
Revista de Historia Oral 65
si se trata de varones, debe realizar para descentrarse de
una lectura patriarcal de los procesos históricos y sociales y
desarrollar una mirada inclusiva y complejizadora”. Y aquí
Ríos hace un análisis muy bien amalgamado con los conceptos
de género y de clase y los relatos de las entrevistadas, no solo
para comprender el proceso en sí, sino también para mostrar
claramente los “significantes portadores de una concepción
dominante en la cual priman las
relaciones patriarcales” que esta
perspectiva viene a romper. Todo esto
sin perder de vista que en la década de
1960 el “modelo” de mujer moderna
del siglo está en su momento de
transformación.
En el capítulo , “Pedagogía
y política, dos prácticas que no se
excluyen”, encontramos los cambios
que se produjeron en la relación entre
pedagogía y política. O mejor dicho, la
reinterpretación que se produjo de esta
relación. Y esto se ve plasmado tanto
en la necesidad de revisar contenidos
y prácticas pedagógicas, como en
acciones que van más allá del aula,
que tienen que ver con la capacitación
de los/as docentes, los trabajos en
los barrios o la nueva alfabetización
“iluminada por las producciones de Paulo Freire, entre
otros”. Todas estas acciones muestran cómo este proceso de
sindicalización va más allá, no es solo un agrupamiento para
reclamar mejoras salariales, es un proyecto político que pone
el ojo en la emancipación del pueblo, lo que para quienes
protagonizaron este proceso era “tener los pies en la tierra”.
Y la lectura fue fundamental en este proceso, junto a darse
cuenta de la necesidad de formar conciencia.
Capítulo , “Final de juego”. Los tiempos cambian, pero
nadie se imaginaba que a mediados de la década de 1970
entraríamos en un período de terror. Aunque algunos/as lo
vislumbraron a partir de la aparición en escena de la Triple
A. El autor menciona que de acuerdo al relato de algunos/as
entrevistados/as “luego de las acciones de protesta de 1971,
el proceso de construcción del sindicato y la fundación de la
CTERA -momentos de gran acumulación política y gremial-,
siguió un período de persecución que se inició en 1974 y se
profundizó en el 75”. Docentes cesanteados, amenazados,
atentados en la Casa del Maestro de Rosario, sin embargo, la
actividad sindical combativa continuaba. “Paulatinamente,
ante los acontecimientos que se estaban viviendo, el
proceso de sindicalización docente fue llegando a su fin, y
sus principales organizaciones en el territorio santafesino se
disolvieron. (…) la represión que se inició con la aparición de la
Triple A, y que continuó a partir del golpe de estado de 1976,
implicó la clausura de un proceso que se había constituido en
la expresión más combativa de la historia del gremialismo
docente argentino”.
“Un final en dos tiempos”. En la primera parte, “Tiempos
presentes”, Ríos plantea lo que significó el retorno al sistema
educativo de aquellos/as que habían
sido perseguidos, encarcelados,
exiliados. Volver no fue fácil, después de
los años de dictadura que “disciplinaron
la escuela” era volver a un lugar
estigmatizado y lleno de prejuicios
contra quienes habían militado por
sus sueños revolucionarios. Tampoco
fue fácil la reconstrucción de los
sindicatos, porque había heridas
abiertas desde aquella legendaria
lucha del 71, que todavía no habían
cicatrizado. Era necesario reconstruir.
La segunda parte, “Tiempo de hablar”,
comienza con una hermosa cita de
Walter Benjamin. Aquí el autor hace
un recorrido a modo de síntesis de los
tramos más significativos de esta obra,
sabiendo que “poner un punto y aparte
no significa, ciertamente, que creamos
haber agotado todas las posibilidades de exploración y lectura
que este proceso tiene”.
Como mencioné antes, dejé para el final la explicación
sobre el título, que el propio Ríos relata en la introducción:
“Entre las experiencias educativas que se fueron
desarrollando de manera simultánea con el proceso de
sindicalización docente, se encuentran las que impulsaron
un enlace entre la acción política y la acción pedagógica. En
el contexto de aquellos años de lucha, el libro ¿Maestro pueblo
o maestro gendarme?, de la rosarina María Teresa Nidelcof,
se convirtió, rápidamente, en un texto de referencia. Frente
a las problemáticas nacionales, la autora llamaba a realizar
una construcción propia. Esa construcción debía surgir de la
relexión acerca de la realidad cotidiana. Implicaba, ante todo,
una toma de conciencia, que se formuló en los términos que
elegimos para dar título a este libro…”
En estos tiempos en que los/as trabajadores/as docentes
tenemos que estar más alertas que nunca, este libro nos
señala el camino para retomar esos valores que pareciera
que nos robó el neoliberalismo. Años de fomentar el
individualismo y la meritocracia, han hecho mella en parte de
la comunidad docente. Por eso la lectura de este texto se torna
imprescindible. Es hora de volver a abrir los ojos.