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La privatización
de ENTel
La resistencia
de los trabajadores
telefónicos a principios
de los años noventa
Campanelli, Damián
Iglesias, Verónica
Velardi, Romina
Las movilizaciones convocadas durante la huelga tuvieron una adhesión masiva. Nuevo Sur N° 499, agosto de 1990.
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Revista de Historia OralRevista de Historia Oral 35
Las privatizaciones de las empresas del Estado fueron
uno de los pilares fundamentales para la instauración
del modelo económico neoliberal que se implemen-
tó en el país a partir de la década de los noventa. De la venta
de estas grandes empresas se resolvió la refinanciación de la
deuda externa y se generaron las divisas necesarias para sos-
tener el plan de convertibilidad, al tiempo que la inexisten-
cia de cláusulas en los contratos que contemplasen al Estado
como organismo de control contribuyó a la destrucción de su
rol como vertebrador del capitalismo nacional. La batería de
medidas tendientes a fortalecer los capitales trasnacionales
hicieron mella sobre los derechos adquiridos por los sectores
populares: se informalizaron las relacio-
nes labores y se lexibilizaron las condi-
ciones de contratación provocando, en
consecuencia, un deterioro del nivel de
vida de la clase trabajadora, el aumen-
to de la tasa de desempleo y un fuerte
incremento en la desigualdad.
El devenir histórico de los años
ochenta y noventa del siglo pasado gi-
raría con el vaivén de las disputas entre
fracciones de la clase dominante en el
proceso de formación de un nuevo bloque de poder liderado
por la banca acreedora internacional, los capitales financie-
ros trasnacionales y los grupos económicos que se beneficia-
ron como proveedores y contratistas del Estado durante la
dictadura. La salida privatista unificó el bloque dominante
mientras que la clase política se homogeneiza encolumnada
detrás del proyecto neoliberal y se somete completamente
al poder económico. La variable de ajuste, por supuesto, es-
taría constituida por el ingreso de los trabajadores: la subor-
dinación de la clase obrera sería una tarea a emprender con
tenacidad por el menemismo. Los permanentes embates
contra los derechos adquiridos y la desregulación del merca-
do laboral redujeron el margen de negociación del sindica-
lismo y socavaron sus bases, fortaleciendo al empresariado.
Es en este contexto que, ante los conlictos que podrían ave-
cinarse con las privatizaciones, el gobierno de Menem buscó
generar acuerdos con los gremios de las empresas estatales
para neutralizar posibles resistencias y obtener consenso
sobre la necesidad imperiosa de privatizar. Si bien ciertas
dirigencias sindicales fueron socias del Estado y de los capi-
tales que pretendían adquirir, las empresas permitieron que
algunas privatizaciones se dieran sin mayor alboroto, el caso
de ENTel constituye una excepción en la que las bases gene-
raron fuertes resistencias. Nos proponemos el análisis de la
privatización de la Empresa Nacional de Telecomunicacio-
nes por considerarlo un caso paradigmático al ser el inicia-
dor de la seguidilla privatista. Puntalmente nos ocupará la
resistencia protagonizada por los trabajadores organizados,
entendiendo como factor central en su accionar y sus límites
el marco de reconfiguración en la composición de la clase
dominante ya descripto.
Es necesario aclarar que no proponemos como objeto de
estudio a dirigentes gremiales y las organizaciones sindica-
les, ya que consideramos que no son la expresión absoluta
del conjunto de los trabajadores a quienes representan y que
no siempre responden a su voluntad.
Intereses particulares, cuestiones co-
yunturales o la historia personal pue-
den llegar a definir el accionar de estos
dirigentes. Sin embargo, no creemos
que sea posible dar cuenta del proceso
debidamente sin considerar las dispu-
tas entre agrupaciones por arribar a la
conducción del gremio en medio de un
conlicto crucial que marcaría un antes
y un después para los trabajadores tele-
nicos; especialmente, cuando la transición de una conduc-
ción a otra pareciera estar signada por una presión concreta
del conjunto de los trabajadores, tal lo demuestra el alto ni-
vel de agitación y acatamiento a las medidas de lucha que se
implementarían en la segunda mitad de 1990.
La privatización de ENTel como caso testigo
Distintos aspectos convierten a la privatización de esta em-
presa en un caso paradigmático. No es casual que haya sido
la primera del raid de privatizaciones, reunía los requisitos
para desempeñar un papel central en los objetivos urgentes
de la nueva administración:
“Lo que lograron las privatizaciones, en general, y la de
ENTel como su ‘mascarón de proa, en particular, fue un cam-
bio en la concepción de la comunidad de negocios, nacional
e internacional, respecto del gobierno justicialista. Ello sólo
se pudo conseguir con un programa de privatizaciones como
el que se desarrolló: con múltiples deficiencias en lo estric-
tamente económico (...) pero muy exitoso en lo político, en
términos de la consecución de los objetivos perseguidos. El
mismo contribuyó de manera decisiva a afianzar la confian-
za de la “comunidad de negocios”, favoreciendo el ingreso
de capital, el crecimiento del consumo doméstico, la rene-
Las privatizaciones de las
empresas del Estado fueron uno de
los pilares fundamentales para la
instauración del modelo económico
neoliberal que se implementó en el
país a partir de la década
de los noventa.
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gociación de la deuda externa y, fundamentalmente, la con-
solidación de nueva bases y condiciones refundacionales del
desenvolvimiento económico y social del país.1
Las “deficiencias técnicas” que derivaron en condiciones
desventajosas para el Estado argentino quedaban entonces
en segundo plano ante la persecución de un objetivo mayor:
obtener la confianza de la comunidad de negocios, por una
parte, y alcanzar el consenso social para sustentar al gobier-
no de Menem, por otra. En consonancia con lo sostenido
por Abeles, compartimos la visión de que la enajenación de
ENTel preparó el terreno para un amplio proceso de priva-
tizaciones, constituyendo un modelo en dos aspectos. Uno,
como guía para la convergencia de inte-
reses del capital concentrado interno,
los acreedores externos y empresas
trasnacionales. El otro, la subordina-
ción del Estado ante estos intereses.2
Por nuestra parte, agregamos una ter-
cera cuestión de la cual se desprende
este trabajo: el caso ENTel conformaría
el primer ejercicio exitoso para neutra-
lizar la resistencia de los trabajadores a la privatización de
las empresas públicas. La inclusión de líderes sindicales en
las carteras de gobierno con la promesa de la injerencia en
la toma de decisiones alrededor del proyecto privatista, el
disciplinamiento en los lugares de trabajo en manos de in-
terventores, el hostigamiento y amenaza con ilegalizar las
huelgas y medidas de lucha, fueron estrategias implemen-
tadas para sortear los obstáculos presentados por los traba-
jadores de FOETRA seccional Buenos Aires que el menemis-
mo replicaría durante las privatizaciones venideras y en los
conlictos sindicales en general. Para los trabajadores telefó-
nicos, demostraría el límite de la propia resistencia y de sus
capacidades de organización. Para el resto del movimiento
obrero y para las organizaciones gremiales de empleados
públicos en particular, significaría una experiencia aleccio-
nadora que dejaría al descubierto su vulnerabilidad y abriría
un panorama de los tiempos venideros.
