Voces Recobradas
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Educación
en contexto
de encierro.
La escuela secundaria
en el penal de Devoto
de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires
Voces de
Buenos
Aires
María Rosa Loiácono
(in memorian)
AHORA – ISP Dr. Joaquín
V. González
Nota de la redacción
Esta investigación se inició a fines del año 2013 y si bien la
idea original de mi amiga María Rosa era avanzar sobre dis-
tintas miradas acerca de la educación durante el encierro, un
problema de salud se cobró su vida en diciembre de 2016.
En septiembre de 2015 logramos presentar un adelanto
en las Jornadas Interescuelas que se realizaron en la ciudad
de Comodoro Rivadavia. En ese momento, por su enferme-
dad, me tocó hablar sobre el trabajo iniciado. Debo recono-
cer que María Rosa llevaba el tema en el alma y estaba total-
mente empapada en el contenido ya que había dado clases
en el penal. En mi caso, el tema me resultaba más alejado
por eso me ocupaba de las cuestiones metodológicas. Puede
que por esta razón no haya dado una respuesta contunden-
te ante el cuestionamiento del coordinador de mesa sobre
la utilidad de abordar este tema desde la historia oral, pues
al método le faltó el afecto que María Rosa aportaba a esta
investigación.
Los lectores no encontrarán aquí una investigación aca-
bada. Lo que sí hallarán es una incansable vocación docente,
un profundo compromiso social, y una cantidad de pregun-
tas que quedaron sin respuestas.
Preguntas que ojalá algún día podamos retomar, revitali-
zando la idea que la docencia es una herramienta que puede
cambiar el mundo. Así lo sentía María Rosa, quien me honró
con su amistad, y a quien le brindo con esta publicación mi
humilde homenaje.
A.E.
Revista de Historia Oral 7
afuera seremos modificados por este ejercicio y tenemos
que estar dispuestos a dejar que eso ocurra. Aquellos por-
que encontrarán un espacio de libertad que no tienen en
otro ámbito del penal, y nosotros porque reaprendemos
día a día a buscar nuevas estrategias para derribar barrotes.
Los nuevos tiempos permitieron, recién en el 2009, que
la educación secundaria de la ciudad Autónoma de Buenos
Aires penetrara estos muros y atravesara rejas.
Una de nosotras trabajó en la cárcel de Devoto y esto
nos llevó a querer mostrar algunas de las
historias que aún nos conmueven y
nos vinculan con el mundo intramu-
ros y los vinculan con el mundo extra-
muros.
¿De qué manera la educación
cambia la perspectiva de estos indi-
viduos? ¿Es posible que confíen en
los docentes sin sentirlos parte del
sistema penitenciario? ¿La educación
es una alternativa para evitar la rein-
cidencia? ¿Se reintegra un individuo a la sociedad o nunca
estuvo fuera de ella?
Son parte de las preguntas que nos motivaron a escribir
sobre lo que en nuestro país se dio en llamar educación en
contextos de encierro.
(...) la sociedad genera
distintos espacios donde
arrumbar a los seres
que le resultan supuestamente
peligrosos, las cárceles
son uno de ellos.
Introducción
Ser docente o educador es una tarea de por sí difícil, sobre
todo en estos tiempos donde todo es volátil, la información
es manipulada desde los distintos grupos de poder y los
contenidos se ven desacreditados por la inmediatez de los
hechos.
Sin embargo siempre surgen espacios en los que “todo
adquiere una nueva dimensión incluso aquello que creía-
mos que había sido superado en estos “tiempos líquidos”,
según la teoría de Zigmunt Bauman.
Inmersa en esta líquida temporali-
dad la sociedad genera distintos espa-
cios donde arrumbar a los seres que le
resultan supuestamente peligrosos,
las cárceles son uno de ellos. Hay que
encerrar a los monstruos para que
no nos recuerden quiénes somos o
qué hicimos, porque la delincuencia,
los delitos, no son individuales, son
hechos sociales.
Entrar en una cárcel no es una tarea más, requiere de
fuerzas, del abandono de los prejuicios de la sociedad y del
discurso dominante, requiere de altruismo, requiere que se
deje de lado qué hizo el otro, para dar paso al qué quere-
mos hacer junto al otro. Sin dudas los de adentro y los de
Cárcel de Devoto.
Voces Recobradas
8
A partir de entrevistas a distintos protagonistas de esta
modalidad de educación, trataremos de dar respuesta a al-
guno de estos interrogantes, sin olvidar que hay historias
de gran impacto emocional que merecerían ser analizadas.
El sistema carcelario
¿Para qué existen las cárceles? Ineludiblemente nos remi-
timos a Michel Foucault: “La prisión debe ser un aparato
disciplinario exhaustivo. En varios sentidos debe ocuparse
de todos los aspectos del individuo, de su educación física,
de su aptitud para el trabajo, de su conducta cotidiana, de
su actitud moral, de sus disposiciones; la prisión, mucho
más que la escuela, el taller o el ejér-
cito, que implican siempre cierta es-
pecialización, es ‘omnidisciplinaria.
