algo otor-gadopor el sindicato; no lo ven como un derecho o como una conquista, sino como una dádiva del poderoso, es de-cir, del líder sindical. Doña Justa nos platica que la relación personal con un líder es lo que les permite tener y conservar la casa. Ella afrma: las casas nos las dio El General [apodo de Dionisio Sánchez], era un buen hombre. Fue un pago al adeudo que tenían hacia nosotros.33Esta afrmación hace referencia al líder como un personaje que tenía el poder de resolver las necesidades de los trabajadores a título indi-vidual, mientras que los obreros se perciben como entes pasivos esperando que sea el poderoso el que resuelva sus problemas. Así, el clientelismo hacia el poderoso es lo que marca quién es nosotrosy quiénes son ellos.Los recuerdos de los habitantes del barrio no son aza-rosos ni distorsionados sino que se estructuran en térmi-nos de legitimar su pertenencia a la fábrica y al sindicato, son dos elementos sobre lo que se construye la identidad:La construcción viene de una toma de decisiones del no-sotros, cuidadosamente seleccionada, en la que se apartan contenidos que producen miedos y se privilegia aquellos que signifcan goce, para ese nosotros.Resulta sorprendente que en la memoria y en el discurso de los obreros no aparece el patrón. Durante el conficto, la controversia es entre “leales” (CROM) y “chaqueteros” (CTM), pero nunca ven como un contrario al empresa-rio que obtenía ganancias de su trabajo, lo cual nos da la medida de la mediatización a la que estaban sometidos, propiciada por la falta de educación y por la política gubernamental del Acuerdo de Uni-dad Nacional.La transmisión oral del recuerdoEl relato de la huelga ha prevalecido por más de 60 años, se ha trasmitido de una generación a otra como parte de una herencia familiar, y todavía se platica como una gran actualidad. La memoria de la huelga para los hijos de los protagonistas es la construcción de un momento épico sobre la base de lo platicado, a las imágenes que les trasmitieron mediante el recurso de la oralidad y del sentimiento, pero acuden también a lo consignado en libros y artículos académicos. Todos estos recuerdos se ponen en palabras mediante el recurso de la conversa-ción.Las narraciones que hacen los hijos de los trabajado-res de La Fama nos ofrecen una abundante evidencia de la huelga de 1939-1941, pero también nos expone cómo los recuerdos fueron conservados y recreados a partir de lo platicado por sus padres. El relato existe porque las personas lo vivieron, se lo contaron a sus hijos y amigos, también algunos escribieron sus experiencias, es evidente que se ha contado la historia antes. Además, el relato en su forma original fue conformado por la conversación entre las personas que lo vivieron, complementados con infor-mación extraída de documentos, historias y académicos. Lo importante de este recuerdo es que incorpora otras ex-Las memorias colectivas son construcciones pero no arbitrarias, sino producto de las situaciones específicas que vive un grupo humano, y en una situación de conflicto social justifican la posi-ción del grupo vencedor.
