image/svg+xmlVoces Recobradas4544Revista de Historia OralVoces RecobradasRevista de Historia Oral4544IntroducciónEl objetivo de este trabajo es ofrecer una nueva mirada acerca de las limitaciones y potencialidades que cruzan la participación femenina en la organización político-mi-litar denominada Partido Revolucionario de los Trabaja-dores-Ejército Revolucionario del Pueblo1(PRT-ERP).En los años 70, en un contexto de creciente radicali-zación de la violencia, muchos jóvenes, hombres y mujeres ingresaron a la guerrilla y se integraron como militantes revolucionarios. A través de una serie de entrevistas a mujeres ex mili-tantes del ERP, nos proponemos indagar acerca de la vida cotidiana de las mujeres que formaron parte de la organi-zación, su participación en la lucha armada y sus posibili-dades de ascenso dentro de su estructura. La bibliografía relacionada con este tema refere que el ERP mantenía un orden en el que las jerarquías eran sumamente respeta-das, lo que contribuía a mantener determinados roles y espacios de género tradicionales que operaban para las mujeres como una suerte de suerte de “techo” en su tra-yectoria militante.Así, el patrón de división del trabajo (que asigna res-ponsabilidades y tareas), afectó su capacidad de partici-pación en los ámbitos estructurales en los que se tomaban las decisiones y se decidía la estrategia política de la orga-nización. Aunque militaban a la par de los hombres (pro-tagonizando incluso operaciones y acciones armadas), las mujeres veían esos espacios casi monopolizados por los hombres de la organización.Los años 70El contexto histórico de la década de 1970 se caracterizó por su complejidad y por un profundo enfrentamiento entre distintos sectores de la sociedad: Estado, Fuerzas Armadas, Iglesia, sindicatos, universidades, etcétera.Fue a su vez el período donde más estuvo en juego el tema del poder, porque ante la exclusión vivida por los sectores populares, surgieron proyectos alternativos que Movimientos revolucionarios de los años 70Mujeres y militancia en el PRT-ERP. Una aproximación desde la historia oralGraciela Fernández y Mónica Villa*Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González”Las mujeres acompañaron este proceso, insertándose en to-dos los niveles de la lucha, partici-pando tanto en los barrios, villas y sindicatos como en la propia lucha armada, integrándose, incluso, a operativos de tipo militar.cuestionaron y amenazaron el sistema hegemónico. Sin embargo fue también un momento donde los deseos de cambio social, el idealismo y el compromiso con una cau-sa impregnaron la política y marcaron a toda una gene-ración.A nivel internacional, la infuencia de acontecimien-tos como el Mayo Francés, la descolonización del Tercer Mundo, la Guerra de Argelia, la Guerra de Vietnam, la Revolución Cubana y la extensión del proceso revolucio-nario en América Latina, la Revolución China y el movi-miento de liberación femenina, hicieron creer que se esta-ba viviendo un momento histórico único y que el triunfo por medio de la revolución era posible.En el plano nacional, estos fue-ron años de intensa confictividad social a raíz de los intentos de los sectores dominantes de cambiar el modelo social, combinado con un ciclo de permanente crisis de legiti-midad e inestabilidad política, mar-cado por la proscripción electoral del peronismo y el tenso clima de repre-sión y violencia vivido por la sociedad de esa década. En este contexto, las mujeres protagonizaron una doble trasgresión. En primer lugar ocurrió una liberación en el orden social y personal ya que pudieron controlar la reproducción, gracias a la aparición de nuevos métodos anticonceptivos. La “píldora” se vuelve un símbolo para el cambio social y sexual en el mundo occidental. Principal-mente luchan por la igualdad de derechos, lo que implica una revolución en las costumbres. En segundo lugar, las mujeres también fueron transgresoras en el orden políti-co, porque aparecieron como sujetos activos en la escena política revolucionaria, militando en barrios, escuelas, universidades, fábricas e incluso en frentes armados.2Asimismo, la del 70 fue una década de intensa poli-tización. Estudiantes, trabajadores, empleados, operarios y obreros protagonizaron una amplia gama de luchas que se sintetizaron en el mes de mayo de 1969 en el movi-miento de protesta llamado “Cordobazo” ocurrido en la ciudad de Córdoba, una de las capitales industriales más importantes del país. Su consecuencia más inmediata fue la caída del gobierno de Juan Carlos Onganía y, cuatro años después, el regreso del peronismo al poder.No solo se trataba de reclamos salariales, sino que te-nía que ver, entre otras cosas, con las condiciones de tra-bajo en general y con una disconformidad frente al poder autoritario que había cerrado los canales tradicionales de expresión. Las mujeres acompañaron este proceso, in-sertándose en todos los niveles de la lucha, participando tanto en los barrios, villas y sindicatos como en la propia lucha armada, integrándose, incluso, a operativos de tipo militar.A partir del Cordobazo, las luchas populares fueron acompañadas por una creciente actividad de organiza-ciones de izquierda que hasta ese momento habían sido marginales de la política nacional, algunas de las cuales derivaron en organizaciones políticas armadas , entre las más importantes se encuentran el Ejér-cito Revolucionario del Pueblo, los Montoneros y las Fuerzas Armadas Revolucionarias.La aparición de la guerrilla con sus operativos se acentuó a partir de 1970 y fueron en aumento hasta 1973. El crecimiento de la violencia, la con-fictividad social y la consolidación de las organizaciones guerrilleras y combativas, mezcladas con el pueblo sublevado, provocaron divergencias militares acerca de Anagrama del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo).
