Voces Recobradas. Revista de Historia Oral/42 (12/2022)
ISSN 1515 - 1573 | RNPI 5229484
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Los talleres de Historia Oral:
transformaciones y alternativas
Mariela Canali
Instituto y Archivo Histórico de Morón / AHORA.
Adriana Echezuri
GOPat-DGPMyCH / ISP “Dr. J. V. González” / AHORA
Palabras clave: Talleres Historia Oral Instituciones estatales – Reflexiones
Resumen: Los talleres de Historia Oral: transformaciones y alternativas
Originalmente, este artículo fue una ponencia que presentamos en el XIV
Encuentro Nacional y VIII Congreso Nacional de Historia Oral La Historia Oral
en movimiento: del carrete a la era digital, llevado a cabo en modalidad virtual, con
sede en Rosario, en septiembre del 2021. Desde ese momento hasta hoy, algunas
cosas han cambiado, por lo tanto, hemos realizado algunas actualizaciones, sin
modificar el espíritu de nuestra reflexión original.
El ex Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires y el Instituto y Archivo
Histórico Municipal de Morón son instituciones del estado municipal que han
desarrollado una larga trayectoria en la reconstrucción de la historia local a través
del uso de fuentes orales.
Las experiencias llevadas a cabo y que serán analizadas en este artículo, nos han
llevado al encuentro y a la reflexión y quisiéramos ponerlas en discusión para
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repensar nuestra tarea y complejizar con el aporte de nuestros colegas, las
conceptualizaciones y metodologías que estamos utilizando. Por eso planteamos
este trabajo en el límite de lo metodológico y lo interpretativo.
Abstrac: Oral History Workshops: transformations and alternatives
Originally, this article was a presentation that we presented at the XIV National
Meeting and VIII National Congress of Oral History Oral History in motion: from
the reel to the digital age, carried out in virtual mode, based in Rosario, in
September 2021 From that moment until today, some things have changed,
therefore we have made some updates, without modifying the spirit of our original
reflection.
The former Historical Institute of the City of Buenos Aires and the Municipal
Historical Institute and Archive of Morón are institutions of the municipal state
that have developed a long history in the reconstruction of local history through the
use of oral sources.
The experiences carried out and that will be analyzed in this article have led us to
encounter and reflection and we would like to discuss them to rethink our task and
make the conceptualizations and methodologies that we are using more complex
with the contribution of our colleagues. That is why we propose this work at the
limit of the methodological and the interpretative.
Resumo: Seminários de História Oral: transformações e alternativas
Originalmente, este artigo foi uma palestra que apresentamos no XIV Encontro
Nacional e VIII Congresso Nacional de História Oral A História Oral em
movimento: do carretel à era digital, realizado em modalidade virtual, com sede em
Rosário, em setembro de 2021. Desde esse momento até hoje, algumas coisas
mudaram, portanto, fizemos algumas atualizações, sem modificar o espírito de
nossa reflexão original.
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O antigo Instituto Histórico da Cidade de Buenos Aires e o Instituto e Arquivo
Histórico Municipal de Morón são instituições do estado municipal que
desenvolveram uma longa trajetória na reconstrução da história local através do uso
de fontes orais.
As experiências realizadas e que serão analisadas neste artigo, levaram-nos ao
encontro e à reflexão e gostaríamos de as pôr em discussão para repensar a nossa
tarefa e completar com a contribuição dos nossos colegas, as conceptualizações e
metodologias que estamos a utilizar. Por isso, apresentamos este trabalho no limite
do metodológico e do interpretativo.
Introducción
El ex Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires y el Instituto y Archivo
Histórico Municipal de Morón son instituciones del estado municipal que han
desarrollado una larga trayectoria en la reconstrucción de la historia local a través
del uso de fuentes orales.
Las experiencias llevadas a cabo y que serán analizadas en este artículo, nos han
llevado al encuentro y a la reflexión y quisiéramos ponerlas en discusión para
repensar nuestra tarea y complejizar con el aporte de nuestros colegas, las
conceptualizaciones y metodologías que estamos utilizando. Por eso planteamos
este trabajo en el límite de lo metodológico y lo interpretativo.
