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Voces Recobradas
Revista de Historia Oral
54
Educación y
tiempo histórico
Circuitos de lectura y propuestas
historiográficas en el Profesorado
Joaquín V. González (1970-1976)
Voces de
Buenos Aires
Paula Serrao
Instituto Superior del
Profesorado Joaquín V.
González
E
l período comprendido entre los años 1970 y
1976 difícilmente pueda reducirse a caracteriza-
ciones unidimensionales. Sin embargo, es posible
distinguir algunas tramas que recorrieron la co-
yuntura local. En diferentes dosis, convivieron allí censu-
ras con amplios debates sociales, ansias de participación
con autoritarismos, obtención y pérdida de libertades con
violencias.
Cambiar el presente y proyectar futuros era, en de-
fnitiva, el objetivo de muchos colectivos de la época.
No obstante, la dimensión del pasado también tuvo un
papel importante: movimientos sociales y estudiantiles,
partidos políticos y diversas expresiones culturales, com-
pusieron narraciones e imaginarios históricos. Estos no
estuvieron disociados de las problemáticas del presente,
e incluso proveyeron a distintas militancias herramientas
para explicar realidades y justifcar accionares. Tanto el
campo histórico como el educativo adquirieron nuevas
tonalidades: varios sectores subrayaban sus posibilidades
transformadoras. El fortalecimiento de las organizacio-
nes estudiantiles y la creciente preocupación por el límite
entre la acción y la refexión intelectual explicitan su pro-
gresiva politización.
Los graduados que cursaron entre 1970 y 1976, seña-
lan una fuerte continuidad entre aquellas culturas históri-
cas y su propia formación:
Todos los profesores pertenecían a la Nueva Escuela
Histórica […], sus programas eran fácticos y con una abun-
dante bibliografía. Una de las cuestiones a aclarar es que
los cambios que se estaban produciendo en la historiografía
(Historia Social de José Luis Romero o la infuencia de An-
nales a través de Halperín) no estaban incorporados a las
cátedras. Desde ya había un abierto rechazo por el revisio-
nismo y ningún historiador revisionista fue incorporado a
las cátedras.
3
Efectivamente, la lista de los profesores provenientes de la
Facultad platense es la más extensa. Súmesele además que
muchos de ellos estaban vinculados a la Academia Nacio-
nal de la Historia. En buena medida la selección biblio-
gráfca de sus programas refeja tal situación: privilegiaron
libros producidos por graduados de estos espacios acadé-
micos, y retomaron obras de intelectuales de la Nueva Es-
cuela Histórica.
4
Así, los aprendizajes en torno a lo histórico no ne-
cesariamente se producían en los espacios formales de la
enseñanza; y la interacción entre los conocimientos cons-
truidos en la esfera académica y en la extraacadémica, en
ocasiones resultó difcultosa.
El presente trabajo tiene como espacio de análisis una
institución pública de enseñanza formal, el Instituto Supe-
rior del Profesorado Joaquín V. González. Se indagará so-
bre las diferentes representaciones a cerca del pasado que
transitaron en dicha comunidad educativa. ¿Cómo habrá
repercutido esta convulsionada coyuntura en la formación
de los futuros profesores de Historia? ¿Se modifcaron los
enfoques y contendidos disciplinares seleccionados por los
docentes? ¿Qué tipo de orientación historiográfca soste-
nían? Por otro lado, ¿Qué expectativas tenían aquellos estu-
diantes respecto de su formación y su posterior desempeño
profesional?
Las siguientes líneas abordan dichas problemáticas,
centrándose en el tronco disciplinar denominado “De las
Argentinas y Americanas” perteneciente a la carrera de
Historia. Para tales fnes se realizaron entrevistas a perso-
nas que formaron parte del Instituto, y se analizaron los
programas de las materias Historia Argentina y America-
na I (abarcaba los procesos relacionados con la conquista de
América y la etapa colonial), II (1779-1820) y III (desde 1820
a 1853); Historia Argentina Contemporánea (desde Caseros
hasta las primeras décadas del siglo XX), e Historia Latinoa-
mericana (siglo XIX y primera mitad del siglo XX).
Pese su rol preponderante en la formación de educa-
dores, son escasas las producciones que se han detenido
en algún aspecto de la historia del Profesorado, y prácti-
camente nulas las que, desde una perspectiva diacrónica,
consideran la formación disciplinar de sus estudiantes.
1
Es
que, tal vez por formar profesores de educación media no
se le suele otorgar legitimidad –incluso dentro del mismo
Instituto– como espacio en donde se producen y debaten
conocimientos. Tal situación impulsó la realización de este
trabajo.
Circuitos de lecturas
A propósito de las preguntas que guiaron la investiga-
ción, se han distinguido dos grandes circuitos de lecturas:
la bibliografía obligatoria y los enfoques historiográfcos
que propusieron los docentes del área de las Argentinas
y Americanas,
parecen haber nutrido un circuito “insti-
tucional”; mientras tanto, las lecturas realizadas por un
grupo minoritario de estudiantes, que a riesgo de sim-
plifcar experiencias múltiples, se los podría caracterizar
por su mayor grado de politización respecto a sus pares,
construyeron un circuito denominado aquí “alternativo”
o “extraacadémico”. A continuación se profundizará sobre
sus fsonomías y formas de vinculación.
Circuito institucional de lecturas
El área de las Argentinas y Americanas ocupa y ocupó his-
tóricamente un lugar importante en el plan de estudios de
la carrera de Historia. En ella pueden rastrearse tradicio-
nes que marcaron durante prolongadas décadas la forma-
ción histórica de los profesores de secundaria. A partir de
la década de 1920, el área estuvo bajo la influencia de
docentes-investigadores nucleados en la Facultad de Fi-
losofía y Letras, que pertenecían a la corriente historio-
gráfica denominada Nueva Escuela Histórica. Entrada
ya la segunda mitad del siglo XX, el Instituto recibió
una nueva camada de profesores que también dejó su
impronta. Formaban parte de tradición de estudios histó-
ricos de la Facultad de Humanidades de La Plata.
2
Edificio ubicado en Avenida de Mayo 1396, donde funcionó el
Instituto durante 1961-1982.
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76
Sin embargo, otros entrevistados hacen hincapié en
la apertura y heterogeneidad de las propuestas de sus pro-
fesores:
(…) las cátedras eran porosas, por lo menos conservo
esa idea. Había vasos comunicantes entre la UBA, el Joa-
quín y la Universidad de la Plata (…)
5
(…) las propuestas eran muy heterogéneas, no mere-
cían críticas […] tenían un abanico muy amplio de infor-
mación, de bibliografía, de diálogo.
6
Es que si bien las líneas historiográfcas tradicionales –se-
guidas por profesores como María Amalia Duarte, Fernan-
do Barba o Armado Chiapella– parecen
haber sido hegemónicas, también es
posible observar enfoques impulsa-
dos por docentes sin demasiada tra-
yectoria en el Instituto, que aunque
no provocaron debates teóricos en
el área, abrieron el panorama. Sobre
ellos se volverá luego.
Los programas de Argentina
Contemporánea confeccionados por An-
drés Allende, egresado de La Plata, pueden servir como
guía para indagar las preferencias del primer conjunto de
docentes. El profesor solo especifca en la bibliografía ge-
neral el tomo VIII de la
Historia de la Nación Argentina,
los cuatro volúmenes de
Historia Argentina Contemporá-
nea,
(obra en la cual participó junto a otros historiadores
platenses), y fnalmente los tomos III, IV y V de
Historia
Argentina
de Roberto Levillier.
7
Quienes transitaron por
las clases de Allende, recuerdan que la bibliografía obliga-
toria era más extensa, pero seguía la misma sintonía his-
toriográfca.
Debe decirse que a excepción de la obra de Levillier,
las otras dos colecciones tuvieron un lugar destacado en
la bibliografía seleccionada por los docentes agrupados
en esta primera red; según el trayecto temporal que com-
prendiera su materia tomaban una u otra colección –en
aquel momento, eran las síntesis de Historia Argentina
más importantes de la Academia Nacional de la Historia–.
También son recurrentes citas de distintos Boletines de la
Academia y materiales vinculados a Congresos en los cua-
les la institución participaba
.
Los trabajos publicados en
las revistas
Humanidades
y
Trabajos
y comunicaciones,
o
en la colección Monografías y Tesis
elaboradas todas en la
Facultad de La Plata también son reiterados. Las publica-
ciones del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Ai-
res tienen un lugar importante, mientras que los Boletines
del Instituto de Investigaciones Históricas de la UBA man-
tienen un papel secundario. Debe subrayarse, además, el
amplio material documental citado en la bibliografía; los
estudiantes recuerdan que sus profesores daban una im-
portancia central al trabajo en archivos.