image/svg+xmlVoces Recobradas4746Revista de Historia OralVoces RecobradasRevista de Historia Oral4746cómo reprimir a estos focos insubordinados. Hacia 1973 la situación de inestabilidad e inseguridad social y una situación económica incontrolable, liderada por el enton-ces presidente de facto general Lanusse, fueron creciendo e hizo que aumentara la actividad guerrillera.Ante la necesidad de encontrar una salida a la cri-sis política, Lanusse decide restablecer la actividad de los partidos políticos y convocar a un Gran Acuerdo Nacio-nal (GAN), para llamar a elecciones.Si bien el peronismo estaba autorizado a participar, no así el general Perón, bajo el pretexto de la cláusula de residencia por la cual todo candidato debía tener domici-lio en el país antes del 25 de agosto de 1972.Desde Madrid, Perón seguía manteniendo una pre-sencia decisiva en los vaivenes de la política nacional, ya fuera a través de sus delegados o de sus comunicados. En estas circunstancias y bajo el lema “Cámpora al gobierno, Perón al po-der” se presenta el Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI) que propone la fórmula presidencial Cámpora-Solano Lima, que triunfa con el 50% de los votos. Pronto, la tendencia revolucio-naria empieza a ocupar espacios de poder en universidades y ministerios, se comienza a construir la patria socialista. Pero la dere-cha del movimiento peronista y el sindicalismo pugnan por la patria peronista. El 20 de junio de 1973 una multitud esperaba en Ezeiza el regreso defnitivo de Perón al país cuando las dos tendencias se enfrentaron y la festa del retorno ter-minó en una masacre, provocando la renuncia de Cám-pora. Tras un breve interinato de Raúl Lastriri, una nueva convocatoria a elecciones dio ganadora a la fórmula Pe-rón-Perón con el 62% de los votos.Durante la presidencia del general Juan Domingo Perón, el PRT-ERP y Montoneros habían iniciado un pro-ceso de aislamiento con respecto al resto de la población a causa de su creciente militarización. En consecuencia, se produjo un retraimiento y desmovilización de la po-blación, que dejó a los guerrilleros plenamente expuestos frente a las fuerzas de seguridad.Las chicas del ERPEl Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) fue la estructura militar del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), liderado por Mario Roberto San-tucho.Los objetivos declarados por el ERP eran lograr, me-diante la lucha armada, la toma del poder para hacer la re-volución socialista en el país y extenderla al resto de Amé-rica Latina. Una de las diferencias más importantes entre Santucho (ERP) y Montoneros se refería a Perón. Santu-cho sostenía que la revolución socialista debía hacerse con las armas sin importar si en el poder de turno había una democracia elegida por el voto popular. Montoneros sos-tenía que podía hacer la revolución de la mano de Perón, quien mostraba simpatía con la clase obrera y distancia con el capitalismo, en tanto para Santucho, Perón era un impostor a quien se debía desenmascarar. Luego del paso a la clandestinidad de muchos de sus miembros y su pos-terior desarticulación, a principios de 1977, la organiza-ción ERP deja de existir. Muchos de los cuadros de militantes y guerrilleros del PRT-ERP integraron las extensas listas de muertos y desaparecidos en la Argentina de la década de 1970, es-timándose la cantidad en unos 5.000, aunque voces ofciales del partido in-dican que fueron más de 10.000.Conocidos estos hechos e inda-gando en el componente de esta orga-nización, surge esta pregunta: ¿quiénes fueron las chicas del ERP? Debido al escaso material historiográfco y do-cumental sobre el tema, hemos basado el presente trabajo en las entrevistas a cuatro mujeres ex militantes del PRT-ERP, realizadas entre mayo y noviembre de 2012. Las cua-tro actuaron como militantes en la provincia de Buenos Aires, lo que nos permite tener una visión de lo que fue dicha militancia en esta provincia. Para realizar las en-trevistas utilizamos un sistema de cuestionario abierto, dentro de un contexto de diálogo. Solo Viviana (nombre real) aceptó ser entrevistada a solas dos veces. Las demás entrevistas se hicieron en grupo, en la casa de Viviana en la localidad bonaerense de Lanús. Tres de las informantes prefrieron mantenerse en el anonimato y nos dieron sus nombres de “guerra”: Mabel, Beatriz y Julia. Las cuatro entrevistadas son de clase media, dos de ellas estudiantes universitarias.Esta aclaración nos llevó a preguntar sobre la distin-ción entre universitarias y obreras con relación al núme-ro de militantes. Nos aclaran que las parejas de mujeres obreras (también obreros) eran machistas y les impedían a sus mujeres participar en política, en tanto los militan-tes hombres de clase media incentivaban a sus parejas a participar de la vida política del movimiento. Por lo tanto, ya sea por machismo o por decisión personal, había poca participación de mujeres de extracción obrera en relación con las activistas de clase media. Mabel lo confrma con estas palabras:Había casos de mucho machismo dentro de la clase obrera. Eso de: “a mi mujer no la metan” se daba mucho entre ellos. Nosotras nos dábamos cuenta enseguida. Te decían que teniendo tres hijos las mujeres se tiene que que-dar en la casa. Discutíamos mucho entre nosotras por ese tema.3Al interrogarlas si esto sería por una cuestión de protección más que de machismo, las cuatro entrevista-das aseguraron categóricamente que solo se trató de un tema de machis-mo y hombría. Beatriz lo asegura con estas palabras: A las mujeres obreras se les per-mitía hacer pintadas y repartir vo-lantes (desde ya en una época en que hacer esto era muy peligroso) pero era el compañero el que iba armado.4Cuando preguntamos sobre cuál era el tema de con-versación de ellas con las militantes de clase obrera, nos comentaron que hablaban de lo que se puede hablar con cualquier otra mujer: de los hijos, de los precios, de rece-tas de cocina, de peluquería, de moda, de los compañeros y novios, y por supuesto del movimiento y la organiza-ción.Las entrevistadas aseguran que si bien las militantes obreras querían un cambio social, una sociedad más jus-ta, eran mujeres que tenían prejuicios, celaban a sus com-pañeros y querían cuidar a sus hijos en casa, no quisieron compartir los hijos con el resto.De las cuatro entrevistadas, solo una venía de un ho-gar politizado, donde era común hablar de política y mili-tancia, de peronismo y antiperonismo. Su madre ayudaba en comedores escolares y tenía una fuerte conciencia de ayuda social. Ella asegura que fueron estas actividades desarrolladas por su madre las que incidieron en su pos-terior decisión de