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Voces Recobradas
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Voces Recobradas
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Entre historia
y memoria.
El mito de Garibaldi
para los militantes
del Ejército
Revolucionario
del Pueblo*
Camillo Robertini
Università degli Studi di
Firenze y Siena
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Revista de Historia Oral
Revista de Historia Oral
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¿Por qué Garibaldi?
Giuseppe Garibaldi, no obstante los 200 años que nos se-
paran de su tiempo, sigue siendo una de las fguras más
reconocidas y veneradas en todo el mundo. Garibaldi re-
presenta un ícono tanto de su tiempo como de nuestra
contemporaneidad posmoderna, y si queremos, postideo-
lógica.
La vida del “héroe de los dos mundos” está ilustra-
da en muchas obras historiográfcas,
literarias, y en general, ofciales, pero
lo que tiene un carácter particular en
la memoria es el tamaño “popular” y
casi mitológico de su ícono. Nosotros
sabemos, gracias a los relatos de los
historiadores y a las mismas memo-
rias de Garibaldi, cómo se desarrolló
su vida, cuáles fueron sus horizontes
ideales, sus luchas y sus tareas.
2
La historia de Garibaldi aún se
podría resumir como la de un hom-
bre que, a pesar de los cargos públicos
y las vicisitudes militares que lo llevaron a jefe tanto de las
luchas latinoamericanas, como del “Risorgimento” italia-
no, encabezó el poder durante seis meses en toda su vida.
Esta podría ser una clave para explicar el tema de su éxito
frente a un largo público tanto en América Latina como
en Europa. Pero este mito además de ser el resultado de
un proceso de construcción consciente, abarca el tema de
la memoria colectiva, como bien aclara Omar Calabrese:
“Muchas ideas nacen de los recuerdos de la infancia (...) El
´mi´ Garibaldi no representa una excepción. (...) Y bien: el
Garibaldi sedimentado en mi memoria es un ser extraor-
dinariamente multiforme. Lo recuerdo, por ejemplo, sobre
el subsidiario de las primarias: héroe total, moral, fuerte,
invencible, (...) tengo que admitirlo: un Garibaldi bastante
antipático (...) A lado de esto se queda un héroe diferente,
aventurero, colorado. Es el Garibaldi de los cromos bina-
dos a un bombón. [Esto era] un Garibaldi parecido a Tex
Willer o a Pluma de Falco (...) Acción, suspenso, pasión:
un héroe en el verdadero (a decir engañoso) sentido de la
palabra. (...) Garibaldi por lo tanto es una suma de formas,
es decir, el conjunto de una serie de estereotipos que cada
vez puede ofrecer su cara”
3
.
El tema del éxito de su mito está necesariamente
vinculado al desarrollo de su fama contemporánea a los
acontecimientos de los que fue protagonista.
4
En este sen-
tido no es de asombrarse que su fama se fue difundiendo
gracias a periodistas y literatos que siguieron al militar a
lo largo de sus aventuras. El mismo Alexandre Dumas,
que rápidamente será uno de los más populares escritores
del Ochocientos francés, escribirá, luego de la experien-
cia sudamericana de Garibaldi un libro
dedicado a él.
5
En este sentido no es
un azar afrmar que aún Dumas tomó
mucho de la fgura de Garibaldi para
crear la de sus mosqueteros. La fuer-
za de su imagen era la de un hombre
que vivía en el exilio dada su aflia-
ción republicana y que luchaba por
la libertad. De estos caracteres el ya
mencionado Dumas tenía en cuenta:
“Vivía entonces en Niza un joven que
miraba cómo corría esa sangre, y se
hacía en su interior el juramento de
consagrar su vida al culto de esta libertad
por la que caían tantos mártires. Este joven que en aquella
época contaba veintiséis años de edad, se llamaba José Ga-
ribaldi”
6
. Así empieza la novela sobre la vida de Garibaldi
escrita por Dumas en 1860.
A continuación, más que contar la verdadera vida de
Garibaldi, lo que intentaré hacer es subrayar, sobre todo
en Italia y España, la manera en que fueron utilizados,
construidos, modifcados y aprovechados la memoria y el
ícono de Garibaldi en una función política.
7
Garibaldi, un ícono codiciado o la utiliza-
ción pública del ícono de Garibaldi entre
Europa y América Latina
Los acontecimientos de la fundación del Reino de Italia
(1848-1870) que toman el nombre de Risorgimento, tie-
nen en la fgura de Garibaldi un punto central. Además
de su contribución en diversos momentos a la “causa na-
zionale” (defensa de Roma y Venecia en 1848-1849, con-
quista del sur de Italia en 1861, segunda y tercera guerras
de Independencia entre 1859-1866) luego de su muerte,
ocurrida en 1882, se desarrolló en Italia un proceso de uti-
El tema del éxito de su mito
está necesariamente vinculado
al desarrollo de su fama contem
-
poránea a los acontecimientos
de los que fue protagonista. En
este sentido no es de asombrarse
que su fama se fue difundiendo
gracias a periodistas y literatos
que siguieron al militar a lo largo
de sus aventuras.
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lización de su herencia político-ideológica-iconográfíca
muy poderoso. La suma de las prácticas de utilización de
la imagen del general están defnidas como una praxis de
“control de la memoria” que empezó desde su muerte.
