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El exilio
en la infancia:
Experiencias de niños
argentinos exiliados en
México entre 1976 y 1983
Silvana Casal
Universidad Michoacana
de San Nicolás de Hidalgo
Algunas características del país de acogida
En este apartado analizo algunas características y estructu-
ras del país que da refugio, con la finalidad de comprender
las particularidades del lugar al que llegaban los niños, de
la mano de sus padres. Esto con la intención de contextua-
lizar la llegada a México, que implicaba reacomodamientos
a nivel personal y familiar; y de comprender las potenciales
posibilidades que encontraban los adultos, para desarrollar
la vida que se les imponía como producto del exilio e incor-
porar a sus hijos en esta nueva dinámica.
Miles de argentinos: hombres, mujeres y niños1, llegaron
a tierras mexicanas entre 1976 y 1983 (incluso algunos años
antes del golpe de Estado, dadas las difíciles características
políticas del momento en la República Argentina) comen-
zando a veces la angustiante experiencia que representa el
destierro.
Los exiliados argentinos que llegaron a México, lo hicie-
ron en medio de una política exterior mexicana de solidari-
dad y de apoyo a los desterrados latinoamericanos. Pero el
país que abrió sus puertas, presentaba ciertas contradiccio-
nes y contrastes que sorprendía a los recién llegados. Por un
lado era un país con una fachada democrática y por otro, con
gran solidaridad en el plano internacional. Era el México que
reprimía a los estudiantes en 1968 y a su vez era el país soli-
dario y abierto ante los exiliados.2
México, para los argentinos recién llegados, representa-
ba en muchos casos la posibilidad real de continuar la vida,
obteniendo una seguridad que Argentina les negaba. Pero
de acuerdo al planteo de Alberto Aziz Nassif, México no fue
un país democrático durante el siglo , dado que los parti-
dos políticos no tenían alternancia en el poder. México era
un país autoritario. El Partido Revolucionario Institucional
(PRI)3 producto de la Revolución Mexicana, cumplió seten-
ta y un años en el poder en el año 2000 y funcionó como un
partido hegemónico de Estado, sin un esquema de compe-
tencia política, con un control absoluto del gobierno sobre
los procesos electorales, desviando claramente los objetivos
y valores de la Revolución.4
En esta “etapa de partido hegemónico” definida por Aziz
entre 1963-1976, la legitimidad no estuvo basada en las urnas
y la falta de competitividad fue casi natural para el poder. No
existía espacio para la oposición, por lo que las condiciones
para la disputa política eran absolutamente desiguales, in-
equitativas y prácticamente inexistentes. Además la diná-
mica autoritaria del régimen, se traducía en un ejército que
tomaba el control de las ciudades y encarcelaba dirigentes
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Una característica singular del período del partido he-
gemónico, fue que no existía una conexión ciudadana entre
el sistema electoral y temas conlictivos de la vida pública;
de hecho, las elecciones presidenciales posteriores al mo-
vimiento estudiantil de 1968, transcurrieron como si nada
hubiera pasado el 2 de octubre en Tlatelolco. Si bien el Mé-
xico de los ciudadanos existió, nunca fue dominante y se vio
obligado a actuar dentro de un rango muy estrecho. En el sis-
tema creado por la Revolución, el estado de derecho fue un
mero proyecto, que no se consolidó en la práctica.
Los sucesos de 1968, fueron para la historia mexicana
del siglo  un punto de inlexión, un parte aguas que ce-
rró una etapa del proceso histórico del
país y abrió una nueva. El movimiento
estudiantil de ese año, puso en duda
la legitimidad del sistema político
de manera contundente. Implicó un
cuestionamiento del statu quo, que los
sectores de poder asumieron como pe-
ligroso, dado que fue un reto no solo al
presidente, sino a toda la estructura de
poder, de autoridad y de privilegios. El
movimiento del 68 fue un desafío a la
legitimidad del sistema autoritario de
México, resultado de la consolidación del
proyecto de la facción vencedora de la Revolución de 1910,
que cristalizó en el monopolio del Estado por más de siete
décadas. Lorenzo Meyer sostiene que la represión llevada a
cabo por la policía y el ejército en la tarde del 2 de octubre de
1968, puede interpretarse como el inicio de la etapa final del
régimen posrevolucionario.10
El ex presidente Díaz Ordaz, en una conferencia de pren-
sa, en la que se lo consultó sobre el 68 dijo: “De lo que estoy
más orgulloso es del año de 1968, porque me permitió servir
y salvar al país del desorden, del caos, de que se terminaran
las libertades que disfrutamos… no tengo las manos man-
chadas de sangre.11
La sombra de este episodio persiguió justamente, a los
cinco siguientes presidentes del PRI y determinó el inicio del
derrumbe del consenso autoritario en el que se había apoya-
do el sistema político.
Desde el punto de vista económico, aquella crisis políti-
ca del 68 se dio en un contexto de alto crecimiento, combi-
nado con baja inlación, llamado “desarrollo estabilizador”
que se mantuvo hasta 1973. Enrique Krauze sostiene que
hacia 1970, es decir, finalizando el período de Díaz Ordaz, la
inlación promedio fue del 2,6%, el tipo de cambio se man-
de la oposición. El sistema estaba totalmente cerrado, no
existía posibilidad de alternancia y competencia con equi-
dad. Durante esta etapa de partido hegemónico, hubo tres
elecciones presidenciales: en 1964 ganó Gustavo Díaz Ordaz
con el 88,8% de los votos (PAN 5 10,9%). En 1970 ganó Luis
Echeverría con el 86 % de los votos (PAN 13,9%) y en 1976
ganó José López Portillo con el 100% de los votos.6
El poder lo tenía el presidente de turno y no era compar-
tido con el Congreso ni con el Poder Judicial. Era el Ejecutivo
Federal el que concentraba los recursos en detrimento de los
estados y municipios; los candidatos del PRI eran ganadores
antes de las elecciones, la oposición era incapaz de imponer-
se en algún comicio y en el caso excep-
cional de que lo lograra, no era recono-
cido, porque para acceder a los puestos
de poder era necesario ser reclutado
por el PRI. Pese a esto, los discursos ofi-
ciales, hablaban de un país democráti-
co, legal, federal y republicano 7. Del Vi-
llar plantea: “El control extraordinario
sobre el proceso político en su conjunto
que confería al presidente en funciones
las potestades supremas –pero incons-
titucionales– de elegir e imponer a su
sucesor, manipular el proceso electoral
y decidir así sobre el futuro político más allá de su período,
consolidaba el absolutismo presidencial.
Héctor Aguilar Camín plantea que en el México del pe-
ríodo estudiado, se diferenciaba claramente un país legal de
un país real. El primero despreciado, burlado, respetado solo
en la forma y transgredido en el fondo. El segundo, el que
practicaba la democracia a cuentagotas, la justicia con crite-
rios estamentales, el voto como una práctica de manipula-
ción y la ilegitimidad del sistema político. Un país que poseía
desigualdades profundas y libertades ciudadanas acotadas
por el autoritarismo gubernamental.8
Aziz coincide con Aguilar Camín en que uno de los pun-
tos más importantes de la cultura política de la época fueron
la separación entre el país real y el país legal como dos uni-
versos diferentes, pero agrega que no había problemas con
esto, porque socialmente se aceptaba que una cosa era el
discurso político y otra la práctica.
Las elecciones que se desarrollaron a lo largo del siglo
XX, nunca significaron que los ciudadanos eligieran a sus
gobernantes entre una pluralidad de posibilidades, en la
práctica “el derecho a ejercer el poder nunca se dejó al azar
del voto.9
(...) uno de los puntos más
importantes de la cultura política de
la época fueron la separación entre
el país real y el país legal como dos
universos diferentes, pero agrega
que no había problemas con esto,
porque socialmente se aceptaba que
una cosa era el discurso político y
otra la práctica.
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tuvo en 12,50 pesos por dólar, cifra idéntica a la de 1954, los
aumentos salariales alcanzaban el 6% anual en términos
reales, había desequilibrio en balanza de pagos, el produc-
to per cápita creció de 300 dólares en 1958 a 700 en 1970. En
el mismo período, las reservas internacionales del país cre-
cieron de 412 a 820 millones de dólares.12 El sexenio de Luis
Echeverría (1970-1976) se encontró con un déficit en balanza
de pagos, por lo que el gobierno se vio obligado a devaluar
el peso en un 40% en relación al dólar. A partir de entonces,
se fue por la borda la política económica en la que el gasto
público era el motor de crecimiento y comenzó una etapa en
la que dicho gasto público y el protagonismo presidencial
tendrían menor injerencia, de acuerdo
al neoliberalismo que comenzaba a
imponerse a nivel mundial.
Las elecciones de 1976 favorecieron
a José López Portillo (1976-1982), quien
al asumir el cargo se enfrentaría a una
fuerte crisis económica y política, dado
que la inlación alcanzó el 27%, la tasa
más alta de los últimos veinte años, una
drástica reducción de la inversión pública y una inversión
privada que se mantuvo estancada entre 1973-1976. El déficit
gubernamental era enorme, la deuda externa alcanzó cifras
sin precedentes y el desequilibrio del sector externo era abis-
mal. Para corregir esta situación se devaluó el peso, provo-
cando entre otras cosas la fuga de capitales.13 La decisión de
Portillo fue poner en marcha políticas de ajuste, pero con el
descubrimiento de las nuevas reservas de hidrocarburos en
el sureste mexicano, que posicionaron al país como la sexta
potencia petrolera a nivel mundial, hicieron suponer al go-
bierno que las expectativas de mayores recursos resolverían
los problemas existentes, por lo que el presidente retomó
viejas políticas basadas nuevamente en el déficit fiscal, el
endeudamiento externo y su tarea central fue “administrar
la abundancia. Este período coincide con la llegada de los
exiliados argentinos a México y culmina en 1981 cuando, a
partir del aumento de la producción petrolera mundial y las
políticas de ahorro energético de los países consumidores,
hicieron que los precios del crudo bajaran drásticamente.