ingresar a la militancia.Solo una de las entrevistadas refrió que sus dos her-manos varones militaban en Montoneros, y que tenían serias discusiones acerca de los objetivos de las dos orga-nizaciones (ERP y Montoneros):(…) Con mis hermanos discutíamos en los aspectos fundamentales en torno a las dos organizaciones, pero es-tábamos de acuerdo en algo, que el objetivo era el mismo: la instauración del socialismo en el país. También coinci-díamos en cuanto a la estrategia: la toma del poder con una guerra revolucionaria.5Pero las cuatro mujeres quieren dejar en claro su compromiso con la realidad social del país y sus deseos de cambiarlo y por eso militaban, porque, se sintieron protagonistas de un momento histórico al que podían transformar en algo mejor:Vos te levantás todos los días, te bañás, desayunás y hacés las cosas cotidianas. Los jóvenes de los años setenta éramos diferentes, si no mi-litabas eras un tarado, una persona poco sensible y nada comprometida con la realidad social del país. Para nuestras mentes eras un ser despreciable. Había que hacer algo. Nosotros teníamos la sensación de que el tiempo se acababa y la oportunidad histórica era ahora y que era nuestra obligación era hacer historia, de que estábamos arriba de la historia y podía-mos transformarla.6Bandera del ERP.Solo Viviana (nombre real) aceptó ser entrevistada a solas dos veces. Las demás entrevis-tas se hicieron en grupo, en la casa de Viviana en la localidad bonaerense de Lanús. Había casos de mucho machismo dentro de la clase obrera. Eso de: “a mi mujer no la metan” se daba mucho entre ellos. Nosotras nos dábamos cuenta enseguida. Te decían que teniendo tres hijos las mujeres se tiene que quedar en la casa. Discutíamos mucho entre noso-tras por ese tema.
image/svg+xmlVoces Recobradas4948Revista de Historia OralVoces RecobradasRevista de Historia Oral4948Cuando les preguntamos por qué ingresaron al PTR-ERP, las cuatro manifestan que fue por una razón ideológica: eran marxista-trotskistas, no peronistas. Las cuatro consideran que el ERP era una organización más desarrollada políticamente con una estrategia de lucha más interesante que las demás. Coinciden en que el ERP tenía un perfl diferente de militante que las otras organi-zaciones, muy político, inteligente y con un nuevo modo y estilo de hacer política. Dentro de este nuevo estilo el tema de las tareas era lo que más las impactaba y las hizo decidir integrar la organización. Por ejemplo: Compartir la práctica social de la clase obrera, estar ligados a las masas y adquirir sus características y puntos de vista.7Otro aspecto fue la fuerte im-pronta guevarista que sostenía la or-ganización, sobre todo en el modelo de militante que se deseaba cons-truir, y agregan que se decidieron por este movimiento porque estaban de acuerdo con la lucha armada y com-bativa.En otras palabras, adoptaron el compromiso por una vocación pro-pia de cambio social y de necesidad de transformar la realidad que vivían. Mabel lo cuenta con estas palabras:Yo quería la revolución, pero la revolución con todas las letras. Pensaba que todos íbamos a ser más buenos, más justos, que el mundo iba a cambiar para bien y que íbamos a caminar por la calle y nos íbamos abrazar todos juntos y que el sol iba a salir siempre, eso era. La felicidad total. Esa felicidad y esa revolución se conseguían militan-do en el ERP.8También hablaron de la sensación de pertenencia a un colectivo social y de sentirse parte de un proyecto que las representaba y las hacia sentir diferentes y que optaron por el PTR-ERP luego de una búsqueda que les permitiera canalizar sus deseos de cambio y justicia. Estaban seguras que esa decisión cambiaria sus vidas y las de aquellos que las rodeaban: familia, amigos, novios, esposos, etc. Vivia-na lo expresa de esta forma:A mí me parecía hermoso el socialismo (…) Me leí todo el libro: En Cuba [de Ernesto Cardenal] allí cuenta cómo es la vida en Cuba gracias al Che y a Fidel. Tengo el recuerdo de haber usado el libro como libro de cabecera. Lo leía con mucha emoción y a mí me ilusionaba porque en esa época había muchas injusticias sociales que me do-lían. Era más una actitud romántica que compartía con los compañeros y teníamos esa sensación que entre todos podíamos cambiar la injusticia y la desigualdad.[risas] ¡Unos románticos! Estaba segura, que era el ERP el movi-miento en donde podía canalizar todas mis ganas de cam-biar al mundo.9Las entrevistadas nos contaron que ingresaron al movimiento entre 1970 y 1972, y que este fue un período de crecimiento de todas las organizaciones revoluciona-rias; en lo personal fue el inicio de otra etapa de su vida y de su familia.Luis Mattini afrma en su libro que la militancia femenina era de un 30 a 40 % entre los años 1972 y 1975 y que ninguna tuvo un cargo alto o for-mó parte del vértice de la estructura organizativa del movimiento, salvo algunas (pocas) esposas de dirigen-tes, como Ana María Villareal, la mujer de Santucho.10Las entrevistadas confrman esto pero ase-guran que no lo sintieron como una discriminación y que jamás se lo plantearon como una cuestión de género.La problemática de género seguro existía, pero noso-tras jamás nos lo planteamos (…) Nos parecía que así debía ser y así fue. Era natural que los cargos altos lo ostentaran los hombres. Jamás nos planteamos ese tema (…)11 Una de las chicas explica:Era la dirección junto con los responsables de cada cuadro, los que evaluaban y determinaban nuestras tareas y nuestra evolución dentro de la organización. Era un ho-nor cuando nos decían que pasábamos a tal equipo y cam-biaban nuestra función o nuestras órdenes. Yo sentía como un reconocimiento (…) Pero también la dirección decidía las sanciones a las compañeras y compañeros y enviarlos a otro lado o cambiarlos de base. Eso también existió.12Tanto los testimonios como la bibliografía coinciden en que a las mujeres les era difícil acceder a estos cargos de dirección y de mando y que, si bien fueron conscientes de este tema, nunca se lo plantearon en ese momento y lo que sentían en ese entonces era que estaban conformes con el lugar que se les había asignado,13pero Beatriz agre-ga al respecto “si bien no me sentí discriminada, sí me sentí subestimada en algunas ocasiones”.14Frente