Voces Recobradas
Revista de Historia Oral
54
Historias de vida
de mujeres
a través
de su testimonio
Voces de
Buenos Aires
Liliana Barela,
Lidia González,
Adriana Echezuri,
Silvana Luverá y
Liliana Mazettelle
Dirección General
Patrimonio e Instituto
Histórico de la Ciudad
de Buenos Aires
Introducción
La historia oral se ha constituido en una práctica “impres-
cindible” para el estudio de las historias contemporáneas.
Cuando decimos “contemporáneas” incluimos todas las
nuevas preocupaciones de la historia social (familia, mu-
jer, vida privada, prácticas, saberes) hasta las historias
políticas (militantes, dirigentes, trayectorias de vida).
El Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires
(hoy Dirección General Patrimonio e Instituto Histórico)
viene trabajando desde 1986 en la tarea de recuperación
de las memorias barriales con el registro de los testimo-
nios de los vecinos, a través de su área de Historia Oral.
Muchos fueron los proyectos de investigación que se de-
sarrollaron a lo largo de estos años.
Entre ellos se encuentran los que abordan la cuestión
de género desde las diferentes perspectivas que ofrecen
las entrevistadas. Centndonos en esta temática parti-
cular presentamos en este artículo algunos ejemplos de
nuestros trabajos.
Militancia, mujer y religión
Enmarcado dentro del proyecto de militancia y política en
la década de 1970 hemos realizado diversas investigacio-
donde se podía ver lo prohibido.
Desde otra perspectiva, la historia de Clelia Luro
es la de una mujer que decidió compartir su vida y su
compromiso social y pastoral junto a monseñor Jerónimo
Podestá, obispo de Avellaneda en la década de 1960. “Mi
consagración al lado de Jerónimo era muy clara para los
dos; yo estaba totalmente decidida a caminar junto a él
compartiendo el mismo testimonio (aunque no fuera muy
aceptable para la institución) de estrecha colaboración de
una mujer junto a un obispo.
3
Toda la década del 60 fue la preparación para lo que
luego estallaría como “movimiento tercermundista”. El
Concilio Vaticano II había dado el marco habilitante para
un trabajo pastoral que acercara la Iglesia al mundo, un
mundo polarizado políticamente, donde la opresión eco-
nómica y social marginaba a gran parte de la población.
En América latina esto se sentía con particular intensidad.
Es así que la encíclica Populorum Progressio (del desarro-
llo de los pueblos) resultado del Concilio Vaticano II, fue
nes intentando analizar qué pasó en los 70 desde distintos
sectores sociales, uno de ellos fue el religioso.
Sabemos que una parte de la jerarquía de la Iglesia
Católica acompañó el proceso militar, a veces con su si-
lencio, otras con una participación más directa; sin em-
bargo hubo sectores de esta misma Iglesia comprometi-
dos con los Derechos Humanos y la resistencia frente a la
violencia del Estado.
Muchas de sus historias comenzaron a conocerse
después de muchos años y en gran parte fueron rescata-
das a partir de testimonios orales, uno de estos casos es el
de la hermana Zulema Galíndez.
El artículo “Militancia, mujer y religión”
1
intenta
reejar a través del relato de vida de la hermana Zule-
ma cuáles fueron los objetivos pastorales que llevaron a
la creación del Instituto de Cultura Religiosa Superior y
cómo esta Institución fue cambiando particularmente a
partir del Concilio Vaticano II, el surgimiento del Movi-
miento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y la difusión
de la Teología de la Liberación.
La hermana Zulema asistía a los talleres de historia
oral que dictaba el Instituto Histórico, vinculados con los
talleres de extensión que realizaba la Universidad de Bue-
nos Aires, y fue a partir de allí que decidió dar testimonio
de su vida. Las entrevistas, a cargo de Liliana Barela, tu-
vieron lugar en el Instituto de Cultura Religiosa Superior
donde ella vivía por ser monja consagrada.
Zulema era una profesional cordobesa, contadora pú-
blica, y que mostraba un perl intelectual bastante im-
portante desde muy joven. Trabajando como secretaria
administrativa del Servicio Social de Córdoba, y como
militante de la Acción Católica, leyó en la revista Criterio
el discursó de monseñor Franceschi, sobre la creación de
una “Universidad Femenina” artículo que atrapa su aten-
ción: “En ese momento yo no pensaba en ser religiosa,
papá estaba suscrito a la revista y así fue que me ente
que se había fundado la Compañía del Divino Maestro
sin ser un movimiento totalmente feminista, tuvo que
ver.”
2
Ella creyó en el proyecto de creación de una línea
femenina de la Acción Católica. Sería una militancia re-
ligiosa pero que apuntaba a ser un partido político, por
eso se pensaba que lo mejor que podía pasar era tener una
universidad confesional. Así, el Instituto de Cultura Reli-
giosa Superior empieza a ser pensado como una universi-
dad de mujeres, una universidad católica para mujeres.
En el Instituto se enseñaba catequesis, dictaban se-
minarios, organizaban reuniones; la mayoría de las acti-
vidades estaban vinculadas a mujeres. Pero hubo un quie-
bre que la hermana Zulema describe como una invasión
y fue la presencia de las “monjas chilenas”. Estas monjas
expresaban conceptos marxistas y para la hermana Zu-
lema con ello estaban desvirtuando la palabra de Dios y
del Concilio. Ella no veía con buenos ojos esta situación
y presume que esa inuencia del marxismo sobre la mili-
tancia católica iba a tener consecuencias funestas.
Por otro lado, ella ve cómo el Instituto era punto de
reunión de políticos de izquierda con la cúpula de la Igle-
sia, por lo que asume la teoría, que muchos historiadores
han asumido después, de pensar que entre la cúpula de
izquierda, la cúpula religiosa y la cúpula militar hubo un
acuerdo que juzgó a muchas personas que fueron denun-
ciadas.