El retorno a la democracia en FOETRA: consecuencias de la
dictadura y participación en el nuevo escenario
La tradición combativa del Sindicato Buenos Aires del gre-
mio telefónico cuenta de larga data. Durante las décadas de
1960 y 1970, la dirección de FOETRA estuvo en manos de la
lista marrón encabezada por Julio Isabelino Guillán con una
adherencia masiva: la agrupación contaba con unos cinco
mil afiliados adeptos. Por entonces el
gremio formó parte de la CGT de los
Argentinos. Encabezada por Guillán y
Ongaro, se opuso a la estrategia vando-
rista de la CGT Azopardo y aglutinó no
solo a los sectores obreros más comba-
tivos, sino también a intelectuales, es-
tudiantes, profesionales y movimien-
tos eclesiásticos. Cuando la mayoría
de los sindicatos que formaban parte de la central fueron
intervenidos tras la muerte de Vandor, el dirigente telefó-
nico impulsó la Coordinadora de Agrupaciones Gremiales y
Organizaciones Peronistas a fines de nuclearlos nuevamen-
te. Con lo expuesto no pretendemos analizar un período tan
abarcativo, sino orientar al lector en la trayectoria del activis-
mo de un referente histórico de FOETRA que, a pesar de su
tradición de lucha, sería el dirigente que apoyaría la privati-
zación de la empresa. Entrevistamos a Facundo, un jubilado
de vasta militancia en el gremio telefónico que lo recuerda
de la siguiente manera:
¡Uuuf! Guillán era un ídolo. Yo lo conocí antes, en el 65 cuan-
do entré a la facultad. Le fui a hacer un reportaje para el diarito
nuestro del Socialismo de Vanguardia. Allá teníamos muy buena
relación con Di Pascuale, con los compañeros de farmacia, con los
compañeros gráficos ya en aquel tiempo... y le hice un reportaje a
Julio que estaba en Ambrosetti que era la FOETRA, ¿la FOETRA
Nacional, no? y este bué…, era un tipo re polenta con una claridad
de la san puta y era muy amigo de un tipo que le hizo mucho el bo-
cho que fue… aahh tengo un problema de memoria, es un historia-
dor no muy conocido, marxista, peronista, el primer marxista pe-
ronista, ¡Hernández Arregui! Hernández Arregui era muy amigo
de él y bueno y él tenía esa formación. Julio tenía sexto grado pero
tenía una capacidad de asimilación y de comprensión espectacular,
paraba la oreja, era un tipo que vivía ahí en Devoto en la casa que
(...) el caso ENTel conformaría
el primer ejercicio exitoso para
neutralizar la resistencia de los
trabajadores a la privatización de las
empresas públicas.
Movilización al Congreso. Nuevo Sur N° 508, septiembre de 1990.
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habían nacido los viejos y bueno, después estuvo muy involucrado
en el Cordobazo como nexo.3
Dado el golpe de 1976, unos treinta miembros de la Comi-
sión Directiva fueron encarcelados. Guillán estuvo detenido
casi siete años sin causa judicial. Facundo ubica allí su “quie-
bre” y viraje a posiciones negociadoras:
Hay cosas que después cuando hablábamos con Julio… porque yo
había ido dos tres veces a la cárcel a verlo cuando estuvo en la Pla-
ta. Después cuando salió hablamos en la casa de él donde estuvi-
mos charlando un montón de cosas y una de las cosas que no me
gustaba era cuando decía que a él de boludo
no lo agarraban más. Bueno, ese es un re-
sentimiento jodido porque es como decir
bueno, lo que hice fue al pedo, ya está. A él le
metieron caños, la AAA le había metido dos
bombas en la casa y le habían hecho pelota
el frente. La jermu, después que nosotros
habíamos juntado guita con estos compa-
ñeros durante siete u ocho meses, a partir
del 77 cuando quedamos en la calle todos,
ella tenía hijos chicos tendrían siete-ocho años
los chicos (…) estuvo dos años jodida. Él todo eso lo vivió con mucho
resentimiento y entonces Julio empezó a arrimarse a propuestas
políticas jodidas como fue el tema de Los 15…4
A pesar del saldo negativo que dejó la dictadura cívico-mili-
tar en la clase obrera, es posible reconstruir ciertas experien-
cias de resistencias. En el caso de los telefónicos particular-
mente, en 1977 dieron la pelea cuando el régimen los instó
a trabajar en una jornada de ocho horas en vez de las siete
estipuladas por convenio.
Pasó lo que pasó en el 76… pero de todas maneras fue una razia es-
pectacular en el gremio nuestro, en el primer momento cayó nada
más que la comisión, los 30 compañeros de la comisión, fueron to-
dos en cana, digamos una semana, diez días desaparecidos porque
cuando caías en cana prácticamente no daban signos de vos. Un
sector de la militancia no caía en cana, pero había cosas loquísimas.
Como es más… ni nos echaron. A mí me echan con el conlicto de las
ocho horas que fue en el 77, el primero de marzo del 77 y ahí nos
echan 4000 compañeros y entre los 4000 compañeros casi todo
el cuerpo de delegados, unos 400 delegados fácil, quedaron muy
pocos. Nosotros armábamos las cosas semi clandestinamente, semi
porque realmente yo creo que nos conocían a todos pero las cosas
eran mucho más... no eran tan terribles como pueden haber sido.
El tema de meter miedo, por ejemplo, metían en cana dos o tres no-
ches a compañeros, diferentes compañeros que ni eran delegados.
Había un compañero que estaba encanado en La Plata, que era un
peón de limpieza que no sabíamos porqué. Bué, nosotros durante
seis meses, de marzo hasta fin de año, sí más, siete-ocho meses,
juntamos guita para poder repartir a los compañeros que
estaban en cana. Y juntamos, juntábamos bastante guita,
cada uno en su edificio y bueno lo mantuvimos lo que pu-
dimos hasta que… después el problema a partir de marzo del
77 fue mantenernos nosotros porque estábamos todos en la “lle-
ca” y ahí nos desperdigamos mucho… Y el conlicto ese, bueno en
esto hay versiones, había distintas películas. Había compañeros
que decían que fue una joda porque habían
desmantelado todo el activismo, por otro
lado nosotros decimos que porque dimos
la pelea después pudimos volver al gremio,
recuperar el gremio. No sé, de todas ma-
neras hay climas de época también ¿no?
que marcan, no solamente los relejos que
quedan de conductas… Yo creo de todas
maneras, el saldo creo que fue positivo por
más que anduvimos mal, en la calle todo el
mundo, seguimos ligados de alguna manera,
dado que veníamos de una experiencia común que habíamos con-
siderado importante (…) Bueno y después volvimos todos en el 83.5
El retorno a la participación política desde la legalidad en-
cuentra a una clase dispuesta a recuperar conquistas, como
se observa en la peculiar agitación de los primeros años. Esto
implica que el gobierno de facto logró arremeter notable-
mente contra las capacidades ofensivas de la clase obrera,
entendiendo éstas como las iniciativas propias tendientes a
imponer sus intereses política y económicamente. No obs-
el saldo creo que fue positivo por más
que anduvimos mal, en la calle todo
el mundo, seguimos ligados de alguna
manera, dado que veníamos de una
experiencia común que habíamos
considerado importante (…)
Gendarmes al mando de la Central de Llamadas Internacionales. Nuevo
Sur N° 507, septiembre de 1990.
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tante, logró mantener sus capacidades defensivas en un pe-
riodo donde serían las patronales y el Estado quienes lleva-
rían la iniciativa en contra de las conquistas obtenidas.
A fines de 1984 se celebran elecciones en FOETRA Sindi-
cato Buenos Aires, resultando ganador Guillán. Desde en-
tonces se alejó de la tradición combativa que lo caracterizó
para inclinarse a posiciones más negociadoras y a alianzas
un tanto inesperadas dado su pasado. Esta predisposición
se acentúa desde abril de 1987 cuando FOETRA se con-
forma como el sector sindical de la Comisión Nacional de
Comunicaciones (CONACOM) junto a empresarios y fun-
cionarios estatales buscando respaldar lo que para nosotros es
esencial: una empresa de servicios de las
características de la nuestra y de nuestra
tecnología, debe alimentar la hipótesis
del desarrollo industrial y la investigación
en el país6.
