Voces Recobradas. Revista de Historia Oral/45 (12/2025)  
ISSN 1515 - 1573 | RNPI 5229484  
Voces de Buenos Aires  
El Hospital Borda  
Higienismo mental y desmanicomialización: la  
influencia de los movimientos en el neuropsiquiátrico  
modelo, durante el siglo XX.  
Rodrigo Bernardo Vázquez  
Profesor de Educación Superior en historia  
I.S.P. “Dr. Joaquín V. González”  
Email: roduvazquez@hotmail.com  
Expedientes. Museo Hospital Borda  
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El Hospital Borda. Higienismo mental y desmanicomialización:  
la influencia de los movimientos en el neuropsiquiátrico modelo, durante el siglo XX.  
Rodrigo Bernardo Vázquez. [3 -24].  
Palabras clave: Hospital Borda – Higienismo mental – Desmanicomialización – estigma – Salud mental  
Resumen: El Hospital Borda. Higienismo Mental y Desmanicomialización: la influencia de los movimientos  
en el neuropsiquiátrico modelo durante el siglo XX.  
Este trabajo analiza la influencia de dos movimientos paradigmáticos en la salud mental del siglo XX,  
el Higienismo Mental y la Desmanicomialización, en el Hospital Borda (Buenos Aires, Argentina), y cómo  
estos movimientos transformaron la percepción y el tratamiento de las personas con padecimientos psiquiátricos.  
En América Latina, la recepción de estas ideas fue heterogénea. En Argentina, el proceso fue significativo. En  
el Hospital Borda, la desmanicomialización se manifestó a través de la introducción del Psicoanálisis y de la  
Terapia de Corto Plazo, que buscaban evitar internaciones prolongadas y revalorizaban el trabajo como  
herramienta de reinserción y construcción de identidad. Esto incluyó la creación de cooperativas (como "La  
Huella") siguiendo el modelo donde los pacientes son reconocidos como trabajadores. Otra de las  
manifestaciones fue la experiencia artístico-comunitaria “Frente de Artistas del Borda” (FAB), que buscaba  
desestigmatizar y vincular a los pacientes con la comunidad.  
Mientras el Higienismo Mental reformó el asilo desde una lógica biologicista y de protección social, la  
Desmanicomialización cuestionó las bases mismas del saber psiquiátrico hegemónico, impulsando un paradigma  
de derechos que concibe al paciente como un sujeto social con derecho a la libertad, al trabajo y a vivir en su  
comunidad.  
La culminación de este proceso en Argentina fue la Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657 (2010),  
que establece el cierre de los manicomios, aunque su implementación total sigue siendo un desafío.  
Keywords: Borda Hospital – Mental hygienism – Deinstitutionalization – Stigma – Mental health  
Abstract: The Borda Hospital. Mental Hygiene and Deinstitutionalization: the influence of movements on  
the neuropsychiatric model during the 20th century.  
This paper analyzes the influence of two paradigmatic movements in 20th-century mental health,  
Mental Hygiene and Deinstitutionalization, at the Borda Hospital (Buenos Aires, Argentina), and how these  
movements transformed the perception and treatment of people with psychiatric disorders.  
In Latin America, the reception of these ideas was mixed. In Argentina, the process was significant. At Borda  
Hospital, deinstitutionalization manifested itself through the introduction of psychoanalysis and short-term  
therapy, which sought to avoid prolonged hospitalizations and revalued work as a tool for reintegration and  
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identity building. This included the creation of cooperatives (such as “La Huella”) following the model where  
patients are recognized as workers. Another manifestation was the artistic-community experience “Frente de  
Artistas del Borda” (FAB), which sought to destigmatize and connect patients with the community.  
While Mental Hygiene reformed the asylum from a biological and social protection perspective,  
deinstitutionalization questioned the very foundations of hegemonic psychiatric knowledge, promoting a rights-  
based paradigm that conceives of the patient as a social subject with the right to freedom, work, and to live in  
their community.  
The culmination of this process in Argentina was National Mental Health Law No. 26,657 (2010),  
which establishes the closure of mental hospitals, although it’s full implementation remains a challenge.  
Palavras-chave: Hospital Borda – Higienismo mental – Desmanicomialização – Estigma – Saúde mental  
Resumo: O Hospital Borda. Higienismo Mental e Desmanicomialização: a influência dos movimentos no  
modelo neuropsiquiátrico durante o século XX.  
Este trabalho analisa a influência de dois movimentos paradigmáticos na saúde mental do século XX, o  
Higienismo Mental e a Desmanicomialização, no Hospital Borda (Buenos Aires, Argentina), e como esses  
movimentos transformaram a percepção e o tratamento das pessoas com transtornos psiquiátricos.  
Na América Latina, a recepção dessas ideias foi heterogênea. Na Argentina, o processo foi significativo. No  
Hospital Borda, a desmanicomialização se manifestou através da introdução da Psicanálise e da Terapia de Curto  
Prazo, que buscavam evitar internações prolongadas e revalorizavam o trabalho como ferramenta de reinserção  
e construção de identidade. Isso incluiu a criação de cooperativas (como “La Huella”) seguindo o modelo em  
que os pacientes são reconhecidos como trabalhadores. Outra manifestação foi a experiência artístico-  
comunitária “Frente de Artistas del Borda” (FAB), que buscava desestigmatizar e vincular os pacientes à  
comunidade.  
Enquanto o Higienismo Mental reformou o asilo a partir de uma lógica biologicista e de proteção social, a  
Desmanicomialização questionou os próprios fundamentos do conhecimento psiquiátrico hegemônico,  
impulsionando um paradigma de direitos que concebe o paciente como um sujeito social com direito à liberdade,  
ao trabalho e a viver em sua comunidade.  
A culminação desse processo na Argentina foi a Lei Nacional de Saúde Mental nº 26.657 (2010), que  
estabelece o fechamento dos manicômios, embora sua implementação total continue sendo um desafio.  
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la influencia de los movimientos en el neuropsiquiátrico modelo, durante el siglo XX.  
Rodrigo Bernardo Vázquez. [3 -24].  
El Hospital Borda. Higienismo Mental y Desmanicomialización: la influencia de los movimientos  
en el neuropsiquiátrico modelo durante el siglo XX  
Es el único habitante de la sala número seis a quien se le permite salir del  
pabellón y hasta del patio del hospital a la calle. Es un privilegio que  
disfruta desde hace mucho, probablemente en consideración al tiempo que  
lleva recluido y porque es un tonto tranquilo e inofensivo, el hazmerreír  
de la ciudad.  
“La sala número seis” Anton Chejov.  
Introducción  
Este trabajo tiene como objetivo profundizar en dos de los movimientos más importantes de los últimos  
tiempos, que transformaron la forma de percibir a los sujetos que habitaban los manicomios (desviados,  
marginales, padecientes, etc.): el higienismo mental y la desmanicomialización.  