Comenzó la fuga de capitales y la inevitable devaluación de
la mano de una inlación que llegó al 100%. México quedó
con una deuda externa de enorme magnitud y sin recursos
para hacer frente a los compromisos externos.14
Políticamente hablando y de acuerdo al planteo de Aziz,
con las elecciones de 1976 concluía la etapa del partido he-
gemónico, como consecuencia de las limitaciones que mos-
traba el sistema político y comenzaba “la etapa de crisis del
partido dominante” (1977-1988). En 1977, la puesta en mar-
cha de una reforma política fue un inicio de apertura de un
sistema excluyente.15 Esta reforma, puede considerarse más
simbólica que real, un cambio de paradigma corporativo y
autoritario a otro electoral y democrático. Con los años to-
das las fuerzas entraron en un proceso de valorar los méto-
dos electorales y el trabajo parlamentario. Esos cambios se
intensificaron con la alternancia y la posibilidad de llegar al
poder a través del voto popular, cosa que sería posible recién
en los años 90. Esta etapa de crisis del partido hegemónico,
del Estado que plantea Aziz, se inicia con las resonancias de
varios acontecimientos importantes.
Por citar un ejemplo, después del mo-
vimiento del 68 comenzó a gestarse en
el país un cambio cultural, que rompió
con la hegemonía de la Revolución
Mexicana. Varios grupos sociales em-
pezaron a trabajar para consolidarse
como organizaciones políticas inde-
pendientes, como el partido mexicano
de los trabajadores y movimientos sociales diversos, como el
feminismo o el ecologismo. Sumado a esto nuevas visiones
del mundo circulaban alrededor de los miles de exiliados
sudamericanos y centroamericanos que llegaron a estas tie-
rras. Muchos de estos esfuerzos no corrieron por la pista del
ámbito electoral, gran parte de la política que se hacía en el
país, no circulaba a través del sistema de sufragio, sino a tra-
vés de otros canales que iban desde la guerrilla, las universi-
dades, los sindicatos o los nuevos espacios para ecologistas,
colonos, mujeres, gays.16
En México el partido dominante se desarrolló en medio
de un sistema autoritario, en el que la alternancia en el po-
der estaba cancelada, la falta de transparencia era una cons-
tante y la actividad electoral tenía un perfil de ilegitimidad.
El gobierno estaba totalmente conectado a su partido, la
oposición de izquierda era ferozmente perseguida, los me-
dios de comunicación, cooptados por el gobierno, las elec-
ciones competidas terminaban en fraude y conlicto, por lo
que el dominio no era producto de condiciones de equidad y
transparencia, sino de la utilización de los recursos públicos
y la maquinaria del Estado a favor del partido dominante.17
Desde el punto de vista social, México durante las dé-
cadas del setenta y ochenta fue un país donde, en palabras
de Aguilar Camín: “La desigualdad regía la distribución del
conocimiento.18 Por citar una cifra, en la década del ochenta
la casi totalidad de analfabetos se situaba entre los veinte
(...) después del movimiento
del 68 comenzó a gestarse en el país
un cambio cultural, que rompió
con la hegemonía de la Revolución
Mexicana.
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millones de mexicanos del mundo rural, las zonas urbanas
marginadas eran las que padecían la mayor deserción esco-
lar primaria y los sectores de clases medias y altos ingresos,
accedían a aumentos sin precedentes en educación superior
y especializada.19 De acuerdo al autor, la desigualdad, en to-
das sus formas, era el principal lastre de México. De los veinte
millones que mencionaba como analfabetos, la mitad inferior
estaba compuesta por indígenas que vivían en condiciones de
extrema pobreza y eran monolingües. La mitad superior de
esos veinte millones eran campesinos de subsistencia.20
En conclusión en las décadas del setenta y ochenta, Mé-
xico estuvo controlado por un partido político que se había
enquistado en el sillón presidencial,
que burlaba los principios que había
jurado defender, que no permitía la
competencia electoral y que además,
practicó una guerra sucia que preten-
día ser ocultada por un gobierno que
estuvo determinado a someter a quie-
nes lo desafiaran por la vía armada,21
recurriendo a la tortura, a las desapa-
riciones y asesinatos de militantes y
sus familias. Paralelamente, mientras
se llevaba a cabo esta guerra, el gobierno
alardeaba de sus posturas progresistas y de soporte al ter-
cer mundo, a través del apoyo al presidente chileno Salvador
Allende y al cubano Fidel Castro, y a la acogida de miles de
exiliados latinoamericanos que escapaban de las dictadu-
ras de sus países.22 Sergio Aguayo Quezada ha homologado
estos años de autoritarismo de los gobiernos priistas, en los
que la guerra sucia no fue un tema menor, con las dictadu-
ras del cono sur, especialmente después de la intervención del
ejército en la resolución de conlictos, dado que los métodos
utilizados contra la guerrilla incluyeron torturas, ejecuciones y
desaparición forzada de personas.23 Lo que no es posible dejar
de mencionar es que en México el ejército respondía al Poder
Ejecutivo Nacional, mientras que en el cono sur, específicamen-
te en Argentina, el poder de las Fuerzas Armadas derrocaba go-
biernos elegidos por la población en elecciones legítimas.
Las décadas del setenta y del ochenta en México, fueron
las que recibieron el mayor aluente de exiliados latinoame-
ricanos en general y argentinos en particular. Iniciaron una
nueva etapa en la historia mexicana, a partir de los sucesos
de 1968, que llevaron al largo y difícil proceso de democrati-
zación, que culminó con la construcción de un régimen mul-
tipartidista y con el fin de la hegemonía del Partido Revolu-
cionario Institucional (PRI).
Llegar a México
Como mencioné en el apartado anterior, los exiliados ar-
gentinos que llegaron a México, lo hicieron en medio de
una política exterior mexicana de solidaridad y de apoyo a
los desterrados latinoamericanos. Pero el país que abrió sus
puertas a los desterrados, presentaba ciertas contradiccio-
nes y contrastes, que sorprendían a los adultos recién lle-
gados. Era una contradicción que los exiliados argentinos
escaparan de una dictadura feroz, que imponía un sistema
autoritario y antidemocrático y llegaran a un México con una
estructura política muy rígida, también autoritaria y exclu-
yente. Era muy fuerte esta discordancia para los recién lle-
gados: el país que rescataba y abría sus
puertas a los exiliados latinoamerica-
nos, no practicaba la democracia en el
real sentido del término. Además, se
aplicaban para los extranjeros ciertas
restricciones en lo que a participación
política se refería. Es decir, todo aquel
extranjero que quisiera opinar sobre
política nacional, experimentaba la
amenaza del artículo 33 de la Consti-
tución Nacional.24 Entonces, ¿cómo fue
posible, que en el marco de una ley migra-
toria restrictiva y bajo una estructura política antidemocrá-
tica, se produjera el apoyo a los exiliados sudamericanos? Y
la respuesta se encuentra en la decisión presidencial, en la
voluntad política de continuar con la postura de Lázaro Cár-
denas de otorgar protección.25 Continuar esa política signi-
ficaba para el gobierno mexicano, mostrarse internacional-
mente como un país que respaldaba a aquellos ciudadanos
latinoamericanos que vivían en contextos dictatoriales y
ocultaba las políticas internas, que hacían de México un país
antidemocrático.
Entonces, a partir de la experiencia de la recepción de
los exiliados españoles, tanto el gobierno de Luis Echeverría
(1970-1976) como el de José López Portillo (1976-1982) conti-
nuaron con esta política y se solidarizaron con los sudame-
ricanos, incluso abriéndoles posibilidades laborales, dado
que en muchos casos, el perfil de los adultos recién llegados
de Argentina, se caracterizaba por un alto nivel académico.26
Tanto la Universidad Nacional Autónoma de México, el Co-
legio de México, el Instituto Politécnico, la Universidad Pe-
dagógica, el Centro de Investigaciones y Docencia Económi-
cas, la Universidad Autónoma Metropolitana, como muchas
otras instituciones estatales dieron cabida a los exiliados.27
Una importante comunidad de psicoanalistas pudo desarro-
Lo que no es posible dejar
de mencionar es que en México el
ejército respondía al Poder Ejecutivo
Nacional, mientras que en el cono sur,
específicamente en Argentina, el po-
der de las Fuerzas Armadas derrocaba
gobiernos elegidos por la población en
elecciones legítimas.
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llar su práctica, dado que esa especialidad no estaba todavía
del todo explorada en México. Es decir, México no solo dio
refugio sino posibilidades de crecimiento profesional.
Si bien fue la clase media profesional el grupo más des-
tacado de los exiliados, esto no significó que los sectores
populares no estuvieran presentes. El problema para co-
nocer la trascendencia de este grupo, tiene que ver con su
situación frente a las autoridades del Instituto Nacional de
Migración,28 que daba prioridad de permisos laborales a
personas con calificación profesional. Yankelevich sostiene
que personas sin estudios universitarios y sin capacitación,
podrían aparecer en los registros bajo la condición de técni-
cos o empleados de alta capacitación, sin
serlo en realidad.29 Este dato es impor-
tante dado que la persecución política
en Argentina afectó a todos los niveles
sociales y fueron los obreros el 30% de
los desaparecidos, es decir, el mayor
porcentaje estuvo representado por
sectores populares. Pero esta cifra no
se releja en el número de exiliados
obreros en México. Esto puede de-
berse a que el éxodo implicaba afron-
tar ciertas dificultades económicas:
comprar pasajes, rentar vivienda, etc.,
que los sectores bajos no podían resolver. De acuerdo a los
datos obtenidos por la CONADEP el 30,2 % de las personas
desaparecidas eran obreros, el 21% estudiantes, el 17,2 %
empleados, el 10,7 % profesionales, el 5,7 % docentes, el 5%
autónomos, el 3,8 % amas de casa, el 2,5 % ciudadanos bajo
bandera,30 el 1,6 % periodistas, el 1,3 % actores y artistas, y el
0,3 % religiosos.31
La comunidad de argentinos que se fue constituyendo a
partir de los primeros exiliados que fueron llegando desde
1974,32 fue desarrollando sus propias vías de contención para
sus connacionales. Tres fueron las asociaciones más destaca-
das en el exilio: la Comisión Argentina de Solidaridad (CAS)33,
el Comité de Solidaridad para el Pueblo Argentino (COSPA)
y la Coordinadora de Derechos Humanos. El objetivo era or-
ganizar de forma eficaz la llegada de los exiliados argentinos
a México, aunque estas asociaciones no lograron trabajar de
forma conjunta. La CAS fue fundada a inicios 1975 por los
primeros argentinos que llegaron como consecuencia de
las persecuciones de la Triple A. Respondía a diferentes ex-
periencias políticas y posiciones ideológicas, el pluralismo
constituía una de sus ideas centrales. Estuvo constituida, en
su mayoría, por intelectuales de clase media. Su trabajo era
principalmente social y cultural, por lo que fue criticada por
las otras agrupaciones, al plantear una postura que no adhe-
ría a ninguna organización partidaria y no estaba de acuer-
do con el accionar guerrillero. Su principal objetivo era la
construcción de una perspectiva democrática, no partidaria
y pluralista. Prestaba apoyo material a los expulsados como
consecuencia de la represión, y denunciaba dicha represión
en los medios que estaban a su alcance. Además de ayudar
de manera material a los recién llegados, incluso en la bús-
queda de empleo y en la regularización de sus trámites mi-
gratorios. Durante sus ocho años de existencia realizó diver-
sas actividades, no solo como referencia política sino como
centro de reunión familiar y social: asados,
cumpleaños, bautismos, casamientos,
velatorios, campeonatos de truco (un
juego de cartas), de ajedrez, cursos de
música, de karate, de historia argenti-
na para niños. Se realizaban también
ciclos de cine, foros de debate y discu-
sión, conferencias y mesas redondas de
importantes intelectuales de la época.