a la falta de acceso por parte de las mujeres a los cargos de mayor jerarquía y responsabilidad, in-tentamos descubrir, junto con las entrevistadas, las po-sibles causas de las limitaciones que se les presentaban a las mujeres para acceder a los órganos directivos y ellas concluyen que las causas estaban relacionadas con varia-das cuestiones, entre ellas la formación y la experiencia. A las mujeres les faltaba formación teórica, a pesar de que muchas asistieron a la universidad, terminaban abando-nándola para militar y formar una familia; y en cuanto a la experiencia, los varones tenían una mayor práctica política, con varios años de ventaja en la militancia, y eso colocaba a las mujeres en una posición de desventaja. Vi-viana lo expresa de este modo:(…) Yo era una nena buena, una pequebu[pequeña burguesa]y aceptaba tranquila el estilo tradicional del rol femenino, la casa, la familia, los hijos, así que cuando em-pecé a militar en la facultad, los varones ya tenían algunos años de experiencia en estas cosas.15Claro que había mujeres con experiencia, pero eran muy pocas y en general eran mayores. Otra de las causas por las que no ingresaron a los órganos de dirección y de cargo podría haber sido la poca cantidad de mujeres dentro del movimiento, ya que ha-brían sido criadas con ciertos prejuicios.(…) Es un problema cultural, las mujeres nacieron para usar minifalda y ponerse lindas y cuando tiene un cargo de poder se mandan muchas macanas. (…) Fíjense que cuando una mujer tiene un cargo de poder se masculi-niza, porque el poder parece ser cosa de hombres.16Y porque solo se ascendía por ser pariente de alguien importante dentro de la organización. La maternidad fue otra de las causas ya que era muy difí-cil seguir desarrollándose en el ámbito político una vez que te-nían hijos, debido a los riesgos a los que estos eran expuestos. Estar en pareja con un militante y compañero y tener hijos, hacía que recayeran en ellas el cuidado y la educa-ción de los niños. A su vez, tener hijos, trabajar y estudiar, les imposibilitaba dedicarse de pleno a la militancia. Ellas eran las encargadas de la formación de las futuras gene-raciones. Los varones acompañaban a las mujeres en la maternidad, sin embargo, las entrevistadas sostienen que, cuanto más responsabilidades tenían en la organización, más priorizaban las tareas del ámbito político, ante las problemáticas domésticas. El PRT-ERP, como otras fuerzas de la llamada nue-va izquierda, consideró que la vía pacífca al socialismo era imposible, ya que el cambio social solo podría llegar a través de una guerra revolucionaria.17La opción de una lucha armada generó posturas contradictorias dentro del PRT-ERP. Nuestras entrevistadas dijeron estar a favor de las armas, en cambio argumentan que no todas las mi-litantes opinaban y estaban de acuerdo con ellas. Algu-nas compañeras les manifestaron que les desagradaba o simplemente no se sentían cómodas con dicha actividad y por esa razón dudaban en permanecer en la organiza-ción. Las mujeres tenían algunas desventajas con respec-to a los hombres con relación al manejo de las armas. La existencia del servicio militar obligatorio generaba que los hombres tuvieran algunas nociones militares de las que las mujeres carecían. Por tal motivo había dentro de la organización rutinas básicas de entrenamiento para las mujeres. Esas rutinas eran: prácticas de tiro, limpieza de las armas y entrenamiento físico. Las chicas coinciden en que había que saber manejar y usar todo tipo de armas, porque de eso dependía su vida y la de sus compañeros:Bandera del ERP.Yo quería la revolución, pero la revolución con todas las letras. Pensaba que todos íbamos a ser más buenos, más justos, que el mundo iba a cambiar para bien y que íbamos a caminar por la calle y nos íbamos abrazar todos juntos y que el sol iba a salir siempre (...)
image/svg+xmlVoces Recobradas5150Revista de Historia OralVoces RecobradasRevista de Historia Oral5150(…) había que hacer un poquito más de gimnasia para soportar el arma pesada, nada del otro mundo, miren las minas de la policía y del ejército sino (…)18La actividad militar era muy importante en la orga-nización general, pero el frente militar era un terreno de fuerte predominio masculino, por lo tanto su actividad encontraba un límite en ese ámbito. Sin embargo había trabajos o tareas que solo podían hacer las mujeres, como apropiarse de un vehículo o distraer a las fuerzas de se-guridad, porque ellas eran menos sospechosas que los varones. Muchas veces las mujeres servían de señuelo o distracción, gracias a sus atributos de género. Viviana lo recuerda de esta forma:(…) Yo era una rubia alta de piernas bien formadas que usaba minifaldas y botas todo el día, ¡una belleza! [risas]. Siempre me engan-chaban para distraer a la “cana”. Y yo me dejaba enganchar, no lo ponía en juicio. Jamás protesté por eso. Eso es lo que yo tenía que hacer (…)19Estas situaciones ponen en evi-dencia la utilización de la mujer del ERP de acuerdo con los prototipos femeninos, es decir ser mujer, madre o esposa generaba menos sospecha que la participación del varón en un operativo militar. Mabel nos cuenta: (…) Era necesario tener mujeres para ciertas tareas de dispersión y distracción, porque por lógica no la podían hacer los varones. Por eso era necesario tener mujeres en los equipos. Había compañeras que realmente eran muy aguerridas y muy lanzadas (…)20Con respecto a la vida cotidiana dentro del movi-miento, las entrevistadas coinciden en lo importante que signifcaba que el compañero estuviera y compartiera la actividad militante, ya que el eje de la pareja debía ser la actividad revolucionaria y nos hablaron de la sensación de plenitud que les producía compartir la práctica mili-tante con un compañero. En estos casos, el compromiso mayor era con la revolución, el movimiento y partido. Vi-viana, que formó pareja con un militante del PRT-ERP con quien convivió hasta que cayó preso, nos contó:Mi compañero me decía siempre que primero estaba la revolución socialista, después del PRT, luego el ERP y si le quedaba tiempo, estaba ella. Yo estaba fascinada con esa idea (…) Uno se casaba con el proyecto, no te casabas con un tipo, te casabas con el proyecto, cuando te juntabas