Desde 1985, en el caso de la ciudad de Buenos Aires, y a partir de mediados de la
década de 1990 en el caso de Morón, el abordaje de la creación de las fuentes orales
desde nuestras instituciones se hizo a través de una metodología no tradicional: los
talleres de historia barrial. Es decir que se optó por un trabajo que, si bien no
desatendió el registro individual de los testimonios, privilegió la experiencia
colectiva y construcción de una historia local a partir de las vivencias comunes y
compartidas en las que se destacó el aspecto cotidiano del relato de los protagonistas,
los vecinos.
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Somos instituciones que forman parte del estado municipal y estamos insertos en
proyectos institucionales, lo que impone una serie de condiciones al trabajo
realizado desde el tema de investigación hasta los plazos de realización, el lugar
donde se realizará la investigación, la convocatoria de los participantes y las formas
de difusión del trabajo realizado.
Hemos notado que a lo largo de estas cuatro décadas la metodología planteada en
los talleres de historia barrial ha sufrido algunos cambios que tienen que ver con la
participación de los vecinos, las formas del recuerdo y los relatos, la relación del
vecino con la comunidad, el concepto de barrio y también el de la vejez (ya que la
mayoría de los participantes en los talleres son personas de la tercera edad). Estas
son las cuestiones que queremos analizar y discutir, y plantear que en los últimos
años hemos notado la merma de la participación en los talleres y un aumento en las
entrevistas individuales, en las que los entrevistados brindan testimonios más
completos.
Las formas del recuerdo y los relatos
La memoria es una reconstrucción que siempre hacemos desde nuestro presente.
En los últimos tiempos se han multiplicado los trabajos relacionados con la
memoria.
(…) en la primera década del siglo XXI, el tema de la memoria cautivó a una gran
cantidad de trabajos que dieron lugar a distintos debates produciendo una especie
de explosión de temas referidos a recordar / olvidar. Las investigaciones y ensayos
versaron alrededor de la memoria individual y colectiva, memoria traumática, la
memoria popular, la memoria viva y las políticas institucionales de la memoria. Pero
lo más sorprendente es que el tema de la memoria rebalsó los ámbitos académicos,
se democratizó y surgieron en forma desconcentrada una gran cantidad de pequeños
trabajos de recuerdos y biografías. (…) La gran cantidad de estudios demostraron
que no debemos concebir “la memoria” como algo estático, sino como una
construcción desde el presente; que existen distintas memorias que conjugan lo
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subjetivo y lo colectivo; y memorias plurales entendiendo que en la sociedad se
disputan memorias que representan a distintos grupos con diferentes perspectivas.
(Gartner, 2015, p. 33)
Hacer historia utilizado como insumo principal la memoria o los recuerdos de
nuestros testimoniantes no es tarea sencilla. Debemos tener en cuenta las formas
del relato, como así también los contextos del pasado y del presente de quienes nos
brindan sus recuerdos.
“La construcción del recuerdo involucra la utilización de códigos culturales
compartidos. Si bien las memorias personales son únicas e irrepetibles, uno nunca
recuerda solo, siempre está inmerso en un orden colectivo que lo contiene.” (Barela,
Miguez, García Conde, 2009, p.16) Esto nos lleva a plantearnos que la memoria
colectiva está directamente relacionada con el contexto sociocultural en el que
estamos inmersos.
No vamos a hacer aquí un compendio de los distintos trabajos existentes sobre las
cuestiones de la memoria, pero para hablar sobre memoria colectiva es ineludible
una mención a Maurice Halbwachs, para quien las memorias están siempre
enmarcadas socialmente. Estos marcos o cuadros sociales, tales como la familia, la
religión, la clase social son los portadores de la representación general de la
sociedad, de sus necesidades y valores, incluyen una visión del mundo y al ser de
naturaleza histórica, cambian. Por eso, la memoria es una reconstrucción desde el
presente más que un recuerdo, es una interacción entre pasado y presente, y está
cultural y colectivamente enmarcada porque es producida por sujetos activos que
comparten una cultura. Lo que no encuentra sentido en ese cuadro, se olvida.
(Barela, et al, 2009, p.16)
Por todo esto es que debemos estar atentos a las formas del relato, porque es allí
donde encontraremos lo colectivo.