Incluso en 1981 se realizó la Feria
del Libro Argentino en el Exilio. Parti-
cipó también en actos solidarios, ma-
nifestaciones y marchas por la defensa
de los derechos humanos. Es importante mencionar que no
contó con financiamiento ni ayuda externa, se solventó por
la aportación voluntaria de sus afiliados. Llegó a ser la agru-
pación más numerosa del exilio, dado que entre diciembre
de 1979 y diciembre de 1980 se produjo una importante in-
corporación de peronistas no montoneros, ex montoneros y
militantes de izquierda escindidos de sus organizaciones. La
CAS funcionaba internamente en forma democrática, dado
que se realizaban elecciones, de acuerdo a su declaración de
principios, con diferentes listas de candidatos para elegir a
los representantes. Fue el organismo del exilio al cual más
exiliados se incorporaron.34
El COSPA fue fundado en febrero de 1976 como conse-
cuencia de una escisión de la CAS, dado que muchos de los
recién llegados, militantes de Montoneros, del Partido Revo-
lucionario de los Trabajadores (PRT) y del Ejército Revolucio-
nario del Pueblo (ERP), presionaron para asumir posiciones
políticas definidas alrededor de la ideología montonera.
Entre 1976 y 1978 el COSPA contó con un edificio en la calle
Roma, que fue llamado la Casa Argentina, que sirvió de ho-
tel para las familias recién llegadas y contaba con un salón
de actos, un restaurante, incluso una guardería infantil. Su
Si bien fue la clase media
profesional el grupo más destacado
de los exiliados, esto no significó
que los sectores populares no estu-
vieran presentes. El problema para
conocer la trascendencia de este
grupo, tiene que ver con su situación
frente a las autoridades del Instituto
Nacional de Migración
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actividad tuvo un fuerte tono militante y fue encabezado por
Rodolfo Puiggrós, quien simpatizaba con las ideas de mon-
toneros y poseía el apoyo de muchos intelectuales mexica-
nos y del propio gobierno.35 Cuando se produjo el golpe mili-
tar, en marzo de 1976, el Comité reaccionó inmediatamente,
denunciando los hechos y asumiendo la representación del
exiliado en México.36 Por otra parte la Agencia de Noticias
Clandestinas (ANCLA) dirigida por Rodolfo Walsh desde
Buenos Aires, era la que le enviaba los boletines de prensa
que luego eran publicados y difundidos.37 En 1979 el COSPA
comienza a desmoronarse dada la radicalización de su fun-
cionamiento: ante la ruptura de montoneros y las críticas
hacia la organización, muchas personas
fueron expulsadas por deserción o trai-
ción. Ante la muerte de Puiggrós en
1980, el final del COSPA era inminente
y fue formalmente cerrado en 1983, año
en que finalizó la dictadura en Argen-
tina y comenzó el proceso de retorno
de muchos exiliados. También la CAS
cerró en 1983.
La Coordinadora de Derechos Hu-
manos tenía como principal función la
denuncia de la represión y el reclamo por los desapareci-
dos.38 En los últimos años del gobierno militar la cuestión de
denuncia de los derechos humanos se había incrementado
significativamente. En Argentina las Madres de Plaza de
Mayo39 se movilizaban de manera constante, la Comisión
Internacional de Derechos Humanos visitó el país, Adolfo
Pérez Esquivel recibió el Premio Nobel de la Paz por su lu-
cha en defensa de los derechos de las personas, comenzaron
a ser constantes las denuncias por violaciones a los DD.HH.
ante organismos internacionales. En México, a finales de
1981 quedó constituida la “Coordinadora, conectando en su
lucha a las diversas asociaciones del exilio. Luego de la gue-
rra de Malvinas con el Reino Unido de Gran Bretaña (que se
desarrolló entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982) y ante
la inminente derrota, los reclamos de la población comen-
zaron a escucharse con más fuerza. La guerra había sido la
gota que rebasó el vaso y el gobierno dictatorial tuvo que
comenzar a pensar su retirada. Tanto en Argentina como en
México, se produjeron marchas y manifestaciones exigiendo
el llamado a elecciones democráticas. Las posibilidades de
regreso fueron diluyendo la actividad de las organizaciones
del exilio.40
En conclusión, la presencia de estas instituciones permi-
te observar que existían en México ya desde 1974 diversas
organizaciones, precarias e informales en un inicio, pero con
una estructura más sólida desde 1976, que contenía a los ar-
gentinos que llegaban y solicitaban su apoyo. Durante más
de un lustro funcionaron como albergue, como orientación,
brindando ayuda en trámites e incluso desempeñándose
como sede de encuentros y eventos sociales. Todo esto fue
posible gracias a la postura amistosa y solidaria del Estado
Mexicano, que dio un espacio y las posibilidades de desarro-
llo e inserción laboral a los recién llegados.
Los niños: percepciones y sensaciones de la llegada
Luego de esta breve pero necesaria descripción del país que
recibió a los exiliados, voy a centrarme en
los más pequeños, los protagonistas
de este artículo, quienes accedieron, ya
como adultos, a ser entrevistados para
compartir sus experiencias de infancia,
para poder llevar a cabo esta investiga-
ción.41 Estos niños,42 que llegaron a un
México solidario que brindó posibili-
dades de iniciar una vida nueva junto
a sus padres, transitaron experiencias
que atravesaron espacios nuevos, desco-
nocidos, diferentes. Algunos observaron un México exótico,
moderno; otros caótico, inmenso, extraño. El proceso de
adaptación fue lento y difícil en muchos casos.
Omar Masera decía:
Yo venía de Mendoza, que es una ciudad muy chiquita, en ese en-
tonces tenía 100.000 habitantes y aparte nosotros vivíamos… en
un pueblito (Chacras) que tenía 2.000 habitantes… y llegar al
DF… entonces yo me acuerdo que era… estaba súper contamina-
do y era enero, era época de frío y todo, y yo veía una nube súper
gris y veía casas, casas, casas, coches, coches, coches… lo del pe-
riférico… el viaducto… era una cosa interminable… yo sentía que
estaba metido en km y km de una jungla de concreto, entonces sí
me resultó muy fuerte la llegada. Además la ciudad estaba fea,
porque estaba todo con un esmog horroroso… durante varios días
fue gris (...).43
Ana R. llegó a los 5 años y coincide de alguna manera con
Omar, al decir:
(...) La sensación que tenía en ese momento al llegar acá, era que
todo era como muy grande. Muy grande y muy gris.44
Mariana Masera plantea:
(...) yo sentía que estaba
metido en km y km de una jungla de
concreto, entonces sí me resultó muy
fuerte la llegada. Además la ciudad
estaba fea, porque estaba todo con un
esmog horroroso… durante varios días
fue gris (...).
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(...) Vimos una ciudad inmensa, luces, luces, luces, no podíamos
creer que eso fuera una sola ciudad y era el DF. Y claro cuando me
dijeron México, yo me imaginaba que íbamos a llegar a un lugar
con caballos… que era lo único que habíamos visto de México, la re-
volución en el cine de la época dorada, entonces yo me imaginé que
íbamos a descubrir México. Y para colmo el hermano que estaba
acá no nos fue a buscar al aeropuerto, claro nos dijo que vivía en
una calle como Pancho Villa, ahora no me acuerdo, pero había dos
mil millones de Pancho Villa, entonces decían, ¿por insurgentes o
por reforma? Y nosotros no teníamos ni idea, entonces estuvimos
seis horas perdidos (…).45
Mariana Villada cuenta su recuerdo de la
llegada a México:
(...) Al llegar a México fue todo diferente,
difícil y más feo en el sentido de... este...
fue un, yo creo que fue un cambio radical
de esencia de vida, de (...) tener a los abue-
los, a veces ir a misa, siempre a la misa del
año en las navidades, comer los domingos,
cantar en la parroquia y pum llegar a esta
ciudad y chau todo, ¿no? 46
Y el impacto ante la nueva ciudad que se impone:
(...) Recuerdo que en el camino del aeropuerto a Villa Olímpica,
que Gaby y yo nos mirábamos, así tengo el recuerdo clarísimo, que
nos parecía concreto, concreto, concreto, edificios, feo, feo, feo, que
nosotros veníamos de Córdoba que era una ciudad de 1.200.000
habitantes, en el camino decíamos que feo, que feo, que feo.47
Estos testimonios de Omar y Mariana Masera y de Ma-
riana Villada, nos permiten relexionar acerca de la inten-
sidad de la experiencia de llegar a la Ciudad de México. La
utilización de esta forma lingüística en la que repiten estas
expresiones con una fuerte connotación negativa: “casas, ca-
sas, casas”, “coches, coches, coches”, “luces, luces, luces”, “con-
creto, concreto, concreto, “feo, feo, feo, pueden dar una idea
del impacto que representó para estos niños la llegada a la
nueva ciudad. Se trasladaron, de la mano de sus recuerdos,
a un lugar no placentero, que además les era desconocido,
ajeno, complejo, alejado de la cotidianeidad y de la sencillez
de Mendoza o de Córdoba.
El testimonio de Laura O. se separa de los primeros, dado
que expresa que llegar a México le dio tranquilidad y alivio,
porque se fue de una Argentina que sentía insegura, sobre
todo porque sus hermanos mayores y sus amigos estaban en
situación de riesgo:
Al principio la verdad es que sí me gustó, porque en mi casa (de
Argentina) se vivía ya un clima bastante, así como triste por lo
que estaba pasando con los amigos de mi hermano, que eran más
grandes.48
Esta tranquilidad la expresa contándonos que sus primeras
impresiones, tienen que ver con darse cuenta que “México
tenía más colores”, a diferencia de los grises observados en
los otros relatos. Laura vivió el aire de libertad en México,
sensación no mencionada por otros entre-
vistados.