8
La primera operación de codifcación de su mito fue
la impulsada por el mismo poder del Estado (postunita-
rio) que, ignorando la matriz “subversiva” y democrática,
tal vez socialista, del discurso de Garibaldi, lo eligió como
héroe fundador de la patria. Una patria que, formalmente
hija de la “revolución liberal”, debería recorrer un largo ca-
mino antes de poder defnirse como realmente democrá-
tica. Por lo tanto, Garibaldi llegó a ser,
como lo fue en la Argentina Manuel
Belgrano, el fundador de la Nación,
en nuestro caso junto al Rey. En 1885,
año en que culminan las celebracio-
nes ofciales referidas a Garibaldi, se
inaugura en Roma un monumento
que encarnaba virtudes como la obe-
diencia, el sacrifcio y la fdelidad a la
Corona, que si bien no son totalmen-
te antagónicos con el pensamiento y
la vida de Garibaldi, representan una
increíble mistifcación.
En esa exposición consideramos relativamente este
relato porque determina la creación de una “contraima-
gen” de Garibaldi. Lo que nos interesa es cómo esta ima-
gen, tal como un río subterráneo, llegará a la Argentina
de los años cincuenta. Este es precisamente el tema de mi
ensayo.
Es bastante comprensible cómo la política de gestión
de la reciente historia de la unidad italiana propuso un
ambicioso proyecto de edifcación de monumentos a los
héroes del Risorgimento en el marco de la consolidación
del nuevo régimen.
9
De la misma manera, es central com-
prender cómo aquellos que vivieron la larga vida política y
humana de Garibaldi animaron, de manera más o menos
organizada, un culto político del general antagónico frente
a lo ofcial.
Es en este marco que el término “garibaldinismo”
toma sentido. Más que orientación política, Garibaldi se
convirtió de repente en un mito rebelde y revolucionario.
En este fragmento podemos identifcar, a partir de 1886,
una bifurcación entre dos concepciones opuestas del íco-
no de Garibaldi.
10
Esta división, que más allá de ser precisa
y defnida, se desarrollará por casi un siglo, servirá para
dividir en dos facciones a los sostenedores de un Garibaldi
monárquico, obediente y nacionalista-conservador, en an-
títesis a aquellos que seguirán observando en él la encar-
nación de ideales como justicia, libertad, republicanismo
y democracia. Tal vez en las mismas representaciones ico-
nográfcas del general es posible identifcar este conficto;
por un lado un Garibaldi representado con el uniforme
del general piamontés (que en verdad nunca se puso); y
por otro, con el pelo al viento con el poncho y la camisa
roja. Esto es lo que uno de los princi-
pales historiadores italiano, Mario
Isnenghi, ha defnido como “proceso
de administración de la memoria his-
tórica”.
11
Lo que nos importa en este texto
es seguir la evolución de la represen-
tación de Garibaldi en su lento viaje
hacia la Argentina. En la primera dé-
cada del siglo XX, la imagen de Ga-
ribaldi, junto a la de los padres del
social-anarquismo se va difundiendo
entre las sociedades obreras y campesinas italianas y es-
pañolas.
12
Junto a Marx, Engels y Bakunin en este parti-
cular “panteón” llega el héroe de los dos mundos. Al mis-
mo tiempo, el desarrollo de los nacionalismos europeos,
intelectuales y políticos liberales toman la fgura de Ga-
ribaldi como el tipo ideal del hombre desdeñoso del pe-
ligro y siempre listo a la lucha armada y nacional. Algo
bien defnido por las palabras del “poeta soldato” Gabrile
D’Annunzio como “omnipotente caudillo”
13
. En los mis-
mos años 1915-1918, durante la Primera Guerra Mundial,
el Ejército italiano arma una “Legione garibaldina” forma-
da por voluntarios antigermánicos.
La posguerra, con la crisis económico-social europea,
que genera los cambios de gobierno hacia el totalitarismo,
signa otra manipulación de la imagen de Garibaldi. Es en
la misma Italia que, luego del asesinato del líder socialista
Matteotti por los fascistas (1924), los sucesores de Gari-
baldi plantean posiciones diferentes frente a la dictadura.
El nieto de José Garibaldi, Sante, se opone al torneado au-
toritario de Mussolini y elige el exilio en Francia, donde
será uno de los referentes del antifascismo italiano en el
La primera operación de
codificación de su mito fue la
impulsada por el mismo poder
del Estado (postunitario) que,
ignorando la matriz “subversiva”
y democrática, tal vez socialis
-
ta, del discurso de Garibaldi, lo
eligió como héroe fundador de la
patria.
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Revista de Historia Oral
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exilio. El segundo nieto, Ezio, elige servirse del nombre del
abuelo para consolidar su posición de poder en el régimen
fascista. Desde luego Ezio, tomando la herencia del héroe
de los dos mundos, elige publicar una revista llamada
Ca-
micia Rossa
que se publica en 1925. Parece una paradoja
que en un régimen que elige el negro como color distin-
tivo, y borra a todos los elementos de inspiración social-
comunista (como el rojo por supuesto), se publicara una
revista dominada por el rojo también en su frontispicio.