Así, la contraposición entre distintas posturas in-
terpretativas solía reducirse a comparar obras de autores
enmarcados dentro de similares orien-
taciones historiográfcas. La revisión
de otras propuestas no parece haber
tendido demasiado espacio:
(…) una historiografía marxista,
una historiografía revisionista, una
historiografía no de nueva escuela, era
impensable en aquella época (…)
8
En este punto vale una aclaración: Los programas no siem-
pre refejan la bibliografía que efectivamente los estudian-
tes debían leer.
9
Si bien señalan textos elaborados desde
el mundo de las izquierdas o desde posturas revisionistas,
salvo por algunas excepciones los graduados no recuerdan
haberlos abordado en clase.
10
La organización de los programas también expresa el
paradigma adoptado. En aquellos elaborados por A. Allende
los contenidos están dispuestos cronológicamente, se agru-
pan en bolillas que llevan por título nombres de presiden-
tes, y solo se incluyen temas político-institucionales; en los
casos de Irma Guaglione de Litwin y Armando Chiapella,
la disposición posee similar lógica y tiene como eje trans-
versal los intentos de organización estatal. En ocasiones, los
enunciados se detienen en temáticas económicas y sociales,
pero su sentido sigue siendo eminentemente político. Es de-
cir, tópicos tales como
“librecambio y proteccionismo”
o
“la
preocupación gubernamental por la educación y la cultura”
son abordados dentro del análisis de gestiones políticas.
11
Destáquese además que, si bien el diseño curricular
contemplaba problemáticas americanas, estas solo se estu-
diaban si tenían relación con dinámicas locales (por ejem-
plo, la guerra con el Brasil o la guerra de la Confederación
Peruano-Boliviana).
Las características hasta aquí mencionadas contrastan
con la orientación de la segunda red de docentes: aunque
con enfoques poco homogéneos, todos ellos trabajaron
problemáticas vinculadas a la historia económico-social.
Parte de este conjunto también se formó en la Facultad de
La Plata; sin embargo, tal vez debido a distintos recorridos,
sociabilidades académicas, y hasta inquietudes personales/
generacionales, sus rumbos historiográfcos distaron de los
realizados por los profesores incluidos en la primera red.
Téngase en cuenta lo novedoso de sus perspectivas, quizás
no para el Departamento de Historia
(recuérdese, por ejemplo, la presen-
cia de Nilda Guglielmi en el dicta-
do de Edad Media, o de Abraham
Rosenvasser en Historia Antigua),
pero sí para el área de Argentinas y
Americanas, históricamente domi-
nada por otras tradiciones. Por falta de
espacio, se volverán a describir solo algunas signifcativas
propuestas que permitan ilustrar la cuestión.
Félix Weinberg, destacado estudioso de las ideas en
la Argentina, tenía a su cargo otra de las cátedras de His-
toria Argentina Contemporánea. En sus programas, el
orden cronológico pierde importancia, y los contenidos
se agrupan en tres secciones tituladas “La economía”, “La
sociedad” y “La política”, que se abocan de lleno a esas pro-
blemáticas, y no son dependientes de una lógica política.
En cuanto a la bibliografía citada, la impronta de la es-
cuela platense es desplazada por autores vinculados con
la denominada renovación historiográfca. Si bien fguran
algunos volúmenes de
Historia Argentina Contemporánea
de la Academia,
el docente también incorporó tomos de
la colección
Historia Argentina
dirigida por Tulio Halpe-
rín Donghi, libros emblemáticos de Gino Germani, como
Estructura social de la Argentina
o
Política y sociedad en
una época de transición,
y la producción colectiva titulada
Argentina, sociedad de masas.
Siguiendo esta tendencia,
también se citan:
Las ideas políticas en la Argentina
de José
Luis Romero,
La formación de la Argentina moderna,
de
Roberto Cortés Conde y Ezequiel Gallo,
Las etapas del de-
sarrollo económico argentino
de Guido Di Tella y Manuel
Zymelman, y
Revolución en las pampas. Historia social del
trigo argentino. 1860-1910
de James Scobie.
12
Sin tener vinculación con el recambio docente que
ocurría en las Universidades, en torno a 1973 y 1974 arri-
baron al Instituto otros profesores que traían consigo pro-
puestas en las que también comenzaba a diluirse la his-
toriografía tradicional. Carlos Mayo, por ejemplo, se hizo
cargo de Argentina y Americana I. Durante el período
estudiado, confeccionó sus programas junto a Alicia Ca-
rrera y Miguel Guérin, ambos egresados de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UBA. Al respecto Guérin señala:
No trabajábamos en “equipo”, pero
nos guiábamos por la misma temática,
aunque cada uno tenía su ideología y
su formación historiográfca.
13
Desgraciadamente no incluyeron
apartados bibliográfcos, pero la dis-
posición del programa denota cuáles
eran sus preocupaciones. En la unidad titulada “Estruc-
tura social y mestizaje” se detienen en la composición de-
mográfca de la población colonial y la interacción de sus
grupos sociales, así como también en la trata de esclavos
y su “incidencia en la economía colonial”. La unidad “Ex-
plotación y circulación” explora, entre otras cuestiones, la
distribución de la tierra (“Acceso a la propiedad. Hacien-
da, plantación, estancia”), las formas de trabajo (“Del re-
partimiento al peonaje. Naborías. Yanaconazgo. Obraje”) y
los circuitos comerciales en las distintas áreas imperiales.
Otro apartado está dedicado enteramente a la indagación
de distintos aspectos culturales del período. Allí se abor-
daban temáticas como “Transculturación, Escuelas y Uni-
versidades, Acción de los grupos religiosos y El Barroco
.
”
14
Los temas políticos e institucionales ocupan así un espacio
equilibrado, y los contenidos dejan de ser, salvo en excep-
ciones, enunciaciones que remiten a hechos.
Debe decirse también, que los cambios en la coyuntu-
ra histórica no modifcaron esencialmente ni la selección
bibliográfca de estos programas ni la de ningún otro del
Así, la contraposición entre
distintas posturas interpretativas
solía reducirse a comparar obras
de autores enmarcados dentro
de similares orientaciones
historiográficas.
No trabajábamos
en “equipo”, pero nos guiábamos
por la misma temática, aunque
cada uno tenía su ideología
y su formación historiográfica.
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Revista de Historia Oral
98
área. Tanto en los períodos de mayor efervescencia social,
como en aquellos en donde se intentó censurar y reprimir
la convulsionada vida política, las materias conservaron la
misma orientación.
Finalmente, no debe quedar sin mencionar un espa-
cio curricular novedoso, que generó un gran impacto entre
los estudiantes. Hebe Clementi y Luis Viguera entrelaza-
ban en sus clases de Historia Americana Contemporánea
temas políticos, sociales y económicos, y además trazaban
puentes entre procesos locales, regionales e intercontinen-
tales. Su bibliografía incluía textos recientemente publica-
dos
,
como por ejemplo
Historia de América Latina
de Pie-
rre Chaunu,
o
Historia contemporánea de América Latina
de Halperín Donghi y producciones de
Fernando Enrique
Cardoso, Enzo Faletto y Teotonio Do
Santos.
15
Además de la propia inicia-
tiva de los docentes, la débil tradición
historiográfca local en este espacio
curricular tal vez haya contribuido a
moldear la propuesta. Quienes cursa-
ron con Clementi también recuerdan
haber leído textos literarios, como
Los de abajo
de Mariano Azuela
o li-
bros de Juan Rulfo para comprender
la Revolución Mexicana
.
Finalmente,
destáquese que, a diferencia de las demás materias, en am-
bos turnos las clases se arrimaban a la historia reciente.
Pese a estas descripciones, igualmente debe decirse
que la mayor parte de los graduados considera que su for-
mación fue defcitaria en cuanto a perspectivas que ahon-
daran en la dimensión económico-social de la Historia.
En general, se interiorizaron con ellas luego de haberse re-
cibido. No obstante, retrospectivamente muchos valoran
las herramientas que los enfoques más tradicionales les
proporcionaron para su desempeño profesional, no solo
en la escuela media sino también como investigadores y
educadores de nivel superior:
(…) en perspectiva uno recupera esa historia, me refe-
ro a mis años de formación, porque nos dio ventajas compa-
rativas. Para nosotros era mucho más sencillo, digamos, en-
tender procesos que hacer el trámite al revés: cuando leímos
a Halperín, que fue por afuera del Instituto, era mucho más
fácil porque ya sabíamos la historia menuda.
16
Circuitos de lecturas extraacadémicas
Pese a la rigidez del ambiente institucional, resonaban
dentro del Profesorado ecos de la convulsionada vida po-
lítica: Los debates en los pasillos sobre el Mayo Francés
y el Cordobazo, o la entonación del Himno Nacional en
el bar como “hecho de resistencia” frente al asesinato del
estudiante Cabral, son algunas de las imágenes utilizadas
por parte de los entrevistados para describir la coyuntura.