Además, la prisión no tiene exterior
ni vacío; no se interrumpe, excepto
una vez acabada totalmente su tarea;
su acción sobre el individuo debe ser
ininterrumpida: disciplina incesante.
En fin, otorga un poder casi total sobre
los detenidos; tiene mecanismos internos
de represión y de castigo: disciplina despótica. Lleva al lí-
mite el más fuerte de todos los procedimientos que se en-
cuentra en los demás dispositivos de disciplina. Tiene que
ser la maquinaria más poderosa para imponer una nueva
forma al individuo pervertido; su modo de acción es la
coacción de una educación total”1.
Este como otros tantos temas tiene fraccionada en dos
a nuestra sociedad. La discusión no trata sobre el sistema
en sí mismo, sino sobre el delincuente y el delito. Puede pa-
recer un tema menor pero no lo es, nuestro país pasó por 7
años de la más feroz dictadura, durante la cual hubo y hay
una parte importante de la sociedad que la justificó dicien-
do “algo habrán hecho. Esta cruel frase bien podría ser hoy
aplicada a esa fracción que al ver amenazado su derecho a
la propiedad reclama a la justicia “castigar con mano dura”.
Así, los medios, con algún que otro personaje que se
toma como referente de la “gente”, reclaman mayores pe-
nas sin tener en cuenta qué causas llevan a la delincuencia,
si es reiterada o no, la complicidad de sectores de poder
político-económico (en algunos casos) o la construcción de
causas por parte de la policía que hace que inocentes pa-
sen años de encierro y después salgan sobreseídos, como
el caso de algunos que fueron alumnos nuestros en Devoto.
Del otro lado, según los medios dominantes, están los
garantistas”, término errado si los hay porque nadie que
actúe en la justicia podría dejar de res-
petar las garantías constitucionales.
Así la “mano dura” se lleva la mejor
parte porque atiende las necesidades
de la “seguridad” de la “gente”. El de-
lincuente no entra en esta categoría
¿Qué son para la sociedad? Zigmunt
Bauman los define como “vidas des-
perdiciadas”.
Este debate, con algunas diferencias que hacen a las ca-
racterísticas históricas de cada país, no es ajeno al análisis
de sociólogos como Foucault, quien afirma en su obra Vigi-
lar y castigar: “lo esencial de la pena que nosotros, los jue-
ces, inligimos, no crean ustedes que consiste en castigar;
tratar de corregir, reformar, curar”.2
Según el artículo 18 de nuestra Constitución Nacional
“las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguri-
dad y no para castigo de los reos detenidos en ellas (…)”, así
se supone que el sistema carcelario debiese “corregir, curar
a los internos. Es en el marco del modelo correccional que
se origina la educación en las cárceles dado que este mo-
delo responde a los intereses del sistema capitalista, por lo
tanto plantea que los instrumentos para “curar” al reo son el
trabajo y la educación.
Por otra parte, a esa pregunta inicial de ¿para qué sirven
las cárceles? podríamos responderla siguiendo el planteo
de Ignacio Lewkowicz: “Nuestras cárceles nunca fueron
gran cosa; pero ahora son otra cosa. Es obvio que las cárce-
les han empeorado. Pero lo que importa aquí no es que ha-
yan empeorado, sino que se hayan alterado. Son otra cosa.
Requieren otro concepto (…) Las cárceles son depósitos de
pobres. No se trata de la decadencia de una institución sino
de la alteración estructural de su función. Tras los mismos
muros, con el mismo edificio y el mismo personal, se ha di-
bujado de hecho una nueva institución: el depósito.3
(...) Las cárceles son depósitos
de pobres. No se trata
de la decadencia de una institución
sino de la alteración estructural
de su función.
Cárcel de Devoto.
Revista de Historia Oral 9
Y aquí retomamos lo que mencionábamos antes. Lo que
este autor plantea tiene que ver con los distintos contextos
históricos. Antes la cárcel tenía un sentido funcional para
lo que requería el Estado moderno, o los denominados Es-
tados Nacionales desde hace un par de siglos (tal como ex-
plica Foucault en su ya mencionada obra Vigilar y castigar).
El contexto actual es totalmente diferente, por lo tanto su
utilidad también lo es. “Las cárceles nacionales se poblaban
de ciudadanos desviados; los depósitos posmodernos, de
escoria insignificante. De ahí la consigna penitencial canó-
nica: que se pudran en la cárcel. En los depósitos no están
los transgresores sino los impotentes. Que se pudran es dis-
tinto de que aprendan. La cárcel nacional
duramente resocializaba y subjetiva-
ba con temibles dispositivos de nor-
malización. La cárcel administrativa
desubjetiva duramente la carne iner-
te que va a pudrirse en sus depósitos.