En ella lo que se plantea es algo parecido a una confronta-
ción histórica donde la camisa roja de Garibaldi se trans-
forma por tener, supuestamente, las
mismas virtudes y valores, en la negra
de Mussolini, algo bien aclarado por
la mismas palabras de la revista: “La
camisa roja de ayer se convirtió en la
camisa negra de hoy, y los fascistas
somos los nuevos garibaldinos”
14
.
Pero al “Garibaldi fascista” se
opone la imagen de un “Garibaldi
francés” o antifascista que, para la ge-
neración de exiliados italianos a París,
se resignifca como un símbolo de oposición a todas las
dictaduras. Es en París que una generación de intelectua-
les y políticos refexiona sobre la fgura de Garibaldi. Se-
rán de esta misma generación, personifcada por Gobetti,
Lussu, Salvemini y otros, los que elaborarán una idea de
Garibaldi en particular, y de su tiempo en general, que se
puede explicar como marcada por el fracaso de una revo-
lución social impulsada por el mismo Garibaldi. De esta
manera, el general resultaba un propagador del socialismo
y de la revolución social. Los años del exilio antifascista
nos llevan a hablar de los acontecimientos españoles que
terminaran con la Guerra civil.
15
Antes de hablar de la Guerra civil es necesario abor-
dar el tema de la real presencia de Garibaldi en el Cono
Sur para entender a qué nivel llegó el ícono en la memoria
popular de los latinoamericanos. Lo que aparentemente es
un típico caso de abandono territorial por el mismo ge-
neral, se va añadiendo el conjunto de memorias, mitos e
iconografías llevadas de los migrantes a Latinoamérica, y
a la Argentina en particular, a lo largo del siglo XX. No-
sotros sabemos que luego de la conjura republicana, Ga-
ribaldi se fue de Génova a Brasil para salvarse de la pena
capital. Entre 1834 y 1837 Garibaldi trabaja como corsario
para el gobierno del Río Grande en el marco de la Gue-
rra dos farrapas. En Montevideo encuentra a los exiliados
políticos argentinos; desde Alberti y Mitre hasta Sarmien-
to. En 1841 Garibaldi arma en Montevideo una “Legione
Italiana”, un regimiento de voluntarios italianos en Uru-
guay, para contribuir a la defensa de Montevideo de las
ambiciones de Rosas. Aquí empieza una fuerte “guerra de
los medios” impulsada por el gobernador de Buenos Aires
Rosas, donde se habla de las atrocidades de Garibaldi a lo
largo de su actividad de militar. Pero los acontecimientos
son diferentes; luego de ganar la batalla
de Salto, Garibaldi rechaza la ofer-
ta del gobierno de Montevideo de
propiedades y de un subsidio. Esto
determina en la prensa latinoameri-
cana, como en la inglesa, la creación
de una imagen de un héroe, al mismo
tiempo desinteresado.
16
Entre 1843 y1845 Garibaldi si-
gue defendiendo Montevideo. La de-
fensa se transfgura en una lucha sin
lugar frente a la opresión de los pueblos. En este conjunto
la celebridad de Garibaldi sigue creciendo gracias a sus de-
claraciones, en las cuales se puede notar cómo el “estilo de
vida” del Río de la Plata es reconocido positivamente. Ga-
ribaldi llegó a identifcar su estilo de vida con el de los gau-
chos.
17
Frente los hechos de la oposición de estos últimos
a Rosas, desde luego la imagen de Garibaldi logró tener
un lugar en la memoria colectiva de los gauchos. En esta
circunstancia el mismo Garibaldi tomó de ellos el típico
poncho, la práctica militar “guerrillera” y la habilidad para
montar.
18
Esto signifcó que Garibaldi no solo no habló de
Latinoamérica, manejando las tintas típicas del occidente
paternalista, sino que también puso como ideal libertario
el espacio hispanoamericano. Si bien la experiencia militar
de Garibaldi entre las dos riberas del Río no tuvo un papel
determinante, su cercanía a los gauchos y a las necesidades
del pueblo, le permitieron asumir un personaje popular.
En este sentido la transformación de Garibaldi en un mito
campesino, o marginal, frente a la cultura europea de Bue-
nos Aires, le garantizó cuidar su mito. El mito de Garibaldi
no fue simplemente “subalterno”, también en las páginas
de las memorias de Sarmiento se puede encontrar la mis-
Antes de hablar de la Guerra
civil es necesario abordar el
tema de la real presencia de
Garibaldi en el Cono Sur para
entender a qué nivel llegó el
ícono en la memoria popular de
los latinoamericanos.
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ma fascinación en el héroe que determinó la convivencia
de un mito plebeyo y de otro burgués. Por esto, mientras
se iba consolidando en la “subcultura” gaucha o campesina
la fgura de Garibaldi, también en la cultura burguesa u
ofcial se iba desarrollando su ícono. De hecho sabemos
que, mientras Garibaldi estaba ocupado en la lucha por la
unidad italiana en 1859, la Legione Italiana de Montevi-
deo recibía de Mitre los honores por los acontecimientos
de Rosario. La gratitud del Gobierno argentino llegaba,
por medio de Mitre, a la consagración de Garibaldi a nivel
popular y ofcial, con la inauguración de un monumento
al héroe de los dos mundos en la Plaza Italia de Buenos
Aires (1904).