El rechazo a las características del orden político vigente,
estaba presente también en el Instituto:
(…) estábamos como movilizados porque de repente
tomaba fuerza esta idea de represión del gobierno militar,
de disconformidad con lo que había (…)
17
Este clima estuvo acompañado por
los primeros pasos de una nueva
camada de estudiantes que redirec-
cionó la orientación ideológica y las
actividades del Centro de Estudian-
tes. El Boletín N° 1 de la Agrupación
Nacional de Estudiantes del Profeso-
rado (ANEP), nombre con el cual la
organización estudiantil se presentó a
elecciones en los primeros años, refeja
sus preocupaciones: “(…) urge romper con esa estructura
económica (dependiente), y para ello nuestra única posi-
bilidad es la redistribución del ingreso nacional y por lo
tanto el sacrifcio de las clases que detentan los bienes de
producción. Esa es la única manera posible de lograr una
Argentina independiente (…)”
18
Si bien la mayoría de sus miembros se identifcaba con
el ala izquierda del peronismo, también existían otras voces
políticas. El equipo de trabajo de Liliana Barela afrma: “Mu-
chos de los integrantes pertenecían a diferentes partidos o
simpatizaban con ideas vinculadas al PRT, PC, Peronismo,
Radicalismo Progresista, Socialismo…”.
19
Es que al parecer
no tenían intenciones de crear lazos explícitos que empa-
rentaran al Centro con movimientos o partidos externos,
por más que individualmente sus miembros sí los tuvieran.
Debe aclararse que no todos los estudiantes con inquietudes
políticas participaron del Centro. Simpatizantes del FIP, del
PC, o el PCR permanecieron al margen del proyecto, aun-
que estuvieron insertos en su red relacionar.
Pese a las iniciativas del Centro, su dinámica de fun-
cionamiento parece no haber estado asentada sólidamente
en todos los sectores estudiantiles. La existencia del desco-
nocimiento está presente en los testimonios:
En los profesorados no había mucha actividad de Cen-
tro de Estudiantes, no recuerdo una actividad fuerte en el
Centro de Estudiantes, no lo tengo presente (…)
20
Es que no existía en la cultura del Instituto una tradición
vinculada a organizaciones estudiantiles de amplias di-
mensiones. Al respecto, el profesor Juan Carlos Cantoni
recuerda:
El primer Centro de Estudiantes,
después de 1955, lo organizamos no-
sotros (…) Y nos quejábamos de que
el estudiantado era… anónimo. No
había movilización estudiantil (…)
21
Otro egresado de la misma cohorte
agrega que durante los sesenta:
Éramos una absoluta minoría
los que participábamos del Centro de
Estudiantes (…) los niveles de participa-
ción eran escasos.
22
Todas las entrevistas coinciden en señalar el débil lazo que
unía a gran parte del estudiantado con el universo político.
Si bien el desinterés estuvo presente, puede pensarse que la
formación que brindaba el Profesorado tampoco alentaba
el vínculo con la política, ni brindaba herramientas sus-
tanciosas para debatir fenómenos sociales contemporá-
neos. Los jóvenes más politizados generalmente ya habían
estado en contacto con algún tipo de militancia, propia o
de allegados (familiares o amigos), y si bien su paso por el
Instituto pudo haber reforzado estas experiencias previas,
el Profesorado no se caracterizó por estimular militancias.
El Centro realizó intentos en este sentido, que en muchos
casos dieron frutos; sin embargo no puede decirse que ha-
yan logrado revertir la situación total.
Por otra parte, las propuestas y actitudes políticas no
eran radicales dentro del Instituto. Las tensiones propias
de la época existieron, sin embargo tal como explica el
profesor Fernando García Molina:
(…) estaban dentro de una lógica que permitía coexis-
tir sin confictos violentos.
23
Comparado con los trágicos episodios ocurridos en el ám-
bito universitario, el Instituto tampoco estuvo demasiado
expuesto a prácticas represivas antes de 1976 –tal vez por
no ser visto como un espacio con actividad política inten-
sa–. Si bien la sensación de peligro estaba presente, los en-
trevistados coinciden en que la ruptura recién se evidenció
claramente luego del golpe.
Esta suerte de mapa político-ideológico resulta útil
para acercarse a las distintas formas
en las cuales los estudiantes recep-
cionaron la bibliografía y el enfoque
historiográfco que propusieron sus
docentes. Es que los vínculos con la
esfera política, se relacionaron con la
búsqueda de nuevos horizontes histo-
riográfcos:
(…) había distintos perfles de es-
tudiantes, los más politizados éramos
los más protestones […] parte del estu-
diantado de Historia quería recibirse, y se ceñía estricta-
mente a lo que planteaban las cátedras para poder estudiar
y dar la materia, aprobar y recibirse (…)
24
Las experiencias fueron múltiples: no solo por falta de in-
terés fue que el sector menos politizado tendió a circuns-
cribir sus lecturas a la bibliografía proporcionada por los
docentes de la casa. Es que estos materiales parecían tener
desde su óptica, mayor prestigio que cualquier otro tipo de
texto que se moviera por fuera del circuito institucionali-
zado. Aquellos revestían un aire de seriedad y calidad que
provocaban que la representación de los libros no men-
cionados o no valorados por los docentes se acercara a lo
“heterodoxo”. Una estudiante recuerda:
En general nos ateníamos a la bibliografía del profesor,
leíamos eso y trabajábamos con eso, no había otra iniciativa
de traer algo propio (…)
25
Todas las entrevistas coinci-
den en señalar el débil lazo que
unía a gran parte del estudian-
tado con el universo político.
Si bien el desinterés estuvo
presente, puede pensarse que
la formación que brindaba el
Profesorado tampoco alentaba el
vínculo con la política (...)
(...) retrospectivamente mu-
chos valoran las herramientas que
los enfoques más tradicionales les
proporcionaron para su desem-
peño profesional, no solo en la
escuela media sino también como
investigadores y educadores de
nivel superior (...)
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Revista de Historia Oral
1110
Si bien estaba al tanto de otras propuestas historio-
gráficas que sostenían algunos de sus compañeros,
las lecturas obligatorias que debía realizar satisfa-
cían sus expectativas. El profesor Guérin comenta
al respecto:
En primer año, año de mi asignatura, los alumnos
todavía no habían hecho otras lecturas. Ojalá las hubie-
sen hecho. Mi actitud no ya docente ni intelectual, sino
vital, es que se analiza todo lo que surge en la dinámica
de la clase.
26
Frente a este panorama, ¿es posible rastrear en el Pro-
fesorado resabios de la cultura normalista, en la cual
“la” cultura era trasmitida en la es-
cuela por los docentes que poseían
la capacidad de trazar límites pre-
cisos entre los saberes legítimos
e ilegítimos? Algunos de los tes-
timonios sugieren esta relación.
Además, debe considerarse que los
contenidos y enfoques de la mayo-
ría de las materias, seguramente no
estaban alejados de aquellos que los
estudiantes habían recibido en la secundaria. Quizás
las perspectivas historiográficas presentes en algunas
aulas del Profesorado fueron percibidas como “natu-
rales” y hasta necesarias para trabajar de forma pro-
fesional en la escuela media. Por otra parte, el debate
historiográfico no estaba instalado dentro del ámbito
formal del Instituto. El diseño curricular de la carrera
contemplaba la materia Historia y Teoría de la Histo-
riografía, no obstante este campo no gozaba entonces
de demasiada entidad ni dentro del Instituto ni fuera.
Además, los graduados comentan que allí se trabaja-
ban problemáticas contemporáneas de manera muy
lateral.
Ahora bien, ¿esto quiere decir que en el Instituto
solo circulaban los libros que las cátedras recomenda-
ban? Al parecer esto no fue así:
Las lecturas alternativas vinieron casi mientras es-
tábamos preparando la materia (…) y salimos todos con
otra posición historiográfica (…)
27
Los entrevistados
recuerdan haber leído autores prove-
nientes del revisionismo –como Scalabrini Ortiz o José
María Rosa–; no obstante no consideran que esta co-
rriente haya sido para ellos referencial. Acorde con la
tendencia política del Centro de Estudiantes, los libros
vinculados a la heterogénea izquierda nacional fueron
los más consultados:
Leía los libros del Colorado, leía los libros de
Rosa, los de Ortega Peña y Duhalde (…) Hernández
Arregui, Jauretche, Puiggrós (…) De ese momento,
miembros de la izquierda nacional como Spilimbergo,
Blas Alberti, Mariátegui por la cuestión del marxis-
mo latinoamericano, Washington Reyes Abadie para
la cuestión de Artigas.
28
(…) había mucha fuerza de lo
que podríamos llamar revisionismo
de izquierda, por un lado leíamos
mucho Puiggrós, y… yo me formé
mucho leyendo Abelardo Ramos,
Hernández Arregui, y Alberto Pla,
que era más de izquierda ¿no?… Is-
mael Viñas leíamos, y después leíamos
cosas de economía, tanto de teoría económica, digamos
marxismo, Mandel… y estábamos muy cercanos a un
tipo que era más grande que nosotros, y que hoy sigue
produciendo, era Carlos Ábalo. A nosotros nos gustaba
el tema de ver la economía, leíamos Peralta Ramos. Tra-
tábamos de ver otras lecturas diferentes a las que nos
daban.