En tanto, en el imaginario de la gente, el Instituto
de Cultura Religiosa Superior era un lugar de avanzada,
donde uno podía leer todo lo vinculado con la Teoría de
la Liberación, con participación de la mujer, casi un lugar
Tapa de la revista donde se publicó el artículo “Militancia, mujer y
religión” (1997).
Voces Recobradas
Revista de Historia Oral
76
recibida con gran entusiasmo en nuestro país, uno de los
primeros en difundirla. En ella se marcaba la necesidad
de un cambio de estructuras, se introducía el concepto
de violencia institucionalizada, y se desplazaba la idea
de desarrollo a un proyecto de liberación. Precisamente,
fue monseñor Podestá quien encabezó la difusión de esta
encíclica, de carácter eminentemente político. Al mismo
tiempo se producía el encuentro con Clelia, divorciada
y con seis hijas. Su relación tomó estado público con la
connotación de “escándalo”. Para Onganía fue la excusa
ideal para apartar a Podestá del Obispado y frente a la
sociedad se puso sobre el tapete la necesidad de revisar
algunos temas postergados como el celibato optativo. Sin
embargo, las urgencias políticas fueron desplazando esta
discusión. Jerónimo y Clelia decidieron continuar jun-
tos. Ambos encabezaron la Federación Latinoamericana
de Sacerdotes Casados y sus esposas por más de treinta
años.
La vida de Clelia es una armación de la mujer en
pleno ejercicio de su libertad. De ella dijo Jerónimo “ha-
brá otras historias personales con ribetes más llamativos,
pero pocas habrá que maniesten mejor la hondura de la
persona y la calidad de su decisión autónoma, que no es
producto caprichoso de una personalidad independiente
y veleidosa, sino la determinación de quien desde niña
sabe qué quiere (aunque) tenga que enfrentarse con en-
señanzas tradicionales, asumir actitudes transgresoras y
decisiones ‘escandalosas.
4
Desde la muerte de Podestá ocurrida el 23 de junio
de 2000, Clelia trabajó incansablemente organizando el
archivo de cartas y documentos que atesoraron juntos.
Mucho de ese material lo volcó en varios libros, que hoy
constituyen un valioso legado para pensar en una iglesia
renovada, en un mundo más justo que garantice, esencial-
mente, el derecho a la libertad.
Clelia Luro falleció en Buenos Aires el 4 de noviem-
bre de 2013.
La mujer militante y la vida cotidiana
Las entrevistas a quienes han tenido una militancia po-
lítica o social con trascendencia pública suelen suscitar
algunos problemas metodológicos, en especial aquellos
relacionados con el desarrollo discursivo del entrevista-
do. Con frecuencia encontramos que el relato de la vida
pública uye con un discurso estructurado, armado en
secuencias por quien está acostumbrado a repetirlo o a
difundirlo, que deja pocos espacios para
preguntas relacionadas con lo coti-
diano o lo personal.
Pero, ¿acaso no nos hemos
acercado a esta persona precisamen-
te por las condiciones particulares
de su vida militante? Efectivamen-
te, pero por qué pensar que su ex-
periencia militante tiene que haber
estado desconectada completamente de
su vida familiar, de aquellos aspectos que la vinculan
socialmente, por ejemplo qué la llevó a relacionarse con
tal o cual persona o hacer tal cosa cuando se supone que
las decisiones también están enmarcadas en un terreno
emocional o en el ámbito de relaciones sociales, es decir,
cómo aparecen las otras personas e incluso la familia en
el momento en que un militante decide encaminar su vida
hacia aspectos que salen de la esfera privada. Qué papel
juega su entorno en esa decisión, el entorno que ya tiene
y el que va construyendo, la propia familia, pareja, hijos.
En síntesis: de qué manera acompaña su vida militante
a su vida doméstica, cómo construye su
núcleo familiar y de qué modo se re-
laciona con él.
Este tipo de preguntas suele pre-
sentar ciertas dicultades cuando el
entrevistado ha alcanzado un alto gra-
do de conducción o ha sido un cuadro
político de destacada actuación. Es el
caso de Fanny Edelman, una dirigente
del Partido Comunista con representación
internacional, que participó en un hecho tan contundente
como la Guerra Civil Española y que contaba con 98 años
en el momento de la entrevista. Estos elementos que la
condicionan a ser un personaje casi único o como hay
pocos, hacen sentir al historiador que está desperdician-
(...) cómo aparecen las otras
personas e incluso la familia en
el momento en que un militante
decide encaminar su vida hacia
aspectos que salen de la esfera
privada.
Clelia Luro.
Foto: Silvana Luverá
Fanny Edelman.
Foto: Silvana Luverá
Voces Recobradas
Revista de Historia Oral
98
do la oportunidad de preguntar sobre aspectos que son
irrepetibles, si se detiene en cuestiones relacionadas con
la vida cotidiana.
Sin embargo, creemos que ambos enfoques se inte-
gran necesariamente, ya que también forman parte de su
vida militante tanto los desprendimientos como los amo-
res, así como los avatares propios de la vida doméstica.
Una militante con ese peso en los cuadros de conducción
o dentro de un partido político no desliga esa vida pública
de su vida privada. Trasmite y condiciona también todos
sus días y su relación con su medio familiar. Entonces es
fundamental para el historiador ver de qué manera esa
militancia repercute o se reeja en los actos cotidianos
como la crianza de los hijos, el tipo de diálogo que se
establece con ellos, con el esposo, con los padres, con
el vecindario, con el trabajo, no solo la
situación que colisiona con esa vida
pública sino en los actos cotidianos
que reejan el modo de encarar la
vida, hasta dónde la ideología, la mi-
litancia también inuyen en el modo
de encarar la vida privada.
En el caso de Fanny analizamos
si hubo o no un espacio donde se pudo hablar de esto,
cuáles fueron los momentos permitidos o que se permitió
Fanny para hablar de temas familiares y domésticos, has-
ta dónde se llegó y cuál fue el efecto que causó el entrar
por caminos que no son los más comunes en una entrevis-
ta a un personaje como ella.