En las mismas investigaciones
de Villanueva encontramos un tes-
timonio de la mamá del autor sobre
la presencia popular en la Argentina
del ícono de Garibaldi. De hecho sa-
bemos que también en unos versos
populares lo mencionan: “Cuando
Garibaldi toca la corneta, todos sus
soldados mayan la polenta”.
19
Mante-
niendo nuestra atención en el trabajo de
Villanueva, que está plagado sobre el tema de la presencia
real de Garibaldi en la provincia argentina de Entre Ríos,
podemos leer algo de interés para nuestro propósito de in-
vestigar la difusión del mito de Garibaldi en la Argentina.
En el apéndice del libro de Villanueva se puede encontrar
un fragmento de una entrevista, fechada en 1918, en la que
un testigo refriéndose a la memoria de su padre habla de
acontecimientos relacionados con la presencia de Garibal-
di en la Argentina: “Mi padre se vino de Italia en el mismo
barco en el que venía Garibaldi, y casi se fueron a pique
todos en la barra de Río Grande...”.
20
Este ejemplo subraya
las conexiones entre emigración, mito y real conocimiento
de Garibaldi.
De hecho, tenemos que agregar a lo que decimos la
llegada a la Argentina de millones de emigrantes entre
1880 y 1950. Con la emigración europea, que en gran parte
fue italiana, llegaron al país también las organizaciones de
italianos, los
patronati, società di mutuo soccorso,
los sindi-
catos y las ofcinas de trabajo, en las que los italianos lejos
del país de origen seguirán manteniendo los mitos, desde
el Risorgimento hasta el culto de los santos locales, entre
los cuales Garibaldi fguraba en primer plano. De hecho,
mientras en Italia se iba construyendo un mito ofcial del
general que en cierta manera neutralizaba su acento revo-
lucionario, en la Argentina se consagraba como culto, a
mitad de camino entre sacro y profano, que en el lenguaje
moderno podría denominarse culto nacional-popular. Un
culto tanto de los emigrantes italianos como elemento de
unidad nacional, como de los jóvenes argentinos porque
en Garibaldi confuirán esperanzas de transformación de
la sociedad.
Entre Guerra civil, militancia y
memoria: el Garibaldi ima-
ginado
La Guerra Civil española (1936-
1939) genera la llegada, en apoyo a
las milicias franquistas, del ejérci-
to de Mussolini, y en apoyo del go-
bierno democrático, de las “Brigate
Garibaldi” por decisión de los anti-
fascistas europeos. Vuelve la camisa
roja como símbolo de la resistencia al
franquismo. En este tiempo, en el ícono
de Garibaldi confuyen elementos de la crítica al totalita-
rismo y al fascismo. Esto no logra posicionar a Garibaldi
como teórico de la resistencia a la dictadura, sino, a nivel
popular, signifca un elemento simbólico fundamental.
Algo que queda bien aclarado en la consigna “por un gari-
baldinismo popular, libertario, socialista y republicano”.
21
No obstante, el más infuyente teórico marxista italiano,
Antonio Gramsci, ya había sellado la vida de Garibaldi
como la de una experiencia romántica en el medio de la
vanguardia revolucionaria y la sencilla exaltación román-
tica. Garibaldi aparece como uno de los más signifcati-
vos “padres” de la izquierda europea.
22
Como señalamos
antes, la pelea alrededor de la imagen de Garibaldi llega
a dividir a los mismos sucesores de Garibaldi, que des-
de la izquierda a la derecha, se declaran como los únicos
depositarios del “verdadero Garibaldi”. La Guerra Civil
es fundamental para entender la difusión de la fgura de
un Garibaldi revolucionario a nivel popular. En los años
de colaboración entre el mismo Frente Popular, la parti-
cipación de los italianos de las Brigate Garibaldi con los
compañeros españoles, y sobre todo, de otros países in-
No obstante, el más influyen-
te teórico marxista italiano, An-
tonio Gramsci, ya había sellado
la vida de Garibaldi como la de
una experiencia romántica en el
medio de la vanguardia revolu-
cionaria y la sencilla exaltación
romántica.
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tervenidos en defensa de la República, tendrá un papel
central en la defnición de una determinada identidad
antifascista en la que Garibaldi se puede considerar una
pieza fundamental. Esta pelea no se mantiene en el marco
de un enfrentamiento ideológico sino que llega a ser un
enfrentamiento armado entre los italianos seguidores de
Garibaldi y los del Ejército regular. Los actos de las Briga-
te Garibaldi serán centrales a lo largo de la Guerra Civil;
serán el primer lugar de otra guerra civil entre fascismo y
antifascismo, que se celebrará en toda Europa unos años
mas tarde.
23
Los elementos peculiares de la presencia de
los Garibaldi en España se traducen en los cuentos que los
supervivientes de Garibaldi difundieran
afuera de España logrando celebrar
la fgura de Garibaldi como la de un
héroe resistente. “Nosotros volvemos
a evocar y reformamos las Legio-
ni Italiane que ayer en Montevideo,
en Cuba, en Grecia, en Polonia, en
Dignone, en la Argonne, hoy en Ma-
drid, mañana quizás en Milán, Roma,
estuvieron, están y estarán listas a
combatir y morir por dondequiera
se suspira, se conspira, y se lucha por
la libertad”.