29
En las charlas informales de los estudiantes más po-
litizados, fueron reiterados los tópicos relacionados
con el imaginario de estas corrientes. Las disyunti-
vas soberanía-imperialismo o pueblo-oligarquía pro-
ponían, por ejemplo, debates sobre la “conciencia
nacional-popular” de determinadas clases sociales o
personajes históricos, e invitaban a buscar en el pasa-
do referentes para la lucha antiimperialista contem-
poránea. Las discusiones historiográficas constituían
embudos que desembocaban en preguntas sobre la
actualidad, y ciertamente el peronismo parecía ser el
centro de la cuestión.
Claro que no todos los estudiantes mantuvieron las
mismas opiniones. La militancia partidaria de algunos
produjo que focalizaran sus lecturas en producciones con-
cordantes a la línea interpretativa de su partido, mientras
que otros transitaron más fuidamente las distintas alter-
nativas hermenéuticas:
(…) circulaban entre nosotros algunos textos muy
reveladores para la época… por ahí Milcíades Peña…al-
gunos leían con más pasión a Abelardo Ramos, que a to-
dos no nos gustaba de la misma manera, nos parecía que
encorsetaba un poco para esto de revoluciones, encorse-
taba un poco a los hechos históricos… pero eran de todas
formas apertura historiográficas muy interesantes(…)
30
(…) apoyamos la revisión mar-
xista de la Historia, no fundamen-
talista, en el sentido de que todos no
que éramos marxistas, sino que todos
usábamos las categorías marxistas
para entender y comprender la His-
toria y ese era el aprendizaje (…)
31
(…) Yo me acuerdo que había
chicos que creían a pie y puntilla lo que
decía Abelardo Ramos, y yo los escuchaba y los demás los
escuchaban. Yo no me callaba. También, les decía “lea
también esto, aquello…” Yo lo aprovechaba para darles
mucha bibliografía. Yo tenía derecho como docente a
creer que hay cosas mejores y otras que no.
32
Es que al no existir en el Centro y su red relacionar una
sola voz política, tampoco parece haber existido un úni-
co relato histórico que ensamblara lógicamente toda la
historia argentina. Nótese, sin embargo, la aparente au-
sencia de textos provenientes del espacio comunista o
trotskista (exceptuando los libros de Milcíades Peña).
Por otro lado, algunos egresados señalan lecturas
que exceden el marco de la historiografía de las Izquier-
das argentinas:
Halperín era una lectura que daba cuenta de otras
cosas frente a la Nueva Escuela Histórica, era el inicio
de los cientistas sociales, y por lo tanto para nosotros eso
significaba un giro a la izquierda por más que Halperín
no fuese de izquierda. Tenía una mirada diferente de la
Historia, que la Historia más del acontecimiento no daba
cuenta… a todos también nos gustaba la Literatura, y
había toda una cosa… una visión más cultural, y más
sociológica de la Historia, que la Historia clásica de la
Nueva Escuela.
33
Con relación a esta idea, nótese que la Agrupación Egre-
sados de Historia, formada en las cercanías del golpe
cívico militar de 1976 por graduados que habían perte-
necido al Centro de Estudiantes, organizó charlas en las
que invitaron a historiadores que formaron parte de la
renovación local de los estudios históricos. Luis Alber-
to Romero brindó a una charla sobre
el Grupo Rivadaviano, y Horacio
Giberti otra sobre ganadería argen-
tina. La profesora Hebe Clementi
también estuvo presente en algunos
de los encuentros.
También parecen haber cir-
culado, aunque en medidas mucho
más reducidas, textos producidos
por figuras representativas de An-
nales y algunas pocas del Marxismo
británico. El interés por categorías económico-sociales
y por enfoques procesuales que superaran la historia
acontecimental, también estuvo presente en sectores es-
tudiantiles menos politizados, aunque tal vez de forma
más dispersa.
En cuanto al factor temporal, debe decirse que la
amplitud bibliográfica fue mayor luego de 1972, con la
finalización del gobierno dictatorial. En los últimos dos
años del período aquí analizado, la circulación y comen-
tario de textos fue variado pero se realizó con mayores
precauciones.
Ahora bien, ¿cómo conocieron los estudiantes estas
lecturas “alternativas”? Algunos descubrieron autores o
enfoques en la cursada de materias no pertenecientes
al área de las Argentinas y Americanas. Parte de los en-
trevistados recuerda haber leído libros escritos desde
miradas marxistas en algunas materias del tronco peda-
gógico (como Teoría la Educación), y en la rama de His-
torias Antiguas. De otras materias, como Historia del
Las disyuntivas soberanía-
imperialismo o pueblo-oligar-
quía proponían, por ejemplo,
debates sobre la “conciencia
nacional-popular” de deter-
minadas clases sociales o
personajes históricos (…)
(...) no todos los estudiantes
mantuvieron las mismas opinio-
nes. La militancia partidaria de
algunos produjo que focalizaran
sus lecturas en producciones con-
cordantes a la línea interpretativa
de su partido (...)
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Voces Recobradas
Revista de Historia Oral
1312
(…) nos formábamos nosotros mismos y nos formaban los más
grandes, gente de una formación que mezclaba el marxismo
con el peronismo, que fue un poco nuestra impronta.
36
Es decir, algunos espacios informales (bares, asambleas, o
simples reuniones en casas) funcionaban como espacios
de aprendizaje y de enseñanza. Sin embargo, los “nuevos
docentes” no solo fueron aquellos compañeros de mili-
tancia con mayor experiencia:
(…) un par de veces fuimos a charlar con Puiggrós… y
vos te podés imaginar, para jóvenes de 22,
23, 24 años, ir a charlar con Puiggrós…
que nosotros leíamos todos los libros de
Puiggrós… en ese momento eran libros
que te abrían la cabeza (…)
37
En cuanto a los vínculos entre los
mencionados espacios informales de
enseñanza-aprendizaje con el espa-
cio formal, un graduado recuerda:
Los profesores eran ajenos… eran
autores muy modernos que además ellos
desvalorizaban (…) porque decían que “la
Historia que hacen tiene una intencionalidad política, no ci-
tan, no hacen relevamiento de archivo”. Y entonces el planteo
nuestro es, bueno lo que hacen es sobre la base de lo que hay,
un replanteo de la Historia. Pero bueno la escuela del Joaquín,
de los docentes, no, decían “no son académicos”… “no tienen
la metodología de investigación” “son políticos”, y los grandes
debates políticos estaban en manos de ellos.
38
Entonces ¿Los debates historiográficos se restringieron
al espacio informal de enseñanza-aprendizaje?
Interacción entre saberes formales
y extraacadémicos
Quienes cursaron antes de 1972 recuerdan que por más
de que no existían reprendas serias, el ambiente rígido del
Instituto limitaba la participación áulica. El período 1972-
1973 registra una mayor fuidez, pero a partir de 1975 se
comenzaron a tomar más recaudos en la forma de expresar
discrepancias interpretativas:
Llegó un momento en el año 75, en que ya si pensabas
de manera distinta no lo decías, no lo decías en el Instituto,
salvo en tu núcleo de confanza pero no públicamente…
39
De todas formas, los entrevistados recuerdan momentos
en los cuales se produjeron debates. La Guerra del Para-
guay, y ciertas fguras históricas denostadas por autores
generalmente insertos en la izquierda nacional y el revi-
sionismo –como Rivadavia, Mitre o Sarmiento, conside-
rados traidores a los intereses locales por ser emergentes
de un liberalismo dependiente del extranjero– suscitaban
interpretaciones encontradas. Con relación a esto último
el rosismo, y en general el caudillismo, también generaron
debates.
Ergo, quedaban afuera de las aulas ciertos aspec-
tos propios del debate historiográfco de
las izquierdas, que sí estuvieron pre-
sentes en los espacios informales: por
ejemplo, las problemáticas que gira-
ban en torno a “los modos de produc-
ción de América Latina”, o al carácter
“progresista” de determinadas clases
sociales o personajes históricos.
Sin embargo en el Profesorado la
crisis de los discursos educativos,
ocurri-
da en otros espacios formales durante aquellas décadas, no
caló profundo.
40
Los docentes, en general siguieron siendo
respetados por sus su erudición:
Nadie era muy duro a la mañana. Te digo, yo tenía
militancia política, pero a esos tipos… ¿Qué vas a ir a…?
eran eminencias. Entonces vos podías descalifcarlo en el
bar con tus compañeros… en la clase no. ¡Con tantos libros
escritos!…
41
El valor de su formación académica y de los contenidos de
sus clases siguió conservando legitimidad. Los graduados
afrman que leían el material proporcionado por los do-
centes, aunque luego individualmente los complementa-
ban con selecciones bibliográfcas propias. De hecho, una
práctica bastante común fue la formación de grupos de
estudio y de lectura.
