image/svg+xmlVoces Recobradas60Voces Recobradas60PresentaciónEste artículo se propone analizar los aportes que se pue-den realizar desde la Historia Oral, en tanto metodología y teoría de la investigación histórico-social, al estudio de las organizaciones sociales en la Argentina contemporá-nea. Particularmente, trabajamos con las organizaciones sociales urbanas de base territorial y comunitaria que in-vestigamos2, como son los Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD) del sur del Conurbano Bonaerense y las experiencias de tomas de tierras y construcción de asentamientos de la misma zona.A partir de nuestros trabajos descubrimos que acer-carnos a estas organizaciones desde la Historia Oral apor-ta una perspectiva alternativa y nos permite descubrir ele-mentos no considerados por estudios anteriores. El obje-tivo general de nuestras investigaciones es comprender las confguraciones políticas, subjetivas y productivas de las organizaciones sociales urbanas de base territorial y co-munitaria que surgieron en la Argentina a partir de fnes de la década del sesenta y comienzos de los años setenta y se desarrollaron en los años noventa.Las organizacionessociales en la Argentina contemporánea: un acercamiento desde la Historia OralPablo Vommaro1PHO-UBA/CONICETTrabajar estas cuestiones a partir de la Historia Oral nos posibilita rescatar, destacar, valorizar y poner de relie-ve las producciones materiales y simbólicas de los miem-bros del MTD y de organizaciones anteriores. Acercarnos a los testimonios de los protagonistas de los procesos his-tóricos permite abordar las subjetividades que se confgu-ran en el proceso de constitución y crecimiento de estas organizaciones sociales, particularmente en cuanto a las concepciones, ideas, valores y saberes que los sujetos cons-truyen acerca del trabajo, la producción y las relaciones sociales que se constituyen en la dinámica cotidiana de las mismas. Además, podemos valorizar los procesos de singu-larización y subjetivación como procesos de constitución de sujetos políticos que no son unívocos ni homogéneos, son singulares. La Historia Oral nos facilita descubrir que la diferencia potencia. No signifca necesariamente de-bilidad, ya que no divide, sino que permite construir lo común sobre bases sólidas, asumiendo las complejidades, confictos, ambigüedades y contradicciones de las subjeti-vidades y las relaciones humanas.
image/svg+xml61Revista de Historia OralRevista de Historia Oral61la dimensión dialógica y construida de la entrevista; sino también, como señala Arfuch (1995), acerca de que “los relatos de la vida de los sujetos nos permiten aprehender sus experiencias anteriores, su pasado, que entretejiéndo-se con su presente, va confgurando su futuro” (Arfuch, 1995). Así, el testimonio oral expresa una multiplicidad de tiempos de los que podemos distinguir al menos cua-tro. El momento en el que sucedió el hecho narrado; el tiempo en el que se produce la entrevista; el período que transcurrió entre el hecho y la entrevista; y el futuro que se prefgura en el relato cargado de subjetividades, anhelos e interpretaciones. Como nos recuerda Bajtin (1994), el dis-curso carga la historia dentro de sí. A través de la metodología de la Historia Oral y el trabajo con la memoria, el recuerdo y el olvido (Joutard, 1986; Portelli, 1997 y 2000; Bertaux, 2005 y Necoechea y Pozzi, 2008) indagamos acerca de las transformaciones en la subjetividad y la experiencia en el territorio y descubri-mos las continuidades, singularidades y rupturas. Ya Geertz (1989) señaló la importancia de haber “estado allí” para comprender signifcados, sím-bolos, modos de producción y apro-piación, valores, saberes, prácticas, disposiciones espaciales.En el caso del MTD de Solano, llegamos a la realización de las entre-vistas y la selección de los entrevistados a partir de un ingreso etnográfco al