image/svg+xmlVoces Recobradas44Voces Recobradas44periencias pero siempre desde el mismo punto de vista del “el nosotros”.Si bien los relatos de padres e hijos hablan sobre la huelga, cada generación tiene su propio matiz por los diferentes contextos que está viviendo: los padres van a poner el acento en el asunto laboral y los hijos en el problema de la vivienda, pero la importancia del relato no solo reside en los detalles sino en la expresión de los valores, ideas e intenciones que son la esencia de las na-rraciones y que han perdurado desde la terminación del conficto hasta nuestros días.La huelga es recordada por los hijos de los trabaja-dores como un momento épico de sus padres en el que ganaron terrenos y casas, fue un pago por los salarios caídos generados por la huelga. Así, bajo la premisa de que los trabajadores ganaron el derecho a la vivienda construyen el origen del barrio obre-ro como “un mito fundacional”. El origen del barrio no es un cúmulo de recuerdos, sino una selección de ellos, sobre el cual se justifca la po-sesión que tienen sobre sus vivien-das a lo largo de más cincuenta años de existencia del barrio obrero. El suceso es transmitido por los sujetos en forma oral. El origen del barrio así se actualiza, es la “expresión repetidor de un suceso poderoso”34que en cada momento se convierte en presente. El relato les da un sentido de identidad, pertenencia y adscripción a un espacio con una fuerte carga simbólica que les permite convertirse en un arma de lucha por la defensa de sus propiedades que se ven amenazadas por los fracciona-dores en la actualidad. Este relato sobre el origen del barrio es capaz de guiar las demandas, la lucha de sus habitantes en la defensa de sus terrenos y viviendas. El mito genera una forma de participación política e iden-tidad de los trabajadores.Los hijos de los trabajadores de La Fama Montañesa estructuran sus relatos en función del momento en que viven, un contexto actualmente de inseguridad e incer-tidumbre. Hoy día los habitantes del barrio de La Fama tienen una gran preocupación debido a la posibilidad que existe de perder la casa y quedarse en la “calle” al no contar con los títulos de propiedad que les permitan tener el derecho a ser parte del barrio.El barrio ha sido absorbido por la ciudad. En sus orígenes las calles no estaban pensadas para el tránsi-to de autos y fue casi hasta la década de 1950 cuando comenzaron a circular algunos vehículos. Sus caminos, veredas, calles y plazas eran espacios de socialización que empiezan a ser transformados. La vorágine urba-na es incontenible en la actualidad; ante la apertura y ampliación de vialidades que privilegian al automóvil frente al peatón; el crecimiento de la oferta comercial de la tierra que transforma rápidamente el entorno; el crecimiento desmedido de fraccionamientos y unidades habitacionales y la presión que ejercen las inmobiliarias, acompañado de las invasiones continuas los han ido transformando. El barrio es un espacio que les ha dado seguridad y la posibilidad de poder vivir desde siempre, se ven ahora seriamente amenazados por los grandes cambios de la ciudad. Toda esta incertidumbre repercute en los refe-rentes identitarios de dichas colectivi-dades; los lleva a refugiarse en el re-cuerdo como asidero fundamental, donde sus relaciones sociales son el centro de su discurso que les permi-te defender sus propiedades.Esto ha generado el temor cre-ciente de que pueden ser desalojados por no contar con una documentación que los acredite como propietarios, a la vez, las empre-sas privadas ven en la zona un ámbito de inversión –ya sea para vivienda o para locales comerciales–, además el propio gobierno ve al barrio como una posible zona de conservación y de pulmón para la ciudad. Todo lo ante-rior los llevó a valorizar el “ser originarios” para poder así justifcar su presencia dentro del barrio y luchar por el reconocimiento de la propiedad.En el barrio de La Fama los habitantes dejaron de ser obreros para convertirse en comerciantes, empleados y profesionistas. Los hijos de obreros que se convirtieron en profesionistas se ven en la necesidad de justifcar su presencia dentro del barrio por medio del rescate de la memoria de sus padres y abuelos. Así, les queda claro que su presente –el derecho a la vivienda– se justifca en los recuerdos heredados. De esta manera la memoria se convierte en un poderoso instrumento que justifca y argumenta su presencia en el barrio.Así, este tipo de recuerdos está lleno de certezas y de afrmaciones contundentes. Cada evocación mues-tra una visión del barrio perfectamente organizada; los entrevistados tienen respuesta para todo sin titubeo y Si bien los relatos de padres e hijos hablan sobre la huelga, cada generación tiene su propio matiz por los diferentes contextos que está viviendo (...)