Tuvimos en cuenta cuáles fueron las aperturas que
dieron paso a este tipo de testimonio; por ejemplo la mú-
sica, es decir, encontramos elementos que en el discurso
fueron apareciendo como posibilidad y como recurso para
encarar otros aspectos más personales. En apariencia, es-
tos temas pueden ser menos comprometidos, aunque será
el historiador quien perciba su envergadura para enmar-
carlos también en esta historia de vida de una militante
política poco común.
() Yo no era feminista en ese entonces, no era femi-
nista. Pero efectivamente, yo volvía a casa y era el ama
de casa. Era lógico. Me preocupaba por la ropa de los
chicos, por si estaba listo el delantal para ir al colegio.
Pero nunca tuve, cómo podría decir, la sensación de au-
sencia a pesar de mi ausencia. Los hijos estaban habitua-
dos, venían a la cárcel a verme y sufrían porque tenían
que vernos a través de un alambre tupido, donde no se
podía ver bien el rostro y además los gritos y los gritos de
afuera que uno, no escuchabas, que no podías expresar
lo que queas decir. Pero no… nunca tuve la sensación
dea veces algún reproche, yo creo que justicado, en el
sentido de “bueno, estás en todo, en todo ¿y nosotros?
de todas maneras ellos fueron muy, muy solidarios, muy
solidarios, muy solidarios, sí () Quis tendríamos que
conversar algún día [risas] sobre el tema.
5
Mujeres migrantes latinoamericanas
6
Entre junio y agosto de 2010 realizamos un taller se-
manal con seis mujeres inmigrantes que participaban de
acciones desarrolladas por el Progra-
ma Todas de la Dirección General
de la Mujer de la Ciudad de Buenos
Aires. Acordamos establecer estos
encuentros para compartir sus mi-
radas como mujeres e inmigrantes,
apoyadas en las experiencias de vida
de cada una. Seis mujeres, peruanas,
bolivianas y venezolana, que pusieron
sobre la mesa del taller fragmentos de sus historias vin-
culados con la emigración. Elaboraron y transmitieron
una memoria personal y colectiva en un período histó-
rico concreto.
Sus años de residencia en la Argentina variaban
entre los 9 y 25 años, con niveles educacionales me-
dios y en dos casos universitarios. Todas forman par-
te de organizaciones representativas de comunidades
migrantes provenientes de Latinoamérica.
Actualmente, a diferencia de períodos en que pri-
mero emigraban los varones y luego les seguían las mu-
jeres, hay ujos mayoritariamente femeninos. Ello nos
orienta a observarlo, siguiendo a Gregorio Gil, como
un proceso de feminización de la pobreza en el que se
sostienen las políticas económicas neoliberales”.
7
Son diversos los motivos que dan lugar a las
migraciones, particularmente económicos y por re-
agrupamiento familiar. En el caso de las tres mujeres
peruanas, primaron los económicos. Lourdes, cuyos
ingresos económicos como cuentapropista le permi-
tían mantener un estilo de vida acorde con los secto-
res medios, plantea que, a partir del Fujimoriazo en
que nos despertamos y el dólar estaba tres veces más
(...), una crisis en la que ades no había pan, no
había nada, para mí una crisis total porque tenía que
pagar en dólares (...). Debatiéndose sobre la actitud a
asumir, si cancelar las deudas o no, comenta:
(...) perdí y encima quebró el Banco Industrial,
así que todos los clientes que tenía no encontré y no
podía pagarle a mis acreedores. (...) Me llamaba todo
el mundo para cobrarme (...). Me agarró esa enfer-
medad nerviosa que era como que me ahogaba (...) no
podía respirar (...). Tenía un crédito en el Banco que
me subía todos los meses los intereses. (...) Y digo, (...)
estoy en la ruina total, (...) no alcanzaba para pagarle
el colegio a los chicos, un colegio privado, pero todas
las demás cosas, mis deudas, porque en ese momento
eran `mis deudas´ (...).
Este testimonio permite no solo abordar el moti-
vo de emigrar, sino también los padecimientos que ge-
neran estas crisis económicas y el no reconocimiento
de sus esfuerzos y logros. Gregorio Gil sostiene que
el papel de la mujer como productora y generadora
de ingresos está desvalorizado, en tanto que: “A las
ideologías de género se añaden las de parentesco, que
definen todo el desempeño de la mujer, madre, es-
posa y hermana, en el marco de su relación afectiva
de cacter altruista, con los diferentes miembros del
grupo doméstico.
8
Sus trayectorias de vida son disímiles pero todas
reconocen la prevalencia del machismo y la vigencia
de los prejuicios étnicos. A continuación transcribi-
mos los testimonios de Beba y Eladia:
(...) me revienta a mí tener que ser servil, (...) Porque
él es el hombre de la casa hay que atenderlo, hay que
adorarlo, (...) ¿y saben por qué? Porque mi padrastro le
pegaba a mi madre, la golpeaba, la reventaba y encima
mi mamá le ponía todo lo mejor para él. (Beba).
(...) yo sufrí mucha discriminación, porque en
Perú se discrimina (...), los de la costa a los de la sie-
Actualmente, a diferencia de
períodos en que primero emi-
graban los varones y luego les
seguían las mujeres, hay flujos
mayoritariamente femeninos.
Mujeres Peruanas Unidas, Migrantes y Refugiadas en la Legislatura Porteña.
Voces Recobradas
Revista de Historia Oral
1110
rra les dicen los cholos, los indios, (...). En cambio los
de la capital son los costeros, capitalinos. (Eladia)
En la Argentina sus opciones laborales se vieron
limitadas, esto generalmente va asociado al prejuicio
que hay sobre la migrante como de bajo perfil laboral
y educativo, aunque estas posean capacidades labo-
rales y, como en los casos abordados en este trabajo,
también una formación con las que optar por otros
trabajos más calificados, limpieza, cuidado de niños/
as o personas ancianas, etc. Trabajos mal pagos e in-
formales.