campo. De esta mane-ra, el acercamiento etnográfco nos permitió conocer los aspectos cotidianos de la organización social y descubrir los miembros con los que era más signifcativo conversar para los objetivos que nos habíamos propuesto.En el caso de las tomas y los asentamientos de 1981 llegamos a los entrevistados a partir de un primer acer-camiento proporcionado por el estudio acerca del MTD. Nuestro trabajo con esta organización nos permitió tener acceso a Raúl Berardo3y, a partir de su testimonio y nues-tras conversaciones informales con él, contactar a otros entrevistados. Complementamos el método de la “bola de nieve” (Guber, 1991; Bertaux, 2005) con el “saltar el cer-co” (Guber, 1991). Así llegamos a otros entrevistados que participaron del proceso organizativo de las tomas y los asentamientos y no estaban, ni están, ligados directamente al sacerdote. Esto nos permitió acceder a otras perspecti-vas y puntos de vista (Necoechea Gracia, 2006) que nos ayudaron a componer la interpretación que exponemos en este trabajo.Uno de quienes abrieron el campo de la Historia Oral fue Fraser (1979), con su estudio acerca de la Guerra Civil El trabajo con la Historia OralComo dijimos, la metodología que estructura nuestras investigaciones es la Historia Oral. Trabajar desde la His-toria Oral nos permitió acercarnos a las percepciones, sa-beres, capacidades, valores y deseos de los miembros de las organizaciones estudiadas; a la mirada, o punto de vista de los sujetos sociales (Necoechea, 2006), a partir de inda-gar, partiendo de su experiencia directa, en sus proyectos de vida singulares y colectivos. A partir de las técnicas de construcción de fuentes orales abordamos las problemá-ticas de la memoria individual y colectiva en torno a la experiencia de participación o militancia en las organiza-ciones sociales del período estudiado.Coincidimos con Ricoeur (1990 y 1999) quien nos re-cuerda que en el relato que produce la entrevista aparecen una multiplicidad de voces, silencios, cosas no dichas o dichas a medias. Arfuch (1995) señala que la entrevista es una “relación dialógica”, un “momento de interacción” que vincula “dos universos existenciales: lo público y lo privado” (Arfuch, 1992: 8 y 73). La autora propone que, a través de la Historia Oral, se juega la posi-bilidad de aproximación a grandes confguraciones de sentido, al espe-sor del discurso social que marca los climas de época. La memoria (…) va más allá de una reproducción de la realidad social, es un lugar de mediación simbólica y elaboración de sentido. (Arfuch, 1992: 70)Entonces, lejos de estar cosifcada o fjada en el pasa-do, la memoria es un terreno activo y dinámico, en el cual se producen signifcados que expresan confictos subjeti-vos, políticos y sociales del pasado y el presente en el que se produce la entrevista. Podemos afrmar, con Bertaux (2005), que las percepciones que sobre una situación ela-bora un sujeto constituyen para él la “verdad de esa situa-ción”, y que es en función de esa percepción que el sujeto actuará. De esta manera, la verdad de cada acontecimiento producido en la vida de los sujetos, que es producto de la particular interpretación, percepción y representación que construyó sobre el mismo, se podrá modifcar a lo largo del tiempo. Sobre un mismo hecho, no sólo diferentes in-dividuos aportarán su punto de vista (Necoechea Gracia, 2006); sino que una misma persona podrá variar su in-terpretación en distintos momentos de su vida (Bertaux, 2005). En suma, para Bertaux, es necesario distinguir entre la historia vivida por un sujeto y el relato que pudo ha-cer sobre la misma ante la demanda de un investigador (Bertaux, 2005). Y esto llama la atención no sólo acerca de Trabajar desde la Historia Oral nos permitió acercarnos a las per-cepciones, saberes, capacidades, valores y deseos de los miembros de las organizaciones estudiadas.