El testimonio de Analía Somono-
lof, también refiere a un encuentro
más “amigable” con México. Había sa-
lido de Argentina a sus 4 años con sus
padres y su hermana, pero vivieron pri-
mero en París y luego en Mozambique,
por lo que su llegada a México fue a los
9 años:
La primera sensación fue que era una ciudad moderna, vamos yo
venía de Mozambique que hacía poco se había independizado, en-
tonces, este llegaba como a la gran ciudad, ¿no? O sea, por ejemplo,
no teníamos televisión en casa, en Mozambique (...) Entonces era
un país que ya tenía los grandes supermercados y las grandes ave-
nidas, no sé, todas esas cosas de la modernidad. Para mí fue como,
nada, llegar a este lugar con todo este despliegue de las calles y otro
era ... bueno, la comida, la tortilla, que aún si huelo la tortilla re-
cuerdo mis primeras sensaciones al llegar a México.49
Es posible extraer algunas conclusiones. Los cuatro prime-
ros testimonios permiten percibir recuerdos difíciles de la
llegada a una Ciudad de México descomunal, colosal, im-
presionante; se sintieron abrumados por la gran ciudad,
los asustaba, los atemorizaba, los inquietaba y a la vez los
decepcionaba; en cambio los testimonios de Laura y Analía
son más positivos. Evidentemente los motivos de la partida
de Argentina de Ana R., Omar y Mariana Masera y Mariana
Villada, son muy crudos y el impacto que produjo en ellos
fue muy fuerte. Escapaban del horror que representaba la
vida en Argentina, en cambio Laura “decidió” partir para en-
contrarse y vivir con su padre en un país nuevo. Analía, por
su parte, llegó a México luego de vivir en países con culturas
muy distintas, idiomas desconocidos e incluso niveles de de-
Para mí fue como, nada, llegar
a este lugar con todo este despliegue de
las calles y otro era ... bueno, la comida,
la tortilla, que aún si huelo la tortilla
recuerdo mis primeras sensaciones al
llegar a México.
37
Revista de Historia OralRevista de Historia Oral 37
sarrollo muy diferentes, por lo que llegar a México fue, antes
que nada, llegar a un país de habla hispana.
Claramente las causas que dieron origen a la partida (se-
cuestros, desapariciones de familiares y amigos, violencia
cotidiana) tiñen las emociones y percepciones de los entre-
vistados y las escuchamos a través de sus voces, nos hablan
de sí mismos a través de sus experiencias, mostrando una
representación propia del exilio durante la infancia.
Comenzar el nuevo proceso de adaptación
En la medida en que los días fueron pasando, se inició el ne-
cesario proceso de adaptación, en algunos casos más senci-
llo que en otros. Fue comenzar a conocer
el mundo nuevo en el que se habían
insertado. Encontrar una vivienda fue
para los adultos, un elemento clave en
este nuevo comienzo. Como mencio
anteriormente, las organizaciones del
exilio cumplieron un papel muy soli-
dario al dar hospedaje a algunos de los
recién llegados, que acudían a ellas,
hasta que encontraran una vivienda
definitiva. Tanto el COSPA como la CAS,
tenían espacios para albergar transitoriamente a los recién
llegados. Muchos llegaron a casas de familiares o amigos y
posteriormente acudían a pensiones. Geográficamente, las
zonas de viviendas de los exiliados, se relacionaban en pri-
mer lugar con los empleos encontrados, las colonias más
habitadas fueron en el Distrito Federal, La Condesa, Narvar-
te, Del Valle, Roma, Anzures, Polanco y delegaciones como
Coyoacán y Tlalpan. Gran parte se ubicó entonces en barrios
de clase media, aunque un sector importante se estableció
en viviendas precarias, dados los empleos poco calificados
que obtenían. También se instalaron en unidades habitacio-
nales al sur de la ciudad. Las más pobladas fueron Copilco 76
y 300, las torres de Mixcoac, el Altillo, los edificios Ritz y prin-
cipalmente la Villa Olímpica.50 Fue un elemento también
importante, que muchos exiliados se establecieran en estos
edificios, ya que los niños coincidían con muchas familias ar-
gentinas con hijos y comenzaron a generarse vínculos, que
ayudaron a sobrellevar los primeros tiempos de adaptación.
Julieta Ulanovsky menciona:
(...) Y después nos mudamos a la Villa Olímpica, que a mí me gus-
taba más porque era… o sea me gustaba mucho porque la pasaba
bien y estaba el club y podía moverme por ahí con tranquilidad
(…).51
El club de la Villa Olímpica era el centro de socialización, tan-
to para grandes como para chicos, dado que tenía una alber-
ca y espacios abiertos. Los fines de semana se transformaba
en el lugar de encuentro para conversar, tomar mate (bebida
tradicional argentina), sentirse contenidos y hacer amigos.
Laura O. lo describe así:
Yo no vivía en la Villa Olímpica, pero iba todos los fines de semana,
porque allí vivían los amigos de mis padres y con los hijosde ellos y
amigos mexicanos, nos la pasábamosen la alberca, jugando ping-
pong y festejando los cumpleaños con las piñatas, que para todos
los argentinos era una novedad que gustaba mucho.52
El denominador común en los niños,
del proceso de encontrar vivienda, fue
vivido como una etapa de fuertes cam-
bios.
Mariana Masera vivió de manera in-
tensa dicho proceso. Aún una vez es-
tablecidos en el departamento que su
madre rentó en Colonia del Valle, el
cambio resultaba difícil de asimilar:
Bueno yo tenía pánico de salir, me dio como agorafobia. Mis her-
manos empezaron a salir, como siempre jugaron al fútbol… ellos
salían, en cambio yo era más de estar en casa. (...) Yo recuerdo que
me costó, me costó, extrañaba muchísimo Argentina, cuando supe
que ya no íbamos a regresar me dio muuuucha tristeza, es que cla-
ro, nosotros empezamos a llorar que queríamos volver a Mendoza,
¡después de lo que habíamos vivido!, y eran mis amigas, los perros,
claro porque hasta los doce, no es que yo haya tenido otro mundo
más que mi casa, porque era cuando uno iba a empezar a hacer el
mundo más afuera de la casa, entonces de repente la casa se rom-
pe y se rompió todo… esa sensación es la que yo tuve más que mis
hermanos (…) lo que sí sé es que me agarraban depresiones, pero
hasta muuucho después (…) como que la adolescencia fue muy me-
lancólica (...).53
Mariana mencionaba la depresión como parte de su proceso
exiliar. Esta puede presentarse como una respuesta tempo-
ral ante situaciones de estrés. El estado anímico depresivo,
es bastante común en la adolescencia y se hace mucho más
intenso frente a vivencias como las que Mariana experimen-
tó.54 Ese momento de tomar conciencia, de que ya no iba a re-
gresar, fue dramático y muchos exiliados coinciden con que
esto fue casi lo peor del exilio, que provoca una sensación de
impotencia muy fuerte. Metafóricamente ese es el momen-
Yo recuerdo que me costó,
me costó, extrañaba muchísimo
Argentina, cuando supe que ya no
íbamos a regresar me dio muuuu-
cha tristeza, es que claro, nosotros
empezamos a llorar que queríamos
volver a Mendoza
Voces Recobradas
38 Voces Recobradas
38
to de abrir las maletas y poner la ropa en el closet. Comenzar
con la adaptación, natural o forzada.
Lo que representó para Mariana la partida de Argentina
y la nueva vida en México fue, de acuerdo a su testimonio,
una situación intensa. Su casa de Mendoza era su mundo y
se lo quitaron, se lo arrebataron de repente y con las heridas
abiertas tuvo que rearmarse, fortalecerse para comenzar a
vivir fuera de su zona de confort y enfrentar su propia recons-
trucción personal. Sentencia:
A mí me costó mucho (la adaptación), yo pude terminar el duelo
de mi papá recién en el 2006 cuando fui a la ESMA55 (...)”.56
Las experiencias extremas y estresan-
tes, ponen a prueba la capacidad de
adaptación y lexibilidad de los recur-
sos psíquicos de cualquier sujeto.57 En-
rique Guinsberg señala que el duelo y
los aspectos depresivos, responden a
la pérdida del mundo de referencia y
en muchos casos a los sentimientos de
culpa generados por la partida. Maria-
na M. planteaba:
A nosotros nos quedó la culpa de si habíamos abandonado a mi
papá. (…) Esa es la negrura (...) Mi mamá le dejó una maleta con
ropa en casa de mis abuelos por si salía.58
La familia imaginaba que estaba detenido en algún lugar,
pero no sabían dónde ni por qué. Entonces, le dejaron una
maleta por si salía de “ese lugar” en el que lo tenían privado
de su libertad, manteniendo la esperanza de que seguía vivo
y que pronto se podrían reencontrar.
La escuela como espacio de adaptación de los niños
La escuela también fue un elemento clave en el proceso de
adaptación e integración de los niños al nuevo país. Para
los padres fue una decisión difícil, dado que en general, la
gran mayoría de los exiliados había enviado a sus hijos en
Argentina a escuelas públicas, porque por aquellos años,
la educación pública en el país gozaba de bastante presti-
gio. Los padres se habían formado en estas instituciones y
querían que sus hijos siguieran el mismo camino. Pero ad-
virtieron que las escuelas públicas de México, tenían un ni-
vel educativo más bajo que las de Argentina, por lo que se
dieron a la tarea de intentar encontrar una escuela privada
“progresista.59 Comenzaron a conocer algunas que podrían
cubrir sus expectativas. Varias de ellas ligadas con escuelas
fundadas por exiliados españoles, como el Colegio Madrid,
el Instituto Juan Vives, el Manuel Bartolomé Cossío,60 y otros
como el Paulo Freire, o el Walden Dos. Otras instituciones de
reciente creación y con propuestas pedagógicas novedosas
para los exiliados, fueron el Herminio Almendros, a nivel pri-
mario y el Centro Activo Freire para el nivel medio y superior.
El caso de los colegios fundados por exiliados, presentaban
cierta empatía de la situación vivida por sus antecesores, los
emigrantes españoles en México, con esta nueva emigración
sudamericana, por lo que resultaron ser instituciones que
apoyaron a los recién llegados. Es posible que los padres
de estos niños encontraran en estas insti-
tuciones, con experiencia en el exilio,
la contención que requerían en esos
tiempos difíciles.61
Las preocupaciones de los niños
eran diferentes a las de los padres,
quienes debían encontrar vivienda
para la familia, escuela para los hijos,
hacer los trámites migratorios, inser-
tarse laboralmente, en algunos casos
limitar su actividad política dado el artículo 33 de la Consti-
tución de los Estados Unidos Mexicanos, entre otras cosas.