En cuanto a las mujeres bolivianas,
Zulema migró aproximadamente
hace diez años, en tanto Reina nació
y vivió toda su vida en la Argenti-
na, pero sus padres eran inmigrantes
bolivianos, y ella se asume como tal:
() me considero boliviana porque
sigo la cultura () y la trasmite
como legado a sus descendientes.
Zulema es abogada, tenía en
Bolivia su propio estudio jurídico,
además de trabajar en instituciones
públicas y privadas. Su especici-
dad estuvo vinculada al ámbito de
los derechos humanos, actividades
que ejerció a pesar de la oposición de su
marido que pretendía que se dedicara (...) solo a cuidar
a mis hijos, que eran muy pequeños. Esta situación fue
deteriorando el vínculo de pareja.
Desde pequeña desarrolló su sensibilidad, tanto por-
que su madre fue despreciada por la familia paterna por
ser “mujer de pollera”,
9
como por la explotación. De na
presenció el maltrato dado por los propietarios de tierras
que, dada su situación económica, inferían un trato des-
pectivo a los campesinos
(...) Abusos, no pagaban los jornales, o no lo ha-
cían como correspondía, ellos callados, sumisos no
reclamaban nunca, (...) incluso soportaban agresiones
físicas, aún en esas circunstancias permanecían en el
trabajo y decían ¿qué hago patrón? No reprochaban
nada, su forma de actuar respondía a los largos años
de servidumbre a que fueron sometidos durante el co-
loniaje.
Respecto de esas prácticas, como la violencia física,
psíquica, sexual inferida a las mujeres a quienes se las
subestimaba y se las considera inferiores, nos dice (...) a
mi me dolió mucho eso, que los maltrataran, o sea que
de niña me quedó muy marcado y pensaba (...) que las
cosas tenían que cambiar. Su experiencia de militante
social la lleva a evaluar que esas condiciones que recién
han comenzado a modicarse en los últimos tiempos.
Su marido, profesional, viene a la Argentina a hacer una
especialización, en tanto ella contia
en Bolivia trabajando y al cuidado de
los hijos. Pasan varios años hasta que
decide viajar a la Argentina en busca
del reencuentro de sus hijos con su
padre.
Durante los primeros meses en
la Argentina se ocupó solo de las ta-
reas domésticas, pero la falta de ac-
tividad profesional la afectó emocio-
nalmente. Apoyada por compañeras
de militancia por los derechos de los
inmigrantes, logra revalidar su título
en la Argentina.
En el segundo caso, Reina, fue
un acto de xenofobia contra su cuñada y
su bebé (fueron empujados a las vías desde un tren en mo-
vimiento, falleciendo ambos), lo que la llevó a replantear-
se su vida, e incluso separarse de su marido maltratador:
(...) Mi vida cambió en mi persona, en saber defen-
derme, porque (...) siempre nos enseñaron a respetar al
hombre, (...) y no es así, las mujeres nos tenemos que va-
lorar y eso lo empecé a aprender cuando iba a las char-
las (...) sobre género, sobre violencia, que también yo lo
sufría y que me di cuenta (...) y empecé a hacer respe-
tar mis derechos (...) Desde ese momento (...) comencé a
incorporarme a “Yanapacuna”, (...) ONG, que signica
ayudémonos” en quechua.
Todas estas mujeres empiezan a participar en orga-
nizaciones por los derechos de los inmigrantes y también
en espacios de defensa de los derechos de las mujeres. En
estos comienzan a interactuar entre ellas, a conocerse:
(...) Acá estaba vigente la Ley Videla y había un mal-
trato terrible con los inmigrantes permitidas por la pro-
pia ley, eran extorsionados, expulsados sin previo pro-
ceso, engañados, existían obstáculos, en algunos casos
insuperables, para obtener la documentación (...) integ
en principio el Movimiento Boliviano por los Derechos
Humanos, luego fundé la Asociación Civil Yanapacuna,
(...) desps tomé contacto con el Programa Todas, don-
de empezamos a articularnos con otras organizaciones
de inmigrantes y empezamos a cuestionar la Ley, con el
apoyo de ONG, realizamos movilizaciones, talleres, par-
ticipamos en audiencias públicas en el
Congreso de la Nación hasta la de-
rogación y se promulgó de la Nueva
Ley de Migraciones 25.471 en la que
se reconocen los derechos de los in-
migrantes, y se lanza el programa de
Regularización Migratoria, que no
tuvo el éxito esperado, pero contri-
buyó a que numerosos inmigrantes
obtuvieran el DNI.
Respecto de las redes de contención entre inmigrantes,
Beba comenta que:
(...) Entre peruanos somos muy solidarios, la idea es
que cuando viene un peruano, un compatriota, siempre
hay que brindarle la mano. (...) En el 2003 (...) se agrupan
un montón de chicas. Yo (...) hablo con mis compañeras
cuando en el CELS [Centro de Estudios Legales y Socia-
les] se estaban haciendo trabajos para el anteproyecto de
la ley de migraciones (...) y el otro (...) era la Asamblea
del Pueblo. (...) Había muchos peruanos en la Asamblea
de San Telmo (...) ahí encontré a (...) un grupo de chicas,
(...) de todas las colectividades y me integré al proyecto a
nales del 2003, antes de que salga la ley, (...) en el 2004.
Luego regreso con el programa de Patria Grande (...)
donde ya la organización estaba más establecida y (...) ya
tenía convenio con la Dirección Nacional de Migraciones
(...). Pero previo a eso, ya teníamos charlas, cursos por el
día del migrante, sobre la violencia hacia la mujer (...).