Para ello, la hipótesis del trabajo parte de la afirmación de que la desmanicomialización es una corriente  
que logró un cambio de paradigma al subvertir la mirada que se tenía del paciente como un ente sin derechos  
para pasar a percibirlo como un sujeto pleno de derechos. Desde ya, que el cambio de paradigma no refleja  
necesariamente el cambio de mentalidad en la sociedad, pero sí ofrece un espacio de ideas sólidas en el que se  
apoyan las nuevas investigaciones, saberes y habilidades relativas al universo de la salud mental. Creemos que  
para lograr entender al movimiento desmanicomializador primero nos debemos acercar a su predecesor, el  
higienismo mental, el cual introdujo una serie de cambios importantes para el tratamiento de los pacientes.  
Para este escrito, nos hemos apoyado en bibliografía especializada, artículos periodísticos y fuentes orales.  
La metodología de la Historia Oral, la utilizamos para mostrar, con mayor precisión, los impactos de la  
desmanicomialización en el Hospital Borda. Estas fuentes nos ayudarán a entender esa corriente a partir de las  
percepciones que solamente pueden hallarse en la subjetividad de aquellos que lo vivieron, es decir en las voces  
de los entrevistados. Voces que no aparecen en los documentos institucionales.  
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1. Contexto Histórico del Hospital Borda  
El 11 de octubre de 1863 se inauguraba el Hospicio de la Buena Ventura (en homenaje a Dr. Ventura Bosch  
quien había promovido su construcción). Es así como, en el marco de la corriente higienista de la época que  
pregonaba la idea de que el organismo puede recuperarse de la enfermedad si se dan las condiciones adecuadas,  
se lograron trasladar allí, desde el Hospital General de Hombres, 122 pacientes1, los cuales, serían aislados de  
aquellos con algún padecimiento de tipo clínico y tratados según la clasificación que les otorgaba la terminología  
de la época: alienados (Volmer, 2010, p. 36).  
Esta preocupación, por el diseño y construcción de este tipo de dispositivos -el Moyano, y el Alejandro Korn  
de Melchor Romero, también tienen su origen en esta época-, coincide con los preceptos de la corriente  
higienista surgida en Europa, aunque este hecho adquiere una relevancia especial en nuestro país, dado que se  
le estaba dando cuerpo al Estado-Nación:  
Si el higienismo es, por una parte, un resorte de tecnificación del Estado,  
impulsado bajo la advocación de las consignas sarmientinas, se integra a esa cruzada  
mítica por el alumbramiento de una nación.  
Muchos son los problemas que la higiene encara en ese vasto campo social urbano  
del último cuarto del siglo XIX, aunque aquí solo se busca situar esa perspectiva  
para introducir las cuestiones de la medicina mental. Ante todo, porque el marco  
de las preocupaciones médico-higiénicas es una de las raíces —la otra es el  
alienismo — no solo de la construcción de los primeros manicomios en Buenos  
Aires, sino de una percepción de los síntomas de la locura bajo el marco de ese  
ideario de la asistencia pública, que ve al desviado recortado sobre el telón de fondo  
de los conflictos de la ciudad. (Vezzetti, 1985, p. 40)  
Durante el siglo XX, el nosocomio local, fue atravesado por varias corrientes de origen internacional,  
que, como era usual, eran introducidas en el país por algún especialista que, luego de alguna estadía por Europa  
o Estados Unidos empapándose de las nuevas ideas, al volver las esparcía en los círculos adecuados y rápidamente  
podían convertirse en modelo a seguir.  
Entre estos idearios tomados del exterior podemos contar con el Higienismo Mental, corriente  
preponderante del periodo de entreguerras, la misma favorecería el tratamiento de los pacientes a la vez que  
intentaría establecer métodos de profilaxis para la población, a la cual, en definitiva, se intentaba resguardar.  
Posteriormente, los movimientos antipsiquiátricos de la década de 1960, serían la novedad.  
1 El Hospicio, fue inaugurado para albergar un máximo de 120 pacientes. Un dato que resulta llamativo, si tomamos en cuenta que, por  
muchísimos años, la insuficiencia en términos de capacidad para hospedar pacientes sería una constante para el Hospital T. Borda.  
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2. El movimiento de Higiene Mental  
El surgimiento del movimiento de Higiene Mental  
El llamado higienismo mental irrumpe en Estados Unidos, producto de la obra de Clifford Beers, un  
reciente graduado de la Universidad de Yale que, después de haber entrado en un estado de depresión y buscar  
la cura permaneciendo internado en algunos centros de salud mental, decide contar los padecimientos sufridos  
en esas instituciones a través de su libro autobiográfico Una mente que se encontró a sí misma, de 1908.  
Inmediatamente concita una enorme adhesión por parte de diversos sectores de la sociedad: establecimientos  
universitarios, la Iglesia, campos de la medicina general, la psiquiatría y trabajo social (Klappenbach, 1999, p. 2).  
En el año 1909, y con todos estos grupos orbitando alrededor, Beers se apresura para fundar la Sociedad  
para la Higiene Mental de Connecticut; cumplida esta formalidad, ahora sí se dispone a encabezar el movimiento  
de Higienismo Mental.  
Entre los objetivos de máxima que se propuso este movimiento, fue introducir el debate acerca del asilo  
como dispositivo hegemónico e incuestionable, algo comprensible si se tiene en cuenta lo comentado acerca del  
nacimiento de esta corriente a partir de un libro que escribió un ex paciente contando las penurias vividas dentro  
de los hospicios.  
Con el impulso de este cuestionamiento fundante, el movimiento despliega un vasto campo de acción para  
poder lograr las reformas pretendidas. Dentro de sus objetivos podemos mencionar los siguientes:  
Mejorar la calidad de la internación de los pacientes. A través de la implementación de espacios más  
abiertos en los Hospitales para que los internados puedan dedicar tiempo a la práctica de deportes,  
entre otros entretenimientos.  
La prevención de los trastornos mentales, un eje central de esta corriente. Una de las acciones llevadas a  
cabo en ese sentido fue el llevar a la higiene mental al ámbito escolar, logrando que tanto estudiantes  
como docentes lograsen conocimientos relacionados con la salud mental. Por otro lado, para  
robustecer la idea de profilaxis, se establece como necesario el diagnóstico precoz.  
La diferenciación de patologías permitió un tratamiento ajustado de acuerdo con el grado del  
padecimiento. Esto a su vez, significó un quiebre con respecto al alienismo de Philippe Pinel, el cual  
proponía básicamente la división de la sociedad a partir de la diferencia entre sanos y alienados.  
La asistencia abierta, prefiguraba, de alguna manera, el movimiento italiano de desmanicomialización,  
que irrumpiría con enorme fuerza medio siglo más adelante. Esta novedad asistencial, desplegaba  
diferentes figuras tales como: dispensarios, consultorios externos, servicios sociales anexos (en el que  
no trabajaban precisamente psiquiatras, sino asistentes sociales, entre otros) y hospitales de puertas  
abiertas (open-door).  