image/svg+xml45Revista de Historia OralRevista de Historia Oral45no permiten alteraciones, es un recuerdo perfectamen-te elaborado. Cuando entrevistamos a estas personas y prendemos la grabadora, comienzan a recitar un discur-so sin sorpresas, lineal, en el que buscan la autenticidad de su alocución en la comparación con una serie de do-cumentos o textos escritos. Tal parece que se buscara la anuencia de lo dicho en los textos. En otros casos los entrevistados buscaban el visto bueno de las personas que los estaban entrevistando. Como si buscaran una complicidad y apoyo de su interlocutor.Son relatos ofciales, aceptados por todo un grupo en sintonía con el espíritu político de la época, las expe-riencias personales desaparecen o son escasas, mientras predominan las referencias escritas, a menudo tomadas de textos académicos, documentos legales readaptados para justifcar el momento en el que ellos viven.35A la vez, manifestan un gran te-mor a perder lo que tienen. La me-moria se convierte en un potente instrumento de participación política cuando se ven afectados los intereses de los grupos, a la vez que funciona como mecanismo de exclusión hacia las personas que no comparten este mismo recuerdo colectivo.La intención del relato es de-mostrar que ellos son hijos de obre-ros y tienen derecho a tener la propiedad o casa en la que habitan. Por su parte, el ser descendien-tes de obreros se convierte en el elemento central del derecho a tener una casa en el barrio, ya que una buena cantidad de sus moradores fueron obreros u obreras, es-posas de obreros o hijos de obreros; al mismo tiempo son conscientes del origen del barrio como barrio obre-ro, fundado junto con la primera fábrica del país en 1831. En todas las entrevistas realizadas los habitantes del ba-rrio hacen referencia al lugar donde nacieron ellos, sus padres, sus abuelos y sus bisabuelos, de esta manera nos narran su relación con el mundo pasado, en el que dan actualidad a ese pasado.Destacaremos algunas ideas que se transmiten; el conficto es una huelga que fue combativa, heroica, soli-daridad (contra los que no son igual a ellos) y que gana-ron su derecho a estar en el barrio. Las narraciones nos hablan de “la huelga”, un mo-mento que marcó la vida de todos los trabajadores y ha-bitantes del barrio; la fábrica dejó de laborar por varios años, donde le atribuyen las causas de la huelga al con-ficto entre los obreros: los chaqueteros y los leales por el control del sindicato. En los relatos se olvida el origen del conficto que fue un paro patronal por sobreproduc-ción que desencadenó en una huelga, despareciendo de los recuerdos la contradicción obrero-capital y trasla-dando el conficto al mundo de los obreros. Se trasmite un recuerdo donde desaparece la contradicción capital-trabajo, pero se fomenta el sentir de que las causas de los problemas laborales son generadas por avaricia de los mismos obreros. Esta trasmisión es tan poderosa que se convierte en un hecho objetivo y real. Tantas veces se ha platicado que es incuestionable e inmutable. En el año 2006, en una re-unión con habitantes del barrio en los que platicábamos sobre la huelga, llevamos el acta notarial en la que se registraban los acuerdos a los que ha-bían llegado el sindicato, los empre-sarios y el Estado donde se hacía un recuento de lo sucedido durante el conficto, en el momento en que es-cucharon que el origen del conficto había sido por un paro patronal, una versión diferente de lo que habían escuchado por generaciones, argu-mentaban que era falsa. Los hijos de los trabajadores no creían lo que se leía porque echaba por tierra todos los valores con los que habían sido educados.Las narraciones destacan la importancia del acon-tecimiento y del lugar. Evidentemente, los recuerdos so-bre la huelga de La Fama Montañesa de 1939-1941 se re-lacionan con los grandes sucesos del movimiento obrero –Río Blanco y Cananea–. El relato adopta el estilo de las grandes historias ofciales del movimiento obrero donde las evocaciones individuales se suman a una me-moria colectiva. Son remembranzas que construyen un momento épico donde se enfrenta a los enemigos –los chaqueteros– para poder regresar a trabajar. Los relatos son platicados desde la vivencia colecti-va –el nosotros– y animados por la visión del líder sin-dical: Dionisio Sánchez. Hay un sentido de solidaridad por compartir un mismo momento combativo que se extiende a los descendientes de obreros, con haber naci-do y vivido en el barrio, y con tener como valor la belico-sidad, de tal manera que todo lo que se encuentre fuera de estos elementos constituye “el otro” o “lo externo”, Cuando entrevistamos a estas personas y prendemos la gra-badora, comienzan a recitar un discurso sin sorpresas, lineal, en el que buscan la autenticidad de su alocución en la comparación con una serie de documentos o textos escritos.