A los niños les preocupaba “encajar” en la nueva escuela.
Un elemento común en los relatos fue que todos los niños
comenzaron a asistir a la escuela inmediatamente al llegar,
aunque no coincidiera con el inicio del año escolar. Esto te-
nía que ver, en muchos casos, con que los padres tenían que
salir a trabajar o a buscar trabajo y los hijos, dependiendo
de las edades, no podían quedarse solos en la casa. Muchas
de las personas entrevistadas mencionaron que sus padres,
consideraban que el hecho de que sus hijos comenzaran con
la escolaridad, los ayudaría en el proceso de socialización.
Para los que llegaron cuando eran adolescentes, la ex-
periencia de comenzar la escolaridad fue de mucha ayuda,
dado que las escuelas antes mencionadas contaban con una
importante comunidad de exiliados sudamericanos. Una
parte importante de ellos asistieron al Colegio Madrid que,
dada su característica de haber sido fundado por exiliados
españoles, era un espacio de mayor apertura y comprensión
hacia estos nuevos recién llegados.
Omar Masera plantea:
Realmente a mí… bueno a los tres (refiriéndose a sus herma-
nos)… esa escuela nos salvó la adolescencia porque resulta que
llegamos y como a los 15 días, ya mi mamá nos puso porque tenía
A nosotros nos quedó la culpa de si
habíamos abandonado a mi papá. (…)
Esa es la negrura (...) Mi mamá le dejó
una maleta con ropa en casa de mis
abuelos por si salía.
39
Revista de Historia OralRevista de Historia Oral 39
que trabajar. Además la otra cosa bonita fue que la escuela tenía
muchos exiliados de muchos lugares y nosotros teníamos la idea de,
por la dictadura, que Argentina era lo único y todos los países eran
enemigos, y entonces los chilenos que no sé qué, los uruguayos por-
que no sé qué, los brasileños… es decir… Latinoamérica no existía…
pero EXISTÍA y además eran buena onda y además estaban muy
conscientes y había una cosa de mucha empatía… eso ayudó.62
Los entrevistados que asistieron al Colegio Madrid, coinci-
den con esta idea de contención que representó esta escuela,
contención desde el punto de vista afectivo y social. Además
se rompía con la rigurosidad de la escuela
de Argentina, que bajo la junta militar,
se transformó en un lugar muy estricto.
Omar Masera plantea al respecto:
Ellos (refiriéndose a los mexicanos) se
burlaban de su país y nosotros en esa época,
entrábamos en la escuela (en Argentina)
y tenías que pasar tres controles militares
para entrar (…) y te hablaban por el apelli-
do no por el nombre, tenía uno que pararse
para recibir al profesor y el himno y todo
eso era obligatorio y era todo súper formal,
¿no? Todo encasilladísimo, todo acartonado,
¿no? y acá no (...) Tenía que ir de saco y corbata
a la secundaria (en Argentina) y aquí iban con el pelo largo y los
maestros eran buena onda y les podías preguntar(…).63
Mariana Masera cuenta su experiencia con respecto a la es-
cuela:
Entramos rápido a la escuela y claro… no traíamos papeles, en-
tonces había que hacer toda la revalidación y el único colegio que
nos aceptó fue el Colegio Madrid. Entonces, claro, para mí eso fue
el paraíso, entrar a un colegio de exiliados, donde ser exiliado no
era ser subversivo, donde todo el mundo había sido exiliado, donde
había gente que era de Argentina exiliada… Fue dejar de sentirse
el subversivo apaleado para… despertar en un país, ¡encontrar las
puertas abiertas en las casas! Empezar a ver la vida otra vez.64
“Esa escuela nos salvó la adolescencia, “para mí eso fue el
paraíso, “empezar a ver la vida otra vez”, son las expresiones
que Omar y Mariana M. eligen para definir lo que significó
ese colegio en sus experiencias del exilio. Sintieron que exis-
tían otras posibilidades de vida, más allá del horror que la
dictadura le impuso a su familia y a ellos, como niños y ado-
lescentes que eran. Los ayudó a superar el miedo de que otra
vez volviera a pasar, el miedo de que volvieran a su casa por la
noche y a comenzar a reconstruir una nueva cotidianeidad.
El clima generado en esta escuela mexicana, claramen-
te contrastaba con la estructura dogmática de la escuela y
de la sociedad argentina. Desde las pautas de vestimenta
y la relación con los docentes, hasta cuestiones académi-
cas marcaban una gran diferencia. La Argentina dictatorial
era la Argentina de las prohibiciones. Una amplia gama de
libros, películas, canciones, actores, escritores, fueron veda-
dos y acceder a ellos implicaba el riesgo de ser considerado
subversivo. Es por esto que era común en
aquella época enterrar los libros en el
jardín. Prohibieron El Gran Dictador de
Chaplin, prohibieron la canción Help
de los Beatles, la lectura de El principi-
to, libros de Sigmund Freud, de Gabriel
García Márquez, de Pablo Neruda;
cantantes como Joan Manuel Serrat,
Mercedes Sosa; actores como Héctor
Alterio, Federico Lupi, Norma Alean-
dro, entre tantos otros. Incluso, en la
provincia de Córdoba se prohibió en-
señar matemática moderna dado que,
como los números eran tratados en
grupos, su enseñanza era potencialmente
subversiva.65 En materias como ciencias sociales o historia
no se abordaban ciertos temas: los movimientos populistas
como el Peronismo en Argentina o el Cardenismo en México,
cuestiones relacionadas con la Constitución Nacional, ni mu-
cho menos nociones sobre marxismo o comunismo. Es por
esto que llegar a la escuela y a la sociedad mexicana, fue un
impacto muy fuerte y muy liberador.
En contraste con los contenidos curriculares de la escue-
la argentina, un joven exiliado que asistió al colegio Freire
plantea:
Era una escuela que tenía buena formación en ciencias sociales, un
poco ortodoxa, en primero de secundaria nos hicieron leer el Mani-
fiesto del Partido Comunista, y Precio, Salario y Ganancia (...) Cada
año nos llevaban de prácticas de campo a un lugar diferente en me-
dio de la nada (...) a Michoacán a reforestar (...) a Zacatecas a ver
el problema de la emigración indocumentada (...) o a la sierra de
Puebla a vacunar o a campañas de alfabetización.66
Por otra parte, la asistencia a la escuela pública en México,
estuvo reservada a sectores populares o a aquellos que no
para mí eso fue el paraíso, entrar
a un colegio de exiliados, donde ser
exiliado no era ser subversivo, donde
todo el mundo había sido exiliado,
donde había gente que era de Ar-
gentina exiliada… Fue dejar de sen-
tirse el subversivo apaleado para…
despertar en un país, ¡encontrar las
puertas abiertas en las casas! Empe-
zar a ver la vida otra vez.
Voces Recobradas
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40
lograron obtener una beca para las privadas. Mariana Villa-
da asistió a una escuela pública cercana a la Villa Olímpica,
en donde vivía. La diferencia que existía entre una y otra no
solo era la cuestión académica o pedagógica, sino también
la atención de cuestiones afectivas. Los recuerdos de Maria-
na sobre sus vivencias, fueron diferentes a las de Omar y Ma-
riana Masera, tal vez también porque estaba en medio de un
proceso personal distinto. En Argentina el paso de la prima-
ria a la secundaria, implicaba ingresar al mundo de los “gran-
des”, es decir, dejar de ser los niños pequeños de la primaria
y pasar a ser los adolescentes de la secundaria, con preocu-
paciones y actividades propias de esa edad. Implicaba dejar
de llevar portafolios o mochila, para llevar
los libros atados con una banda y dejar
de comportarse como niños; se termi-
naban determinados juegos, como las
escondidas o la mancha, para dar paso
a actividades más interesantes entre
las chicas y chicos “más maduros”. Ma-
riana Villada Plantea:
Me acuerdo claramente de estar el primer
día en ese colegio que me parecía gigante, espantoso, el uniforme
espantoso (...) era una falda de cuadros, gris, pero como de cuadros
con líneas verdes. (...) El suéter era como raro, corto, recto, feo, ver-
de, de un material plasticoso, verde feo, vivo y una blusita que tam-
bién era medio poliesterosa, blanca sin el menor chiste. (...) A mí
me parecía feo, y las calcetas también y zapatos de cosita al lado,
así como de nena e iban con mochila, con portafolio con lo que sea,
eh, recuerdo haber entrado y haber sido así fuuuaaa, rebasada por
todos los chicos que corrían y gritaban, y yo con mis libritos, muy
mona. (...) Me acuerdo que los profesores me parecían unos bestias
en el modo de enseñar, en que escribían con faltas de ortografía en
el pizarrón. El único profesor que me caía bien era el de historia, se
llamaba Villaseñor, me acuerdo del apellido, fue hace 30 y tantos
años, era un gordo y grandote, él sabía que yo venía de Argentina,
que en Argentina pasaba tal cosa y de alguna forma hicimos migas
conversando.67
Mariana mencionaba que pasaron dos años hasta que co-
menzó a ceder esa sensación y ese enojo, de haber tenido
que dejar su país, en el momento en que iba a comenzar la
etapa de dejar la primaria e iniciar la secundaria, con todo lo
que eso significaba para ella: comenzar a vivir la transforma-
ción de niña a adolescente. Daniel Korinfeld plantea que el
adolescente68 atraviesa un proceso de cambios y conlictos,
dado que es un tiempo crucial de maduración del cuerpo y la
mente, un tiempo decisivo que involucra la inserción entre
sus semejantes. El autor plantea que la expresión juventud
(que él la utiliza como sinónimo de adolescencia, o depen-
diendo del caso en la etapa final de la misma) puede defi-
nirse como “los primeros tiempos de alguna cosa”.69 Tanto
Mariana M. como Mariana V. podrían incluirse en esa defi-
nición, en el momento de la llegada a México, sumando el
hecho de verse obligadas a vivirlo en un contexto que les era
ajeno. El ingreso a la escuela fue en algunos casos una prue-
ba difícil, dado que tenían que salir del mundo cotidiano y
enfrentarse a otro que les era desconocido. Pero al mismo
tiempo, fue el lugar donde comenzaron a comprender el
nuevo universo simbólico de la sociedad
que los estaba cobijando.