24
Serán más de 11 mil los
italianos de Garibaldi dispuestos a luchar
por un sueño, la República española, que acabará con el
triunfo militar de Francisco Franco en 1939.
25
Hasta ahora hemos hablado de lo que fue la Guerra
Civil desde el frente activo o militar, pero no en cuanto a
guerra ideológica. La participación de los antifascistas, a
nivel global, fue una participación constituida por redes
de ayuda que lograron entregar mucho material y apoyo
a los republicanos. Esta red (la de los distintos comités)
será central para “atrapar” las oleadas migratorias de los
exiliados republicanos que se irán de España. Está cal-
culado que en el lapso entre las primeras derrotas de los
republicanos y la victoria de los franquistas se fueron de
España medio millón de personas. En estas circunstancias
en la Argentina nació una Comisión Argentina de Ayuda
a los Intelectuales Españoles que trabajó para la salida de
la represión que se estaba dando en España. En este sen-
tido nació, al fn de la guerra, una Comisión de Ayuda a
los Exiliados Antifascistas. Todos estos órganos trabajaron
para cuidar aquella masa de hombres, mujeres, y niños,
que una vez llegados a Francia buscaban un lugar donde
vivir.
26
Aquí empieza la historia central de este ensayo, la de
una joven militante argentina, Liliana Forchetti. Según sus
mismas palabras, la Guerra Civil, y la movilización social y
política de la segunda posguerra, tendrán un lugar central
en el desarrollo de la propensión de los jóvenes a la mili-
tancia política. La llegada a la Argentina, no solamente de
españoles, sino también de franceses, alemanes, italianos,
etcétera, contribuye a generar un clima de revancha frente
al fascismo triunfante. En este sentido se va sedimentando
a partir de la experiencia de la Guerra
Civil, una guerra que, como vimos,
estaba también hecha de símbolos e
íconos. La herencia político-identita-
ria de estos años contribuye a un par-
ticular clima político que se vive en
la década de 1950 en la Argentina.
27
En general, toda mi generación, esta-
mos hablando de la gente nacida prác-
ticamente bajo lo que fue el bombar-
deo al pueblo, no tenemos tradición de
lucha que viene desde los inicios con
revoluciones inconclusas y modelos de
país que nunca terminaron de concretar lo que fue la Re-
volución de Mayo en adelante (…) Los sesenta y setenta no
están desligados desde esta tradición de lucha (...) En par-
ticular nosotros, que somos los que tenemos setenta años,
nacidos en los años cincuenta (...) Yo, el primer recuerdo
que tengo de mi niñez es el bombardeo de Plaza de Mayo
(...) y los sucesivos golpes militares (...) y siendo una niña de
trece años que salió a protestar en defensa de un gobierno
democrático (...) y te golpeaban la gendarmería y la policía
con los caballos (...) todo esto iba haciendo que nuestra ge-
neración no iba a ver opción de participación política, sino
que a través de la lucha armada
.
28
El tema generacional, tomado como motor de la experien-
cia política revolucionaria, es central para el discurso de
la autorrepresentación de los militantes. Un discurso que
va juntando elementos externos: la generación, la política
nacional, los grandes hechos, a los “internos”: la familia, el
Y siendo una niña de trece
años que salió a protestar en de-
fensa de un gobierno democráti-
co (...) y te golpeaban la gendar-
mería y la policía con los caballos
(...) todo esto iba haciendo que
nuestra generación no iba a ver
opción de participación política,
sino que a través de la lucha
armada.
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barrio, la vida de cada día y sobre todo la autopercepción
de la vida y de la política durante la niñez. Todos estos
elementos son sintetizados por una fgura que, siguiendo
un raro itinerario entre memoria, historia, emigración, y
militancia política, es la de Garibaldi.
Mirá, yo tenía como súper héroe a Garibaldi porque había
un vecino de mi barrio que me contaba historias de Gari-
baldi... todo el tiempo... entonces yo desde los tres años tenía
este mito... y tenía otro vecino que era español y que había
estado en la resistencia en Francia luego de la Guerra Civil...
entonces tenía la historias de la resistencia a Franco. Uno
se fue formando con todo este acerbo de los inmigrantes y
[...] tenía otro vecino que era periodista que se fue a Cuba,
y yo viví de cerca lo que fue la Revolu-
ción Cubana. Una consciencia que aín
preparada estaba politizada. Siempre
se hablaba de política
.
29
En este contexto los hechos históricos
se juntan y con ellos los signifcados.
Garibaldi se vuelve un ícono capaz
de levantar una primera “conciencia
revolucionaria” al mismo nivel del
Che Guevara o de otros “héroes” re-
volucionarios. Pero no puede ser el solo
contexto barrial a determinar este desarrollo, aún prema-
turo, en la política activa, si no es incluido en el contexto
familiar.