con alguien y más allá que tuvieras diferencia de táctica y estrategia, era un proyecto (…) Pero siempre el partido estaba primero.21Julia explica acerca de lo que denomina pareja revo-lucionaria:Desde el cine que veíamos, los libros que leíamos, has-ta las cosas que nos hacían reír y llorar, todo pasaba por lo político. Así que amarnos y pensar en un mundo mejor era exactamente lo mismo. No hubiéramos podido seguir amándonos si no hubiéramos seguido creciendo en lo político.22Así, desde este punto, si la pa-reja revolucionaria tenía como eje la cuestión política, el fracaso del pro-yecto revolucionario explicaría por qué una vez en el exilio, muchas pa-rejas rompieron el vínculo, dado que no existía el proyecto político que los unía y le daba sentido a esa ideología revolucionaria. Beatriz nos confrmó cómo ese proyecto era la base de la unión de su pareja, formada durante su militancia:(…) Mi pareja tuvo que ver con un proyecto, con un sueño, con cosas que trascendían absolutamente la rela-ción de pareja. Me casé con un proyecto político. Cuando fracasó el proyecto político, fracasó mi matrimonio.23Les preguntamos a las chicas qué hubiera sucedido si las parejas estaban fuera de la organización, y ellas nos cuentan que si bien no estaba prohibido salir con alguien que no pertenecía al PRT-ERP, la misma actividad las lle-vaba a enamorarse de las personas que frecuentaban todos los días. Además infuían razones de seguridad, es decir, no poner en riesgo a personas que no militaran en la or-ganización. Por otra parte, todas las relaciones de pareja debían darse a conocer en los equipos y a las personas res-ponsables de los mismos. Si se iniciaba una relación por fuera de la organización, el objetivo debía ser integrarlo para no sufrir la constante presión desde el movimiento hacia el compañero o pareja para hacerlo ingresar.Fue común, en tiempos de militancia, que convivie-ran un grupo de militantes (hombres y mujeres) en ca-sas operativas, en las cuales se compartía todo. El grupo conformaba una gran familia, en la cual los hermanaba el proyecto político, el despego por los bienes materiales, la renuncia a las carreras profesionales y al dinero.Con respecto a la vida cotidiana y a la colaboración de los compañeros varones, se plantearon dos situaciones diferentes no relacionadas con el origen de clase sino con el lugar que ambos sexos ocupaban dentro de la organiza-ción. Las entrevistadas recordaron que había casas donde los compañeros tenían que lavar la ropa, cocinar, barrer y planchar como todo el mundo. En las casas donde los compañeros tenían un cargo mayor dentro del partido, las tareas hogareñas les correspon-dían a las mujeres. En esas casas, las compañeras mujeres tenían la doble tarea de llevar adelante la militancia y asumir el cuidado de la casa y la alimentación.Se desprende de este hecho que si bien la organización tenía un dis-curso renovador y se proponía un cambio en las relaciones de género, en la práctica esto no se trans-formó en regla general y en muchos sectores vinculados con el poder partidario, persistía una división de roles genéricos tradicionales. Las mujeres militantes cumplían dichos roles con un gran esfuerzo debido a que padecían de una triple jornada laboral: tenían que trabajar, ocu-parse de la casa, los hijos y militar. Todo esto, aseguran, limitó sus posibilidades de crecimiento, debido a que en el momento de los ascensos eran los varones, sus pare-jas, quienes crecían, mientras ellas quedaban relegadas, porque no disponían de tiempo para desarrollar su cre-cimiento dentro del partido. Lo cierto es que en las casas operativas donde habitaba algún dirigente, las compañe-ras se quejaban de la falta de equidad en el reparto de las tareas hogareñas, aunque recién en la actualidad perci-ben esa diferencia.Por otra parte, durante la entrevista no cuentan que eran ellas quienes seguían a sus maridos en los traslados y no al revés. A ellas nadie les consul-taba nada sobre los cambios, tendiendo que seguir a sus compañeros a un nuevo destino, abandonando las tareas que desempeñaban; esto interrumpía su trabajo político sin que a la organización le preocupara demasiado esta situación.Un punto vital dentro de la organización era la cues-tión de la moral. Luis Mattini asegura que para el PRT-ERP el tema de la moral revolucionaria fue muy impor-tante, una cuestión sobre la cual el partido hizo mucho hincapié al momento de formar sus militantes.24La moral revolucionaria no se circunscribía a la vida cotidiana o únicamente a la moral sexual, sino que teñía todos los as-pectos de la vida del revolucionario. Pero se consideraba que esa moral pública debía estar en concordancia con la moral privada, para dar origen al Hombre Nuevo.25Las ex militantes del ERP nos cuentan que exis-tían normas morales muy rígidas en todo lo referente a la sexualidad y que el adulterio y los “le-vantes” eran duramente criticados y castigados. Sin embargo Mattini sos-tiene que lo que se sancionaba era la mentira y el engaño, no el acto sexual en si mismo.26En este sentido, de las entrevistas resulta que si bien para los compañeros se sancionaban estas ac-titudes (la mentira y el engaño) para las mujeres la fuerza de la sanción recaía sobre el acto en sí mismo. Esto se debía a que estas actitudes no eran un comportamiento propio de un verdadero revolucionario y se les pedía que tuvieran coherencia tanto en su vida pública como en su vida privada.(…) Mi pareja tuvo que ver con un proyecto, con un sueño, con cosas que trascendían abso-lutamente la relación de pareja. Me casé con un proyecto políti-co. Cuando fracaso el proyecto político, fracaso mi matrimonio.Las ex militantes del ERP nos cuentan que existían normas morales muy rígidas en todo lo referente a la sexualidad y que el adulterio y los “levantes” eran duramente criticados y castigados.Banderas de movimientos revolucionarios.