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Entonces, este cuestionamiento al asilo no necesariamente buscaba la destrucción del dispositivo sino más  
bien le ofrecía posibilidades de reforma. Es decir, de alguna manera buscaba humanizar el asilo y el trato a los  
que allí estaban internados, y contribuir desde ese lugar, a un perfeccionamiento de la sociedad en su conjunto.  
Según Hugo Vezzetti servían para  
(…) reducir y controlar la totalidad de los factores desfavorables al progreso  
humano. Desde la insalubridad ambiental hasta la miseria, la inmoralidad y el  
vicio… En ese sentido, con el higienismo la burguesía encuentra las condiciones  
para erigir una nueva figura del reformador social, ungido por la ciencia y los ideales  
filantrópicos. (1985, p. 37)  
Sintetizando, podríamos decir que hacia adentro del movimiento de Higiene Mental convergieron las  
discusiones que se estaban desarrollando desde mediados del siglo XIX, entre aquellos que consideraban que la  
locura tenía causas biológicas (organicistas) y los que consideraban que las causas psíquicas y morales eran las  
desencadenantes de las dolencias mentales (los alienistas). En ese sentido, el movimiento se erige con la premisa  
de permitirse pensar en la curación -no solamente en la exclusión asilar del sujeto indeseable para los parámetros  
establecidos como normales dentro de una sociedad-, y en la prevención a través de un trabajo concientizador  
(desde la educación) y del diagnóstico precoz (Talak, 2005, p. 568).  
Esta corriente, que logró un enorme reconocimiento tanto en Estados Unidos como en la Francia de  
Phillippe Pinel, logra al tiempo proyectarse a otros rincones del mundo occidental, a partir de la organización  
de Congresos Internacionales, el primero de ellos ocurrido en 1930, en Washington, y el segundo en el año  
1937, en París.  
El impacto del Higienismo Mental en Argentina  
El movimiento de higiene mental desembarca en América Latina, como resultado de aquellos científicos  
que viajaban a los países pioneros y volvían entusiasmados con la novedad que rápidamente difundían en sus  
respectivos países, por ejemplo, en Brasil, a partir de la creación de la Liga Brasileña de Higiene Mental, en  
1923; en el caso de México, con la fundación de la Sociedad de Estudios de Criminología, Psicopatología e  
Higiene Mental, en 1936. En algunos casos la corriente también lograba materializarse y divulgarse a través de  
artículos publicados en revistas especializadas en Neurología y Psiquiatría, como sucedió en el caso de la  
Argentina, a través de una sección especial en la Revista de Psiquiatría y Criminología.  
Al respecto, podemos decir que, en nuestro país, el Higienismo Mental irrumpe en un momento muy  
particular como lo fue la masiva llegada de inmigrantes que se asientan en las principales ciudades del país, dando  
lugar a una serie de preocupaciones para las que los higienistas -aquellos ligados a las tareas modernizadoras de  
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los nacientes Estados a fines del siglo XIX- intentarán brindar soluciones. Según Talak, el movimiento de  
Higiene Mental no puede disociarse de aquel higienismo.  
El higienismo formó parte entonces de un discurso sobre el progreso y la  
civilización, que intentaba implementar una política de construcción del Estado y  
la nacionalidad «desde arriba». (…) La medicina ligada al Estado proponía sus  
intervenciones como una tarea nacional que fundaba a su vez la intervención estatal  
sobre la marginalidad, como diferentes formas de desorden público. La presencia  
y la autoridad de la medicina legitimó la representación en términos médicos de  
temas originalmente fuera de su dominio científico. La sociedad vista como un  
organismo y los conflictos sociales entendidos en términos de patologías, de  
enfermedades infecciosas y contagiosas, marcaron discursos tanto de las elites  
dirigentes como de artículos periodísticos y de la literatura. Dentro de este marco  
de pensamiento fueron abordados ciertos temas sociales y políticos, en términos de  
la degeneración producto o causa de ciertas costumbres sociales viciosas (como el  
alcoholismo), de la delincuencia, de la mezcla de razas, de las ideas anarquistas, etc.  
En este contexto surgieron formas de estudiar y prescribir soluciones a los  
problemas del delito, de la educación, de la locura, de la anormalidad infantil, que  
dieron una impronta característica y común a las diversas disciplinas científicas que  
fueron desarrollándose, como la criminología, la psicología, la psicología evolutiva,  
la pedagogía, la psiquiatría y la psicopatología, y las ciencias sociales en general.  
(Talak, 2005)  
En ese marco, en el año 1929, se institucionaliza la corriente del Higienismo Mental a través de la  
fundación de la Liga Argentina de Higiene Mental.  
Es importante, resaltar que el movimiento del que venimos hablando tuvo características distintas al modelo  
estadounidense, las comentamos:  
En primer lugar, en nuestro caso nació desde el manicomio y en la cátedra de Psiquiatría,  
diferenciándose de aquel modelo de carácter profano (vale recordar que, en EEUU, el movimiento es  
originado por un expaciente, a través del mencionado libro que se hizo conocido rápidamente).  
Por otro lado, en Argentina, con el telón de fondo de la inmigración y La Ley de Residencia en plena  
vigencia, la higiene mental se entroncaría rápidamente con la tradición eugenésica contemplando la  
posibilidad de segregar al alienado para impedir sus posibilidades reproductivas.  
Por último, otra de las diferencias con la tradición original fundada por Beers, fue precisamente el  
financiamiento del movimiento. En nuestro caso, se haría por dos vías: por un lado, la captación de  
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fondos de particulares a través del modelo del momento, las damas de la Sociedad de Beneficencia, en  
este caso, denominado Comisión Auxiliar de Señoras. Por el otro, a través de erigirse como un grupo  
promotor de proyectos ejecutados por un Estado que, dentro de sus funciones, tenía a cargo la  
mantención y promoción de un sistema de salud gratuito.  
Para una rápida caracterización del movimiento higienista mental argentino, podríamos enumerar algunas  
de sus preocupaciones más salientes, con relación a su campo de acción, las cuales podemos hallar en el estatuto  
fundante de la Liga:  
Asistencia de psicópatas (su organización y vigilancia)  
Inmigración (vigilancia y orientación)  
Patología regional (estudio de las afecciones regionales y su profilaxis)  
Higiene industrial y profesional  
Enfermedades generales (su estudio en relación con las enfermedades mentales)  
Higiene social e individual de la infancia (estudios relacionados con la educación e instrucción de la  
infancia, en las vinculaciones de la escuela con el hogar) (Klappenbach, 1999, p. 7).  
Políticas del Higienismo Mental aplicadas en el Hospital Borda  
La corriente norteamericana, institucionalizada en Argentina gracias a la fundación de la Liga Argentina  
de Higiene Mental, por fin desembarca en el Hospicio de las Mercedes2 a través de una serie de medidas, que  
se irán sucediendo por iniciativa de aquellos miembros de la Liga que logran tener injerencia en el nosocomio.  