En la práctica, el organismo sir-
vió para acercar posiciones entre las
partes involucradas en el intento de
privatización de Alfonsín que, si bien
es resistido por los trabajadores -es-
pecialmente por los de la seccional Bue-
nos Aires-, no se concreta porque encuentra una oposición
más vasta. El argumento sobre la necesidad de la imple-
mentación de innovaciones tecnológicas en el ámbito de
las telecomunicaciones sobre el cual giraban algunos de
los fundamentos pro-privatización, también prendió en la
dirigencia sindical que se involucró en la elaboración con
la ayuda de un grupo de profesionales un Plan Quinquenal
para que la empresa sea eficiente. Al respecto, Guillán de-
clara:
“Nosotros buscamos, porque sabemos que viene el
cambio tecnológico, que este cambio tecnológico se pueda
realizar sin afectar la estabilidad de los trabajadores y ade-
más buscando satisfacer la demanda de la sociedad. Creo
que ni el gobierno ni todavía los partidos tienen un plan en
el área de las comunicaciones como lo tienen los trabaja-
dores junto con los profesionales de ENTel. Esperamos que
alguien nos escuche.7
Cuando los entrevistadores le consultan si la empresa
puede mejorar su calidad de servicio sin la necesidad de los
capitales privados, responde:
“(…) Para nosotros hoy impulsar la idea de la venida
de capitales es un hecho positivo en la medida en la que
se haga adecuadamente y satisfaciendo los intereses na-
cionales como también se supone que
cualquier capital que viene a invertir,
viene a buscar una ganancia. Como el
país precisa crecer para seguir vivien-
do en libertad y en democracia, nos ju-
gamos buscando la fórmula más ade-
cuada en el país en nuestra área para
que esta idea de no volver al pasado
(dictatorial) se haga una realidad”.8
El cambio en la vocación sindical
se manifiesta también en la voluntad
de una participación en los destinos de la empresa con
intenciones de ocupar un lugar dentro del directorio al
apoyar los programas de propiedad y también partici-
pando de instancias semi-gubernamentales, como la
CONACOM. Sin embargo, la muestra más notoria de lo
expuesto se daría con el cargo de Subsecretario de Co-
municaciones que le daría el presidente electo Carlos
Menem ya antes de su asunción. Este puesto lo imponía
como superior jerárquico de la interventora de ENTel,
la ucedeísta María Julia Alsogaray, quien no gozaba de
mucha simpatía dentro del movimiento obrero por ser
una exponente del liberalismo más acérrimo. Mientras
que Guillán proyectaba una empresa mixta y monopó-
lica, las intenciones del gobierno menemista eran bien
distintas. Entretanto, los trabajadores se dirimían entre
el desconcierto ante un discurso ambiguo por parte del
gobierno con el que muchos se identificaban por afini-
dad con el peronismo y la sospecha de que la política de
privatizaciones sería realmente agresiva. En la entrevis-
ta que realizamos a Segundo, un delegado de extracción
clasista, recuerda que:
FOETRA hace un acto. La Federación Nacional estaba en la calle
Ambrosetti 134, tenía un anfiteatro. Lo traen a Eduardo Menem
“Nosotros buscamos, por-
que sabemos que viene el cambio
tecnológico, que este cambio tecno-
lógico se pueda realizar sin afectar
la estabilidad de los trabajadores
y además buscando satisfacer la
demanda de la sociedad.
Ubaldini, Mns. Bufano y Esquivel. Nuevo Sur N° 508, septiembre de 1990.
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o a Carlos, no me acuerdo, donde se compromete ahí que no va
a privatizar ¡dos días antes! Pero usa una frase, como yo digo
que peor que un ciego, un peronista… Ideológicamente, no por
despectivo. Vinieron y me dicen ¿viste que no va a privatizar?
‘Y si dijeron que va a privatizar’, le digo, ‘¿cómo podes escuchar
distinto?’ ‘¿No, pero vos qué decís? Lo que dijo fue que no se van
a privatizar las cosas que no sean necesarias, lo único que se va
a privatizar es lo que sea necesario. (les responde) ‘¿Y qué es ne-
cesario? ¡Lo que él se le cante la pelotas cuando gane, eso es lo
necesario!’.9
Algunos antiguos compañeros de Guillán, que pasaron a la
oposición en el sindicato ante el conlic-
to interno desatado por la privatiza-
ción, sostuvieron que el Secretario Ge-
neral entendía que había que encon-
trar estrategias para amortiguar un
proceso que se daría inevitablemente:
el proceso que se venía era imparable y que
había que encontrar los intersticios para
aminorarlo.10 Sin embargo, los decretos
que la reglamentarían demostraron
no dejar lugar para modificación alguna.
En noviembre de 1989 se realizarían elecciones en las que
la oposición organizada en contra de la cruzada privatista
lo correría de la conducción del Sindicato Buenos Aires.
Quedó entonces bajo el amparo de FOETRA nacional des-
de donde seguiría apoyando al menemismo, aún cuando
no dio lugar a ninguna de sus propuestas y arremetió con
dureza contra las conquistas por las que peleó en otros
tiempos.
FOETRA Sindicato Buenos Aires: la trinchera
anti privatizadora
Mientras Guillán delineaba el futuro de su gestión como
subsecretario de comunicaciones, la oposición dentro del
sindicato se movilizó al congreso buscando el apoyo de los
legisladores. Unos seiscientos trabajadores de doce agru-
paciones (algunas peronistas incluidas) corearon “Olelé,
olalá, si no pudo Terragno tampoco Alsogaray” y “Ay, ay, ay,
que se mueran los Alsogaray” 11 enfocando el descontento
hacia el diputado y su hija. Un equipo del gremio, encabe-
zado por Luis Donikian, elaboró una interesante propuesta
de saneamiento de la empresa; lo que demuestra un gran
compromiso de los trabajadores. Durante la movilización
presentaron copias de su “propuesta para la recuperación
del servicio telefónico” diametralmente opuesta a los pla-
nes de Guillán. La misma fue sintetizada por Página/12 de
la siguiente manera:
-ENTel debe continuar siendo estatal y monopólica.
“Nosotros nos encargamos de hacerla eficiente, coincidie-
ron los gremialistas.
-El argumento basado en la necesidad de capitales (direc-
ta referencia al tándem Guillán-María Julia) para “extran-
jerizar” ENTel es erróneo. “Los capitales existen –señala el
documento- . Sólo corresponde evitar que la capacidad de
compra y recaudación se transfiera a los proveedores y con-
tratistas”.
-ENTel factura anualmente (paridad cambiaria de 1988)
1000 millones de dólares. Solo el 20 por
ciento de esa suma se destina a gastos
de personal. El resto de la estructura
de gastos está profundamente defor-
mada. Solo en esa inadecuada admi-
nistración de recursos se pierden 300
millones de dólares “que van a parar
a manos de los mismos grupos econó-
micos que saquean la empresa.
-No obstante ese “pésimo manejo
financiero” y el “saqueo de su poder de
compra”, el endeudamiento de ENTel es muy bajo en rela-
ción con su patrimonio y equivale a un año y medio de su
facturación.
-Los problemas existentes en el área de telecomunicacio-
nes no son técnicos ni económicos. Son políticos y requie-
ren decisiones en ese ámbito. Por ejemplo, “una exhaustiva
investigación de lo actuado por las últimas administracio-
nes en materia de compras, contrataciones, gestión finan-
ciera y comercial.
-La escaza eficiencia demostrada por la privada Compañía
Argentina de Teléfonos (CAT) que opera en seis provincias
desmiente los presuntos beneficios del capital privado.12
La defensa de una ENTel estatal y monopólica to
cuerpo en dos listas que compitieron por la conducción del
Sindicato Buenos Aires: la Celeste y Blanca, integrada por
peronistas, intransigentes e independientes, y la Tricolor
de Izquierda Unida y el Partido Obrero. Un miembro de
esta última mencionó el aspecto que las diferenciaba: una
compañera se acercó y le dijeron ‘nena, mirá que esta es una lista
peronista. Si no sos peronista, no entrás’13. Los comicios se reali-
zaron el 10 de noviembre de 1989 con una aplastante victoria
de la Celeste y Blanca: recibieron 7.058 votos sobre los 3.754
alcanzados por la marrón de Guillán. La Tricolor obtuvo 1000
votos y la Gris (que respondía a las 62 Organizaciones), 430.
Lo que dijo fue que no se van a
privatizar las cosas que no sean nece-
sarias, lo único que se va a privatizar
es lo que sea necesario. (les responde)
¿Y qué es necesario? ¡Lo que él se le
cante la pelotas cuando gane, eso es lo
necesario!’.
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La concepción del problema
Agosto y septiembre de 1990 fueron los meses clave del
conlicto que dará lugar a la huelga histórica que todos los
telefónicos recuerdan. En un clima de inquietud por las de-
finiciones sobre el destino de la empresa, la lucha de estos
trabajadores comienza con una pelea salarial que levantaría
la bandera antiprivatizadora como consigna política. Las po-
siciones que sostuvieron en torno a la privatización han sido
variadas: ideas contrarias a la misma gozaban de gran vigor
dentro del activismo y en los trabajadores más antiguos que
jerarquizaban la función social de las empresas del Estado.
Mirá la importancia que tiene que era una
empresa del Estado. Por ejemplo, la obra
social era de la empresa. No la adminis-
traba nadie, la administraba la empresa.