image/svg+xmlVoces Recobradas62Voces Recobradas62Española en base a fuentes orales. En este trabajo, Fraser planteaba que lo que expresaban los testimonios orales “era su verdad, la verdad de la gente, lo que deseaba re-fejar. Y lo que la gente pensaba –o pensaba que pensaba– también constituye un hecho histórico” (Fraser, 1979). Y podríamos agregar, forma parte de la realidad social. En nuestra investigación la perspectiva de la Historia Oral se enriqueció, además de con otras herramientas metodo-lógicas, con las propuestas de estudio de los trabajadores y los sectores subalternos que formularon autores como Tompson (1989 y 1995) o Ginzburg (2001).Cuando elegimos trabajar con organizaciones socia-les contemporáneas, la metodología propuesta por la His-toria Oral se presenta como una herramienta sumamente fructífera para permitirnos acceder a las producciones subjetivas de sus integrantes, sea a nivel individual o co-lectivo. En el despliegue de la investigación identifcamos algunas singularidades al respecto que expondremos bre-vemente a continuación.Trabajar a partir de la Historia Oral rescata, destaca, valoriza y pone de relieve las diferencias y ayuda a no reproducir las desigualdades del pre-sente enraizadas en procesos históri-co-sociales del pasado. Muchas veces, las diferencias son negadas o más di-fícilmente accesibles y las desigualda-des son reproducidas al trabajar con otras fuentes como las documentales, estadísticas, entre otras. Acercarnos a los testimonios de los protagonistas de los procesos históricos permite revertir las desigualdades sociales reproducidas muchas veces en los relatos de la historiografía ofcial y tradicional. Por otra parte, traba-jar a partir de la oralidad posibilita asumir la diferencia como fortaleza y no como debilidad. Como ya dijimos, partir de la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad im-plica reconocer e incorporar la diferencia. El trabajo con la oralidad nos permite descubrir que la diferencia también puede potenciar. Asumiendo la diferencia en esta clave, y distinguiéndola de la desigualdad, es posible constituir lo común partiendo de las complejidades, confictos, ambi-güedades y contradicciones de las subjetividades y las re-laciones humanas.Poner de relieve lo común no signifca intentar ho-mogeneizar la organización social con la que trabajemos o borrar las diferencias que le son inherentes y constitutivas. Al contrario, una de las mayores riquezas de este tipo de organizaciones es poder trabajar a partir de las diferen-cias, de las diversidades, intentando construir lo común. Es decir, la capacidad de volver potencia lo heterogéneo, lo múltiple, lo diverso, evitando que se transforme en des-igualdad.Algunos de los testimonios producidos en nuestras investigaciones nos permiten pensar y profundizar estas problemáticas. “La búsqueda es que las diferencias no sean desigualdades”, decía nuestra entrevistada N. (mujer, miembro del MTD de Solano de los Barrios San Martín y Santa Rosa, entrevistada en agosto de 2003 y noviembre de 2005) y no podía plantear más claramente la cuestión. Entonces descubrimos que no se trata solo de dar cuenta y asumir las diferencias y de revertir las desigualdades, sino que es necesario que las diferencias no se tornen desigual-dades. Dicho de otra manera, que el necesario proceso de asumir y subrayar las diferencias posibilite la constitución de la igualdad.Esta igualdad puede ser entendida también como la construcción de lo común, de espacios y relaciones socia-les comunes, que permitan desplegar un proyecto colectivo que altere el estado de cosas existente en una situación determinada.La construcción de comunidad, entonces, permite que la diversidad que caracteriza al territorio, que las diferentes situaciones individuales y que la violencia que domina la vida barrial se transformen en capacidad creadora al organizarse en un proyec-to colectivo, comunitario. Si el poder (el estado, el capital) separa, diferencia, clasifca, divide; las organizaciones sociales que indagamos se proponen re-unir, integrar, componer, igualar. Los vínculos basados en la alegría y lo afectivo desempeñan un rol importante en estos procesos.Historia Oral, redes sociales y políticaLlegamos así, a partir del camino abierto por el trabajo con la Historia Oral en las organizaciones sociales, a dar cuenta de los procesos de constitución de redes de relaciones so-ciales comunitarias situadas territorialmente. Estas redes organizativas (intersubjetivas, interpersonales) mantie-nen, desde lo territorial en un sentido amplio, un nivel de organización barrial mínimo, no visible, que puede con-densarse o concentrarse (hacerse visible) en determinados momentos en los cuales confuyen otros factores.Las redes que analizamos están constituidas por rela-ciones de confanza, solidaridad y afnidad diversas como: parentesco, vecindad, amistad, fe religiosa, convicciones políticas, entre otras y están sostenidas en prácticas que Acercarnos a los testimo-nios de los protagonistas de los procesos históricos permite revertir las desigualdades sociales reproducidas muchas veces en los relatos de la historiografía oficial y tradicional.