Raros, distintos, extraños
Las experiencias de los primeros días
en la escuela coinciden, principalmen-
te en quienes se incorporaron al kin-
der o a la primaria. Los relatos de los
entrevistados que arribaron cuando
eran más pequeños, entre 3 y 10 años de
edad, hacen referencia a las burlas por el acento, elemento
que los hacía sentirse extraños. Carolina Medina, quien asis-
tió al colegio Williams, en Cuernavaca, recuerda perfecta-
mente su primer día de clases en México, tenía 8 años:
Eso lo recuerdo muy bien, porque todo mundo me hizo burla por
hablar como argentina, por el acento, ese día nunca se me va a olvi-
dar, creo que se me quitó el acento en 24 horas.70
Julieta Ulanovsky, que había tenido muy buenas experien-
cias en México, cuenta que el momento de ir a la escuela fue
un shock:
A partir de ahí empezó el sufrimiento (refiriéndose al comienzo
de las clases). Todo era muy divertido hasta ese momento. Y sí,
porque yo era muy distinta, ¿viste? Hablaba distinto, usaba apa-
ratos, era judía, no sé, todo era como un bajón. (...) La única ven-
taja que tenía este colegio (el Walden II) es que había más gente
rara, era una especie de colegio al que iban todos medio raros, ha-
bía otros exiliados, había uruguayos, había chilenos, pero también
había gente con hidrocefalia, gente con problemas motrices… Pero
digamos que al principio fue medio difícil pero de a poco me fui
adaptando.71
Julieta Remedi sostiene:
Eso lo recuerdo muy bien, porque
todo mundo me hizo burla por hablar
como argentina, por el acento, ese día
nunca se me va a olvidar, creo que se me
quitó el acento en 24 horas.
41
Revista de Historia OralRevista de Historia Oral 41
En la escuela yo era la… (...) yo siempre era como la rara. (...) Y
no entendía por qué. Lo entendí muchos años después. Eso era
como llegar a la escuela y esperar a ver de qué se burlaban o qué
me decían, ¿no? Al principio se burlaban de como hablaba y yo no
entendía el porqué, ¿no? (...) Y todos se burlaban de mí, y yo decía
¿Qué pasa?, ¿qué estamos haciendo mal?” De como hablo, de las
comidas, del chile, o sea, como que toda esa etapa de adaptación la
recuerdo como que cada paso era como “a ver qué me van a decir”.72
Tanto para Carolina Medina como para Julieta Ulanovsky y
Julieta Remedi, encontrarse en la escuela con estas burlas
hizo que se sintieran diferentes a sus 8,
7 y 4 años, dado que en ese momen-
to no entendían por qué se reían de
cómo hablaban. Dicen haberse sentido
extrañas hasta la adolescencia. Para
Julieta Remedi, esta sensación recién
cedió cuando ingresó a un colegio en el
que había otros exiliados, el Centro de
Educación y Desarrollo Integral, y pudo
comenzar a sentir que era una más, que
su historia tenía elementos comunes
con otras, que encajaba. Claramente
las diferencias no podían ser compren-
didas por las niñas ni por sus compañeros
de clase. Todos hablaban el mismo idioma, pero con acen-
to, gestos, reglas de cortesía y significados diferentes, que
implicaron la necesidad de un aprendizaje mutuo de estos
nuevos códigos de convivencia.
De alguna manera, esta fase de la adaptación de los
niños argentinos ante sus pares mexicanos, destiñe esa
idea comúnmente aceptada de la apertura y solidaridad
del mexicano ante el exiliado. Los niños argentinos experi-
mentaron a niveles intensos, actitudes agresivas, ofensivas,
provocadoras y de desprecio ante sus pares. Las actitudes de
burla tienen que ver con considerar al recién llegado como
diferente. Se plantea entonces la necesidad de analizar, para
comprender un poco más estas actitudes, la temática del
otro, de aquel que a pesar de “ser humano” es distinto. Y
que además viene de otro lugar y tiene otros hábitos y cos-
tumbres. Esto provoca una respuesta particular, también en
los niños. La palabra extranjero contiene la raíz griega xénos,
que denota desprecio y extrañeza hacia lo que se considera
ajeno. Muchas veces lo extraño puede ser amado, admirado,
puede despertar confianza y a la vez agresividad. Muchas
veces la mirada del otro, del de afuera hacia el nacional,
desestructura los valores que dan por sentado que la pro-
pia mirada es la correcta. De todos modos, la antipatía al
extranjero es una cuestión tan extendida en las sociedades
humanas, que da cuenta de la imposibilidad de constituir-
se sin desvalorizar al otro. Hay una tendencia a colocar en el
otro lo propio inaceptable. Pero, definitivamente, son las di-
ferencias culturales las que permiten el enriquecimiento de
los grupos humanos.73
Fanny Blanck-Cereijido plantea: “Cada uno es extranjero
para sí mismo, ya que aloja dentro de sí una vasta zona de
alteridad incognoscible, otro desconocido que subsiste en
las relaciones entre los individuos, las clases y los pueblos.
Ni siquiera en nuestro lugar de origen
desaparece la extranjería de cada uno.
Al descubrir la alteridad aterradora,
que irrumpe frente a la aparición de
lo propio en el otro, nuestro yo se con-
mociona y tambalea. Si el extranjero
contiene la otredad amenazadora, se
elimina al portador de esta alteridad,
antes de reconocerla como propia. Si
se logra asumir la extranjería propia, el
extranjero cesa de ser una amenaza.74
En relación con este planteo, el mé-
dico y psicólogo Juan Vives desarrolló
también un análisis interesante. Coincide
con la idea de que el “otro” es, por definición, lo extraño, lo
externo, lo distinto, lo incógnito, pero que al mismo tiempo
resulta indispensable para la conformación del sujeto. So-
mos en función de la mirada del otro, plantea. El “otro es en
cierto sentido, nosotros mismos. Todos tenemos al extran-
jero dentro, en lo más profundo del inconsciente. Los seres
humanos se definen como sujetos escindidos, desconocidos
para nosotros mismos. Esas partes extrañas y potencialmen-
te peligrosas son las que proyectamos en el “otro” descono-
cido. El extranjero se convierte así, en el depositario ideal
para esos aspectos inconscientes de nosotros mismos, que
sentimos como oscuros y misteriosos. De ahí la necesidad de
inventarnos diferencias imaginarias, dice el autor, basadas
en el color de la piel, en la nacionalidad, en la lengua o en el
acento. Diferencias que sirven para calificar al “otro” con atri-
butos de carácter negativo. Pero, solo el conocimiento de ese
otro, puede promover la comprensión de que es una singu-
laridad con la que compartimos semejanzas fundamentales,
incluyendo dicha singularidad.75 Yankelevich plantea que la
connotación peyorativa que tiene la palabra extranjero en
México, tiene que ver con: “La existencia de una tradición de
país invadido, conquistado, arrasado y vuelto a conquistar”,
Las actitudes de burla tienen
que ver con considerar al recién
llegado como diferente. Se plantea
entonces la necesidad de analizar,
para comprender un poco más estas
actitudes, la temática del “otro, de
aquel que a pesar de “ser humano
es distinto. Y que además viene de
otro lugar y tiene otros hábitos y
costumbres.
Voces Recobradas
42 Voces Recobradas
42
además de la presencia de una confrontación étnica produc-
to de una mala conciencia mestiza.76 Los niños argentinos
representaban también a los güeritos que además hablaban
diferente, comían diferente, actuaban diferente.77
Claramente, los procesos de integración y asimilación a
un nuevo país no son lineales ni uniformes. Las experiencias
del exilio son personales, nuestros entrevistados lo dejan
claro, pero se pueden encontrar ciertos puntos compartidos.
Aquellas dependen de muchos factores: las causas y la edad
de la partida, la contención familiar y a partir de los relatos
podríamos agregar los propios procesos de elaboración per-
sonal frente a los cambios. Este último elemento es también
muy complejo, dado que no hay explicaciones definidas que
nos permitan entender un comportamiento frente a un de-
terminado suceso, sino que existen multi-causalidades que
hacen que unos las experimenten de cierta manera y otros
de otra. Dos personas pueden reaccionar de un modo muy
distinto ante situaciones similares.
Grinberg plantea, desde un punto de vista psicológico:
“Si el Yo del emigrante, por su predisposición o las condicio-
nes de la migración, ha sido dañado demasiado severamen-
te por la experiencia traumática o la crisis que ha vivido o
está viviendo, le costará recuperarse del estado de desorga-
nización al que ha sido llevado y padecerá distintas formas
de patología síquica o física. Por el contrario, si cuenta con
capacidad de elaboración suficiente, no solo superará la cri-
sis, sino que, además, esta tendrá una cualidad de “renaci-
miento” con desarrollo de su potencial creativo.78
En el caso de las migraciones forzadas, sostiene Juan Vi-
ves, el proceso de asimilación es de extraordinaria compleji-
dad y la escisión se transforma en una de las particularidades
más relevantes del psiquismo.79
En conclusión, es posible decir que el proceso de adapta-
ción entonces es profundo e intenso, dado que el niño se ve
desprendido de sus marcos de referencia, de su cotidianei-
dad. Esta sensación se da principalmente en los inicios de la
vida en la nueva sociedad, que genera temor a lo nuevo, a lo
desconocido. Pero también es común y deseable que a estas
sensaciones les siga un período de alivio, que permita la po-
sibilidad de comenzar a vivir una nueva vida, en condiciones
diferentes, pero empezando a realizar nuevas actividades, a
establecer nuevas relaciones afectivas, nuevos arraigos que,
de a poco, brinden un estado de bienestar. La llegada a un
nuevo país puede abrir nuevas expectativas que, más allá de
los conlictos inevitables por todo lo mencionado anterior-
mente, puede producir condiciones favorables en el media-
no y largo plazo. Reconocer que el exilio puede representar
un trauma para la persona que lo vive, no implica de manera
alguna que todo lo vivido tenga que ser oscuro y negativo,
sino que pueden surgir aspectos recuperativos frente a lo su-
cedido, pero “sin olvidar que cada persona vive el proceso de
acuerdo con su historia y características personales”.80
Los niños que han tenido que enfrentar la necesidad de
dejar sus lugares de origen, y de establecerse en un país des-
conocido, experimentaron, de acuerdo a los recuerdos que
relatan de aquellos años, dificultades y adversidades, ale-
grías y tristezas, muchos de estos sentimientos dependieron
de las causas que originaron la partida del país de origen, de
la edad a la que llegaron a estas tierras y del apoyo familiar
con el que contaron durante el proceso. Pero constituyeron
un grupo de identidad específico: los niños exiliados incor-
poraron nuevos aprendizajes, nuevos códigos de conviven-
cia, nuevos amigos, nuevos modismos: pérdidas y ganancias,
que hicieron de ellos los adultos que son actualmente.