Era obra social ENTel” por eso OSTEL que
fue la continuadora, cuando se privatiza es
parte del negocio que le dan a la burocracia
sindical. Todo algo que hoy no hay. La obra
social era obra social ENTel. Le alquilaba
una prestación por ejemplo al Sanatorio Güemes para internarte y
si no tenías los consultorios de la obra social donde vos tenías médi-
cos propios, un médico familiar. En el Parque Centenario había un
pequeño centro médico. Y al principio funcionó así pero la mentali-
dad de los compañeros más jóvenes cambió, no es la misma menta-
lidad de los que éramos más viejos y a eso lo veíamos bien.
[Una empresa del Estado] no mira rentabilidad, mira la
planificación de lo necesario, mal o bien, eso es otra cosa ya, y la
sociedad anónima también, mal o bien, no estamos juzgando la
calidad de la administración sino el tipo de administración, el rol
social. Que no tiene nada que ver una cosa con otra. ENTel discutía
donde había que poner un teléfono en función de una técnica labo-
ral y una necesidad social, Telefónica mira dónde hay un nicho de
rentabilidad para decir hago determinada obra.14
Este testimonio desliza que los empleados más jóvenes o
con menos antigüedad en la empresa no tenían tan presen-
te esta visión y expresaban otras preocupaciones. Uno de los
entrevistados con este perfil manifestó lo siguiente:
A nosotros (la privatización) no nos modificó realmente en nada
pero el clima era de miedo, de miedo al raje. “Mirá que se vienen los
tanos, los franceses” Yo venía con dos suspensiones, en cuatro me-
ses me suspendieron una vez cuatro días y una vez cinco días. Esto
fue cinco años antes de que vinieran pero en el legajo te queda. Ese
era mi miedo.15
Otra cuestión a resaltar es que el mal funcionamiento de la
cotidianeidad no sólo generaba malestar en los usuarios,
sino también entre los trabajadores que veían que la única
solución para mejorar el funcionamiento de la empresa era
privatizar:
Nosotros también estábamos cansados, no lo veíamos políticamen-
te. La mayoría de los que estábamos no lo veíamos políticamente, el
sindicato sí lo veía (…) Yo hacía una asamblea en la oficina comer-
cial y decía “se trata la privatización, hay que levantar la mano.
¿Ustedes quieren que se privatice?. “Sí”. Entonces yo tenía que decir
que sí, ¿qué voy a inventarme yo? “No, pero vos sos un carnero. No,
yo llevo el voto de mis compañeros. A mí me
eligieron mis compañeros. Por lo menos en
mi sector todos querían porque así no se po-
día seguir más. Porque nosotros nos peleá-
bamos con la gente, o sea los que estábamos
con el trato con el público. Los que no tenían
trato con el público no tenían ningún pro-
blema, al contrario se les acababa el curro.
Ellos hacían otra vida, no tenían ningún pro-
blema si arreglaban o no arreglaban (las líneas telefónicas) no
importa, pero los que recibíamos a la gente con la bronca éramos
los de atención al público. La gente estaba harta, para nosotros fue
una liberación. La gente que no estaba en contacto con el público te
va a contar una historia distinta, pero los que estábamos en contac-
to, no le podíamos dar respuesta. Les veíamos la cara todos los días
¿qué le decís? Nos turnábamos dos horas cada uno para no tener
que atender siempre al mismo, si no nos golpeaban, nos insultaban.
Era estresante, no se podía trabajar. Para el que estaba en la oficina
comercial era insalubre.16
Discutir las consecuencias de la privatización y sus alcances
político-económicos implicó un debate que ciertos sectores
no llegaron a dar en aquel momento, ya sea por no contar
con la suficiente claridad para prever las implicancias o por
haber tomado la decisión de amoldarse a los cambios:
En la cotidianeidad de toda esta pelea yo tenía un compañero que
había estado conmigo en toda la etapa del 70 y del 80, era corren-
tino, era compañero. Y él se quedó con Guillán, muchos compa-
ñeros de izquierda se quedaron con Guillán. Yo lo llamé y le dije
mirá Rulo, no me ves nunca más. Te importará tres pelotas pero se
produjo una grieta enorme, una de las tantas grietas de la historia
porque ellos decían que era imparable este proceso neoliberal que
se venía en los 90 y entonces había que ver los intersticios que de-
jaba para poder ver cómo atenuar las consecuencias jodidas y ver
ENTel discutía donde había
que poner un teléfono en función de
una técnica laboral y una necesidad
social, Telefónica mira dónde hay un
nicho de rentabilidad para decir hago
determinada obra.
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cómo se generaba alguna base para después desde ahí desarrollar
y qué sé yo, qué, sé cuánto. Y no, dije, lo que acá hay que hacer es
resistir, no hay tu tía. Estos vienen por todo… vienen a lo que vienen.
Hubo muchos debates de esos entre compañeros, en los edificios (…)
Nosotros decíamos que la privatización iba a ser eso, no había otra
forma de privatizar. No era que te iban a privatizar y te iban a dar a
vos las herramientas para desarrollar algún proceso de autonomía
(…) Las empresas venían armadas; tanto los tanos, los franceses o
los gallegos ya venían con todo armado como para sacar la guita
del país y llevársela. 17
Sin embargo, la participación masiva en el plan de lucha de
agosto y septiembre de 1990 demuestra todavía una gran
capacidad de movilización en torno al rechazo de la privati-
zación.
La huelga histórica de los telefónicos: entre la resistencia y
la subordinación
El 2 de agosto de 1990, el Consejo Federal de FOETRA ame-
naza con iniciar un paro nacional de 24 horas con posibilida-
des de extenderse en caso de no conseguir un aumento del
45% retroactivo al período abril-julio, ya que la hiperinla-
ción reducía drásticamente el poder adquisitivo de los sala-
rios. Las gestiones se extendieron durante toda la semana,
lo cual también sería muestra de la complejidad y tensión
de las negociaciones sucesivas. Sin embargo, el día 7 el gre-
mio para durante dos horas por turno y por especialidad en
todo el país. El Sindicato Buenos Aires insistió en sostener la
medida 24 horas más en caso de no conseguir lo reclamado.
Al día siguiente, el Ministerio de Trabajo dictó la concilia-
ción obligatoria excusándose en la importancia de que no
se interrumpa la transmisión del mundial de básquet que se
iniciaba en el país. La conciliación sería el artilugio que utili-
zarían para amenazar a los trabajadores con declarar ilegal
la continuidad de la huelga y quitarle la personería jurídica
al Sindicato Buenos Aires, algo que ya habían intentado con
anterioridad iniciando acciones penales contra algunos diri-
gentes sindicales por interferencia en el funcionamiento de
los servicios públicos. Entre tanto, en la cámara de diputados
también avanzaba la Ley de Reglamentación del Derecho a
Huelga que ya contaba con la media sanción del Senado. El
servicio telefónico podía ser incluido dentro de los conside-
rados “servicios esenciales” y por lo tanto los trabajadores
del gremio verían restringido su derecho a utilizar este tipo
de medida.
El viernes 9 rechazaron la oferta de la empresa, el Mi-
nisterio de Trabajo y el de Economía, que se ajustaba a los
límites salariales impuestos para los empleados de la admi-
nistración pública. Por la tarde se reunieron otra vez los 32
secretarios generales de los sindicatos regionales que com-
ponen FOETRA con los directivos de la empresa. Entretanto,
el Sindicato Buenos Aires se moviliza a la sede del gremio
reclamando que se retomen las medidas suspendidas el
martes 7 y organiza para ese mismo día un plenario de dele-
gados que podría derivar en un plan de lucha independiente
por parte de esta seccional.
La reunión con los directivos de ENTel entra en cuarto
intermedio durante el fin de semana. Sin embargo, la em-
presa envía una señal clara de la intolerancia con la que se
iban a tratar las medidas de fuerza: el mismo viernes alre-
dedor de las 11 de la mañana mientras se llevaban a cabo
las negociaciones, una patota de veinte hombres armados,
sin identificación a bordo de varios automóviles Ford Falcon
irrumpieron en las oficinas de ENTel en la calle Catamarca
563 diciendo proceder en nombre de la intervención. Las
medidas intimidatorias no eran nuevas: desde mayo funcio-
naban dos sistemas de seguridad paralelos dentro de la em-
presa. Por un lado, el habitual con personal de ENTel y, por
Actual edificio de Telefónica Argentina.