image/svg+xml63Revista de Historia OralRevista de Historia Oral63pueden ser más o menos visibles desde el exterior de las mismas. De esta manera, las redes territoriales mantienen la organización más allá de, o en paralelo a, las condicio-nes políticas coyunturales inmediatas.Desde ya, el proceso de constitución de estas redes está determinado no sólo por elementos propios de la dinámi-ca local, sino que, a la vez, estos elementos están constitui-dos a partir de características específcas del sistema social dominante (capitalismo y sus cambios a partir del período 1968-73). Podemos conceptualizar esto planteando que la organización social es algo permanente constituido a par-tir de los territorios y que lo que caracteriza a un momento histórico determinado es el modo en que se (re) constituye o (re) signifca esa organización y la cualidad de la misma, que puede ser difusa o concentrada.Si identifcamos a estas redes de relaciones sociales como el entramado a partir del cual se constituyen –no únicamente– las organizaciones sociales, el valor de la Historia Oral se magnifca, ya que ella es una vía de ingreso privilegiada para poder aprehender sus características y dinámicas fundamentales.Nos deslizamos así hacia otra dimensión signifcativa para com-prender las confguraciones políticas y subjetivas de las organizaciones so-ciales: el proceso de politización de los espacios cotidianos. Una política de y desde lo cotidiano que torna políticas (comunes, públicas4y confictivas5) relaciones y dimensiones que antes perma-necían en el ámbito de lo privado o lo íntimo.Entonces, al acercarnos a las prácticas cotidianas que los sujetos sociales despliegan en diferentes espacios (luga-res de producción, ámbitos territoriales, familiares, entre otros) la metodología de la Historia Oral nos invita a ex-plorar una amplia gama de posibilidades para comprender los procesos de cambio y continuidad que protagonizan.Pensar nuestro trabajo a partir de la Historia OralLos valores, saberes, lenguajes, prácticas, experiencias y tradiciones que se van transmitiendo de generación en generación, son posibles de percibir a través de los testi-monios orales de los protagonistas que producen su expe-riencia de vida. Esto es así ya que la entrevista, entendida como espacio de interrelación, diálogo e intercambio, nos permite acercarnos a los sujetos que protagonizan los pro-cesos históricos que estudiamos, produciendo un despla-zamiento múltiple respecto a los problemas de estudio que construimos.Por un lado, nos acerca a los sujetos históricos, acor-tando la supuesta distancia que debe existir entre el inves-tigador y su objeto investigado. Esta dilución de la lejanía que funda buena parte del conocimiento social permite replantear la relación sujeto investigador-objeto investiga-do para proponer otro vínculo en el que las dos partes son reconocidas como sujetos y el conocimiento producido a partir de esta relación es, entonces, subjetivo y situado.Por otro, a partir de esto último, en la entrevista se ponen en juego las subjetividades de quienes la constitu-yen. Lejos de negar las implicaciones subjetivas, la entre-vista en tanto espacio que puede transformar a sus prota-gonistas, permite encarar las modalidades de objetivación de los problemas y procesos estudiados a partir de reco-nocer y asumir las subjetividades que se ponen en juego y se reconfguran allí. Así, la entrevista –en tanto aconteci-miento, expresión y actualización de procesos anteriores y también en su dimensión preformativa– es a la vez un espacio de transformación y un espacio de creación o innovación.Además, construir un testimo-nio oral (una fuente oral) implica asu-mirse desde un no saber y reconocer que hay otro sujeto que, no estando legitimado como investigador o in-telectual, conoce elementos sobre un hecho o proceso que nosotros no. La Historia Oral signifca también, enton-ces, reconocer que existen otros saberes y otras formas de conocimiento. Si pretendemos que a partir de la fuente oral podamos interpretar, comprender (y transformar) la realidad social que estudiamos, tenemos que ser también capaces de asumir ese otro saber, ese otro conocimien-to, en todas sus dimensiones e implicancias; aún cuando cuestionen nuestros propios supuestos.Así, la Historia Oral, como la entendemos, permi-te construir un diálogo sistemático entre dos sujetos con capacidades y potencialidades singulares. El investigador que indaga acerca de un proceso, organización o aconte-cimiento histórico, y el sujeto que protagoniza el proceso que aquel quiere conocer. Revisitamos así el problema de la diferencia y la desigualdad. El intercambio que constitu-ye la entrevista expresa esta relación dialógica, que aunque disímil, no tiene por qué ser desigual.Avanzando, el diálogo que planteamos es también in-terpelación. Y esta interpelación, si somos capaces de asu-mirla, nos lleva a redefnir y repensar nuestro trabajo. Nos provoca a redefnir conceptos y reformular las perspecti-vas a partir de las cuales estudiamos alguna problemática. Nos estimula para ser creativos e innovar en el proceso de Así, la Historia Oral, como la entendemos, permite construir un diálogo sistemático entre dos sujetos con capacidades y poten-cialidades singulares.