En mi casa, dos de los cinco hermanos salimos como mili-
tantes revolucionarios pero tenemos uno súper conservador
y otro que se fue tipo sintoísta al Tibet... pero todos a la hora
de la mesa hablábamos de política. El ámbito democrático
se daba en el ámbito de la familia. Esta cosa del respecto de
la idea de los demás... mi padre era muy conservador pero
respetaba mis ideas... En mi caso, como el de muchos, nos
íbamos formando con estas ideas desde chicos en el ámbito
de la familia
.
30
Volver a hablar de la familia levanta la narración de Liliana
del ámbito doméstico a lo público. Aquí queremos expli-
car a la luz de la subjetividad el tema de la percepción de
los grandes hechos históricos. Desde luego la representa-
ción de Liliana subraya, más que los cambios de gobiernos
ocurridos, una determinada unitariedad, en el marco de la
militancia, que conecta desde los primeros años hacia los
70 la experiencia de una joven militante.
Yo empiezo a militar desde chica, desde los 14 años, primero
allegada al PC... en estos años viajo a Tucumán [...] empie-
zo a ver la lucha de los camperos [...] ahí me empiezo, yo
también, a ir ridiculizando en conjunto con toda esta lucha
y paso a las FAR, que era otro grupo marxista... después
con posterioridad todo el grupo nuestro de la FAR pasa a
empleo a militar en el PRT. Yo era estudiante y después el
partido llevó adelante lo que es la proletarización... entonces
paso a trabajar en una fábrica y allí a la vez trabajaba en
la propaganda. Depende del momen-
to... me tuve que ir de la fábrica por-
que habían detenido a un compañero
[...] Yo trabajaba en zona norte [de
Buenos Aires] que es todo este cordón
que rodea la Capital, donde está Ford,
General Motors..., yo trabajaba en una
fábrica de plásticos... digamos menor.
[...] Que repriman a un chico de tre-
ce años por reclamar en defensa de un
gobierno democrático... que se veía en
la Noche de los bastones largos que pegaban
a los docentes que para nosotros eran referentes científcos,
intelectuales... que les peguen y los echen del país... viste, es
terrible... Yo ingresé en la universidad dos años después de
la Noche de los bastones largos en un contexto de larga re-
presión. Parece que se fue perfeccionando el aparato repre-
sivo del Estado contra al pueblo... porque es una larga cons-
trucción hasta que llegamos al genocidio... este último...
31
De la narración sobre el primer peronismo y los años 50
de repente se inserta el tema del genocidio. Un tema que,
además por una generación de argentinos, también por
Liliana como mujer y como individuo, será tristemente
central. De hecho, la memoria llega a la experiencia de
militancia madura, ahora no más abajo del ícono de Gari-
baldi, sino bajo las consignas del PRT-ERP.
Los canales de los partidos tradicionales estaban cerrados...
el mismo peronismo, el partido mayoritario proscripto... y
En este contexto los hechos
históricos se juntan y con ellos
los significados. Garibaldi se
vuelve un ícono capaz de le-
vantar una primera “conciencia
revolucionaria” al mismo nivel
del Che Guevara o de otros “hé-
roes” revolucionarios.
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cada gobierno democrático elegido no duraba porque el
partido militar hacía sus golpes militares... entonces creo
que nuestra generación no vio posibilidad de participación
política, sino como parte de los fuertes modelos de la Revo-
lución Cubana del Che... pero todo esto no es algo aislado,
sino que está unido a la lucha del pueblo... de los anarquis-
tas de los socialistas, de los comunistas... [...] Empieza la
lucha armada para que retorne Perón, pero también con
miras a profundizar la justicia social, el país socialista...
creo que fuimos una generación privilegiada que asumi-
mos como sujetos políticos... con objetivos de transformar
a la realidad... y con esta herramienta... porque todo en
la realidad nos fue condicionando a esto [...] en aquellos
años la lucha armada era algo que todo el mundo veía
como normal.
Bueno la vuelta de Perón fue
buena por la lucha popular... indivi-
dualmente los compañeros que qui-
sieron ir a Ezeiza se fueron, no como
partido... cada uno elegía qué hacer.
Tenemos que aclarar que en el Partido
había una cantidad de líneas genera-
les bajadas por nuestra prensa, por
el Comité central, etc. de cada zona,
pero también el Partido no era homogé-
neo. En cualquier lado el Partido era conformado por los
compañeros que lo formábamos. Había lugares con com-
pañeros con más experiencia y que tenían línea desatien-
tas
.
32
El mismo tema del peronismo, siguiendo la narración
de Liliana, es una representación de las diferencias par-
tidarias en una manera obtusa, y de la necesidad de una
generación de renovar las estructuras políticas del país.
El peronismo representa la posibilidad de modifcar a
la sociedad. No es una ideología estructurada, sino que
es un instrumento para modifcar a la Argentina. Esto
queda claro y explica la participación, no como partido,
pero como individuos, de aquellos militantes que fueron
a Ezeiza. Al mismo tiempo el otro tema es del peronismo
como estructura simbólica, y si queremos mitológica, ca-
paz de levantar con su conjunto de consignas, imágenes,
discursos y representaciones, la conciencia de los jóvenes
militantes. Es esto un tema que, como vimos por la ima-
gen de Garibaldi sigue de manera similar en la de Perón
y de los mitos revolucionarios de los militantes; desde el
Che Guevara en adelante.