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otro, el de una empresa privada (a nombre de familiares
de la interventora) con guardias armados que realizaron
diversas acciones intimidatorias contra los trabajadores,
como requisas y seguimiento en la vía pública. Sus em-
pleados eran ex miembros de las fuerzas de seguridad y
produjeron una fuerte tensión e incidentes en varios edi-
ficios de la empresa
No obstante el acuerdo alcanzado el lunes 13, el Sin-
dicato Buenos Aires vuelve al paro por tiempo indeter-
minado el jueves 16, esta vez con la modalidad de brazos
caídos y con presencia en los lugares de trabajo debido a
que la empresa no abonó un adelanto que también había
sido acordado. Los trabajadores del
edificio de la calle Catamarca se ple-
garon motivados por los apremios
sufridos en su edificio. Sin embargo
el paro se levanta al otro día cuando
la empresa se dispuso a efectuar el
pago. Los problemas continúan unos
días después: el lunes 27 la empresa
se negó a homologar los acuerdos al-
canzados e intentó reducir la oferta. Desafiando los al-
cances de la conciliación obligatoria, el Sindicato Buenos
Aires establece nuevamente un paro por 48 horas y or-
ganiza una movilización que pasaría por el Ministerio de
Economía y el edificio de ENTel. La conciliación seguía vi-
gente hasta el jueves, por lo cual el Ministerio de Trabajo
los intima a retomar las actividades o declararía la ilega-
lidad del paro. El plan de lucha fue cumplido en su tota-
lidad a pesar de que la conducción nacional de FOETRA,
alineada con el menemismo, no acompañó la decisión y
siguió en tratativas con dicho Ministerio. Roberto Varone
– Secretario Adjunto de FOETRA Buenos Aires
– hizo un llamamiento al resto del gremio: “nuestra
intención es lograr que la Federación que nuclea a todos
los compañeros telefónicos de la Argentina se ponga al
frente de nuestras demandas para demostrar de esta for-
ma que este no es únicamente un conflicto sectorial, sino
que nos compete a todos”18. De ahí en más, el Sindicato
Buenos Aires seguiría la pelea en soledad o recibiendo
acompañamientos aislados y aleatorios de otras seccio-
nales de la Federación.
Las amenazas se concretaron y el paro llevado ade-
lante por la seccional Buenos Aires fue declarado ilegal.
El cese de actividades tuvo total acatamiento y la movi-
lización fue realmente masiva: participaron unos ocho
mil trabajadores bajo la consigna de una ENTel estatal,
monopólica y eficiente. Finalizado el paro de 48 horas el
jueves 29, llamaron a una asamblea en la Federación de
Box para definir los pasos a seguir; esta vez bajo la ame-
naza de despidos y de acciones judiciales para quitarle
la personería jurídica a la seccional. Unos tres mil traba-
jadores decidieron continuar con la huelga y reclamarle
un paro general a la CGT Azopardo, movilizándose hacia
su edificio.
Si bien el conflicto estalló por motivos salariales, las
consignas eran más abarcadoras, al menos para el acti-
vismo. Esquivel expresó que “este ejemplo va a cundir,
porque el pueblo va a ir despertando conscientemente
para enfrentar el poder que lo quie-
re avasallar como hoy le sucede al
gremio19. El delegado general del
edificio de los talleres de Ciudadela
consideró por su parte que la reac-
ción gremial “es la respuesta de los
telefónicos, que somos parte de un
pueblo que no está dispuesto a acep-
tar la claudicación del gobierno ante
los dictados del FMI”20.
El viernes 31 deciden un alto a la huelga para los días
3, 4 y 5 de septiembre ya que esto les permitiría cobrar,
dado que el pago de haberes se realizaba en efectivo y
los camiones que transportaban el dinero no lo hacían
durante los conflictos gremiales. A pesar del cese mo-
mentáneo de las medidas de fuerza, el gobierno no mos-
traría ninguna intención de apaciguar los ánimos: era
una decisión tomada resolver de este conflicto solo con
una derrota total de los telefónicos que sirviera como
lección disciplinadora para el resto de los estatales y para
el conjunto de los trabajadores en general. En la noche
del mismo viernes, la intervención envió ciento cincuen-
ta telegramas de despido, a la vez que altos funcionarios
confirmaban que las acciones para quitarle la personería
al Sindicato Buenos Aires no tenían vuelta atrás. Entre
los primeros cesanteados se encontraban desde em-
pleados que estaban de licencia hasta fallecidos, lo cual
podría indicar cierto grado de improvisación. No obstan-
te, en las tandas siguientes se vieron afectados algunos
sectores que al gobierno le interesaba reducir, como por
ejemplo el de tráfico. En los días subsiguientes la canti-
dad de despidos se incrementaría en tandas hasta alcan-
zar los 437.
Esta nueva ofensiva sobre los trabajadores implicó un
corrimiento del eje de la huelga: a partir de entonces el
(...) la reacción gremial “es
la respuesta de los telefónicos,
que somos parte de un pueblo
que no está dispuesto a aceptar la
claudicación del gobierno ante los
dictados del FMI”.
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reclamo central ya no sería por el salario sino por la rein-
corporación de los cesanteados. En principio, la medida
fue llevada adelante para la recuperación del poder ad-
quisitivo de los salarios perdido por la inflación. La res-
puesta del gobierno efectuando despidos, provocó que la
ofensiva inicial se repliegue y que los trabajadores pasen
a la defensiva para la recuperación de los puestos de tra-
bajo que se ponían en riesgo con los telegramas de des-
pido que seguirían recibiendo en los días subsiguientes.
Lo expuesto no implicó una suspensión de las medidas
de fuerza sino, que les dio un nuevo impulso: el mismo
sábado retomaron el paro por tiempo indeterminado e
instaron a los cesanteados a ocupar
sus lugares de trabajo. Mientras,
continuaron presionando a la CGT
Azopardo y la CONAGRES para que
encare la defensa de la lucha con un
plan nivel nacional” y “asuman el rol
que les corresponde21.
El fin de semana fue intenso tam-
bién en cuanto a las declaraciones de
altos funcionarios que mostraban un
corrimiento en el manejo del conflicto
del Ministerio de Trabajo a la intervención de ENTel en-
cabezada por María Julia Alsogaray. La ingeniera informó
que utilizarían a las fuerzas armadas para resguardar el
patrimonio de la empresa y para garantizar el ingreso de
rompehuelgas. Hasta el mismísimo presidente se ocupó
de dirigir un ultimátum a los telefónicos definiendo al
paro como “una huelga política. Simultáneamente, Ro-
gelio Frigerio de FOETRA nacional calificó de irresponsa-
bles a los dirigentes del Sindicato Buenos Aires por ex-
poner a los trabajadores y decidió que no se reuniera el
Consejo Federal del gremio que podría haber brindado
algún tipo de acompañamiento a los huelguistas. El lu-
nes 3 se reunieron con Ubaldini buscando apoyo al solici-
tar un plan de acción a nivel nacional o la declaración del
estado de alerta y movilización de todo el movimiento
obrero: lo único que consiguieron fue la declaración de
un estado de sesión permanente del consejo directivo de
la central. Por aquellos días el gobierno se planteaba un
reconocimiento formal de la CGT San Martín como única
central obrera y planificaba el desalojo de Ubaldini del
histórico edificio de la calle Azopardo. El dirigente tam-
bién tenía en sus planes candidatearse para gobernador
de la Provincia de Buenos Aires, por lo cual jugaba una
compleja pulseada con el gobierno nacional y el Partido
Justicialista. “¿Cómo quieren que hagamos un paro con
la CGT dividida? Nosotros somos 60 gremios y los de An-
dreoni 70 ¿Por qué no le piden a ellos que paren?”22 decla-
ró Hugo Curto, diputado y referente de la CGT Azopardo,
ante las presiones que no eran sólo de los telefónicos.
Esperaban una respuesta tibia, por lo cual se plantearon
como segunda opción el apoyo de los veintidós gremios
que componían la CONAGRES que planificaba un paro de
sus gremios parte recién hacia fines de septiembre.