image/svg+xmlVoces Recobradas46Voces Recobradas46vistos ambos como elementos extraños, amenazantes y fuente de confictos.36El valor de heroísmo es trasmitido en la imagen de cómo enfrentaron a la policía para que no se llevaran las máquinas o al momento de narrar el cómo vencen a los chaqueteros. No son los únicos momentos pero sí los más poderosos. Esta imagen la equiparan con los sucesos de Río Blanco unas décadas antes cuando una multitud de trabajadores toma la fábrica para exigir sus derechos, su-giriendo que fue entonces cuando ellos se convirtieron en barrio bravo.La solidaridad como valor es trasmitida en los rela-tos de los trabajadores como el momento de compartir un tiempo de muchos sufrimientos y haber resistido por más de tres años el conficto en torno al sindicato. Si bien narran los momentos de sufrimientos en primera perso-na no dejan de reconocer que sin el colectivo que estaba representado por el sindicato no hubieran sostenido la huelga.El acto de solidaridad es solo entre los que conside-ran iguales. No es porque sean trabajadores u obreros de la fábrica sino por ser parte del sindicato. Es una solida-ridad dada por el nosotros, a los que no son iguales a no-sotros no se les da apoyo. Esto no hace referencia a una solidaridad de clase por ser trabajadores sino por ser sin-dicalistas que se ven fortalecidas por las festas religiosas y cívicas que se hacen en el barrio y la fábrica en la que se buscaba la unidad.Este acto de solidaridad se ve materializado en las personas que tuvieron acceso a casas. Se solidarizan entre ellos en el acto de la regularización de sus propiedades que no fueron debidamente escrituradas. Solo es entre ellos, cualquier otra persona no es vista con buenos ojos y hasta es posible que sea agredida porque se sienten amenazados en su propiedad.En este ensayo analizamos los recuerdos de obreros y ex obreros de la fábrica de hilados y tejidos La Fama Montañesa acerca de la huelga sucedida en los años de 1939-1941 y los confrontamos entre ellos. Son diferen-tes puntos de vista que implican diferentes formas de entender y de estructurar la memoria por los diferentes contextos históricos en lo que viven las generaciones.37En las entrevistas, el entrevistado expone un punto de vista en relación con el entrevistador pero también con el momento en el que se vive: el presente. La manera en que el entrevistado narra una experiencia privilegia una intención deliberada de transmitir un signifcado, al compararla con otra entrevista nos habla de otro punto de vista que nos permite observar diferentes concepcio-nes sobre un mismo acontecimiento, a partir de esta re-fexión surge una pregunta: ¿Cómo se expresa el confic-to entre los relatos de las diferentes generaciones? * DEH: Dirección de Estudios Históricos, México. INAH: Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.Notas————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———1Alessandro Portelli, “Historia y memoria, la muerte de Luigi Trastulli”, Historia y Fuente Oral, núm. 1, 1987.2Mario Camarena Ocampo. “Los confictos de la memoria. Las memorias colectivas en el barrio de La Fama”, en La cons-trucción de la memoria colectiva, de Mario Camarena Ocampo (coord.), 202, México, Escuela Nacional de Antropología e His-toria, INAH, 2010, pp. 7-8.3Gerardo Necoechea, “Mi mamá me platicó: un punto de vista, clase y género en los relatos de mujeres”, en Taller. Revista de sociedad, cultura y política, 2006, pp. 27-60.4Entrevista realizada a Charly por el Colectivo Fuentes Brotan-tes y Mario Camarena Ocampo el 11 de noviembre de 2001 en el barrio de La Fama.5Entrevista realizada a Charly por el Colectivo Fuentes Bro-tantes y Mario Camarena Ocampo el 8 de octubre de 2001 en el barrio de La Fama.6Entrevista realizada a Gilberto Espinosa Hernández por el Co-lectivo de Fuentes Brotantes y Mario Camarena Ocampo el 6 de enero de 2001.7Entrevista realizada a Eduardo Correa por Mario Camarena y Alejandra Rosas, agosto 2004.8Antonio Espinosa, “Plazuela de La Fama”, manuscrito inédito proporcionado gentilmente por el autor como material de tra-bajo.9Por cultura de la infuenciaentendemos la tendencia general de las personas a buscar o aceptar la intervención de un sujeto percibido como poderoso para lograr la obtención de un bien o el acceso a una posición en situación ventajosa, sin utilizar los cauces legítimos o institucionales, lo cual crea lazos de lealtad entre el supuesto poderoso y el favorecido.10Carlos Monsiváis, “Sociedad y cultura”, en Rafael Loyola (coord.), Entre la guerra y la estabilidad política. El México de los 40, 365, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Ar-tes, Grijalbo, 1986, pp.263. 11Los obreros de la fábrica La Fama Montañesa se hacían llamar “Los Famosos”.12Antonio Espinosa, op. cit.