Notas
————— ————— ————— ————— ———----—— ———— ————— ———
1. Utilizaré la expresión “niños” de manera general, incluyendo
también en dicho concepto a las niñas. La Convención sobre los De-
rechos del Niño considera que la infancia abarca hasta los 18 años,
salvo que la legislación del país prevea la mayoría de edad antes. La
mayoría de los relatos para este trabajo fueron de personas meno-
res a los 12 años al momento de llegar a México; solo uno de ellos
lo hizo con 16.
2. Meyer, Eugenia; Salgado, Eva, Un refugio en la memoria. La experien-
cia de los exilios latinoamericanos en México, México, Océano, 2002, pp.
113-115.
3. Inicialmente el partido producto de la Revolución Mexicana se
denominó Partido de la Revolución Mexicana (PRM), y en 1946 se
reformuló como Partido Revolucionario Institucional (PRI).
4. La Revolución Mexicana estuvo inspirada en valores universales,
para defender los derechos y libertades inherentes a la dignidad
humana. Su trascendencia se funda en su capacidad moral, políti-
ca y técnica para institucionalizar la realización de esos valores, a
partir de la efectividad del sufragio, como fuente de integración,
orientación y responsabilización de la autoridad en un estado de-
mocrático y social de derecho. Del Villar, Samuel, “El voto que cuajó
tarde” en Meyer, Lorenzo; Bizberg, Ilán (Coord.), Una historia con-
temporánea de México. Tomo II. Transformaciones y permanencies,
El Colegio de México, Océano, México, 2003, p. 52.
5. El Partido de Acción Nacional es un partido de tendencia de de-
recha nacido en 1939.
6. Aziz Nassif, Alberto, “La construcción de la democracia electoral”
en Meyer, Lorenzo; Bizberg, Ilán (Coord.), op. cit., tomo I, pp. 375-376.
7. Ibidem, pp. 367-373.
8. Aguilar Camín, Héctor. Después del milagro, Cal y Arena, México,
1988, pp. 252-255.
9. Meyer, Lorenzo, Bizberg Ilán (Coord.), op. cit., tomo I, p. 21.
10. Ibidem, pp. 13-14.
43
Revista de Historia OralRevista de Historia Oral 43
de organizaciones armadas (Montoneros y ERP –Ejército Revolucio-
nario del Pueblo–) y el terror impuesto por la Triple A (Alianza Anti-
comunista Argentina) a cargo de José López Rega, mano derecha de
la presidenta. Los primeros exiliados escapan de las persecuciones
de la Triple A. De todos modos, yo me centro específicamente en
quienes llegaron a partir de 1976.
33. Primera organización de exiliados integrada por Rodolfo Puig-
grós (Ex Rector de la Universidad de Buenos Aires), Esteban Righi,
Noé Jitrik, Rafael Pérez, César Calcagno, entre otros. Yankelevich,
Pablo, op. cit., pp. 115-118.
34. Bernetti, J.; Giardinelli, M., México: el exilio que hemos vivido. Memo-
ria del exilio argentino durante la dictadura 1976-1983, Universidad Na-
cional de Quilmes, Argentina, 2003, pp. 84-92.
35. Cuando en 1975 Montoneros pasó a la clandestinidad, gran parte
de su estructura jerárquica se exilió en México y pretendía que este
país fuera su plataforma en el exterior, partiendo de las conexiones
políticas y académicas que Puiggrós poseía. Yankelevich, op. cit., pp.
118-120.
36. El Día, México, 26 de marzo de 1976.
37. Yankelevich, op. cit., pp. 119-121.
38. Bernetti, J.; Giardinelli, op. cit., pp. 24-27/84-92.
39. Madres de Plaza de Mayo es una asociación, que surge a partir
del encuentro de madres de desaparecidos que reclaman por sus
hijos, en la Plaza de Mayo. Comienzan a ponerse un pañuelo blanco
en la cabeza para reconocerse y, desde 1977, empieza su conocida
ronda de los jueves alrededor de la Pirámide de Mayo en reclamo
de justicia.
40. Yankelevich, Pablo, op. cit., pp. 182-186.
41. Los entrevistados serán llamados por su nombre, solo en los ca-
sos que hayan aceptado hacerlo.
42. Para conocer las experiencias de estos niños en Argentina ver:
Casal, Silvana, “Historias de exilios infantiles. Vivencias de niños en
un país violento (Argentina 1976-1983)” en Testimonios Nº 7, revista
científica de historia oral, de la Asociación de Historia Oral de la Re-
pública Argentina, 2018.
43. Entrevista con Omar Masera, edad: 54 años, profesión: Dr. en Fí-
sica, fecha y lugar de la entrevista: 25 de abril de 2012 en Morelia,
Michoacán.
44. Entrevista con Ana R., edad: 37, fecha y lugar de la entrevista: 22
de agosto de 2012, vía Skype, lugar de residencia, Ciudad de México.
45. Entrevista con Mariana Masera, edad: 50 años, profesión: Dra.
en Literatura, fecha y lugar de la entrevista: 9 de noviembre de 2012,
en Morelia, Michoacán.
46. Entrevista con Mariana Villada, edad: 52 años, fecha y lugar de la
entrevista: 10 de enero de 2012, en Ciudad de México.
47. Ibidem.
48. Entrevista con Laura O., edad: 47 años, fecha y lugar de la en-
trevista: 18 de mayo de 2012 vía Skype, lugar de residencia: Buenos
Aires, Argentina.
49. Entrevista con Analía Somonolof, edad: 42 años, fecha y lugar
de la entrevista: 9 de enero de 2013, vía Skype, lugar de residencia:
Ciudad de México.
50. Yankelevich, P., op. cit. p. 119-127.
51. Entrevista con Julieta Ulanovsky, edad: 46 años, fecha y lugar de
11. Krauze, Enrique, La presidencia imperial. Ascenso y caída del sistema
político mexicano (1940-1996), Tusquest Editores, México, 1997, p.
229.
12. Krauze, Enrique, op. cit., pp. 202-203.
13. Pardo, María del Carmen, “Política social” en Meyer, Lorenzo; Biz-
berg, Ilán (Coord.), op. cit., tomo IV, p.150.
14. Ibidem, p. 23-24.
15. Se amplió el espectro de partidos. Se dividió la representación
en 300 diputados uninominales y 100 de representación proporcio-
nal, los cuales se distribuyeron en tres circunscripciones; el voto se
hizo mediante una doble boleta y la conversión de votos en escaños
a través de la fórmula cociente electoral y resto mayor. El umbral
para que un partido pudiera tener diputados plurinominales se
ubicó en 1,5% de votos. Para conocer la reforma política de 1977 ver
Aziz Nassif, op. cit. pp. 381-387.
16. Aziz Nassif, Alberto, op. cit. pp. 381-384.
17. Ibidem, pp. 385-386.
18. Aguilar Camín, op. cit., p. 252.
19. Ibidem, p. 252.
20. Ibidem, p. 252.
21. La guerrilla mexicana tuvo como objetivo derrocar al régimen
del gobierno, aunque sus posibilidades de éxito eran prácticamen-
te nulas, dado que poseía menos de 2.000 combatientes sin ningún
entrenamiento ni preparación ideológica, con una base social frá-
gil. Era más un factor irritante para el Estado que una amenaza real.
Aguayo Quezada, Sergio, “El activismo civil en la transición mexi-
cana a la democracia” en Meyer, Lorenzo; Bizberg, Ilán (Coord.), op.
cit., tomo III, p. 293.
22. Aboites Aguilar, Luis, “El último tramo, 1929-2000” en Escalante
Gonzalbo et. al., Nueva historia mínima de México, México, El Colegio
de México, 2009, pp. 288-289.
23. Ibidem, p. 294.
24. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Título
Primero. Capítulo . De los Extranjeros. Artículo 33. (…) El Ejecutivo
de la Unión, previa audiencia, podrá expulsar del territorio nacional
a personas extranjeras con fundamento en la ley, la cual regulará el
procedimiento administrativo, así como el lugar y tiempo que dure
la detención (Adicionado mediante decreto publicado en el diario
oficial de la Federación el 10 de junio). Los extranjeros no podrán de
ninguna manera inmiscuirse en los asuntos políticos del país.
25. Ibidem.
26. En el período 1974-1983 el 40% de los exiliados argentinos tenía
grado universitario. Yankelevich, Pablo. Ráfagas de un exilio. Argenti-
nos en México, 1974-1983, México, FCE, 2009, p. 33.
27. Meyer, Eugenia; Salgado, Eva. op. cit., p. 110-115.
28. Una de las fuentes utilizadas por Yankelevich para realizar la
cuantificación del exilio.
29. Yankelevich, P., op. cit., pp. 46-47.
30. Aquellos que estaban cumpliendo el servicio militar obligatorio.
31. CONADEP en www.nuncamas.org.
32. Antes de que se produjera el golpe y tras la muerte del Presiden-
te Juan Domingo Perón (1974), lo sucede su vice: María Estela Mar-
tínez de Perón. Argentina atravesaba una terrible crisis económica,
serias diferencias dentro del partido peronista, la presencia activa
Voces Recobradas
44 Voces Recobradas
44
61. El Instituto Vives fue el primero de los colegios de exiliados
fundados en Ciudad de México en el año 1939. Estuvo dirigido por
responsables del Gobierno Español en el exilio, presididos por Juan
Negrín. El Colegio Madrid fue fundado en 1941 por iniciativa de la
Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles y de su presidente,
Indalecio Prieto. Hasta 1950 funcionó solo como escuela primaria y
posteriormente incorporó la secundaria y preparatoria. Fue, de los
dos, el más grande, ya que en los 70 llegó a albergar a 2.500 alum-
nos. Exposición los colegios del exilio, consultado en junio de 2015
en: http://www.residencia.csic.es/colegiosexilio/img/Dossier.pdf.
62. Entrevista con Omar Masera.
63. Ibidem.
64. Entrevista con Mariana Masera.
65. Documental Malajunta de Eduardo Aliverti, 1996.
66. Entrevista con Santiago Pérez Aguad, realizada por Gabriela
Díaz (primera entrevista), Ciudad de México, 18 de abril de 1998,
APELM-UNAM, PEL/1/A, pp. 13.