Al día siguiente, la ofensiva del gobierno subiría otro
escalón con la militarización del conflicto: desde el miér-
coles 5, Gendarmería Nacional y las Fuerzas Armadas co-
menzaron a custodiar los edificios de
ENTel. Ese mismo día, diez mil tele-
nicos se movilizaron al Congreso
demostrando su descontento con la
interventora. Aunque la ingeniera
cumplía estrictas órdenes presiden-
ciales para los trabajadores repre-
sentaba el símbolo de todo lo que
combatían:
Llegó un momento en que María Julia Al-
sogaray se refugió en el despacho de Menem porque nosotros le
habíamos demostrado a la gente que ella se había ido a Nueva
York con un flaco que la acompañaba, inventamos como que
había tenido una relación de romance con el tipo mientras que
la gente acá, la pasaba no tan bien, porque los primeros años
fue medio de confusión con el menemismo, la mina estaba de
joda en Nueva York. Bueno, generamos una imagen de la mina
libertina, que se había ido con un pendejo, había una canción
(...) la ofensiva del gobier-
no subiría otro escalón con la
militarización del conflicto: desde
el miércoles 5, Gendarmería Na-
cional y las Fuerzas Armadas co-
menzaron a custodiar los edificios
de ENTel.
Antiguo edificio de ENTEL.
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que le hicimos: “María Julia se llevó un pendejo a Nueva York
y el pueblo se caga de hambre la puta que la parió. Y en eso ge-
neramos un clima anti María Julia y llegó un momento en que
la prensa veía que el conflicto no bajaba la intensidad entonces
ella al décimo día de conflicto, paro general absoluto, tuvieron
que intervenir las centrales con milicos. Bueno generamos un
cierto, rascamos un poco la superficie de la historia de la resis-
tencia del pueblo y alguno la vio viste como animándose a es-
tar con nosotros y teníamos todos por supuesto los programas
de televisión, en vez de ser que los milicos habían entrado a
ocupar los puesto de trabajo de los huelguistas era el problema
que la gente no se podía comunicar con Nueva York, qué sé yo.
Entonces era, la contradicción estaba, la
grieta siempre estuvo.23
Mientras la Iglesia Católica surgía
como nuevo actor en la escena: Mon-
señor Bufano de la Pastoral Social de
la Iglesia se propuso como mediador
del conflicto. No obstante, la postu-
ra de la interventora era inflexible
en consonancia con la de Menem: no
habría diálogo mientras continua-
ran las medidas de fuerza. Dispuso una
medida más agresiva aún al hacer que las fuerzas de se-
guridad se hagan cargo de las operaciones en el edificio
Cuyo, donde funcionaba el Centro Internacional Buenos
Aires (CIBA), encargado de las comunicaciones interna-
cionales y se les impidió a los trabajadores el ingreso a
los edificios en los días subsiguientes. Estos denunciaron
la falta de capacitación de los improvisados operadores
y demostraron los errores que cometían como la realiza-
ción de llamadas sin facturar. Aún así, el servicio siguió
sin ser normalizado hasta la finalización de la huelga. La
irrupción de las fuerzas de seguridad en el edificio pro-
vocó el arribo de legisladores y el pedido de renuncia de
la interventora desde varios sectores. Tal fue la repercu-
sión, que inclusive FOETRA nacional tuvo que llamar a un
paro en reclamo por la reincorporación de los despedidos
y el retiro de las fuerzas de seguridad. Un dato no menor
es que dicha medida se efectuaría recién en la semana
posterior dando tiempo a que el desgaste surta efecto en
los huelguistas, tal lo pretendía la conducción nacional
del gremio. En el mismo sentido, Rogelio Rodríguez qui-
tó importancia a la muestra de solidaridad, sosteniendo
-en consonancia con el gobierno- que era necesario el
levantamiento del paro por parte del Sindicato Buenos
Aires para llevar a cabo cualquier negociación.
Resulta evidente el sentido aleccionador de este con-
flicto para el movimiento obrero en general y para los tra-
bajadores de las empresas de propiedad estatal en par-
ticular. No hubo por entonces conflicto sindical tan dura-
dero y tampoco ninguno fue tratado con tanta severidad.
En simultáneo a la huelga telefónica se desarrollaba el
conflicto por la privatización de los ferrocarriles pero con
menor unidad y contundencia, ya que los tres sindicatos
que nuclean a los trabajadores de la actividad no auna-
ron las medidas de fuerza. Una escalada de reclamos
salariales, particularmente de traba-
jadores estatales -cuyos salarios eran
los más deprimidos- también tomó
cuerpo en esos días. Sin embargo,
una CGT dividida no daba lugar que
estos conflictos convergieran en
consignas más amplias y favorecía
la resolución de los mismos dentro
de las limitaciones para sostener las
luchas en cada gremio en particular.
La huelga telefónica representaba
una resistencia inédita que no iba a
ser permitida: el rechazo de Menem a la mediación de
la Iglesia demostró que el poder ejecutivo no explicaba
la larga duración del conflicto como consecuencia de un
desentendimiento dentro de las negociaciones habitua-
les, como se insinuaba en ciertos sectores del peronismo,
sino que estaba dispuesto a arrancar de cuajo cualquier
intento serio de oposición a las políticas de ajuste o a las
privatizaciones. En este sentido, Segundo afirma que:
El gobierno tenía que derrotar la huelga, porque éramos el
ejemplo de todo el país. La CGT quería llamar a un paro na-
cional, no podía. Y terminó diciendo “es un paro de la CONA-
GRES”. ¿Pero quién paraba? FOETRA solo, de los demás no pa-
raba nadie. Estaban buscando cualquier cosa para derrotarte,
porque sabían que el gremio estaba en contra de la privatiza-
ción y le iba a poner trabas a la privatización. Lo que no tenían
idea era que podía llegar a explotar como fue24
En la cámara de diputados circulaba un acuerdo entre va-
rios bloques -inclusive el justicialista, donde la interven-
tora de ENTel tampoco gozaba de mayores simpatías-
para solicitar al Poder Ejecutivo que retrotraiga el con-
(...) los programas de televisión,
en vez de ser que los milicos habían
entrado a ocupar los puesto de traba-
jo de los huelguistas era el problema
que la gente no se podía comunicar
con Nueva York, qué sé yo. Entonces
era, la contradicción estaba, la grieta
siempre estuvo.
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flicto al 31 de agosto, lo cual implicaba la reincorporación
de los cesanteados y la vuelta a la negociación salarial, no
así la declaración de ilegalidad del paro y el recurso judi-
cial para el quite de la personería de la seccional Buenos
Aires de FOETRA. En cuanto a esto último, recibieron un
pequeño respiro ya que la justicia denegó la asignación
de un interventor de la cartera de trabajo en el gremio.
Los trabajadores presenciaron dentro del recinto una se-
sión tensa pero con muchas chances de resultar en su fa-
vor. Sin embargo, la intervención de Álvaro Alsogaray le
recordó al bloque justicialista las implicancias de tal de-
cisión, lo que verdaderamente se definía con el conflicto
telefónico: “Esto no se puede aprobar.
Aquí está comprometido personal-
mente el presidente Carlos Menem,
la política económica y las privatiza-
ciones. Si esto se aprueba, se caen las
privatizaciones”.25 En medio de algu-
nos desórdenes, el presidente de la
cámara levantó la sesión, dejando a
los telefónicos cada vez más aislados
y recibiendo solo el apoyo, en el ám-
bito nacional, de organismos de dere-
chos humanos y partidos de izquierda expresado en soli-
citadas en la prensa. En el plano internacional recibieron
la adhesión de la Organización Mundial de Trabajadores
de Correo y Teléfonos mientras que los sindicatos chileno
y uruguayo decidieron no recepcionar ni emitir comuni-
caciones con la Argentina.
Solos contra el mundo
Para el martes 11 de septiembre, después de más de un
mes de conflicto, con el desgaste propio de quince días
de paro total ininterrumpido en absoluta soledad, con
una nómina de 437 cesanteados, amenazados con no
cobrar los haberes y con los lugares de trabajo militari-
zados, comenzaron los rumores de levantamiento. Mon-
señor Bufano propuso a los telefónicos que suspendan la
huelga por 72 horas para negociar la reincorporación de
los despedidos. La propuesta fue tratada por un plena-
rio de delegados en la sede del Sindicato Buenos Aires
en el que se decidió aceptarla aunque sin unanimidad.