Para explicar la situación tal vez haya que mencionar
nuevamente a la cultura normalista, y recordar que las pro-
puestas de los estudiantes politizados no fueron radicaliza-
das dentro del Instituto. En este sentido, el respeto hacia la
jerarquización educativa, expresada dentro y fuera de las
aulas, está presente en los recuerdos de los entrevistados:
(…) era un respeto distinto, antes el profesor que venía
al bar, él tenía que tomar su café y no lo molesten… no lo
molesten ¿no? Él estaba tomando su café, y vos eras la alum-
na, había cierta distancia entre profesor y alumno (…) era
gente mucho más grande… eran divinos con nosotros, pero
siempre el respeto, pero siempre la distancia, la pared…
42
El Instituto tampoco fue despojado de su prestigio. Para
muchos, al Profesorado sólo “se iba a estudiar”, y los esce-
narios imaginados para que se desarrollara esta actividad
siguieron siendo las aulas.
Volviendo a análisis de la inte-
racción bibliográfca, debe tenerse
en cuenta que parte de los docen-
tes eran receptivos a inquietudes o
cuestionamientos, lo cual limitaba la
confrontación
.
43
Además, tampoco
los estudiantes pretendieron cambiar
sustancialmente el enfoque de los
profesores.
Es importante destacar que las discrepancias solían
ocurrir solo en los años superiores de la carrera, momento
en el cual los estudiantes alcanzan una mayor maduración
personal e intelectual. Por otra parte, si bien tendieron a
estar presentes en aquellas materias que proponían enfo-
ques más tradicionales, esto no fue determinante ya que
la valoración positiva de las condiciones docentes de los
profesores podía llegar a tener más peso que la estimación
de su enfoque historiográfco. El recuerdo que guardan
muchos egresados sobre el profesor Mario Cao es un claro
ejemplo:
Si Cao lo decía… y bueno, a uno lo deleitaba. Era un
cuento, te narraba un cuento. Yo con él nunca cuestioné
ideológicamente nada, se ve que algo tenía de magia que a
mí me hacía olvidar cualquier tipo de cuestionamiento….
44
Los entrevistados comentan que su enfoque era “clásico”, y
estaba centrado en procesos políticos e institucionales. No
obstante, su compromiso con las clases, junto a su forma
Arte o Prehistoria y Arqueología, destacan que les llama-
ba la atención aquellas lecturas que permitían diálogos
entre distintas Ciencias Sociales.
34
Otras veces, los textos
vinieron de la mano de los estudiantes más avanzados
de la carrera, quienes prestaban o recomendaban libros.
Téngase en cuenta que durante los sesenta existió un gran
avance del mundo editorial y de la cultura lectora, prin-
cipalmente en los jóvenes de clase media. Además, las
ediciones de los libros producidos desde el mundo de las
izquierdas solían ser menos costosas y por lo tanto, más
fáciles de adquirir.
Las librerías también fueron un
ámbito que propició el contacto con
nuevas lecturas:
Otro lugar donde íbamos y char-
lábamos mucho con los libreros, grupos
de cinco, seis, siete militantes era la li-
brería Platero, otro era Pampín en la
avenida Corrientes, un librero impor-
tante y entonces charlábamos con ellos
que estaban muy informados, y ahí te
sugerían lecturas alternativas. Otra
librería, que ahora lamentablemente
cerró, era la librería del Congreso, que es-
taba ahí en la calle Rivadavia, nosotros íbamos mucho porque
nos quedaba cerca del Profesorado, y el dueño era un exiliado
de la Guerra Civil Española, entonces me acuerdo que en esa
librería, en un estante, estaban las obras completas de Lenin.
Nosotros íbamos, revisábamos, leíamos, buscábamos... Otra
librería era Tor, que estaba por Avenida de Mayo cerca de
Perú, que ahí también consultábamos libros (…)
35
Sin embargo, el acercamiento a nuevos conocimientos o
puntos de vistas, no solo se realizaba a través de los libros:
(…) en el bar de Avenida de Mayo y San José creo que me
formé más que en las aulas, porque aparte los compañeros ma-
yores tenían muy buena formación, habían tenido experiencias
educativas anteriores, algunos habían pasado por la universi-
dad, gente de alrededor de treinta años… recuerdo a Tito
(Héc-
tor Baggio)
como un símbolo de eso (…) creo que hicimos una
gran tarea de formación de cuadros, porque incorporábamos a
muchos compañeros que no tenían formación política previa
Quienes cursaron antes de
1972 recuerdan que por más de
que no existían reprendas serias,
el ambiente rígido del Instituto
limitaba la participación áulica.
El período 1972-1973 registra
una mayor fluidez, pero a partir
de 1975 se comenzaron a tomar
más recaudos en la forma de
expresar discrepancias
interpretativas (...)
Es importante destacar que las
discrepancias solían ocurrir solo en
los años superiores de la carrera,
momento en el cual los estudian-
tes alcanzan una mayor madura-
ción personal e intelectual.
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Voces Recobradas
Revista de Historia Oral
1514
“cálida”, “cercana” y “abierta” para desenvolverse con los es-
tudiantes limitó posibles cuestionamientos a su propuesta
historiográfca. Además, valoraban su compromiso con el
dictado de clases:
Amaba la Historia… ¡No le vas a faltar el respeto a un
hombre de setenta años que entrega la vida explicándote!
45
Las cualidades docentes y hasta humanas que juzgaban no
fueron irrelevantes, ya que los jóvenes se estaban forman-
do para ser profesores. Además, las lecturas freireanas que
circulaban en espacios académicos y
extraacadémicos invitaban a evaluar
de forma crítica la práctica docente.
Puede pensarse que las discusiones
en las aulas tendieron a tornarse ás-
peras cuando la sensación de auto-
ritarismo se hacía evidente para los
alumnos, o en excepcionales casos
donde la orientación ideológica del
docente se acercaba a posturas antidemocráticas.
Finalmente, puede conjeturarse que la interacción
entre los saberes institucionalizados y extraacadémicos no
generó fuertes controversias porque el debate central que
preocupaba al grupo de estudiantes movilizado giraba en
torno a las problemáticas sociales contemporáneas. Si bien
la intención de abrir el debate historiográfco existió, ya
que las dinámicas del presente eran revitalizar temáticas
o controversias del pasado, lo que más inquietaba era en-
tender e intervenir en el ahora. De hecho, una de las prin-
cipales demandas de los estudiantes fue que las materias
contemporáneas abordaran contenidos que traspasaran el
umbral de las primeras décadas del siglo XX. En Historia
Argentina Contemporánea, por ejemplo, difícilmente se
estudiaban procesos que fueran más allá de 1930.
Claro que estas temáticas no resultaban atractivas
para todos los alumnos. Es que para muchos estudiantes
y profesores, estos debates no tenían demasiada relación
con la Historia. Tal como algunos de sus docentes de aquel
tiempo le enseñaron, N. Farías sostiene:
(…) vos no podés hacer Historia cuando todavía están
vivos los que la protagonizaron, porque eso no es Historia,
es periodismo (…) vos tenés acceso a todos los documentos
cuando pasa el tiempo… el historiador tiene que ser obje-
tivo, dar las dos versiones, eso fue lo que nos enseñaron a
nosotros (…) Vos pensá, ¿qué persona, que viviendo Rosas
pudo escribir sobre Rosas? Solo algún viajero como Darwin
que te cuenta como lo veía, pero ¿alguien tuvo acceso a los
papeles de Rosas? ¿O una vez que Rosas se murió se tuvo
acceso a sus archivos?
46
Otro reclamo fue que la carrera incorporara un espacio
curricular que tuviera en cuenta la Historia Americana,
también desde un abordaje contempo-
ráneo. Como para muchos jóvenes
de la época, la idea de “Patria Gran-
de” era una imagen identitaria. Du-
rante el breve gobierno camporista,
el Centro de Estudiantes se encargó
de organizar las llamadas Mesas de
Reconstrucción Nacional dentro del
Instituto. Allí, se expusieron, entre
otras cuestiones, estas demandas, y se trabajó sobre te-
máticas que invitaban a los estudiantes a “tomar con-
ciencia” de la realidad en la cual estaban insertos:
Proponíamos distintos ejes con materiales, con ci-
fras… lo que discutíamos básicamente era intercambio
desigual, multinacionales, el imperialismo, el papel de la
oligarquía, el papel de las clases sociales en la Argenti-
na… con mucho trabajo, me acuerdo de textos de Mónica
Peralta Ramos, cuadros sobre intercambio desigual, sus-
titución de importaciones.