image/svg+xmlVoces Recobradas5352Revista de Historia OralVoces RecobradasRevista de Historia Oral5352En las casas operativas había una necesidad de un orden que reglamentara el estilo de vida, ya que en estos espacios convivían varias parejas, mujeres y hombres sol-teros, que dormían juntos, se bañaban juntos y compar-tían el mismo baño. Esta reglamentación existía para evi-tar desbordes y mantener una conducta de respeto entre mujeres y hombres en su privacidad. Viviana nos cuenta que en una casa operativa:(...) Éramos dos parejas y una compañera soltera los que vivíamos (…) Ya hacía dos años que habíamos dejado nuestra propia casa para vivir todos juntos en una casa operativa. (…) Tenía 23 años y estaba embarazada de mi primera hija, me casé a los 21 imagínense, y la compañera soltera, que era una faca preciosa, era bastante libre y sin ningún tipo de prejuicios sexuales. Ella se bañaba y salía del baño desnuda. No solo eso, cuando hacía calor andaba por la casa como Dios la trajo al mun-do. Nosotras, las casadas, no sabía-mos qué hacer, pero nos dimos cuenta que a nuestros compañeros se les iban los ojos atrás de su desnudez, así que un día la agarramos entre las dos y le dijimos que acá no se podía andar en bolas, que tuviera recato porque ha-bía hombres y estaban casados. Ha-bía que refrenar cualquier conducta rara, ¿me entienden, no?27Los casos de infdelidad siempre eran sancionados, pero la rigidez de la sanción dependía del cargo que ocu-para el infel, que podía ser desde el traslado a otra pro-vincia hasta la quita de tareas. Ellas recuerdan que los hombres le adjudicaban la responsabilidad de las infdeli-dades a la mujer y las acusaban en público de ser genera-doras del episodio y al hombre como alguien que se veía obligado a mostrar su hombría accediendo a su acoso.Con respecto a la maternidad, Daniel De Santis afr-ma que el PRT-ERP planteaba la necesidad de tener hijos y de integrarlos al proceso revolucionario que se vivía. Para el movimiento, el interés superior de la revolución no debía contraponerse con la tarea de ser padres, a tal punto que los hijos debían compartir todos los aspectos de la vida de sus padres, incluso sus riesgos.28El mismo De Santis afrma que el ejemplo de la madre vietnamita que amamanta a su hijo con el fusil en la mano fue el íco-no emblemático de la época. Las entrevistadas afrman, sin embargo, que la decisión de tener hijos era individual o en todo caso asunto de la pareja. Por lo tanto, hubo mu-jeres que decidieron no tener hijos debido a los riesgos que implicaba la vida militante. Otras consideraban que la maternidad les impedía estar cien por ciento activas y por lo tanto con más posibilidades de tener mayores res-ponsabilidades dentro del movimiento, por lo que deci-dieron no tener hijos. Nuestras fuentes coinciden en que las mujeres tomaban decisiones independientemente del partido cuando se trataba de su cuerpo y que el método anticonceptivo más utilizado fue la píldora anticoncep-tiva.Con todo, la vida militante estaba completa cuando venían los hijos, por ello no se podía esperar a terminar la revolución para tenerlos, traer hijos al mundo era vivido como un acto de salvar la vida en medio de la muerte, porque ellos eran los destinatarios de ese mundo nuevo que se pensaba construir, además de-seaban transmitirles la experiencia para que la próxima generación pro-siguiera la lucha.Dentro de las prácticas del PRT, cuando una compañera quedaba em-barazada se le daba un mínimo de tareas para no ponerla en riesgo, se la protegía mucho,“como una joyita que hay que cuidar para que no se lastime”29. Pero no todas las compañeras embarazadas adoptaron una actitud de pasividad en la militancia a partir del embarazo. Por el contrario, algu-nas iban al frente pensando que por estar embarazadas se jugaría algo en el represor y no la reprimiría. Lógicamen-te era muy difícil estar embarazada y vivir en la clandesti-nidad, por un lado por estar lejos de la familia y amigos, y por otro era muy complicado llevar adelante los controles médicos de rutina. La solución más común era no hacer-los o recurrir a un ginecólogo de mucha confanza para pedir ayuda. El PRT no elaboró ni planifcó una estrategia política sobre cómo resguardar la maternidad en tiempo de combate y revolución.Las noticias de los embarazos eran muy bien recibi-das por todos; eran hijos queridos, buscados, deseados y amados, lo que explica por qué hubo tantos nacimientos en esa etapa dentro del movimiento. De las cuatro entre-vistadas, tres tuvieron hijos en libertad, la cuarta por de-cisión propia no los tuvo. En el momento del parto ellas debían soportar el dolor, es decir, no tenían que aceptar la anestesia, pedir anestesia era lo peor que les podía pasar, puesto que era tomado como un símbolo de debilidad. Viviana nos cuenta:(…) Nos preparaban para parir, algunas de las chi-cas hablaban que había sido terrible el dolor. Pero bueno, había que afrontarlo, las aborígenes parían sus hijos en la ribera del río y seguían caminando y no les pasaba nada. Nos decían que todo este tema del dolor era un invento del imperialismo y de los laboratorios multinacionales.30A lo largo de las entrevistas recordaron lo importan-te que era amamantar y cantar a sus hijos canciones de cuna revolucionarias, y cómo las compañeras que estaban en prisión en el momento de parir, tuvieron que soportar la tortura y el parto en el mismo cuarto y en condiciones infrahumanas. En ese contexto la lactancia era muy sa-crifcada, porque en prisión no había leche en polvo ni de ninguna especie, había que tener leche sí o sí. Ellas creían que se estaba construyendo un nuevo modelo de mujer relacionado con el ideal de militante revoluciona-ria que se caracterizaba por la valen-tía, el sacrifcio y la austeridad. Por eso había que soportar, ser valientes, abnegadas y ver el sufrimiento como algo que había que sortear en el momen-to de parir o amamantar, pese al dolor. También aparece la idea de ser ejemplo y ser una buena madre en la mili-tancia pese a la adversidad. Ellas sostienen que siempre estaba la importancia de la revolución ante todo. Coinci-den en que los hijos estaban incorporados a la revolución e iban con ellas a todas partes, a las marchas y a las acti-vidades y que se veían refejadas con el estereotipo de la mujer vietnamita, fusil en una mano y el niño en la otra. El fusil como símbolo militante y el hijo como función tradicionalmente femenina.31Dentro del partido, se proponía que los varones acompañen en la crianza de los hijos, y ellos lo aceptaban ya que cambiaban pañales y se levantaban de noche igual que