Así, los depósitos están más cerca de
la perrera que de los establecimientos
correccionales”4.
En la década de los sesenta apa-
rece una severa crítica al modelo co-
rreccional, en ese momento se pone en evidencia que las
cárceles no corrigen ni curan sino que producen más y más
reincidencia. A pesar de la vigencia del modelo de Estado
de bienestar, las tasas de reincidencia seguían siendo altas,
las cárceles no eran más que una fábrica de delincuentes y
delitos. El fracaso del modelo correccional hizo surgir una
propuesta de menos cárcel y penas alternativas porque la
primera produce delincuentes, hay una tendencia a la bús-
queda de penas sustitutorias al menos para los delitos me-
nores.5
(…) Te tengo que contestar desde lo subjetivo (…) ¿para qué sir-
ven las cárceles? … para generar… más resentimiento social… para
marcar más las brechas, o sea, las que existen en esta sociedad de
mierda… para deshumanizar a la persona (…) para denigrar a la
persona, para marcar que es lo peor de la sociedad, que está recon-
tramil… excluido de todo… alienado… que es lo peor de la sociedad.
(Magdalena)
Deberían servir, justamente… que aquellas personas quehan
cometido, digamos, actos que la sociedad considera condenables,
puedan rever lo hecho, replantearse por qué hicieron lo que hi-
cieron… y tratar de mejorar su convivencia con la sociedad. (…)
Ahora para qué sirven, creo yo es un negocio. Sirve para ocultar
la marginalidad que crea un sistema social completamente injus-
to… eh… y sirve para tranquilizar la conciencia de un sector de la
sociedad que estigmatiza, digamos, al delincuente, y lo convier-
te solamente en un ser que no merece… que no merece andar por
las calles, digamos, y pone todos los misiles sobre él, claramente,
es decir, pero montando todo un negocio alrededor, donde está
prendido el Estado, donde están prendidos los abogados, eh… pero
nada más que para eso(Darío)
En la cárcel de Devoto hay varias modalidades de traba-
jo, los que están a punto de cumplir sus condenas pueden
“salir” a los patios externos, a las rejas y trabajar en obras
de construcción o en el taller de moto-
res, donde reparan los autos de los
penitenciarios. En cambio los demás
se hacinan en los talleres de bolsitas,
cumplen horarios muy temprano en
la panadería o en la carnicería donde
se fracciona la poca carne que des-
pués se distribuye en los pabellones.
Si analizamos la cárcel como dis-
positivo disciplinario, podemos decir
que estas instituciones se caracterizan
por: un estricto empleo del tiempo, un sistema de prohi-
biciones y obligaciones y un conjunto de prácticas correc-
cionales para la vigilancia continua sobre los sujetos.6 En
referencia a este último punto las requisas cumplen con el
vigilar: son entradas compulsivas de un grupo de peniten-
ciarios que ingresan golpeando palos contra las rejas, con
chalecos antibalas y cascos, destruyen las pertenencias de
los internos, a veces les roban sus teléfonos móviles que
después les venden a los mismos internos. Nos tocó presen-
ciar un episodio en el año 2012, en el que por primera vez la
requisa entró a la escuela, no esperó a que los docentes sa-
liésemos de las aulas, nos arrinconó pasando por la fuerza.
Cárcel de Devoto.
Te tengo que contestar
desde lo subjetivo (…)
¿para qué sirven las cárceles? …
para generar…
más resentimiento social…
para marcar más
las brechas (...).
Voces Recobradas
10
Tratamos de no mirarlos, porque tenemos que saludarlos
todos los días. Cuando se fueron dejaron los muebles da-
dos vuelta y rompieron material escolar. En ese momento
vivenciamos lo que debían sentir nuestros alumnos al ver
violentadas sus pertenencias.
El sistema educativo y la educación en contexto
de encierro
“La escuela en contextos de encierro funciona a modo de
una institución dentro de otra y supone conjugar prácticas
y marcos normativos entre el sistema penitenciario y el
sistema educativo con lógicas de funciona-
miento diferentes: en el primero la del
castigo y el disciplinamiento, fundan-
te del derecho penal y las prisiones; y
en el segundo la lógica del desarrollo
integral de los sujetos, fundante de la
educación.7
En nuestro país el sistema educa-
tivo de nivel secundario es obligatorio
por ley desde el año 2006 durante el
mandato del presidente Néstor Kirch-
ner.
