Voces Recobradas
4
Malvinas entre
el imaginario,
el silencio y el olvido
La guerra vista con ojos de mujer
Voces de
Buenos Aires
Silvana Luverá y
Adriana Echezuri
Dirección General
Patrimonio e Instituto
Histórico
L
a guerra de Malvinas representa en el imagi-
nario de los argentinos un sinfín de imágenes
que se suceden en forma vertiginosa y que
culminan indefectiblemente en un profundo
silencio. Cuando escuchamos el testimonio de un ve-
terano, vemos fotografías de las islas, analizamos un
documental, el final siempre es el mismo: espectadores
con los ojos empapados de angustia y un profundo si-
lencio que pretende buscar una respuesta a tanto dolor.
Quizás se deba a que es un tema que está pendien-
te en nuestra historia, espendiente en el reconoci-
miento a los excombatientes, espendiente en el tra-
tamiento que se le da en las escuelas y está pendiente
en la sociedad entera porque replantea una y otra vez
el grado de responsabilidad que nos cabe a cada uno
sobre las decisiones tomadas y las acciones ocurridas
en aquel momento.
Los relatos sobre la guerra de Malvinas han pasa-
do por todos los estadios posibles, desde films desga-
rradores con imágenes por demás crudas, textos que
cuentan minuciosamente cuántas balas fueron dispa-
radas y describen con detalle la vestimenta usada por
los soldados o la poca comida que ingerían, reproduc-
ciones de las falsas noticias triunfalistas que consu-
míamos diariamente y los medios de comunicación,
que muchas veces reemplazan a los historiadores de
tiempos presentes, cuentan sus historias que simplifi-
can las razones de la guerra y eligen un culpable que la
gente reproduce en sus discursos diarios; y en la ma-
yoría de los casos se deja de lado todo el imaginario
de una sociedad que apoyó, por distintos motivos, la
guerra.
Paisaje del Atlántico Sur.
Revista de Historia Oral
5
cación sobre Malvinas en sus discursos, y se extendió
al sistema educativo que a través de las eferides, la
enseñanza del amor a la patria y en el ensalzamiento
de las grandes figuras nacionales del período indepen-
dentista, se convirt en el pilar para la construcción
de la ciudadanía argentina. En este marco, la causa
de Malvinas aparecía con mucha fuerza para erigirse
como símbolo de las aspiraciones de millares de argen-
tinos, y a la vez se inscria en un relato histórico en el
que para ser completa, entre otras cosas, la grandeza
(…) como si en esta guerra no hubiera participado el
imaginario de la sociedad que apoyó esa guerra, aun-
que hoy diga yo no estuve en esa plaza” pero había
toda una identificación con un odio generalizado, con
una cosa aprendida de las Malvinas son Argentinas”,
la hermana perdida” y de todo eso, uno como persona
no se puede desprender fácilmente. Sea quien sea que
esté convocando a la guerra, la recuperación de aque-
llas islas era como la reivindicación de un sueño, des-
pués vimos que era una pesadilla, después supimos los
detalles de esa pesadilla contada por los sobrevivientes
y también supimos de las diferentes versiones y encon-
tramos los que quisieran volver a la guerra como cami-
no de recuperación de las islas, los que quieren que la
decisión la tomen los habitantes de las islas, los que de
ninguna manera aceptan la guerra.
1
Las Islas Malvinas fueron ocupadas por Gran Breta-
ña en 1833, y a partir de allí comenzaron los reclamos
diplomáticos por la restitución de la soberanía Argen-
tina sobre estas tierras. Con el transcurso de los años
y particularmente a partir de 1930, la causa Malvinas
se convirtió en una causa nacional las islas se consti-
tuyeron en un territorio irredento que debía ser recu-
perado para la soberanía nacional, en el marco general
de una visión de la historia que colocaba a la Repúbli-
ca Argentina como una víctima de sucesivos despojos
territoriales por parte de países limítrofes como Chi-
le y Brasil, o las potencias coloniales europeas, sobre
todo Gran Breta”.
2
Esta idea fue tomada por todo el
conjunto político del país que expresaba su reivindi-
¿Cómo son las Malvinas?
La supercie total del archipiélago es de casi
12.000 km
2
, de los cuales 6.300 corresponden a la
Isla Soledad y 4.300 a la Gran Malvina. Ambas is-
las están separadas por el estrecho de San Carlos.
El archipiélago es parte de la plataforma continen-
tal argentina, a 1.980 kilómetros de Buenos Aires
y 12.800 de Londres. Actualmente, el vuelo desde
Río Gallegos a la base militar de Mount Pleasant,
en la Isla Soledad demora alrededor de cincuenta
minutos: las separan 760 kilómetros. El archipié-
lago escompuesto por las dos islas principales y
numerosas islas menores e islotes.
Se trata de una zona subantártica, con cam-
biantes condiciones climáticas a lo largo del día
que alternan temporales de vientos fríos con llu-
vias, lloviznas y granizos. () La temperatura
promedio anual es baja: C, y los promedios de
verano e invierno son respectivamente de 9,5º C
y 2,5º C. Pero, al igual que en Tierra del Fuego, las
fagas de viento pueden hacer descender la sensa-
ción térmica diez o más grados esa cifra. Las Islas
Malvinas tienen un clima muy medo, s del
80%. En el invierno, la noche dura más de quince
horas, pues el sol sale alrededor de las 9 horas y su
puesta se produce a las 17. El suelo está compuesto
de roca, turba y barro. Estos dos últimos están per-
manentemente impregnados de agua.
Federico Lorenz, Malvinas. Una guerra argentina.
Buenos Aires, Sudamericana, colección Nudos de
la historia argentina, 2009, pp. 22-23.
Islas Malvinas.
Voces Recobradas
6
nacional requería de la recuperacn de ese territorio.
Como resultado de este proceso, para miles de argen-
tinos la divisa de que las Malvinas fueron, son y se-
rán argentinas era una marca identitaria, tanto como
la silueta inconfundible de las dos islas mayores del
archipiélago.
3
En este artículo intentaremos recuperar el imagi-
nario de los ciudadanos argentinos sobre la cuestn
Malvinas, y lo haremos a partir de las vivencias de tres
mujeres, quienes antes, durante o después de la guerra
tuvieron un acercamiento particular con este conflic-
to bélico que enfren a la Argentina y Gran Bretaña,
en el año 1982, en un disputa por la soberanía de las
Islas Malvinas e islas del Atntico Sur.
Un amor en tiempos
de guerra
Adriana Díaz es ama de casa, tie-
ne 53 años y vive en el barrio de
Boedo junto a su esposo Alfredo
y sus dos hijos, Guillermo de 20 y
Gabriel de 14 años. Adriana nació
en Punta Alta, ciudad situada a 673
km al sudoeste de la provincia de Bue-
nos Aires; allí se encuentra emplazada la Base Naval
de Puerto Belgrano que es la principal base de la Ar-
mada Argentina. Dentro de sus instalaciones destaca
el Hospital Naval que fuera de vital importancia en la
recepción de heridos durante la guerra de Malvinas.
En abril de 1982, Adriana Díaz trabajaba como
asistente dental en el hospital naval de su ciudad y
cuando estalló la guerra y comenzaron a llegar los he-
ridos para ser atendidos allí, Adriana no dudó en su-
marse al grupo de voluntarias que atendían a los sol-
dados. Y es a partir de ese momento en que empieza a
escribirse su casi novelesca historia.
Entrevistamos a Adriana en su casa, la vemos an-
siosa por contarnos su historia pero a la vez preocu-
pada por saber si su memoria no la acompañaría en
su relato. Después de presentarnos y conocernos un
poco, le pedimos que nos contara cómo se decidió a
ingresar al voluntariado.
Yo empecé a ser voluntaria porque trabajaba en
el hospital naval de Puerto Belgrano,
y entre un grupo de chicas que tra-
bajaban conmigo, yo trabajaba de
asistente dental ahí en el hospital,
y bueno nos empezaron a hablar a
mis compañeras y a si queríamos
ser voluntarias, y mi compañera me
dijodale Adriana anótate” y le dije
bueno” y así empezamos a trabajar
de voluntarias. A nosotras nos ayudaba
un Padre, el Padre Luis que era militar y él nos apoyaba
muchísimo, porque la verdad que al mismo tiempo que
trabajábamos necesitábamos muchísimo apoyo porque
las cosas que veías te hacían llorar ()
4
El principio del voluntariado se basa en la ayuda y sos-
tén de las víctimas, realizando lass variadas tareas.
Tareas que sólo era posible realizar gracias al apoyo de
la gente y sus aportes solidarios.
() y hacíamos muchísimas cosas, recibíamos a los he-
ridos y veías cosas tremendas como chicos sin piernas
o sin brazos, totalmente quemados, veías tantas cosas
tremendas, y bueno los ayudábamos. Los chicos eran de
las provincias del Chaco, Corrientes, Formosa, de Bue-
nos Aires, bueno, chicos de todos lados porque a pesar
de que ese era el hospital Naval ahí iban chicos del Ejér-
cito. () los ayudábamos muchísimo a ellos por ejemplo
se querían comunicar con la familia y como no sabían
En este artículo intentaremos
recuperar el imaginario de los
ciudadanos argentinos sobre la
cuestión Malvinas, y lo haremos
a partir de las vivencias de tres
mujeres (...)
Casamiento por iglesia de Adriana y Alfredo.
Revista de Historia Oral
7
escribir nos iban diciendo a nosotras lo que íbamos a ir
escribiendo en las cartas para avisarles a las familias
dónde estaban, para algunos llamábamos por teléfono
a la familia pero con otros no podíamos, entonces les
escribíamos cartas, telegramas () Y después ayudar-
los en todo, viste, darles de comer, tenían congelamien-
tos en las manos, no podían mover mucho las manos y
bueno le dábamos de comer, y los higienizábamos, los
afeitábamos, los ayudábamos en todo. (…) eran tareas
generales, no en el sentido de curarlos ni de nada por-
que nosotras no estábamos para hacer eso, ayudábamos
de otra forma. (…) había como un depósito y teníamos
muchísimas cosas guardadas que donaba la gente, la
gente llevaba todos artículos de higiene, jabón de toca-
dor, desodorante, hojitas de afeitar, llevaban de todo,
golosinas lo que se imaginen, llevaron televisores para
que los chicos tengan televisión en las habitaciones, era
impresionante las cosas que había en ese depósito y les
llevamos todo, [no hacía falta nada porque] la gente do-
naba todo. Así que los chicos tenían televisión en sus
habitaciones () había de todo, revistas, diarios, lleva-
ban de todo, radios, lo que los chicos quisieran tenían
en ese momento. (…) Otra cosa que nosotros también
hacíamos fue recibir las familias, que eso fue tremen-
do recibir a las familias de los chicos, porque cuando
vea la familia no sabían con qué se encontraban, en
qué condiciones estaban sus hijos y bueno, ahí nosotros
recibíamos a la familia y veían que a sus hijos alguno le
falta una pierna, o el otro estaba quemado (…) hubo fa-
milias que no sabían nada porque había familias, como
yo te contaba de estos chicos que venían del Chaco o de
Corrientes, y eran totalmente analfabetos y bueno lo
mismo pasaba con la familia. () Y bueno de lo único
que te hablaban ellos era de la cosecha de algodón y de
que vivía en el campo nada más ()
5
La guerra de Malvinas fue vivida por cada persona de
manera distinta, ya sea por los diferentes estados de
ánimo, por la cercanía o lejanía del lugar de comba-
te, por tener o no familiares o amigos en el frente de
batalla, fue como si se sucedieran miles de guerras al
mismo tiempo.
() en Punta Alta está la base naval de puerto Belgra-
no, es una ciudad de militares, la ciudad es de mili-
tares, mi papá era militar, entonces nosotros antes de
la guerra veíamos muchísimo movimiento que nunca,
nunca, nunca hubo y nunca lo habíamos visto y nunca
nos íbamos a imaginar esto, nunca lo imaginábamos,
pero sabíamos al mismo tiempo que algo pasaba no sa-
bíamos qué. Si estábamos a favor o en contra no te lo
puedo decir porque es la ciudad de los militares y se ven
las cosas de otra forma, es diferente si vos vivís rodeada
de ellos, es diferente, (…) yo también tengo familia de
militares y sé lo que es. Vos esto lo vivís de otra forma
viviendo en una ciudad así cuando lo único que viste
durante toda tu vida son militares.
Adriana Díaz de González, voluntaria durante la guerra de Malvinas.
Medallas conmemorativas de la guerra de Malvinas.