Como plantea Marina Ariza
10
las migrantes se en-
cuentran en los países receptores con contextos de des-
igualdad que articulan el género, etnia, raza, clase, origen
nacional, entre otros. Por consiguiente, sostiene que para
transformar las desigualdades presentes en las relaciones
de género es indispensable también transformar los me-
canismos que las naturalizan, las legitiman y las repro-
ducen. Las mujeres que han participado en el taller han
comprendido plenamente estas situaciones, por eso las
organizaciones a las que pertenecen no solo abordan una
lucha por los derechos de los inmigrantes sino también
una lucha contra las asimetrías en las relaciones de géne-
ro, e incluso contra las formas de discriminación que se
sustentan en argumentos racistas y/o culturalistas.
En la Argentina, país que se con-
formó como Estado-Nación con su
mirada puesta en Europa y de espal-
das a Latinoamérica, se han soste-
nido estereotipos estigmatizadores
hacia los inmigrantes, fundamental-
mente latinoamericanos, de cacter
racista y/o basados en esencialismo
cultural. También, como plantea Ser-
gio Caggiano, se ejerce la restricción
de ciudadanía, otro mecanismo de regulación social que
tiene su propia especicidad pero que se relaciona con los
racismos o culturalismos. La Ley Nacional de Migración
Nº 25.871, votada en 2003 y promulgada en 2004, termina
con un conjunto de inequidades que contenía la ley vigen-
te durante la dictadura, pero “(...) las deniciones legales
son siempre interpretadas y aplicadas en situaciones con-
cretas”. De esta forma, se originan ciudadanías restrin-
gidas, es decir que “La denegación de la documentación
personal, los obstáculos formales, jurídicos o administra-
tivos, para el goce de determinados derechos y prácticas
consuetudinarias que dotan de sentido restrictivo a las
reglamentaciones, también otorgan status, si bien no el
status de ciudadano (...), denen pertenencias, aunque en
este caso desviadas, malogradas, negadas.
11
Como indica una de las mujeres:
(...) Yo fui a la Universidad a validar el título, (...),
pero fue con mala suerte, porque di con una funcionaria
que (...) me dice, ¿cómo se le ocurre validar acá el título?,
(...) las mujeres nos te-
nemos que valorar y eso lo
empecé a aprender cuando
iba a las charlas (...) sobre
género, sobre violencia, que
también yo lo sufría y que
me di cuenta (...) y empecé a
hacer respetar mis derechos
(...) Desde ese momento (...)
comencé a incorporarme a
“Yanapacuna”, (...) ONG, que
significa “ayudémonos”
en quechua.
(...) Entre peruanos somos
muy solidarios, la idea es que
cuando viene un peruano, un
compatriota, siempre hay que
brindarle la mano. (...) En el 2003
(...) se agrupan un montón de
chicas.
Voces Recobradas
Revista de Historia Oral
1312
la moral vigente”. Tal es el caso de los Derechos Humanos
que se han expandido históricamente. Segato sostiene que
existe “(...) una historia social de la sensibilidad relativa al
sufrimiento del otro” y señala que “El impulso ético es lo
que nos permite abordar críticamente la ley y la moral y
evaluarlas inadecuadas”.
Un abordaje desde la categoría analítica de género
establece una ruptura con el determinismo biológico, per-
mitiendo pensar lo femenino y lo masculino como cons-
trucción social, o sea el carácter fundamentalmente social
de las distinciones basadas en el sexo. Una herramienta
de análisis que apunta al conjunto de valores, símbolos
y representaciones sobre lo que se considera femenino o
masculino.
Son por lo tanto, mandatos sociales que se incorpo-
ran en el curso de la vida, a través de la familia, la es-
cuela, la ley, los medios de comunicación, el mercado de
trabajo y las relaciones interpersonales, entre otros. Pue-
den ser modicados y superados, pero hacerlo implica un
ejercicio de reexión. Como dice una de las participantes,
(...) yo pienso que por muy profesional que seas, hay una
cosa que está incrustada dentro de las mujeres, (...) y que
no la puedes sacar.
Por otra parte, las asimetrías de género deben ser
analizadas en su articulación con otras relaciones socia-
les: clase, raza, etnia, nacionalidad. Benería plantea que
“no forman un sistema distinto sino que se hallan inmer-
sas de un modo integral, aunque cambiante, en las estruc-
turas socioeconómicas, constituyendo una parte esencial
de su misma dimica”.
13
Si bien hay una mirada que tiende a considerar a las
mujeres migrantes como víctimas indefensas, hemos ob-
servado en las participantes de los talleres que, a pesar
de las pérdidas y el desarraigo han logrado posicionarse
como sujetos sociales, tanto para la sociedad receptora
como para la de origen. Fortalecieron su autonomía, su
condición de sujetos de derecho y deberes ciudadanos.
Lograron el reconocimiento y el respeto en sus comu-
nidades de origen por su integridad en el momento de
asumir decisiones. En estos logros, sin duda contribuye
en gran medida el encuentro con otras migrantes, lo que
permite efectivizar la participación desde la conuencia
de anidades, especialmente en lo que hace al ejercicio
de sus derechos. Pero esos ámbitos compartidos también
les permiten intercambiar experiencias e información,
acomparse, ayudarse mutuamente, y enfrentar los pre-
conceptos que tienden a considerar a la mujer migrante
desde un referente familiar solo como madres/esposas/
hijas, obviándolas como protagonistas de la historia, de
igual manera que se ha soslayado y minimizado el aporte
de las mujeres en la historia social.
Malvinas: entre el imaginario, el silencio y
el olvido. La guerra vista con ojos de mujer
Las islas Malvinas fueron ocupadas por Gran Bretaña en
1833, y a partir de allí comenzaron los reclamos diplo-
máticos por la restitución de la soberanía argentina sobre
estas tierras. Con el transcurso de los años, la cuestión
Malvinas se convirtió en una causa nacional, un territorio
irredento de debía ser recuperado por la República Ar-
gentina. Esta idea fue tomada por el conjunto político del
país que expresaba la reivindicación sobre Malvinas en
su discurso y se extendió al sistema educativo a través de
(...) usted tiene que volver a estudiar, como lo están ha-
ciendo nuestros compatriotas en España.