las mujeres. De todos modos, coinciden que la llegada de un hijo le afectaba más a la madre que al padre, por ello las mujeres militantes buscaron soluciones y estrate-gias para poder seguir desarrollando su actividad políti-ca como por ejemplo compartir con otras compañeras el cuidado de los hijos en lo que llamaban una maternidad socializada. Se ayudaban entre todas, en el partido se sos-tenía la importancia de la crianza comunitaria de los hijos en la vida militante, ya que los hijos de los compañeros y las compañeras debían criarse en una familia revolucio-naria.Algunas consideraciones finales A lo largo de este trabajo intentamos reconstruir algunas características de la política revolucionaria de los años 70. Para eso nos centramos en el rol de las mujeres en la organización político militar PRT-ERP. Es un trabajo que, a partir del análisis de aspectos relacionados con la cotidianeidad de las mujeres dentro de la organización, nos permitió conocer las relaciones entre varones y mu-jeres. Por medio del relato de algunas protagonistas pudimos realizar una lectura de los episodios de la vida cotidiana de estas mujeres y conocer determinados aspectos de esta expe-riencia “setentista”.El análisis de la historia familiar de nuestras entrevistadas nos permi-tió descubrir que tenían una fuerte vocación social y un deseo de cam-bio. Algunas coinciden en que este deseo proviene de sus familias. Po-demos decir que fueron hijas de una generación que ya manifestaba algunos cuestionamientos a las viejas costumbres y a los hábitos tradicionales. Ellas ingresaron al PRT-ERP convencidas de sus ideas, como resultados de haber incursionado en otras experiencias políticas previas en universidades, en la militancia gremial o sindical, también en organi-zaciones y partidos de la nueva izquierda. Todo esto las infuenció y les permitió tener una mayor conciencia política e ingresaron al PRT-ERP convencidas de que re-presentaba la mejor opción para luchar por sus ideales. Podemos asumir que la escasa participación de mujeres de procedencia y extracción obrera en relación con las militantes de clase media se debía a un acuerdo tácito en la pareja, donde las mujeres se dedicaban a las actividades domésticas y los varones a las actividades militantes, lo cual llevó a la persistencia de los roles tradicionales en los círculos obreros.También notamos que el discurso de la organización (que tomaba en cuenta otras experiencias internaciona-Las noticias de los emba-razos eran muy bien recibidas por todos; eran hijos queridos, buscados, deseados y amados, lo que explica por qué hubo tantos nacimientos en esa etapa dentro del movimiento. A lo largo de las entrevistas recordaron lo importante que era amamantar y cantar a sus hijos canciones de cuna revolu-cionarias, y cómo las compañe-ras que estaban en prisión en el momento de parir, tuvieron que soportar la tortura y el parto en el mismo cuarto y en condicio-nes infrahumanas.
image/svg+xmlVoces Recobradas5554Revista de Historia OralVoces RecobradasRevista de Historia Oral5554les) se caracterizó por proponer un cambio en las rela-ciones genéricas donde se bregaba por la participación de los varones en las responsabilidades domésticas, tales como las tareas hogareñas y el cuidado y la crianza de los hijos. Sin embargo en la práctica cotidiana, pudimos ver que existieron supuestos de género tradicionales, y la problemática entre los sexos nunca fue analizada como una temática de género. En otras palabras, las entrevista-das reconocían la situación de subordinación en la que se encontraban las mujeres con respecto a los varones, pero nunca lo plantearon dentro de la organización. Si bien las mujeres lograron ver el problema, en la práctica no se lle-gó a cuestionar la manera en la que se trazaba la estruc-tura del poder dentro de la organización armada, lo cual, a nuestro parecer, perpetuó la división de roles de género tradicionales en el interior del movimiento armado. Los varones estaban ocupados con su experiencia militante y se comprometían poco con las funciones domésticas. Por su parte, las mujeres debían repartir su tiempo entre las funciones tradicionales del hogar y su desarrollo político-militante. Este hecho generó que les fuera más difícil po-der crecer en el ámbito público y también tener problemas en el acceso al poder y a los puestos de decisión política.La permanencia de una mentalidad tradicional tam-bién quedó de manifesto en la práctica de la moralidad revolucionaria. Esta moralidad se constituyó sobre prác-ticas tradicionales, por las cuales a los hombres se les daba algunos permisos para transgredir algunas normas de conducta establecidas, mientras que con las mujeres era mucho más estricto todo aquello que tuviera que ver con conductas relacionadas con la moralidad cotidiana.La práctica política de las militantes estuvo atravesada por experiencias del ámbito privado como la maternidad; la madre militaba con sus hijos, pese a los riesgos. Sin em-bargo, las decisiones privadas como tener o no tener hijos, exponerlos o no al riesgo, quedaba ligada a una decisión personal o de la pareja más que a la decisión del grupo.El tema de los hijos fue un aspecto controvertido. Las entrevistadas admitieron lo sacrifcado de militar “con los hijos a cuestas”. Contaron como ellas los tenían incorporados en su actividad militante y no así sus com-pañeros. Sin embargo notamos que esta situación parece no haber sido percibida por las propias mujeres en aquel entonces, sino que tomaron conciencia después con el ad-venimiento de la democracia. A pesar de esto, se impuso la maternidad socializada y la creencia y convicción de que los hijos debían ser criados en un ambiente militan-te. Ellas aseguran que esto surgió de una iniciativa de los propios círculos femeninos.A través de los testimonios vimos como la participa-ción femenina se concentró solo hasta los niveles medios dentro de la estructura partidaria, a pesar de que existe evidencia como para sostener que esto no era producto de la poca participación femenina, sino de una limitación de género.Desde su experiencia de vida, sintieron que el PRT-ERP las había colocado en un lugar diferente, las reco-nocía como actores políticos y sintieron que aportaban a la