En un primer momento (1930), el Dr. Gonzalo Bosch, uno de los fundadores de la Liga, es nombrado director  
del Servicio de Admisión, introduciendo a partir de ese momento, una innovación extraordinaria: el doble  
diagnóstico, uno (provisorio -o presuntivo-) en la Admisión, definido por una nosología funcional -clasificación  
hecha por el mismo Gonzalo Bosch-, y el otro (el definitivo), expedido en el Servicio de Internación basado en  
la nosología psiquiátrica clásica (Jardon, 2012, p. 93).  
Otra de las medidas llegaría posteriormente (1931), cuando la Liga, inaugura los famosos consultorios  
externos con el sistema de dispensarios, típicos del modelo estadounidense, los cuales tendrían acceso desde la  
calle evitando así tener que acceder a ellos desde el asilo -con todos los prejuicios que ello implicaba-; ya para el  
año 1931, el Dr. Bosch, había sido nombrado director del Hospital3, al mismo tiempo se relanza la Escuela de  
Enfermeras (una segunda época, luego de la experiencia de Cabred, el anterior director del Hospicio), cuyos  
2 Nombre previo al de Hospital Borda.  
3 Estará en funciones hasta el año 1947.  
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profesores serían los mismos médicos del lugar; en 1935, comenzó a funcionar en el complejo hospitalario, la  
formación de Visitadoras Sociales a través de un curso dictado por la Liga Argentina de Higiene Mental:  
Con las egresadas de ese curso se creó el primer Servicio Social de Buenos Aires en  
la Liga Argentina de Higiene Mental, en 1938, y el primer Servicio Social de un  
hospital psiquiátrico, en 1942, en el Hospicio (Stagnaro y Conti, 2022, p. 76).  
Al respecto de la importancia de la creación del Servicio Social, Kapplenbach resalta lo siguiente:  
El servicio social, por su parte, dependencia del dispensario, implicaba el momento  
de mayor externación de todo el dispositivo tecnológico de la higiene mental.  
Estaba a cargo de asistentes o visitadores sociales, que intervenían de muy variadas  
maneras: tanto detectando pequeños psicópatas y trasladándolos al dispensario,  
como informando respecto a las condiciones del medio y la forma de vida del  
enfermo; tanto procurando despertar el interés de las familias por los enfermos  
como encontrando trabajo adecuado a las capacidades de los convalecientes o  
vigilando a los sospechosos (Bermann, 1931; Gorriti, 1928; Belbey, 1927). (1999, p. 10)  
Otra de las mejoras introducidas con el fin de darle solución al hacinamiento, y a la vez, brindar espacios  
diferenciados para los pacientes de acuerdo con sus patologías, fue la construcción de dos nuevos pabellones, que  
podrían albergar hasta 900 pacientes, circundados por sus respectivos espacios verdes (Stagnaro y Conti, 2022,  
p. 76).  
Esta serie de medidas, como otras que se fueron tomando en la misma época, denotaban como veníamos  
diciendo, una importante labor reformista por parte de esta nueva corriente. En primer lugar, la nosología  
diferenciada refleja esta preocupación del higienismo mental, acerca de la matización de la enfermedad mental,  
haciendo intentos de abordar su complejidad y a la vez, un tratamiento adecuado.  
Por otro lado, la apertura de la escuela de enfermería, junto a la formación de Visitadoras Sociales,  
manifiestan la diversificación en el campo de la salud mental que promovió la nueva corriente a instancia de la  
Liga Argentina, que, si bien seguía señalando la autoridad del médico psiquiatra dentro del hospicio, logró  
introducir nuevos profesionales en el ámbito de la salud mental.  
Por último, a pesar de que todas las mejoras apuntan a favorecer la calidad de los pacientes -o futuros  
pacientes-, ya sea con tratamientos diferenciados, preocupándose por una estadía más confortable de la que  
existía hasta entonces, entre otras, y si bien el cuestionamiento a la institución asilar estaba implícito en el  
movimiento ideado por Beers, el higienismo mental no pretendía la desaparición de estos dispositivos, más bien,  
todas las mejoras y reformas suscitadas no podrían existir sin el complejo asilar.  
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En todo caso, y para concluir este apartado, podemos decir que esta corriente reformista intentó dotar  
al asilo, entendiéndolo como dispositivo de control, de herramientas más sofisticadas. Es decir, le dio un aliento  
más a una institución que había quedado desfasada, luego de los horrores vividos a nivel mundial en la Primera  
Gran Guerra.  
3. El movimiento de desmanicomialización  
Los orígenes del movimiento de desmanicomialización  
A partir de la segunda mitad del siglo XX se produjo un cambio del enfoque puramente psiquiátrico  
hacia el de Salud Mental. Este viraje amplió el campo de intervención e instaló un nuevo espacio de tensión  
entre la psiquiatría y el resto de los trabajadores dedicados a la salud mental. El clima social de la posguerra —  
atravesado por movimientos por los derechos civiles, críticas a la Guerra de Vietnam, luchas feministas,  
ambientalistas y el surgimiento del movimiento LGBT— favoreció este proceso de transformación. Al mismo  
tiempo, comenzó a cuestionarse la consideración de los padecimientos mentales como enfermedades  
exclusivamente biológicas, lo que impulsó una revisión profunda de la nosología tradicional de Emil Kraepelin.  
En suma, esta confluencia entre los cambios sociales y las revisiones internas del campo psiquiátrico  
abrió paso al movimiento antipsiquiátrico, que emergió desde el interior de los manicomios para denunciar las  
formas de control, represión y privación de derechos presentes en estas instituciones, y para impulsar la búsqueda  
de alternativas desinstitucionalizadoras (Morales Ramírez, 2012).  
Esta aproximación entre los fuertes cuestionamientos sociales que se respiraban en Occidente y la  
profunda revisión que estaba transitando la psiquiatría eclosionaron para luego confluir en un movimiento que  
fue bautizado “anti psiquiátrico”4 el cual tuvo su origen dentro de los manicomios, revelándose contra las  
distintas formas de control y represión que podían encontrarse allí dentro, promoviendo como última instancia  
la desinstitucionalización de aquellas personas encerradas en los hospicios.  
En síntesis, este movimiento antipsiquiátrico “fue una corriente psiquiátrica que criticó los fundamentos  
generales de la medicina mental biologicista –que concibe la locura como una enfermedad de tipo orgánico-  
basada en la nosología kraepeliana [Por Kraepelin, el fundador de la nosología psiquiátrica tradicional] y en el  
manicomio tradicional” (Morales Ramírez, 2012, p. 49).  
4 Término acuñado por el fundador de este movimiento, el psiquiátrica sudafricano David Cooper, en su libro “Psiquiatría y  
antipsiquiatría” (1967).  