Voces Recobradas
8
(…) Nosotros vivíamos la guerra de otra forma porque
por ejemplo (…) a partir de las cinco de la tarde no salía
nadie y aparte otra cosa que teníamos que hacer era ta-
par todas las ventanas, no podía haber luz en la ciudad
(…). Las casas estaban todas tapadas porque decían
que como eso era una base, era muy probable que ven-
gan a atacar esa base, eso es lo que escuché siempre, en-
tonces nosotros a la guerra la vivíamos de otra forma,
la vivíamos realmente como una guerra, aparte había
estado de queda que es cuando a determinada hora no
se pude salir y aparte tener todo tapado no podía salir
ni una luz afuera, casi no había luz en la ciudad.
6
En medio de tanto dolor y muerte sin sentido, la vida
de Adriana tomó una senda inesperada. Alfredo, un
joven conscripto perteneciente al Regimiento de Patri-
cios llegó muy mal herido para ser atendido en el hos-
pital naval de Punta Alta, sufrió la amputación de los
dedos de los pies y sopor ocho terribles operaciones.
A pesar de todo ello tiene, junto a Adriana, una espe-
ranzadora historia que relatar, una historia de amor
en medio de la guerra.
En este sentido le preguntamos a Adriana: () es
una historia muy particular, ¿no?, o viste otras situa-
ciones a, ¿era con el encuentro entre los soldados
y las chicas de la ciudad?
No, no, yo otra situación como la de Alfredo y la mía
no, no vi otra situación como esta, por lo menos ahí en
ese momento, después en otro lado no sé, ahí no. (…)
me acuerdo cuando le dieron el alta del hospital donde
estaba, en la Base Naval, que le dieron el pase a Bahía
Blanca, me acuerdo que él decía que quería ver, porque
yo tenía una trencita de costado, a la chica de la tren-
za, y bueno me acuerdo que estaba en el hospital tra-
bajando y me decían, mirá que tal chico te quiere ver,
le digo, bueno está bien, en cualquier momento voy, y
fui. En realidad yo nunca lo había visto parado, porque
siempre estaba acostado, cuando voy a Bahía Blanca a
verlo, me encuentro con la mamá, porque él no estaba
en la habitación. Tean una sala con juegos, voy a la
habitación y la mamá me dice que no estaba ahí que
estaba en la sala de juegos y me lleva. Voy con la mamá,
creo que también estaba la hermana en ese momento, y
vamos a la sala de juegos y ahí es cuando por primera
vez lo vi parado; y no lo podía creer, no podía creer lo
alto siempre lo había visto acostado, yo no lo poa
creer. Y bueno, ahí fue cuando me acerco a él, nos sa-
ludamos, empezamos a hablar y después volvimos a la
habitación y ahí también nos empezábamos a pelear,
siempre nos peleábamos y nos empezaron a cargar de
Reconocimiento a Alfredo González por los servicios prestados en
defensa de la soberanía.
La boda de Adriana y Alfredo.
Revista de Historia Oral
9
nuevo y nos decían ustedes cómo van a terminar y qué
sé yo. Y bueno nos íbamos viendo así en este trayecto,
cuando podíamos. Cuando llegó el momento de que a él
le daban el alta ya de Bahía Blanca que lo traían para
Buenos Aires, bueno todos nos saludamos, nos despedi-
mos y lo que me decían es que después me iban a invitar
para ir verlo, después él ya se vino con la familia y eso,
él se vino para acá y me llegó una carta de la hermana
donde me invitaba para que yo venga a estar con ellos
en agradecimiento por lo que yo había hecho por él, por
la familia y eso. Bueno, yo lo hablé con mi familia y no
sabía qué hacer si venir o no venir y dije bueno yo voy, y
bueno, la hermana con el marido, cuando yo llego a Re-
tiro (…) me fueron a buscar y me llevaron a la casa de
ellos, después vino Alfredo con los
padres nos encontramos, almorza-
mos y eso, y yo llegué, me acuerdo
que tenía que trabajar para el fe-
riado de agosto, del 17 de agosto,
yo creo que vine unos días antes y
el 14 de agosto porque eso no me
olvido y habíamos ido a comprar
pizza, y desps fuimos al Italpark
7
a
los juegos del Italpark que en esa época todavía estaban
y ahí en el Italpark es donde nos pusimos de novios (…)
yo me vine para Buenos Aries en mayo del 83, porque
en esa época que nos pusimos de novios, bueno, la plata
que gastábamos en cartas, hablar por teléfono, viajar, me
acuerdo que un mes no cobré el sueldo, porque yo lo llama-
ba directamente de la base y claro, a mí me lo descontaban
y un mes no cobré el sueldo por hablar por teléfono, y él me
propuso ahablando que te parece si te venís acá, apor
lo menos ahorramos y estamos s juntos, y bueno yo me
vine a vivir en mayo del 83 y en el 87 después nos casamos,
cuando me vine, me vine a vivir a la Asociación Cristiana
Femenina () y ahí me quedé y trabajaba en el Hospital
Naval de acá, en Parque Centenario ()
8
La derrota de Malvinas dejó una herida abierta entre los
argentinos y un hondo dolor en los excombatientes quie-
nes fueron literalmente, primero ocultados y luego olvi-
dados. Este dolor también lo sienten sus familiares que
sufren junto a ellos el abandono, aún después de que pa-
saran 30 años.
Cuando le preguntamos a Adriana cómo vivieron
y viven esta situación, la respuesta estuvo precedida
por un largo silencio y lágrimas, y luego nos dijo:
Mucho dolor, mucha angustia y más cuando uno vio
tantas cosas, mucho dolor y sobre todo por nada, ¿por
qué, para qué todo esto? () mirá yo te voy a comen-
tar, cuando a Alfredo de Bahía Blanca lo trajeron en
tren y lo bajaron acá y los escondieron a todos, porque
directamente los llevaron al hospital a esconderlos, los
escondieron para qué, para darles más comida y que
tengan s o menos el peso de ellos, para no mostrar-
los realmente como vinieron, porque si vos vieras cómo
estaban los chicos no lo podés creer. Vos sabés lo que
es la altura de Alfredo pesando 38
kilos, bueno eso era lo que pesaban
la mayoría de los chicos, era impre-
sionante verlos, te digo la verdad era
impresionante. (…) la gente cree que
La derrota de Malvinas dejó
una herida abierta entre los ar-
gentinos y un hondo dolor en los
excombatientes quienes fueron
literalmente, primero ocultados y
luego olvidados.
La partida hacia Malvinas.
Voces Recobradas
10
todos los que fueron a Malvinas son todos unos loquitos
y no es así. () Lo que te digo es que no es fácil estar
casada con un excombatiente porque ellos tienen…,
porque te digo él es buenísimo es bárbaro no tiene pro-
blemas, él quedó muy bien pero sus secuelas le quedan,
por ejemplo secuelas de salud (…) y te digo que no es
cil porque tenés que comprenderlos y nosotros hace
30 años que estamos juntos, este o cumplimos 25 de
casados más 5 años de novios, son 30 años, y te digo no
es fácil porque a veces te dicen y vos no me entendés,
pero bueno ya pasaron 30 años no es fácil, yo te digo
que no es fácil ()
9
Surg en la charla previa a la entrevista una anécdota
indignante sucedida en un homenaje
a veteranos donde les entregaban
unas medallas conmemoratorias
por su participación en el conflic-
to bélico.
() sí es a, nosotros fuimos al Re-
gimiento de Patricios al homenaje,
los llamaron, fuimos todos contentos, () cuando llega-
mos que todos nos saludamos bien y lo llamaron aparte
y le pidieron una colaboración para las medallas y el
pequeño ágape que le hacían (…) a mí lo que me da
bronca que a los 30 os nadie se acuerda de ellos, no
los llamaron para nada, pero bueno qué sé yo, nadie se
acuerda.
10
Los pasos hacia la guerra
El último ataque contra las instituciones democráti-
cas en la Argentina fue el autodenominado “Proceso
de Reorganizacn Nacional que comenzó el 24 de
marzo de 1976 con el derrocamiento de Isabel Pen.
El proceso fue encabezado por Jorge Rafael Videla
(Ejército), Emilio Eduardo Massera
(Marina) y Orlando Ramón Agosti
(Aeronáutica). Esta última inter-
vención militar constituyó la más
violenta y represiva de todas las
perpetradas durante el siglo XX.
11
Esta dictadura implemen como
modo de operación el terrorismo de
Estado, entendido como el ejercicio de la violencia a
través de la represn, el secuestro, la desaparición, la
tortura física o psicológica, el asesinato por parte de
las instituciones públicas.
12
En diciembre de 1981, el comandante en jefe del
Ejército Leopoldo Fortunato Galtieri despla al en-
tonces presidente Roberto Eduardo Viola, haciéndose
cargo de la presidencia. El país soportaba una crisis
económica que se agudizaba cada vez s con nue-
vas devaluaciones, aumento de la inflación, recesn
y quiebras, mientras que la deuda externa se volvía
inmanejable. A principios de los 80 se comenzaron a
mostrar signos de resistencia a la dictadura militar,
que se sumaban a la permanente lucha de los orga-
nismos de derechos humanos. En este marco algunos
partidos políticos y sectores gremiales comenzaron a
organizar acciones de protesta, así la CGT Brasil, li-
derada por Sl Ubaldini, convocó a una jornada de
paro nacional contra el régimen militar, para el día 30
de marzo de 1982. La medida tuvo un alto acatamiento
en todo el país y también fue brutalmente reprimida
por el Estado. El saldo fue decenas de detenidos, varios
(…) a mí lo que me da bron-
ca que a los 30 años nadie se
acuerda de ellos, no los llamaron
para nada, pero bueno qué sé
yo, nadie se acuerda.
Primeras publicaciones sobre la guerra – Revista Gente, 8 de abril de 1982.
Revista de Historia Oral
11
heridos y un hombre asesinado por la policía en la pro-
vincia de Mendoza, José Benedicto Ortiz.
Frente al aumento de la tensn política y social y
en un intento por prolongar su permanencia en el po-
der, Galtieri aprovechó una antigua y sentida reivindi-
cación de la sociedad para ocupar las Islas Malvinas.
En 1982 frente a la posibilidad de que Chile ob-
tuviera el control del Canal de Beagle y Argentina
perdiera presencia en el Atlántico Sur, la Junta Militar
haa decidido retomar las negociaciones diplomáticas
con Gran Bretaña y emplear la fuerza armada en caso
de que fracasaran las negociaciones. La Junta estaba
convencida de que Gran Bretaña no entraría en guerra
y que si esto pasaba, Estados Unidos apoyaría la causa
Argentina o al menos se mantendría
neutral.
Después de meses de negocia-
ciones, el gobierno argentino deci-
dió ocupar militarmente las islas,
necesitaba llevar adelante una ac-
ción drástica y espectacular para
desviar la atención de la población
del creciente conflicto social.
• Las contradicciones y los errores
La guerra de Malvinas, una causa de reivindicación
nacional de larga data, les permitía, además, conseguir
apoyo de amplios sectores sociales, que como adelan-
táramos ya comenzaban a mostrar s abiertamente
su oposición a la dictadura.
El 2 de abril de 1982, el gobierno militar comuni-
a la población que las Fuerzas Armadas habían re-
cuperado las Islas Malvinas, las Georgias y Sandwich
del Sur.
En la mañana de ese día, una gran parte de la po-
blación tenía sensaciones contradictorias. Por un lado,
dos días antes del desembarco, Galtieri había ordenado
reprimir una manifestación de repudio en contra del go-
bierno. Por otro, la ocupación de las islas era una reivin-
dicación que la sociedad completa consideraba justa.
La medida fue apoyada por la mayoría de los di-
rigentes de los partidos políticos sólo Raúl Alfonsín
expresó su oposición a la guerra y del movimiento
obrero. Sin embargo, una importante parte de la opo-
sición política diferenció su acuerdo con la recupera-
ción de las islas de sus críticas a la dictadura militar.
Cuando el 2 de abril una multitud se
hizo presente en la plaza de Mayo,
expresó consignas con un fuerte
tono nacionalista y antiimperialis-
ta y exigió, al mismo tiempo, cam-
bios en la política ecomica del
gobierno militar.
Frente al aumento de la
tensn potica y social y en un
intento por prolongar su per-
manencia en el poder, Galtieri
aprovechó una antigua y sentida
reivindicación de la sociedad para
ocupar las Islas Malvinas.
Soldados en Malvinas.
Euforia popular por la recuperación de Malvinas.