47
Resulta interesante señalar que estos dos reclamos es-
taban directamente relacionados con la construcción
que parte del estudiantado elaboró sobre la figura ideal
del estudiante y del docente: ellos debían estar informa-
dos y comprometidos con su realidad social. Además
de estar en sintonía con las propuestas educativas que
paralelamente impulsaba el ala izquierda del peronismo
a nivel nacional, este punto se articula con el desalen-
tador diagnóstico que realizaban sobre la situación del
Profesorado y de sus estudiantes:
“…existe la creencia
‘idealizante’ de que el docente es una especie de ‘santo
varón’ que debe evitar la contaminación con la reali-
dad para dedicarse a su profesión como un sacerdocio
apostólico, olvidando que está inserto en ella y que,
precisamente si algo debe saber hacer, es conectar al
alumno con la realidad que lo ha originado.”
48
Ahora bien, el debate sobre lo contemporáneo y los
intentos por incluirlo en la currícula, ¿anularon otros
esfuerzos tendientes a introducir nuevas perspectivas
historiográficas a las temáticas que sí estaban presen-
tes en los programas? Exteriorizadas o no, existieron
críticas hacia la selección y el abordaje que los profe-
sores realizaban sobre ciertos procesos
históricos. No obstante, tres expe-
riencias promotoras de lecturas y
saberes alternativos
dan cuenta de
los límites que tuvo su difusión.
Una de las “tareas gremiales”
que el Centro se propuso afrontar
fue la impresión de materiales de
lectura y la venta de libros con des-
cuentos. Los textos que más consumían los estudiantes
del Profesorado eran aquellos que los profesores pedían
como bibliografía obligatoria. Las ventas de la librería
se orientaron en este sentido, aunque en menor medida
pusieron en circulación otras propuestas:
(…) nosotros tratábamos de vender otros libros. Yo
compré el de alguna profesora, el de Freire… me acuerdo
de Halperín… me acuerdo en historia americana de Abe-
lardo Villegas,
Reacción y revolución
de Vivian Trías,
Galeano,
Las venas abiertas
era un clásico…
49
Además, algunos entrevistados recuerdan que durante
un breve tiempo coordinaron la instalación, en el quin-
to piso, de un puesto de la editorial Eudeba que ofrecía
descuentos a los estudiantes del Profesorado:
“…los textos que ofrecía Eudeba en el stand complejizaba
el debate historiográfico”.
50
La segunda propuesta tiene que ver con la organiza-
ción de cursos y seminarios. Uno de ellos fue realizado
por el Centro, en cooperación con docentes del área
pedagógica, y ahondó en temáticas educativas desde
un enfoque freireano. Otro fue pensado como un curso
de formación marxista, al que asistió como expositor
Carlos Ábalo.
Sin embargo, solo una minoría de los entrevista-
dos estuvo al tanto de las dos propuestas mencionadas.
En el caso del último seminario, debe decirse que si
bien era abierto a toda la comunidad estuvo dedicado
principalmente al colectivo político MR 17, con el cual
comulgaban estudiantes del Instituto. Sin desmerecer
las propuestas, la poca visibilidad de las experiencias
limitó la circulación de enfoques “alter-
nativos” en el Profesorado.
Finalmente, es importante des-
tacar la edición que realizó el Cen-
tro del Libro:
Artigas, San Martín y
los proyectos monárquicos en el Río
de la Plata y Chile (1818-1820),
del
historiador Joaquín Pérez. Los si-
guientes testimonios explican cuáles
fueron los objetivos que guiaron al Centro en esta em-
presa:
(…) Joaquín Pérez revelaba una relación entre Ar-
tigas y San Martín que era para nosotros una clave polí-
tica, historiográfica porque nunca la historiografía tra-
dicional que habíamos visto había marcado ese acerca-
miento. Se había reproducido la figura de Artigas como
un bandido que no quería la organización de nuestro
país…
51
(…) es un intento, el que hace Joaquín Pérez y el
Centro de Estudiantes por demostrar la posibilidad de un
acuerdo entre un intocable, como es San Martín, y tipos
muy machucados como son los caudillos del Litoral… de-
mostrar a la corriente historiográfica “mirá, San Martín
no es héroe tuyo”.
52
En el libro de Pérez, los caudillos aparecen ligados a
lo nacional e incluso, en ocasiones, a lo latinoameri-
cano. Para el historiador, las aspiraciones de las masas
emergían en las acciones de los caudillos, y por lo tanto
estos últimos
“…eran republicanos por la índole de la
Exteriorizadas o no, exis-
tieron críticas hacia la selec-
ción y el abordaje que los
profesores realizaban sobre
ciertos procesos históricos.
Durante el breve gobierno
camporista, el Centro de Estu-
diantes se encargó de organizar
las llamadas Mesas de Recons-
trucción Nacional dentro del
Instituto.
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Voces Recobradas
Revista de Historia Oral
1716
base que sustentaban su poder”.
53
Destáquese que las
montoneras del siglo XIX constituían en aquella épo-
ca una clave interpretativa del presente que posibilita-
ba establecer continuidades con las luchas proletarias
contemporáneas. El Centro de Estudiantes lo expresaba
de esta manera: “(La) dependencia reviste caracterís-
ticas especiales dado el grado de desarrollo del modo
de producción capitalista y dada la composición social
de sus movimientos populares. Dichos movimientos se
expresan en la historia argentina, partiendo de su for-
ma más elemental y primigenia: la montonera; hasta su
etapa actual: la incorporación de la clase trabajadora
que con peso político propio modifica los términos de
decisión política.”
54
Además, a través de los dos
personajes centrales de la obra se
valoraban tendencias antioligár-
quicas, antiimperialistas y ameri-
canistas. En cuanto a San Martín,
la composición resalta su faceta
política por sobre la militar; es
que se intentaba vincularlo con
un nacionalismo no conservador
de proyecciones latinoamericanas,
que además fuese compatible con las
propuestas igualitarias del líder oriental. La preocupa-
ción de Artigas por las masas explotadas
y el apoyo que
estas le daban al caudillo, son otras características que
el libro destaca.
Ahora bien, pese a que las interpretaciones del
libro se alejaban de algunos supuestos sostenidos por
la historiografía local más tradicional, debe tenerse en
cuenta que la edición no supuso una propuesta alterna-
tiva respecto del circuito formal de lecturas. Si bien el
libro proponía relaciones novedosas y sintomáticas con
el clima de ideas del amplio arco de las izquierdas, su
narración política se preocupa por la minuciosidad de
los datos, la exposición de documentos y las acciones
de los individuos. De hecho, los estudiantes conocieron
el texto del historiador platense en la cursada Argen-
tina y Americana II y III. Algunos entrevistados que
pertenecieron al Centro, comentan que dentro de la
bibliografía que les acercaban los docentes, era la pro-
puesta “más cercana” a su visión del pasado. Además,
recuerdan que, a la hora de evaluar qué texto editarían,
tuvieron en cuenta la posibilidad de venta del libro al
estudiantado más amplio.
A modo de conclusión
Volviendo a las preguntas iniciales del trabajo, podría
concluirse que la enseñanza formal que recibieron los
estudiantes de Historia del Profesorado no se vio sus-
tancialmente modificada por la coyuntura social. Aun-
que con algunas significativas aperturas –relacionadas
con la llamada “renovación” de los estudios sociales, y
no con su politización militante– prevaleció el tradicio-
nal enfoque historiográfico del área.
Examinar las corrientes que efecti-
vamente formaron a una gran mayo-
ría de educadores, quizás contribuya
a la compresión del “sentido común”
–a veces tan difícil de penetrar– que
la sociedad construyó alrededor de
la materia: fechas, datos, historia
político-institucional, etcétera.
Por otra parte, pareciera conve-
niente matizar ciertos lugares comu-
nes vinculados a la década de los seten-
ta. Claro que el espíritu combativo y contestatario existió, y
tuvo como protagonista a la juventud; sin embargo existie-
ron diferentes juventudes. Si bien en el Profesorado circu-
laron propuestas alternativas relacionadas con la politiza-
ción del campo histórico, deben recordarse los límites que
tuvo su difusión. Por distintas razones ya esbozadas en el
trabajo, un amplio sector del alumnado tendió a circuns-
cribir sus lecturas al material obligatorio que los docentes
brindaban. Es que un punto central de la cultura del Profe-
sorado fue que a una amplia porción de los estudiantes los
unían a la política un lazo bastante débil.
Un pequeño sector estudiantil consumió y adoptó
dichos enfoques alternos; no obstante frente a una co-
yuntura que cambiaba muy rápidamente sus discusiones
sobre política contemporánea dejaron algo relegados
los debates historiográficos. Igualmente, nótese cómo
el grupo cuestionó una tradición escolar que tendía a
separar la educación de la política.
funcionamiento del Instituto durante la última dictadura militar;
y los espacios que Nora Pagano dedicó al Joaquín en sus estu-
dios historiográfcos, que por cierto constituyen un gran punto
de apoyo para este trabajo. Galante, Miguel y Pagano, Nora, “La
Nueva Escuela Histórica: Una aproximación Institucional del
Centenario a la década del 40”, en: Devoto, Fernando (Comp.),
Historiografía argentina en el siglo XX.