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Influencia de la desmanicomialización en América Latina  
En los países latinoamericanos la recepción del movimiento anti psiquiátrico fue tan diversa como sus  
normas culturales, científicas y sociales lo permitieron. A su vez, dentro de un contexto regional de profundos  
cambios en materia social, puesto que durante la década de 1960-1980 existió, a la luz de la Revolución Cubana,  
un agudo cuestionamiento al sistema económico y social imperante que logró dejar el campo fértil para que las  
ideas de este movimiento anti psiquiátrico penetren entre los sectores vinculados a la salud mental y lo aprecien  
como una reivindicación posible de los oprimidos, por otro lado, como respuesta a ese cuestionamiento al  
sistema, y como parte de un plan orquestado por los EEUU en plena Guerra Fría, se establecen en este lado del  
globo distintas dictaduras.  
Este tipo de factores objetivos son los que entretejen el telón de fondo durante gran parte del periodo  
en el que se intentan receptar las ideas del movimiento antipsiquiátrico, desmanicomializador o  
desinstitucionalizador, que son, en definitiva, distintas formas de llamar a esta nueva corriente que emerge, como  
mencionamos, con los particularismos de su época.  
Con esto queremos decir que no fue un movimiento que se implantó de un país a otro, sino más bien,  
un proceso de reelaboración que siguiendo unas pautas generadas en los países emisores, los países receptores las  
pudieron adaptar según sus elaboraciones teóricas y prácticas desarrolladas hasta el momento en torno al campo  
de la salud mental. A continuación, antes de desarrollar lo sucedido en Argentina, haremos algunos comentarios  
acerca de las características que el movimiento desmanicomializador imprimió en el campo de la salud mental  
de México.  
En primer lugar, podemos decir que el movimiento se centró en dos ciudades que ejercieron de  
catalizadoras: Ciudad de México -por su histórico papel centralista- y Cuernavaca -una ciudad que se constituyó  
culturalmente como la elegida de personalidades intelectuales de la época como Erich Fromm, entre otros.  
Por otro lado, se le presentaron ciertas dificultades a la corriente, puesto que lo que podemos denominar  
la “psiquiatría tradicional”, tenía una poderosa raigambre dentro de las instituciones manicomiales. Para esta  
ciencia, abrazar los principios de la antipsiquiatría habría sido un suicidio. Por ello, además de dedicarse a  
identificar a los promotores más encumbrados de la corriente -Foucault, Goffman, Cooper, Basaglia, etc.-  
también se dedicó a rebatir los postulados de la corriente que quería tomar impulso en el país azteca a partir de  
publicaciones especializadas, como libros relacionados con las ideas del movimiento. Lo que la psiquiatría  
tradicional supo hacer, de manera inteligente, para evitar una rápida permeabilización del movimiento anti  
psiquiátrico y que la deje con escaso margen para poder maniobrar, fue seleccionar algunos postulados del  
repertorio desmanicomializador, tomarlos como propios haciendo la adaptación correspondiente, y de esa  
manera acomodarlos a la realidad de los manicomios mexicanos (por ejemplo: mejorar la atención a los pacientes  
y las condiciones de los hospitales psiquiátricos), por otro lado, se boicotearon aquellos que les resultaba  
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inadmisibles como considerar a la enfermedad mental como un mito, el cuestionamiento del poder psiquiátrico  
o que la psiquiatría es política (Morales Ramírez, 2012, p. 53).  
Algunos de los esfuerzos que el movimiento antipsiquiátrico logró llevar para confrontar las ideas  
tradicionales los podemos rastrear en algunos hechos que, si bien tuvieron su grado de penetración en la disputa  
de ideas, no logró calar con la profundidad necesaria para convertirse en hegemónico. Sin embargo, podemos  
mencionar que uno de los hechos relevantes fue la circulación de libros especializados en la temática como “La  
institución negada” (1972) de Franco Basaglia; “Psiquiatría y antipsiquiatría” (1974) y “La muerte de la familia”  
(1976) de David Cooper, entre muchos otros (Dosil Mancilla, 2019, p. 635).  
Otro de estos impulsos, fue el hecho de la organización del foro “Razón, locura y sociedad” realizado en  
la UNAM y que contó, entre uno de sus participantes con el mismísimo Franco Basaglia.  
Luego, la organización internacional “Red Alternativas a la Psiquiatría”, una de las instituciones que  
funcionaba como cabeza de lanza de este movimiento europeo, llevó a cabo su IV y V Encuentro Internacional  
en Cuernavaca -1978- y Ciudad de México -1981-, respectivamente. A los mismos asistieron los mayores  
exponentes de la escena: David Cooper, Basaglia, Langer, el psicoanalista francés Félix Guattari, el  
neuropsiquiatra belga Moni Elkaim y la socióloga italiana Franca Ongaro Basaglia, entre otros participantes  
(Dosil Mancilla, 2019, p. 636).  
El pensamiento de Sylvia Marcos, integrante y promotora de estos encuentros de la Red, es ilustrativo  
para entender las ideas que motorizaban este poderoso movimiento que estaba buscando hacer pie en América  
Latina:  
El absurdo tratamiento con psicofármacos emana de un no menos absurdo  
concepto de lo que debe ser la salud-normalidad: un ser zombie, siempre  
productivo, siempre bien -i´m OK, you´re OK-, sin ciclos, sin angustias, sin  
alteraciones, como si lo social no incidiera para nada en el sujeto, como si la única  
normalidad posible fuese la de un tornillo bien engrasado que gira y gira, siempre  
eficiente, para permitir que la inmensa máquina de explotación humana siga  
existiendo. (Marcos, 1987, p. 20)  
Impacto del movimiento en el Hospital Borda  
Empezaremos por el final: en el año 2010 en Argentina se promulgó la Ley 26.657. La misma, entre  
otras medidas, estableció el año 2020 como plazo final para el cierre de los manicomios, algo que el propio  
Franco Basaglia hubiese aplaudido. Sin embargo, su máxima resolución, en términos desmanicomializadores,  
nunca fue implementada a fondo.  
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la influencia de los movimientos en el neuropsiquiátrico modelo, durante el siglo XX.  
Rodrigo Bernardo Vázquez. [3 -24].  
Como venimos observando el movimiento desinstitucionalizador tiene su auge en la década de 1960.  
Distintos países europeos van teniendo su acercamiento y van logrando ciertas implementaciones en ese sentido.  
La llamada Ley Basaglia promulgada en Italia en 1978, es uno de los puntos culmines de esta nueva corriente y  
el más ansiado por el promotor del movimiento italiano de desmanicomialización.  
Pero no fue la única experiencia en ese sentido, sino que estuvo precedida por otras acciones, como las  
comunidades terapéuticas, el cuestionamiento a la “medicalización de la vida”, la visión de que la psiquiatría era  
un instrumento de las necesidades del sistema que creaba y mantenía las enfermedades mentales.  
En Argentina, Pichón Riviere fue uno de los precursores en el cuestionamiento a la hegemonía  
psiquiátrica, aplicando sus intervenciones en el Hospicio de las Mercedes. Él, según Volmer, fue pionero en  
hacer participar a los enfermeros no solamente en el cuidado sino en el tratamiento de los pacientes (2010, p.  