Otro caso es el de:
(...) una muchacha, a la que se le fue rechazando la
radicación (...) denitiva. Querían darle la temporal (...).
¡Ah no!, yo voy y la acompaño dije, (...) y la experien-
cia que obtuve es que tengo que ir con la persona para
ver qué es lo que está sucediendo y voy percatándome de
todo lo que pasa.
Estos obstáculos que impiden, por ejemplo, la adqui-
sición de documentación requerida por el Estado, produ-
cen “ilegalismos”, “clandestinidad”, que hacen más vul-
nerables a las personas.
Una de las participantes planteaba: yo creo que la
sensibilización es muy importante y tiene que venir des-
de los gobiernos. La importancia de dar a conocer la ley
es reconocida por Rita Segato
12
como “(...) posibilidad de
instalar nuevas sensibilidades y de introducir cambios en
Liliana Barela. Adriana Díaz.
Voces Recobradas
Revista de Historia Oral
1514
(…) Yo empecé a ser volunta-
ria porque trabajaba en el Hospital
Naval de Puerto Belgrano (…) la
verdad que al mismo tiempo que
trabajábamos necesitábamos mu-
chísimo apoyo porque las cosas
que veías te hacían llorar (...)
las efemérides, la enseñanza del amor a la patria y ensal-
zamiento de las grandes guras nacionales del período
independentista, convirtiéndose en los pilares de la cons-
trucción de la ciudadanía argentina.
14
Para 1982, cuando la cuestión Malvinas salió del
cauce diplomático para transformarse en una contienda
bélica, la idea de la recuperación se encontraba tan inter-
nalizada entre los argentinos que poco inuyó el hecho
que fuera un gobierno de facto el que convoque a la gue-
rra, “() sea quien sea que esté convocando a la guerra, la
recuperación de aquellas islas era como la reivindicación
de un sueño, después vimos que era una pesadilla, des-
pués supimos los detalles de esa pesadilla contada por los
sobrev iv iente s (…).
15
En el artículo “Malvinas entre el imaginario, el si-
lencio y el olvido. La guerra vista con ojos de mujer
16
intentamos presentar una mirada poco habitual en la bi-
bliografía sobre esta guerra. Se trata de mujeres, que de
distintas formas, tuvieron algún grado de participación
en el conicto y que nos cuentan sus particulares viven-
cias en relación con la guerra.
Son tres historias aparentemente inconexas pero,
al revisar los relatos, todas hablan de traumas, dolor,
olvidos y del sin sentido de la guerra. El punto más
destacado de unión es el trabajo con la memoria que
cada una de ellas realizó según sus posibilidades y pro-
fesiones.
Liliana Barela, licenciada en historia, especialista
en Historia Oral, aplicó sus conocimientos para lograr la
recuperación de la memoria de la guerra en los distintos
puntos de la Argentina. Rescató las diferentes memorias
que se presentan en los extremos de nuestra extensa na-
ción realizando talleres de Historia Oral:
() En mi práctica de enseñar a trabajar sobre el
recuerdo, siempre les hacía recordar el 2 de abril, por-
que veía que generacionalmente lo podían hacer, para
que pudieran relacionar cuestiones de la vida cotidiana
y cómo reaccionaron frente a la noticia () a lo largo de
todo este trabajo, que fue prácticamente desde el 86 en
adelante, que lo he hecho en todos los seminarios a lo
largo de todo el país, lo que ocurre es que siempre son
diferentes las miradas, en general hay muchas cosas que
son distintas y dependen muchísimo de la historia perso-
nal, por supuesto del que recuerda, eso es inevitable en
historia oral pasa siempre.
() si yo me pregunto si hay una forma de mirar la
guerra diferente, entre las mujeres y los hombres, pien-
so que en general siempre hay una manera diferente de
mirar la guerra de las mujeres, porque en realidad desde
que la violencia por la violencia no nos conmueve sino
que al nal la reprobamos, desde que una
situación de guerra es para nosotras
una situación bastante estúpida, no
nos creemos los héroes de guerra
() Las mujeres analizan mucho el
tema de la guerra desde el punto de
vista de la pérdida, de la psicología,
de la destrucción anímica de la per-
sona que fue a la guerra, de lo inútil
de la guerra ()
17
Por otra parte, contamos con el re-
lato de Adriana Díaz, una ama de casa que en el momento
de la guerra vivía en la ciudad de Punta Alta, a 673 ki-
lómetros de Buenos Aires, lugar donde se encuentra la
Base Naval de Puerto Belgrano, que es la principal base
de la Armada Argentina, y dentro de cuyas instalaciones
se destaca el Hospital Naval que fuera de vital importan-
cia en la recepción de heridos durante el conicto con
Gran Bretaña.
Adriana Díaz formó parte del grupo de voluntarias
del hospital, para la asistencia de los soldados heridos. Y
como en un cuento de tragedia y dolor, uno de los solda-
dos a los que ayudó en su larga rehabili-
tación se convirtió en su esposo.
() Yo empecé a ser voluntaria
porque trabajaba en el Hospital Na-
val de Puerto Belgrano () la ver-
dad que al mismo tiempo que traba-
jábamos necesitábamos muchísimo
apoyo porque las cosas que veías te
hacían llorar () en Punta Alta está
la Base Naval de Puerto Belgrano, es
una ciudad de militares, mi papá era militar () nosotros
vivíamos la guerra de otra forma porque por ejemplo a
partir de las cinco de la tarde no salía nadie y aparte otra
cosa que teníamos que hacer era tapar todas las venta-
nas, no podía haber luz en la ciudad () porque decían
que como era una base, era muy probable que vengan
Familia González en el momumento a los caídos, en Ushuaia, 2012. nica Valentini.