image/svg+xmlVoces Recobradas64Voces Recobradas64construcción de conocimiento. No repetir fórmulas ni re-petirnos, sino repensar constantemente acerca de nuestra tarea.De esta manera, la Historia Oral permite cuestionar la posibilidad de construir un conocimiento absoluto y objetivo, incorporando al proceso de investigación tanto la voz del investigador como la del sujeto entrevistado.Sin desconocer la utilidad de otras fuentes como las documentales, que muchas veces tenemos que analizar en relación con los testimonios orales, consideramos que para realizar una historia integral de las organizaciones sociales contemporáneas (podríamos extender esto y de-cir, una historia integral de las clases subalternas, de los trabajadores, de los productores) necesitamos valernos de las fuentes orales. Dijimos recién que no descartamos para nada el trabajo de investigación histórica a partir de fuentes do-cumentales. Al contrario, en nuestro trabajo analizamos también los textos producidos por las organizaciones sociales, así como los documentos ofciales y periodísticos.Se nos presentan así al menos cuatro opciones al trabajar con do-cumentos: los producidos por las or-ganizaciones sociales; las fuentes pe-riodísticas; los documentos ofciales; y los documentos escritos por otras organizaciones vinculadas de alguna manera a la problemática que estu-diamos.El valor de las primeras y las últimas es enorme, ya que nos permite acceder a dimensiones que muchas ve-ces pueden estar olvidadas o silenciadas en los testimonios orales, así como complejizar visiones y completar datos o procesos.Respecto a las fuentes periodísticas que referen a las organizaciones que estudiamos, muchas veces aparecen como crónicas en la sección de policiales de los diarios y los testimonios se incluyen mutilados o tergiversados6.Accedemos así a una nueva problematización que nos abre la Historia Oral: que la mayoría de las fuentes (en especial documentales) con las que trabajan los his-toriadores son producidas por las clases dominantes7. Re-producen, como dijimos, las desigualdades e injusticias pasadas y presentes.Al contrario, la Historia Oral nos permite acercarnos a las subjetividades y las prácticas cotidianas de quienes, siendo protagonistas de los sucesos estudiados, fueron si-lenciados por los productores de aquellas fuentes.Así, las fuentes orales nos permiten indagar, por un lado, en la memoria y el recuerdo. Por otro, descubrir un punto de vista o una perspectiva particular sobre un pro-ceso, que guarda una relación compleja y mediada con el relato de las cosas “tal cual sucedieron”8. De todos modos, lo que hay que explicitar es que, al trabajar con la orali-dad, interpretamos la historia a partir de las percepciones actuales de los sujetos sociales que protagonizaron las ex-periencias que estudiamos, a las que llegamos a través de las entrevistas realizadas. Es decir, trabajamos con percep-ciones, recuerdos, sensaciones y saberes, a la vez que con olvidos y silencios, sobre un pasado más o menos lejano que están construidos a partir de la vivencia de aquellos días, la experiencia vivida en los años transcurridos y el presente en el cual se produce la entrevista.Por otro lado, la situación de entrevista tiene un valor metodológico que no se puede desligar de su valor polí-tico. Encarar una entrevista es también estar dispuesto a asumir un compromiso político. No sólo de indagar en las subjetividades