
Hace un año, mientras escribía el editorial del número anterior, si alguien
me decía lo que nos deparaba el 2020 hubiese creído que era un guión
de ciencia ficción. Pero no, la pandemia atravesó nuestra vida cotidiana
y la modificó completamente. Fue un año complejo, con aprendizajes,
con pérdidas, con incertidumbres, pero también con esperanzas. Y hoy esa esperanza
tiene forma de vacuna.
Con esa esperanza presento hoy este nuevo número de Voces Recobradas.
La sección de artículos comienza con el trabajo de Luis Blasco, licenciado y profesor en
Ciencias de la Comunicación, quien a partir del caso de la Confitería del Molino propone
discusiones teóricas para un aporte al debate sobre el neoliberalismo de la década de
1990, las relaciones de poder y las resistencias.
En “Testimonios orales e historia local: la experiencia del Archivo de la Memoria de la Uni-
versidad Nacional del Sur (1999-2019)”, José Marcilese reconstruye el proceso y desarrollo
de los principales proyectos de dicho archivo, teniendo en cuenta cómo se originaron y
desarrollaron, analizando también los resultados obtenidos.
Desde México, Carlos Vázquez Olvera nos trae la experiencia de aplicar la metodología
de historia oral en el rescate de la vida cotidiana en los museos, así como también a su
integración en otros sistemas de trabajo, para la creación, reestructuración y gestión de
museos y exposiciones, por parte de los museólogos.
Por último, Tania Durán Huerta nos trae “Voces y oralidad del estallido social y de la pan-
demia sanitaria en Chile”, donde adentrándose en los episodios que comenzaron en oc-
tubre de 2019 bajo el lema “Chile despertó”, bucea en los significados de ese movimiento,
así como también en las dificultades de realizar una investigación en plena pandemia.
Como es habitual, también encontrarán en este número algunas reseñas.
A las dificultades ocasionadas por la pandemia debemos sumarle que nuestro Encuentro
de Historia Oral en Rosario debió postergarse, se realizará de manera virtual entre los
días 22 y 24 de septiembre.
Dejé para el final dos tristes noticias. El 10 de julio pasado falleció nuestra querida amiga
Margarita Roncarolo, quien fuera una colaboradora inestimable de nuestra revista desde
los inicios de la misma, allá por el año 1997. Nos queda el sabor amargo de no haber podi-
do despedirla como se merecía. La recordaremos con el afecto de siempre…
Y hace apenas unos meses, el 30 de marzo, nos llegó la noticia de la partida de Josefina
Cuesta Bustillo, excelente profesional que nos ha acompañado en numerosos congresos
y actividades aportando sus investigaciones y conocimientos, en especial los referidos a
memoria e historia. La extrañaremos mucho.
Seguimos ejercitando la memoria y trabajando en el legado para las próximas generaciones.
A. E.
EDITORIAL