La escuela de adultos funciona desde la década de 1970,
en un primer momento dependía de la DINEA8, y los centros
educativos tenían convenios con sindicatos o asociaciones,
sobre todo para la cuestión de las sedes, ya que ninguno
tenía edificio propio. En esos momentos existía una econo-
mía de pleno empleo y los alumnos terminaban la escuela
secundaria para ascender en sus trabajos. La educación y
la política educativa son relejos de la ideología imperante
en la década de los 90. Con la llegada del neoliberalismo
al poder se sanciona, en 1993, la Ley Federal de Educación,
se descentraliza el sistema educativo y cada municipio y/o
provincia debía hacerse cargo de la educación en su territo-
rio. Así los CENS9 pasaron a depender de las jurisdicciones
locales. En el caso de la ciudad de Buenos Aires primero
fue la jurisdicción municipal y luego la del gobierno autó-
nomo. Las entidades conveniantes dejaron de funcionar, la
mayoría de los alumnos perdieron su trabajo y la educación
dejó de ser un medio de ascenso social. La población esco-
lar cambió su perfil y se cubrieron las vacantes con alumnos
que eran expulsados de la escuela media de adolescentes.
En esos momentos los docentes nos beneficiamos por-
que dejamos de ser contratados y pasamos a ser titulares
dentro del sistema, lo que nos daba estabilidad laboral. Al
trabajador en contexto de encierro esta estabilidad no lo
alcanza porque la mayoría es contrata-
do, lo que significa un retroceso en las
condiciones laborales.
En referencia a la dependencia de
Devoto hay una situación dual y poco
clara: los títulos o certificados de los
alumnos son emitidos (al menos hasta
el 2011) por el CENS 24, en cambio los
docentes y coordinadores formamos
parte de un Programa llamado Socio
Educativo que depende de la DEAyA10.
La ley nacional que mencionamos al comienzo en su
capítulo  se refiere específicamente a la educación en
contextos de privación de la libertad y dice que “el ejercicio
de este derecho no admite limitación ni discriminación al-
guna vinculada a la situación de encierro, y será puesto en
conocimiento de todas las personas privadas de libertad,
en forma fehaciente, desde el momento de su ingreso a la
institución.11
Cabe aclarar que, hasta la aplicación de dicha ley, la
escuela formaba parte del servicio penitenciario y quienes
dictaban clases eran los integrantes del sistema carcelario.
¿Cuáles son los objetivos de la educación en con-
textos de encierro?
Para responder esta pregunta tenemos dos tipos de res-
puesta. La primera tiene que ver con lo que está escrito
desde la currícula oficial: desde garantizar el cumplimiento
de la escolaridad obligatoria hasta contribuir a la inclusión
social de las personas privadas de libertad a través del ac-
ceso al sistema educativo y a la vida cultural. En el texto de
Herrera y Frejtman, editado por el Ministerio de Educación
de la Nación, las autoras sostienen que la política educati-
va apunta a un proceso de restitución de derechos que han
sido vulnerados y, por consiguiente, incidido en las trayec-
Cárcel de Devoto.
En esos momentos existía una
economía de pleno empleo y los
alumnos terminaban la escuela
secundaria para ascender en
sus trabajos. La educación y la
política educativa son reflejos de la
ideología imperante (...)
Revista de Historia Oral 11
torias de vida y configuración de las identidades de las per-
sonas con las que trabajamos. El trabajo que se desarrolla
desde el Estado siempre pone en juego una dimensión éti-
co política. Educar puede convertirse en una acción para la
liberación o una pieza más del aparato disciplinador.
“La escuela en estos ámbitos porta la posibilidad de un
futuro, de la efectivización concreta y cotidiana de los de-
rechos humanos, de la recuperación de la palabra y de la
historia (propia y colectiva)”.12
Pero nos interesa más la segunda opción. Según los in-
ternos las respuestas a este interrogante pueden ser que es
un medio más para obtener puntos y de esta manera redu-
cir el tiempo de encierro. Otros asisten a
la escuela con el objetivo de superarse
en lo personal.
En una oportunidad los alumnos
trabajaron en la creación de un emble-
ma sobre lo que representa la escuela
para ellos: la mayoría lo identificó con
cadenas rotas, la libertad. “No se tra-
ta de estudiar para –rehabilitado- in-
gresar en el circuito social al salir de
la prisión. Se trata de intervenir en la
condición de los prisioneros allí donde
son prisioneros: dentro de la cárcel”13.
Según la óptica de los docentes, algunos estamos com-
prometidos con el crecimiento y superación de los alumnos
a través de la educación, para otros es solamente un trabajo
más, y otros elijen “contextos de encierro” porque trabajan
menos horas y cobran más.