políticas del entrevistado, sino también poner en juego las del entrevistador. Así, la Historia Oral es una apuesta política por construir una historia distinta de la hegemóni-ca, que exprese otras voces y ponga de relieve otras prácticas y producciones, que no son hegemónicas en las socie-dades en las cuales vivimos.Historia Oral también signifca asumir el compromiso de rescatar (va-lorizar) la memoria colectiva expresada a nivel social e individual. Desde ya, existen múltiples re-laciones entre ambas memorias que no serán materia de análisis en este texto. El compromiso de quienes hacemos Historia Oral implica, además, iniciar una apertura de la investigación hacia otros espacios y sujetos. Reconocer, como dijimos, que los únicos que producimos conocimiento no somos quienes habitamos la Universidad. Poner de relieve los saberes y las experiencias de los sujetos sociales que inte-gran las organizaciones con las que trabajamos. Construir conocimiento junto con ellos, reconociendo que cada uno puede aportar elementos distintos pero igualmente valiosos y signifcativos. Esto también signifca facilitar que las organizaciones sociales puedan construir su pro-pia historia. No que hagamos nuestra historia por ellos ni sobre ellos, sino que construyamos una historia con ellos, a partir de sus voces.Llegados a este punto nos parece necesario realizar algunas aclaraciones. Por un lado, que las concepciones que presentamos acerca de la Historia Oral intentan no (...) significa facilitar que las organizaciones sociales puedan construir su propia historia. No que hagamos nuestra historia por ellos ni sobre ellos, sino que cons-truyamos una historia con ellos, a partir de sus voces.
image/svg+xml65Revista de Historia OralRevista de Historia Oral65ser sustancialistas o esencialistas. Es posible recorrer los caminos que abre el trabajo con los testimonios orales solo si estamos dispuestos a asumir una postura política, teóri-ca, conceptual y metodológica alternativa a la dominante en el campo académico. Por eso concebimos el hacer His-toria Oral como la asunción de un compromiso, como la expresión de una disposición a encarar ciertas cuestiones que no son naturales ni están dadas, deben ser producidas. Tenemos que estar preparados para asumir que no sabe-mos sobre algo, tenemos que ser capaces de escuchar al otro, tenemos que poder asumir esos otros saberes, estar dispuestos a aprehender los procesos de dominación y re-sistencia a nivel cotidiano, las redes sociales de organiza-ción (y solidaridad) a nivel territorial, las prácticas inno-vadoras, alternativas y alterativas que producen los sujetos como expresión del antagonismo social.Por otra parte, trabajar con la Historia Oral implica asumir también un conjunto de problemas, de los que no podremos dar cuenta aquí, pero quere-mos sólo dejar planteados. Podemos comenzar mencionando la polifonía y polisemia que son inherentes al trabajo con fuentes orales tal como nosotros lo concebimos. Esta mul-tiplicidad de voces y de signifcados se constituye en forma confictiva, con voces que se superponen, con-tradicen y confrontan; a la vez que se componen e integran constituyendo una perspectiva desde la cual interpretar los procesos históricos.En segundo lugar, nos enfrentamos a lo que pode-mos denominar el problema del error y la reconstruc-ción parcial. Si somos capaces de trabajar con la His-toria Oral desde la perspectiva que proponemos, po-dremos