revolución desde su rol femenino, una nueva forma de hacer política militante. Por eso, en su momento, no se plantearon la existencia de diferencias genéricas y sí lo pudieron ver con posterioridad, por medio del contacto con otras experiencias de vida, la edad, la vuelta a la de-mocracia o la vinculación con el feminismo. En conse-cuencia, esto nos permite concluir que la práctica de las militantes setentistas estuvo marcada por la presencia de las relaciones genéricas, lo cual les impidió un acceso a los ámbitos de poder y decisión. Sin embargo, si bien esta práctica política mostró sus límites, fue una actitud de avanzada comparada con el resto de la sociedad.La militancia en el ERP dejó una huella defnitiva en las mujeres que lo integraron y abrió las puertas a un proceso de cuestionamiento que no había tenido lugar en el contexto de la lucha revolucionaria de los 70, Julia lo expresa así:Veo que también a nosotras nos marcó la época, nos marcó la práctica, esa característica de mucha frmeza, de mucha determinación, como muy contundente a la hora de actuar y que en la convivencia, se nota. (…) A veces, re-acciono y trato de reacomodarme en la realidad, porque de pronto yo hoy tengo una pareja que nunca fue militante y a veces no me entiende. (…) Pero me doy cuenta que somos… que tenemos características diferentes, que hay momentos en que quiero tomar las riendas de todo poniéndome por encima de él, y a veces bajo, porque digo que él tiene razón, porque me estoy pasando de rosca, como si todavía estu-viera dentro de la organización y tuviera un grupo a cargo. Pero no es así (…) Pero bueno, tiene que ver con lo que te marcó en la vida y en la práctica.32Notas————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———*Este trabajo es parte de la tesis fnal de las autoras presentada en la materia Seminario de Metodología de la Historia Argen-tina y Americana del Instituto del Profesorado Dr. Joaquín V. González, cátedra a cargo de la profesora Lidia González.1El PRT nace como partido político el 25 de mayo de 1965, día en que se lleva a cabo el Primer Congreso del Frente Único con-formado por el Frente Revolucionario Indoamericano Popular (liderado por Mario Roberto Santucho) y Palabra Obrera (lide-rado por Nahuel Moreno). En 1970, se reúne el V Congreso del PRT en el que se decide crear su brazo armado, el ERP, confor-mándose el PRT-ERP.2 Paola Martínez, Género, política y revolución en los años seten-ta. Buenos Aires, Imago Mundi, 2009, p. 32.3Entrevista a Mabel, realizada en Lanús, 29/9/2012.4Entrevista a Beatriz, realizada en Lanús, 29/8/2012.5Entrevista a Beatriz, realizada en Lanús, 29/9/2012.6Entrevista a Julia, realizada en Lanús, 6/10/2012.7Entrevista a Viviana, realizada en Lanús, 6/10/2012.8Entrevista a Mabel, realizada en Lánus, 6/10/2012.9Entrevista a Viviana, realizada en Lanús, 29/9/2012.10Luis Mattini, Hombres y mujeres del PRT-ERP. Buenos Aires, Contrapunto, 1990, p. 62.11 Entrevista a Beatriz, realizada en Lanús, 6/10/2012.12 Entrevista a Julia, realizada en Lanús, 13/10/2012.13 Pablo Pozzi menciona que solo dos mujeres llegaron a formar parte del órgano directivo del Comité Central (Liliana Delfno, segunda mujer de Mario Santucho, y Susana Gaggero, viuda de un cuadro histórico del PRT-ERP, Luis Pujals) a pesar de haber una importante cantidad de mujeres dentro de la organización para el año 1975, y Daniel De Santis al hablar de los principales cuadros del PRT, no menciona a ninguna mujer.14Entrevista a Beatriz, realizada en Lanús, 13/10/2012.15 Entrevista a Viviana, realizada en Lanús, 29/9/2012.16Entrevista a Viviana, realizada en Lanús, 6/10/2012.17Pablo Pozzi, op. cit., p. 272.18Entrevista a Mabel, realizada en Lanús, 29/9/2012.19Entrevista a Viviana, realizada en Lanús, 3/11/2912.20Entrevista a Mabel, realizada en Lanús, 3/11/2012.21Entrevista a Viviana, realizada en Lanús, 6/10/2012.22Entrevista a Julia, realizada en Lanús, 6/10/2012.23Entrevista a Beatriz, realizada en Lanús, 6/10/2012.24Luis Mattini, op. cit., p. 216.25 Ibídem, p. 217.26Ibídem, p. 220.27Entrevista a Viviana, realizada en el bar de la Facultad de Fi-losofía de la UBA, 19/9/2012.28Daniel De Santis, A vencer o morir. Historia del PRT-ERP, do-cumentos.Vol.2. Buenos Aires, Nuestra América, 2006, p.112.29Entrevista a Julia, realizada en Lanús, 6/10/2012.30Entrevista a Viviana, realizada en Lanús, 6/10/2012.31DanielDe Santis, Entre tupas y perros, Buenos aires, Nuestra América, 2006, p. 82.32Entrevista a Julia, realizada en Lanús, 6/10/2012.Bibliografía————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———Bejar, María Dolores, Historia del Siglo XX.Europa, América, Asia, África y Oceanía. Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2011.Diana, Marta,Mujeres Guerrilleras. Buenos Aires, Planeta-Booket, 2006.De Santis, Daniel, Entre tupas y perros. Buenos Aires, Nuestra América, 2006.De Santis, Daniel, A vencer o morir. Historia del PRT-ERP, do-cumentos.Vol.2. Buenos Aires, Nuestra América, 2006.Gordillo, Mónica. “Protesta, rebelión y movilización: de la re-sistencia a la lucha armada”. En James, Daniel, Violencia, pros-cripción y autoritarismo (1955- 1976). 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Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1994.Entrevistas————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———Entrevista con “Beatríz”, 62 años, empleada, realizada por Graciela Fernández y Mónica Villa en Lanús, provincia de Buenos Aires, 29 de setiembre de 2012, 6 y 13 de octubre de 2012 y 3 de noviembre de 2012.Entrevista con “Julia”, 62 años, empleada, realizada por Gra-ciela Fernández y Mónica Villa en Lanús, provincia de Buenos Aires, 29 de setiembre de 2012, 6 y 13 de octubre de 2012 y 3 de noviembre de 2012.Entrevista con “Mabel”, 61años, empleada, realizada por Gra-ciela Fernández y Mónica Villa en Lanús, provincia de Buenos Aires, 29 de setiembre de 2012, 6 y 13 de octubre de 2012 y 3 de noviembre de 2012.Entrevista con Viviana Vallejo, 60 años, empleada, realizada por Graciela Fernández y Mónica Villa en el Bar de la Facul-tad de Filosofía y Letras de la UBA, CABA 19 de setiembre de 2012 y en Lanús provincia de Buenos Aires, 29 de setiembre de 2012, 6 y 13 de octubre de 2012 y 3 de noviembre de 2012.