El objetivo de la educación… eh… colaborar con la persona, para
que pueda abrir su cabeza… te hablo desde el punto en que lo hago
yo ¿no? Darles la oportunidad que no tuvieron quizás afuera, des-
de el afuera. Darles lo que la sociedad quizás les negó en algún
momento. Demostrarles que… que realmente pueden. Que tienen
el mismo derecho que cualquier otra persona, porque son perso-
nas, porque nunca dejaron de serlo (…) Poder tener un espacio de
libertad dentro de ese encierro… poder progresar, poder pensar
desde otro lugar (Magdalena)
Creo yo que lo bueno que por ahí hacemos es que es un lugar en
donde el estudiante siente que alguien lo escucha, siente que su
palabra, por ahí, tiene cierto valor. Pero creo que si nos tenemos
que replantear cuál es el objetivo y juntamos a todos los docentes
y empezamos a hablar uno por uno, creo que va ser muy distinto
el objetivo, no hay como un objetivo claro (…) Porque en realidad,
por un lado estamos muy solos, porque todos los otros factores del
Estado, que por ahí deberían funcionar, no funcionan (…) Inten-
tamos que esa persona acceda a, en principio, a replantearse su
situación personal, es decir, a través del conocimiento, no es que
les llevamos el conocimiento sino que el conocimiento es para mí
una excusa para que la persona empiece a mirarse a sí misma y
ver en algún punto por qué está donde está. Pero después de ahí es
todo una mentira… (Darío)
Para el servicio penitenciario la entrada de la escuela en la
cárcel significó un nuevo foco de tensión y mayor trabajo,
porque tienen que movilizar a los internos dentro del pe-
nal y también estar pendiente que en
los horarios de clases no salgan de la
escuela y no deambulen dentro de
los pabellones a los que llegan tran-
sitoriamente. Nuevo foco de tensión,
además, porque los penitenciarios
no ven con buenos ojos que los pre-
sos tengan determinados derechos.
“Diariamente circulaba entre los de-
tenidos la posibilidad de otros vín-
culos que los propuestos por la aglo-
meración carcelaria. La condición de
estudiante, inconcebible en el espacio
panóptico, generada por los prisioneros mismos, les pro-
porcionaba una humanidad que el depósito en general
tiende a cancelar.14
Según la óptica de los
docentes, algunos estamos
comprometidos con el crecimiento
y superación de los alumnos
a través de la educación, para
otros es solamente un trabajo
más, y otros elijen “contextos de
encierro” porque trabajan menos
horas y cobran más.
María Rosa.
Voces Recobradas
12
Por otra parte los alumnos del nivel secundario no tie-
nen los mismos derechos que los de nivel universitario. Por
ejemplo no está permitido por ley el traslado de un interno
a otra unidad carcelaria mientras cursa estudios universita-
rios, en cambio los alumnos del CENS pueden ser traslada-
dos en cualquier momento, por lo que la continuidad de sus
estudios depende del lugar de destino.
La escuela secundaria llega a Devoto
En el 2009 por primera vez se separa la educación secun-
daria del servicio penitenciario, todo comenzó con tres cur-
sos solamente en el módulo 1. Comenzar
esta tarea era hacer que los guarda-
polvos blancos, recurso o requisito
único para diferenciar a los civiles del
resto de los trabajadores de este siste-
ma, entraran dentro del penal. En ese
momento había solo un profesor por
materia. En 2013 la demanda de los
alumnos hace posible que se trabaje
en 4 módulos y haya 300 alumnos ins-
criptos y 32 docentes llevando adelan-
te esta tarea.
Es difícil describir que son los mó-
dulos, son cuatro centros educativos que funcionan dentro
de los pabellones, excepto el módulo denominado “educa-
ción” que es diferente porque no está dentro de un pabellón
como el resto.
Los pabellones son los espacios geográficos donde es-
tán los internos, organizados según los delitos, o si son ex-
tranjeros o no, etc. En el módulo 1, por ejemplo, se encuen-
tran los internos extranjeros que cometieron algún delito
dentro de nuestro país. En el módulo 2 están los internos
más jóvenes, de los cuales la mayoría cometieron delitos
de robo y son personas afectadas por las drogas. Este lugar
se hizo conocido por varios motivos: en plena dictadura
militar hubo una revuelta llamada “de los colchones”, en
el pabellón 7 que aún hoy es estigmatizado. Sus muertos
son recordados en una placa que está a la entrada del penal,
colocada recién en el 2012, y por dos letras de un grupo de
rock liderado por el Indio Solari, que tenía un amigo perso-
nal involucrado en dicho episodio15. El módulo 3 es llamado
el de los ancianos porque asisten los alumnos mayores con
dificultades de salud, que no pueden subir y bajar escaleras.
El módulo 4 se llama “educación, porque originalmente
la escuela primaria funcionaba allí y por costumbre quedó
esa designación. Es muy especial dado que este módulo no
está en un pabellón, sino en la entrada de lugares denomi-
nados “celulares”, celdas muy pequeñas para pocas perso-
nas donde se encuentran aislados los presos más peligro-
sos. En este módulo no entra la requisa, y los docentes no
tenemos acceso a estos espacios.
El sistema educativo funciona como los CENS del mun-
do exterior: hay una coordinadora general y coordinadores
de cada módulo. La escuela funciona con el sistema pre-
sencial y por materias cuatrimestrales. De este sistema
particular está a cargo el CENS 2416. Para los docentes es
muy enriquecedor porque se trabaja en
equipo y se comenta la realidad de
cada alumno, sobre todo si asisten a la
cursada o no.