ver que, sin embargo, estos no son obstáculos, sino condiciones básicas (puntos de partida) desde las cuales se produce la historia partiendo del testimonio oral. Coincidimos con Adleson, Camarena e Iparragui-rre (2008: 47), quienes, retomando a Todorov y Labov, sostienen que “la historia no se cuenta cuando se adhie-re a una cronología ´objetiva´, sino cuando se aparta de ella para incorporar sentidos y conceptos o juicios subjetivos”. Al fin de cuentas, acordando nuevamente con Necoechea Gracia (2006) el testimonio oral es un punto de vista posible entre otros. Al igual que si traba-jásemos con otro tipo de fuentes, “lo importante de los testimonios no es la veracidad de los mismos, sino más bien la posibilidad de rastrear sentimientos a través del tiempo”, agrega Pozzi (2008: 5).Para seguir trabajandoPara concluir, dejaremos planteadas algunas cuestiones para seguir refexionando acerca de los elementos que ex-pusimos en este trabajo.Acercarnos a las organizaciones sociales de base te-rritorial y comunitaria desde la Historia Oral nos permitió indagar en los procesos de construcción de las subjetivida-des, en las formas de producción –material y simbólica– de los sujetos. Asimismo, nos posibilitó identifcar algunos de los rasgos que caracterizan a las organizaciones sociales en la actualidad y que mencionamos antes de forma somera. Po-litización de lo cotidiano, territorialización, construcción de vínculos comunitarios, lo que podemos denominar po-lítica de cuerpo presente (vinculada tanto a las formas de acción y democracia directa, como al involucramiento de la totalidad del cuerpo en la práctica política y social –vital– de los sujetos), entre otras.Particularizando en algunos ele-mentos propios de nuestros casos, el trabajo con las fuentes orales hizo posible que replanteemos desde algu-nos supuestos teóricos, hasta aspectos de la metodología de nuestro trabajo. Mencionaremos solo algunos de los aspectos que identifcamos.En primer lugar, nos permitió establecer la relación que existía entre el origen del MTD de Solano en 1997 y el proceso de tomas de tierras y construc-ción de asentamientos de 1981. Esto modifcó la forma en la que encaramos el estudio del MTD y nos llevó a inves-tigar el proceso de tomas y asentamientos de inicios de los años ochenta.En segundo término, posibilitó que indaguemos en las confguraciones subjetivas de los tomadores y asenta-dos de los ochenta, en particular en lo referido a la con-cepción que ellos tenían acerca de sus derechos y la legali-dad de la acción que estaban emprendiendo. Esto cambió nuestra concepción acerca de estas cuestiones y nos llevó a discutir la mayoría de los estudios realizados sobre estos procesos hasta el inicio de nuestra investigación.Por otra parte, nos acercamos a otra dimensión de las confguraciones subjetivas de los sujetos con los que trabajamos, en este caso en lo referido a su concepción acerca de la tierra y la vivienda. También aquí discutimos con la mayoría de los textos producidos acerca de estas cuestiones. Las entrevistas pusieron de relieve que “la tie-rra es un lugar para vivir” (A., mujer, 69 años, protagonista de las tomas y asentamientos, entrevistada en diciembre Es posible recorrer los cami-nos que abre el trabajo con los testimonios orales solo si estamos dispuestos a asumir una postura política, teórica, conceptual y me-todológica alternativa a la domi-nante en el campo académico.