Voces Recobradas
Revista de Historia Oral
1716
a atacar () nosotros a la guerra la vivíamos de otra
forma, la vivíamos realmente como una guerra (…) Yo
otra situación como la de Alfredo y la mía no, no vi otra
situación como esta () Cuando llegó el momento que a
él le daban el alta de Bahía Blanca que lo traían a Buenos
Aires, nos despedimos () en esa época que nos pusimos
de novios, bueno, la plata que gastábamos en cartas, ha-
blar por teléfono, viajar, me acuerdo que un mes no cobré
el sueldo, porque yo lo llamaba directamente de la base y
claro, a mí me los descontaban y un mes no cobré el suel-
do por hablar por teléfono () y bueno yo me vine a vivir
en mayo del 83 y en el 87 desps nos casamos.
18
La tercera protagonista narra un episodio del que
poco se conoce. Se trata de Mónica Valentini, especialista
en arqueología subacuática, quién después de 21 años del
conicto, participó en la expedición de búsqueda de los
restos del Crucero General Belgrano.
19
Formaron parte de la tripulación de la búsqueda del
Belgrano once sobrevivientes del crucero, lo cual su
dramatismo al rescate físico y de la memoria de este bar-
co. Cabe mencionar que Mónica Valentini fue una de las
únicas dos mujeres a bordo del Crucero Puerto Deseado, que
fue el que actuó como veedor en la búsqueda del Belgrano:
() No sabíamos en realidad más que íbamos para
ser veedores en ese momento del Estado argentino a tra-
vés de la Comisión Nacional Museos, Monumentos y Si-
tios Históricos (…) sabíamos que nos teníamos que subir
a ese barco pero no sabíamos en realidad quiénes íbamos
en el barco, cómo iba a ser el trabajo en sí (…) estábamos
todo el día ahí, desde que nos levantábamos hasta que
nos acostábamos, particularmente yo los dejaba hablar
() en un momento de las entrevistas yo les hablaba más
allá de sus vivencias como extripulantes y del naufragio,
yo quería ir y preguntarles por ejemplo qué pensaban de
que esto fuera monumento, qué pensaban de este barco
como una cuestión patrimonial () pero en realidad ellos
lo que quean era otra cosa y era entendible, como tam-
bién era entendible que yo insistiera en la búsqueda de
respuestas () entonces bueno el barco no se encont
rescatemos otra cosa que en este caso son las vivencias
de ellos () a ver, el objeto es objeto, cualquier objeto
arqueológico no me habla, nosotros los arqueólogos so-
mos los que hacemos hablar a los objetos, yo tenía a los
extripulantes que me hablaron ellos en denitiva, que me
contaron ellos una historia, el objeto no estaba, no apa-
reció, no se encontró pero estaban ellos ()
20
La recuperación de la memoria de la guerra de Mal-
vinas a través de todas las voces protagonistas es una
necesidad social básica. La lucha por el no olvido pre-
sentando el tema a debate, es al menos un comienzo para
reconciliar a la sociedad argentina con Malvinas.
A modo de cierre
Las historias de vida que presentamos nos introducen en
la trama de una construcción social donde lo masculino y
lo femenino determinan saberes y conductas que se han
transmitido históricamente. Relatos que han puesto en
tensión valores y prácticas sociales. A través de los testi-
monios de estas mujeres se reeja una lucha personal que
acciona sobre lo colectivo en una actitud transformadora
de las asimetrías del poder.
Podemos cerrar esta presentación con las palabras de
las autoras de Hebe Clementi. Una vida de historia, que bien
podrían aplicarse a las historias de las mujeres que hemos
tratado: “Recorrer e indagar acerca de la experiencia vital
de Hebe Clementi (1926): hija, esposa, madre, historiadora,
docente, investigadora, funcionaria pública y ama de casa,
implicó referirnos a la cualidad histórica de mujeres pione-
ras que corrieron con los riesgos y el desafío de `ser para sí y
en sí´, rompiendo con el modelo androcéntrico que solo legi-
timaba para las mujeres `ser de los otros y para los otros´”.
21
Bibliografía
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
Ariza, Marina, Ya no soy la que dejé atrás…Mujeres migran-
tes en República Dominicana. México, Instituto de Investiga-
ciones Sociales, Editorial Plaza y Valdés, 2001.
Barela, Liliana, “Militancia, mujer y religión” en Voces Recobra-
das. Revista de Historia Oral. Año 1, Nº 0, IHCBA, octubre 1997.
Benería, Lourdes “¿Patriarcado o sistema económico? Una
discusión sobre dualismos metodológicos” en Mujeres, cien-
cia y práctica política. Madrid, Debate, 1987.
Caggiano, Sergio “Racismo, fundamentalismo cultural y res-
tricción de ciudadanía: formas de regulación social frente a
inmigrantes en Argentina” en Susana Novick, (comp.) Las
migraciones en América Latina. Políticas, culturas y estrate-
gias. Buenos Aires, Calogos-CLACSO, 2008.
Cuche, Denys, La noción de cultura en las ciencias sociales.
Buenos Aires, Nueva Visión, 1999.
González, Lidia y Luis García Conde. Monseñor Jerónimo Po-
destá. La revolución en la Iglesia. Buenos Aires, IHCBA, 2000.
González, Lidia y Luis García Conde, “Monseñor Jerónimo Po-
des. Un hombre entre los hombres” en Voces Recobradas. Revis-
ta de Historia Oral, Año 1, N° 2, Buenos Aires, IHCBA, 1998.
Gregorio Gil, Carmen “Mujeres inmigrantes colonizando sus
cuerpos mediante fronteras procreativas, étnico culturales,
sexuales y reproductivas” Viento Sur, Nº 104, 2009.
Gregorio Gil, Carmen “La movilidad transnacional de las
mujeres: entre la negociación y el control de sus ausencias y
presencias” en Gregorio Gil y Agrelo Romero (Comp.) Mu-
jeres de un solo mundo: Globalización y multiculturalismo.
Granada, Universidad de Granada, 2000.
Lorenz, Federico, Malvinas. Una guerra argentina. Colección Nu-
dos de la Historia Argentina Buenos Aires, Sudamericana, 2009.
Luro, Clelia. Mi nombre es Clelia, Santiago de Chile, Ed. Los
Héroes, 1996.