Al cierre de cada cuatrimestre se
hace un cierre por equipo y por alum-
no para hacer una evaluación que no
sea meramente académica. El sistema
de evaluación tiene dos aristas: la pu-
ramente educativa y la que realiza el
sistema penitenciario. Dicho sistema
requiere de la escuela un informe en el
que conste si el alumno asistió a clase o
no, y si aprobó o no. A pesar de los reiterados reclamos del
sistema por proveer, además, una evaluación de la conduc-
ta, se dejó en claro, tanto desde los docentes como desde
los coordinadores, que no corresponde que la escuela brin-
de esa información.
Los programas de las asignaturas se realizan por curso
y por materia en equipos docentes, para unificar los conte-
nidos, dada la movilidad que hay dentro del penal. En cual-
quier momento los alumnos pueden ser trasladados den-
tro del mismo y esto no debe perjudicarlos en la cursada.
Los materiales de estudio son provistos por los propios
docentes, ya que cuentan con una fotocopiadora que sos-
tienen con un aporte mensual para el alquiler de la misma
y para el papel necesario. Se está, además, en medio de un
conlicto político, dado que la escuela depende del gobier-
no de la ciudad de Buenos Aires, y el penal, con el servicio
penitenciario, depende del gobierno nacional; ambos go-
biernos están claramente enfrentados17, ya que el primero
tiene una orientación de centro derecha y el segundo, su-
puestamente, de izquierda (simplificando las posiciones).
Este enfrentamiento hace que los únicos perjudicados sean
los alumnos.
(...) no está permitido por
ley el traslado de un interno a
otra unidad carcelaria mientras
cursa estudios universitarios,
en cambio los alumnos del
CENS pueden ser trasladados en
cualquier momento, por lo que
la continuidad de sus estudios
depende del lugar de destino.
Revista de Historia Oral 13
La selección de los docentes no tiene un criterio espe-
cial, no hay una preparación previa y en algunos casos no
es el título docente un requisito excluyente. Esto dificulta
el trabajo con los alumnos porque algunos colegas no están
comprometidos con la tarea sino que, como mencionára-
mos antes, aceptaron trabajar en Devoto porque las ven-
tajas en relación horario remuneración eran convenientes,
derechos que se han ido perdiendo por la inacción de la
coordinación general y la DEAyA.
Algunas relexiones finales
De las varias preguntas que nos hicimos al principio, que-
remos hacer hincapié, al menos en esta primera aproxima-
ción, en aquellas que plantean si la educación es una alter-
nativa para evitar la reincidencia y de qué manera cambia
la perspectiva de estos individuos.
… ¿para qué sirve la educación dentro de las cárceles? Me pa-
rece que… que les sirve a ellos para entender que… el porqué
de la desigualdad social, el porqué la sociedad actúa así para
con ellos, entonces salen ellos con otra mirada. Es muy difí-
cil la reinserción en sí, porque la sociedad en la que vivimos es
así, nunca va a aceptar a quien estuvo privado de la libertad,
y nunca les va a dar posibilidades (…) Ojo! Tenemos muchos
alumnos que salieron y que siguen estudiando y… no vamos a
generalizar decir no, no se reinsertan, no sirve para una mier-
da lo que hacemos. Pero sí, me parece que… al contrario, que
sí, que sirve. Tenemos alumnos que siguen estudiando, que
fueron a trabajar. Ojalá la sociedad pudiera abrir más puertas
para que puedan hacerlo con más posibilidad. No les es fácil,
pero sí, sirve (Magdalena)
El término reinserción es una propuesta desde el poder
dominante que pone el acento en el sujeto como respon-
sable del delito y, por lo tanto, merecía un tratamiento.
Hoy en día las sociedades deben hacerse cargo de que
las cárceles siguen teniendo una función de castigo que
le impiden al individuo pensarse a sí mismo como una
persona capaz de superar la situación social que lo llevó
al delito. La educación en ese contexto es más un acto de
voluntariado que una posibilidad de cambio. Si nuestra
sociedad se plantea hoy el cambio de un código penal con
premisas que el primer mundo se planteaba en la déca-
da de los sesenta y la mayoría de la gente sigue pidiendo
mano dura, la educación en contexto de encierro es un
trabajo a contracorriente.
No creo que la cárcel resocialice a nadie (…) creer que con el título
secundario va a salir y va a buscar trabajo… Nosotros somos ple-
namente conscientes de que eso sobre un 90 por ciento de los ca-
sos, eso no pasa, porque ya los antecedentes judiciales que tenga
esta persona le van a cerrar millones de puertas… (Darío)
Es muy difícil pensar que la educación sirve para reinser-
tar al interno en esa sociedad de la que, en realidad, nunca
dejó de estar.