image/svg+xmlVoces Recobradas66Voces Recobradas66de 2005). Mientras “la tierra se toma”, “la vivienda es un proyecto de vida” (I. mujer, 50 años, protagonista de las tomas y asentamientos, entrevistada en abril de 2006). De esta manera, la tierra aparece como una conquista a lograr en forma colectiva y mediante la acción directa de la toma, mientras que la vivienda se presenta como un proceso a más largo plazo y con una incumbencia más personal o familiar.En cuarto lugar, el trabajo con la Historia Oral nos abrió la puerta hacia los procesos de constitución de redes de relaciones sociales de organización. Este entramado re-lacional, surgido a partir del territorio, es difícil de ver y comprender desde afuera de la propia experiencia de or-ganización social. Estas redes capilares tienen la capacidad de ser a la vez difusas y concentradas. Es decir, son invisi-bles (“parece que no está”, nos decía I. en una entrevista) en muchos momentos, y se hacen visibles y concentradas cuando el momento lo requiere (la necesidad de tierras, cierta composición o situación local y el acontecimiento de las tomas, por ejemplo). Esta característica las hace en un punto inasibles, inaprensibles, tanto para el poder “externo” (gubernamental, por ejemplo), como para quie-nes estamos indagando acerca de ella en el presente. Sin embargo, como dijimos, los testimonios nos permitieron acercarnos a ellas y entrever su dinámica y actualidad.Esto se vincula con el último punto que señalaremos. La continuidad o pervivencia de la organización social en el tiempo. Esto no quiere decir que no hayamos identifca-do rupturas, cambios y elementos disímiles; sin embargo, las entrevistas nos permitieron dar cuenta también de la vigencia de las relaciones sociales de solidaridad y organi-zación que permanecen, difusas, reactualizadas a partir de la dinámica territorial y con la capacidad de reactivarse si la situación lo requiere.Para concluir, señalamos que la retroalimentación que derivamos del intercambio y diálogo con los sujetos sociales que protagonizan los procesos que estudiamos nos plantea permanentemente nuevos desafíos, nuevos problemas, y nuevas formas de mirar y desarrollar nuestra labor. Si queremos ser feles a estos problemas y construir conocimiento histórico signifcativo y transformador te-nemos que ser capaces de asumir estos retos en tanto com-promisos en toda su profundidad.Notas————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———1Pablo A. Vommaro. Doctor en Ciencias Sociales por la Uni-versidad de Buenos Aires. Investigador del CONICET. Profe-sor de Historia (UBA). Investigador del Programa de Historia Oral (FFyL - UBA) y del Grupo de Estudios sobre la Protesta Social y la Acción Colectiva (GEPSAC, IIGG). Co-coordina-dor del Equipo de Estudios de Políticas y Juventudes (EPoJu, IIGG). Docente de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) en los Departamentos de Ciencias de la Educación e Histo-ria. Co-coordinador del Grupo de Trabajo de CLACSO sobre “Juventud y prácticas políticas en América Latina”. Autor de artículos en revistas nacionales e internacionales y de capítu-los de libros acerca de las problemáticas de las organizaciones sociales urbanas de base territorial y comunitaria en la Ar-gentina de los últimos 40 años, las formas de participación política, social y cultural de los jóvenes, la Historia Oral y la historia argentina reciente.2Las investigaciones en las se basa este artículo fueron parte del trabajo de Tesis doctoral “Política, territorio y comunidad: las organizaciones sociales urbanas en la zona sur del Gran Buenos Aires (1970-2000)”, defendida en la Facultad de Cien-cias Sociales de la Universidad de Buenos Aires en julio de 2010. Director: Federico Schuster. Co-Director: Pablo Pozzi. La misma fue financiada en parte por una beca doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Gran parte del contenido de estas páginas fue presentado en forma de ponencia en el X Encuentro Nacional y IV Congreso Internacional de Historia Oral “Esas Voces que nos llegan del pasado”, que se realizó los días 6, 7 y 8 de octubre de 2011 en la Universidad Nacional de San Luis (Argentina).3Raúl Berardo fue uno de los impulsores de las tomas y los asentamientos de Quilmes en 1981, cuando estaba al frente de la parroquia Nuestra Señora de Itatí, dependiente del Obispa-do de Quilmes.4En nuestro análisis, siguiendo a Virno (2002), público no es sinónimo de estatal.5Conflicto entendido como expresión política del antagonis-mo social.6Esto es particularmente notable en el caso de las tomas y los asentamientos de Quilmes en 1981, pero también en las cróni-cas de los cortes de ruta y ocupaciones de edificios públicos.7Pablo Pozzi (2008:7) plantea esto diciendo que “si no fuera por la historia oral en general, todo lo que podemos hacer es ver a los oprimidos a través de las fuentes gestadas por los opresores”. Nosotros matizamos esta afirmación al considerar el trabajo con los documentos producidos por las organiza-ciones sociales.8Para ampliar acerca de las implicancias del trabajo con fuen-tes orales en este punto ver, por ejemplo, Necoechea Gracia y Pozzi (2008); Benadiba y Plotinsky (2005) y Necoechea Gra-cia (2006). Este último trabaja acerca de la noción de punto de vista como útil para el análisis de los testimonios a partir de la Historia Oral.
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