Igual el Partido como partido tuvo siempre una línea muy
dura frente a Perón, pero igualmente trabajamos con la
base peronista. Nosotros trabajamos con los compañeros
peronistas porque en realidad realmente no había diferen-
cias. El trabajo legal y semilegal siempre era un trabajo
donde se iban sumando las fuerzas de todos. Siempre in-
tentamos ver lo que nos unía... realmente mucho
.
33
El tema de la militancia y el aporte de diferentes estímu-
los a los individuos para elegir la guerrilla están estrecha-
mente conectados al tema de los sím-
bolos y de los “héroes”. La historia de
Liliana se acabará con la captura de
ella misma en 1976 y con un largo
periodo de brutal detención en los
centros de detención clandestina.
Pero lo que seguirá siendo un ele-
mento fundamental, que sale desde
su historia será la particular relación
entre memoria-infancia y militancia
política.
Entre historia, subjetividad, mito e histo-
riografía: elementos para una conclusión
Indudablemente Garibaldi aportó a la militancia política
en la Argentina. Esto no puede ser calculado científca-
mente, es decir no puede ser traducido en números. Este
asunto tiene que ser tomado en cuenta para entender que
futuras investigaciones en este marco tendrán que tomar
las entrevistas y el material ya publicado desde lo subje-
tivo el relato psicológico de los testimonios. Sin entender
el tema de la subjetividad no será posible entender, en el
marco de los “procesos” históricos contados a lo largo de
este texto (la emigración, la Guerra Civil, etcétera) la re-
lación dialéctica entre hechos ocurridos y mentalidades.
De hecho, el estudio de la(s) mentalidad(es) que hicimos
en este contexto, limitado a una sola entrevista, quiere
subrayar el papel del individuo, y de su mundo hecho de
memorias y de relatos particulares, para reconstruir una
historia que no sea la Historia que se olvide de los indi-
Igual el Partido como partido
tuvo siempre una línea muy dura
frente a Perón, pero igualmente
trabajamos con la base peronis-
ta. Nosotros trabajamos con los
compañeros peronistas porque
en realidad realmente no había
diferencias.
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Voces Recobradas
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Voces Recobradas
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viduos, sino una historia capaz de aceptar diferencias y
divergencias a partir del relato de los entrevistados. Para
ser más claros, una historia capaz de utilizar las informa-
ciones de la entrevista oral no simplemente para suplir a
la falta de documentos tradicionales, sino para recons-
truir el contexto ideal y emocional de los hombres en el
tiempo. Esto es lo que, con todos sus límites, intentamos
hacer con esta ponencia.
De hecho si bien el tema de la presencia de Gari-
baldi en la memoria de los revolucionarios argentinos
no fue investigado en el marco del real conocimiento de
su historia, buscar en qué sentido y en qué circunstancia
esto se fue desarrollando llega a ser más importante que
el mismo mito.
A partir de las refexiones de Luisa Passerini se pue-
den entender los límites y las posibilidades de una “co-
rrecta” utilización de la historia oral y del instrumento de
la entrevista. En este sentido, las atestaciones de la pre-
sencia, a nivel popular, de Garibaldi, y los consecuentes
relatos, que si bien contienen errores históricos, son cen-
trales para entender el funcionamiento de la memoria.
Passerini, frente a una historiografía todavía incine-
rada sobre el tema de la corrección de los relatos de los
entrevistados, ya ha subrayado que la verdadera tarea del
historiador oral es la de estudiar la cultura y la psicología
de los entrevistados. Memoria, cultura y psicología que,
parece una paradoja, desde los “errores” y la deformación
temporal de la memoria, son más simples de estudiar. Es
en este sentido el tema de la subjetividad, lleva con ello la
percepción de un determinado evento y la consecuente
narración.
Podemos decir que, como sintetiza Alessandro Por-
telli, las entrevistas no tienen la tarea de contestar pre-
guntas, sino la de estimular nuevos interrogantes.
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23
Revista de Historia Oral
Revista de Historia Oral
23
Notas
————— ————— ————— ————— ————— ————— ————— ———
*. Trabajo presentado en el XI Encuentro de Nacional y V Con-
greso Internacional de Historia Oral de la República Argentina
“Historias, memorias y fuentes orales”. Córdoba, 25, 26 y 27 de
septiembre de 2014. En este artículo todos los textos citados en
castellano procedentes de libros o ensayos en italiano fueron tra-
ducidos por el autor.
2. Para una historia de Garibaldi escrita pocos años luego de su
fallecimiento, Cfr: Giuseppe Guerzoni, Garibaldi, Firenze, Edi-
tore Barbera, 1889. Sobre un primer estudio del mito de Garibal-
di, Cfr.: Maurice Wilkinson, “Te Myth of Garibaldi”, Te Catho-
lic Historical Review, 4/1928, pp. 630-645.
3. Oscar Calabrese, Garibaldi, Milano, Electra, 1982, pp. 3-5.
4. Lucy Riall, Garibaldi, l’invenzione di un eroe, Roma-Bari: Lat-
erza, 2007, p. xiv.
5. Alexandre Dumass, Memorias de Garibaldi, Barcellona, So-
pena, 1935, pp. 14-15.