Voces Recobradas
12
Las autoridades militares argentinas siempre con-
sideraron improbable que las autoridades británicas
intentaran recuperar militarmente las islas. Este error
de valoración fue la razón por la cual la Junta no tenía
previsto un plan de defensa de sus posiciones una vez
que las islas habían sido tomadas.
En los días siguientes, un clima de euforia se ge-
neralizó en el gobierno, en los medios de comunica-
ción y en gran parte de la ciudadanía.
• De la euforia a la derrota
La respuesta del gobierno de Gran Bretaña no fue la
esperada por Galtieri. La primer Ministro británica
Margaret Thatcher, al igual que el gobierno argenti-
no, vio en la guerra la posibilidad de lograr ventajas
para su política interna que tambn estaba en crisis.
Así, inmediatamente los británicos enviaron buques
de guerra al Atntico Sur, y al mismo tiempo la di-
plomacia inglesa obtenía el apoyo de la Comunidad
Ecomica Europea y del Consejo de Seguridad de la
Organización de las Naciones Unidas. Por su parte Ar-
gentina logró un tibio respaldo de la Unn Soviética
y la solidaridad, no armada, de los países latinoame-
ricanos ligados al TIAR (Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca) que era una alianza defensiva en
caso de ataque. Estados Unidos formaba parte de esta
alianza pero a pesar de las insistentes gestiones rea-
lizadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores, a
través de su ministro Nicanor Costa ndez, el apoyo
no se alcanzó. Aún más, finalizada la guerra se supo
que Estados Unidos había brindado apoyo logístico a
Gran Bretaña.
Inicialmente, Estados Unidos actuó como media-
dor, pero la gestn conciliadora del general Alexander
Haig, enviado del presidente norteamericano Ronald
Reagan, al igual que la mediación de otros mandata-
rios latinoamericanos, fracasó. La única opción pare-
cía ser un enfrentamiento armado.
Pronto los buques británicos recuperaron las
Georgias y en mayo comenzaron el ataque sobre las
islas Malvinas.
La euforia en la Argentina era cada vez mayor, las
noticias mostraban una guerra ya ganada. Se organi-
zaron colectas, programas solidarios y una campaña
“¡Seguimos ganando!, Revista Gente.
La euforia del inicio.
Revista de Historia Oral
13
para explicar a la opinión pública internacional la le-
gitimidad de la posición argentina.
A principios del mes de junio, los partes de gue-
rra comenzaron a tener un tono menos entusiasta, las
bajas de los inexpertos soldados argentinos era cada
vez mayor, la falta de alimento y ropa adecuada de los
conscriptos argentinos y la superioridad en la tecnolo-
gía bélica británica eran ya muy evidentes. Y si bien la
aviación obtuvo algunos triunfos parciales, no fueron
suficientes para cambiar el curso de la guerra. La visita
del papa Juan Pablo II a la Argentina en esos días (11 y
12 de junio), preanunciaba la derrota.
El 14 de junio de 1982 tuvo lugar la rendición de-
finitiva. Al día siguiente, Galtieri convocó a la pobla-
ción a Plaza de Mayo. Allí una multitud repudió a la
dictadura militar y su negligencia durante la guerra;
la concentración fue violentamente reprimida, pero el
estrepitoso fracaso de Malvinas significó el fin del go-
bierno de Galtieri, quien renunció en julio de 1982.
La oposicn política y social exigía el fin de la
dictadura, la convocatoria a elecciones y la aparición
con vida de los detenidos-desaparecidos. El camino
hacia la restitución de la democracia se empezaba a
hacer visible.
Un poco de historia y memoria
Una guerra es una cosa triste, no había que vivirla
como la vivimos acá irresponsablemente los porteños,
festejando como si no pasara nada.
13
Liliana Barela es historiadora, especialista en historia
oral y ha realizado incontables conferencias, semina-
rios, talleres y charlas por todo el país, utilizando esta
metodología, siendo la guerra de Malvinas un tema re-
currentemente abordado en sus disertaciones.
Cuando se hace este tipo de ejercicios de memo-
ria, es cuando se puede ver con mayor claridad el he-
cho de que la guerra se viv de distintas formas en los
diferentes puntos del país. No fue igual la guerra en la
ciudad de Buenos Aires que en Río Gallegos donde la
cercanía con el campo de batalla le imprimía un aire
de mayor angustia, o que en el interior de la provincia
de Buenos Aires donde los soldados eran despedidos
con profundo orgullo y dolor. Tambn fue diferente
para aquellos que estaban exiliados, a quienes se les
sumaba la contradicción de vivir el sufrimiento de
una guerra, pero por otro lado, la clara probabilidad
de la caída de la dictadura que los había echado y la
posibilidad del regreso. Todo esto nos muestra que los
problemas en historia no son sencillos de analizar, y
Tanto la Patagonia como el Nordeste (Chaco, Mi-
siones, Corrientes) son regiones de la Argentina
donde la institución militar tiene una presencia
mucho más fuerte y menos cuestionada que en
otras partes del ps: se trata de territorios nacio-
nales que fueron las últimas incorporaciones al
mapa, donde por ejemplo no era nada infrecuente
que muchos jóvenes se escolarizaran durante su
servicio militar obligatorio y miraran la carrera
militar como una opción laboral. La vida de las
guarniciones marcaba la vida de los pueblos o ciu-
dades donde los regimientos estaban asentados,
y establecían lazos familiares concretos entre los
ociales y subociales y sus familias. Estas dife-
rencias regionales, preexistentes a la guerra y que
por supuesto generaron vivencias y valoraciones,
explican las tan diferentes miradas sobre Malvi-
nas que encontramos en diferentes partes del te-
rritorio hoy.
Federico Lorenz, Malvinas. Una guerra argentina.
Buenos Aires, Sudamericana, colección Nudos de
la historia argentina, 2009, pp. 63-64.
Liliana Barela, historiadora.
Voces Recobradas
14
Malvinas no es la excepcn, por ello entrevistamos a
la Licenciada en Historia Liliana Barela, intentando
encontrar una cuota de claridad a través de su mirada
y su experiencia con Malvinas.
Bueno, es verdad, en mi práctica de enseñar a tra-
bajar sobre el recuerdo, siempre les hacía recordar la
fecha del 2 de abril, porque veía que generacional-
mente lo podían hacer, para que pudieran relacionar
cuestiones de la vida cotidiana y cómo reaccionaron
frente a la noticia. (…) primero me gustaría decir que
a lo largo de todo este trabajo, que
fue pcticamente desde el 86 en
adelante, que lo he hecho en todos
los seminarios a lo largo de todo
el país, lo que ocurre es que siem-
pre son diferentes las miradas, en
general hay muchas cosas que son
distintas y dependen muchísimo de
la historia personal, por supuesto del que recuerda, eso
es inevitable en historia oral pasa siempre (…) si eran
mujeres de pueblo, es decir, si eran mujeres de locali-
dades pequeñas, porque allí se había hecho toda una
ceremonia cuando se despedía a esos chicos que iban
a recuperar nuestras Islas Malvinas, entonces la cere-
monia de partida como la del regreso es diferente a la
que uno está acostumbrado a escuchar e incluso de los
mismo excombatientes. El excombatiente te cuenta de
ese tramo en donde pasaron por el engorde en Campo
de Mayo para no llegar tan mal a su familia, porque fue
justo el último período, era la guerra perdida y los chicos
no alimentados; en distintas localidades donde hice este
ejercicio, te estoy hablando de Chas-
comús, Balcarce, no me acuerdo en
cuáles lugares s en este momen-
to, pero cuando el trabajo lo hacía
en pueblos de la provincia de Buenos
Aires, en realidad la despedida ha-
a tenido una fuerte impronta, de
la misma manera que el regreso. Los
que volvían aunque venían lastimados, con carencias o
con algunas muertes, había un reconocimiento dentro
El excombatiente te cuenta
de ese tramo en donde pasaron
por el engorde en Campo de
Mayo para no llegar tan mal a
su familia (...).
Jornadas sobre Malvinas, La Plata, 12 de noviembre de 2007.
Revista de Historia Oral
15
del pueblo de esa participación en la guerra que para
ellos había sido una gesta.
No tuve la suerte de hacer este ejercicio en las pro-
vincias del noroeste ni en las del noreste, pero sí pude
hacerlo en Viedma y en otros lugares del sur; ahí hay
otra guerra, es decir, está la guerra de verdad, la guerra
con la proximidad en serio de la posibilidad de estar
dentro del ataque, o sentir que la gente se preparaba allí
y se iba a la guerra; ahí está el testimonio muy crudo de
ver a chicos muriéndose de hambre en un galpón, que
ya se estaban muriendo de hambre en territorio, o sea
que uno ya se imaginaba lo que iba a
ser morirse de hambre en las islas;
así que ahí la gente cuenta de otra
manera la historia de la guerra.
Por otro lado en el caso de
familias en donde ya habían vivi-
do una guerra, o sea familias eu-
ropeas con la experiencia de haber
pasado por una guerra, no hubo una sola voz disonante
en sentido de haber dicho estábamos contentos, todos
estaban asustadísimos por lo que estaba por venir, por-
que sabían que en una guerra siempre se pierde, aunque
se gane la guerra, siempre se pierde, después vienen las
hambrunas, se recordaba todo el sufrimiento de la per-
secución y la hambruna y lo que fuere.
14
Después de haber recorrido tantos lugares y haber es-
cuchado innumerables testimonios, le preguntamos
a Liliana Barela, qué voces encontró a lo largo de su
recorrido estimulando los recuerdos y si fuera posible
caracterizar la mirada de la mujer con respecto a la
guerra de Malvinas.
() me ha tocado un público muy variado, me han to-
cado personas que han sido familiares de excombatien-
tes, me ha tocado en un grupo tener a un excombatien-
te sin saberlo yo, porque yo estaba dando un curso de
historia oral; me ha tocado gente que había estado en
el extranjero que de entrada saa lo que estaba pasan-
do y que se desesperaba de esa ceguera aparente de los
argentinos en relación a la disparidad de fuerzas que
teníamos, () y creer que esta guerra la podíamos lle-
gar a ganar o que no se iba a producir como se decía al
principio. Por otro lado, otra gente perseguida por este
gobierno que ahora convocaba a la guerra, hay cartas
que se leyeron en algunos de los grupos, de exmilitantes
o militantes que habían tenido que exiliarse durante la
dictadura de apoyar desde el exilio a la guerra como
una forma de reivindicación nacional.
Ahora desde el punto de vista desi yo me pre-
gunto si hay una forma de mirar la guerra diferente,
entre las mujeres y los hombres, pienso que en general
siempre hay una manera diferente de mirar la guerra
de las mujeres, porque en realidad
desde que la violencia por la vio-
lencia no nos conmueve sino que
al final la reprobamos, desde que
una situación de guerra es para
nosotras una situación bastante
estúpida, no nos creemos los -
roes de guerra; miren ustedes cómo
se emociona un varón frente a una película de guerra
y nosotras cómo la miramos ¿cómo miramos una pe-
lícula de guerra?, ¿cuáles son las películas de guerra
que s nos gustan a las mujeres?, y las de dolor, las
de sin sentido o Vietnam, () en realidad a nosotras
nos conmueven s todas las películas descarnadas
que vinieron desde Apocalipsis en adelante, porque
en el fondo lo que nos están mostrando s que la
muerte es la vida, tal vez sea por eso porque nosotras
miramos más la vida ()
No sé si me meto en monturas psicológicas, proba-
blemente lo esté haciendo; pero digo, si me pongo a pen-
sar en una diferencia por supuesto que hay diferencias
de sensibilidad. La mirada está puesta en esas cosas,
siempre está puesta en esas cosas s que en el resul-
tado, más que en la estrategia, más que en la precisión,
en la exactitud de cuántos aviones derribamos; es decir,
a lo mejor nosotras estamos siempre pensando en cuán-
tos se suicidaron en relación a cuántos murieron en la
guerra, estamos siempre preocupándonos en esas vidas
que pudieron haberse salvado de no ser por una idiotez
como una guerra, eso es lo que pienso.
Las mujeres analizan mucho el tema de la guerra
desde el punto de vista de la pérdida, de la psicología,
(...) todos estaban asus-
tadísimos por lo que estaba
por venir, porque sabían que
en una guerra siempre se
pierde (...).
Voces Recobradas
16
de la destrucción anímica de la persona que fue a la
guerra, de lo inútil de la guerra ().
15
Llegado el 14 de junio de 1982 y después de 74 días
de la única guerra en la que participó la Argentina
en el siglo XX, llegó el silencio, pero ¿qué pasó con la
sociedad argentina?, ¿q provocó tanto abandono y
olvido?