Scott, Joan. “El género una categoría útil para el análisis his-
tórico” en De mujer a género. Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina, 1993.
Segato, Rita, “Antropología y derechos humanos. Alteridad y
ética en el movimiento de los derechos universales” en Serie
Antropológica 356. Brasil, Universidad de Brasilia, 2004.
Sesto Carmen y María Inés Rodríguez Aguilar, Hebe Clemen-
ti. Una vida de historia. Buenos Aires. IHCBA, 2004.
Fuentes
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
Cronista Mayor de Buenos Aires. Año 12, nº 75, Buenos Aires,
DGPeIH, septiembre de 2011.
Voces Recobradas. Revista de Historia Oral. Año 1, Nº 0, IHC-
BA, octubre 1997.
Voces Recobradas. Revista de Historia Oral. Año 1, Nº 2, IHCBA, 1998.
Voces Recobradas. Revista de Historia Oral. Año 14, Nº 30,
Buenos Aires, DGPeIH, julio 2011.-Voces Recobradas. Revista
de Historia Oral. Año 15, Nº 32, Número especial, Buenos Ai-
res, DGPeIH, agosto 2012.
14, Nº 30, Buenos Aires, DGPeIH, julio 2011, pp. 8-9. Trabajo
realizado por Liliana Barela; Silvana Luverá. Adriana Echezuri
y Mariela Canali. Fanny Edelman falleció en 2011.
6
“Mujeres migrantes latinoamericanas” en Cronista Mayor de
Buenos Aires. Año 12, Nº 75, Buenos Aires, DGPeIH, septiem-
bre de 2011, pp. 1-8. Trabajo realizado por Liliana Mazettelle y
Clelia Tomarchio.
7
Carmen Gregorio Gil, “Mujeres inmigrantes colonizando sus
cuerpos mediante fronteras procreativas, étnico culturales,
sexuales y reproductivas” en Viento Sur, Nº 104, 2009, p.44.
8
Carmen Gregorio Gil, “La movilidad transnacional de las
mujeres: entre la negociación y el control de sus ausencias y
presencias” en: Gregorio Gil y Agrelo Romero (Comp.) Mujeres
de un solo mundo: Globalización y multiculturalismo. Granada,
Universidad de Granada, 2000, p. 98.
9
“Mujer de pollera” o “chola” representa la condición de mujer
campesina, oprimida y servil. Su origen se remonta a la llegada
de los españoles, cuando estos tomaban mujeres para el trabajo
doméstico y les imponían reemplazar el clásico Aymilla o Acsu,
que era una túnica, por el de un medio vestido o pollera que
evidenciaba su condición.
10
Marina Ariza, Ya no soy la que dejé ats…Mujeres migran-
tes en República Dominicana. México, Instituto de Investiga-
ciones Sociales, Editorial Plaza y Valdés, 2001.
11
Sergio Caggiano, “Racismo, fundamentalismo cultural y
restricción de ciudadanía: formas de regulación social frente a
inmigrantes en Argentina” en Susana Novick, (comp.) Las mi-
graciones en América Latina. Políticas, culturas y estrategias.
Buenos Aires, Catálogos-CLACSO, 2008, p. 41.
12
Rita Segato, “Antropología y derechos humanos. Alteri-
dad y ética en el movimiento de los derechos universales” en
Serie Antropológica 356. Brasilia, Universidad de Brasilia,
2004, p. 13.
13
Lourdes Benería, “¿Patriarcado o sistema económico? Una
discusión sobre dualismos metodológicos” en Mujeres, ciencia
y práctica política. Madrid, Debate, 1987.
14
Federico Lorenz, Malvinas. Una guerra argentina. Colección
Nudos de la Historia Argentina, 2009, pp. 20-22. Buenos Aires,
Sudamericana, 2009, pp. 20-22.
15
Palabras de presentación de la muestra Más allá del fondo del
mar. En busca del Crucero General Belgrano. Crónica del viaje.
Por Liliana Barela. Espacio Virrey Liniers. 3 de mayo de 2012.
16
Voces Recobradas. Revista de Historia Oral. Año 15, Nº 32-
Número especial-, Buenos Aires, DGPeIH, agosto 2012. Traba-
jo realizado por Silvana Luverá y Adriana Echezuri.
17
Liliana Barela “Malvinas entre el imaginario, el silencio y el
olvido. La guerra vista con ojos de mujer” en Voces Recobra-
das. Revista de Historia Oral. Op. cit. pp. 13-16.
18
Adriana Díaz en ibídem, pp. 6-9
19
Emblemático navío argentino que fue hundido el 2 de mayo
de 1982 por el submarino inglés HMS Conqueror.
20
Mónica Valentini en ibídem, pp. 24-28.
21
Carmen Sesto y María Inés Rodríguez Aguilar, Hebe Clemen-
ti. Una vida de historia. Buenos Aires. IHCBA, 2004, p. 11.
Notas
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
1
Liliana Barela. “Militancia, mujer y religión” en Voces Reco-
bradas. Revista de Historia Oral. Año 1, Nº 0, Buenos Aires,
IHCBA, octubre 1997, pp. 16-19.
2
Hermana Zulema en ibídem, p.18.
3
Lidia González y Luis García Conde. Monseñor Jerónimo Po-
destá. La revolución en la Iglesia. Buenos Aires, IHCBA, 2000
y en González, Lidia y Luis García Conde, “Monseñor Jerónimo
Podestá. Un hombre entre los hombres” en Voces Recobradas. Re-
vista de Historia Oral, Año 1, N° 2, Buenos Aires, IHCBA, 1998.
4
Jerónimo Podestá. “Presentación”, en: Clelia Luro. Mi nombre
es Clelia, Santiago de Chile, Ed. Los Héroes, 1996, p. 4.
5
Fanny Edelman “Militancia, mujeres y generaciones: Fanny
Edelman” en Voces Recobradas. Revista de Historia Oral. Año