111), algo que rompía con los preceptos y los límites establecidos por la división de trabajo que imperaba en este  
tipo de instituciones. Además de democratizar las prácticas laborales, también resultaba pedagógico para los  
enfermeros, que en muchos casos tenían una instrucción mínima. Carlos Dellacassa, promotor del Museo del  
Hospital Borda, menciona al respecto de la formación de los enfermeros:  
La estructura de enfermería deviene digamos fue la organización de los sistemas de salud  
de la guerra, entonces los enfermeros tenían una organización militar en ese momento,  
entonces deviene esto de las jerarquías, entonces ser Cabo era que estaba a cargo de la sala  
porque a veces había otros enfermeros que digamos secundaban al Cabo, pero el Cabo era  
el enfermero responsable de esa sala. (…) La formación inicial fue por idoneidad, en el  
lugar, aprendieron día a día, porque no había formación en enfermería psiquiátrica. En  
la primera década del siglo XX hubo una escuela de enfermería que la inauguró Cabred,  
después se cerró, hubo varios intentos de escuelas dentro del Borda que se cerraron. (Taller  
1, 2018)  
Pichón Riviere, introduce el psicoanálisis en el Hospital Borda, una corriente que terminaría de  
consolidarse sobre todo en esta etapa de fuerte cuestionamiento a la perspectiva biologicista que existía de la  
enfermedad mental, que era promovida por los psiquiatras. Esta revolución de la que venimos hablando estaba  
llegando a las instituciones. Alrededor de la década de 1970, hay un ingreso de gran cantidad de psicólogos. El  
mismo entrevistado nos comenta al respecto:  
El Borda tenía como cierta fama de hospital de encierro, digamos de estas cuestiones de  
injusticia, de alguna manera había toda una corriente antimanicomial en ese momento,  
y nosotros [los psicólogos] veníamos un poco creídos que éramos los agentes de cambio,  
entonces es cierto que a veces se cometieran algunos pecadillos, excesos en cuanto al celo ya  
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creerse que uno iba a cambiar el mundo. Justo se dio en la época del 70 todo un cambio en  
el aspecto institucional, digamos, hubo un cambio en el pensamiento sobre las  
instituciones, un desarrollo que hicieron los institucionalistas franceses que era todo el  
cuestionamiento de los hospitales psiquiátricos. Se empezó a cuestionar el funcionamiento  
estático en los hospitales psiquiátricos, por entonces empezaron a desarrollarse ideas más  
dinámicas (...) entonces es cierto que quizás nosotros veníamos con cierto exceso de  
sapiencia y de pensar que íbamos a cambiar las cosas de un día para otro, y por ahí algunas  
veces no se respetaba los que venían trabajando los que estaban hace años en el hospital.  
(Taller 1, 2018)  
Otras de las innovaciones que trajo esta corriente desmanicomializadora al Borda consistió en lo que se  
llamó terapia de corto plazo, las mismas buscaban evitar una internación prolongada en el Hospital. Este servicio  
innovador fue, además, un proceso formador para nuevos trabajadores del Hospital Borda, uno de ellos, quien  
fuese director del Hospital Borda, nos relata lo siguiente, al respecto:  
Bueno la historia es muy sencilla, cuando uno venía a la Capital del interior vivía en  
pensiones de acá de la Capital, y buscando trabajo en una oportunidad que fui a  
Avellaneda al hospital Fiorito, de regreso con el 95, viendo… compartiendo palabras con  
una persona que venía en el ómnibus, me dijo este es el hospital Borda, me bajé del 95 [se  
ríe] y pregunté dónde se podía trabajar. Y bueno me dijeron que fuera al 3er piso a hablar  
con la doctora Machón, golpee la puerta y me dijo: venga mañana [se ríe], se dio que era  
el servicio cátedra del hospital, y una sala muy innovadora en cuanto a, digamos al  
trabajo en salud mental porque era un servicio creado en el año 1968, se llamaba terapia  
a corto plazo, lo dirigía el doctor Omar Ipar, que al mismo tiempo era el titular de la  
cátedra de psiquiatría del hospital y tenía como innovación estos términos: terapia a corto  
plazo, es decir, para aquellos tiempos que era un hospital con largos plazos de internación,  
haber generado un servicio de terapia a corto plazo era toda una innovación. Terapia a  
corto plazo quería decir tres meses de internación como máximo; y por otro lado era una  
sala, que como una situación casi revolucionaria, para lo que en el ámbito nacional, en  
aquel momento éramos nacionales, esto fue el hospital neuropsiquiátrico de hombres, que  
era el Borda y el hospital neuropsiquiátrico de mujeres que era el Moyano, en ese servicio  
teníamos 2 salas de hombres con 33 pacientes y 1 sala de mujeres, o sea que como  
innovación este fue uno de los primeros servicios donde, en un mismo servicio con tres  
jefaturas de sección, había dos secciones de hombres y una sección de mujeres, lo cual era,  
por la dinámica que generaba esta no separación de los sexos, era todo un hallazgo, toda  
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la influencia de los movimientos en el neuropsiquiátrico modelo, durante el siglo XX.  
Rodrigo Bernardo Vázquez. [3 -24].  
una novedad, toda una situación muy creativa y muy dinámica en términos terapéuticos.  
(Mastandrea, 2018)  
Otro de los tópicos que encontraron tierra fértil en el neuropsiquiátrico modelo fue el tema del trabajo  
y la curación. Si bien, ya existía una tradición institucional sobre el trabajo. La corriente desinstitucionalizadora,  
desmanicomializadora, nacida al calor de las luchas proletarias y campesinas de mediados del siglo XX, y que  
pregonaba que es dentro del campo de lo social donde hay que encontrar el germen de la enfermedad, supo  
entender al trabajo como aquello que conectaba al paciente con la realidad, con su vida previa a la crisis que lo  
llevó a un estado de vulnerabilidad. Ya no se buscaba en el trabajo, como en otros momentos de la historia de la  
salud mental, su poder disciplinador o de distracción de los pacientes -llamado ergoterapia-. El método había  
cambiado, el fin había cambiado. Ahora se buscaba revincular al paciente con sus capacidades y habilidades, las  
cuales le permitirían, como sujeto social, lograr concretar sus proyectos y una mejor inserción en la sociedad.  
La cuestión del trabajo como acción liberadora, fue un tópico importante en el movimiento  
desmanicomializador. En el Hospital Borda, este eje se insertó desde distintos planos.  