Yo creo que es no asumir la propia contradicción, por-
que si vos alentaste durante mucho tiempo, mientras
du, una guerra que aparentaba ser exitosa, por una
causa que aparentemente era noble y después te venís
con un fracaso… la guerra se perdió, a los chicos los
escondían digamos hay momentos
y momentos para la utilización de
Malvinas, no es lo mismo en el año
84 cuando todavía los militares
podían hacer planteos al gobierno
constitucional, porque la democra-
cia estaba endeble, y esos eran los
héroes de Malvinas, la contradic-
ción era total. Entonces la demo-
cracia para fortalecerse tenía que
tapar a los héroes de Malvinas, porque los héroes de
Malvinas se sentían con el derecho de debatirle, de deli-
berar acerca de las órdenes que emanaban del Ejecutivo
democticamente elegido, y eso en la democracia no se
puede tolerar. Para fortalecerte hay que bajarle el tono
a los Rico, Seineldín y todos ellos, pero para bajarle el
tono a todos ellos hay que acallar todas las voces de
Malvinas, por eso el silencio, porque aquello está unido
a la dictadura, entonces para que la democracia crezca
parecía que había que desmalvinizar la sociedad.
(…) hubo toda una generación que sintió que ellos
no habían torturado y habían ido a la guerra ¿y enton-
ces qué estaban pagando? Cuál es el pato que estaban
pagando ¡la derrota! Pero estaban pagando la derrota,
estaban pagando los desaciertos militares, el abandono,
la falta de logística, un montón de cosas ()
Pero ahora estamos en otro momento de Malvinas,
o sea, todo lo que pahasta ahora pugnó entre el re-
cuerdo y el olvido, porque las películas de Malvinas no
tenían éxito, la gente no las iba a ver, todo era tristeza,
era mejor no hablar y bueno vinieron los 90, los 90 era
todo bien sin historia, era la respuesta que te daban to-
das las personas, todo bien, todo bien y vos no contabas
nada, o sea que podías estar muriéndote, cerrando las
fábricas, desmantelando tu vida, perdiendo tu perte-
nencia laboral, pero todo bien sin historia. Entonces,
cuando llega el 2001 que nos vamos todos al diablo por-
que entra en crisis todo, empieza una lenta reconstruc-
ción de las cosas (…) y ahora estamos en otro momento
de la credibilidad de Malvinas.
(…) Malvinas es muy complejo porque hay muchas
cuestiones por revisar, como por ejemplo, de los que fue-
ron a Malvinas a quiénes reconozco; a quiénes les doy
un reconocimiento económico; los que
estaban esperando para ir, sufrieron
lo mismo o no sufrieron mismo; los
oficiales que estuvieron en la guerra
fueron bastante maltratados dentro
del Ejército, fueron los s basurea-
dos; es decir, ellos mismos te dicen a
nosotros nos trataban peor que a los
torturadores, es decir, tenían el peso
de la derrota, entonces eso generaba
un silencio en toda la sociedad y el no querer escuchar
hablar más de eso. Porque también nosotros con nues-
tros silencios, con nuestros aplausos, con nuestras co-
sas que aplaudimos la guerra pero no aplaudíamos a
Galtieri, tenemos una gran parte de la responsabilidad
por eso no queremos ver nada de Malvinas, no quere-
mos escuchar nada de Malvinas (…) Pero todos tenemos
que leer el tema de Malvinas, porque es un tema que
ha pasado en el siglo XX, porque es un tema en el que
tenemos algún tipo de responsabilidad y porque ahora
estamos otra vez sobre el tapete.
16
Hemos sostenido hasta aquí la existencia de un ima-
ginario colectivo que va desde apoyar la guerra hasta
negar a sus excombatientes, y nos preguntamos cómo
definir ese imaginario.
El imaginario en general es una cuestión que se va cons-
truyendo y el imaginario de Malvinas está construido
Pero todos tenemos que leer
el tema de Malvinas, porque es
un tema que ha pasado en el siglo
XX, porque es un tema en el que
tenemos algún tipo de responsa-
bilidad y porque ahora estamos
otra vez sobre el tapete.
Revista de Historia Oral
17
desde nuestra s tierna infancia que es donde las
emociones y las lealtades son más profundas y donde
obviamente para nosotros el mapa incluye a las Mal-
vinas, entonces no podemos imaginar a nuestro terri-
torio, a nuestra Nación sin esas islas. El imaginario de
Malvinas es esa conciencia nacional que nos metieron
en la escuela con el mapa, la bandera y el himno enton-
ces vos eras patriota si imaginabas ese territorio, cuan-
do con losos uno piensa en ese territorio se da cuenta
de que es una mentira, pero en ese momento te queda
esa marca de los grandes valores, que para bien o para
mal te han metido en la escuela, esa escuela que generó
“argentinitos” y para esos argentinitos” el mapa de la
Argentina tiene las islas, entonces cuando vos hacés un
buen discurso, apelás a ese sentimiento aparece el mapa
completo, es un imaginario que se construye.
Y para vos qué signica Malvinas, un dolor muy fuerte,
un dolor muy fuerte y una necesidad de pedir perdón a
los que estuvieron en la guerra, pedir perdón por no haber
hecho algo, como si tuviera esa responsabilidad o culpa
colectiva.
17
Taller de historia oral sobre la guerra de Malvinas.
Voces Recobradas
18
Veteranas de Malvinas:
Las mujeres argentinas que fueron a la
guerra
En Malvinas, bajo el fuego cruzado del teatro de ope-
raciones en el Atlántico Sur, también hubo mujeres
argentinas. Civiles, voluntarias. Fueron siete las que
pisaron Puerto Argentino y hubo en total unas 20 dis-
tribuidas en el corro de buques mercantes que rodeaba
la escena de fuego. Seis de ellas eran instrumentadoras
del rompehielos Almirante Irízar, entonces converti-
do en hospital. Otra era una enfermera: la única mujer
del buque Formosa, una embarcación lebre por ha-
ber burlado dos veces el bloqueo ings a las islas. Muy
jóvenes, habían dejado sus vidas cotidianas para ir a
defender la soberanía nacional. Forman un grupo casi
desconocido: el de las veteranas de Malvinas.
Una de ellas, Silvia Barrera, llegó a la zona de
conflicto a bordo del Izar. Otra, también argentina
pero de nombre anglófono, Doris West, viajaba como
enfermera en el buque mercante Formosa. A 29 años
del fin de la guerra, volvieron a verse, convocadas por
Tiempo Argentino.
“Encontrar a un veterano es como volver a ver a
un amigo de toda la vida, aunque pasen años”, dice
Silvia, luego de un afectuoso abrazo. En 1982 trabaja-
ba como enfermera en el Hospital Militar Central, te-
nía apenas 22 años cuando comenzó el conflicto. “El 8
de junio nos reunieron en el hospital y nos dijeron que
necesitaban instrumentadoras quirúrgicas para viajar
a Malvinas. Nos ofrecimos 20. Nos dijeron: ‘Hay que
salir mañana’. Entonces quedamos cinco”, recuerda.
Las otras que se embarcaron rumbo a Río Gallegos
fueron Norma Navarro, María Marta Lemme, Susana
Maza, María Ricchieri y María Angélica Sendes (que
era enfermera en el Hospital de Campo de Mayo). To-
das tenían entre 18 y 25 años.
Silvia tenía el pelo muy largo y un novio militar
que no tomó a bien que “una mujer” fuera a la gue-
rra (sobre todo porque él debía quedarse en su base a
trabajar). Recién ese año, el Ejército Argentino enroló
mujeres como enfermeras, y en el ambiente castren-
se eran vistas como extraterrestres. Hombres hay
muchos, pero guerra hay una sola”, cuenta Silvia que
pensó. Entonces le dijo adiós a su novio, se fue a una
peluquería y se corel pelo bien cortito “porque yo
pensaba que mi pelo largo iba a ser un problema prác-
tico en Malvinas, sin comodidades para arreglarlo”.
Dice que, como otras chicas de su edad, en ese mo-
mento su preocupación mayor era: “¿Qué me pongo
para ir a Sunset? Porque en aquella época ya existía.”
Pero ella no dudó ni en las cuestiones de estética ni en
las de la patria. Se embarcó al día siguiente rumbo al
sur. Y llegó a Puerto Argentino el 10 de junio.
Saca de una cartera las fotos prolijamente orde-
nadas en un álbum, que ella misma pudo tomar, y que
salvó de que se las secuestraran escondiéndolas en su
ropa. Algunos rollos nos los sacaron los ingleses y
otros Inteligencia, pero yo tenía unos guardados en
el pantalón de combate.” Las instrumentadoras se ha-
an embarcado en el Irízar, que en 48 horas haa
sido transformado en buque hospital, para atender a
los heridos. Le habían puesto 260 camas, equipando
sus bodegas con dos salas de terapia intensiva, tres
quirófanos, una sala de terapia intermedia y dos de
terapia general, además de laboratorios bioquímicos,
sala de quemados y de radiología.
Una antigua creencia del mundo de los marineros
afirma que las mujeres y los curas traen mala suerte
a bordo”. Esto, sumado a que los militares de carrera
no tenían costumbre de trabajar con mujeres, fue el
decorado de una escena en la que se sintieron extra-
ñas: A la tripulación del Irízar no le habían avisado
que llegábamos. Tuvieron que buscarnos un camarote
para las seis.” Hasta les hicieron un examen bucal para
poder tener un registro de reconocimiento en caso de
que murieran en combate.
Dice Silvia que entre la adrenalina de escuchar
los bombardeos, el trabajo de atender a los heridos, a
los que también tenían que contener afectivamente,
y la experiencia nueva de estar en un buque en alta-
mar, durante los diez días que estuvo en Malvinas casi
no durmió. Desde aquellos días nunca más volví a
dormir bien. Esto es algo que compartimos muchos
veteranos de guerra”, explica. A su vuelta, dejó a aquel
novio militar. Y conoció a un “civil” con el que se casó
y tuvo cuatro hijos, que hoy tienen entre 24 y 9 años,
Revista de Historia Oral
19
cada uno con su propia visión de la historia de esta
guerra. “Durante años no quise dar reportajes por-
que se asociaba haber ido a Malvinas con la dictadura
militar. Nosotras fuimos a defender la soberaa ar-
gentina. Si nos hubiera mandado la presidenta Cris-
tina Fernández, también hubiéramos ido sin dudarlo.
Malvinas fue un hecho patriótico y los civiles fuimos
como voluntarios”, dice Silvia.
Doris West escucha el relato de su antigua cole-
ga y comienza a hacer memoria. Ella ingresó a traba-
jar en 1978 a la desaparecida ELMA (Empresa Líneas
Marítimas Argentinas) como enfermera de buques
mercantes. Veníamos de un viaje desde el Golfo de
México, y al llegar al puerto de Buenos Aires nos en-
teramos que habían invadido las islas. Estábamos en
guerra. Cargaron el barco, subieron militares con per-
trechos y salimos con rumbo desconocido hasta llegar
a Puerto Quilla, en Santa Cruz, a las 7 de la tarde del
2 de abril, recuerda. En ningún momento tuvo ga-
nas de abandonar el barco: “Lo hubiera vivido como
una traición, nunca penen bajarme.Ella iba en el
Formosa, el buque mercante que logró burlar en dos
oportunidades el bloqueo inglés, trasladando muni-
ciones y comida para los soldados.Llegué a Malvinas
el 24 de abril y estuve hasta el 1 de mayo. En Puerto
Argentino, los aviones ingleses ya haan empezado a
bombardear”, recuerda. “En las islas te cruzabas con
los soldaditos, caminando sin ropa adecuada, sintien-
do frío. Por eso las mayores afecciones que atendía
eran las respiratorias.
La tarde del 1 de mayo, Doris estaba en la enfer-
mería preparando vacunas y medicamentos cuando
escuchó, primero, el sonido de un avn que volaba
a baja altura, y enseguida un estruendo de hierros
abriéndose en la cubierta del barco, y ruido de ame-
tralladoras. Una bomba había caído en la bodega, pero
de milagro no detonó. Fue un error. El atacante era un
avión argentino, tripulado por el capitán Pablo Car-
vallo. Los hombres de la tripulación estaban lívidos,
muertos de miedo”, cuenta. “Recién al año de que la
guerra terminara, supimos que el ataque había sido de
fuego amigo.” Doris recuerda a uno de los soldados
que atendió, un chico llamado Gustavo Polo, de La
Plata”, que le encargó llamar a su mamá y a su novia
para darles un mensaje de su parte. “Luego lo vi, y
supe que se casó con esa novia.”
Silvia dice que el peor momento fue cuando se
enteraron que habían firmado el cese de hostilidades.