Buenos Aires, Editores de
América Latina, 2006. Devoto, Fernando y Pagano, Nora,
Histo-
ria de la historiografía argentina.
Buenos Aires, Sudamericana,
2009.
2
Galante, Miguel y Nora Pagano, “La Nueva Escuela Histórica:
Una aproximación Institucional del Centenario a la década del
40” en: Fernando Devoto (Comp.),
Historiografía argentina en el
siglo XX.
Buenos Aires, Editores de América Latina, 2006, p. 95.
Fernando Devoto y Nora Pagano,
Historia de la historiografía ar-
gentina.
Buenos Aires, Sudamericana, 2009, p. 194.
3
Francis La Greca
, profesora de Historia egresada del ISP Joaquín
V. González, 7 de diciembre de 2011, vía mail.
4
Debe comentarse que los entrevistados coinciden en que los
profesores no recibían directivas rígidas por parte de las auto-
ridades del Instituto sobre cómo dictar sus materias. Es decir, el
criterio de los docentes moldeó sus propuestas historiográfcas.
5
Rodolfo Varela
, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín V.
González, Rectoría del Profesorado Joaquín V. González, 23 de
septiembre de 2011.
6
Angélica Camardela
, profesora de Historia egresada del ISP Joa-
quín V. González, Colegio Normal N° 8 Julio Argentino Roca,
Capital Federal, 17 de febrero de 2012.
7
Allende, Andrés R.
Programa de Historia Argentina Contempo-
ránea.
Años 1970 y 1972. Archivo del Instituto Superior del Pro-
fesorado Joaquín V. González.
(...) pareciera conveniente
matizar ciertos lugares comunes
vinculados a la década de los se-
tenta. Claro que el espíritu comba-
tivo y contestatario existió, y tuvo
como protagonista a la juventud;
sin embargo existieron diferentes
juventudes.
• Tesis presentada en la materia Seminario de Metodología en
Historia, Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González,
a cargo de la Prof. Lidia González.
Contacto con la autora
p.serrao@hotmail.com
Notas
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
1
Destáquense los siguientes trabajos: Souto, Marta y otros,
La
identidad institucional a través de la historia: el Instituto Supe-
rior del Profesorado Dr. Joaquín V. González.
Buenos Aires, 2004.
Barela, Liliana y otros, “¿Politización o apostolado en la forma-
ción docente argentina? El caso del Profesorado Dr. Joaquín V.
González entre 1973 y 1974”
,
en:
VIII Encuentro Nacional y II
Congreso Internacional de Historia Oral de la República Argentina
“Las fuentes orales y su aplicación en educación, investigación y
gestión”,
Buenos Aires, 2007.
Barela, Liliana y otros, “Experien-
cias de participación política. El caso del Profesorado Joaquín V.
González 1973-1983”, en:
XV Congreso Internacional de Historia
Oral “Memorias. Los diálogos de la Historia Oral con el presente”,
Jalisco, México, 2008. Fioretti, Susana y otros,
Mujeres y varones
en la formación docente: el Joaquín, un estudio de caso.
Buenos
Aires, Secretaría de Educación, 2004. Gordillo, Marta y otros,
Las
investigaciones históricas en el departamento de Historia.
Buenos
Aires, s/e, 2007. También merecen ser mencionadas las Jornadas
organizadas en el año 2011 por las cátedras de Historia Social de
la Educación y Estado, Sociedad y DD. HH a cargo de las profe-
soras María Esther y Amelia Basualdo, que se detuvieron en el
Para finalizar, más allá de explorar un espacio es-
casamente indagado, la descripción realizada se asume
como un pequeño aporte para la compleja tarea de ar-
ticular las especificidades historiográficas del Insti-
tuto dentro de la amplia Historia de la Historiografía
argentina. No es una operación sencilla ni mecánica
ya que por sus cometidos, contenidos educativos, y
por la población de la cual se nutre, el Profesorado
cuenta con particularidades propias que lo distinguen
de los ámbitos universitarios y de investigación. Sin
embargo, aunque dificultosa es una labor pendiente
y necesaria.
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Voces Recobradas
Revista de Historia Oral
1918
Asociación Historia Oral de la República Argentina, “
Con-
versaciones con ‘Hebe’”
Asociación Historia Oral de la Repú-
blica Argentina (http://www.historiaoralargentina.org/index.
php?option=com_content&view=category&layout=blog&id=24
&Itemid=26) Consultado 26 de octubre de 2011.
Barela, Liliana, y otros, “Experiencias de participación políti-
ca. El caso del Profesorado ‘Joaquín V. González’ 1973-1983”,
en:
XV Congreso Internacional de Historia Oral “Memorias. Los
diálogos de la Historia Oral con el presente”.
Jalisco, México, sep-
tiembre, 2008.
Barela, Liliana y otros, “Los sesenta. Militancia, participación,
compromiso y violencia”, en:
Voces Recobrada. Revista de Historia
Oral,
año 1, N° 1. Buenos Aires, IHCBA, abril, 1998.
Barela, Liliana y otros, “¿Politización o apostolado en la forma-
ción docente argentina? El caso del Profesorado Dr. Joaquín V.
González entre 1973 y 1974”
,
en:
VIII Encuentro Nacional y II
Congreso Internacional de Historia Oral de la República Argentina
“Las fuentes orales y su aplicación en educación, investigación y
gestión”.
Buenos Aires, octubre, 2007.
Buchbinder, Pablo, y otros,
Apuntes sobre la formación del mo-
vimiento estudiantil argentino (1943-1973).
Buenos Aires, Final
Abierto, 2010.
Buchbinder, Pablo,
Historia de las universidades argentinas.
Bue-
nos Aires, Sudamericana, 2010.
Buchbinder, Pablo,
Historia de la Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires.
Buenos Aires, Eudeba, 1997.
Carbia, Rómulo,
Historia crítica de la Historiografía Argentina
. Bi-
blioteca de Humanidades, Universidad de La Plata, La Plata, 1939.
Clementi, Hebe,
F. J. Turner.
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Cristiá, Moira, “Falsa la historia que nos enseñaron. Argumentos
visuales, sensibilización y revisión de la historia desde el pero-
nismo revolucionario (Argentina, 1966/1976)”. Nuevo Mundo.
Coloquios. 2011, (http://nuevomundo.revues.org/61131) Con-
sultado el 26 septiembre 2011.
Devoto, Fernando (Comp.),
Historiografía argentina en el siglo
XX.
Buenos Aires, Editores de América Latina, 2006.
Devoto, Fernando, “La enseñanza de la historia Argentina y
Americana. Nivel Superior y Universitario. Dos estudios de caso.”,
en AA.VV.,
La Junta de Historia y Numismática y el movimiento
historiográfco argentino (1893-1938).
Buenos Aires, Academia
Nacional de la Historia, T. II, 1997, pp. 388-402.
Devoto, Fernando, “Los estudios históricos en la Facultad
de Filosofía y Letras entre dos crisis institucionales. (1955-
1966), en: Fernando Devoto, (Comp.),
Historiografía argenti-
na en el siglo XX.
Buenos Aires, Editores de América Latina,
2006, pp. 245-271.
Devoto, Fernando y Nora Pagano,
Historia de la historiografía
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litizados quedaron en tela de juicio, así como también los propios
espacios escolares y sus saberes. Para la autora, paralelamente los
jóvenes comenzaron a buscar nuevos espacios de aprendizaje y
maestros, acordes con los nuevos tiempos políticos. M. Amu-
chástegui, “La democracia proscriptiva. Los sentidos que educan
a la juventud de los 70”, En A. Puiggrós,
Historia de la educación
en la Argentina. Dictaduras y utopías en la historia reciente de la
educación argentina (1955-1983.)
Buenos Aires, Galerna, 1997.
41
Claudio Chávez, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín
V. González,
op. cit.
42
Silvia Angliesi, trabajadora del bar del Profesorado Joaquín V.
González, bar del Profesorado, 9 de marzo de 2012.
43
Los graduados afrman que las clases de sus docentes eran ex-
positivas. Sin embargo, también recuerdan que algunos de ellos
mantenían posturas fexibles, de “amplio espíritu democrático”,
que permitía que los estudiantes participaran y manifestaran opi-
niones o enfoques historiográfcos diferentes.
44
Claudio Chávez, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín
V. González,
op. cit.
45
Rodolfo Varela, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín
V. González,
op. cit.
46
Nélida Farías,
profesora de Historia egresada del ISP Joaquín V.
González, Colegio Normal Nº 8 Julio A. Roca, Capital Federal, 8
de marzo de 2012
.
47
Mario Oporto, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín
V. González,
op. cit.