Cuando el sujeto selecciona ciertos recuerdos que lo ponen en relación con otros,
estos son parámetros de identidad que resaltan ciertos rasgos de identificación
grupal y al mismo tiempo de distinción con otros y que se convierten en marcos
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sociales para encuadrar las memorias. Hay tres tipos de elementos que pueden
cumplir esta función: acontecimientos, personas y lugares, que permiten sostener un
mínimo de coherencia y continuidad necesarias para el mantenimiento de la
identidad. (Barela, et al, 2009, pp. 17-18)
El concepto de barrio
¿Qué entendemos por “barrio”? Esta pregunta nos ronda desde que se iniciaron los
talleres. Hemos intentado hacer una breve síntesis de algunas conceptualizaciones
clásicas.
Entendemos como barrio a la subdivisión geográfica de un pueblo o ciudad, que
presentan características simbólicas e identitarias que los definen y diferencian de
los demás, cuyas “variables fundamentales están dadas por el territorio y el
sentimiento.” (Barela, Sabugo, 2004, p. 12)
En el ya clásico Buenos Aires. Del Centro a los barrios. 1870 1910, James Scobie
plantea que el barrio era las “afuera” de la ciudad. “Puede decirse que en 1910 por
lo menos la mitad de la población porteña vivía en los barrios. Cada barrio adquiría
rasgos propios, según su elevación, medios de transporte y uso de la tierra”. (Scobie,
1977, p. 249)
Por otro lado encontramos la posición de Adrián Gorelik:
Barrio no es, (…), una definición jurisdiccional, aplicable a sectores de la ciudad en
cualquier momento de la historia, sino la aparición de un fenómeno preciso en
Buenos Aires: es el barrio suburbano moderno, como fenómeno material, social y
cultural; la novedosísima producción de un espacio público local que
reestructurará la identidad de los heterogéneos sectores populares en el suburbio.
(Gorelik, 2010, p. 273)
Para Mario Sabugo el barrio es una construcción histórica que tiene varias
generaciones.
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En términos generales, mantenemos la hipótesis que define al barrio como un
fenómeno constituido por dos rasgos: el barrio sería una institución, esto es, una
forma específica de organización comunitaria, comprensible por sus aspectos
sociales, sus actividades y sus vínculos culturales; sería asimismo un territorio, esto
es, un determinado lugar habitado, con ciertas características físicas naturales y
artificiales. (Barela, et al, 2004, p.37)
Liliana Barela y Mario Sabugo plantean que hay dos generaciones de barrios, la del
barrio porteño antiguo y la del moderno, pero que también habría una tercera
generación:
Es esa tercera generación de barrios que presiona fuerte desde fines de los 90 por
hacerse escuchar y que refleja barrios nuevos o villas que se transforman en barrio o
simplemente villas que son barrios, reclaman un nombre en el plano de la ciudad
con la fuerza que les da su historia, sus luchas. (Barela, et al, 2004, p.14)
Por otra parte, y siguiendo la misma línea, proponen la idea que el barrio es una
construcción entre el territorio, los vecinos y el contexto histórico en que este se
desarrolla y que muestra las tensiones entre lo administrativo, la vida diaria y lo
simbólico.
Ahora bien, tomando esta última concepción, el barrio va a significar cosas
diferentes para cada vecino. Algunos lo relacionan con su club de fútbol, con algún
edificio emblemático, con la colectividad mayoritaria que lo habita, con algún
espacio en particular, pero para todos y cada uno, el barrio es el sentimiento, es “su”
lugar en el mundo. Esto podemos verlo a través de tantos talleres realizados a lo
largo de los años. Porque incluso entre los más jóvenes, el barrio remite a un pasado
nostálgico, aunque no todo tiempo pasado fue mejor… En este sentido es que
entendemos al barrio cuando realizamos los talleres, como el espacio físico donde
surgen los recuerdos.
En el caso de Morón, como otras ciudades del Gran Buenos Aires, la población está
cambiando, se construyen edificios nuevos y arriban nuevos vecinos. Castelar,
Morón, Ituzaingó han crecido en los últimos diez o quince años con la construcción
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de edificios de propiedad horizontal. Por lo tanto, para los vecinos, lo que cambia
es el barrio, su fisonomía ya no es la que les recuerda su infancia o su juventud.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires también hay cambios. En algunos barrios
la demolición de “casas viejas” ha dado lugar a grandes torres. En otros, las nuevas
oleadas inmigratorias también generan cambios que se sienten en la vida cotidiana,
por ejemplo, podemos comer arepas o ceviche, o comprar plátanos para hacer
patacones… Para muchos vecinos esto es maravilloso, para otros el barrio se fue
para no volver. El espacio barrial que se reconstruye a través del recuerdo es el que
tiene significación para el individuo, porque como plantea Agnes Heller, el espacio
es antropocéntrico y existe una representación interna espacial que sirve para
orientarnos en la vida cotidiana y esa es la que se evoca al recordar.