6. Dumas,
op. cit
.
7. Sobre estos temas Cfr: Maurizio Degl’Innocenti, Garibaldi e
l’Ottocento, Nazione, popolo, volontariato, associazione. Man-
duria, Lacaita, 2008.
8. Mario Isnenghi, Garibaldi fu ferito, il mito le favole, Roma,
Donzelli, 2010.
9. Massimo Baioni, Risorgimento conteso, Dibasis, Reggio Emil-
ia, 2009.
10. Fabrizio Soriano, “Il ‘garibaldinismo’ in Francia tra idalità, as-
pirazioni e contraddizioni della lotta politica antifascista (1914-
1926)”. Storia e problemi contemporanei, 50/2009, pp. 101-122.
11. Mario Isnenghi, (comp.) I luoghi della Memoria, Roma-Bari:
Laterza, 1997.
12. Sin embargo sabemos que también el anarquismo español
tomó a Garibaldi como ícono público. Sobre este tema Cfr.:
Walter Ghia, “Garibaldi nell’orizzonte spagnolo delle ideologie
repubblicane”, 35/2009, pp. 37-50. Sobre el mismo tema: Fran-
cisco Madrid Santos, “El garibaldinismo en España en el siglo
XIX”, Spagna Contemporanea, 3/2003, pp. 23-46. Para un primer
aborde sobre el pensamiento político de Garibaldi Cfr.: Gian Bi-
agio Furiozzi, Socialisti e radicali nell’Italia contemporanea, Mi-
lano, Franco Angeli, 2004, pp. 9-15. (En particular véase el prim-
er capítulo “Giuseppe Garibaldi fra socialismo e radicalismo”).
13. Gabriele D’Annunzio, en Riall,
op. cit
.
14. Cita de la revista Camicia rossa (febrero 1936) en Isnenghi,
Garibaldi,
op. cit.
p. 135.
15. Para una introducción al tema, en el marco de las relaciones
entre la Guerra Civil y la Argentina, Cfr.: Silvana Montenegro,
La Guerra Civil española y la política argentina, Madrid, Univer-
sidad Complutense de Madrid, Tesis de Doctorado, 2002. Una
introducción al tema de las Brigadas internacionales se puede
leer en: Silvio Pozzani, “Dalla speranza alla sconftta: le brigate
internazionali”, Il pensiero maziniano, 3/2009, pp. 50-53.
16. David McLean, “Garibaldi in Uruguay: A Reputation Recon-
sidered”, Te English Historical Review, 1,1998, pp. 251-366.
17. Para una primera aproximación al tema Cfr.: Richard W.
Slatta, “Gauchos, llaneros y cowboys un aporte a la historia com-
parada”, Boletín americanista, 34/1984, pp. 193-208.
18. Riall,
op. cit
. p. 23.
19. Amaro Villanueva, Garibaldi en Entre Ríos, Buenos Aires,
Editorial Cartago, 1957, pp. 10-13.
20. Villanueva,
op. cit
.
21. Eva Cecchinato, “‘Fascismo garibaldino’ e garibaldinismo an-
tifascista. La camicia rossa tra le due guerre”. Memoria e Ricerca
32/2009. p. 118.
22. Antonio Gramsci. Il Risorgimento, Torino, Einaudi, 1966.
23. Tomamos del historiador Ernest Nolte el tema de la Segunda
Guerra Mundial como guerra ideológica, el paradigma interpre-
tativo de “Guerra civil europea”.
24. Archivio Centrale dello Stato, Ministero dell’Interno, Casel-
lario Politico Centrale, ya citado en Cecchinato, pp. 122-123.
25. Luis Velasco Martínez, “La emigración española en Latinoa-
mérica ante la Guerra Civil y el fascismo español: el caso argen-
tino”. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura,
38/2011, pp. 39-54.
26. Lidia Bocanegra Barbecho. El fn de la Guerra Civil española
y el exilio republicano: visiones y prácticas de la sociedad argen-
tina a través de la prensa. El caso de Mar del Plata, Universidad
de Mar del Plata. Sobre el mismo tema: Luis Alberto Romero, “La
Guerra Civil Española y la polarización ideológica y política: La
Argentina 1936-1946”, Anuario Colombiano de Historia Social y
de la Cultura, 38/2011.
27. Sobre el tema de la memoria de los exiliados políticos a lo
largo de la Guerra Civil Cfr.: Dora Schwarzstein, Entre Francio y
Perón. Memoria e identidad del exilio republicano español en la
Argentina, Barcellona, Crítica, 2001.
28. Liliana Forchetti. Entrevista realizada el 6-11-2012, en la Ciu-
dad de Buenos Aires. Entrevistador: Camillo Robertini.
29. Liliana Forchetti, entrevista citada.
30. Liliana Forchetti, entrevista citada.
31. Liliana Forchetti, entrevista citada.
32. Liliana Forchetti, entrevista citada.
33. Liliana Forchetti, entrevista citada.
34. Sobre estos temas Cfr.: Luisa Passerini,Memoria e utopia. Il
primato dell’intersoggettività, Milano: Bollati Boringhieri, 2003;
y Alessandro Portelli, Storie orali, Roma: Donzelli, 2007.