Era la rendición. “Todos lloraban, sentían una congo-
ja terrible.” Pero también el regreso a Buenos Aires no
fue como lo esperaba: La gente en la calle ni hablaba
de Malvinas. Los años que siguieron fueron de des-
malvinización’, yo lo puedo ver en mis hijos, que no
tienen mucha información sobre el conflicto. Ahora,
la más chica, que tiene 9 años, empieza a interesar-
se, se está hablando de nuevo del tema.” Dice que la
indignó que los medios cubrieran como lo hicieron
el casamiento del príncipe Guillermo. Y se pone peor
se le llenan los ojos degrimas cuando dice que vio
a un muchachito periodista decir que el príncipeiría
en misión a Puerto Stanley. Nombrar a Puerto Argen-
tino con el nombre que usan los ingleses habla de una
gran ignorancia y desinterés acumulado en años. Me
da tanta bronca, me dan ganas de llorar. Será que me
estoy poniendo vieja”, dice Doris, tocando una de sus
medallas de veterana.
Natalia Páez, Veteranas de Malvinas: las mujeres
argentinas que fueron a la guerra” en: http://tiempo.
infonews.com/notas/veteranas-de-malvinas-las-mu-
jeres-argentinas-que-fueron-guerra Edición: 14 de
Junio de 2012.
Voces Recobradas
20
El ARA General Belgrano, un crucero con
historia propia
En el año 1929, la Armada de Estados Unidos auto-
rizó la construcción de siete cruceros livianos como
contrapartida de los cruceros japoneses clase Mogami.
Esta nueva clase de cruceros surge por la necesidad de
ofrecer a la armada naves dóciles y a la vez poderosas.
Uno de estos cruceros fue el USS Phoenix, que luego
sería el ARA General Belgrano. Entró en servicio en la
Armada de Estados Unidos el 18 de marzo de 1939 y
fue destinado a la base naval Pearl Harbor en Honolu-
lu, y zarpó hacia su destino en un viaje cuyo itinerario
fue a tras del Estrecho de Magallanes, visitando en
su marcha Río de Janeiro y Buenos Aires. El destino
tenía ya dispuesto que las aguas Ar-
gentinas fueran protagonistas de
su primer y último viaje.
El USS Phoenix tuvo una acti-
va participación durante la Segunda
Guerra Mundial, el 7 de diciembre
de 1941 fondeaba en la Bahía de
Pearl Harbor cuando se produjo el
ataque japonés que marcó la entrada
de los Estados Unidos a la guerra. A
pesar de la ecacia del ataque, el bu-
que salileso, solamente sufrla baja
de un tripulante debido a un síncope cardíaco. Durante
el ataque, zar junto a una pequeña ota hacia fuera de
la bahía donde intentaron, sin éxito, encontrar los por-
taaviones japoneses. A partir de ese momento participó
en varias batallas hasta el nal de la guerra y como re-
conocimiento a sus logros en la contienda, recibió nueve
Estrellas de Plata. En marzo de 1946 el crucero fue desafec-
tado del servicio activo y amarrado en la Base Naval de
Filadela, donde se lo conservó con un tratamiento con-
tra la corrosión, en caso de necesitarlo nuevamente.
Ante la necesidad de reequipar a las armadas de
Brasil y Chile que no poseían ningún crucero en servi-
cio, y para no romper el equilibrio regional, en 1951 el
gobierno de EE.UU. vendió a cada uno de estos países
dos cruceros de la clase Brooklyn, e incluyó a la Argen-
tina que ya poseía dos cruceros, el ARA 25 de Mayo y
el ARA La Argentina.
Brasil recibió el St. Louis, rebautizado Taman-
dare y el Philadelphia rebautizado Barroso. Por su
parte Chile adquirió el Brooklyn que pasó a llamarse
O`Higgins y el Nashville renombrado como Prat.
La Armada Argentina comp el Phoenix que fue
bautizado como 17 de Octubre y el Boise que pasó a
llamarse 9 de Julio.
El 17 de Octubre zar el día 16 de noviembre de
1951 hacia la Base Naval de Puerto Belgrano, donde arri-
bó el 5 de diciembre y pasó a integrar la división cruceros
como buque insignia que, junto con el ARA Almirante
Brown, el ARA 25 de Mayo, el ARA La Argentina y el
ARA 9 de Julio, formaron la ota más fuerte de América
del Sur en ese momento.
Una vez integrado a la ota, rea-
lizó diferentes ejercicios navales con
el resto de los buques de la Armada.
En 1955 participó en el derroca-
miento del gobierno del general Juan
Domingo Perón, ese mismo año se
dispuso el cambio de nombre del
navío que pa a llamarse General
Belgrano. En 1968 se reincorporó
al servicio desps de una amplia
modernización en la que se lo dotó
de dos rampas de misiles antiaéreos Sea-
Cat. Por otra parte a mediados de 1970 comenzó a em-
barcar regularmente cadetes de la Escuela Naval Militar
para su instrucción.
A principios de marzo de 1982, el crucero entró en
fase de mantenimiento y a mediados del mismo mes,
debido a los incidentes ocurridos en las Islas Georgias
del Sur entre Argentina e Inglaterra, se ordenó el alis-
tamiento de todos los buques de la Armada Argentina,
entre ellos el General Belgrano.
El 28 de marzo el grueso de la flota zarpó para
llevar a cabo el desembarco en las Islas Malvinas, efec-
tuado el 2 de abril de 1982. El crucero General Belgra-
no no participó de esta misión, ya que todavía estaba
en reparaciones con importantes equipos desarmados,
quedando completamente operativo en la primera se-
mana de abril.
El 6 de abril arribó a Puerto Belgrano la ota que
El 28 de marzo el grueso
de la flota zarpó para llevar a
cabo el desembarco en las Islas
Malvinas, efectuado el 2 de
abril de 1982. El crucero General
Belgrano no participó de esta
misión, ya que todavía estaba en
reparaciones (...).
Revista de Historia Oral
21
había participado en las operaciones de las Islas
Malvinas.
El 16 de abril el buque General Belgrano zarpó
hacia el teatro de operaciones con una tripulacn de
1093 hombres, compuesta por 56 oficiales, 627 sub-
oficiales y marineros, 408 marineros conscriptos y 2
civiles cantineros (los hermanos Ávila); al mando del
capitán de navío ctor Elías Bonzo. Cabe destacar el
concepto de lealtad al buque que expresaron los dos
cantineros, quienes decidieron seguir en el buque a
pesar de no tener la obligación de permanecer a bordo
en caso de guerra (los dos hermanos Ávila murieron
en el buque).
El buque tenía como tareas asignadas la defensa
de la línea de costa ante eventuales
intentos de desembarco; la vigi-
lancia de los accesos sur al teatro
de operaciones y la intercepción
de naves enemigas.
El de mayo el crucero Ge-
neral Belgrano partió de la Isla de
los Estados para llevar adelante
una acción conjunta con el porta-
aviones 25 de Mayo. El submarino
inglés HMS Conqueror que había detectado en sus so-
nares al Belgrano recib la orden de interceptarlo. Lo
divisó cerca de la Isla de los Estados y lo comenzó a
seguir a una distancia y a una profundidad que lo ha-
cían indetectable para los equipos electnicos de los
buques argentinos. El 2 de mayo el Belgrano navega-
ba con rumbo este, pero recibió la orden de suspender
la misn, por lo que debía cambiar a rumbo oeste en
dirección a un área de espera; fue en esta situacn y
estando fuera del área de exclusión declarada unila-
teralmente por Gran Bretaña, cuando el comandante
del Conqueror recibió la orden de atacar, disparó tres
torpedos, dos de los cuales impactaron el ARA Gene-
ral Belgrano.
Una hora después del impacto el crucero argen-
tino quedaría sepultado para siempre en el fondo del
mar.
18
Una búsqueda más allá
del fondo del mar
Después de 21 años de la tragedia
del Belgrano, tuvo lugar una ex-
pedición que inten encontrar los
restos del navío hundido. nica
Valentini, especialista en Arqueo-
logía Subacuática de la Universidad
de Rosario, fue una de las exclusi-
vas protagonistas de estasqueda y
así relata parte de esta experiencia.
“El 23 de febrero de 2003 fue para nosotros sólo
el comienzo de otra campaña. El paso de los días y los
A bordo llevábamos una
ofrenda, construida especialmente
en acrílico transparente con los
nombres de los 323 desaparecidos
y con la medalla que otorgó el
Congreso de la Nación a los caídos
en el Belgrano (...).
Crucero General Belgrano.
Voces Recobradas
22
acontecimientos, más al del resultado, nos enseña-
rían que este viaje no era un trabajo de campo más en
nuestra práctica.
Invitados por la Comisión Nacional de Museos,
Monumentos y Lugares Históricos y por la Armada
Argentina, fuimos convocados para participar como
observadores de la squeda de los restos del Crucero
General Belgrano en el Atntico Sur que dirigió Na-
tional Geographic Society () Cinco días de navega-
ción, a bordo del ARA Puerto Deseado, nos separaban
hasta llegar a la zona del hundimiento del Belgrano,
aproximadamente, en la latitud Sur 55º 30´. En el barco
nos encontramos con que no éramos los únicos invitados,
íbamos a compartir este viaje con extripulantes del Cru-
cero y sus familiares, íbamos a convivir con ellos y sus
historias casi por un mes. Nuestro tiempo transcurrió en-
tre entrevistas, charlas y organización de las actividades a
realizar en el momento de llegar a la zona de trabajo.
En un principio se nos mantuvo casi alejados del
grupo de extripulantes pero era muy fuerte en ellos el
interés que despertaba esta `operación´, llamada por
la Armada Argentina `Operación Manila´, denomina-
ción del Belgrano en el lenguaje de radio de la Armada
durante el conflicto- y el por qué de nuestra presencia
y de qué manera íbamos a intervenir en los restos tan
preciados a sus recuerdos. Así, el día 25, comenzamos
a organizar charlas explicativas, no sólo a los náufra-
gos, sino también la tripulación toda del Deseado, en
donde pudimos compartir nuestro interés profesional
con los sentimientos y emociones que todo esto gene-
raba ()
A bordo llevábamos una ofrenda, construida es-
pecialmente en acrílico transparente con los nombres
de los 323 desaparecidos y con la medalla que otorgó
el Congreso de la Nación a los caídos en el Belgrano, la
cual se depositaría sobre los restos de barco hundido,
en caso de que fuera hallado.
Durante la madrugada del 28 se levantó la tor-
menta anunciada más de 30 nudos de viento, grandes
olas y un barco que parecía recostarse sobre cada una
de sus bandas las consecuencias fueron el timón roto
y gran mero de vajilla y equipaje por el suelo. La
tormenta provocó además, el atraso de la zarpada de
Ushuaia del barco alquilado por el National Geogra-
phic, el Seacor Lenga. Los desperfectos ocasionados
y este atraso nos obligó a refugiarnos en la Bahía del
Buen Suceso (Tierra del Fuego). Con el paso de los días
aprenderíamos también que estas tormentas son fre-
cuentes en esta zona y no en vano el Atlántico Sur fue,
en la historia de la navegación, uno de los mares más
difíciles de surcar ()
El 3 de marzo nos encontrábamos en alta mar con
el Seacor Lenga, en la zona del hundimiento. Ya está-
bamos por comenzar la búsqueda. Ese mismo día se
realizó un primer homenaje a los caídos, era la primera
vez que un barco de la Armada Argentina y excomba-
tientes del Belgrano retornaban a esa latitud. Recién a
A las 16:50 hs. la escora era de 60º, preanun-
ciando el hundimiento. Muchos ojos nubla-
dos por las grimas fueron testigos de los últi-
mos minutos del crucero “General Belgrano”.
¡VIVA LA PATRIA! - ¡VIVA EL BELGRANO!
Fueron las voces que despidieron al crucero al su-
mergirse su proa a las 17:00 hs.
Los buques de rescate recogieron 793 tripu-
lantes de los cuales 23 fallecieron, los 770 sobrevi-
vientes marcan una de las operaciones de búsque-
da y rescate más extraordinarias de la historia de la
navegación; dadas las condiciones del mar donde
se produjeron.
Fuente: http://www.camne.com.ar/cruceroarabel-
grano/cbresenahistorica/cbresenahistorica.htm
Hundimiento del Crucero General Belgrano.