Los asistentes a los talleres ¿Solo la tercera edad?
El universo de informantes con los que contamos son los participantes de los talleres
y, aunque no haya un límite de edad impuesto, la gran mayoría corresponde a
adultos mayores, o personas de la tercera edad (es decir que cuentan entre 60 y 80
años). Podemos plantear una diferencia entre los “viejos” que participaron en los
talleres en las décadas del 80 y del 90 y los que concurren ahora, en la segunda
década del siglo XXI. Aquellos participantes eran en su gran mayoría, inmigrantes
o hijos de inmigrantes europeos nacidos entre 1910 y 1930; con cierto nivel de
instrucción básica, pertenecientes a la clase media y muy pocos tenían formación
universitaria; eran hombres y mujeres que habían vivenciado la experiencia de ser
incluidos dentro de la sociedad, ya que su infancia y juventud coincidió con grandes
cambios estructurales operados en la sociedad argentina en la primera mitad del
siglo XX. (Miguez, Vega, Véntola, Vilela, Dorín, Martino, 2002, pp. 12-27)
En general aquellos vecinos eran los pioneros del barrio. En su relato, la historia del
barrio va cobrando forma simultáneamente a la construcción de la casa, a la
formación de la familia y de las primeras instituciones comunitarias como la
sociedad de fomento, la escuela, la salita de primeros auxilios y el club. El tiempo
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narrado en el taller es el tiempo mítico, fundacional y el relato es siempre épico,
cargado de sacrificio, solidaridad y progreso como valores que se han perdido en la
actualidad.
Cuando describimos que los participantes de los talleres son generalmente adultos
mayores, planteamos que el status del “viejo” se caracteriza por la ausencia de un
rol social definido, a diferencia de lo que sucede con otras etapas de la vida donde
cada sociedad estipula los roles esperables. (Miguez, et al, 2002, pp. 12-27)
Ahora bien, hemos vivido tanto en la ciudad de Buenos Aires como en Morón
ciertos cambios y transformaciones en los talleres de historia barrial que convocamos
y llevamos adelante en la última década (2010-2019).
Por un lado la convocatoria ha resultado difícil y la conformación de un grupo de
adultos mayores que se mantuviera en el tiempo para trabajar en los talleres de
historia oral no se ha podido concretar y en cambio se han realizado entrevistas
individuales, a las que sí ha habido una respuesta favorable.
Una de las posibles explicaciones que hemos dado a esta problemática tiene que ver
con el tiempo transcurrido desde el inicio de la experiencia de los talleres en la
década de 1980. Los adultos mayores convocados ahora son los protagonistas de un
fenómeno histórico de características inéditas en la historia: la revolución de la
longevidad, conquista del mundo contemporáneo. La extensión de la vida se
acompaña con la conservación de la capacidad mental, de la fuerza física y la
productividad de una gran cantidad personas mayores. Estas personas viven una
nueva vejez: el envejecimiento activo, es decir la optimización del potencial de
bienestar social a lo largo de la vida a fin de poder vivir de forma activa y autónoma
un período de edad mayor cada vez más largo. Las actuales generaciones de adultos
mayores son hijas del paradójico y vertiginoso siglo XX, nacidos durante la Segunda
Guerra Mundial, han vivido su juventud en los agitados años 60 y vivenciaron
verdaderas revoluciones culturales a lo largo de su vida. Podemos toparnos hoy con
muchos de ellos y nos costaría llamarlos “adultos mayores” ya que se encuentran en
óptimo estado de salud, se mantienen integrados en la vida social, se sienten
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animados y continúan trabajando; la gran mayoría de este grupo se considera en una
etapa activa y para ellos, los “viejos” son los que tienen más de 85 años, es decir, la
“cuarta edad”. Es más, el término “viejo” dejó de usarse por razones estéticas, dando
paso a términos menos agresivos como “adulto mayor”. El abuelo no quiere ser
llamado “abuelo” porque no se siente “viejo”, vivimos una paradoja: la vejez es una
etapa de la vida que cada vez se prolonga más, como nunca antes en la historia de la
humanidad, pero nadie quiere ser ni parecer “viejo” porque hay una sobrevaloración
de la juventud, cierta ilusión de hegemonía etaria que tiende a reproducirse a nivel
del individuo. Existe una idealización de la juventud asociada a ideales de belleza,
éxito, productividad que parecen ser elementos que se pierden a medida que pasan
los años y se genera una percepción distorsionada de las etapas evolutivas: la infancia
se acorta, la adolescencia se prolonga y se niega la vejez. Es por eso que los sectores
sociales con más recursos tienen la sensación de que han podido controlar este paso
del tiempo: gimnasio, cirugía estética, cambios del estilo de ropa, tintura del
cabello.