Por un lado, el Dr. Mastandrea, ejerciendo la presidencia de la Asociación de Profesionales del Hospital,  
pudo lograr introducir una camada de profesionales que podían, a través de un trabajo interdisciplinario, asistir  
a los pacientes en la recuperación de estas habilidades y capacidades laborales, a la vez que se seguía  
resquebrajando la posición hegemónica de la psiquiatría:  
En el año 91, 92, paso a ser presidente de la Asociación de Profesionales del hospital  
Borda, cuando éramos nación todavía y pudimos introducir 11 trabajadoras sociales y 11  
terapistas ocupacionales. Se me cumplió un sueño prácticamente [se ríe], imagínense que  
fueron cargos que no eran para profesionales psiquiatras ni clínicos [risas], así que si  
alguien no me quería pasé a ser el terror [se ríe]. Pero bueno cuando introducimos las  
terapistas ocupacionales, once de una sola vez, 11 o 12 donde había personas excelentes  
entre ella Sara Laneri quién fue su primera jefa, planteamos incorporar al terapista  
ocupacional para saber de su trabajo porque no conocíamos en general lo que hacían [los  
pacientes]. (…) Eran 3 los terapeutas del grupo: médico, psicólogo y terapista  
ocupacional, con lo cual otro eslabón más en la carrera sin dominio de ninguna disciplina  
sino en orden de igualdad. (Mastandrea, 2018)  
La Dra. Dulce Suaya, profesional de la Psicología, dentro del Hospital, y quien desarrolló la teoría acerca  
de la relación trabajo-paciente, nos acerca algunas de sus experiencias dentro del Hospital, en este sentido:  
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(…) El eje “trabajo” es muy importante y justamente yo introduje una modificación, un  
sesgo en la clínica que es poder explorar la vida laboral de los internos antes de estar  
internados. O sea, (…) nunca sabemos qué es lo que la gente ha hecho antes de entrar al  
hospital, y la sorpresa fue que yo atendiendo a un interno del servicio, le dije: “contame  
un poco que has hecho antes de entrar al hospital”; él me dijo “yo fui marqueterista”,  
Marqueterista es lo que se hace con encastre. Hay un juego, el backgammon, el tablero es  
de encastre de marqueterista. Yo dije “no me digas”, me sorprendió porque es una  
habilidad de experto ¿no? “No me digas, ¿dónde trabajaste?”, él dijo: “yo trabajé en Sten”,  
la sorpresa fue total. “¡En Sten trabajaste!” le digo, “yo compré mis muebles en Sten”,  
cuando yo le digo que compré mis muebles en Sten, ¿qué crees que le pasa? Se largó a llorar.  
Imagináte que eso me reafirmó la importancia de explorar el mundo laboral de los  
internos, que uno no lo hacía. Porque esa persona resignificó su vida. Yo escribí sobre ese  
caso, de la importancia de explorar la vida laboral de un sujeto y no quedando solo con la  
psicopatología ¿no?, la clínica, que fue muy importante. Entonces salud mental y trabajo  
fue lo que… escribí sobre eso, como un elemento muy importante, y fue sorprendente la  
cantidad de trabajo, de orgullo, lo que aparecía, ese aspecto de orgullo de su propia  
habilidad y destreza, etc., recuperar… entonces es un reforzamiento “yoico” ¿no? de  
valoración. Otro, que estaba en otro servicio que había ganado un campeonato de ciclismo,  
ganó un premio, una copa. Te quiero decir empezó a aparecer historias de vida  
recuperando todas esas habilidades y esos logros, e hizo que tornaba con una identificación  
donde, bueno, trabajé la… de qué manera había una capa yoica que reforzaba y llevaba  
a los sujetos apropiarse de una imagen valorada de sí mismo y que no solo se identificaba  
con esa imagen especular que yo propiciaba como construcción, sino que la identificación  
necesitaba un paso siguiente que es que el sujeto se apropiara de esa imagen y que  
invirtiera esa apropiación a su “yo” con orgullo. (Suaya, 2018)  
El movimiento desmanicomializador, aquel impulsado por Franco Basaglia, desde el Hospital de Trieste  
(Italia), ha revalorado y resignificado al trabajo, apreciándolo como un método no solamente terapéutico, sino  
como aquello que amalgamado a las capacidades y habilidades del paciente forma una parte constitutiva de él,  
logrando así percibirse como sujeto con derechos.  
En este sentido, es interesante resaltar la experiencia que, a instancias de Basaglia, se llevó adelante en  
Trieste, en la que se crea una cooperativa con los y las pacientes del Hospital local:  
Según la concepción basagliana, toda persona que trabaja es un trabajador/a y por  
ello debía tener los derechos correspondientes a todo trabajador/a. Entonces, en el  
lugar de la ergoterapia, se implementaron nuevas formas de organización de los  
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la influencia de los movimientos en el neuropsiquiátrico modelo, durante el siglo XX.  
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usuarios/as, basadas en los principios del cooperativismo, entre las cuales se  
destacaba la creación de la Cooperativa Laboratori Uniti (CLU).  
Establecida formalmente el 16 de diciembre de 1972, la CLU es la primera  
cooperativa social de Europa. La misma incluía, en sus orígenes, a unas 60 mujeres  
y hombres internados en el manicomio de Trieste quienes, en nombre de la  
ergoterapia, habían llevado a cabo la limpieza de las salas, el lavado de ropa, el  
transporte de sábanas y el cuidado de los jardines de San Giovanni sin  
remuneración de ningún tipo (en algunas ocasiones se los “recompensaba” con  
tabaco o artículos de higiene personal).  
De esta manera se daba un paso fundamental hacia la consecución de un cambio  
de paradigma, en el que se comienza a dejar atrás el modelo tutelar (donde el eje  
estaba puesto en la concepción biologicista del padecimiento mental y en las  
posibles deficiencias que estas situaciones traían aparejadas) para adentrarse en el  
paradigma de derechos, donde los usuarios/as son sujetos de derechos (a un trabajo,  
a una vivienda, a vivir en libertad y en su comunidad de pertenencia) y el eje está  
puesto en las múltiples capacidades que tienen las personas (Cavacini, 2020).  
Siguiendo este ejemplo, en Argentina, el INAES (Instituto Nacional de Activismo y Economía Social),  
estableció -a través de la Resolución 1366/2022- una normativa acorde para estas cooperativas que apuestan a la  
integración-laboral de personas con discapacidad específicamente en el plano mental. Esta Resolución busca a  
la vez visibilizar a y otorgar derechos a aquellas personas con padecimientos de salud mental.  
Al respecto, “La Huella”, es una cooperativa de carpintería surgida en el Borda y según lo que declaró  
para un medio gráfico la psicóloga y secretaria de la cooperativa, Mariana Pacecho: “No es menor que una norma  
las reconozca y visibilice. Implica que las personas con padecimientos de salud mental sean reconocidas como  
trabajadores y trabajadoras. Tiene un impacto muy potente en lo subjetivo. Sabemos lo difícil que resulta para  
ciertos sectores el acceso al trabajo, por eso creemos que es a través de cooperativas”. (Yaccar, 2022)  
Oscar Ferrara, trabajador de “La Huella”, nos acerca a una cuestión más íntima que tiene que ver con el  
desafío de reinsertarse nuevamente en los quehaceres del trabajo:  
Yo aparte como en la década del 90 era artesano, volví a recuperar de nuevo la tarea de  
hacer los objetos, tuve que aprender de nuevo, como la carpintería, tuve que aprender de  
nuevo a ver cómo se hacían las cosas porque me había olvidado. La discapacidad tiene ese  
tema que uno es como que se olvida de la vida anterior, y es como que tiene que volver a  
recuperarse y empezar todo de nuevo, y bueno en esa tarea estoy. (2020)  
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Por último, es importante rescatar una experiencia local llevada adelante por pacientes y que, como  
pretendía el mismo Basaglia involucra a la comunidad en general: El Frente de Artistas del Borda (FAB).  