Revista de Historia Oral
23
(...) Sabíamos que nos tenía-
mos que subir a ese barco pero
no sabíamos en realidad quiénes
íbamos en el barco, cómo iba a
ser el hacer el trabajo en sí, así
que se nos informó una vez que
estuvimos a bordo del Puerto
Deseado (...).
las 21 horas el equipo del National Geographic estuvo
listo, con el sonar en el agua, trabajando en la pros-
pección subacuática. Para el día siguiente a las 9 horas
se había ya recorrido una calle o transecta de 22 kiló-
metros de largo en la zona. Desde el Puerto Deseado
lanzamos, con la coordinacn de un oceanógrafo, una
sonda de cateo con la cual se extrajeron, a 4180 metros
de profundidad, muestras del sedimento marino para
ser analizado después en el laboratorio. El material ex-
traído era fango-arcilloso, de color gris plomo y con
baja presencia de arena. El Belgrano se encuentra en la
denominada Cuenca de los Yaganes, la cual presenta
un relieve relativamente llano entre los 3800 y 4200
metros de profundidad. (…) Esta actividad significó
para los excombatientes un impor-
tante acontecimiento. Observamos
cómo construían un nuevo m-
bolo, buscando un nuevo elemen-
to que los uniera en el recuerdo a
todos y a cada uno de ellos con el
lugar. Las muestras se convirtie-
ron en una porcn de memoria, no
sólo para los que estaban a bordo,
sino también para compartir con
quienes no habían venido al viaje.
El día 6 de marzo, una de las tan-
tas tormentas con las que nos topamos, hizo que nos
refugiáramos nuevamente en la Isla de los Estados. En
esa ocasn tuvimos la oportunidad de transbordar al
buque Seacor Lenga y poder intercambiar opiniones
con el equipo de National Geographic, el cual estaba
compuesto por 16 técnicos bajo la dirección de Curt
Newport. El equipo constaba de un sonar de barrido
lateral Konsberg Simrad de tres frecuencias, para la
prospección y ubicación subacuática y de dos Vehícu-
los Operación Remota (Ocean Eering) con cámaras de
video para el momento del encuentro con los restos del
crucero. Durante la operación se largan 7100 metros
de cable para colgar el sonar a 300 metros por encima
del lecho marino, cubriendo aun total de 4 kilóme-
tros de ancho en el cono acústico. El sonar de barrido
lateral transmite haces de ondas sonoras en forma de
abanico que genera una imagen gfica de la estruc-
tura de la superficie del lecho. Se realizaron en total 7
transectas en dirección este-oeste, cubriendo un total
de casi 200 kilómetros cuadrados.
Los 15 días de squeda no fueron fáciles para na-
die, no sólo por la constante ansiedad del `hallazgo´,
sino por las invariables tormentas, la vida a bordo a la
cual no estábamos acostumbrados y el tiempo que se
agotaba y no daba frutos.
Finalmente, el 14 de marzo a la 1.00 de la ma-
drugada se dio por terminada la squeda y a las 3.30
horas ya se haa levantado todo el equipo del agua.
Nos retibamos de la zona sin ni siquiera una sospe-
cha de haber pasado cerca de nuestro objetivo. () El
21 de marzo recalamos en el puerto de Bahía Blanca.
Ahora comenzaba para nosotros el
momento de hacer los análisis de
lo ocurrido y de evaluar, con las
instituciones que nos enviaron en
este viaje, el proyecto, lo realizado
y las posibilidades futuras.
Cuando nos despedíamos,
uno de los náufragos se convencía
diciendo: ` un crucero aguerrido,
orgulloso y desafiante, n en el
fondo del mar´ ()
19
Esta esclarecedora crónica nos muestra el desarrollo
de la squeda del crucero General Belgrano; y si bien
los resultados finales no fueron los esperados, la ex-
ploración en sí misma representó para todos los parti-
cipantes de este viaje vivencias únicas.
La búsqueda del General Belgrano.
Voces Recobradas
24
Como ya dijimos,nica Valentini fue una de las
tripulantes del crucero Puerto Deseado, barco que ac-
tuó como veedor en la búsqueda del Belgrano.
() No sabíamos en realidad s que íbamos para ser
veedores en ese momento del Estado argentino a través
de la Comisión Nacional Museos, Monumentos y sitios
históricos () Sabíamos que nos teamos que subir a ese
barco pero no sabíamos en realidad qunes íbamos en el
barco, cómo iba a ser el hacer el trabajo en sí, aque se
nos infor una vez que estuvimos a bordo del Puerto
Deseado, que fue con el barco con el que zarpamos des-
de Mar del Plata, de que íbamos a estar prácticamente
un mes embarcados en ese barco acompañando al Seacor
Lenga que era el barco alquilado por el National Geogra-
phic, y que una vez embarcados en el Puerto Deseado no
íbamos a tener contacto con el exterior del barco, por lo
cual ni nuestras familias ni nosotros con ellos podíamos
comunicarnos, me comunicaba con mis hijos, en realidad
una vez por semana, porque me llamaba del edicio Li-
bertad un capitán, que ya ni recuerdo cómo se llamaba,
me llamaba del edicio Libertad al barco y me pregun-
taba cómo estaba y que él había hablado con mis hijos
y que mis hijos estaban muy bien y que él le iba a pasar
mi estado en el barco, por supuesto que uno dice que está
todo bien, qué va a andar diciendo a un capitán para que
le diga a los chicos por teléfono, pero bueno. Esto fue entre
febrero y marzo de 2003. Así comenzó.
20
Un acuerdo de confidencialidad impedía la comunica-
ción con el exterior, era lógico que en estas “comunica-
ciones familiares todos dijeran que estaban en buenas
condiciones, pero nos preguntábamos cómo era en rea-
lidad el día a día dentro del navío.
A ver, la realidad dentro del barco era... a diferencia de
haber estado embarcados en otros barcos o haber traba-
jado con la Armada en otras oportunidades, acá había
una serie de cuestiones tal vez mucho más relajadas en
el sentido de que éste era un buque que está acostum-
brado a los viajes de científicos del CONICET (…) o sea
que hay generalmente, una tripulación que ha tenido o
que tiene contacto a bordo con civiles.
En realidad, el mayor problema no se suscitó por
ser mujer, éramos dos mujeres una periodista, una chi-
quilina que tendría 20 y pico de años que era de uno
de los periódicos de la base naval de puerto Belgrano
y la otra mujer era yo. Las mujeres teníamos camaro-
tes individuales, no teníamos mayor inconveniente en
ese tema, así que no se nos limi absolutamente nada.
Pero sí la cuestión que era llamativa para mí en ese
caso era que nosotros subimos al Puerto Deseado sin
saber que viajábamos con estos extripulantes del Gene-
ral Belgrano, que habían sido también invitados como
nosotros. Desconozco cómo fueron los entremeses pero
sé a raíz de conversaciones con ellos que había habido
una serie de cuestionamientos de los distintos grupos de
extripulantes porque todos se consideraban con el dere-
cho y con las ganas de asistir a este viaje que significaba
para muchos de ellos, volver por primera vez después
del naufragio del Belgrano a la zona del hundimiento o
en la ex zona de batalla para el caso.
Pero bueno, cómo se arreglaron esas cuestiones no sé,
fueron muy discutidas entre ellos y fueron muy cuestio-
nadas hacia las autoridades de la misma Armada, pero
eso no mellaba la relación con nosotros, si lo que nosotros
notamos es que todos los extripulantes habían sido locali-
zados o distribuidos en el barco por debajo de lo que era
la cubierta de ociales que era donde estábamos nosotros
los cientícos alojados y eso ya de por dentro de lo que
signican las cuestiones de autoridad arriba de un barco
marcan una gran diferencia, o sea no es lo mismo estar en
la cubierta de ociales que en la cubierta inferior. Cosa por
la cual también los extripulantes cuando tuvimos oportu-
nidad de hablar con ellos hacían permanente referencia,
Coordinación de la búsqueda del Crucero.
Revista de Historia Oral
25
porque muchos de ellos ya no pertenecían al arma, enton-
ces, por qué estar separados.
21
Científicos, extripulantes, personal de la Armada,
cada uno de ellos abrazados a sus propias expectativas
sobre el resultado de la squeda, y todos conviviendo
en un barco en las feroces aguas del Atntico Sur, se-
guramente no debe haber sido sencillo.
(…) los extripulantes, creo que eran 11 ahora no me
acuerdo exacto, pero eran 11 extripulantes entre los
cuales había un hijo que era hijo de un ex tripulante,
pero precisamente por el tema de cómo se repartieron
los lugares, en las distintas asociaciones es que viaja
este hijo que no había formado parte de la guerra en
sí. La relación con ellos, si bien en
un primer momento nos quisieron
mantener separados, o sea tenía-
mos libertad de andar por todo el
barco pero no teníamos organizado
nada por parte del capitán de cues-
tiones de relación con estos otros
invitados, nosotros comíamos en
el comedor de oficiales y todos los
extripulantes básicamente estaban
en el segundo piso hacia abajo en
donde son los comedores de suboficiales y marineros.
Pero como nosotros teníamos libertad de movernos, nos
empezamos a mover, subíamos y bajábamos y empezá-
bamos a hablar con ellos, porque además de que nos
sorprendió el hecho de que ellos estuvieran, a nosotros
nos convenía tener conversación con ellos porque nos
iban a poder dar mucha información en relación a qué
tener en cuenta en la búsqueda del pecio del Belgra-
no. Así que organizamos desde el vamos una serie de
reuniones, que primero estuvieron, por decirlo de al-
guna manera, monitoreadas por los que eran oficiales
del barco pero como vieron que lo que todos queríamos
era información recíproca, después nos dejaron en li-
bertad y hasta incluso los mismos extripulantes subían
a nuestros camarotes, a nuestro comedor, trabajaban
con nosotros. En un primer momento fue enfrentarse
sólo a escuchar, era como que ellos necesitaban hacer
como una especie de catarsis no solamente de la guerra
o de sus vivencias por haber estado en la guerra en sí,
sino por todo lo que este viaje significaba y de cómo ha-
bían sido tratados en relación a este
viaje, no estaban muy conformes
con respecto a eso y lo hacían notar
permanentemente. Y luego sí escu-
char de cada uno de ellos sus relatos
de las vivencias durante el ataque y
el naufragio y su posterior rescate,
a que era en un primer momen-
to sólo eso, escuchar sin preguntar
nada y bueno, () después de haber
escuchado sus vivencias a nosotros
también nos interesaba otra cosa que era pensar en la
cuestión del trabajo, por llamarlo así arqueológico o
metodológico y llevarlos despacito a que ellos de a po-
Uno de ellos, no recuerdo
exactamente quién, me dijo:
vení y me dice poné la mano
arriba del cubo y yo no sé si
fue todo el momento, qué sé
yo, yo sentí cuando pongo la
mano arriba del cubo siento un
escalofrío (...).
Equipamiento para la búsqueda.
Vista desde el Puerto Deseado.
Voces Recobradas
26
quito pensaran también desde ese lugar, no era fácil, no
era nada fácil.
22
Mónica Valentini junto con Javier García Cano
23
brin-
daron en mayo de 2012, en la ciudad de Buenos Aires,
una conferencia en la que contaron con detalle todo
lo acaecido durante esta travea; a esta conferencia se
refería Mónica cuando nos relataba que:
(…) hubo algo que yo no conté en la conferencia y que
recordaba la otra vez, porque para la conferencia tuve
que volver a mi cuaderno de campo de hace 10 años y
algunas cosas bueno, y ahí yo había anotado por ejem-
plo que cuando se le presenta el cubo con la medalla a
los extripulantes se hace una ceremo-
nia en la cubierta del barco, se sa-
can fotos, fue todo una fiesta. Uno
de ellos, no recuerdo exactamente
quién, me dijo: vení y me dice poné
la mano arriba del cubo y yo no
si fue todo el momento, qué yo, yo
sentí cuando pongo la mano arriba
del cubo siento un escalofrío, a ver,
uno tiene que pensar también que a
no durante cuántos días me llenaron de todo una
cuestión de angustia que ellos vivían y por ahí fue una
reacción lógica o inconsciente, pero mirá cómo se que
yo lo había olvidado totalmente y cuando leo el cua-
derno lo había anotado, o sea anoto que me recorrió un
escalofrío por todo el cuerpo cuando yo apoyo la mano
sobre el cubo, qué sé yo, la verdad si no lo hubiera ano-
tado en el cuaderno hoy no podría estar contándolo, en
ese momento sin ninguna duda me llamó la atención
por eso lo anoté () cosas como esas fueron permanen-
tes en el viaje, lo que nunca olvidé fueron las palabras
del capitán Sonvico, que yo le hice una entrevista que
grabé, que él me dice ahora puedo morirme tranquilo, y
se murió, al mes se murió.