67. Entrevista realizada a Mariana Villada.
68. La OMS (Organización Mundial de la Salud) en función de la
observación de la prolongación del inicio de la adultez, llevó a pro-
rrogar la categoría adolescencia desde los veintiuno a los venticinco
años.
69. Korinfeld, Daniel, Experiencias del exilio. Avatares subjetivos de jó-
venes militantes argentinos durante la década del setenta, Buenos Aires,
Del Estante Editorial, serie improntas, 2008, pp. 29-33.
70. Entrevista con Carolina Medina, edad: 43 años, fecha y lugar de
la entrevista: 30 de abril de 2012, vía Skype. Reside en Israel.
71. Entrevista con Julieta Ulanovsky.
72. Entrevista con Julieta Remedi., edad: 41 años, profesión: artesa-
na, fecha y lugar de la entrevista: 30 de abril de 2012, vía Skype, 16
de junio de 2012, reside en Ciudad de México.
73. Blanck-Cereijido, Fanny, “La mirada sobre el extranjero” en
Blanck-Cereijido, Fanny; Yankelevich, Pablo (Compiladores), El otro,
el extranjero, Buenos Aires, Libros el Zoral, 2003.
74. Ibidem, pp. 28-29.
75. Vives Rocabert, Juan, “El extranjero y sus hijos”, pp. 49-53, en
Blanck-Cereijido, Fanny; Yankelevich, Pablo, op. cit., pp. 49-53.
76. Yankelevich, Pablo, “Ser otro en ambas patrias” en El otro, el ex-
tranjero, op. cit., p.116.
77. Esta temática del desprecio al extranjero es reiterada en dife-
rentes tipos de exilio, de otras épocas y de otras sociedades. Por
citar un ejemplo, en el trabajo de Bjerg, María, El viaje de los niños.
Inmigración, infancia y memoria en la Argentina de la segunda posguerra,
Argentina, Edhasa, 2012, uno de los protagonistas, Juan, español,
exiliado de la España franquista a sus cinco años, mencionaba las
burlas de sus compañeros de escuela en Francia, donde vivieron un
tiempo. Tan cansado del maltrato de sus pares sentenció: “Llegué a
pensar en matarlo. Me hostigaba con sus insultos. Me decía extran-
jero de mierda, ¿por qué no te vas de Francia? Y no era el único que
pensaba o hablaba así, eran muchos los franceses xenófobos”, p. 31.
78. Grinberg, León; Grinberg, Rebeca, Psicoanálisis de la migración y
del exilio, Madrid, Alianza Editorial, 1984, p. 87.
79. Vives, Juan, op. cit., pp. 56-57.
80. Guinzberg, Enrique, op. cit., p. 8.
la entrevista: 15 de mayo de 2012, vía Skype. Lugar de residencia:
Buenos Aires, Argentina.
52. Entrevista con Laura O.
53. Entrevista con Mariana Masera.
54. Desde una perspectiva clínica, la depresión en adolescentes
consiste en estados de ánimo bajos, pérdida de interés, alteración
del apetito, del sueño, sentimientos de culpa, ideas de muerte o de
suicidio recurrente. Desde una perspectiva psicoanalítica, la depre-
sión es básicamente la elaboración de un duelo. Pintado, Jiménez,
Padilla, op. cit., p. 91.
55. La ESMA fue la Escuela de Suboficiales de Mecánica de la Arma-
da, una institución oficial, ubicada en la Av. del Libertador, que te-
nía la función de formar a suboficiales en aspectos mecánicos y de
ingeniería de navegación. Durante los años de la dictadura (1976-
1983) funcionó, en los sótanos, como un centro clandestino de de-
tención, en donde se torturaba y se definía el futuro de las personas
que por allí pasaban. Actualmente funciona como Espacio para la
Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos.
56. Es importante mencionar que el secuestro del padre y del abue-
lo de Mariana fue el 12 de enero de 1977 y Mariana plantea que pudo
hacer el duelo de la desaparición de su padre en 2006, es decir vein-
tinueve años después.
57. Vives Rocabert, Juan, “El extranjero y sus hijos”, pp. 56-57, en
Blanck-Cereijido, Fanny; Yankelevich, Pablo (Compiladores), El otro,
el extranjero, Buenos Aires, Libros el Zoral, 2003.
58. Entrevista con Mariana Masera.
59. Bernetti, J.; Giardinelli, M., op. cit., pp. 31-32. Es importante men-
cionar que estas historias se centran en el D.F., porque la mayoría
de entrevistados se establecieron en distintos lugares de la ciudad.
60. El exilio español en México fue un suceso tan trascendente, que
la emigración republicana creó, en la década del cuarenta, centros
de formación con la finalidad de ofrecer trabajo a los compatriotas
y de mantener viva la imagen del país que tuvieron que abandonar.
Cuatro fueron los centros más importantes: el Colegio Madrid y el
Instituto Luis Vives, que funcionan hasta la actualidad, y también
la Academia Hispano Mexicana y el Instituto Hispano Mexicano
Ruiz de Alarcón, que ya cerraron sus puertas. Estas escuelas se
caracterizaban por impartir, además de la currícula obligada, cur-
sos de cultura española. García de Fez, Sandra, “Una patria de ida
y vuelta: la hora de España en los colegios del exilio en la ciudad
de México, Migraciones y Exilios, octubre de 2009, pp. 9-24. Otras
escuelas como los llamados Colegios Cervantes, fundados por
maestros republicanos y apoyados por el Patronato Cervantes, fun-
cionaron en ciudades como Veracruz, Córdoba, Tampico, Torreón,
Jalapa y Tapachula. En la actualidad, solo continúan funcionando
el Colegio Cervantes de Torreón y el Grupo Escolar Cervantes de Ve-
racruz. También se crearon las escuelas freinetistas fundados por
maestros exiliados que seguían las técnicas del pedagogo francés
Célestin Freinet. Dentro de este apartado se encuentra la Escuela
Experimental Freinet, creada en 1940 por Patricio Redondo en San
Andrés Tuxtla (Veracruz), y las fundadas por José de Tapia y Ramón
Costa Jou, con el nombre de Manuel Bartolomé Cossío y Emilio
Abreu Gómez, respectivamente. Exposición los colegios del exilio,
consultado en junio de 2015 en: http://www.residencia.csic.es/cole-
giosexilio/img/Dossier.pdf.
45
Revista de Historia OralRevista de Historia Oral 45
El exilio en la infancia:
experiencias de niños
argentinos exiliados en
México entre 1976 y 1983
Silvana Casal
Este trabajo ha sido articulado con base en
testimonios de quince adultos, que durante su
infancia, debieron exiliarse desde la República
Argentina hacia México entre 1976 y 1983, es
decir, durante la última dictadura militar que
enfrentó el país sudamericano. Cabe señalar
que una de las características de estas entrev-
istas, es que se conversó con personas cuyos
relatos nunca habían sido publicados. El pro-
medio de edades con las que llegaron a México
fue entre 0 y 16 años.
El objetivo de este artículo es escuchar las voces
de estos protagonistas, que nos permiten aso-
marnos a sus experiencias de exilio durante su
infancia, entendiendo que estos recuerdos que
relatan, están atravesados por las deformacio-
nes que la memoria impone con el paso de los
años. El impacto que los hechos vividos tiene en
cada protagonista es singular. Pero si bien los
entrevistados relatan experiencias únicas, es-
tas se fusionan con muchas otras experiencias
únicas, construyendo así muchos elementos
compartidos, dándole al exilio infantil un lugar
propio en la historia del exilio.
Este trabajo es parte de mi tesis de doctorado
y abordaré específicamente, el recuerdo de las
vivencias de los entrevistados al momento de
llegar a la Ciudad de México, es decir las ex-
periencias de adaptación de estos niños, que
dejan una Argentina violenta y llegan a un país
desconocido; haré también una breve con-
textualización de las características políticas,
económicas y sociales del país que los recibe.
Childhood in exile: experiences
of Argentinian children exiled in
Mexico between 1976 and 1983
Silvana Casal
This work has been articulated based on the
testimonies of fiteen adults who during their
childhood had to go into exile from the Republic
of Argentine to Mexico between 1976 and 1983;
that is, during the last military dictatorship that
the South American country faced. It should be
noted that one of the characteristics of these
interviews is that they are of people whose
stories had never been published. The average
age with which they arrived in Mexico was
between 0 and 16 years.
The objective of this article is to listen to the
voices of these protagonists, voices that allow
us to see their experiences of exile during
their childhood, understanding that these
memories are crossed by the deformations that
memory imposes over the years. The impact
that the lived events have on each protagonist
is singular. But while the interviewees narrate
unique experiences, they merge with many
other unique experiences, thus building many
shared elements, giving the children’s exile a
place of their own in the history of exile.
This work is part of my doctoral thesis and
I will specifically address the memory of
the experiences of the interviewees when
they arrived in Mexico City, that is to say, the
experiences of adaptation of these children
that leave a violent Argentina and reach an
unknown country; I will also make a brief
contextualization of the political, economic
and social characteristics of the country that
receives them.
O exílio na infância: as
experiências de exílios
argentinas de crianças no
México entre 1976 e 1983
Silvana Casal
O presente trabalho foi articulado com base em
testemunhos de 15 adultos que, durante a sua
infância, tiveram que exciliarse desde a Repúbli-
ca Argentina a México entre 1976 e 1983, ou seja,
durante a última ditadura militar que enfrentou
o país sul-americano.
Cabe assinalar que uma das características des-
sas entrevistas é que se conversou com pessoas
cujos relatos nunca tinham sido publicados. O
promédio de idades com as que chegaram ao
México foi entre 0 e 16 anos.
O objetivo deste artigo é escutar as vozes dos
protagonistas que nos permitem observar as
suas experiências de exílio durante a infância,
entendendo que estas lembranças que relatam
están atravessadas pelas deformações que a
memória impõe com o passo dos anos. Mas,
se bem, os entrevistados relatam experiências
únicas, elas se fusionam com muitas outras
experiências únicas, construíndo assim muitos
elementos compartilhados, dando-lhe ao exilio
infantil um lugar próprio na historia do exilio.
Esse trabalho é parte da mina tese de doutorado
e abordarei aqui, especificamente a lembrança
das vivencias dos entrevistados ao momento de
chegar à cidade de México, ou seja, as experiên-
cias de adaptão dessas crianças que deixam
uma Argentina violenta e chegam a um país des-
conhecido; farei também uma breve contextua-
lização das características políticas económicas
e sociais do país que os recebe.
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