Algunos sectores insistían en la falta de garantías de la
propuesta, ya que solo contaban con la palabra de Bufa-
no -que había sido desautorizado como mediador por el
ejecutivo- además de que tanto Menem como María Julia
Alsogaray habían declarado expresamente que no acep-
tarían una suspensión parcial de la huelga. El gremio
“suspende la medidas de fuerza y no las levanta, y espera-
mos que este gesto de grandeza que estamos realizando
sea correspondido de la misma manera por las autorida-
des. El sindicato peleará hasta las últimas consecuencias
para lograr la reincorporación de todos los despedidos”26,
declaró Esquivel. Del plenario participaron solo los de-
legados y la sesión se transmitió por altoparlantes para
los trabajadores que se encontraban en la calle. Durante
la presentación de la moción, la silbatina y los gritos de
“traidores” hacia la conducción, comenzaron a demostrar
el quiebre desde adentro. Sin embargo,
la suspensión de la huelga no tenía
ningún valor para la intervención ni
para el ejecutivo, que esperaban una
rendición. El miércoles se sucedie-
ron reuniones infructuosas entre la
dirigencia gremial y de la empresa
para tratar las cesantías. Mientras,
en otro edificio de ENTel, las autori-
dades convocaron a los despedidos
para analizar su situación caso por caso
y pedirles el arrepentimiento por su participación en
las medidas de fuerza. Ese mismo día, cuando los huel-
guistas se encontraban profundamente degastados, la
cámara de diputados se pronunció en favor de solicitar
al ejecutivo que retrotraiga el conflicto al 31 de agosto.
La tardía muestra de apoyo no tenía carácter vinculante
ni mandamiento obligatorio, por lo cual no surtió ningún
efecto.
Pasadas las 72 horas de tregua que pidió Bufano, el
jueves 13 realizaron otro plenario de delegados para eva-
luar los pasos a seguir. El mismo aprobó un plan de lucha
que propuso la continuidad del paro de brazos caídos por
tiempo indeterminado ante el fracaso de las negociacio-
nes, una movilización hacia Plaza de Mayo, la creación
de un fondo solidario de huelga y el pedido de un paro
nacional a la CGT Azopardo. Sin embargo, la conducción
ya se encontraba dividida y estableció que lo resuelto se
ratifique en una asamblea general convocada para el día
siguiente a realizarse en el estadio de Atlanta. El viernes
14 de septiembre fue la multitudinaria asamblea que
contó con la participación de unos seis mil afiliados y es
recordada por los trabajadores hasta hoy en día con un
gran sinsabor. Allí se dispuso el levantamiento del paro
la conducción ya se encontra-
ba dividida y estableció que lo
resuelto se ratifique en una asam-
blea general convocada para el día
siguiente a realizarse en el estadio
de Atlanta.
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Lo que pasa es que todo era
tan popular y tan masivo que vos
aspirabas a ganar algo más. Pero
cuando vino la presión del aparato
del gobierno, los demás gremios no
salían, la CGT no hacía nada.
en una votación muy dividida que para algunos de sus
protagonistas significó “una vendida. Para otros, sim-
plemente el corolario de una lucha desgastada. Segundo
entiende que la extracción partidaria de la lista Celeste y
Blanca fue determinante para el desenlace:
Todo nació mal parido porque una dirección que política
e ideológicamente no está homogeneizada en su amplia ma-
yoría para imponer determinadas políticas va a llegar un mo-
mento en que no va a ver la salida y ese es el gran problema.
Entonces esa dirección resumía que era la lista del peronismo
y el peronismo era el que privatizaba. Cuando llegó el momen-
to del disciplinamiento, ellos largan la
huelga porque además no había mucho
que esperar porque largaban los plie-
gos. No es que la elegiste vos la cancha,
la marcaron ellos. Entonces en ese mo-
mento tienen que largarla. Cuando ellos
ven que en ese momento tienen 8 a 7 en
comisión directiva largan la huelga. ¡8 a
7! Cuando uno se da vuelta el 8 a 7 es al
revés. Lo que pasa es que todo era tan popular y tan masivo que
vos aspirabas a ganar algo más. Pero cuando vino la presión del
aparato del gobierno, los demás gremios no salían, la CGT no
hacía nada. Ubaldini seguía diciendo “es el primer paso de un
plan de lucha, es el primer paso de un plan de lucha” ¿pero qué,
era paralítico?, ¿cuándo viene el segundo paso? Y uno veía que
era solos contra el mundo, ¡solos contra el mundo! Sabíamos
que iba a ser difícil si no lográbamos despertar a sectores de las
masas. Y difícil con un gobierno nuevo donde la gente tiene la
ilusión, porque no se vota por razonamientos programáticos:
ilusión, esperanza, fe. Esas palabras las vas a escuchar en todos
lados.27
Facundo, por su parte, recuerda que:
Esa asamblea la genera la defección de un sector de la conduc-
ción. Había una agrupación que se llamaba Eva Perón. Varone
tenía incidencia, formaba parte de un núcleo de compañeros
que eran la agrupación Eva Perón, y la agrupación Eva Perón
tenía unos cuadros caracterizados que venían del PC. No me
acuerdo los apellidos ahora, había un pibe que es abogado,
pero había 3 o 4 cuadros importantes que eran del PC y habla-
ban muy bien en las asambleas y demás. Se arma un plenario,
una asamblea o plenario ahí en el teatro La Salle, ahí en Perón
y ahí ellos plantean que la continuidad de la lucha tiene que
darse porque hay que llamar a asamblea. En vez de empujar
desde lo que se venía, ellos intuyen, yo también intuía diga-
mos, que llevábamos no sé no me acuerdo cuánto llevábamos
de conflicto, 15-20 días. Estábamos a todo o nada y ya habían
venido cesantías y entonces ellos plantean una asamblea que
ratificara. Bueno, salimos de raje, alquilamos Atlanta para
que no se hiciera una cosa que quedara la mitad de gente en la
calle y de planta fueron más de 6000 compañeros. Fuimos a la
tribuna que da contra Corrientes completa y yo ya sospechaba
que iba a pasar lo que en definitiva pasó. Yo no sé si fue 55 a 45
o 45 a 55… yo quería que siguiera el conflicto pero sabía que con
un gremio dividido el conflicto iba al muere. Porque… yo creo
que no hizo mal la mesa en dar por ganado el levantamiento
porque estaba muy dividido. ¿A parte como hacés para juntar a
6000 compañeros con esa actitud cuando
la cosa esta muy pareja? Tendríamos que
haber hecho una elección ahí con urna
y nos hubiera llevado toda la noche...
bué, imposible. Entonces era un proceso
difícil. Yo lo viví como que realmente,
cuando plantearon esa moción dentro de
la misma conducción yo dije ¿qué ya em-
pezamos a partir la conducción? ¿vamos
a una asamblea y está partida? ¿A vos qué te parece que pue-
de pasar? (…) Yo creo que a Esquivel también ahí lo tocaron en
ese momento, le dijeron bueno, hay que levantar. Yo creo que
la iglesia también tocaba mucho para levantar y… yo creo que
tampoco me puse en la mesa porque sabía que iba para levan-
tar la cosa y bué… preferí estar, no ver cómo nos matábamos a
piñas entre nosotros.28
También agrega un análisis sobre la inserción del conflic-
to en aquella coyuntura:
Y faltó apoyo popular digamos. Primero la CGT. Bueno, una
de las cosas que decía el Tano (por Víctor de Gennaro), que
no terminé de decir que él se arrepentía de no haber hecho ni
un día de paro, de ATE aunque sea, en solidaridad con nosotros
porque todo el mundo balconeaba y nosotros estábamos ahí,
yo por ejemplo sin dormir estuve... me puse blanco de canas,
tuve los quilombos de arritmias, ahora estoy con stent, bueno,
realmente muchos dejamos años de vida ahí… Y faltó... ¿qué
faltó? Faltó fuerza. Lo que lleva a la posibilidad de la reacción
es la fuerza. ¿Qué te da la fuerza? La posibilidad de consenso,
consenso tácito por ahí. Hay un clima de época… yo digo más
allá del lavado del cerebro, de la colonización de la subjetivi-
dad y todas las cosas que se hablan en psicología ahora, hay un
clima de época que te lo da el olfato popular, la gente ve que es
difícil dar la pelea (…) No sé, fundamentalmente yo lo atribu-
yo a la falta de fuerza, porque el Tano cuando me decía eso yo
47
Revista de Historia OralRevista de Historia Oral 47
Notas
————— ————— ————— ————— ———----—— ———— ————— ———
1. Azpiazu, D. “Presentación” en Abeles, M. y otros (compilado-
res). El oligopolio telefónico argentino frente a la liberalización
del mercado. Quilmes, Universidad Nacional de Quilmes, 2001.
pp. 12-13.