image/svg+xml47Revista de Historia OralRevista de Historia Oral47Bibliografía————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———Camarena, Ocampo, Mario, “Los confictos de la memoria. Las memorias colectivas en el barrio de La Fama”, en La costrucción de la memoria colectiva, de Mario Camarena Ocampo (coord.), 202, México, Escuela Nacional de Antropología e Historia, INAH, 2010.Chartier, Roger, El mundo como representación,Barcelona, Ge-disa, 1992.Duby, Georges, Guillermo el Mariscal,Madrid, Altaya, 1996.Haider, Julieta, Discurso sindical y proceso de fetichizacion: Pro-letariado textil poblano de 1960 a 1970, México, Instituo Nacio-nal de Antropología e Historia, 1990.Hernández Farfán, Justa, “Mi vida como obrera” en Relatos obreros mexicanos, Consejo Nacional de Fomento Educativo, SEP, México, 1984. p. 17.Hernández, Justa, Relatos obreros. 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Una discusión, México, Siglo XXI, 2005, pp. 29. 16Alejandra Rosas Olvera, Mario Camarena Ocampo y Lourdes Villafuerte García, Manantial de Historias,México, Conaculta-Fonca, Ceapac, Colectivo Cultural Fuentes Brotantes, 2005.17Ídem.18Antonio Espinosa, op. cit.19Alejandra Rosas Olvera, Mario Camarena Ocampo y Lourdes Villafuerte García, op. cit.20Entrevista realizada por Alejandra Rosas a Virginia Olvera, junio de 2004 y entrevista realizada por Saúl Reynoso García a Saúl Reynoso Velásquez, febrero de 2005.21Ibídem.22Ibídem.23Periódico El Germinal,15 de marzo de 1939, pp. 1-4.24 Ibídem, Foja 6.25Justa Hernández Farfán, “Mi vida como obrera” en Relatos obreros mexicanos,Consejo Nacional de Fomento Educativo, SEP, México, 1984, p. 17.26 Editorial del periódico El Germinal.27Objetivo es el de evitar el paro de la producción en estos mo-mentos de crisis.a) Se dan por terminadas las pugnas intergremiales y evitando que se fomente el divisionismo de los trabajadores y se compro-meten a no admitir bajas ni altas dentro del sindicato.b) Las organizaciones obreras que estén en conficto se compro-meten a pactar.c) Todas las organizaciones obreras se comprometen a unifcar los criterios para resolver los problemas.d) Los sindicatos se comprometen establecer disciplina sindical y que no tengan ningún obstáculo para resolver los problemas de la producción. 2 de octubre de 1942. El Germinal.28 Acta notarial, Escritura núm. 25 399, 4 abril 1941, Notario núm. 49 Lic. Manuel Andrade, Foja 11.29Ibídem, Foja 9.30Ibídem, Foja 10.31Roger Chartier, El mundo como representación,Barcelona, Gedisa, 1992, pp.45-62.32 Acta notarial, op. cit.33Justa Hernández Farfán, op. cit., p. 20.34 Alfredo López Austin, Los mitos del Tlacuache,México, Uni-versidad Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Antropológicas, 2006, p. 47.35Philippe Joutard, 2007. “Memoria e historia” en Historia, An-tropología y fuentes Oralesaño 3 época núm. 38, Asociación In-ternacional de Historia Oral, Barcelona, 2007, pp. 117-119. 36Signorelli, Amalia, “El valor del trabajo en la experiencia biográfca: confrontación de dos historias de vida compa-radas”, Cuicuilco, Nueva Época, Vol. 2 núm. 4 mayo/agosto 1995, p.123.37Necoechea, Gerardo, op. cit, pp. 27-60.