24
Este viaje tuvo todos los ingredientes que uno pueda
imaginar, científicos que van a buscar un objeto físi-
camente concreto y terminan siendo el apoyo terapéu-
tico de un grupo de excombatientes; estos últimos a su
vez, se encuentran en la situación de tener que enfren-
tar a sus propios miedos para lograr su objetivo final;
objetivo que en un principio era muy
distinto al de los científicos, y que
el transcurso de los días fue modi-
ficando sensiblemente.
Ellos en realidad iban a despedirse
de sus compañeros, eso era en reali-
dad lo que ellos decían, ellos tenían
mucho miedo si se encontraba el
barco, lo que ellos expresaban perma-
nentemente era: ¿qué vamos a hacer cuando veamos
las imágenes del Belgrano?, y lo que nos preguntaban
era: ¿vamos a ver esqueletos? Claro, eso era terrible, y
nosotros en realidad teníamos que velar para que esas
imágenes no fueran tomadas, tal vez no la de los restos
óseos porque un resto óseo es igual a cualquier otro a
la vista, pero que no fueran tomadas imágenes de ob-
jetos personales que pueden existir entre los restos del
barco y que alguno de ellos o incluso sus familiares lo
identificaran con alguno de los fallecidos en el crucero,
eso teníamos que tratar de que no sucediera. Por lo cual
constantemente nuestras explicaciones eran que eso no
iba a suceder y que si eso sucedía, porque la cámara que
filmaba es un robot (…) íbamos a corroborar que esas
imágenes no se mostraran, que no las viera nadie. (…) o
sea su gran miedo a que el barco apareciera hizo que en
un momento dado pusieran una terrible confianza en
nosotros, que no dejó de ser una mole que nos pesaba,
¿por qué?, porque en un momento dado uno de ellos nos
dice bueno ustedes van a ver las imágenes y nos van a
El tema de la angustia que
cada uno de ellos tenía la ex-
presaba de distintas maneras,
algunos la expresaban más furio-
samente, otros la expresaban en
silencio (...)
Equipos de búsqueda.
Revista de Historia Oral
27
contar, era como que nosotros íbamos a poder traspa-
sar ese miedo que ellos tenían por ver las imágenes y
poder contarles lo que veíamos y a partir de contarles
lo que nosotros habíamos visto tal vez se iban a animar
a verlas.
El tema de la angustia que cada uno de ellos tenía
la expresaba de distintas maneras, algunos la expresa-
ban más furiosamente, otros la expresaban en silencio,
hay una foto que se vio en la conferencia de uno de ellos
solo en la baranda un a, y bueno por ejemplo él era
uno de los que más solo quería estar, le costó después
hablar, y había uno de ellos que toda-
vía era un suboficial y que tenía
mucho la carga en contra del arma,
por tanto en un tipo que constante-
mente hablaba, hablaba, hablaba,
y arengaba a los demás.
Y había otros, nosotros tuvi-
mos varios episodios de tormentas
muy fuertes, el barco escoraba de
lado a lado permanentemente, con
una escora, para los que saben de
navegación con un ángulo bastante
pronunciado y hubo un momento
en que se nos rompe el timón por lo
cual el barco se encuentra a la deriva y eso lo sabíamos
algunos, no todos, (…) y hubo algunos que agarraron
sus pertenencias y se fueron y se acurrucaron donde
está el capitán () porque no toleraban el tema de la
tormenta. No olvidemos que ellos pasaron una tormen-
ta mucho más fuerte que esa y en condiciones terribles,
así que bueno eso era. () nadie nos dijo nada pero no-
sotros nunca tomamos registro de nada de eso, al con-
trario estábamos ahí, es decir nos veían, tratábamos de
que nos vean bien. Yo particularmente soy de las que se
descomponen en navegación, me descompongo perma-
nentemente desde que subo hasta que bajo, pero como
para significa un trabajo el estar embarcada yo tomo
una medicación muy fuerte que es la que toman los de
la armada, ando vomitando por todos los rincones pero
vomito y como de nuevo, se me nota en la cara el estado
en que estoy, pero me mantengo en pie. Y era como para
que digan bueno esta que encima que es mujer, arri-
ba de un barco… era tratar de no demostrarles de que
uno estaba mal, por ahí me cargaban por supuesto, vos
imaginate que yo vivía vomitando y cuando no había
tormenta me recuperaba un poco, pero bueno.
() estamos todo el día a, desde que nos levan-
tábamos hasta que nos acostábamos, particularmente
yo los dejaba hablar, íbamos tomábamos mate, si no
hablábamos del trabajo en sí, hablábamos de la vida de
cada uno de ellos o de la vida de cada uno de nosotros,
era estar constantemente con ellos pero sin marcarles ni
tiempos y momentos
(…) en un momento dado cuando tengo que hacer
las entrevistas yo les hablaba más allá
de sus vivencias como extripulantes
y del naufragio, yo quería ir y pre-
guntarle por ejemplo qué pensaban
de que esto fuera monumento, qué
pensaban de este barco como una
cuestión patrimonial y tratar de ex-
plicarles lo del patrimonio y si vos
escucharas las entrevistas no tenían
ningún sentido mis preguntas, claro
porque no era lo que a ellos les inte-
resaba, si por ahí insistía, insistía,
lograba alguna oración o frase, pero
en realidad ellos lo que querían era otra
cosa y era entendible, como también era entendible que
yo insistiera en la búsqueda de respuestas, pero llega un
momento que vos decís bueno está bien, no tiene impor-
tancia contestá lo que vos quieras, () entonces bueno
el barco no se encontró rescatemos otras cosas que en
este caso son las vivencias de ellos, en una situación
(...) el objeto es objeto, cual-
quier objeto arqueológico no me
habla, nosotros los arqueólogos
somos los que hacemos hablar a
los objetos, bueno, yo tenía a los
extripulantes que me hablaron
ellos en definitiva, que me con-
taron ellos una historia, el objeto
no estaba, no apareció, no se lo
encontró, pero estaban ellos (...)
nica Valentini, especialista en arqueología subacuática.
Voces Recobradas
28
como ésta embarcados llegando por primera vez des-
pués de su rescate en el año 82 cuando estaban todos
medio muertos, volver al mismo lugar, volver al mismo
lugar y rememorar todo eso... (…) yo creo que en un
punto dije no tiene ningún sentido ni para mí, ni para
ellos ni para la ciencia en . Si lo más importante en
definitiva, a ver, el objeto es objeto, cualquier objeto ar-
queológico no me habla, nosotros los arqueólogos somos
los que hacemos hablar a los objetos, bueno, yo tenía a
los extripulantes que me hablaron ellos en definitiva,
que me contaron ellos una historia, el objeto no estaba,
no apareció, no se lo encontró, pero estaban ellos y no
eran en este caso el objeto en sí arqueológico, entonces
había que cambiar la cabeza. (…) Y en este caso el cam-
bio de cabeza estuvo precisamente
en tomar la decisión de decir yo no
tengo objetos, tengo gente, personas
y ellos son los que me esn contan-
do la historia del objeto, eso de por
sí ya es un cambio, un cambio muy
grande para los arqueólogos, por lo
menos desde mi punto de vista.
25
Tener la valentía de permitirse un
cambio de cabeza no es algo menor,
mucho menos si pensamos que histó-
ricamente estos espacios de trabajo e investigacn
fueron privativos de hombres, pero vemos claramente
cómo las mujeres se van acercando firmemente a estos
espacios y van derribando mitos.
() a no era la primera vez que me tocaba traba-
jar con la Armada, sí al principio cuando yo empecé
a trabajar con la Armada era complicado porque una
mujer tenía que darles órdenes, y se notaba, pero po-
quito a poco en distintos momentos, no en este caso en
particular porque yo acá no les daba orden de nada al
contrario, puedo decir que la relación con los oficiales
de la Armada , que son los más duros ejecutivos por lo
general de la cuestión de la autoridad, no hizo ningún
problema. Sí es interesante ver desde el lado de mujer
como te atienden (risas) o sea, el camarote, en la per-
manente atención en el comedor, de que fuera invitada
especialmente al camarote del capitán a tomar el café,
a comer torta, mi ahora me acordé, fue 8 marzo y yo
estaba embarcada y el capitán hizo
hacer una torta al cocinero para
agasajar a las únicas dos mujeres
que estábamos en el barco.
Pero ades en muchas cultu-
ras, sobre todo en la de pescadores,
las mujeres somos yeta arriba de los
barcos y en la Armada digamos que
también lo sienten en un punto así.
Sucedió que teníamos tormenta tras
tormenta y los, digamos no oficiales,
porque los oficiales no se haban ani-
mado jamás, sino los suboficiales o marineros vinieron
y nos pidieran prendas íntimas para colgar del mástil
mayor del barco porque era la única manera que se ter-
minaran las tormentas. Y fue así que la otra chica les
dio creo que una bombacha y yo les di un corpiño los
cuales fueron izados en el palo mayor y hubo que ba-
jarlos al momento en que estábamos entrando a puerto
Belgrano porque el capitán dijo: por favor bajen eso por-
que nos meten presos a todos, y bueno bajaron las dos
prendas íntimas y nunca nos las devolvieron (risas) esa
fue la relación que una tiene como mujer arriba de…
Me ha pasado de todo, de estar arriba de un bar-
co de pescadores, yo hacer la pregunta al tipo y que el
pescador le conteste al hombre que tengo al lado y a mí
no me contesta, o de decirme que si estoy menstruando
mejor que me baje porque se hunde el barco, y bueno de
esas todas las que quieran (risas).
(…) Pero sí me respetan mucho los marinos, ya sean
(...) nos pidieran prendas
íntimas para colgar del mástil
mayor del barco porque era la
única manera que se terminaran
las tormentas. Y fue así que la
otra chica les dio creo que una
bombacha y yo les di un corpiño
los cuales fueron izados en el palo
mayor (...)
Homenajes a bordo.
Revista de Historia Oral
29
de la Argentina o de otras partes del mundo cuando sa-
ben que soy buzo, y cuando saben que he trabajado en
determinadas aguas, a es como que la cosa cambia.
(…) Después como mujer fuera de la atención y fuera de
estas cuestiones de mitos yo soy una más del resto.
Recobrar las voces de Malvinas. Una ne-
cesidad de toda la sociedad
Si miramos el mapa de la Reblica Argentina, allí las
encontraremos lejanas y solitarias pero siempre omni-
presentes. Si examinamos un mapa mundial entonces
la evidencia es mayor, la silueta de las Islas Malvinas
está pegada a nuestras costas. ¿Cómo es posible que
Gran Bretaña continúe insistiendo en que les pertene-
cen? “Y es que sólo son unos impe-
rialistas que jamás van a entender
el amor que sentimos los argenti-
nos por esas tierras”, es una de las
tantas frases que solemos r.
Bajo esta imagen nos han
educado y con este sentir hemos
crecido, por ello las Islas Malvi-
nas son una marca identitaria de
toda la nación. Y buena parte de
este imaginario es el que nos llevó
a vivar en la Plaza de Mayo a favor de
esa ilógica guerra.
Cuando nos acercamos a temas como la guerra
de Malvinas, la primera sensación es de desconcierto
y luego se presentan las contradicciones, hubo erro-
res, manipulación, impunidad, cobardes, ineficien-
cias pero también hubo solidaridad, patriotismo y
héroes. Hubo oficiales que estaquearon a sus subor-
dinados pero también hubo oficiales que permane-
cieron en la nea de fuego hasta las últimas conse-
cuencias.
Las contradicciones son una constante, pero las
guerras son en mismas una contradicción. No im-
porta de qué lado esté uno parado, siempre la guerra
es pérdida, aún para los vencedores.
La guerra de Malvinas, la más irracional contien-
da en la que haya participado la Argentina, hirió gra-
vemente el tejido social de una nación que 30 años des-
pués no encuentra la manera de sanar esas heridas.
Podríamos ensayar respuestas desde la sociolo-
gía, la psicología, la historia o la disciplina que se nos
ocurra para explicar esta situación, pero difícilmente
encontremos una cura definitiva al dolor y a la indife-
rencia que ha generado primero el desmedido fervor
por la recuperación de las islas y luego la llamada des-
malvinización que significó un silencio absoluto sobre
el tema.
Las Islas Malvinas fueron y son en el imaginario
argentino el lugar de reivindicación de la República,
son ellas la representación del patriotismo nacional
expresado en un continuo reclamo de restitución. Así
la cuestión de la demanda de lo que nos pertenece por
derecho se convierte en un elemento que es apropiado
por los gobiernos de turno y es apro-
vechado por ellos según las necesi-
dades del momento.