¿Por qué planteamos este tema de la vejez? Porque creemos que el nuevo status de
los adultos mayores podría darnos varios elementos a tener en cuenta en nuestro
análisis. A saber: que manteniendo ocupaciones laborales, recreativas, sociales,
muchos de ellos no tienen tiempo para participar, o la propuesta se superpone a
alguna de las actividades que realizan.
Por otra parte también se ha impuesto el manejo de dispositivos electrónicos y la
participación en las distintas redes sociales. Estas configuran nuevos tipos de
estructuras en las que se extiende el espacio social de interrelación para el sujeto.
Los comentarios en los muros de nuestras instituciones, por ejemplo en Facebook,
recogen tanto información como vivencias que son comentadas por cientos de
personas, lo mismo que imágenes que se comparten tanto con coetáneos como con
generaciones más jóvenes; muchas veces esos comentarios parecerían reemplazar el
relato y la narración oral que se da en los talleres de una forma más cómoda y sencilla
y al alcance de cientos de personas. No está demás destacar que los comentarios que
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se escriben en este tipo de redes sociales tienen un tinte nostálgico más que
reflexivo.
Hay que señalar, además, que en algunos talleres realizados en la ciudad de Buenos
Aires, hemos contado con la participación de personas más jóvenes, entre 30 y 40
años, que acercan los recuerdos de su niñez, en los que sus abuelos o padres les
transmitían vivencias de épocas en las que ellos aún no habían nacido.
La participación de los vecinos
Como dijimos al comienzo, los dos casos a analizar son la ciudad de Buenos Aires
y Morón, un municipio del Gran Buenos Aires.
“Desde mediados de la década de 1980 el entonces Instituto Histórico de la Ciudad
de Buenos Aires, se dedicó a llevar adelante un proyecto de recuperación de la
historia barrial a partir de la memoria de sus vecinos.” (Luverá, Vázquez, Echezuri,
2018, p.7)
“El recorrido que va desde sus comienzos a la actualidad no fue parejo ni ajeno a los
distintos momentos políticos nacionales. Después de un inicio alentado por una
sociedad dispuesta a participar y a apropiarse del espacio público en todos sus
aspectos” en los primeros años del retorno a la democracia, los talleres contribuían
a la reconstrucción del tejido social, facilitaban la creación de nuevos lazos vecinales
y la democratización del saber. A finales de la década del 80 y principios de los 90,
la actividad fue decayendo y la convocatoria fue cada vez más difícil. Si bien los
talleres funcionaron en forma ininterrumpida desde sus comienzos, el número de
talleres fue disminuyendo.
Esta merma cuantitativa de la actividad no puede leerse fuera del marco socio-
histórico del momento, caracterizado, entre otras cosas, por un estado profundo de
desmovilización social. (Luverá, et al, 2018, p.7)
La cuestión a reflexionar es ¿por qué ocurre esto? ¿Qué es lo que va cambiando en
los distintos grupos sociales a través del tiempo para que reaccionen de diferentes
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maneras a la convocatoria a talleres barriales? Los años 90 se caracterizaron por la
desmovilización social y el avance del individualismo dentro de la cultura neoliberal
que se imponía. Luego vino la “crisis del 2001”, que hizo que la sociedad volviera a
salir a la calle al ritmo de las cacerolas. Por un corto tiempo, se multiplicaron las
asambleas barriales y la participación popular, pero puede decirse que en la mayoría
de los casos fueron situaciones efímeras que desaparecieron en menos de un año.
Cabe aclarar que estamos hablando de la ciudad de Buenos Aires y parte del Gran
Buenos Aires, porque las experiencias no son iguales en otros lugares.