De todas maneras, seguimos siendo optimistas y segui-
mos creyendo que la educación es el camino. Nos alienta
ver que, en algunos casos, los optimistas son ellos, los pre-
sos: “Comprendimos, por fin, el verdadero significado de
aquella frase que dice: ‘Si la historia la escriben los que ga-
nan, eso quiere decir que hay otra historia…’ ¡Gracias! Por
enriquecer nuestros conocimientos semana a semana.18
… yo acá como siempre estudiando y si Dios quiere ya
en 2 meses termino el secundario, me gustaría mucho si
María Rosa.
Voces Recobradas
14
está dentro de sus posibilidades que sea usted quien me
entregue el diploma de egresado (…) Le comento que no me
fue bien en el juicio, pero eso no me impide seguir positivo
y progresando. Son etapas que uno tiene que ir superando
(…) siempre se le encuentra el lado bueno para continuar
luchando19
… te cuento un poquito de mi sigo con mi hermosa novia
peleandola para salir de este lugar y tratar definitivamente
de cambiar, otra vida meresco soy joven y no la puedo dejar
pasar. Por otro lado en el cole ando medio lojo pero te pro-
meto que voy a repuntar y voy a terminar este cuatrimestre
así puedo recibirme ojalá puedas estar presente” (sic).20
Si tenemos que cerrar con una relexión final, a pesar de
nuestro optimismo, consideramos que la escuela dentro de
la cárcel, en este momento, es solo un espacio de libertad
para el preso.
“El preso-estudiante, si bien está preso, no es preso –vo-
luntad única del actual sistema carcelario- sino estudian-
te. El preso-estudiante no es universitario –es decir, futuro
profesional-, sino estudiante actual”.21
Notas
————— ————— ————— ————— ———----—— ———— ————— ———
1. Michel Foucault, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Buenos
Aires, Siglo , 2013, p. 271.
2. Paloma Herrera y Valeria Frejtman, Pensar la educación en contex-
tos de encierro: primeras aproximaciones a un campo en tensión, Buenos
Aires, Ministerio de Educación de la Nación, 2010,
p. 70.
3. Ignacio Lewkowicz, Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de la
luidez, Buenos Aires, Paidós, 2004, p.127.
4. Ibídem, p.136.
5. Paloma Herrera y Valeria Frejtman, op. cit., pp. 83 - 84.
6. Ibídem, p. 74.
7. Alicia Messina, “Educación en contexto de encierro como pauta
de resociabilización, en http://new.pensamientopenal.com.ar/si-
tes/default/files/2013/06/situ10.pdf. Fecha de consulta: 6 de febrero
de 2014, p. 3.
8. Dirección Nacional Educación del Adulto.
9. CENS: Centro Educativo de Nivel Secundario para adultos.
10. Dirección de Educación del Adulto y del Adolescente.
11. Ley de Educación Nacional N° 26206 artículo 55.
12. Paloma Herrera y Valeria Frejtman, op. cit., pp. 123 a 125.
13. Ignacio Lewkowicz, op. cit., p. 142.
14. Ibídem, p. 141.
15. Dichos temas musicales son: Pabellón séptimo (Relato de Hora-
cio) y Toxi-Taxi.
16. Si un alumno sale en libertad puede terminar sus estudios en
este CENS.
17. N. de la R.: Este texto se escribió entre 2014 y principios del 2015.
18. Fragmento de una carta entregada en mano por dos presos a
una profesora. Octubre de 2011.
19. Fragmento de una carta entregada por un preso a una profesora.
Mayo de 2013.
20. Fragmento de una carta entregada por un preso a una pro-
fesora. No está fechada, pero la profesora confirma que fue en el
2013.
21. Ignacio Lewkowicz, op. cit., p. 145.
Bibliografía
————— ————— ————— ————— ———----—— ———— ————— ———
Bauman, Zigmunt, Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias,
Buenos Aires, Paidós, 2008.
Foucault, Michel, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Buenos
Aires, Siglo , 2013.
Herrera, Paloma y Valeria Frejtman, Pensar la educación en contextos
de encierro: primeras aproximaciones a un campo en tensión, Buenos Ai-
res, Ministerio de Educación de la Nación, 2010.
Lewkowicz, Ignacio, Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de la
luidez, Buenos Aires, Paidós, 2004.
Ley de Educación Nacional N° 26206, artículo 55.
Messina, Alicia, “Educación en contexto de encierro como pauta
de resociabilización, en http://new.pensamientopenal.com.ar/
sites/default/files/2013/06/situ10.pdf. Fecha de consulta: 6 de fe-
brero de 2014.
María Rosa.
Revista de Historia Oral 15
Educación en contexto
de encierro. La escuela
secundaria en el penal
de Devoto de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires
LOIÁCONO, María Rosa
La sociedad genera distintos espacios donde
arrumbar a los seres que le resultan peligro-
sos, las cárceles son uno de ellos. Debemos
encerrar a los monstruos para que nonos re-
cuerden quiénes somos o qué hicimos, porque
los delitos no son individuales, son hechos so-
ciales.
Recién en el año 2009 la educación secundaria
de la CABA logró penetrar esos muros, atrave-
sar las rejas.