2. Abeles, M. y otros. “El mascarón de proa del proceso de priva-
tizaciones” en Abeles, M. y otros (compiladores). Op. Cit. p. 28.
3. Facundo, 70 años, jubilado y militante de la lista Celeste y
Blanca, Buenos Aires, noviembre de 2017.
también le decía que por algo no fue. Si hoy lo pensás con el dia-
rio del lunes tendría que haber hecho un paro ATE por ejemplo
que estaba en la calle mucho con nosotros, que también tenía
consecuencias de los quilombos, los rajes y compañía, pero por
algo no lo propuso, había algo que no… que excedía su subjeti-
vidad digamos”29
Entendemos que una síntesis acertada y contundente
puede resumirse en las declaraciones de un delegado,
realizadas al día siguiente del levantamiento de la huel-
ga: “Para dar semejante pelea, necesitamos rodear al
conflicto y aquí tenemos muchos telegramas de adhe-
sión pero ni un solo sindicato que haya hecho siquiera un
paro simbólico por nosotros”30
Consideraciones finales
Sostenemos que la derrota de la lucha de los telefónicos
posicionó victorioso al proyecto privatizador del gobier-
no menemista brindando tranquilidad a los inversores.
Su cumplimiento permitiría paliar el escollo del endeu-
damiento externo y sustentar el plan económico del go-
bierno de Menem, por lo cual fue defendido a rajatabla y
se usaron todos los mecanismos necesarios para derrotar
las oposiciones parlamentarias, de la justicia y de los tra-
bajadores. Caracterizamos este conflicto como un punto
cúlmine no solo porque luego de la lucha de los telefó-
nicos no hubo oposiciones tan contundentes a la priva-
tización de las empresas de propiedad estatal, sino por-
que también demostró las limitaciones del movimiento
obrero ante un Estado que no estaba dispuesto a nego-
ciar sino determinado a vencer y a subordinarlo otorgán-
dole un nuevo lugar en el modelo de acumulación que
intentaba consolidar. En un contexto donde las luchas se
dieron inconexas, de manera defensiva y los conflictos
derivaron en resultados negativos para los trabajadores,
ponderamos la posibilidad de recuperar esta experien-
cia en la cual las bases decidieron dar una fuerte pelea
a pesar del panorama que los ubicaba en desventaja e
inclusive combatiendo la desaprobación de los propios
dirigentes.
4. Ídem.
5. Ídem.
6. La Noticia Rebelde, 1988. Archivo DiFilm en Youtube. Dis-
ponible en: https://www.youtube.com/watch?v=Lbd2Ypy3Y8o
7. Ídem.
8. Ídem.
9. Segundo, 56 años, militante de la lista Tricolor, Buenos Aires,
marzo de 2017.
10. Facundo. Op. Cit.
11. Página/12, El país a diario, año 3, número 643, Buenos Ai-
Voces Recobradas
48 Voces Recobradas
48
-de la Garza Toledo, E. (Comp.), Los sindicatos frente a los pro-
cesos de transición política, Buenos Aires, CLACSO, 2001.
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12. Ídem.
13. Segundo. Op. Cit.
14. Ídem.
15. Washington, 57 años, militante de la lista Celeste y Blanca,
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16. Carlo, 69 años, delegado por la lista Marrón, Buenos Aires,
octubre de 2017.
17. Facundo. Op. Cit.
18. Nuevo Sur, La voz de la vereda del pueblo, año 2, número
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19. Nuevo Sur, La voz de la vereda del pueblo, año 2, número
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20. Ídem.
21. Nuevo Sur, La voz de la vereda del pueblo, año 2, número
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22. Nuevo Sur, La voz de la vereda del pueblo, año 2, número
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23. Facundo. Op. Cit.
24. Segundo. Op. Cit.
25. Nuevo Sur, La voz de la vereda del pueblo, año 2, número
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26. Nuevo Sur, La voz de la vereda del pueblo, año 2, número
511, 11 de septiembre de 1990.
27. Segundo. Op. Cit.
28. Facundo. Op. Cit.
29. Ídem.
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La privatización de ENTel
La resistencia de los trabaja-
dores telefónicos a principios
de los años noventa
Campanelli, Damián; Iglesias, Verónica; Velardi,
Romina
Las privatizaciones de las empresas del Estado
fueron uno de los pilares fundamentales para
la instauración del nuevo modelo económico
que se implementaría en el país a partir de la
década de 1990 mediante políticas de corte
neoliberal. De la venta de estas grandes em-
presas se resolvió la refinanciación de la deuda
externa y se generaron las divisas necesarias
para financiar el plan de convertibilidad, al
tiempo que la inexistencia de cláusulas en los
contratos que contemplasen al Estado como
organismo de control contribuyó a destruir su
rol como vertebrador del capitalismo nacional.
Este artículo analiza la privatización de la Em-
presa Nacional de Telecomunicaciones (EN-
Tel) como caso paradigmático por ser el inicia-
dor de la seguidilla privatista y símbolo de la
implantación del neoliberalismo, ocupándose
puntualmente de la resistencia protagoniza-
da por los trabajadores organizados, y abor-
dando la compleja interacción entre la multi-
plicidad de actores parte del conlicto obrero:
dirección sindical y bases, sindicato nacional
y seccional Buenos Aires, la vinculación con el
gobierno menemista, con los usuarios, con el
resto de los trabajadores estatales y con am-
bas particiones de la Confederación General
del Trabajo.
The privatization of ENTel
The resistance of communi-
cation employees in the 90s
Campanelli, Damián; Iglesias, Verónica; Velardi,
Romina
The privatizations of state companies were
one of the main pillars to establish the new
economic model that was implemented in the
country through neoliberal policies in the 90s.
The refinancing of the foreign debt was made
ater these important companies were sold.
The currencies that were needed to finance the
convertibility plan were generated. The lack of
contractual terms that would make the State
a control organism contributed to the destruc-
tion of its role as a vertebrate of national capi-
talism.
This article will analyze the privatization of
the telecommunications company Empresa
Nacional de Telecomunicaciones (ENTel) as a
paradigmatic case, since this was the begin-
ning of a series of company privatizations and
a symbol of the establishment of neoliberalism.
It will deal with the resistance led by organized
employees, and it will approach the complex
interaction between the multiple actors that
were part of this labor conlict: union manage-
ment and bases, national unions and the sec-
cional Buenos Aires union, the relationship with
Menem´s government, with the users, with the
rest of the state employees and with the two
divisions of the Confederación General del Tra-
bajo.
A privatização da ENTel
A resistência dos trabalha-
dores de telefonia no início
dos anos noventa
Campanelli, Damián; Iglesias, Verónica; Velardi,
Romina
As privatizações de empresas estatais foram um
dos pilares fundamentais para o estabelecimen-
to do novo modelo econômico que seria imple-
mentado no país a partir da década de 1990 por
meio de políticas neoliberais.
A venda dessas grandes empresas resolveu o
refinanciamento da dívida externa e gerou a
moeda estrangeira necessária para financiar o
plano de conversibilidade, enquanto a ausência
de cláusulas nos contratos que contemplavam
o Estado como óro de controle contribuíram
para destruir sua dívida papel como a espinha
dorsal do capitalismo nacional.
Este artigo analisa a privatizão da Empresa
Nacional de Telecomunicações (ENTel) como
um caso paradigmático por ser o iniciador da
seguidilla privatista e símbolo da implantação
do neoliberalismo, lidando prontamente com
a resistência realizada pelos trabalhadores or-
ganizados e abordando a interação complexa
entre a multiplicidade de atores faz parte do
conlito trabalhista: liderança sindical e bases,
união nacional e setorial de Buenos Aires, o vín-
culo com o governo do Menem, com os usuários,
com o restante dos trabalhadores do Estado e
com as duas repartições da Confederão Geral
do Trabalho.
Entrevistas
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Carlos, 69 años, jubilado y ex delegado por la lista Marrón, Bue-
nos Aires, octubre de 2017.
Facundo, 70 años, jubilado y militante de la lista Celeste y Blan-
ca, Buenos Aires, noviembre de 2017.
Segundo, 56 años, militante de la lista Tricolor, Buenos Aires,
marzo de 2017.
Washington, 57 años, militante de la lista Celeste y Blanca, Bue-
nos Aires, junio de 2017.