48
Agrupación Nacional del Centro de Estudiantes del Profesora-
do (ANEP),
op. cit,
pág. 1.
49
Liliana Barela, profesora de Historia egresada del ISP Joaquín
V. González,
op. cit.
50
Rodolfo Varela, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín
V. González,
op. cit.
51
Liliana Barela, profesora de Historia egresada del ISP Joaquín
V. González,
op. cit.
52
Claudio Chávez, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín
V. González,
op. cit.
53
Pérez, Joaquín,
Artigas, San Martín y los proyectos monárquicos
en el Río de La Plata y Chile
, Buenos Aires, Misión, 1974, p. 4.
54
Agrupación Nacional del Centro de Estudiantes del Profesora-
do (ANEP),
op. cit.
p. 5.
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Buenos
Aires, Galerna, 1997, pp. 351-377.
19
Liliana Barela, y otros, “¿Politización o apostolado…
op. cit.,
p. 8.
20
Angélica Camardela, profesora de Historia egresada del ISP
Joaquín V. González,
op. cit.
21
Juan Carlos Cantoni, profesor de Historia egresado del ISP Joa-
quín V. González, Bar Tarzán, Capital Federal, 3 de marzo de 2012.
22
Testimonio de José Oscar Azerrat, en: Encuentro organizado
por el
Proyecto Memoria,
ISP Joaquín V González, 5 de octubre
de 2011.
23
Fernando García Molina, profesor de Historia egresado del ISP
Joaquín V. González, bar Las Violetas, Capital Federal, 20 de oc-
tubre de 2011.
24
Rodolfo Varela, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín
V. González,
op. cit.
25
Angélica Camardela, profesora de Historia egresada del ISP
Joaquín V. González,
op. cit.
26
Miguel Guérin, profesor de Historia Argentina y Americana I
del ISP Joaquín V. González durante 1974-1981,
op. cit.
27
Liliana Barela, profesora de Historia egresada del ISP Joaquín V.
González, Bar Tarzán, Capital Federal, 2 de noviembre de 2011.
28
Ana Julia Jeyhartz, profesora de Historia egresada del ISP Joa-
quín V. González, Caballito, 20 de marzo de 2012.
29
Mario Oporto, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín V.
González, Barrio Congreso, 5 de marzo de 2012.
30
María Teresa Camarda, profesora de Historia egresada del ISP
Joaquín V. González
, op. cit.
31
Liliana Barela, profesora de Historia egresada del ISP Joaquín
V. González,
op. cit.
32
Fernando García Molina, profesor de Historia egresado del ISP
Joaquín V. González,
op. cit.
33
Mario Oporto, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín
V. González,
op. cit.
34
Entiéndase que dichas materias no necesariamente adoptaron
estas perspectivas en su totalidad, de hecho el espacio que les de-
dicaran parece haber sido reducido. No obstante, acercaron pro-
puestas y formas distintas de historiar que muchos exploraron
luego por su cuenta.
35
Rodolfo Varela, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín
V. González, Rectoría del Profesorado Joaquín V. González, 23
de marzo de 2012.
36
Mario Oporto, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín V.
González,
op. cit.
37
Rodolfo Varela, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín
V. González, Rectoría del Profesorado Joaquín V. González, 23
de marzo de 2012.
38
Claudio Chávez, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín
V. González, Centro de Formación Profesional N° 10, Capital Fe-
deral, 28 de febrero de 2012.
39
Nora Pagano, profesora de Historia egresada del ISP Joaquín V.
González,
op. cit.
40
Martha Amuchástegui señala que desde mediados de la década
de los sesenta la imposibilidad de lograr articulaciones hegemó-
nicas en el espacio político y simbólico, produjo que el sistema
educativo tuviera difcultades para seguir cumpliendo con su ta-
rea formadora y disciplinadora. Los vínculos jerárquicos y despo-
8
Nora Pagano
, profesora de Historia egresada del ISP Joaquín V.
González, Caballito, 12 de marzo de 2012.
9
Si bien no se descarta la mera funcionalidad administrativa, los
programas posiblemente hayan tenido como fn brindar herra-
mientas teóricas a los estudiantes.
10
La profesora Irma E. Guaglione de Litwin y el docente Arman-
do Chiapella incluían, por ejemplo,
Juan Manuel de Rosas. Su
vida, su drama, su tiempo
de Carlos Ibarguren, o
Vida política
de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia
de Julio
Irazusta, a la par de
Política británica en el Río de La Plata
de
Scalabrini Ortiz
o producciones de José María Rosa, tales como
Defensa y pérdida de nuestra independencia económica, Rivadavia
y el Imperialismo fnanciero.
El profesor Fernando Enrique Barba
también cita libros de circulación reciente que exceden el marco
de la escuela platense:
El Ejército y la política en Argentina 1928-
1945
de Robert A.
Potash,
El 45
de Félix Luna
,
Los golpes militares
de Luis Alberto Romero,
o Partidos políticos en la Argentina mo-
derna (1930-1946)
de Alberto Ciria. Además menciona bastantes
textos producidos por las izquierdas (
La Revolución del 90
de Luis
Sommi;
La FORA
de Diego Abad de Santillán;
Alem, el hombre
de la multitud
de Álvaro Yunque,
El mito liberal
de Héctor Agos-
ti; e
Historia de los partidos políticos argentino
e
Yrigoyenismo
de
Rodolfo Puiggrós, entre otros), y algunos otros de autores que
formaban parte del naciente marxismo académico. Por ejemplo:
Estudio sobre el origen del peronismo
de Miguel Murmis y Juan
Carlos Portantiero; y
Estudio sobre los orígenes del peronismo
rea-
lizado, entre otros por Marta Panaia y Ricardo Lesser.
11
Armando O. Chiapella,
Programa de Historia Argentina y Ame-
ricana III.
Años 1974-1977. Archivo del Instituto Superior del
Profesorado Joaquín V. González. Irma Guaglione de Litwin,
Programa de Historia Argentina y Americana correspondiente al
período 1820-1953.
Años 1974-1976. Archivo del Instituto Supe-
rior del Profesorado Joaquín V. González.
12
Félix Weinberg,
Programa de Historia Argentina Contemporá-
nea.
1975. Archivo del Instituto Superior del Profesorado Joa-
quín V. González.
13
Miguel Guérin, profesor de Historia Argentina y Americana I
del ISP Joaquín V. González durante 1974-1981, 21 de febrero de
2012, vía mail.
14
Carlos Mayo y otros,
Programa de Historia Argentina y Ameri-
cana I.
1974-1976. Archivo del Instituto Superior del Profesorado
Joaquín V. González.
15
Hebe Clementi,
Programa Historia Americana Contemporánea.
1975. Archivo del Instituto Superior del Profesorado Joaquín V.
González. Luis F. Viguera,
Programa de Historia Americana Con-
temporánea.
1976-1977.
Archivo del Instituto Superior del Profe-
sorado Joaquín V. González.
16
Nora Pagano, profesora de Historia egresada del ISP Joaquín V.
González,
op. cit.
17
María Teresa Camarda, profesora de Historia egresada del ISP
Joaquín V. González, aula 301 del Profesorado Joaquín V. Gonzá-
lez, 12 de octubre de 2011.
18
Agrupación Nacional del Centro de Estudiantes del Profesora-
do (ANEP),
Compromiso Boletín
N° 1,
1971, p. 5.
image/svg+xml
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Revista de Historia Oral
2120
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Fernando García Molina, profesor de Historia egresado del ISP
Joaquín V. González, bar Las Violetas, Capital Federal, 20 de oc-
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Francis La Greca, profesora de Historia egresada del ISP Joaquín
V. González, 7 de diciembre de 2011, vía mail.
Graciela Gómez de Aso, profesora de Historia egresada del
J.V.G, Capital Federal, 31 de agosto de 2011
,
entrevistada por
Leandro Filippón y María Luján Ferreira.
Juan Carlos Cantoni, profesor de Historia egresado del ISP Joa-
quín V. González, Bar Tarzán, Capital Federa, 3 de marzo de
2012.
Liliana Barela, profesora de Historia egresada del ISP Joaquín V.
González, Bar Tarzán, Capital Federal, 2 de noviembre de 2011.
María Teresa Camarda, profesora de Historia egresada del ISP
Joaquín V. González, aula 301 del Profesorado Joaquín V. Gonzá-
lez, 12 de octubre de 2011.
Mario Oporto, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín V.
González, Congreso, 5 de marzo de 2012.
Miguel Guérin, profesor de Historia Argentina y Americana I
del ISP Joaquín V. González durante 1974-1981, 21 de febrero de
2012, vía mail.
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González, Colegio Normal Nº 8 Julio A. Roca, Capital Federal, 8
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Nora Pagano, profesora de Historia egresada del ISP Joaquín V.
González, Caballito, 12 de marzo de 2012.
Rodolfo Varela, profesor de Historia egresado del ISP Joaquín V.
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