Esta exposición no ha tenido la
intención de estudiar políticas di-
plomáticas ni estrategias de guerra,
sino que humildemente quisimos
rescatar un costado más humano,
si esto es posible dentro del marco
de una guerra, de este sin sentido
que fue Malvinas. Para ello opta-
mos por un colectivo social definido
que son las mujeres, y las elegimos porque creemos que
la visión de ellas difiere mucho de la de los hombres en
lo que se refiere a las guerras; y es que ellas fueron ma-
dres, hijas, esposas, novias o amigas de aquellos “chicos”
Cuando nos acercamos a
temas como la guerra de Malvi-
nas, la primera sensación es de
desconcierto y luego se presentan
las contradicciones, hubo errores,
manipulación, impunidad, cobar-
des, ineficiencias pero tambn
hubo solidaridad, patriotismo y
héroes.
Cubo de acrílico. Ofrenda que contiene los nombres de los 323
desaparecidos del Belgrano.
Voces Recobradas
30
que fueron al campo de batalla; y mientras ellos en-
tregaban sus vidas por la patria, muy lejos donde sea
que vivieran estaban todas estas mujeres enfrentado
otra batalla, la lucha contra la angustia que implica la
espera.
El olvido en una constante en Malvinas, y las mu-
jeres de esta guerra también parecen serlo. Mujeres
profesionales y civiles participaron activamente en la
guerra, no podemos asegurar el número total de vo-
luntarias, pero que siete enfermeras pisaron Puer-
to Argentino y que hubo otras veinte distribuidas en
los buques mercantes cercanos a la zona de fuego. Seis
de ellas fueron instrumentadoras quirúrgicas en el
rompehielos Almirante Irízar, en tanto que el buque
Formosa llevaba una enfermera, única mujer de la tri-
pulación; y no podemos desconocer a las miles de mu-
jeres que tendieron su mano solidaria donando lo que
tenían, tejiendo o escribiendo cartas a los soldados.
26
Por todo esto, nuestra squeda estuvo orientada
hacia mujeres que de alguna manera estuvieron rela-
cionadas con el conflicto. La propuesta fue que ellas
nos contaran sus vivencias con respecto a la guerra.
Terminadas las entrevistas comenzamos a analizar sus
historias y a buscar puntos en con entre los relatos.
Todas nos han hablado de traumas, de dolor, de olvi-
dos y del sin sentido de la guerra, pero concuerdan en
rescatar la vida por sobre todas las cosas. El trabajo
con la memoria ha sido otro punto de conexión que
creemos necesario resaltar.
Liliana Barela ensayó su acercamiento aplicando
sus conocimientos en historia para lograr la recupera-
ción de la memoria de la guerra en los distintos rin-
cones del país. A través de talleres de Historia Oral
rescató diferentes memorias y contrastó las visiones de
los distintos puntos geogficos que conforman nues-
tro extenso país. Por eso puede afirmar que la guerra
La familia González visita el monumento a los caídos en Ushuaia, 2012.
Revista de Historia Oral
31
Lo he soñado en esta casa
entre paredes y puertas.
Dios les permite a los hombres
soñar cosas que son ciertas.
Lo he soñado mar afuera
en unas islas glaciales.
Que nos digan lo demás
la tumba y los hospitales.
Una de tantas provincias
del interior fue su tierra.
(No conviene que se sepa
que muere gente en la guerra).
Lo sacaron del cuartel,
le pusieron en las manos
las armas y lo mandaron
a morir con sus hermanos.
Se obró con suma prudencia,
se habló de un modo prolijo.
Les entregaron a un tiempo
el rie y el crucijo.
Oyó las vanas arengas
de los vanos generales.
Vio lo que nunca había visto,
la sangre en los arenales.
Oyó vivas y oyó mueras,
oyó el clamor de la gente.
Él sólo quería saber
si era o si no era valiente.
Lo supo en aquel momento
en que le entraba la herida.
Se dijo No tuve miedo
Cuando lo dejó la vida.
Su muerte fue una secreta
victoria. Nadie se asombre
de que me dé envidia y pena
el destino de aquel hombre.
27
Milonga del muerto Jorge Luis Borges
no se vivde la misma manera en el sur que en el nor-
te, y mucho menos en la ciudad de Buenos Aires.
En este sentido, Adriana Díaz lleva 30 años ejer-
citando sus propios recuerdos y estimulando los de su
esposo; ellos son en sí mismos, la contradicción de la
que tanto hablábamos. En medio de tanta muerte y
tanto dolor, la esperanza, el amor, elegir apostar por la
vida y seguir haciéndolo hasta el día de hoy.
Por último, la experiencia única que vivnica
Valentini, quien rescata la memoria de los sobrevivien-
tes del Belgrano. Una memoria que aún está incomple-
ta, una squeda que no dio los resultados esperados,
pero que indudablemente dejó una huella imborrable
en todos los que participaron de ella.
Entendemos que la recuperacn de la memoria
de esta guerra, a través de las voces de sus protago-
nistas es una necesidad social básica. Luchar por el no
olvido, por el reconocimiento de los excombatientes;
poner el tema sobre la mesa y discutirlo como sociedad
adulta aceptando los errores y pidiendo las disculpas
necesarias, es al menos un primer paso en el largo ca-
mino a recorrer para alcanzar una reconciliación con
Malvinas.
Más homenajes.
Voces Recobradas
32
Notas
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
1
Palabras de presentación de la muestra s allá del fondo del
mar. En busca del crucero General Belgrano. Crónica de viaje.
Por Liliana Barela. Espacio Virrey Liniers. 3 de mayo de 2012.
2
Federico Lorenz, Malvinas. Una guerra argentina. Buenos
Aires, Sudamericana, colección nudos de la historia argentina,
2009, p. 20.
3
Ibídem, pp. 21-22.
4
Entrevista con Adriana Díaz de González, 53 años, Voluntaria
en Puerto Belgrano durante la guerra de Malvinas, realizada
por Adriana Echezuri y Silvana Luverá, en Boedo, 6 de junio
de 2012.
5
Ibídem.
6
Ibídem.
7
Italpark: parque de diversiones de la ciudad de Buenos Aires,
que cersus puertas en 1990 después de un tgico accidente
en uno de los juegos.
8
Entrevista con Adriana Díaz de González, op. cit.
9
Ibídem.
10
Ibídem.
11
AA.VV., Memoria y Dictadura. Un espacio para la reexión
desde los derechos humanos. Buenos Aires, Asamblea Perma-
nente por los Derechos Humanos e Instituto Espacio para la
Memoria, s/f, pp. 21-23.
12
Osvaldo Bayer y otros, El Terrorismo de Estado en la Argenti-
na. Apuntes sobre su historia y sus consecuencias. Buenos Aires,
Instituto Espacio para la Memoria, 2010, p. 19.
13
Palabras de presentación de la muestra s allá del fondo del
mar…, op. cit.
14
Entrevista con Liliana Barela, 61 años, Licenciada en Historia,
realizada por Adriana Echezuri y Silvana Luverá, en DGPeIH,
Ciudad de Buenos Aires, 14 de mayo de 2012.
15
Ibídem.
16
Ibídem.
17
Ibídem.
18
Fuentes: http://www.camne.com.ar/cruceroarabelgrano/cbre-
senahistorica/cbresenahistorica.htm y
Diario Clarín. “Malvinas. Una herida abierta”, Domingo de
abril de 2007, p. 8.
19
Mónica Valentini, “Más aldel fondo del mar. En busca del
Crucero General Belgrano. Crónica de viaje”, en Revista de la
Escuela de Antropología. Argentina, Universidad Nacional de
Rosario, núm. 8, 2003, pp. 231-234.
20
Entrevista con Mónica Valentini, 52 años, especialista en Ar-
queología Subacuática, realizada por Adriana Echezuri y Sil-
vana Luverá, en DGPeIH, Ciudad de Buenos Aires, 22 de mayo
de 2012.
21
Ibídem.
22
Ibídem.
23
Javier García Cano. Arquitecto. Especialista en Arqueología
Subacuática y Asesor Ad-honorem de la Comisión Nacional de
Museos, Monumentos y Lugares Históricos.
24
Entrevista con Mónica Valentini…, op. cit.
Fin de la búsqueda del Crucero.
Adriana Díaz de González.
Revista de Historia Oral
33
25
Ibídem.
26
Fondo Patriótico: Fueron casi 3 meses de donaciones para
financiar la guerra. El punto ximo fue con el programa
Las 24 horas de Malvinas”, transmisión ininterrumpida
por ATC (del 8 al 9 de mayo de 1982), conducido por Jorge
“Cacho Fontana y Pinky. Hasta el 30 de julio de 1982, el
Fondo recolectó 767.483 millones de pesos ley, 54 millones
de dólares de entonces. El dato surge de un estado contable
de la Secretaa de Hacienda. Transferencias, cheques, ac-
ciones, dólares, chelines, joyas, alimentos, ropa, 450 tele-
visores, 50 videograbadoras, 10.000 litros de pintura, un
Mercedes Benz, varios departamentos. 1119 donaciones en
monedas de oro y alhajas que fueron fundidas en lingotes
de un kilo en la Casa de la Moneda. El resto fue subastado
en el Banco Ciudad. En total, 141 kilos de oro, equivalentes
a 2.176.194 dólares. El destino exacto del dinero n se
desconoce. En: http://www.lanacion.com.ar/1461096-el-
enigma-del-fondo-patriotico.
27
En: http://www.todotango.com/english/las_obras/letra.
aspx?idletra=1167
Bibliografía
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
AA.VV., Memoria y Dictadura. Un espacio para la reexión des-
de los derechos humanos. Buenos Aires, Asamblea Permanente
por los Derechos Humanos e Instituto Espacio para la Memo-
ria.
Bayer, Osvaldo y otros, El Terrorismo de Estado en la Argentina.
Apuntes sobre su historia y sus consecuencias. Buenos Aires, Ins-
tituto Espacio para la Memoria, 2010.
Bosoer, Fabián, Malvinas Capítulo Final (I)-(II). Guerra y Di-
plomacia en Argentina (1942- 1982). Buenos Aires, Capital In-
telectual, Colec: Claves para todos, dirigida por José Nun,
65, 2007.
Lejtman, Roman, Guerra de Malvinas. Imágenes de una trage-
dia. Buenos Aires, El Ateneo, 2012.
Lorenz, Federico, Malvinas. Una guerra argentina. Buenos Ai-
res, Sudamericana, colección Nudos de la historia argentina,
2009.
Suriano Juan (Dir. de tomo), Dictadura y Democracia (1976
2001). Buenos Aires, Sudamericana, colección Nueva Historia
Argentina, Tomo X, 2005.
Valentini, Mónica y Javier García Cano, Conferencia: “Más al
del fondo del mar. En busca del crucero General Belgrano. Cró-
nica de viaje”. Palabras introductorias por Liliana Barela, Espa-
cio Virrey Liniers, 3 de mayo de 2012.
Diarios y revistas
Diario Clarín. “Malvinas. Una herida abierta”, Domingo de
abril de 2007, p 8.
Valentini, Mónica, s aldel fondo del mar. En busca del
Crucero General Belgrano. Crónica de viaje, en Revista de la
Escuela de Antropología. Argentina, Universidad Nacional de
Rosario, núm. 8, 2003.
Entrevistas
Entrevista con Adriana az de González, 53 años, Voluntaria
en Puerto Belgrano durante la guerra de Malvinas, realizada
por: Adriana Echezuri y Silvana Luverá, en Boedo, 6 de junio
de 2012.
Entrevista con Liliana Barela, 61 años, Licenciada en Historia,
realizada por Adriana Echezuri y Silvana Luverá, en DGPeIH,
Ciudad de Buenos Aires, 14 de mayo de 2012.
Entrevista con Mónica Valentini, 52 años, especialista en Ar-
queología Subacuática, realizada por Adriana Echezuri y Silva-
na Luverá, en DGPeIH, Ciudad de Buenos Aires, 22 de mayo
de 2012.
Páginas Web
http://tiempo.infonews.com/notas/veteranas-de-malvinas-las-
mujeres-argentinas-que-fueron-guerra Edición: 14 de Junio de
2012.
http://www.todotango.com/english/las_obras/letra.
aspx?idletra=1167
http://www.lanacion.com.ar/1461096-el-enigma-del-fondo-
patriotico. Publicado en edición impresa Domingo 01 de abril
de 2012.
Imágenes
Malvinas. Diarios de la Guerra, CD 1 y 2. Dirección General de
Cultura. Legislatura de la CABA.
Archivos fotográcos personales de Adriana Díaz de González
y Mónica Valentini.
nica Valentini.