Esta experiencia cruza arte y salud mental a través de las propuestas (plástica, música, teatro  
participativo, mural, periodismo, etc.). Así, como las cooperativas basaglianas no se acomodaban con la  
ergoterapia, esta experiencia artística no persigue la arteterapia, más bien busca salir a la calle, enfrentar los  
prejuicios y vincular a los pacientes y ex pacientes del Borda con la comunidad extramuros. Carlos Moretti, ex  
paciente del Borda y coordinador del FAB, comenta al respecto:  
Mi conexión con el hospital fue como paciente. Pero tuve la fortuna de conocer  
rápidamente, apenas ingresado, a este dispositivo del que acabo de hablar, el Frente de  
Artistas del Borda, que lucha por una modificación en el sistema de la atención de la salud  
mental. Fundamentalmente, la desaparición del sistema manicomial, basado en el  
aislamiento, basado en la segregación de la gente del resto de la sociedad, basado en los  
muchos prejuicios que hay en el afuera con respecto al infierno mental. (2024)  
Sobre cómo el FAB colabora en desarmar los prejuicios que imperan en el afuera, a través de llevar los  
talleres a distintas ciudades, y contribuir con ello a la posibilidad de externación, relata:  
Y esta es una de las cosas donde se manifiesta lo positivo del trabajo porque la gente que  
va a actuar en una ciudad como Mar del Plata se muestra ante la sociedad y… interactúa  
dentro de esa sociedad. Porque una persona que ha visto de pronto un espectáculo, un  
escenario y se queda asombrada, “pero caramba, mirá las cosas que hacen ¿Y esta gente  
está internada en hospitales psiquiátricos?”, sí, está internada en hospitales psiquiátricos.  
Entonces esta es una de las formas de que repercuta en el afuera, el trabajo artístico. Donde  
se demuestra que la gente aun habiendo padecido alguna crisis mental, siguen siendo seres  
humanos de los cuales se puede esperar algo… (Moretti, 2024)  
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la influencia de los movimientos en el neuropsiquiátrico modelo, durante el siglo XX.  
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Conclusiones  
Con relación a los distintos paradigmas que tratamos de indagar, puntualmente el caso del Higienismo  
Mental y la Desmanicomialización, nos interesa resaltar algunos puntos en común:  
Por un lado, la intención de mejorar la calidad de vida de aquellas personas que fueron aisladas de la  
sociedad -en este caso por no ajustarse a las pautas de la “normalidad” por tener que cargar con algún  
padecimiento mental-.  
La revelación al sistema imperante para el tratamiento de los pacientes, si bien partió desde un sujeto  
individual -Clifford Beers, en el caso del Higienismo, contando en un libro los tormentos que padeció  
en los distintos neuropsiquiátricos por los que transitó-, o desde una organización, como fue el caso de  
la Red Alternativas a la Psiquiatría, en la que participarían las figuras prominentes del movimiento de  
desinstitucionalización. En todos los casos la pregnancia que tuvieron estas ideas fue alta, a tal punto de  
poder lograr un cambio en el paradigma médico-social.  
La preocupación por la cuestión social, no es un hecho aislado en ambas corrientes, en el higienismo lo  
social estaba atravesado por un fuerte pulso biologicista: la preocupación de la enfermedad (aquellos/as  
que estaban por fuera de la “normalidad”) del cuerpo (aquellos integrantes de la sociedad que tenían la  
posibilidad de ajustarse a las pautas y normativas de la misma), sirvió para que de alguna manera se  
reformulen ciertos parámetros relativos a las prácticas de encierro, pero siempre pensando en “el afuera”,  
en “el cuerpo”. En el caso de la desmanicomialización, lo social era el componente más importante, a tal  
punto que ayuda a cuestionar al conjunto social por el aislamiento de las personas, forzando la  
contradicción “sociedad/aislados” para intentar resolverla en una coyuntura histórica favorable, donde  
en el mundo existía un bloque que se oponía a las ideas individualistas. Aquí el dispositivo de encierro  
vivió sus días más amargos con la eliminación del manicomio de Trieste, del cual Franco Basaglia había  
sido su director.  
Para concluir, la desmanicomialización tuvo, a diferencia del higienismo, la intención de cuestionar al saber  
científico imperante, un desafío a las propias bases de la ciencia, algo que marcó una ruptura de los cánones  
establecidos incluso aquellos heredados del higienismo mental:  
Para nosotros, en cambio, el problema era transformar la ciencia en una nueva  
ciencia, era encontrar un nuevo código que sólo se podía encontrar a través de  
nuevas respuestas a la otra clase, la clase oprimida, el proletariado y el  
subproletariado, que eran los que estaban en el manicomio (Basaglia, 2008, p. 104).  
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Página 12. Consultado en noviembre de 2024 en: https://www.pagina12.com.ar/416513-el-trabajo-  
Entrevistas  
Carlos Moretti. Mayor de 70 años. Artista y coordinador del Frente de Artistas del Borda (FAB).  
Realizada en el Hospital Borda por Silvana Luverá, Adriana Echezuri y Carlos Dellacassa el 19 de  
noviembre de 2024.  
Dulce Suaya. Mayor de 70 años. Dra. en Psicología. Realizada en su casa por Silvana Luverá, Rodrigo  
Vázquez y Adriana Echezuri el 21 de junio de 2018.  
Lucio Mastandrea. Mayor de 70 años. Médico psiquiatra y ex director del Hospital Borda. Realizada en  
el Hospital Borda por Silvana Luverá, Rodrigo Vázquez y Adriana Echezuri el 27 de noviembre de  
2018.  
Oscar Alberto Ferrara. 60 años. Artesano y expaciente del Hospital Borda. Realizada por Silvana Luverá,  
Rodrigo Vázquez y Adriana Echezuri de manera virtual, por plataforma Zoom. 20 de abril de 2020.  
Taller 1 – Participantes Vicente Correa, Juana y Carlos Dellacassa. Realizada por Silvana Luverá,  
Rodrigo Vázquez y Adriana Echezuri en el Hospital Borda el 27 de abril del año 2018.  
Esta obra está sujeta a la Licencia Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional de Creative  
Fecha de recepción: 10 de marzo.  
Fecha de aceptación: 19 de junio.  
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