Por esos años hubo una creciente necesidad de poner a la “Memoria” en primer
plano, lo cual incrementó el interés de profesionales y de instituciones públicas y
privadas, tanto de Capital como del resto del país, por los temas de la memoria y de
la historia oral, constituyéndose, el entonces Instituto Histórico, en uno de los
referentes en estas temáticas, y con el consiguiente pedido de participación y
capacitación desde diferentes ámbitos. (Luverá, et al, 2018, p.7)
En 1993 se iniciaron los Encuentros Nacionales de Historia Oral (el último de los
cuales se realizó en 2021, en formato virtual por causa de la pandemia de COVID
19, con sede en la ciudad de Rosario) con el objetivo de reunir a los investigadores
comprometidos con esta metodología y establecer redes de intercambio y de
conocimiento. Es en esa época también que los talleres de historia barrial comienzan
a implementarse en el municipio de Morón, en investigaciones acotadas sobre
barrios del conurbano bonaerense sobre los que no había ninguna bibliografía
escrita.
En la actualidad, existen varias instituciones que solicitan asesoramiento, sobre todo
en lo referente al resguardo del patrimonio de dichas instituciones. Por ejemplo,
estamos trabajando con la Red Cultural Hospitalaria, que reúne a un grupo de
profesionales de los diferentes hospitales de la ciudad, dispuestos a proteger tanto
el patrimonio material (a través de la generación de museos dentro de los propios
hospitales) como el patrimonio inmaterial, recopilando los recuerdos de los distintos
protagonistas y trabajadores de los lugares. En Morón producimos fuentes orales
para la reconstrucción de la historia barrial y también trabajamos en la difusión de
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la práctica historiográfica en los centros de formación docente, además de
incorporar fuentes orales en las publicaciones de divulgación de la historia de las
localidades del partido.
Reflexiones y posibles alternativas.
¿Cómo conseguimos que las nuevas generaciones de adultos mayores tengan una
mayor participación en los talleres de historia barrial? ¿Qué cambios hay que
proponer en la implementación de esta metodología para atraer a estas personas,
para mantener su interés y para lograr una producción historiográfica interesante?
¿Es posible que los talleres se mantengan como una práctica válida o cumplieron ya
con su cometido dentro de la coyuntura histórica en la que surgieron?
Posibles respuestas a estos interrogantes:
Utilizar las redes sociales como disparadores, aunque la participación tiene un tinte
nostálgico en su mayoría, como ya mencionamos. Hemos utilizado las redes sociales
convocando a los vecinos para que acerquen imágenes que puedan incrementar el
acervo fotográfico de nuestras instituciones y hemos tenido respuestas muy
favorables, propiciándose entrevistas mientras nos mostraban las fotos.
Pensar otro tipo de preguntas que tengan que ver con las vivencias, los cambios y
las permanencias en la vida cotidiana, la historia nacional vista desde lo local, entre
otras perspectivas.
Incrementar las entrevistas individuales o de pequeños grupos, ya que las mismas
han resultado mucho más satisfactorias desde la convocatoria, la reconstrucción
histórica y la reflexión.
Nuestro objetivo es que este artículo sea un disparador para la discusión y para la
reflexión en conjunto. Desde la experiencia del trabajo cotidiano en nuestras
instituciones, tratamos de comprender y analizar los cambios que se van
produciendo en la sociedad y cómo estos modifican las prácticas de una forma de
hacer historia, que también debe evolucionar en su metodología.
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Por otra parte, los cambios que se produjeron a partir de la pandemia de COVID y
el “encierro” al que fuimos sometidos, han impactado fuertemente en nuestra vida
cotidiana y en nuestra vida laboral. La necesidad de utilizar las nuevas herramientas
tecnológicas para conectarnos con el resto de la gente y poder seguir llevando
adelante nuestras distintas tareas, nos planteó nuevos desafíos. Desde el año 2020
en adelante, hemos realizado entrevistas a través de diferentes plataformas virtuales,
y esto nos abrió un panorama que parece infinito y del que tenemos mucho que
aprender todavía. La posibilidad de entrevistar a protagonistas que se encuentran en
cualquier parte del mundo nos llena de expectativas, pero también abre nuevos
planteos ¿Es lo mismo entrevistar a alguien “cara a cara” que hacerlo a través de una
plataforma virtual? Este tema lo dejamos para una próxima reflexión.
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