Entrar en una cárcel no es una tarea más, re-
quiere de fuerzas, del abandono de los prejui-
cios de la sociedad y del discurso dominante,
requiere de altruismo, que se deje de lado qué
hizo el otro, para dar paso al qué queremos ha-
cer junto al otro. Sin dudas, los de adentro y los
de afuera seremos modificados por este ejer-
cicio y tenemos que estar dispuestos a dejar
que eso ocurra. Aquellos porque encontrarán
un espacio de libertad que no tienen en otro
ámbito del penal, y nosotros porque reapren-
demos día a día a buscar nuevas estrategias
para derribar barrotes.
¿De qué manera la educación cambia la pers-
pectiva de estos individuos? ¿Es posible que
confíen en los docentes sin sentirlos parte del
sistema penitenciario? ¿La educación es una
alternativa para evitar la reincidencia? ¿Se
reintegra un individuo a la sociedad o nunca
estuvo fuera de ella?
Son parte de las preguntas que nos motivaron
a escribir sobre lo que en nuestro país se dio en
llamar educación en contextos de encierro.
Partiendo de estos interrogantes y a través de
algunas entrevistas realizadas a distintos pro-
tagonistas de esta modalidad de educación, se
intenta dar algunas respuestas.
Education in context of
confinement. The secondary
school in the penal one of
Devout of the Autonomous City
of Buenos Aires
LOIÁCONO, María Rosa
The company generates diferent spaces where
to put aside the beings who him turn out to
be dangerous, the jails are one of them. We
must enclose to the monsters in order that we
are not remembered whom we are or what
we did, because the crimes are not individual,
they become social. Newly in the year 2009 the
secondary education of the CABA, managed to
penetrate these walls, to cross the gratings.
To enter a jail is one more task, needs of forces,
of the abandon of the prejudices of the company
and the dominant speech, needs of altruism,
needs that there is let of side what did other
one, to give step what we want to do together
with other one. Without doubts, them of in and
them of out we will be modified by this exercise
and we have to be ready to allow that it should
happen. Those because they will find a space of
freedom that they do not have in another area
of the penal one, and we because we re-learn
day a ter day to look for new strategies to knock
down bars.
Of what way does education change the
perspective of these individuals? Is it possible
that they trust in the teachers without they be
feeling by part of the penitentiary system? Is
education an alternative to avoid the repetition?
An individual returns to the company or it
was never out of her? They are a part of the
questions that motivated us to writing on what
in our country was given in calling education in
contexts of confinement. Departing from these
questions and across some interviews realized
to diferent protagonists of this modality of
education, some answers are tried to give.
Educação no contexto do
confinamento. Ensino médio
na prisão Devoto da Cidade
Autônoma de Buenos Aires
LOIÁCONO, María Rosa
A sociedade gera diferentes espaços onde es-
conder os seres que são perigosos, cadeias são
um deles. Devemos prender os monstros para
que eles não nos lembrem quem somos ou o que
fizemos, porque os crimes não são individuais,
são fatos sociais.
Somente no ano de 2009 o ensino médio da
CABA, conseguiu penetrar nessas paredes, atra-
vessar as grades.
Entrar numa prisão não é outra tarefa, requer de
coragem, o abandono dos preconceitos da so-
ciedade e do discurso dominante, exige altruís-
mo, exige que deixemos de lado o que o outro
fez, para abrir caminho a aquilo que queremos
fazer junto ao outro. Sem dúvida, os que estão
de dentro e os de fora seremos modificados por
este exercício e temos que estar dispostos a dei-
xar que isso aconta. Os de dentro porque eles
encontrarão um espaço de liberdade que eles
não têm em outra área da prisão, e nós porque
reaprendemos dia a dia para procurar novas es-
tratégias para demolir as barras.
Como a educão muda a perspectiva desses
indivíduos? É possível que eles confiem nos pro-
fessores sem se sentirem parte do sistema pri-
sional? A educação é uma alternativa para evitar
a reincidência? Um indivíduo é reintegrado à
sociedade ou ele nunca esteve fora dela?
Eles f a zem par t e da s que st ões qu e nos mot ivar am
a escrever sobre, o que em nosso país, foi chama-
do “a educação em contextos de confinamento”.
A partir destas questões e de algumas entre-
vistas realizadas com diferentes protagonistas
desse tipo de educão, tentamos dar algumas
respostas.
Entrevistas
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Magdalena, 30 años, docente en Técnicas y Prácticas Contables
en la Cárcel de Devoto. Realizada por María Rosa Loiácono.
Darío, 36 años, docente en Letras en la Cárcel de Devoto. Realiza-
da por María Rosa Loiácono.
Zulma, 46 años, coordinadora del módulo de Educación en la
Cárcel de Devoto. Realizada por María Rosa Loiácono.
Claudia, docente en Ciencias Jurídicas en la Cárcel de Devoto.
Realizada por María Rosa Loiácono.